Los cristianos exigen una respuesta internacional firme.
El mundo tiene una responsabilidad, el Estado islámico no puede ser reconocido de ninguna forma. Y los musulmanes de a pie, la inmensa mayoría que son moderados, repelen fuertemente este genocidio.

 

patriarca caldeo Louis Raphael Sako

 

El Papa Francisco se ha unido a los cristianos que enfrentan el genocidio en Irak y Siria, llamando al mundo a unirse a él en la «Oración y Acción» para lograr la paz en la conflictiva región. En la llamada a la acción internacional, ha pedido al mundo a «poner fin a estos crímenes».

En referencia a la acción militar, el arzobispo Giorgio Lingua, nuncio del Vaticano en Irak, dijo a Radio Vaticano,

«Esto es algo que se tenía que hacer, de lo contrario [el Estado Islámico] no puede ser detenido».

Tal llamada prácticamente no tiene precedentes para un enviado papal en los tiempos modernos, pero nuestra época es extraordinaria y el Estado islámico no tiene interés en una mesa de negociación. En lugar de ello, el Estado Islámico se inclina al genocidio y la barbarie, exterminando sin piedad a cualquiera que se oponga a ellos.

El domingo, el Papa Francisco dijo que estaba en «consternación e incredulidad» sobre lo que está sucediendo en Irak.

«La situación va de mal en peor», advirtió.

Mientras tanto, patriarca caldeo Louis Sako de Bagdad dijo:

«Hay necesidad de apoyo internacional y un ejército profesional, bien equipado. La situación va de mal en peor».

El Papa Francisco y el Patriarca Sako no son los únicos clérigos que piden rápida y decisiva acción para poner fin al genocidio en Irak. El Vicario Episcopal de Irak, Andrew White, logró visitar la ciudad de Qaraqosh y evaluar personalmente la situación en esa comunidad después de la captura del Estado islámico.

Sus palabras son escalofriantes.

«Hoy en día, Qaraqosh se encuentra 90 por ciento vacía, profanada por los pistoleros del grupo fanático terrorista del Estado Islámico ahora en el control. La mayoría de los de la ciudad de 50.000 personas han huido por temor a que, al igual que otros cristianos en esta región, sean masacrados».

«Los militantes, en un nuevo acto de sacrilegio, han establecido sus puestos administrativos en las iglesias abandonadas».

White informó que una mujer a quien se le cortó el dedo después de que no pudo quitarse el anillo de bodas con la suficiente rapidez. Un cuidador de una de las iglesias parroquiales de la comunidad, dijo que su hijo menor, de cinco años de edad, fue cortado por la mitad mientras él observaba.

Un niño, de sólo cinco años de edad, cortado a la mitad ante su padre. El niño pasó a ser llamado Andrew, como el propio vicario.

Las atrocidades son reales. El genocidio es real. Que la prensa apenas informe sobre ello es absolutamente desconcertante. Sin embargo, incluso las figuras, amantes de la paz, están reconociendo que este es un mal no habitual.

El Estado Islámico ha reclutado combatientes de la mayoría de las naciones del mundo y llegan más cada día. Ellos están motivados por una interpretación agresiva, rabiosa de las escrituras islámicas. Lo más notable es que se consumen en la sed de sangre y están dispuestos a comprometerse y dar a conocer cada atrocidad. Esto atrae a los hombres sádicos de todo el mundo islámico a su causa, los que cometen incluso más atrocidades.

Estos hombres no necesitan que se les diga qué hacer. Asesinan para su propio placer.

¿Dónde está el resto del mundo? ¿Dónde están las resoluciones de la ONU? ¿Dónde están las condenas de los países islámicos del mundo? ¿Arabia Saudita? ¿Dónde están los edictos o fatwas? ¿Por qué no está el mundo combinando sus fuerzas contra estos terroristas?

Esta es la forma más pura del mal que el planeta ha visto en generaciones. No se puede razonar con ellos.

Como todos, los cristianos tienen derecho reconocido a la legítima defensa frente a una amenaza existencial; ha llegado el momento en que todos los católicos se unan con el Papa Francisco y los cristianos de Irak y Siria en ‘Oración y Acción’ con la intención de librar al mundo de la maldad del Estado Islámico, apoyado por la inmesa mayoría de los musulmanes moderados.

Fuentes: Catholic online, Signos de estos Tiempos

 

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