La levitación consiste en el levantamiento, el mantenimiento y el desplazamiento en el aire del cuerpo humano.

O de diversos objetos, sin apoyo visible y sin la acción manifiesta de alguna fuerza física.

Según los testimonios de personas que han visto levitar a santos, el fenómeno se producía en momentos en que caían en un fuerte éxtasis amoroso por Dios, Jesucristo o María.

Y se levantaban del suelo perdiendo la noción del tiempo y el espacio.

Acá presentamos los casos de San José de Cupertino, San Gerardo Majella y San Pablo de la Cruz.

pies de jesus por el agua

La levitación es uno de los fenómenos más mencionados en las vidas de los santos.
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Muchos más santos han experimentado esta maravilla, además de los que se mencionan a continuación.
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Algunos santos más importantes son San Benito José Labre, Santa Ángela de Brescia, Santa Antonieta de Florencia, Santa Arey, San Pedro Celestino, Santa Colette, Santa Margarita de Hungría, San Esteban de Hungría, Santa María de Egipto, San José Oriol, Venerable Bentivolio Buoni, San Francisco de Paula, San Juan de San Facond y San Martín de Porres. 

También se ha testimoniados que levitaba el Padre Pío mientras celebraba misa y se afirmado que la mística María Esperanza de Bianchini también lo hacía.

Sin embargo hay fenómenos de levitación provocados por el demonio, por ejemplo en los exorcismos y en sesiones mediúmnicas.

La levitación ha sido el tema de un notable trabajo de Olivier Leroy, profesor adjunto de la Universidad por 1930

En este artículo hablaremos de la levitación y luego daremos el ejemplo de tres santos.

 

LEVITACIÓN EN LOS SANTOS Y PERSONAS PIADOSAS

Leroy recogió doscientos quince casos; lo que constituye un fenómeno bastante raro.

Ciertos hechos citados en el Antiguo Testamento tienen ciertas analogías con la levitación.
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Enoch raptado vivo en la tierra, Elias y su carro de fuego y Habacuc transportado desde Judea a Babilonia.
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El Nuevo Testamento nos habla del traslado de Nuestro Señor sobre el pináculo del templo de Jerusalén, luego sobre la cumbre de un monte, mas los comentaristas no concuerdan al respecto.
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Finalmente, está el paseo de Nuestro Señor y San Pedro sobre el agua, y la Ascensión.

Desde esa época hasta nuestros días, las levitaciones (conocidas) parecen distribuirse casi parejas a través de los siglos.

Tenemos unas veinte para el siglo XIX y el comienzo del siglo XX.

jesus camina por el agua

«El caso más notable es el de San José de Cupertino en el siglo XVII.

Las actas de su proceso de canonización, en realidad, comprobaron más de 70 casos de rapto personal en la sola ciudad de Cupertino o en las cercanías.

Se trata en él, casi siempre, de vuelos extáticos, es decir, de levitaciones con movimiento de traslación.

Según advierte la bula de canonización, publicada el 16 de julio de 1767 por Clemente XIII, ningún Santo puede comparársele en este aspecto.

Se le vio volar del centro de la iglesia hasta el altar mayor, por un trecho de 25 metros aproximadamente; elevarse hasta el pulpito en la misma forma, volar sobre árboles y quedarse posado sobre ramitas flexibles.

Le ocurrió que con él se levantaran un confesor del convento de Cupcrtino, el Padre guardián del convento de Asís y un alienado que se le llevara para ser curado.

El papa Urbano VIII fue testigo de una levitación, lo mismo que en 1645 el Gran Almirante de Castilla, cuya esposa se desmayó por la emoción.

«La más célebre, sin duda, de las levitaciones de José de Cupcrtino fue la que presenció Federico de Brunswick y que asombró tanto a ese príncipe, que le determinó a abandonar la religión luterana.
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Juan Federico, de entonces de 25 años, visitó en 1649 las principales cortes europeas.
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Hallándose en Roma, quiso llegar hasta Asís, donde le impelía el renombre del Santo.

La mañana siguiente a su llegada al convento, asistió con dos chambelanes a la Misa celebrada por José.

Y le vio elevarse del altar en que oficiaba, cubrir de rodillas en el aire una distancia de cinco pasos y volver al altar.

Al día siguiente, en el momento de la consagración, José se levantó un palmo del suelo y se mantuvo así más de cinco minutos sobre la grada del altar, con el brazo levantado, sosteniendo la Hostia.

Al ver eso, narra Pastrovicchi, el príncipe se puso a llorar.

Uno de sus chambelanes, como él luterano, declaró que lamentaba haber venido para asistir a un espectáculo que trastornaba sus convicciones.

El príncipe, después de una conversación con José, no sólo se declaró católico, sino que después de haber asistido a las completas y seguido la procesión, se enroló como miembro de la Orden Franciscana.

Volvió en seguida a Brunswick para arreglar algunos asuntos y, el año siguiente, volvió a Asís para abjurar solemnemente a manos de José, en presencia de los cardenales Facchinetti y Rappacioli.

El chambelán luterano H. J. Blume se convirtió a su vez en 1653.

Una de las últimas levitaciones de San José, es la que ocurrió durante una operación.

He aquí la exposición del cirujano Francisco de Pierpolo, que observó los hechos:

«Durante la última enfermedad del Padre José, de acuerdo con las órdenes del médico Jacinto Carosi, tuve que aplicar una cauterización en la pierna derecha.

El Padre José estaba sentado sobre una silla, con la pierna apoyada sobre mi rodilla.

Ya estaba aplicando yo el hierro para la operación; noté entonces que el Padre José estaba arrebatado fuera de sí y en una abstracción completa; los brazos estaban extendidos, los ojos abiertos y vueltos hacia el cielo; la boca estaba entreabierta; la respiración parecía haber cesado.

Noté que estaba levantado de un palmo más o menos sobre la silla citada, en la misma posición en que se hallaba antes del éxtasis.

Traté de bajar la pierna pero no lo logré: la misma quedó extendida.

Una mosca se había posado en su pupila; cuanto más me esforzaba en echarla, tanto más se obstinaba al parecer en volver al mismo sitio; al final tuve que dejarla.

Para observar mejor al Padre José me puse de rodillas.

El médico antes citado le observaba como yo.

Ambos reconocimos visiblemente que el Padre José estaba arrobado, sin sentido físico, y que además estaba bien suspendido en el aire, como dije.

Esta situación duró un cuarto de hora, hasta que llegó el Padre Silvestre Evangelista, que vivía en el convento de Osimo.

Después de haber observado el fenómeno, este ordenó al Padre José de volver en sí por santa obediencia y lo llamo por su nombre.

El Padre José sonrió y recobró los sentidos».

Entre las levitaciones del siglo XIX, citaremos las del bienaventurado Andreas H. Furent, comprobadas por numerosos testigos, que declararon en el proceso informativo de beatificación.

Él se elevaba y permanecía elevado a una altura de 20 centímetros, ya de pie, ya de rodillas, durante la Misa, haciendo el Vía Crucis, orando.

La Madre de Bourg, tía de monseñor d’Hulst, se elevaba a menudo delante de los miembros de su familia o delante de las religiosas de su comunidad.

A veces intentó resistir, pero inútilmente, como el día en que habiéndose trabado en su reclinatorio, lo levantó con ella y al soltarlo, éste cayó con ruido y se rompió.

Sor María de Jesús Crucificado (1846-1879), carmelita árabe, se levantaba muy alto sin algún apoyo.
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En sus éxtasis, se levantaba por sobre los árboles en el Jardín del Carmelo de Belén, pero se deslizaba sobre la superficie de las frondas libremente en el vacío.
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O. Leroy obtuvo del R. Padre Buzy, capellán del convento, pormenores recogidos de testigos oculares.

«Sor María —escribe el Padre Buzy— se levantaba hasta la cumbre de los árboles en la punta de las ramas.

Ponía su escapulario en una mano, tomaba con la otra una ramita del lado de las hojas, y en un parpadear del ojo se deslizaba por el exterior del árbol hasta su cima.

Los testigos insisten en el hecho de que subía instantáneamente. Pasaba también de un tilo a otro por las puntas de las ramas.

Una vez subida, se mantenía sobre ramas demasiado débiles como para sostener normalmente una persona de su peso».

El Padre Buzy cita como ejemplos, dos o tres declaraciones hechas en el proceso.

Pero también la levitación se produce en casos de influencia demoníaca.

mujer levitando

 

LA LEVITACIÓN DEMONÍACA

Sulpicio Severo escribe a propósito de San Martín:

«He visto, al acercarse Martín, a un demoníaco levantarse y permanecer en el aire, con los brazos extendidos, en forma que sus pies no se posaban en el suelo.
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Hubierais visto a esos desdichados agitarse en diversa forma: unos estaban levantados y suspendidos en el aire con los pies en alto, sin que sin embargo los vestidos vinieran a caer sobre sus rostros y a descubrir sus cuerpos en forma inconveniente»
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Sin embargo también se hallan ejemplos análogos en San Hilario, en San Paulino, en la vida de Santa Genoveva, de San Vicente Ferrer, etc.

O. Loroy cita las levitaciones de una poseída de Louviers, Francisca Fontaine, exorcizada en 1591, sesiones que fueron registradas en un acta cuyo original se halla en la Biblioteca Nacional (H. S. N.° 24.122 del fondo francés).

Se lee allí que Francisca, en presencia del preboste Morel, de su notario y de otras personas, fue «levantada en el aire cerca de dos pies sobre el suelo, toda derecha», luego, habiendo caído cuan larga era, fué arrastrada así a través de la sala, con gran asombro de todos.

En otro momento, cuando el preboste le leía a modo de exorcismo el Evangelio según San Juan, la posesa, que estaba extendida sobre el piso de espaldas, se levantó tres o cuatro pies.

Y fué trasladada así horizontalmente en la dirección del exorcizador improvisado, quien tuvo tanto «miedo» que huyó hasta el recinto reservado a los jueces, y allí se atrincheró.

Calmeil, en su Traite sur la folie, cita una carta de un misionero:

«Pensé durante un exorcismo —dice el misionero— de comandar al demonio, en latin, de transportarlo (al indígena poseso) al techo de la iglesia, con los pies en alto y la cabeza hacia abajo.

En seguida su cuerpo se tornó rígido, y como si hubiera estado imposibilitado en todos sus miembros, fue arrastrado del centro de la iglesia hasta una columna.

Y allí con los pies juntos, el dorso pegado a la columna, sin ayudarse con las manos, fué trasladado en un segundo hasta el cielo raso, como un peso que hubiera sido atraído en alto velozmente sin que pareciera hacer nada de su parte.

Suspendido del techo los pies pegados, la cabeza hacia abajo, indiqué al demonio, como me lo había propuesto, la falsedad de la religión pagana.

Lo tuve más de media hora en el aire, y no teniendo más paciencia para mantenerlo allí más tiempo, por lo asombrado que yo mismo estaba, ordené al demonio que lo colocara a mis pies sin hacerle daño…

El demonio me lo tiró en seguida como un atado de ropa sucia, sin dañarlo».

mujer levitando en el desierto

 

LEVITACIÓN DE MÉDIUMS

La levitación —dice Carlos Richet— es «un fenómeno excepcional, aun para los grandes médiums».

«El célebre médium Daniel Douglas Home, según W. Crookes, tuvo un centenar de levitaciones comprobadas por varios testigos.

«En tres ocasiones distintas, vi que Home se elevaba completamente hasta el techo de la habitación.
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La primera vez, estaba sentado sobre un sofá; la segunda estaba de rodillas sobre su silla y la tercera de pie.
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En cada ocasión, tuve toda la comodidad posible para observar el fenómeno en el momento en que ocurría».

Lord Lindsay, Lord Adare y el capitán Charles Winne asistieron a fenómenos parecidos.

Estas levitaciones ocurrían generalmente en una oscuridad más o menos acentuada.

Pero Lord Linsay declaró al comité de la «Dialectical Society», que había visto a Home, en plena luz, levantado diecisiete pulgadas del suelo.

Este médium, se dice, podía provocar la levitación hasta en otras personas.

Habría hecho subir a un amigo del Dr. Hawksley sobre una tosca mesita que con su carga se levantó unas ocho pulgadas del suelo.

El Dr. Hawksley pudo examinar a su gusto el fenómeno pasando la mano entre los pies de la mesita y el piso.

La escena tuvo lugar a las tres de la tarde.

W. Stainton Moses profesor del University College School, alrededor de los treinta años de edad, fué objeto de fenómenos extraordinarios descritos por su amigo Fr. Myers.

Su primera levitación ocurrió el 30 de junio de 1870.

Estaba sentado con las espaldas vueltas hacia el círculo de los experimentadores.

Y se sintió levantado con su silla a una altura de 30 ó 40 centímetros.

Luego el movimiento ascendente continuó, sin silla, hasta que su cabeza se halló a poca distancia del techo.

Descendió dulcemente y se encontró sobre su silla que había retomado su lugar.

Parecía hallarse perfectamente consciente de todo lo que pasaba y no probó más que una ligera sensación de fatiga al respirar.

Esta experiencia fue repetida nueve veces con mayor o menor éxito.

Más recientemente, experiencias análogas fueron realizadas por el Dr. Schwab con María Vollhart, y por el Dr. H. Schrenck-Notzing con el médium Willy.

El Dr. Geley vio a éste en Vicna, en casa del Dr. Holub y fué testigo de una levitación, cuyo contralor le pareció impecable».

Pero también está la ilusión de levitación.

levitacion de objetos

 

LAS SEUDO-LEVITACIONES FISIOLÓGICAS O PATOLÓGICAS

Es común, en ciertos sueños, el hecho de experimentar la sensación de ser levantado, de flotar en el vacío y de moverse en él.

El psicólogo Leuba escribe:

«Durante experiencias que yo mismo establecí, mediante éter y protóxido de nitrógeno, dos sujetos experimentados tuvieron la sensación de la levitación«.

Finalmente, algunos neurópatas o locos tienen la ilusión de elevarse en el aire, como el falso éxtasis de P. Janet, que escribió:

«En ciertos momentos no toco ya el suelo; mis sandalias no se mojan cuando el piso está húmedo…

Ya no camino, vuelo

Yo estoy cada vez más levantado; el milagro se torna indiscutible.

Yo parto… ¡Adiós! ¡Adiós!»

Pero sus pies no abandonaron nunca el pavimento.

Por otra parte, se han comparado a menudo a la levitación, los accesos de somnambulismo o de histeria acrobática, que hacen tomar a los pacientes las actitudes más extraordinarias, los hacen saltar en el aire, trepar a los árboles o por las paredes, etc.

Pero en estos dos órdenes de hechos no se trata más que de fantasías del sujeto, o de actos de acrobacia sin relación con la levitación.

Pero no hay sólo levitación de personas sino también de objetos.

caldera levitando

 

LEVITACIÓN DE OBJETOS

Cabe comparar a las levitaciones corporales con las levitaciones de objetos.

Porque en ambos casos son las mismas leyes físicas las que parecen ser violadas y las dos clases de fenómenos pueden aclararse mutuamente.

 

a) Levitación de objetos religiosos.
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La historia religiosa refiere a menudo desplazamientos de objetos sin contacto: estatuas, crucifijos, imágenes, etc.
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El más célebre de estos fenómenos, pero también el más discutido, es la Traslación de la Casa de la Virgen, la Santa Casa de Nazaret, a Loreto, hacia fines del siglo XIII.

Nos atendremos a un solo ejemplo indiscutible: el milagro del Ostensorio de Favemey, acaecido el 26 y 27 de mayo de 1608, ante la presencia de miles de testigos.

Comprobado por una investigación oficial, cuyas declaraciones han llegado hasta nosotros, y relatado finalmente por un protestante, Federico Vuillard, que se convirtió después del examen directo de tal prodigio.

«En oportunidad de la fiesta de Pentecostés, se había construido un altar ante las rejas del Coro.

El Santísimo había sido depositado allí el sábado, antes de las vísperas.

Esa noche y el domingo, numerosas personas hicieron acto de adoración delante de Él.

El lunes por la mañana, cuando el sacristán fué a abrir la iglesia, ésta estaba llena de humo y el altar estaba reducido a escombros incandescentes.

Pero el ostensorio se mantenía sin algún apoyo seis pulgadas más alto y cuatro dedos más atrás, por lo menos, que el lugar en que había sido depositado.

Estaba inclinado hacia atrás, de modo que su pie se hallaba a un dedo más o menos de las rejas del coro y la pequeña cruz que lo coronaba, la tocaba con la punta de uno de los brazos.

Un trozo de tela quemada había caído entre el intervalo mínimo, del espesor de un grueso cuchillo, que había entre esa punta y las rejas.

Un religioso sopló sobre la ceniza y el intervalo apareció completamente libre.

El ostensorio quedó en ese estado de levitación durante treinta y seis horas aproximadamente.

La muchedumbre acudió de todas partes, para contemplar el prodigio.

Finalmente, el martes por la mañana, poco después de las nueve, mientras el abate Aubry, párroco de Menoux, celebraba la Misa ante gran concurrencia de gente, uno de los cirios encendidos que se hallaban sobre la mesa que se había improvisado debajo del ostensorio, a un palmo del mismo, se apagó tres veces.

Y en el momento de la Elevación, «el Sagrado Relicario se movió, dando un leve sonido argentino.

Luego se dobló, se enderezó de nuevo, y en el mismo momento en que el abate Aubry recogía el sacratísimo, Cuerpo de Dios sobre el altar, el ostensorio milagroso descendió derecho, con la cara vuelta a los fieles.

Bajó dulcemente por sí solo, y sin ayuda de nadie, avanzando por el medio del corporal colocado sobre el pequeño misal.

Y se colocó exactamente a una distancia de tres dedos de las rejas, en su verdadera y digna posición».

 

b) Levitación de objetos no religiosos.
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Se encuentra en las sesiones mediánicas, generalmente en la oscuridad o a la luz débil y a poca distancia del médium.

El Dr. Carlos Richet cita numerosos ejemplos en su Traite de Métapsychique, sobre todo las levitaciones de objetos pequeños mediante Stanislawa Tomezky, en presencia de J. Ochorowitz y del mismo.

Nosotros hemos sido testigos personales de levitaciones de objetos, mandolina, pantalla fosforescente, pequeño vestido, etc., obtenida en 1927 en Varsovia por la señora Popiclska, en condiciones de contralor que nos parecieron absolutamente exactas.

Veamos ahora testimonios sobre la levitación de tres santos.

 

MÁS SOBRE SAN JOSÉ DE CUPERTINO (1603-1663) 

Sin duda uno de los santos mejor conocido por levitar durante la oración es San José de Cupertino, que experimentó tantas levitaciones que fueron presenciadas por sus hermanos de la Orden Franciscana y otros, que es considerado como el santo patrón de avión de pasajeros.

Estos testimonios que mencionamos aquí deben completarse con el que dimos mas arriba.

En la Biografía oficial de Fr. Angelo Pastrovicchi, que fue publicada por primera vez en 1767, el autor afirma que:

«No sólo durante los dieciséis años de estancia del santo en Grottella, sino durante toda su vida, estos éxtasis y vuelos eran tan frecuentes, como se lo demuestra en las actas del proceso de beatificación.

Que desde hace más de treinta y cinco años, sus superiores no le permitían participar en los ejercicios en el coro y el refectorio o en las procesiones, para que no molestara a la comunidad«. 

san-jose-de-cupertino-levitando

San José estaba a menudo embelesado en levitaciones notables, a menudo se dejaba llevar por Dios a distancias.

En los registros de su proceso de beatificación oficial [Acta Sanctorum], se registran setenta de sus levitaciones y vuelos extáticos.

Una noche de Navidad del Santo invitó a algunos pastores a unirse en la celebración del nacimiento del Salvador.
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Cuando empezaron a tocar la gaita y las flautas, el Santo dejó escapar un grito de alegría y voló de una distancia considerable por el aire hasta el altar mayor.
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Permaneció en su éxtasis alrededor de un cuarto de hora.
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A pesar de que estaba en el aire inclinado sobre varias velas encendidas, sus vestimentas no se vieron afectadas.
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Como de costumbre, todos los presentes estaban asombrados por el milagro.

Durante una ceremonia de profesión en Cupertino, el santo de pronto se elevó a la altura del púlpito y se mantuvo durante algún tiempo con los brazos extendidos y las rodillas dobladas.

¡Imagínese el asombro de los religiosos y de la congregación!

Un Jueves Santo, mientras rezaba ante una representación del santo sepulcro que estaba situado sobre el altar mayor y encendido con muchas velas y lámparas, el santo se levantó en el aire y voló hacia el altar.

Sin tocar ninguna de las decoraciones, se mantuvo por un tiempo hasta que el superior le ordenó su regreso.

Otra vez al escuchar a un sacerdote decir: «Padre José, que hermoso Dios ha hecho el Cielo»el santo salió volando y se quedó en las ramas superiores de un olivo.

Allí permaneció en una posición de rodillas durante media hora, mientras que la rama en que se apoyaba lo balanceó tan ligeramente como si se hubiera posado un pájaro pequeño en ella.

Una vez al pasar por Monopoli en su camino a Nápoles, fue dirigido por su compatriota religioso a la iglesia del monasterio para ver una nueva imagen de San Antonio de Padua.

Tras contemplar desde la distancia, de repente voló a la estatua y luego volvió a su antiguo lugar.

Después que la Inquisición oyó hablar de estas maravillas, sintieron la necesidad de investigar y ordenaron que el santo diera misa en su presencia en la Iglesia de San Gregorio de Armenia, que perteneció a las monjas de San Ligorio.

De repente, el santo se levantó con un fuerte grito desde una esquina y mientras oraba, voló hacia el altar. 

Se quedó de pie en el aire, inclinándose sobre las flores y las velas encendidas con sus brazos extendidos en forma de cruz.

Las monjas lloraban alarmadas de que se iba a prender fuego, pero él regresó al piso ileso.

Sin duda uno de los testigos más importantes de las levitaciones del santo fue el papa Urbano VIII. 

Durante la primera estancia del santo en Roma fue con el Padre General a visitar al Papa.

Mientras estaban agachados a los pies del Pontífice el santo quedó cautivado y se elevó en el aire hasta que el Padre General le ordenó que regresara.

El Papa se maravilló ante el fenómeno y le dijo al Padre General que él mismo testificaría sobre el acontecimiento si el santo muriera durante su pontificado.

Para satisfacer la curiosidad del embajador español ante la Corte Papal y su esposa que fueron a Asís con el propósito de ver a San José, al santo le dijo Fr Custos de ir a la iglesia y visitar la estatua de Nuestra Señora. 

Al entrar en la iglesia él miró hacia la estatua de la Inmaculada Concepción en un altar, y voló sobre las cabezas de los presentes, y se mantuvo en el aire a los pies de la estatua.

Después de unos momentos voló hacia atrás y luego se retiró a su celda.

Ocasionalmente los éxtasis del Santo duraban seis o siete horas.

Un aspecto curioso es que, cuando le sobrevenía un éxtasis en la Santa Misa, siempre la reanudaba donde la había dejado.

Otro aspecto inusual es que sus vestidos no eran perturbados durante sus muchos vuelos tanto si viajaba hacia adelante o hacia atrás, hacia arriba o hacia abajo.

Era tal el fuego del amor por Dios de San de José de Cupertino que se podía casi siempre llevarle a una levitación con sólo decir el amor adorable de Dios o la Virgen María, o dándole a contemplar una imagen de Jesús o María .

 

SAN GERARDO MAJELLA (1726-1755) 

Al igual que San José de Cupertino, San Gerardo Majella era a menudo embelesado en levitaciones notables, y a menudo era atraído por Dios hacia algunas distancias.

Era suficiente para San Gerardo Majella pensar en las perfecciones de Dios, contemplar el misterio de la Santísima Trinidad o el de la Encarnación, posar sus ojos en un crucifijo o una imagen de la Santísima Virgen, estar en la presencia del Santísimo Sacramento o incluso algún el milagro de la creación.

san gerardo majella

Los siguientes son algunos ejemplos:

Gerardo, con la intención de pasar unos días en Oliveto, recibió hospitalidad en la casa del arcipreste Don Salvadore. 

Una mañana, la Santa Misa estaba a punto de comenzar, y Gerardo, a quien se deseaba comunicárselo, no apareció.

Lo llamaron a su puerta, pero no hubo respuesta.

Por fin entraron y encontraron al hermano seráfico de rodillas en éxtasis, un crucifijo en la mano derecha, la mano izquierda en el pecho, la cara pálida, con los ojos medio cerrados.

Durante más de media hora, el arcipreste miró con admiración ante el espectáculo deslumbrante de levitación.

Esta casa hospitalaria ya había sido testigo de un éxtasis aún más notable, en el que el siervo de Dios estuvo suspendido sin apoyo en el aire. 

Había tenido lugar en la misma mañana de su llegada a Oliveto. 

Gerardo se había retirado a su cuarto para orar.

A la hora de la cena, el arcipreste fue para invitarlo a cenar.

Pero para su sorpresa se encontró con el hermano arrebatado en éxtasis y cerca de tres pies sobre el suelo.

Lleno de asombro, se retiró, pero volviendo poco después, lo encontró en el mismo estado.

Todos los testigos del acontecimiento extraordinario no pudieron sentarse a la mesa, esperando al huésped con lágrimas de emoción.
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Por fin apareció, su rostro todo inflamado. «Por favor, no esperen por mí», dijo al arcipreste. «No quiero incomodarlos».
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Para preservar la memoria de este rapto, el arcipreste marcó en la pared la sala la altura a la que había visto al Santo elevarse.

Un prodigio similar fue visto por toda la gente de Corato. 

El Viernes Santo de 1753, un cuadro que representa a Jesucristo Crucificado fue llevado en procesión.

Cuando la procesión entró en la iglesia de los benedictinos, Gerardo estaba ya en el interior dedicado a la oración.

Tan pronto como percibe la imagen sagrada del Salvador, un éxtasis se apoderó de él, y ante los ojos de todos, fue elevado a una altura considerable del suelo, con los ojos fijos en la imagen.

Otra ocasión fue cuando un mendigo ciego que vivía en Caposele tocaba con encanto la flauta.

Al verlo un día a la puerta del convento, Gerardo le rogó que tocara una conocida canción italiana: «En todas las cosas, oh Dios mío, quiero tu voluntad, no la mía.»

Inmediatamente, un rapto de amor divino se apoderó de él y comenzó a saltar, repitiendo las palabras: «Tu voluntad, oh Dios mío, y no la mía».

Entonces, de repente levantando los ojos al cielo, fue elevado en el aire con la rapidez de una flecha, y quedó por algún tiempo arrebatado en éxtasis.

Esta inversión de las leyes de la gravedad, esta agilidad sobrenatural, tomaba la forma incluso de un vuelo extático. 

Gerardo volvía un día para Iliceto con dos compañeros jóvenes.

Al pasar por delante de una capilla dedicada a la Virgen Santísima, se puso en conversación sobre la Madre tierna y compasiva.

Luego tomó un lápiz y escribió algo en un trozo de papel, que arrojó en el aire como si fuera una carta.

En ese mismo momento, sus dos compañeros lo vieron a levantarse en el aire y volar con la rapidez y la ligereza de un ave a una distancia de más de tres cuartas partes de una milla.

Después, nunca dejaron de contar este hecho prodigioso de que habían sido testigos.

Hubo otras ocasiones en que el siervo de Dios fue favorecido con el vuelo extático.

A una persona piadosa llamada Rosaria le gustaba contar que ella lo había visto un día llevado como una pluma en el aire, con los brazos extendidos.

Voló así durante más de tres cuartos de milla, apresurándose al convento al que era llamado, sin duda, para algunos ejercicios de la Regla o algún deseo del Superior.

Se trataba de un intenso amor a Dios que llama a los santos cada vez más hacia él. En los últimos meses de su vida, Gerardo lanzaba suspiros que atraían sobre sí miradas de asombro.

El Padre Cajone le reprendió por llamar así la atención sobre sí mismo, y Gerardo tomó la buena mano del padre y la puso sobre su corazón, que latía con furia terrible.

En una ocasión similar, Gerardo dijo a Dr. Santorelli: «Si yo estuviera en una montaña, me parecería que iba a incendiar el mundo con esta llama de amor».

Y luego tomó la mano del médico y la colocó sobre su corazón, que latía con furia inaudita, como si estuviera a punto de saltar de su pecho.

 

SAN PABLO DE LA CRUZ (1694-1775) 

San Pablo de la Cruz, el santo fundador de los Pasionistas se encontraba en la ciudad de Latera, en la diócesis de Montefiascone, y estaba en la sacristía de una iglesia hablando con otros sacerdotes, cuando llegó a estar tan inflamado por el amor de Dios se levantó en el aire, ante el asombro completo de sus testigos.

san pablo de la cruz

Otra vez estaba en un pueblo en la isla de Elba en una misión, en la parte más ferviente de su sermón, caminó fuera de la plataforma, a través del aire y sobre las cabezas de la gente y luego regresó como si nada inusual hubiera tenido lugar.

Uno sólo puede imaginar las emociones sentidas por los que habían sido testigo de un despliegue inesperado de lo sobrenatural.

Durante los últimos años de su vida el santo estaba sentado en la sacristía Iglesia en Roma de los Santos Juan y Pablo y absorto en una conversación santa con un número de personas cuando:

«Él comenzó, según su costumbre, a que su rostro se iluminara, rayos brillantes destellaban en su cara, y luego todo su cuerpo comenzó a temblar.
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Y luego, como yo creo, él percibió que estaba perdiendo el control de sus sentidos, se aferró con ambas manos a los brazos de la silla, apoyó los hombros en la parte posterior de la misma y tan pronto como él lo había hecho, empezó a subir, junto a la silla.
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Ya tal altura, que creo que él debe haber subido al menos a la altura de cinco o seis pies… en este estado, continuó mucho tiempo en contemplación sublime.
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Finalmente regresó a sí mismo, un ligero temblor tuvo lugar en todo el cuerpo, y poco a poco el siervo de Dios, con la silla, descendió y se apoyó en el suelo».

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One Comment

  • Edelmira Esnal dice:

    QUE BENDICIÓN TAN GRANDE ES TENER ESTOS Y OTROS GRANDES SANTOS. ES NECESARIO DE QUE TODOS LLEGUEN A CONOCER SUS VIDAS . BENDITO SEA NUESTRO DIOS TRINO. AMÉN.-