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A la Virgen María en general DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena Eficaz de las Tres Avemarías

¿En qué consiste la devoción de las Tres Avemarías?

En rezar tres veces el Avemaría a la Santísima Virgen, Madre de Dios y Señora nuestra, bien para honrarla, bien para alcanzar algún favor por su mediación.

¿Cuál es el fin especial de esta devoción?

Honrar tres principales atributos de María Santísima, a saber: el poder que le otorgó Dios Padre, por ser su Hija predilecta; la sabiduría de que la adornó Dios Hijo, al elegirla por su Madre; y la misericordia de que la llenó Dios Espíritu Santo, al escogerla por su inmaculada Esposa.

¿Y cuál es el fundamento de esta devoción?

La afirmación católica de que la Santísima Virgen poseyó, en el más alto grado posible a una criatura, los atributos de poder, sabiduría y misericordia.

Esto enseña la Iglesia al invocar a María como Virgen Poderosa, Madre de Misericordia y Trono de Sabiduría.

¿En qué consiste la Novena de las Tres Avemarías?

En rezar tres veces el Avemaría durante nueve días. Como hemos indicado en su lugar, la Santísima Virgen prometió a Santa Matilde asistirla en la hora de la muerte si rezaba cada día en su honor tres Avemarías para celebrar los atributos de Poder, Sabiduría y Misericordia con que la enriqueció la Beatísirna Trinidad.

Mas los devotos de María, entendiendo con esto cuán de su agrado es este obsequio, juzgaron que repitiéndolo durante nueve días, quizás alcanzarían para sus necesidades el eficaz socorro de su poderosa intercesión. Este es el origen de la Novena eficaz de las Tres Avemarías.

Esas Tres Avemarías son como otras tantas aldabadas que damos a las puertas del misericordioso y compasivo corazón de Nuestra Señora; son como tres aclamaciones angustiosas con que el alma implora su Poder, Sabiduría y Misericordia para el remedio de las múltiples necesidades que la aquejan.

Cuán del agrado de Nuestra Señora sea este piadoso ejercicio, dicenlo muy elocuentemente los muchos y diversos favores, tanto espirituales como materiales, que cuentan haber alcanzado por semejante práctica las personas que se han servido de ella para implorar la protección de la Santísima Virgen.

Pero lo más consolador son los beneficios espirituales que dispensa la Santísima Virgen por medio de esta Novena. Diríamos que esa bendita devoción es el anzuelo con que María Santísima pesca innumerables almas para el cielo; muchas, ciertamente, serán deudoras de su eterna felicidad en la gloria a la eficacia de esa devota práctica.

Conversiones extraordinarias de pecadores moribundos que se logró recibieran los últimos Sacramentos, a lo que se resistían; jóvenes extraviados, devueltos al camino del bien y al hogar, de donde los había arrancado la perversión; matrimonios que han recuperado el tesoro de la paz y unión, que hacia tiempo habían perdido; almas atormentadas por los escrúpulos y otras penas interiores, que recobraron la paz de conciencia y el sosiego de su espíritu; en fin, devoto lector, que esta Novena parece la panacea de todos los males, así del cuerpo como del alma.

Si quieres convencerte de ello, pruébalo; haz una Novena o varias para el remedio de tus necesidades o las de tu familia; pero hazla con fe y confianza, y purifica tu alma con una buena confesión; acude en los trances apurados a este piadoso ejercicio, y no dudo de que experimentarás su eficacia y encontrarás hartos motivos para ser devoto de la Madre de Dios y admirarte de su benignidad, que a cambio de tan corto servicio tan regaladas mercedes dispensa al que se lo hace.

 

ORACIÓN PRIMERA

Oh María, Virgen poderosa, a quien nada es imposible! Os suplico, por el poder con que os distinguió Dios Padre Omnipotente, que me socorráis en la presente necesidad. ¡Oh Abogada de las causas más desesperadas, ayudadme! En ello están interesados la gloria de Dios, vuestra honra y el bien de mi alma.

Si la gracia que pido está conforme con la amabilísima y santísima voluntad de Dios, interceded, omnipotencia suplicante, interced por mí ante vuestro Hijo, que nada os puede negar. Os lo pido por ese poder ilimitado que os comunicó el Padre Celestial, ya que, para celebrarlo, os digo con Santa Matilde a quien revelasteis la práctica saludable de las Tres Avemarías: Dios te salve, María, etc.

 

ORACIÓN SEGUNDA

Purísima Virgen, justamente llamada Trono de la sabiduría, porque en Vos moró la Sabiduría increada, el Verbo de Dios, y os comunicó toda la plenitud de su divina ciencia en la medida que podía participarla a la más perfecta de las criaturas. Vos sabéis bien cuán grande es mi miseria y la necesidad que tengo de vuestro auxilio.

Me abandono del todo en vuestras manos, confiando en que vuestra divina Sabiduría lo ordenará todo con fuerza y suavidad a mayor gloria de Dios y provecho de mi alma, y que, por los medios más convenientes, acudiréis a socorrer mi necesidad.

¡Oh María, Madre de la divina sabiduría! Dignaos alcanzarme el favor que solicito. Os lo pido por esa inefable sabiduría con que el Verbo, Hijo vuestro, ilustró vuestra inteligencia, ya que, para celebrarla, os digo con San Antonio de Padua y San Leonardo de Puerto Mauricio, celosísimos propagadores de las Tres Avemarías: Dios te salve, María, etc.

 

ORACIÓN TERCERA

¡Oh tierna y verdadera Madre de Misericordia, que en estos últimos tiempos os habéis llamado Vos misma «Madre la más misericordiosa»! A Vos acudo para que uséis conmigo de compasión y bondad, con tanta mayor razón cuanto es mayor mi miseria.

No soy acreedor a la gracia que de Vos espero, ya que tantas veces os he contristado, ofendiendo a vuestro divino Hijo; pero estoy sinceramente arrepentido de haber traspasado con mis pecados el amante Corazón de Jesús y el vuestro. ¿No sois Vos, según lo revelasteis a vuestra sierva Santa Brígida, la «Madre de los pecadores arrepentidos»? Perdonadme, pues, mis pasadas ingratitudes; y teniendo sólo en cuenta vuestra misericordiosa bondad y la gloria que de ello resultará para Dios y para Vos misma, obtenedme la gracia que os pido.

¡Oh Vos, a quien nadie ha implorado en vano! ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Dignaos socorrerme. Os lo pido por esa misericordiosa bondad de que en favor nuestro os ha llenado el Espíritu Santo, ya que, para celebrarla, os digo con San Alfonso María de Ligorio, incomparable Apóstol de vuestra misericordia y doctor de las Tres Avemarías: Dios te salve, María, etc.

Dígase por tres veces: María, Madre mía, preservadme de pecado mortal.

La siguiente oración puede rezarse al terminar la Novena de las Tres Avemarías

 

ORACIÓN FINAL

Acordaos, ¡oh clementísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección invocando vuestro Poder, vuestra Sabiduría y vuestra Misericordia para el remedio de sus males, haya visto defraudadas sus esperanzas.

Animado con esta confianza a Vos también acudo, ¡oh Poderosísima Reina!, ¡oh Sapientísima Virgen!, ¡oh Misericordiosísima Madre!, os suplico vengáis a socorrerme con estos tres atributos de que os adornó la Beatísima Trinidad para consuelo de los desvalidos.

¡Oh piadosísima Señora! ¡Oh trono de la Sabiduría! ¡Oh clementísima Abogada!, no despreciéis las súplicas de este pobre pecador, que implora vuestro poder para que le defendáis y protejáis, vuestra sabiduría para que le guiéis y enseñéis y vuestra misericordia para que, benigna, le amparéis en todo peligro y le favorezcáis en sus necesidades.

¡Oh María, Hija del Padre, Madre del Verbo Encarnado y Esposa del Espíritu Santo!, no despreciéis mi humilde oración; antes bien, acogedla piadosa, interceded para que sea despachada favorablemente y brille más a los ojos de todos vuestro gran poder, vuestra admirable sabiduría y vuestra inagotable misericordia, y sea todo a gloria de la adorabilísima Trinidad, que os enriqueció con tan preciosos dones. Amén.

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DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones de Juan Pablo II

Oraciones de Juan Pablo II a la Virgen María

AVEMARÍA

¡Dios te salve, María!
Te saludamos con el Angel: Llena de gracia.
El Señor está contigo.
Te saludamos con Isabel: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¡Feliz porque has creído a las promesas divinas!
Te saludamos con las palabras del Evangelio:
Feliz porque has escuchado la Palabra de Dios y la has cumplido.

¡Tú eres la llena de gracia!
Te alabamos, Hija predilecta del Padre.
Te bendecimos, Madre del Verbo divino.
Te veneramos, Sagrario del Espíritu Santo.
Te invocamos; Madre y Modelo de toda la Iglesia.
Te contemplamos, imagen realizada de las esperanzas de toda la humanidad.

¡El Señor está contigo!
Tú eres la Virgen de la Anunciación, el Sí de la humanidad entera al misterio de la salvación.
Tú eres la Hija de Sión y el Arca de la nueva Alianza en el misterio de la visitación.
Tú eres la Madre de Jesús, nacido en Belén, la que lo mostraste a los sencillos pastores y a los sabios de Oriente.
Tú eres la Madre que ofrece a su Hijo en el templo, lo acompaña hasta Egipto, lo conduce a Nazaret.
Virgen de los caminos de Jesús, de la vida oculta y del milagro de Caná.
Madre Dolorosa del Calvario y Virgen gozosa de la Resurrección.
Tú eres la Madre de los discípulos de Jesús en la espera y en el gozo de Pentecostés.

Bendita…
porque creíste en la Palabra del Señor,
porque esperaste en sus promesas,
porque fuiste perfecta en el amor.
Bendita por tu caridad premurosa con Isabel,
por tu bondad materna en Belén,
por tu fortaleza en la persecución,
por tu perseverancia en la búsqueda de Jesús en el templo,
por tu vida sencilla en Nazaret,
por tu intercesión en Cana,
por tu presencia maternal junto a la cruz,
por tu fidelidad en la espera de la resurrección,
por tu oración asidua en Pentecostés.
Bendita eres por la gloria de tu Asunción a los cielos,
por tu maternal protección sobre la Iglesia,
por tu constante intercesión por toda la humanidad.

¡Santa María, Madre de Dios!
Queremos consagrarnos a ti.
Porque eres Madre de Dios y Madre nuestra.
Porque tu Hijo Jesús nos confió a ti.
Porque has querido ser Madre de la Iglesia.
Nos consagramos a ti:
Los obispos, que a imitación del Buen Pastor
velan por el pueblo que les ha sido encomendado.
Los sacerdotes, que han sido ungidos por el Espíritu.
Los religiosos y religiosas, que ofrendan su vida
por el Reino de Cristo.
Los seminaristas, que han acogido la llamada del Señor.
Los esposos cristianos en la unidad e indisolubilidad de su amor con sus familias.
Los seglares comprometidos en el apostolado.
Los jóvenes que anhelan una sociedad nueva.
Los niños que merecen un mundo más pacífico y humano.
Los enfermos, los pobres, los encarcelados,
los perseguidos, los huérfanos, los desesperados,
los moribundos.

¡Ruega por nosotros pecadores!
Madre de la Iglesia, bajo tu patrocinio nos acogemos y a tu inspiración nos encomendamos.
Te pedimos por la Iglesia, para que sea fiel en la pureza de la fe, en la firmeza de la esperanza, en el fuego de la caridad, en la disponibilidad apostólica y misionera, en el compromiso por promover la justicia y la paz entre los hijos de esta tierra bendita.

Te suplicamos que toda la Iglesia se mantenga siempre en perfecta comunión de fe y de amor, unida a la Sede de Pedro con estrechos vínculos de obediencia y de caridad.

Te encomendamos la fecundidad de la nueva evangelización, la fidelidad en el amor de preferencia por los pobres y la formación cristiana de los jóvenes, el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, la generosidad de los que se consagran a la misión, la unidad y la santidad de todas las familias.

¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
¡Virgen, Madre nuestra! Ruega por nosotros ahora. Concédenos el don inestimable de la paz, la superación de todos los odios y rencores, la reconciliación de todos los hermanos.

Que cese la violencia y la guerrilla.
Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica.
Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad. Te lo pedimos a ti, a quien invocamos como Reina de la Paz.
¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!
Te encomendamos a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catástrofes naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a ti como Madre.
Sé para todos nosotros Puerta del cielo, vida, dulzura y esperanza, para que, juntos, podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Amén!

INVOCACIÓN A LA VIRGEN

María, hija de Israel, tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres, de edad en edad, por el amor misericordioso del Padre.

María, Virgen Santa, Sierva del Señor, tú has llevado en tu seno el fruto precioso de la Misericordia divina.

María, tú que has guardado en tu corazón las palabras de salvación, testimonias ante el mundo la absoluta fidelidad de Dios a su amor.

María, tú que seguiste a tu Hijo Jesús hasta el pie de la cruz con el fiat de tu corazón de madre, te adheriste sin reserva al servicio redentor.

María, Madre de misericordia, muestra a tus hijos el Corazón de Jesús, que tú viste abierto para ser siempre fuente de vida.

María, presente en medio de los discípulos, tú haces cercano a nosotros el amor vivificante de tu Hijo resucitado.

María, Madre atenta a los peligros y a las pruebas de los hermanos de tu Hijo, tú no cesas de conducirles por el camino de la salvación.

VIRGEN Y MADRE

Oh Virgen santísima,
Madre de Dios,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
míranos clemente en esta hora.

Virgo fidélis, Virgen fiel,
ruega por nosotros.
Enséñanos a creer como has creído tu.
Haz que nuestra fe
en Dios, en Cristo, en la Iglesia,
sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.

Mater amábilis, Madre digna de amor.
Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos
como les amaste tú;
haz que nuestro amor a los demás
sea siempre paciente, benigno, respetuoso.

Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría,
¡ruega por nosotros!
Enséñanos a saber captar, en la fe,
la paradoja de la alegría cristiana,
que nace y florece en el dolor,
en la renuncia,
en la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz que nuestra alegría
sea siempre auténtica y plena
para podérsela comunicar a todos!
Amén.

 

VIRGEN FIEL, PODEROSA Y CLEMENTE

¡Oh Virgen naciente, esperanza y aurora de la salvación para todo el mundo!, vuelve benigna tu mirada maternal hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias.

¡ Oh Virgen fiel, que fuiste siempre solícita y dispuesta a recibir, conservar y meditar la Palabra de Dios!, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro preciado transmitido por nuestros padres.

¡Oh Virgen poderosa, que con tu pie aplastas la cabeza de la serpiente tentadora!, haz que cumplamos, día tras día, nuestras promesas bautismales, con las que hemos renunciado a Satanás, a sus obras y seducciones, y sepamos dar al mundo un gozoso testimonio de esperanza cristiana.

¡ Oh Virgen clemente, que siempre has abierto tu corazón maternal a las invocaciones de la humanidad, a veces lacerada por el desamor y hasta, desgraciadamente, por el odio y la guerra! enséñanos a crecer, todos juntos, según las enseñanzas de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre celestial. Amén.

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

¡Ave María, Mujer humilde,
bendecida por el Altísimo !
Virgen de la esperanza, profecía de tiempos nuevos,
nosotros nos unimos a tu cántico de alabanza
para celebrar las misericordias del Señor,
para anunciar la venida del Reino
y la plena liberación del hombre.

¡Ave María, humilde Sierva del Señor,
Gloriosa Madre de Cristo !
Virgen fiel, Morada Santa del Verbo,
enséñanos a perseverar en la escucha de la Palabra,
a ser dóciles a la Voz del Espíritu Santo,
atentos a sus llamados en la intimidad de la conciencia
y a sus manifestaciones en los acontecimientos de la historia.

¡Ave María, Mujer del dolor,
Madre de los vivientes !
Virgen Esposa ante la Cruz, Eva nueva,
Sed nuestra guía por los caminos del mundo,
enséñanos a vivir y a difundir el Amor de Cristo,
a detenernos contigo ante las innumerables cruces
en las que tu Hijo aún está crucificado.

¡Ave María, Mujer de la fe,
primera entre los discípulos !
Virgen Madre de la Iglesia, ayúdanos a dar siempre
razón de la esperanza que habita en nosotros,
confiando en la bondad del hombre y en el Amor del Padre.
Enséñanos a construir el mundo desde adentro:
en la profundidad del silencio y de la oración,
en la alegría del amor fraterno,
en la fecundidad insustituible de la Cruz.

Santa María, Madre de los creyentes,
Nuestra Señora de Lourdes,
ruega por nosotros.

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DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones de Santos y Otros Por las Almas del Purgatorio y Fieles Difuntos

Mensaje de Amor de sor Consolata Betrone por las Almas del Purgatorio

Que el SAGRADO CORAZÓN DE JESUS da al mundo por medio de Sor Consolata Betrone (1903-1946)

“JESUS, MARIA OS AMO, SALVAD ALMAS”

300 días de indulgencia

Turín, 1 de octubre de 1949 + M. Card. Fossati Arz.

Hágase este acto de amor lo más frecuente posible para todas las necesidades

Dijo Nuestro Señor a Sor Consolata: “No pierdas tiempo. Recuerda que un Acto de Amor decide la salvación eterna de una alma y vale como reparación de mil blasfemias. Solo en el Cielo conocerás su valor y su fecundidad para salvar almas”.

Nuestro Señor se ha valido de Sor Consolata Betrone para darnos a conocer el camino que conduce a esta renovación, y que se conoce con el nombre de:

PEQUEÑISIMO CAMINO DE AMOR

¿En qué consiste? Como siempre en unirse a Jesús.

¿Cómo? Por el amor.

Es pequeñísimo, porque para andarlo sólo ay que dar un paso: AMAR.

 Atiende alguna de las palabras de Jesús a Sor Consolata. El mismo Señor le enseñó la fórmula del acto de amor que más le agradaba:

 “¡JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”! y pedía con insistencia la renovación frecuente e incesante de este acto de amor.

 “sígueme con el acto de amor día por día, hora por hora, minuto por minuto.” (21 de mayo de 1936).

 “Piensa en Mí y en las almas. En Mí, para amarme; en las almas para salvarlas”. (22 de agosto de 1934).

 “Por ningún motivo apartes tu mirada de Jesús, así bogarás más de prisa hacia la ribera eterna”. (8 de agosto de 1935.)

 “Consolata, di a las almas que prefiero un acto de amor a cualquier otro don que puedan ofrecerme…Tengo sed de amor”. (16 de diciembre de 1935).

 

¿MISERICORIDIA O JUSTICIA?

Jesús lo ha repetido muchas veces en estos últimos años. No quiere usar de su tremenda justicia, y de su mano justiciera, nos ofrece su amoroso Corazón. Nos pide amor. Escogió a Sor Consolata y le impuso la misión de narrar al mundo la Misericordia Infinita de su Divino Corazón.

“jamás olvides que soy y gusto de ser exclusivamente bueno y misericordioso con mis criaturas”. “…No los he creado para el infierno, sino para el Paraíso. No para ir a hacer compañía a los demonios, sino para gozar de mi amor eternamente”.  “…al infierno va el que quiere… Piensa cuán necio es vuestro temor de condenaros, después que para salvar vuestra alma he derramado mi sangre…”

 

PERO… ES NECESARIO SABER QUE:

 

Este amor que Jesús pide a todas las almas no es un amor de palabreas. El “Jesús, María, os amo, salvad almas”, tiene que ser efectivo, salido del corazón. Por esto, el Pequeñísimo Camino de Amor que conduce a la renovación espiritual del mundo se resume en estos tres puntos, que constituyen el fundamento de las enseñanzas de Jesús a Sor Consolata:

      *Un acto incesante de amor (hecho con el corazón)

   * *Un “si” a todos: con la sonrisa, viendo y tratando a Jesús en todos.

* * *Un “si” a todo (cuanto Dios nos pida) con el agradecimiento.

Se trata, pues, de un verdadero programa de vida espiritual.

Un  “JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”, pronunciado al levantarse, nos hará sonreír durante el día; nos ayudará a cumplir mejor nuestros deberes en el hogar, en la oficina, en el campo, en la cocina, en la calle, en el mercado, en la esuela, etc. Se recita con facilidad, si distraerse, con agrado.

Un “JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”, santifica nuestros esfuerzos suaviza las penas. Convierte la tristeza en alegría, Conforta en las luchas de la vida. Fortalece en las tentaciones. Hace agradable nuestro trabajo. Consuela en las enfermedades.

Y trae bendiciones a nuestras labores y a nuestras familias.

Dios merece ser amado por ser nuestro Sumo Bien.

Esta jaculatoria es un dulce cántico para Jesús y María

¡Qué grato es repetirlo frecuentemente!

¡Cuán agradable es avivar el fuego de amor a Dios!

Cuando tengas tiempo libre, ocúpalo enriqueciéndote espiritualmente: toma tu rosario en tus manos y cada cuenta repite;

“JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”…  ¡en cinco minutos habrás salvado 44 almas de pecadores; habrás reparado por 55.000 blasfemias!…

Y si lo repites varias veces al día podrás salvar centenares y miles de almas… y esto sin ser misionero entre paganos, ni predicador…

 ¡Cuánto  consuelo cuando tu alma expire en Dios y cuanta gloria tendrás en el Cielo!

“Quién salva un alma, asegura su propia salvación” (San Agustín). Y tú, hermano tienes a tu alcance, desde este momento, un medio tan fácil tan sencillo para salvar a un sinnúmero de almas,  realizando tu diaria actividad, o sin salir de casa.

¡Cómo te lo premiarán Jesús y María cuando dejes esta vida terrenal y tu morada eterna se con los escogidos de Dios!

Las almas que salvemos.  Con este Acto de Amor, serán nuestra corona de gloria en el Cielo.

Cuando uno está ocupado en su trabajo manual o intelectualmente, se puede repetir este Acto de Amor, con la mente, y tiene el mismo valor, como lo reveló un día Nuestro Señor Jesucristo a Sor Consolata.

   Pronunciemos frecuentemente este Acto de Amor y así acumularemos tesoros “preciosos para nuestra vida eterna:

 

“JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”,

Repitámoslo incesantemente al día:

Por la Iglesia y por el Papa;

Por las necesidades de la Patria;

Por el pleno acierto de sus Gobernares;

Por las santificación de los sacerdotes;

Por las almas del Purgatorio;

Por los agonizantes;

Por los que comulgan sacrílegamente;

Por los misioneros;

Por los enfermos (o alguno en particular);

Por la conversión  de los pecadores;

Por la mayor santificación de las almas fieles;

En las dudas, en las tentaciones;

En las dificultades de la vida;

Por alguna intención particular.

Hagamos que lo conozcan también nuestros amigos y parientes; que lo reciten; que lo propaguen. Gran alivio será para el moribundo si se lo insinúa.

Al levantarnos, fijemos en él nuestro pensamiento.

Al acostarnos, sea nuestra última oración:

“JESUS, MARIA OS AMO, SALVAD ALMAS”

Todas las demás oraciones que rezan durante el día, no tienen la seguridad de salvar una sola alma: el Acto de Amor sí la tiene, por haberlo revelado el mismo Jesús.

Perfecciona este Ideal en tu vida cristiana viviendo el siguiente Acto de Consagración:

Corazón santísimo de Jesús, que tanto as amado a los hombres, a quienes no les pides si no amor.

Yo…, deseoso de satisfacer el ardiente deseoso de tu Corazón divino, por manos de María Inmaculada, me consagro a Ti (en el pequeñismo camino de amor) obligándome a darte el incesante Acto de Amor, el “si” a todos con la sonrisa y el “si” a todo con el agradecimiento.

Acepta, ¡oh Jesús  Bueno!, este mi Acto de Consagración, sumérgelo en tu preciosísima Sangre, Valóralo con tu gracia omnipotente, a fin de que sea fiel comenzando en la tierra pueda eternizarse en el cielo.  Corazón  de Jesús  sediento de amor y de almas, hazme tu pequeña victima de amor para cooperar contigo y con vuestra Santísima Madre y Madre nuestra en la salvación de las almas. Así sea. (Esta consagración no obliga al alma bajo pecado).

O R A C I O N

¡Oh Jesús, que te dignaste elegir a sor Consolata Betrone para que, cual ardiente apóstol de tu Divino  Corazón, difundiese por el mundo la doctrina del incesante acto de amor, estableciendo así  en la Iglesia el pequeñísimo camino de amor! Te rogamos que, como creemos has glorificado ya a tus Sierva en el Cielo, la quieras glorificar en la tierra, para así demostrar al mundo la eficacia salvadora del nuevo camino espiritual. A este fin Te pedimos nos concedas por su intersección la gracia que deseamos, seguros de que seremos escuchados si ello ha de redundar en bien de nuestras almas ¡JESUS MARIA, OS AMO SALVAD ALMAS!

 (Récese esta oración durante un triduo o novena comulgando alguna vez.)

 (cuanto se contiene en esta hojita es resumen de la obra “El Corazón de Jesús al mundo”, escrita por el padre Lorenzo Sales y publicada en Buenos Aires, con el Gil Obstat del P. Ángel M. Cosan, S. S. P., y el Imprimátur de Mons. Dr. Canónigo Ramón Novoa, Pro-Vicario, el 2 de agosto de 1952.)

Recuerda siempre las Divinas Exigencias: Reza muchas veces al día el Incesante Acto de Amor: “JESUS, MARIA, OS AMO, SALVAD ALMAS”.

+ (CON LAS DEBIDAS LICENCIAS.)

Difundido por: Asociación Chilena Eucarístico-Mariana de Laicos de San MIguel Arcángel. “ACHEMSAMI” Avda. Ejército 647, Santiago – Chile

¡Sea para gloria de Dios!

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A la Virgen de Lourdes DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a Nuestra Señora de Lourdes

El 11 de febrero de 1858 la pequeña Bernardita Soubirous, vio a una señora en la gruta de Massabielle. Antes de comprender y de saber que se trataba de la Virgen María, Bernardita vio en el hueco de la roca a alguien, una mujer, y ella era la única que podía verla. Sus compañeras no vieron nada. Durante un cierto tiempo ella la llamó Aqueró (“Eso” en el dialecto de la región).

Los testigos de las apariciones fueron los primeros en decir que era la Virgen María, antes de la aparición del 25 de marzo, cuando la Señora dijo por fin quién era.

A partir de ese 11 de febrero la noticia no ha dejado de difundirse por todo el mundo. La Virgen María se apareció a una niña: Bernardita Soubirous, y se realizan muchos milagros en ese lugar.


AVE MARÍA DE LOURDES

La Reina del cielo,
la Madre de Dios,
en Lourdes, benigna,
su trono fijó.
Ave, Ave, Ave María…

Del cielo ha bajado
la Madre de Dios,
cantemos el «Ave»
a su Concepción.
Ave, Ave, Ave María…

Un largo rosario
que el cielo labró
sostiene en sus manos
más puras que el sol.
Ave, Ave, Ave María…

«Haced penitencia
y ardiente oración
por los pecadores
que ofenden a Dios».
Ave, Ave, Ave María…

Aquí los enfermos
encuentran vigor;
aquí luz y vida
halla el pecador.
Ave, Ave, Ave María…

INVOCACIONES

1
Virgen Madre de Lourdes,
que siempre fuiste fiel,
danos tu confianza,
danos tu fe.
(Ave María)

2
Virgen Madre de Lourdes,
bendice nuestra mesa familiar
con el pan de la salud,
con el pan del trabajo,
con el pan del alimento,
con el pan del amor.
(Ave María)

3
Virgen Madre de Lourdes,
bendice nuestro descanso
con la paz del alma
y la alegría del espíritu.
(Ave María)

ORACIÓN CORTA

Santísima Virgen de Lourdes, que a ninguno desamparas ni desechas, mírame con ojos de piedad y alcánzame de tu Hijo perdón de mis pecados para que con devoto afecto celebre tu santa e inmaculada Concepción, en tu milagrosa imagen de Lourdes y reciba después el galardón de la bienaventuranza del mismo de quien eres Madre. Amén.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Dóciles a la invitación de tu voz maternal, oh Virgen Inmaculada de Lourdes, acudimos a tus pies en la humilde gruta donde aparecisteis para indicar a los extraviados el camino de la oración y penitencia, dispensando a los que sufren las gracias y prodigios de tu soberana bondad.

Recibid, oh reina compasiva, las alabanzas y súplicas que pueblos y naciones, unidos en la angustia y la amargura, elevan confiados a Ti.

¡Oh blanca visión del paraíso, aparta de los espíritus las tinieblas del error con la luz de la fe! ¡Oh mística rosa, socorre las almas abatidas, con el celeste perfume de la esperanza! ¡Oh fuente inagotable de aguas saludables, reanima los corazones endurecidos, con la ola de la divina caridad!

Haz que nosotros tus hijos, confortados por Ti en las penas, protegidos en los peligros, apoyados en las luchas, amemos y sirvamos a tu dulce Jesús, y merezcamos los goces eternos junto a Ti. Amén.

Oración compuesta por Pío XII

ORACIÓN PARA PEDIR LA SALUD DE LOS ENFERMOS

¡Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.

Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos.¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo… Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén.

Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.
Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.
Salud de los enfermos, rogad por nosotros.

Rezar tres Avemarías.

BIENAVENTURADA

Bienaventurada seas, Oh la más pura Virgen, por haber condescendido a manifestar tu esplendor con vida, dulzura y belleza en la Gruta de Lourdes, diciendo a la niña Santa Bernadette: «Yo soy la Inmaculada Concepción». Miles de veces nos hemos congratulado acerca de tu Inmaculada Concepción. Y ahora, Oh por siempre Virgen Inmaculada, madre de misericordia, salud para los enfermos, refugio de pecadores y consuelo para los afligidos, tu que conoces nuestros deseos, nuestros problemas y nuestros sufrimientos, dígnate a echar sobre nosotros una mirada de misericordia.

Al aparecer en la Gruta de Lourdes te complaciste en hacer de él un santuario privilegiado desde dónde dispensas tus favores y donde ya muchos han obtenido la cura para sus enfermedades, tanto espirituales como físicas. Acudimos por tanto, con la más ilimitada confianza a implorar tu maternal intercesión. Consigue para nosotros, Oh Madre adorada, que nuestra petición sea concedida. Por medio del agradecimiento por tus favores, nos esforzaremos en imitar tus virtudes para así un día poder compartir tu gloria.

Oh Señora de Lourdes, Madre de Cristo, tu que tuviste influencia con tu divino hijo mientras permaneciste sobre la tierra tienes ahora la misma influencia en el cielo. Ruega por nosotros y obtén para nosotros de tu divino Hijo nuestras especiales peticiones si esa es la Voluntad de Dios. Amén.
Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros.
Santa Bernadette, ruega por nosotros.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN

Santa María, Madre de Dios, Virgen Inmaculada, Vos habéis aparecido dieciocho veces a Bernardita en la gruta de Lourdes, para recordar a los cristianos las maravillas y las exigencias del Evangelio, invitándoles a la oración, a la penitencia, a la eucaristía y a la vida en la Iglesia.

Para mejor responder a vuestra llamada, yo me consagro por vuestras manos a vuestro hijo Jesús…

Hacedme dócil al espíritu; y por el fervor de mi fe, por la manifestación de mi vida, por mi dedicación al servicio de los enfermos, haz que yo trabaje con Vos en confortar a los que sufren, en reconocimiento a los hombres, en trabajar por la unidad de la Iglesia y por la paz del mundo.

Con toda confianza, oh Señora mía, yo os dirijo esta plegaria y os pido que la acojáis y la atendáis. Amén.

Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.
Santa Bernardita, rogad por nosotros.

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A la Virgen de Lourdes DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena Breve a Nuestra Señora de Lourdes

El 11 de febrero de 1858, la Virgen María se apareció a la niña Bernardita Soubirous como la Inmaculada Concepción, en la gruta de Massabielle en 18 oportunidades (cuatro años después de proclamado el dogma).

Lourdes ha concedido tantos milagros de curaciones, que el 11 de febrero se ha establecido como día mundial de los enfermos.

La Novena a Nuestra Señora de Lourdes comienza el 1º de febrero.

ORACIÓN INICIAL

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí;
pero mucho mas me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos; antes querría haber muerto que haberle ofendido, y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia,no pecar mas y evitar las ocasiones próximas de pecado.
Jesús mío Misericordia.
Amen

ORACIÓN FINAL

Bajo tu amparo nos acogemos,santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades,antes bien líbranos de todo peligro,¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén

V. Ruega por nosotros, ¡oh Virgen de Lourdes!
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

ORACIÓN. ¡Oh Dios eterno y compasivo! Concédenos la gracia de vivir santa y cristianamente, venerando a la Virgen Santísima de Lourdes, para que seamos dignos de su intercesión en la vida y en la hora de la muerte Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Rezar la oración del día correspondiente:

DÍA PRIMERO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. Reina Inmaculada que, apareciendo personalmente cual majestuosa Señora en la gruta de Lourdes, honrasteis con vuestra benigna mirada y con la comunicación de vuestros secretos a la pobre y enfermiza Bernardita, tanto menos estimada de los hombres por la falta de toda cultura, cuanto más acepta a Vos por el candor de su inocencia y el fervor de su devoción; obtened para nosotros la gracia de que, poniendo siempre nuestra gloria en hacernos gratos al Señor con una vida enteramente conforme a nuestros deberes, nos hagamos al mismo tiempo merecedores siempre de vuestras especiales bendiciones. Amén

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA SEGUNDO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen de Lourdes, escogida por Dios para ser Madre de Jesús, Tesorera de las divinas gracias, refugio y abogada de los pecadores! Postrado humildemente a vuestros pies os suplico seáis mi guía y salud en este valle de lágrimas, porque nada puedo ni debo hacer sin Vos. Alcanzadme de vuestro divino hijo el perdón de mis pecados, la perseverancia en el bien y la salvación de mi alma, para ser eternamente feliz y dichoso en vuestra dulce compañía en las mansiones da la gloria. Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA TERCERO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen de Lourdes y Madre mía, vida y esperanza de los huérfanos, áncora de los náufragos, salud de los enfermos y consuelo de los que agonizan y mueren! ¡Oh Madre mía! Después de Dios, Tú eres y serás. mi única esperanza en las tentaciones y peligros, en la vida y en la hora de mi muerte. No me dejes, ¡oh María! Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA CUARTO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen purísima de Lourdes, vida de mi alma, alivio de mis penas, suavidad y dulzura de mis aflicciones! A las puertas de vuestro corazón, ¡oh Madre mía!, llama este pecador enfermo, cuyo dolor, en este momento, es tan grande como sus pecados; compadeceos de él, no le desechéis, miradle con ojos de compasión. Sanadle, como Jesús a los leprosos. Curadme para que alabe a Dios eternamente. Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA QUINTO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen de Lourdes y Reina de los ángeles, en cuyos ojos centellea la fe que abrasa vuestro espíritu! Enseñadme a creer; pero a creer obrando, porque la fe sin obras es muerta; y llenos de creyentes, que no obraron conforme a sus creencias, están los calabozos del infierno. Ayudadme a creer la palabra divina y a obrar como Dios y la Iglesia me mandan creer y obrar; pues la fe es luz y antorcha que ilumina mi alma y la conduce por la senda de la eterna bienaventuranza. Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA SEXTO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen de Lourdes y Virgen de las vírgenes, azucena candidísima, tórtola inmaculada, paloma sin hiel! Vos, que fuisteis concebida sin pecado; Vos, que tanto amáis la castidad y tanto queréis a vuestros hijos, tened compasión de mí y libradme de esta ponzoñosa concupiscencia que me sumerge en un mar de pecados. Alcanzadme de vuestro Hijo la gracia de la castidad para vivir en la tierra como los ángeles del cielo. Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA SÉPTIMO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen de Lourdes y soberana Emperatriz de los cielos, que, por amor a la pobreza, os sujetasteis a todas las privaciones y escaseces de los pobres de espíritu!, enseñadme a despreciar las demasías y regalos, e inspiradme amor y compasión a los pobres para conseguir con la limosna el reino de los cielos. Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA OCTAVO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen de Lourdes, ejemplar sublime de obediencia, que hacíéndoos esclava del Señor y humillándoos hasta vivir sin propia voluntad, merecisteis os llamasen bendita todas las generaciones! Enseñadme y ayudadme, como a la niña Bernardita, a ser obediente hasta la muerte, porque la obediencia es mejor que los sacrificios, y el que sigue obedeciendo a Dios conseguirá llegar hasta el cielo. Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA NOVENO

Por la señal… Pésame Dios mío…

ORACIÓN. ¡Oh Virgen de Lourdes, Reina de los mártires y consuelo de los afligidos! Por la heroica paciencia que resplandeció en todos los actos de vuestra vida mortal, desde Belén al Calvario, desde la Profecía de Simeón hasta que os arrancaron de los brazos el cadáver ensangrentado de vuestro divino Hijo, tened misericordia de mí y ayudadme a sobrellevar con cristiana resignación el peso de las cruces que el Señor tenga a bien enviarme, para labrar mi eterna felicidad en la gloria y vivir en vuestra dulce compañía por todos los siglos. Amén.

Tres Avemarías y un Gloria. Pedir la gracia que se desea obtener con esta novena. Terminar con la oración final para todos los días.

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A Nuestra Señora de Jacarei DEVOCIONES Y ORACIONES

Setena de Jacarei (es como una Novena de 7 días)

La Oración de la Setena enseñada y pedida por Nuestra Señora en Jacareí se trata de siete días de Oración iniciándose todos los días 1º de cada mes y finalizando el día 7º del mes.

Funciona como una novena para el mes de febrero, porque su fiesta es el día 7 de febrero y la setena comienza el 1 de febrero.

Durante estos días son rezados los Rosarios que Nuestra señora enseñó en sus Apariciones en Jacareí conocidos como “los Siete Rosarios” conjuntamente la Meditación de los Mensajes.

Los Siete Rosarios pueden verse aquí » Siete Rosarios dictados por la Virgen en Jacareí, Brasil

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A la Virgen de la Candelaria DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a la Virgen de la Candelaria

Alrededor del 1400 apareció la Virgen de la Candelaria en las Islas Canarias.
De las Islas Canarias la devoción se propagó a América. Hernán Cortés llevaba al cuello una medalla de esta imagen.
Fue declarada Patrona Principal del Archipiélago en 1867 y Coronada canónicamente en 1889.
Su Novena se reza desde el 24 de enero…

 

ORACIÓN PREPARATORIA

Querida Virgen de la Candelaria: nos reunimos junto a ti. Traemos nuestra devoción y nuestro cariño. Acéptalo, Madre nuestra. Déjanos contemplar tus virtudes y enséñanos a imitarlas. Que nos parezcamos a ti cada día más, para agradar al Señor como tú lo hiciste y vivamos así, en paz y alegría y lleguemos luego a compartir contigo la dicha eterna de la gloria. Amén.

 

LETANÍAS

ORACIÓN DEL DÍA

Ahora pedimos a nuestra Virgen de la Candelaria la gracia de esta (1ª, 2ª,…) noche de la novena.

DIÁLOGO

– Oh, Virgen de la Candelaria, más que todas las criaturas bienaventurada: te rogamos que hoy tu alma esté con nosotros para tributar nuestra adoración a Dios.

Pueblo: “Dios te salve, María”.

– Exalta, tierra entera, a nuestra amadísima Señora.

Pueblo: “Dios te salve, María”.

Apiádate, Señora, porque de cuantos en ti confían, tú eres el puerto de salvación.

Pueblo: “Dios te salve, María”.

– Líbranos, Señora, de todos los peligros, sobre todo de los temporales de viento y granizo y de la condenación eterna. Pueblo: “Dios te salve, María”.

– Oh, María, nuestra esperanza nuestro amparo y nuestro auxilio, muéstranos el camino a Jesús.

Pueblo: “Dios te salve, María”.

DÍA PRIMERO

Virgen Inmaculada de la Candelaria: tú que siendo purísima a los ojos de Dios, quisisteis ser purificada como los pecadores para enseñarnos la importancia de vivir en gracia de Dios: haz que también nosotros, a imitación tuya, procuremos dar la debida importancia a vivir limpios a los ojos de Dios, aunque debamos humillarnos para reconocer nuestros pecados en la confesión. Amén.

DÍA SEGUNDO

Virgen Inmaculada de Candelaria, que estando llena de santidad te has presentado lo mismo al templo para cumplir con la Ley de Dios: haz que también nosotros, a imitación tuya, lleguemos a querer nuestro templo y considerarlo cada día más como lugar de nuestro acercamiento a Dios. Amén.

DÍA TERCERO

Virgen Inmaculada de Candelaria: tú que no dudaste de poner a tu hijo Jesús en las manos de Simeón, sabiendo como rogaba en el templo por la gracia de ver al Redentor: haz que también nosotros suspiremos por tener a Cristo en nuestro corazón y así tú puedas entregarlo a Dios. Así sea.

DÍA CUARTO

Virgen Inmaculada de la Candelaria: Tu que al presentar a tu hijo Jesús en el templo oíste el anuncio de tus dolores y lo aceptaste como la voluntad de Dios, haz, que no seamos nosotros aquella espada y nuestra maldad la causa de tus dolores. Así sea.

DÍA QUINTO

Virgen Inmaculada de Candelaria: Tú que ni al presentarte en el templo ni nunca después pregonaste tu condición de Madre de Dios para demostrar la importancia y valor de la humildad, haz que deje de importarnos el sempiterno figurar y a ejemplo tuyo crezca en nosotros el aprecio de la humildad. Así sea.

DÍA SEXTO

Oh Virgen Santísima de la Candelaria: te suplicamos que nos alcances de tu hijo amado Nuestro Señor Jesucristo la gracia de imitar tus virtudes, cumplir los mandamientos y tener horror al pecado mortal. Así un día gozaremos eternamente contigo en el cielo. Así sea.

DÍA SÉPTIMO

Santísima Virgen de la Candelaria: conscientes de nuestras debilidades acudimos a ti, para que nos alcances la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, de poder llevar una vida digna de nuestra vocación cristiana, imitar tus virtudes y conseguir así el premio de la vida eterna. Así sea.

DÍA OCTAVO

Virgen Inmaculada de la Candelaria: por tu pureza virginal, tu inmaculada concepción y tu prerrogativa de Madre de Dios, alcánzame de tu amado hijo, la humildad, la serenidad, la pureza del corazón, de cuerpo y de espíritu, la santa perseverancia en el bien, el don de la oración, una santa vida y gloriosa eternidad. Así sea.

DÍA NOVENO

Virgen Inmaculada de la Candelaria; por tu obediencia al Padre, concientes de nuestra soberbia y orgullo, te suplicamos nos ayudes a aceptar la voluntad de Dios, para que toda nuestra vida no sea otra cosa que un renovado Si, al querer del Padre Eterno.
Así sea

ORACIÓN FINAL

Te damos gracias, Madre y Señora nuestra. Somos tus hijos y nos ponemos en tus manos, para que nos eduques y logres hacer de nosotros verdaderos hijos de Dios, cristianos santos y alegres. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Santísima Virgen de la Candelaria.
Ruega por nosotros. (3 veces)

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A San Juan Bosco DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a San Juan Bosco

ORACIÓN

Oh Padre y maestro de la juventud, San Juan Bosco, que tanto trabajasteis por la salvación de las almas, sed nuestra guía en buscar el bien de la nuestra y la salvación del prójimo, ayudadnos a vencer las pasiones y el respeto humano, enséñanos a amar a Jesús Sacramentado, a María Santísima Auxiliadora y al Papa, y obtenednos de Dios una santa muerte, para que podamos un día hallarnos juntos en el Cielo. Así sea.

 

ORACIÓN PARA OBTENER ALGUNA GRACIA ESPECIAL

Oh Don Bosco Santo, cuando estabais en esta tierra no había nadie que acudiendo a Vos, no fuera, por Vos mismo, benignamente recibido, consolado y ayudado. Ahora en el cielo, donde la caridad se perfecciona ¡cuánto debe arder vuestro gran corazón en amor hacia los necesitados! Ved, pues, mis presentes necesidades y ayudadme obteniéndome del Señor (pídase la gracia).

También Vos habéis experimentado durante la vida las privaciones, las enfermedades, las contradicciones, la incertidumbre del porvenir, las ingratitudes, las afrentas, las calumnias, las persecuciones y sabéis qué cosa es sufrir.

Ea, pues, oh Don Bosco Santo, volved hacia mí vuestra bondadosa mirada y obtenedme del Señor cuánto pido, si es ventajoso para mí alma; o si no, obtenedme alguna otra gracia que me sea aún más útil, y una conformidad filial a la divina voluntad en todas las cosas, al mismo tiempo que una vida virtuosa y una santa muerte. Así sea.

 

ORACIÓN A SAN JUAN BOSCO

Oh Don Bosco Santo, que con tan gran amor y celo cultivasteis las múltiples formas de acción católica que hoy florecen en la Iglesia, conceded a sus asociaciones el mayor progreso y desarrollo. Redoblad en todos los corazones la devoción a la Santísima Eucaristía y a María Auxiliadora de los Cristianos. Acrecentad en ellos el amor al Papa, el celo por la propagación de la fe, un solícito esmero por la educación de la juventud y grandes entusiasmos para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras. Haced que en cada una de las naciones se fomente y arraigue la guerra contra la blasfemia y el mal hablar y contra la prensa impía; haciendo surgir en todas partes nuevos cooperadores para las diversas formas de apostolado recomendadas por el Vicario de Cristo. Infundid en todos los corazones católicos la llama de vuestro celo, para que, viviendo en caridad difusiva, puedan al fin de su vida recoger el fruto de las muchas obras buenas practicadas durante ella.

Padrenuestro…, Dios te salve…, Gloria…
San Juan Bosco, rogad por nosotros.

 

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A San Juan Bosco DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a San Juan Bosco

Comienza el 22 de enero.
DÍA PRIMERO

¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor ardiente que tuviste a Jesús Sacramentado y por el celo con que propagaste su culto, sobretodo con la asistencia a la Santa Misa, con la Comunión frecuente y con la visita cotidiana; alcánzanos la gracia de crecer cada vez más en el amor y práctica de tan santas devociones, y de terminar nuestros días fortalecidos y confortados por el celestial alimento de la Divina Eucaristía.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA SEGUNDO

¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor ternísimo que tuviste a María Auxiliadora, vuestra Madre y Maestra; alcánzanos una verdadera y constante devoción a tan dulcísima Madre, a fin de que, como hijos suyos devotísimos, podamos merecer su valioso patrocinio en esta vida y de un modo especial en la hora de nuestra muerte.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA TERCERO

¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor filial que tuviste a la Santa Iglesia y al Sumo Pontífice, a quien defendiste constantemente; alcánzanos la gracia de ser siempre dignos hijos de la Iglesia Católica, y de amar al Papa y venerar en él al Infalible Vicario de Nuestro Señor Jesucristo.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA CUARTO

¡Oh Don Bosco Santo! Por el amor grande con que amaste a la Juventud y le hiciste de Padre y Maestro, y por los heroicos sacrificios que sobrellevaste por su salvación; haz que también nosotros amemos con un amor santo y generoso a esta porción elegida del Sagrado Corazón de Jesús, y que en todo joven contemplemos la persona adorable de nuestro divino Salvador.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA QUINTO

¡Oh Don Bosco Santo! Tú que a fin de continuar y extender siempre más tu santo apostolado, fundaste la Sociedad Salesiana y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora; haz que los miembros de estas dos Familias Religiosas estén siempre llenos de tu espíritu y sean fieles imitadores de tus heroicas virtudes.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA SEXTO

¡Oh Don Bosco Santo! Tú que a fin de obtener en el mundo más abundantes frutos de fe práctica y ternísima caridad, instituiste la Unión de los Cooperadores Salesianos; haz que éstos sean siempre modelos de las virtudes cristianas y providenciales ayudantes de tus obras.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA SÉPTIMO

¡Oh Don Bosco Santo! Tú que amaste con amor inefable a todas las almas, y que para salvarlas enviaste a tus hijos hasta los últimos confines de la tierra; haz que también nosotros pensemos continuamente en la salvación de nuestras almas y cooperemos con todos los medios posibles a salvar tantos pobres hermanos nuestros.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA OCTAVO

¡Oh Don Bosco Santo! Tú que amaste con un amor de predilección la bella virtud de la pureza, y la inculcaste con el ejemplo, con la palabra y con los escritos; haz que también nosotros, enamorados de tan indispensable virtud, la practiquemos constantemente y la difundamos con todas nuestras fuerzas.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

DÍA NOVENO

¡Oh Don Bosco Santo! Tú que fuiste siempre tan compasivo hacia las humanas desventuras, dirige una mirada hacia nosotros tan necesitados de tu auxilio. Haz descender sobre nosotros y sobre nuestras familias las maternales bendiciones de María Auxiliadora; alcánzanos todas aquellas gracias espirituales y temporales que necesitamos: intercede por nosotros en vida y en muerte, a fin de que podamos cantar eternamente las divinas misericordias en el Paraíso Celestial. Así sea.

Padrenuestro, avemaría y gloria.

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A la Virgen de Suyapa DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones a la Virgen de Suyapa

ORACIÓN

Morenita de Suyapa, Reina de Honduras: me postro delante de tí, y te venero. Con esta dulce advocación te invoco: Virgen de Suyapa. Tan chiquita, pero tan milagrosa. Eres la esencia femenina de Dios en frasco pequeño. Tan pequeña que cabes en la palma de mi mano, por que Dios escogió a lo pequeño para avergonzar a lo grande, y a lo humilde para avergonzar a lo soberbio.

Diminuta figura de madera, sin mucho arte tallada, pero de gloria coronada; que fuiste encontrada por un humilde labrador, que dormía bajo las estrellas. En su lecho de tierra apareciste, y sin saber quién eras te lanzó lejos. Pero tu corazón inmaculado cubre de amor a tus hijos que por ignorancia te rechazan, y el humilde labriego comprendió que tú eras una visitación de Dios, y postrado ante tí te veneró.

Sin mayores milagros, sin mucha pompa, sin la gloria de otras apariciones marianas, pero con auténtica piedad sincera, viniste a morar en una pequeña imagen, en la pequeña aldea de Suyapa, en el pequeño país de Honduras, ante gente pequeña ante el mundo, y en lo pequeño te hiciste grande.

Siendo Reina del Cielo decidiste vivir con nosotros, y te hiciste catracha y trigueña, formando parte de la cultura hondureña.

Madre de Dios, que del yugo de la esclavitud nos salvaste. Has escogido a nuestro país como barrera de contención contra la oscuridad política que quiere esclavizar al mundo, y estas Honduras se convirtieron en profundidades de gloria.

Capitana de las Fuerzas Armadas, que defendieron con honor la patria, siendo dignos hijos tuyos, Dulce Madre de Suyapa. Guíanos por el camino de la reconciliación, sana esta tierra. Bendice a los pobres que de corazón sincero te buscan, pero castiga a los soberbios que quieren destruir la patria. A los que del nombre de Dios blasfeman, pero que fingen piedad siendo hijos de iniquidad, y a tu Iglesia calumnian. Saca a la luz sus mentiras, hazlos morder el polvo. Aplasta sus cabezas, hasta que se arrepientan o mueran, cubriendo de ignominia sus nombres.

Condúcenos a Jesús, el santo fruto de tu vientre, y líbranos de las herejías protestantes, de las sectas idiotizantes que estafan con el diezmo; haz volver a las almas descarriadas a la Santa Madre Iglesia.

Danos el trabajo honrado que dignifica, que nunca falte el pan en la mesa. Líbranos del mal que acecha en las calles, ablanda los corazones perversos; y sana nuestras enfermedades y nuestras ansiedades. Cúbrenos con tu manto de amor.

Te lo pedímos en el nombre del Padre que te escogió, del Hijo que de tí nació, y del Espíritu Santo que te cubrió. Amén.

 

CANTOS

VIRGEN DE SUYAPA
Francisco Amengual, C.M.
A la Virgen Patrona de Honduras,
hondureños un himno entonad,
y con ansias, con fe y dulzura,
vuestros salmos de amor tributad.

Salve, ¡oh Virgen divina de amores!
aquí estamos ¡oh Madre a tus pies!
a rendirte homenajes y honores
y a ofrecerte con fe nuestra prez.

Salve ¡Oh Virgen caudal de ternuras!
aquí estamos con nuestra oración,
tributándote ¡oh Reina de Honduras!
nuestro amor, nuestra fe y devoción.

Al morir ¡Oh Virgen de amores!
de nuestra alma sed brújula ideal,
que la guíe entre celestes fulgores,
a un lugar de tu Hogar celestial.

Mientras tanto evitad que suframos
tentaciones, quebranto o dolor;
mas haced que, felices, le seamos
fieles hijos a tu Hijo el Señor.

Salve ¡oh Reina; guarda nuestras vidas
Y pedímoste ¡Oh Virgen trigueña!
que por siglos de siglos bendigas
a tu amada y fiel grey hondureña.

Recibid con magnífico agrado,
nuestro fiel homenaje de amor;
y en tu trono divino y sagrado
permitidnos cantar tu esplendor.

Y tu gloria con gloria honraremos;
Salve ¡oh Reina de nuestra nación!
Y por siempre a tu amor cantaremos
Virgen y Madre de mi corazón!

HIMNO
Santa María de Suyapa,
escucha
nuestras plegarias,
al celebrar tu fiesta;
Madre de Dios y
madre de los hombres,
Reina y Señora.

Tú la alegría
y el honor del pueblo,
eres dulzura
y esperanza nuestra;
desde tu trono,
miras, guardas, velas,
Madre de Honduras.

Árbol de vida
que nos diste a Cristo,
fruto bendito
de tu seno virgen;
ven con nosotros,
hasta que lleguemos
contigo al puerto.

Gloria a Dios Padre
creador del mundo
gloria a Dios Hijo
redentor de todos;
gloria al Espíritu
que nos santifica,
al Trino y Uno. Amén.

HONDUREÑOS VENID PRESUROSOS
Rafael Moreno Guillén
Hondureños venid presurosos, – con amante y febril corazón,
a cantar con acentos gloriosos – una cálida estrofa de amor.
Una estrofa que surja del alma – encendida en el fuego filial,
a la Reina gentil de Suyapa – que es de Honduras Patrona inmortal.

Es la Madre querida de Honduras – que latidos intensos nos da
con derroche de amor, las ternuras – de su gran corazón virginal.
El enfermo y el triste afligido – a sus plantas cayeron con fe,
rico y pobre, jamás han sentido – defraudada su queja a sus pies.

Quiso aquí, como en otros países – dar su nombre en seña de paz
y llevar hacia el cielo, felices – a los míseros hijos de Adán.
Son los nombres teñidos en gloria – Monserrat, Tepeyac y Luján,
y en el nimbo de luz de esa historia – fulgurando SUYAPA estará.

ES MARÍA LA BLANCA AZUCENA
— Es María la Blanca Azucena – (dos veces)
  – que el suelo de Honduras (tres veces)
   su flor perfumó.
— En Suyapa la Virgen bendita – (dos veces)
  -su trono de amor sentaba (tres veces)
  de amor y de fe.
— Y por eso los hijos de Honduras- (dos veces)
  -te llamamos Madre (tres veces)
  de nuestra Nación.
— Virgen pura protege a la Patria – (dos veces)
  -que Tú escogiste (tres veces)
  por santa mansión.

VIVA LA VIRGEN NUESTRA PATRONA
Que en nuestro pecho tiene su altar. – Y reine siempre triunfante Cristo,
-en nuestro pueblo pobre y leal (Bis)
Siempre seremos tus fieles hijos; – nuestra abogada siempre serás
y con tu ayuda perpetua siempre – derrotaremos a Satanás. (Bis)
Siempre seremos tus fieles hijos, – nuestro rey siempre será Jesús
-y te lo juran los hombres todos – arrodillados ante la Cruz. (Bis)
Siempre seremos tus fieles hijos, – siempre mi patria te ha de ser fiel
Brame el infierno con fiera saña – ¡Viva la Virgen, muera Luzbel! (Bis)

VIRGEN DE SUYAPA
Paco Medina
Virgen de Suyapa, ¡oh Reina de Honduras!
La nación entera te aclama de hinojos,
y devota implora las santas ternuras,
la dulce e infinita piedad de tus ojos;
y que apartes siempre los crueles abrojos;
que seas la dicha, y que canten todos su felicidad. (Bis)

A tu altar un día, Virgen de Suyapa,
llevaré las rosas más bellas de Honduras;
y estarás entonces risueña y más guapa,
y verás mi ofrenda con honda ternura.
Calmarás mis penas y mis amarguras,
y tú entre las reinas serás la más Reina de mi corazón. (Bis)

MORENITA DE SUYAPA
José Reyes Carranza
Morenita de Suyapa, tan chiquita y milagrosa, eres enviada de Dios.
Fuiste hallada en un camino, en las horas de la noche, por un hombre labrador.
Madre eres de nuestra Patria, y nos das tu bendición.
En nombre de los obreros y también de labradores te dedico mi canción. (Bis)

—Desde los cerros de plata, se divisa tu pueblito
como manto en un palmar. Y por los rayos del soll, se ilumina tu iglesia, que
parece de cristal. Si nosotros los hondureños, salimos de nuestra nación,
llevamos tu nombre grabado, muy dentro del corazón. (Bis)

—Por los cerros y montañas se oye un canto de alabados y un murmullo sin
cesar. Son tus hijos peregrinos, que de tierras muy lejanas,
te vienen a venerar. Virgencita de Suyapa, te pedimos de corazón:
que ruegues por nuestros hogares, y también por la Nación. (Bis)

PENSAMIENTOS DE J. PABLO II
J. Barceló
Un mismo nombre, María
proclamado diferente,
invocado igualmente
con idéntico amor.

—En Panamá y Guatemala
“Señora de Asunción”;
“De los Ángeles” Costa Rica
“De la Paz” en El Salvador.
Un mismo nombre María…

—En Nicaragua “La Inmaculada”
“Guadalupe” en Belice.
Invocación similar
culto y fervor por igual
Un mismo nombre María…

—Aquí tu gracia ¡oh Virgen! Madre
de SUYAPA es nuestro cantar.
Tú nos invitas a los cristianos
ir siempre a Cristo y fraternizar.
Un mismo nombre María…

—Así te muestras, abierta a todos,
en Centroamérica, en nuestro hogar.
Madre amable y bondadosa
ven con nosotros a caminar.
Un mismo nombre María…

Tomado del libro “La Inmaculada Concepción de María en Honduras: La Inmaculada Concepción de Suyapa de Honduras”, del P. José Barceló M. Editorial/Librería Coello.

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A la Virgen María en general DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones de Santos y Otros

Oraciones de los Santos a la Virgen María

Todos estamos llamados a ser santos. El modelo para alcanzarlo es imitar a Jesucristo con el fiel seguimiento de vivir en obsequio de Jesucristo.

Pero Jesucristo nos da también como modelo a la Virgen Maria, su Madre que es quien mejor supo asimilar su vida y su doctrina. Mucho mejor que San Pablo nos puede decir Ella: «Sed mis imitadores, como yo lo soy de Cristo.» (1 Cori 1,1)

 

ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA

Como el océano recibe todas las aguas, así María recibe todas las gracias. Como todos los ríos se precipitan en el mar, así las gracias que tuvieron los ángeles, los patriarcas, los profetas, los apóstoles, los mártires, los confesores y las vírgenes se reunieron en María.

ORACIÓN DE SAN ALFONSO MARIA LIGORIO

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás. Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

ORACIÓN DE SAN BERNARDO

Salve Reina de misericordia, Señora del mundo, Reina del cielo, Virgen de las vírgenes, Sancta Sánctorum, luz de los ciegos, gloria de los justos, perdón de los pecadores, reparación de los desesperados, fortaleza de los lánguidos, salud del orbe, espejo de toda pureza. Haga tu piedad que el mundo conozca y experimente aquella gracia que tú hallaste ante el Señor, obteniendo con tus santos ruegos perdón para los pecadores, medicina para los enfermos, fortaleza para los pusilánimes, consuelo para los afligidos, auxilio para los que peligran.
Por ti tengamos acceso fácil a tu Hijo, oh bendita y llena de gracia, madre de la vida y de nuestra salud, para que por ti nos reciba el que por ti se nos dio. Excuse ante tus ojos tu pureza las culpas de nuestra naturaleza corrompida: obténganos tu humildad tan grata a Dios el perdón de nuestra vanidad. Encubra tu inagotable caridad la muchedumbre de nuestros pecados: y tu gloriosa fecundidad nos conceda abundancia de merecimientos.
Oh Señora nuestra, Mediadora nuestra, y Abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, recomiéndanos a tu Hijo, preséntanos á tu Hijo.
Haz, oh Bienaventurada, por la gracia que hallaste ante el Señor, por las prerrogativas que mereciste y por la misericordia que engendraste, que Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro, bendito por siempre y sobre todas las cosas, así como por tu medio se dignó hacerse participante de nuestra debilidad y miserias, así nos haga participantes también por tu intercesión de su gloria y felicidad.

ORACIÓN DE SAN ANSELMO

¡Oh bendita entre todas las mujeres, que vences en pureza a los ángeles, que superas a los santos en piedad! Mi espíritu moribundo aspira a una mirada de tu gran benignidad, pero se avergüenza al espectro de tan hermoso brillo. ¡Oh Señora mía!, yo quisiera suplicarte que, por una mirada de tu misericordia, curases las llagas y úlceras de mis pecados; pero estoy confuso ante ti a causa de su infección y suciedad. Tengo vergüenza, ¡oh Señora mía!, de mostrarme a ti en mis impurezas tan horribles, por temor de que tú a tu vez tengas horror de mí a causa de ellas, y sin embargo, yo no puedo, desgraciado de mí, ser visto sin ellas.

ORACIÓN DE SAN LUIS GONZAGA

Oh Señora mía, Santa María: hoy y todos los días y en la hora de mi muerte, me encomiendo a tu bendita fidelidad y singular custodia, y pongo en el seno de tu misericordia mi alma y mi cuerpo; te recomiendo toda mi esperanza y mi consuelo, todas mis angustias y miserias, mi vida y el fin de ella: para que por tu santísima intercesión, y por tus méritos, todas mis obras vayan dirigidas y dispuestas conforme a tu voluntad y a la de tu Hijo. Amén.

ORACIÓN DE SAN EFRÉN DE SIRIA

Mi santísima Señora, Madre de Dios, llena de gracia, tú eres la gloria de nuestra naturaleza, el canal de todos los bienes, la reina de todas las cosas después de la Trinidad…, la mediadora del mundo después del Mediador; tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo, la llave que nos abre las puertas del paraíso, nuestra abogada, nuestra mediadora. Mira mi fe, mira mis piadosos anhelos y acuérdate de tu misericordia y de tu poder. Madre de Aquel que es el único misericordioso y bueno, acoge mi alma en mi miseria y, por tu mediación, hazla digna de estar un día a la diestra de tu único Hijo.

ORACIÓN DE SAN GERMÁN

¿Quién no se llenará la admiración ante ti? Tú eres firme protección, refugio seguro, intercesión vigilante, salvación perenne, auxilio eficaz, socorro inmutable, sólida muralla, tesoro de delicias, paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable, trinchera protegida, fuerte torre de defensa, puerto de refugio en la tempestad, sosiego para los que están agitados, garantía de perdón para los pecadores, confianza de los desesperados, acogida de los exiliados, retorno de los desterrados, reconciliación de los enemistados, ayuda para los que han sido condenados, bendición de quienes han sufrido una maldición, rocío para la aridez del alma, gota de agua para la hierba marchita, pues, según está escrito, por medio de ti nuestros huesos florecerán como un prado.

ORACIÓN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

Oh bienaventurada y dulcísima Virgen María, Madre de Dios, toda llena de misericordia, hija del Rey supremo, Señora de los Angeles, Madre de todos los creyentes: hoy y todos los días de mi vida, deposito en el seno de tu misericordia mi cuerpo y mi alma, todas mis acciones, pensamientos, intenciones, deseos, palabras, obras; en una palabra, mi vida entera y el fin de mi vida; para que por tu intercesión todo vaya enderezado a mi bien, según la voluntad de tu amado Hijo y Señor nuestro Jesucristo, y tú seas para mi, oh Santísima Señora mía, consuelo y ayuda contra las asechanzas y lazos del dragón y de todos mis enemigos.
Dígnate alcanzarme de tu amable Hijo y Señor nuestro Jesucristo, gracias para resistir con vigor a las tentaciones del mundo, demonio y carne, y mantener el firme propósito de nunca más pecar, y de perseverar constante en tu servicio y en el de tu Hijo. También
te ruego, oh Santísima Señora mía, que me alcances verdadera obediencia y verdadera humildad de corazón, para que me reconozca sinceramente por miserable y frágil pecador, impotente no sólo para practicar una obra buena, sino aun para rechazar los continuos ataques del enemigo, sin la gracia y auxilio de mi Creador y sin el socorro de tus santas preces. Consígueme también, oh dulcísima Señora mía, castidad perpetua de alma y cuerpo, para que con puro corazón y cuerpo casto, pueda servirte a ti y a tu Hijo en tu Religión. Concédeme pobreza voluntaria, unida a la paciencia y tranquilidad de espíritu para sobrellevar los trabajos de mi Religión y ocuparme en la salvación propia y de mis prójimos. Alcánzame, oh dulcísima Señora, caridad verdadera con la cual ame de todo corazón a tu Hijo Sacratísimo y Señor nuestro Jesucristo, y después de él a ti sobre todas las cosas, y al prójimo en Dios y para Dios: para que así me alegre con su bien y me contriste con su mal, a ninguno desprecie ni juzgue temerariamente, ni me anteponga a nadie en mi estima propia. Haz, oh Reina del cielo, que junte en mi corazón el temor y el amor de tu Hijo dulcísimo, que le dé continuas gracias por los grandes beneficios que me ha concedido no por mis méritos, sino movido por su propia voluntad, y que haga pura y sincera confesión y verdadera penitencia por mis pecados, hasta alcanzar perdón y misericordia.
Finalmente te ruego que en el último momento de mi vida, tú, única madre mía, puerta del cielo y abogada de los pecadores, no consientas que yo, indigno siervo tuyo, me desvíe de la santa fe católica, antes usando de tu gran piedad y misericordia me socorras y me defiendas de los malos espíritus, para que, lleno de esperanza en la bendita y gloriosa pasión de tu Hijo y en el valimiento de tu intercesión, consiga de él por tu medio el perdón de mis pecados, y al morir en tu amor y en el amor de tu Hijo, me encamines por el sendero de la salvación y salud eterna. Amén.

ORACIÓN DE SAN ATANASIO DE ALEJANDRÍA

Oh Virgen, tu gloria supera todas las cosas creadas. ¿Qué hay que se pueda semejar a tu nobleza, madre del Verbo Dios? ¿A quién te compararé, oh Virgen, de entre toda la creación? Excelsos son los ángeles de Dios y los arcángeles, pero ¡cuánto los superas tú, María! Los ángeles y los arcángeles sirven con temor a aquel que habita en tu seno, y no se atreven a hablarle; tú, sin embargo, hablas con él libremente. Decimos que los querubines son excelsos, pero tú eres mucho más excelsa que ellos: los querubines sostienen el trono de Dios; tú, sin embargo, sostienes a Dios mismo entre tus brazos. Los serafines están delante de Dios, pero tú estás más presente que ellos; los serafines cubren su cara con las alas no pudiendo contemplar la gloria perfecta; tú, en cambio, no sólo contemplas su cara, sino que la acaricias y llenas de leche su boca santa.

ORACIÓN DE SAN ILDEFONSO DE TOLEDO

Señora mía, dueña y poderosa sobre mí, madre de mi Señor, sierva de tu Hijo, engendradora del que creó el mundo, a ti te ruego, te oro y te pido que tenga el espíritu de tu Señor, que tenga el espíritu de tu Hijo, que tenga el espíritu de mi Redentor, para que yo conozca lo verdadero y digno de ti, para que yo hable lo que es verdadero y digno de ti y para que ame todo lo que sea verdadero y digno de ti. Tú eres la elegida por Dios, recibida por Dios en el cielo, llamada por Dios, próxima a Dios e íntimamente unida a Dios. Tú, visitada por el ángel, saludada por el ángel, bendita y glorificada por el ángel, atónita en tu pensamiento, estupefacta por la salutación y admirada por la anunciación de las promesas.
He aquí que tú eres dichosa entre las mujeres, íntegra entre las recién paridas, señora entre las doncellas, reina entre las hermanas. He aquí que desde ese momento te dicen feliz todas las gentes, te conocieron feliz las celestes virtudes, te adivinaron feliz los profetas todos y celebran tu felicidad todas las naciones. Dichosa tú para mi fe, dichosa tú para mi alma, dichosa tú para mi amor, dichosa tú para mis predicciones y predicaciones. Te predicaré cuanto debes ser predicada, te amaré cuanto debes ser amada, te alabaré cuanto debes ser alabada, te serviré cuanto hay que servir a tu gloria. Tú, al recibir sólo a Dios, eres posterior al Hijo de Dios; tú, al engendrar a un tiempo a Dios y al hombre, eres antes que el hombre hijo, al cual, al recibirle solamente al venir, recibiste a Dios por huésped, y al concebirle tuviste por morador, al mismo tiempo, al hombre y a Dios. En el pasado eres limpia para Dios, en el presente tuviste en ti al hombre y a Dios, en el futuro serías madre del hombre y de Dios; alegre por tu concepción y tu virginidad, contenta por tu descendencia y por tu pureza y fiel a tu Hijo y a tu esposo. Conservas la fidelidad a tu Hijo, de modo que ni El mismo tenga quien le engendre; y de tal modo conservas fidelidad a tu esposo, que él mismo te conozca como madre sin concurso de varón. Tanto eres digna de gloria en tu Hijo cuanto desconoces todo concurso de varón, habiendo sabido lo que debías conocer, docta en lo que debías creer, cierta en lo que debías esperar y confirmada en lo que tendrías sin pérdida alguna.

ORACIÓN DE SAN VENANCIO FORTUNATO

Tu nombre es digno de honor, oh María, bendecida en todo tiempo y obra de arte que rinde alabanza a su experto artífice. Oh amable doncella que has recibido el egregio mensaje angélico, tú posees unos dones de belleza que sobrepasan los de cualquier otra persona. Eres la más hermosa de las rosas y tu candor es muy superior al de los lirios. Tú eres la nueva flor de la tierra que el cielo cultiva desde lo alto. Cristal, ámbar, oro, púrpura, esmeralda, cándida perla, allí adonde llega el resplandor de tu hermosura quedan envilecidos los más preciosos metales. La nieve es vencida por tu blancura inmaculada, el sol sobrepujado por la hermosura de tu cabellera; sus rayos, oh Virgen, palidecen frente a tu belleza; el brillo del rubí se apaga y el resplandor del lucero del alba queda oscurecido ante ti que en todo momento aventajas a los astros del firmamento.

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Las Grandezas y la Gracia de María por San Bernardo de Claraval

Nacido en Borgoña, Francia. Llamado «Mellifluous Doctor» (boca de miel) por su elocuencia. San Bernardo, abad es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que mas impacto ha tenido. Famoso por su gran amor a la Virgen María. Compuso muchas oraciones marianas. Fundador del Monasterio Cisterciense del Claraval y muchos otros.

 Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.

SU AMOR A LA VIRGEN SANTÍSIMA

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: «Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María». Y repetía la bella oración que dice: «Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir». El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante.

Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial.

Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

“LAS GRANDEZAS DE MARÍA” PÁRRAFOS SELECTOS

“Dichosa fue en todo María, a quien ni faltó la humildad, ni dejó de adornarla la virginidad. Singular virginidad, que no violó, sino que honró la fecundidad; ilustrísima humildad, que no disminuyó sino que engrandeció su fecunda virginidad; incomparable fecundidad, a la que acompañan juntas la virginidad y humildad”.

“Qué maravillas que Dios, a quien leemos y vemos admirable en sus Santos, se haya mostrado más maravilloso en su Madre?”.

“Por eso quiso que fuese Virgen, para tener una Madre Purísima, él que es infinitamente puro y venía a limpiar las manchas de todos quiso que fuese humilde para tener una Madre tal, él que es manso y humilde de corazón, a fin de mostrarnos en sí mismo el necesario y saludable ejemplo de todas estas virtudes. Quiso que fuese Madre el mismo Señor que la había inspirado el voto de virginidad y la había enriquecido antes igualmente con el mérito de la humildad”.

“Oh Virgen admirable y dignísima de todo honor. ¡Oh mujer singularmente venerable, admirable entre todas las mujeres que trajo la restauración a sus padres y la vida a sus descendientes!”.

“Y fue enviado, dice, el ángel Gabriel a una Virgen, Virgen en el cuerpo, Virgen en el alma, Virgen en la profesión, Virgen como la que describe el Apóstol, santa en el alma y en el cuerpo, no hallada nuevamente o sin especial providencia sino escogida desde la Eternidad, conocida en la presencia del Altísimo y preparada para sí mismo, guardada por los Ángeles, designada por los antiguos Padres, prometida por los profetas”.

“¿Qué pronosticaba en otro tiempo aquella zarza de Moisés, echando llamas pero sin consumirse sino a María dando a luz sin sentir dolor? ¿Qué anunciaba aquella vara de Aarón que floreció estando seca, sino a la misma concibiendo pero sin obra de varón alguno? El mayor misterio de este gran milagro lo explica Isaías diciendo: Saldrá una vara de la raíz de Jesé y de su raíz subirá una flor extendiendo en la vara a la Virgen y en la flor a su hijo divino el Redentor”.

“Si ella te tiene de su mano no caerás, si te protege, nada tendrás que temer, no te fatigarás si es tu guía, llegarás felizmente al puerto, si ella te ampara, y así en ti mismo experimentarás con cuanta razón se dijo: El nombre de la Virgen era María”.

“En los peligros, en las angustias, en las dudas, acuérdate de María, invoca a María”.

“Suele llamarse bendito al hombre, bendito al pan, bendita la mujer, bendita la tierra y las demás cosas, pero singularmente es bendito el fruto de tu vientre, porque es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos”.

“¿En dónde habías leído, Virgen devota, que la sabiduría de la carne es muerte, y no queráis contentar vuestra sensualidad satisfaciendo a sus deseos? ¿En dónde habías leído de la vírgenes, que cantan un nuevo cántico que ningún otro puede cantar y que siguen al Cordero a donde quiera que vaya? ¿En dónde habías leído que son alabados los que hicieron continentes por el reino de Dios? ¿En dónde habías leído: aunque vivimos en la carne, nuestra conducta no es carnal? Y aquel que casa a su hija hace bien y aquél que no la casa hace mejor. ¿Dónde habías oído: Quisiera que todos vosotros permanecierais en el estado en que yo me hallo, y bueno es para el hombre si así permaneciere como yo le aconsejo?”.

“Quitad a María, estrella del mar, de ese mar vasto y proceloso, ¿qué quedará, sino oscuridad que todo lo ofusque, sombras de muerte y densísimas tinieblas?”.

“Con todo lo más íntimo, pues de nuestra alma, con todos los afectos de nuestro corazón y con todos los sentimientos y deseos de nuestra voluntad veneramos a María, porque esta es la voluntad de aquel Señor que quiso que todo lo recibiéramos por María. Esta es repito, su voluntad, pero para bien nuestro”.

“Resplandeciente día es sin duda, la que se elevó cual aurora naciente, hermosa como la luna, escogida como el sol”.

“Pero sea lo que fuere aquello que dispones ofrecer, acuérdate de encomendarlo a María, para que vuelva la gracia al Dador de la misma, por el mismo cauce por donde corrió. No le faltaba a Dios ciertamente, poder para infundirnos la gracia sin valerse de este Acueducto, si El hubiera querido, pero quiso proveerte de ella por este conducto. Acaso tus manos están aún llenas de sangre, o manchadas con dádivas sobornadoras, porque todavía no las tienes lavadas de toda mancha. Por eso aquello poco que deseas ofrecer procura depositarlo en aquellas manos de María, grandiosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor y no sea desechado”.

“Necesitando como necesitamos un mediador cerca de este Mediador, nadie puede desempeñar tan provechosamente este oficio como María”.

“Aquella fue instrumento de la seducción, esta de propiciación: aquella sugirió la prevaricación, esta introdujo la redención”.

“¡Oh, Señora! Cuán familiar de Dios habéis llegado a ser. ¡Cuán allegada, mejor dicho, cuán íntima suya merecisteis ser hecha! ¡Cuánta gracia hallasteis a sus ojos. En vos está y vos en El: a El le vestís y sois vestida por El. Le vestís con la sustancia de vuestra carne y El os viste con la gloria de su majestad. Vestís al sol con una nube, y sois vestida vos misma de un sol. Porque; como dice Jeremías, un nuevo prodigio ha obrado el Señor sobre la Tierra y es que una mujer virgen encierre dentro de sí al hombre de Dios, que no es otro que Cristo, de quien se dice: He aquí un varón cuyo nombre es Oriente. Y otro prodigio semejante ha obrado Dios en el cielo, y es, que apareciese allí un mujer vestida de sol: Ella le coronó y mereció ser coronada por El.

Salid, hijas de Sión y ved al Rey Salomón con la diadema con que le coronó su Madre, contemplad a la dulce Reina del cielo adornada con la diadema con que la coronó su Hijo”.

“En todo el contexto de los cuatro Evangelios, no se oye hablar a María más que cuatro veces. La primera con el Ángel, pero cuando ya una y dos veces le había hablado él: la segunda Isabel cuando la voz de su salutación hizo saltar a Juan de gozo y tomando ocasión de las alabanzas que su prima le dirigía, se apresuró a magnificar al Señor: la tercera con su Hijo siendo éste ya de doce años, manifestándole como ella y su padre llenos de dolor le habían buscado: la cuarta en las bodas de Caná, primero con Jesús y después con los que servían a la mesa.

Y en esta ocasión fue cuando brilló de una manera más especial su ingénita mansedumbre y modestia virginal, puesto que tomando como propio el apuro en que iban a verse los esposos no le sufrió el corazón permanecer silenciosa, manifestando a su Hijo la falta de vino; y al ver que Jesús al parecer no atendía a su súplica, como mansa y humilde de corazón no le respondió palabra, sino que se limitó a recomendar a los ministros que hiciesen lo que El les dijese, esperando en que no saldría fallida su confianza”.

“¡Cuántas veces oyó María a su Hijo no solo hablando en parábolas a las turbas, sino descubriendo aparte a sus discípulos el misterio del reino de Dios! ¡Vióle haciendo prodigios, vióle pendiente de la Cruz, vióle expirando, vióle cuando resucitó, vióle, en fin, ascendiendo a los Cielos, y en todas estas circunstancias ¿cuántas veces se menciona haber sido oída la voz de esta pudorosísima Virgen, cuántas el arrullo de esta castísima y mansísima Tórtola?”.

“María siendo la mayor de todas y en todo, se humilló en todo y más que todos. Con razón, pues, fue constituida la primera de todos, la que siendo en realidad la más excelsa, escogía para sí el último lugar. Con razón fue hecha Señora de todos, la que se portaba como sierva de todos. Con razón, en fin, fue ensalzada sobre todos los coros de los coros de los Ángeles, la que con inefable mansedumbre se abatía a sí misma debajo de las viudas y penitentes, y aún debajo de aquella de quien había sido lanzados siete demonios. Ruegoos, fieles amadísimos, que os prendéis de esta virtud si amáis de veras a María: si anheláis agradarla, imitad su modestia y humildad. Nada hay que tan bien sienta al hombre, nada tan necesario al cristiano, nada que tanto realce al religioso como la verdadera humildad y mansedumbre”.

Las “Grandezas Incomparables de María” es el título inicial que San Bernardo le dio a este escrito basado en el evangelio de San Lucas, sobre la Anunciación del Señor. (Lc 1, 26). San Bernardo compuso este tratado en el año 1118, después de haber padecido una gastritis incurable que lo puso al borde de la muerte (obligado a guardar reposo hasta su restablecimiento aprovechó ese tiempo para escribir esta obra). Hay testimonios que afirman que fue curado por la Virgen María.

“LA GRACIA» PÁRRAFOS SELECTOS

En el nacimiento de Santa María, es el título previo que el santo le da a este escrito de doce páginas aproximadamente, en el cual San Bernardo nos exhorta a buscar la Gracia a través de este Acueducto que es María:

“No ignoráis a quien fueron dirigidas estas palabras: Dios te salve, llena de gracia. ¿Y acaso nos admiraremos de que haya podido hallarse o de que se haya podido formar tal y tan gran Acueducto, cuya cumbre, al modo de aquella escala que vio el patriarca Jacob, tocase en los cielos; más aún, atravesando los mismos cielos, pudiese llegar hasta aquel vivísimo venero de las divinas aguas que están sobre los cielos? Admirábase de ello Salomón, y como desconfiado de verlo realizado, decía: ¿Quién hallará una mujer fuerte? Cierto, por eso faltaron durante tanto tiempo al género humano las corrientes de la gracia, porque todavía no se hallaba interpuesto este deseable Acueducto… ”

“Hijos míos, ella es la escala de los pecadores, ella el gran motivo de mi confianza, ella el fundamento inconmovible de mi esperanza. ¿Puede, acaso, el Hijo rechazar o ser rechazado? ¿Será capaz de no atender ni ser atendido? En absoluto. Has hallado gracia delante de Dios, dice el ángel. Felizmente. Ella siempre hallará gracia; y lo único que nosotros necesitamos es gracia.

Esta Virgen prudente no busca sabiduría como Salomón, ni riquezas, ni honor, ni grandezas, sino gracia. Y nuestra salvación depende exclusivamente de la gracia. Hermanos, ¿para qué codiciar otras cosas? Busquemos la gracia y busquémosla por María, porque ella encuentra siempre lo que busca y jamás decepciona.

Busquemos la gracia, pero la gracia de Dios; pues el favor de los hombres es falaz. Que otros se dediquen a acumular méritos: nuestro afán sea hallar gracia. ¿No estamos aquí por pura gracia? Por la misericordia del Señor no estamos aniquilados. ¿Qué somos nosotros? Somos apóstatas, homicidas, adúlteros, ladrones y la basura del mundo. Más entrad dentro de vosotros, hermanos, y ved como donde proliferó el pecado sobreabundó la gracia. María no presenta títulos: busca solamente gracia. Tanto se fía de la gracia, sin presumir de sí misma, que se intimida ante el saludo del ángel”.

San Bernardo concluye este escrito con estas admirables palabras:

“Pero todo lo que pienses ofrecer no olvides encomendarlo a María, para que la gracia vuelva al dador de la gracia por el mismo cauce por donde fluyó. Dios sin duda alguna, pudo haber derramado esta gracia sin valerse de este acueducto; pero quiso ofrecerte este conducto. Acaso tienes las manos llenas aún de sangre o manchadas de dádivas y sobornos. Esa pequeñez que quieres ofrecer procura depositarla en esas manos tan divinas y tan dignas de todo aprecio, y no serás rechazado. Son dos azucenas hermosísimas; y el enamorado de las azucenas no se quejará de no haber hallado como entre azucenas todo lo que encuentre en las manos de María”.

Fuente: Reina Señora y Madre. Santiago Venegas Caceres

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