Identifique si usted es un cristiano alegre o un cristiano triste.

 

El papa Francisco ha repetido que el cristiano debe ser alegre, e incluso ha dicho que es muy feo un sacerdote amargado. Esto es parte de su intento de comunicar una “pastoral de la alegría”. De ello surge que hay dos tipos de cristianos un cristiano alegre y cristiano triste. 

 

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Si hay dos clases de cristianos. ¿De que clase es usted? ¿Qué clase de cristiano va a traer más gloria a Dios, más almas a Cristo, y tener más paz en su vida? 

Acá hay las 6 características principales de un cristiano alegre y de un cristiano triste.

6 CARACTERÍSTICAS DEL CRISTIANO ALEGRE

El cristiano alegre tiene esperanza en el futuro. Dios planea para nosotros prosperar espiritualmente, ahora y en el futuro (Jeremías 29:11).

El cristiano alegre tiene fe, no sólo en las doctrinas de la fe, sino también en que Dios está obrando en su vida día a día.

El cristiano alegre tiene amor por Dios. Es su discípulo porque quiere pasar la eternidad con el que lo ama más: Dios.

El cristiano alegre no tiene miedo de los fallos. Los fallos revelan oportunidades. En la Biblia, la obra más grande de Dios se produce por el fallo humano.

El cristiano alegre se regocija en su identidad dentro de Cristo. En Cristo somos hijos de Dios, sacerdotes reales, ungidos, bendecidos, amados, sagrados, liberados, y justos. Aunque pecamos, Cristo es nuestra identidad primaria – como enseña San Pablo.

El cristiano alegre vive en el día de hoy. No puede cambiar el pasado. No sabe el futuro. Como dijo el Espíritu Santo: «Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón.» La alegría se encuentra en el hoy.

6 CARACTERÍSTICAS DEL CRISTIANO TRISTE

El cristiano triste se preocupa constantemente. Teme al futuro. Esto lo hace ansioso todo el tiempo.

Profesa todas las doctrinas de la fe, pero forcejea con la vedad de que Dios está trabajando con las complicaciones de cada día.

Dice que ama a Dios, pero teme al infierno más que al deseo de estar con Dios en el cielo. Esto le lleva a los escrúpulos, al miedo y al desaliento.

Teme el fracaso y el ridículo. La vergüenza es un rasgo predominante.

Se ve a si mismo primeramente como un pecador y sólo incidentalmente como siendo uno en Cristo. Ve a su identidad bajo la ira, el juzgar, lo avergonzante. Su estatus con Dios se siente resbaloso e incierto.

El cristiano triste vive en el pasado o vive en el futuro. Gasta su tiempo cada día lamentando el pasado. Le encanta el juego el juego «qué pasaría si.» ¿Qué pasaría si me casara con otra persona? ¿Qué pasaría si me convertiera en religioso? ¿Qué pasaría si yo no hubiera hecho tal pecado? Porque se revuelca en el pasado, teme al futuro. Se preocupa por el mañana, la próxima semana, el próximo año, y la siguiente década. El futuro se ve sombrío. Crece cada vez más en su tristeza.

El cristiano triste puede presumir de ser la «luz del mundo y sal de la tierra» (como Cristo enseñó), pero pone tanta sal en la comida, que nadie la quiere comer.

¿Qué es usted? Tal vez una mezcla de ambos.

Luche por ser cristiano alegre. La alegría cristiana es lo que nuestro Señor y Salvador Jesucristo desea ver en nosotros.

UN VISTAZO A LO QUE ENSEÑA LA BIBLIA

Nuestro primer Papa escribió:

«Ustedes lo aman sin haberlo visto; ahora creen en él sin verlo, y nadie sabría expresar su alegría celestial al tener ya ahora eso mismo que pretende la fe, la salvación de sus almas.» (1 Pedro 1:8-9)

El rey Salomón escribió:

«Después de haber esperado, el justo experimentará la alegría, pero la espera de los malvados será en vano» (Proverbios 10:28)

San Pablo escribió:

«Que el Dios de toda esperanza los colme de gozo y paz en el camino de la fe y haga crecer en ustedes la esperanza por el poder del Espíritu Santo.» (Romanos 15:13)

La Santísima Virgen María, Madre de nuestro Señor cantaba:

«Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador» (Lucas 01:47)

Lo más importante, que dijo nuestro Salvador antes de su pasión:

«Ahora es el momento de dolor, pero volveré a veros y se alegrarán,  y nadie os quitará vuestro gozo» (Juan 16:22)

Recuerde que nadie puede quitarle a usted la alegría sobrenatural en Cristo, pero puede renunciar. Dios no va a forzarle a experimentar su gozo, pero Él está haciendo todo lo posible para proporcionarselo. Recíbalo.

Fuentes: Taylor Marshall, Signos de estos Tiempos

 

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