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Los refugiados sirios son una destructiva bomba que estalló en toda la región

Un fenómeno que se torna incontrolable.

 

La bomba más poderosa de la guerra en Siria estalló en los países circundantes (Líbano. Jordania, Turquía, Irak), que se han visto obligados a recibir a más de 2 millones de sirios en campos de refugiados, produciendo toda clase de problemas sociales, políticos y de infraestructura sanitaria, alimenticia, etc.. Una situación, que aunque termine hoy el conflicto, no será fácil de desactivar, y seguirá alterando el equilibrio inestable de la región.

 

campamentos de refugiados sirios

 

Pascal Monin, profesor de la Universidad San José de Beirut está convencido sobre la importancia de la bomba detonada de los refugiados sirios y muy preocupado: el número de refugiados sirios —nunca alcanzado antes— está minando los equilibrios ya precarios de los países que los acogen: Líbano, Jordania, Irak y Turquía:

“¿Sabe cuál es la verdadera bomba que está a punto de hacer saltar por los aires el polvorín de Oriente Medio? Los prófugos sirios”.

LOS IMPRESIONANTES NÚMEROS

Por lo general, los artículos sobre los prófugos comienzan con el rostro de un niño pequeño, en brazos de su hermanita poco mayor que él, que lo lleva apoyado en una cadera, para tratar de aliviar el peso. Una instantánea que parte el corazón incluso a quien tiene un corazón de piedra, porque muestra del modo más inmediato que la inocencia es la primera víctima de las guerras. Esta es la paradoja: ver en esos rostros ingenuos y necesitados de todo una amenaza, una bomba detonada.

Sin embargo, los números hablan claro: son más de 2 millones los sirios que han huido de su país, de los cuales 1 millón sólo en los últimos seis meses aproximadamente. La mitad de estos son niños. Y si continuara la tendencia actual, a finales de 2013 se podría llegar a superar el techo de los 3 millones.

Ahora cerca de 700.000 están en Líbano, más de 500.000 en Jordania, 470.000 aproximadamente en Turquía y 200.000 en Irak, según los datos oficiales del ACNUR; pero a estos hay que añadir otras decenas de miles de personas que, por ignorancia, dificultades de vario tipo o por elección, nunca se registraron.

ALTERAN LA VIDA DE LOS PAÍSES DE ACOGIDA

Si en términos absolutos estos números resultaran todavía incomprensibles, leídos con un término de comparación saben expresar sin sombras todo el dramatismo de la situación actual: los prófugos sirios fuera de su país son un décimo de toda la población siria; en Líbano son 1 millón respecto a los 4 de la población total.

Es como si en Italia llegaran 15 millones de prófugos respecto a los 60 de la población. Si se piensa con cuánto esfuerzo y tensión se afronta en toda Europa la cuestión de los desesperados que desembarcan en Lampedusa, y se habla de pocos miles, se comprende porque Marco Perini, responsable de AVSI en el Líbano, define la capacidad de acogida libanesa actual como un “milagro”. Con más razón si pensamos que los sirios, hasta hace pocos años, eran los “ocupantes” en el país de los Cedros.

En Jordania el campo de prófugos organizado en Zatari, en el norte, cerca de Mafraq, a 30 km de la frontera con Siria, con sus 130.000 acogidos constituye hoy la cuarta ciudad más poblada de toda Jordania. Y la presencia de los prófugos ha aumentado la población jordana del 10 % en total.

UNA BOMBA SOCIAL, ECONÓMICA Y POLÍTICA

Desde el punto de vista social y sanitario necesitan todo tipo de ayuda: protección, agua, alimentos, ropa, cuidados médicos, educación escolar… ¿Quién logra sostener todo esto durante un tiempo indefinido?

La guerra siria sigue desde hace dos años. Sólo el Programa Mundial de Alimentos (WFP) necesita 30 millones de dólares por semana para alimentar a los refugiados sirios en el extranjero y los desplazados en su patria (al parecer se trata de 4,25 millones de personas).

Desde el punto de vista político el tema de los refugiados en Líbano está atascado e irresuelto, en el juego de posiciones contrapuestas y vetos cruzados que tienen bloqueado al país. Así, aunque el gobierno libanés nunca haya aprobado oficialmente la creación de campos de prófugos, han surgido en al menos 1400 localidades distintas, sobre todo en el área septentrional y la región de Beqaa y hoy los sostienen las organizaciones humanitarias de todo el mundo.

Organizados, oficiales o no, en cualquier caso en los campos “la vida es un infierno”, como comenta Perini describiendo el pequeño campo de Marj El Khokh, en el sur del Líbano, descubierto por casualidad. Un infierno para el centenar de familias que vive allí, en un terreno pedregoso, donde la tensión entre individuos y grupos es constante y la violencia un hecho ordinario. Se crean grupos contrapuestos, incluso los niños entre ellos llegan sistemáticamente a las manos. Reproduciendo la violencia que se practica en la familia, del padre para con la madre, entre vecinos de tienda, con intentos de estupro y una inducción a la prostitución generalizada.

En Zatari el infierno toma la forma de una aldea militarizada. Soldados jordanos con un vehículo blindado controlan durante todo el día, en el calor de un desierto desolado, quien entra y quien sale por la entrada, una especie de columnata levantada para indicar con cierto estilo el acceso principal. Ahí están ovillados niños de ocho a diez años, con carretones, listos para vender por una lira jordana su servicio de transporte de mercancías a quien llega con maletas y capachos cargados de pan u otros bienes. Se controla cualquier movimiento: a quienquiera que se acerque a la entrada los soldados le piden mostrar el permiso del campo, un folio arrugado que se guarda en el bolsillo como documento de reconocimiento.

El alambre de espino de los accesos y el uniforme de los soldados que presidian amplios sectores se olvidan por un momento a lo largo de uno de los caminos principales que atraviesan el campo, el camino de las “tiendas”: en el campo hay 3.000, pequeños tenderetes de alimentos, tabaco, bebidas, ropa. También se encuentra algún que otro letrero ambicioso con escrito “restaurante”, que casi podría recordar los de los mercados de una pacífica aldea. Un intento de vida normal se repite en los 3 hospitales y en las escuelas, cuatro distintas que acogen en total a cerca de 20.000 muchachos.

El campo de Zatari cuesta al ACNUR 500.000 dólares al día, está dividido en una docena de distritos. Al parecer es el segundo campo de prófugos más grande del mundo, donde llegan cada día 200 tanques cargados de agua (se consumen 4.000.000 litros al día), mientras que se producen 1.300 metros cúbicos de basura.

La ciudad cercana se ha transformado en 24 meses en su ADN: antes de la llegada de los prófugos, contaba con cerca de 80.000 habitantes; hoy se han añadido las 130.000 personas que viven en el campo de tiendas y las 95.0000 que se han instalado de distinto modo en la misma ciudad, alquilando casas (incluso decenas de familias en un mismo apartamento) o encontrando hospitalidad de varias maneras.

Está tan cerca de Siria que desde aquí se puede oír el ruido de la guerra. El estallido de las armas y la propaganda de la radio siria, con cuya onda es fácil sintonizar:

“Aunque muera un millón de personas, nuestro corazón sigue siendo de acero —canta la radio—. Si tuviera que caer como mártir, no hay problema”. Y de “mártires” sigue habiendo. Aquí vienen los “rebeldes” a reclutar nuevos brazos para su causa y encuentran terreno fértil para su propaganda: ¿Por qué —se preguntan muchos— Estados Unidos intervino en Libia y no en Siria?

LOS GOBIERNOS EN ALARMA

En los pasados días se reunieron los ministros de asuntos exteriores de Líbano, Jordania, Irak y Turquía para afrontar la cuestión de los prófugos y lanzaron una fuerte alarma: si no se detienen las armas en Siria, el impacto del conflicto sobre los países cercanos será insostenible. Es necesaria una movilización radical de la comunidad internacional. Este sujeto tan evocado cuanto indefinible.

Porque, como se mide con una simple ojeada a Marj El Khokh y todavía más a Zatari, no sucederá que apenas las armas dejen de disparar, los campos se disuelvan milagrosamente y todos regresen a casa. Al mirar la hilera quilométrica de tiendas blancas en el norte de Jordania, se comprende que esta es una bomba que requerirá tiempos largos y un cuidado especial para poder desactivarla. Es difícil imaginar que ese tramo de desierto pueda volver a quedar libre de los asentamientos y barrido sólo por el viento.

Fuentes: Oasis, Signos de estos Tiempos

 

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La próxima batalla de los escáneres cerebrales como prueba del pensamiento, en los tribunales

El camino hacia la ‘neuro ley’.

 

Los últimos 20 o 30 años han demostrado de manera cada vez mas clara cómo la tecnología puede afectar nuestra privacidad. El último caso está relacionado con el espionaje de correos electrónicos masivos y llamadas telefónicas, que se descubrió en EE.UU. y luego en varios países más. Y esto fue posible porque apareció la tecnología apta para “pinchar” las líneas y manejar grandes bases de datos.

 

escaneo del cerebro

 

Nuestra historia muestra que, cuando existe la tecnología, el poder se las arregla para utilizarla en su provecho. La primera tentación es usarla para cosas moralmente aceptables para todos, como por ejemplo el combate a la delincuencia. Pero luego se puede entrar en una pendiente resbaladiza, donde quienes detentan el poder pueden usarla para sus fines personales, por ejemplo para espiar adversarios o incluso para perpetuarse en el poder.

La neurología ha hecho avances sustanciales en las dos últimas décadas y ahora sostienen que estamos cerca de que se puedan leer los pensamientos mediante una escaneo físico del cerebro  y desde el exterior. Pero previo a esto, los escaneos del cerebro han entrado al sistema judicial como elementos probatorios, lo que podría legitimar que también los pensamientos leidos externamente, pueden constituír una prueba.

Y esto ya está generando una discusión entre los bioéticos y los especialistas en derecho, porque ya saben que deben anticiparse y no abrir la discusión sobre los hechos ya consumados.

Es para su discernimiento, pero no tenga la tentación de pensar que de que no van a lograr leer los pensamientos o que faltan décadas para que se llegue a eso, porque todo se acelera. ¿Ante esto, que hacemos?

LA JUSTICIA YA UTILIZA LOS ESCANERES CEREBRALES COMO PRUEBA

En 2009, el caso de Brian Dugan se hizo famoso porque por primera vez se presentaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) en un juicio.

Dugan, condenado previamente por la violación y el asesinato de dos mujeres, cumplía condena en la cárcel cuando se encontraron evidencias que le relacionaban con un nuevo crimen. Por eso, el fiscal solicitó la pena de muerte.

Su defensor, el abogado Steve Greenberg, utilizó fMRI para demostrar que Dugan nació con un trastorno mental, psicopatía, que le impedía controlar su conducta.

En las imágenes se pudo verificar que Dugan tenía las mismas anormalidades en el cerebro que se habían detectado en otros psicópatas. Aun así, se le condenó a pena de muerte, pero su caso se convirtió en pionero en el mundo.

LA “NEURO LEY”

La neuro ley no solo actuará en los casos de violencia; también en nuestro entorno más cotidiano.

Por ejemplo, para demostrar incapacidad o dolores que te impiden ir a trabajar.

A los abogados se les hacía muy difícil demostrar cuánto sufrían sus clientes al no existir un sistema de evaluación objetivo. Las pruebas obtenidas a través de fMRI permiten cuantificar el dolor.

Esta tecnología también posibilita determinar otros trastornos alegados en juicios, como desórdenes de ansiedad al detectar biomarcadores de, por ejemplo, estrés postraumático.

LA POSIBILIDAD DE LEER SUS PENSAMIENTOS SIN SU PERMISO

Pero ahora de abre la posibilidad de leer la mente con imágenes de cerebro, lo que es un paso mucho más peligroso, y está creando una fuerte polémica entre los estudiosos del derecho, de acuerdo con un artículo en el Chronicle of Higher Education. La profesora de la Universidad Duke Nita A. Farahany, advierte:

«Tenemos esa idea de la privacidad que incluye el espacio alrededor de nuestros pensamientos, que sólo compartimos con la gente que queremos. La neurociencia demuestra que lo que pensamos en esta zona de la intimidad puede ser violado».

Farahany pregunta si la Cuarta y la Quinta Enmienda de la Constitución estadounidense, que protege a los ciudadanos contra «registros e incautaciones irrazonables» y la autoincriminación protegerán a las personas contra la intrusión de la tecnología.

Aunque la lectura de pensamientos y recuerdos sigue siendo ciencia ficción para muchos, las resonancias magnéticas están empezando a ser objeto de manejo más amplio como prueba en los tribunales.

Más adelante, en el futuro, podría ser posible que la policía lleve a cabo escáneres cerebrales con dispositivos de mano, como se utilizan los alcoholímetros hoy. Cuando la policía da la advertencia, incluso le puede decir al sospechoso que incluso lo que diga en silencio a sí mismo puede ser usado en su contra.

¿ES LÍCITO QUE LA POLICÍA LEA SUS PENSAMIENTOS?

¿El Estado tiene derecho a utilizar este tipo de tecnología? Farahany cree que debería ser posible para que pueda realizar «búsquedas» muy limitadas.

El bioético Paul Root Wolpe, de la Universidad de Emory, dice No.

«El cráneo», dice, «debe ser una zona de absoluta privacidad.»

«Sostiene su posición incluso en el escenario de un presunto terrorista y una bomba de tiempo. Como decía Sartre, el máximo poder o derecho de una persona, es decir, ‘No'».

«¿Qué pasa si de inmediato digo ‘No’ y ellos me sujetan y obtienen la información de todos modos? Quiero decir que el Estado nunca tiene derecho a usar esas tecnologías».

El asunto está atrayendo cada vez más atención. El video de PBS a continuación, con Alan Alda como narrador, es una investigación de cómo el cerebro afecta la justicia en los tribunales. Vale la pena verlo.

Fuentes: Bio Edge, Chronicle, Signos de estos Tiempos

 

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Catequesis sobre María Devociones notorio REFLEXIONES Y DOCTRINA Usos, Costumbres, Historia

La devoción Mariana en la Iglesia Primitiva

Como han puesto en evidencia los estudios mariológicos recientes, la Virgen María ha sido honrada y venerada como Madre de Dios y Madre nuestra desde los albores del cristianismo.

En las pinturas marianas de las catacumbas de Priscilase muestra a la Virgen con el Niño al pecho y un profeta (quizá Isaías) a un lado. (Ver imagen que encabeza este texto)

Esto le lleva a decir a San Josemaría Escrivá que:
«los primeros cristianos, a los que hemos de acudir siempre como modelo, dieron un culto amoroso a la Virgen. En las pinturas de los tres primeros siglos del cristianismo, que se conservan en las catacumbas romanas, se la contempla representada con el niño Dios en brazos. ¡Nunca les imitaremos bastante en esta devoción a la Santísima Virgen!»

Sobre la devoción a Santa María en los siete primeros siglos de la vida de Iglesia existe una documentación espléndida, amplísima y solvente.

 

VISIÓN GENERAL DE LOS TESTIMONIOS HISTÓRICOS

Ya en los Evangelios la figura de la Virgen, discretamente presente, está rodeada de veneración. En estos pasajes, sobre todo en los relatos lucanos de la infancia del Señor y en la narración joánica de la presencia de Santa María al pie de la Cruz, se manifiesta una gran veneración hacia la Madre de Jesús y se encuentra descrita ya y como en germen, la veneración que le profesará el pueblo cristiano a lo largo de los siglos.

LOS PRIMEROS TESTIMONIOS PATRÍSTICOS

Los testimonios patrísticos sobre la Virgen comienzan ya en el mismo San Ignacio de Antioquía (+ ca. 110). Ignacio considera a Santa María en su carácter de Madre de Jesús y en el papel que su maternidad juega en la historia de la salvación. Esta maternidad es realzada, sobre todo, en la realidad de su facticidad frente a los gnósticos. Son conmovedores los textos en que Ignacio insiste en que Jesús ha nacido de (ex) Dios y de María(3).

Desde un primer momento la Virgen aparece cercana no sólo por su maternidad sobre el Señor, sino también por su intervención en la historia de la salvación. Buen testimonio de ellos es San Justino (+ 165). San Justino es el primero en dar testimonio del paralelismo Eva-María, de forma que la maternidad de Santa María sobre los creyentes comienza a abrirse camino en forma explícita en la conciencia de los cristianos(4). Ireneo de Lyón otorga forma extensa a este paralelismo, insistiendo en que Santa María es causa de salvación para sí misma y para todo el género humano(5).

Ireneo llama también a María abogada de Eva(6). Los mariólogos advierten con razón que estos textos ireneanos son de gran importancia(7). Tienen importancia desde el punto de la doctrina mariológica, y son de suma relevancia en el tema que estamos tratando. Estos textos y muchos otros del mismo tenor se encuentran en la base de la piedad cristiana hacia Santa María a la que comienza a acudir con confianza, precisamente por su característica de abogada e intercesora.

En este itinerario del apoyo teológico a la piedad popular hacia Santa María destaca Orígenes con rasgos propios (+ 253); su teología rodea de cariño y devoción a Santa María y ha atraído la atención de grandes mariólogos(8). Orígenes otorga gran importancia a la virginidad de Santa María y la presenta a las vírgenes como modelo a seguir. Ella recibió al Verbo en su seno; nosotros debemos recibir al Verbo en nuestra alma. Precisamente al presentar al evangelista San Juan como ejemplo de penetración espiritual de la Escritura, Orígenes afirma que sólo puede captar el sentido espiritual de la Escritura aquél que, como Juan, ha reposado su cabeza sobre el pecho de Jesús, aquél que, como Juan, ha recibido a María como Madre(9). Orígenes entiende que Juan recibe a María como Madre, por su parecido con Jesús; de ahí que entienda también que todo hombre que se asemeja a Cristo se convierte en hijo de María.

Se trata de expresiones mariológicas que merecen una gran atención a la hora de pensar en la devoción a María en los primeros siglos. Laa imagen que llega de Ella a los primeros cristianos a través de los Padres es la de una mujer sencilla y santa, Madre de Jesús, fuertemente implicada en la historia de la salvación, abogada incluso de Eva, ejemplo para las vírgenes, Madre de Cristo y de quienes se asimilan a él. Todo esto insinúa que ya a mediados del siglo III, al menos en Alejandría, se encontraba extendida la devoción a Santa María y la costumbre de invocarla con el título de Theotokos.

El testimonio más impresionante se encuentra en la oración Sub tuum praesidium, que consideraremos inmediatamente. El historiador Sócrates ofrece un dato verdaderamente interesante en torno a Orígenes. Según Sócrates, Orígenes habría explicado el significado del título Theotokos en su primer tomo de comentarios a la Carta de San Pablo a los Romanos(10). Se trata de un título mariano bien preciso y que será como una bandera discutida en los aledaños de Éfeso. Parece ser que Orígenes se habría sentido en la necesidad de explicar bien este título, por la gran difusión que había adquirido entre el pueblo cristiano la costumbre de invocar a Santa María como Madre de Dios.

Los escritos apócrifos recogen un amplio panorama de creencias populares y, sobre todo, constituyen un testimonio de la piedad popular de grandes sectores cristianos. Son notables las descripciones de la virginidad de Santa María en la Ascensión de Isaías (siglo I), Las Odas de Salomón (siglo II) y Los oráculos sibilinos (siglos II-III). Todos ellos destacan la virginidad de Santa María. El Protoevangelio de Santiago habla ya de la vida de oración y de la santidad de la Virgen. La Asunción de María es largamente tratada en el Transitus Mariae (siglos III-IV)(11). Recientemente se ha mostrado cómo el influjo de este apócrifo llega hasta la escinificación del misterio de Elche(12).

 

LA EDAD DE ORO DE LA PATRÍSTICA

A partir del siglo IV se comienzan a encontrar ya testimonios de panegíricos que exaltan, sobre todo, la maternidad de Santa María. Por esta fechas, como veremos inmediatamente, comienzan los testimonios en torno a las festividades marianas en los diversos ritos.

Comienzan también los testimonios de la invocación a Santa María. San Gregorio de Nacianzo cuenta que una virgen invoca a Santa María en el trance de perder su virginidad, y es auxiliada(13). San Gregorio de Nisa habla con naturalidad de una aparición de la Virgen a San Gregorio Taumaturgo (+ 270)(14).

Dos son los títulos marianos que se destacan en este claro movimiento espiritual: Virgen y Madre. El título de Madre invita a refugiarse en su misericordia inagotable, como se expresa en el Sub tuum praesidium. Juliano el Apóstata reprocha a los cristianos el que estén constantemente invocando a María como Theotokos(15). El título de Virgen invita a las vírgenes a tomarla como modelo. La piedad mariana recibe un fortísimo impulso con el florecimiento espiritual del siglo IV y, especialmente, con la vida monacal. San Atanasio pone en boca de su predecesor Alejandro de Alejandría (+ 328) esta exhortación a las vírgenes: «Tenéis, además, el estilo de vida de María, que es modelo e imagen de la vida propia de los cielos»(16).

Tras Nicea (a. 325) con su definición de la consustancialidad del Verbo con el Padre, se destaca aún más la dignidad de la Maternidad de Santa María. El pueblo cristiano la invoca como intercesora y como Theotokos llena de misericordia. El misterio de Cristo aparece cada vez más relacionado indisolublemente con el misterio de Santa María. La unidad de Cristo se refleja en la firmeza con que se confiesa la Theotokos. Esto explica la honda conmoción que sienten los ambientes monacales alejandrinos cuando llega la noticia de que Nestorio niega que Santa María sea Madre de Dios(17).

Entre los Padres orientales destaca por su influencia San Efrén (+ 473) y sus hermosos himnos dedicados a la Santa Madre de Dios. Se trata, quizás, del teólogo que más ha llegado a amplios sectores populares precisamente por influencia de sus himnos en la liturgia. Todo el Oriente vibra en este siglo con la devoción a Santa María. La mariología alcanza un gran esplendor. Baste recordar a los tres grandes Capadocios, a Cirilo de Jerusalén (+ 38) o a Epifanio de Salamina (+ 403).

Menos generosos en elogios y en alabanzas a Santa María se muestran los antioquenos. Destaca entre ellos San Juan Cristóstomo (+ 407) en el que encontramos expuesto con fuerza el paralelismo Eva-María y la maternidad virginal, aunque nunca utilice el término theotokos.

Entre los latinos destacan fundamentalmente San Ambrosio (+ 397), San Jerónimo (+ 419) y San Agustín (+ 430). También aquí se encuentra un gran desarrollo de la doctrina mariana en todos sus temas claves y de una forma simétrica al Oriente. Ambrosio subraya como Atanasio la importancia de la virginidad de Santa María para la espiritualidad cristiana y, en especial, para la espiritualidad monacal; San Jerónimo la presenta como ejemplo de virtud y llama madre especialmente de las vírgenes(18); San Agustín destaca la santidad personal de María y su relación con la Iglesia. Puede decirse que desde Nicea hasta Éfeso la devoción a Santa María se encuentra en aumento y extensión constante. La reacción del pueblo cristiano ante la negación nestoriana de la maternidad divina es buena prueba de la sensibilidad ya existente en torno a las cosas que miran a la veneración de la Santa Madre de Dios.

TRAS EL CONCILIO DE ÉFESO

El escándalo que conduce a Éfeso es bien conocido, así como los acontecimientos traumáticos que le acompañan. El escándalo comienza en Constantinopla el a. 428 con ocasión de un Sermón de Proclo en honor de Santa María en el que la aclama como Theotokos y con la reacción de Nestorio rechazando este título mariano. Con respecto a la devoción mariana son bien elocuentes tanto la correspondencia que se cruza entre los principales actores, como los sermones. Basta repasar las actas del Concilio de Éfeso y los Sermones allí pronunciados para palpar cómo el pueblo estaba implicado en estas disputas teológicas y cómo sentía que con la negación de la Theotokos se estaba lesionando la principal razón de su devoción a Santa María.

La cuestión central de Efeso no era mariológica, sino cristológica: la unidad de Cristo. En el terreno mariológico, el Concilio de Éfeso no ha añadido nada a lo que ya se creía universalmente por el pueblo cristiano: que santa María es Madre de Dios. Sin embargo, la solemne afirmación de la maternidad de Santa María hecha por Éfeso no sólo reafirmaba la unidad de Cristo, sino que abría una nueva etapa en la piedad mariana y en los perfiles más característicos de la vida cristiana. En efecto, desde la conciencia refleja de la dignidad maternal de Santa María, el pueblo cristiano –incluidos los obispos– captaron mejor no sólo el honor que se debe a María, sino su papel único en la historia de la salvación y su excelso poder de intercesión. Como observa Toniolo citando las homilías de Proclo y de Basilio de Seleucia, se llegó así a formular con conciencia refleja el carácter de un culto de hiperdulía a la Virgen, tras comprender su dignidad y su singular poder como Madre de Dios(19).

Los cristianos de Constantinopla, Alejandría y Éfeso vivieron estos acontecimientos con un gran fervor, como se desprende de los sermones y de la correspondencia epistolar que se cruza entre los principales actores. Es posible que ya al final de estos sucesos, hombres de Iglesia como Proclo, Pablo de Emesa o Cirilo tuviesen algún atisbo de la importancia que su lucha teológica iba a tener en el desarrollo ulterior de la Iglesia y en la piedad popular mariana. Se comprende su alegría exultante al final del Concilio. Su espíritu sigue estando presente aún entre nosotros que nos encontramos al final ya al comienzo del tercer milenio.

Tras Éfeso, la devoción a Santa María crece por la liturgia que comienza a llenarse de fiestas marianas, las iglesias dedicadas a Santa María y a su maternidad y las homilías marianas. En cada uno de estos campos la abundancia de datos es enorme. Tras Éfeso, el entusiasmo de los oradores de Constantinopla no tiene límites. Ellos exaltan la maternidad divina. También exaltan la virginidad de Santa María, su poder de intercesión, su realeza, su mediación. Es la época del surgimiento del himno Akathistos –a finales del s. V o principios del VI– y de las grandes homilías marianas como las de Germán de Constantinopla (+ 733). Con San Juan Damasceno (+749) en Oriente e Ildefonso de Toledo (+ 667) en Occidente la devoción a Santa María se manifiesta ya incluso como consagración a Santa María. También en Occidente se vive con fervor la devoción a Santa María. Citemos como nombres gloriosos y cercanos a San Leandro de Sevilla (+ 599) que insiste en Santa María como cumbre y modelo de la virginidad, o a San Isidoro de Sevilla y su influencia en la liturgia mozárabe(20), o San Ildefonso de Toledo y su doctrina en torno al «servicio» a Santa María, es decir, el esbozo de 1as grandes líneas de la esclavitud mariana(21).

 

LA ORACIÓN «SUB TUUM PRAESIDIUM» Y EL HIMNO «AKATHISTOS»

La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable, quizás el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa María. Me refiero a la oración «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios …». Se trata de un tropario (himno bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud. Es quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto oracional e invocativo.

G. Giamberardini en un documentado estudio ha mostrado la presencia del tropario en los más diversos ritos y las diversas variantes que encuentra, incluso en la liturgia latina(22). La universalidad de esta antífona hace pensar que ya a mediados del siglo III era usual invocar a Santa María como Theotokos, y que los teólogos, como Orígenes, comenzaron a prestarle atención, precisamente por la importancia que iba adquiriendo en la piedad popular. Simultáneamente esta invocación habría sido introducida en la liturgia.

En el rito romano, su presencia está ya testimoniada en el Liber Responsalis, atribuido a San Gregorio Magno y es copiado en el siglo IX en la siguiente forma: «Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genitrix». Algunos manuscritos de los siglos X y XI, presentan unas deliciosas variantes de esta oración, manteniendo intacta la expresión Santa Dei Genitrix, en estricta fidelidad a la Theotokos del texto griego. Helas aquí:
«Sub tuis visceribus confugimus, Dei Genitrix, semper Virgo Maria» ; » Sub tuis visceribus confugio, Sancta Dei Genitrix»; «Sub tuis visceribus confugimus, Sancta Dei Genitrix»»(23).
Y en el rito ambrosiano: «»Sub tuam misericordiam confugimus, Dei Genitrix»»(24).

Se trata de traducciones fidelísimas del texto griego, tal y como aparece en el rito bizantino, en el que se utiliza la palabra griega eysplagknían, para referirse a las entrañas misericordiosas de la Madre de Dios(25). La consideración de la inmensa capacidad de las entrañas maternales de la Madre de Dios está en la base de la piedad popular que tanta importancia dio al título Theotokos para designar a la Madre de Jesús. Y quizás como lo más importante sea el hecho de que el testimonio del Sub tuum praesidium levanta en el mariólogo la sospecha de que el título Theotokos se origina a mediados del siglo III en la piedad popular como invocación a las entrañas maternales de Aquella que llevó en su seno a Dios y que, por esta razón, debe estar dotada de unas entrañas maternalmente inagotables. Esta vez, quizás, la piedad popular fue por delante de la Teología. Al menos, es muy verosímil que así fuese.

Esa piedad popular alcanza una de sus manifestaciones más hermosas en el himno Akathistos. Como su propio nombre indica es el himno que se canta de pie. Con este nombre de repertorio que sustituyó al título original la iglesia de oriente quiso hacer suyo este himno considerándolo como expresión privilegiada de su piedad mariana y cantándolo entero de pie en señal externa de atención reverente (26). Es un himno de acción de gracias, que en el rito bizantino tiene su fiesta propia.

He aquí cómo describe el Sinaxario esta fiesta de acción de gracias: «Celebramos esta fiesta en recuerdo de las prodigiosas intervenciones de la inmaculada madre de Dios. Este himno fue llamado Akáthistos como privado de espacio para sentarse, ya que todo el pueblo estuvo toda la noche entera cantando en pie este himno a la madre de Dios; y mientras que en todas las demás estrofas se acostumbra a estar sentados, en ésta de la madre divina todos nos ponemos de pie para escucharla»(27).

El himno está dividido en dos partes. La primera, estancias 1-12, está dedicada al misterio de Cristo; la segunda, estancias 13-24 propone la teología antigua en torno a Santa María: las seis primeras estancias (13-18) de esta parte la contemplan sumergida en el misterio de Cristo, mientras que las seis últimas la celebran presente en el misterio de la Iglesia. He aquí algún ejemplo del estilo y fervor del canto, tomada de la parte final:
«Ensalzando tu parto, el universo te canta como templo viviente, oh Theotokos. Ave, oh tienda del Verbo de Dios. Ave, tú, arca dorada por el Espíritu. Ave tú, noble honor de los sacerdotes. Ave, tú eres para la Iglesia como torre esbelta. Ave, por ti levantamos trofeos; ave, por ti caen vencidos los enemigos. Ave tú, medicina de mis miembros; ave, salvación de mi alma. Ave esposa inviolada. Oh Madre que debe ser alabada con toda clase de alabanzas, que diste a luz al Verbo más santo que todos los santos, al recibir ahora esta ofrenda, líbranos a todos de toda calamidad, y redime del suplicio futuro a los que te aclaman. Aleluia»(28).

El Akáthistos es calificado con justicia como el himno más hermoso de toda la Antigüedad y como la primera síntesis de la doctrina mariana. En él piedad popular y doctrina teológica encuentran una magnífica armonía.

 

LAS PRIMERAS FIESTAS MARIANAS: LOS PRIMEROS SERMONES MARIANOS

De entre estos sermones que alimentan la piedad popular he elegido algunos significativos. En ellos se refleja cómo era la piedad popular; se refleja, sobre todo, en qué forma se dirigían los pastores a sus fieles para ser entendidos por ellos. He elegido un sermón típico de finales del siglo IV o principios del siglo V, y tres sermones pronunciados durante el concilio de Éfeso.

EL «SERMO DE ANNUNTIATIONE DOMINI»

Este Sermón está colocado en la edición de Migne entre los que se atribuyen a san Juan Crisóstomo. René Laurentin opina que puede atribuirse a Gregorio de Nisa(29). La misma crítica interna muestra convincentemente su coincidencia con puntos personalísimos de la teología nisena. S. Alvarez Campos lo ofrece entre los ssermones nisenos, aunque advirtiendo que puede ser interpolado(30). El P. Aldama también lo atribuye al Niseno, y se da como probable fecha de la predicación los años 370-378, quizás un domingo anterior a la fiesta de Navidad(31). A nosotros nos interesa, sobre todo, su estilo literario, como exponente de los rasgos humanos de la piedad popular mariana de esos años.

La estructura del sermón es sencilla y bien fácil de seguir.
Todo el sermón no es más que parafrasear el relato lucano de la anunciación. He aquí unos ejemplos:
«En el mes sexto tras la concepción del Precursor es enviado Gabriel por el Verbo, «Sol de Justicia», a anunciar a Santa María el misterio de la Encarnación: «Ve –dice el Verbo a Gabriel– a la ciudad de Galilea, a Nazaret, a la virgen María, a la que está casa con el obrero José (téktoni), pues, que soy obrero (tekton) de toda criatura, me he desposado esta virgen para la salvación de los hombres. Anúnciale a Ella mi venida sin tumulto, no sea que se turbe, si no lo sabe por carecer de anuncio. Enséñale a Ella mi amor al hombre, por el cual quiero salir de Ella al mundo como hombre, para que, al conocer previamente el designio divino, no se turbe al observar su gravidez (…) Realiza ya tu misión, pues me encontrarás ya allí donde te envío; allí te precederé, permaneciendo aquí.

«Yo marcho hacia Ella ante ti y contigo. Lleva tú el anuncio de mi venida y yo, presente invisiblemente, sellaré tu anuncio con los hechos. Pues quiero renovar al género humano en el seno virginal; quiero en forma atemperada al hombre amasar de nuevo la imagen que modelé; quiero curar con una nueva modelación la vieja imagen hecha pedazos. Modelé de tierra virgen al primer hombre a quien el diablo, agarrándolo, lo arrastró y lo hundió como enemigo y pateó mi imagen caída. Quiero ahora hacerme para mí de tierra virgen un nuevo Adán para que la naturaleza se defienda a sí misma en forma congruente, y sea coronada con justicia por aquel que la abatió, y el enemigo sea avergonzado razonablemente»(32).

El texto citado, a pesar de su aparente ingenuidad, entraña un gran pensamiento teológico enraizado en la gran tradición mariológica. Resuena en estos párrafos la teología ireneana del nuevo Adán, hecho de tierra virgen –el seno de Santa María–, como el primer Adán fue modelado de la tierra virgen. Resuenan la imagen de Dios deteriorada por la instigación del diablo y restaurada por la misma humanidad de la que ya forma parte el Verbo en cuanto hombre.

El Sermón, delicioso, es una buena muestra de cómo se explicaba al pueblo la mariología en forma narrativa. Me refiero a que esta teología se le hacía llegar llanamente, parafraseando los textos de la Escritura en una exégesis, ingenua en apariencia, pero conocedora de la tradición en el fondo. Todo el sermón es así. Merece la pena meditarlo. Sólo citaré un trozo más: la forma en que se comenta el saludo del ángel a Santa María:
«Llega, pues, a la Virgen María el ángel, y entrando a Ella, le dice: Dios te salve llena de gracia (Lc 1,28). Llamó señora a la que era consierva suya, como quien era ya Madre del Señor. Dios te salve, llena de gracia. Tu primera madre, Eva, por haber transgredido el mandato, recibió el castigo de dar a luz con dolor; a ti te corresponde, en cambio, el saludo de la alegría. Ella engendró a Caín habiendo engendrado la envidia y el homicidio; tú engendrarás un hijo, que dará la vida y la incorrupción a todos (…) Alégrate, y pisa la cabeza de la serpiente (cf. Gn 3,15). Dios te salve, llena de gracia…»(33).

HOMILÍA DE PROCLO DE CÍZICO O DE CONSTANTINOPLA

Proclo fue el segundo sucesor de Nestorio en la sede de Constantinopla en el año 434. En el 426 había sido consagrado obispo de Cízico, pero no pudo tomar posesión de su sede. La homilía que nos ocupa fue pronunciada ante Nestorio en la Gran Iglesia de Constantinopla entre los años 428-429(34). Es una homilía sobria y de una magnífica construcción teológica. El orden lógico y la visión de conjunto de la unidad entre la mariología y la cristología la convierten en la homilía más perfecta de las implicadas en estos acontecimientos que llevan al Concilio de Éfeso, incluso más perfecta que las que se pronuncian en el mismo Concilio(35).

No es extraño. Proclo es ya por estas fechas predicador afamado de Constantinopla, y Constantinopla está acostumbrada a una tradición de grandes oradores sagrados, entre ellos nada menos que San Gregorio de Nisa y San Juan Crisóstomo, que le han precedido. Los párrafos de Proclo son floridos y cadenciosos; la construcción de la homilía, sin embargo, es lineal y sencilla en una síntesis perfecta de mariología, cristología y soteriología. Las metáforas y las comparaciones que utiliza son ya conocidas en su mayor parte, pues vienen siendo usadas desde los siglos anteriores. He aquí algunos párrafos significativos:

Introducción: Celebramos la fiesta de la virginidad maternal. Esta maternidad es glorificación del género femenino. La gracia de Dios es más grande que el pecado. Esta gracia consiste en que el Verbo se ha hecho verdaderamente hombre:
«La fiesta virginal nos invita a cantar alabanzas. Y hay razón para ello: el tema de esta fiesta es la castidad. Se realiza una glorificación de las mujeres y una gloria del sexo por el hecho de que María es, al mismo tiempo, virgen y madre. Esta unión de maternidad y virginidad es digna de ser amada (…) Que se levante la naturaleza y sean honradas las mujeres; que dance la humanidad y sean glorificadas las vírgenes, pues allí donde se multiplicó el pecado sobreabundó la gracia (Rom 5, 20). Hemos sido convocados por Santa María, tesoro sin mancilla de la virginidad, paraíso espiritual del segundo Adán, taller de la unidad de las dos naturalezas, pregón de la reconciliación salvadora, cámara nupcial donde el Verbo se ha desposarlo con la naturaleza humana, zarza viva de la naturaleza que el fuego del alumbramiento no ha consumido, nube verdaderamente clara que ha llevado sobre su cuerpo a Aquél que se asienta sobre los querubines, vellocino purísimo humedecido por el rocío celestial con el que el pastor ha revestido al rebaño, aquella que es esclava y madre, virgen y cielo, el único puente entre Dios y los hombres, el bastidor admirable de la economía sobre el cual fue tejida inefablemente la túnica de la unión, túnica cuyo tejedor fue el Espíritu Santo, cuya hilandera fue el poder que la cubrió con su sombra desde las alturas, cuya lana fue el antiguo vellón de Adán, cuyo cañamazo fue la carne impoluta surgida de la Virgen, cuya lanzadera fue la gracia inmensa de Aquél que lleva nuestra humanidad, cuyo hacedor es el Verbo que está en la Virgen por medio del oído (…) Aquél a quien no contienen 1os cielos, no ha desdeñado la estrechez de un vientre»(36).

El lenguaje y el estilo de esta homilía recuerdan, como es natural, las homilías marianas de Gregorio de Nisa o de San Juan Crisóstomo. El pueblo de Constantinopla está acostumbrado a esta oratoria florida, pero de nervio arquitectónico claro, en las que las imágenes y comparaciones están al servicio de las ideas que se desarrollan. Nótese, p.e., la precisión con que se describe el misterio de la encarnación en el seno de María: la unión de las dos naturalezas de Cristo es descrita como un tejido cuyo tejedor es el Espíritu, cuya lana procede del antiguo vellón de Adán, cuyo cañamazo fue la carne de la Virgen, cuya lanzadera fue la gracia, cuyo artífice es el mismo Verbo.

Naturaleza de la maternidad virginal: Viene ahora la afirmación de la unidad de Cristo expresada también en diversas imágenes, que llevan como de la mano al paralelismo Cristo-Adán y a mostrar las razones que existen para que esta maternidad sea virginal:
«El ha sido engendrado de mujer ni como simplemente Dios, ni como simplemente hombre. Aquél que ha sido engendrado, ha mostrado como puerta de la salvación a aquella que en otro tiempo fue la puerta del pecado. Donde la serpiente había infundido su veneno mediante la desobediencia, el Verbo, habiendo entrado en su templo mediante la obediencia, le ha dado la vida. Allí donde emergió Caín el primer discípulo de la falta, allí, sin semilla, ha germinado Cristo, redentor de nuestra raza. El Dios amante del hombre no se ha ruborizado de nacer de una mujer (…) El no se manchó por habitar en las entrañas que El mismo había fabricado sin ignominia»(37).

La argumentación para defender una auténtica generación sexual de Dios es la misma que ya utilizó Gregorio de Nisa: el sexo está diseñado por Dios y, por tanto, no es indigno de recibir a Dios. La generación de Jesús es sexual, pero virginal.

Dignidad de la generación humana: Proclo sigue utilizando imágenes cada vez más expresivas de la fuerza con que es necesario afirmar que Dios ha sido engendrado y ha sido dado a luz. Esta generación forma parte del camino elegido por Dios para la salvación y muestra, a su vez, la dignidad de 1a generación humana:
«Si Cristo no hubiese sido engendrado por una mujer, no habría muerto. Si no hubiese muerto, no habría reducido a la impotencia por su muerte a aquél que tiene el poder de la muerte, es decir, al diablo (Hebr 2, 14). No hay ningún desdoro para un arquitecto en habitar la casa que él ha construido (…); no hay mancilla en el sin mancilla, si surge del vientre de una virgen: El mismo había formado este vientre sin mancilla, y El ha pasado a través de él, sin contraer mancilla alguna»(38).

Proclo vuelve sobre el tema en esos cadenciosos párrafos que harían las delicias de su auditorio de Constantinopla:
«¡Oh vientre en el cual se ha compuesto el registro de la común libertad! ¡Oh matriz en la cual se ha forjado el arma contra la muerte! ¡Oh surco en el que el agricultor de la naturaleza, Cristo, ha crecido sin semilla, como una espiga de trigo! ¡Oh templo en el que Dios ha llegado a ser gran sacerdote, no porque haya cambiado su naturaleza, sino porque se ha revestido, por misericordia, de aquél que es gran sacerdote según el orden de Melquisedeq (Hebr 6, 20)!»(39).

He aquí unidas maternidad divina, cristología y soteriología (doctrina de la salvación). Las ideas son sencillas y las imágenes floridas. Dios se ha hecho hombre; su generación y alumbramiento son verdadera generación y verdadero alumbramiento. Poco más se puede decir. El resto es intentar que el alma profundice en este abismo de misericordia mediante imágenes y metáforas que ayuden a saborear la verdad que nos trasciende. Y para ello nada mejor que utilizar la paradoja, porque el hecho de la encarnación es en sí paradójico.

La Theotokos: Proclo entra en la peroración de su sermón con una sola idea: mostrar que sólo pudo salvarnos alguien que fuera al mismo tiempo Dios y hombre. O Cristo es uno, o no pudo salvarnos. Es la misma argumentación que ya utilizó San Atanasio para defender la fe de Nicea: Lo que no fue tomado, no fue curado. Si el Verbo no hubiese tomado sobre sí a la naturaleza humana con toda radicalidad, no habría salvado al género humano. Y por esta razón, Santa María es Madre de Dios. He aquí algunas de sus frases:
«Un simple hombre no podía salvar; un simple Dios no podría sufrir (…) Siendo Dios se hizo hombre; por aquello que El era nos ha salvado; por aquello que ha llegado a ser, ha sufrido (…) El ha destruido la sentencia que nos condenaba a las espinas, porque ha sido coronado de espinas. Es el mismo Cristo el que ha estado en el seno del Padre y en el vientre de la Virgen, el que ha estado en los brazos de su madre y en las alas de los vientos, el que es adorado por los ángeles y el que come con los publicanos. Los serafines no osan mirarle cara a cara, y Pilato lo somete a interrogatorio»(40).

LOS SERMONES DE TEODOTO DE ANCIRA Y ACACIO DE MELITENE

En la misma línea de Proclo, aunque quizás con menos perfección literaria, encontramos los tres sermones de Teodoto de Ancira(41); el primero pronunciado en Éfeso en la Iglesia de San Juan Evangelista, y los otros dos leídos en el Concilio(42). El primero está centrado en la unidad de Cristo como fundamento imprescindible de la soteriología cristiana; el segundo alude con insistencia a la maternidad virginal utilizando las imágenes y la argumentación que eran ya tradicionales, como la zarza que arde sin consumirse, o la consideración de que el Autor de la inmortalidad no sólo no corrompió a su Madre, sino que le regaló la incorrupción; el tercero, pronunciado un día de Navidad, es el más florido de todos. He aquí una muestra:
En el exordio:
«Ilustre y prodigiosa es la ocasión de esta fiesta: ilustre, porque ella ha traído la salvación a los hombres; prodigiosa, porque ha vencido las leyes de la naturaleza. Pues, la naturaleza no conoce una virgen después de dar a luz, pero la gracia muestra a una madre, que ha permanecido virgen;1a gracia ha convertido a una mujer en madre y, sin embargo, no ha dañado su virginidad. La gracia ha conservado la virginidad. ¡Oh tierra que; sin semilla, hace brotar el fruto de la salvación! ¡Oh virgen que sobrepasa al mismo paraíso del Edén! Este paraíso ha producido toda clase de plantas, que surgían de la tierra virgen, pero esta Virgen es superior a esa tierra. Pues ella no ha hecho brotar árboles frutales, sino la vara de Jesé que trae a los hombres un fruto salvador. Esa tierra era virgen y María también es virgen, pero Dios encomendó a esa tierra el dar árboles, mientras que el mismo Creador se convirtió en fruto de esta Virgen según la carne. Ni la tierra ha recibido vástagos antes de producir los árboles, ni la Virgen ha perdido su virginidad por el hecho del alumbramiento. La Virgen es más ilustre que el paraíso, pues éste ha sido un campo cultivado por Dios, mientras que Ella ha producido a Dios según la carne, cuanto El eligió unirse a la naturaleza humana»(43).

El tema de Adán hecho de tierra virgen y el nuevo Adán hecho también de tierra virgen tiene una gran importancia en la teología ireneana(44). Son imágenes y argumentaciones que se han venido repitiendo desde entonces. Aquí radica una de las causas de la grandeza de la patrística griega, especialmente en los sermones: no se intenta un gran originalidad. Se intenta ante todo llegar al pueblo, hablándole de lo que ya le es familiar. El tiempo y la piedad van adensando ideas e imágenes, como sólo puede hacerlo una decantación de siglos. Un buen ejemplo es la forma en que Teodoto utiliza el argumento tan habitual de que el incorruptible no iba a corromper a su Madre:
«El ha sido concebido como hombre, y como Dios-Verbo ha conservado la virginidad. Pues si nuestro verbo, una vez concebido no corrompe el pensamiento, tampoco el Verbo esencial y sustancial de Dios, una vez concebido, ha corrompido la virginidad»(45).

El sermón de Acacio(46) pronunciado en Éfeso es mucho más breve, pero no menos enjundioso. He aquí este argumento magníficamente elegido para conmover al pueblo de Efeso:
«Yo no privo a la Virgen Madre de Dios del honor con que la ha adornado su servicio a la economía de la salvación. Sería absurdo que se glorificase a la cruz ignominiosa que lleva a Cristo, y a los altares de Cristo; que la cruz brillase en el frontispicio de los templos y, en cambio, que se privase de la dignidad de Madre de Dios a aquella que acogió a la divinidad para un beneficio tan grande. La Santa Virgen es, pues, Madre de Dios; pues el que ha nacido de ella es Dios. El no ha comenzado a existir a partir de su concepción; ha comenzado a ser hombre a partir de la concepción»(47).

EL SERMÓN DE SAN CIRILO

De los sermones pronunciados en Efeso, ninguno tan hermoso como el breve sermón de San Cirilo que consta en las Actas como el documento 80. Es el mismo que se lee en el oficio de lecturas de la festa de la Virgen de las Nieves. Está editado en PG 77, 991-996. El sermón tiene lugar en la iglesia de Santa María. Nos centraremos en este sermón analizando su argumentación y citando sus expresiones más hermosas, que, dada su claridad, necesitan de poca explicación. También Cirilo sabe utilizar un espléndido lenguaje y una construcción teológica, sencilla y coherente, envuelta en el rico lenguaje oriental. Y sabe llegar al corazón de sus oyentes:
«Tengo ante mis ojos una brillante asamblea: todos los santos se han reunido aquí con fervor, llamados por Santa María Madre de Dios, siempre virgen. Yo estaba lleno de pena, pero la presencia de los santos Padres ha cambiado esta tristeza en gozo. Se cumple ahora en nosotros esta dulce palabra del salmista David: ¡Cuán bueno y cuán gozoso el que los hermanos convivan unidos! (Sal 132,1).
»Te saludamos, santa y misteriosa Trinidad, que nos has convocado a la Iglesia de María Madre de Dios. Te saludamos, María, Madre de Dios, augusto tesoro de toda la tierra habitada, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la ortodoxia, templo indestructible, receptáculo de Aquél que no puede ser contenido, madre y virgen (…)
»Dios te salve a Ti, que has contenido en tu santa matriz virginal a Aquél a quien nada puede abarcarle; a Ti por quien la santa Trinidad es glorificada y adorada en toda la tierra; a Ti por quien se alegran los cielos; por quien exultan los ángeles y los arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo tentador ha caído del cielo; por quien la creación caída es elevada al cielo; por quien ha llegado al conocimiento de la verdad toda la creación esclavizada a los ídolos; por quien se ha dado el santo bautismo a 1os creyentes (…) por quien el Hijo único de Dios ha brillado como una luz para aquellos que vivían en las tinieblas y en las sombras de la muerte (Lc 1,79)»(48).

LOS SERMONES DE PABLO DE EMESA EN ALEJANDRÍA

Entre los textos postconciliares merecen atención dos sermones de Pablo de Emesa, breves, pero que describen cuál es el ambiente popular de aquellos años(49). El primero fue pronunciado el día 25 de diciembre del año 432, ante el mismo Cirilo. Se respira un ambiente de triunfo y de fervor popular:
«Es oportuno exhortar hoy vuestra Reverencia, dice dirigiéndose a Cirilo, a formar un coro sagrado con nosotros y a cantar con los santos ángeles: Gloria a Dios en cl cielo y paz sobre la tierra, bendición divina a los hombres (cfr Lc 2,14). Pues nos ha nacido un niño en el que tiene su esperanza toda la creación visible e invisible. Hoy se cumple el embarazo prodigioso y tienen fin las molestias del embarazo de la Virgen que no ha conocido esposo. ¡Oh maravilla! La Virgen da a luz y permanece virgen. Ella se convierte en madre, pero no le sucede exactamente lo mismo que a las otras madres. La Virgen ha dado a luz como es lo natural en las madres, pero permaneciendo virgen, como no sucede en quienes dan a luz. El profeta Isaías ya había visto de antemano el milagro cuando exclama: He aquí que la virgen está en cinta y va a dar a luz un hijo y se le dará por nombre Emmanuel (Is 7,14). El evangelista interpreta este nombre al decir que se traduce Dios con nosotros (Mt 1, 23).
»El pueblo grita: !Esta es nuestra fe! !Don de Dios, ortodoxo Cirilo! !Esto es lo que queríamos oír! ¡anatema a quien nos hable así!
»El obispo Pablo prosigue: ¡Anatema fuera de la Iglesia a quien no dice esto, a quien no piensa esto, a quien no tiene estos sentimientos! «María, Madre de Dios, ha, pues, dado a luz al Enmanuel. El Enmanuel, es decir, el Dios encarnado. Pues Dios Verbo, engendrado por el Padre antes de todos los siglos de modo inefable y por encima de todo conocimiento, ha sido engendrado en estos últimos días por una mujer. En efecto, habiendo asumido completamente nuestra naturaleza, habiéndose apropiado desde el comienzo de la concepción las cualidades humanas, y habiéndose fabricado nuestro cuerpo como templo, ha salido de la Madre de Dios, como Dios perfecto y al mismo tiempo hombre perfecto. El concurso de las dos naturalezas, es decir de la deidad y de la humanidad, ha constituido para nosotros un solo Hijo, un solo Cristo, un solo Señor.
»El pueblo grita: ¡Bienvenido, obispo ortodoxo! Digno entre los dignos. Los cristianos dicen: Don de Dios, ortodoxo Cirilo.
»El obispo Pablo dice: Yo también sabía, amados míos, que había venido a visitar a un padre, a un ortodoxo»(50).

El ambiente está perfectamente reflejado. Idéntico ambiente festivo encontramos en el segundo sermón de Pablo de Emesa, pronutciado el 6 Tibi (1 de enero) del 433. Es una descripción sucinta y clara de la doctrina ciriliana sobre la encarnación. Al final, exclama Pablo:
«Os hemos presentado una doctrina que es vuestra doctrina. Es la doctrina de vuestro padre. Es vuestro tesoro ancestral, la enseñanza del bienaventurado Atanasio, la enseñanza del gran Teófilo, esas columnas de la ortodoxia. Pero ya que habéis soportado mis balbuceos con paciencia, oid ahora la sabiduría de vuestro padre. Habéis oído la flauta del campesino; oíd también la trompeta con toda su fuerza.
»El pueblo grita: ¡Hijo de Teófilo y de Atanasio, escuchamos la sabiduría de Cirilo!»(51).

El ciclo de sermones en torno a Éfeso se cierra en un claro ambiente de euforia. La afirmación de la maternidad de Santa María no sólo reafirmaba la unidad de Cristo, sino que abría una nueva etapa en la piedad mariana y en los perfiles más característicos de la vida cristiana. En efecto, desde la conciencia refleja de la dignidad maternal de Santa María, el pueblo cristiano –incluidos los obispos– captaron mejor no sólo el honor que se debe a María, sino su papel único en la historia de la salvación y su excelso poder de intercesión. Como observa Toniolo citando las homilía de Proclo y de Basilio de Seleucia, se llegó así a expresar un culto de hiperdulía a la Virgen, tras comprender su dignidad y su singular poder intercesor como Madre de Dios(52).

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Notas
1. Pontificia Academia Mariana Internationalis, De primordis cultus mariarni: Acta Congressus Mariologici-mariani Internationalis in Lusitania anno 1967, Roma 1970 (6 vols.); De cultu mariano saeculis VI-XI: Acta Congressus Mariologici-mariani Internationalis in Croatia anno 1971 celebrato, Roma 1972 (4 vols.).
2. Cfr p.e., D. Fernández, La spiritualité Mariale chez les Pères de l´Église, en «Dictionnaire de Spiritualité», 423-440; L. Gambero, Culto, en «Nuevo Diccionario de Mariología», Madrid 1988, 534-554.
3. Cfr p.e., San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios, 7,2; 18,2;19,1; Carta a los Esmirniotas, 1,1.
4. Cfr San Justino, Diálogo con Trifón, 87,2; 100,4-6.
5. San Ireneo, Adversus haereses, III, 22, 4.
6. San Ireneo, Adversus haereses, V,19, 1.
7. Cfr p.e., M. Jourjon, Marie avocate d’Eva selon saint Irénée, en De primordis cultus mariani, cit., t. 2, 143- 148; D. Fernández, La spiriturilité Mariale chez Pères de l’Église, cit., 424.
8. Cfr p.e., C. Vaggagini, Maria nelle opere di Origene, Roma 1942; H. Crouzel, La mariologia di Origene, Milán 1968.
9. Orígenes, In Joannem 1, 4, GCS 4, p. 8.
10. Esta noticia de Sócrates sugiere a G. Giamberardini que el título Theotokos era ya corriente en Egipto en la época de Orígenes; y que éste se vio en la necesidad de precisar en qué sentido se llama a Santa María Theotokos. Cfr G. Giamberardini, Il «Sub tuum praesidium» e il titolo Theotokos nella tradizione egiziana, en «Marianum» 31 (1969) 350-351; A.M. Malo, La plus ancienne prière à notre Dame, en De primordis cultus mariani, cit., t. 2, 475-485.
11. Cfr Bagatti, Transitus Mariae, en «Marianum» 32 (1970) 279-287.
12. Cfr G. Aranda.
13. Cfr San Gregorio de Nacianzo, Oratio 24,10-11; PG 35,1180-1181.
14. Cfr San Gregorio de Nisa, De vita beati Gregorii, PG 46, 912.
15. Cfr San Cirilo de Alejandría, Contra Julianum, 8, PG 76, 901.
16. San Atanasio, Carta a las vírgenes, CSCO 151, 72 y 76.
17. He estudiado este asunto en La Maternidad divina de María. La lección de Éfeso, en «Estudios Marianos» y en el título de «Madre de Dios» en los autores preefesinos, ponencia presentada en la Semana de Estudios Marianos celebrada en Huelva (Septiembre de 2001).
18. San Jerónimo, Epístola 22, 8; Adversus Jovinianum,1,31.
19. Cfr E. Toniolo, Padres de la Iglesia, en S. de Fìores y S. Meo (eds.), «Nuevo Diccionario de Mariología», Madrid 1988,1541.
20. Cfr I. Bengoechea, Doctrina y culto mariano en San Isidoro de Sevilla, en De cultu mariano saeculis VI-Xl, cit., t. 3, 161-195; G. Gironés, La Virgen en la liturgia mozárabe, en «Anales del Seminario de Valencia», 4, 1964.
21. Cfr J.M. Cascante, Doctrina mariana de San Ildefonso de Toledo, Barcelona 1958; La devoción y el culto a María en los escritos de san Ildefonso, en De cultu mariano saeculis VI-XI, cit., t. 3, 223-248.
22. Cfr G. Giamberardini, Il «Sub tuúm praesidium» e il titolo «Theotokos» nella tradizione egiziana, en «Marianum» 31 (1969), 350-358.
23. Ms. Reising, Ms. Nonantola, Ms. Marturi. Cfr G. Giamberardini, Il «Sub tuum praesidium» e il titolo «Theotokos» nella tradizione egiziana, cit., 333-335
24. Ibid, 336.
25. Ibid, 337.
26. Cfr E. Toniolo, Akáthistos, en S. de Fiores y S. Meo (eds.), «Nuevo Diccionario de Mariología», cit., 64-74. Cfr también Id., L’Inno acatisto, monumento di teologia e di culto mariano nella chiesa bizantina, en De cultu mariani saeculis VI-XI, cit., t. 4, 1-39; I. Ortiz de Urbina, En los albores de la devoción mariana: Akáthistos, en «Estudios Marianos» 35 (1970) 920; J. Castellano, Akáthistos. Canto litúrgico mariano, Roma 1979; A. Molina, María, Madre de la Reconciliación, en el himno Akáthistos, en «Estudios Marianos» 50 (1985) 111-138.
27. Cfr J.M. Quercii, In hymnum Acathistum, PG 92,1354.
28. G. Pisidas, Hymnus Acathistus, PG 2,1346.
29. Cfr R. Laurentin, Table rectifìcative des pièces authentiques ou discutiès contenues dans les deux Patrologies de Migne, en Court Traité de Théologie Mariale, París 1953,163.
30. Cfr S. Alvarez Campos, Corpus Marianum Patristicum II, Burgos 1970, nn. 923-933. He estudiado este Sermón en La mariología de san Gregorio de Nisa, en Scr Th 10 (1978) 409-46. El texto de este Sermón aún no ha aparecido en la Edición de W. Jaeger, Gregorii Nisseni Opera.
31. J.A. De Aldama, Repertorium pseudochrisostomicum, París 1965, 77-78.
32. Sermo de Annuntiatione, PG 62, 762.
33. Ibid, 766.
34. Proclo no tomó parte activa en el Concilio de Éfeso, pero ayudó a que su doctrina fuese recibida en Constantinopla. Es el Patriarca que mandó traer a Constantinopla los restos de San Juan Crisóstomo en el año 438. Muere en el 446 (Cfr J. Quasten, Patrología II, 1962, 545).
35. Cfr PG 65, 679-692; J.D. Mansi, 4, 577-588. Existen también traducciones siríaca, armenia y etiópica (cfr J. Quasten, Patrología II, cit., 546). Sobre su autenticidad, cfr R. Laurentin, Court traité de théologie mariale, París 1953, 161-163.
36. Homilía de Proclo de Cízico, nº 1. Cfr A.J. Festugière, Ephèse et Chalcédoine. Actes de Conciles, Beauchesne, París 1982, 154. Cfr E. Schwartz, Acta Conciliorum Oecumenicorum. Concilium Ephesinum, I, Berlín 1927, I, 1, 103. La imagen que utiliza Proclo es muy rica: El Verbo está en el seno de 1a Virgen, porque Ella atendió al mensaje del ángel, es decir, porque le engendró al recibirle por la fe.
37. Homilía de Proclo de Cízico, n. 2. Cfr J. Festugière, o. c.,155. Cfr E. Schwartz, o.c., I, l,104.
38. Ibidem, nº 3.
39. Ibid, nº 3.
40. Ibidem, nº 9.
41. Teodoto de Ancira fue primero amigo de Nestorio, y después su decidido adversario en Éfeso. Murió antes del 446. Cfr A. de Nicola, Dizionario Patristi e di Antichità Cristiane II, Roma 1984, 3399.
42. Cfr A.J. Festugière, o. c., 267-294;. Cfr E. Schwartz, o.c., I, 2, 71-90.
43. Tercer.sermón de Teodoto de Ancira, n.1. Cfr A. . Festugière, o. c., 281;. Cfr E. Schwartz, o.c., I, 2, 80.
44. Cfr p.e., San Ireneo, Adversus Haereses, 3, 21, 10-22; 1. Cfr A. Orb
e, Antropología de San Ireneo, Madrid 1969, 84-89.
45. Ibid, nº 2.
46. Acacio fue elegido obispo de Melitene antes del 430. Fue un apasionado adversario de Nestorio. Murió en torno al 438. Cfr D. Stiernon, Acacio de Melitene, en Dizionario Patristico e di Antichità Cristiane I, Roma 1983, 23.
47. Sermón de Acacio de Melitene. Cfr A.J. Festugière, o.c., 297; Cfr E. Schwartz, o.c., l, 2, 91.
48. Cirilo contra Nestorio cuando los siete se reunieron en Santa María, Cfr A.J. Festugière, o. c., 311-312;. Cfr E. Schwartz, o.c., I, 2,102.
49. Pablo fue obispo de Emesa después del 410. Tuvo parte muy activa en Éfeso y en los acontecimientos que le siguieron. Murió entre el 43 y el 455.
50. Primer.sermón de Pahlo de Emesa en Alejandría. Cfr A.J. Feshzgière, o. c., 477-479;. Cfr E. Schwartz, o.c., I, 4,9-11.
51. Segundo sermón de Pablo de Emesa en Alejandría, Cfr A.J. Festugière, o. c., 483;. E. Schwartz, o.c., I, 4,14.
52. Cfr E. Toniolo, Padres de la Iglesia, en S. de Fiores y S. Meo (eds.), «Nuevo Diccionario de Mariología», Madrid 1988,1541.

Fuente: Lucas F. Mateo-Seco

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El nuevo catolicismo de los tres últimos Papas es más apto para evangelizar a los evangélicos [2013-05-29]

En busca de la vuelta del hijo pródigo.
La nueva etapa del catolicismo como una subcultura doctrinalmente compacta, con los ojos fijos en Cristo y en sus enseñanzas, y en la evangelización, es la nueva fase del catolicismo en estos tiempos de una sociedad laicista, que restringe la expresión de la religiosidad.

 

catolicismo evangelico

 

Este nuevo catolicismo, que suele llamarse “Catolicismo Evangélico”, además tiene la especial ventaja de ser más atractivo para los protestantes, porque pueden ver contestadas algunas de las dudas que tienen sobre la iglesia católica.

LAS ETAPAS HISTÓRICAS DEL CATOLICISMO

George Weigel explica el desarrollo histórico del catolicismo evangélico, como una reforma iniciada por el Papa León XIII (1878-1903), desarrollada por los renovadores de principios del siglo XX, formalizada por el Concilio Vaticano II, e interpretada con autoridad por Juan Pablo II y Benedicto XVI, y ahora expresada con especial aplomo por el Papa Francisco.

Es una señal de la capacidad del catolicismo para retener las verdades permanentes e inmutables de la fe al tiempo que permite nuevas expresiones – tan antiguas y tan nuevas.

Como Weigel explica:

«El catolicismo evangélico es un desarrollo guiado por el Espíritu que refleja las contingencias culturales de la historia, al igual que otras evoluciones en los últimos dos mil años».

Entre los cuales podríamos identificar:

(1) la Iglesia Patrística,

(2) la Iglesia medieval, y,

 (3) Iglesia de la Contrarreforma. 

Cada una era necesaria para las exigencias de su tiempo, cada una estaba en consonancia con la verdad perdurable, y cada una dio paso a una nueva forma.

La iglesia patrística, fue un desarrollo de más o menos de mil años entre la Iglesia primitiva y medieval, produjo los credos, nos dio a los Padres, y evangelizó a los paganos.

Los 500 años de catolicismo medieval nos dieron las Catedrales, teologías sistemáticas, y las principales órdenes religiosas antes de la fragmentación.

Y aproximadamente en el mismo tiempo de 500 años, la Contrarreforma, convirtió gran parte del hemisferio occidental, resistió los embates de la Revolución Francesa, se encontró con los retos del totalitarismo del siglo XX, y muchas otras cosas.

LA NUEVA ETAPA: EL CATOLICISMO EVANGÉLICO

Y, sin embargo, su tiempo ha pasado. Guiada por el Espíritu, la Iglesia se mueve a una «nueva evolución en… autocomprensión y libre expresión», aunque, por supuesto, la forma en que la Iglesia se expresa y se vive a sí misma nunca altera fundamentalmente las «marcas permanentes» de la Iglesia, a saber, «la unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad.»

A pesar de la constancia de los elementos esenciales, la nueva expresión es, a veces, bastante diferente en la sensación y el lenguaje, aunque nada realmente ha cambiado. Es la misma Iglesia que proclama la misma fe en el mismo Señor.

El catolicismo evangélico es un término que se utiliza para capturar la versión católica de una política de la identidad del siglo XXI, que refleja la transición histórica a largo plazo del cristianismo en Occidente como una mayoría formadora de la cultura al cristianismo como una subcultura, incluso si es grande e influyente.

Y sus tres pilares son:

* Una fuerte defensa de la identidad católica tradicional, es decir, el apego a los marcadores clásicos del pensamiento católico (ortodoxia doctrinal) y la práctica católica (la tradición litúrgica, la vida devocional, y autoridad).

* Robusta proclamación pública de la enseñanza católica, con énfasis en la misión «ad extra» del catolicismo, el cambio de la cultura a la luz del Evangelio, en lugar de «ad intra», la reforma interna de la Iglesia.\

* La fe vista como una cuestión de elección personal en lugar de la herencia cultural, que, entre otras cosas, implica que, en una cultura altamente secular, la identidad católica nunca puede darse por sentada. Ella siempre tiene que ser probada, defendida y expresada.

TAMBIÉN PRESENTA UNA VERDADERA OPORTUNIDAD DE LLEGAR A LOS PROTESTANTES EVANGÉLICOS

La «fiebre romana» es un fenómeno protestante bien documentado, quizás especialmente entre los académicos y estudiantes universitarios, lo que provoca la pregunta frecuente «¿Por qué tantos evangélicos van a Roma»

Una buena parte de esto se traduce en el hecho de que la razón por sí sola no es suficiente, siempre requiere la tradición, y como evangélicos que buscan recuperar la tradición, descubren la Tradición. 

Mientras recuperan el pasado, también encuentran la enorme magnitud y profundidad de la herencia intelectual católica, incluyendo su música, el arte, la literatura y la poesía, todo lo que proporciona un lugar para vivir, en lugar del hundimiento furioso en la constante reinvención.

CUATRO CATEGORÍAS DE DIFERENCIAS

Mientras que las sospechas no son tan profundas como lo eran antes, en parte debido a la cooperación ecuménica sobre temas como el aborto y el matrimonio, todavía muchos evangélicos tienen dudas (por decirlo suavemente) sobre el catolicismo romano, en gran medida, en cuatro categorías:

(1) el estatus de la Biblia, y cómo se relaciona con las doctrinas acerca de María, los santos, y el purgatorio,

(2) la infalibilidad papal (por mucho que esto repite lo anterior),

(3) la justificación, y la fe y las obras, y,

 (4) las cosas católicas – estatuas, oraciones, el Rosario, los guardias suizos, los niños ruidosos en la Misa, la incapacidad extraña de cantar, y así sucesivamente.

No hay que subestimar la cuarta categoría. Muchos preguntan: Qué pasa con los católicos y la bebida. Por qué la gente está tan distraída durante la Misa. Por qué no hay oraciones espontáneas. Por qué son cortas las homilías, etc.

POCAS PREGUNTAS ACERCA DE LA JUSTIFICACIÓN

A pesar de que en una encuesta de las preocupaciones se anote esa objeción, la tercera, ellos la consideran más una cuestión de teoría no de un hecho de la realidad diaria.

Pero ¿cómo puede ser eso?

En primer lugar, el mundo protestante evangélico es una mezcolanza de teologías, una buena parte de las cuales no están vinculadas a los reformadores magisteriales sobre la justificación, por lo que hay mucho debate sobre eso, a veces se calienta, y un buen número de evangélicos no están excesivamente ligados a la autoridad bíblica de todos modos.

En segundo lugar, la mayoría de las personas en los bancos no son teólogos o historiadores de la Iglesia, y los evangélicos están quizás especialmente preocupados de no ser abrumados por el pasado y por lo tanto no demasiado preocupados para distinguir la “sola fide de la sola gratia”.

En tercer lugar, los jóvenes están más preocupados por el cuidado de los pobres y luego con los puntos más finos de las disputas teológicas del siglo XVI.

En otras palabras, si bien se enumeran las cuatro categorías de objeciones, la más alienante y preocupante para muchos es la cuarta; el catolicismo sólo parece extraño y ajeno a lo más destacado del evangelismo, que es un compromiso, personal, y relación significativa con Jesús. Y desde la perspectiva de un joven evangélico, los católicos no entienden esto.

UNA ANÉCDOTA

Uno joven estudiante de teología estaba estudiando en serio el catolicismo. Asistía a misa, estaba en una conversación con un sacerdote local que le habían recomendado, y estaba en el difícil trabajo de leer el Catecismo y a algunos teólogos. Y le encantaba lo que estaba leyendo.

Eventualmente, sin embargo, se fue a una congregación presbiteriana porque, según sus palabras,

«la gente en misa estaban muy desinteresados ??y eso fue un serio desafío a mi fe».

 Por un lado, esto pone de manifiesto una diferencia cultural en el punto de ir a los servicios, yo voy a misa, sobre todo, a recibir a Jesucristo en la Eucaristía.Todo lo demás es una ventaja.

Pero a un joven evangélico, se le enseña que si no tiene una experiencia de Dios algo anda mal, por lo que tiene que expresar su entusiasmo como prueba de su experiencia.

Un pastor dijo una vez que hay que «adorar duro»- es decir, con visible emoción y entusiasmo, de modo de ayudar a otros a tener una experiencia similar.

Si esta es la expectativa, las oraciones murmuradas, homilías aveces no inspiradas y la música (¡Dios mío, la música de algunas parroquias!) puede ser visto como un signo de que algo está muerto, una religión sin espíritu. Por supuesto, este poco entender la misa y un imperialismo de las expectativas, hace la diferencia cultural.

OTRA ANÉCDOTA

Otro joven había leído Aquino, Agustín y Atanasio, había estudiado con los jesuitas, había aprendido la música antigua, sabía el arte, encontró a los santos, se quedó impresionado con el compromiso con los pobres, pero hasta que conoció a los católicos evangélicos para quien, como dice Weigel, la amistad con Jesucristo era lo principal, no estaba convencido.

Lo que Weigel describe hace sentido a los evangélicos, y junto con los marcadores de la unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad es precisamente lo que un buen número de ellos / nosotros estamos buscando:

«en la amistad con Jesucristo, llegamos a conocer el rostro de Padre misericordioso, quien experimenta el poder del Hijo para perdonar pecados, ve al Padre misericordioso, que da la bienvenida a la casa a los hijos pródigos y los reviste con las vestiduras de la integridad».

La Gran Comisión continúa, y al experimentar la actual contracción de la cristiandad, la Unidad de la Iglesia será especialmente importante. La bienvenida a casa de los que se fueron será una tarea enorme, que requiere paciencia y caridad.

Sin embargo, una buena parte de este trabajo se podría lograr si sólo hiciéramos lo que deberíamos estar haciendo de todos modos, si fueramos lo que deberíamos ser: amigos de Jesús.

Una Iglesia sin Cristo no vale la pena tener, pero una iglesia cristocéntrica llevará a casa a sus hermanos y hermanas separados, y evangelizará a aquellos que ya tienen fe, pero esperan por su plenitud.

Fuentes: Crisis Magazine, Signos de estos Tiempos

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La línea del papa Francisco es la de los santos sociales como Don Bosco y Don Orione [2013-05-24]

Exponente de la doctrina social tradicional de la Iglesia.
La semana pasada escribíamos sobre una tesis que hemos manejado desde la elección del papa Francisco en varios artículos, que no es una simpatizante de la teología de la liberación ni un “progresista” izquierdizante, ver aquí. Lo hicimos tratando de explicar las razones por las que los sectores conservadores no deben temerle.

 

bergoglio y chico en silla de ruedas

 

Porque ha sucedido, que desde el inicio de su pontificado, Francisco ha sido objeto de ataques temiendo que la iglesia vuelva a los excesos litúrgicos anteriores a Benedicto XVI, muchos de ellos promovidos por Juan Pablo II, y han aprovechado ciertas profecías para ir en su contra y utilizaron, o “fabricaron” mensajes de videntes poniéndolo como el anticristo.

MUCHAS COSAS PUEDE SER, PERO NO REBELDE IZQUIERDISTA

Lo cierto es que se pueden decir cosas de Francisco, pero nó que es afín a la teología de la liberación, o progres, o izquierdizante.

Aunque los verdaderamente izquierdizantes, los afines a la teología de la liberación, se han congratulado con Francisco y le siguen dando una carta de crédito, porque hace mucho que no se ve un Papa con tal énfasis social, y creen que el monopolio de ocuparse de los pobres es de ellos, por eso reflexionan ‘es de los nuestros’.

Ahora el reconocido periodista y vaticanista Vittorio Messori ha explicado por qué el papa Francisco no un «progresista», sino que se enmarca en una tradición de católicos doctrinal y espiritualmente conservadores volcados en el amor hacia los pobres. Estaría en la línea de los grandes santos sociales y fundadores de órdenes caritativas del siglo XIX.

LA EXPLICACIÓN DE VITTORIO MESSORI

El “catolicismo social” nace y florece en el siglo XIX y después en los primeros decenios del XX a manos de sacerdotes y de laicos marcados por los “progresistas” como “intransigentes”, “papistas”, “reaccionarios”. El compromiso extraordinario a favor de toda miseria humana que mueve a la Iglesia a partir del pontificado de Pío IX y continúa después hasta Pío XII, señala precisamente a los secuaces de la ortodoxia más rigurosa, los creyentes que se profesan fieles a la más estricta obediencia a la Jerarquía y, sobre todo, al papado. 

Por limitarnos a un ejemplo impresionante, el de la ciudad de Turín que, entre el siglo XIX y el XX conoció una explosión de santidad, aquí va un elenco sólo de los más conocidos, que ya son santos o beatos: 

-Cottolengo acoge a la escoria de la sociedad, a la que todos rechazan; 
-Bosco se da totalmente a favor de los hijos de los “proletarios”;
– Murialdo compite con él para transformar a los jóvenes ignorantes y hambrientos en buenos artesanos y ciudadanos; 
-Faà di Bruno sigue sus pasos para proteger a los últimos entre los últimos, las criadas explotadas, enfermas, despedidas porque ya son ancianas; 
-Cafasso gasta tesoros de caridad para aliviar la suerte de los más olvidados y despreciados, los presos; 
-Allamano se preocupa de los miserables más allá de Europa y envía a sus Misioneros de la Consolata; 
-Orione no pone límites al alivio de los más necesitados. 

Mientras los gobiernos liberales, a menudo inspirados por la masonería, no sólo se ocupan poco de los pobres, sino que les gravan incluso el pan (el “macinato”) y secuestran a los hijos durante años y años de servicio militar, mientras el naciente socialismo distribuye palabras y opúsculos, preocupándose más de la ideología que de la miseria concreta, he aquí que los católicos “papistas”, los despreciados “clericales reaccionarios” descienden al campo a ayudar en persona a los hambrientos, enfermos, ignorantes, abandonados. No sólo trabajando, sino levantando la voz contra tanta necesidad que los ricos quieren ignorar.

Pues bien, el Papa Francisco está entre los herederos de esta larga y admirable tradición del catolicismo llamado social. Por una serie de equivocaciones y de deformaciones propagandísticas se ha impuesto y está aún en vigor un esquematismo según el cual el compromiso a favor de los últimos estaría acompañado necesariamente de una perspectiva denominada “progresista”. Y, en el caso católico, “contestataria”, heterodoxa, polémica con relación a los dogmas y a las jerarquías. 

La historia dice lo contrario. Es significativa la confrontación polémica entre el padre Bergoglio y sus hermanos jesuitas atraídos por las ideologías de la teología de la liberación, inspirados por el Marx-leninismo. Su acción le llevó a los argentinos marginados, como a tantos santos de la caridad evangélica, que no necesitaban desafiar a la Iglesia y a los Papas, y proponer nuevas teologías y nuevas morales para poner en práctica la exhortación de Jesús a ser pobres entre los pobres.

Existe otra “marca católica” que señala a los sacerdotes y a los laicos del compromiso social: la devoción mariana. En las perspectivas cristianas “adultas” y “abiertas” se rechaza la devoción tradicional a la Virgen, con santuarios, peregrinaciones, rosarios; María, cuando es recordada, es a lo sumo una combatiente, una inspiradora para la lucha de clases, con su Magnificat, al que se le da una lectura política.

También en esto el Papa Francisco muestra su continuidad con los hermanos en la fe que han escalado las cimas de la santidad ensuciándose hasta el fondo las manos en los bajos fondos de la sociedad: todos, sin excepción, han sido partidarios ardientes de la que siempre han llamado “Nuestra Señora”.

La primera salida, la mañana después de la elección, ha querido que tuviera como meta la basílica de Santa María Maggiore, donde ha rezado delante de la imagen venerada desde siempre por el pueblo romano. En la tarde de ese mismo día ha querido ir a recitar el rosario a la gruta de Lourdes reproducida a tamaño natural en los jardínes vaticanos. Sus discursos espontáneos o leídos no se olvidan jamas de invocar a la Virgen. Precisamente el otro día ha anunciado que en cuanto pueda volará a Cagliari, a venerar al a Virgen de Bonaria que ha dado el nombre a su Buenos Aires.

Fuentes: Vittorio Messori, Signos de estos Tiempos

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Por qué fue tan importante ponerle nombre a las víctimas de los abortos de Gosnell [13-05-09]

Sacerdotes por la Vida le puso un nombre a cada abortado.
Imperdible testimonio del padre Frank Pavone sobre la ceremonia en que se puso nombre a cada uno de los 45 bebés abortados de los que quedaron restos en la clínica del Dr. Gosnell en Filadelfia, y las poderosas razones para hacerlo. Invitamos a orar por ellos.

 

altar de sacerdotes por la vida

 

Esta la Canasta Conmemorativa, arriba del altar, donde se colocaron los certificados (uno se muestra más abajo) con los nombres de los bebés en la capilla de Sacerdotes por la Vida.

Lo que sigue es el testimonio del padre Pavone.

El juicio del abortista Kermit Gosnell es mucho más que el juicio al hombre mismo. De una manera dolorosa, pone a EE.UU. cara a cara con el aborto, que, como su defensa argumentó, es «sangriento» y «real».

Para quienes han tenido abortos, les trae de nuevo en contacto con un dolor que nunca está muy lejos, y les pone en contacto una vez más con su necesidad de sanación. Esto es especialmente cierto cuando vemos con lo que el caso Gosnell nos ha confrontado: cuerpos de los bebés en bolsas y cajas de cartón en el congelador, pies cortados en frascos, unos 45 bebés recuperados en una redada en la clínica y confiada al médico forense de Filadelfia.

Como Director Pastoral del ministerio más importante del mundo para la sanación después de un aborto, Raquel  Vineyard, así como de la movilización más grande de los que hablan acerca de sus abortos, la Silent No More Awareness Campaign, he acompañado innumerables madres y padres en sus viajes de sanación. Y he presidido los entierros de muchos bebés abortados.

Uno de los momentos clave de este viaje de sanación después del aborto es cuando los padres nombran a sus hijos. El momento es poderoso y liberador. Hasta ese momento, el niño fue víctima de la deshumanización. Antes de que podamos matarlo, tenemos que deshumanizarlo. «Esto no es un niño», nos mentimos a nosotros mismos, o decimos: «Este no es un niño por el que soy responsable en este momento». Por estas u otras mil maneras, un velo de deshumanización cubre al niño; un abismo se introduce entre la humanidad de ese niño y la conciencia de nuestra necesidad de responder con un reconocimiento y aceptación incondicional. Pero el tiempo no es el adecuado, la carga demasiado grande, por lo que se cuida de mantener la apariencia de humanidad del niño lo más lejos de nuestra conciencia como podamos.

Y AHÍ ES DONDE EL PODER DEL NOMBRE ENTRA EN JUEGO

La gente tiene nombres. Una de las primeras cosas que hacemos al entrar en la presencia de otra persona – o incluso al aprender acerca de su existencia cuando sabemos de su presencia – es preguntar por su  nombre. El nombre expresa a la persona, invita a la presencia de la persona, y llama y da la bienvenida a la persona, se reconoce que hay algo en común entre la persona y nosotros mismos, y por lo tanto recibiendo su nombre les ofrecemos los nuestros.

En el caso del Dr. Gosnell, hemos oído hablar de los 45 bebés recuperados de la clínica. Y hemos leído el informe del Gran Jurado y oído a los testigos que hablan de «Baby Boy A», «Baby Boy B», Baby C, D, E, F y G.

Pero ahora es el tiempo, en nuestro viaje colectivo a través de esta pesadilla, para conectar con estos niños más directamente. Es hora de nombrar  a los niños. No tenemos ninguna evidencia de que nadie les haya dado un nombre o estuviera interesada en darles un nombre. De hecho, estos niños fueron llevados a un centro de aborto a matarlos y luego desecharlos. El hecho de que sus padres los abandonaron nos da permiso para hacerlo. «Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá», nos dice la Escritura (Salmo  27:10). «Te he llamado por tu nombre, tú eres mío», dice el Señor (Isaías  43:1). Como escribió el Papa Juan Pablo II, «… Dios ha confiado la vida de cada individuo a sus compañeros seres humanos, hermanos y hermanas» (Evangelium Vitae, 76). Desde este punto de vista, entonces, es que somos una sola familia humana llamada a la existencia por Dios, estos niños también son nuestros. Y es por eso que podemos nombrarlos cuando nadie más lo hace.

Esto es lo que Sacerdotes por la Vida ha hecho. El jueves de Ascensión, 9 de mayo 2013, se celebró una sencilla ceremonia en la capilla de la sede de Sacerdotes por la Vida en Staten Island, NY. Escuchamos la Palabra de Dios, oramos por estos niños, sus familias y por los que participaron en su muerte. Y luego los nombramos. Yo elegí el nombre de «Adán» para «Baby Boy A», simplemente como un recordatorio de que Adán, el primer hombre creado, nos recuerda que en cada hombre – y en cada niño – está toda la humanidad representada de alguna manera, y que nuestra respuesta a esa persona, ya sea de aceptación o de rechazo, da forma a nuestra respuesta a toda persona. Puse el nombre de Michael al «Baby Boy B», para recordarnos que en la lucha entre el bien y el mal que se libra en nuestra cultura y en nuestra propia mente y corazón, elegimos cómo vamos a responder a cada persona.

La mayoría de los otros nombres son de género neutro, ya que no disponemos de información sobre el sexo de la mayoría de los bebés.

Por otra parte, la ceremonia de nombramiento tuvo lugar en esta fiesta de la Ascensión, para este día, la humanidad que el Señor Jesús llevó a las alturas de los cielos es la misma naturaleza humana común a todos – ricos y pobres, sanos y enfermos, nacidos y no nacidos – y de todos estos bebés. Recordamos a todos los bebés que murieron por el Dr. Gosnell, mucho más allá de los que se encontraron en su clínica, así como a los más de 50 millones de niños que murieron en todo Estados Unidos desde  que Roe vs Wade declaró que no eran personas.

Los nombres que dieron a los 45 bebés siguen abajo.

Le invitamos a orar por ellos y sus familias, y por el Dr. Gosnell y su personal.

Esperamos, una vez recibido el permiso del médico forense, dar a estos niños un funeral y entierro adecuados.

NOMBRES DE LOS BEBÉS DE GOSNELL 

 

certificado de vida

 

Del informe del Gran Jurado:

«El médico forense de Filadelfia analiza los restos de 45 fetos incautados a la clínica. De estos, 16 fueron en el primer trimestre, 25 fueron en el segundo trimestre, de 12 a las 21 semanas, 2 fueron de 22 semanas, 1 fue de 26 semanas y 1 fue a las 28 semanas» 

Adam (Bebé Boy A, abortado a las siete y meses y medio, de seis libras de peso)

Michael (Bebé Boy B, matado a las 28 semanas)

Alex (Bebé C, respiró durante 20 minutos después de sacado).

Chris (Bebé D, fue tirado en la taza del baño y fue visto nadando allí)

Andy (Bebé E, a Este bebé se le oyó quejarse)

Lou (Bebé F, la pierna de este bebé se sacudió y se movió después de haber sido sacado)

Pat (Bebé G)

Joshua
David
Ashley
Sal
Terry
Sam
Val
Tony
Ronnie
Sarah
Melanie
Sandy
Corey
Drew
Ryan
Toby
Sean
Kelly
Carroll
Joseph
Benjamin
Stacey
Gabriel

Brett
Julian
Taylor
Courtney
Danny
Kim
Mandy
Robin
Austin
Abel
Michelle
Lisa
Shannon
Nevin
Connor

Fuentes: Life Site News, Signos de estos Tiempos

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notorio REFLEXIONES Y DOCTRINA Sobre los Santos y Beatos

El fundamento bíblico de la mariología de Juan Pablo II

Juan Pablo II afirmó el lugar que ocupaban las Sagradas Escrituras en la teología, al comienzo de su pontificado en la constitución apostólica Sapientia christiana (15.04.1979): «La Sagrada Escritura debe ser como “el alma de la Sagrada Teología” la cual se basa como “fundamento perenne” (n.24) sobre la Palabra de Dios escrita junto con la Tradición Viva (cf. DV 24)»

Haciendo referencia a esta importante afirmación, mons. Juan Szlaga señala: “No debería interpretarse como luz verde para la exégesis y para los estudios bíblicos en general, es un deber, y desatenderlo significa en teología separarse del alma viva y vivificante”. La magistral afirmación de Juan Pablo II insertada en el documento sobre los estudios eclesiásticos universitarios, concierne obviamente también a la mariología.

Más recientemente, en cuanto a los temas marianos, se ha comparado de un modo interesante la metodología de los documentos pontificios anteriores al concilio con la de documentos actuales. “La Biblia está presente en unos y otros, pero la metodología utilizada de esta fuente básica de la teología es diametralemente distinta. Los documentes anteriores al Concilio buscan en la Biblia una confirmación de la propia doctrina o al menos una ilustración bíblica de ésta. La doctrina mariana del Concilio y los documentos marianos post-conciliares utilizan la Biblia de forma completamente distinta.

Los documentos marianos post-conciliares se centran principalmente en el mensaje bíblico mariano en el contexto de la historia de la salvación, incluida en sentido amplio. La Biblia en estos documentos constituye el fundamento, el punto de partida. Nos encontramos frente a dos métodos, uno tradicional, llamado “cristotípico”, que parte de los privilegios de María, comenzando por la maternidad divina hasta el dogma de la Asunción, y un segundo método, que generalmente se define como “eclesiotípico”, que parte del paralelo entre María y la Iglesia. A partir del Concilio surgió esta nueva dirección “horizontal, que fue prevaliendo progresivamente, aunque se tengan que considerar complementarias ambas tendencias.

A continuación mostramos un texto clave de la mariología conciliar sobre anunciaciones marianas del Antiguo Testamento, partiendo del capítulo VIII de la constitución dogmática Lumen gentium, donde se observa cómo ambas perspectivas estaban presentes en el Concilio: “Los libros del Antiguo y Nuevo Testamento y la venerable tradición muestran en forma cada vez más clara el oficio de la Madre del Salvador en la economía de la salvación, y por así decirlo, lo muestran ante los ojos. Los libros del Antiguo Testamento describen la historia de la Salvación en la cual se prepara, paso a paso, el advenimiento de Cristo al mundo. Estos primeros documentos, tal y como son leídos en la Iglesia y son entendidos bajo la luz de una ulterior y más plena revelación, cada vez con mayor claridad, iluminan la figura de la mujer Madre del Redentor; ella misma, bajo esta luz es insinuada proféticamente en la promesa de victoria sobre la serpiente, dada a nuestros primeros padres caídos en pecado (cf. Gen 3,15). Así también, ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emmanuel (Is 7,14; Miq 5,2-3; Mt 1,22-23). Ella misma sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El esperan con confianza la salvación. En fin, con ella, excelsa Hija de Sión, tras larga espera de la primera, se cumple la plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella la naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su carne.”

La summa mariológica del Concilio, junto a tres textos clásicos del Antiguo Testamento que hablan de la madre del Salvador y propios de la mariología cristotípica, el llamado “protoevangelio” (Gen 3, 15), la famosa profecía sobre Emanuel (Is 7, 14), con una referencia a la profecía de Miqueas (5, 2-3), similar en tiempo y contenido al texto de Isaías (Gen 3, 15; Is 7, 14; Mi 5, 2-3), menciona igualmente dos temas proféticos algo recientes en la mariología bíblica, pero que por el propio valor eclesial iluminan también el misterio de María: “ los humildes y los pobres de Yahvé» y la «Hija de Sión», ricamente simbólica y topoi de la mariología eclesio-típica.
Juan Pablo II también une perfectamente ambos métodos de la mariología, haciendo uso de los mismos textos. Se refleja muy bien en la encíclica Redemptoris Mater (1987), en la cual la primera parte (María en el misterio de Cristo) representa la mariología tradicional “cristotípica”, mientras que la segunda (La Madre de Dios en el centro de la Iglesia peregrina) es el ejemplo de la actual tendencia “eclesiotípica”.

La primera parte presenta a María en el misterio de Cristo y se la podría definir como “una síntesis de la mariología bíblica”. El Papa, en su obra se inspira sin duda en el octavo capítulo de la Lumen gentium. Más de 60 notas de la encíclica (sobre 147 en total) hacen referencia a LG 52-69, la introducción misma hace referencia al capítulo VIII de la Constitución conciliar sobre la Iglesia. Los textos bíblicos que el pontéfice cita en su encíclica son los mismos que aparecen en el texto conciliar, que aun citando escasamente el Antiguo Testamento, propone textos importantes de aspectos doctrinales. Pudiéndose leer así en la encíclica Redemptoris Mater: “El plan divino de la salvación, que nos ha sido revelado plenamente con la llegada de Cristo, es eterno. […] Abarca a todos los hombres, pero reserva un lugar particular a la mujer, que es la Madre de Aquel, al cual el Padre ha confiado la obra de la salvación”. Como escribe el Concilio Vaticano II, « ella misma es insinuada proféticamente en la promesa de victoria sobre la serpiente, dada a nuestros primeros padres caídos en pecado» – según el Libro de la Génesis (Gen 3,15); “igualmente, esta es la Virgen que concebirá y dará luz a un hijo que se llamara Emmanuel” – según las palabras de Isaías (Is 7, 14). De tal modo el Antiguo Testamento prepara aquella “plenitud del tiempo”, en la que Dios “envió a su Hijo, nacido de una mujer, [… ] para que recibiéramos el ser hijos por adopción”.

Hasta aquí no es necesario un análisis más profundizado de los textos “clásicos” del Antiguo Testamento utilizados por el Santo Padre en la primera parte de su encíclica. Son textos de los cuales se habla a menudo tanto en las obras tradicionales de mariología bíblica como en los comentarios en el Redemptoris Mater. Señalamos solamente que el Papa elabora el texto del Protoevangelio (Gen 3, 15) basándose también en sus meditaciones sobre la “nueva Eva”. Tal referencia aparece de nuevo al final de la primera parte de la encíclica en unas quince intervenciones de Juan Pablo II. En sintonía con la hermenéutica bíblica contemporánea, sin embargo, el Papa dirige las palabras del Protoevangelio directamente al Mesías anunciado y solo en segundo lugar a su Madre, la “nueva Eva”. Este título tradicional de María, que data de los tiempos de San Ireneo, aparece algunas veces en la enseñanza de Juan Pablo II y complementando la doctrina de San Pablo sobre Cristo “El Nuevo Adán”.

Con respecto al segundo de los textos clásicos: el de la Madre de Emmanuel (Is 7, 14), aparece en la enseñanza de Juan Pablo II unas doce veces, confirmando la verdad sobre la virginidad de María; el santo Padre explica aquel versículo en el vasto contexto del “Libro de Emmanuel”, indicando en primer lugar el sentido de la expresión. La profecía de Miqueas (5, 1) del nacimiento del Mesías en Betlemme sin embargo es citada escasamente, cautela probablemente dictada también por el hecho de que los exégetas contemporáneos difícilmente atribuyen este texto a María. Se le dedica más espacio a la mariología “eclesiotípica” de Juan Pablo II, cuyos textos de referencia aparecen frecuentemente, sobre todo en la segunda parte de la encíclica sobre la Madre del Redentor. Ésta comienza con el reclamo a las famosas palabras de la Constitución dogmática sobre la Iglesia, que describen en un lenguaje bíblico el misterio del Pueblo de Dios: “Así como el pueblo de Israel según la carne, el peregrino del desierto, es llamado alguna vez Iglesia (cf. 2 Esd 13, l; Nm 20, 4; Dt 23, l ss.), así el nuevo Israel, [ … ] se llama Iglesia de Cristo”. Luego el Papa añadió: “ Precisamente en este camino -peregrinación eclesial- a través del espacio y del tiempo, y más aún a través de la historia de las almas, María está presente, como aquella que es “beata porque ha creído”, como aquella que avanzaba en la peregrinación de la fe, participando como ninguna otra criatura en el misterio de Cristo”.

Previamente se recuerdan los dos temas bíblicos que ilustran a María en el misterio de la Iglesia, el de la Hija de Sión y el de los pobres de Jahvé que aparecen en los textos conciliares, en el capítulo VII de la Lumen gentium. Se recuerda que la interpretación del topos “Hija de Sión” procedía de los protestantes, y que al principio fue acogida con escepticismo por parte de la exégesis católica. Sin embargo el tema de los “humildes y los pobres de Yahvé” fue desarrollado hace cincuenta años por el biblista Albert Gelin, desde entonces también lo tratan exégetas y teólogos de diferentes confesiones. Ambos temas se destacaron en la Constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II, sin proporcionar referencias bíblicas expresamente. Uno de los redactores de la Lumen gentium, Gérard Philips, aclara así esta forma de redacción del texto: “Ninguno de los dos términos va acompañado de una referencia, porque en realidad forman una especie de bien común de la piedad veterotestamentaria [ … ]. La Hija de Sión, figura del pueblo elegido, lleva la promesa que se cumplirá en la plenitud de los tiempos”. La reserva del uso del título “Hija de Sión” por parte de los Padres Conciliares hacía referencia no tanto a su contenido sino más bien al método de transferirlo desde la comunidad de fe de Israel a María.
Efectivamente suscitó dudas también el hecho mismo de que este título no estuviera presente en la devoción mariana tradicional. Como ya hemos dicho, a mitad del siglo XX los protestantes (el luterano H. Sahlin, y después el anglicano A. G Hebert) volvieron centrar la atención en la posibilidad de interpretar algunos textos evangélicos a la luz de las profecías bíblicas respecto a la comunidad del post-exílio. “Es posible que una exégesis del Evangelio de Lucas presuponga que el Evangelista aparecido a María durante la Anunciación y el canto del Magnificat viera en ella la “Hija de Sión”, conocido desde el Antiguo Testamento. Puede ser que también en otros textos de Lucas y en general del Nuevo Testamento se encuentren otras alusiones al mismo pensamiento”.

Independientemente de las sugerencias de los autores citados S. Lyonnet quiso destacar el hecho de que en el saludo del ángel a María (lc 1, 28) se cumpliera la fórmula del profeta, traducida por la Septuaginta con Chaire “Rallegrati” (Sof 3, 14; Gl 2, 21; Zc 9, 9; cf. Lam 4,21). No es el saludo común hebreo (shalom), sino el anuncio de un júbilo mesiánico dirigido a la Hija de Sión. Lyonnet profundizó posteriormente su tesis examinando el vínculo de la perícopa íntegra de Lc 1, 26-38 con los textos citados del profeta.

R. Laurentin llega a las mismas conclusiones en un estudio profundizado. Éste muestra que los tres textos proféticos (Sof 3, 14-17; Gl 2, 21-27 e Zc 9, 9-10) transmiten a la “Hija de Sión” el mismo mensaje de alegría por la proximidad de la llegada del Mesías. En su persona el mismo Yahvé preside en Sión como “rey” y “salvador”. Aquí es donde reencontramos las mismas características en el relato de la anunciación de San Lucas, aunque María es llamada kecharitomene y no “Hija de Sión” como la antigua Jerusalem. Laurentin añade que la identificación de María con la Hija de Sión es característica de todo el “Evangelio lucano de la infancia” hasta la presentación en el templo (Lc 2, 35). San Lucas actualiza los textos sobre Sion, refiriendo su realización a la persona de la Madre del Salvador.

H. Cazelles, distinguido conocedor del Antiguo Testameno y mariólogo, realizó posteriormente un estudio profundizado sobre la tipología de la “Hija de Sión”. Señaló que el concepto bíblico de “Hija de Sión” está sometido a una evolución gradual en los textos proféticos, hasta Jeremías y las Lamentaciones. Tras la cautividad de Babilonia la gloria del Jerusalén renovado vuelve a hacer referencia a la misma personificación de los antiguos misterios alegres y dolorosos. Entonces la “Hija de Sión” es llamada a la gloria como Pueblo elegido (Is 62, 11-12). Esto nos recuerda a la llamada de María a gozar de la maternidad mesiánica, cuando el mensajero divino se dirige a ella como “llena de gracia” (Lc 1, 28). Los capítulos finales del Libro de Isaías hablan del pueblo nuevo, generado en la alegría de Sión-Jerusalem (66, 6­lO). Sión se convierte de nuevo en “generatriz” como lo fue la “Hija de Sión” (Mi 4, 9-10).

Los salmos apenas mencionan el antiguo título de Jerusalem, pero éstos también hablan de la fecundidad y del júbilo materno de Sión. Basta recordar el Sal 87 (86) titulado “Sión, madre de los pueblos”. Es aquí donde los textos marianos de Juan Pablo II manifiestan un conocimiento perfecto de la exégesis bíblica contemporánea. El Papa se sirvió del título “Hija de Sión” al menos 20 veces, apenas mencionado en la Lumen gentium 55; en la encíclica mariana lo hace cuatro veces, una de ellas en la misma introducción de la Encíclica: “Su presencia en medio de Israel -tan discreta que pasó casi desaperdibida ante los ojos de sus contemporáneos- resplandecía claramente ante el Eterno, el cual había asociado a esta escondida « hija de Sión » (cf. So 3, 14; Za 2, 14) al plan salvífico que abarcaba toda la historia de la humanidad.” El Papa vuelve al significado de este título mariano un poco más adelante, meditando el sentido del saludo del ángel: La razón de este doble saludo es, pues, que en el alma de esta « hija de Sión » se ha manifestado, en cierto sentido, toda la « gloria de su gracia », aquella con la que el Padre [ … ] nos agradeció en el Amado”.

Asimismo en el ciclo de la catequesis mariana, Juan Pablo II relaciona esta definición bíblica con la Madre del Salvador y cita numerosas veces los textos proféticos del Antiguo Testamento. Es característico el hecho de que precisamente la “Hija de Sión” haya encontrado una aplicación particular en el diálogo ecuménico sobre el papel de María en el Nuevo Testamento. La temática de los “pobres de Yahvé” no constituía un problema para los Padres Conciliadores excepto por esta razón: que el Nuevo Testamento presenta exactamente al mismo Cristo. Por lo tanto, era fácil mostrar el ideal de Jesús en la vida de su Madre. La labor de los exégetas, comenzando por Alber Gelin, destacan en el himno del Magnificat la presencia del tema de la pobreza del Antiguo Testamento.

Junto a los textos proféticos ya citados podríamos indicar una serie de salmos, en los cuales domina el tema de la pobreza espiritual. También en este caso el Papa hace referencia a los resultados más recientes de la exégesis. También el modelo de los “pobres del Señor”, se desarrolló en la segunda parte de la encíclica, mientras que se habla de la “elección de los pobres” evidente en el Magnificat: “María está profundamente impregnada del espíritu de los «pobres de Yahvé », que en la oración de los Salmos esperaban de Dios su salvación, poniendo en él toda su confianza (cf. Sal 25; 31; 35; 55). En cambio, ella proclama la venida del misterio de la salvación, la venida del « Mesías de los pobres» (cf. Is 11, 4; 61, 1). La Iglesia, acudiendo al corazón de María, a la profundidad de su fe, expresada en las palabras del Magníficat, renueva cada vez mejor en sí la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, sobre Dios que es fuente de todo don, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magníficat, se encuentra luego expresado en las palabras y obras de Jesús.” María impregnada del espíritu de los “pobres de Yahvé” aparece como el anuncio de la venida del “Mesías de los pobres”. Las referencias bíblicas se eligieron exhaustivamente: el Libro de Isaías anuncia el misterio de Cristo, mientras que los textos de los Salmos evocan un tema importante de la teología del Antiguo Testamento que se cumple en el Magnificat.

Destacamos con motivo de la mención del papa de la versión hebrea del salterio (la numeración de la Septuaginta queda en un segundo plano), subrayando la primacía del original sobre la versión tradicional. Con respecto a los Salmos cabe destacar su frecuente aparición en la enseñanza de Juan Pablo II, muy cercanos y siempre propuestos según el metodo de la lectio divina, anunciado en la carta apostólica Novo millennio ineunte, y refiriéndose frecuentemente al Salterio como fuente de las verdades reveladas.

En la mariología de Juan Pablo II el salmo citado con más frecuencia es el ya mencionado Sal 87(86) sobre la “maternidad de Sión”. Esporádicamente el Santo Padre vuelve a hacer referencia al Sal 45(44) (“Epitalarnio regale”), tan apreciado por la Tradición cristiana. Sin embargo en las intervenciones marianas del Papa no faltan referencias hacia otros textos de los salmos, que ilustran el misterio de la Madre de Dios. Así, por ejemplo, hablando una vez sobre el santuario de la Virgen Asunta de Kiev, el papa menciona la inscripción griega en el ábside de este templo: “Dios está en ella: no vacilará; Dios la socorrerá, antes de la mañana” [Sal 46(45), 6],la traducción litúrgica de la Iglesia oriental ha siempre dirigido estas palabras al misterio de la Encarnación. En la liturgia bizantina de la Anunciación el Santo Padre explica las palabras del Sal 24[23], 7.9: “Esta naturaleza que hoy levanta sus “antiguas puertas” para que “entre el rey de la gloria” [ … ] es realmente, como canta la liturgia, una nueva creación: junto a Cristo, engendrado en el seno de la Virgen, nace una nueva humanidad”. Se ve nuevamente cómo el Papa, conforme a la tradición más antigua de la Iglesia universal, funda el sentido mariológico del salmo en su cristología.

Sin embargo, el discurso con motivo del jubileo de Jasna Gora se centra en las palabras utilizadas en el Sal 48[47]: “Grande es el Señor, y muy digno de ser alabado en la ciudad de nuestro Dios. Su santo monte, altura hermosa, alegría de toda la tierra”. Aunque el sentido mariano sea solo una adaptación libre del sentido literal, la catequesis mariana no rechaza la tradición antigua oriental u occidental, que atribuye este Salmo a la Madre de Dios.

Existen otros textos hermosísimos que la eclesiología del Concilio extrajo del Antiguo Testamento y que el Papa retoma. La descripción de la estipulación de la alianza (Es 19, 24) es un texto clásico. El Papa recurre a este relato en un par de discursos en el Ángelus, en julio de 1983. La obediencia de María es la perfecta realización de las palabras de Israel: “Haremos cuanto dice el Señor” (Es 19, 8; cf. 24, 3.7). En este caso Juan Pablo II no acude al Concilio, sino a la exhortación Marialis cultus de Pablo VI, profundizando al mismo tiempo en tal analogía. Ya en el Medievo los teólogos usaban los textos “eclesiásticos” del Antiguo Testamento, relacionándolos directamente con María. Se observa sobre todo en los cantos matutinos en honor de la Inmaculada Concepción de María presentes hasta el día de hoy, en los que el Papa, explicando el papel de María en la Iglesia, habla de su simbología. Así, por ejemplo, en la homilía por la Asunción aclara el sentido de la imagen bíblica: “El Arca de la Alianza”, aquella en la cual “el Verbo se hizo carne”.

Las figuras femeninas que han tenido un papel redentor en los eventos del Antiguo Testamento también constituyen prefiguraciones de la Madre del Redentor. Sobre este tema el Santo Padre ha dedicado una de las catequesis del ciclo mariano. En sintonía con la antigua tradición litúrgica con frecuencia en la marilogía del Papa aparecen textos del deuterocanónico Libro de Judit. La mujer valiente que le había cortado la cabeza a Oloferne constituye una representación particularmente clara del anuncio de la victoria de la “nueva Eva” sobre la serpiente (Gen 3, 15). El mismo nombre de Judit vuelve a relacionarse con el nombre de Judas Macabeo y es símbolo del pueblo hebreo. La Iglesia pudo ver aquí fácilmente la personificación de la misión de salvación y reconoció en Judit el anuncio profético de la Madre del Salvador. La heroica fe de María tiene su antecedente bíblico en las figuras de muchas madres de Israel, como Sara (Gen 17, 15-21; 18, 10-14), Raquel (Gen 30, 22), la madre de Sansón (Gdc 13, 1-17) y Ana, madre de Samuel (1 Sam 1, 11-20). Hablando de su “esterilidad fecunda”, el Papa destaca la gratuidad del don de Dios. Ejemplo de la obediente sierva del Señor son en la catequesis del Papa “todos los que son llamados a ejercitar una misión en favor del pueblo elegido”: Abraham (Gen 26, 24), Isaac (Gen 24, 14), Jacob (Es 32, 13; Ez 37, 25) y David (2 Sam 7, 8 ecc.). “Son siervos también los profetas y los sacerdotes, a quienes se encomienda la misión de formar al pueblo para el servicio fiel del Señor”.

El libro del profeta Isaías exalta en la docilidad el “Siervo sufridor” un modelo de fidelidad a Dios que espera la salvación de los pecados de la multitud (cf.Is 42-53). Algunas mujeres representan también ejemplos de la fidelidad, como la reina Ester, que, antes de interceder por la salvación de los hebreos, dirigió una oración a Dios, como “tu sierva” (Est 4, 17). El Papa se sirve por lo tanto de la tipología bíblica y amplía la definición atribuyendo a María muchos ejemplos de la vida de los hombres. Primeramente el Santo Padre funde la tipología mariana sobre la cristología, hablando de la “sierva del Señor” indicando enseguida el más alto ejemplo enla Persona de Cristo, “Siervo del Señor”.

Sin embargo la figura de Ester, frecuentemente incluída en la tipología “majestuosa” de María, es mencionada por el Papa y con una adecuada aclaración. La tipología bíblica de hecho no se puede basar solo en comparaciones externas y casuales, para su aplicación es necesara el conocimieno de las reglas de la hermenéutica, de las cuales Juan Pablo manifiesta perfecto conocimiento. Un buen ejemplo es el uso de la mariología en los textos sapienciales del Antiguo Testamento, tenido poco en cuenta por los exégetas hasta hace poco. María, como “Madre del Verbo encarnado era Sedes Sapientiae, Esposa del Espíritu Santo, primera anunciadora y mediadora del Evangelio sobre el origen de Jesús”. El Papa también menciona textos que elogian las virtudes femeninas: “La literatura sapiencial señala la fidelidad de la mujer hacia la alianza divina como el punto cumbre de sus posibilidades y la fuente de admiración más grande. En realidad, aunque a veces pueda decepcionar, la mujer supera todas las expectativas cuando su corazón es fiel a Dios: “Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor es digna de alabanza” (Pr 31, 30). En tal contexto, el libro de los Macabeos, en la historia de la madre de los siete hermanos martirizados en la persecución de Antioco Epifanes, presenta el ejemplo más admirable de nobleza en la prueba [… ]. En estas figuras de la mujer, en las cuales se manifiestan las maravillas de la gracia divina, se observa aquella que será la mujer más grande: María, la Madre del Señor”.

Es difícil tratar de forma exhaustiva en este breve texto la presencia de referencias al Nuevo Testamento en el magisterio del Papa, cuyas síntesis han sido ya elaboradas. Podemos añadir que su Letra Apostólica es sin duda una confirmación de la mariología de Juan Pablo IIRosarium Virginis Mariae, que establece el vigésimo quinto año de su ministerio petrino como año del santo Rosario. Entre las decenas citaciones y alusiones bíblicas contenidas en este documento tan importante, casi todas son obtenidas del nuevo Testamento. La elección de éstas indica claramente, como hemos podido afirmar, que la mariología de Juan Pablo II mana de la cristología y de la eclesiología. Todos los títulos y tres capítulos de la Carta hacen referencia primeramente a Cristo y luego a María.

La mayor novedad de la Carta Apostólica sobre el santo Rosario fue el anuncio de un nuevo ciclo de meditaciones. El Papa propuso añadir a los cinco misterios del Rosario el título de “misterios de la luz”. En el contexto de esta propuesta aparece una vez más el carácter cristocéntrico de esta oración: «En realidad, todo el mistero de Cristo es luz. Él es “la luz del mundo” (Jn 8, 12), pero esta dimensión surge particularmente en los años de la vida pública, cuando se anunció el Evangelio del Reino». Tratando el contenido de los cinco “misterios de la luz”, Juan Pablo II hace referencia a los textos evangélicos, de donde originan estos misterios; al final de este párrafo se refleja claramente el cristocentrismo de la mariología del Papa: “En estos misteros, excepto en el de Caná, la presencia de María queda en el trasfondo. Los evangelios apenas insinúan su eventual presencia en algún que otro momento de la predicación de Jesús (cf. Mc 3, 31-35; Jn 2, 12) y nada dicen sobre su presencia en el Cenáculo en el momento de la institución de la Eucaristía. Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná acompaña toda la misión de Cristo. La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los «misterios de luz» “.

Tal ejemplo prueba que Juan Pablo II recorre coherentemente el camino indicado por el Concilio y por su predecesor, el Papa Pablo VI. Fue la Constitución dogmática sobre la Iglesia de hecho, la que adaptó la mariología al misterio de la Iglesia. . Paolo VI posteriormente dedicó a la renovación del culto mariano la Exhortación Apostólica Marialis cultus del 2 de febrero de 1974, indicando las referencias fundamentales de esta renovación: la trinitaria, la cristológica, la pneumatológica y la eclesiológica. En la Carta sobre el santo Rosario, Juan Pablo II hace referencia directa a este documento, definiendo el Rosario “la oración del corazón cristológico” . Confirmación de tal definición es la elección de citaciones bíblicas, que en su mayoría hacen referencia a Cristo.

Concluyendo, la mariología bíblica de Juan Pablo II refleja un profundo conocimiento de la exégesis tradicional, fundada sobre algunos textos que hacen referencia en general a la Madre del Salvador (Gen 3, 15; Is 7, 14; Mi 5, 2s.) como también a la tipología Eva-María difusa en la devoción mariana medieval. Al mismo tiempo desarrolla con éxito la línea de la literatura sapiencial, relacionando el espíritu paulino de Cristo – Sabiduría de Dios (1 Cor l, 24) con María – sede de la Sabiduría. Sin embargo, la enseñanza del Papa hace referencia sobre todo a los temas sugeridos en Lumen gentium 55 en la exégesis bíblica del siglo XX: “los pobres de Yahvé” y la “Hija de Sión”. La asunción de métodos de enseñanza del Antiguo Testamento tan variados permite comparar a Juan Pablo II con aquel patrón del Evangelio que “extrae con sabiduría de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas” (Mt 13, 52). A su vez los textos marianos del Nuevo Testamento en la interpretación de Juan Pablo II están muy relacionados al kerigma apostólico, de caracter fundamental, que refleja el papel central de Cristo en la economía de la salvación.

Fuente: diocesisdetlaxcala.org.mx




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A las Grandezas y Gracias de María DEVOCIONES Y ORACIONES notorio Oraciones de Santos y Otros

Las Grandezas y la Gracia de María por San Bernardo de Claraval

Nacido en Borgoña, Francia. Llamado «Mellifluous Doctor» (boca de miel) por su elocuencia. San Bernardo, abad es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que mas impacto ha tenido. Famoso por su gran amor a la Virgen María. Compuso muchas oraciones marianas. Fundador del Monasterio Cisterciense del Claraval y muchos otros.

 Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.

SU AMOR A LA VIRGEN SANTÍSIMA

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: «Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María». Y repetía la bella oración que dice: «Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir». El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante.

Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial.

Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

“LAS GRANDEZAS DE MARÍA” PÁRRAFOS SELECTOS

“Dichosa fue en todo María, a quien ni faltó la humildad, ni dejó de adornarla la virginidad. Singular virginidad, que no violó, sino que honró la fecundidad; ilustrísima humildad, que no disminuyó sino que engrandeció su fecunda virginidad; incomparable fecundidad, a la que acompañan juntas la virginidad y humildad”.

“Qué maravillas que Dios, a quien leemos y vemos admirable en sus Santos, se haya mostrado más maravilloso en su Madre?”.

“Por eso quiso que fuese Virgen, para tener una Madre Purísima, él que es infinitamente puro y venía a limpiar las manchas de todos quiso que fuese humilde para tener una Madre tal, él que es manso y humilde de corazón, a fin de mostrarnos en sí mismo el necesario y saludable ejemplo de todas estas virtudes. Quiso que fuese Madre el mismo Señor que la había inspirado el voto de virginidad y la había enriquecido antes igualmente con el mérito de la humildad”.

“Oh Virgen admirable y dignísima de todo honor. ¡Oh mujer singularmente venerable, admirable entre todas las mujeres que trajo la restauración a sus padres y la vida a sus descendientes!”.

“Y fue enviado, dice, el ángel Gabriel a una Virgen, Virgen en el cuerpo, Virgen en el alma, Virgen en la profesión, Virgen como la que describe el Apóstol, santa en el alma y en el cuerpo, no hallada nuevamente o sin especial providencia sino escogida desde la Eternidad, conocida en la presencia del Altísimo y preparada para sí mismo, guardada por los Ángeles, designada por los antiguos Padres, prometida por los profetas”.

“¿Qué pronosticaba en otro tiempo aquella zarza de Moisés, echando llamas pero sin consumirse sino a María dando a luz sin sentir dolor? ¿Qué anunciaba aquella vara de Aarón que floreció estando seca, sino a la misma concibiendo pero sin obra de varón alguno? El mayor misterio de este gran milagro lo explica Isaías diciendo: Saldrá una vara de la raíz de Jesé y de su raíz subirá una flor extendiendo en la vara a la Virgen y en la flor a su hijo divino el Redentor”.

“Si ella te tiene de su mano no caerás, si te protege, nada tendrás que temer, no te fatigarás si es tu guía, llegarás felizmente al puerto, si ella te ampara, y así en ti mismo experimentarás con cuanta razón se dijo: El nombre de la Virgen era María”.

“En los peligros, en las angustias, en las dudas, acuérdate de María, invoca a María”.

“Suele llamarse bendito al hombre, bendito al pan, bendita la mujer, bendita la tierra y las demás cosas, pero singularmente es bendito el fruto de tu vientre, porque es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos”.

“¿En dónde habías leído, Virgen devota, que la sabiduría de la carne es muerte, y no queráis contentar vuestra sensualidad satisfaciendo a sus deseos? ¿En dónde habías leído de la vírgenes, que cantan un nuevo cántico que ningún otro puede cantar y que siguen al Cordero a donde quiera que vaya? ¿En dónde habías leído que son alabados los que hicieron continentes por el reino de Dios? ¿En dónde habías leído: aunque vivimos en la carne, nuestra conducta no es carnal? Y aquel que casa a su hija hace bien y aquél que no la casa hace mejor. ¿Dónde habías oído: Quisiera que todos vosotros permanecierais en el estado en que yo me hallo, y bueno es para el hombre si así permaneciere como yo le aconsejo?”.

“Quitad a María, estrella del mar, de ese mar vasto y proceloso, ¿qué quedará, sino oscuridad que todo lo ofusque, sombras de muerte y densísimas tinieblas?”.

“Con todo lo más íntimo, pues de nuestra alma, con todos los afectos de nuestro corazón y con todos los sentimientos y deseos de nuestra voluntad veneramos a María, porque esta es la voluntad de aquel Señor que quiso que todo lo recibiéramos por María. Esta es repito, su voluntad, pero para bien nuestro”.

“Resplandeciente día es sin duda, la que se elevó cual aurora naciente, hermosa como la luna, escogida como el sol”.

“Pero sea lo que fuere aquello que dispones ofrecer, acuérdate de encomendarlo a María, para que vuelva la gracia al Dador de la misma, por el mismo cauce por donde corrió. No le faltaba a Dios ciertamente, poder para infundirnos la gracia sin valerse de este Acueducto, si El hubiera querido, pero quiso proveerte de ella por este conducto. Acaso tus manos están aún llenas de sangre, o manchadas con dádivas sobornadoras, porque todavía no las tienes lavadas de toda mancha. Por eso aquello poco que deseas ofrecer procura depositarlo en aquellas manos de María, grandiosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor y no sea desechado”.

“Necesitando como necesitamos un mediador cerca de este Mediador, nadie puede desempeñar tan provechosamente este oficio como María”.

“Aquella fue instrumento de la seducción, esta de propiciación: aquella sugirió la prevaricación, esta introdujo la redención”.

“¡Oh, Señora! Cuán familiar de Dios habéis llegado a ser. ¡Cuán allegada, mejor dicho, cuán íntima suya merecisteis ser hecha! ¡Cuánta gracia hallasteis a sus ojos. En vos está y vos en El: a El le vestís y sois vestida por El. Le vestís con la sustancia de vuestra carne y El os viste con la gloria de su majestad. Vestís al sol con una nube, y sois vestida vos misma de un sol. Porque; como dice Jeremías, un nuevo prodigio ha obrado el Señor sobre la Tierra y es que una mujer virgen encierre dentro de sí al hombre de Dios, que no es otro que Cristo, de quien se dice: He aquí un varón cuyo nombre es Oriente. Y otro prodigio semejante ha obrado Dios en el cielo, y es, que apareciese allí un mujer vestida de sol: Ella le coronó y mereció ser coronada por El.

Salid, hijas de Sión y ved al Rey Salomón con la diadema con que le coronó su Madre, contemplad a la dulce Reina del cielo adornada con la diadema con que la coronó su Hijo”.

“En todo el contexto de los cuatro Evangelios, no se oye hablar a María más que cuatro veces. La primera con el Ángel, pero cuando ya una y dos veces le había hablado él: la segunda Isabel cuando la voz de su salutación hizo saltar a Juan de gozo y tomando ocasión de las alabanzas que su prima le dirigía, se apresuró a magnificar al Señor: la tercera con su Hijo siendo éste ya de doce años, manifestándole como ella y su padre llenos de dolor le habían buscado: la cuarta en las bodas de Caná, primero con Jesús y después con los que servían a la mesa.

Y en esta ocasión fue cuando brilló de una manera más especial su ingénita mansedumbre y modestia virginal, puesto que tomando como propio el apuro en que iban a verse los esposos no le sufrió el corazón permanecer silenciosa, manifestando a su Hijo la falta de vino; y al ver que Jesús al parecer no atendía a su súplica, como mansa y humilde de corazón no le respondió palabra, sino que se limitó a recomendar a los ministros que hiciesen lo que El les dijese, esperando en que no saldría fallida su confianza”.

“¡Cuántas veces oyó María a su Hijo no solo hablando en parábolas a las turbas, sino descubriendo aparte a sus discípulos el misterio del reino de Dios! ¡Vióle haciendo prodigios, vióle pendiente de la Cruz, vióle expirando, vióle cuando resucitó, vióle, en fin, ascendiendo a los Cielos, y en todas estas circunstancias ¿cuántas veces se menciona haber sido oída la voz de esta pudorosísima Virgen, cuántas el arrullo de esta castísima y mansísima Tórtola?”.

“María siendo la mayor de todas y en todo, se humilló en todo y más que todos. Con razón, pues, fue constituida la primera de todos, la que siendo en realidad la más excelsa, escogía para sí el último lugar. Con razón fue hecha Señora de todos, la que se portaba como sierva de todos. Con razón, en fin, fue ensalzada sobre todos los coros de los coros de los Ángeles, la que con inefable mansedumbre se abatía a sí misma debajo de las viudas y penitentes, y aún debajo de aquella de quien había sido lanzados siete demonios. Ruegoos, fieles amadísimos, que os prendéis de esta virtud si amáis de veras a María: si anheláis agradarla, imitad su modestia y humildad. Nada hay que tan bien sienta al hombre, nada tan necesario al cristiano, nada que tanto realce al religioso como la verdadera humildad y mansedumbre”.

Las “Grandezas Incomparables de María” es el título inicial que San Bernardo le dio a este escrito basado en el evangelio de San Lucas, sobre la Anunciación del Señor. (Lc 1, 26). San Bernardo compuso este tratado en el año 1118, después de haber padecido una gastritis incurable que lo puso al borde de la muerte (obligado a guardar reposo hasta su restablecimiento aprovechó ese tiempo para escribir esta obra). Hay testimonios que afirman que fue curado por la Virgen María.

“LA GRACIA» PÁRRAFOS SELECTOS

En el nacimiento de Santa María, es el título previo que el santo le da a este escrito de doce páginas aproximadamente, en el cual San Bernardo nos exhorta a buscar la Gracia a través de este Acueducto que es María:

“No ignoráis a quien fueron dirigidas estas palabras: Dios te salve, llena de gracia. ¿Y acaso nos admiraremos de que haya podido hallarse o de que se haya podido formar tal y tan gran Acueducto, cuya cumbre, al modo de aquella escala que vio el patriarca Jacob, tocase en los cielos; más aún, atravesando los mismos cielos, pudiese llegar hasta aquel vivísimo venero de las divinas aguas que están sobre los cielos? Admirábase de ello Salomón, y como desconfiado de verlo realizado, decía: ¿Quién hallará una mujer fuerte? Cierto, por eso faltaron durante tanto tiempo al género humano las corrientes de la gracia, porque todavía no se hallaba interpuesto este deseable Acueducto… ”

“Hijos míos, ella es la escala de los pecadores, ella el gran motivo de mi confianza, ella el fundamento inconmovible de mi esperanza. ¿Puede, acaso, el Hijo rechazar o ser rechazado? ¿Será capaz de no atender ni ser atendido? En absoluto. Has hallado gracia delante de Dios, dice el ángel. Felizmente. Ella siempre hallará gracia; y lo único que nosotros necesitamos es gracia.

Esta Virgen prudente no busca sabiduría como Salomón, ni riquezas, ni honor, ni grandezas, sino gracia. Y nuestra salvación depende exclusivamente de la gracia. Hermanos, ¿para qué codiciar otras cosas? Busquemos la gracia y busquémosla por María, porque ella encuentra siempre lo que busca y jamás decepciona.

Busquemos la gracia, pero la gracia de Dios; pues el favor de los hombres es falaz. Que otros se dediquen a acumular méritos: nuestro afán sea hallar gracia. ¿No estamos aquí por pura gracia? Por la misericordia del Señor no estamos aniquilados. ¿Qué somos nosotros? Somos apóstatas, homicidas, adúlteros, ladrones y la basura del mundo. Más entrad dentro de vosotros, hermanos, y ved como donde proliferó el pecado sobreabundó la gracia. María no presenta títulos: busca solamente gracia. Tanto se fía de la gracia, sin presumir de sí misma, que se intimida ante el saludo del ángel”.

San Bernardo concluye este escrito con estas admirables palabras:

“Pero todo lo que pienses ofrecer no olvides encomendarlo a María, para que la gracia vuelva al dador de la gracia por el mismo cauce por donde fluyó. Dios sin duda alguna, pudo haber derramado esta gracia sin valerse de este acueducto; pero quiso ofrecerte este conducto. Acaso tienes las manos llenas aún de sangre o manchadas de dádivas y sobornos. Esa pequeñez que quieres ofrecer procura depositarla en esas manos tan divinas y tan dignas de todo aprecio, y no serás rechazado. Son dos azucenas hermosísimas; y el enamorado de las azucenas no se quejará de no haber hallado como entre azucenas todo lo que encuentre en las manos de María”.

Fuente: Reina Señora y Madre. Santiago Venegas Caceres

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