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La Virgen del Pilar le devuelve a un hombre la pierna amputada

El Milagro del cojo de Calanda.
Estamos en cola de la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, el 12 de octubre, que tiene el privilegio de haber sido la única aparición de la Virgen estando aún en vida; que se apareció al apóstol Santiago en Zaragoza, España en el año 40 dC sobre un pilar para darle ímpetu en su apostolado.
Pero una de las cosas más extraordinarias de la intercesión de la Virgen del Pilar es el milagro del “cojo de Calanda”, por el que se le devolvió a un hombre la pierna que le había sido amputada.

milagro de calanda

Entrando en la iglesia de Calanda hay una capilla dedicada a «el milagro de los milagros», como se le llama en la tierra de España, y es conmemorado por una placa cerca de la misma capilla:

«En este mismo lugar y por la intercesión de la Santísima Virgen Pilar, fue devuelta a su devoto Miguel Juan Pellicer la pierna que hace mucho tiempo había sido amputada».

Calanda es una pequeña ciudad de Teruel, Aragón.

Aquí está el milagro de los milagros: la intercesión de la Virgen del Pilar, que le devolvió a un hombre la pierna que había perdido.

 

MIGUEL JUAN PELLICER

Miguel Juan Pellicer Blazco fue bautizado en Calanda el día 25 de marzo 1617, fiesta de la Anunciación de María. En segundo de 8 hermanos y hermanas, Juan Miguel nació de padres campesinos pobres, pero buenos cristianos. Con un poco de cultura – parece haber superado el analfabetismo – fue instruido en los contenidos fundamentales de la fe católica por las lecciones del párroco de Calanda, manteniendo una fe humilde con una profunda devoción a María, rezando a la Virgen del Pilar que, según la tradición popular, había sido invocada por el pueblo de Calanda en el siglo IX y habría salvado al pueblo de ser saqueado por un jefe de una feroz banda islámica.Desde entonces, Calanda habría reconocido en la Virgen del Pilar a su protectora.

Era un rapaz de pocos años cuando un perro le mordió en la pierna derecha. Afortunadamente no fue grave, pero le quedó una cicatriz, que tendrá gran importancia en la historia que vamos a relatar.

Cuando el muchacho cumplió 20 años decide irse a Castellón, a trabajar con su tío materno, Jaime, quien, a pesar de ser también agricultor, cuenta con una posición más desahogada. Sus padres se oponen a que se marche, pues no tienen más hijo varón y lo necesitan en las tareas del campo, pero él desoye sus ruegos y súplicas y los abandona.

 

EL ACCIDENTE Y LE CORTAN LA PIERNA

A finales de Julio, Miguel Juan conduce un carro de trigo tirado por mulas. Él va montado sobre una de ellas; el camino es largo y monótono, con el traqueteo la somnolencia se apodera del joven que se cae de la caballería y el carro le pasa por encima, agarrándole una rueda la pierna derecha, justo por debajo de la rodilla. La herida es gravísima.

Su tío lo lleva sin tardanza al hospital de Valencia, a 50 kms. de distancia. Allí ingresó el día 3 de Agosto de 1617. Pero no mejora, y la pierna cada vez tiene peor aspecto.

En vista de ello, Miguel Juan pide que lo envíen al famoso hospital de Zaragoza, uno de los mejores de la época, lo que le fue concedido por los regidores del hospital, remitiéndole allí con pasaporte, “de lugar en lugar, por caridad y de limosna”.

Sería penoso el viaje, 320 kms., de tal manera que hasta primeros de Octubre no llegó a Zaragoza, febril y con la pierna ya gangrenada. A pesar de eso quiso ir primero a la Virgen del Pilar, donde confesó y comulgó.

Ya en el hospital, viendo que no hay solución y que peligra su vida, el licenciado Juan de Estanga, después de consultar con el maestro Millaruelo, decide cortarle la pierna “cuatro dedos por debajo de la rodilla”.

Se la serraron sin más anestesia que la entonces conocida: una bebida bien cargada de alcohol.

El miembro amputado se puso en una caja de madera y fue enterrado en un área especial del cementerio del hospital, de acuerdo con la práctica en boga de máximo respeto, en vista de la resurrección del cuerpo.

A los meses, Miguel abandona el centro con una pata de palo y una muleta. En esas condiciones sólo puede dedicarse a la mendicidad. El Cabildo le dio permiso para pedir limosna a la puerta del Pilar. Por las noches se recogía en una posada, el Mesón de la Tablas, por “cuatro dineros”, y si no los tenía dormía sobre un banco en el patio del hospital.

Para pagar su hospedaje, cuando podía hacía “algunos trabajos de mano”, según refiere su primer biógrafo, Fray Jerónimo de San José.

Sabemos que oía misa todos los días, pidiendo a la Virgen; y cada ocho confesaba y comulgaba; cuando los dolores de la cicatriz apretaban, se untaba con el aceite de las lámparas de la Virgen, a pesar que el cirujano le advertía que esa práctica no era buena para la herida.

 

EL REGRESO A CALANDA

Así transcurren dos años. Al fin, Miguel Juan no soporta más y decide volver a Calanda, sin embargo teme la airada reacción de sus padres, con los que rompió los lazos familiares al dejarlos abandonados para probar fortuna con su tío Jaime.

El párroco del pueblo intercede por él y los padres aceptan acogerlo.

El viaje a Calanda fue durísimo y tiene lugar en varias etapas, apelando a la caridad de arrieros y labradores que lo van acercando poco a poco.

El 10 de mayo de 1640 llegó a su casa, donde los padres “le recibieron como hijo”. Desde ese día ayuda en las tareas domésticas como buenamente puede.

El 29 de mayo cargó en la era de sus padres nueve cargas de estiércol que su hermanita de 12 años transportaba en una burra al corral. Cuando muy cansado volvió a su casa, se encontró en ella alojado a un soldado de caballería, de las dos compañías que pernoctaron aquella noche en el pueblo.

Recordemos que estamos en plena guerra con Francia y se dirime la independencia de Cataluña, siendo Aragón lugar estratégico en el desarrollo de la contienda.

Al soldado reservaron su cama, y él a eso de las diez, quejándose de fuertes dolores en el muñón, fue a acostarse al cuarto de sus padres donde le habían preparado un serón de esparto y un pellejo para que se echara.

Junto a la lumbre queda el soldado que relata sus hazañas a los padres de Miguel, a un criado que éstos tenían, de nombre Bartolomé, y un matrimonio vecino, los Barrachina.

 

¡TIENE LAS DOS PIERNAS!

Miguel queda profundamente dormido y sueña que está en el Pilar de Zaragoza, untándose el muñón con aceite de las lámparas. Transcurrido como un cuarto de hora, a todos les entra sueño y deciden retirarse.

Al entrar sus padres en el dormitorio notaron una extraña fragancia; la madre se aproximó con el candil al hijo, y vio, muda de asombro, que le salían de la ropa no una, sino las dos piernas cruzadas.

“Dos credos” tardó el padre en despertar a Miguel.

“¡Hijo, que tienes dos piernas!”, repetía la madre sin cesar. Éste no daba crédito a lo que le había ocurrido.

A gritos llamaron a los vecinos Barrachina, llegó primero el marido y luego su mujer incrédula. Muchos vecinos iban llegando a la casa, y todos, incluidos los soldados, contemplaron y tocaron la pierna. A primeras horas de la mañana siguiente, el pueblo entero, con el párroco a la cabeza, el notario real y los dos cirujanos que allí vivían, se dirigieron desde la casa de los Pellicer al templo, donde se celebró una Misa en acción de gracias; Miguel confesó y comulgó.

Además, cosa curiosa, la pierna al principio no estaba bien del todo. A la iglesia tuvo que ir todavía con la muleta. Pero lo más asombroso es que era la misma pierna cortada, allí estaban las señales del antiguo mordisco que le propinara un perro en su niñez y otras cicatrices. Era pálida y débil, con poca sensibilidad y más corta que la otra; en los días sucesivos fue desarrollándose hasta quedar totalmente normal. Sin embargo se conservaba la tremenda cicatriz que, “cuatro dedos por debajo de la rodilla”, marcaba el lugar por donde había sido amputada.

 

LAS PRUEBAS Y CONSTATACIONES

El 2 de abril de 1640, lunes santo por más señas, el Rvdo. Marco Seguel, párroco de Mazaleón, distante 55 km., de Calanda, se personó ahí acompañado del notario de su pueblo, Miguel Andreu, y de otras varias personas, para tomar declaración, del reciente milagro.

De todas formas, el documento definitivo – que es el que hemos seguido – son las actas del proceso diocesano incoado a principios de junio a instancia de los Jurados, Consejo y Universidad de Zaragoza, conforme lo acordó su Ayuntamiento por unanimidad en reunión solemne de 8 de mayo: en reconocimiento “de los beneficios que le ha hecho y hace a esta ciudad la Reina de los Ángeles, Nuestra Señora del Pilar”. Después de tomar prolijas declaraciones a 25 testigos (cirujanos, clero, familiares, conocidos…) se terminó con la razonada sentencia del Arzobispo, Don Pedro Apaolaza, publicada el 27 de abril del siguiente año, 1641, en la cual detalla y declara milagrosa la restitución de la pierna a Miguel Juan Pellicer.

Hubo luego más escritos y testimonios, destaca el del jesuita P. Jerónimo Briz, que escribió el siguiente prólogo -y era responsable del «Nihil Obstat»- a un estudio que llevó a cabo el Dr. Pedro Neurath, médico de la ciudad de Tréveris:

“He leído el artículo sobre el estupendo milagro de la Virgen del Pilar, hecho inaudito, que me consta es cierto, pues conocí al joven primero en Zaragoza, cuando le faltaba la pierna y pedía limosna junto a la puerta del templo del Pilar, y después lo he visto en Madrid andando con las dos piernas, he visto la marca que la Santísima Virgen le ha dejado como señal de la amputación, y no sólo yo, sino todos los padres jesuitas de este Colegio Imperial; conocí a sus padres, a quienes los canónigos de Santa María del Pilar suministraban alimentos, conocí al cirujano que le amputó la pierna. Y ha sido descrito por el autor con tanto acierto que puede ser publicado para gloria de Dios como prueba de nuestra fe y refutación de los herejes. Madrid, 12 de marzo de 1642”.

Fue tal la fama de este acontecimiento que, al año siguiente, tuvo que ir a la Corte requerido por el Rey. Acompañado del Protonotario de Aragón y del Arcediano de la Seo, fue recibido por Felipe IV rodeado de sus cortesanos. Tras hacerle unas cuantas preguntas, el rey se arrodilló y besó la milagrosa pierna de Miguel.

 

LA HISTORIA POSTERIOR DEL COJO DE CALANDA

Luego volvió a Calanda donde se hizo muy famoso.

Sabemos que estuvo en 1642 en Valencia. En 1645 pasó a Mallorca comisionado por el Cabildo del Pilar para recoger limosnas y propagar la devoción a la Virgen del Pilar.

Lamentablemente su cuñado (el marido de su hermana María), que fue designado para acompañarle, tuvo que ser encarcelado por el Virrey en1646, por sustraer de los fondos recaudados. Probablemente Miguel también estuvo implicado en el robo, mas, por lo que fuere (seguramente por el prestigio del milagro obrado en su persona) él quedó libre y prosiguió con su actividad, que debía de ser muy lucrativa.

A fines defebrero de 1647 seguía en Mallorca con su misión; aunque el virrey escribe: “Al cual aplicaré un tutor, que le ha bien menester, que también le sirva de ayo para las costumbres”; porque parece que la vida que llevaba Miguel no era todo lo ejemplar que debiera. Sin embargo hay rumores de que al poco perdió definitivamente este cargo pues su conducta era incompatible con tan digna tarea. Y a partir de este momento le perdemos la pista.

Sabemos que seis meses más tarde ha regresado a la Península y va camino de Zaragoza.

El 12 de septiembre de 1647 llega enfermo a Velilla de Ebro (pueblo que se encuentra en la carretera que une Zaragoza con Castellón, y que dista 50 kilómetros de la capital), allí, después de haber recibido los últimos sacramentos, murió y fue enterrado. Tenía 30 años.

 

EXHUMACIÓN DEL CADAVER

Y trescientos años más tarde, en 1950 para ser exactos, el entonces notario de Pina de Ebro, Rafael de Aldama Levenfeld, había asistido a instancias del Arzobispo de Zaragoza, Rigoberto Doménech Valls, a la exhumación de un cadáver encontrado en el cementerio de Velilla de Ebro y que podría ser el de Miguel Juan Pellicer.

El Arzobispo no estuvo presente en el acto de Velilla, pero designó en su lugar al Deán y Vicario General Hernán Cortés Pastor.

El protocolo manuscrito se encuentra en el archivo del Colegio Notarial, mientras que una copia de éste, los informes eclesiástico y forense, algunas cartas intercambiadas por los protagonistas que participaron en la exhumación y seis fotografías que recogen la atípica indagación, se encuentran en el Archivo Diocesano de Zaragoza.

Las conclusiones efectuadas por los peritos Valentín Pérez Argilés, catedrático de medicina Legal; Tomás Lerga Luna, académico de Medicina, y su ayudante, Eduardo Mª Martín Muñoz, todos ellos de la Universidad de Zaragoza y firmantes del informe pericial, eran, literalmente, las siguientes:

1ª “Por la edad, sexo probable y antigüedad, pueden ser los restos estudiados los correspondientes a Miguel Pellicer.”

2ª “Si los datos históricos que puedan existir respecto a su talla y forma de su cráneo resultan concordantes, podrá alcanzarse la certeza moral.”

3ª “La irregularidad existente en la tibia derecha y el hecho de ser 5,5 mm más corta que la izquierda, inversamente a la norma (sin que tan pequeña diferencia pudiera producir claudicación) son dos circunstancias que, aunque de valor limitado, pueden estimarse como meros indicios a favor de la identificación de Miguel Pellicer.”

El informe médico citado anteriormente y la foto del cadáver han sido puestos a disposición de eminentes paleontólogos y traumatólogos.

Lo primero que llamó su atención al observar las fotos del cadáver fue una anomalía que se aprecia a la altura del corte producido por el carro. Ésta podría corresponder a la posterior cura y osificación o sinóstosis del hueso, pero los especialistas se mostraron cautos al respecto porque -explicaron- también podría tratarse de tierra adherida al hueso.

Lo que resultó más fácil de identificar por parte de los expertos en catalogación y restauración de tejidos y vestimentas antiguos fueron los escarpines (calzado del siglo XVII), que aparecen en el fondo de la caja de madera, y unas plantillas ortopédicas, que son parcialmente visibles en el ángulo superior derecho de la misma. Una de ellas, probablemente la correspondiete al pie derecho, es más del doble de ancha y gruesa que la otra, lo que viene a indicar que el individuo exhumado en velilla, fuera o no Miguel Juan Pellicer Blasco, padecía, efectivamente, una importante cojera.

Aquel 4 de Mayo de 1950, el supuesto cadáver de Pellicer fue encerrado en una caja sellada y lacrada por el notario Aldama, a la espera de un análisis más exhaustivo que nunca llegó a realizarse.

El 4 de septiembre de ese mismo año, el arzobispo Doménech comunicó oficialmente al notario:

“Es conveniente volver a dar sepultura a los restos encontrados hasta que nuevamente sean necesarios para su estudios.”

Ceremonia que tuvo lugar el 17 de septiembre de 1950. Aldama cerró el protocolo el 28 del mismo mes.

Fuentes: El Laberinto de la Historia, Signos de estos Tiempos

 

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Foros de la Virgen María MENSAJES Y VISIONES Movil Sor Josefa Menéndez

La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, visiones de Sor Josefa Menéndez (desde la traición de Judas a la coronación de espinas)

TRAICIÓN DE JUDAS

14 de marzo

Después que fui confortado por el enviado de mi Padre, vi que Judas, uno de mis doce Apóstoles, se acercaba a Mí, y tras él venían todos los que me habían de prender…; llevaban en las manos cuerdas, palos, y toda clase de instrumentos para sujetarme.

Me levanté y acercándome a ellos les dije: ¿A quien buscáis?
Entretanto, Judas, poniendo las manos sobre mis hombros me besó. ¡Ahí, ¿qué haces Judas?… ¿Qué significa este beso?
También puedo decir a muchas almas: ¿Qué hacéis?… ¿Por qué me entregáis con un beso?…

¡Alma a quien amo!.., dime tú que vienes a Mí, que me recibes en tu pecho…, que me dirás más de una vez que me amas…, ¿no me entregarás a mis enemigos cuando salgas de aquí?… Ya sabes que en esa reunión que frecuentas hay piedras que me hieren fuertemente, es decir, conversaciones que me ofenden… tú que me has recibido hoy y que me vas a recibir mañana, pierdes ahí la blancura preciosa de mi gracia!…

¿Seguirás con ese asunto que te ensucie las manos?.. ¿No sabes que no es lícito el modo como adquieres ese dinero, alcanzas esa posición, te procuras ese bienestar?…

Mira que obras como Judas…; ahora me recibes y me besas; dentro de unos instantes o de unas horas me prenderán los enemigos y tú mismo les darás la señal para que me conozcan…

Con esa amistad peligrosa, no sólo me atas y me apedreas, sino que eres causa de que tal persona me ate y apedree también…

¿Por qué me entregas así, alma que me conoces y que en más de una ocasión te has gloriado de ser piadosa y de ejercer la caridad?… Cosas todas que en verdad podían hacerte adquirir grandes méritos, mas, ¿qué vienen a ser para ti, sino un velo que cubre tu delito?…

¡Alma querida!, ¿por qué te dejas llevar de esa pasión?…; no te pido que te libres de ella, pues eso no está en tu mano; pero sí pido que trabajes, que luches, que no te dejes dominar. Mira que el placer momentáneo que te proporciona es como los treinta denarios en que me vendió Judas, los cuales no le sirvieron sino para su perdición.

¡Cuántas almas me han vendido y me venderán, por el vil precio de un deleite, de un placer momentáneo y pasajero! ¡Ah, pobres almas! ¿A quién buscáis?… ¿Es a Mí?.. ¿Es a Jesús a quien conocéis, a quien habéis amado y con quien habéis hecho alianza eterna?

Dejad que os diga una palabra: Velad y orad. Luchad sin descanso y no dejéis que vuestras malas inclinaciones y defectos lleguen a ser habituales…

Mirad que hay que segar la hierba todos los años y quizá en las cuatro estaciones, que la tierra hay que labrarla, y limpiarla, hay que mejorarla y cuidar de arrancar las malezas que en ella brotan.

El alma también hay que cuidarla con mucho esmero, y las tendencias torcidas hay que enderezarlas.

No creáis que el alma que me vende y se entrega a los mayores desórdenes empezó por una falta grave. Esto puede suceder, pero no es lo corriente. En general, las grandes caídas empezaron por poca cosa; un gustillo, una debilidad, un consentimiento quizá lícito, pero poco mortificado; un placer no prohibido, pero poco conveniente… El alma se va cegando, disminuye la gracia, se robustece la pasión y, por último, vence.

¡Ah, cuán triste es para el corazón de un Dios que ama infinitamente a las almas ver tantas que se precipitan insensiblemente en el abismo!…

 

TRAICIONES DE LAS ALMAS ESCOGIDAS
15 de marzo

Josefa, te he dicho cómo las almas que pecan gravemente me entregan a mis enemigos y el arma con que me hieren es el pecado…
Pero no siempre se trata de grandes pecados…; hay almas, y aun almas escogidas, que me traicionan y me entregan con sus defectos habituales, con sus malas inclinaciones, no combatidas, con concesiones a la naturaleza inmortificada, con faltas de caridad, de obediencia, de silencio… Y si es triste recibir una ofensa o una ingratitud de cualquier alma, mucho más cuando viene de almas escogidas y las más amadas de mi Corazón.

Otras, sin embargo, pueden reparar y consolarme.
Sí, almas que he escogido para que seáis mi descanso y el jardín de mis delicias; espero de vosotras mucha mayor ternura, mucha mayor delicadeza, mucho más amor…

De vosotras espero que seáis el bálsamo que cicatrice mis heridas, que limpie mi rostro, afeado y manchado…, que me ayudéis a dar luz a tantas almas ciegas que en la oscuridad de la noche me prenden y me atan para darme muerte.

No me dejéis solo… Despertad y venid…, porque ya llegan mis enemigos…
Cuando se acercaron a Mí los soldados para prenderme, les dije: «Yo Soy». Lo mismo repito al alma que se acerca al peligro y a la tentación: «Yo Soy, Yo Soy.»

Si tú quieres estás a tiempo todavía, te perdonaré, y en vez de atarme tú con las cuerdas del pecado, Yo te ataré a ti con ligaduras de amor.

¡Ven! Yo soy… Soy el que te ama y ha derramado toda su Sangre por ti, y el que tiene tal compasión de tu debilidad, que está esperándote con ansia para estrecharte en sus brazos.

¡Qué triste es para Mí cuando, después de haber llamado con tanto amor a las almas, ellas, ingratas y ciegas, me atan y me llevan a la muerte!…

Mas… había llegado mi hora.., y dando libertad a los soldados, me entregué con la docilidad de un cordero… En seguida me condujeron a casa de Caifás, donde me recibieron con burlas e insultos y donde uno de los criados me dio la primera bofetada.

¡Ah Josefa¡… ¡Entiende esto!… ¡La primera bofetada!… ¿Me hizo sufrir más que los azotes de la flagelación?… No; pero en esta primera bofetada vi el primer pecado mortal de tantas almas que después de vivir en gracia, cometerían ese primer pecado… Y tras él…, ¡cuántos otros!…, siendo causa con su ejemplo de que otras almas los cometieran también…, y teniendo tal vez la misma desgracia: ¡morir en pecado¡…

Mañana seguiremos… Pasa hoy el día reparando y pidiendo que muchas almas conozcan a dónde las conduce el camino que llevan…

 

NEGACIÓN DE SAN PEDRO
16 de marzo

Escribe para las almas:
¡Mis Apóstoles me habían abandonado!… Pedro, movido de curiosidad, pero lleno de temor, se quedó oculto entre la servidumbre. A mi alrededor sólo había acusadores que buscaban cómo acumular contra Mí delitos que pudieran encender más la cólera de jueces tan inicuos. Me llaman perturbador, profanador del sábado, falso profeta. La soldadesca, excitada por las calumnias, profiere contra Mí gritos y amenazas.

¿Dónde estáis vosotros, apóstoles y discípulos que habéis sido testigos de mi vida, de mi doctrina, de mis milagros?… ¡Ah!, de todos aquellos de quienes esperaba alguna prueba de amor, no queda ninguno para defenderme; me encuentro solo y rodeado de soldados, que, como lobos, quieren devorarme.
Mirad cómo me maltratan: uno descarga sobre mi rostro una bofetada, otro me arroja su inmunda saliva; otro me tuerce el rostro en son de burla.

Mientras mi Corazón se ofrece a sufrir todos estos suplicios, Pedro, a quien había constituido Jefe y Cabeza de la Iglesia y que algunas horas antes había prometido seguirme hasta la muerte.,., a una simple pregunta, que podía haberle servido para dar testimonio de Mí, ¡me niega! Y como el temor se apodera más y más de él y la pregunta se reitera, jura que jamás me ha conocido ni ha sido mi discípulo…
¡Ah! ¡Pedro! ¡Juras que no conoces a tu Maestro!… No sólo juras, sino que, interrogado por tercera vez, respondes con horribles imprecaciones.

¡Almas escogidas!… Cuando el mundo clama contra Mí, ¡qué tristeza, qué inmensa amargura para mi Corazón si, volviéndose entonces a los amigos, se encuentra sólo y abandonado de ellos!

Os diré como a Pedro: ¡Alma a quien tanto amo!… ¿No te acuerdas ya de las pruebas de amor que te he dado? ¿Te olvidas de los lazos que te unen a Mí?… ¿Olvidas cuántas veces me has prometido ser fiel y defenderme?
No confíes en ti misma porque entonces estás perdida. Pero si recurres a Mí con la humildad y firme confianza, no tengas miedo: Yo te sostendré.

Y vosotras, almas que vivís en el mundo rodeadas de tantos peligros…, huid de las ocasiones…

En cuanto a las que trabajáis en mi viña…, si os sentís movidas por curiosidad o por alguna satisfacción humana, también os diré que huyáis; pero si trabajáis puramente por obediencia o impulsadas por el celo de las almas y de mi gloria, no temáis… Yo os defenderé y saldréis victoriosas…

Cuando los soldados me conducían a la prisión, al pasar por uno de los patios vi a Pedro, que estaba entre la turba… Le miré… El también me miró… Y lloró amargamente su pecado.

¡Cuántas veces miro así al alma que ha pecado!… Pero, ¿me mira ella también? ¡Ah!… Que no siempre se encuentran estas dos miradas… ¡Cuántas veces miro al alma y ella no me mire a Mí!…

No me ve… Está ciega… La llamo por su nombre y no me responde… Le envío una tribulación para que salga de su sueño, pero no quiere despertar…

¡Almas queridas! Si no miráis al cielo viviréis como los seres privados de la razón… Levantad la cabeza y ved la patria que os espera. Buscad a vuestro Dios y siempre le encontraréis con los ojos fijos en vosotras, y en su mirada hallaréis la paz y le vide.

 

LA PRISIÓN
17 de marzo

Contémplame en la prisión, donde pasé gran parte de la noche. Los soldados venían a insultarme de palabra y de obra, empujándome, golpeándome.
Al fin, hartos de Mí, me dejaron solo, atado, en una habitación oscura y húmeda, sin más asiento que una piedra, donde mi cuerpo dolorido se quedó al poco rato aterido de frío…

Vamos ahora a comparar la prisión con el Sagrario, y, sobre todo, con los corazones de los que me reciben.
En la prisión, pasé una noche no entera…; pero en el Sagrario, ¡cuántas noches y días paso!

En la prisión me ultrajaron los soldados, que eran mis enemigos… Pero en el Sagrario me maltratan y me insultan almas que me llaman Padre… En la prisión pasé frío y sueño, hambre y sed, vergüenza, dolores, soledad y desamparo…, y desde allí veía, en el transcurso de los siglos, tantos Sagrarios en los que me faltaría el abrigo del amor… Cuántos corazones helados serían para mi cuerpo frío y herido como la piedra de la prisión!

¡Cuántas veces tendría sed de amor, sed de almas!…
¡Cuántos días espero que tal alma venga a visitarme en el Sagrario y a recibirme en su corazón!
¡Cuántas noches me paso solo… y pensando en ella!… ¡Qué de veces siento hambre de mis almas!… de su fidelidad generosa: ¿Sabrán calmarla con aquella ocasión de vencerse .., con esta ligera mortificación?… ¿Sabrán, cuando llegue la hora del dolor…, cuando hayan de pasar por una humillación…, una contrariedad …, una pena de familia o un momento de soledad y desolación, decirme desde el fondo del alma: «Os lo ofrezco para aliviar vuestra tristeza, para acompañaros en vuestra soledad?»

¡Ah! Si de este modo supieran unirse a Mí. ¡Con cuánta paz pasarían por aquella tribulación! Su alma saldría de ella fortalecida y habrían aliviado mi Corazón.

En la prisión sentí vergüenza al oír las horribles palabras que se proferían contra Mí…, y esta vergüenza creció al ver que más tarde esas mismas palabras serían repetidas por almas muy amadas.

Cuando aquellas manos sucias y repugnantes descargaban sobre Mí golpes y bofetadas, vi cómo sería muchas veces golpeado y abofeteado por tantas almas que, sin purificarse de sus pecados, me recibirán en sus corazones, y con sus pecados habituales descargarían sabre Mí repetidos golpes.

Cuando en la prisión me empujaban, y Yo, atado y falto de fuerzas, caía en tierra, vi cómo tantas almas, por no renunciar a una vana satisfacción me despreciarían, y atándome con las cadenas de su ingratitud me arrojarían de su corazón y me dejarían caer en tierra renovando mi vergüenza y prolongando mi soledad.

«¡Almas escogidas! Mirad a vuestro Esposo en la prisión; contempladle en esta noche de tanto dolor… Y considerad que este dolor se prolonga en la soledad de tantos Sagrarios, en la frialdad de tantos corazones…

Si queréis darme una prueba de vuestro amor, abridme vuestro pecho para que haga de él mi prisión.

Atadme con las cadenas de vuestro amor… Cubridme con vuestras delicadezas… Alimentadme con vuestra generosidad… Apagad mi sed con vuestro celo…
Consolad mi tristeza y desamparo con vuestra fiel compañía.
Haced desaparecer mi dolorosa vergüenza con vuestra pureza y rectitud de intención.

Si queréis que descanse en vosotras, evitad el tumulto de pasiones, y en el silencio de vuestra alma dormiré tranquilo; de vez en cuando oiréis mi voz que os dice suavemente: Esposa mía, que ahora eres mi descanso, Yo seré el tuyo en la eternidad; a ti, que con tanto desvelo y amor me procuras la prisión de tu corazón,

Yo te prometo que mi recompensa no tendrá límites y no te pesarán los sacrificios que hayas hecho por Mí durante tu vida».

 

IMITACIÓN DEL DIVINO PRISIONERO
20 de marzo

«¡Escucha los deseos que entonces sentía mi Corazón!…
Me consumía de amor el pensamiento de tantas y tantas almas a quienes este ejemplo había de inspirar el deseo de seguir mis huellas.

Las veía fieles imitadoras de mi Corazón, aprendiendo de Mí mansedumbre, paciencia, serenidad, no sólo para aceptar los sufrimientos y desprecios, sino aun para amar a los que las persiguen y, si fuera preciso, sacrificarse por ellos como

Yo me sacrifiqué.
El amor me encendía más y más en deseos de cumplir la Voluntad de mi Padre, y mi Corazón, más fuertemente unido a El en éstas horas de soledad y dolor, se ofrecía a reparar su gloria ultrajada…»

Así vosotras, almas religiosas que os halláis en prisión voluntaria por amor; que más de una vez pasáis a los ojos de las criaturas por inútiles y quizá por perjudiciales: ¡No temáis! Dejad que griten contra vosotras, y en estas horas de soledad y de dolor, que vuestro corazón se una íntimamente a Dios, único objeto de vuestro amor. ¡Reparad su gloria ultrajada por tantos pecados!…»

 

«MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO»
El mismo día

«Al amanecer del día siguiente, Caifás ordenó que me condujeran a Pilatos para que pronunciara la sentencia de muerte.

Este me interrogó con gran sagacidad, deseoso de hallar causa de condenación; pero al mismo tiempo su conciencia le remordía y sentía gran temor ante la injusticia que contra Mí iba a cometer; al fin encontró un medio para desentenderse de Mí, y mandó me condujeran a Herodes.

En Pilatos están fielmente representadas las almas que, sintiendo la lucha entre la gracia y sus pasiones, se dejan dominar por el respeto humano y por su excesivo amor propio.»

«A todas las preguntas que Pilatos me hizo, nada respondí; mas cuando me dijo: «Eres tú el Rey de los Judíos?» Entonces, con gravedad y entereza, le dije: «Tú lo has dicho. Yo soy Rey, pero mi Reino no es de este mundo.»

Con estas palabras quise enseñar a muchas almas cómo cuando se presenta la ocasión de soportar el sufrimiento, una humillación que podrían fácilmente evitar, deben contestar con generosidad.

«Mi reino no es de este mundo»; es decir: no busco las alabanzas de los hombres; mi patria no es ésta; ya descansaré en la que lo es verdaderamente; ahora, ánimo para cumplir mi deber, sin tener en cuenta la opinión del mundo… No retrocederé, escucharé Ia voz de la gracia, ahogando los gritos de la naturaleza. Y si no soy capaz de vencer sola, pediré fuerzas y consejos, pues en muchas ocasiones las pasiones y el excesivo amor propio ciegan al alma y la impulsan a obrar, el mal.»

 

EN CASA DE HERODES
El mismo día

«Pilatos mandó que me llevaran a la presencia de Herodes. Era éste un hombre corrompido, que no buscaba más que el placer, dejándose arrastrar de sus pasiones desordenadas. Se alegró de verme comparecer ante su tribunal, pues esperaba divertirse con mis discursos y milagros.»

«Considerad, almas queridas, la repulsión que experimenté al verme ante aquel hombre vicioso, cuyas palabras, gestos y movimientos me cubrían de confusión.
¡Almas queridas y virginales! Venid a rodear y a defender a vuestro Esposo…
Herodes esperaba que Yo contestaría a sus preguntas sarcásticas, pero no quise desplegar mis labios; guardé en su presencia el más profundo silencio.

No contestar, era la mayor prueba que podía darle de mi dignidad. Sus palabras, obscenas, no merecían cruzarse con las mías, purísimas.

Entretanto, mi Corazón estaba íntimamente unido a mi Padre Celestial. Me consumía en deseos de dar por las almas hasta la última gota de mi Sangre. El pensamiento de todas las que, más tarde, habían de seguirme, conquistadas por mis ejemplos y por mi liberalidad, me encendían en amor, y no sólo gozaba en aquel terrible interrogatorio, sino que deseaba soportar el suplicio de la Cruz.

Dejé que me trataran de loco y me cubrieran con una vestidura blanca en señal de burla; después, en medio de gritos furiosos, me llevaron de nuevo a la presencia de Pilotos.»

 

LA FLAGELACIÓN
El mismo día

«Mira cómo este hombre, confundido y enredado en sus propios lazos, no sabe qué hacer de Mí, y para apaciguar el furor del populacho manda que me hagan azotar.»

Así son las almas cobardes, que faltas de generosidad para romper enérgicamente con las exigencias del mundo o de sus propias pasiones, en vez de cortar de raíz aquello que la conciencia les reprende, ceden a un capricho, se conceden una ligera satisfacción, capitulan en parte con lo que la pasión exige.

Y para acallar los remordimientos, se dicen a sí mismas:
— Ya me he privado de esto, —sin ver que es sólo la mitad de lo que la gracia les pide.

Sólo diré una palabra… Alma querida, como Pilatos me haces flagelar. Ya has dado un paso… Mañana darás otro… ¿Crees satisfacer así tu pasión? No…; pronto te pedirá más, y como no has tenido valor para luchar con tu propia naturaleza en esta pequeñez, mucho menos la tendrás después cuando la tentación sea mayor.

Miradme, almas tan amadas de mi Corazón, dejándome conducir con la mansedumbre de un cordero al terrible y afrentoso suplicio de la flagelación…

Sobre mi cuerpo ya cubierto de golpes y agobiado de cansancio, los verdugos descargan cruelmente, con cuerdas embreadas y con varas, terribles azotes. Y es tanta la violencia con que me hieren, que no quedó en Mí un solo hueso que no fuese quebrantado por el más terrible dolor… La fuerza de los golpes me produjo innumerables heridas… Las varas arrancaban pedazos de piel y carne divina… La Sangre brotaba de todos los miembros de mi Cuerpo, que estaba en tal estado, que más parecía monstruo que hombre.

¡Ah! ¿Cómo podéis contemplarme en este mar de dolor y de amargura sin que vuestro corazón se mueva a compasión?

Pero no son los verdugos los que me han de consolar, sino vosotras, almas escogidas, aliviad mi dolor…

¡Contemplad mis heridas y ved si hay quien haya sufrido tanto para probaros su amor!…

 

JESÚS CORONADO DE ESPINAS Y TRATADO COMO REY DE BURLA
22 de marzo

Cuando los brazos de aquellos hombres crueles quedaron rendidos a fuerza de descargar golpes sobre mi Cuerpo, colocaron sobre mi cabeza una corona tejida con ramas de espinas, y Delfilando por delante de Mí me decían: ¿Conque eres Rey? ¡Te saludamos!…

Unos me escupían, otros me insultaban…, otros descargaban nuevos golpes sobre mi cabeza; cada uno añadía un nuevo dolor a mi Cuerpo maltratado y deshecho.

No rehúyo la humillación, antes me abrazo con ella, para expiar los pecados de soberbia y atraer a las almas a imitar mi ejemplo.
Permití que me coronasen de espinas y que mi cabeza sufriera cruelmente para expiar la soberbia de muchas almas que rehúsan aceptar aquello que las rebaja a los ojos de las criaturas.

Consentí que pusieran sobre mis hombros un manto de escarnio y que me llamasen loco; para que las almas no se desdeñen de seguirme por un camino que a los mundanos parece bajo y vil y quizá a ellas mismas indigno de su condición.

No, almas queridas, no hay camino, estado ni condición humillante cuando se trata de cumplir la Voluntad Divina…; no queráis resistir, buscando con vanos y soberbios pensamientos el modo de seguir la voluntad de Dios haciendo la vuestra.

Ni creáis que hallaréis la verdadera paz y alegría en una condición más o menos brillante a los ojos de las criaturas… No; sólo la encontraréis en el exacto cumplimiento de la Voluntad Divina y en la entera sumisión para aceptar todo lo que ella os pida.

Hay en el mundo muchas jóvenes que cuando llega el momento de decidirse para contraer matrimonio, se sienten atraídas hacia aquel en quien descubren cualidades de honradez, vida cristiana y piadosa, fiel cumplimiento del deber, así en el trabajo como en el seno de le familia; todo, en fin, lo que puede llenar las aspiraciones de su corazón.

Pero en aquella cabeza germinan pensamientos de soberbia; y empiezan a discurrir así. Tal vez éste satisfaría los anhelos de mi corazón, pero en cambio no podré figurar ni lucir en el mundo. Entonces se ingenian para buscar otro, en el cual pasarán por más nobles, más ricas, llamarán la atención y se granjearán la estima y los halagos de las criaturas.

¡Ay! ¡Cuán neciamente se ciegan estas pobres almas! Óyeme, hija mía; no encontrarás la verdadera felicidad en este mundo, y… quizá no la encuentres tampoco en el otro. ¡Mira que te pones en gran peligro!

¿Y qué diré a tantas almas a quienes llamo a la vida perfecta, a una vida de amor, y que se hacen sordas a mi voz?

¡Cuántas ilusiones, cuánto engaño hay en almas que aseguran están dispuestas a hacer mi Voluntad, a seguirme, a unirse y consagrarse a Mí, y, sin embargo, clavan en mi cabeza la corona de espinas!

Hay almas a quienes quiero por esposas y, conociendo como conozco los más ocultos repliegues de su corazón, amándolas como las amo, con delicadeza infinita, deseo colocarlas allí donde en mi sabiduría veo que encontrarán todo cuanto necesitan para llegar a una encumbrada santidad. Allí donde mi Corazón se manifestará a ellas y donde me darán más gloria…, más consuelo.., más amor y más almas.

¡Pero cuántas resistencias!… ¡Y cuántas decepciones sufre mi Corazón! ¡Cuántas almas ciegas por el orgullo, la sed de fama y de honra, el deseo de contentar sus vanos apetitos, y una baja y mezquina ambición de ser tenidas en algo…, se niegan a seguir el camino que les traza mi amor!

Almas por Mí escogidas con tanto cariño, ¿creéis darme la gloria que Yo esperaba de vosotras haciendo vuestro gusto? ¿Creéis cumplir mi Voluntad resistiendo a la voz de la gracia que os llama y encamina por esa senda que vuestro orgullo rechaza?

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Las Particularidades del Matrimonio de José y María

El de José y María fue un verdadero matrimonio aunque no existió entre ellos relación carnal.

José fue un verdadero esposo para María y cumplió todas las obligaciones de un esposo, por lo cual la Sagrada Familia es un ejemplo

 

VIRGINIDAD DE SAN JOSÉ

Según algunos escritos apócrifos de los primeros siglos, como el libro Historia de José el carpintero, el Protoevangelio de Santiago o el Evangelio de Tomás, que son del siglo II o más tarde, san José habría estado casado antes de conocer a María y habría tenido, al menos, seis hijos, que serían, según algunos, los llamados hermanos de Jesús.

Al quedar viudo, ya anciano con 89 años, se habría casado con María, que tenía unos catorce o quince años. Según estos libros apócrifos, José habría vivido hasta los 111 años, pasando unos veinte años con Jesús.

Estos libros influyeron en la opinión de que san José era un anciano, que más que esposo era un padre para María, y que se habría casado con ella para salvar las apariencias ante la sociedad.

Nada más fuera de la realidad.

San José tuvo que hacer frente a todas las responsabilidades de una familia, lo que hubiera sido imposible si hubiera sido un anciano, que necesitaba cuidado y atención.

¿Cómo hubiera podido guiar a la Sagrada Familia por el desierto con todos los peligros y con todo el esfuerzo que supone caminar veinte días hasta llegar a Egipto?

Dios puso al lado de María un compañero y un esposo fuerte y vigoroso para defenderla de todos los peligros y para ayudarla en todas sus necesidades.

Un esposo, que debió trabajar mucho para poder sustentar una familia pobre, especialmente durante su estancia en Egipto, donde no tenían familiares.

Hablar de José como de un anciano enfermo es algo que sólo libros apócrifos y fantasiosos pudieron inventar.

El padre Tomás Morales, fundador de los Cruzados de Santa María, afirma:

Aquí está san José: anchas espaldas para el trabajo, no pierde ni un segundo, está siempre adorando, está siempre trabajando, está siempre solícito, cuidando de la Virgen y, sobre todo, del Jesús niño.

No tiene un instante libre, no piensa más que en amar, adorar y en trabajar para ellos. Aquí está san José.

Es el ministro de relaciones exteriores de la sagrada familia.

Él es el que se tiene que preocupar de todo en Nazaret, en los cuatro o cinco días de camino hacia Belén, en la gruta de Belén, en Egipto después, en Nazaret y siempre relacionándose con todos.

Por eso, desde los primeros siglos, varios santos Padres tuvieron que hablar de un san José joven, y no anciano y viudo.

San Jerónimo defiende su virginidad en su escrito contra Helvidio:

Tú dices que María no fue virgen; yo reivindico para mí aún más, a saber, que también el mismo José fue virgen por María, para que del consorcio virginal naciese el Hijo virgen.

En el santo varón no hubo fornicación y no se ha escrito que haya tenido otra mujer. De María fue más bien custodio que marido; de donde se sigue haber permanecido virgen con María, quien mereció ser llamado padre del Señor.

San Pedro Damián (1007-1072) escribió:

No parece que fuese suficiente que sólo la Madre fuese virgen; es de fe de la Iglesia que también aquel que hizo las veces de padre ha sido virgen.

Nuestro Redentor ama tanto la integridad del pudor florido, que no sólo nació de seno virginal, sino también quiso ser tocado por un padre virgen.

Santo Tomás de Aquino dice:

Se debe creer que José permaneció virgen, porque no está escrito que haya tenido otra mujer y la infidelidad no la podemos atribuir a tan santo personaje.

Dice san Francisco de Sales (1567-1622):

María y José habían hecho voto de virginidad para todo el tiempo de su vida y he aquí que Dios quiso que se uniesen por el vínculo del santo matrimonio, no para que se desdijeran y se arrepintieran de su voto, sino para que se confirmasen más y más y se animasen mutuamente juntos durante toda su vida.

Muchos santos de peso creen que José había hecho voto de virginidad antes de casarse con María, pero lo que sí es cierto es que, a partir de su matrimonio con María, lo hizo para aceptar así la voluntad de Dios.

 

MATRIMONIO DE JOSÉ Y DE MARÍA

Lo primero que debemos tener en cuenta es que fue un verdadero matrimonio, a pesar de que nunca hubo entre ellos relación carnal.

El Espíritu Santo reconoce en el Evangelio:

José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16).

José era verdadero esposo de María y entre ellos había un verdadero matrimonio.

Analizando la naturaleza del matrimonio, tanto san Agustín como santo Tomás de Aquino, la ponen siempre en la indivisible unión espiritual, en la unión de los corazones, en el consentimiento, elementos que en aquel matrimonio se han manifestado de modo ejemplar.

En el momento culminante de la historia de la salvación, cuando Dios revela su amor a la humanidad mediante el don del Verbo, es precisamente el matrimonio de María y José el que realiza en plena libertad el don esponsal de sí, al acoger y expresar tal amor.

Dice san Agustín:

María pertenece a José y José a María, de modo que su matrimonio fue verdadero matrimonio, porque se han entregado el uno al otro.

Pero ¿en qué sentido se han entregado?

Ellos se han entregado mutuamente su virginidad y el derecho de conservársela el uno al otro.

María tenía el derecho de conservar la virginidad de José y José tenía el derecho de custodiar la virginidad de María.

Ninguno de los dos puede disponer y toda la fidelidad de este matrimonio consiste en conservar la virginidad.

San Agustín, considerando que san Mateo escribe la genealogía de los antepasados de Jesús a partir de José, descendiente de David, dice que Dios reconoce que fue un verdadero matrimonio; pues, de otra manera, nunca hubiera sido posible llamar a Jesús, hijo de José.

Y dice:

Jesús fue considerado en la genealogía de José para que los fieles no considerasen tan importante en el matrimonio la unión de los cuerpos, como para no creerse esposos sin esa unión corporal…

Con este ejemplo, viene magníficamente enseñado a los fieles esposos que también, practicando la continencia de común acuerdo, el matrimonio puede permanecer como tal si se conserva el afecto, aunque no haya unión sexual.

El Papa León XIII dijo en la encíclica Quamquam pluries de agosto de 1889:

El matrimonio es la máxima sociedad y amistad, a la que por su naturaleza va unida la comunidad de bienes. Dios le ha dado José a María, no sólo como compañero de vida sino también como testigo de su virginidad.

Y como decía Juan Pablo II:

Precisamente, del matrimonio con María es de donde derivan para José su singular dignidad y sus derechos sobre Jesús.

Es cierto que la dignidad de la Madre de Dios llega tan alto que nada puede existir más sublime; pero, porque entre la beatísima Virgen y José se estrechó un lazo conyugal, no hay duda de que a aquella altísima dignidad por la que la Madre de Dios supera con mucho a todas las criaturas, él se acercó más que ningún otro.

Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad… se sigue que Dios ha dado a José como esposo a la Virgen no sólo como compañero de vida, testigo de su virginidad, sino también para que participase por medio del pacto conyugal en la excelsa grandeza de ella.

José y María unieron sus corazones como dos estrellas que no se enlazan nunca, mientras que sus rayos luminosos se entrecruzan en el espacio.

Fue un matrimonio parecido a lo que sucede en la primavera entre las flores, que juntan sus perfumes, o a dos instrumentos musicales que juntan sus melodías al unísono, formando una sola…

Su matrimonio era necesario para preservar a la Virgen de cualquier sospecha, mientras le llegase el momento de revelar el misterio del nacimiento de Jesús…

A mi parecer, san José debió ser, al casarse con la Virgen, un hombre joven, fuerte, viril, atlético, bien parecido y casto; un prototipo del hombre, que puede verse hoy en una pradera apacentando un rebaño o piloteando un avión o en el taller de un carpintero.

Y no un impotente anciano, sino un hombre rebosante de vigor juvenil; no un fruto seco, sino una flor lozana y llena de promesas; no en el ocaso de la vida, sino en el amanecer, derrochando energía, fuerza y amor.

¡Cómo se agigantan las figuras de la Virgen y de san José, cuando deteniéndonos en el examen de su vida, descubrimos en ella el primer poema de amor!

El corazón humano no se conmueve ante el amor de un viejo por una joven; pero ¿cómo no admirarse profundamente del amor de dos jóvenes unidos por un vínculo divino?

María y José llevaron a su boda no sólo su voto de virginidad, sino también dos corazones llenos de un gran amor, más grande que cualquier otro amor que corazón humano haya podido nunca contener. Ninguna pareja de casados se ha querido nunca tanto…

Como dijo el Papa León XIII:

Su matrimonio fue consumado con Jesús. María y José se unieron con Jesús; María y José no pensaron más que en Jesús. Amor más profundo ni lo ha habido ni lo habrá ya nunca en esta tierra.

San José renunció a la paternidad de la sangre, pero la encontró en el espíritu, porque fue padre adoptivo de Jesús. La Virgen renunció a la maternidad y la encontró en su propia virginidad. 

Fuente: Extraído de San José el mas Santo de los Santos, por el Padre Angel Peña OAR

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Origen de la Cuaresma y el ayuno

El vocablo que se utiliza en inglés para indicar los cuarenta días de ayuno anteriores a la Pascua, no pasaba de significar la estación de primavera. La palabra latina quadragesima (francés: carême; italiano: quaresima; español: cuaresma), es la original y de mayor precisión para significar «cuarenta días», o, más literalmente, «el cuadragésimo día»…

hostias en una cesta

Esta palabra, a su vez, imitaba el nombre griego de la Cuaresma, tessarakoste, (cuadragésimo), formado por su analogía con Pentecostés (pentekoste), que ya era usado desde antes de los tiempos del nuevo testamento para nombrar la fiesta judía. Esta etimología adquiere cierta importancia al momento de explicar el desarrollo más antiguo del ayuno oriental.

 

ORIGEN DE LA COSTUMBRE

Ya desde el siglo V algunos Padres apoyaban la tesis de que este ayuno de cuarenta días era una institución apostólica. Por ejemplo, San León (+ 461) exhorta a sus oyentes a abstenerse para que «puedan cumplir con su ayuno la institución apostólica de los cuarenta días»- ut apostolica institutio quadraginta dierum jejuniis impleatur (P.L., LIV, 633)- ,y el historiador Sócrates (+ 433) y San Jerónimo (+ 420) utilizan un lenguaje parecido. (P.G., LXVII, 633; P.L., XXII, 475).

Mas los mejores eruditos modernos rechazan casi unánimemente esta posición. En los documentos existentes de los primeros tres siglos encontramos una diversidad de prácticas en lo tocante al ayuno anterior a la Pascua, e incluso una gradual evolución de su período de duración. El pasaje más importante es uno citado por Eusebio de Cesárea (Historia Ecclesiastica V, 24) de una carta de San Ireneo al Papa Víctor con relación a la Controversia de Pascua. En él, Ireneo dice que no sólo existe una controversia acerca de la fecha de observancia de la Pascua, sino también acerca del ayuno preliminar. «Pues- continúa- algunos piensan que hay que ayunar durante un día, otros que durante dos, y otros que durante varios, e incluso otros aceptan que afirman que deben hacerlo durante cuarenta horas continuas, de día y de noche». Él mismo afirma que esta variedad de formas tiene un origen muy antiguo, lo que significa que no hay tradición apostólica sobre ese asunto. Rufino, que tradujo a Eusebio al latín a fines del siglo IV, parece haber interpolado signos de puntuación en ese pasaje para hacer decir a Ireneo que algunas personas ayunaban cuarenta días. Originalmente la lectura apropiada del texto fue tema de debate, pero la crítica actual (Cfr. la edición de Schwartz comisionada por la Academia de Berlín) se pronuncia fuertemente a favor del texto cuya traducción fue presentada más arriba. Podemos, así, concluir que en el año 190 Ireneo no sabía de ningún ayuno pascual de cuarenta días.

La misma conclusión se puede obtener respecto al lenguaje de Tertuliano, de unos pocos años después. Éste, en sus escritos como montanista, contrasta el tiempo breve del ayuno católico (i.e. «los días cuando el novio les será arrebatado», que probablemente se referían al Viernes y Sábado Santos) con el más largo, aunque aún restringido, de una quincena, que era observado por los montanistas. Obviamente se refería a un ayuno muy estricto (xerophagiæ: ayuno seco), pero no hay indicación alguna en sus escritos- aunque escribió todo un tratado «De jejunio» y con frecuencia toca el asunto en otras obras- que estuviese familiarizado con algún período de cuarenta días consagrados a ayunar más o menos continuamente (Véase Tertuliano, «De jejunio», II y XIV; «De Oratione», XVIII, etc.).

Sin excepción alguna, los Padres pre-nicenos guardan el mismo silencio en torno a ese tipo de ayuno, a pesar de que muchos de ellos pudieron haberlo mencionado si hubiese sido una institución apostólica. No existe, por resaltar unos ejemplos, mención alguna de la Cuaresma en San Dionisio de Alejandría (Ed. Feltoe, 94 ss.) ni en la «Didascalia», fechada por Funk en las cercanías del año 250. Empero, ambos hablan abundantemente del ayuno pascual.

Existen datos que sugieren que la Iglesia de la Era Apostólica celebraba la Resurrección de Cristo no con una festividad anual, sino semanal (Véase, «The Month», abril 1910, 377 ss). De aceptarse esos datos, la liturgia dominical constituía el recuerdo semanal de la Resurrección, y el ayuno del viernes, el de su Pasión.

Esa teoría ofrece una explicación natural a la amplia divergencia que hallamos en la mitad final del siglo II en lo tocante al tiempo adecuado para observar la Pascua y a la manera del ayuno pascual. Había consenso total en cuanto a la observancia semanal del domingo y del viernes, por ser algo primitivo, pero la fiesta anual de la Pascua constituía algo impuesto por el proceso natural de desarrollo, influenciado en gran parte por las condiciones de cada iglesia, tanto en Occidente como en Oriente. No sólo eso, sino que a una con la fiesta de la Pascua parece haberse introducido un ayuno preparatorio, para conmemorar la Pasión o, dicho de otro modo: «los días en los que les sería arrebatado el novio». Ese ayuno de modo alguno se prolongaba más de una semana, aunque sí era muy estricto.

Como haya sido, encontramos ya en los albores del siglo IV la primera mención del término tessarakoste. Aparece en el quinto canon del Concilio de Nicea (325 d.C.), donde se considera el tiempo apropiado para llevar a cabo un sínodo; se puede pensar que se refiere a una festividad, como la Ascensión o la Purificación, llamada quadragesima de Epiphania por Ætheria, y no a un período determinado de tiempo.

Mas no debemos olvidar que el vocablo antiguo, pentekoste (Pentecostés), que originalmente significó el quincuagésimo día, había llegado a convertirse en el nombre de todo el período (al que deberíamos llamar tiempo pascual) que va del Domingo de Pascua hasta el de Pentecostés (Cfr. Tertuliano, «De idolatria», XIV: «pentecosten implere non poterunt»). Como quiera que sea, sí hay seguridad de que, de acuerdo a las «Cartas Festales» de San Atanasio, que en el año 331 este santo impuso a su grey un ayuno preliminar de cuarenta días.

Este ayuno era aparte del de la Semana Santa, mucho más estricto. Ese mismo Padre, el año 339, habiendo viajado a Roma y por gran parte de Europa, escribió a la gente de Alejandría en palabras muy fuertes para ordenarle que lo observase, siendo como era ya de observancia universal, «para que cuando todo el mundo está ayunando, no seamos nosotros el hazmerreír por ser quienes vivimos en Egipto los únicos que en vez de ayunar nos dedicamos al placer». Si bien Funk primeramente sostuvo que la Cuaresma de cuarenta días no se conoció en Occidente antes de la época de San Ambrosio, no podemos desechar esa evidencia.

 

DURACIÓN DEL AYUNO

El ejemplo de Moisés, Elías y Cristo debe haber constituido una gran influencia al fijar el tiempo de cuarenta días. Aunque también es posible que se reflexionara en el hecho de que Cristo duró cuarenta horas en la tumba (actualmente, siguiendo la tradición, la atención se pone más sobre los 40 años de Israel en el desierto y los cuarenta días de ayuno
de Jesucristo en el desierto al inicio de su vida pública. Cfr. número 540 del Catecismo de la Iglesia Católica, de 1992, N.T.).

Por otra parte, así como Pentecostés (cincuenta días) era el período durante el cual los cristianos se regocijaban y oraban de pie, a pesar de no estar siempre dedicados a esa oración, del mismo modo la Cuadragésima (cuarenta días) era originalmente un tiempo caracterizado por el ayuno, pero no significaba ello que los fieles deberían ayunar a todo lo largo del mismo. (Eusebio de Ceárea, en el año 332, en el texto mencionado más arriba, escribe lo siguiente acerca del significado de la Cuaresma, su ayuno y las festividades post-pascuales: «Después de Pascua, pues, celebramos Pentecostés durante siete semanas íntegras, de la misma manera que mantuvimos virilmente el ejercicio cuaresmal durante seis semanas antes de Pascua.

El número seis indica actividad y energía, razón por la cual se dice que Dios creó el mundo en seis días. A las fatigas soportadas durante la Cuaresma sucede justamente la segunda fiesta de siete semanas, que multiplica para nosotros el descanso, del cual el número siete es símbolo», N.T.). De todos modos, para muchas comunidades ese principio no era siempre bien entendido y el resultado de ello era una diferencia en la práctica.

En la Roma del siglo V, la Cuaresma duraba seis semanas, pero según el historiador Sócrates, sólo tres de ellas se dedicaban al ayuno y de ellas quedaban excluidos los sábados y domingos y, si confiamos en la opinión de Duchesne, esas semanas no eran continuas, sino la primera, cuarta y quinta de la serie, por su relación con las ordenaciones (Christian Worship, 243). Muy posiblemente, sin embargo, esas semanas tenían que ver con los «escrutinios» preparatorios del bautismo, ya que, según algunas autoridades (e.g., A.J. Maclean en «Recent Discoveries»), la obligación de ayunar junto con los candidatos al bautismo es resaltada como la influencia principal para el desarrollo de los cuarenta días.

Empero, en todo el Oriente, con algunas excepciones, prevaleció el formato explicado en las «Cartas Festales» de San Atanasio y que cundió en Alejandría, a saber: las seis semanas de la Cuaresma eran sólo la preparación para un ayuno sumamente estricto que se observaba durante la Semana Santa. (Acerca del sentido del ayuno cuaresmal, San Atanasio, en una de esas «cartas festales» enseña lo siguiente: «Cuando Israel era encaminado hacia Jerusalén, primero se purificó y fue instruido en el desierto para que olvidára las costumbres de Egipto.

Del mismo modo, es conveniente que durante la santa cuaresma que hemos emprendido procuremos purificarnos y limpiarnos, de forma que, perfeccionados por esta experiencia y recordando el ayuno, podamos subir al cenáculo con el Señor para cenar con él y participar en el gozo del cielo. De lo contrario, si no observamos la cuaresma, no nos será licito ni subir a Jerusalén ni comer la pascua». N.T.). Esto queda confirmado por la «Constituciones Apostólicas» (V, 13) y presupuesto por San Juan Crisóstomo (Homiliae, XXX sobre Gn 1). Habiendo sentado ya sus reales, el número cuarenta produjo otras modificaciones.

A algunos les pareció necesario que no solamente hubiera ayunos a lo largo de los cuarenta días, sino que fueran cuarenta días de ayuno. De ese modo encontramos que Ætheria, en su «Peregrinatio», habla de que en Jerusalén se tenía una Cuaresma de ocho semanas, de las que, excluidos sábados y domingos, nos da cinco veces ocho, i.e., cuarenta días de ayuno. En otras localidades, por otro lado, la gente se contentaba con un tiempo no mayor de seis semanas, ayunando únicamente cinco días a la semana, como ocurría en Milán, a la usanza oriental (Ambrosio, «De Elia et Jejunio», 10).

En tiempos de Gregorio Magno (590-604) en Roma se utilizaban seis semanas de cinco días cada una, haciendo un total de 36 días de ayuno, las que San Gregorio, seguido después por muchos autores medievales, describe como el diezmo espiritual del año, ya que 36 días equivalen aproximadamente a la décima parte de 365.

Más tarde, el deseo de cuadrar perfectamente los cuarenta días llevó a la práctica de comenzar la Cuaresma a partir de nuestro actual Miércoles de Ceniza, aunque la iglesia de Milán, hasta el día de hoy se adhiere al formato primitivo, que aún se nota en el Misal Romano cuando el celebrante, durante la Misa del primer domingo de Cuaresma, habla de «sacrificium quadragesimalis initii», el sacrificio del inicio de la Cuaresma (La versión actual española de la oración sobre las ofrendas para ese domingo dice: «…el santo tiempo de la Cuaresma, que estamos iniciando.», N.T.)

 

NATURALEZA DEL AYUNO

La divergencia respecto a la naturaleza del ayuno tampoco fue menor. Por ejemplo, el historiador Sócrates (Historia Ecclesiatica, V, 22) nos describe la práctica del siglo V: «Algunos se abstienen de cualquier tipo de creatura viviente, mientras que otros, de entre todos los seres vivos solamente comen pescado. Otros comen aves y pescado, pues, según la narración mosaica de la creación, estos últimos también salieron de las aguas. Otros se abstienen de comer fruta cubierta de cáscara dura y huevos. Algunos sólo comen pan seco, otros, ni eso. Y algunos, después de ayunar hasta la hora nona (15:00 horas), toman alimentos variados».

En medio de tal diversidad no faltó quien se inclinara por los extremos del rigor. Epifanio, Paladio y el autor de «La vida de Santa Melania la Joven» parecen ser testigos de un orden de cosas en el que el cristiano ordinario debía pasar 24 horas o más sin alimento alguno, sobre todo durante la Semana Santa, y los más austeros subsistían a lo largo de la Cuaresma con una o dos comidas semanales exclusivamente (Cfr. Rampolla, «Vita di S. Melania Giuniore», apéndice XXV, p. 478).

La regla ordinaria del ayuno, sin embargo, consistía en tomar una comida al día, en la tarde, con la total prohibición de tomar, en los primeros siglos, carne y vino. En la Semana Santa, o al menos el Viernes Santo, era común hacer el ayuno llamado xerophagiæ, i,e., una dieta de alimentos secos, pan, sal y vegetales. No parece que hubiesen estado originalmente prohibidos los lacticinia, como parece corroborar el citado pasaje de Sócrates. Más aún, en una época posterior, Beda nos habla del obispo Cedda, quien en Cuaresma sólo hacía una comida al día, consistente en un poco de pan, un huevo de gallina y un poco de leche mezclada con agua» (Historia Ecclesiastica III, 23).

Por el contrario, Teodulfo de Orleans, en el siglo VIII, consideraba la abstinencia de huevos, queso y pescado como señal de una virtud excepcional. San Gregorio, en una carta a San Agustín de Inglaterra, fija la norma: «Nos abstenemos de carne y de todo aquello que viene de la carne, como la leche, el queso y los huevos». Esta decisión quedó después incorporada al «Corpus Juris», y se considera ya como ley general en la Iglesia. Pero fueron aceptadas ciertas excepciones, y con frecuencia se concedían dispensas para consumir «lacticinia», a condición de dar alguna contribución a una obra de caridad.

Tales dispensas eran conocidas en Alemania como Butterbriefe (Cartas de, o acerca de, la mantequilla; Butter significa mantequilla en alemán. N.T.), y se dice que varios templos fueron construidos con las sumas recogidas de esa manera. Una de las torres de la catedral de Rouen era conocida, por esa razón, como la «Torre de la Mantequilla». Esta prohibición de comer huevos y leche en Cuaresma se ha perpetuado en la costumbre popular de bendecir o regalar huevos de Pascua y en la costumbre inglesa de comer pastelillos el Martes de Carnaval.

 

RELAJAMIENTO DEL AYUNO CUARESMAL

Por lo dicho antes podemos afirmar que en la temprana Edad Media, a lo largo de la mayor parte de la Iglesia Occidental, la Cuaresma consistía en cuarenta días de ayuno, y seis domingos. Desde el inicio de esa temporada, hasta su final, quedaban prohibidos la carne y los «lacticinia», incluso los domingos, y durante los días de ayuno sólo se hacía una comida al día, la que no podía realizarse antes de oscurecer.

Pero ya en una época muy temprana (encontramos la primera mención de esto en Sócrates), se comenzó a tolerar la práctica de romper el ayuno a la hora de nona, o sea a las tres de la tarde. Sabemos, en particular, que Carlomagno, alrededor del año 800, tomaba su refacción cuaresmal a las 2 de la tarde. Este gradual adelanto de la hora de cenar se facilitó por el hecho de que las horas canónicas de nona, vísperas, etc., más que representar puntos fijos de tiempo, representaban espacios de tiempo. La hora novena, o nona, estrictamente significaba las tres de la tarde, pero el oficio de nona podía ser recitado a la misma hora de sexta, que, lógicamente, correspondía a la hora sexta, mediodía.

De tal modo, se llegó a pensar que la hora nona empezaba a mediodía, y ese punto de vista se ha conservado en la palabra inglesa noon, que viene a significar el tiempo entre mediodía y las tres de la tarde. La hora de romper el ayuno cuaresmal era después de vísperas (el ritual vespertino), pero gracias a un proceso gradual, el rezo de vísperas se anticipó más y más hasta que se reconoció oficialmente el principio, vigente hasta hoy día, de que las vísperas de Cuaresma podrían ser rezadas a mediodía. De ese modo, si bien el autor del «Micrologus» del siglo XI aún afirmaba que quienes tomaran alimentos antes del anochecer no ayunaban de acuerdo a los cánones (P.L., CLI, 1013), ya para los inicios del siglo XIII algunos teólogos, como el franciscano Richard Middleton, quien basa su decisión en la usanza de su tiempo, afirma que aquel hombre que cene a mediodía no rompe el ayuno cuaresmal.

Todavía más material fue el relajamiento causado por la introducción de la «colación». Esta perece haber comenzado en el siglo IX, cuando el Concilio de Aix la Chapelle autorizó la concesión, aún para los monasterios, de un trago de agua u otra bebida al atardecer para aquellos que estuviesen fatigados por el trabajo manual del día. De este pequeño inicio se desarrolló una mayor indulgencia. El principio de la parvitas materiae, o sea, que una cantidad pequeña de alimento no rompe el ayuno mientras no sea tomada como parte de una comida, fue adoptado por Santo Tomás de Aquino y otros teólogos. A lo largo de los siglos se reconoció que una cantidad fija de comida sólida, menor de seis onzas, podía ser tomada después de la bebida del mediodía.

Puesto que esa bebida vespertina, cuando se comenzó a tolerar en los monasterios del siglo IX, se tomaba a la hora en que se leían en voz alta las «collationes» (conferencias) del Abad Casiano a los hermanos, esta pequeña indulgencia llegó a ser conocida como «colación», y así se ha llamado desde entonces.

Otro tipo de mitigaciones, de naturaleza más substancial, se ha introducido en la observancia de la Cuaresma durante el curso de los últimos siglos. Para comenzar, se ha tolerado la costumbre de tomar una taza de líquido (por ejemplo, café, té e incluso chocolate) con un trozo de pan o una tostada temprano en la mañana. Y en lo que toca más de cerca de la Cuaresma, la Santa Sede ha concedido sucesivos indultos para permitir la carne como alimento en la comida principal, primero los domingos y después en dos, tres, cuatro y cinco días a la semana, hasta casi abarcar todo el período.

Más recientemente, el Jueves Santo, en el que siempre se había prohibido la carne, ha venido a ser beneficiario de la misma indulgencia. En los Estados Unidos, por concesión de la Santa Sede, se ha logrado que los trabajadores y sus familias coman carne todos los días, excepto los viernes, el Miércoles de Ceniza, el Sábado Santo y la Vigilia de Navidad. La única compensación para tanta mitigación es la prohibición de tomar carne y pescado simultáneamente en la misma comida. (Véase Abstinencia, Ayuno, Impedimentos, Canónico (III), Domingo Laetare, Septuagésima, Sexagésima, Quincuagésima, Quadragésima, Ornamentos).

(La legislación actual de la Iglesia, según el Código de Derecho Canónico vigente desde el 25 de enero de 1983, señala en sus artículos 1249-1253, la obligación de ayunar y abstenerse de ciertos alimentos. El ayuno sólo obliga el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo; la abstinencia de carne, u otro alimento señalado por las conferencias episcopales, todos los viernes y el tiempo de Cuaresma. Cfr. También el Catecismo de la Iglesia Católica, número 1438. Acerca de la percepción actual del sentido de la Cuaresma y el Adviento, el otro «tiempo fuerte», penitencial, de la Iglesia, cfr. Constitución Sacrosantum Concilium del Concilio Vaticano II, nos. 102-106; 109-110. N.T.)

Fuente: Enciclopedia Católica, por: HERBERT THURSTON

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El Viaje de los Reyes Magos a Belén: Visión de Catalina Emmerich

He visto llegar hoy la caravana de los Reyes, por la noche, a una población pequeña con casas dispersas, algunas rodeadas de grandes vallas.

Me parece que es éste el primer lugar donde se entra en la Judea…

reyesmagos

La visión de catalina Emmerich la entregamos en tres partes:

 

Aunque aquella era la dirección de Belén, los Reyes torcieron hacia la derecha, quizás por no hallar otro camino más directo.

Al llegar allí su canto era más expresivo y animado; estaban más contentos porque la estrella tenía un brillo extraordinario: era como la claridad de la luna llena, y las sombras se veían con mucha nitidez.

A pesar de todo, los habitantes parecían no reparar en ella. Por otra parte eran buenos y serviciales.

Algunos viajeros habían desmontado y los habitantes ayudaban a dar de beber a las bestias.

Pensé en los tiempos de Abrahán, cuando todos los hombres eran serviciales y benévolos.

Muchas personas acompañaron a la comitiva de los Reyes Magos llevando palmas y ramas de árboles cuando pasaron por la ciudad.

La estrella no tenía siempre el mismo brillo: a veces se oscurecía un tanto; parecía que daba más claridad según fueran mejores los lugares que cruzaban.

Cuando vieron los Reyes resplandecer más a la estrella, se alegraron mucho pensando que sería allí donde encontrarían al Mesías.

Esta mañana pasaron al lado de una ciudad sombría, cubierta de tinieblas, sin detenerse en ella, y poco después atravesaron un arroyo que se echa en el Mar Muerto.

Algunas de las personas que los acompañaban se quedaron en estos sitios.

He sabido que una de aquellas ciudades había servido de refugio a alguien en ocasión de un combate, antes que Salomón subiera al trono.

Atravesando el torrente, encontraron un buen camino.

Esta noche volví a ver el acompañamiento de los Reyes que había aumentado a unas doscientas personas porque la generosidad de ellos había hecho que muchos se agregaran al cortejo.

Ahora se acercaban por el Oriente a una ciudad cerca de la cual pasó Jesús, sin entrar, el 31 de Julio del segundo año de su predicación.

El nombre de esa ciudad me pareció Manatea, Metanea, Medana o Madián.

Había allí judíos y paganos; en general eran malos.

A pesar de atravesarla una gran ruta, no quisieron entrar por ella los Reyes y pasaron frente al lado oriental para llegar a un lugar amurallado donde había cobertizos y caballerizas. En este lugar levantaron sus carpas, dieron de beber y comer a sus animales y tomaron también ellos su alimento.

Los Reyes se detuvieron allí el jueves 20 y el viernes 21 y se pusieron muy pesarosos al comprobar que allí tampoco nadie sabía nada del Rey recién nacido.

Les oí relatar a los habitantes las causas porque habían venido, lo largo del viaje y varias circunstancias del camino.

Recuerdo algo de lo que dijeron.

El Rey recién nacido les había sido anunciado mucho tiempo antes.

Me parece que fue poco después de Job, antes que Abrahán pasara a Egipto, pues unos trescientos hombres de la Media, del país de Job (con otros de diferentes lugares) habían viajado hasta Egipto llegando hasta la región de Heliópolis.

No recuerdo por qué habían ido tan lejos; pero era una expedición militar y me parece que habían venido en auxilio de otros.

Su expedición era digna de reprobación, porque entendí que habían ido contra algo santo, no recuerdo si contra hombres buenos o contra algún misterio religioso relacionado con la realización de la Promesa divina.

En los alrededores de Heliópolis varios jefes tuvieron una revelación con la aparición de un ángel que no les permitió ir más lejos.

Este ángel les anunció que nacería un Salvador de una Virgen, que debía ser honrado por sus descendientes. Ya no sé cómo sucedió todo esto; pero volvieron a su país y comenzaron a observar los astros.

Los he visto en Egipto organizando fiestas regocijantes, alzando allí arcos de triunfo y altares, que adornaban con flores, y después regresaron a sus tierras.

Eran gentes de la Media, que tenían el culto de los astros.

Eran de alta estatura, casi gigantes, de una hermosa piel morena amarillenta.

Iban como nómadas con sus rebaños y dominaban en todas partes por su fuerza superior.

No recuerdo el nombre de un profeta principal que se encontraba entre ellos.

Tenían conocimiento de muchas predicciones y observaban ciertas señales trasmitidas por los animales.

Si éstos se cruzaban en su camino y se dejaban matar, sin huir, era un signo para ellos y se apartaban de aquellos caminos.

Los Medos, al volver de la tierra de Egipto, según contaban los Reyes, habían sido los primeros en hablar de la profecía y desde entonces se habían puesto a observar los astros.

Estas observaciones cayeron algún tiempo en desuso; pero fueron renovadas por un discípulo de Balaam y mil años después las tres profetisas, hijas de los antepasados de los tres Reyes, las volvieron a poner en práctica.

Cincuenta años más tarde, es decir, en la época a que habían llegado, apareció la estrella que ahora seguían para adorar al nuevo Rey recién nacido.

Estas cosas relataban los Reyes a sus oyentes con mucha sencillez y sinceridad, entristeciéndose mucho al ver que aquéllos no parecían querer prestar fe a lo que desde dos mil años atrás había sido el objeto de la esperanza y deseos de sus antepasados.

A la caída de la tarde se oscureció un poco la estrella a causa de algunos vapores, pero por la noche se mostró muy brillante entre las nubes que corrían, y parecía más cerca de la tierra.

Se levantaron entonces rápidamente, despertaron a los habitantes del país y les mostraron el espléndido astro.

Aquella gente miró con extrañeza, asombro y alguna conmoción el cielo; pero muchos se irritaron aun contra los santos Reyes, y la mayoría sólo trató de sacar provecho de la generosidad con que trataban a todos.

Les oí también decir cosas referentes a su jornada hasta allí. Contaban el camino por jornadas a pie, calculando en doce leguas cada jornada.

Montando en sus dromedarios, que eran más rápidos que los caballos, hacían treinta y seis leguas diarias, contando la noche y los descansos.

De este modo, el Rey que vivía más lejos pudo hacer, en dos días, cinco veces las doce leguas que los separaban del sitio donde se habían reunido, y los que vivían más cerca podían hacer en un día y una noche tres veces doce leguas.

Desde el lugar donde se habían reunido hasta aquí habían completado 672 leguas de camino, y para hacerlo, calculando desde el nacimiento de Jesucristo, habían empleado más o menos veinticinco días con sus noches, contando también los dos días de reposo.

La noche del viernes 21, habiendo comenzado el sábado para los judíos que habitaban allí, los Reyes prepararon su partida.

Los habitantes del lugar habían ido a la sinagoga de un lugar vecino pasando sobre un puente hacia el Oeste.

He visto que estos judíos miraban con gran asombro la estrella que guiaba a los Magos; pero no por eso se mostraron más respetuosos.

Aquellos hombres desvergonzados estuvieron muy importunos, apretándose como enjambres de avispas alrededor de los Reyes, demostrando ser viles y pedigüeños, mientras los Reyes, llenos de paciencia, les daban sin cesar pequeñas piezas amarillas, triangulares, muy delgadas, y granos de metal oscuro. Creo por eso que debían ser muy ricos estos Reyes.

Acompañados por los habitantes del lugar dieron vueltas a los muros de la ciudad, donde vi algunos templos con ídolos; más tarde atravesaron el torrente sobre un puente, y costearon la aldea judía.

Desde aquí tenían un camino de veinticuatro leguas para llegar a Jerusalén.

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La Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús: visión de Catalina Emmerich

Se apearon al llegar cerca de la gruta de la tumba de Maraña, en el valle, detrás de la gruta del Pesebre.

Los criados desliaron muchos paquetes, levantaron una gran carpa e hicieron otros arreglos con la ayuda de algunos pastores que les señalaron los lugares más apropiados…

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La visión de catalina Emmerich la entregamos en tres partes:

 

Se encontraba ya en parte arreglado el campamento cuando los Reyes vieron la estrella aparecer brillante y muy clara sobre la colina del Pesebre, dirigiendo hacia la gruta sus rayos en línea recta.

La estrella estaba muy crecida y derramaba mucha luz; por eso la miraban con grande asombro.

No se veía casa alguna por la densa oscuridad, y la colina aparecía en forma de una muralla.

De pronto vieron dentro de la luz la forma de un Niño resplandeciente y sintieron extraordinaria alegría. Todos procuraron manifestar su respeto y veneración.

Los tres Reyes se dirigieron a la colina, hasta la puerta de la gruta.

Mensor la abrió, y vio su interior lleno de luz celestial, y a la Virgen, en el fondo, sentada, teniendo al Niño tal como él y sus compañeros la habían contemplado en sus visiones.

Volvió para contar a sus compañeros lo que había visto.

En esto José salió de la gruta acompañado de un pastor anciano y fue a su encuentro.

Los tres Reyes le dijeron con simplicidad que habían venido para adorar al Rey de los Judíos recién Nacido, cuya estrella habían observado, y querían ofrecerle sus presentes.

José los recibió con mucho afecto. El pastor anciano los acompañó hasta donde estaban los demás y les ayudó en los preparativos, juntamente con otros pastores allí presentes.

Los Reyes se dispusieron para una ceremonia solemne. Les vi revestirse de mantos muy amplios y blancos, con una cola que tocaba el suelo.

Brillaban con reflejos, como si fueran de seda natural; eran muy hermosos y flotaban en torno de sus personas. Eran las vestiduras para las ceremonias religiosas.

En la cintura llevaban bolsas y cajas de oro colgadas de cadenillas, y cubríanlo todo con sus grandes mantos.

Cada uno de los Reyes iba seguido por cuatro personas de su familia, además, de algunos criados de Mensor que llevaban una pequeña mesa, una carpeta con flecos y otros objetos.

Los Reyes siguieron a José, y al llegar bajo el alero, delante de la gruta, cubrieron la mesa con la carpeta y cada uno de ellos ponía sobre ella las cajitas de oro y los recipientes que desprendían de su cintura.

Así ofrecieron los presentes comunes a los tres.

Mensor y los demás se quitaron las sandalias y José abrió la puerta de la gruta.

Dos jóvenes del séquito de Mensor, que le precedían, tendieron una alfombra sobre el piso de la gruta, retirándose después hacia atrás, siguiéndoles otros dos con la mesita donde estaban colocados los presentes.

Cuando estuvo delante de la Santísima Virgen, el rey Mensor depositó estos presentes a sus pies, con todo respeto, poniendo una rodilla en tierra.

Detrás de Mensor estaban los cuatro de su familia, que se inclinaban con toda humildad y respeto.

Mientras tanto Sair y Teokeno aguardaban atrás, cerca de la entrada de la gruta. Se adelantaron a su vez llenos de alegría y de emoción, envueltos en la gran luz que llenaba la gruta, a pesar de no haber allí otra luz que el que es Luz del mundo.

María se hallaba como recostada sobre la alfombra, apoyada sobre un brazo, a la izquierda del Niño Jesús, el cual estaba acostado dentro de la gamella, cubierta con un lienzo y colocada sobre una tarima en el sitio donde había nacido.

Cuando entraron los Reyes la Virgen se puso el velo, tomó al Niño en sus brazos, cubriéndolo con un velo amplio.

El rey Mensor se arrodilló y ofreciendo los dones pronunció tiernas palabras, cruzó las manos sobre el pecho, y con la cabeza descubierta e inclinada, rindió homenaje al Niño.

Entre tanto María había descubierto un poco la parte superior del Niño, quien miraba con semblante amable desde el centro del velo que lo envolvía. María sostenía su cabecita con un brazo y lo rodeaba con el otro.

El Niño tenía sus manecitas juntas sobre el pecho y las tendía graciosamente a su alrededor. ¡Oh, qué felices se sentían aquellos hombres venidos del Oriente para adorar al Niño Rey!.

Viendo esto decía entre mí: «Sus corazones son puros y sin mancha; están llenos de ternura y de inocencia como los corazones de los niños inocentes y piadosos.

No se ve en ellos nada de violento, a pesar de estar llenos del fuego del amor».

Yo pensaba: «Estoy muerta; no soy más que un espíritu: de otro modo no podría ver estas cosas que ya no existen, y que, sin embargo, existen en este momento.

Pero esto no existe en el tiempo, porque en Dios no hay tiempo: en Dios todo es presente.

Yo debo estar muerta; no debo ser más que un espíritu».

Mientras pensaba estas cosas, oí una voz que me dijo: «¿Qué puede importarte todo esto que piensas?… Contempla y alaba a Dios, que es Eterno, y en Quien todo es eterno».

Vi que el rey Mensor sacaba de una bolsa, colgada de la cintura, un puñado de barritas compactas del tamaño de un dedo, pesadas, afiladas en la extremidad, que brillaban como oro. Era su obsequio.

Lo colocó humildemente sobre las rodillas de María, al lado del Niño Jesús. María tomó el regalo con un agradecimiento lleno de sencillez y de gracia, y lo cubrió con el extremo de su manto.

Mensor ofrecía las pequeñas barras de oro virgen, porque era sincero y caritativo, buscando la verdad con ardor constante e inquebrantable.

Después se retiró, retrocediendo, con sus cuatro acompañantes; mientras Sair, el rey cetrino, se adelantaba con los suyos y se arrodillaba con profunda humildad, ofreciendo su presente con expresiones muy conmovedoras.

Era un recipiente de incienso, lleno de pequeños granos resinosos, de color verde, que puso sobre la mesa, delante del Niño Jesús.

Sair ofreció incienso porque era un hombre que se conformaba respetuosamente con la Voluntad de Dios, de todo corazón y seguía esta voluntad con amor.

Se quedó largo rato arrodillado, con gran fervor.

Se retiró y se adelantó Teokeno, el mayor de los tres, ya de mucha edad.

Sus miembros algo endurecidos no le permitían arrodillarse: permaneció de pie, profundamente inclinado, y puso sobre la mesa un vaso de oro que tenía una hermosa planta verde.

Era un arbusto precioso, de tallo recto, con pequeñas ramitas crespas coronadas de hermosas flores blancas: la planta de la mirra.

Ofreció la mirra por ser el símbolo de la mortificación y de la victoria sobre las pasiones, pues este excelente hombre había sostenido lucha constante contra la idolatría, la poligamia y las costumbres estragadas de sus compatriotas.

Lleno de emoción estuvo largo tiempo con sus cuatro acompañantes ante el Niño Jesús.

Yo tenía lástima por los demás que estaban fuera de la gruta esperando turno para ver al Niño.

Las frases que decían los Reyes y sus acompañantes estaban llenas de simplicidad y fervor.

En el momento de hincarse y ofrecer sus dones decían más o menos lo siguiente:

«Hemos visto su estrella; sabemos que Él es el Rey de los Reyes; venimos a adorarle, a ofrecerle nuestros homenajes y nuestros regalos».

Estaban como fuera de sí, y en sus simples e inocentes plegarias encomendaban al Niño Jesús sus propias personas, sus familias, el país, los bienes y todo lo que tenía para ellos algún valor sobre la tierra.

Le ofrecían sus corazones, sus almas, sus pensamientos y todas sus acciones.

Pedían inteligencia clara, virtud, felicidad, paz y amor.

Se mostraban llenos de amor y derramaban lágrimas de alegría, que caían sobre sus mejillas y sus barbas.

Se sentían plenamente felices.

Habían llegado hasta aquella estrella, hacia la cual desde miles de años sus antepasados habían dirigido sus miradas y sus ansias, con un deseo tan constante.

Había en ellos toda la alegría de la Promesa realizada después de tan largos siglos de espera.

María aceptó los presentes con actitud de humilde acción de gracias.

Al principio no decía nada: sólo expresaba su reconocimiento con un simple movimiento de cabeza, bajo el velo.

El cuerpecito del Niño brillaba bajo los pliegues del manto de María. Después la Virgen dijo palabras humildes y llenas de gracia a cada uno de los Reyes, y echó su velo un tanto hacia atrás.

Aquí recibí una lección muy útil. Yo pensaba: «¡Con qué dulce y amable gratitud recibe María cada regalo!

Ella, que no tiene necesidad de nada, que tiene a Jesús, recibe los dones con humildad.

Yo también recibiré con gratitud todos los regalos que me hagan en lo futuro». ¡Cuánta bondad hay en María y en José! No guardaban casi nada para ellos, todo lo distribuían entre los pobres.

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La Wicca, un Culto Pagano Esotérico Vinculado con la New Age

Creen en lo sobrenatural y en la magia sin atarse a nada.

La Wicca es un culto neopagano que tiene su origen en el mundo anglosajón y se presenta como una especie de “brujería buena”. No es ni una secta ni una organización con líderes o estructuras precisas. Es simplemente una corriente de pensamiento esotérica a la que se puede adherir cualquier persona sin un compromiso particular.

 

 

Es la reinterpretación de religiones ancestrales pre-cristianas, fundida con elementos de modernidad como el romanticismo y el retorno a la naturaleza, el feminismo, el colectivismo, el ecologismo y el anticapitalismo.

 

LA WICCA ES UNA RELIGIÓN MÁS DEL NEOPAGANISMO

Invención acrítica de religiones pre-cristianas ligadas a la fecundidad y la naturaleza, el Neopaganismo engloba corrientes religiosas de los antiguos celtas, de los germanos, de los escandinavos, de los indios de norte-américa, de los aborígenes australianos, de los indios mesoamericanos precolombinos, de religiones antiguas de Grecia, Roma, Egipto, Babilonia, India, Polinesia, etc., muchas veces reconstruidas con apenas rigor antropológico e histórico.

Wicca (masculino) y Wicce (femenino) son precedentes etimológicos de Witch, (brujo/a) en inglés.

La Wicca es brujería, pero no es la brujería medieval europea; no es la magia negra (uso de muertos o espíritus, recurso a demonios, realización de hechizos y conjuros para causar daño); ni tampoco es la magia natural (propiedades ocultas de plantas, piedras, palabras, talismanes…) de esa época, ni de la Antigüedad, ya sea de Grecia, Roma o Egipto en los siglos previos y posteriores a la aparición del Cristianismo, si bien no puede verse totalmente ajena a algunos elementos de ella. No es satanismo en cualquiera de sus formas.

COMO SURGIÓ

En el año 1951 fue abolida la última Witchcraft Act (Legislación de Brujería) existente en Gran Bretaña -las cuales venían existiendo desde la época de Enrique VIII-, que era en ese momento el Acta de 1735. Por esta ley, quien decía que podía conjurar espíritus, conocer cosas ocultas, predecir el futuro, realizar hechizos y encantamientos,… podía ser castigado con penas desde monetarias a encarcelación, o a ser expulsado del territorio. Al perder vigencia dicha Ley algunas personas empezaron a ser conocidas como brujos y brujas, los cuales decían haber estado escondidos de la luz pública por miedo a aquella legislación anti-brujos.

Uno de ellos era el ocultista Gerald Brosseau Gardner (1884-1964). Gardner fue miembro de grupos esotéricos como la Sociedad Folclórica, la Hermandad de masonería irregular Co-Masonería, la Orden Druida, o la Hermandad Rosacruciana de Crotona. De esta última afirmó – aunque con vaguedades y escasas referencias claras – que a partir de 1939 le iniciaron en la Wicca; es lo que él definió como el grupo de brujas de New Forest, las cuales, afirmaba, habían mantenido en la clandestinidad su religiosidad pagana pre-cristiana y por ellas le fue transmitida por iniciación a él.

Gerald B. Gardner es el principal difusor de la Wicca, y de la teoría falsa de la existencia y continuidad de esta religiosidad a lo largo de los siglos, encubierta en la sociedad británica. Los orígenes de esta teoría y de la misma Wicca se encuentran en las ideas del romanticismo de final del siglo XIX y su vuelta a la naturaleza y las divinidades de la antigüedad. Hay además influencia del folclorismo inglés, grupos rosacruces, masones y ocultistas, como la Golden Dawn, o de autores como Aleister CrowleyCharles G. Leland, y obras como

Podemos afirmar que la Wicca amalgama y concita prácticas pre-cristianas ligadas a la tierra y la naturaleza, al margen de tradiciones reales o de organizaciones existentes.

WICCA ES LA RELIGIÓN DEL DIOS DE LA FERTILIDAD Y LA DIOSA MADRE DE LA NATURALEZA

Junto con las corrientes que la concibieron, corrientes esotéricas, ocultistas, herméticas, rosacruces y masonas, teosóficas y druídicas, mágicas y paganas, es una religiosidad que también da respuesta a los sentimientos de pan-urbanización y destrucción planetaria, a la necesidad de retorno a lo natural y la temporalidad marcada por los ciclos astronómicos, la identidad con las raíces legendarias y el localismo de la tierra, así como manifestación rupturista propia de la época en la que surgió, anti-normativa y pan-sexualista.

El pasar de las décadas posteriores ha seguido influyendo en la Wicca asumiendo ideologías feministas y de los derechos de los gays, el pacifismo, la contracultura anti-capitalista, el ecologismo como ideología, los movimientos anti-nucleares, el neo-indigenismo o las corrientes anti-globalización e individualistas del consumismo.

Muchos seguidores de Wicca hoy en día se inician solos, leyendo libros por su cuenta o a través de Internet, aspecto que choca contra el principio iniciático, llegando a creer en soledad y sin pertenencia a un coven.

Wicca es religión de la naturaleza, de la fecundidad, de la vida. Pero no toda la Wicca ve la realidad natural de igual forma. Así, el arco va desde el pan-naturalismo o la divinización ultra-ecologista, y la necesidad de realizar los rituales y los actos mágicos “en” la naturaleza, a los que ven la naturaleza como un ámbito intermedio entre lo humano y lo divino, o como telón donde se manifiesta la divinidad según la ley esotérica de la correspondencia (“El Todo en la Parte; la Parte en el Todo”), hasta aquellos que conciben la naturaleza como un marco neo-romántico en el que no necesariamente hay que interactuar, pues muchos practicantes Wicca apenas tienen contacto con ámbitos naturales puros.

La sacerdotisa concita y congrega aspectos lunares, primaverales y misteriosos; el sacerdote aspectos solares, de señorío de vida y muerte, y de realeza de la caza. Ella es diosa Madre, y él es el Cernunnos celta o dios cornudo. La diosa es Doncella, Madre y Vieja-Bruja, triplemente diosa. El dios es Amante e Hijo, doblemente dios.

Para algunos seguidores Wicca los dioses son reales, para otros no son sólo dos, sino que la naturaleza ofrece multitud de divinidades, para otras corrientes sólo la diosa es la divinidad principal, y otros consideran al dios y la diosa como aspectos complementarios del mismo ser divino único. Incluso otros seguidores de la Wicca no creen en la realidad de las divinidades, pues para ellos sólo son arquetipos, al estilo de Carl G. Jung.

Así, Wicca es una religiosidad politeísta, o duo-teista, o incluso monoteísta, para algunos. O de veneración de la naturaleza e inmanentista para unos, panteísta para otros, o también animista, o simplemente psico-mágica y esotérica.

LOS RITOS QUE PRACTICA

La Wicca se ha fragmentado mucho desde sus mismos inicios, con muchas contradicciones entre sí y diferencias esenciales.

Wicca es religión de iniciación en los misterios. Tiene tres grados, desde el aprendiz o miembro brujo del coven al iniciado al sacerdocio, y finalmente el sacerdote con capacidad de formar otro coven. Los covens, o grupos Wicca, son dirigidos por un sacerdote y una sacerdotisa.

Wicca cree en la magia, que considera como realización del deseo humano y que maneja y controla las fuerzas desconocidas de la naturaleza. Los practicantes de la Wicca buscan participar de la fuerza divina, unirse a ella. Los sacerdotes incluso pueden ser poseídos por el dios masculino o femenino en el ritual de “bajar el Sol” o “bajar la Luna”, respectivamente.

Los rituales son fundamentales, y para muchos practicantes, anteriores a las creencias, pues permiten la ensoñación y el desenvolvimiento de lo inconsciente del ser humano y el encuentro con la experiencia religiosa.

La Rueda Anual de celebraciones de la Wicca engloba las festividades del año solar y lunar al completo con las 8 fiestas sabbats solares y las 13 fiestas esbats de las lunas llenas.

El pentáculo o estrella de cinco puntas de la Wicca es un elemento fundamental de esta religión. Es el círculo mágico protector, agrupando los 4 elementos básicos (Tierra, Aire, Fuego, Agua), y además el 5º elemento o Espíritu, que ha de colocarse en el vértice superior. Es círculo mágico y ritual y engloba y subsume toda la realidad en sus cuatro puntos cardinales.

Sobre el altar Wicca siempre está el cuchillo o athame, que simboliza al dios masculino, y el cáliz, símbolo de la diosa femenina, con clara alusiones sexuales cada uno.

Wicca cree en la reencarnación, creencia asumida a través de las corrientes de la Teosofía, la cual bebió del Hinduismo y el Budismo, si bien se centran sobre todo en la vida actual más que en la vida futura. Para unos, la reencarnación se da en diferentes especies animales, pero para otros siempre entre seres humanos, e incluso para otros siempre en brujos, pues “una vez brujo, siempre brujo”, y así piensan que todos los brujos son reencarnaciones de brujos previos.

En el tiempo que media hacia la siguiente reencarnación las almas de los brujos residen en el Mundo-Separado, aunque sus potencias son accesibles por artes mágicas y espiritismo, prácticas que no todos los seguidores Wicca consideran adecuadas.

Podemos hablar de en torno a 200.000 miembros en todo el mundo en base a las distintas fuentes que conocemos.

EN RESUMEN

NO HAY UNIDAD. Al no existir una autoridad wicca reconocida, hay diversas interpretaciones. Por ejemplo, algunos wiccanos dicen que ofrecen encantamientos mientras muchos otros dicen que su religión los prohíbe.  Algunos wiccanos dicen que utilizan la magia muy excepcionalmente y otro wiccano explica que no hacen hechizos de amor.

UN CONCEPTO DE DIOS SIMBÓLICO EN EL QUE CABEN DIOSES Y DIOSAS. No reconocen a Dios como persona que se revela en la historia. No creen en la revelación cristiana, aunque algunos dicen ser cristianos, pero el Jesús en que creen no es Dios. Perciben al cristianismo como exclusivista por profesar que hay un solo Dios verdadero y rechazar a los dioses paganos.

RELATIVISMO. Cada hombre o mujer tiene el derecho de formar su propio concepto de dios o diosa.

BRUJAS Y BRUJOS. Entre sus miembros hay mujeres que profesan ser brujas o wicca, y también hay hombres brujos. Otros en cambio dicen que no hay brujos entre ellos.

DIVINIZAN LA NATURALEZA Y LE RINDEN CULTO. Algunos wiccanos dicen que no adoran la naturaleza sino que sólo son «ecologistas». Otros afirman que sí la adoran

CREEN EN LA REENCARNACIÓN COMO LA «EVOLUCIÓN DEL ALMA». Algunos dicen que los cristianos al principio creían en la reencarnación, lo cual es falso.

SUPERSTICIÓN. Usan amuletos y talismanes pensando que las piedras y otros elementos naturales «canalizan» sus deseos y ruegos.

CREEN QUE EL MUNDO PAGANO ERA UN REMANSO DE PAZ Y BIENESTAR que fue arruinado por la venida del cristianismo, al cual culpan además por todos los males.

FUNDAMENTO DE MORAL. «Haz lo que quieras mientras no dañes a nadie» y «Todo lo que hagas regresa el triple».

NO CREEN EN EL DEMONIO NI EN LA TENTACIÓN.

Fuentes: Infocatólica, Corazones, Signos de estos Tiempos

 

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Letanías Lauretanas

Después de los cinco misterios se suele rezar las letanías lauretanas o loretanas. Estas letanías provenientes del Santuario mariano de Loreto (de ahí el nombre de lauretanas), en Italia, son invocaciones que honran a la Santísima Virgen, Madre de Dios, con símbolos y figuras tomados sobre todo de la Sagrada Escritura.

Las letanías son una serie de alabanzas y súplicas ordenadas, repetidas y concordes entre sí, por las que se ruega a Dios y su madre Santa María. Etimológicamente la palabra letanía proviene del vocablo griego litanueo que significa súplica o rogativa…

 

Letania Lauretana

Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros

Cristo óyenos, Cristo óyenos
Cristo escúchanos, Cristo escúchanos

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros
Dios Hijo redentor del mundo, R
Dios Espíritu Santo, R
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, R

Santa María, Respuesta:»Ruega por nosotros»
Santa Madre de Dios, R
Santa Virgen de las vírgenes, R

Madre de Cristo, R
Madre de la Iglesia, R
Madre de la divina gracia, R
Madre purísima, R
Madre castísima, R
Madre virginal, R
Madre inmaculada, R
Madre amable, R
Madre admirable, R
Madre del buen consejo, R
Madre del Creador, R
Madre del Salvador, R

Virgen prudentísima, R
Virgen digna de veneración, R
Virgen digna de alabanza, R
Virgen poderosa, R
Virgen clemente, R
Virgen fiel, R

Espejo de justicia, R
Trono de la sabiduría, R
Causa de nuestra alegría, R
Vaso espiritual, R
Vaso digno de honor, R
Vaso insigne de devoción, R
Rosa mística, R
Torre de David, R
Torre de marfil, R
Casa de oro, R
Arca de la alianza, R
Puerta del cielo, R
Estrella de la mañana, R
Salud de los enfermos, R
Refugio de los pecadores, R
Consuelo de los afligidos, R
Auxilio de los cristianos, R

Reina de los ángeles, R
Reina de los patriarcas, R
Reina de los profetas, R
Reina de los apóstoles, R
Reina de los mártires, R
Reina de los confesores, R
Reina de las vírgenes, R
Reina de todos los santos, R
Reina concebida sin pecado original, R
Reina elevada al cielo, R
Reina del santísimo rosario, R
Reina de las familias, R
Reina de la paz, R

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oremos:
Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus sievos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.

 

HISTORIA

Los orígenes de las letanías se remontan a los primeros siglos de la cristiandad. Las letanías eran súplicas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, y se rezaban sobre todo en las procesiones. Aunque al principio eran dirigidas sólo a Dios (en súplicas) se añadieron con el tiempo invocaciones a santos y sobre todo a la Virgen María (en intercesiones) usadas a partir del siglo VII.

En la liturgia oriental se usaron desde el siglo III. La composición de letanías marianas siguió la línea de las generales y de las de los Santos. En éstas se invocaba a María de tres modos: Sancta María, Santa Dei Genetrix y Santa Virgo Virginum. A lo cual siguió una serie de reflexiones y elogios de los santos padres orientales que constituyen el germen de las futuras letanías marianas.

El germen halló ambiente en la popularidad del Oficio de la Virgen Santísima que se cantaba en algunos monasterios. Este «Oficio» no era fijo y tenía variaciones según la orden religiosa que lo cantaba; éstas variaciones fueron abolidas por Pío V cuando estableció el «Oficio Parvo de la Virgen» reformado. Lo cierto es que entre las variantes que existían habían ciertas letanías que se parecían a las futuras Lauretanas.

Las más antiguas letanías a María propiamente dichas se encuentran en un códice de Maguncia del siglo XII titulado Letania de Domina Nostra Dei genenetrice Virgine Maria. Ora valde bona, cotidie pro quacumque tribulatione dicenda est, con alabanzas largas y en cada verso repitiendo el Sancta María.

En el siglo XV y XVI las letanías marianas empezaron a multiplicarse. Por el año 1500fueron creadas una serie de letanías en el santuario de Loreto hechas para el lugar. Hacia 1575 surgen unas nuevas letanías lauretanas conocidas como «modernas» con alabanzas puramente bíblicas, que se hicieron tan populares que las primeras versiones fueron pasadas a segundo plano. Sixto V las aprobó en 1587 e incluso les dio indulgencias.

Hacia el siglo XVII la situación se hizo exagerada, en Loreto se tenía una letanía para cada día de la semana y no era el único caso. En 1601, con el decreto Quoniuam multi del 6 de setiembre, el Papa Clemente VIII prohibió todas las letanías que existían con excepción de las incluidas en el Misal y el Breviario y también las del santuario de Loreto, aquellas letanías ya eran llamadas como lauretanas. Paulo V, en 1503, ordenó que se cantasen en la basílica romana de Santa María La Mayor en festividades de la Virgen María. Los dominicos en 1615 ordenaron que se recite en todos sus conventos después de sus oraciones de los sábados.

Con el tiempo se han ido añadiendo más títulos a ellas, como León XIII quien añadió «Reina del Santo Rosario», y «Madre del Buen Consejo», Benedicto XV añadió «Reina de la paz», Pío IX el «Reina concebida sin pecado original», Pío XII en 1951 «Reina asunta al cielo», Pablo VI el «Madre de la Iglesia» y «Rosa Mística» y Juan Pablo II incluyó el «Reina de las Familias».

En el libro «Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. Principios y orientaciones» editado en el Vaticano en el año 2002 se define las Letanías así:
Entre las formas de oración a la Virgen, recomendadas por el Magisterio, están las Letanías. Consisten en una prolongada serie de invocaciones dirigidas a la Virgen, que, al sucederse una a otra de manera uniforme, crean un flujo de oración caracterizado por una insistente alabanza-súplica. (…) En los libros litúrgicos del Rito Romano hay dos formularios de letanías: Las Letanías lauretanas, por las que los Romanos Pontífices han mostrado siempre su estima; las Letanías para el rito de coronación de una imagen de la Virgen María, que en algunas ocasiones pueden constituir una alternativa válida al formulario lauretano.

León XIII recomendó concluir durante el mes de octubre (mes del Rosario) la recitación del Rosario con el canto de l
as Letanías lauretanas, con ello se pensó que las Letanías eran parte del rezo del Rosario, cuando en realidad son un acto de culto por sí mismas pudiendo ser usadas para rendir un homenaje a la Virgen sea en una procesión (como en su uso primitivo) o como parte de una celebración de la Palabra de Dios.

Después del Concilio Vaticano II surgieron letanías que reflexionaban en torno a los documentos sobre María como la Lumen Gentium o la Marialis Cultus. Un claro ejemplo es el libro publicado en 1981 llamado: «Rito de Coronación de las imágenes de la Virgen María» que propone letanías donde los términos «Señora» y «Reina» abundan, dada la liturgia de tono glorioso donde se recitan.

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Oraciones de León XIII a San Miguel Arcángel por la Iglesia

El 13 de octubre de 1884 el Papa León XIII tuvo una visión de demonios atacando el Vaticano.

Y oyó una conversación de Jesús con el demonio que le pedía permiso para atacar a la Iglesia.

Y Jesucristo se lo concedió,

Puedes leer aquí la historia.

Luego de esto entregó a su secretario una hoja de papel con oraciones para enviar a todos los obispos del mundo para que se recitaran luego de misa.

Los textos de las oraciones tienen ligeras variaciones según la traducción y los hábitos del país.

 

ORACIÓN A SAN MIGUEL ANGEL DEL PAPA LEÓN XII

San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio.

Se nuestra ayuda, te rogamos suplicantes.

¡Que el Señor nos lo conceda!

Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a aatanás y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la perdición de las almas.

 

ORACIÓN A SAN MIGUEL

(León XIII, 18 de mayo de 1890; Acta Apostolicae Sedis, p. 743)

¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestes, san Miguel arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos!

Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio.

Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quien no hubo nunca jamás lugar en el cielo.

Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.

Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza.

Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria.

Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones.

Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales.

Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.

Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria.

Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría  de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste.

¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia.

Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén

– He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
Venció el León de Judá, el retoño de David
-Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros.
Como hemos esperado de ti.
-Señor, escucha mi oración
Y que mis gritos se eleven hasta ti.

Oh Dios Padre Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso san Miguel arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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El Himno a María Sub Tumm Praesidium

La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable

Quizás el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa María.

Es la oración «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios …».

Se trata de un tropario (himno bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud.

Es quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto oracional e invocativo.

G. Giamberardini en un documentado estudio ha mostrado la presencia del tropario en los más diversos ritos y las diversas variantes que encuentra, incluso en la liturgia latina.

La universalidad de esta antífona hace pensar que ya a mediados del siglo III era usual invocar a Santa María como Theotokos.

Y que los teólogos, como Orígenes, comenzaron a prestarle atención, precisamente por la importancia que iba adquiriendo en la piedad popular.

Simultáneamente esta invocación habría sido introducida en la liturgia.

En el rito romano, su presencia está ya testimoniada en el Liber Responsalis, atribuido a San Gregorio Magno y es copiado en el siglo IX en la siguiente forma: «Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genitrix».

Algunos manuscritos de los siglos X y XI, presentan unas deliciosas variantes de esta oración, manteniendo intacta la expresión Santa Dei Genitrix, en estricta fidelidad a la Theotokos del texto griego. Helas aquí:

«Sub tuis visceribus confugimus, Dei Genitrix, semper Virgo Maria» ; » Sub tuis visceribus confugio, Sancta Dei Genitrix»; «Sub tuis visceribus confugimus, Sancta Dei Genitrix»».

Y en el rito ambrosiano: «»Sub tuam misericordiam confugimus, Dei Genitrix»».

Se trata de traducciones fidelísimas del texto griego, tal y como aparece en el rito bizantino, en el que se utiliza la palabra griega eysplagknían, para referirse a las entrañas misericordiosas de la Madre de Dios.

La consideración de la inmensa capacidad de las entrañas maternales de la Madre de Dios está en la base de la piedad popular que tanta importancia dio al título Theotokos para designar a la Madre de Jesús.

Y quizás lo más importante sea el hecho de que el testimonio del Sub tuum praesidium levanta en el mariólogo la sospecha de que el título Theotokos se origina a mediados del siglo III en la piedad popular.
.
Como invocación a las entrañas maternales de Aquella que llevó en su seno a Dios y que, por esta razón, debe estar dotada de unas entrañas maternalmente inagotables.

Esta vez, quizás, la piedad popular fue por delante de la Teología. Al menos, es muy verosímil que así fuese.

 

Sub Tuum Praesidium

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

Sub Tuum Praesidium (Latín)

Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dei Genetrix; nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta.

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A Jesucristo DEVOCIONES Y ORACIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil

Letanía del Divino Rostro de Jesús

¡Yo Te saludo, Te adoro y Te amo, oh Rostro adorable
de Jesús, mi Amado, noble Sello de la Divinidad!

Ultrajado de nuevo por los blasfemos, Te ofrezco, por
medio del Corazón de Tu Santísima Madre, la adoración
de todos los Ángeles y Santos, con la humilde súplica
de que repares y renueves en mí y en todos los
hombres Tu Imagen desfigurada por el pecado.

Oh Rostro Adorable que fuiste adorado con
profundo respeto por María y José cuando Te vieron por
primera vez, ten misericordia de nosotros.

Oh Rostro Adorable que en el establo de Belén
llenaste de alegría, a los Ángeles, los pastores y los
magos, ten misericordia…

Oh Rostro Adorable que en el Templo traspasaste
con un dardo de amor, al santo anciano Simeón y a la
profetisa Ana, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que llenaste de admiración a
los Doctores de la Ley cuando apareciste en el Templo
a la edad de doce años, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que posees la belleza siempre
antigua y siempre nueva, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que eres la obra maestra del
Espíritu Santo, en el que el Padre Eterno se complace,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que eres el espejo inefable de
las perfecciones divinas, ten misericordia…

¡Rostro Adorable de Jesús, que el día de Tu Pasión
Te inclinaste lleno de misericordia en la Cruz por la
salvación del mundo! Una vez más por piedad inclínate
hacia nosotros, pobres pecadores. Míranos con
compasión y danos Tu Paz.

Oh Rostro adorable, brillante como el sol y
radiante de gloria en el Monte Tabor, ten misericordia…
Oh Rostro adorable que lloraste y te afligiste ante
la tumba de Lázaro, ten misericordia…

Oh Rostro adorable, que te entristeciste al ver
Jerusalén y derramaste lágrimas sobre esa ciudad
ingrata, ten misericordia…

Oh Rostro adorable, que te inclinaste hasta el suelo
en el Huerto de los Olivos y te cubriste de confusión
por nuestros pecados, ten misericordia…

Oh Rostro adorable, cubierto del sudor de sangre,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que fuiste golpeado por un
siervo vil, cubierto con un velo de vergüenza y
profanado por las manos sacrílegas de Tus enemigos,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que con Tu divina mirada
heriste el corazón de San Pedro con un dardo de dolor y
de amor, ten misericordia…

¡Sé misericordioso con nosotros, oh mi Dios! No
desprecies nuestras oraciones cuando, en medio de
nuestras aflicciones, clamemos Tu Santo Nombre y
busquemos con amor y confianza Tu Rostro adorable.

Oh Rostro adorable, lavado y ungido por María y
las santas mujeres y cubierto con una sábana, ten
misericordia…

Oh Rostro adorable, resplandeciente de gloria y
belleza el día de la Resurrección, ten misericordia…
Oh Rostro adorable que Te ocultas en la Eucaristía,
ten misericordia…

Oh Rostro adorable que aparecerás al final de los
tiempos en las nubes con gran poder y majestad, ten
misericordia…

Oh Rostro adorable que harás temblar a los
pecadores, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que regocijarás a los justos por
toda la eternidad, ten misericordia…

Oh Rostro adorable que mereces toda nuestra
reverencia, nuestro homenaje y adoración, ten
misericordia…

¡Oh Señor, muéstranos Tu Rostro y nos salvaremos!
¡Oh Señor, muéstranos Tu Rostro y nos salvaremos!
¡Oh Señor, muéstranos Tu Rostro y nos salvaremos!

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Breaking News De Navidad DEVOCIONES Y ORACIONES Movil NOTICIAS Noticias 2016 – julio – diciembre

Las Posadas

Las posadas son fiestas que tienen como fin, preparar la Navidad.

Comienzan el día 16 y terminan el día 24 de Diciembre.

las-posadas

Su antecedente loca se remonta a los tiempos de la conquista, cuando los españoles llegaron a México, los aztecas creían que durante el solsticio de invierno, el dios Quetzalcóatl (el sol viejo) bajaba a visitarlos.

Cuarenta días antes de la fiesta, compraban los mercaderes a un esclavo en buenas condiciones y lo vestían con los ropajes del mismo dios Quetzalcóatl. Antes de vestirlo, lo purificaban lavándolo.

Salían con él a la ciudad y él iba cantando y bailando para ser reconocido como un dios. Las mujeres y los niños le ofrecían ofrendas. En la noche, lo enjaulaban y lo alimentaban muy bien.

Nueve días antes de la fiesta, venían ante él dos «ancianos muy venerables del templo» y se humillaban ante él.

Durante la ceremonia, le decían: «Señor, sabrás que de aquí a nueve días se te acabará este trabajo de bailar y cantar porque entonces has de morir».

Él debía responder: «Que sea muy en hora buena».

Llegado el día de la fiesta, a media noche, después de honrarlo con música e incienso, lo tomaban los sacrificadores y le sacaban el corazón para ofrecérselo a la luna.

Ese día en los templos se hacían grandes ceremonias, dirigidas por los sacerdotes, que incluían ritos y bailables sagrados, representando la llegada de Quetzalcóatl, así como ofrendas y sacrificios humanos en honor a él.

Durante el mes de diciembre, no sólo festejaban a Quetzalcóatl, sino que también celebraban las fiestas en honor a Huitzilopochtli.

Estas fiestas duraban veinte días, iniciaban el 6 de diciembre y terminaban el 26 del mismo mes, eran fiestas solemnes que estaban precedidas por 4 días de ayuno y en las que se coronaba al dios Huitzilopochtli poniendo banderas en los árboles frutales.

Esto es a lo que llamaban el «levantamiento de banderas». En el gran templo ponían el estandarte del dios y le rendían culto.

El pueblo se congregaba en los patios de los templos, iluminados por enormes fogatas para esperar la llegada del solsticio de invierno.

El 24 de diciembre por la noche y al día siguiente, 25 de diciembre, había fiestas en todas las casas. Se ofrecía a los invitados una rica comida y unas estatuas pequeñas de pasta llamada «tzoatl».

Los misioneros españoles que llegaron a México a finales del siglo XVI, aprovecharon estas costumbres religiosas para inculcar en los indígenas el espíritu evangélico y dieron a las fiestas aztecas un sentido cristianos, lo que serviría como preparación para recibir a Jesús en su corazón el día de Navidad.

Se atribuye a Fray Diego de Soria (finales del siglo XVI). Las primeras «jornadas» (como se llamaban entonces), en el convento de Acolman, para recordar el camino de José y María de Nazaret a Belén.

La celebración se fue enriqueciendo de la costumbre franciscana de representar con imágenes a José y María.

De estas celebraciones y de los Autos de Fe europeos surgieron las pastorelas y los cantos para pedir posada.

Estas celebraciones se llamaron también fiestas de aguinaldo, quizá por los pequeños regalos que se daban a los indios que participaban.

Poco a poco la celebración salió de las Iglesias a las casas y el canto religioso fue substituido por la música popular.

La liturgia se mezcló con el folklore popular, haciendo que estas fiestas se arraigaran en el corazón del pueblo mexicano.

Fue en esta época cuando prevaleció el nombre de Posadas.

Durante el resto de la colonia la costumbre subsistió sin muchas variaciones, así paso al México independiente en el que hasta las crisis del país cedían ante la alegría de las fiestas navideñas.

Las posadas no son otra cosa que la novena de Navidad. Comienzan el 16 de diciembre y terminan el 24.

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La ceremonia consiste en una procesión desde las Iglesias o en las casas particulares donde se lleva en andas a los Santos Peregrinos, o sea a las imágenes de María y José algunas veces acompañados de un burro o guiados por un ángel.

En algunos lugares varias familias con anterioridad se reparten las posadas, es decir cada noche una familia distinta organiza la posada y los peregrinos irán peregrinando de una casa a otra.

Durante la procesión, los participantes iluminados por pequeñas veladoras caminan detrás de los Santos peregrinos rezando el Santo Rosario.

La procesión usa el diálogo cantado se solicita posada una y otra vez hasta que se abre el portón dando entrada a los Santos Peregrinos.

Luego en los atrios o en los patios se cuelgan y se rompen las piñatas, ollas decoradas que con papel de china toman múltiples formas que se rellenan de frutas, cacahuates y dulces.

La forma más común en las piñatas es la estrella de siete picos. Cada pico representa un pecado capital; el golpear y romper cada pico representa vencer al pecado y recibir los dones de Dios representados por la fruta y los dulces.

Más tarde la fiesta continúa cuando se ofrece a los comensales una rica merienda de platillos tradicionales de la época. Y la música ameniza el baile.

Las Posadas son una tradición de origen mexicano que aún se celebra hoy en día en algunos países de Latinoamérica durante los días previos a la Navidad. En algunos países, principalmente de América Latina como Colombia, Panamá, Ecuador, Guatemala y México

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FORMA DE CELEBRARSE EN GUATEMALA

Fue el Hermano Pedro de San José Betancur (1626-1667) quien en Guatemala introdujo como parte de las festividades navideñas los nacimientos y posadas para recordar la travesía de María y José en su viaje a Jerusalén y poder cumplir así con el censo romano y el nacimiento del niño Jesús en Belén.

Las posadas se inician con la tradicional quema del DIABLO el 7 de diciembre y terminan el 23 del mismo mes.

Éstas consisten en la fabricación de una pequeña anda (tarima que es llevada a cuestas por un determinado grupo de personas), en la que se colocan imágenes de María y José vestidos de peregrinos.

Las posadas pueden ser organizadas por hermandades católicas, iglesias o particulares.

Cuando alguien decide organizar una posada, necesita encontrar nueve casas que puedan recibirla.

En cada casa se hace un altar y cada día es diferente el arreglo: el día 15 es dedicado a El Monte Tambor; el 16, a La Ciudad de Naín; el 17, a Los Campos de Samaria. El 18 se dedica a El Pozo de Sequén; el 19, a El Corral de las Ovejas; el 20, a Los Copos de Nieve; el 21, a La entrada de Jerusalén; el día 22 se dedica a La entrada a Belén y el 23 a El portal de Belén.

En las posadas la gente se divide en dos grupos, uno que permanece dentro de la casa seleccionada y otro, que estando afuera, lleva el anda ya adornada.

Las posadas son acompañadas en su recorrido por una marimba, por el sonido de una concha de tortuga, o por un tambor y una flauta; evocando con estos últimos el sincretismo cultural.

La posada camina por las calles y van cantando o rezando; cuando llegan a la casa que espera la posada, cantan los dos grupos letanías en responso, escritas especialmente para estas fiestas.

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FORMA DE CELEBRARSE EN MÉXICO

Cada familia en un barrio se turna una noche y celebra con una posada en su casa; empiezan 16 de diciembre y terminan el 24 en la Noche Buena.

En cada casa hay un Nacimiento. Los anfitriones representan a los hosteleros y los niños del barrio, así como los adultos, representan a «Los Peregrinos» quienes piden posada con un cántico simple a sus versos.

Todos llevan en sus manos velitas encendidas y se escogen cuatro adolescentes para que carguen a Los Peregrinos, que son dos pequeñas estatuillas de San José jalando a un burro en el cual va montada de lado la Virgen María.

La procesión va guiada por una vela dentro de un «farolito», que es como un acordeón de papel de colores con una apertura arriba y una vela adentro.

Los Peregrinos piden posada en tres diferentes casas pero solamente la tercera les dejará entrar.

Esa es la casa a la que le corresponde la posada esa noche. Cuando los hosteleros les permiten pasar, el grupo de invitados entra en el hogar y se arrodilla alrededor de el Nacimiento y reza el Rosario.

El Rosario es una oración católica que consiste en 50 Ave Marías, 5 Padre Nuestros, 5 Glorias, y la Letanía, que es una serie de alabanzas para la Virgen María, además también se cantan canciones tradicionales de Navidad, como Noche de Paz, en español ¡por supuesto!

Después de todos estos rezos, sigue la fiesta para los niños.

Se les celebra con una Piñata, la cual está llena de cacahuates (maní), naranjas, mandarinas, cañas de azúcar, y a veces caramelos envueltos. Por supuesto, también hay cánticos para entonar mientras que el niño en turno trata de romper la piñata con un palo y con los ojos vendados.

Aunque la Piñata es originaria de Italia, se ha convertido en una tradición mexicana para cualquier tipo de celebración en la cual hay niños.

La Piñata se hacía con un jarro de barro y se decoraba con papel crepé de diferentes colores.

Hoy en día, las piñatas están hechas de cartón y de papel maché y se decoran con papel crepé.

Este cambio fue hecho para evitar que los niños se cortaran las manos cuando se tiraban al suelo a recoger las frutas y los dulces al quebrar la Piñata ya que los pedazos de barro rotos eran peligrosos. Hay todo tipo de diseños, además de la estrella, que es la piñata tradicional de Navidad.

Para los adultos siempre hay «Ponche con Piquete», es una bebida caliente hecha con frutas de la estación con trozos de canela y con un poco de aguardiente (ron, tequila, mezcal, cognac, jerez, etc.). Un buen substituto en Ohio es la sidra de manzana con frutas, sin «piquete».

En la Noche Buena, el 24 de diciembre, todos van a la Misa de Noche Buena que es a las 12, o a la medianoche.

Después de la misa, todos se van a sus respectivas casas a la Cena de Navidad con su familia y cualquier amigo que carezca de familia, siempre es bienvenido a participar en la celebración, pero lo más importante, es poner al Niño Jesús en el pesebre en el Nacimiento.

las-posadas-pinata

“VERSOS PARA PEDIR POSADA”
Peregrinos (fuera) Anfitriones (dentro)
En nombre del cielo
pedimos posada,
pues no puede andar
mi esposa amada.No seas inhumano
tennos caridad,
el Dios de los cielos
te lo premiará.Venimos rendidos
desde Nazareth
Yo soy carpintero
de nombre José.

Posada te pide
amado casero,
por sólo una noche
la reina del cielo.

Mi esposa es María
es reina del cielo,
y madre va ser
del Divino Verbo.

Dios pague señores
vuestra caridad,
y que os colme el cielo
de felicidad

Aquí no es mesón
sigan adelante
yo no debo abrir
no sea algún tunante.Ya se pueden ir
y no molestar,
porque si me enfado
os voy a apalear.No me importa el nombre,
déjenme dormir,
pues que yo les digo
que no hemos de abrir.

Pues si es una reina
quien lo solicita
¿cómo es que de noche
anda tan solita?

¿Eres tú José?
¿Tu esposa es María?
Entren, peregrinos,
no los conocía.

¡Dichosa la casa
que alberga este día
a la virgen pura,
la hermosa María!

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