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Por qué razones Dios Demora en Contestar nuestras Oraciones

Las Gracias que obtienes cuando Dios demora en contestar tus oraciones.

Las cosas importantes en la vida, las realmente relevantes, vienen lentamente, con el tiempo.

Dios nos hace esperar. Generalmente no contesta enseguida lo que pedimos.

Por eso el cristianismo es la religión de la espera.

Esperamos nuestra vida definitiva junto a Dios. Esperamos vivir de la mejor manera para llegar al cielo. Y que nuestro pasaje a la otra vida sea sereno.

Pero también esperamos de Dios Su guía y Su providencia en la vida, por eso le pedimos cosas que nos son difíciles de obtener.

Y Él quiere que le pidamos y quiere proveernos. 

¿Pero por qué no podría ser más inmediata la provisión?

Aquí hablaremos sobre las razones por las que Dios nos hace esperar, te daremos 7 razones básicas; de qué formas te suele responder para que puedas reconocer Sus respuestas, y cómo debes esperar la contestación.

Todo el tiempo estamos esperando que nos lleguen las cosas que deseamos.

Todos esperamos algo todos los días. Cosas grandes o cosas chicas. 

Por ejemplo, que se caliente el agua cuando vamos a hacer un café.

O cuando estamos haciendo cola para hacer algún trámite.

Pero también hay espera en las cosas más grandes. 

Podemos esperar por un trabajo, un ascenso, conocer al hombre o a la mujer correcta, por un hijo, etc.

La espera siempre es una cruz. 

Y en general no consideramos útiles las esperas, nos sentimos insatisfechos.

Porque no nos gusta hacer colas, las luces rojas de los semáforos, el invierno, esperar a alguien en una cita.

Siempre estamos apurados para dar el paso siguiente.

Y con la espera, Dios nos frena, nos tranquiliza.

Pero debemos tener la seguridad de que Él responde. 

La escritura es muy clara sobre la escucha y la contestación de las oraciones de parte de Dios.

Todas las oraciones llegan al cielo

Y si no se contestan de inmediato, no se olvidan, y en algún momento serán contestadas.

Por lo tanto no hay que desesperar si la contestación no llega en el momento en que nosotros la queremos y de la manera que la concebimos.

Dios tiene sus tiempos y conoce mejor que nosotros nuestros tiempos y nuestras necesidades.

La escritura enseña con claridad que las oraciones son contestadas.

En la 1ª carta de Juan 5: 14 dice que “si pedimos algo de acuerdo con Su voluntad Él nos oye”.

Y en la 1ª carta de Pedro 3: 12 dice que los ojos del Señor están sobre los justos y sus oídos están abiertos a su oración.

Cada uno de los cristianos puede citar innumerables historias de personas curadas, favores concedidos, relaciones restauradas, perdones recibidos, etc.

Dios contesta de manera diferente a cada pedido y en su tiempo, por lo que el único que puede comprender esto es el que pidió en oración.

Y si no se ora y se pide, y si no se es justo – o sea que se tiene fe y se está en gracia de Dios -, entonces la probabilidad de que Dios responda es menor.

?

Dios responde de diversas maneras, por lo que debemos estar atentos porque su respuesta quizás no tenga el formato que esperamos.

Una forma de respuesta de Dios es decir sí al pedido y entregarlo de la manera en que se pidió.

Otra es que nos diga sí al pedido, pero nosotros no estamos prestando atención y no reconocemos la contestación, porque tenemos una idea predeterminada de cómo será la respuesta y entonces la perdemos.

Otra es decir sí pero dar un sustituto, algo diferente a lo que la persona tenía en mente, pero reconocible.

Otra es decir sí pero excederse y dar más de lo que uno pedía y esperaba.

La otra es un sí parcial, dónde da una parte de lo pedido y la otra parte queda en suspenso y se puede cumplir o no en el futuro.

tamos pidiendo es bueno para nosotros.

Otra respuesta es directamente el no, porque eso no me conviene; y el tiempo nos aclarará porque no nos conviene.

Otra respuesta es “espera no ha llegado el momento, estoy preparando el escenario para responderte sí”.

Otra es darte algo que no considerabas, porque es una gracia no relacionada con lo que esperabas, pero te llena tanto como si hubieras recibido el regalo por el que oraste.

Y finalmente hay otra forma de respuesta que es darte algo por lo que ni siquiera pensaste orar, pero que alguna vez imaginaste tener, y que hace obsoleto lo que pedías.

Por lo tanto es fundamental estar atentos siempre a variantes de la respuesta a nuestro pedido. 

Estas libertades que se toma Dios nos deben hacer recordar que Él no es un mayordomo o una máquina expendedora que contesta automáticamente lo que nosotros pedimos.

Por lo tanto debemos someter a su voluntad cada pedido que hagamos, porque Él sabe mejor lo que es bueno para nosotros.

Y recuerda que no te hace esperar en vano, porque Él está más interesado en tu trayecto que en que llegues a esa meta.

Él no quiere privarte sino cambiarte y la espera es una forma en que te va cambiando.

La Biblia muestra una sucesión de esperas, que en general concluyen en que Dios responde a su tiempo.

Y no nos pide que esperemos sin Él, sino que Él nos acompaña en la espera.

Aquí hay 7 razones por las que Dios nos hace esperar.

1 – La espera purifica, refina y reenfoca nuestros deseos y motivos.

A veces queremos algo equivocado. Y a veces queremos algo correcto pero por las razones equivocadas.

La espera saca lo mejor de las personas, porque les da tiempo para ver algo más en el objeto que están esperando.

Te revela los verdaderos motivos de tu corazón.

2 – Con la espera Él te está fortaleciendo espiritualmente.

A veces el Señor nos hace esperar para que estemos listos para manejar lo que Él nos va a dar, porque es más complejo de lo que imaginamos.

Muchas veces pedimos las cosas correctas, pero no estamos preparados para sacarles el provecho y podemos desperdiciar el regalo.

3 – La espera nos ayuda a crecer en la virtud de la paciencia.

La paciencia en la espera de pequeñas cosas conduce a tener paciencia en las cosas más grandes.

La carencia ayuda a valorar más lo deseado y eso se logra con la espera paciente y el discernimiento de lo que pedimos.

Y la cruz de la espera es la forma que Dios tiene para fortalecer nuestra capacidad de amar, tanto a Él, como a nosotros mismos, como a las personas que nos rodean.

4 – Esperar genera mejor valoración de lo que queremos

En general valoramos más las cosas por las que esperamos más, que las que obtenemos inmediatamente.

Cuando una persona ansía por ejemplo tener su propia casa, cuando está viviendo con familiares, cambia su perspectiva cuando la obtiene.

En el momento de obtenerla la valora mucho más que si la hubiera tenido inmediatamente.

5 – La espera nos transforma. 

Dios hizo pasar 40 años en el desierto a Moisés y al pueblo israelita antes que los llevara a la Tierra prometida.

En ese tiempo Dios transformó a este hombre que era de carácter impetuoso y que incluso había matado a otra persona.

La espera transforma nuestro carácter, lima nuestras aristas, nos vuelve más humildes.

Y también más sabios, porque en el tiempo en que esperamos hemos reflexionado y discernido el objeto que buscábamos y hemos aprendido más sobre él.

6 – Esperar construye nuestra dependencia de Dios, que Él quiere.

Si esperamos por Dios y dependemos de Él, el tiempo nos llevará a comprobar si lo que estamos buscando es una emoción pasajera o algo que tiene un cimiento real.

7 – La espera es para nuestra santificación.

Por lo general cuanto más esperas más te transformarás espiritualmente y más te apegarás a Dios y a sus promesas.

Te ayudará a madurar la confianza en Él, porque te da lo mejor en el momento que corresponde y no lo que tú quieres por razones desordenadas.

Esto lo vivimos por la inversa, cuando le damos gracias a Dios porque no nos concedió en un determinado momento algo que le pedíamos.

Pasado el tiempo hemos podido comprobar que hubiera sido un desastre para nosotros si nos lo hubiera concedido.

Eso es un padre bueno que te hace esperar y en esa espera te hace una persona más apegada a Él, o sea que te santifica.

¿Y cómo debemos esperar?  

Debemos orar y estar tranquilos.

No debemos desesperarnos sino esperarlo pacientemente.

Reconocer la espera como una oportunidad, que viene por el lado de reflexionar sobre las distintas aristas de lo que pedimos.

Debemos tener el coraje que implica siempre aguantar la ausencia.

Resistir a caer en depresión porque no se consigue lo que se busca.

No desesperarnos.

Debemos esperar activamente, mirar al Señor permaneciendo alertas y atentos a los mensajes que nos puede dar.

Vivir la esperanza que nos protege de la desesperación.

Debemos saber en nuestro corazón que el Señor cumplirá.

Tener conciencia de quién es el Dios del que esperamos.

Debemos desarrollar el sentimiento de que hemos puesto nuestros problemas, en las manos del ser más importante del universo.

Que él nos ama y que nos ha prometido su protección y guía. Y sobre todo darnos lo necesario para vivir.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre las razones por las que Dios demora en contestar nuestros pedidos, cómo identificar sus respuestas a lo que le pedimos y cómo esperar la contestación. 

Y me gustaría preguntarte si te ha sucedido o no, que Dios no te concedió algo que querías mucho en su momento, y que pasado el tiempo te diste cuenta que hubiera sido un desastre si te lo hubiera concedido.

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A la Oración ARTÍCULOS DESTACADOS DEVOCIONES Y ORACIONES FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Movil NOTICIAS Noticias 2022 - enero - diciembre Oración Religion e ideologías

Cuál es la Oración más Corta y Poderosa de todas [para pedir y agradecer]

No hay milagro en la Tierra que no sea fruto de esta oración.

Hay una oración de una sola palabra, la más corta y poderosa que puede existir y que es la base de la fe cristiana.

En la que se resume toda nuestra confianza en Dios.

Que puede ser dicha aun cuando no podamos explicar lo que sentimos y necesitamos, y hasta cuando nos falten las palabras.

Que nos trae de la oscuridad a la luz y llena nuestro espíritu de paz y esperanza.

Los cristianos primitivos la repetían sin cesar.

Y muchos de nuestra época también lo hacen, aunque a veces no puedan comprender su gran alcance.

Con esta palabra, con esta oración, no hay nada más que decir, porque Dios comprenderá lo que sentimos y lo que necesitamos.

Aquí hablaremos sobre la oración más corta y poderosa de todas, explicaremos por qué es tan poderosa, qué beneficios nos trae y en qué situaciones la podemos decir.

Ocho días después de su nacimiento el hijo de María recibió el nombre de Jesús, que significa «Yahweh es la salvación», como lo había ordenado el ángel Gabriel.

El Evangelio menciona la razón de ser de dicho nombre, «porque va a salvar a su pueblo del pecado».

De modo que el Nombre de Jesús fue impuesto por Dios mismo y describe la misión del Hijo de Dios y de María. 

Porque recordemos que cuando los antiguos judíos le daban un nombre a una persona, ese nombre estaba destinado a definir su identidad y su propósito, quién era y qué hacía. 

El Nuevo Testamento ni una vez menciona el nombre de Yahweh, pero si abundantemente el nombre de Jesús, porque resulta ser el nombre que Dios ha revelado a los hombres.

Y es ante todo una oración todopoderosa.

Porque Nuestro Señor mismo promete solemnemente en respuesta, que todo lo que pidamos al Padre en su nombre lo recibiremos. 

Por tanto, cuando decimos «Jesús», estamos pidiendo a Dios por todo lo que necesitamos y demostramos nuestra confianza de que seremos escuchados.

Y por esta razón, la Iglesia termina sus oraciones con las palabras, «por Nuestro Señor Jesucristo», que le da a la oración una eficacia divina.

En la Edad Media el Nombre de Jesús se escribía «IHESUS» y se popularizó el monograma, que contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre.

Después del Renacimiento y el declive del idioma griego a favor del latín, el IHS pasó a utilizarse como un acrónimo del latín ‘Jesús Hominum Salvator’, que significa ‘Jesús Salvador de la humanidad’. 

Luego se agregaron al monograma los tres clavos que se usaron para fijar a Jesús a la cruz, y se montó una pequeña cruz en la letra ‘H’. 

No hay letra ‘J’ en el alfabeto griego y es por eso que la letra ‘I’ (iota) se usó para escribir la primera letra del santo nombre.

Y para que no olvidemos que nuestra redención no terminó con su muerte en la cruz, sino con su glorificación, se colocó al monograma en un círculo de fuego. 

El círculo de fuego representa al Sol, que desde los tiempos más remotos fue visto como símbolo de la resurrección y glorificación de Jesús.

Y las llamas están destinadas a ser un recordatorio continuo, del fuego inextinguible del amor que Jesús lanzó sobre todos nosotros en el primer día de Pentecostés, y en todos los días subsiguientes, para aquellos que están abiertos a recibirlo.

El franciscano San Bernardino de Siena del siglo XV, se servía en sus predicaciones de una tabla con este monograma.

Y al terminar sus sermones los fieles la besaban arrodillados.

Por influencia suya la ciudad de Siena adoptó el monograma de Jesús como escudo propio.

Se generalizó colocarlo en las puertas de los sagrarios.

Y San Ignacio de Loyola del siglo XVI, lo convirtió en el escudo de la Compañía de Jesús, con algunos añadidos.

Pero el Nuevo Testamento nos dice algo más importante, que el nombre sustancial de Jesús es Amor.

Cuando San Juan dijo que Dios es amor, no hizo más que repetir lo que el mismo Jesús le había dicho a los Apóstoles.

Significa que Dios nos ha amado, nos ama y nos seguirá amando para siempre.

Y que Dios nos envió a su único hijo, como la encarnación de su amor infinito, para mostrárnoslo.

Por eso su santo nombre es el nombre más poderoso de la Tierra.

Como nos dice San Pablo, «Dios lo elevó en alto y le dio un nombre que está sobre todo nombre, para que todos los seres que están en los Cielos y debajo de la Tierra se arrodillen ante el nombre de Jesús», Filipenses 2:10. 

No debería sorprendernos entonces que ese nombre se convirtió en una oración y se usó constantemente como oración en la Iglesia primitiva. 

Y su repetición llegó a usarse como un acto especial de devoción.

San Bernardino de Siena dijo a los miles de sus seguidores que consagraran la palabra Jesús en sus corazones y la recitaran continuamente con sus lenguas.

Y la genialidad de esta breve oración es que puede ser útil tanto para ayudar a los principiantes en su viaje espiritual, como para aquellos avanzados en el camino místico.

Cada vez que decimos «Jesús», le damos a Dios alegría infinita y gloria, porque le ofrecemos todos los méritos infinitos de la Pasión y Muerte de Jesucristo. 

Cada vez que decimos «Jesús», es un acto de amor perfecto, porque nosotros ofrecemos a Dios el amor infinito de Jesús.

Y cada vez que decimos «Jesús», hacemos saber que deseamos ofrecer a Dios todas las Misas que se dijeron en todo el mundo por todas nuestras intenciones.

El Santo Nombre de Jesús llena nuestras almas con una paz y alegría inefables, y nos da fuerza para que nuestros sufrimientos se conviertan en luz y sean fáciles de llevar.

Es particularmente útil cuando nuestra vida espiritual se profundiza, porque cuanto más sencilla sea la oración, mejor. 

¿Y qué palabra más apropiada puede usarse como oración para recibir socorro y apoyo cuando sentimos que estamos en peligro? 

Y hacia el final de la vida, cuando todo fue dicho, cuando nos falten las palabras, la más simple y poderosa de todas las oraciones será el santo nombre de Jesús.

Cuando recitas la palabra ‘Jesús’ como la oración por excelencia, no necesitas decir más. 

Porque aquel que escucha tu oración, escucha tus necesidades más profundas que Jesús vino a satisfacer, aunque tú mismo no te des cuenta cuáles son y, por lo tanto, no puedas encontrar palabras para expresarlas.

San Pablo en Romanos 8 nos dice que cuando no podemos elegir las palabras para orar correctamente, el Espíritu mismo expresa nuestra súplica de una manera que nunca podría expresarse con palabras.

El nombre de Jesús tiene poder sobrenatural.

Brinda ayuda a las necesidades corporales, porque Jesús prometió, «en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien», Marcos 16.

El Nombre de Jesús da consuelo en las aflicciones espirituales, porque somos rescatados de la angustia, la tribulación, la tristeza y el dolor.

Nos protege de satanás y sus engaños, porque el demonio teme el nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.

Obtenemos toda bendición y gracia porque Jesús dijo que «todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo dará», Juan 16.

Y por lo tanto disfrutaremos las riquezas de cristo, porque en Romanos 10 dice que el Señor es «rico para con todos los que le invocan».

Participamos de su misericordia, porque quienes repitan el nombre de Jesús tendrán el exceso de su misericordia, su amor, la gracia de la perseverancia final, y no morir sin su gracia.

Además somos iluminados cuando invocamos a Jesús, porque Dios nos da la luz para ver nuestra verdadera condición, y para la resolución de nuestros problemas.

Obtenemos un espíritu de arrepentimiento, porque al ser expuesta nuestra verdadera condición, experimentamos un cambio de manera de pensar, a través de invocar Su nombre.

Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús, y también de María, podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904.

Y también podemos ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciando, aunque sea mentalmente, el nombre de Jesús.

Y de esta manera, disfrutamos del beneficio del perdón de Dios.

Porque el Señor Jesús, además de perdonarnos cuando nos confesamos, elimina y anula el registro de la deuda que teníamos con Dios en la cruz, y quedamos con un registro limpio delante de Él.

Y somos salvados al invocar el nombre de Jesús, porque reforzamos nuestra conversión para que no caigamos.

Por lo tanto, al invocar el nombre de Jesús Dios nos trae salvación para la vida eterna.

Cuando estés en problemas y todo el mundo parezca haber conspirado contra ti, no creas que tienes que explicar tu situación a aquel que lo sabe todo, simplemente di ‘Jesús’.

Cuando estés en el momento más oscuro de la ‘Noche Oscura del Alma’ y las mismas puertas del infierno parezcan estar abiertas para engullirte, simplemente di ‘Jesús’.

Y cuando tu corazón se desborde de gratitud por las gracias recibidas, di también ‘Jesús’ como agradecimiento.

El grito a Jesús por ayuda, coraje o perseverancia fue y es la oración más común hecha por los mártires en tiempos difíciles.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre por qué decir el mero nombre de Jesús es la oración más eficaz de todas, aunque sólo sea un nombre.  

Y me gustaría preguntarte si tu dices habitualmente en algunas circunstancias la palabra Jesús y qué circunstancias lo haces.

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¿Sabes que hay una Oración Irresistible? Nació de la Unión de los Corazones de Jesús y el Padre Pío

Cómo Jesús traspasó el corazón del Padre Pío y generó esta devoción.

Una cosa poco conocida del Padre Pío, fue la unión que logró su corazón con el Sagrado Corazón de Jesús, que latían al unísono.

Y que no fue sólo mística, sino que terminó siendo física, cuando el Corazón de Jesús penetró en el suyo, cuando le sucedió la Transverberación del Corazón, que fue el primer estigma físico que tuvo el Padre Pío, el del costado.

Y entonces, al unir ambos corazones, le fue posible crear la Oración Irresistible para pedir gracias, basada en las propias palabras de Jesús.

Y a la que el Señor no se puede resistir, porque se basa en Sus propias promesas.

Aquí hablaremos sobre cómo sucedió la transverberación del corazón del Padre Pío y enseñaremos a rezar la Oración Irresistible a Jesús.  

El Padre Pío fue un sacerdote escogido por Dios para compartir la intimidad del amor divino.

No hay ningún Santo en el último siglo que haya tenido los dones sobrenaturales que tuvo él.

Y precisamente Dios lo levantó en la época más incrédula de estos dos mil años, cuando la fe se está apagando y la apostasía está penetrando en la propia Iglesia.

Lo conocemos por los grandes dones espirituales extraordinarios y carismas.

Incluyendo el don de sanidad, bilocación, profecía, milagros, discernimiento de espíritus, los estigmas, etc.

Y a veces también algunos lo conocen por sus enseñanzas espirituales, simples, pero de una sabiduría que es sobrenatural.

Donde destacan frases como, 

«No tienes que ser digno, solo tienes que estar dispuesto».

El Señor nos pide que seamos perfectos sino que aceptemos el desafío diciendo que sí a seguirlo.

«Sirve al Señor con una sonrisa».

Debemos tomar la vida con alegría, porque de esa forma podemos hacer que los inconvenientes propios y de nuestros hermanos no sean angustiantes.

«Dios siempre nos dará más de lo que merecemos».

Si entregamos la conducción de nuestra vida a Dios, Él nos proveerá de cosas tan buenas, que incluso no somos capaces de pedir ni de imaginar.

«Dios nunca permitirá que nos pase nada que no sea para nuestro mayor bien».

Todas las cosas funcionan para bien de quienes aman a Dios, por lo tanto nos queda a nosotros confiar en los caminos del Señor sin titubear.

Y sobre todo la más conocida,

«Ora, espera, no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y oirá tus oraciones».

Siempre habrá algo por lo que preocuparse, pero si nos quedamos fijados en la preocupación no vamos a solucionar el posible problema.

Y como el Señor escucha cada una de nuestras oraciones, no tenemos más que orar y esperar.

El Padre Pío se definía a sí mismo como un pobre fraile que ora.

Y toda su enseñanza se concentró en la primacía de la oración y en la necesidad de convertirse en oración, como había sucedido con Jesús.

Su oración no era la ocupación de la madurez o la vejez, como les sucede a muchos, sino una dimensión continua de su existencia terrena.

Decía, «tan pronto como empiezo a orar, inmediatamente siento que el alma comienza a alcanzar una paz y tranquilidad que no se puede expresar con palabras». 

La vida del Padre Pío ha sido una oración continua, día y noche, solo y con gente, con rosario o sin rosario, no hacía más que rezar.

Decía, «no te preocupes por obtener los resultados de punto y coma de inmediato, siempre ora y nada más». 

Incluso en los momentos oscuros, en la larga noche de los años de persecución dentro de la Iglesia, el Padre Pío no abandonaba la oración, cuanto más oscuro era el horizonte, más ferviente era su oración. 

Con la oración encontraba serenidad y fuerza, y ganaba las batallas de la vida.

La oración durante su larga misa y durante su visita al Santísimo Sacramento se volvió famosa, porque la gente se dio cuenta de que era lenta, tranquila, larga, serena, silenciosa y dolorosa.

Siempre estaba con un rosario en la mano y cuando le preguntaban «¿cuántos rosarios al día reza, tres, cuatro?».

Y su respuesta era muy enfática, «¡que tres o cuatro! Cien, doscientos rosarios al día».

Un día sus hijos espirituales le pidieron que les dejara su herencia espiritual y respondió inmediatamente sin pensar siquiera, «el Rosario».

Tenía una pasión especial por María, de joven escribió que toda su vida estuvo bajo el manto de la Virgen, se sentía «protegido y guiado por tan tierna Madre».

Pero el amor al Sagrado Corazón de Jesús que cultivó el Padre Pío fue sobrenatural, y lo más importante de su devoción. 

Su corazón palpitaba siempre al unísono con el de Jesús, hasta fundirse con Él, y lograba esa sincronización a través de la llamada Oración Irresistible, que rezaba diariamente. 

La sincronización de su corazón con el de Jesús fue tal, que a los 31 años, tuvo una experiencia que completó su itinerario espiritual y lo transformó físicamente: la transverberación del corazón.

Que es una gracia santificadora en que el alma, ardiente de amor por Dios, logra una unión íntima con Dios y siente su corazón traspasado por un fuego sobrenatural.

El 18 de abril de 1912 diría a su guía espiritual, 

«El Corazón de Jesús y el mío, se fundieron, no eran ya dos corazones que latían, sino uno solo. 

Mi corazón había desaparecido, como una gota de agua que se pierde en el mar».

Y del día 5 al 7 de agosto de 1918 le ocurrió el fenómeno místico de la Transverberación del Corazón o Asalto del Serafín, que significó la unión física real de su corazón con el de Jesús. 

Y que fue el preludio de la aparición de los estigmas, que ocurrirán el día 20 de septiembre de ese mismo año, cuando oyó la voz del Señor que le dijo «te asocio a mi Pasión».

Cuenta que estaba confesando y de repente apareció un serafín con un hierro, con una punta muy afilada y fuego en el extremo, que le hirió el corazón.

Se sintió morir y ese martirio duró hasta la mañana del día siete.

Fue la dolorosa unión con el Corazón de Jesús, una herida que debió dividir en dos su corazón.

Esa misteriosa herida era viva, real y visible en su carne.

Comenzaba en la parte baja del corazón y se extendía hacia abajo de la espalda.

Era la llaga del costado que sufrió Jesús.

Tenía la forma de una aspa o X y la apariencia de una profunda quemadura en el costado.

Y esa unión, entre otras cosas, le llevó a crear la Oración Irresistible que rezaba todos los días.

Sobre la que decía que el Señor no se podía resistir, porque esta forma de petición de gracias se basa en tres promesas que Jesús mismo hizo. 

La Oración Irresistible se basa en la Palabra de Dios que aparece en Mateo 7: 7 Pidan y se les dará; en la promesa de Juan 14:13, que todo lo que pidan en el nombre de Jesucristo al Padre, Él lo dará; y la promesa de que su palabra es para todos los tiempos, en Mateo 24:35 dice que Su palabra no pasará.

La oración es la siguiente: 

«Oh Jesús, que dijiste: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá’ 

Te pido la gracia… y ahí se pide la gracia.

Luego se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Y la jaculatoria «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío y espero».

A continuación se invoca la segunda promesa.

«¡Oh Jesús, que dijiste: ‘Todo lo que pidan en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo’.

Te pido la gracia… y ahí se pide la gracia.

Luego se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Y la jaculatoria «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío y espero».

Y luego se invoca la tercera promesa.

«Oh Jesús, que dijiste: ‘El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán’

Te pido la gracia… y ahí se pide la gracia.

Luego se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Y la jaculatoria «Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío y espero».

Y se puede completar con otras dos oraciones adicionales.

Una es una oración al Sagrado Corazón de Jesús:  

«Oh Sagrado Corazón de Jesús, a quien es imposible no tener compasión por los desdichados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos la gracia que te pedimos, por intercesión del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre. 

San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros».

Y la otra es la Salve Regina: 

«Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh, clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén».

Esta Oración Irresistible se puede rezar también en novena, 9 días consecutivos, para pedir una gracia urgente.

El texto de estas oraciones lo puedes copiar ingresando a un artículo de nuestro sitio web, cuyo link está en la descripción de este video.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la devoción del Padre Pío al Sagrado Corazón de Jesús, que llevó a la unión mística de ambos corazones y que tuvo evidencias físicas, y que culminó en la Oración Irresistible para pedir gracias al Señor.   

Y me gustaría preguntarte cuál es la oración que usas más para pedir gracias a Dios.

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Cómo mantenerte en Oración Constante y transformar tu corazón

Cómo hay que hacer para orar con todas las partes del cuerpo.

Las formas de orar a Dios suelen cambiar con el tiempo debido a modas o a situaciones de vida diferente.

Por ejemplo dependiendo del tiempo que se dispone para rezar o la cantidad de distracciones que hay alrededor nuestro. 

Pero siempre debemos entender que la oración es una forma de comunicación con Dios en la que intentamos decirle algo y a su vez experimentar su acción en nosotros.

Una forma común es recitar oraciones ya pre hechas, como por ejemplo el Rosario. 

Pero recientemente se ha desarrollado un nuevo modelo, menos mecánico, que trata la oración principalmente como una conversación desestructurada entre el fiel y Jesucristo.

Llegando incluso a la propuesta del Santo Cura de Ars que considera que mirar al santísimo Sacramento es una oración en sí misma.

Y también recientemente, se ha redescubierto la meditación de los Padres y Madres del Desierto del siglo IV, que rumiaban una oración pequeña durante todo el día acompasándola con la respiración.

Aquí hablaremos sobre esta nueva y vieja forma de orar, como es que surgió, cómo se realiza, y las variantes que pueden existir cuando oras en medio del día ajetreado y cuando te apartas intencionalmente para orar.

La experiencia de los santos, los que han llegado a una relación más íntima con Dios, nos indica que la madurez y el gozo espiritual está ligado a la presencia de la oración constante.

Y como difícilmente podamos estar orando vocalmente permanentemente, la única opción es la oración mental.

Y eso lleva a la meditación, que es la forma que cumple mejor la exigencia de San Pablo «orad sin cesar», porque es casi imposible repetir una y otra vez durante todo el día, por ejemplo el Padrenuestro. 

Sin embargo muchas personas se sorprenden al escuchar que los santos y la Iglesia hablan de meditación.

Porque la palabra meditación les evoca imágenes de la meditación trascendental, el yoga, el budismo, que no son cristianos.

Son formas orientales que pueden contribuir a un cierto equilibrio psicológico auto-generado de las personas, pero nunca deben confundirse con la verdadera contemplación de Dios como pretenden los cristianos.

La oración cristiana no es un ejercicio de auto-contemplación, de quietud y auto-vaciado, sino un diálogo de amor con el Creador.

No es buscar un estado alterado de conciencia, sino meditar sobre algo, utilizar la mente y el corazón para acercarse a Dios.

Y la Iglesia de occidente tiene una larga tradición con lo que se llaman jaculatorias o aspiraciones.

Que se pueden rastrear hasta los Padres y las Madres del Desierto del siglo IV y los hesicastas.

Su importancia radica en que no es fácil en esta época que los católicos puedan cumplir las exigencias de la Liturgia de las Horas o de rezar varios rosarios al día, por ejemplo.

El trabajo, las obligaciones familiares, el estrés, conspiran contra esto.

Y por otro lado el mundo moderno nos lleva a buscar más flexibilidad, desechando lo mecánico.

Por lo tanto es el momento en que los católicos redescubran esta forma de orar.

Estas oraciones, que conocemos por el nombre de jaculatorias, son oraciones que transforman al que las dice, porque llega a orar con todo su ser, si las repite constantemente. 

Y son tan simples como repetir una y otra vez, por ejemplo, «Gloria a Dios», o «Señor sálvame», o simplemente «¡Jesús, Jesús, Jesús!».

O algunas un poco más largas como «Jesús, María y José salvad almas», o la que se recomienda en Medjugorje «Madre, yo confío en Ti».

Muchas de estas oraciones han sido indulgenciadas por la Iglesia, por ejemplo «Sagrado Corazón de Jesús en ti confío», que tiene 300 días de indulgencia.

Son oraciones cortas, sin complicaciones, para ser repetidas a lo largo de la jornada.

Y se orientan a dirigir nuestros pensamientos y emociones hacia Dios.

Provienen del corazón y nos ayudan a enfocarnos en Dios, Jesucristo, María, los santos, los ángeles, etc.

Pueden considerarse como un leve suspiro.

El ejemplo más común es la «Oración de Jesús u Oración del Corazón», muy usada en las iglesias de oriente, tanto católicas como ortodoxas.

Dice «Señor Jesús, hijo de Dios, ten piedad de mí». 

O «Señor Jesús, hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador».

La cual Invoca el nombre de Jesús como Dios, su misericordia y su perdón en pocas palabras.

El poder de esta oración se fundamenta en las expresiones de San Pablo en Filipenses 2, que dice que al nombre de Jesús toda rodilla se doble y toda lengua debe confesar que Jesucristo es el Señor.

Ya los cristianos de los primeros siglos entendieron que el nombre de Jesús tiene gran poder y que la invocación solamente de su nombre es una forma de oración.

También en occidente se llaman aspiraciones a estas oraciones, que por un lado se asocian a esperanzas, ambiciones, deseos.

Y por otro lado están asociadas a aspirar como el movimiento de respirar.

Porque los Padres y Madres del Desierto encontraron que la forma de respirar mientras se repite la oración, la incorpora a nuestro ser de una forma natural, como si fuera la respiración del corazón.

O si se quiere un gemido del Espíritu Santo.

Los cristianos hesicastas del siglo IV llevaban una forma de vida contemplativa en la que buscaban la comunión con Dios.

Y se centraban casi por completo en la Oración de Jesús.

San Gregorio del Sinaí decía, «no cedas a la pereza, trabaja en tu corazón buscando al Señor, a través de tu cuerpo». 

Y para el manejo del cuerpo asociaban la respiración entrante y saliente con las palabras de la oración.

Al inhalar se dice «Señor Jesús hijo de Dios» y al exhalar se dice «ten piedad de mí, pecador»

Tomas aire lentamente y dices mentalmente «Señor Jesús hijo de Dios», y luego largas el aire y dices mentalmente «ten piedad de mí, pecador».

Sin embargo esta es una instrucción que tiene poco sentido cuando te la cuentan, pero si perseveras sólo un poco, sucede, y entonces comprenderás que vale la pena el esfuerzo.

Al repetir la oración en silencio durante todo el día o en una sesión destinada para ello, como hacen en el movimiento de meditadores cristianos, se desplaza la oración desde la cabeza hacia el corazón con la ayuda de los pulmones.

Y entonces respirar y repetir la oración en la mente se vuelven una sola cosa.

El poder de esta forma de rumiar esta oración está en la convicción, de que la conciencia de la presencia de Dios dentro tuyo es transformadora y que la cercanía a Dios cambia la vida.

Para los hesicastas esta oración de Jesús se convertía en una forma de vida que buscaba la transformación individual.

Donde el orante hacía un viaje a través de la quietud interior y el silencio, hacia su corazón, cumpliendo lo que dice Mateo 6: 6 que cuando ores vayas a tu aposento.

Pero esa no es la forma de vida de la mayoría de nosotros en el siglo XXI.

Aunque aún hoy la repetición mental recurrente de oraciones asociada a la respiración, tiene la ventaja por su flexibilidad.

Podemos repetirla mientras estamos trabajando, caminando, viajando.

Podemos ir cambiando la oración en el día según lo que nos suceda, o según nuestros intereses o nuestras intenciones.

Podemos tener una jaculatoria que nos levante el ánimo para los días grises y sombríos.

Otra jaculatoria para cuando estemos molestos y deprimidos.

Otra jaculatoria cuando nos sentimos amenazados o tenemos algún problema.

O cuando necesitamos alabar a Dios.

En un artículo que te recomendamos en la descripción de este vídeo te presentamos una larga serie de jaculatorias habituales en el cristianismo, aunque también puedes crear tus propias jaculatorias. 

También puedes hacer como los meditadores cristianos, que tienen sesiones semanales grupales para meditar y luego cada uno lo replica en su casa, en la medida del tiempo disponible. 

En este caso el requisito es hacerlo en un ambiente de silencio y paz interior.

Hay una Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana creada en base a las enseñanzas de los monjes John Main, ya fallecido y Lawrence Freeman, aún activo, que quizás esté presente en alguna de las parroquias de tu país, lo puedes buscar en internet.

¿Y en qué posición corporal te debes poner para realizar una sesión de meditación cristiana?  

Sentado, en silencio, con el cuerpo quieto y los ojos cerrados.

El silencio reinante y esta posición nos defienden de las distracciones y tentaciones del mundo.

Y si te viene algún pensamiento que te distraiga, solamente déjalo ir y concéntrate en repetir la jaculatoria.

El mejor indicador de que lo estás haciendo bien es que los sentidos y el entorno exterior parecen perder su dominio, mientras que el espíritu adquiere soberanía.

Y entonces contempla a Dios en su invisibilidad trascendente dentro tuyo.

En definitiva, el uso de jaculatorias durante el día mientras estás haciendo tareas te permite orar mentalmente y acercarte a la meditación cristiana propiamente, que requiere un ambiente de silencio y paz interior.

No son lo mismo, pero están emparentadas, y ambas son las nuevas formas en que podemos vincularnos con Dios en la ajetreada vida del siglo XXI.

Pero debemos tener cuidado cuando emprendamos esta práctica para que no se constituya en una especie de camino individualista hacia la auto-iluminación.

Y además considerar que el éxito viene por la gracia de Dios y no por el uso de una técnica.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la meditación y repetición de jaculatorias como una de las nuevas formas de orar redescubiertas en nuestro tiempo, y que puede ser practicada relativamente fácil.  

Y me gustaría preguntarte si has practicado alguna forma de meditación cristiana o conoces a alguien que lo haga.

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Por qué a veces Dios No nos Da lo que le Pedimos [¿qué hacer en esos casos?]

Cuáles son los casos y qué deberíamos pensar y hacer.

A la mayoría de nosotros no le da lo mismo que Dios le conceda algo que le pedimos que no se lo conceda.

Y es más, a muchos les resulta insoportable la ausencia de respuesta positiva de Dios ante una cosa que suponemos que es tan vital para nosotros y que la mayoría tiene.

Pero Dios no es un expendedor de favores, Él quiere lo mejor para nosotros.

Y cada pedido contestado o no contestado tiene un motivo y lo deberíamos analizar pensando en esto. 

Puede suceder que no estemos siendo como Dios quiere que seamos para ser acreedores de la gracias que pidamos.

O puede suceder que lo que pedimos sea negativo para nosotros y no lo veamos en ese momento; pero es más complejo.

Aquí hablaremos sobre en qué circunstancias Dios responde positivamente y negativamente los pedidos que le hacemos, cómo puedes discernir el motivo de una respuesta negativa en tu caso particular, y cómo relanzar tus pedidos de acuerdo a esto.

Luchamos permanentemente con el gran misterio de la voluntad de Dios.

¿Por qué Dios nos dice No cuando le pedimos cosas que son tan importantes para nosotros?

¿Por qué no nos responde afirmativamente lo que le pedimos si Él es todo amor?

A veces cristianos reclaman de Dios los elementos constitutivos de una vida «normal» en la tierra: un trabajo, una familia, una casa, etc.

Y lo que parece tan fácil y natural para algunos, puede ser negado para otros. 

El tema de nuestro pedido puede ser justo, honorable, merecedor de aprobación, incluso según las escrituras, pero no lo conseguimos pase lo que pase.

Dios parece sordo o insensible a nuestras necesidades en algunas ocasiones y sobre algunos temas, a pesar de nuestras lágrimas, súplicas, múltiples ayunos e innumerables oraciones.

Pero eso no te debe quitar la paz.

Lo primero que debes tener en cuenta es que Dios escuchó tus necesidades.

Si te ha respondido algunas cosas que le has pedido, es porque escuchó todas las cosas que le pediste.

Pero debes tener en cuenta que Dios no ve las cosas como nosotros. Él ve nuestro pasado, presente y futuro. Él ve nuestro entorno y todo nuestro ser: cuerpo, alma y espíritu.

Y puede suceder que muchas de nuestras solicitudes sean incompatibles con lo que Él conoce y ve de nuestra persona.

Tengamos en cuenta que Él siempre obra para nuestro bien. 

Fíjate por ejemplo que Jesús le pidió al Padre en el huerto de Getsemaní «aparta de mí este cáliz».

Y el Padre podría haber suspendido el plan de salvación de la humanidad.

Pero Jesús interpretó Su silencio como «no lo apartaré».

Y por eso concluyó «que se haga tu voluntad y no la Mía».

Jesús nos enseñó que todo lo que pidamos al Padre en su nombre, lo dará.

Pero cuando dijo esto, también dio a entender que obtendremos todo lo que esté alineado con la voluntad y la justicia de Dios.

La justicia de Dios son Sus mandamientos.

Pero la voluntad de Dios es algo más complicado, porque se trata de lo que él trazó como camino para cada uno de nosotros

Y su voluntad para mí no es idéntica a Su voluntad para otra persona.

Y muchas veces no sabemos cuál es.

Por ejemplo, podemos pasar años estudiando una carrera y luego dedicarnos a otra cosa en la vida, porque fuimos conducidos hacia allí.

Pero ten por seguro que estudiar la carrera que hiciste era necesario, de alguna manera, para luego desarrollar el trabajo al que al final te dedicaste.

Conozco el caso de una mujer de 71 años cristiana que desde hace más de 40 años, ha querido formar una familia.

Es una mujer de buen aspecto y coqueta.

Ha trabajado toda su vida, nunca hizo gastos innecesarios, es propietaria de dos apartamentos, tiene una modesta jubilación y ahorros, y nunca ha tenido deudas en su vida. 

Sin embargo, ella considera que su vida es un fracaso, porque oró y ayunó todo el tiempo para que Dios le diera un esposo e hijos, pero no lo obtuvo. 

Cuando le pedimos algo a Dios de hecho sus respuestas pueden ser Sí aquí tienes, o No te lo doy, o no te daré ahora sino más adelante.

¿Y cuáles pueden ser las causas por las que no obtenemos una respuesta positiva como la que queremos?

A veces no es lo mejor para nosotros.

Cuando se lo pedimos podemos estar seguros de que Dios también lo debe ver bueno para nosotros.

Pero en realidad Dios puede no estar de acuerdo con nuestra evaluación.

Porque por más justificada que sea una petición, puede alejarnos de donde Dios nos quiere.

En realidad no sabemos qué es lo mejor para nosotros, podemos pensar que lo sabemos, pero no es así.

Dios es amor no complacencia ciega.

Otras veces lo que pedimos no se puede conceder sin violar la libertad de otro.

E incluso lo que pedimos podría causar daños a terceros.

Es común orar por la conversión de otras personas.

Dios es omnipotente y podría optar por forzar los resultados, pero esto violaría la libertad.

Dios nos puede exhortar, nos puede enviar gracias especiales, pero al final cada uno de nosotros es libre.

A veces nuestra fe no es suficientemente fuerte.

Jesús dijo, «todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis», Mateo 21. 

Otras veces pedimos cosas por los motivos equivocados.

Como dice la carta de Santiago 2, «pedís mal con la intención de malgastarlo en tus pasiones».

A veces el pecado sin arrepentimiento establece una barrera y nuestra oración se bloquea.

Otras veces no hemos sido generosos con los requerimientos y necesidades de los demás.

Y aún otras veces Dios no nos da bendiciones mayores porque no estamos conformados a Su palabra en cosas menores.

Tenemos que demostrar confianza en asuntos más pequeños para ser confiables para mayores bendiciones.

A veces nuestros deseos cambiarán con el tiempo y Dios lo sabe, Él ve el camino delante de nuestra vida.

Y otras veces no somos perseverantes en el pedido como Él quiere.

Todas estas cosas se deben analizar para discernir la razón por la que Dios no nos entrega lo que le pedimos.

Pero muchas veces es difícil hacerlo imparcialmente porque estamos involucrados emocionalmente.

Cada persona tiene un camino personal trazado, él nos conducirá sin que necesariamente nos demos cuenta.

Su «sí» y su «no» están destinados a mantenernos en este camino.

Todos sus movimientos están diseñados para ayudarnos a ser la mejor versión de nosotros mismos.

Si mantenemos nuestras mentes y corazones abiertos a los matices de las respuestas de Dios, vamos a empezar a ver un patrón.

Y a pesar de que sigamos expresando nuestros deseos y necesidades, seremos capaces de atemperar nuestras reacciones y expectativas.

Y así recibiremos el don de la paciencia.

Después de un tiempo de falta de respuesta positiva a tus pedidos, puede que tengas que considerar tus pérdidas como ganancias.

Quizás necesites cambiar tu punto de vista sobre lo que tanto te falta.

A San Pablo Dios le ayudó a comprender el poder de la cruz en su vida y a darse cuenta que tiene que aprender a depender de Dios

Tal vez deberías aprender a no tocar más esos temas con tanto dolor porque no recibes la respuesta que quieres.

Lo que significa que no debes vivir la falta de esas cosas y la ausencia de respuesta positiva con negatividad, desde el momento en que las has puesto tantas veces a los pies de Dios.

En definitiva el tema central es confiar en Dios.

Cuando la gente te da el consejo de que no te preocupes, Dios finalmente te dará lo que quieres, te da un mal consejo, eso es no confiar en Dios.

La confianza es la convicción estable de que cualquier cosa que Dios decida hacer es lo mejor.

Significa estar en paz con lo que Él hace, con lo que Él decide.

Es aceptar que Dios actúa a menudo en formas paradójicas, en formas que son diferentes a lo que imaginas, o incluso contrarias a nuestras nociones de lo que es mejor.

A menudo Dios permite males para un bien mayor, incluso si este bien mayor se nos oculta.

A los pies de la cruz de Jesús, nos damos cuenta que incluso un desastre total puede producir un bien inmenso.

La aparente pérdida total del viernes santo marcó el comienzo de la nueva alianza e hizo más para la raza humana que cualquier otra cosa.

Muchos de nosotros hemos experimentado dificultades devastadoras en un momento.

Y en algunos casos, hemos llegado posteriormente a entender por qué Dios las permitió.

Pudimos ver cómo hemos crecido desde la experiencia o cómo se abrieron oportunidades nuevas para nosotros.

Que aunque no eran nuestra preferencia en ese momento, eran en realidad mejores.

Y en otros casos, sin embargo, lo que pasó todavía tiene poco sentido para nosotros.

Pero si hemos aprendido a confiar en Dios, podremos estar en paz con su aparente «No» a nuestros deseos.

Confiar en Dios no significa pensar que con el tiempo me dará lo que quiero.

Confiar en Dios significa estar en paz con lo que Él quiera, sabiendo que lo que Él quiere es suficiente para mí.

Pero eso no obsta que le sigas pidiendo con perseverancia lo que consideras que es mejor para tí, pero con tranquilidad en el alma, sin desesperarse.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo debemos tomar los pedidos que le hacemos a Dios y cómo procesar su respuesta cuando esta no parece positiva. 

Y me gustaría preguntarte si te ha sucedido que has estado pidiéndole algo a Dios con insistencia y con el tiempo comprendiste que fue una gracia que Dios no te lo hubiese dado en ese momento, o no.

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Cómo fueron dictadas desde el Cielo las principales Oraciones que rezan los Cristianos

Cómo fueron entregadas por el cielo las oraciones cristianas más rezadas.

A lo largo de los siglos los católicos han orado a Dios con las mismas palabras, respondiendo a las mociones del Espíritu Santo para que oremos sin cesar.

Y quizás una de las mayores dichas al hacerlo, es la sensación de seguridad y confianza de la conexión con la historia y la tradición.

A veces tendemos a verlas sólo como los lazos invisibles que nos unen a los cristianos, puentes que nos unen a todos los que las hemos recitado a lo largo de los siglos, orando siempre con las mismas palabras.

Y está bien.

Pero esa es sólo una visión humana, porque la otra forma de verlas es que la mayoría de las oraciones más recitadas de la Iglesia tienen un origen sobrenatural.

En ocasiones han sido dictadas desde el cielo directamente, a veces están basadas en revelaciones bíblicas y otras veces en hechos sobrenaturales que sucedieron.

Aquí te contaremos sobre el origen sobrenatural que tienen las oraciones más populares que recitan los cristianos, lo cual nos indica que la fe que practicamos no es de hechura humana, sino que nos ha sido entregada desde el cielo.

Empecemos este recorrido por el Padrenuestro.

Durante el sermón de la montaña, los discípulos le pidieron a Jesús: «Señor, enséñanos a orar».

Y en respuesta, Jesús les enseñó el Padre Nuestro.

Podemos encontrar esta oración en los evangelios de San Mateo 6 y San Lucas 11, con pequeñas discrepancias entre las dos versiones.

La otra oración más popular es el Santo Rosario.

Entre los primeros cristianos existía la devoción de la repetición de oraciones, en especial el Padrenuestro, mediante una cuerda de oración o también poniendo 150 piedritas en una bolsa.

Este sistema de repetición viene del judaísmo y está relacionado con la repetición de los 150 salmos.

Pero en el año 1214 Santo Domingo estaba angustiado porque había fracasado en su intento de convertir a los herejes cátaros albigenses.

Así que se fue solo al bosque y lloró y oró continuamente por tres días para aplacar la ira del Dios Todopoderoso.

Azotó su cuerpo y ayunó, y en esa circunstancia Domingo experimentó una aparición de María Santísima.

En su mano Ella sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo.

Le pidió que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.

El nombre Rosario le fue dado mucho más adelante.

Una leyenda piadosa dice que la Santísima Virgen fue vista recogiendo rosas de los labios de un joven monje que estaba recitando el Avemaría, y las tejía en una guirnalda que luego colocó en Su cabeza.

El Rosario se mantuvo como la oración predilecta de los cristianos durante casi dos siglos.

Y cuando la devoción empezó a decaer, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le pidió que reviviera la devoción.

Le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Santo Domingo referentes al rosario.

Y es entonces cuando revela las promesas para quien lo rece con devoción.

En definitiva, María había unido en el Rosario la cuerda de oración que usaban los monjes, con la repetición de las oraciones del Padrenuestro y el Avemaría.

El Avemaría, que se repite 50 veces en el Rosario, tiene dos partes. 

Por un lado está la unión de una doble salutación extraída del Evangelio.

La salutación del arcángel Gabriel en la Anunciación, «Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo: bendita tú eres entre las mujeres», Lucas 1,28.

Y la salutación de Santa Isabel en la Visitación, «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre» Lucas 1, 42.

Y la segunda parte del rosario contiene una súplica a la Madre de Dios, «Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros…, etc.»

El título Madre de Dios fue el primer dogma mariano, proclamado en el Concilio de Éfeso, en el año 431. 

El Avemaría es una oración que permanece estable desde el siglo V.

En el rosario también se reza el Gloria corto al final de cada decena.

Y también se suele recitar el Gloria al final de cualquier oración o texto devocional.

Su fundamento bíblico se encuentra en Mateo 28,19 donde Jesús pide a los Apóstoles que vayan por el mundo bautizando a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

El concepto de Gloria a Dios para siempre es muy manejado por San Pablo en sus cartas.

Y se dice que en el año 529 se agregó la segunda parte de la oración «como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos», para dar la confirmación de la eternidad de las tres personas de la Santísima Trinidad en un solo Dios.

El formato de esta oración está establecido en la Iglesia desde los años 600.

Y se suele finalizar el Rosario recitando la Salve o Salve Regina. «Dios te salve Reina y Madre de Misericordia…, etc». 

Los monjes o monjas de monasterios cantan esta hermosa oración al final del día antes de dirigirse de la capilla a sus celdas. 

Es la conclusión tradicional de la liturgia de las horas.

Y en 1492 por ejemplo, en su viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón reunía a sus hombres en la cubierta todas las noches para cantar la Salve Regina, como señal de su confianza en la protección de la Virgen.

Una antigua tradición dice que el monje cisterciense del siglo XII, San Bernardo de Claraval, compuso esta oración.   

En una biografía de San Bernardo se cuenta cómo el texto de la Salve Regina le fue comunicado en una visión mística.

Una noche, Bernardo estaba durmiendo en el dormitorio entre los otros monjes, cuando escuchó un sonido glorioso de voces provenientes de la capilla. 

Así que, sin despertar a nadie más, se dirigió en silencio a la capilla y, ¡he aquí!, había multitudes de ángeles dentro, bañados en el resplandor de la luz celestial. 

Estaban cantando alabanzas a Dios todopoderoso y a la Santísima Madre de Dios, con armonías indescriptiblemente bellas. 

Y vio a la misma Santísima Virgen de pie en medio de ellos.

Sostenía un incensario dorado en una mano y un bote de incienso en la otra.

Uno de los ángeles condujo a Bernardo al lado derecho del altar, junto a la Virgen. 

Y allí escuchó cantar con voz angelical la Salve Regina. 

Bernardo recordó cuidadosamente todo lo que escuchó, y al día siguiente lo anotó completa y precisamente, y envió una copia al Papa Eugenio III. 

Y el pontífice ordenó entonces que esta antífona se cantara solemnemente en todas las iglesias del mundo, en honor a la Madre de Dios.

Esta narración indica que Bernardo sirvió como escriba para la revelación de la Salve Regina, en lugar de su autor real.

Pero en otra de las oraciones más populares de la Iglesia un Papa fue el autor de la oración, a raíz de un hecho sobrenatural que le sucedió.

El Papa fue León XIII y la oración es a San Miguel Arcángel, «San Miguel Arcángel defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo, … etc».

La que se hizo popular porque León XIII ordenó que se recitara al final de todas las misas del mundo, y se realizó así durante 90 años, pero se la quitó cuando la reordenación litúrgica, a consecuencia del Concilio Vaticano II.  

El 13 de octubre de 1884, después que León XIII había terminado de celebrar la Santa Misa en la Capilla del Vaticano, acompañado de unos pocos cardenales y miembros del personal del Vaticano, de repente se detuvo al pie del altar.

Se quedó allí durante unos 10 minutos, como si estuviera en trance, con el rostro empalidecido. 

Entonces, va de la capilla a su oficina, y compuso la oración a San Miguel, con las instrucciones que se dijera después de las misas en todo el mundo.

Cuando se le preguntó lo que había sucedido, lo explicó diciendo que cuando estaba a punto de dejar el altar, de repente escuchó voces, dos voces, una suave y la otra gutural y áspera.

Parecían venir de cerca del tabernáculo.

Y oyó la siguiente conversación.

La voz gutural, la voz de satanás con su orgullo, jactándose a Nuestro Señor dijo, «Yo puedo destruir tu Iglesia».

La suave voz de Nuestro Señor contestó al desafío, «¿Tu puedes? Entonces sigue adelante y hazlo».

Satanás entonces le pidió, «Para ello, necesito más tiempo y más poder».

Y Nuestro Señor le preguntó, «¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto poder?»

Y satanás le contestó «75 años a 100, y un mayor poder sobre aquellos que se entregan a mi servicio».

Y Nuestro Señor aceptando el desafío le dice «Tú tienes el tiempo, tú tendrás el poder. Has con ellos lo que quieras».

Y luego de eso León XIII vio una nube de demonios imposible de contar, que se dirigían a atacar el Vaticano.

Y finalmente podemos terminar la lista de las oraciones más populares con el gesto de la Señal de la Cruz, que se hacen los cristianos ante un hecho o un objeto sagrado o frente a problemas.

Tertuliano nos dice en el año 200, que,

«En cualquier cosa que nos ocupa, nosotros los cristianos marcamos nuestras frentes con la Señal de la Cruz».

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la génesis sobrenatural de las oraciones más recitadas por los cristianos de toda la historia, nos fueron dadas desde el cielo de alguna manera no humana.

Y me gustaría preguntarte qué otras oraciones cristianas conoces que también han tenido un origen sobrenatural al igual que estas que contamos.

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Científicos Ucranianos y Rusos causan impacto demostrando el Poder Curativo de la Oración

La ciencia ucraniana y rusa descubre lo que occidente desconoce.

Hay algo en que ucranianos y rusos llevan la delantera a occidente, es el descubrimiento del poder curativo de la oración y cómo funciona.

Probablemente porque en esa parte del mundo las universidades han sido menos tomadas por el ateísmo militante, que reprime agresivamente siquiera pensar en la importancia de la fe actuando sobre el mundo físico. 

Porque es parte del lenguaje políticamente correcto de las universidades de occidente la intolerancia a los fenómenos religiosos y un materialismo a prueba de todo argumento.

Aquí hablaremos sobre qué han descubierto científicos ucranianos y rusos sobre ese poder de la oración, cómo es que funciona y cómo la podemos aplicar a nuestras vidas, tanto para curar como para prevenir enfermedades.

Algo especialmente importante para familiares de personas que están pasando por un quebranto de salud, que deberían hablarles de estos hallazgos científicos.

La oración debería ser el centro de la vida de quien aspira a obtener gracias de Dios.

Porque vivimos en un mundo diseñado por Dios, y Él puede hacer lo que quiera con él, y eso incluye curar enfermedades, alargar la vida, resucitar a los muertos, o lo que quiera.

Y en ese sentido, ha dotado a la oración de un poder especial para sanar.

Pero no a las palabras dichas con la boca.

La mejora de la salud mental y física de una persona no depende de las palabras, incluso si se pronuncian con cuidado, sino solo de la gracia de Dios, que puede saber la fe del orante.

Pero además, ¿cómo podría Dios, que es santo, no santificar y dar gracias a los que conversan sinceramente con Él a través de la oración? 

Científicos ucranianos y rusos lo han investigado. 

Se sabe que después de la oración y los cantos de la iglesia, una persona siente paz y alivio espiritual. 

Pero, ¿qué sucede a nivel físico?, en particular con nuestro fluido principal, la sangre. 

El médico ucraniano Dr. Mikhail Lazorik lo ha investigado.

Tomó a un grupo de personas de diferentes sexos, niveles de educación, nivel económico, profesiones, que padecían diversas enfermedades, había aterosclerosis, hepatitis B, reumatismo. 

Y antes del experimento, tomó y analizó sangre capilar y venosa. 

Luego, el sujeto o su acompañante, recitó oraciones durante 15 a 20 minutos, padrenuestro, credo, etc.

Y posteriormente, realizó nuevamente el análisis de sangre venosa y capilar, y encontró que la sangre se había vuelto diferente a nivel celular.

En todos los casos la agresividad de la infección e inflamación en el cuerpo disminuyó significativamente, hasta 6 veces menos, especialmente cuando se trataba de la fase aguda de la enfermedad.

Por otro lado, un ruso, el Dr. Valeri Slezin, jefe del Laboratorio de Neuropsicofisiología del Instituto Psiconeurológico Bekhterev de San Petersburgo, ha descubierto en sus investigaciones también que la oración es un poderoso remedio.

Porque no sólo regula los procesos en el organismo humano, sino que también restaura la estructura dañada de la conciencia.

Slezin midió la fuerza de la oración.

Grabó electroencefalogramas de monjes rezando y pudo ver el fenómeno inusual de la completa desconexión de su corteza cerebral.

La corteza cerebral se desconectaba con la oración y vio que la percepción de la persona estaba pasando por alto los procesos de pensamiento y análisis.

Cuando los sujetos se sumergían en el éxtasis de la oración, el ritmo se desaceleraba a una frecuencia de tres hertz.

Estos ritmos lentos son llamados ritmos delta y se observan sólo en los bebés de hasta tres o cuatro meses, cuando están cerca de su madre con total seguridad.

Es decir que estas personas se habían convertido literalmente como bebés al haber orado.

Y la situación del cerebro, en ese estado digamos infantil, se necesita tanto como otros estados, y es vital para cualquier persona.

Si no está en tu vida, la armonía se rompe en el cuerpo y emergen las enfermedades.

Es un hecho conocido que las enfermedades son disparadas principalmente por situaciones negativas y sucesos que se pegan en nuestra mente.

Sin embargo, durante la oración las preocupaciones se mueven a un segundo plano o incluso desaparecen en absoluto.

De este modo, es posible tanto la curación física, moral y psicológica.

El orante se deshace del miedo a la enfermedad, se alivia de las fobias y con ello aumenta la inmunidad.

Y por ejemplo han visto que en el caso de pacientes con cáncer en etapa terminal, los orantes vivieron cinco años más que el promedio al orar.

Y en el mismo sentido, el neurocientífico Andrew Newberg, director de investigación en el Instituto Thomas Jefferson Hospital, ha encontrado que cuando oras, cambia tu cerebro.

Y una cascada de neurotransmisores descienden en el cerebro, incluyendo la dopamina, que regula el placer, la serotonina, que reduce el estrés, y la noradrenalina, que activa la respuesta de lucha o huida.

Otra científica rusa, la ingeniera y electrofísica Dra. Angelina Malakovskaia, ha llevado a cabo más de mil investigaciones para averiguar las características clínicas de salud de los feligreses, antes y después del servicio religioso.

Y ha descubierto que participar en la liturgia de la iglesia ayuda a mejorar la salud.

En primer lugar, normaliza la presión arterial y los valores sanguíneos.

Y las oraciones pueden neutralizar incluso la radiación atómica.

Se sabe por ejemplo, que después de la explosión de Chernobyl, en Ucrania, los instrumentos para medir la radiación señalaban una lectura altísima, fuera de escala a decenas de kilómetros.

Sin embargo la radiación de fondo era normal cerca de la iglesia San Miguel Arcángel, a cuatro kilómetros de los reactores.

Los científicos de San Petersburgo también confirmaron experimentalmente que el agua bendita, la señal de la cruz y el repique de campanas de la iglesia pueden ser curativos también.

Por eso en Rusia, las campanas suenan constantemente durante las epidemias.

Porque la gama de ultrasonidos del repique de campanas mata a los virus de la gripe, la hepatitis y el tifus.

Dijo la Dra. Angelina Malakhovskaya que las proteínas de los virus parecen inhibidas de transmitir alguna infección. 

Y también sucede que la gente se puede recuperar en los templos cuando toca reliquias sagradas.

Hay decenas de estudios científicos que muestran que la asistencia a la iglesia es buena para su salud.

Por ejemplo uno publicado en 2017 por investigadores de la Universidad de Vanderbilt, que encontró que los adultos de mediana edad que asistían a servicios religiosos, al menos una vez al año, tenían la mitad de probabilidades de morir prematuramente que los que no lo hacían.

Otro estudio encontró una correlación fuerte entre la asistencia a servicios religiosos, con la reducción del estrés y la mayor longevidad.

La Dr. Malakovskaia también halló en sus investigaciones que el signo de la cruz mata los microbios patógenos.

No sólo en el agua del grifo, sino también en los ríos y lagos.

Incluso es más eficiente que los dispositivos de desinfección modernos de radiación electromagnética.

Investigó el agua antes y después de la bendición.

Y resultó que si se recita el padrenuestro sobre el agua y se hace la señal de la cruz, el número de bacterias malignas es cien veces menor.

Y la radiación electromagnética también.

Por lo tanto, las recomendaciones son que se bendiga cualquier alimento y bebida, porque eso no es sólo de valor espiritual, sino también de carácter preventivo físico.

Lo que ha visto es que el agua no sólo se purifica con la bendición, sino que cambia su estructura, volviéndose inofensiva y curativa.

Los espectrógrafos sugieren que el agua bendita tiene una mayor densidad óptica, como si entendiera el sentido de las oraciones y lo mantuviera.

Esa es la razón de su calidad curativa única.

Pero también encontró algo sorprendente, que sólo cura a la gente piadosa.

El agua diferencia el nivel de creencia de la gente.

Cuando un sacerdote consagra el agua, la densidad óptica del agua es 2,5 veces mayor.

Cuando lo hace un laico que cree en Dios, es sólo 1,5 veces mayor.

Pero con la bendición de un hombre no bautizado ni creyente, los cambios son insignificantes.

De acuerdo con todo esto, la oración, la concurrencia a los servicios religiosos, o sea misas, las bendiciones, la señal de la cruz, son sanadores del alma y del cuerpo.

Y es por esta razón que se ha utilizado con éxito por ejemplo en EE.UU. para el tratamiento de la esquizofrenia y psiquiátricos en general.

Un estudio de la Yeshiva Universiy de Manhattan encontró que quienes asisten con regularidad a servicios religiosos tiene el 56 por ciento más de posibilidades de tener una visión optimista de su existencia.

Y el 27 por ciento menos de caer en depresión que quienes no lo hacen.

En Corea se utiliza para tratamientos de infertilidad.

En Alemania, un equipo de investigadores de la Universidad de Aquisgrán, llegó a la conclusión de que los pacientes con enfermedad cardíaca sufren un 20% a 30% menos de complicaciones postoperatorias, si rezan.

Y la Universidad de Miami realizó un estudio que puso en evidencia que los pacientes que se habían hecho más «espirituales» combatían el SIDA mejor que los otros.

Tenían un número mayor de células CD4 y una carga viral menor, incluso considerando pacientes que tenían el mismo nivel de apoyo social, optimismo y regularidad en las curas.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre cómo la vida de oración es curativa para el alma y el cuerpo, y por lo tanto fundamental para una vida larga y sana.

Y me gustaría preguntarte si has conocido personas que se hayan sanado de alguna enfermedad cuando acudieron a la oración y a las misas.

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La Oración ¿puede Resucitar un Muerto? [que dice la historia del cristianismo]

Qué ordenó Jesús y que hacían los primeros cristianos y que se hace ahora.

Una persona muerta, muerta está, y sólo la medicina puede resucitarla, dice la cultura de nuestra época.

Y la fe de nuestro tiempo dice que sólo Dios puede resucitarla, pero ningún humano puede hacer algo por ella.

Sin embargo Jesucristo envió a los apóstoles a curar enfermos y resucitar a los muertos.

Y los apóstoles, los padres de la Iglesia, muchos santos y las primeras comunidades cristianas, se lo tomaron al pie de la letra y resucitaron muertos con la oración.

Pero hoy, intentar hacerlo, es un signo de infantilidad para la mayoría de los católicos.

No estamos diciendo que debe ser hecho, sino señalando que no hay razones divinas en que esto no pueda seguirse haciendo, sino que hay una traba en la fe que cultivamos hoy.

Aquí hablaremos sobre cómo los cristianos de épocas anteriores resucitaron muertos con oración y qué trabas tenemos ahora para hacerlo. 

¿Hay posibilidad de que se pueda resucitar a un muerto orando ante él?

Si uno le pregunta a cualquier católico, incluso sacerdote, le dirá que eso es una idea loca.

¿Y entonces por qué Jesús enviaría a los apóstoles a que resucitaran muertos?

La mayoría de las homilías actuales que oímos dicen que cuando Jesús envió a los apóstoles y les dijo «Curen a los enfermos y resuciten a los muertos», Mateo 10:8, se estaba refiriendo a resucitar a los muertos espirituales. 

Sin embargo parece que los apóstoles se lo tomaron en serio, no como la mayoría de los católicos hoy.

Porque leemos en Hechos de los Apóstoles 9:36 que Pedro resucitó a Tabita, una mujer cristiana de la ciudad de Jope, que enfermó y murió.

San Pedro oró de rodillas ante su cuerpo muerto en la cama, le dijo «levántate» y ella se sentó y comenzó a hablar.

Y también en Hechos 20:7 se menciona el caso de Eutico en Troas, resucitado por Pablo.

Eutico estaba sentado en el alféizar de una ventana, cayó y murió.

San Pablo salió corriendo, se arrojó sobre el cuerpo, comenzó a orar e inmediatamente Eutico volvió a la vida.

¿Tabita y Eutico eran muertos espirituales?

Esto se une a las resucitaciones que hizo Jesús al hijo de la viuda de Naín, Lucas 7; a la hija de Jairo, Lucas 8; y a Lázaro que llevaba ya 4 días de muerto, y cuyo cadáver presentaba signos de descomposición, Juan 11.

Y también a las resucitaciones que menciona el Antiguo Testamento que hicieron los profetas Elías y Eliseo, del hijo de la viuda de Sarepta, del hijo de la mujer sunamita, e incluso del muerto que revivió cuando lo pusieron junto a los huesos del mismo profeta Eliseo ya muerto.

¿Todos estos también eran muertos espirituales?

Y luego los Padres de la Iglesia y los Santos tomaron en serio también la orden de Jesús y siguieron resucitando muertos con la oración.

Pero esta práctica se ha ido evaporando con el tiempo.

Traer gente muerta a la vida mediante oración es algo poco creíble para los cristianos actuales, a pesar que Jesús lo hizo y ordenó a sus discípulos hacerlo, y los apóstoles y los santos de otras épocas lo hicieron.

Y es poco creíble porque los cristianos creen cada vez menos en los aspectos sobrenaturales de su fe; al menos en occidente.

La Iglesia se ha contaminado progresivamente de una actitud anti milagrosa, y avergüenza a los que señalan que las generaciones anteriores hacían tamaños milagros, diciendo que no hay que tomar las cosas al pie de la letra, que son relatos simbólicos, y que hay que ser cristianos maduros.

Pero la Biblia es muy clara, sólo con la fe se pueden ver e interceder por milagros.

La fe es el elemento imprescindible para contactarse con el mundo sobrenatural, donde todas las posibilidades están abiertas.

Por lo tanto es la falta de fe la que entorpece la proliferación de milagros, porque no hay razones evidentes para sostener que los milagros cesaron en nuestra época, por decisión divina.

El milagro de la resucitación de una persona muerta, o sea que ya no tiene signos vitales, es una decisión de Dios.

Y es Dios el que en todo caso suscitará a Su enviado a orar sobre el muerto, y luego decidirá devolverle los signos vitales al muerto o no.

Pero seguramente casi ninguno de nosotros, se atrevería a hacer la prueba de interceder, por la resucitación de un muerto con la fe más absoluta.

El padre Albert J. Hebert analizó en un libro del 2004, llamado «Santos que resucitaron muertos», 400 milagros de resucitación por oración, mencionados en los procesos de beatificación y canonización, en la monumental obra Acta Santorum.

El libro relata historias de resurrecciones del período patrístico, realizadas por San Justino Mártir, San Ireneo, San Gregorio Nacianceno.

Pero también por San Patricio, San Vicente Ferrer, Don Bosco, el Padre Pío, el obispo estadounidense Fulton Sheen, etc.

Incluso San Ireneo, del siglo II decía que,

«A menudo sucede en la comunidad, cuando toda la iglesia local implora por el difunto con ayuno y oración, que el espíritu del muerto regresa y la vida del hombre regresa restituida por las oraciones de los santos».

Y Sozomeno, historiador de la Iglesia del siglo V, habla de la caída de una mujer embarazada desde un balcón de la basílica de Constantinopla, que muere y vuelve a la vida gracias a las oraciones de los fieles.

O sea que ni siquiera se necesita la presencia de grandes santos milagrosos, para orar y lograr las resucitaciones, bastan las oraciones sinceras de los creyentes.

Uno de los mayores resucitadores de la historia de la Iglesia fue San Vicente Ferrer, dominico del siglo XIV.

San Antonio, arzobispo de Florencia, declaró que San Vicente había resucitado a 28 personas de entre los muertos. 

Pero otros afirmaron que la estimación de San Antonio estuvo muy por debajo del número real.

Uno de los más famosos milagros de resucitación de San Vicente Ferrer fue a un judío rico de Andalucía, llamado Abraham, a quien no le gustó lo que estaba escuchando de la predica de Vicente, protestó y se fue.

Y cuando algunas personas en la puerta lo increparon, San Vicente gritó: «¡Déjenlo ir!».

Y en el instante en que el judío se fue, parte de la estructura del porche cayó sobre él y lo aplastó hasta la muerte. 

Entonces el santo se levantó de su silla y se acercó al cuerpo. 

Se arrodilló allí en oración, hizo la señal de la cruz y Abraham volvió a la vida, y luego se convirtió.

Ninguno de estos milagros que realizó él y ningún otro santo, lo hicieron por mero sensacionalismo. 

Fueron realizados especialmente para la conversión de los pecadores y el fortalecimiento de la fe.

Como San Vicente dijo, los milagros se hacen para la gloria de Dios. 

Del mismo modo que San Marcario, un monje santo que vivía en los desiertos de Egipto, que se encontró con un hombre que no creía en la resurrección de Jesús. 

Y para convencerlo, entonces el santo invocó el poder de Dios sobre un hombre muerto y lo resucitó. 

Este milagro se extendió por todo el desierto egipcio y logró gran cantidad de conversiones. 

Y en los últimos años ha sucedido un caso que ha desatado la visibilidad de las resurrecciones.

Es el de Catalina Socci, hija del conocido periodista católico Antonio Socci.

Resucitación realmente inexplicable en términos científicos.

Pocos días después de su graduación, el corazón de Catalina se detuvo de repente.

Se quedó inmóvil durante una hora entera, muerta, sin signos vitales.

Luego vino un sacerdote, su director espiritual, se arrodilló para orar y el corazón de Catalina empezó a latir.

Y conmovido por este hecho, su padre, Antonio Socci, ha dedicado algunos libros a esta historia.

E incluso ha tratado las Experiencias Cercanas a la Muerte, que no son sólo de nuestra época sino de toda la historia.

Porque en un importante diálogo en la República de Platón, por el año 380 aC, el filósofo narra la historia del soldado Er, que se despertó después de doce días de muerto.

E informó de que había visitado el más allá, donde, según su testimonio, habrá un juicio sobre toda persona, en relación con el bien y el mal que ha hecho.

En resumen, Jesucristo envió a los apóstoles a que curaran a los enfermos y resucitaran a los muertos.

Los apóstoles, padres de la Iglesia y santos siguieron resucitando muertos con la oración, como hacía el maestro.

E incluso era una costumbre de las primeras comunidades cristianas.

Pero con el tiempo se fue perdiendo la fe, y a pesar que hay ejemplos recientes, la mayoría de los cristianos lo considera un imposible y no se atreve a intentarlo.  

E incluso algunos pregonan desde los púlpitos que esto es una fantasía, coartando la posibilidad de desarrollar una fe fuerte para ver milagros.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la posibilidad de resucitar a los muertos con la oración.

Y me gustaría preguntarte si has conocido un caso así y si tu te atreverías a rezar con mucha fe y confianza, para que Dios resucite a una persona muerta que tienes ante ti.

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https://youtu.be/YOXyUXmAIWI

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Las tres Oraciones más Potentes para Obtener lo que Precisas

Para salir de situaciones difíciles y angustiantes.

En situaciones difíciles la oración se vuelve más importante que nunca.

Porque nuestros recursos humanos son insuficientes y lo único que nos queda es apelar a Dios.

Esos momentos nos desbordan, nos quitan la paz y nos producen sufrimiento.

Y muchas veces nos nublan la capacidad de pensar con sensatez.

Quienes tienen conciencia de que la oración es fundamental en esos momentos, a veces se enredan en interminables oraciones que no les dan la paz que necesitan y que pueden ser tan complicadas que no ayudan a perseverar.

Además circulan miles de oraciones y en momentos de dificultad a algunos se les hace difícil seleccionar cual rezar.   

Por eso aquí traemos tres oraciones de petición que se pueden hacer en novena o no, que son cortas y rápidas, y que tienen el aval de Santos o buenos frutos. 

Una oración es al Sagrado Corazón otra a la Virgen María y otra a San José.

Todos tenemos días difíciles, períodos de grandes tormentas o causas difíciles ante las que no tenemos solución.

Pueden ser temas personales, problemas que le suceden a seres queridos o temas generales que pasan en el mundo y nos duelen.

Y pueden ir desde problemas económicos, a problemas de enfermedad, de relación, etc.

En muchos casos no tenemos solución a la vista para ellos, y entonces debemos fijar nuestra mirada en Dios, para que nos ayude con su gracia.

Y la oración es la gran herramienta que tenemos para llegar a Él. 

Lo primero es pedirle que nos de paz en la tormenta. Si lo hacemos, el peso de los problemas será más ligero y no estaremos tan aturdidos.

Y lo segundo es orar por la ayuda de Dios, sabiendo que nuestras oraciones, las que son por el bien de nuestra propia alma o la de los demás, son siempre contestadas.

De esta forma nos dirigimos a Él, con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, para cosas que Él ha prometido, sometiéndonos con fe a Su voluntad.

Pero además en tiempos turbulentos, como los que vivimos, la oración se vuelve más importante que nunca.

Porque luchamos con nuestros propios pecados y con los de los demás en la vida diaria, o sea por lo que hacemos nosotros por tentación y debilidad, y por lo que otros nos hacen a nosotros.

¿No vemos todo esto a nuestro alrededor, en nuestras propias vidas o en las noticias de televisión? 

Familias rotas, escándalos financieros, violencia, adicción a las drogas, odio, guerras, lo que nos da esa terrible sensación de que no hay nadie en quien realmente puedas confiar en este mundo, salvo en Dios.

El Padre Pío tenía su oración favorita que oraba por todos los que pedían sus oraciones.

Y recomendaba a otros orar esta oración.

Se le llama Novena Irresistible porque se basa en las tres promesas del Señor presentadas en el Evangelio. 

Estas oraciones tienen una fuerza muy particular para dirigirse al Sagrado Corazón de Jesús ante causas difíciles.

Esta es la versión corta de la Novena Irresistible,

Oh, Jesús mío, que dijiste: 

– en verdad os digo, pasarán los cielos y la tierra, pero mis palabras jamás,

– pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá,

– todo lo que pidáis a Mi Padre en mi nombre, Él os lo concederá,

Basándome en la infalibilidad de tus santas palabras, te pido la gracia… y aquí se pide la gracia.

Luego se dice un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Y Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

Y se finaliza con esta oración,

Oh Sagrado Corazón de Jesús, para quien es imposible no tener compasión de los afligidos, ten piedad de nosotros, miserables pecadores y concédenos la gracia que te pedimos, por medio del Inmaculado Corazón de María, tu tierna madre y nuestra madre.

Y se añade: San José, padre de Jesús, ruega por nosotros.

Esta oración se recita durante 9 días seguidos con mucha fe, ya que el Señor nunca abandona a los que lo llaman con confianza y perseverancia.

Porque como leemos en el Salmo 23, «Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo»

Nuestro Creador puede sacar el bien del mal y ayudarnos a superar tiempos difíciles. 

Después de todo, el Viernes Santo fue seguido por el Domingo de Pascua.

Otra oración es la que rezaba habitualmente la Madre Teresa de Calcuta ante problemas difíciles y que al día de hoy siguen rezando las Misioneras de la Caridad.

Se le llama Flying Novena en inglés o sea Novena al vuelo.

Consiste en diez Memorares, o sea la oración del Acordaos, rezados uno atrás del otro.

Dada la gran cantidad de problemas que se ponían en conocimiento de la Madre Teresa, y el ritmo en el que viajaba, a menudo simplemente no era posible permitirse nueve días para una respuesta celeste a temas urgentes.

La Madre Teresa utilizaba esta oración constantemente para sus peticiones como la cura de un niño enfermo, antes de reuniones importantes o cuando los pasaportes desaparecían, para solicitar la ayuda celestial cuando los suministros se acababan, etc.

Esta es la oración,

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio y reclamando Vuestro Socorro, haya sido desamparado por Vos.

Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las Vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos.

Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas ante la necesidad, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

Y no recitaba nueve como se podría esperar de la palabra novena, sino que le agregaba otro más.

Ella daba la colaboración de los cielos tan por sentado, que siempre añadía un décimo Acordaos de inmediato, en acción de gracias por el favor recibido.

Esta Novena Rápida tenía una cosa en común con la de los nueve días e incluso con las novenas de nueve meses, la confianza abogando por la ayuda divina, como hicieron los apóstoles durante nueve días a la espera de la ayuda prometida de la llegada del Espíritu Santo.

Y se cuenta que cuando la Madre Teresa de Calcuta acababa de fundar la Congregación de las Misioneras de la Caridad, cuyo único fin era ayudar a los más pobres entre los pobres, tuvo necesidad de un edificio para la casa matriz de dicha fundación.

Para conseguirlo, la Madre Teresa ofreció a la Virgen María rezar 85 mil veces la oración del Acordaos, y lo consiguió.

Finalmente hay una Novena a San José que da muchos frutos. 

San José fue un hombre de fe, hacía falta mucha fe para creer que lo que estaba sucediendo en su vida no era un sueño, una esposa embarazada por el Espíritu Santo, ser padre adoptivo del hijo de Dios, ángeles que le hablaban y le guiaban en el camino.

Y además, luego de María fue la persona más cercana a Jesucristo, por lo que su intercesión es muy poderosa. 

La oración de la Novena a San José dice así, 

Glorioso San José, fiel padre proveedor del Divino Niño, esposo virginal de la madre de Dios, protector poderoso de la Santa Iglesia, venimos a ti para encomendarnos a tu protección especial. 

Nada buscaste en este mundo sino la gloria de Dios y el bien del prójimo.

Totalmente entregado al salvador, tu felicidad consistía en orar, en trabajar, en sacrificarte, en sufrir, en morir por El. 

Fuiste un desconocido en este mundo pero íntimo de Jesús. 

Su mirada reposaba confiadamente en tu vida simple y oculta en El. 

San José, has ayudado ya a tantos hombres, recurrimos a ti con entera confianza.

Tú ves a la luz de Dios nuestras necesidades, tú conoces nuestras preocupaciones, nuestras dificultades, nuestras penas.

Solicitamos a tu paternal amabilidad este asunto particular… Acá se hace la petición.

Lo ponemos entre tus manos que protegieron al Niño Jesús.

Pero antes que nada pide para nosotros las gracias de no separarnos nunca de Jesús por el pecado mortal

De conocerlo y de amarlo cada vez más, así como a su Santa Madre. 

De vivir siempre en presencia de Dios, de hacer todo en función de su gloria y el bien de las demás almas. 

Y de lograr algún día ver a Dios para alabarlo eternamente contigo. 

Así sea.

Y se termina con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.

Bueno, hasta aquí las tres novenas más poderosas para recitar ante casos difíciles, que no son un interminable conjunto de palabras y oraciones asociadas, y por eso son muy útiles en nuestros tiempos agitados.

Como vimos una pide la intercesión al Sagrado Corazón de Jesús, otra a la Santísima Virgen y otra a San José. 

Y me gustaría preguntarte si tu tienes alguna novena preferida para casos difíciles y cuál es. 

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El Secreto que Guarda el Padrenuestro para Nuestra Época

Donde está el mensaje que nos da esperanza.

Hay muchas razones para sentirse preocupado y hasta angustiado en este momento. 

Sin embargo, como personas de fe, es lo último que debemos hacer.

Aunque nos rodean muchas tendencias desalentadoras, y no solo la crisis de salud y las cosas que nos están imponiendo por la fuerza. 

Seguramente ninguno de nosotros haya visto en su vida una cultura tan inquietantemente opuesta a la verdad.

La libertad religiosa está bajo un ataque sostenido. 

Se niega ampliamente la dignidad de la persona humana. 

A los jovencitos se les adoctrina con cosas perversas y no se puede hablar públicamente de ello.

Están experimentando con nuestra salud.

Las tendencias comunistas están avanzando por todo el mundo.

Y la Iglesia está sumida en una confusión increíble, con una apostasía cada vez más profunda, tendencias autoritarias cada vez más notorias y cada vez más entregada a los valores del mundo.

Si nos quedamos fijados sólo en esto, es fácil desesperarse en este momento. 

Pero como católicos, eso es lo último que debemos hacer.

No somos gente de desesperación. Somos gente de esperanza. Aquí hablaremos sobre las razones para mantener la esperanza y cómo orar para hacerlo y para que Dios nos auxilie en medio de los problemas.

Muchos cristianos hoy parecen los discípulos que iban en la barca con Jesús y los agarra una tormenta mientras Él estaba durmiendo.

Las olas están embravecidas y tienen temor de naufragar.

Y están tan asustados que despiertan a Jesús.

Le dicen, ¿No te importa que nos ahoguemos? 

Pero Jesús tan solo levanta su mano y el mar se calma.

Así pasa muchas veces en nuestra vida, vamos con Cristo, creemos que Él camina con nosotros, le consagramos nuestra familia, pero se nos olvida que Él no va a permitir que nos hundamos.

Se nos olvida que Él nos dice que es la fe la que nos va a salvar.

Como por ejemplo en el episodio de la mujer hemorroísa, que padecía flujos de sangre desde hacía doce años, y había sufrido mucho, visto a muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho.

Y cuando pasó Jesús, se acercó por detrás y tocó su manto, pensando que si lograba tocar aunque sea sólo los flecos de su manto se salvaría.

Y Jesús la ve y le dice que su fe la ha salvado.

Por eso Jesús nos dice incesantemente: no tengas miedo, solo ten fe.

Y esa frase, aunque parezca a algunos letra muerta hoy, porque los malos, las ideologías perversas, y las imposiciones dañinas parecen imposibles de superar, vale oro.

Es que si Jesús ha dicho que Él vencerá y nos librará de las garras de este mundo, es porque lo hará.

Sólo hay que tener confianza.

La confianza, es la virtud en la que las personas combinan su fe y la esperanza.

Es decir creen que algo bueno pasará, porque Él cumplirá.

Y tampoco debemos sentirnos tristes.

Porque Nuestra Señora le ha dicho a la Sierva de Dios Bárbara Samulowska: No estés triste, yo estoy contigo siempre.

Se lo ha dicho también a san Juan Diego: No se entristezca tu corazón ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?

Y en Fátima la Virgen le dijo a Lucía, que no estuviera triste, porque su Inmaculado Corazón sería su refugio.

Y estas palabras Ella nos las repite a nosotros hoy.

Dijo que triunfaría. 

Aunque veamos oscuridad por todos lados, la Inmaculada triunfará.

Triunfará el Inmaculado Corazón de María.

Y si le pedimos a Ella cuando estamos en una situación peligrosa, no nos va a abandonar.

Así le sucedió al capitán que mientras perdían en la Batalla de Lepanto, bajo a rezar a la Virgen de Guadalupe y cuando regresó a la proa, vio que habían comenzado a ganar.

Así ganaron los austriacos en 1955 contra el comunismo cuando el pueblo fue llamado a rezar el rosario en una cruzada de oración y las tropas soviéticas se alejaron. 

Y así ganaron los polacos contra los comunistas rezando a la Virgen de Czestochowa.

Y también sucedió en 1585, en la Batalla de Empel, cuando 4000 combatientes españoles poco podían hacer frente a la fuerza enemiga que les rodeaba.

Hambrientos, y en harapos, solo esperaban el asalto final de los protestantes.

Sin embargo uno de los soldados encontró la imagen de la Inmaculada, y les causó un profundo impacto.

Al día siguiente el río se heló por primera vez en siglos. Y esto les valió para poder ganar la batalla y sobrevivir.

Esa imagen de la Inmaculada encontrada en la trinchera, les dio el valor, la fuerza y las gracias.

Por eso la declararon patrona de la infantería española.

Y así le pasó a un joven que viajaba en el barco «Rey del océano» en 1845. 

En medio de la desesperación, creyendo que se hundirían, el joven irlandés John Mc Auliffe se abrió su camisa, sacó su escapulario y haciendo la señal de la cruz con él lo lanzó al mar.

Las olas inmediatamente se calmaron y sólo una más volvió, trayendo de nuevo el escapulario.

La confianza en Nuestra Señora no se vio defraudada.

Por algo Ella nos dio el escapulario marrón y la medalla milagrosa. 

Aquellos que los usen no serán defraudados, pero es necesario confiar sin límites.

La Madre siempre oye y siempre gana. 

Y así lo testifica el jesuita Padre John Harden, quien fue alentado por un padre vicentino a propagar la medalla milagrosa.

En 1948, el sacerdote se topó con un jovencito que estaba en coma porque tenía un daño cerebral permanente e inoperable.

El padre leyó la oración a la Inmaculada y le impuso la medalla.

Al terminar de rezar, el jovencito abrió los ojos y pidió helado a su madre.

Era la primera vez que hablaba en dos semanas.

Y luego las radiografías comprobaron que el daño cerebral había desaparecido, y fue dado de alta tras tres días.

La historia está llena de estas historias.

Y cada uno de nosotros seguramente puede mencionar sucesos en su vida de situaciones que parecían irreversiblemente malas y sin embargo, al volver la mirada a Dios, al Señor, a Nuestra Señora, cambió totalmente la situación y surgió la victoria.

No importa qué tan oscuros parezcan los tiempos, no importa cuán duro están pegando satanás y sus secuaces, Dios es enormemente, infinitamente, más poderoso. 

Cuando le pedimos que impida el acceso del diablo a nosotros, honrará nuestro pedido, nos separará del mal.

Cuando vamos a Dios y le pedimos de todo corazón que nos divorcie del mal, de todo mal, eso es exactamente lo que hace.

En una época en la que muchos se sienten impotentes contra los poderes fácticos, contra la corrupción, contra las agendas puestas en marcha y la aparición pública de los males tramados durante mucho tiempo, es el momento de rezar el padrenuestro poniendo énfasis en «Líbranos del Mal».

Cada vez que reces la oración del Señor o el rosario, recuerda parar en esta frase y repetirla con fervor y confianza, «Líbranos del Mal». 

¿Y de qué mal? De todos.

Que en el fondo es el pecado. 

Porque Nuestra Señora en Fátima nos subraya que el pecado no solo tiene consecuencias permanentes en la eternidad, sino también consecuencias reales en esta vida. 

Por eso la Virgen advirtió en Fátima que si la gente no se convierte, estallaría una guerra peor y vino la segunda guerra mundial.

Y hoy estamos padeciendo los males generalizados que tienen preocupados a los cristianos, aunque no sólo a ellos, porque el pecado se ha generalizado y la mayoría no quiere saber nada de conversión.

Y recordemos además que la Santísima Virgen está reuniendo su ejército de los pequeños. 

Viene a decirnos que nosotros, aún en nuestra insignificancia, hacemos la diferencia en esta Gran Batalla. 

El rebaño remanente de Cristo, aferrándose a sus devociones piadosas y a las verdades antiguas de la fe, intercediendo por el mundo, reconciliándolo con Dios, tendrá el triunfo.

No importa cuán fuera de control nos parezcan las cosas, el Espíritu Santo todavía tiene el control. 

Cuando recordamos ese hecho y dejamos que nos llene el corazón, es mucho más fácil reunir la confianza para luchar contra las tendencias malignas que nos rodean.

Dios puede calmar la tormenta y nosotros podemos ser sus instrumentos.

Bueno hasta aquí lo que queríamos decirte sobre cómo protegernos de los peligros que nos acechan.

Cuando nos quieren imponer cosas dañinas, cuando nos presionan para que opinemos lo mismo que los que detentan el poder opinan, para que aceptemos la apostasía en que ha entrado la Iglesia, para que entreguemos nuestros hijos a ideologías perversas.

Debemos rezar con fuerza y con fe «líbranos del mal», y repetirlo, y ponernos a disposición de Nuestra Madre para lo que Ella mande. 

Ahora es el momento de la esperanza.

Y me gustaría preguntarte qué cosas devastadoras en tu vida has podido superar fijando tu mirada en el cielo y pidiendo ayuda con fe y confianza.  

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Qué Obstruye la Respuesta de Dios a tus Oraciones [con consejos prácticos]

Lo que comprendimos en estos 20 siglos.

Haciendo un repaso de los videos sobre la oración que hay en youtube, vemos con consternación que aquellos videos que prometen respuestas maravillosas para las fórmulas de oración que publican, tienen millones de vistas.

Lo que indica que son millones los que no saben lo que habló Nuestro Señor de ella, la comprensión que nos han legado los padres de la Iglesia y la acumulación de conocimiento en 20 siglos de oración católica.

Aquí hablaremos sobre las cosas que obstruyen las buenas respuestas de Dios a tus oraciones, con consejos práctico y profundos para que puedas manejarte con soltura.     

Ahora, el principal problema por lejos que obstruye la respuesta a las oraciones es la fe real que hayas desarrollado sobre el poder de la oración como un acto constante, y no un esfuerzo aislado.

Debes haber desarrollado una fuerte idea de que la oración es de extrema necesidad.

Y cuando decimos que es de extrema necesidad queremos significar que no orar sostenidamente te causa un grave daño.

Te causa grave daño para tu vida en la tierra, porque sólo puedes apelar a tus propias fuerzas para sobrevivir, que como humano que eres, son escasas.

No te permite comprender el plan que Dios tiene para ti y los regalos a tu disposición.

Y pones en peligro tu salvación porque no te integras al plan que Dios ideó para que purgues los malos hábitos y pecados que adquiriste en la tierra.

Pero lamentablemente parece que muchos no lo piensan así y es recurrida sólo en momentos de zozobra.

Porque la oración es fácilmente pospuesta.

Que se hace si el estado de ánimo es el justo, o si tenemos una necesidad urgente que resolver.

Rara vez se programa y así se saltea fácilmente a favor de casi cualquier otra actividad.

Estoy ocupado, estoy cansado, me olvidé, surgió algo, no estoy de ánimo, tengo sueño.

La importancia de hacerla sostenidamente la expresa la Biblia cuando nos muestra cómo Jesús, siendo Dios, oraba permanentemente a su Padre.

Jesús dijo que debemos orar siempre sin desfallecer (Lc 18,1).

Y que no tienes porque no has pedido (Santiago 4: 3).

Y esto sucede porque no estamos persuadidos que la oración tiene el poder de modificar todo.

Primero, modifica al orante, porque Dios lo va sanando y dándole información infusa.

Segundo, modifica la relación con Dios, porque nos vamos habituando a un estilo de conversación especial, agarrando confianza.

Y tercero, modifica el mundo físico, porque cuando le pedimos algo a Dios y Él nos corresponde, de alguna manera modifica la situación alrededor nuestro para dárnoslo.

A esto último solemos llamar poder de la oración.

Que está fundamentado en el pasaje el evangelio que dice “pide y se te dará, busca y encontrarás, llama y se te abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abrirá” (Mateo 7:8).

Y además hay 3 principios que tenemos que tener claro sobre la oración.

Uno, que es infalible, o sea que nuestra oración siempre será escuchada. Incluso la de aquellos que están en pecado mortal.

No hay posibilidad que la oración no sea escuchada.

Obviamente esto no significa que obtengamos siempre una respuesta positiva a nuestros pedidos.

Dos, que esto se produce no por nuestro poder personal sino por la promesa de Cristo de que siempre va a responder a las oraciones.

Es la bondad y misericordia de Dios que nos permite la oración, de otro modo sería hablar como con una pared.

Y tres, la razón por la que se van a conceder las peticiones no es por el mérito nuestro sino por la infinita misericordia de Dios.

Por eso la oración implica la fe y la confianza en la misericordia de Dios.

Y la respuesta de Dios dependerá de lo razonable de nuestra petición.

Cuanto más necesario espiritualmente sea nuestro pedido y más esté relacionado con la misión que Dios nos ha dado, es más probable que la petición sea otorgada.

Muchas veces no obtenemos lo que pedimos porque podría resultar perjudicial para nosotros.

Cuando nosotros le pedimos algo a Dios Él tiene 3 respuestas posibles: sí aquí lo tienes, por ahora no sino más adelante, y esto no es para ti.

Y cuando nos niega algo, seguramente tiene otro regalo mucho más valioso para darnos.

El segundo problema que obstruye la respuesta a las oraciones es nuestra forma mecánica de orar y pedir.

Y esto vale tanto para recitar una oración pre hecha de antemano como si improvisas una oración. 

No tenemos en cuenta que la oración es un conversar con Dios, permitido por Él, por el pacto que hizo con nosotros a través de su sangre.

En la última cena Jesús dijo “esta copa es la nueva alianza sellada con Mi sangre que es derramada por ustedes” (Lucas 22: 20)

Esta Alianza está sustentada en la elección de Jesús para comunicarse con nosotros; en Juan 15: 16 dice “no me escogieron a Mí sino que Yo los escogí a ustedes”.

Es una conversación que demuestra confianza entre dos personas, es una súplica, una alabanza, una acción de gracias.

Podemos suplicar y pedir a Jesús y quizás eso sea lo más importante para nosotros.

Pero también Él quiere que le agradezcamos continuamente por la vida que nos dio y por lo que tenemos.

La fórmula de la oración no tiene eficacia por sí misma al igual que los sacramentales, porque si la invistiéramos de eficacia propia sería una superstición.

La oración es la comunicación que sale de un corazón humilde estableciendo un diálogo con su creador.

Es un viaje hacia Dios que puede describirse como un viaje desde el egoísmo al desinterés.

Y siempre que elijas alejarte de cualquier distracción estás de hecho realizando un acto de desinterés.

Y relacionado con este tema debes tener claro que no hay fórmula mágica.

Una forma de oración es buena para ti si te ayuda aquí y ahora a seguir volviendo tu corazón a Dios.

Pero lo que te ayude en la mañana podría no ayudarte en la noche.

Así que pasa de un método a otro con total libertad. Recuerda que estos métodos son sólo medios. Ora como puedas, no como no puedas, dice el adagio.

El tercer problema que obstruye el poder de la oración es si estás en estado de gracia o no.

La oración siempre es escuchada, pero cuando brota de un alma purificada Dios la escucha con más benevolencia.

Dicho de otro modo, cuando la persona que reza está en comunión con Jesús, Él estará más atento para responder a las súplicas porque ama a las almas que se entregan humildemente.

El estado de gracia es el producto que limpia el canal de comunicación con Dios.

La oración entonces es más efectiva cuando tenemos una comunión con Él.

Porque al descansarnos en Él, se va aplacando nuestra ansiedad, confusión, miedo, desorden.

Y esto actúa positivamente contra las debilidades humanas y las tentaciones.

Pero a veces tenemos nuestra comunión erosionada con Dios y está produciendo un cortocircuito.

La mayoría de las veces se relaciona con una vida espiritual hipócrita, que llevan a que la oración no tenga consistencia como para ser respondida inmediatamente por Dios.

La solución de esto es la confesión y la restitución del estado de gracia, o sea la enmienda.

Y el cuarto problema es la falta de práctica, porque la oración necesita entrenamiento. 

No hay logro de ninguna clase en la tierra que se pueda lograr simplemente por el deseo de tenerlo.

Se debe aprender y esto significa tomarse tiempo y energía para perfeccionarlo.

Tenemos que aprender a establecer la comunicación y a limpiar nuestro canal de comunicación.

La oración no es un mensaje dejado a Dios por WhatsApp o en una botella tirada al mar, esperando que Dios se percate que le estamos hablando, que le dejamos un mensaje y se disponga a oírlo.

Es un hablar con él donde no siempre sabemos todo por lo que debemos orar. Y no siempre sabemos cómo hacerlo.

Y Dios conoce nuestra debilidad y nos envía al Espíritu Santo en nuestro auxilio, al que debemos ser dóciles.

Es con el entrenamiento que una persona desarrolla su convicción de que el éxito depende en última instancia de la acción de Dios.

Por ejemplo si nos damos cuenta de que nos estamos enfadando porque no hay respuesta, es porque creemos que todo depende de nosotros y no depende de Dios.

Cuando hayamos aprendido esto y la paciencia que humildemente espera en Su acción, entonces Él comenzará a actuar dentro de nosotros como nunca antes.

Aprovecha estas dos palabras juntas y tendrás lo que es una perfecta definición de la oración: tratar suavemente de abrir el corazón y la mente a Dios.

Entonces en resumen, ora con la convicción de que hacerlo es cuestión de vida o muerte, con perseverancia y permanentemente.

Pide auxilio al Espíritu Santo, que es nuestro maestro interior y que viene siempre nuestra ayuda, para establecer ese diálogo con Dios.

Mantente en estado de gracia, para lo cual es importante la confesión y la enmienda posterior.

Y practica la oración sin descanso, aún en los períodos de sequedad y aunque al principio te cueste encontrar tu estilo.

Se generoso en el tiempo de oración, dedicándole atención y disposición sin mirar el reloj, tratando de aprender el arte de la oración.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos decir sobre los principales problemas que puedes encontrarte en la oración y cómo orar de forma más eficaz a Dios evitando creer que existen oraciones mágicas.

Y me gustaría preguntarte con qué problemas te encuentras respecto a la oración.

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Y ahora verás en pantalla algunos videos más que hemos realizado sobre este tema.

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Cómo orar Eficazmente según los Carmelitas

¿Hay un mejor momento para orar?

¿Y cómo debo rezar el Rosario para rezarlo bien?

¿Cuál es la forma de orar que nos da más frutos?

hermanas-carmelitas

La oración carmelita está volviendo a ponerse de moda en el nuevo catolicismo, en la medida que las prácticas de la meditación y la contemplación están reemergiendo.

La tradición de oración carmelita tiene sus raíces en el movimiento monástico oriental, y anteriormente es la ‘murmuración’ de la Torá de los judíos.

Pero esto parece que esta emergiendo unido a la tradición dominicana del rezo del Santo Rosario, que Nuestra Señora esta pidiendo repetidamente en sus apariciones.

Oración que hoy resulta la más popular y rezada entre los católicos en todo el mundo.

¿Y qué significa esto?

En principio parece como el agregado de un más intenso formato de contemplación al Rosario.

En esta corriente se ha comenzado a popularizar por ejemplo, en las parroquias, jornadas de rezo del Santo Rosario con períodos de contemplación y con el Santísimo Sacramento expuesto.
.
Incluso dando la chance para pedir por nuestras intenciones.

Pero todo esto tiene sus pies de barro, la constancia.

   

PRÁCTICAS DE ORACIÓN CARMELITAS

La espiritualidad carmelita es la oración de las personas que se sienten inspiradas en las escrituras y en la liturgia.

Y también inspiradas en la vida de la Santísima Virgen y de San Elías, que son modelos de vida contemplativa.

Los carmelitas practican varios tipos de oración qué podemos catalogar de la manera siguiente.

Oración bíblica

Las escrituras están enraizadas en la regla carmelita, que es una larga cadena de citas bíblicas.

Por eso el carmelita está formado por la palabra de Dios.

Y por eso también la Lectio Divina se utiliza mucho para leer y meditar los textos de la escritura, que conducen a la conversación con Dios.

   

La oración litúrgica

En este tipo de oración están los salmos.

Y especialmente la interiorización del Oficio Divino y la Liturgia de las Horas.

Es una práctica muy común en los carmelitas.

La Virgen María entrega el Escapulario Carmelita a San Simón Stock

 

La oración de María y de Elías

La espiritualidad Carmelita busca una relación personal con Dios y por eso se inspira en las vidas de María y de Elías.

El concepto es dejarse inspirar por ellos en una vida con la presencia de Dios mirando su rostro.

   

La oración contemplativa

La oración carmelita siempre es una oración contemplativa.

Y en ese sentido tiene similitudes con la meditación cristiana y la oración interior.

Es la oración expresada con el corazón y el alma de quienes están dedicados a Dios.

Y hay una larga cadena de influencias, Santa Teresa de Ávila y inspiró Santa Teresita de Lisieux.

Y Santa Edith Stein fue inspirada por Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz.

Y en todas ellas se nota la tradición mística carmelita.

   

La oración afectiva

La oración carmelita es una oración con el corazón,

Para Teresa de Ávila es “tener contacto con un amigo del que sabemos que nos ama y con el que, por lo tanto, buscamos el contacto para hablar con Él solo y en confianza».

Muchas veces a la oración carmelita se le llama oración teresiana por la influencia de esta santa.

   

La aspiración contemplativa

Los carmelitas practican la oración de aspiración, que proviene de la palabra aspirar, o sea respirar.

Esto significa inhalar el amor que se abre hacia Dios, como en una respiración que lleva el alma hacia Dios.

Las aspiraciones son oraciones cortas y rápidas como suspiros del alma.

Es como dice San Pablo, la oración de alguien que no sabe cómo orar y que el espíritu viene a rescatar con suspiros indescriptibles.

Esas aspiraciones viven en el corazón de los carmelitas.

   

EN EL PRINCIPIO: ORAR PARA PEDIR CON CONSTANCIA

Todos tenemos conciencia de que Dios contesta nuestras oraciones.
.
Las contesta por si, por no, o diciendo más adelante.

Pero aun así, sus respuestas son inesperadas, suceden de repente, condensando seguramente todos nuestros pedidos, oraciones y necesidades. Piense en las cosas que le han pasado.

Tarde o temprano nos damos cuenta que alguna cosa por la que habíamos estado en oración durante largo períodos o tal vez años, fue contestada, pero de una manera en que no nos imaginábamos que iba a suceder.

Y eso sucede porque Dios se mueve de repente.

¿Alguna vez has contemplado las muchas veces que en tu vida las cosas importantes (buenas y malas) han llegado de repente?

Es como si Dios fuera acumulando esfuerzos o nos estuviera preparando para lo que quiere darnos, a veces positivos y a veces negativos. Como si estuviera preparando el terreno.

Pero también nosotros debemos preparar el terreno para la contestación.

No sirve hacer un pedido una vez y luego esperar que conteste.
.
Dios quiere que seamos constantes en el pedido, que insistamos, porque de esa forma estaremos demostrando nuestro compromiso por obtener la cosa.

Pero por otro lado, la constancia en la repetición del pedido nos va haciendo reflexionar sobre lo que pedimos.

Y muchas veces nos damos cuenta en el proceso que quizás eso no sea lo mejor que nos pudiera pasar, que eso es una tentación, o que mejor sería si pidiéramos una variante de lo inicial.

Ese pedido constante que debemos hacer a Dios no puede ser de otra manera que mediante la oración.

Es la oración la que lleva el pedido, la que puede ablandar a Dios, y es además la que nos da paz.

¿Crees que tiene el mismo efecto inmediato para ti pedir a Dios por tus necesidades en oración que fuera de oración?

¿Te sientes igual luego del pedido en oración que luego del pedido en una simple frase?

¿No te trae más paz y confortamiento la oración?

Quizás el Padre quiera que seamos insistentes para que oremos más porque él sabe los frutos que la oración produce en nosotros.

Y para los católicos el Rosario es la oración por excelencia, por eso debemos afinar como lo rezamos de manera especial.

Y uno de los agregados más importantes es la contemplación.

santa teresa de avila

   

EL MÉTODO DE SANTA TERESA QUE USAN LAS CARMELITAS

Nuestro Señor enseñó a Santa Teresa de Jesús, o de Ávila, un método simple de oración.

A menudo se llama la oración mental.

“No sabía la satisfacción y la comodidad que iba a conseguir con la oración”, confiesa la Santa, “hasta que el Señor me enseñó este método. Le ruego probarlo”. 

El método es el siguiente: sabemos que Dios está en todas partes, pero que habita en el corazón humano de una manera especial.
.
Cierra los ojos, entonces míralo presente allí dentro de ti. Esta mirada es ya una oración.

Esta simple mirada da gloria a Dios. 

Todo el problema, nos enseña Santa Teresa, viene de no captar el hecho de que Él está dentro de nosotros:

“¿Cómo es, Señor, que no nos fijamos en tu rostro cuando está tan cerca de nosotros?”

Míralo a Él; hazle compañía; habla con él. 

No seas tonto, habla con Él como con un padre, un hermano, a veces de una manera a veces en otra”.

Esta manera de orar trae consigo mil bendiciones.

“En poco tiempo”, dice Teresa, “verás cómo ganas. 

Habrá una gradual obtención de dominio sobre uno mismo. 

El alma será más fuerte para la pelea”.

Vas a tener una buena base para que, si el Señor desea plantearte para lograr grandes cosas, Él te encontrará listo porque estarás cerca de Él”.

“Recuerda suavemente a tu mente cuando se distrae, recoge tu espíritu disperso.
.
Vuelve tu ojo interno una vez más hacia Él, persevera con un corazón invencible”.

Durante el día tranquilamente prepárate para los tiempos de oración: en medio de trabajo recuerda, aunque sólo sea por un momento, a tu compañero divino; ve sobre tus tareas de una manera tranquila”.

san juan de la cruz

   

EL MÉTODO CONTEMPLATIVO DE SAN JUAN DE LA CRUZ

El método de Santa Teresa de Ávila es similar a las enseñanzas de otro carmelita ilustre.

El método de la oración mental enseñado por San Juan de la Cruz. Consistía en tres pasos:

1) la representación de algunos misterios; 

2) los meditaba; 

3) y experimentaba el fruto del proceso en una quietud atenta y amorosa hacia Dios, una tranquila, pacífica, amorosa y calma fe, en una simple atención a Dios. 

El método era contemplativo, ya que llevaba a pasar momentos de contemplación.
.
Pero estos momentos se hacen más y más largos, y pronto dominan la oración.

la_oracion

   

10 CONSEJOS DEL CARMELO

Aquí hay 10 consejos recopilados en los conventos carmelitas sobre cómo oran.

1 – Tener una línea de la liturgia del día y repetirla durante el día – una nueva línea todos los días.
.
El salmo responsorial y el tema del Evangelio son buenos para su uso.

2 – Dejar un pensamiento espiritual de un himno o un libro o de la Misa, como música de fondo en tu mente durante el día.

3 – Toma una tarjeta (o imagen) de Cristo y ponla donde la puedas ver y piensa sobre él.

4 – Haz una comunión espiritual cada hora. Utiliza un cronómetro por ejemplo.

5 – Fija tu mirada el interior hacia Él en medio de sus ocupaciones.

6 – Encuentra un “momento de gatillo”, como poner las llaves sobre la mesa, apagar el ordenador, o preparar la ropa para el día siguiente.
.
Que pueda servir como un recordatorio para hacer una oración corta.

7 En lugar de tomar un café, toma un descanso breve de oración.
.
En la media mañana o a media tarde, levántate y muévete en un espacio diferente y piensa en Dios.

8 – Piensa en Dios cada vez que mires el reloj por ejemplo.

9 – Canta himnos en tu corazón durante el día.

10 – Haz aspiraciones espirituales durante el día.

hombre ora en capilla

   

¿Y CÓMO SE UNE ESTE MÉTODO CON LA RESTAURACIÓN ESPIRITUAL DE OCCIDENTE?

Todo esto parece unirse en el pedido sistemático de Nuestra Señora que pide en sus apariciones que oremos el Rosario sin cesar.
.
Al que se debe agregar una dimensión carmelita y teresiana: la contemplación de la maravilla del plan de Dios a través de la Biblia y nuestra vida.
.
Y el rumiar constantemente durante el día oraciones mentales, alabanza y pensamientos hacia Dios.

En un artículo revelador, Daniel Bernard, plantea como interpretar las apariciones de la Virgen María y su insistencia para que recemos el Santo Rosario.

En un lenguaje simple reflexiona lo que cualquier persona más o menos informada se plantea alguna vez sobre la autenticidad e interpretación de las apariciones y mensajes, cualquiera sea la decisión que luego haya tomado.

Y con sentido común nos interpela con algo paradójico: ¿Y si las cosas fueran simplemente “lo que parecen”?…

A veces las cosas simplemente “son lo que parecen”, y solamente un entorpecimiento de la percepción, una suspicacia fuertemente enraizada en nuestra mentalidad, una permanente sospecha teñida de orgullo, nos impiden ver lo que está delante de los ojos volviendo a ser como “niños”.

Quizás nuestro cerebro hipercomplicado de occidentales nos impide ver lo que cualquier simple y humilde sierva es capaz de captar con toda sencillez.

Se nos viene repitiendo desde las apariciones de Rue du Bac (la Medalla Milagrosa) –y aún antes– el sencillo, sabio y simple mensaje de la oración del rosario, ese último salvavidas contemplativo que queda en el Occidente Católico.

Una vez perdido totalmente el ambiente físico que propiciaba la contemplación interior y prácticamente desaparecidos también todos los demás recursos y herramientas de contemplación que la tradición mantenía.

El conjunto de apariciones desde la Rue du Bac, y al margen de los excesos que caen por su propio peso, están dando al mundo un mensaje que resulta coherente para quien tenga oídos para oír e inteligencia para comprender.

Esto pasa por evitar el punto de vista ranciamente tradicionalista así como el progresismo tan actualmente al uso.

No cabe duda de que la decadencia espiritual del Occidente moderno tiene que tener su razón de ser dentro de la economía divina.

Y que además tiene que tener su compensación providencial dentro de la misericordia de Dios.

Pero ¿Cuál es entonces esa compensación?

¿Dónde está la gracia que tanta falta hace en nuestros tiempos a todas nuestras gentes?

¿No la tendremos delante y una vez más, no somos capaces de verla?

¿Se encuentra la gracia en algún pequeño grupo “esotérico” oculto entre nosotros?

¿En alguna complicada técnica o doctrina, o en algún secreto cenáculo de “iniciados”?…

¿Qué clase de misericordia sería esa que solo abarca a unos pocos elegidos dejando a todos los demás a la intemperie espiritual?

¿Dónde pueden refugiarse los millones de católicos desorientados en un mundo profanado que les resulta cada vez más agobiante?

¿Dónde está la asistencia divina en esos momentos para la legión de gentes sencillas totalmente desorientadas y a veces angustiadas?

¿Y si las cosas fueran simplemente “lo que parecen”, más allá de las complicaciones de nuestra hiperactiva mente?

¿Y si, con toda sencillez y paz, simplemente nos pusiéramos a rezar el rosario tal y como se nos viene pidiendo machaconamente en todas las apariciones de la Santísima Virgen?

¿Será esa la última oportunidad de Occidente para recuperar el constante recuerdo de Dios, la oración permanente, la orientación del alma hacia Dios?

¿Nos queda actualmente alguna otra oportunidad, alguna otra herramienta contemplativa eficaz, universal, al alcance de todos, probada, ortodoxa, revelada e inspirada?

¿Estaremos ciegos una vez más y estaremos desaprovechando esta última oportunidad que nos brinda el cielo?

Son tan solo preguntas y reflexiones que no dejan de sobrecogerme cuanto más las medito.

Solo el tiempo, y Dios al final de él, nos darán la respuesta.

Dios mismo quiera que, para entonces, hayamos sabido hacer la opción adecuada y hayamos alcanzado su paz.

Mientras tanto, tratemos de rezar el rosario permanentemente agregándole la contemplación carmelita para profundizar en nuestra espiritualidad.
.
Y rumiar todo el días oraciones y alabanzas a Dios.

¿Hay alguna opción mejor?

Fuentes:

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