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Que son los Estigmas de la Pasión de Jesucristo

Los Estigmas son una marca o señal en el cuerpo. En su sentido religioso se refiere al fenómeno de llevar las llagas de la crucifixión de Cristo físicamente.

Durante la Pasión, según narran los Evangelistas, Jesucristo sufrió indecibles tormentos: bofetadas, azotes, corona de espinas, crucifixión, lanzada … 

Estas llagas se manifiestan en las manos, pies, el costado y la cabeza de ciertos santos como signo de su participación en la pasión de Cristo.  

Los estigmas pueden ser:  

Visibles o invisibles; sangrientos o no; permanentes, periódicos (generalmente resurgiendo en días o temporadas asociadas con la pasión de Cristo) o transitorios. Los estigmas invisibles pueden causar tanto dolor como los visibles. Los estigmas pueden permanecer muchos años, como el caso del Padre Pío, quien los llevó por 50 años y fue el primer sacerdote que se conoce estigmatizado. (San Francisco tenía los estigmas pero no era sacerdote). Al morir sus estigmas desaparecieron milagrosamente.  Otros estigmatizados: Santa Rita de Cascia, Sta. Teresa Neuwman, Sta. Gema Galgani, Sta. Faustina (estigmas invisibles) y muchos otros (más de 60 de ellos han sido canonizados).

 

ALGUNOS CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO

Los estigmas pueden ser don de Dios (como en los santos) o falsificación o causados por el sujeto por problemas mentales. En algunos casos de carácter diabólico.

Es por eso que la iglesia ha establecido criterios para determinar la autenticidad de los estigmas. Las llagas están localizadas en los lugares de las cinco llagas de Cristo. Esto no ocurre por histeria ni hipnotismo; los estigmas no se infectan; aparecen espontáneamente en el cuerpo mientras la persona está en éxtasis; no ceden ante el tratamiento médico; sangran copiosamente y por largos períodos;  están acompañados de fuertes dolores tanto físicos como morales (La falta de dolor es una mala señal que pone en duda la autenticidad de los estigmas porque, de ser auténticos, son participación en los sufrimientos de Cristo).

Los estigmas auténticos no se pueden explicar por causantes naturales. Además, la persona practica la virtud heroicamente, particularmente un gran amor a la humildad y a la cruz. La Iglesia no canoniza a nadie tan solo por ser estigmatizado.  

 

HECHOS

Su existencia está tan bien fundamentada históricamente que, por regla general, ya ni siquiera la cuestionan los no creyentes, quienes ahora solamente buscan darles una explicación natural. Así, ya el médico librepensador, Dr. Dumas, profesor de psicología religiosa en la Universidad de la Sorbona, claramente admite los hechos (Revue des Deux Mondes, 1 de mayo, 1907), del mismo modo como lo hace el Dr. Pierre Janet (Bulletin de l’Institut Psychologique International, Paris, Julio, 1901).

Santa Catalina de Siena comenzó teniendo estigmas visibles pero, por humildad, oró para que le fueran cambiadas por unas invisibles. Su oración fue escuchada. Lo mismo aconteció en el caso de Santa Catalina de Ricci, una monja dominica florentina del siglo XVI, y con varios otros estigmatizados. Se puede considerar que la parte esencial de los estigmas visibles consiste en el sufrimiento. Lo substancial de esta gracia es sentir piedad por Cristo, participar en sus sufrimientos, en sus aflicciones, y- con ello- en la expiación de los pecados que sin cesar se cometen en el mundo. Si el padecimiento estuviera ausente, las heridas se convertirían en un símbolo vacío, en una representación teatral, que sólo conducirían al orgullo. Si los estigmas verdaderamente vienen de Dios, sería impropio de su sabiduría tomar parte en esa mascarada, y hacerlo a través del uso de milagros.

Pero tal prueba dista mucho de ser la única que los santos deben soportar. «La vida de los estigmatizados»- dice el Dr. Imbert- «es una larga cadena de dolores que nacen de la divina enfermedad de los estigmas y que sólo concluyen con la muerte»: (op.cit. infra, II, x). Parece históricamente cierto que sólo los místicos padecen los estigmas. Pero no es lo único: también tienen visiones que corresponden a su papel como co-sufrientes, pudiendo observar en ocasiones las escenas sangrientas de la Pasión.

Estas apariciones eran periódicas en algunos casos, como el de Santa Catalina de Ricci, cuyos éxtasis empezaron cuando tenía veinte años (1542), y la Bula de su canonización afirma que se repitieron por doce años con puntual regularidad. Los éxtasis duraban exactamente veintiocho horas, desde el mediodía del jueves hasta las cuatro de la tarde del viernes, con una interrupción para que la santa pudiera recibir la Santa Comunión. Catalina conversaba en voz alta, como quien escenifica un drama. El drama estaba dividido en 17 escenas. Al volver del éxtasis, la santa aparecía con sus extremidades cubiertas de heridas causadas por látigos, cuerdas, etc.

El Dr. Inbert ha intentado llevar cuenta del número de estigmatizados, con los siguientes resultados:

1. No se tiene conocimiento de ninguno antes del siglo XIII. El primero de quien se tiene noticia es San Francisco de Asís, cuyos estigmas eran de una clase que no se ha vuelto a ver posteriormente: en las heridas de manos y pies se hallaban raspaduras de carne en forma de clavos. Los de un lado tenían cabezas redondas; los del otro tenían puntas largas, que se doblaban para arañar la piel. La humildad del santo no pudo impedir que muchos de sus hermanos hayan sido testigos, con sus propios ojos, tanto en vida del santo como después de su muerte, de la existencia de heridas tan maravillosas. Ese hecho ha sido atestiguado por varios historiadores contemporáneos, y la fiesta de los Estigmas de San Francisco se celebra el día 17 de septiembre.

2. El Dr. Imbert contabiliza 321 estigmatizados en los que se dan todas las razones posibles para pensar que se trata de una acción divina. Cree él, además, que se podrían encontrar más investigando en las bibliotecas de Alemania, España e Italia. En sus listas se hayan 41 varones.

3. Hay 62 santos o beatos, de ambos sexos, de los cuales los de más renombre (que suman 26) son:

  • San Francisco de Asís (1186-1226);
  • Santa Lugarda (1182-1246), una monja cisterciense;
  • Santa Margarita de Cortona (1247-97);
  • Santa Gertrudis (1256-1302), una benedictina;
  • Santa Clara de Montfalco (1286-1308), una agustina;
  • Santa Angela de Foligno (fallecida en 1309), una terciaria franciscana;
  • Santa Catalina de Siena (1347-80), una terciaria dominica;
  • Santa Liduvina (1380-1433);
  • Santa Francisca Romana (1384-1440);
  • Santa Coleta (1380-1447), franciscana;
  • Santa Rita de Casia (1386-1456), agustina;
  • Beata Osana de Mantua (1499-1505), terciaria dominica;
  • Santa Catalina de Génova (1447-1501), terciaria franciscana;
  • Beata Bautista Varani (1458-1524), clarisa Pobre;
  • Beata Lucía de Narni (1476-1547), terciaria dominica;
  • Beata Catalina de Racconigi (1486-1547), dominica;
  • San Juan de Dios (1495-1550), fundador de la Orden de la Caridad;
  • Santa Catalina de Ricci (1522-89), dominica;
  • Santa María Magdalena de Pazzi (1566-1607), carmelita;
  • Beata María de la Encarnación (1566-1618), carmelita;
  • Beata (Santa, N.T.) Maríana de Jesús (1557-1620), terciaria franciscana;
  • Beato (San, N.T.) Carlos de Sezze (f. En 1670), franciscano;
  • Beata (Santa, N.T.) Margarita María Alacoque (1647-90), visitandina (que únicamente tenía la corona de espinas);
  • Santa Verónica Giuliani (Julianis, en español, N.T.) (1600-1727), capuchina;
  • Santa María Francisca de las Cinco Llagas (1715-91), terciaria franciscana;

4. Hubo 20 estigmatizados en el siglo XIX. Los más famosos fueron:

  • Anne Catherine Emmerich (1774-1824), agustina;
  • (Beata, N.T.) Isabel Canori Mora (1774-1825), terciaria trinitaria;
  • Anna María Taigi (1769-1837);
  • María Dominica Lazzari (1815-48);
  • María de Moerl (1812-68) y Luisa Lateau (1850-83), franciscanas.

De estas, María de Moerl pasó su vida en Kaltern, en el Tirol (1812-68). A la edad de veinte años comenzó a experimentar éxtasis y ellos fueron su condición habitual durante los siguientes treinta y cinco años de su vida. Ella únicamente se liberaba de esa situación ante las órdenes, en ocasiones simplemente mentales, del franciscano que fungía como su director espiritual, para volver a las labores hogareñas de su casa que albergaba a una gran familia. Su actitud ordinaria consistía en arrodillarse sobre su cama, con las manos cruzadas sobre el pecho, con una expresión tal en el rostro que impresionaba profundamente a los espectadores. A los veintidós años recibió los estigmas. Los jueves por la tarde y los viernes, los estigmas derramaban sangre muy clara, gota a gota, que permanecía seca los demás días. Miles de personas vieron a María de Moerl. Entre ellos figuraban Görres (quien describe su visita en su «Mystik», II, xx), Wiseman y Lord Shrewsbury, quien escribió una apología de la visionaria en sus cartas publicadas en «The Morning Herald» y «The Tablet».(cf. Boré, op. cit. infra).

Luisa Lateau pasó su vida en el poblado de Bois d’Haine, en Bélgica (1850-83). Las gracias que recibió fueron cuestionadas incluso por algunos católicos, que generalmente se basaban en información incompleta o errónea, según ha podido dejar en claro el Canónigo Thiery («Examen de lo relativo a Bois d’Haine, Lovaina, 1907»). A los diecisiete años se dedicó a atender a los enfermos afectados de cólera en su parroquia, quienes habían sido abandonados por la mayoría de la población. Durante un mes ella los cuidó, los enterró y, en ocasiones, hasta los hubo de cargar al cementerio.A los dieciocho años empezaron los éxtasis y aparecieron los estigmas, lo cual no impidió que siguiera manteniendo a su familia con su trabajo como costurera. Numerosos médicos fueron testigos de sus dolorosos éxtasis de los viernes y dejaron testimonio del hecho que durante doce años ella no tomó ningún alimento, excepción hecha de su comunión semanal. Le bastaban tres o cuatro vasos de líquido a la semana. En vez de dormir, pasaba las noches en oración y contemplación, hincada a los pies de su cama.

5. Sin duda, el estigmatizado más sobresaliente del siglo XX ha sido:

  • Beato Pio de Pietrelcina (1887-1968), capuchino italiano.

 

EXPLICACIONES

Habiendo presentado los hechos, nos falta ahora dar a conocer las diversas explicaciones que se han dado. Algunos médicos, tanto católicos como librepensadores, han sostenido que las heridas pueden haber sido causadas de modo enteramente natural por la sola acción de la imaginación aunada a emociones muy vivas. En una persona profundamente impresionada por los sufrimientos del Salvador y penetrada por un gran amor, esta preocupación actúaría físicamente reproduciendo en ella o en él las llagas de Cristo. Ello no disminuiría en modo alguno el mérito que esas personas tienen por aceptar la prueba, pero su causa no sería sobrenatural.

No intentaremos nosotros resolver la cuestión. La ciencia médica no parece estar aún tan avanzada para admitir una solución definitiva. El autor de este artículo adopta una posición intermedia, que le parece inatacable, y que consiste en demostrar que los argumentos a favor de la explicación natural son ilusorios. Estos son a veces hipótesis arbitrarias, equivalentes a simples afirmaciones, basadas en hechos exagerados o mal interpretados. Aún si el progreso de las ciencias médicas y psicofísicas hubiese de presentar objeciones serias, se debe recordar que ni la religión ni el misticismo dependen de la solución de esas cuestiones, y que en los procesos de canonización los estigmas no cuentan como milagros indisputables.

Nunca nadie ha afirmado que la imaginación puede producir heridas en un sujeto normal. Es verdad, sí, que dicha facultad puede actuar ligeramente en el cuerpo. Como dijo Benedicto XIV, ella puede acelerar o retardar las corrientes nerviosas, pero no hay constancia de su acción sobre los tejidos. (De canoniz., III, xxxiii, n. 31). El asunto se torna aún más difícil en individuos en condición anormal, como es el éxtasis o la hipnosis, y a pesar de numerosos intentos, el hipnotismo no ha producido resultados claros. A lo mucho, y en casos extremadamente raros, ha inducido cierta exudación o un sudor más o menos coloreado, lo cual no constituye más que una muy imperfecta imitación. Aún más, no se ha ofrecido explicación alguna para tres factores presentes en los estigmas de los santos:

  1. Los médicos no logran curar esas heridas con remedios.
  2. A diferencia de las heridas naturales de cierta duración, las de los estigmatizados no emiten olores fétidos. Hay una sola excepción conocida: Santa Rita de Casia había recibido en su frente una herida causada por una espina arrancada de la corona del Crucificado. Aunque su olor era insoportable, la herida nunca supuró ni causó ninguna alteración mórbida de los tejidos.
  3. A veces las heridas emitían aromas exquisitos, como en los casos de Juana de la Cruz, priora franciscana del convento de Toledo, y la Beata Lucía de Narni.

Para resumir, sólo hay un modo de probar científicamente que la imaginación, o sea la autosugestión, puede causar los estigmas: en vez de hipótesis deben producirse hechos análogos en el orden natural, o sea heridas no relacionadas con una idea religiosa. Nunca se ha hecho eso.

En lo tocante al flujo de sangre, se ha objetado que sí se han dado casos de sudor sanguíneo, pero el Dr. Lefebvre, profesor de medicina en Lovaina, ha respondido que tales casos, habiendo sido examinados por médicos, resultaron ser originados por enfermedades específicas y no por causas morales. Más aún, se ha probado a través del examen en el microscopio, que el líquido rojo que se exuda no es sangre. Su color se debe a una substancia particular y no procede de ninguna herida, sino que se debe, como el sudor, a una dilatación de los poros de la piel.

Se puede argumentar que minimizamos indebidamente el poder de la imaginación, ya que ésta, unida a una emoción, puede producir sudor y, así como la simple idea de tener un caramelo en la boca produce abundante salivación, también los nervios, influenciados por la imaginación, pueden producir la emisión de un líquido y éste puede ser sangre. La respuesta a eso es que en las instancias mencionadas existen glándulas (sudorífera y salival) que en su estado normal segregan un líquido especial y es fácil comprender que la imaginación puede causar dicha secreción; pero los nervios adyacentes a la piel no terminan en glándulas que emitan sangre, y sin tal órgano no pueden producir el efecto en cuestión. Lo que se ha dicho de las heridas de los estigmas se aplica por igual a los sufrimientos. No hay prueba alguna experimental de que la imaginación pueda producirlos, especialmente en su forma violenta.

Otra explicación de tales fenómenos es que los pacientes se causan las heridas a sí mismos, ya fraudulentamente, ya en estado de inconsciencia, durante ataques de sonambulismo. Sin embargo los médicos siempre han tomado las debidas precauciones para prevenir esas causas de error, procediendo muy estrictamente, sobre todo en los tiempos modernos. En ocasiones, el paciente ha sido observado día y noche; en otras, se le han cubierto las extremidades con vendas selladas. El Sr. Pierre Janet colocó el pie de un estigmatizado en un zapato de cobre que poseía una ventana a través de la cual se podía observar la herida sin permitir que nadie la tocara (op. cit. supra).

Fuentes: Enciclopedia Católica, Corazones.org, Mercaba y otras



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Milagros TESTIMONIOS Y MILAGROS

Características de los milagros de Jesús

Existen muchas características reveladoras de los milagros de Cristo que, si aceptamos las descripciones de estos como son presentados en el Nuevo Testamento, les dan un aura de credibilidad.

Primero, las maravillas que Jesús hizo fueron sometidas a la percepción del sentido. El agua que el Señor cambió en vino podía ser probada (Juan 2:9). Tomás pudo haber tocado las heridas en las manos y el costado del Señor resucitado (Juan 20:27). La oreja restaurada (amputada por Pedro) del siervo del sumo sacerdote podía ser vista (Lucas 22:51). Las señales del ministerio de Jesús tuvieron la forma de demostraciones objetivas, ¡no especulaciones subjetivas!

Segundo, los milagros de Cristo fueron ejecutados en la presencia de una gran variedad de testigos. Habían varones y mujeres, educados e ineducados, amigos y enemigos, etc. Las maravillas fueron realizadas en las sinagogas, en las calles públicas, durante los festivales importantes, etc. Cuando el Señor multiplicó los panes y los peces, es probable que algo de diez mil personas presenciaran el evento (vid. Juan 6:10). Repetidamente, se dijo que los milagros fueron hechos en la presencia de grandes multitudes (Mateo 4:23 et.seq.; Marcos 3:7 et.seq.; Juan 5:8 et.seq.).

Tercero, las señales de Cristo fueron independientes de cualquier causa secundaria. Con esto queremos decir que no hay manera posible de explicar estos fenómenos por medio de algún fundamento naturalista. Ningún tratamiento médico, ni sugestión mental es suficiente para explicar cómo a un hombre congénitamente ciego se le pudo haber restaurado la vista (Juan 9:1-7), o cómo un hombre, muerto por cuatro días, pudo haber salido de su tumba (Juan 11:39).

Cuarto, los milagros de Cristo produjeron resultados instantáneos, y sus efectos fueron completos. Cuando Jesús sanó a la suegra de Pedro, ella se levantó y “al instante” comenzó a servirles (Lucas 4:39). Una mujer, quien sufría de hemorragias continuas por doce años, fue sanada por Cristo y “en seguida la fuente de su sangre se secó” (Marcos 5:29). Aunque Lázaro estaba “enfermo” (griego, astheneo, “débil, frágil”) antes de su muerte (Juan 11:1-6), cuando el Señor le resucitó de la muerte, pudo salir de la tumba por su propia fuerza, aunque tenía “atadas las manos y los pies con vendas” (11:44). Él resucitó no solamente a vida, ¡sino a una vida vigorosa!

Quinto, no existe ni la más pequeña evidencia de que Cristo fallara alguna vez en Su intento de obrar un milagro. Sus enemigos nunca le acusaron de esto. El Nuevo Testamento clarifica que: Su índice de éxito siempre fue el cien por ciento. “y con la palabra echó fuera a los demonios y sanó a todos los enfermos” (Mateo 8:16, énfasis añadido; cf. 12:15). Algunos claman que Marcos 8:22 et.seq. es un ejemplo de que Cristo fue incapaz de efectuar una cura instantánea y completa de un hombre ciego. Sin embargo, ese no es el caso. Esto puede ser llamado un milagro de dos-fases. J.W. McGarvey ha comentado:

Jesús adoptó este método de sanar para dar variedad a las manifestaciones de su poder al mostrar que podía sanar en parte y por pasos progresivos, tal como por su método más usual de efectuar una cura perfecta en una palabra. Esta sanidad no fue menos milagrosa que las otras, sino más; ya que fue la efectuación de dos milagros, realizando instantáneamente cada uno de estos todo lo que les fue proyectado hacer (1875, p. 314).

Sexto, los milagros de Cristo siempre fueron caracterizados por una dignidad majestuosa; nunca olieron a extraño. Además, constantemente mostraron un motivo digno. Nunca fueron realizados para satisfacer las necesidades del Señor; en cambio, siempre fueron realizados por el interés fundamental de otros. Contraste esto, por ejemplo, a la leyenda católica antigua del “Santo” Eloy, de quien se dice que en una ocasión estaba herrando un caballo que no quería quedarse quieto. Para evitar el problema, él simplemente le sacó la pierna, herró la pata, y le restauró el miembro—sin que el caballo empeorara a causa del procedimiento. ¡Por eso Eloy llegó a ser el “santo patrón” de los herreros!

Séptimo, las señales de Jesús no fueron negadas por Sus contemporáneos, o por otros, por mucho tiempo después del primer siglo. Por ejemplo, los fariseos—quienes fueron evidentes enemigos de Cristo—reconocieron que Él expulsaba demonios; sin embargo, ellos racionalizaron y sugirieron que estas acciones eran hechas por el poder del príncipe de los demonios (Mateo 12:24). Aunque ese argumento fue destruido cuando el Señor señaló que si tal era el caso, ¡Satanás estaría realmente dividido contra sí mismo! Note el testimonio frustrado de los principales sacerdotes y fariseos en Juan 11:47: “¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales”. Además, como ha observado Thomas Horne, mientras que los hechos eran demasiado recientes como para ser disputados, los enemigos post-apostólicos del cristianismo—e.g., Celso, Porfirio, Hierocles, Julián, y otros—admitieron que Cristo hizo algunos milagros inexplicables. Aunque ellos simplemente los caracterizaron como mágicos y, naturalmente, negaron la comisión divina de el que los ejecutó. Sin embargo, “independientemente de la causa a la cual los atribuyeran, su admisión de la realidad de estos milagros es una confesión involuntaria de que existía algo preternatural en estos” (1841, p. 103).

Finalmente, podemos notar que en ningún momento encontramos a un discípulo de Jesucristo que desertare y luego hiciera una exposición de la “falsificación” involucrada en los milagros del Salvador. Judas, quien traicionó al Señor, tenía toda oportunidad para hacerlo. Él estaba en el círculo íntimo de discípulos, incluso como tesorero de la banda apostólica (Juan 12:6). Seguramente, por un espacio de tres años y medio, si Cristo estaba perpetrando un engaño, Judas lo sabría. Y él podría haber provisto tal información a las autoridades judías. Pero no lo hizo. De hecho, como es bien conocido, devolvió las piezas de plata y confesó “Yo he pecado entregando sangre inocente” (Mateo 27:4). ¿Es este el testimonio de una persona, al borde del suicidio, concerniente a alguno conocido como un charlatán? ¡Absolutamente no!

 

¿ES EL REGISTRO HISTÓRICO FIDEDIGNO?

Ya que no estuvimos presentes al principio del primer siglo para ver realmente los milagros de Jesús, es obvio que dependemos en los registros históricos para nuestra fe en su validez. ¿Podemos confiar en el testimonio de aquellos que afirmaron que habían visto los milagros de Cristo?

Vamos a considerar la credibilidad de los cuatro escritores de los relatos del evangelio. Dos de estos, Mateo y Juan, eran apóstoles de Cristo que estuvieron con Él casi cada día por tres años y medio. Ellos fueron testigos oculares de los hechos del Señor. Marcos, quien escribió como un protegido de Pedro (vid. el comentario de Ireneo [ca. 140-203 d.C.], Against Heresies—Contra Herejías III,i,1), probablemente registró el testimonio de ese eminente apóstol, y posiblemente también escribió de algún conocimiento de primera mano. Finalmente, Lucas (conocido como un historiador excelente) afirmó que había “investigado con diligencia todas las cosas desde su origen” (Lucas 1:3). Aparte de las suposiciones de la parcialidad escéptica, no existe razón para cuestionar estas constancias. Estos hombres declararon firme y armoniosamente que Jesús de Nazaret ejecutó numerosos milagros, y así autenticó Su afirmación de ser el Hijo de Dios (vid. Juan 20:30,31). Si sus narraciones deben ser rechazadas, ¿sobre qué fundamento debe ser hecho? Existen solo pocas posibilidades.

¿Fueron éstos, hombres sinceros e inteligentes que simplemente ignoraban los hechos reales? ¿Fueron “ingenuos engañados”, incapaces de juzgar los eventos que observaron? ¿O fueron charlatanes deshonestos deseosos de perpetrar una decepción? En realidad, ninguna de estas teorías armonizan con la evidencia—y la evidencia es lo único importante. ¿Cuáles son los hechos?

(1) Uno no puede sostener que ellos estaban mal informados de las circunstancias del primer siglo. Ellos estuvieron allí. Entonces, ellos estaban en una mejor posición que los críticos infieles modernos (los cuales están separados de la escena por milenios) como para evaluar la situación.

(2) No existe justificación para sugerir que ellos eran histéricos y no fiables como historiadores. Al registrar estos eventos extraordinarios—los cuales fueron vistos personalmente por ellos—escribieron con una tranquilidad y un comportamiento imparcial que desafía completamente cualquier explicación.

(3) Sus documentos son precisos en detalles históricos innumerables. Ya que estos son en muchas maneras variados, ¿por qué se debería suponer que son incorrectos en sus narraciones acerca de las señales de Jesús?

(4) El hecho de que los escritores del evangelio sean tan armoniosos en sus testimonios acerca de los milagros del Señor sostiene la fidelidad de sus relatos. [NOTA: Aunque las narraciones del evangelio a veces se complementan el uno al otro, nunca se contradicen. El hecho es que las diferencias reflejadas por los varios autores muestran una falta de colusión].

(5) Sus escritos indican una honradez escrupulosa que hace a las producciones extremadamente creíbles. Por ejemplo, Mateo, con candor incriminatorio, declaró que cuando el Señor fue arrestado “todos los discípulos [incluyendo Mateo—WJ] dejándole, huyeron” (Mateo 26:56).

(6) La integridad de los escritores del evangelio es mostrada por el hecho de que estuvieron listos a sufrir las consecuencias de su testimonio. No tenían nada que ganar (y mucho que perder, desde un punto de vista físico/material) al insistir que Jesús hizo milagros genuinos. Ellos sufrieron el odio de sus contemporáneos. Fueron sujetos a tortura e incluso a muerte, no simplemente por una creencia llevada emocionalmente, sino por su testimonio acerca de los milagros que presenciaron personalmente. Aunque nunca se retractaron. Este nivel de dedicación expresa la prueba más alta de autenticidad.

Cuando todos los hechos son vistos, y cuando estos son analizados con una objetividad honesta, la conclusión es clara. Jesús realmente hizo milagros, y por ende fue Quien clamó ser—el Mesías, el Hijo de Dios.
Fuente: Wayne Jackson, M.A.

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Milagros TESTIMONIOS Y MILAGROS

Cuales fueron los Milagros de Jesús

Los milagros de Jesús pueden dividirse en cinco grupos: 1 -Sobre la naturaleza, 2-De curación física, 3-De liberación demoníaca, 4-Victorias sobre voluntades hostiles y 5- Resurrecciones

Milagros sobre la naturaleza

  • Cambia el agua en vino en Caná (Jn 2).
  • Primera pesca milagrosa (Lc 5).
  • Calma la Tempestad (Mt 8; Mc 4; Lc 8).
  • Primera multiplicación de panes (Mt 14; Mc 6; Lc 9; Jn 6).
  • Camina sobre las aguas (Mt 14; Mc 6; Jn 6).
  • Segunda multiplicación de panes (Mt 15; Mc 8).
  • La moneda aparece en el pez (Mt 17:27).
  • Maldición de la higuera (Mt 21; Mc 1l).
  • Segunda pesca milagrosa (Jn 21).

Milagros de curación física

Jesús hizo muchísimas curaciones milagrosas en su vida pública. Hay referencias en los Evangelios a muchas curaciones que no son relatadas en detalle (Mt 4; Lc 4, 6; Mc 6), pero si se relatan 20 curaciones:

  • El hijo de un funcionario real (Jn 4).
  • La suegra de Pedro (Mt 8; Mc 1; Lc 4).
  • El leproso (Mt 8; Mc 1; Lc 5).
  • El paralítico (Mt 9; Mc 2; Lc 5).
  • El paralítico de Betesda (Jn 5).
  • Hombre de la mano paralizada (Mt 12; Mc 3; Lc 6).
  • El sirviente del Centurión (Mt 8; Lc 7).
  • El ciego (Mt 12; Lc 11).
  • La Hemorroísa (Mt 9; Mc 5; Lc 8).
  • Dos ciegos (Mt 9).
  • Endemoniado mudo (Mt 9).
  • El sordomudo (Mc 7).
  • Ciego de Betesda (Mc 8).
  • Niño lunático (Mt 17; Mc 9; Lc 9).
  • Ciego de nacimiento (Jn 9).
  • Mujer encorvada por espíritu inmundo (Lc 13:10-13).
  • Hombre hidrópico (Lc 14:1-4).
  • Diez leprosos (Lc 17).
  • Ciego de Jericó (Mt 20; Mc 10; Lc 18).
  • El siervo que perdió la oreja (Lc 22:51).

Milagros de liberación de endemoniados (exorcismos con manifestaciones físicas).

Las formulas generales para exorcizar (Mc 1) y el pasaje de Mt 8: 16 -«le trajeron muchos endemoniados»- demuestran que endemoniados eran numerosos en la vida pública de Jesús. Algunos casos fueron contados con detalle.  Algunos de estos incluyen también curación física y por eso aparecen en la lista de arriba.

  • Endemoniado en Capernaum (Mc 1; Lc 4).
  • Sordomudo (Mt 12; Lc 1 l).
  • Geraseno (Mt 8; Mc 5; Lc 5).
  • Endemoniado mudo (Mt 9).
  • Hija de la mujer Syro-Fenicia (Mt 15; Mc 7).
  • Niña lunática (Mt 17; Mc 9; Lc 9).
  • Mujer encorvada por espíritu inmundo (Lc 13:10-13).

Victoria de Jesús sobre voluntades hostiles

En algunos casos en los que Jesucristo ejerció poder extraordinario sobre sus enemigos no está claro si fue por intervención de poder divino o por los efectos naturales de la ascendencia de su extraordinaria voluntad humana sobre la de aquellos hombres. En Jn7:30, 44; 8:20 los judíos no lo arrestan porque la hora no había llegado. En Jn 8:59, no lo arrestan porque se escondió. Hay dos casos en que parece que se trata del ejercicio de su poder: 1.Cuando saca los vendedores del Templo (Jn 2; Mt 21; Mc 11; Lc 19); 2. El episodio de su escape de la turba hostil en Nazaret (Lc 4).

Resurrecciones

Jesús respondió a los enviados de Juan Bautista: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva» (Mt 11; Lc 7). La forma general en que habla de resurrecciones hace pensar que Jesús resucitó a muchos mas de los tres que no aparecen en el Evangelio:

  • Hija de Jairo (Mt 9; Mc 5; Lc 5).
  • Hijo de la viuda de Naim (Lc 7).
  • Lázaro (Jn 11).

Fuente corazones.org

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Milagros TESTIMONIOS Y MILAGROS

Catequesis de Juan Pablo II sobre los Milagros de Jesús

Entre 1987 y 1988, SS Juan Pablo II realizó 6 alocuciones sobre los milagros que realizó Jesús durante su vida pública y su significado.

 

 

 

El milagro, manifestación del poder divino de Cristo (18.XI.87)

1. Si observamos atentamente los ‘milagros, prodigios y señales’ con que Dios acreditó la misión de Jesucristo, según las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de Pentecostés en Jerusalén, constatamos que Jesús, al obrar estos milagros) señales, actuó en nombre propio, convencido de su poder divino, y, al mismo tiempo, de la más íntima unión con el Padre. Nos encontramos, pues, todavía y siempre, ante el misterio del ‘Hijo del hombre) Hijo de Dios’, cuyo Yo transciende todos los límites de la condición humana, aunque a ella pertenezca por libre elección, y todas las posibilidades humanas de realización e incluso de simple conocimiento.

2. Una ojeada a algunos acontecimientos particulares; presentados por los Evangelistas, nos permite darnos cuenta de la presencia arcana en cuyo nombre Jesucristo obra sus milagros. Helo ahí cuando, respondiendo a las súplicas de un leproso, que le dice: ‘Si quieres, puedes limpiarme’, El, en su humanidad, ‘enternecido’, pronuncia una palabra de orden que, en un caso como aquél, corresponde a Dios, no a un simple hombre: ‘Quiero, sé limpio. Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio’ (Cfr. Mc 1, 40-42). Algo semejante encontramos en el caso del paralítico que fue bajado por un agujero realizado en el techo de la casa: ‘Yo te digo… levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’ (Cfr. Mc 2, 11-12).

Y también: en el caso de la hija de Jairo leemos que ‘El (Jesús)…tomándola de la mano, le dijo: ‘Talitha qumi’, que quiere decir: ‘Niña, a ti te lo digo, levántate’. Y al instante se levantó la niña y echó a andar’ (Mc 5, 41-42). En el caso del joven muerto de Naín: ‘Joven, a ti te hablo, levántate. Sentóse el muerto y comenzó a hablar’ (Lc 7, 14-15). ¡En cuántos de estos episodios vemos brotar de la palabras de Jesús la expresión de una voluntad y de un poder al que El se apela interiormente y que expresa, se podría decir, con la máxima naturalidad, como si perteneciese a su condición más íntima, el poder de dar a los hombres la salud, la curación e incluso la resurrección y la vida!

3. Un atención particular merece la resurrección de Lázaro, descrita detalladamente por el cuarto Evangelista. Leemos: ‘Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me escuchas, pero por la muchedumbre que me rodea lo digo, para que crean que Tú me has enviado. Diciendo esto, gritó con fuerte voz Lázaro, sal fuera. Y salió el muerto’ (Jn 11, 41-44). En la descripción cuidadosa de este episodio se pone de relieve que Jesús resucitó a su amigo Lázaro con el propio poder y en unión estrechísima con el Padre. Aquí hallan su confirmación las palabras de Jesús: ‘Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también’ (Jn 5,17), y tiene una demostración, que se puede decir preventiva, lo que Jesús dirá en el Cenáculo, durante la conversación con los Apóstoles en la última Cena, sobre sus relaciones con el Padre y, más aún, sobre su identidad sustancial con El.

4. Los Evangelios muestran con diversos milagros) señales cómo el poder divino que actúa en Jesucristo se extiende más allá del mundo humano y se manifiesta como poder de dominio también sobre las fuerzas de la naturaleza. Es significativo el caso de la tempestad calmada: ‘Se levantó un fuerte vendaval’. Los Apóstoles pescadores asustados despiertan a Jesús que estaba durmiendo en la barca. El ‘despertado, mandó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece. Y se aquietó el viento y se hizo completa calma… Y sobrecogidos de gran temor, se decían unos a otros: ¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?’ (Cfr. Mc 4, 37-41).

En este orden de acontecimientos entran también las pescas milagrosas realizadas, por la palabra de Jesús (in verbo tuo), después de intentos precedentes malogrados (Cfr. Lc 5, 4)6; Jn 21, 3)6). Lo mismo se puede decir, por lo que respecta a la estructura del acontecimiento, del ‘primer signo’ realizado en Caná de Galilea, donde Jesús ordena a los criados llenar las tinajas de agua y llevar después ‘el agua convertida en vino’ al maestresala (Cfr. Jn 2, 7-9). Como en las pescas milagrosas, también en Caná de Galilea, actúan los hombres: los pescadores) apóstoles en un caso, los criados de las bodas en otro, pero está claro que el efecto extraordinario de a acción no proviene de ellos, sino de Aquel que les ha dado la orden de actuar y que obra con su misterioso poder divino. Esto queda confirmado por la reacción de los Apóstoles, y particularmente de Pedro, que después de la pesca milagrosa ‘se postró a los pies de Jesús, diciendo: Señor, apártate de mí, que soy un pecador’ (Lc 5,8). Es uno de tantos casos de emoción que toma la forma de temor reverencial o incluso miedo, ya sea en los Apóstoles, como Simón Pedro, ya sea en la gente, cuando se sienten acariciados por el ala del misterio divino

5. Un día, después de a ascensión, se sentirán invadidos por un ‘temor’ semejante los que vean los ‘prodigios y señales’ realizados ‘por los Apóstoles’ (Cfr. Hech 2, 43). Según el libro de los Hechos, la gente sacaba ‘a las calles los enfermos, poniéndolos en lechos y camillas, para que, llegando Pedro, siquiera su sombra los cubriese’ (Hech 5, 15). Sin embargo, estos ‘prodigios y señales’, que acompañaban los comienzos de la Iglesia apostólica, eran realizados por los Apóstoles no en nombre propio, sino en el nombre de Jesucristo, y eran, por tanto, una confirmación ulterior de su poder divino. Uno queda impresionado cuando lee la respuesta y el mandato de Pedro al tullido que le pedía una limosna junto a la puerta del templo de Jerusalén: ‘No tengo oro ni plata; lo que tengo, eso te doy: en nombre de Jesucristo Nazareno, anda. Y tomándole de la diestra, le levantó, y al punto sus pies y sus talones se consolidaron’ (Hech 3, 6-7). O lo que es lo mismo, Pedro dice a un paralítico de nombre Eneas: ‘Jesucristo te sana; levántate y toma tu camilla. Y al punto se irguió’ (Hech 9, 34).

También el otro Príncipe de los Apóstoles, Pablo, cuando recuerda en la Carta a los Romanos lo que él ha realizado ‘como ministro de Cristo entre los paganos’, se apresura a añadir que en aquel ministerio consiste su único mérito: ‘No me atreveré a hablar de cosa que Cristo no haya obrado por mí para la obediencia (de la fe) de los gentiles, de obra o de palabra, mediante el poder de milagros y prodigios y el poder del Espíritu Santo’ (15, 17-19).

6. En la Iglesia de los primeros tiempos, y especialmente esta evangelización del mundo llevada a cabo por los Apóstoles, abundaron estos ‘milagros, prodigios y señales’, como el mismo Jesús les había prometido (Cfr. Hech 2, 22). Pero se puede decir que éstos se han repetido siempre en la historia de la salvación, especialmente en los momentos decisivos para la realización del designio de Dios. Así fue ya en el Antiguo Testamento con relación al ‘Éxodo’ de Israel de la esclavitud de Egipto y a la marcha hacia la tierra prometida, bajo la guía de Moisés. Cuando, con la encarnación del Hijo de Dios, llegó la plenitud de los tiempos’ (Cfr. Gal 4, 4), estas señales milagrosas del obrar divino adquieren un valor nuevo y una eficacia nueva por a autoridad divina de Cristo y por la referencia a su Nombre (y, por consiguiente, a su verdad, a su promesa, a su mandato, a su gloria) por el que los Apóstoles y tantos santos los realizan en la Iglesia. También hoy se obran milagros y en cada uno de ellos se dibuja el rostro del ‘Hijo del hombre) Hijo de Dios’ y se afirma en ellos un don de gracia y de salvación.

 

Significado salvífico de los milagros (25.XI.87)

1. Un texto de San Agustín nos ofrece la clave interpretativa de los milagros de Cristo como señales de su poder salvífico. ‘El haberse hecho hombre por nosotros ha contribuido más a nuestra salvación que los milagros que ha realizado en medio de nosotros; el haber curado las enfermedades del alma es más importante que el haber curado las enfermedades del cuerpo destinado a morir’ (San Agustín, In Io. Ev. Tr., 17, 1). En orden a esta salvación del alma y a la redención del mundo entero Jesús cumplió también milagros de orden corporal. Por tanto, el tema de la presente catequesis es el siguiente: mediante los ‘milagros, prodigios y señales’ que ha realizado, Jesucristo ha manifestado su poder de salvar al hombre del mal que amenaza al alma inmortal y su vocación a la unión con Dios.

2. Es lo que se revela en modo particular en la curación del paralítico de Cafarnaum. Las personas que lo llevaban, no logrando entrar por la puerta en la casa donde Jesús estaba enseñando, bajaron al enfermo a través de un agujero abierto en el techo, de manera que el pobrecillo vino a encontrase a los pies del Maestro. ‘Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: !Hijo, tus pecados te son perdonados!’. Estas palabras suscitan en algunos de los presentes la sospecha de blasfemia: ‘Blasfemia. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?’. Casi en respuesta a los que habían pensado así, Jesús se dirige a los presentes con estas palabras: ‘¿Qué es más fácil, decir al paralítico: tus pecados te son perdonados, o decirle: levántate, toma tu camilla y vete? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados )se dirige al paralítico) , yo te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El se levantó y, tomando luego la camilla, salió a la vista de todo’ (Cfr. Mc 2, 1)12; análogamente, Mt 9, 1-8; Lc 5, 18-26: ‘Se marchó a casa glorificando a Dios’ 5, 25).

Jesús mismo explica en este caso que el milagro de la curación del paralítico es signo del poder salvífico por el cual El perdona los pecados. Jesús realiza esta señal para manifestar que ha venido como salvador del mundo, que tiene como misión principal librar al hombre del mal espiritual, el mal que separa al hombre de Dios e impide la salvación en Dios, como es precisamente el pecado.

3. Con la misma clave se puede explicar esta categoría especial de los milagros de Cristo que es ‘arrojar los demonios’. ‘Sal, espíritu inmundo, de ese hombre’, conmina Jesús, según el Evangelio de Marcos, cuando encontró a un endemoniado en la región de los gerasenos (Mc 5, 8). En esta ocasión asistimos a un coloquio insólito. Cuando aquel ‘espíritu inmundo’ se siente amenazado por Cristo, grita contra El. ‘¿Qué hay entre ti y mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Por Dios te conjuro que no me atormentes’. A su vez, Jesús ‘le preguntó: !¿Cuál es tu nombre?!. El le dijo: Legión es mi nombre, porque somos muchos’ (Cfr. Mc 5, 7-9). Estamos, pues, a orillas de un mundo oscuro, donde entran en juego factores físicos y psíquicos que, sin duda, tienen su peso en causar condiciones patológicas en las que se inserta esta realidad demoníaca, representada y descrita de manera variada en el lenguaje humano, pero radicalmente hostil a Dios y, por consiguiente, al hombre y a Cristo que ha venido para librarlo de este poder maligno. Pero, muy a su pesar, también el ‘espíritu inmundo’, en el choque con la otra presencia, prorrumpe en esta admisión que proviene de una mente perversa, pero, al mismo tiempo, lúcida: ‘Hijo del Dios Altísimo’.

4. En el Evangelio de Marcos encontramos también la descripción del acontecimiento denominado habitualmente como la curación del epiléptico. En efecto, los síntomas referidos por el Evangelista son característicos también de esta enfermedad (‘espumarajos, rechinar de dientes, quedarse rígido’). Sin embargo, el padre del epiléptico presenta a Jesús a su Hijo como poseído por un espíritu maligno, el cual lo agita con convulsiones, lo hace caer por tierra y se revuelve echando espumarajos. Y es muy posible que en un estado de enfermedad como éste se infiltre y obre el maligno, pero, admitiendo que se trate de un caso de epilepsia, de la que Jesús cura al muchacho considerado endemoniado por su padre, es sin embargo, significativo que El realice esta curación ordenando al ‘espíritu mudo y sordo’: ‘Sal de él y no vuelvas a entrar más el’ (Cfr. Mc 9, 17-27). Es una reafirmación de su misión y de su poder de librar al hombre del mal del alma desde las raíces.

5. Jesús da a conocer claramente esta misión suya de librar al hombre del mal y, antes que nada del pecado, mal espiritual. Es una misión que comporta y explica su lucha con el espíritu maligno que es el primer autor del mal en la historia del hombre. Como leemos en los Evangelios, Jesús repetidamente declara que tal es el sentido de su obra y de la de sus Apóstoles. Así, en Lucas: ‘Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo. Yo os he dado poder para andar… sobre todo poder enemigo y nada os dañará’ (Lc 10, 18-19). Y según Marcos, Jesús, después de haber constituido a los Doce, les manda ‘a predicar, con poder de expulsar a los demonios’ (Mc 3, 14-15). Según Lucas, también los setenta y dos discípulos, después de su regreso de la primera misión, refieren a Jesús: ‘Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre’ (Lc 10, 17).

Así se manifiesta el poder del Hijo del hombre sobre el pecado y sobre el autor del pecado. El nombre de Jesús, que somete también a los demonios, significa Salvador. Sin embargo, esta potencia salvífica alcanzará su cumplimiento definitivo en el sacrificio de la cruz. La cruz sellará la victoria total sobre Satanás y sobre el pecado, porque éste es el designio del Padre, que su Hijo unigénito realiza haciéndose hombre: vencer en la debilidad, y alcanzar la gloria de la resurrección y de la vida a través de la humillación de la cruz. También en este hecho paradójico resplandece su poder divino, que puede justamente llamarse la ‘potencia de la cruz’.

6. Forma parte también de esta potencia y pertenece a la misión del Salvador del mundo manifestada en los ‘milagros, prodigios y señales’, la victoria sobre la muerte, dramática consecuencia del pecado. La victoria sobre el pecado y sobre la muerte marca el camino de la misión mesiánica de Jesús desde Nazaret hasta el Calvario. Entre las ‘señales’ que indican particularmente el camino hacia la victoria sobre la muerte, están sobre todo las resurrecciones: ‘los muertos resucitan’ (Mt 11, 5), responde, en efecto, Jesús a la pregunta acerca de su mesianidad que le hacen los mensajeros de Juan el Bautista (Cfr. Mt 11, 3). Y entre los varios ‘muertos’, resucitados por Jesús, merece especial atención Lázaro de Betania, porque su resurrección es como un ‘preludio’ de la cruz y de la resurrección de Cristo, en el que se cumple la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte.

7. El Evangelista Juan nos ha dejado una descripción pormenorizada del acontecimiento. Bástenos referir el momento conclusivo. Jesús pide que se quite la losa que cierra la tumba (‘Quitad la piedra’). Marta, la hermana de Lázaro, indica que su hermano está desde hace ya cuatro días en el sepulcro y el cuerpo ha comenzado ya, sin duda, a descomponerse. Sin embargo, Jesús, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, sal fuera!. ‘Salió el muerto’, atestigua el Evangelista (Cfr. Jn 11, 38-43). EL hecho suscita la fe en muchos de los presentes. Otros, por, el contrario, van a los representantes del Sanedrín para denunciar lo sucedido. Los sumos sacerdotes y los fariseos se quedan preocupados, piensan en una posible reacción del ocupante romano (‘vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación’: cfr. Jn 11, 45-48). Precisamente entonces se dirigen al Sanedrín las famosas palabras de Caifás: ‘Vosotros no sabéis nada; ¿no comprendéis que conviene que muera un hombre por todo el pueblo y no que perezca todo el pueblo?’. Y el Evangelista anota: ‘No dijo esto de sí mismo, sino que, como era pontífice aquel año, profetizó’. ¿De qué profecía se trata? He aquí que Juan nos da la lectura cristiana de aquellas palabras, que son de una dimensión inmensa: ‘Jesús había de morir por el pueblo y no sólo por el pueblo, sino para reunir en uno todos los hijos de Dios que estaban dispersos’ (Cfr. Jn 11, 49-52).

8. Como se ve, la descripción joánica de la resurrección Lázaro contiene también indicaciones esenciales referentes al significado salvífico de este milagro. Son indicaciones definitivas, precisamente porque entonces tomó el Sanedrín la decisión sobre la muerte de Jesús (Cfr. Jn 11, 53). Y será la muerte redentora ‘por el pueblo’ y ‘para reunir en uno todos los hijos de Dios que estaban dispersos’ para la salvación del mundo. Pero Jesús dijo ya que aquella muerte llegaría a ser también la victoria definitiva sobre la muerte. Con motivo de la resurrección de Lázaro, dijo a Marta: ‘Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre’ (Jn 11, 25-26)

9. Al final de nuestra catequesis volvemos una vez más al texto de San Agustín: ‘Si consideramos ahora los hechos realizados por el Señor y Salvador nuestro, Jesucristo, vemos que los ojos de los ciegos, abiertos milagrosamente, fueron cerrados por la muerte, y los miembros de los paralíticos, liberados del maligno, fueron nuevamente inmovilizados por la muerte: todo lo que temporalmente fue sanado en el cuerpo mortal, al final, fue deshecho; pero el alma que creyó, pasó a la vida eterna. Con este enfermo, el Señor ha querido dar un gran signo al alma que habría creído, para cuya remisión de los pecados había venido, y para sanar sus debilidades El se había humillado’ (San Agustín, In Io Ev. Tr., 17, 1).

Sí, todos los ‘milagros, prodigios y señales’ de Cristo están en función de la revelación de El como Mesías, de El como Hijo de Dios: de El, que, solo, tiene el poder de liberar al hombre del pecado y de la muerte, de El que verdaderamente es el Salvador del mundo.

 

Los milagros, signos de salvación (2.XII.87)

1. No hay duda sobre el hecho de que, en los Evangelios, los milagros de Cristo son presentados como signos del reino de Dios, que ha irrumpido en la historia del hombre y del mundo. ‘Mas si yo arrojo a los demonios con el Espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios’, dice Jesús (Mt 12, 28). Por muchas que sean las discusiones que se puedan entablar o, de hecho, se hayan entablado acerca de los milagros (a las que, por otra parte, han dado respuesta los apologistas cristianos), es cierto que no se pueden separar los ‘milagros, prodigios y señales’, atribuidos a Jesús e incluso a sus Apóstoles y discípulos que obraban ‘en su nombre’, del contexto auténtico del Evangelio. En la predicación de los Apóstoles, de la cual principalmente toman origen los Evangelios, los primeros cristianos oían narrar de labios de testigos oculares los hechos extraordinarios acontecidos en tiempos recientes y, por tanto, controlables bajo el aspecto que podemos llamar crítico-histórico, de manera que no se sorprendían de su inserción en los Evangelios. Cualesquiera que hayan sido en los tiempos sucesivos las contestaciones, de las fuentes genuinas de la vida y enseñanza de Jesús emerge una primera certeza: los Apóstoles, los Evangelistas y toda la Iglesia primitiva veían en cada uno de los milagros el supremo poder de Cristo sobre la naturaleza y sobre las leyes. Aquel que revea a Dios como Padre Creador y Señor de lo creado, cuando realiza estos milagros con su propio poder, se revea a Sí mismo como Hijo consubstancial con el Padre e igual a El en su señorío sobre la creación.

2. Sin embargo, algunos milagros presentan también otros aspectos complementarios al significado fundamental de prueba del poder divino del Hijo del hombre en orden a la economía de la salvación.

Así, hablando de la primera ‘señal’ realizada en Caná de Galilea, el Evangelista Juan hace notar que, a través de ella, Jesús ‘manifestó su gloria y creyeron en El sus discípulos’ (Jn 2, 11). El milagro, pues, es realizado con una finalidad de fe, pero tiene lugar durante la fiesta de unas bodas. Por ello, se puede decir que, al menos en la intención del Evangelista, la ‘señal’ sirve para poner de relieve toda la economía divina de a alianza y de la gracia que en los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento se expresa a menudo con la imagen del matrimonio. El milagro de Caná de Galilea, por tanto, podría estar en relación con la parábola del banquete de bodas, que un rey preparó para su hijo, y con el ‘reino de los cielos’ escatológico que ‘es semejante’ precisamente a un banquete (Cfr. Mt 22, 2). El primer milagro de Jesús podría leerse como una ‘señal’ de este reino, sobre todo, si se piensa que, no habiendo llegado aún ‘la hora de Jesús’, es decir, la hora de su pasión y de su glorificación (Jn 2, 4; cfr. 7, 30; 8, 20; 12, 23, 27; 13, 1; 17, 1), que ha de ser preparada con la predicación del ‘Evangelio del reino’ (Cfr. Mt 4, 23; 9, 35), el milagro, obtenido por la intercesión de María, puede considerarse como una ‘señal’ y un anuncio simbólico de lo que está para suceder.

3. Como una ‘señal’ de la economía salvífica se presta a ser leído, aún con mayor claridad, el milagro de la multiplicación de los panes, realizado en los parajes cercanos a Cafarnaum. Juan enlaza un poco más adelante con el discurso que tuvo Jesús el día siguiente, en el cual insiste sobre la necesidad de procurarse ‘el alimento que permanece hasta la vida eterna’, mediante la fe ‘en Aquel que El ha enviado’ (Jn 6 29), y habla de Sí mismo como del Pan verdadero que ‘da la vida al mundo’ (Jn 6, 33) y también que Aquel que da su carne ‘para vida del mundo’ (Jn 6, 51). Está claro que el preanuncio de la pasión y muerte salvífica, no sin referencias y preparación de la Eucaristía que había de instituirse el día antes de su pasión, como sacramento) pan de vida eterna (Cfr. Jn 6, 52-58).

4. A su vez, la tempestad calmada en el lago de Genesaret puede releerse como ‘señal’ de una presencia constante de Cristo en la ‘barca’ de la Iglesia, que, muchas veces, en el discurrir de la historia, está sometida a la furia de los vientos en los momentos de tempestad, Jesús, despertado por sus discípulos, orden a los vientos y al mar, y se hace una gran bonanza. Después les dice: ‘¿Por qué sois tan tímidos? ¿Aún no tenéis fe?’ (Mc 4, 40). En éste, como en otros episodios, se ve la voluntad de Jesús de inculcar en los Apóstoles y discípulos la fe en su propia presencia operante y protectora, incluso en los momentos más tempestuosos de la historia, en los que se podría infiltrar en el espíritu la duda sobre a asistencia divina. De hecho, en la homilética y en la espiritualidad cristiana, el milagro se ha interpretado a menudo como ‘señal’ de la presencia de Jesús y garantía de la confianza en El por parte de los cristianos y de la Iglesia.

5. Jesús, que va hacia los discípulos caminando sobre las aguas, ofrece otra ‘señal’ de su presencia, y asegura una vigilancia constante sobre sus discípulos y su Iglesia. ‘Soy yo, no temáis’, dice Jesús a los Apóstoles que lo habían tomado por un fantasma (Cfr. Mc 6, 49)50; cfr. Mt 14, 26)27; Jn 6, 16)21). Marcos hace notar el estupor de los Apóstoles ‘pues no se habían dado cuenta de lo de los panes: su corazón estaba embotado’ (Mc 6, 52). Mateo presenta la pregunta de Pedro que quería bajar de la barca para ir al encuentro de Jesús, y nos hace ver su miedo y su invocación de auxilio, cuando ve que se hunde: Jesús lo salva, pero lo amonesta dulcemente: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?’ (Mt 14, 31). Añade también que los que estaban en la barca ‘se postraron ante El, diciendo: Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios’ (Mt 14,33).

6. Las pescas milagrosas son para los Apóstoles y para la Iglesia las ‘señales’ de la fecundidad de su misión, si se mantienen profundamente unidas al poder salvífico de Cristo (Cfr. Lc 5, 4-10; Jn 21, 3)6). Efectivamente, Lucas inserta en la narración el hecho de Simón Pedro que se arroja a los pies de Jesús exclamando: ‘Señor, apártate de mí, que soy hombre pecador’ (Lc 5,8), y la respuesta de Jesús es: ‘No temas, en adelante vas a ser pescador de hombres’ (Lc 5, 10). Juan, a su vez, tras la narración de la pesca después de la resurrección, coloca el mandato de Cristo a Pedro: ‘Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas» (Cfr. Jn 21, 15-17). Es un acercamiento significativo.

7. Se puede, pues, decir que los milagros de Cristo, manifestación de la omnipotencia divina respecto de la creación, que se revela en su poder mesiánico sobre hombres y cosas, son, al mismo tiempo, las ‘señales’ mediante las cuales se revela la obra divina de la salvación, la economía salvífica que con Cristo se introduce v se realiza de manera definitiva en la historia del hombre y se inscribe así en este mundo visible, que es también obra divina. La gente (como los Apóstoles en el lago), viendo los milagros de Cristo, se pregunta: ‘¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?’ (Mc 4,41), mediante estas ‘señales’, queda preparada para acoger la salvación Que Dios ofrece al hombre en su Hijo.

Este es el fin esencial de todos los milagros y señales realizados por Cristo a los ojos de sus contemporáneos, y de todos los milagros que a lo largo de la historia serán realizados por sus Apóstoles y discípulos con referencia al poder salvífico de su nombre: ‘En nombre de Jesús Nazareno, anda’ (Hech 3,6).

 

Los milagros, signos del amor (9.XII.87 )

1. ‘Signos’ de la omnipotencia divina y del poder salvífico del Hijo del hombre, los milagros de Cristo, narrados en los Evangelios, son también la revelación del amor de Dios hacia el hombre, particularmente hacia el hombre que sufre, que tiene necesidad, que implora la curación, el perdón, la piedad. Son, pues, ‘signos’ del amor misericordioso proclamado en el Antiguo y Nuevo Testamento (Cfr. Encíclica Dives in misericordia). Especialmente, la lectura del Evangelio nos hace comprender y casi ‘sentir’ que los milagros de Jesús tienen su fuente en el corazón amoroso y misericordioso de Dios que vive y vibra en su mismo corazón humano. Jesús los realiza para superar toda clase de mal existente en el mundo: el mal físico, el mal moral, es decir, el pecado, y, finalmente, a aquél que es ‘padre del pecado’ en la historia del hombre: a Satanás.

Los milagros, por tanto, son ‘para el hombre’. Son obras de Jesús que, en armonía con la finalidad redentora de su misión, restablecen el bien allí donde se anida el mal, causa de desorden y desconcierto. Quienes los reciben, quienes los presencian se dan cuenta de este hecho, de tal modo que, según Marcos, ‘sobremanera se admiraban, diciendo: ‘Todo lo ha hecho bien; a los sordos hace oír y a los mudos hablar!’ (Mc 7, 37)

2. Un estudio atento de los textos evangélicos nos revela que ningún otro motivo, a no ser el amor hacia el hombre, el amor misericordioso, puede explicar los ‘milagros y señales’ del Hijo del hombre. En el Antiguo Testamento, Elías se sirve del ‘fuego del cielo’ para confirmar su poder de Profeta y castigar la incredulidad (Cfr. 2 Re 1, 10). Cuando los Apóstoles Santiago y Juan intentan inducir a Jesús a que castigue con ‘fuego del cielo’ a una aldea samaritana que les había negado hospitalidad, El les prohibió decididamente que hicieran semejante petición. Precisa el Evangelista que, ‘volviéndose Jesús, los reprendió’ (Lc 9, 55). (Muchos códices y la Vulgata añaden: ‘Vosotros no sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder las almas de los hombres, sino a salvarlas’). Ningún milagro ha sido realizado por Jesús para castigar a nadie, ni siquiera los que eran culpables.

3. Significativo a este respecto es el detalle relacionado con el arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní. Pedro se había prestado a defender al Maestro con la espada, e incluso ‘hirió a un siervo del pontífice, cortándole la oreja derecha. Este siervo se llamaba Malco’ (Jn 18, 10). Pero Jesús le prohibió empuñar la espada. Es más, ‘tocando la oreja, lo curó’ (Lc 22, 51).Es esto una confirmación de que Jesús no se sirve de la facultad de obrar milagros para su propia defensa. Y confía a los suyos que no pide al Padre que le mande ‘más de doce legiones de ángeles’ (Cfr. Mt 26, 53) para que lo salven de las insidias de sus enemigos. Todo lo que El hace, también en la realización de los milagros, lo hace en estrecha unión con el Padre. Lo hace con motivo del reino de Dios y de la salvación del hombre. Lo hace por amor.

4. Por esto, y al comienzo de su misión mesiánica, rechaza todas las ‘propuestas’ de milagros que el Tentador le presenta, comenzando por la del trueque de las piedras en pan (Cfr. Mt 4, 31). El poder de Mesías se le ha dado no para fines que busquen sólo el asombro o al servicio de la vanagloria. El que ha venido ‘para dar testimonio de la verdad’ (Jn 18, 37), es más, el que es ‘la verdad’ (Cfr. Jn 14, 6), obra siempre en conformidad absoluta con su misión salvífica. Todos sus ‘milagros y señales’ expresan esta conformidad en el cuadro del ‘misterio mesiánico’ del Dios que casi se ha escondido en la naturaleza de un Hijo del hombre, como muestran los Evangelios, especialmente el de Marcos. Si en los milagros hay casi siempre un relampagueo del poder divino, que los discípulos y la gente a veces logran aferrar, hasta el punto de reconocer y exaltar en Cristo al Hijo de Dios, de la misma manera se descubre en ellos la bondad, la sobriedad y la sencillez, que son las dotes más visibles del ‘Hijo del hombre’.

5. El mismo modo de realizar los milagros hace notar la gran sencillez, y se podría decir humildad, talante, delicadeza de trato de Jesús. Desde este punto de vista pensemos, por ejemplo, en las palabras que acompañan a la resurrección de la hija de Jairo: ‘La niña no ha muerto, duerme’ (Mc 5 39)como si quisiera ‘quitar importancia’ al significado de lo que iba a realizar. Y, a continuación, añade: ‘Les recomendó mucho que nadie supiera aquello’ (Mc 5, 43). Así hizo también en otros casos, por ejemplo, después de la curación de un sordomudo (Mc 7, 36), y tras la confesión de fe de Pedro (Mc 8, 29-30)

Para curar al sordomudo es significativo el hecho de que Jesús lo tomó ‘aparte, lejos de la turba’. Allí, ‘mirando al cielo, suspiró’. Este ‘suspiro’ parece ser un signo de compasión y, al mismo tiempo, una oración. La palabra ‘efeta’ (‘¡abrete!’) hace que se abran los oídos y se suelte ‘la lengua’ del sordomudo (Cfr. 7, 33)35).

6. Si Jesús realiza en sábado algunos de sus milagros, lo hace no para violar el carácter sagrado del día dedicado a Dios sino para demostrar que este día santo está marcado de modo particular por a acción salvífica de Dios. ‘Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también’ (Jn 5, 17). Y este obrar es para el bien del hombre; por consiguiente, no es contrario a la santidad del sábado, sino que más bien la pone de relieve: ‘El sábado fue hecho a causa del hombre, y no el hombre por el sábado. Y el dueño el sábado es el Hijo del hombre’ (Mc 2, 27-28).

7. Si se acepta la narración evangélica de los milagros de Jesús (y no hay motivos para no aceptarla, salvo el prejuicio contra lo sobrenatural) no se puede poner en duda una lógica única, que une todos estos ‘signos’ y los hace emanar de su amor hacia nosotros de ese amor misericordioso que con el bien vence al mal, cómo demuestra la misma presencia y acción de Jesucristo en el mundo. En cuanto que están insertos en esta economía, los ‘milagros y señales’ son objeto de nuestra fe en el plan de salvación de Dios y en el misterio de la redención realizada por Cristo.

Como hecho, pertenecen a la historia evangélica, cuyos relatos son creíbles en la misma y aún en mayor medida que los contenidos en otras obras históricas. Está claro que el verdadero obstáculo para aceptarlos como datos ya de historia ya de fe, radica en el prejuicio antisobrenatural al que nos hemos referido antes. Es el prejuicio de quien quisiera limitar el poder de Dios o restringirlo al orden natural de las cosas, casi como una autoobligación de Dios a ceñirse a sus propias leyes. Pero esta concepción choca contra la más elemental idea filosófica y teológica de Dios, Ser infinito, subsistente y omnipotente, que no tiene límites, si no en el no-ser y, por tanto, en el absurdo.

Como conclusión de esta catequesis resulta espontáneo notar que esta infinitud en el ser y en el poder es también infinitud en el amor, como demuestran los milagros encuadrados en la economía de la Encarnación y en la Redención. ‘signos’ del amor misericordioso por el que Dios ha enviado al mundo a su Hijo para que todo el que crea en El no perezca, generoso con nosotros hasta la muerte. ‘Sic dilexit!’ (Jn 3, 16)

Que a un amor tan grande no falte la respuesta generosa de nuestra gratitud, traducida en testimonio coherente de los hechos.

 

El milagro, llamada a la fe (16.XII.87)

1. Los ‘milagros y los signos’ que Jesús realizaba para confirmar su misión mesiánica y la venida del reino de Dios, están ordenados y estrechamente ligados a la llamada a la fe. Esta llamada con relación al milagro tiene dos formas: la fe precede al milagro, más aún, es condición para que se realice; la fe constituye un efecto del milagro, bien porque el milagro mismo la provoca en el alma de quienes lo han recibido, bien porque han sido testigos de él.

Es sabido que la fe es una respuesta del hombre a la palabra de la revelación divina. El milagro acontece en unión orgánica con esta Palabra de Dios que se revela. Es una ‘señal’ de su presencia y de su obra, un signo, se puede decir, particularmente intenso. Todo esto explica de modo suficiente el vínculo particular que existe entre los ‘milagros-signos’ de Cristo y la fe: vínculo tan claramente delineado en los Evangelios.

2. Efectivamente, encontramos en los Evangelios una larga serie de textos en los que la llamada a la fe aparece como un coeficiente indispensable y sistemático de los milagros de Cristo.

Al comienzo de esta serie es necesario nombrar las páginas concernientes a la Madre de Cristo con su comportamiento en Caná de Galilea, y aún antes )y sobre todo) en el momento de a anunciación. Se podría decir que precisamente aquí se encuentra el punto culminante de su adhesión a la fe, que hallará su confirmación en las palabras de Isabel durante la Visitación: ‘Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se te he dicho de parte del Señor’ (Lc 1, 45). Sí, María ha creído como ninguna otra persona, porque estaba convencida de que ‘para Dios nada hay imposible’ (Cfr. Lc 1, 37).

Y en Caná de Galilea su fe anticipó, en cierto sentido, la hora de la revelación de Cristo. Por su intercesión, se cumplió aquel primer milagro-signo, gracias al cual los discípulos de Jesús ‘creyeron en él’ (Jn 2, 11). Si el Concilio Vaticano II enseña que María precede constantemente al Pueblo de Dios por los caminos de la fe (Cfr. Lumen Gentium, 58 y 63; Redemptoris Mater, 5-6), podemos decir que el fundamento primero de dicha afirmación se encuentra en el Evangelio que refiere los ‘milagros-signos’ en María y por María en orden a la llamada a la fe.

3. Esta llamada se repite muchas veces. Al jefe de la sinagoga, Jairo, que había venido a suplicar que su hija volviese a la vida, Jesús le dice: ‘No temas, ten sólo fe’. (Dice ‘no temas’, porque algunos desaconsejaban a Jairo ir a Jesús) (Mc 5, 36).

Cuando el padre del epiléptico pide la curación de su hijo, diciendo: ‘Pero si algo puedes, ayúdanos…’, Jesús le responde: ‘Si puedes! Todo es posible al que cree’. Tiene lugar entonces el hermoso acto de fe en Cristo de aquel hombre probado: ‘¡Creo! Ayuda a mi incredulidad’ (Cfr. Mc 9, 22-24).

Recordemos, finalmente, el coloquio bien conocido de Jesús con Marta antes de la resurrección de Lázaro: ‘Yo soy la resurrección y la vida… ¿Crees esto? Si, Señor, creo…’ (Cfr. Jn 11, 25-27).

4. El mismo vínculo entre el ‘milagro-signo’ y la fe se confirma por oposición con otros hechos de signo negativo. Recordemos algunos de ellos. En el Evangelio de Marcos leemos que Jesús de Nazaret ‘no pudo hacer…ningún milagro, fuera de que a algunos pocos dolientes les impuso las manos y los curó. El se admiraba de su incredulidad’ (Mc 6, 5)6).

Conocemos las delicadas palabras con que Jesús reprendió una vez a Pedro: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?’. Esto sucedió cuando Pedro, que al principio caminaba valientemente sobre las olas hacia Jesús, al ser zarandeado por la violencia del viento, se asustó y comenzó a hundirse (Cfr. Mt 14, 29-31).

5. Jesús subraya más de una vez que los milagros que El realiza están vinculados a la fe. ‘Tu fe te ha curado’, dice a la mujer que padecía hemorragias desde hacia doce años y que, acercándose por detrás le había tocado el borde de su manto, quedando sana (Cfr. Mt 9, 20-22; y también Lc 8, 48; Mc 5, 34).

Palabras semejantes pronuncia Jesús mientras cura al ciego Bartimeo, que, a la salida de Jericó, pedía con insistencia su ayuda gritando: ‘¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mi!’ (Cfr. Mc 10, 46-52). Según Marcos: ‘Anda, tu fe te ha salvado’ le responde Jesús. Y Lucas precisa la respuesta: ‘Ve, tu fe te ha hecho salvo’ (Lc 18,42).

Una declaración idéntica hace al Samaritano curado de la lepra (Lc 17, 19). Mientras a los otros dos ciegos que invocan a volver a ver, Jesús les pregunta: ‘¿Creéis que puedo yo hacer esto?’. ‘Sí, Señor’… ‘Hágase en vosotros, según vuestra fe’ (Mt 9, 28-29).

6. Impresiona de manera particular el episodio de la mujer cananea que no cesaba de pedir a ayuda de Jesús para su hija ‘atormentada cruelmente por un demonio’. Cuando la cananea se postró delante de Jesús para implorar su ayuda, El le respondió: ‘No es bueno tomar el pan de los hijos y arrojarlo a os perrillos’ (Era una referencia a la diversidad étnica entre israelitas y nananeos que Jesús, Hijo de David, no podía ignorar en su comportamiento práctico, pero a la que alude con finalidad metodológica para provocar la fe). Y he aquí que la mujer llega intuitivamente a un acto insólito de fe y de humildad. Y dice: ‘Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores’. Ante esta respuesta tan humilde, elegante y confiada, Jesús replica: ‘¡Mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú quieres’ (Cfr. Mt 15, 21-28). Es un suceso difícil de olvidar, sobre todo si se piensa en los innumerables ‘ cananeos’ de todo tiempo, país, color y condición social que tienden su mano para pedir comprensión y ayuda en sus necesidades!

7. Nótese cómo en la narración evangélica se pone continuamente de relieve el hecho de que Jesús, cuando ‘ve la fe’, realiza el milagro. Esto se dice expresamente en el caso del paralítico que pusieron a sus pies desde un agujero abierto en el techo (Cfr. Mc 2, 5; Mt 9, 2; Lc 5, 20). Pero la observación se puede hacer en tantos otros casos que los evangelistas nos presentan. El factor fe es indispensable; pero, apenas se verifica, el corazón de Jesús se proyecta a satisfacer las demandas de los necesitados que se dirigen a El para que los socorra con su poder divino.

8. Una vez más constatamos que, como hemos dicho al principio, el milagro es un ‘signo’ del poder y del amor de Dios que salvan al hombre en Cristo. Pero, precisamente por esto es al mismo tiempo una llamada del hombre a la fe. Debe llevar a creer sea al destinatario del milagro sea a los testigos del mismo.

Esto vale para los mismos Apóstoles, desde el primer ‘signo’ realizado por Jesús en Caná de Galilea; fue entonces cuando ‘creyeron en El’ (Jn 2, 11). Cuando, más tarde, tiene lugar la multiplicación milagrosa de los panes cerca de Cafarnaum, con la que está unido el preanuncio de la Eucaristía, el evangelista hace notar que ‘desde entonces muchos de sus discípulos se retiraron y ya no le seguían’, porque no estaban en condiciones de acoger un lenguaje que les parecía demasiado ‘duro’. Entonces Jesús preguntó a los Doce: ‘¿Queréis iros vosotros también?’. Respondió Pedro: ‘Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios’ (Cfr. Jn 6, 66-69). Así, pues, el principio de la fe es fundamental en la relación con Cristo, ya como condición para obtener el milagro, ya como fin por el que el milagro se ha realizado. Esto queda bien claro al final del Evangelio de Juan donde leemos: ‘Muchas otras señales hizo Jesús en presencia de los discípulos que no están escritas en este libro; y éstas fueron escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre’ (Jn 20, 30-31).

 

Los milagros demuestran la existencia del mundo sobrenatural (13.I.88)

1. Hablando de los milagros realizados por Jesús durante su misión en la tierra, San Agustín, en un texto interesante, los interpreta como signos del poder y del amor salvífico y como estímulos para elevarse al reino de las cosas celestes.

‘Los milagros que hizo Nuestro Señor Jesucristo (escribe) son obras divinas que enseñan a la mente humana a elevarse por encima de las cosas visibles, para comprender lo que Dios es’ (Agustín, In Io. Ev. Tr., 24, 1 ).

2. A este pensamiento podemos referirnos al reafirmar la estrecha unión de los ‘milagros-signos’ realizados por Jesús con la llamada a la fe. Efectivamente, tales milagros demostraban la existencia del orden sobrenatural, que es objeto de la fe. A quienes los observaban y, particularmente, a quienes en su persona los experimentaban, estos milagros les hacían constatar, casi con la mano, que el orden de la naturaleza no agota toda la realidad. El universo en el que vive el hombre no está encerrado solamente en el marco del orden de las cosas accesibles a los sentidos y al intelecto mismo condicionado por el conocimiento sensible. El milagro es ‘signo’ de que este orden es superior por el ‘Poder de lo alto’, y, por consiguiente, le está también sometido. Este ‘Poder de lo alto’ (Cfr. Lc 24,49), es decir, Dios mismo, está por encima del orden entero de la naturaleza. Este poder dirige el orden natural y, al mismo tiempo, da a conocer que (mediante este orden y por encima de él) el destino del hombre es el reino de Dios. Los milagros de Cristo son ‘signos’ de este reino.

3. Sin embargo, los milagros no están en contraposición con las fuerzas y leyes de la naturaleza, sino que implican a solamente cierta ‘suspensión’ experimentable de su función ordinaria, no su anulación. Es más, los milagros descritos en el Evangelio indican la existencia de un Poder que supera las fuerzas y las leyes de la naturaleza, pero que, al mismo tiempo, obra en la línea de las exigencias de la naturaleza misma, aunque por encima de su capacidad normal actual. ¿No es esto lo que sucede, por ejemplo, en toda curación milagrosa? La potencialidad de las fuerzas de la naturaleza es activada por la intervención divina, que la extiende más allá de la esfera de su posibilidad normal de acción. Esto no elimina ni frustra la causalidad que Dios ha comunicado a las cosas en la creación, ni viola las ‘leyes naturales’ establecidas por El mismo e inscritas en la estructura de lo creado, sino que exalta y, en cierto modo, ennoblece la capacidad del obrar o también de recibir los efectos de la operación del otro, como sucede precisamente en las curaciones descritas en el Evangelio.

4. La verdad sobre la creación es la verdad primera y fundamental de nuestra fe. Sin embargo, no es la única, ni la suprema. La fe nos enseña que la obra de la creación está encerrada en el ámbito de designio de Dios, que llega con su entendimiento mucho más allá de los limites de la creación misma. La creación )particularmente la criatura humana llamada a la existencia en el mundo visible) está abierta a un destino eterno, que ha sido revelado de manera plena en Jesucristo. También en El la obra de la creación se encuentra completada por la obra de la salvación. Y la salvación significa una creación nueva (Cfr. 2 Cor 5, 17; Gal 6, 15), una ‘creación de nuevo’, una creación a medida del designio originario del Creador, un restablecimiento de lo que Dios había hecho y que en la historia del hombre había sufrido, el desconcierto y la ‘corrupción’, como consecuencia del pecado.

Los milagros de Cristo entran en el proyecto de la ‘creación nueva’ y están, pues, vinculados al orden de la salvación. Son ‘signos’ salvíficos que llaman a la conversión y a la fe, y en esta línea, a la renovación del mundo sometido a la ‘corrupción’ (Cfr. Rom 8, 19-21). No se detienen, por tanto, en el orden ontológico de la creación (creatio), al que también afectan y al que restauran, sino que entran en el orden sotereológico de la creación nueva (re) creatio totius universi), del cual son co-eficientes y del cual, como ‘signos’, dan testimonio.

5. El orden sotereológico tiene su eje en la Encarnación; y también los ‘milagros-signos’ de que hablan los Evangelios, encuentran su fundamento en la realidad misma del Hombre)Dios. Esta realidad)misterio abarca Y supera todos los acontecimientos) milagros en conexión con la misión mesiánica de Cristo. Se puede decir que la Encarnación es el ‘milagro de los milagros’, el ‘milagro’ radical y permanente del orden nuevo de la creación. La entrada de Dios en la dimensión de la creación se verifica en la realidad de la Encarnación de manera única y, a los ojos de la fe, llega a ser ‘signo’ incomparablemente superior a todos los demás ‘signos-milagros’ de la presencia y del obrar divino en el mundo. Es más, todos estos otros ‘signos’ tienen su raíz en la realidad de la Encarnación, irradian de su fuerza atractiva, son testigos de ella. Hacen repetir a los creyentes lo que escribe el evangelista Juan al final del Prólogo sobre la Encarnación: ‘Y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad’ (Jn 1, 14).

6. Si la Encarnación es el signo fundamental al que se refieren todos los ‘signos’ que dan testimonio a los discípulos y a la humanidad de que ‘ha llegado… el reino de Dios’ (Cfr. Lc 11, 20), hay también un signo último y definitivo, al que alude Jesús, haciendo referencia al Profeta Jonás: ‘Porque, como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de a tierra’ (Mt 12, 40): es el ‘signo’ de la resurrección.

Jesús prepara a los los Apóstoles para este ‘signo’ definitivo, pero lo hace gradualmente y con tacto, recomendándoles discreción ‘hasta cierto tiempo’. Una alusión particularmente clara tiene lugar después de la transfiguración en el monte: ‘Bajando del monte, les prohibió contar a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos’ (Mc 9, 9).Podemos preguntarnos al porque de esta gradualidad. Se puede responder que Jesús sabía bien cómo se habrían de complicar las cosas si los Apóstoles y los demás discípulos hubiesen comenzado a discutir sobre la resurrección, para cuya comprensión no estaban suficientemente preparados, como se desprende del comentario que el evangelista mismo hace a continuación: ‘Guardaron aquella orden, y se preguntaban que era aquello de !cuando resucitase de entre los os muertos!’ (Mc 9, 10). Además, se puede decir que la resurrección de entre los muertos, aun anunciada una y otra vez, estaba en la cima de aquella especie de ‘secreto mesiánico’ que Jesús quiso mantener a lo largo de todo el desarrollo de su vida y de su misión, hasta el momento del cumplimiento y de la revelación finales, que tuvieron lugar precisamente con el ‘milagro de los milagros’, la Resurrección, que, según San Pablo, es el fundamento de nuestra fe (Cfr. 1 Cor 15, 12-19).

7. Después de la Resurrección, a ascensión y Pentecostés, los ‘milagros)signos’ realizados por Cristo se ‘prolongan’ a través de los Apóstoles, y después, a través de los santos que se suceden de generación en generación. Los Hechos de los Apóstoles nos ofrecen numerosos testimonios de los milagros realizados ‘en el nombre de Jesucristo’ por parte de Pedro (Cfr. Hech 3, 1)8; 5, 15; 9, 32)41), de Esteban (Hech 6, 8), de Pablo (por ej., Hech 14, 8)10). La vida de los santos, la historia de la Iglesia, y, en particular, los procesos practicados para las causas de canonización de los Siervos de Dios, constituyen una documentación que, sometida al examen, incluso al más severo, de la critica histórica y de la ciencia médica, confirma la existencia del poder de lo ‘alto’ que obra en el orden de la naturaleza y la supera. Se trata de ‘signos’ milagrosos realizados desde los tiempos de los Apóstoles hasta hoy, cuyo fin esencial es hacer ver el destino y la vocación del hombre al reino de Dios. Así, mediante tales ‘signos’, se confirma en los distintos tiempos y en las circunstancias más diversas la verdad del Evangelio y se demuestra el poder salvífico de Cristo que no cesa de llamar a los hombres (mediante la Iglesia) al camino de la fe. Este poder salvífico del Dios)Hombre, se manifiesta también cuando los ‘milagros)signos’ se realizan por intercesión de los hombres, de los santos, de los devotos, así como el primer ‘signo’ en Caná de Galilea se realizó por la intercesión de la Madre de Cristo.

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Milagros Reliquias TESTIMONIOS Y MILAGROS

Milagro de la Santa Cinta, España (14 de enero)

Este hecho prodigioso ocurrió en el pueblo de la provincia de Cuenca el día 14 de enero del año 1635, cuando era llevada la santa Cinta a Madrid para el embarazo de la Reina, y al pasar la Reliquia frente a la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza que allí se venera, se puso a tocar la campana por sí sola largo rato.
De ello hay expediente en el Archivo Capitular de Tortosa, que fue instruido por la curia episcopal de Cuenca.

Cuenta la historia que en 1178 la Virgen María se presentó en la Catedral de Tortosa a un virtuoso sacerdote, acompañada por san Pedro y san Pablo, y le entregó la cinta que ella usaba. Esa Reliquia peregrina a Madrid cuando la Reina esta embarazada.

Sobre este prodigio de 1635 el canónigo doctor O’Callaghan, en sus Anales de Tortosa, tomo I, Tortosa 1886, página 205, dice textualmente:

«Este hecho prodigioso justificado en un expediente instruido en la curia episcopal de Cuenca, y que por lo mismo es una de las mayores pruebas que acreditan la autenticidad de la Santa Cinta, exige que tratemos de él con alguna extensión.

En el mes de enero del año 1635, con motivo del embarazo de S.M. la Reina, se dirigía a Madrid con la Santa Cinta, don Juan Bta. Ferrer, natural de esta ciudad y canónigo Penitenciario de la misma. El viaje se hacía entonces pasando por la provincia de Cuenca, porque este camino era el más recto.

El día 13 de dicho mes, al anochecer, el canónigo comisionado y el sacerdote que le acompañaba llegaron a Villar de Cañas, población de la diócesis de Cuenca, que actualmente tiene unos 1.400 habitantes, hospedándose en casa de un honrado vecino, llamado Domingo Gil.

Tan pronto como se divulgó la noticia de haber llegado la Santa Cinta, acudieron a la casa muchas personas, y se cantaron allí dos Salves; luego los vecinos tocaron a la arquilla donde estaba la Santa Cinta, algunos rosarios y objetos de devoción; al día siguiente partieron los comisionados para Madrid.

Hay en Villar de Cañas una ermita dedicada a nuestra Señora de la Cabeza, muy próxima a la población, cerca del camino real que va de Valencia a Madrid. En esta ermita, pues, ocurrió el milagro que vamos a referir. Según consta en el indicado expediente, que se instruyó en el mes de abril de dicho año 1635, el día en que la Santa Cinta salió de aquella villa, tocó por sí sola dos veces un buen rato la campana de la ermita; milagro que atribuyeron todos a la sagrada Reliquia.

El hecho fue público y en pleno día; la ermita estaba cerrada; y como dista tan poco de la población, al oír algunos vecinos la campana a una hora no acostumbrada, corrieron hacia la ermita».

«Y viendo que su única puerta estaba cerrada con un candado, según costumbre, la abrieron y nadie había dentro que pudiese tocar la campana.

Recibidas las primeras declaraciones en virtud de la comisión que el Obispo de Cuenca, don Enrique Pimentel, dio al cura de Villar de Cañas, Licenciado don Marco Antonio Villamayor y Monterde, manifestó éste en su informe que los testigos que habían declarado eran personas de las más principales de aquella villa, estando seguro que habían dicho la verdad; añadiendo él por su parte, que este hecho era público y notorio en dicha población.

A pesar de lo que ya resultaba de estas declaraciones, la curia episcopal de Cuenca procediendo con la discreción que exigía un asunto tan grave, en 8 de agosto del mismo año acordó recibir nuevos testigos, y que se aclarasen algunos puntos que necesitaban más explicación. Practicado esto, se confirmó que cuando tocó la campana nadie había dentro de la ermita; que allí no había casa, ni habitaba persona alguna; que dicha ermita estaba cerrada con candado; y que la persona que cuidaba de la misma no dejó de su poder la llave.

También declararon los testigos que no había tapia, ni ventana, por donde se pudiese entrar; que, enseguida que tocó la campana, varias personas junto con la que tenía la llave, corrieron hacia la ermita, la abrieron y registrándola muy detenidamente, no vieron a nadie siendo de advertir que la iglesia es de una sola nave, sin sacristía ni otra dependencia.

Los testigos se ratificaron en sus declaraciones, concluyendo, que estaban persuadidos de que el hecho había sido milagroso; y lo mismo declaró el cura en su informe.

El Obispo de Cuenca con auto de 31 de octubre de dicho año aprobó estas diligencias, de las cuales existe una copia autorizada en el archivo de esta catedral»

Como un recuerdo de dicho acontecimiento, en la fiesta de Nuestra Señora de la Cabeza, que se celebra cada año en Villar de Cañas, el predicador tiene obligación de referir el milagro, y cuando se pasa por aquella población al llevar la Santa Cinta a Madrid, el canónigo comisionado debía enseñarla a los vecinos para que la venerasen.

Asimismo en la novena a Santa María de la Cabeza que se venera en Villar de Cañas, compuesta en el año 1811 por un devoto y reformada en 1898 por el presbítero doctor don Juan V. Benita Olivares, figuran los gozos que allí se cantan.


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Milagros TESTIMONIOS Y MILAGROS

El Milagro de la Multiplicación del Vino de Alcobendas

En 1677, el día posterior a la celebración de la fiesta de la Virgen de la Paz de Alcobendas, se produjo el milagro de la multiplicación del vino en la casa de Juan Perdiguero.

Este milagro ratificó la fecha del 24 de enero como de celebración de la Virgen de la Paz de Alcobendas.

Lo que sigue es el documento notarial que contiene la descripción del milagro que fue presenciado por decenas de la zona.

Alcobendas es una ciudad y municipio español, perteneciente a la Comunidad Autónoma de Madrid, situado a 13 km al norte de la capital.

En el Archivo Parroquial de la Parroquia de San Pedro Apóstol de Alcobendas existe un documento de incalculable valor histórico.

Es un libro que contiene, en cuarenta y dos páginas de preciosa caligrafía, los documentos, autos, declaraciones y testificaciones, que verifican notarialmente los hechos acaecidos.

Contiene el documento multitud de firmas que dan fe, así como el sello del Cardenal Arzobispo de Toledo, que a la sazón era D. Pascual Aragón.

DECLARACIÓN JURADA DE JUAN PERDIGUERO, EN CUYA CASA SE OPERÓ EL MILAGRO, EL 25 DE ENERO DE 1677

««« En la villa de Alcobendas, a veinte y seis días del mes de Enero de mil seiscientos y setenta y siete años, el Sr. Ldo. Don Domingo de Mier, Cura propio de la Parroquial de esta Villa, cumpliendo con lo que se manda por la comisión del Sr. Vicario, y para averiguación de lo contenido en la carta cabeza d estos autos, ante mí a Juan Perdiguero, vecino de esta villa, prioste de la fiesta de Nuestra Señora de la Paz, para tomarle su declaración.

Deseando el que declara cumplir con mucho afecto a servicio de Dios, hora y gloria de su Madre Santísima, y habiendo llegado su festividad para los gastos de esta fiesta dispuso una tinaja, su cabida de hasta diez a doce arrobas poco más o menos, en un casilla que tiene arrendada a los herederos de Juan de Ballenas, accesoria a la casa de este declarante, que la habitación con la mujer.

Y la llenó de vino que condució de lo que tenía de su cosecha en la bodega de María de Peñalosa, su madre, porque en la que vive no tiene vasijas ni vino.

Y, habiendo llenado dicha tinaja el día jueves veinte y uno del corriente, con el pretexto y fin de que se gastase de ella lo necesario, comenzó desde el dicho día a ir sacando vino de dicha tinaja, así para el gasto de su casa como para las demás casas que se ofrecieron.

Y desde dicho día continuamente hizo gasto de danzas, ministriles, clarines, tambores y convidados que hubo en vísperas y día de Ntra. Sra., que serían en todas las ocasiones gran número de gente, con los que vinieron con el fuego y gente que vino de Madrid sus conocidos y amigos.

Se gastó espléndidamente hasta el día veinte y cuatro de la festividad por la noche, que concurrirían en su casa en los dichos tres días más de trescientas personas, hasta que, como dicho es, en lo último de aquella noche, Juan López, un criado del declarante, preguntándole si habia vino en la tinaja, respondió:
– Unas veces la hallo con vino y otras casi sin ello.

Y a esto, y pasando lo referido, el declarante dijo a Antonia de Castro, su criada, sacase vino, y la susodicha dijo:
-Ya no lo puedo sacar, porque hay muy poco y no alcanzo.

Y el declarante, viendo según lo que la criada le dijo:
-Pues den a los tambores vino blanco.
Que eran las personas que lo pedían, respecto a no haber vino tinto en la tinaja, que era lo que estaba llena por haber dispuesto en ella yema y torcido tinto, de lo mismo que tenía de su cosecha, de forma que para lo que se ofreció del resto de la fiesta lo ofreció blanco, por decir la criada que no lo alcanzaba, y habiéndose recogido aquella noche

Por la mañana lunes, día veinte y cinco, a cosa de las seis, se levantó el que declara, y, sin acabarse de vestir, salió al corral de la dicha su casa, y, dando muchas gracias a Dios, dijo:
-Virgen Santísima, yo os he hecho la fiesta con mucho gusto y no me ha faltado cosa alguna, porque me ha sobrado de mis prevenciones, con la mucha gente que ha habido, juzgando me faltara.

Y, pasando delante, se fue hacia la puerta donde estaba la tinaja, y llegó a ella. Y para ver si había quedado algún vino, la miró y vio estar llena su tinaja, que le faltaría como cuatro dedos. Y, reparando en ella, vio clara y evidentemente cómo manaba el vino a forma de una fuente, con borbotoncillos que hacía, y este declarante se quedó confuso y admirado, viendo la tinaja llena.

Dio voces llamando a Manuela Calderón, su mujer, diciéndola viniese a ver la tinaja, que había hecho Nuestra Señora de la Paz un milagro, pues quedando la noche antecedente con tan poco vino como la criada dijo, la hallaba llena, y que era un milagro patente.

Este declarante salió a la calle llamando a todos los que pasaban para que viesen el prodigio semejante. Y al primero que halló fue a Matías de Palencia, que le entró donde estaba la tinaja y la vio llena. Y con el alborozo que tenía el declarante, satisfecho de que no se había traído vino ninguno por su mano ni otra ajena, y haberse recogido luego y cerrado su casa aquella noche, creyó verdaderamente ser milagro y fue a la plaza y a otras partes, publicando ser milagro patente. Y, aunque lo decía a muchas personas, no le daban crédito, hasta que con efecto fueron a la dicha su casa muchas personas y vieron cómo manaba a forma de fuente, subiendo hacia arriba el vino.

Y desde la hora de las seis de la mañana, que se publicó, hasta las once y media del día, estuvo el que declara dando vino con tazas, jarros, medias arrobas, cuartillas, botijos, ollas, frascos y ayudándose a sacar el vino José de Jarras, vecino de esta villa, sin cesar continuamente estuvieron todo este tiempo sacando dicho vino hasta llegar a sudar por el mucho trabajo que tenía de la continuación, concurriendo más de seiscientas personas, el Sr. Juez, sacerdotes, Justicia y Regimiento, escribanos del Ayuntamiento, innumerable gente, la Sra. Condesa de Puñoenrostro y toda su casa y familia, y mucha gente de Madrid, que sacaron botas para diferentes partes, así a Colmenar, San Sebastián, como a Madrid, Barajas y otras partes, todos cargados del dicho vino, que le parece a este declarante sacarían en el tiempo, desde las seis de la mañana hasta las once y media del día, más de cien arrobas de vino.

Y declara que, a su parecer, según lo que experimentó, estaría la dicha tinaja sin desmenguarse cosa alguna, como cosa de tres horas, sin reconocerse el mucho vino que se sacara, y apurándolo quedarían como cosa de arroba y media, que entonces el Sr. Juez de esta averiguación y la Justicia de esta villa estuvieron presentes mucha parte de este tiempo, dieron orden se despachase la gente y cerraran en la parte donde estaba la dicha tinaja, hasta dar cuenta al dicho Vicario »»»

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La Rosa Mystica que gotea su Rosario en Paraguay

Karina Matto, nacida en 1977, vive en Asunción del Paraguay. Es diseñadora grafica graduada en la Universidad Católica de Asunción. Su vida realmente cambió desde que se encontró al Señor en un Grupo de Oración.

Ver:
María Rosa Mystica, Italia ( 13 de julio)
Las Apariciones de la Rosa Mystica en Montichiari
Las Apariciones de la Rosa Mystica en Fontanelle
El significado de las Escarchas de la Rosa Mystica
Testimonio de la Biblia encontrada intacta luego del incendio en Paraguay
Historia del Opus Rosa Mystica
Rosa Mystica que derramó una lágrima en el 2008, en Argentina
La Rosa Mystica que gotea su Rosario en Paraguay
Novena a la Rosa Mystica
Rosario a María Rosa Mystica
Visita al Santuario de la Rosa Mística en Fontanelle

“Yo antes era una persona que sabía que Dios existía, que rezaba de vez en cuando, siempre creí en Dios, pero asi tambien crei que El se había olvidado de mi o que no me escuchaba, porque pasé por muchas cosas en mi vida. Asistía a misa porque era para mí como una obligación…

Cierto día una prima me invito a un grupo de oración que se realizaba una vez al mes en una plaza cerca de su casa, el cual estaba dirigida por un hermano carismático católico. La verdad que no tenía tantas ganas de ir porque no era de mi agrado ese tipo de actividades. Al principio puse muchos excusas para no ir pero al final me convencio mi prima y fui.

Yo enseñaba en ese tiempo catequesis en un comunidad llamada Santa Teresita del Niño Jesús donde hay muchísima gente humilde que asiste, entonces le dije a mi prima que iría al grupo y que le llevaría a un alumnito mío que tenia problemas para caminar, el cual ya se había operado muchas veces incluso estuvo al borde la de muerte en varias ocasiones por lo complicado que era su operacion y su condición seguía casi igual, no habia mucha mejoria segun lo que me habian comentado su familia. Entonces ese día fui a buscar a mi alumnito y fui al grupo.

 

LA LLEGADA DE LAS IMAGENES DE LA ROSA MÍSTICA

Al comienzo me sentía medio perdida e incluso incomoda porque no era una persona que asistía a ese tipo de actividades, pero no se como explicarles, desde que empezó el grupo de oración no paré de llorar, ¡¡sentí tan cerca al Señor en ese momento!!.

Cuando llego el momento de hacer la oración del perdón, era como si toda mi vida pasara ante mis ojos como una película (cosa que nunca me pasó) y le pedí perdón al Señor de todo corazón porque me sentía una persona indigna de estar en su presencia, porque yo sabía que lo había abandonado tanto tiempo y que renegué de él. En ese momento me di cuenta que el Señor jamás me habia dejado sola , que El siempre estuvo ahi a mi lado caminando conmigo , sosteniendome en los momentos dificiles de mi vida, y escuchando todas mis suplicas y oraciones.

Después continué con la oración de gracias y no podía parar de agradecerle al Señor ese momento de encuentro maravilloso que estaba teniendo con El, porque por primera vez en mi vida sentí al Señor.

Una vez que terminó el grupo, el hermano carismático dijo que pasaran al frente las personas que querían recibir la imposición de manos, yo le lleve a mi alumnito para que le hiciera la imposición.

Cuando llegué hasta el escenario, el hermano carismatico me dijo después de rezarle a mi alumnito, que dejara a la criatura, que el queria orarme a mi. Bajé entonces a mi alumnito y me fui a que me orara… cuando el apoyó sus manos sobre mi cabeza en ese momento no sentí mas mi cuerpo; sentí mucha paz, tranquilidad y me fui al descanso… Después de un largo tiempo desperté y me encontré en el piso acostada… Para mí era una experiencia nueva que jamás había vivido…

Cuando habia culminado todo ya el grupo, sentia tanta alegria en mi corazon, tanto gozo que lo unico que queria era que llegara de nuevo el dia del grupo para poder estar ahi de nuevo.

La gente que había organizado el grupo en la plaza realizaba también un grupo de oración todos los sábados en su casa . Ese grupo se había formado a raíz de la tragedia que ocurrió en Asunción el 01 de agosto de 2004, cuando se incendió el supermercado Ycua Bolaños.

La hija de la dueña de esa casa falleció en la tragedia. Ella se llamaba Maria Luisa Vera Ibarra. Lo mas impresionante que paso fue que Ma. Luisa iba saliendo de la Iglesia y fue al supermercado a hacer compras. Al estacionar en el subterráneo del super se produjo la explosión, ella tuvo quemaduras en casi un 90% del cuerpo pero … ¡¡¡¡ LA BIBLIA que llevaba con ella no se quemo !!!!; el auto quedo hecho carbón. En esa tragedia hubieron mas de 400 muertos. La familia hasta ahora tiene la Biblia intacta encontrada en el siniestro del Supermercado.

En memoria de Ma. Luisa su familia donó Biblias a la gente y publicaron en los diarios la donacion de las mismas. En esos dias el Hermano carismatico estaba asistiendo a la gente de la carcel y queria las Biblias para repartirlas a los presos . Fue asi como llego este hermano hasta la casa de la familia y asi nació el grupo de oración en donde la VIRGEN DE LA ROSA MISTICA es LA PATRONA…

Desde aquel dia en esa humilde plaza donde le senti y conoci verdaderamente al Señor, le entregue mi vida entera y me dedique a servirle hasta hoy en dia. Me integre al Grupo de oracion y soy servidora.”

La misma prima que le habia invitado al grupo de oración en aquella plaza, una vez le contó que habia una Congregación de la Virgen Rosa Mística en Alemania, a la cual ella había enviado una carta solicitando la imagen y le llego después de algún tiempo.

Karina le pidió que le diera la dirección para enviar la carta porque quería la «imagen peregrina» de la Virgen Rosa Mística para el grupo, para que esa imagen saliera a recorrer y visitar a sus hijos enfermos.

“Después de un año me llego la imagen de la Virgen Rosa Mística de Alemania (02/04/07).

Luego de unos meses volví a escribirles y les pedí la imagen más grande de la Virgencita para poder construirle un Santuario en mi casa para que todos sus hijos vinieran a visitarla y a rezar ahi y sea tambien la imagen del grupo de oracion, en menos de un mes me llegó la imagen más grande (21/12/07). Yo ya tenía además una imagen de la Virgen Rosa Mística que habia comprado de una santería de Asunción.

En total ahora tengo tres imágenes de la Virgen Rosa Mistica. Todas ellas son peregrinas, salen a visitar a sus hijos enfermos. A la Virgen mas grande la llevo siempre a todos los grupos de oración que realizamos en cualquier lugar del país.»

 

EL GOTEO DEL ROSARIO DE LAS IMAGENES

Karina cuenta que

“el 30/10/06 a las 23:30 horas estaba orando de rodillas frente a la imagen de la Virgen y empece a sentir una llovizna suave que empapaba solo mis manos, eran gotitas de agua que me caían. Y era impresionante como ese día caía el agua del rosario de la Virgencita que se me ocurrió filmarla con el celular para mostrarle a la gente (parecía una cascada), y grande fue mi sorpresa cuando reproduje la filmación.

En un momento de la filmación vi una luz muy brillante, como el oro, que aparecia a los pies de la Virgencita, entonces puse en pausa la filmación y grande fue mi sorpresa porque se veía a los pies de la Virgencita la imagen de un Niñito, con su pelito corto y encrespadito.

 

 LA PEREGRINACIÓN DE LAS IMÁGENES

Algunas personas dicen que es la imagen de un angelito, otras dicen el Divino Niño Jesús.

Otro día llevamos a la Virgencita para que se quede con una chica que estuvo metida 5 años en el satanismo, que dejó y se volvió a Cristo, y a la cual estamos asitiendo espiritualmente hasta hoy en día, y el agua que emanaba la Virgencita de su rosario tenia gusto y olor a ruda … Todos los que tomamos su agua ese dia sentimos el gusto y el olor. Hubo incluso un dia que el agua olia a incienso… La chica tambien una vez nos contó que hasta a su comida le agarró el gusto al incienso. Hace poquito tambien nos conto la chica que ella estaba orando a las 3 de la tarde y de repente la llama de la vela que había prendido a la Virgencita empezó a crecer, su llama era tan enorme que se asustó y le saco una foto, y uno al observar la foto ve la llama formando un circulo luminoso como si fuera la Eucaristía.

Un día estando las Virgencitas en casa (yo las tengo en un altar en la sala) inundó toda la casa el aroma de rosas y mi mamá lo olio.

Otro día en casa apareció un charco de agua en el piso de la galería (cerca del altar de la Virgen), mi mamá creyó que yo había derramado agua ahí y fue a secarlo, cuando volvió encontró nuevamente mojado el lugar. Y le parecio raro y fue hasta donde yo estaba trabajando y me pregunto si yo habia derramado agua en la galeria, y yo le dije que no, entonces ella me conto lo que le sucedio. Luego hable con el hermano carismático, y lo conte lo que nos habia sucedido y como el tiene el don de visión y discernimiento, y el Señor le reveló que esa agua que brotó era el agua de Mamá María, que se había brotado ahí por mi conversión y por las oraciones de mi mamá.

Otro día estando en el grupo de oración, empecé a oler un perfume tan agradable, era medio dulzón pero riquísimo, no se como explicarlo, y solo algunas personas lo olimos ese dia y durante el grupo.

Es impresionante como hay dias que gotea el rosario de las Virgencitas, y su agua es muy milagrosa. Mucha personas que tomaron el agua se curaron de sus enfermedades.

Mucha gente sabe lo del goteo del Rosario de la Virgen, incluso los sacerdotes saben pero no hacen comentario alguno.

El goteo del Rosario de la Virgen es cuestión más de fe que otra cosa.

Les cuento una experiencia que no es la primera que escucho: la Virgencita se había quedado en casa de una señora y era mucha el agua que caía de su Rosario. Un día fue su hija a visitarla y esta señora le comentó que la Virgencita estaba en su casa y de como goteaba su Rosario. Su hija que no creia mucho en esas cosas se dijo: voy a ver si es cierto eso y fue a ver a la Virgen ( como se dice por curiosidad) . Cuando su hija entró a la habitación donde estaba la Virgen el rosario dejó de gotear ; ni una gota derramo en ese momento . Es como si le dijera la Virgen: tu eres como Santo Tomás?, tienes que ver para creer?. Luego la hija se dio la vuelta y salió de la habitación , al rato que la hija salio empezó de nuevo a gotear su rosario. Su madre quedo asombrada de lo que habia pasado en ese momento.

Yo sé que el agua que derrama la Virgencita es agua super bendecida y que a través de su ruego e intercesión mucha gente se sanó y hasta ahora se siguen sanando.”

A las Virgencitas la vienen a buscar gente que necesita, o la pide gente conocida de los que van al grupo de oración.

Cada imagen está como mínimo tres días en cada casa de familia y llevan consigo un cuadernito donde se registra el dia, la familia y/o persona a la que visitó la Virgen y se pide un registro de firmas. En dicho cuadernito tambien la gente deja escrito sus testimonios y/o agradecimientos o peticiones si asi lo desean.

Cuando se juntan dos hojas del cuaderno con las firmas de las familias y/o personas a quienes visitó la Virgen , se envía una copia de ese registro de firmas a Congregación del Opus Rosa Mistica en Alemania.

Este registro de firmas fue solicitado por la Congregación del OPUS ROSA MISTICA de Alemania a traves de una carta que acompaña a la Imagen. Pues cada imagen enviada, estan numeradas y son registradas con el nombre de la persona que la solicito, el pais a donde se envio, cuando se envio, el motivo de la solicitud de la imagen etc y a traves de ese registro de firmas ellos llevan un control.

Las imágenes ya visitaron mas de 55 familias desde que llegaron.

 

GALERÍA DE FOTOS

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Rosa Mystica que derramó una lágrima en el 2008

Este es un testimonio que nos envió la Sra. Silvia Guerra, una lectora de los Foros de la Virgen, que nos cuenta su experiencia con una imagen de la Rosa Mystica, también regalada por la asociación Opus Rosa Mystica de Alemania como la que produce los milagros de goteo en Paraguay, como puede leerlo aquí: LA ROSA MYSTICA QUE GOTEA SU ROSARIO EN PARAGUAY

…VER VIDEOS…

Ver:
María Rosa Mystica, Italia ( 13 de julio)
Las Apariciones de la Rosa Mystica en Montichiari
Las Apariciones de la Rosa Mystica en Fontanelle
El significado de las Escarchas de la Rosa Mystica
Testimonio de la Biblia encontrada intacta luego del incendio en Paraguay
Historia del Opus Rosa Mystica
Rosa Mystica que derramó una lágrima en el 2008, en Argentina
La Rosa Mystica que gotea su Rosario en Paraguay
Novena a la Rosa Mystica
Rosario a María Rosa Mystica
Visita al Santuario de la Rosa Mística en Fontanelle

Sobre la mejilla izquierda de la imagen se puede apreciar la lágrima. Esto es un fotograma del video. El prodigio de la lágrima que derramó la imagen sucedió en Rosario de la Frontera, Salta, el 27 de abril de 2008 y lo relata así Silvia Guerra.

Hola como están, mi nombre es Silvia Beatriz Guerra. Soy oriunda de la ciudad de Rosario de la Frontera, Provincia de Salta, Argentina. Ahora viviendo en Buenos Aires, Capital Federal, desde hace aproximadamente 6 años.

El motivo de por el cual les escribo es muy bonito, para contarles mi devoción desde hace muchos años por nuestra madre Maria Rosa Mystica. La madonna ha hecho en mí y en mi familia muchos y hermosos milagros.

Les cuento aquí uno de ellos: tengo un sobrino llamado Luis Montes que cuando tenia 1 año y 8 meses comenzó a enfermarse y no sabíamos que le pasaba hasta que lo llevamos al médico, le hicieron un par de estudios y nos vimos con la triste noticia, tenía leucemia, fue un golpe muy fuerte para nosotros, no sabíamos que hacer, los médicos decidieron hacer un transplante de medula, que era una posible solución a esta enfermedad, pero nosotros, su familia, nos encomendamos en María Rosa Mystica y le pedimos con ferviente amor y mucha fe por la salud de Luisito.

Nos aferramos muchísimo a su amor y su protección, y sabíamos que ella nos haría el milagro de sanar a mi sobrino, y ¡¡¡¡así fue!!!!. Luis fue transplantado y de a poco se fue curando, esto sucedió en el año 1993; tuvo bajones en su salud pero siempre tuvo la fuerza suficiente para salir adelante de la mano de la madonna y su amor incondicional.

Hoy en día mi sobrino tiene 18 años y esta completamente sano, y cumplimos nuestra promesa de realizarle las fiestas a María Rosa Mystica año a año. También peregrinar con ella a muchos lugares en donde mucha gente no la conocía y que la necesitaban.

Yo, Silvia vivo en Buenos Aires, trabajo aquí, pero todos los años me voy a mi ciudad natal a celebrar la fiesta de la madonna junto a muchos fieles que la veneran y están a su lado siempre. Otra de mis promesas hacia ella fue construir una gruta en el frente de la casa de mi madre, ahí pasan muchos fieles todos los días a saludarla.

Ahora quiero comentarles sobre mi madre Dora. Hacia el año 2004 me vine a Buenos Aires por trabajo, y a los meses recibo otra triste noticia desde allá, mis hermanos me cuentan que mamá estaba enferma no se sentía bien, fue al Médico, se realizo estudios sobre su salud y le encontraron cáncer en el útero. La operaron y no se pudo hacer nada porque esta mala enfermedad se iba corriendo por todos sus órganos, cada día que pasaba avanzaba más y más, le realizaron quimioterapias por 3 años aproximadamente.

Nosotros ya sabiendo del amor incondicional de la madonna nos pusimos en sus manos y pedimos por mi mamá. Pero esta vez no hubo caso, lamentablemente perdimos a mamá a través de esta maligna enfermedad. En sus últimos días de internación llevamos la imagen de la madonna junto a mi madre. Recuerdo que ella, en su sufrimiento, le hablaba y le pedía: «virgencita llévame con vos por favor». Muchas veces se lo repetía. Mi mamá amaba a María Rosa Mystica, tenia mucho fe en ella!!!. Mi madre nació un 27 de abril y murió el mismo día que nacio, un 27 de abril del 2008, ya va a hacer 2 años.

El día de su velatorio por la noche estábamos todos sus familiares y también habíamos llevado a la madonna junto a mi madre. En un momento de silencio hacia la noche, me acerco a filmar a la virgencita (no asi al teretro de mi madre) con mi teléfono celular, comencé a acercarme de a poco a ella, hasta llegar muy cerquita de su rostro.

Cuando regreso a Buenos Aires me pongo a ver la filmación de aquella noche y me encuentro con un ¡¡¡HERMOSO MILAGRO EN SU ROSTRO!!!, veo que en uno de sus ojitos cae una lagrima… no podía creer lo que veía… sentí la presencia de María Rosa Mystica en mi sangre… entonces comprendí como la madonna sin dudas estuvo aquella noche y todo el tiempo al lado de mi mamá y también junto a nosotros… Ella también lloraba la perdida y el haber visto sufrir tanto a mi madre… ¡¡¡a su hija!!!

Como verán no tengo dudas que la madonna esta siempre con nosotros sus hijos… y por eso y muchas cosas mas ¡¡¡LA AMO!!!

Y por ultimo quiero comentarles que antes de venirme a Buenos Aires yo ya había escrito a Alemania contando todo esto ,no lo de mi madre, todavía no había sucedido ,y me enviaron una imagen de la madonna que es la misma que se ve en el video que llora. Les estoy muy agradecida de ello !!!GRACIAS SIEMPRE!!!

Les envío aquí el video del cual les conté, !!!mírenlo y disfrútenlo!!!, es realmente hermoso y emocionante hasta las lagrimas.

VIDEO

ROSA MYSTICA QUE LLORÓ EN BUENOS AIRES


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Vida después de la muerte – P. Jaume Camarasa

Fantástica conferencia del Padre Jaume Camarasa, sobre las experiecias cercanas a la muerte, y como nos transforman.
Durante el congreso de Ciencia y Espiritu de Barcelona, marzo de 2009.

Muy poderoso su mensaje, ejerce en Barcelona y Badalona, transmitiendo mucha esperanza a las personas. Un ejemplo para todos.

No tome en cuenta comentarios realizados sobre otros aspectos de la religión, pues algunos no estan en línea con la opinión del Vaticano.

VIDA DESPUES DE LA MUERTE – JAUME CAMARASA from MIZAR-PETRUS on Vimeo.


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Listado de Milagros de Foros y Signos

Este es un listado de los post de Milagros publicados en Foros de la Virgen María y Signos de estos Tiempos

 

SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS

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FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

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