Lo que pasó en la década de 1960 produjo la apostasía de hoy.

Occidente, que una vez fue cristiano, ha perdido la fe, especialmente sus líderes.

Y últimamente se han vuelto anticristianos.

Mientras que los líderes de la Iglesia la han abierto ingenuamente al mundo o no tan ingenuamente, la historia lo dirá.

Y han dado indirectamente un permiso a los fieles para adoptar conductas diferentes a las de Jesucristo y sus mensajes, mientras que aún se pueden seguir llamando cristianos.

Hoy vemos que muchos se llaman cristianos aún practicando la new age o profesando valores antagónicos a lo que expresa el Catecismo en lo que respecto a la vida y la sexualidad humanas.

Y es tolerado pacíficamente por muchos obispos, cuando no aplaudido por algunos.

Aquí hablaremos sobre cuáles son los peligros de esta apostasía para la Iglesia y para cada fiel, cómo fue que se instaló en la Iglesia, cómo fuimos avisados desde el cielo para que no recorriéramos este camino y que podemos hacer ahora cuando el daño está hecho.

Jesús dijo: «Yo soy el camino, la Verdad y la Vida», previniéndonos de una miríada de falsas doctrinas. 

Porque el mal es diverso y variado, mientras que el bien es constante e irreductible.

Por eso, en el Cielo, los santos están todos orientados hacia Dios en perfecta unidad. 

Mientras que el infierno está poblado por pequeños aspirantes a dioses, que crearon cultos a su yo a través del pecado.

Los cristianos hoy tienen mucha presión para abandonar la fe.

A satanás no le importa cómo pierdes la fe, como apostatas.

Ya sea que abandones la Iglesia por el ateísmo, la «espiritualidad», u otra religión, todo conduce al mismo lugar.

Incluso dentro de la Iglesia, todo lo que se necesita es un pecado mortal no perdonado, para estar separado de Dios para siempre.

Hoy la apostasía, la pérdida de fe en Jesucristo y su mensaje, es el principal problema que enfrenta el cristianismo.

La mayoría de los católicos contemporáneos no se enfrentarán a un momento dramático en el que se ponga a prueba su fe haciéndoles pisar una cruz o pidiéndoles declarar públicamente la renuncia a Cristo con una pistola sobre sus cabezas.

Pero se nos pedirá que dividamos nuestros corazones contra Cristo.

Se nos pondrá frente a tentaciones que conducen a una especie de apostasía lenta: un compromiso aquí y allá, una tolerancia de la blasfemia, una degeneración del rigor moral, una concesión en un pequeño asunto de doctrina, la tibieza para defender nuestros valores.

Y luego un paso más y otro más.

El principal vicio que nos impulsa a apostatar lentamente es una sobrevaloración de lo que se llama el respeto humano, es decir, valorar la aprobación de los hombres por encima de la voluntad de Dios.

Por lo tanto se trata de una apostasía compuesta por una serie de compromisos que vamos tomando con el mundo, y que gradualmente equivalen a la renuncia a Cristo.

No es que se rechace de inmediato el catolicismo, sino que se lo mide según un patrón terrenal. 

Y provoca un alejamiento lento y constante.

Se dejará en un segundo plano sus revelaciones más importantes y trascendentales, se negarán sus principios doctrinales, se reordenarán sus preceptos y menospreciarán sus prácticas, incluso mientras se profesan.

El canto de sirena del secularismo resulta tan seductor porque minimiza cada pecado y así permite el avance de una apostasía lenta sin mayores remordimientos.

Si seguimos aferrados a Jesucristo y su mensaje seremos burlados, llamados rígidos por apegarnos a la ortodoxia y los valores católicos. 

Mientras escucharemos que una transgresión aquí y otra allá «no es gran cosa».

Sin embargo, estos pecados se agravan con el tiempo, hasta el punto en que un católico comenzará a cometer pecados graves contra la fe, mientras afirma seguir siendo católico.

Un caso típico de este proceso es lo que ha sucedido con las universidades católicas a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Codiciando la excelencia académica secular, con gran cantidad de alumnos, costosos complejos científicos, notoriedad, influencia política y poder financiero, los líderes de las universidades católicas han ido perdiendo de vista el propósito sobrenatural y el espíritu cristiano.

Muchas de ellas mantuvieron sólo nominalmente su identidad católica, pero la sustancia y la fe sobrenatural desaparecieron.

Tal vez no haya peor tipo de apóstata que el que pretende ser todavía católico mientras realiza una multitud de negaciones de Cristo

Nuestro Señor dejó claro, no podemos servir a dos señores.

Pero, lamentablemente, muchos en la Iglesia de hoy han hecho una alianza con el mundo, abrazando la comodidad. 

¿Y cómo sucedió todo esto? ¿Cómo se abrió la compuerta de la apostasía silenciosa? ¿Cómo los católicos eliminaron la carga de conciencia de alejarse de Cristo y su mensaje?

La Iglesia Católica había resistido razonablemente bien los embates del mundo hasta la década de 1960, no así otras denominaciones cristianas.

Pero en esa década se produjo una conjunción de factores que la debilitaron y la hicieron más frágil.

Por un lado, tenemos la revolución sexual de los años 60, que fue generalizada en toda la sociedad y en todas las instituciones.

Y esto coincidió con el Concilio Vaticano II, qué fue una instancia en que la Iglesia intentó que el aire fresco de la sociedad ingresara en la Iglesia.

El gesto de Juan XXIII de abrir las ventanas cuando proclamó el lanzamiento del Concilio, muestra esa intención.

Esa apertura coincidió con una gran revolución en la sociedad.

Y esa movilización entró en la Iglesia de la mano de las corrientes modernistas, que estaban actuando a su interior, por lo menos desde el siglo XVIII.

A fines del siglo XIX, San Pío X había definido el modernismo, como la síntesis de todas las herejías.

Y había elaborado un manifiesto antimodernista para que fuera adoptado por toda la Iglesia.

El efecto que tuvo fue que los modernistas se camuflaron aún más, pero no desaparecieron.

Y en el Concilio Vaticano II hicieron eclosión con más fuerza, apoyados por los medios de comunicación laicistas, que quieren reformar la doctrina tradicional que Cristo dio a la Iglesia.

El Concilio fue un gran campo de batalla entre la doctrina tradicional y el modernismo.

Y si bien los textos aprobados por el Concilio no demuestran una erosión decisiva de la doctrina, otra cosa sucedió a nivel de parroquias, actuando lo que se llamó el Espíritu del Concilio.

Desde ahí se instaló la idea en los fieles de que nada de la doctrina estaba escrito en piedra, todos los principios podían ser revisados.

Y que había que hacerlo para modernizar a la Iglesia y llegar al mundo moderno, porque la Iglesia se había alejado mucho de él.

Pero el intento de acercamiento al mundo significó un alejamiento de Cristo, no atrajo al mundo y además produjo un éxodo de fieles.

Una muy mala estrategia de la que aún muchos no se dan cuenta.

¿Y la Virgen María, que aparece tan frecuentemente, no avisó a la Iglesia que esto iba a suceder?

Claro que lo hizo una y otra vez.

Y lo que logró es que la Iglesia tapara sus oídos a los mensajes y escondiera las apariciones bajo la alfombra.

En el momento clave de la década de 1960 el Papa debía haber hecho público el contenido del tercer secreto de Fátima, según pedido expreso de la Virgen.

Optó no sólo por no publicarlo, sino que además hizo algo inverso.

Abrió la Iglesia al mundo, en vez de atrincherarse en sus posiciones, para defenderse de la revolución que estaba sucediendo en el mundo.

¿Y que contenía ese tercer secreto de Fátima que debía haberse revelado en 1960?

Constaba de dos partes. Una es la visión de un obispo vestido de blanco, supuestamente el Papa, subiendo una montaña llena de cadáveres y es muerto al pie de la cruz, junto con los religiosos y laicos que le acompañaban.

Mientras ángeles quieren alterar el eje de la tierra con sus espadas, al grito de ¡penitencia, penitencia!, y la Santísima Virgen se lo impide.

Esta parte es la que publicó la jerarquía vaticana en el año 2000.

Pero hay una hoja aparte que es la interpretación que la Virgen le dio a Sor Lucía, que se le suele llamar el cuarto secreto de Fátima, y que la jerarquía lo tomó como una revelación privada.

Por lo que se sabe de varios personajes vaticanos que leyeron ese secreto, diría que habrá una apostasía en la Iglesia y que comenzará por lo más alto de la jerarquía.

Incluso el Padre Pío que no lo leyó ha tenido una revelación esto, al igual que otros videntes en apariciones, como por ejemplo en Akita, Japón.

Ante esta situación de una apostasía plasmada en la Iglesia, ¿entonces qué deberían hacer los católicos para permanecer fieles a Jesucristo y su mensaje?

¿Cómo no ser seducidos por el mundo?

¿Cómo resistir al permiso para licuar nuestra fe, que parte de buena fracción del mundo católico hoy?

Debemos permanecer cerca de la oración y los sacramentos.

Darnos cuenta de que la vida como católico consiste en decir no al mundo tan a menudo como se dice sí a Dios.   

Renunciar a quienes nos piden que renunciemos a Cristo y su mensaje.

Tener confianza y esperanza.

Porque Dios diseñó a cada uno de nosotros para estar vivos en este momento y sabe que podemos llevar esta cruz, para Su gloria.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre cómo se fue dando el proceso de apostasía dentro del cristianismo, como la Iglesia dio permiso a los fieles para ser heterodoxos y cómo podemos mantenernos fieles.

Y me gustaría preguntarte cuales son las mayores tentaciones que crees que hoy existen para abandonar la fe. 

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