Occidente está desarrollando una cultura de la muerte como derivación de la glorificación del hedonismo.

El criterio es:

«hay que hacer desaparecer todas las cosas que nos producen dolor y que no nos producen el placer inmediato que aspiramos».

Por eso hacemos desaparecer una familia a través del divorcio.
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Hacemos desaparecer un bebe a través del aborto.
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Y llegamos al colmo de hacernos desaparecer a nosotros mismos porque no nos gusta como somos y nuestra vida, perdemos independencia con la vejez o la enfermedad.

Disfrazamos nuestros apetitos hedonistas ilimitados con frases huecas, manipuladoras como:
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Morir con dignidad o no perder autonomía, o incluso hablamos de piedad por los que sufren.

Cada vez hay más presión para la legalización de la eutanasia a nivel de estados y de países.

Gobernantes estaduales y nacionales hablan frecuentemente que es la cosa correcta a hacer y se comprometen a llevarlo adelante.

 

EL ARGUMENTO DE LA MISERICORDIA

El argumento central que usa el lobby de la eutanasia, para pedir el derecho a morir, es el de la compasión.
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Mostrando la imagen de alguien que sufre profundamente y que quitarle la vida le aliviaría el sufrimiento.

Pero esto es falso, es sólo una imagen publicitaria porque:

– En los países en que se aprobó una ley que permite la eutanasia y/o el suicidio asistido, se ha comprobado una pendiente resbaladiza que lleva a que cualquiera, incluso por estar “cansado de la vida”, puede pedir que lo sacrifiquen y lo logra.
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Porque incluso los controles son deficientes ya que quienes deben hacerlo, son propiamente los entusiastas de la eutanasia.

Quien está en situación de enfermedad inhabilitante o deprimido no puede tomar una decisión equilibrada, por lo que no es libre de decidir, y en otros casos la decisión la toman los familiares.

– Dentro de las perversiones comunes, están los casos de asesinatos de personas por parte de familiares con fines económicos u otros.

– Las leyes comienzan habilitando el suicidio o eutanasia para las personas que sufren dolores físicos.
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Pero luego la van ampliando y agregan a los niños con deficiencias, a los enfermos de alzheimer, a los deprimidos.
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E incluso se ha visto que hospitales quitan alimentación y agua a quienes los médicos piensan que van a morir pronto, como se ha denunciado en EE.UU., en Gran Bretaña y en otros países, provocando una muerte atroz.

Es falso que sea una buena muerte, porque muchas veces los médicos tienen que hacer varios intentos para sacrificar al paciente, porque vomita las pastillas, o la inyección no tuvo efecto total, produciendo en el paciente peores sufrimientos que antes.

Ver: La “muerte digna” a quienes están en coma y 18 razones para rechazar la eutanasia.

 

LA ESQUIZOFRENIA PROMOCIONAL

La diferencia de opiniones entre la población e incluso dentro de los gobiernos, conduce a situaciones esquizofrénicas.

Por un lado los estados invierten miles o millones de dólares en campañas destinadas a prevenir el suicidio.

Y por otro promocionan la necesidad de habilitar leyes que lo protejan.

Tal es por ejemplo del caso de EE.UU., que todos los años realiza campañas para abatir los 33.000 suicidios que se registran cada año, teniendo en cuenta que por cada “éxito”, hay 30 intentos fallidos, lo que lleva al Cirujano General a recordar a los estadounidenses que:

“no tenemos tiempo que perder… cada uno de nosotros tiene un papel en la prevención del suicidio”.

john_everett_millais_ophelia

 

ARGUMENTOS  HABITUALES A FAVOR DE LA EUTANASIA O SUICIDIO ASISTIDO

Veamos los siguientes argumentos a favor que son los que se manejan más vulgarmente:

Tengo un derecho a disponer de mi propia vida, y puedo reivindicar la autonomía como parte integral de la dignidad humana y expresión de ésta.

Una vida que en determinadas condiciones es indigna, la imagen que proyecto ante los seres cercanos puede ser considerada como humillante e indigna.

¿Por qué aceptar una forma de existencia en circunstancias limitadísimas, sacrificando, en cierta forma, a parientes y amigos?

Así como se tiene un derecho a vivir con dignidad, ¿por qué no tener un derecho a morir dignamente?

No debe intentarse prolongar la vida cuando ésta no se pueda vivir, haciendo del paciente no un ser humano, sino un caso clínico interesante (como ocurre en los hospitales universitarios actualmente)

Podría institucionalizarse unos derechos no sólo del paciente terminal, sino de la familia en sí.

¿Es justo morir de un modo tan doloroso?

 

LEVANTAMOS CUATRO MITOS EQUIVOCADOS

 

1 – EL SUICIDIO ASISTIDO NO ES POR EL DOLOR

La afirmación fundamental detrás de los argumentos para el suicidio asistido o eutanasia es que la mayoría de los pacientes que lo desean están experimentando dolor físico insoportable.

Sólo el 22 por ciento de los pacientes que murieron entre 1998 y 2009 por el suicidio asistido en Oregón, uno de los tres estados, junto con Washington y Montana, donde es legal en EE.UU., argumentaron el dolor o el miedo de tener dolor, de acuerdo con sus médicos.

De los siete pacientes que recibieron la eutanasia en Australia en el breve tiempo que fue legal en los 90, tres no reportaron ningún dolor, y el dolor de los otros cuatro se controló adecuadamente con medicamentos.

Los pacientes mismos dicen que el motivo principal no es escapar del dolor físico.
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Sino la angustia psicológica, principalmente la depresión, la desesperanza y el miedo a la pérdida de autonomía y control.

Y esto lo han reconocido ya Holanda y Bélgica, los adelantados, que ahora aceptan como razones del suicidio el sufrimiento psicológico.

Hasta incluso se habla del dolor para la familia y no para el sujeto.

documental emitido sobre suicidio asistido

 

2 – EL SUICIDIO ASISTIDO O EUTANASIA NO VA A MEJORAR NUESTRA CALIDAD DE VIDA

Un tercer error sobre el suicidio asistido o la eutanasia es que mejorará el último tramo de la vida para todos. 

Después de todo, la muerte afecta a todos, y legalizar el suicidio asistido permitiría a una persona evitar una muerte terriblemente dolorosa.

Pero el hecho es que, incluso en lugares donde el suicidio asistido es legal, pocas personas toman ventaja de ello.

En Oregon, entre 1998 y 2011, 596 pacientes usaron el suicidio asistido fueron alrededor de 0,2 por ciento de los pacientes moribundos en el Estado.

En Holanda, dónde la eutanasia y el suicidio asistido por un médico es permitido por más de tres décadas, menos del 3 por ciento de las personas mueren por estos medios.

E incluso si sumamos todos los pacientes moribundos que incluso vagamente manifiestan su interés en el suicidio asistido, equivale a menos del 10 por ciento.

Para la gran mayoría de pacientes que mueren, no tendrá ningún impacto en la mejora en el final de su vida.

¿Y quiénes son las personas con mayor probabilidad de ser abusados si se legaliza el suicidio asistido?

Los pobres, con poca educación, los pacientes moribundos que representan una carga para sus familiares.

 

3 – ES FALAZ EL CONSENTIMIENTO VOLUNTARIO

Un argumento predilecto de los propulsores de la eutanasia es que hay que dejar a las personas que libre y soberanamente puedan decidir si seguir con sus vidas o terminarlas, ante situaciones de mucho dolor y sufrimiento.

Esta posición parte de la base de considerar que la autonomía de la persona para tomar decisiones siempre es total.

O sea que la enfermedad, la vejez, o las condiciones psicosociales de la persona no le afectan de un modo tal, que desaparecidas esas circunstancias, el individuo tomaría otra desición diferente.

Jeremy Prichard, un criminólogo de la Universidad de Tasmania ha dado una enérgica respuesta sobre el consentimiento voluntario.

Duda de que muchas personas en la comunidad sean capaces de dar su consentimiento total y voluntario para acabar con sus vidas.

El autor sostiene que la creciente prevalencia de maltrato a personas mayores sugiere que las personas de edad pueden ser fácilmente manipuladas.

Estos procedimientos pueden ser seguros para personas conectadas socialmente, económicamente independientes, con una gran autonomía y auto-eficacia”, escribe.

Pero “las circunstancias pueden ser completamente diferentes para: 

-pacientes aislados con baja auto-eficacia,

-que representan una carga no deseada a sus cuidadores,

-y donde algunos de los cuales se beneficie económicamente de la muerte del paciente (aunque sólo sea en una reducción de la presión financiera)”.

A veces la petición de eutanasia puede ser verdadera, pero ha sido motivada por una presión sutil.
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Los cuidadores pueden fácilmente convencer a un paciente que la muerte es la mejor opción para todos. 

eutanasia

 

4 – EL SUICIDIO ASISTIDO NO PRODUCE UNA BUENA MUERTE

El error de concepción es que el suicidio asistido es una forma rápida, indolora y segura a morir.
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Pero nada en la medicina – ni siquiera sacar sangre – está exento de complicaciones.
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Resulta que muchas cosas pueden salir mal durante el suicidio asistido.

Los pacientes vomitan las pastillas que toman. No toman pastillas suficientes. Se despiertan en lugar de morir.

Los pacientes en un estudio holandés vomitaron los medicamentos son el 7 por ciento de los casos, y en el 15 por ciento de los casos los pacientes no murieron o tomaron un tiempo muy largo en morir, horas, días incluso.

En el 18 por ciento de los casos, los médicos tuvieron que intervenir para seguir administrándoles medicamentos letales ellos mismos, convirtiendo el suicidio asistido por un médico en una eutanasia.

 

LA BUENA MUERTE ES MEJORAR LA ATENCIÓN

En lugar de tratar de legalizar el suicidio asistido, deberíamos centrar nuestras energías en lo que realmente importa: la mejora de la atención a los moribundos.

Garantizar que de todos los pacientes pueden hablar abiertamente con sus médicos y familiares acerca de sus deseos.

Y tener acceso a paliativos de alta calidad o a hospicios, antes de que sufran procedimientos médicos innecesarios.

El atractivo del suicidio con asistencia médica se basa en una fantasía. 

El verdadero objetivo debería ser una buena muerte para todos los pacientes moribundos. 

 

LA POSICIÓN CATÓLICA

Vayamos ahora a explicar la posición católica sobre el tema.

Los ciudadanos católicos reconocen que toda vida humana es sagrada desde su inicio hasta su fin natural.
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Y deben hacer todo lo posible para revertir la tendencia de ver el suicidio como un tratamiento médico legítimo y compasivo.

Un punto de partida natural es Evangelium vitae, donde el San Juan Pablo II subrayó que:

Matar a un ser humano, en el que la imagen de Dios está presente, es un pecado particularmente grave.

¡Sólo Dios es dueño de la vida!”

Es que somos administradores, no los hacedores de nuestras vidas.

La vida es confiada a nosotros como un regalo de Dios y debemos apreciarla.

Y la elección del suicidio, por lo tanto, es una ofensa directa contra Dios.

 

A LOS HOMBRES QUE BUSCAN SÓLO EL PLACER Y EL DOLOR LES PARECE INCONCEBIBLE

Por desgracia, el hombre moderno tiende a ver la vida como de valor si se incluye el placer, la comodidad, y el ejercicio pleno de la libertad.

El sufrimiento o incluso la posibilidad de sufrir son vistos como una carga intolerable del que las personas tienen derecho a liberarse.

El suicidio, se nos dice, es el alivio compasivo de lo indeseable. Pero, como Juan Pablo II enseñó:

“En realidad, lo que podría parecer lógico y humano, al considerarlo en profundidad se presenta absurdo e inhumano”.

eutanasia de menores

 

MORALMENTE INACEPTABLE

El suicidio es una contradicción con la dignidad de la persona, ofende la inclinación básica para preservar la vida, y ofende al amor legítimo de sí mismo convocado por Jesucristo.

El suicidio no sólo ofende nuestra relación con Dios y con nosotros mismos, es un rechazo al prójimo también.

El Catecismo declara que:

“[El suicida] rompe injustamente los lazos de solidaridad con la familia, la nación y otras sociedades humanas con las que seguimos teniendo obligaciones” (CIC 2281).

Los familiares y amigos que se quedan con la secuela del suicidio de un ser querido pueden dar fe de esta triste realidad.

Juan Pablo II además afirma que:

El “suicidio es siempre moralmente inaceptable, como el asesinato.

La tradición de la Iglesia siempre lo ha rechazado como decisión gravemente mala”.

 

¿QUÉ PASA CON LAS PERSPECTIVAS DE SALVACIÓN PARA LA PERSONA QUE SE SUICIDA?

Juan Pablo II reconoció la influencia negativa que la cultura de la muerte tiene sobre cada uno de nosotros, y cómo se puede “inducir” a alguien a suicidarse.
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Señala que este impacto coercitivo de la cultura puede disminuir la culpabilidad o responsabilidad subjetiva.

El Catecismo afirma que:

Trastornos psíquicos graves, angustia o temor grave de la prueba, sufrimiento, o tortura pueden disminuir la responsabilidad del que comete suicidio (2282).

La enseñanza de la Iglesia reconoce que las personas que optan por el suicidio pueden sufrir de una disminución de la libertad que lleva a la Iglesia a enseñar que:

No hay que desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que han tomado sus propias vidas (2283).

Incluso si la culpabilidad es disminuida, el suicidio sigue siendo “un acto gravemente inmoral”.

No pretendemos que sea el cielo o el infierno, pero confiamos al difunto a la justicia y misericordia de Dios.

El suicidio y la participación en el suicidio es:

“Una preocupante ‘perversión’ de la misericordia” y “una injusticia que nunca tiene justificación, ni siquiera si se solicita” (EV 66).

 

OPONERSE PORQUE VA CONTRA EL BIEN COMÚN

El suicidio es contrario al amor a sí mismo, al prójimo y a Dios.
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Se trivializa la dignidad inherente a la persona, y cuando las leyes perdonan tal acto, perjudican el bien común.

Los católicos están llamados a oponerse a cualquier ley que legalice el suicidio asistido por un médico.

Y a hacer todo lo que podamos para corregir la visión de falsa de la compasión que ve el suicidio como una opción legítima.

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