Debemos tomar las comunicaciones del Papa más como “charlas abiertas” que como “magisterio”

Francisco tiene un criterio distinto al de Benedicto XVI.

 

En los últimos días han corrido ríos de tinta de los analistas tratando de interpretar lo que el papa Francisco había querido decir con tal o cual cosa en la entrevista que le realizó Scalfari en La Reppública, ver aquí. Pero ahora nos enteramos que Scalfari ni grabó ni tomó notas en la entrevista con el Papa, y que si bien le envió el original de la nota al Vaticano, no queda claro si el Papa al final la leyó totalmente o simplemente hizo fe en el periodista; nadie aclaró esto aún.

 

papa francisco en conferencia en avion

 

A partir de ahí, comenzaron una serie de críticas en medios católicos, la mayoría bien intencionadas, sobre el estilo de comunicación de Francisco. No se puede seguir pensando que Francisco es como Benedicto XVI. Ratzinger era muy preciso cuando hablaba, en cambio Francisco quiere ser impactante y llegar a “periferia”. Por lo tanto las comunicaciones de Francisco no deben tomarse necesariamente como una cuasi encíclica o una parte significativa del magisterio papal, sino como “ideas” que lanza Bergoglio.

UNA BUENA CONTEXTUALIZACIÓN

El jesuita José María Iraburu expresa bien el problema cuando habla respecto a la entrevista que el P. Spadaro le realizó a Francisco:

La gran entrevista-conversación del Papa Francisco con el P. Antonio Spadaro, S.J., muy extensa, recientemente publicada en 27 páginas de la revista «Razón y fe» (y originalmente en La Civiltà Cattolica), ha dado ocasión, como era previsible, a un alud de interpretaciones muy diversas y contradictorias. En ella el Papa, evidentemente, no está realizando un acto magisterial, que comprometa la fiabilidad apostólica de todos y cada uno de los pensamientos que en ella comunica. Si en cada una de las 27 páginas expresa unos 2 pensamientos, son 50 las ideas, tendencias, apreciaciones, exhortaciones, ocurrencias, recuerdos, etc. que en la entrevista expresa. El valor doctrinal de cada una de las ideas de esa cincuentena aludida es sin duda sumamente diverso. Hay verdades de fe patentes, hay doctrinas próximas a la fe, hay opiniones comunes entre los teólogos más fiables, hay experiencias personales del Papa, hay recuerdos, preferencias, ocurrencias suyas dichas al paso.

Por tanto, quienes han extraído algunas frases del Papa Francisco para confirmar sus propias opiniones contrarias al Magisterio y a la disciplina de la Iglesia, han obrado muy mal. No doy ejemplos, aunque desgraciadamente ha habido muchos. De la entrevista sacan que el Papa invita a la reconciliación con el mundo actual, exhorta a la evitación sistemática del martirio, a la apertura de la Iglesia a la homosexualidad, al feminismo radical, al irenismo religioso, etc. Ideas todas ellas absolutamente ajenas al papa Francisco. Lamentable.

EL PROBLEMA DEL LENGUAJE CONFUSO Y POCO CLARO

A veces Francisco, sobre todo en sus entrevistas y observaciones más improvisadas, ha mostrado una tendencia a utilizar un lenguaje que es confuso y poco claro. También existen aquellos momentos en los que parece tener un público en particular o un grupo de personas en mente cuando habla, y sin embargo no hace evidente quienes podrían ser, creando una ambigüedad.

Uno de los ejemplos más evidentes fue el comentario de la entrevista del P. Spadaro:

No podemos insistir únicamente en cuestiones relacionadas con el aborto, el matrimonio gay y el uso de métodos anticonceptivos. Esto no es posible. No he hablado mucho de estas cosas… cuando hablamos de estos temas, tenemos que hablar de ellos en un contexto.

¿De quién está hablando el Papa como obsesionados por el “matrimonio” gay y el aborto?

Seguramente no se está refiriendo a las homilías, porque muy de tanto en vez un sacerdote usa el púlpito para hablar sobre estos problemas.

EL PROBLEMA DEL MENSAJE AMBIGUO

Quizás el ejemplo más claro de mensaje que puede ser tomado ambiguamente puede simbolizarse con la frase «¿quién soy yo para juzgar?», refiriéndose a las personas homosexuales, que dijo por primera vez en el avión de vuelta de la JMJ de Río de Janeiro

Pero en la entrevista del padre Spadaro el Papa vuelve sobre ese «¿quién soy yo para juzgar?» y confirma:

“Si una persona homosexual tiene buena voluntad y está buscando a Dios, yo no soy nadie para juzgarla. […] La religión tiene el derecho de expresar su propia opinión al servicio de la gente, pero Dios en la creación nos ha hecho libres”.

Al respecto, Pietro De Marco dice:

El uso reiterado de ese “¿quién soy yo?” confirma en Francisco, por un lado, una acepción popular de “juzgar” como sinónimo de “condenar” – que produce confusión, porque juicio no es necesariamente condena, a menudo no lo es – y, por otro, acentúa la idea de que ninguno de nosotros, ni siquiera el Papa, está legitimado a expresar un juicio.

Pero esto es falso: cada uno de nosotros puede ser juez en cada ordenamiento, y también en la Iglesia, si adquiere la competencia necesaria, y el Papa es juez por el mandato que le es proprio. Además, o nadie está legitimado, nunca, para juzgar, porque sólo Dios lo está, o no se ve capacitado porque sólo en el caso de la homosexualidad no se encuentra la instancia de juicio. 

Pero por otro lado, genera ruido en las discusiones, como por ejemplo lo que sucede con las instituciones de educación católica en EE.UU.

Varias instituciones de educación católica están despidiendo a profesores homosexuales que se casan, sobre el criterio de que dan un mal ejemplo a los alumnos; y esto en medio de juicios y amenazas del lobby gay.

El resultado es que el lobby gay ahora se agarra de esa frase para atacar a los institutos de enseñanza, mientras que los responsables católicos de esos institutos se preguntan si lo que están haciendo está alineado con lo que piensa Francisco, y si Francisco no está tratando de crear un clima más tolerante con los gays.

Pero sin embargo las dudas susbsisten, porque Francisco no ha aclarado el alcance de esa frase. Y esto es un problema.

RESIGNIFICANDO LA COMUNICACIÓN DE FRANCISCO

Debe quedar claro que Francisco en sus charlas dice ideas personales y vaguedades a sabiendas, para crear impacto y para “barrer para adentro”, o sea para acercar a la gente a la Iglesia, y luego después ahí, irlas encaminando de a poco.

Por lo tanto no se puede dar el mismo valor doctrinal a sus manifestaciones que a las de Benedicto XVI, que era pocas, muy pocas, pero precisas para el magisterio.

Estamos ante otro estilo de Papa.

Pero además está aprendiendo sobre la marcha, porque lo que le pasó con la entrevista de Scalfari – que no se grabó y probablemente el Vaticano no la revisó a fondo –  posiblemente no vuelva a suceder.

Fuentes: Signos de estos Tiempos

 

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