La hostia consagrada, que se ofrece en las misas católicas, es verdaderamente el cuerpo y la sangre de Cristo.

Las manos de los sacerdotes consagran las especies de pan y vino, y se transforman realmente.

Su consumo tiene efectos que tratamos en este artículo.

Pero éstos dependen la situación de cada persona que se acerca a comulgar.

¿Cual es el misterio que subyace en todo esto?

   

EL MISTERIO DE LA EUCARISTÍA

Jesús dijo que a menos que un hombre nazca de nuevo del agua y del Espíritu no podrá entrar en el Reino de Dios (Juan 3:5).

Y también dijo que excepto que comas la carne del Hijo del hombre y beba su sangre no tendrás vida en ti (Juan 6:54).

Nacer de nuevo, para entrar al reino de Dios en la vida eterna, comiendo la carne y bebiendo la sangre del hijo de Dios.

Creer en esto fue un desafío para los seguidores de Jesús en ese momento.

Y Juan dice que muchos discípulos no caminaron más con Él a partir de ese momento.

También es un desafío para nosotros, porque muchos cristiano por el bautismo están separados de la Iglesia porque no creen en la Eucaristía.

¿Cómo Dios va a estar en una hostia y en la sangre consagradas y no se ve o percibe?

Pero detrás de esto hay una promesa a los que acepten la existencia de Dios en la hostia consagrada: tendrán infinitas bendiciones.

La Eucaristía no es una comida ordinaria, sino una comida que asimila al que come.

Nos convertimos en Su realidad al comerla; Jesús se encarna en mí en la Santa Comunión.

Por eso San Pablo dice que somos el cuerpo místico de Cristo.

En el sacrificio de la misa se produce la transubstanciación cuando las manos consagradas del sacerdote transforman el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús.

Dios toma los elementos naturales del trigo, el agua, la vid y el trabajo agregado del hombre, para producirlos y se introducen ellos.

Es Dios mismo que está en esos accidentes y por eso las palabras “este es mi cuerpo” y “este es el cáliz de mi sangre”.

La palabra esto significa soy Yo, estoy ahí.

En la hostia consagrada está la presencia de Jesús en cuerpo, sangre, alma y divinidad para adorarlo eternamente.

Y al tal punto está ahí que Jesús le dijo a Santa Margarita María de Alacoque que su corazón estaba herido por la negligencia de estar en los tabernáculos sin recibir la debida atención.

Es el Jesús total disfrazado en los accidentes del pan y del vino.

Y cuando recibimos la hostia en la comunión recibimos el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo y somos divinizados por el aumento de la gracia santificadora nuestras almas.

En la comunión recibimos a Jesús, pero es Jesús quien me incorpora a mí a Su cuerpo Místico que es la Iglesia.

El valor de la eucaristía es avalada por todos los santos, mencionemos algunos.

  

QUE HAN DICHO LOS SANTOS SOBRE LA EUCARISTÍA

“Este es el pan de la vida eterna que sostiene la sustancia de tu alma”. (San Ambrosio)

“La Eucaristía es la consumación de toda la vida espiritual” (Santo Tomás de Aquino)

“La Sagrada Comunión es el camino más corto y seguro al Cielo” (San Pío X)

 “Si los ángeles pudieran estar celosos de los hombres, lo serían por una razón: la Sagrada Comunión” (San Maximiliano Kolbe)

 “En un día, la Eucaristía te hará producir más para la gloria de Dios que toda una vida sin él” (San Pedro Julián Eymard)

“Mientras más tiempo permanezcas alejado de la Comunión, más débil será tu alma, y al final te volverás peligrosamente indiferente” (San Juan Bosco).

“De la Eucaristía viene la fuerza para vivir la vida cristiana y el celo por compartir esa vida con los demás”. (San Juan Pablo II)

“Cuando miras el Crucifijo, entiendes cuánto te amaba Jesús entonces. Cuando miras a la Hostia Sagrada, entiendes cuánto te ama Jesús ahora “(Santa Madre Teresa de Calcuta)

   

LAS EQUIVOCACIONES PROTESTANTES

La mayoría de los grupos que surgieron de la protesta de Lutero tienen una comprensión diferente a la Católica y a la Ortodoxa sobre la eucaristía.

Y lamentablemente esto ha permeado la Iglesia Católica luego del Concilio Vaticano II (aunque no está en la letra del Concilio).

Cuándo, por el tan mentado Espíritu del Concilio se menospreció a la Eucaristía transformándola en un símbolo.

La Eucaristía no es una cena ni un banquete comunitario por más que se quiera investir de algo sagrado.

Tampoco es una conmemoración de la última cena ni una ceremonia de raíces históricas.

Ni un símbolo o signo de la presencia de Cristo entre nosotros. Sino que es realmente Cristo entre nosotros.

Es la presencia real de Jesucristo en especies como el pan y el vino, producida por la consagración de un sacerdote debidamente ordenado.

La Eucaristía es un sacramento que otorga aumento de la gracia a quienes la reciben dignamente.

De la misma forma que el bautismo, la confirmación, la confesión etc.

   

DIFERENCIA DE LA EUCARISTÍA CON OTROS SACRAMENTOS

Como dijimos la Eucaristía es el cuerpo y la sangre de Cristo bajo la apariencia de pan y vino.

Que permanece ahí todo el tiempo hasta que las especies cambien de estado.

O sea que mientras no se deterioren el pan y el vino, Cristo va a estar presente ahí con su cuerpo y con su sangre.

De modo que es una presencia continua lo que la distingue de lo que sucede en otros sacramentos, que dan la gracia de una vez y luego el vehículo se extingue.

Por ejemplo en el bautismo la gracia es transmitida por el sacerdote usando el ritual.

Y si bien la gracia permanece el vehículo que la transmitió desaparece inmediatamente.

Lamentablemente algunos sacerdotes modernistas utilizan el mismo criterio para el manejo de las partículas de la eucaristía.

Y no son cuidadosos en preservar las partículas que caen o los pedazos de hostia, porque no tienen conciencia que el Señor todavía está ahí hasta en el trozo más pequeño.

Lo que en definitiva lleva a pensar si realmente creen en la presencia real.

Jesús desde su presencia en la hostia y el vino consagrado tiene además una acción distinta en cada uno que lo come.

Lo que nos lleva a diferenciar el distinto efecto en las personas.

Se puede distinguir una recepción indigna de la eucaristía y una recepción digna.

Y también diversos niveles de eficacia.

   

QUIÉN PUEDE RECIBIR LA EUCARISTÍA

Puede recibir la Eucaristía cualquier católico apostólico romano bautizado y que tenga razón; en general de más de 6 a 7 años.

No siempre la Iglesia Católica insistió en que los fieles hicieran la comunión frecuentemente.

Fue San Pío X, a principios del siglo XX, quien puso énfasis en la primera comunión y en la comunión frecuente.

Él dijo

“Es el deseo de Jesucristo y la Iglesia que todos los fieles de Cristo se acerquen al banquete sagrado diariamente.

Nadie que esté en estado de gracia y se acerque a la Mesa del Señor con una intención correcta y devota, puede ser excluido de ella”.

Lo que implica la recomendación de comulgar con la mayor frecuencia diariamente si se puede.

Si no, especialmente los domingos.

   

PORQUE NO RECIBIR LA COMUNIÓN INDIGNAMENTE

Recibir la comunión dignamente significa ir con la disposición correcta y en estado de gracia.

De esa forma recibimos el aumento de la gracia con su consumo.

Pero hay casos en que nuestro estado puede provocar el efecto contrario a la gracia.

En la primera carta a los Corintios, capítulo 11, San Pablo dice que los que reciben indignamente la eucaristía están consumiendo su propia condenación.

E incluso sugiere que estas personas pueden sufrir efectos tan devastadores como enfermedades y hasta la muerte.

Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga.

Por tanto, el que come el pan o bebe la copa del Señor indignamente peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.

Cada uno, pues, examine su conciencia y luego podrá comer el pan y beber de la copa.

El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación por no reconocer el cuerpo.

Y por esta razón varios de ustedes están enfermos y débiles y algunos han muerto.”

De modo que el comulgante debe estar libre de pecado mortal para recibir dignamente la sagrada eucaristía y evitar los perjuicios.

Hay casos de excomunión de hecho.

Por ejemplo una persona que apoya el aborto y otras doctrinas contrarias a lo que sostiene la Iglesia no está en Comunión con la Iglesia Católica, por lo tanto no puede recibir la comunión.

Es una pena de latae sententiae, sin necesidad de declaración por una autoridad eclesiástica.

Sin embargo esto está en la práctica cuestionado por algunos sacerdotes quienes le dan la comunión, por ejemplo a parlamentarios que votan a favor de la ley del aborto.

En cambio otros se mantienen fieles al Código de Derecho Canónico y no les permiten comulgar; aunque dicho sea de paso son los menos.

La eucaristía fue dada por Jesucristo para aumentar la gracia y no para perdonar los pecados mortales.

Por lo tanto quien es consciente de un pecado mortal debe ir primero a confesarse y obtener la absolución.

Y recién ahí podrá acercarse a la eucaristía en forma digna o sea no sacrílega.

Hemos visto entonces que la eucaristía tiene efectos negativos para quienes la consumen indignamente, pero tiene efectos positivos para quienes la consumen dignamente, que referimos a continuación.

   

EFECTOS DE RECIBIR LA EUCARISTÍA DIGNAMENTE

La Eucaristía recibida dignamente tiene efectos positivos en el alma fortaleciéndola, refrescándola, deleitándola, sanándola.

Tiene efectos de supervivencia y placer en el alma, de la misma forma que la comida actúa sobre el cuerpo físico.

Veamos algunos efectos

   

PRESERVA DEL MATERIALISMO

La Eucaristía consumida con frecuencia, por lo menos dominicalmente, ayuda al comulgante a cuestionarse los placeres materiales a los que está habituado.

Y le ayuda a perseguir placeres espirituales, limpiándola del veneno que progresivamente va adquiriendo el alma.

   

DA CONSOLACIONES

Las dificultades de la vida nos llevan a que muchas veces estemos cansados, frustrados, desolados, amargados, doloridos.

Y la presencia del Señor adentro nuestro nos conforta y consuela mediante la santísima eucaristía.

   

DA ENERGÍA

Así como la comida da energía al cuerpo la eucaristía da energía al alma.

Y la capacita para tareas sobrehumanas.

Esa energía la podemos ver en el aumento de la fe, la confianza en Dios y la alegría.

   

FORTALECE LAS VIRTUDES Y DEBILITA LOS VICIOS

Cuando recibimos la Eucaristía recibimos completamente el alma y la divinidad de Jesucristo en su cuerpo y en su sangre.

De modo que de hecho es como si tuviéramos un trasplante de la mente y el corazón de Jesucristo.

San Pablo nos dice que nos revistamos de la mente de Cristo.

¿Y qué mejor forma de revestirnos con la mente de Cristo que acercarnos a la Eucaristía en gracia y con la disposición correcta?

   

AYUDA A EVITAR EL PECADO MORTAL Y SUPERAR LAS IMPERFECCIONES

En Juan 6: 51 dice “…el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.

Y la vida de la que habla es la gracia espiritual.

Esta es la gracia que nos permite un escudo para evitar el pecado mortal.

Y obtener la llave para ir superando las imperfecciones con las que lidiamos.

   

LA OBTENCIÓN DEL CIELO

Juan 6: 54 dice que “…el que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré el último día”.

Y Juan 6: 58 dice “este es el pan bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre”.

De modo que la eucaristía es la ayuda para llegar al cielo.

O sea para vivir en presencia de Jesucristo para siempre, que es su gran promesa.

   

BORRA LOS PECADOS VENIALES

Una persona que recibe la Eucaristía dignamente no recibe la remisión total del castigo debido a sus pecados sino alguna remisión.

Esto se efectúa por la caridad, y por ella se obtiene el perdón.

Y está completado también con la devoción de los oferentes, qué ofrecen su sacrificio.

El papa Inocencio III dice que la eucaristía borra los pecados del mundo exterior y evita los pecados mortales del alma”.

Y San Ambrosio dice que “el pan diario es un remedio para nuestra debilidad diaria”.

Los pecados veniales no impiden el efecto de la eucaristía, sólo la entorpecen parcialmente en sus efectos.

No bloquean por completo la gracia santificante y la caridad que el sacramento otorga al alma.

   

CONSERVA DEL INFIERNO

Fortalece espiritualmente a quien la toma contra los ataques que provienen del exterior.

San Juan habla que quién coma el pan venido del cielo no tendrá la muerte espiritual del pecado.

En Juan 6: 50 se dice que “si alguno come de él no morirá”.

Evidentemente se está refiriendo a la preservación de la condenación eterna, del infierno.

   

AYUDA A LA SALVACIÓN

Quién recibe la eucaristía con una fe vibrante, frecuentemente y fervorosamente, será salvado.

Porque como ya expresamos, dice Jesús en el discurso sobre el pan de vida en Juan 6 “yo soy el pan de vida, el que coma de mi cuerpo y beba de mi sangre tendrá vida eterna y lo resucitaré en el último día”.

   

ES UN BENEFICIO PARA AQUELLOS A QUIENES EL COMULGANTE OFRECE

La persona puede ofrecer su acto de comulgar por otros.

De modo que traslada los beneficios a otras personas, por las cuales está pidiendo cuando recibe la Eucaristía.

   

PREPARA PARA EL MARTIRIO

Hay varios estudios, especialmente sobre los mártires de México, que muestran que casi todos los mártires tenían un gran amor por la recepción de la eucaristía.

Especialmente se cuenta que el niño San José Sánchez del Río llevaba de contrabando en su cesta una eucaristía para darse fuerzas para el martirio.

   

DA SANACIÓN

Estamos hablando de sanación espiritual tanto como corporal.

Santa Faustina Kowalska sufría problemas pulmonares y cuando recibió una vez la sagrada comunión experimentó su sanación.

Y el Concilio de Trento dice que “la sagrada comunión es un antídoto contra nuestras debilidades diarias”.

   

CÓMO DEBES ACERCARTE A LA EUCARISTÍA

La Iglesia pide a los fieles que tomen la sagrada comunión al menos una vez al año, especialmente en Pascua.

Y se deben acercar a ella en estado de gracia, o sea sin pecado mortal en su conciencia, desde la última confesión.

Sin embargo la Iglesia dice que aquel que es consciente de un pecado mortal puede comulgar si existe una razón grave como el peligro de muerte, si es física o moralmente imposible confesarse, si el penitente tiene una contrición perfecta de sus pecados, y si resuelve ir a la confesión lo antes posible.

Además debe tomarla en ayuno eucarístico, absteniéndose de cualquier alimento una hora antes, aunque esto es discrecional para las Conferencias Episcopales.

Esto no implica que puedan tomar agua, y no se exige el ayuno a los ancianos y enfermos, ni a los encargados de su cuidado.

   

LA FORMA EN QUE SE RECIBE LA EUCARISTÍA

La Eucaristía puede recibirse bajo la forma de las dos especies, el pan y el vino, o solamente bajo la especie del pan.

Esto vale para los laicos, porque los sacerdotes y diáconos que celebran la misa la deben consumir bajo las dos especies.

Ante se consumía básicamente bajo las dos especies, pero esto cambió a partir del siglo XII por la dificultad de conseguir vino en todas partes del mundo.

Además el vino es más difícil de conservar y la comunión bajo las dos especies tiene más problemas para su ejecución.

La forma usual actualmente es que la comunión se distribuya bajo la especie del pan y sólo en momentos especiales se lo haga bajo las dos especies.

Bajo las dos especies debe comulgarse necesariamente en la boca, mientras que en la mayoría de los lugares se permite comulgar en la mano también cuando es sólo bajo la especie del pan.

Finalmente hay algo que se llama comunión espiritual o de deseo.

Que es ofrecerle a Cristo el deseo de comer su cuerpo y beber su sangre junto con el dolor por los impedimentos para realizar este deseo.

Esto es lo que algunos sacerdotes proponen por ejemplo a los divorciados vueltos a casar que no pueden comulgar.

Sin embargo fue muy discutido en el sínodo de la familia y no se llegó a una conclusión.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María
 

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