Diferencia entre falso y buen ecumenismo.

Jesucristo nos dice que Él es el camino, la verdad y la vida. 

Y existen numerosas pruebas que Él es Dios, como es el caso de la Sábana Santa de Turín y las apariciones durante 40 días luego de su muerte. 

Los apóstoles, los mártires, los santos han defendido y sostenido esta causa. 

Y nuestra verdadera fe viene de ellos, viene desde los apóstoles que vivieron con Jesús.

Sin embargo, hay una tentación que está surcando la Iglesia hoy, de diluir la doctrina para alcanzar a más gente.

En este video hablaremos sobre cómo se puede distinguir el falso ecumenismo del verdadero ecumenismo. 

Hay quienes piensan que bajando las exigencias dadas por Jesús podremos atraer a más personas a la Iglesia, por ejemplo, escondiendo los dogmas marianos.

Pero los dogmas se establecen para defender la fe de los que no creen.

Y se materializan recién cuando la creencia es defendida y profesada por muchos fieles y durante mucho tiempo.

Por ejemplo, cuando el Papa Juan Pablo II quiso definir el dogma de María Corredentora de la humanidad, no era porque él lo estaba inventando, sino porque ya muchos lo creían y desde hacía mucho.

Este dogma plantea que María colaboró de una manera muy estrecha con Dios para la salvación del hombre. 

No como redentora, sino como corredentora, que coopera en los planes de Dios.

Y es razonable decirlo, porque San Pablo dice que él con su sufrimiento completa lo que falta a la pasión de Cristo. 

Y como San Pablo es menor en santidad que María, ésta tiene todo el derecho de ser llamada así. 

Pero cuando Juan Pablo II iba a definir el dogma, se le acercaron unos consejeros diciendo que eso no convenía. 

Y la razón que dieron es que iba a alejar a los que no eran católicos.

¡Eso es un falso ecumenismo! 

El católico no debe romper con su identidad para agradar a otros. 

Y en este caso, poderosas fuerzas no decididamente católicas dentro del Vaticano, le torcieron el brazo al pontífice.

Cuando vemos este tipo de actitudes, debemos preguntarnos si nuestra fe debe estar puesta en nuestras creencias o si debemos cambiarlas para no afectar a los demás. 

¿Deberíamos cambiar nuestras creencias para agradar a otros?

Esta duda es muy vaticana.

Porque los evangélicos, los mormones, los musulmanes, o cualquier otra religión no anda pensando en sí lo que dicen afecta o no a otras religiones. 

Sin embargo es un punto importante dentro de la Iglesia Católica la unidad de los cristianos.

Y en cómo hacerlo distingue el verdadero del falso ecumenismo. 

El verdadero ecumenismo es el intento de unir a todos los cristianos en la doctrina, el culto y la autoridad, que se encuentra en la mayor medida sólo dentro de la Iglesia Católica. 

No es tratar de hacer un acuerdo de los puntos en que coinciden los distintos grupos, eso sería diluir la verdad.

En Juan 10:16, tenemos una clave.

Nuestro Señor dijo, «También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ésas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un redil y un solo pastor»

El papa León XIII defendió la enseñanza de la Iglesia diciendo que nunca debería modificarse para hacerla más aceptable para los posibles conversos.

Y el decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II dijo que «es esencial que la doctrina se presente claramente en su totalidad».  

Y que «nada es tan ajeno al espíritu del ecumenismo como un falso irenismo, en el que se pierda la pureza de la doctrina católica» 

La identidad cristiana, decía Juan Pablo II, no puede dividirse. 

El testimonio debe estar en todo momento. 

Y San Francisco de Asís decía que era necesario evangelizar, pero sólo algunas veces era necesario usar palabras. 

Pero sin embargo hoy, algunos escándalos que suceden en la Iglesia muestran que algunos no están dispuestos a evangelizar con su vida.

Creen que con una serie de frases hechas dichas en misa o a los medios de comunicación, algunas veces vagas, eso basta y no hay por qué hurgar en sus vidas privadas. 

La Iglesia Católica siempre ha enseñado que fue la única Iglesia fundada por Cristo. 

Y que las divisiones entre los hombres, provocadas por satanás y sus secuaces hayan provocado la existencia de otras comunidades que asumen el título de «Iglesia», es un hecho doloroso.

Pio XI dijo que «la unión de los cristianos sólo puede promoverse con el retorno a la única y verdadera Iglesia de Cristo de aquellos que están separados de Él

La única y verdadera Iglesia de Cristo permanecerá… exactamente igual a como Él la instituyó»

Pero hoy cuando se habla de ecumenismo muchos entienden que cualquier religión es buena y cualquier religión salva.

Se oye esto entre algunos católicos que van a misa.

Y la jerarquía de la Iglesia no se preocupa por aclarar este mal entendido.

Que todos los caminos conducen a Dios es una idea masónica, que quiere unificar a todas las religiones en una única religión mundial.

¿Y cómo busca materializar el plan?

Logrando que todos adoren a un dios genérico, sin mayores exigencias de moralidad, basta pedir que «sean buenas personas», sin especificar que quiere decir esto.

Y eso sí, lo que actualmente no debe faltar es que ese dios sea ecologista.

Pero ese no es el sentido. 

¿Para qué murió Jesús en la cruz? si cualquier religión te salva, como piensan muchos modernistas dentro de la Iglesia católica.

Y viene al caso que hace unos años un sacerdote católico, que pasó 40 años en la selva misionando, daba gracias a Dios porque no tuvo que bautizar a ningún indígena en su vida, porque eso significaba sacarlo de su religión y cultura.

San Pablo decía ¡Ay de mí si no evangelizo! 

El cristiano debe vivir esto porque es el mandato de Dios. 

No debe perder su identidad por las cosas modernas, pero tampoco ser un relicario de cosas viejas. 

Simplemente vivir el hoy creyendo lo que le han enseñado desde siglos atrás. 

La fe en Cristo no cambia, porque Él es el mismo ayer, hoy y siempre.

7 El ecumenismo bien entendido es simplemente convivir con otras personas que no creen lo mismo que uno. 

Quizás lo hacemos todos los días con miembros de nuestra familia y amigos.

Muchas veces en la historia los cristianos defendieron y ayudaron a comunidades de otras religiones sin cambiar de religión. 

Y fueron fortaleza para ellos en los momentos de mayor dolor.

La revolución de los santos que han formado movimientos, no ha sido porque hacen la guerra y obligan a otros a creer como en otras religiones. 

Es porque ellos han hecho como centro de su vida a Cristo y confiado en la Madre de Dios. 

Estos grandes santos evangelizaron sin necesidad de cambiar sus creencias cristianas, para adaptarlas a las otras.

Sin diluir su religión para que fuera aceptada.

Y con su ejemplo de vida lograron atraer a muchas almas, para que se hicieran cristianas. 

La fe no puede ser relativizada, porque si no, estaríamos desconfiando de que Jesús sea Dios. 

En definitiva, Cristo murió en la cruz y tuvo una gloriosa resurrección, fundó nuestra religión y el mandato que dio fue ir por el mundo predicando el evangelio y bautizando en esta fe.

Ninguna de las deidades de las otras religiones mostró que fuera Dios, ninguno pasó la prueba de volver de la muerte resucitado.

Tenemos la prueba histórica de los evangelios y el milagro de la Sábana Santa de Turín. 

Si Dios establece una religión, con sus defectos y cualidades, pero establecida por Dios, y nos dio la promesa de estar siempre con ella, entonces debemos obedecerlo tratando de extenderla por el mundo.

Y no sólo practicándola de las puertas del templo para adentro, sino a todo el mundo.

Si le hablamos a alguien de nuestra doctrina y no le convencemos, ya está, ya cumplimos con Dios, y dejemos que nuestro ejemplo de vida demuestre nuestra fe.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos hablar respecto al verdadero y falso ecumenismo, porque sobrevuela a veces dentro de los católicos la tentación de diluir el mensaje de Jesús en el afán de que ingresen en la Iglesia.   

Y me gustaría preguntarte en qué cosas ves tu que se manifiestan hoy el verdadero y el falso ecumenismo.

El texto de lo que hablamos lo puedes ver por un link que te dejo en la descripción de este vídeo. 

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