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Usa neologismos y triadas.

 

En menos de cinco meses, el pontífice argentino se transformó en un predicador que llega a propios y extraños con un discurso llano, popular. Las reflexiones del Papa impactan en el mundo por su sencillez, cercanía y efecto, pero también por su profundidad teológica y porque en ellas subyace la esencia del «programa» o «protocolo» que pretende para el gobierno pastoral de la Iglesia.

 

papa francisco inciensando

 

Dos son los elementos que hoy sobresalen.

Uno, los toques de lunfardo y porteñismos, además de innumerables neologismos.

Frases como «hagan lío», «sean callejeros de la fe», «balconeen la vida», «pasados de rosca», ponen una impronta muy argentina a la prédica de Francisco, quien tiene como frase insignia el «recen por mí».

Y el otro es que Francisco “estructura” sus mensajes, cartas y homilías en base a una triada de palabras o pensamientos, a fin de subrayar sus ideas esenciales y que queden en la memoria de los ocasionales receptores.

Se ha dicho que Jorge Bergoglio no apelaba a este recurso en Buenos Aires. Pero desde el inicio de su pontificado esa estructura triádica, sin «y» como nexo final, aparece en forma repetida en sus catequesis y meditaciones.

El obispo de Formosa, José Vicente Conejero Gallego, aseguró que Francisco estructura sus pensamientos de este modo para «mantener la atención» y con el objetivo de que «se haga más fácil para retener los conceptos y fijarlos en la memoria».

El  Papa recurrió por primera vez a este recurso el 24 de marzo en Roma, durante la misa del Domingo de Ramos:

«Los jóvenes deben decir al mundo: es bueno seguir a Jesús, es bueno el mensaje de Jesús, es bueno salir a las periferias de la existencia para llevar a Jesús».

En la reciente visita apostólica a Río de Janeiro, Brasil, para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), las tríadas fueron casi una constante de los mensajes pontificios.

En su visita al santuario de Aparecida, reclamó a los peregrinos tres sencillas actitudes:

«Mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría».

A los obispos del mundo reunidos en la catedral San Sebastián, sugirió tres consideraciones a tener en cuenta:

«Llamados por Jesús, llamados para anunciar el Evangelio, llamados para promover la cultura del encuentro».

En tanto en el Angelus, el papa llamó a imitar los gestos de,

«amor, caridad y servicio concreto de la Virgen María».

Del mismo modo lo hizo al interpelar a los obispos brasileños:

«Las urgencias del Brasil son la educación, la salud, la paz social».

Francisco también utilizó una triada durante la vigilia, en la que explicó el significado de ser discípulo misionero con tres imágenes:

«El campo como lugar de siembra, el campo como lugar de entrenamiento, el campo como obra en construcción».

El pontífice argentino planteó, del mismo modo, tres objetivos a la multitud de jóvenes reunidos en la playa de Copacabana en la misa de cierre de la JMJ:

«Vayan, sin miedo, para servir».

Al criticar que haya «tantos» desencuentros entre los argentinos, el papa retomó la fórmula en su mensaje a los devotos en San Cayetano:

«Necesitamos edificar, crear, construir una cultura del encuentro».

En la misa el 15 de agosto en Castel Gandolfo el Papa Francisco volvió al tema de la lucha entre María y el diablo, instándoles a no descuidar la dimensión de la lucha con Satanás y el mal, de la devoción mariana.

El papa articuló su homilía en tres conceptos:

En primer lugar, el conflicto entre la mujer y el dragón. La figura de la mujer, que es la Iglesia, es, por una parte gloriosa, triunfante, y por otra todavía está en trabajo de parto.

En segundo lugar destacó la palabra: «resurrección». Nuestra fe juega en el hecho de que:

«Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos. Toda nuestra fe se basa en la verdad fundamental de que no es una idea sino un acontecimiento. Y el misterio de la Asunción de María en cuerpo y alma está todo inscrito en la Resurrección de Cristo»

Y en tercer lugar destacó la palabra: «esperanza»,

«La esperanza es la virtud de aquellos que, viviendo el conflicto, la lucha diaria entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal, creen en la Resurrección de Cristo, en la victoria del amor. María creyó, y ahora este acto de fe es particularmente intenso en el Cuerpo de Cristo hoy sufre la Pasión». 

Fuentes: Valores religiosos, la Nouva Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos

 

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