Fuerzas que trabajan ocultas desde hace décadas, están operando para quitarle peso a la Iglesia Católica, y para corromper la doctrina que Jesús trajo a los apóstoles.

Y es lógico que suceda este pesado ataque, porque el maligno se iba a centrar en destruir a su peor enemigo y no en sus enemigos menores.

La estrategia es primero debilitarla, quitarle peligrosidad.

Y luego alinearla con las elites luciferinas que manejan la economía y la política mundial, para que sea un brazo propagandístico, incluso para desarmar la civilización occidental.

O sea quitarle peso y usarla.

Aquí hablaremos sobre cómo está siendo atacada interna y externamente la Iglesia, para obligarla a callar su discurso primero, y a cambiarlo después.

Los ataques externos al catolicismo así como la demolición interna que está sucediendo, ha llevado a los enemigos de la Iglesia que fundó Cristo, a firmar su acta de defunción, dicen que el catolicismo está muriendo.

Y en realidad algo así está sucediendo en occidente, porque tiene cada vez menos fieles, menos vocaciones sacerdotales, confusión doctrinal, pérdida de peso político real a nivel internacional y pecados inaceptables como los abusos sexuales de algunos sacerdotes.

Sin embargo, Jesús nos aseguró que las puertas del infierno no prevalecerán contra Su Iglesia. 

Aunque no nos dijo cuánto daño se le hará mientras tanto, hasta dónde se reducirá y por cuánto tiempo. 

A principios del siglo XIX la beata Ana Catalina Emmerich tuvo visiones de hombres malvados conspirando contra la Iglesia Católica en el futuro y vio que se construiría una iglesia falsa, sobre planes estrictamente humanos.

Y dijo,

«Veo que en el futuro la religión caerá tan bajo que sólo se practicará aquí y allá, en granjas y en familias protegidas por Dios».

Dijo ver a los obispos y cardenales de esa época como poco sólidos en la fe, amantes de las malas compañías, y a los feligreses muriendo sin los sacramentos.

Y tuvo la visión de cómo una secta secreta la atacaba astutamente. 

Una década después, Nuestra Señora de La Salette dijo que algunos sacerdotes se convertirían en «cloacas de impureza», debido a su irreverencia y su impiedad en la celebración de los santos misterios, por su amor al dinero, y el amor a los honores y los placeres de la carne.

Y sentenció que muchos conventos ya no serían casas de Dios, sino los campos de pastoreo de los Asmodeos, o sea demonios.

Más de un siglo después, en la década de 1970, Nuestra Señora apareció en Akita, Japón, y dijo que el demonio se infiltrará en la Iglesia creando el caos, con cardenales oponiéndose a cardenales y obispos contra obispos.

Y en 1972 el Papa Pablo VI sorprendió a los católicos diciendo que el humo de satanás se había infiltrado dentro de la Iglesia. 

Y agregó, que

«Se creía que después del Concilio Vaticano II habría un día soleado en la historia de la Iglesia. Pero otro gallo cantaría, porque en su lugar llegó un día de nubes, tormentas y oscuridad».

De modo que entonces tenemos profecías de una apostasía de demolición interna de la Iglesia a partir de la infiltración del enemigo, que fue confirmada que ya estaba sucediendo por el propio Papa hace 5 décadas.

Ahora, si analizamos lo que está pasando, vemos que varios factores externos están presionando a la Iglesia.

Por un lado, los avances en tecnología, medicina y ciencia han creado la ilusión de que nuestras necesidades pueden satisfacerse a un nivel puramente secular.

E incluso la Internet, puede para algunos, convertirse en un sustituto de la religión, porque allí se pueden encontrar múltiples respuestas a los problemas de la vida.  

También la influencia del evangelio del pensamiento positivo, de la huída del sufrimiento y de la felicidad, que nació entre los evangélicos, ha entrado fuertemente en el catolicismo.

Y a esto hay que sumarle el ataque de los secularistas, que dicen que los cristianos son libres de creer lo que quieran siempre y cuando no lleven sus creencias al ámbito público.

Sin embargo, es evidente que no se conforman simplemente con vigilar la esfera pública, sino que están vigilando y censurando lo que hablan los cristianos con sus amigos en la redes, cómo deben comportarse en sus negocios comerciales, cómo deben educar a sus hijos, que no se debe decir en las homilías en los templos, etc.

Incluso se están censurando pasajes de la Biblia.

La dictadura secularista es cada vez menos blanda y se está convirtiendo en una dictadura del pensamiento.

Y la presión para que la Iglesia se convierta en su aliado en el campo espiritual es cada vez mayor. 

Otro gran ataque al cristianismo proviene del Islam, que está siendo favorecido por los secularistas occidentales para liquidar al cristianismo, porque lo usan como socio, promoviéndolo, para desmontar la civilización cristiana que dio nacimiento a la cultura occidental.

Mientras que en otras partes del planeta como África, Asia y Medio Oriente la persecución que hace a los cristianos es claramente física, sin que los grandes medios de comunicación lo informen.

E incluso la Iglesia lo soslaya para que no afecte su ecumenismo. 

Todos estos enemigos están teniendo éxito porque hay poderosos eclesiásticos que parecen decididos a transformar la Iglesia, pasando de ser una institución centrada en Dios, a una organización centrada en el hombre. 

Su objetivo de predicar el Reino de los Cielos se está desvaneciendo, tomando preeminencia la creación de una comunidad humanitaria e igualitaria aquí en la tierra, en asociación con las poderosas elites luciferinas que manejan las Naciones Unidas.

Sin embargo, la paradoja es que en este proceso de hacer que la Iglesia sea más aceptable para el mundo, la han debilitado a los ojos del mundo.

Porque cuando la Iglesia afirmaba ser la única Iglesia verdadera y estaba firme en su moralidad, era mirada con más respeto, aunque a veces a regañadientes, que cuando repite los slogans de la fraternidad universal de las poderosas élites del mundo, que le quitan exclusividad. 

¿Y cómo llegamos a esto?

Esto ha sido fruto de un proceso inducido de corrupción de la doctrina. 

En que amar al prójimo ha tomado el centro desplazando en segundo lugar a amar a Dios por sobre todas las cosas.

Y al quitar a Dios y sus mandamientos del centro de la escena, llegamos a la religión del buenismo, que se preocupa más de las migraciones y del cambio climático, que de los que fueron los valores innegociables del catolicismo.

Los mandamientos de esta nueva religiosidad que hoy se está imponiendo en el catolicismo es que el objetivo central de la vida es ser feliz y sentirse bien consigo mismo.

Que Dios no necesita estar particularmente involucrado en la vida de uno, excepto cuando es necesario para resolver un problema.

Que Dios quiere sólo que las personas sean buenas, sosteniendo que siendo buenas van a ir directamente al cielo, independientemente de cumplir los mandamientos de Dios.

Sin embargo Jesús nos dice en Mateo 7:21 , «No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos».

De modo que la infiltración que ha tenido la Iglesia, a través de la masonería eclesiástica, se ha centrado en corromper la doctrina original que Cristo nos dejó a través de sus apóstoles.

Que por otra parte había sido ya profetizado por San Pablo en la segunda carta a Timoteo capítulo 4, diciendo que «llegará el momento en que la gente no tolerará la sana doctrina sino que, siguiendo sus propios deseos, dejará de escuchar la verdad».

Hoy estamos en la batalla espiritual más grande de la historia, para preservar el reservorio de la doctrina, que el progresismo quiere cambiar en los hechos.

Pero no tendrá éxito.

Ana Catalina Emmerich, que tuvo visiones sobre la demolición interna de la Iglesia que esta secta estaba haciendo, también vio su reconstrucción.

Vio a San Miguel arcángel, que descendió a la Iglesia y con su espada repelió a los malos pastores.

Vio a sacerdotes y laicos que venían de todas partes para ayudar a reconstruirla.

A los nuevos 12 apóstoles auxiliados por miríadas de ángeles.

También vio la ordenación de un converso que sería más tarde el Papa Angélico, que quitaría a los obispos tibios y rejuvenecería a la Iglesia.

Y a muchedumbres regresando a ella.

No nos dijo cuando pasará eso, pero lo cierto es que sucederá luego del proceso de ensombrecimiento que estamos cursando, cuando parezca que la Iglesia casi ha desaparecido.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las fuerzas que están atacando a la Iglesia Iglesia Católica, interna y externamente, y cómo renacerá por una intervención sobrenatural del cielo.

Y me gustaría preguntarte si crees que la Iglesia se ha estado ensombreciendo en los últimos años y cuales son a tu juicio las razones más concretas por las que sucede esto.

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