Los casos más famosos aprobados por la Iglesia.

Dios produce milagros para que la gente que tiene fe pueda ver su esplendor, en una especie de consuelo y anticipo de la vida eterna.

Pero hoy los milagros están siendo desacreditados, incluso por parte de los sacerdotes, que no toleran que alrededor de ellos el Señor esté actuando, haciendo cesar las leyes naturales, sin que ellos participen.

Sin fe no se pueden ver los milagros, pero son necesarios, en una dosis adecuada, para reforzar la fe.

Imaginate si hubiera sido posible que Jesucristo hubiera tenido los seguidores y el impacto que tuvo, si no hubiera mostrado su sobrenaturalidad a través de milagros, si hubiera dicho solamente que era el hijo de Dios y no hubiera mostrado ningún hecho sobrenatural.

Obviamente la fe no se puede sostener sólo con milagros, ni depender sólo de ellos, pero son como un viático para el viaje, que nos refrescan en el camino.  

Aquí hablaremos sobre 5 milagros famosos de cuadros de la Virgen María que tomaron vida, aprobados por la Iglesia, para que tengas la seguridad de que los milagros, que no pueden ser explicados por ninguna otra causa, existen.

Cuando Jesús fue a Nazaret durante su ministerio no hizo milagros y adujo que se debió a la poca fe de la gente de allí.

Es que es la fe la que provoca los milagros. Los milagros son la respuesta de Dios a la fe de la gente.

Es el asombro de Dios ante la confianza de la gente, que lo retribuye con la gracia de la mostración de un evento milagroso, que cesa las leyes de la naturaleza y demuestra donde reside el verdadero poder.

Hoy todavía se ven milagros, pero es incomparable a la cantidad de milagros que se producían cuando había más fe en el mundo.

Y para mostrarlo elegimos cinco casos muy clamorosos históricamente de imágenes que se movieron y que fueron aprobados por investigaciones diocesanas.

Comencemos por la imagen de Nuestra Señora de la Cabeza Inclinada, que fue un milagroso cuadro encontrado en Roma en 1610 por el venerable carmelita descalzo fray Domingo de Jesús María, entre los escombros de una casa abandonada. 

El religioso lo condujo a su celda, lo limpió y pasó a ser objeto de su veneración. 

Y en una ocasión, al arrodillarse ante él para pedirle un favor a la Virgen, se dio cuenta de que aún tenía restos de polvo. 

Lo limpió con un paño diciendo «¡Oh, Virgen pura! No hay nada en el mundo que sea digno de tocar tu rostro para limpiarlo. Pero como no tengo nada mejor que este paño, acepta mi buena voluntad».

Entonces vio que la cabeza de la imagen, que antes estaba erguida, se inclinaba en señal de gratitud, para quedarse en esa posición desde entonces. 

Y escuchó «No temas, hijo mío, porque tu intención fue bien recibida, y como recompensa por el amor que tienes a mi Hijo y a mí, pide una gracia».

Fray Domingo pidió entonces que un benefactor fallecido fuera liberado del purgatorio. 

Y María prometió atender su petición, siempre que se celebraran unas cuantas misas más por esa alma. 

Y después de algunos días, Ella se le apareció con el alma redimida.

El religioso le pidió además que todos los que venerasen con devoción la imagen fueran atendidos con misericordia. 

A lo que la Santísima Virgen le respondió: 

«A todos los que me veneren con devoción ante este cuadro y busquen refugio en Mí, atenderé sus peticiones y les concederé muchas gracias; pero escucharé especialmente a los que pidan consuelo y salvación para las almas del purgatorio».

En seguida colocó el cuadro para la veneración pública en la iglesia de su convento, en Santa Maria della Scala.

En 1629 fray Domingo se instaló en Viena como consejero de Fernando II, emperador del Sacro Imperio.

Y desde ese lugar el cuadro siguió intercediendo con milagros a las peticiones que le realizaban los fieles.

Otro cuadro que se movió fue el de la Virgen con el Niño que estaba en una iglesia llamada Santa María junto a San Celso, en Milán, que San Ambrosio había mandado pintar.

Era una imagen simple de trazo, protegida por una simple reja, al lado del sepulcro de san Celso.

Y si el tiempo atenuaba los colores y el contorno, siempre había alguien que los arreglaba y avivaba.

Era una imagen muy popular, los peregrinos le rendían homenaje.

Y el 30 de diciembre de 1485, en la misa, con 300 presentes, a las 11 de la mañana, ocurrió el hecho que marcó la historia de este lugar.     

De pronto, la figura casi difuminada de la Virgen, comenzó a moverse ante los 300 presentes atónitos

Primero levantando el velo que la protegía, luego, abriendo los brazos, y por último, uniendo las manos.

Y también el Niño pareció insinuar una bendición a los fieles.

Según los presentes, hubo una explosión de entusiasmo que duró días enteros, la iglesia se llenó de suplicantes, y se registraron cantidad de gracias y curaciones, que quedaron registradas.

Otro caso famoso sucedió con el cuadro de Nuestra Señora de los Milagros de Corbetta también en Milán.

Se trata de una bella imagen pintada, de la Madonna sentada en su trono con el Niño en su falda.

El 17 de abril de 1555 el Niño Jesús dejó el cuadro y bajó a la plaza a jugar con tres niños.

La Madonna, sorprendida por la escapada del Niño, también bajó a la plaza, para reprenderlo, como una buena madre, y ambos subieron nuevamente al cuadro.

Y a partir de ese momento la iglesia se convirtió en un lugar de peregrinación y muchos fueron los milagros que le siguieron.

Por ello el Papa Pablo IV la llamó Nuestra Señora de los Milagros.

Y en Latinoamérica hay por lo menos dos casos famosos.

Uno es el de Nuestra Señora de Chiquinquirá que bajó del cuadro el viernes 26 de diciembre de 1586, a las nueve de la mañana.

Se trataba de un lienzo en mal estado con la imagen de Nuestra Señora del Rosario, y al lado derecho tenía a San Antonio de Padua y al lado izquierdo al Apóstol San Andrés.

Después de haber estado más de dos horas en oración ante él, María Ramos oyó a una india llamada Isabel que le dijo cuando se retiraba, «Mire, mire».

Y vio que la imagen de Nuestra Señora estaba en el suelo, de pie y despedía una luz que llenaba de claridad toda la capilla.

No sólo la Virgen había bajado al suelo, sino que la imagen que hasta ese momento estaba tenue y en mal estado, se renovó totalmente con unos colores muy vivos.

Nuestra Señora apareció con el rostro muy encendido y despedía grandes resplandores que bañaban de luz a los santos que tenía a los lados y llenaba de claridad toda la capilla.

La renovación del lienzo fue testimoniada por todos aquellos que habían tratado con él, y las comisiones enviadas por el arzobispo ratificaron la autenticidad del milagro.

Y el milagro más cercano en el tiempo sucedió el 20 de abril de 1906, en el comedor del internado del Colegio San Gabriel de los Padres Jesuitas, en Quito, Ecuador.

La Imagen de la Dolorosa del Colegio parpadeó prodigiosamente en repetidas ocasiones durante 15 minutos.

Este acontecimiento transcurrió en tiempos de la revolución liberal de 1895 que venía propugnando un laicismo hostil para la educación.

Se trata de un cuadro de la Virgen Dolorosa que tiene el corazón traspasado por siete espadas.

En la mano izquierda los tres clavos de la crucifixión. Con la mano derecha aprieta contra el pecho la corona de espinas, ligeramente envuelta en una parte del manto.

Su rostro es muy expresivo, manifiesta un dolor profundo y dos lágrimas se deslizan por las mejillas.

Tiene en los ojos una inefable dulzura con un dejo de tristeza, bondad y cariño.

En la noche del 20 de abril de 1906 había 36 niños de entre 10 y 17 años en el comedor acompañados por el padre Andrés Roesch, Prefecto del Colegio, y el hermano Luis Alberdi.

La imagen estaba cerca de la mesa de los 3 alumnos menores, quienes vieron cómo la imagen del cuadro empezó a mover los párpados y abría y cerraba los ojos, expresivamente, como si tuviera vida.

Llamaron a los otros niños que fueron incrédulos, pero todos presenciaron el movimiento de los ojos de la Virgen, majestuoso, lento, a veces el ojo derecho, a veces el izquierdo, a veces los dos.

Y los niños atónitos decían a coro «Ahora cierra…, ahora abre…, ahora el izquierdo, ahora el derecho…, ahora los dos…».

Fueron a avisar al Padre y al Hermano que estaban conversando en otra mesa.

Pero el Padre no hizo gran caso, diciéndoles que no dijeran disparates.

Mientras el Hermano Alberdi se acercó fríamente y escéptico, pero quedó pasmado con el movimiento de los ojos de la imagen del cuadro.

Y cuando después llegó el Padre, dice creyó que era una ilusión óptica y se retiró a su mesa.

Pero instado de nuevo por el Hermano Alberdi regresó y vio con tanta claridad el parpadeo que le dio la sensación de escalofrío.

Luego se realizó un proceso canónico con una comisión compuesta por varios expertos, incluyendo físicos y fotógrafos que revisaron las luces, y médicos que revisaron a los niños, y la conclusión fue que el hecho no fue efecto de una ilusión sensorial ni de la imaginación colectiva.

En 1956, al cumplirse 50 años del evento, el papa Pio XII mandó coronar la imagen de Nuestra Señora Dolorosa del Colegio de Quito.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre 5 milagros de cuadros de la Virgen María moviéndose que tuvieron la aprobación eclesial, pero hay muchos más.

Y me gustaría preguntarte qué otros milagros con imágenes de la Virgen u otros cuadros religiosos moviéndose conoces.

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