Regalar y obsequiar la posibilidad de que nos regalen.

 

Se acercan la Navidad y luego el Día de los Reyes Magos, ocasiones que se usan para hacer regalos, y diversos estudios psicológicos muestran que el cerebro tiene una reacción más positiva cuando damos un presente que cuando lo recibimos. Esto coincide con las palabras de Jesús: “Hay mayor felicidad en dar que recibir” (Hechos 20:35).

 

regalo

 

Pero por otro lado, existe la tendencia también a limitar los gastos y a no sumarse al consumismo de las fiestas de fin de año, con lo cual se afecta lo emocional entre las personas.

LA GENEROSIDAD DE REGALAR LE HACE BIEN AL QUE REGALA

La generosidad propia de los actos prosociales parece tener su sitio en el cerebro. De hecho, el especialista Hugh Crago la relaciona más con el hemisferio derecho del cerebro en un estudio hecho en 2012. En otro estudio, en 2010, Elisabeth W. Dunn y su equipo encontraron que los adultos eran más felices cuando gastaban el dinero en otras personas que cuando lo hacían en sus propios placeres.

Recientemente, un artículo publicado en 2012 en PLOS One indicaba que este fenómeno puede observarse también en niños muy pequeños, a los que generalmente se les supone un mayor egocentrismo y egoísmo. En el estudio, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de British Columbia, quisieron averiguar si los niños de menos de dos años de edad mostraban más signos de felicidad al recibir un regalo en forma de golosina o al hacerlo.

Dos observadores independientes codificaban las caras de los niños en una escala desde 1 ‘Nada feliz’ hasta 7 ‘Muy feliz’. Se compararon las expresiones emocionales de los niños a lo largo de varios momentos: recibir golosinas, ver como el experimentador daba una golosina a un peluche, dar una golosina de otra persona a un peluche, o regalarle una golosina de las propias.

Los resultados mostraron que los niños, no sólo no mostraban disgusto al regalar, sino que mostraban más felicidad cuando le daban la golosina al peluche que cuando la recibían ellos mismos. De forma más significativa, sus caras reflejaron más felicidad cuando regalaban una de sus propias golosinas al peluche, lo que sucedía independientemente del grado de entusiasmo mostrado por el peluche (manejado por el experimentador).

Según los autores, éstos resultados podrían tomarse como apoyo a la idea de que la felicidad podría actuar como una recompensa que hace que repitamos una y otra vez esos comportamientos prosociales, más allá de la pura socialización o el papel de la educación en estos hábitos.

QUE DICEN LOS ANTROPÓLOGOS

El valor social de dar ha sido reconocido a través de la historia de la humanidad. Durante miles de años, algunas culturas nativas han realizado el potlatch, una compleja ceremonia que celebra el dar mucho.

A pesar de que las interpretaciones culturales varían, a menudo la posición de una familia en un clan o pueblo se definía no en función de quién tenía más posesiones, sino a partir de quién daba más. Cuanto más pródigo y oneroso el potlatch, más prestigio ganaba la familia.

Algunos investigadores creen que las fuerzas de la evolución pueden haber favorecido el dar regalos. Los hombres más generosos pueden haber tenido más éxito reproductivo con las mujeres (se señalan el uso de alimentos como intercambio para el acceso sexual y el acicalamiento, que han sido documentados en nuestros más cercanos parientes simios, chimpancés). Las mujeres que eran hábiles en dar, ya fuera alimento extra o una piel adecuada para protegerse, ayudaban a apoyar al proveedor de la familia y a sus hijos.

DIFERENCIA ENTRE HOMBRES Y MUJERES

Margaret Rucker, psicóloga especializada en consumo, de la Universidad de California, afirma que los hombres habitualmente son más conscientes del precio y del aspecto práctico cuando se trata de dar o recibir regalos, mientras que las mujeres tienden a preocuparse más por dar y recibir regalos con significado emocional.

La doctora Rucker cuenta que a menudo relata la historia de un hombre que se subió a un árbol para conseguir el huevo de un petirrojo que hacía juego con los ojos azules de su novia.

«Las mujeres dicen qué romántico. Pero los hombres afirman que es la cosa más tonta que han oído y también se preocupan por la madre que puso el huevo.»

Las diferencias en el tema parecen surgir en la más temprana infancia. Investigadores de la Universidad Loyola de Chicago estudiaron a niños de 3 y de 4 años en un centro de cuidados diurno, todos los cuales habían asistido a la misma fiesta de cumpleaños. Las niñas habían ido de compras con sus madres y ayudaron a elegir y envolver el regalo. Los varones, en cambio, no tenían idea de lo que era el obsequio. Decían: «Mientras mi mamá fue a comprarlo, yo me dormí una siesta».

EL MATERIALISMO DE LAS FIESTAS

Frustrada por la gran cantidad de gente, el tránsito, el consumismo, la gente puede verse tentada en esta época a decidir no regalar absolutamente nada. Un informe mostró que cuatro de cada cinco estadounidenses piensan que las fiestas son demasiado materialistas, según el Center for a New American Dream (Centro para un Nuevo Sueño Americano), que promueve el consumo responsable.

Pero si bien es razonable recortar los gastos durante las fiestas, los psicólogos afirman que prohibir el intercambio de obsequios con los seres queridos no es una solución. La gente que rechaza recibir o intercambiar regalos durante las fiestas, aseguran estos expertos, puede estar dejando de lado una importante conexión con la familia y amigos.

«Eso no ayuda a la relación», afirmó Ellen J. Langer, profesora de psicología de Harvard. «Si no permito que me den un regalo, entonces no aliento a los demás a que piensen en mí y en lo que me gusta. Impido a los otros que experimenten la alegría de embarcarse en todas esas actividades. Uno perjudica a los otros al no obsequiarles la posibilidad de dar

Dar regalos es a menudo la forma más evidente en que una pareja puede mostrar interés, fortalecer un lazo, e incluso puede ser señal de que una relación debe terminar. Una colega de la doctora Rucker destacó que supo que su matrimonio había terminado cuando su esposo le entregó un regalo dentro de una bolsa de almacén de papel marrón.

«Quien figura en su lista de obsequios le dice quién es importante en su vida -expresó la doctora McGrath-, indica quién es más importante y quién lo es menos.»

Pero el mayor efecto de obsequiar puede estar en nosotros mismos. Dar a otros refuerza nuestros sentimientos por ellos y nos hace sentir más efectivos y afectuosos, aseguró la doctora Langer.

Fuentes: Revisión de estudios, Signos de estos Tiempos

 

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