Letanías y Laudes a la Virgen María

Textos para-litúrgicos y devocionales que hacen revivir el clima espiritual de la Orden de los Siervos en los siglos XIV y XV. La creatividad de la Orden sigue expresándose sobre todo en el ámbito de la piedad mariana.

El sábado, día consagrado a la memoria de la Virgen María, además de la celebración comunitaria de la “misa de santa María”, como previsto por las Constitutiones antiquae, se cantan las laudes Virginis, que durante el Cuatrocientos se desarrollan gradualmente hacia la más sencilla forma de las letanías. Un testimonio interesante de esta evolución es la lauda Ave, inperadrice di Cielo, del códice Rustico.

 

AVE, EMPERATRIZ DEL CIELO

Estas letanías pertenecen al santuario de la Santísima Anunciación de Florencia y son de la primera mitad del Cuatrocientos. Se encuentran en la obra Demostraciones de la ida al santo Sepulcro, denominada hoy vulgarmente códice Rustici, porque fue escrito por Marcos de Bartolomé Rustici, orfebre florentino, muerto en 1457. El códice, fechado entre 1442 y 1448, está conservad, desde los inicios del siglo XIX, en la biblioteca del Seminario episcopal de Florencia. La obra, además de ser una relación del viaje en Tierra Santa, contiene algunas páginas dedicadas a los santuarios de Florencia, en particular, a la iglesia de “santa María de los Siervos” (n. xiij; en los ff. 11-11): “Y también está la iglesia de santa María de los Siervos, o queremos decir la Anunciación gloriosa. La cual iglesia es muy devota y bella y rica. La cual Anunciación todos los cristianos van con suma devoción. Y siempre frente a su imagen arde gran número de lámparas y antorchas; y hay un número infinito de imágenes de cera y muchos dones de plata y oro. Y continuamente siempre es presentada en dicho modo que un gran número de frailes viven por las limosnas, hechas a la gloriosa virgen María; en la dicha iglesia continuamente es beneficiada y son religiosos de santa vida y de observancia y hombres valientes llenos de caridad y de amor”. A lado de la descripción está el diseño acuarelado de todo el complejo arquitectónico.

(I)
Ave emperatriz del cielo
Ave Madre de misericordia.
Ave abogada de nosotros miserables pecadores

(II)
Dulcísima reina de los ángeles,
emperatriz del cielo.
Cámara del Espíritu Santo,
armario de ciencia.
Lirio de castidad,
flor de virtud.
Ejemplo de bondad
deseo de los ángeles,
cámara de bondad
Rosa del admirable jardín,
puerta de santidad,
flor de virtud.
Mujer de bondad,
lirio de santidad,
abogada de las vírgenes.

(III)
Alegría de los santos,
consuelo de los patriarcas,
compañía de los apóstoles,
salud de los mártires,
corona de los confesores,
sostén de los rectos consejos y de las vírgenes,
corona de santidad,
ruega por nosotros miserables pecadores frente a tu santísimo hijito, Jesús Cristo, y acompáñame con todos los coros de los ángeles, viviendo y muriendo, durmiendo y velando. Amén.

 

LAS LETANÍAS DE SANTA MARÍA DE MONTE BÉRICO

Han sido transmitidas por un códice de la Biblioteca Bertoliana de Vicenza (Ms. Gonzati 6-8-30, f. 13-15), con fecha en las últimas décadas del siglo XV o en los primeras del siglo XVI. El núcleo primitivo parece que se formó entre 1430 y 1450. Son entre las más antiguas letanías marianas atestiguadas en la Orden de los Siervos. Ellas se caracterizan por las constantes referencias al su lugar de origen, Vicenza y los vicentinos, y por el vivo y doloroso recuerdo de los desastres que periódicamente golpeaban a la ciudad y sus habitantes: la peste, la sequía, la invasión de los Turcos y el asalto de los ejércitos enemigos. En particular, la triple invocación por la liberación de la peste hace referencia a la terrible epidemia de 1428, que cesó prodigiosamente por intercesión de la Virgen. La primera iglesia de Monte Bérico fue llamada “sancta María de las gracias” en memoria de esta intervención milagrosa.

Santa María »»»»»»»»»»»»»»»»»»ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las vírgenes
Santa María, hija del eterno Rey
Santa María, madre y esposa de Cristo
Santa María, templo del Espíritu Santo
Santa María, reina de los cielos
Santa María, honor de los arcángeles
Santa María, señora de los ángeles
Santa María, alegría de los patriarcas
Santa María, verdad de los profetas
Santa María, gloria de los apóstoles
Santa María, fortaleza de los mártires
Santa María, tesoro de los sacerdotes
Santa María, adorno de las vírgenes
Santa María, ejemplo de castidad
Santa María, ejemplo de humildad
Santa María, estabilidad de todas las virtudes del bien
Santa María, alegría de todos los santos
Santa María, puerta de todos los cielos
Santa María, piadosa hacia los pecadores
Santa María, puerto de nuestra salvación
Santa María, única esperanza de los vicentinos
Santa María, refugio de los vicentinos
Santa María, abogada de todos los pecadores
Santa María, consuelo en toda tribulación
Santa María, virgen dulcísima
Santa María, sostén de nuestra fe y de nuestra esperanza
Santa María, fuente de dulcísimo amor
Santa María, llena de la gracia de Dios
Santa María, madre de todas las gracias
Santa María, madre de misericordia
Santa María, abogada de los vicentinos
Santa María, alabanza y gloria de los vicentinos
Santa María, curación de todas las enfermedades
Santa María, verdadera esperanza de quien espera en ti
Santa María, verdadera salvación de quien recurre a ti
Santa María, fortaleza de quien cree en ti
Santa María, consoladora de los miserables
Santa María, único gozo de los infelices
Santa María, sostén de los débiles
Santa María, alivio de los abandonados
Santa María, único refugio de la ciudad de Vicenza
Santa María, casa de la ciudad de Vicenza
Santa María, estandarte de los cristianos
Santa María, a la cual nos refugiamos de rodillas
Santa María, a la cual venimos llorando
Santa María, de la cual invocamos la ayuda
Santa María, de la cual imploramos la protección
Santa María, que humildemente suplicamos
Santa María, a la cual dirigimos nuestra oración
Santa María, que invocamos gimiendo
Santa María, para que la peste no nos oprima
Santa María, para que la peste no nos aflija
Santa María, para que la peste no nos golpe
Santa María, protección de los vicentinos
Santa María, salvación sólida de los vicentinos
Santa María, para que Cristo nos libre del furor de los turcos
Santa María, para que Cristo nos defienda de la perfidia y crueldad de los paganos
Santa María, nuestra salvación y defensa
Santa María, para que Cristo nos escuche
Santa María, para que Cristo no deseche nuestras oraciones
Santa María, para que Cristo mire nuestra humillación
Santa María, para que Dios acoja nuestras lágrimas
Santa María, para que Dios nos defienda de toda epidemia
Santa María, para que Cristo recoja abundantemente el agua y las lluvias
Santa María, para que Cristo nos done serenidad y salud del aire
Santa María, para que Cristo nos done la lluvia en tiempo oportuno
Santa María, para que Cristo nos done la paz
Santa María, para que Cristo libere Italia de la furia de los bárbaros.

 

LETANÍAS DEL OPUSCULUM DE NICOLÁS DE PISTOYA

Al final de su Opusculum para la tercera Orden (1497) el maestro Nicolás de Pistoya inserta las siguientes letanías.

Santa María, »»»»»»»»»»»»»»»»»»socorre a quien cae
Santa Madre de Dios,
Santa Madre e hija de Dios,
Santa Madre de Dios y virgen
Santa Madre y esposa de Dios
Santa María, virgen de las vírgenes
Santa María, jardín cerrado
Santa María, fuente sellada
Santa María, morada nupcial de pureza
Santa María, rosa de castidad
Santa María, templo de santidad
Santa María, escalera de humildad
Santa María, estrella del mar
Santa María, escalera del paraíso
Santa María, puerta del cielo
Santa María, señora de los ángeles
Santa María, reina del cielo
Santa María, lirio entre espinas
Santa María, refugio de los pecadores
Santa María, consolación de los afligidos
Santa María, alegría de los beatos
Santa María, llena de gracia
Santa María, madre de misericordia
Santa María, fuente de salvación y de gracia
Santa María, fuente de piedad y alegría
Santa María, fuente de consolación y perdón
Santa María, rebosante de piedad
Santa María, madre gloriosísima
Santa María, madre de los huérfanos
Santa María, consuelo de los abandonados
Santa María, camino de los errantes
Santa María, salvación y esperanza de quien espera en ti,

 

TE MATREM LAUDAMUS

Alrededor de la mitad del Cuatrocientos el Te Matrem laudamus –transposición en clave mariana del célebre texto del Te Deum– ha sido añadido en los ff. 154-159 del coral “C-bis” perteneciente al convento de Santa María de los Siervos de Bolonia (final del siglo XIII).

Esta forma devocional nace en el ambiente cisterciense, en el siglo XII. No se sabe cuando haya empezado a difundirse en la Orden. Tenemos también otros dos manuscritos, siempre del Cuatrocientos, en el cual aparece este himno: el oficio de la Virgen de fray Antonio Alabanti y el opúsculo de fray Nicolás de Manetto de Pistoya para la tercera Orden de 1497, que presenta dos buenas redacciones, la primera de las cuales es igual al texto boloñés (cf. Monumenta OSM. VII, p. 134-135; 166-167).

Nosotros te alabamos como Madre, * te proclamamos señora.
Del eterno Padre, estrella del mar, * te ilumina el esplendor.
A ti todos los ángeles, * a ti los cielos y todas las potestades,
a ti los querubines y serafines * con voz incesante gritan:
virgen,
virgen,
virgen de las vírgenes sin par,
antes del parte y en el parto y después del parto.
A ti, gloriosa, * los apóstoles exaltan,
te cantan, * virgen, la corte de los profetas.
A ti los mártires proclaman * madre de su Señor.
A ti por toda la tierra * la santa Iglesia proclama
Madre * de infinita pureza,
venerada esposa de Dios * ignara de nupciales,
sola grávida * por el Espíritu Santo.
Tu eres la reina * del cielo,
Tu del mundo entero * eres la señora.
Tu, para liberar a la humanidad caída * has revestido de carne
al Hijo del Altísimo:
Tu, para vencer el aguijón de la muerte, * desde el seno castísimo
has generado la vida.
Tu a la derecha de Dios Padre * eres madre del Hijo,
juez de vivos, * y también de los muertos.
A ti, pues, te pedimos, ven en nuestra ayuda a los creyentes en Cristo, *
redimidos por el preciosísimo germen de tu seno.
Sostiene a tu pueblo, eterna Señora, *
bendita e inmaculada.
Y guíalos * y llévalos hasta la eternidad.
Cada día * nosotros te bendecimos
Y alabamos el nombre del Altísimo * que te ha hecho altísima.
Dígnate, o dignísima de toda alabanza, * de ser alabada
por nosotros indignísimos.
Piedad de nosotros, Señora, * madre de misericordia.
Pase, oh María, señora de tu Hijo, sobre nosotros *
con tu ayuda con la cual aclamamos.
En ti, Señora, he esperado: * no sea confuso eternamente.

 

ALABANZA A LA SANTÍSIMA ANUNCIACIÓN DE LOS SIERVOS EN FLORENCIA

En Florencia, en el Cuatrocientos, el culto a la milagrosa imagen de la Santísima Anunciación si difundió ampliamente cada vez más. En un decreto de la República se prohíbe a los frailes de descubrir la venerada imagen sin el permiso de los Señores. Piero de los Médici (1416-1469) obtiene en 1448 el patronato jurídico del altar con el objetivo de adornarlo de una manera que corresponda a la dignidad de la imagen. Expresión típica de la devoción a la Anunciación son las alabanzas. Famosos compositores de alabanzas como Feo Belcari y Banco de los Albizi, tuvieron lazos con el santuario florentino.

Adnuntiata pel divin consiglio/Anunciación por el divino consejo

La alabanza se encuentra en un códice del siglo XV-XVI en la Biblioteca Angélica de Roma. El autor tuvo que ser Feo Belcari (1410-1484), escritor devoto que se caracteriza por la sencillez y el candor de su inspiración poética.

De la alabanza reproducimos el inicio y la parte final, interesante por la alusión a san Felipe Benicio y a los Siervos.

Anunciación, por el divino consejo,
de Gabriel paraninfo superno,
por tu virtud, el gran señor eterno
generadora te hizo de Dios su hijo.
(…)
Cuando diste respuesta al siervo santo:
he aquí la sierva del Señor, diciendo,
la eterna verdad, su carnal manto
hizo de la sangre de tu corazón tomando;
sobre ti tantas gracias infundiendo,
más que otra pobre criatura,
que algún ángel de la suma altura
te hizo sujeto, como buen siervo.
Todas las profecías, entendiste claramente,
pudiendo hacer todo milagro grande:
cada lengua y ciencia supiste.
Fuente, por el cual Dios las gracias expande,
Eres por tu mérito y virtud veneradas:
tu fuiste santa madre de Dios
que estos dones, y más que no se decir
te concediese no me maravillo.
Tanto te gustó san Felipe nuestro,
y los demás frailes buenos de los siervos tuyos,
que en el primer convento tu has demostrado
poder de tu hijito aquello que deseas;
más que otro lugar tu siempre has
derramado gracias y milagros tantos
que la capilla, con tus alabanzas y cantos,
da gloria y fama a la ciudad del lirio (Florencia).

 

SÚPLICA A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Esta invocación, que se encuentra en el Opusculum del maestro Nicolás de Manetto de Pistoya, es el desborde conmovido de un alma orante. Importante el subrayar la participación de la Virgen María a la pasión de su Hijo. 

Señora santa María, Madre de Dios, llena de piedad, hija del sumo Rey, madre gloriosísima, madre de los huérfanos, consuelo de los abandonados, camino de los errantes, salvación y esperanza de aquellos que esperan en ti, virgen antes del parto, virgen en el parto, virgen después del parto, fuente de misericordia, fuente de salvación y gracia, fuente de piedad y alegría, fuente de consolación y perdón, por aquella santa, inestimable alegría con la cual exultó tu espíritu cuando te fue anunciado por el arcángel Gabriel lo que entonces obró en ti el Espíritu Santo; y por aquella santa, inestimable piedad, gracia, misericordia, caridad, humildad por las cuales el Hijo de Dios bajo a asumir carne humana en tu venerabilísimo seno y en la cual te vio, cuanto te confío a san Juan apóstol y evangelista, y cuando te exaltó sobre los coros de los ángeles; y por aquella santa, inestimable humildad con la cual respondiste al arcángel Gabriel: He aquí la sierva del Señor, se haga en mí según tu palabra; y por aquellos santísimos quince gozos que recibiste de tu Hijo, el Señor nuestro Jesucristo; y por aquella santa infinita compasión y durísimo dolor del corazón, que probaste cuando el Señor nuestro Jesucristo, desnudo frente a la cruz y levantado en ella, lo viste colgado crucificado, herido, atormentado por la sed –le dieron hiel-, lo oíste gritar y lo viste morir; y por las cinco llagas del tu Hijo y por la contracción de sus vísceras provocada por el espasmo de las heridas; y por el dolor que probaste cuando lo viste traspasado; y por la efusión de su sangre y por toda su pasión; y por todo el dolor de tu corazón y por las fuentes de tus lágrimas, te suplico, para que tu vengas con todos los santos y los elegidos de Dos y te apresures a ayudarme y a aconsejarme en todas mis oraciones y mis peticiones, y en todas mis angustias y necesidades, y en todas aquellas cosas que estoy por hacer, decir y pensar, todos los días y las noches, todas las horas y los momentos de mi vida. Y para mi, tu siervo, de tu dilecto Hijo tuyo obtén la plenitud, con toda misericordia y consuelo, con todo consejo, con toda ayuda y todo auxilio, con toda bendición y santificación, con toda salvación, paz y prosperidad, con todo gozo y entusiasmo. Obtén también la abundancia de todos los bienes, espirituales y corporales, y la gracia del Espíritu Santo, que me disponga bien a todo, cuida mi alma, gobierna el cuerpo, tranquiliza los sentidos, da orden al modo de vivir, sostén mi actuar, lleva a madurez aspiraciones y deseos, inspira santos pensamientos, perdona el mal, guía aquellos futuros, dame una vida honesta y honorable, y la victoria contra todas las adversidades de este mundo, y me conceda la bienaventurada paz espiritual y corporal, la buena esperanza, la caridad, la fe, la castidad, la humildad y la paciencia. Guía y protege los cinco sentidos del cuerpo, haz que cumpla las siete obras de misericordia, creer y tener firmeza en los doce artículos de la fe, los diez preceptos de la ley, y líbrame y defiéndeme de los siete pecados mortales hasta el final de mi vida. Y en los extremos de mis días muéstrame tu rostro bienaventurado y anúnciame el día y la hora de mi muerte. Acoge y te imploro esta suplica oración, dóname la vida eterna, y escúchame, dulcísima María, madre de Dios y de la misericordia. Amén.

 

OFICIO DE SANTA MARÍA EN SÁBADO

En un manuscrito de Ferrara está conservado el Officium Beatae Mariae Virginis de fray Antonio Alabanti, que comprende las primeras vísperas, el matutino, las laudes, las horas menores, las segundas vísperas con todas las partes más o menos propias. Las lecturas del matutino son tomadas de san Agustín (sermón In purificatione beatae Virginis) y de Beda el Venerable (un comentario al texto evangélico de Lucas 11, 27-28). Las lecturas breves (capitula) de las laudes, de las horas menores y de las vísperas son Sirácide 24, 9-11 (primeras y segundas vísperas); Sabiduría 8, 2-3 (laudes); Proverbios 8, 17-18.21 (Tercia); Sirácide 24, 7-8 (sexta); Sirácide 24, 5-6 (Nona). Está prescrito el himno de agradecimiento Te Matrem Dei laudamus. Antífonas, himnos y responsorios son generalmente propios. No se sabe si este texto debería sustituir a otro entonces en uso. Giani recuerda que Alabanti, durante su visita a los conventos de Alemanía en 1486, llamó la atención a la observancia de la obligación de recitar el oficio de la Virgen “según la costumbre de la Orden de los Siervos”.

Inicia el oficio de conmemoración de la Bienaventurada Virgen María, reunido de la riquísima fuente de obras sagradas, dejado como testamento del reverendo general, Antonio de Bolonia, a sus religiosos de la Orden de los Siervos, para se celebrado con suma devoción cada día de sábado.

Primeras Vísperas

(…)

Oración

Dios omnipotente y misericordioso, que para consuelo de tus fieles nos has dejado el piadoso recuerdo de la Madre tuya, concede propicio; nosotros, que hacemos memoria en la tierra, podamos también experimentar en el cielo la eficacia de su intercesión.

(…)

Segundas vísperas

Con los santos y padres antiguos de la Sede apostólica se cree piadosamente que quien quiera decir devotamente este salmo, el Magnificat, con sus oraciones, por treinta días seguidos frente a la imagen de la gloriosa Virgen María, será liberado, por su clemencia, de todas las tribulaciones en la cual se encuentra. Tu por eso lee devotamente, para conseguir lo que en hay en tus deseos.

Este “Magníficat comentado” no es una creación original de Alabanti. Es una devoción mariana ya difundida, que el prior general de los Siervos reelabora, infundiéndole un espíritu más marcadamente servita (cf., en particular, el término “patrocinio” atribuido a santa María). Esta oración coral (ver la rúbrica que dice: Canticum Virginis in psalmodia) es formulada al femenino, signo de una difusión en el ámbito de comunidad de hermanas.

Cántico de la Virgen durante la salmodia 

Primer versículo: Mi alma glorifica el Señor

Oración

Santa María, madre de nuestro Señor Jesucristo, con todos los santos espíritus de la corte celestial y los elegidos de Dios, ven en mi ayuda y en tu piedad intercede por los pecados y todas mis angustias.

Segundo versículo: Y mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador

Oración

Bajo tu protección me refugio, santa madre de Dios; no rechaces mis oraciones, sino ayúdame, por tu bondad, en mis peligros; líbrame de los pecados y de las angustias presentes, Virgen gloriosa y siempre bendita.

Tercer versículo: Porque ha mirado la humillación de su esclava; desde ahora me felicitarán todas las generaciones

Oración

Espero de ti protección (patrocinium), Virgen insigne; postrada a tus santísimos pies te pido, suplicante, que por amor de tu Hijo mandes que se cumpla aquello que yo indigna sierva tuya, te pido con todo el corazón.

Cuarto versículo: Porque el Poderoso ha hechos obras grandes por mí: santo es su nombre.

Oración

Oh Señora y Reina del mundo, por la humildad ha sido dada al género humano salvación y redención, no me dejes miserablemente entre las oleadas de este extensísimo mar, dirige a mi, abandonada, tu mirada purísima, y de todas mis adversidades líbrame, oh Señora mía inocentísima.

Quinto versículo: Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación

Oración

Oh Virgen pura y madre virgen, escúchame, pecadora, sálvame porque estoy en peligro; no me niegues tu protección, para que, con el escudo de tu gracia, pueda vencer, con tu ayuda, los planes, los fraudes, los engaños, las conjuras, la facciones, las acusaciones, los escarnios, las ofensas, los insultos, las insidias y las persecuciones de todos mis enemigos.

Sexto versículo: Hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón

Oración

Santa María, potentísima Señora, ayúdame, para que con tu ayuda y tu fuerzo yo pueda vencer y superar, por medio de tu único Hijo, todos los enemigos, los adversarios, aquellos que me odian y traman contra mi el mal.

Séptimo versículo: derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes

Oración

Consuélame, oh Señora clementísima, y levántame sobre todos aquellos que traman males contra mi y el mal desean hacerme; destruye sus maquinaciones inicuas así que no puedan llevarlas a término contra mi, tu humilde sierva. Dígnate, con tu potencia, exaltarme y honrarme con la felicidad presente y futura. En el nombre de tu potentísimo Hijo.

Octavo versículo: A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Oración

Santa María, Mujer llena de piedad, escucha las oraciones de tu sierva y, por amor de tu único Hijo, defiéndeme de la ira, del odio, de la indignación de mis enemigos visibles e invisibles.

Noveno versículo: Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia

Oración

Oh Señora del mundo, escúchame, pobre y pecadora como soy; y por amor de tu único Hijo, dígnate liberarme de las calumnias, de la infamia, de la confusión y de todos los males que me circunda a causa de mis pecados.

Décimo versículo: Como lo había prometido a nuestros padres a favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Oración

Santa Madre de Dios, Virgen María: yo, miserable pecadora, por el nacimiento de tu Hijo, por el cual has generado al Creador de todos los pueblos, te pido ayúdame. Por la santa cruz, sobre el cual tu Hijo colgado te confió a su discípulo, diciendo: He ahí tu hijo, después dice al discípulo: He ahí tu madre; por el nombre y amor de él te confío mi causa, mi angustia y mi tribulación. Te suplico: intercede por mí ante Dios.

Decimoprimero versículo: Gloria la Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Oración

Oh refugio y esperanza de los pecadores, María, madre virgen de Dios: ayuda a esta miserable pecadora que soy, para que pueda vencer todos mis adversarios.

Decimosegundo versículo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración

Santa María, madre de Dios y purísima virgen, que has sido ensalzada sobre los coros de los ángeles, te pido por el venerable Hijo tuyo, para que con todos los espíritus celestiales y con los coros de de las vírgenes y de las santas mujeres te dignes, por todos los mis pecados, angustias y necesidades, derramar oraciones al Redentor del mundo. El vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Otras oraciones

Te pido, por intercesión de la santísima Madre de Dios, la Virgen María, que esté en mi corazón la fe firme, en la cabeza el yelmo de la salvación, en la frente el signo de la cruz, en la boca la palabra de verdad, en la mente la buena voluntad, en el corazón el amor de Dios, en la acción la honestidad, en el modo de vivir la sobriedad, en la prosperidad la humildad, en la tribulación la paciencia, la esperanza en el Creador, el amor de la vida eterna, la verdadera humildad, la obediencia perfecta, la caridad paciente e indulgente, y la buena perseverancia hasta el final. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Fuente: Pier Giorgio M. Di Domenico 

 
 

 

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