La oración con las escrituras no es uno de los métodos más populares entre los católicos.

Quienes se centran más que nada en las oraciones vocales.

Pero la oración a partir de los textos bíblicos tiene una larga tradición en la iglesia, es muy eficaz y da muchos frutos.

Sintéticamente lo que hacemos es leer un pasaje de las escrituras.
.
Y después poner atención en la escucha de lo que Dios nos habla, reconociéndolo a través de lo que experimentamos en nuestro espíritu y nuestro cuerpo.

Se trata de un proceso para comprender la voluntad de Dios sobre nuestras vidas.

E implica nuestra apertura para escuchar, con el corazón, lo que Dios tiene que decirnos, es un escenario de diálogo que establecemos.

Este formato nos hace recordar lo que Jesús dijo a sus discípulos antes de ascender, que el gran maestro e interlocutor es el Espíritu Santo,

“Te he dicho estas cosas mientras aún estoy contigo; pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, te enseñará todo y te recordará todo lo que te he dicho”. (Juan 14: 25-26)

El método de oración con las escrituras es simple y se puede aprender fácilmente.

Al principio su práctica no requiere de nosotros más de 15 minutos diarios.

Y es la Iglesia que fomenta este tipo de oración.

 

QUÉ DICE LA IGLESIA

La Iglesia sigue a Jesús porque Él oró con las escrituras siempre.

Desde su juventud iba a la sinagoga los sábados, dónde se desenrollaba el rollo de las escrituras, se lo leía, se predicaba y se discutía.

En varios pasajes de los evangelios está plasmado esto especialmente en Lucas 4: 16-17.

Pero también recordemos que Él estuvo 40 días y 40 noches en el desierto en oración (Mateo 4: 1-11).

Y cada vez que el diablo lo tentaba Jesús le respondía con pasajes de las escrituras.

Jesús tenía muy presentes las escrituras cuando oraba, como todos los judíos de esa época, que en general las conocían de memoria.

Luego las enseñanzas de Jesús se plasmaron en el Nuevo Testamento, que nos llama a tener viva su palabra y observar sus prescripciones,

“Todos los que escuchen estas palabras mías y actúen sobre ellas serán como un hombre sabio que construyó su casa sobre una roca (Mateo 7:24).

En el numeral 2653 el catecismo de la Iglesia Católica dice,

«La Iglesia recomienda insistentemente a todos sus fieles la lectura asidua de la Escritura para que adquieran “la ciencia suprema de Jesucristo”.

Recuerden que a la lectura de la sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues “a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras”».

Y San Ambrosio dijo también,

«Se nos ha dado la Sagrada Escritura para que Dios y el hombre puedan hablar juntos; porque hablamos con Él cuando oramos; lo escuchamos cuando leemos el dicho divino«.

Además el Papa León XIII nos advierte lo siguiente,

«En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo viene amorosamente a encontrarse con Sus hijos y habla con ellos«.

El Padre que está en el cielo derrama su amor y su disposición al diálogo en las escrituras.

Hablándoles a sus hijos, invitándoles a una comunión con Él y a confiarle sus problemas en búsqueda de solución.

De modo que la escritura es un ámbito y un insumo para practicar la oración.

 

¿QUÉ ES LA ORACIÓN EN GENERAL?

La oración es básicamente establecer una comunicación con Dios, como un amigo y como padre.

Implica mucho más que pedir y mucho más que hablar verbalmente.

Y además, cuando nos comunicamos con otra persona no sólo hablamos, sino que pasamos un tiempo juntos de silencio.

No nos centramos solamente en nuestras necesidades, sino también en comprender lo que el otro quiere y necesita de nosotros.

Hay diversos tipos de comunicación con Dios.

Una primera gran categoría es la clásica oración verbal para la comunicación con Dios.

Que la que podemos clasificar los siguientes tipos de oración:

La adoración y alabanza al Dios que nos creó y mantiene todo por puro amor.

La oración de contrición, donde pedimos perdón por nuestros pecados, con un criterio de penitencia.

La súplica, en la que pedimos a Dios por algo que creemos necesitar.

La oración de acción de gracias por las bendiciones que hemos recibido.

La oración de intercesión por las necesidades de otras personas.

A su vez estas pueden tomar forma en diversos tipos de oración individual o comunitaria.

Unas son las oraciones previamente redactadas, como pueden ser el Padrenuestro, el Ave María, el Rosario y las diversas oraciones y novenas que existen.

Otras son las oraciones espontáneas, donde se habla libremente con Dios; ya sea en un diálogo o ya sea en una enunciación como es el estilo que practican los protestantes.

Una segunda gran categoría es la de comunicación no verbal con Dios, cuyas modalidades pueden ser las siguientes:

La contemplación del mundo natural, donde Dios se nos revela en el esplendor de la naturaleza.

La contemplación de la cultura humana en la belleza del arte, la música, la literatura, la arquitectura y las relaciones que construimos con los demás.

La relación de silencio y quietud en nuestros corazones, en un proceso de transmisión de Amor sin palabras. Considerando aquí la presentación de nuestra vida y nuestros problemas a Dios en silencio.

Y también la oración mística sin palabras, como por ejemplo lo practican quienes repiten mentalmente la oración del corazón y quienes hacen meditación cristiana a través de la repetición de un mismo “mantra” permanentemente.

Finalmente están las sagradas escrituras, donde Dios nos enseña, nos consuela y nos desafía a crecer.

Para esta comunicación a través de las sagradas escrituras debemos considerar cuáles son los métodos para interpretar las escrituras qué podemos usar.

 

LOS MÉTODOS DE LA IGLESIA PARA INTERPRETAR LA ESCRITURA

En el Catecismo de la Iglesia Católica se mencionan cuatro sentidos para interpretar las escrituras.

Uno es el sentido literal, tratando de entender lo que el autor, específicamente el evangelista, quería enseñar, considerando la cultura y el lenguaje de esa época.

También hay un sentido alegórico para interpretarlas, cuándo se piensa en los significados y prototipos del Antiguo Testamento traducidos en el Nuevo Testamento.

Hay además un sentido moral personal, cuando nos preguntamos qué quiere decir un pasaje respecto a nuestra vida.

Y finalmente hay un sentido anagógico, que nos muestra la perspectiva de la bienaventuranza eterna.

La Iglesia a su vez dice que estos cuatro sentidos en los que podemos explorar las escrituras.

Se debe tomar en cuenta la unidad de toda la escritura, la tradición viva de la Iglesia y verlo todo en términos de los ojos de la fe.

Entremos entonces ahora a explicar los métodos para la oración con las escrituras.

 

VARIOS MÉTODOS ORACIÓN CON LAS ESCRITURAS

Hay infinidad de métodos para orar con las escrituras.

Algunos más centrados en la propia escritura y otros más centrados en la contemplación de la relación de la escritura con nuestras propias vidas.

Ambas categorías de métodos implican la selección de un pasaje, su lectura más de una vez y luego la meditación de su significado.

En general se recomienda que la lectura sea en voz alta para que intervengan más sentidos sensoriales.

Todos comienzan con una meditación previa donde la persona se pone en la presencia de Dios, en silencio, con disponibilidad de tiempo, pidiéndole a Dios la paz necesaria para la actividad que va a hacer y que le abra el entendimiento.

Y finaliza con oraciones de agradecimiento.

También en general se recomienda que el participante en estos tipos de oración vaya tomando nota de lo que sucedió, para luego repasarlo a través del tiempo.

En resumen la meditación bíblica supone:

Que se lee el texto bíblico lentamente y dejamos que cobre vida para nosotros.

Extraemos de ahí las verdades que Dios quiere enseñarnos.

Luego nos concentramos en algunas palabras frases imágenes.

Y finalmente dejamos que nuestro corazón se mueva libremente observando lo que está sucediendo dentro de nosotros.

Estos son tres de los métodos más usados actualmente, que pueden hacerse en forma grupal o individual.

 

LA LECTIO DIVINA

Luego de leer el pasaje se trabaja sobre lo que quiso decir el texto bíblico, reflexionando sobre su significado sobre nosotros.

Qué me está diciendo Dios sobre el texto, cómo me hace sentir, cómo le respondo, cómo voy a cambiar.

La Lectio Divina la puedes ver aquí.

 

LA ORACIÓN DE TAIZÉ

Este método se basa en la intercalación de lecturas de los evangelios o los los salmos con canciones y con silencios, para escuchar la voz de Dios en el interior de cada persona.

También se complementa con oraciones de intercesión.

El método de Taizé lo puedes ver aquí.

 

LA CONTEMPLACIÓN IGNACIANA

Este método es especialmente indicado para las escenas de los evangelios.

Se lee el pasaje del evangelio que se quiere contemplar como en el método anterior.

El participante trata de situarse dentro de la historia e incluso convertirse en uno de los personajes.

Observa, oye, siente, huele, saborea, toca.

Dialoga con los diversos personajes.

Y luego observa lo que está sucediendo dentro de él

Para la contemplación ignaciana leer aquí.

Ahora propondremos un sistema fácil y sencillo para que comiences a orar con las escrituras.

 

EL MARCO PARA LA ORACIÓN BÍBLICA

La preparación para la oración bíblica es central para estar concentrados y sacar los mejores frutos.

En primer lugar hay que elegir el momento adecuado en el que tendremos tiempo y evitaremos las distracciones.

Hay que pensar el momento en términos estratégicos, para destinar ese tiempo en adelante a esta actividad.

Por ejemplo podemos hacernos la rutina de practicar la oración con las escrituras inmediatamente que nos levantamos.

Las distracciones dependen del lugar que hayamos elegido y de la cantidad de estímulos que tengamos alrededor.

Deberíamos evitar los ruidos externos a la habitación y evitar el uso, por ejemplo, de teléfonos celulares que nos distraigan.

Por eso es recomendable leer los pasajes de las escrituras en una Biblia impresa en papel y no en el celular, para evitar la tentación de mirar alguna comunicación que nos enviaron o contestar alguna llamada.

Otro elemento central es la disposición de ánimo con que acometemos la tarea.

Debemos ponernos ante la presencia de Dios reflexionando y sintiendo amor y agradecimiento.

Lo ideal es sentarse en silencio y relajados, e imaginar cuánto nos ama y cuánto quiere ayudarnos.

Debemos también reconocer que somos débiles y no podemos hacer nada sin él y su gracia.

Luego le pedimos que envíe su Espíritu Santo en nuestro auxilio.

Y que nos dé la gracia de comprender el pasaje de la escritura, vivirlo para nuestra vida y comprender su voluntad para nosotros.

También deberíamos explicitar la gracia especial que estamos buscando.

En todo este movimiento deberíamos estar con el espíritu abierto a las mociones de Dios, comprendiendo que lo que estamos tratando de hacer es una comunicación con el Señor a través de Su palabra en las escrituras.

No estamos tratando de comprender el significado teológico de las palabras, sino su relación con nuestra vida.

Luego seleccionaremos un pasaje de la escritura que pudiera ser por ejemplo el evangelio del día.

 

UN ENFOQUE SIMPLE DE LA ORACIÓN CON LAS ESCRITURAS

Una vez solucionada la logística anterior leemos lentamente el pasaje de la escritura que hemos seleccionado.

Tratamos de hacerlo en voz alta para qua la lectura penetre en nuestro corazón a través de todos los sentidos.

Pero obviamente a en una capilla pública no podremos leerlo en voz alta.

La lectura debería ser lenta y en oración.

Deberíamos imaginarnos la escena y a cada uno de los personajes, de la manera más vívida posible.

Deberíamos preguntarnos cuál es el punto central del pasaje y que enseñanza nos está queriendo transmitir.

Esto lo deberíamos hacer en medio de un silencio reflexivo y tratando de escuchar.

Luego leemos nuevamente el pasaje y nos permitimos detenernos en alguna frase, alguna imagen, alguna palabra, que nos hayan llamado la atención especialmente.

Posteriormente le decimos al Señor lo que estamos comprendiendo de su mensaje para nuestra vida.

Le hablamos de nuestros sentimientos, temores y deseos; en definitiva le abrimos el corazón para que Él actúe.

En esta dinámica incluso le podemos preguntar a Dios si la interpretación que estamos sintiendo en nuestro corazón es la correcta.

Y con esa convicción tomamos una resolución de lo que vamos a hacer.

Incluso podemos anotar todo lo que ha sucedido para luego reflexionar: sentimientos, movimientos interiores, pensamientos.

Finalmente le damos gracias a Dios por el momento y su auxilio y terminamos con un Padrenuestro un Ave María y un Gloria.

 

TOMARNOS EL TIEMPO PARA ESCUCHAR Y TOMAR NOTA

El elemento más importante de esta metodología simple es tomarse el tiempo para escuchar.

¿Qué quiere decir escuchar?

Tratar de abrir todos nuestros sentidos para captar cualquier movimiento o moción que nos llegue.

No debemos esperar escuchar una voz audible por nuestros oídos que nos diga haz esto o haz o aquello; aunque tal vez la oigamos en alguna oportunidad.

Sino que más bien sentiremos algún movimiento en nuestro corazón que nos indique los caminos.

E incluso a veces no sentiremos nada como orientación, sino simplemente una sensación de paz y tranquilidad.

Recordar esto en nuestra memoria anotarlo como que alarga el tiempo de oración.

Y en el futuro nos permite repasar el trayecto que hemos recorrido y ver más claramente la dirección que el Señor nos va sugiriendo.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

¿Te gustó este artículo? Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis: