Quizás en los 2 o 3 años que le queden como Papa pueda abrir el proceso para una reforma histórica de la Iglesia.

Todos tienen claro que el Papa Francisco ejercerá un pontificado corto, incluso el mismo ha dicho que le quedan 2 o 3 años más y luego ha sugerido la posibilidad de que renuncie, como lo hizo Benedicto XVI. Pero aun siendo corto, ¿pasará a la historia como un período de grandes reformas?, es más ¿el propio papa Francisco pasará a la nómina de grandes reformadores de la Iglesia? 

reforma de la iglesia

Quizás lo logre. Cada vez más el papa Francisco está tomando la imagen de un gran reformador de la Iglesia, en el espíritu de la vieja tradición católica que acogió las reformas de  Gregorio el Grande, San Francisco de Asís, en incluso la reforma comenzada por Juan XXII con el Concilio Vaticano II.

En la tradición católica la reforma está asociada a purificación y renovación, a un regreso a las propias fuentes, en especial al Evangelio, bajo la guía del Espíritu Santo, combatiendo los estigmas del poder, el prestigio y el dinero.

Así el papa Francisco cita en Evangelii Gaudium «Cada renovación de la Iglesia consiste esencialmente en un aumento de la fidelidad a su propia vocación».

Ayuda naturalmente al juicio histórico y para la eternidad, que el Papa Francisco haya cimentado su profesión bajo el signo de las reformas, que parte de un concepto profundo de cuál debe ser el camino que la Iglesia debe seguir, cuales son los procesos que hay que abrir y de que estructuras se debe valer para cumplir su misión.

UN REFORMISTA DESDE EL INICIO

Esto es lo que ha hecho el Bergoglio en su vida sacerdotal, ser un reformista. Desde el inicio como párroco podemos verlo:

“Él como rector fundó una parroquia que integraba esa capilla con otra pequeña capillita que había y luego construyó tres iglesias más. Después, cuando él dejó el rectorado, continuamos con la construcción de una cuarta. Así que le dio un impulso impresionante a ese barrio y a otros barrios alrededor. Eran barrios nuevos, que fueron surgiendo con la industrialización, con gente obrera que iba a trabajar a Buenos Aires”. Esto lo cita el jesuita argentino Humberto Yáñez referido a los inicios de el padre Bergoglio como párroco.

padre bergoglio cocinando

Tuvo además después dos liderazgos reformistas importantes en la provincia jesuita en Argentina desde principios de 1970 hasta finales de 1980, y luego como al frente de la Arquidiócesis de Buenos Aires desde 1998 hasta 2012, durante la mayor parte de la que fue también líder de la iglesia latinoamericana, lo que mostró en la Conferencia del Episcopado latinoamericano de Aparecida.

Y en este sentido Austin Ivereigh, en su libro “The Grast Reformer” menciona que

“el joven Jorge Bergoglio absorbe las lecciones de Yves Congar en ‘Verdadera y Falsa Reforma en la Iglesia’, el texto que en 1950 tenía el Papa Juan XXIII junto a su cama cuando llamó al Concilio Vaticano II”. 

El concepto es que la verdadera reforma es un intento recuperar algo perdido, o restablecer el equilibrio, o hacer frente a una crisis o un mal funcionamiento.

Viene de la periferia – desde fuera al centro – a través de nuevas órdenes religiosas o movimientos que refrescan la memoria de Iglesia o la animan con celo evangelizador.

 Es impulsada, dice Congar, por «la necesidad concreta de las almas, en una perspectiva pastoral, con miras a la santidad». 

Es así que para Congar, y también para Bergoglio, la verdadera reforma tiene sus raíces en las tradiciones de la Iglesia, respetando la piedad popular y las devociones tradicionales y en el involucramiento de hablar con los fieles.

Por el contrario, la falsa reforma – que por lo general termina en el cisma y división – es impulsada por la ideología, y empujada por las élites; se aparta de la tradición, y termina por destruir la comunión, es así como se convierte en «autorreferencial».

cardenal bergoglio

SUS REFORMAS EN SUS INICIOS AL FRENTE DE LOS JESUITAS

Todos estos términos que maneja Congar son los que hemos oído decir a Bergoglio y los ha llevado a la práctica. Ha dicho que no quiere una Iglesia autorreferencial, es respetuoso de la religiosidad popular, se ha involucrado en hablar con los fieles comunes, etc.

Pero además viendo su pasado, en el momento en que se convirtió en provincial jesuita, tuvo que enfrentar una grave crisis eclesial, que lo enfrentó con los personeros de la Teología de la Liberación, y enfrentarse a la derecha política del país al mismo tiempo.

Ivereigh dice que,

“La reforma del padre Bergoglio pasó por persuadir a sus compañeros a abandonar su apego a la ideología, y poner su atención en las necesidades pastorales de los pobres. Combinado con una espiritualidad convincente y una identidad jesuita que se basó en los primitivos misioneros jesuitas, inculturada en las vidas de quienes los rodean.”

Así el papa Francisco enfrentó las tentaciones ideológicas de los guerrilleros izquierdistas y de la dictadura de derecha. Y en esa lucha salió herido porque fue desterrado a Córdoba por los jesuitas.

Luego Bergoglio se dedicó al estudio de cómo el Espíritu Santo actúa en el cuerpo cristiano, en un doctorado que se inició el Roma pero que no terminó, tratando de entender cómo los diferentes puntos de vista en la iglesia, expresados libremente y debidamente canalizados, abren espacios para que el Espíritu Santo lleve a cabo nuevas cosas, tal como lo había hecho en el concilios de la Iglesia primitiva.

También le importó entender lo que destruye el camino hacia la convergencia – las tentaciones que se convierten en contradicciones y desacuerdos.

SUS REFORMAS A PARTIR DE CARGOS DE AUTORIDAD EN LA IGLESIA

Como obispo, tuvo que tratar otros tipos de mundanidad: el atractivo de las cenas ricas, y la vida ejecutiva; la aceptación de la generosidad del Estado a cambio de consentimiento político; e infinidad de formas en que la Iglesia podría ser objeto de comercio para fines temporales.

Como arzobispo cardenal Bergoglio rechazó deliberadamente los cócteles del rico norte de Buenos Aires, con el fin de asistir a las fiestas populares de los santuarios y los barrios bajos. 

Lo que había pedido a los jesuitas en la década de 1970 – arraigarse en los valores de los simples fieles, servir a los pobres, siendo parte del pueblo – ahora instó a los políticos e intelectuales a hacer, argumentando que se trataba de la «verdadera revolución».

Ahora, como Papa, Francisco lleva a cabo reformas a la Iglesia universal de acuerdo con los mismos criterios.

Cada semana, en su audiencia general, se  conecta con lo que él llama «santos fieles del pueblo de Dios», y toma posición contra los príncipes tanto de este mundo como de la Iglesia.

papa francisco muestra la biblia

LA REFORMA PARA SERVIR A LAS ALMAS

El elemento importante de su reforma, como él mismo ha dejado claro, no es la limpieza curial o incluso los grandes cambios en el gobierno, sino separar la Iglesia de lo que Henri de Lubac llama «la mundanidad espiritual».

El discurso de Bergoglio como jesuita y arzobispo, e incluso a los cardenales en la víspera del cónclave, es que la obsesión por la claridad de la doctrina en lugar de sanar a los heridos, por los escándalos en el Vaticano, el miedo del secularismo, es un síntoma de una Iglesia que tiene atado a Jesús la sacristía, y se niega a dejarlo salir afuera. 

En su discurso en que planteó la imagen de una Iglesia evangelizadora llamó a ir

“a las periferias geográficas sino también a las existenciales: las del misterio del pecado, del sufrimiento, de la injusticia, de la ignorancia y la falta de religión, las de pensamiento y las de toda clase de miseria».

Y cuando la Iglesia no lo hace «se convierte en auto-referencial y se enferma».

La Iglesia se convierte en auto-referencial, dijo a los cardenales, «cuando trata de creer que tiene su propia luz» en lugar de reflejar la luz de Cristo.

La elección es entre una Iglesia evangelizadora que sale de sí misma, con devoción a escuchar y proclamar fielmente la Palabra de Dios, y «la Iglesia mundana que vive en sí misma, de sí misma, para sí misma».

Esa elección, dijo,

«debe dar lugar a los posibles cambios y reformas que deben llevarse a cabo para la salvación de las almas.» 

Esta frase es casi exactamente la de Congar:

«Las reformas que se han sucedido en la Iglesia son los que se han hecho con la preocupación por la necesidad concreta de las almas, en una perspectiva pastoral, con miras a la santidad».

Su visión es la de una Iglesia «en estado permanentemente de misión», como él dice en Evangelii Gaudium

«para que las costumbres de la Iglesia, las formas de hacer las cosas, los tiempos y las agendas, el lenguaje y las estructuras, puedan ser canalizados adecuadamente para la evangelización del mundo de hoy en lugar de a la propia auto preservación«. 

Ese es el propósito de su pontificado; y la razón por la que aunque dure un corto tiempo como Papa, se le pueda considerar un gran reformador.

LA REFORMA DE LA ESTRUCTURA CURIAL SIGUE

Hemos descripto la dirección que el papa Francisco quiere darle a las reformas de la Iglesia, que pasan preferentemente por un cambio de mentalidad, y dentro de ella, la reforma en la mentalidad y conducta de os sacerdotes y obispos.

En esto Francisco ha sido claro al hacer un identikit de cómo quiere que sean sacerdotes y obispos, ver aquí.

Pero también eso implica una reforma de las estructuras de la curia vaticana para facilitar las reformas que busca.

Es así como este lunes las reformas tomaron un cuerpo más consistente.

El Gobierno del Vaticano girará en torno a un «Consejo de Ministros», formado por una docena de personas, responsables de los nuevos dicasterios que conformarán la Curia Romana. Al frente de dicho «consejo de ministros», estarán los «doce apóstoles de Francisco».

El proyecto incluye la práctica desaparición de los Consejos Pontificios, que se integrarán en las 12 nuevas «congregaciones» (no se conoce si el término seguirá siendo éste, o directamente se hablará de «Ministerios»).

consejo asesor del papa francisco

Ellos serán: Doctrina de la Fe, Culto Divino, Causas de los Santos, Iglesias Orientales, Evangelización de los Pueblos, Clero, Institutos de Vida Consagrada, Educación Católica y Obispos, Laicos y Familia Caridad y Justicia (que reunirá las funciones de los consejos pontificios Justicia y Paz, Cor Unum, Migrantes y Pastoral de Salud) y Comunicación.

En el Vaticano también habrá una mayor separación entre el poder legislativo y el judicial, con los Tribunales de la Signatura Apostólica con una mayor independencia, aunque los delitos graves (como en el caso de la pederastia) seguirán dependiendo de Doctrina de la Fe.

El Secretario de Estado se convertiría en una suerte de canciller (asuntos exteriores) que también ejercería el papel de «primer ministro».

La reforma de la Curia reducirá hasta el extremo la presencia de obispos y cardenales. El Papa quiere evitar que la Santa Sede se convierta en una «conferencia episcopal» con medio centenar de prelados trabajando -y murmurando-, lo que, es definido como un peligro de «autorreferencialidad» y de «carrerismo» que se quiere erradicar.

CONCEPTOS CENTRALES DEL DOCUMENTO PRESENTADO POR EL PAPA

Los principios inspiradores son que la reforma de la Curia Romana ayude al Papa en el gobierno cotidiano de la Iglesia y que sea «instrumento de la unidad de toda la Iglesia».

«El trabajo de la Curia debe ser sinodal». «La reducción significativa del número de dicasterios permitirá encuentros más frecuentes y sistemáticos de cada prefecto con el Papa» dado que no serán «un grupo excesivamente numeroso».

La «sinodalidad debe ser utilizada en el interior de cada dicasterio», dando «particular relevancia y frecuencia a las sesiones ordinarias, con una mayor participación de los miembros».

El documento anima a «evitar la fragmentación y la multiplicación de sectores especializados, que pueden tender a la autorreferencialidad».

«El empeño de todo el personal de la Curia debe estar animado por una espiritualidad de servicio y de comunión: se trata de crear estructuras que eliminen el carrerismo«.

«Un modo de evitar el peligro del carrerismo» es conseguir que los oficiales de dicasterios no ejerzan su autoridad «porque sean obispos, sino por la autoridad concedida por el Santo Padre».

«Deberá procurarse un acceso a un número mayor de laicos, especialmente en algunos dicasterios en los que puedan ser más competentes que los clérigos o religiosos», como sucede con el macrodicasterio de Laicos y Familia, del que estarán al frente laicos.

Fuentes:

 

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