Hay un género recurrente en Hollywood.

Que a diferencia de otros temas no rehúye de los símbolos cristianos explícitos.

Son las películas de exorcismos.

El conocimiento de estos temas es necesario, tan necesario que Cristo predicó abiertamente sobre el demonio (Juan 8,43s) y sus secuaces (Lucas 13,32).

Pero tampoco se debe caer en la morbosidad.

En este artículo exponemos sobre como la industria cinematográfica retrata estos casos y los hechos reales tras los éxitos de taquilla que apuntan a la verdad de la doctrina católica.

El exorcista y teólogo especializado en demonología, P. José Antonio Fortea Cucurull, sintetiza esto con su frase:

«El buen conocimiento del Mal lleva a Dios. Del mismo modo, un conocimiento deformado del Bien aleja de Dios».

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¿ES LÍCITO VER PELÍCULAS DE EXORCISMOS?

Pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas. (1 Tesalonicenses 5,5)

El exorcismo es la práctica religiosa realizada contra una fuerza maligna utilizando diversos métodos.

Su fin es expulsar, sacar o apartar una entidad maligna de una persona, objeto o área.

En la teología católica encuentra su base en los evangelios donde se narran las liberaciones y expulsiones de demonios que realizó Jesús (Mateo 8,28ss ; Marcos 9,21ss).

Actualmente, luego de descartar anomalías psíquicas, suelen considerarse signos de posesión diabólica: la aversión vehemente hacia Dios, la Virgen, los Santos, la cruz y las imágenes sagradas.

Trasladar todo esto en una historia ficticia o basada ligeramente en hechos reales suele ser una fórmula ganadora en Hollywood.

Paz Echeverría, miembro de la fundación “Orientación Cinematográfica Católica” (Chile), nos advierte sobre esto:

«Es un tema de moda. En la cultura actual se busca promover todo lo relacionado con el mal.

Es una de las maneras de impactar fuertemente al público y como es un tema del cual se habla pero se tiene poca formación, produce los efectos de terror y pánico».

Se puede caer en el error de volver “emocionante” al demonio, disfrazarlo de un personaje de ficción, nada más lejos de la realidad.

La Tentación de Cristo – Ary Scheffer, 1854

El demonio existe, es una persona, es un ser racional, tal como asegura su santidad el Papa Francisco:

“El demonio no es una fábula: existe, y los cristianos no deben ser ingenuos frente a sus estrategias”

No se debe “jugar” con el ocultismo o el demonio, jamás. Añade el Papa:

«El diablo que suele esconder sus engaños bajo la apariencia de la sofisticación, de la fascinación por ser “moderno”, “como todo el mundo”.

Con todo esto, el diablo nos distrae con el señuelo de placeres efímeros y de pasatiempos superficiales, mientras malgastamos los dones que Dios nos ha dado jugando con artilugios triviales y encerrándonos en nosotros mismos».

Por su parte en una entrevista a ACI Prensa, Julio Pozo, Director Ejecutivo de la distribuidora católica Areópago Comunicaciones, compartió su opinión:

«El catolicismo es la fe de la libertad, es decir que todos los cristianos formamos nuestra conciencia sobre el bien y el mal para luego tomar buenas decisiones.

Entonces si sabe que se va a pasar mal viendo una película así, o si no se le toma el peso a esta realidad, es preferible ver una película que aporte valores; hay cosas más interesantes que ver».

Parece que san Pablo lo resumió bien cuando escribió en su epístola:

“Todo es lícito”. Pero no todo conviene. “Todo es lícito”. Pero no todo edifica. (1 Corintios 10,23)

Ante todo, la prudencia (Romanos 2,14s), somos templo del Espíritu Santo, la ley ya no está en piedra sino en nuestros corazones (2 Corintios 3,3), dice sobre esto el catecismo de la Iglesia católica:

1806 La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo.

…Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.

La prudencia y la docilidad al Espíritu Santo nos ayudarán a tomar la decisión correcta.

 

LAS PELÍCULAS DE EXORCISMOS

Detrás de cámaras de la filmación de la película de “El Exorcista”.

Varias películas de Hollywood logran sacar partido atrayendo espectadores con este tema tan extraordinario y dramático.

Suelen ser tramas un tanto superficiales donde sólo dejan los símbolos externos del exorcismo católico, mientras que las enseñanzas de fe son a menudo omitidas o atenuadas.

Esto da como resultado filmes en donde se exageran los efectos especiales y disminuyen mucho del posible mensaje evangelizador, aunque no todo se pierde.

Según el crítico de cine Carl Kozlowski,

“la capacidad de estas películas para llegar a un público de terror que normalmente se abstiene de todo lo religioso la hace una de las películas más valiosas de Hollywood en estos días”.

“No son directamente películas cristianas, sino que es la fe la que está integrada en ellas».

Rescatando lo bueno de estas producciones (1 Tesalonicenses 5,21) cabe destacar algunas anécdotas reales que fueron omitidas de las mega producciones hollywoodenses sobre exorcismos.

 

EL EXORCISTA (1973)

Esta película fue dirigida por William Friedkin y contó con un guion escrito por William Peter Blatty, este escrito fue la adaptación del libro homónimo del mismo Blatty.

La novela de “El exorcista”, publicada en 1971, tan sólo en Estados Unidos llegó a vender cerca de trece millones de ejemplares, y está basada en investigaciones de Blatty sobre un caso real.

El exorcismo de Roland Doe, un chico y no una chica como en la película, fue la fuente de inspiración para la novela y película, ambas de referencia obligada en la temática de exorcismos en la cultura popular.

Si examinamos la realidad tras el libro nos encontramos con fuertes indicios de verdad doctrinal.

El chico poseso no era católico sino luterano.

Su Tía, que era espiritista, lo inició en el mundo del ocultismo.

Al morir ella, él trató de contactarla por medio del tablero de ouija, esto abrió las puertas a los demonios en la vida del chico.

Se intentó liberarlo por primera vez con un exorcismo episcopal, y este no fue efectivo en él.

Más tarde se volvió a intentar con una sesión de exorcismo “informal” con la ayuda de un sacerdote católico. Todo se salió de control terminando con el presbítero herido y el “exorcismo”

Finalmente se acudió con el P. Raymond J. Bishop, y acá las cosas cambiaron.

El P. Bishop con ayuda de sus colegas el Rev. William S. Bowdern y el Rev. William Van Roo, todos jesuitas, hicieron las cosas como la Iglesia católica lo requiere.

Fr. Bowdern solicitó el permiso del arzobispo para expulsar la plaga de demonios que poseían al muchacho.

La autorización fue concedida con la exigencia de que Bowdern estuviera a cargo, que no revelara el lugar y que llevara una crónica detallada de los hechos.

No fue fácil, se realizaron 30 exorcismos durante varias semanas, con el último ritual de exorcismo se pudo escuchar el ruido intenso “como el de un trueno” abandonando el lugar.

Luego de los rituales, la familia jamás volvió a tener problemas y regresó a su hogar.
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El chico, ahora católico, se convirtió en un hombre exitoso, felizmente casado, con hijos y nietos.

Este caso nos revela la importancia de la sucesión y la autoridad apostólica, los apóstoles fueron los primeros exorcistas designados por Nuestro Señor, y ellos han heredado este carisma hasta nuestros actuales obispos.

Bien lo dice el documento de la Iglesia para la presentación del nuevo rito de exorcismo:

“La Iglesia está llamada a seguir a Jesucristo y ha recibido, de Cristo mismo, el poder de continuar, en su nombre, su misión.

De aquí que la acción de Cristo para liberar al hombre del mal se ejercita a través del servicio de la Iglesia y de sus ministros ordenados, delegados por el obispo para cumplir los ritos sagrados dirigidos a librar a los hombres de la posesión del maligno.”

La aprobación del obispo para un exorcismo no es burocracia innecesaria sino la valida transferencia de poder y autoridad apostólica sobre el exorcista, y esto proviene de Cristo mismo (Marcos 3,13-15).

 

EL CONJURO (2013)

Es una película de terror, basada libremente en hechos de la vida real, dirigida por James Wan.

La historia gira en torno a los esposos e investigadores católicos, Lorraine y Ed Warren, que intentan ayudar a una familia que sufre la infestación demoniaca de su vivienda y la opresión demoniaca sobre la madre.

El fenómeno mediático de este filme surge del éxito de una película anterior llamada Terror en Amityville”.

Ambas pertenecen a un nuevo discurso en Hollywood donde las películas de exorcismos aceptan la existencia y eficacia de los exorcistas, pero los contraponen a la jerarquía y moral de la Iglesia como institución organizada.

Al tratarse de una adaptación libre, se puede observar como la “burocracia” de la Iglesia entorpece el proceso y Ed Warren toma el papel de “exorcista de emergencia” para ayudar a la familia.

Y los errores doctrinales no terminan allí, en el clímax de la historia la madre de familia es la que expulsa a la entidad de su interior, no invocando el poder de Dios, sino aferrándose al amor que tiene por su familia.

La película queda como el retrato ficticio de un imposible “exorcismo secular”, se termina de expulsar al mal con la sola fuerza del amor humano.

Por otra parte, en la historia real los hechos difieren en lo esencial.

La verdad sale a luz comenzando por la frase final de Ed Warren:

«Las fuerzas diabólicas son formidables. Son inmortales y existen hoy en día. El cuento de hadas es real.

El diablo existe. Dios existe. Y nosotros, como personas, decidimos nuestro destino final dependiendo a quien elijamos».

A la derecha Ed Warren y a la izquierda quien lo interpretó en la película “El Conjuro”, Patrick Wilson, ambos posando junto a la muñeca “Annabelle” real.

 

Otros hechos reales fueron:

La casa fue infestada debido a que su dueña original fue una bruja satanista, quién presuntamente sacrificó a su bebe.

Efectivamente, los Warren fueron de los pocos laicos autorizados oficialmente por la Iglesia para realizar la investigación y los informes de este tipo de fenómenos.

Pero Lorraine insiste en que ella y su esposo jamás trataron de ejercer como exorcistas, es consiente que éste acto debe ser hecho por un sacerdote católico.

La investigadora aclara que una de sus mayores preocupaciones fue la falta de fe religiosa en la familia.

Esto se ve en la película cuando los investigadores opinan que los hijos de la familia afectada deben ser bautizados con urgencia.

Una de las hijas afectadas, Andrea Perron, aclara que nunca hubo un exorcismo real, no fue necesario en su caso particular para controlar la acción demoniaca en la casa y detener la influencia en su madre.

“Fue horrible, cariño. Tú sólo tienes tu fe como protección. Yo siempre he tenido mi fe. Dios al protegerme me permitió hacer esto”. Concluye Lorraine Warren.

Lo rescatable tanto de la historia real, como del guion ficticio, es la confianza en la eficacia de los sacramentos para expulsar y frenar al mal.

La presentación del nuevo ritual de exorcismo vuelve a ser pertinente para aclarar esto:

“De una manera simple, el exorcismo se practica durante la celebración del bautismo.

El exorcismo solemne, llamado ‘gran exorcismo’, puede ser practicado sólo por un presbítero y con el permiso del obispo.

En esta materia es necesario proceder con prudencia, observando rigurosamente las normas establecidas por la Iglesia.”

 

LÍBRANOS DEL MAL (2014)

Dirigida por Scott Derrickson, está basada en un libro de no ficción de 2001 titulado “Cuidado con la Noche” (Beware the night) escrito por Ralph Sarchie y Lisa Collier Cool.

La película y el libro tratan de la vida real de Sarchie, un policía de Nueva York que conoce a un sacerdote católico que le convence de investigar un caso de presunta posesión, y de cómo al resolverlo el policía recobra la fe.

Poco de la vivencia real escrita en el libro sobrevivió a la edición de los escritores del guion y los productores del filme, sin embargo conservó algo de la esencia:

Retrata la vida de un hombre normal que lucha por mantener a su familia económicamente mientras su matrimonio se deteriora debido a su ausencia por tanto trabajar.

Se puede apreciar como ningún humano, por más “común” que sea su vida, es ajeno a la realidad de los seres espirituales que están dispersos por el mundo.

En diversas entrevistas Sarchie explica que fue educado como católico, que se alejó de la fe en su juventud, pero que la recuperó cuando como policía se encontró en la peor zona de Nueva York.

Muchas veces se infiltró en bandas criminales, y allí descubrió que además de la maldad humana, de criminales o adictos desesperados había otra maldad más profunda.

“Si iba a implicarme en la batalla con el demonio, necesitaba estar fuerte en la religión”. Asegura el ex sargento.

A la derecha el actor Eric Bana y a la izquierda su personaje, el verdadero Ralph Sarchie.

Como en la película, Sarchie comenzó su conversión como “discípulo” de un exorcista.

En la vida real lo fue del sacerdote irlandés Malachi Martin (1921-1999) mientras ayudaba en la atención a víctimas que sufrían por actividad demoníaca.

A su vez este sacerdote por sí mismo sería merecedor de su propia película:

Fue ayudante del cardenal Bea en el Concilio Vaticano II, experto en el diálogo con el judaísmo y los ortodoxos.

Dejó la Compañía de Jesús desencantado por el caos del post-concilio, emigró a EEUU y trabajó de taxista y limpiando platos.

Se dedicó a escribir novelas (tenía un encargo de Pablo VI de evangelizar con la comunicación).

Y fue un férreo tradicionalista, sin ser sedevacantista.

La película desfiguró la realidad del P. Martin, se esfuerza por hacerlo parecer “rebelde” a la ortodoxia a pesar de que, si acaso lo fue, fue rebelde pero por tener opiniones muy tradicionalistas, polémicas y hasta extrañas.

Por su parte, actualmente Sarchie realiza oraciones de liberación, pero como laico es sobre todo un ayudante y estudioso, un demonólogo.

Dice el ex oficial: “Hoy rezo cada día el Rosario, y pido cada día a Dios para que lo que yo haga con mi vida le plazca”.

En todo caso es una de las películas que menos ataca a la Iglesia como institución y esto se debe a que el director de la misma, Scott Derrickson, afirma que está «a un libro de Chesterton de distancia» de hacerse católico.

En sus palabras: Flannery O´Connor dijo que el catolicismo es la única institución que queda en el mundo que protege el misterio, y pienso que es cierto”.

«El terror es el género de la no-negación», afirma: “es admitir que hay dragones, que hay que enfrentarlos, que el mal existe, asumir la realidad”.

Estas son sólo tres películas de las muchas que hay, la mayoría no son rescatables, otras como El Rito o El exorcismo de Emily Rose son más realistas que las mencionadas.

Cada cristiano debe tomar la decisión informada de qué película ver teniendo en cuenta si será fructífera o dañina para su vida espiritual.

Al final, algo de este cine cumple un cometido involuntario, el Padre Fortea lo tiene claro:

“Es curioso el poder de una película. Muchas personas –en realidad millones en todo el mundo– que no creen en milagros ni en nada extraordinario, sin embargo, quedaron profundamente impresionadas y estaban abiertas a la posibilidad de que hubiera ‘algo’”.

Terminemos con la oración a san Miguel Arcángel:

San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra las perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.

Fuentes:


Informe Redactado por Marvin Marroquín
Estudios en arquitectura, filosofía, teología y apologética

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