La pena y el tiempo de purgatorio depende del cumplimiento a las órdenes de Dios.  

Quienes llegan al Purgatorio después de morir saben que están salvados y que pasarán por una purificación hasta llegar al Cielo.

Sin embargo, no saben la rudeza del Purgatorio que tendrán ni su duración.

Los místicos que reciben la visita de Almas del Purgatorio han dicho que algunos tienen purgatorios más duros y más largos, según la responsabilidad que les ha sido dada en la Tierra.

Aquí hablaremos sobre las evidencias que les fueron mostradas a los místicos sobre qué tipo de responsabilidad amerita que Dios juzgue a las personas con más severidad.

Y nos debería llevar a la reflexión sobre cómo hemos cumplido nuestra responsabilidad en vida.

Según María Simma, la vidente austríaca de Almas del Purgatorio, que murió en el 2004, la mayor «queja» de las almas del Purgatorio es el olvido casi total de sus familiares y seres queridos.

Se quejan de no recibir ayuda espiritual de aquellos a quienes ellos mismos ayudaron tanto en vida.

Especialmente se ofrecen pocas oraciones por ellos, incluso en sus funerales.

A pesar que las oraciones son precisamente lo que más necesitan.

En cambio los hermosos memoriales, las celebraciones, los tatuajes, etc, aunque pueden tener buenas intenciones, en realidad no hacen nada para aliviarlos de su sufrimiento en la purificación, ni para acortar su estancia en el Purgatorio.  

Es que como ya no poseen un cuerpo físico, no pueden hacer sacrificios por sí mismos en reparación de sus pecados y no pueden dar físicamente una ofrenda para pedir Misas para ellos mismos.

Entonces solo pueden ofrecer a Dios sus oraciones y el arrepentimiento por sus pecados, por lo que, en muchos sentidos, están casi indefensos.

Y por lo tanto están obligados a confiar en la misericordia de Dios, en la extraordinaria ayuda de la Virgen María, en las oraciones de los Santos del Cielo, y en las oraciones y sacrificios de la Iglesia y de todos los seres humanos aquí en la Tierra.

María Simma nos dice que según su experiencia con Almas del Purgatorio, una cosa muy importante es aceptar antes de morir todo el sufrimiento que Dios nos ha enviado. 

Y cuenta el caso de una mujer y un sacerdote que estaban en el mismo hospital con tuberculosis. 

La mujer le dijo al sacerdote, «he pedido al Señor que me dé la oportunidad de hacer mi Purgatorio aquí mientras todavía estoy viva». 

Y el sacerdote le respondió, «no me atrevo a pedir eso». 

Cuando ambos habían muerto de tuberculosis, el sacerdote se le apareció a la monja en una visión y le dijo que la mujer se había ido directamente al cielo.

Mientras que el sacerdote tenía que pasar mucho más tiempo en el purgatorio por no aceptar su sufrimiento y ofrecérselo a Dios, en reparación por sus pecados y además era sacerdote.

Dios da valor a nuestros sufrimientos que ofrecemos con amor. 

Los sufrimientos de la Tierra valen mucho más en reparación por nuestros pecados en comparación con los sufrimientos del Purgatorio. 

Por eso, una enfermedad mayor antes de morir puede ser en realidad una gran bendición y gracia de Dios.  

Pero además en este caso, la actitud del hombre tenía el agravante precisamente de ser sacerdote.

Porque en los anales de los santos y místicos que conversan con las almas santas, es un hilo conductor que los sacerdotes sufren más y por más tiempo en el Purgatorio.

Por ejemplo, las Almas del Purgatorio le enseñaron a María Simma, que recibir la Comunión en la mano era ofensivo para Dios.

Y además que los obispos que habían impulsado esta práctica en sus diócesis habían cometido un grave sacrilegio, y tendrían que pagarlo muy caro en el Purgatorio.  

De hecho, las almas santas le hablaron de cierto Obispo que tuvo que permanecer en el Purgatorio hasta el fin del mundo, aparentemente por esta misma razón. 

Y luego también le dijeron que hay otro Obispo que va a tener que quedarse en el Purgatorio hasta que se rescinda el permiso para la Comunión en la mano en su diócesis.

Estas mismas Almas le han mostrado cosas similares a otros místicos que las reciben en la Tierra.

A Santa Margarita María de Languet, que vivió en el siglo XVII, una vez se le apareció un hombre en llamas cuando estaba ante el Santísimo Sacramento.

El hombre en llamas le dijo que había sido monje benedictino del monasterio de Cluny y que una vez ella se había confesado con él y él le había dado la Sagrada Comunión. 

Había muerto y estaba pasando por un Purgatorio muy doloroso.

Nuestro Señor le había dado un permiso especial para aparecerse a Margarita María para pedirle que orara por él y que ofreciera por él todo lo que hiciera y sufriera durante 3 meses. 

El monje benedictino le explicó por qué estaba en el Purgatorio, en primer lugar, porque en su vida terrenal había estado afligido por el narcisismo, le daba tanta importancia a su imagen personal y a cómo era percibido por los demás, que quería su propia gloria primero y la gloria de Dios en segundo lugar. 

En segundo lugar, había carecido de caridad hacia sus compañeros monjes benedictinos. 

En tercer lugar, dio demasiada devoción a otras personas y así elevó a las criaturas de Dios por encima del amor de Dios mismo.  

En cuarto lugar, el monje dijo que sus conversaciones sobre la santidad con otras personas desagradaron mucho a Dios. 

Y que todo esto fue agravado por ser religioso.

En otra oportunidad se le mostró a Santa Margarita María a una monja siendo purificada en el Purgatorio.

Estaba en un lecho de tormentos debido a su habitual pereza durante la vida y porque su corazón había alimentado malas inclinaciones y su lengua había dicho cosas malas.

E incluso le dijo que Dios le había infligido un sufrimiento que sobrepasaba todos los otros dolores, mostrándole a uno de sus parientes cercanos precipitado al Infierno.

La monja le dijo a Santa Margarita María cuáles eran los sacrificios que debían hacer en el convento para que sus dolores fueran menores y acortar su paso por el Purgatorio.

Esta monja muerta no había abusado de nadie, no había cometido ningún crimen atroz, pero se caracterizó por la negligencia, la pereza, y fue descuidadamente negligente al no arrancar de su corazón las malas hierbas de malas intenciones, tenía una lengua duramente poco caritativa, y tenía un amor tibio por Nuestro Señor.

Y todo esto potenciado porque era monja.

También esto fue lo que comprobó el Padre Pío según todas las almas santas que se le aparecieron.

Las almas que tenían que hacer la penitencia más exigente en el Purgatorio eran muy a menudo los sacerdotes.

Cuando Pio era un joven fraile tuvo varias apariciones de un sacerdote muerto que estaba haciendo su Purgatorio en la misma iglesia donde había sido pastor.

Este sacerdote le hizo saber que tenía un Purgatorio horrible por una razón clave, cuando estaba vivo se había negado a ofrecer oraciones de acción de gracias después de la consagración en la Misa.

Y en cambio, se había apresurado a salir de la Misa para poder estar entre la gente y que lo invitaran a tomar una bebida con ellos en la posada local.

Le dijo al Padre Pío que había tenido un dolor extremo en el Purgatorio porque había omitido la oración de gracias que debía decir después de haber recibido la Sagrada Eucaristía, en un intento por salir más rápido de la iglesia. 

Y también cuenta el caso de un sacerdote muy santo, el Padre Vittore, que fue llevado joven repentinamente. 

Este sacerdote murió sin poder despedirse de su familia ni recibir los últimos ritos, y su hermana, Carmela Marocchino, temió que pudiera haber sido condenado.

Pero el Padre Pio le aseguró que Vittore se salvó, pero que estaba en el Purgatorio.

Carmela entonces preguntó, «Padre, ¿por qué se lo llevó el Señor?».

Y Pio le dijo que Dios había llevado a Vittore porque era el mejor, «¿Sabes lo que hizo Jesús con tu hermano? Jesús fue al jardín, allí había muchas flores y una más hermosa que las otras. Se acercó a la más hermosa y la recogió. Esto es precisamente lo que hizo con tu hermano».

Un tiempo después, Carmela le preguntó al Padre Pío si Vittore había sido liberado del Purgatorio.

Pero el Padre Pío le dijo que no y que el Purgatorio es diferente para los sacerdotes, «Hija mía, los sacerdotes tenemos más responsabilidad ante Dios, y cuando nos presentamos ante Él, es con temor y temblor. Por lo tanto, oremos». 

María tuvo que esperar más, y en Navidad el Padre Pío le dio la feliz noticia de que su hermano se había ido al Cielo. 

Pero le asombraba que su hermano hubiera pasado 11 meses en el Purgatorio por la responsabilidad de tantas almas bajo su dirección espiritual.

En cambio, el hermano de María Pompilio, un laico muy ordinario, recibió el mismo tiempo que este sacerdote excepcionalmente santo.

Sin embargo esto es instructivo de cuánto deben expiar los sacerdotes por los momentos, incluso los más pequeños, en los que han fallado a las almas. 

Esto no quiere decir que los sacerdotes sean menos favorecidos por Dios, sino que tienen una mayor responsabilidad porque son padres de muchas almas. 

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la mayor severidad con que Dios trata a los sacerdotes, religiosos y religiosas en el Purgatorio y cómo eso podría también afectar a los laicos, según su responsabilidad sobre otras almas.

Y me gustaría preguntarte si crees que también los laicos con responsabilidad sobre otras almas serán juzgados más severamente o no, como a los sacerdotes.

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