El arma contra el maligno está dentro de tu corazón y tu mente.

Hay dos mundos, uno oscuro y triste, lleno de dolor y angustia, y otro luminoso y genuinamente alegre, lleno de risas y buen humor.

Son los mundos del maligno y de Dios, que están en pugna permanente en la Tierra y tratan de atraernos.

Por lo que aunque tengamos fe y pretendamos vivir permanentemente en ese mundo luminoso de Dios, siempre el maligno tratará de tentarnos para que perdamos el optimismo en la vida diaria.  

Estará siempre al acecho para llevarnos a una vida sombría, malhumorada, amarga.

Tratará que perdamos la alegría pensando en las cosas malas que pueden sucedernos, a pesar de haber tenido la confirmación a través de toda nuestra vida, una y otra vez, que las premoniciones de desastres en nuestra vida, no se han dado.

Aquí hablaremos sobre cómo la alegría y el buen humor son los antídotos naturales ante los ataques del maligno, y cómo deberíamos hacer para desarrollarlos en nuestra vida, porque son la capa de protección que Dios nos ha dado.    

Piensa esto, ¿cuáles son los sonidos que el maligno odia escuchar?

Desprecia las expresiones de humildad y el ofrecimiento de oraciones sinceras, especialmente oír recitar el Rosario, y cada Avemaría dijo que es como un mazazo en su cabeza.

Se muestra molesto por las palabras de amor genuino, de bondad y de compasión.

Y también le disgusta el juego de los niños inocentes, el sonido alegre de las campanas de la iglesia y la risa bondadosa de los fieles a Dios.

Por eso San Francisco de Sales diría que el maligno se complace en la tristeza y la melancolía, porque él mismo está triste y melancólico y desea que todos sean como él. 

Su carcajada en el infierno es una risa de tragedia y de profundo dolor. 

Y San Francisco de Asís diría que cuando la alegría espiritual llena los corazones, la serpiente arroja en vano su veneno mortal. 

Porque los demonios no pueden dañar al siervo de Cristo cuando ven que está lleno de santo gozo. 

Y eso lo experimentó literalmente Santa Rosa de Lima, a quien el maligno se le presentaba temible, amenazándola y golpeándola físicamente.

Al principio Rosa se sintió intimidada, pero luego, siguiendo el consejo de su director espiritual, lo venció riéndose de él. 

Porque el espíritu orgulloso no puede soportar que se burlen de él. 

San Buenaventura diría que un gozo espiritual es el mayor signo de la gracia divina que mora en un alma.   

Y San Felipe Neri, que un corazón alegre se perfecciona más fácilmente que uno abatido, porque el buen humor mantiene la humildad.

Por eso San Francisco de Sales, señalaba que es más fácil atrapar moscas con un poco de azúcar que con un barril de vinagre.

Y entonces contaba a menudo historias humorísticas en sus sermones, como una forma de expresar sus enseñanzas y mantener la atención de la congregación. 

Lo mismo que el abad San Apolo, del siglo IV, que no solo era conocido por su propia expresión alegre, sino también por su insistencia de que sus monjes se mantuvieran alegres mientras practicaban la penitencia, porque decía que la alegría es el fruto de la caridad y es necesaria para preservar el propio fervor espiritual.

Razonamiento que llevaba a San Francisco de Asís a insistir que los hermanos debían evitar mostrarse melancólicos y tristes, sino siempre gozosos en el Señor, alegres, amables y clementes.

¿Y qué pasa si te cuesta?

Haz como Santo Tomás Moro, que pidió a Dios que le diera humor para descubrir en la vida un poco de alegría, y poder compartirla con los demás.

Es que la alegría cristiana a menudo tiene el poder de atraer a otros a la fe. 

Por eso satanás trata de distraernos con preocupaciones mundanas y sentimientos de desánimo.

Ya que él sabe que estas cosas nos impedirán cumplir nuestra misión en la vida, y desatender nuestra única fuente de felicidad, que viene de Dios.

San Pío de Pietrelcina tenía bien aprendida esta lección porque era capaz de dar Gracias a Dios en medio de sus sufrimientos y angustias, y estaba invariablemente alegre, dejando que se cumpliera lo que el Señor había decretado.

Decía «¿qué alma, a quien Jesús se ha dado a sí mismo como su herencia, puede ser infeliz?».

Y agregaba que eso es lo que lleva a las personas a afrontar las pruebas más dolorosas con un corazón alegre.

Es el mismo llamado de Santa Margarita María Alacoque que aconsejaba, «sobre todo os ruego que estéis siempre alegres y felices, porque esta es la verdadera marca del Espíritu de Dios, que quiere que le sirvamos en paz y contentos».

¿Y cómo encontramos gozo y esperanza, especialmente en tiempos espiritualmente peligrosos e inciertos como el nuestro? 

Un paso importante es reconocer que un buen sentido del humor es una expresión de confianza en el poder salvador de Jesús. 

El humor puede ayudarnos a tomar temas en serio sin tomarnos a nosotros mismos en serio. 

Como dijo Chesterton por ejemplo, «los ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera».

Ser capaz de reír, incluso en circunstancias infelices o desalentadoras, da testimonio de la creencia de que Dios está a cargo y que no hay motivo para la desesperanza o la desesperación. 

La risa es una gran ayuda para la salud física y emocional mientras estamos aquí en la tierra, como lo han demostrado muchos estudios médicos y científicos.

Una forma de mantener nuestra paz y esperanza es aprender a reconocer y apreciar los momentos divertidos de la vida.

Y si no somos buenos para reconocerlos y apreciarlos, deberíamos pedirle al Señor que nos ayude a mejorar en ese sentido. 

Seguramente el Cielo está lleno de risas alegres, por lo que desarrollar nuestra propia capacidad de reír y estar de buen ánimo puede considerarse una forma de entrenamiento o preparación para la vida venidera

Con la ventaja adicional de irritar y frustrar al demonio.

Y como la alegría de haber hallado a Dios es la causa de nuestro gozo, debemos cuidarnos de cualquier cosa que disminuya nuestro amor por Él o debilite nuestra respuesta a Su llamado. 

Por eso Santa Clara de Asís advertía que «la melancolía es el veneno de la devoción». 

Y que «cuando uno está en tribulación, es necesario estar más feliz y alegre porque uno está más cerca de Dios».

Y esa es la razón por la que Nuestro Señor enseñó a Santa Faustina Kowalska, la oración «Jesús, en Ti confío», para que vaya de la mano con un espíritu alegre.

Es que la preocupación no viene de Dios.

La preocupación y la tristeza son del maligno y son tentaciones.

Que se combaten optando por vivir en un espíritu de confianza y alegría. 

Por eso San Bernardo de Claraval aconsejaba, «¿te sientes triste?, deja que el nombre de Jesús entre en tu corazón».

Si reconocemos que aquí en la tierra no tenemos una ciudad duradera, la mejor actitud de un creyente es cambiar lo que podemos cambiar y reírnos de lo que no podemos modificar.

Debemos sentirnos completamente seguros de que Dios ya ha superado todo lo que intenta impedirnos el gozo.

Pero a veces nos sentimos tentados a pensar que si encontramos el lado divertido, por ejemplo en los temas solemnes, de alguna manera los estamos denigrando o no los estamos respetando adecuadamente.

Sin embargo, no es necesariamente así. 

Obviamente que no debemos burlarnos o menospreciar las cosas sagradas.

Pero el humor viene al encontrar coincidencias inesperadas en la vida, las señales vivas de la creación de Dios, que nos levantan el ánimo. 

San Pablo recuerda a los Gálatas que la alegría es uno de los frutos del Espíritu Santo, el signo de una vida vivida en el Espíritu de Dios.

Y la capacidad de encontrar alegría en todas las circunstancias, de reírse de las vicisitudes de la vida, sabiendo que Dios ha vencido en Cristo Jesús, es un signo de santidad, que muestran los santos.

San Juan Bosco es ampliamente conocido por su actitud alegre, que le llevó a crear la «Sociedad de la Alegría».

Durante su permanencia en Chieri, Don Bosco creó este grupo juvenil con muchachos de la zona, para sacarlos de la mala vida de la calle y hacerlos más buenos. 

Y tenía un pequeño reglamento, ninguna acción ni palabra que pueda avergonzar a un cristiano, cumplir bien con los deberes escolares y religiosos, y estar siempre alegres. 

Y Santo Domingo Savio, su alumno predilecto, diría al respecto «nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres».

Sin embargo esto no banaliza al llanto.

La experiencia de cada ser humano es tanto de llanto como de risa, de luto como de alegría.

El autor de Proverbios nos recuerda que la risa y la tristeza viven juntas, una nunca lejos de la otra. 

Junto al dolor de la separación de Dios y los desencuentros entre los seres humanos, la experiencia humana de Dios está llena de alegría.

Por eso un recorrido por la Biblia muestra que las referencias al gozo superan con creces las menciones de tristeza. 

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la importancia de la alegría, el buen humor y la risa para combatir las tentaciones del demonio y vivir las gracias de Dios que nos está dando.

Y me gustaría preguntarte si tienes la tendencia a estar alegre y optimista en la vida, o por el contrario a estar triste y ser pesimista, y cómo lo superas.

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