Cómo algunos obispos y cardenales están alejando a la Iglesia de las Verdades del Evangelio de Jesucristo.

Cada vez es más la presión en la Iglesia para cambiar su doctrina, que le permita estar más cerca del mundo moderno.

Hay una presión externa política, económica, que tiene su correlato interno en la tentación de ser uno con el mundo.

Y a esto se deben las tensiones y conflictos dentro de la Iglesia, y su caída en concurrencia a misa y en vocaciones.

Aquí hablaremos sobre cómo están actuando las fuerzas que pretenden hacer un cambio doctrinal de la Iglesia para que se abra al mundo, y que consecuencias tiene esto.

El Concilio Vaticano II anunció la primavera de la Iglesia, según la intención de Juan XXIII, pero sesenta años después, aquí estamos en pleno invierno.

Con esto no queremos decir que la culpa del invierno la tiene el Concilio, sino solamente nos limitamos a señalar que a partir de allí, se hizo muy activa y progresivamente predominante, el liberalismo católico, que produjo esto.

Cuyo objetivo es hacer concesiones a la modernidad para transmitir mejor lo que piensan que es el mensaje de la Iglesia. 

Los modernistas dentro del Concilio Vaticano II sostenían que las verdades del Evangelio presentadas bajo una luz agradable y ocultando las exigencias de Jesucristo y el castigo por los pecados, iban a suscitar la adhesión de las multitudes, asombradas por sus esplendores.

Pero la realidad es que no ha sido así, porque de otra forma la gente se hubiera volcado en masa a la Iglesia a escuchar las homilías basadas en el hipermisericordismo de Dios, sin que se mencionara Su justicia.

Y no sólo no sucedió, sino que la concurrencia a misa cayó notoriamente, lo mismo que las vocaciones.

El optimismo conciliar de muchos olvidó la existencia del pecado original, una realidad de fe que golpea a todos los hombres.

Incluso un sector de la Iglesia llevó las aspiraciones sociales hasta sus últimas consecuencias, a través de la Teología de la Liberación.

En la que se hacía un llamado al advenimiento, desde aquí abajo, del Reino de los Cielos versión de la Tierra, mediante la modificación de las estructuras sociales. 

Y así la Iglesia pasó de ser teocéntrica, en realidad cristocéntrica, a ser antropocéntrica. 

La liturgia se convirtió en la «auto-celebración de la comunidad», según «El Espíritu de la Liturgia» del cardenal Ratzinger, antes que la expresión del santo sacrificio de Jesucristo.

Y el recordatorio de las verdades de la fe, dio paso a una enseñanza cada vez más centrada en temas morales y sociales.

Al tiempo que las comunidades religiosas misioneras por ejemplo, se transformaron en «actores de desarrollo», porque al cundir la idea de que todas las religiones son equivalentes, se le quitó impulso a la misión evangelizadora, cuyo objetivo era convertir a los paganos al cristianismo.

Todo este cambio partió de la implementación en la Iglesia de la revolución liberal, que Karl Rahner, uno de los principales teólogos reformistas del Concilio, había detallado en su libro «La reestructuración de la Iglesia como tarea y como oportunidad» publicado en 1972. 

Donde plantea la revisión de la posición de la Iglesia sobre la sexualidad, la anticoncepción, el celibato sacerdotal, el diaconado femenino, la descentralización doctrinal, la comunión de los divorciados vueltos a casar, la sinodalidad.

Estos prelados que abrazaron el planteo liberal también abrazaron la prudencia táctica. 

Su idea fue sentar las bases de los cambios, produciéndolos indirectamente.

Deteniéndolos temporalmente cuando se volvían demasiado disruptivos, y por lo tanto, susceptibles de una reacción peligrosa, tanto a nivel del Vaticano como en los obispados, haciéndolos pasar desapercibidos, para luego hacerlos emerger en el momento adecuado.

Esta corriente trabajó y trabaja subrepticiamente en la operación de cambio estructural en la pastoral, pero a su vez surgió un mundo teológico que le dio letra y fundamentos teóricos a esta corriente, y a raíz de ellos se hizo predominante en los seminarios.

Y de vez en cuando surgen declaraciones públicas que muestran lo que realmente está sucediendo.

Uno de los arquitectos del «camino sinodal» de Alemania ha explicado recientemente, cómo los organizadores utilizaron tácticas empleadas con éxito en la política, para generar presión a favor del cambio teológico y pastoral en la Iglesia Católica.

Thomas Sternberg fue copresidente del camino sinodal alemán cuando se lanzó oficialmente el 1 de diciembre de 2019, y presidente del influyente Comité Central de Católicos Alemanes el ZdK.

Y dijo en una entrevista el 2 de diciembre del 2022 que temas como el casamiento de los sacerdotes, las mujeres sacerdotes y el cambio en la concepción de la sexualidad humana, ahora estaban siendo discutidos internacionalmente, no solo en Alemania, gracias al Camino Sinodal Alemán.

Dijo que el proceso de discusión de varios años, que reúne a los obispos de Alemania y laicos selectos para discutir sobre poder en la Iglesia, el sacerdocio, las mujeres en la Iglesia y la sexualidad, estaba funcionando con mucho más éxito de lo que había imaginado al principio.

Y señaló que el cardenal Marc Ouellet, prefecto del Dicasterio para los Obispos del Vaticano, había querido detener todo el asunto tres años atrás, pero no pudo y estos temas se instalaron para la discusión en toda la Iglesia.

Dijo, «sé que se necesitan procesos y desarrollos para que los temas sean dignos de discusión generalizada».

«Tenemos que hablar de ellos y tenemos que hacer demandas. Solo a través de la presión se produce un cambio real”.

Por lo tanto vemos que el objetivo del Camino Sinodal Alemán fue instalar en toda la Iglesia, y no sólo en Alemania, la discusión sobre los cambios que pretenden hacer los liberales, los que se suelen llamar modernistas.

Y esto quedó claro luego de la visita ad límina de los obispos alemanes al Vaticano en noviembre de 2022.

Tras el encuentro en Roma sobre el Camino Sinodal alemán, los obispos alemanes rechazan la moratoria solicitada por el cardenal Ouellet sobre las propuestas destinadas a derribar la moral católica y el sacerdocio.  

El Prefecto para los Obispos les había repetido en julio de 2022 que el Camino Sinodal en Alemania no está autorizado para obligar a los obispos y a los fieles a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevas orientaciones de doctrina y moral.

La agenda alemana, dijo el cardenal Ouellet, es muy clara que propone la abolición del celibato obligatorio, ordenación de los laicos viri probati, el acceso de la mujer al ministerio ordenado, reevaluación moral de la homosexualidad, limitación estructural y funcional del poder jerárquico dentro de la Iglesia, y poner sobre la mesa nociones sobre la sexualidad inspiradas en la teoría del género, buscando la enmienda en el Catecismo de la Iglesia Católica.

Sin embargo los Obispos Alemanes han rechazado la idea de que la Iglesia en Alemania esté buscando un cisma, y tampoco que quieren implantar en la Iglesia Alemana esos cambios.

Por lo que entonces su apuesta es que la discusión de estos temas se haga en toda la Iglesia, incluido el Vaticano.

¿Y cuál es la meta de estas fuerzas modernistas que tienen como punta de lanza al Camino Sinodal de Alemania? 

El objetivo principal de esta campaña es la transformación del cristianismo en la religión civil del estado secular y de la sociedad en su conjunto, que es religiosamente agnóstica e indiferente.

Quieren que la Iglesia se gane el favor del mundo moderno como una organización socio-psicológicamente útil al servicio religioso-social del mundo.

O sea convertirse en la base espiritual del mundo contemporáneo, lo que alguna vez se había adjudicado a la New Age, a través de reflejar la ideología secular, por ejemplo la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.  

Esto implica actuar como si la Iglesia no hubiera sido fundada por Dios para ser sacramento de salvación para el mundo.

Y legitimarse ante los ateos apoyando el paraíso terrenal de características ya sea socialistas, cuyo modelo de sociedad es el de China, y al modelo capitalista, que está expresado en el Gran Reinicio que propone el Foro Económico Mundial.

De tal modo que todo lo que no encaje en el programa de la Iglesia para la felicidad de la humanidad en la Tierra se mantiene invisible y está fuera de homilías y declaraciones vaticanas.

O se lo reinterpreta para ponerlo dentro en este plan maestro de auto secularización de la Iglesia,  para evitar cualquier contraste o contradicción profética con el «humanismo sin Dios» o el poshumanismo nihilista del mundo.

Y una prueba por ejemplo es que a la vuelta de los obispos a Alemania, luego de la visita ad límina al Vaticano, tomaron la resolución de que los 800 mil empleados de la Iglesia alemana ya no tendrán que suscribirse a ningún código moral, salvo al de la ley alemana.

De modo que es un forma de sostener que una persona puede ser fiel al «Dios amoroso», a pesar de llevar un estilo de vida contrario a los mandamientos de Dios y a lo que la Biblia proclama que es la forma de seguir a Cristo.

Lo que importa es que la Iglesia sea una organización socialmente útil, aunque al mismo tiempo niegue el misterio de su origen divino, su naturaleza sacramental, su necesidad instrumental de salvación y su misión universal.

Y esto a su vez implica que los únicos miembros de la Iglesia que merecerán ser contradecidos o perseguidos, de acuerdo con esta lógica mundana, son aquellos católicos que todavía son fieles a su credo bautismal, los llamados fundamentalistas, conservadores o rígidos.

Y aquellos obispos que persisten en estas posiciones ortodoxas con la fe de los apóstoles serán difamados y desacreditados, como por ejemplo está pasando en Alemania con los obispos críticos al Camino Sinodal Alemán.

Esto ya lo predijo Nuestra Señora del Buen Suceso en Ecuador del siglo XVII, que alertó sobre la depravación de los sacerdotes y en las apariciones de Akita en el siglo XX, donde dice que la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo se está desarrollando la presión para el cambio doctrinal dentro de la Iglesia Católica.

Y me gustaría preguntarte si piensas que esos cambios en la doctrina católica que propone el Camino Sinodal Alemán llegarán a implementarse en toda la Iglesia o no.

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