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El Bautismo de Jesús, Comienzo de Su Ministerio (dgo. + 6 de enero)

Luego de la Epifanía o celebración de los Reyes Magos, al domingo siguiente, celebramos el Bautismo del Señor.

Lo realizó Juan el Bautista, su primo, hijo de Isabel, que había nacido 6 meses antes que él.

bautismo de jesus perugino capilla sixtina

Con esta celebración culmina el ciclo del nacimiento y manifestación de Jesucristo y comienza el ciclo del Tiempo Ordinario en la liturgia de la Iglesia.
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Es tiempo de desarmar el árbol de Navidad y el Pesebre, pero no olvides leer esto: 10 maneras para mantener vivo el espíritu navideño todo el año.

¿Qué pasó en el Jordán? ¿Qué importancia tiene? ¿Cuál es el significado de Juan Bautista para la historia de salvación?

 

QUE SUCEDIÓ EN EL RÍO JORDÁN

Juan el Bautista fue un mensajero designado por Dios.
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Antes de que Jesús comenzara su ministerio, Juan había estado anunciando a las personas a lo largo de las regiones de Judea y Jerusalén que se prepararan para la venida del Mesías. 

Él estaba llamando a arrepentirse, a que se convirtieren de sus pecados y ser bautizados. Estaba señalando el camino a Jesús.

Jordania-Betania-rio-Jordán

Entonces Jesús apareció en la escena. Jesús fue a Juan para ser bautizado, pero Juan le dijo que no necesitaba ser bautizado.

“Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?”

Entonces Jesús le dijo:

“Que sea ahora. Es apropiado para nosotros hacer esto para cumplir con toda justicia” 

Juan entonces consintió y bautizó a Jesús. Cuando Jesús salió del agua, el cielo se abrió, y el Espíritu de Dios, como una paloma, descendió sobre él.

 Los testigos del bautismo oyeron una voz del cielo que decía:

“Este es mi hijo muy amado, mi predilecto”

 

10 CARACTERÍSTICAS DEL BAUTISMO DE JUAN EL BAUTISTA

 

1. El bautismo de Juan no era un sacramento, sino una señal penitencial.
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Juan lo administraba a aquella persona que cambiara de vida y procurara seguir su predicación penitencial.

 

2. Es un baptisma metanoias: bautismo de conversión.
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Juan exigía la conversión, el cambio de vida, como condición para recibir su bautismo.

 

3. El bautismo de Juan se llama también “bautismo de penitencia para el perdón de los pecados”.
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Sin embargo, no es un bautismo suficiente para alcanzar la salvación de Dios como lo es el bautismo instituido por Jesús.

 

4. El bautismo de Juan tampoco comunica la participación en la vida del Espíritu Santo. 

 

5. El bautismo de Juan es bautismo de agua solamente.
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El bautismo instituido por Jesús es un bautismo del Espíritu Santo

 

6. No es autoadministrado: aparece con claridad que es Juan quien bautiza.

 

7. No es reiterable, sino definitivo. Todos deben tomar partido, a favor o en contra.

 

8. Destaca el lenguaje apocalíptico de Juan.

 

9. Es provisional: “viene otro detrás de mí que no bautiza con agua, sino con Espíritu Santo y fuego”.

 

10. Permite que Jesús pudiera entrar en el sacerdocio de Melquisedec, para que pudiera ser el Sumo Sacerdote y él mismo ofrecerse como sacrificio por nuestros pecados.

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EL MENSAJE DE JESÚS

¿Por qué Jesús fue bautizado por Juan? ¿Necesitaba convertirse, cambiar de vida?

Jesús no necesitaba ser bautizado por Juan, porque no tenía que cambiar de vida.
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Pero se somete al bautismo de Juan porque de hecho, iba a comenzar “una nueva vida”: su ministerio público, la predicación del reino de Dios.
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Jesús siguió la costumbre que tenían muchos judíos de la época.

Dice la Palabra que Jesús se hizo semejante a todos los hombres en todo (Flp 2,7).

También Jesús cuando fue a que Juan lo bautizara, hizo un acto de humildad Mt: 3,15.

Es la única persona que podría haber dicho con verdad,

“Yo no soy como el resto de los pecadores” en su lugar ha comunicado al recibir el bautismo de arrepentimiento de Juan el Bautista,

“me cuento como un pecador entre los pecadores aunque he hecho nada malo”

BAUTISMO DE CRISTO.-Joachim Patinir

 

PERO HAY MÁS

Tiene un sentido teológico importante: Jesús se suma a la fila de los pecadores; se hace solidario con la humanidad.

El bautismo de Jesús va más allá de un simple ejemplo de humildad, sino que hay un anticipo de su muerte.

Esto lo vemos claramente en el Evangelio de Juan (Jn 1, 29), el cual usa intencionadamente la figura del “Cordero de Dios” para indicar la Pascua y el sacrificio de Jesús.

Con su bautismo, Jesús es ungido (como lo eran los reyes, sacerdotes y profetas) de manera teofánica como Mesías para una misión.
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A partir de aquí, en Lucas, el Espíritu Santo mueve la vida de Jesús.

No es que el Espíritu no actuara antes en Jesús, sino que los evangelistas usan esta escena para escenificar la unción de Jesús.

Tal es así que en el siglo II los grupos herejes adopcionistas entendieron que Cristo fue adoptado por Dios a partir de este momento.

A finales del siglo I, los grupos del Bautista son mayoritariamente asumidos por los grupos cristianos, pero el concilio de Trento distinguirá entre el bautismo de Juan y el de Jesús, y entre los sacramentos de la Antigua Alianza y los de la Nueva.

 

JUAN EL BAUTISTA ES UN PERSONAJE CENTRAL EN EL NUEVO TESTAMENTO

Juan Bautista resulta una figura clave para el cristianismo porque fue un precursor del mensaje cristiano y de su rito de iniciación: el bautismo.
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Esta con un pie en el Antiguo Testamento y con otro en el Nuevo Testamento,
y por eso se lo considera el último de los Profetas judíos.

De Juan Bautista hablan los cuatro evangelios canónicos y el evangelio gnóstico de Tomás.

La fuente profana más relevante es Flavio Josefo, que dedicó un largo apartado de su libro Antiquitates Judaicae (18,116-119) a glosar el martirio del Bautismo a manos de Herodes en la fortaleza de Maqueronte (Perea).

Juan Bautista era de origen sacerdotal, aunque nunca ejerció sus funciones y se supone que se mostró opuesto al comportamiento del sacerdocio oficial, por su conducta y su permanencia lejos del Templo.

Pasó tiempo en el desierto de Judea (Lc 1,80), pero no parece que tuviera relación con el grupo de Qumrán, puesto que no se muestra tan radical en el cumplimiento de las normas legales (halakhot).

De su vida y conducta Josefo señala que era “buena persona” y que muchos “acudían a él y se enardecían escuchándole”.

Los evangelistas son más explícitos y mencionan el lugar donde desarrolló su vida pública – Judea y la orilla del Jordán -, su conducta austera en el vestir y en el comer, su liderazgo ante sus discípulos y su función de precursor, al descubrir a Jesús de Nazaret como verdadero Mesías.

Esto contrasta con la forma de Jesús, que no se distinguió en lo externo de sus conciudadanos: no se limitó a predicar en un lugar determinado, participó en comidas de familia, vistió con naturalidad y cumplió todas las normas legales y acudió al templo con asiduidad, aun condenando la interpretación de la ley que hacían los fariseos.

Juan Bautista, según Flavio Josefo,

“exhortaba a los judíos a practicar la virtud, la justicia unos con otros y la piedad con Dios, y después a recibir el bautismo”.

Bautismo de Cristo

Los evangelios añaden que su mensaje era de penitencia, escatológico y mesiánico.
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Exhortaba a la conversión y enseñaba que el juicio de Dios es inminente: vendrá uno “más fuerte que yo” que bautizará en espíritu santo y fuego.

Su bautismo era para Flavio Josefo “un baño del cuerpo” y señal de la limpieza del alma por la justicia. Para los evangelistas era “un bautismo de conversión para el perdón de los pecados” (Mc 1,5).

Jesús no rechaza el mensaje del Bautista, más bien parte de él (Mc 1,15) para anunciar el reino y la salvación universal, y se identifica con el Mesías que Juan anunciaba.

Y, sobre todo, hace de su bautismo fuente de salvación (Mc 16,16) y puerta para participar de los dones otorgados a los discípulos.

Entre Juan y Jesús hubo muchos puntos de contacto, pero todos los datos conocidos hasta ahora ponen de manifiesto que Jesús de Nazaret superó el esquema del Bautista (conversión, actitud ética, esperanza mesiánica) y presentó el horizonte infinito de salvación (reino de Dios, redención universal, revelación definitiva).

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¿JESÚS FUE DISCÍPULO DE SAN JUAN BAUTISTA?

Como la relación entre Juan Bautista y Jesús fue tan directa e intensa, cabría preguntarse si entre ellos hubo una relación de maestro-discípulo.

En primer lugar, Jesús apreciaba a Juan Bautista. Hay dos frases de Jesús que demuestran su estima por el Bautista. Una la recogen Mateo (Mt 11,11) y Lucas (7,28):

“no ha surgido entre los nacidos de mujer nadie mayor que Juan el Bautista”.

Otra está en Marcos (9,13) y aplica al Bautista la profecía de Ml 3,23-24:

“Elías vendrá primero y restablecerá todas las cosas (…).

Sin embargo, yo os digo —afirma Jesús— que Elías ya ha venido y han hecho con él lo que querían, según está escrito de él”.

No cabe duda de que la persona de Juan, su bautismo (cfr. Mt 21,13-27) y su mensaje estuvieron muy presentes en la vida de Jesús.

En segundo lugar, los evangelios señalan con frecuencia que Juan tenía discípulos, entre los cuales algunos se fueron con Jesús (Jn 1,35-37).

No eran, por tanto simples seguidores eventuales; le acompañaban, le seguían y seguramente compartían su misma vida (Mc 2,18) y sus mismas ideas (Jn 3,22).

Flavio Josefo distinguía dos clases de partidarios, unos que le escuchaban con atención hablar de virtud, de justicia y de piedad, y se bautizaban; otros que “se reunían en torno a él porque se exaltaban mucho al oírle hablar” (Antiquitates iudaicae 18,116-117).

En tercer lugar había cierta rivalidad.

Entre los seguidores de Juan hubo quien llegó a plantear a su maestro si Jesús con su conducta estaba mostrándose como un rival (Jn 3,25-27), por tanto no lo consideraban como uno de los suyos.

Entre el cristianismo incipiente y el grupo del Bautista había rivalidad.

Por eso, los autores de los evangelios tuvieron interés por mostrar que Juan es inferior a Jesús y que el bautismo de Juan no era el cristiano, sino sólo un bautismo de conversión.

En cuarto lugar, los evangelios dejan claro en sus relatos que Juan se reconoce inferior: rehúsa bautizar a Jesús (Mt 3,13-17), la voz del cielo revela la dignidad divina de Jesús (Mc 1,9-11).

Y el cuarto evangelio, que no relata el bautismo señala que el Bautista da testimonio de haber visto posarse la paloma sobre Jesús (Jn 1,29-34) y de su propia inferioridad (Jn 3,28).

Sin embargo, por todo esto, no se deduce que Jesús fuera discípulo de Juan el Bautista. Si los evangelistas no detallan que Jesús fue discípulo de Juan es porque no lo fue.

En el supuesto poco probable y nada comprobado de que Jesús hubiera pasado algún tiempo junto a los seguidores del Bautista, no se puede decir que recibiera un influjo decisivo.
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Jesús más que discípulo fue el Mesías y Salvador anunciado por el último y mayor de los profetas, Juan el Bautista.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Este es el Lugar Verdadero del Bautismo de Jesús en el Jordán

El bautismo de Jesús en el Jordán marca el comienzo del ministerio público de Jesús.

Su primo Juan los bautiza con agua, se abren los cielo, el Padre dice que es Su Hijo amado y se posa sobre Él una paloma.

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Es la frontera entre la Antigua Alianza y la Nueva Alianza que Dios sellaría con la humanidad a través de Su Hijo.

Por eso se considera el tercer lugar más sagrado para el cristianismo, detrás del lugar de la crucifixión de Jesús y de su nacimiento.  

  

¿QUÉ SUCEDIÓ EN EL JORDÁN CON EL BAUTISMO DE JESÚS?

Jesús llevaba 30 años escondido en Nazaret preparándose para su ministerio público.

Mientras que su primo Juan se había ido a vivir al desierto dónde practicaba un bautismo de penitencia, con agua.

Su prédica era que vendría uno al que él no era digno de desatar la correa de la sandalia y que bautizaría con el Espíritu Santo en vez de agua.

Estamos en los fines de la Antigua Alianza. Juan sentía la importancia decisiva ese momento, mientras que Jesús se preparaba para dar comienzo a su manifestación.

El Evangelio de San Lucas dice que durante el bautismo de Jesús en el Jordán se abrió el cielo, se oyó una voz y bajo una paloma sobre Jesús, Lucas 3.

El cielo se abrió para permitir la comunicación del Padre y el Espíritu Santo; la voz era del padre que decía que Jesús era su hijo amado y que se complacía en Él; y la paloma era el Espíritu Santo.

Catalina Emmerich tuvo una visión de ese bautismo.

Ella cuenta que previamente al bautismo San Juan Bautista profetizó que se dividirían las aguas del Jordán y se formaría una isla.

Dice que por ese lugar pasaron los israelitas con el Arca de la Alianza.

Y aún quedaban 4 piedritas cuadradas donde había descansado el Arca de la Alianza.

Cuenta que Juan y sus discípulos plantaron 12 árboles entorno de la Isla e hicieron un puente hacia ella.

En esa isla había una fuente bastante onda, porque el agua le llegaba hasta el pecho a los bautizados, cuando se sumergían en ella.

Al lado de la fuente había una piedra piramidal sobre la que estuvo parado Jesús cuando vino el Espíritu Santo sobre Él.

Juan tenía todo preparado y estaba esperando ansiosamente la llegada de Jesús, la que le fue comunicada por una nube luminosa.

Jesús llegó al lugar con 9 de sus discípulos y fue bautizado en torno a las 10 de la mañana.

La frase que según ella pronunció Juan al bautizar a Jesús fue,

“Yaveh, por medio de los Serafines y Querubines, derrame su bendición sobre Ti, con ciencia, inteligencia y fortaleza”.

Luego del bautismo, cuando Jesús salió de la fuente, se oyó la voz de Dios.

Fue entonces cuando Juan dio testimonio de Jesús, diciendo que era el hijo de Dios y el Mesías esperado, y recomendó a sus seguidores que siguieran a Jesús.

Finalmente Catalina vio que satanás estaba observando a distancia lo que sucedía, en una nube negra.

  

LA UNESCO DESIGNÓ EL LUGAR COMO PATRIMONIO HISTÓRICO DE LA HUMANIDAD

Designó a la orilla oriental del río Jordán (Jordania), optando por sobre la pretensión israelí de Qasr al-Yehud en la orilla occidental. 

Sin embargo los arqueólogos discuten si la ubicación exacta cae en el lado jordano o israelí del río.

Dos naciones no cristianas, Israel y Jordania compiten a quien tiene el lugar donde fue bautizado Jesús por Juan el Bautista.

El 12 de julio de 2011 Israel abrió al público “Qasr al-Yehud”, como el supuesto sitio bautismal de Jesús, que se encuentra en la ribera occidental del río Jordán.

Mientras que los jordanos reivindican el sitio en la ribera oriental del río Jordán, que parecería tener los favores de la Iglesia católica, porque lo visitaron Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

El río Jordán es como una grieta verde que con la vegetación de sus riberas rompe la monotonía ocre del desierto de Judea.

Atravesándolo de norte a sur desde el mar de Galilea hasta el mar Muerto, y marcando la línea fronteriza entre Israel, los territorios palestinos y Jordania.

Unos kilómetros antes de desembocar en el mar Muerto se encuentra el lugar del bautismo de Jesús.

Según algunos estudiosos, se trata del tercer santuario para el mundo cristiano, luego de la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, y la Basílica de la Natividad, en Belén.

Leer también: Comienzo de su Ministerio: El Bautismo de Jesús (dgo. + a 6 de enero)

  

UNA DISPUTA POLÍTICA Y TURÍSTICA

Associated Press informó que aunque la agencia cultural de la ONU declaró a la ribera oriental del Jordán como el sitio real del bautismo de Jesús.
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Y aunque la mayoría de las iglesias cristianas creen que el lado jordano sea la ubicación del bautismo de Jesús por Juan, como se encuentra en Mateo 3 y otros pasajes.
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Los eruditos dicen que no hay manera de estar seguro qué lado del río fue el lugar preciso.

Jodi Magness, arqueólogo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, dijo que la decisión de la UNESCO «no tiene nada que ver con la realidad arqueológica.»

Tanto Israel como Jordania compiten por el turismo de su lado del río Jordán, y podría muy bien ser afectado por la decisión de la UNESCO.

El Wall Street Journal  dijo en un informe que Israel y los territorios palestinos han estado disfrutando de fuerte turismo basado en la religión en los últimos años, a pesar de los ataques terroristas en todo el Oriente Medio y la región circundante.

Los cristianos representan un número significativo de turistas, representaron el 56 por ciento de todo el turismo a Israel en 2014.

El sitio israelí del bautismo atrae a multitudes más grandes que el homólogo jordano.
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Los funcionarios israelíes informan que medio millón de turistas visitaron su sitio el año pasado, frente a decenas de miles de personas en Jordania.

Sin embargo el lado jordano ha recibido el respaldo de los católicos romanos, griegos ortodoxos y luteranos, y tres papas lo han visitado desde el año 2000.

  

BETANIA EN TRANSJORDANIA

El lugar de Jordania está a 40 kilómetros de Ammán, en la ribera oriental del río Jordán.
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Y fue desarrollado por esta nación en 1997,
 tras el acuerdo de paz con Israel, en 1994, después de 50 años de hostilidades.

Entre las iglesias que han reconocido ya este lugar están la Anglicana, la Luterana, la Ortodoxa Copta de Egipto y la Ortodoxa de Jerusalén.

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En la actualidad se están construyendo 13 iglesias y monasterios, pertenecientes a diferentes ramas del cristianismo, en un área de 10 kilómetros cuadrados en el Lugar del Bautismo.

Benedicto XVI, en su visita en 2009, puso la primera piedra para dos iglesias en este sitio, una de la Iglesia Católica Griega y otra de la Iglesia Católica Romana.

Hasta hace poco, visitar este lugar no era posible, pues era una zona militarizada: el río marca la frontera entre Jordania e Israel.

Hoy, sin embargo, la zona está abierta al público y habilitada para el acceso de peregrinos, aunque sigue habiendo soldados jordanos a poco más de un tiro de piedra de los soldados israelíes en la orilla de enfrente.

papa en el lugar de bautismo de jesus

A diferencia del lado israelí, en la orilla jordana podemos encontrar lo que parecen ser multitud de restos arqueológicos que demuestran que “su” lugar del bautismo, en Betania de Transjordania, fue un punto de peregrinación cristiana desde los comienzos del cristianismo.

Betania de Transjordania ya era un lugar santo antes de los tiempos de Jesús.
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En esta área se encuentra la llamada colina de Elías, donde la tradición sitúa el punto donde Elías subió al cielo en un carro de fuego.
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Por eso no es coincidencia que fuera aquí donde bautizaba Juan el Bautista.

En las excavaciones arqueológicas emprendidas desde mediados de los años noventa del siglo XX, se han encontrado restos de cinco iglesias bizantinas construidas a partir del siglo V, como la de san Juan el Bautista, construida en tiempos del emperador Anastasio (491-518 d.C.).

De ella parte una escalera de piedra que desciende hasta una piscina que recibe agua del Jordán, donde los peregrinos se sumergían para recibir el bautismo.

En las cercanías de estas cinco iglesias podemos encontrar otras piscinas bautismales y cuevas en las que vivían los ermitaños.

También san Juan Bautista vivía en una cueva excavada en la piedra, muy cerca de la colina de Elías.

La cueva de san Juan Bautista, a la que con frecuencia acudía Jesús, se ha podido identificar gracias a los restos de una iglesia bizantina construida junto a ella en el siglo V y cuyo ábside está curiosamente excavado en la roca.

La iglesia, la primera construida al Este del río Jordán, pertenecía a un conjunto monástico del que formaban parte otras iglesias, un de las cuales ha recibido recientemente el nombre del Papa Juan Pablo II.

Recomendamos leer todo lo referente a este lugar de Betania aquí.

Veamos ahora que sucede del lado israelí.

  

QASR AL-YEHUD EN LA RIBERA DEL LADO DE ISRAEL

La competencia es “Qasr al-Yehud”, el sitio que también alega ser el lugar bautismal de Jesús.
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Que se encuentra en la orilla occidental del río Jordán y es mucho mas promocionado y moderno que el jordano.

El sitio se abrió públicamente el 12 de julio de 2011, en una ceremonia llevada a cabo por el Ministerio para la Cooperación Regional, el Coordinador de las Actividades Gubernamentales en los Territorios, y de la Administración Civil.

El aire está en silencio y la tierra amarillenta aparece surcada por tímidos tamariscos.

La carretera pasa junto a edificios inhóspitos y abandonados y atraviesa por pasarelas elevadas; un león de Judea, símbolo de la Iglesia Etíope, ruge en silencio sobre un fondo alicatado en azul, señor solitario de todo lo que alcanza su vista.

Ésta es la escena habitual cualquier día y mes normal en el río Jordán, cerca de Jericó.

Vista desde la explanada del complejo turístico

Pero todo cambia durante la Epifanía, el día del Bautismo de Jesús, cuando “los cielos se abrieron, y vio cómo el espíritu de Dios descendía en forma de paloma y le iluminaba”.

Festividad que los católicos romanos y las iglesias orientales celebran en momentos distintos del mes de enero, este día transforma la zona, ya que miles de peregrinos se congregan en el que se considera uno de los lugares más sagrados y menos visitados de Israel.

20 de abril de 2011 - 3000 ortodoxos sirios, griegos y coptos peregrinos

Este paraje suele conocerse por su nombre en árabe, Qasr Al Yahud, que para algunos significa “castillo de los judíos”.
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Otros consideran que “al Yahud” significa “los judíos”, pero que la primera palabra procede de un término árabe que significa “ruptura”.

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Así, éste no sería otro que el lugar donde los judíos “rompieron” las aguas, es decir, donde Josué les guió para atravesar el Jordán.

Monasterio de san Juan

Qasr al Yahud es también el nombre que recibe el lugar más destacado de la zona, el Monasterio de San Juan, del siglo V.

Franciscanos peregrinando desde el Monasterio de san Juan hacia Qasr Al-Yahud

Se trata de un punto de encuentro de numerosas tradiciones, circunstancia habitual en Tierra Santa.

Que se remonta a los tiempos en los que los peregrinos no podían viajar libremente y a menudo permanecían en los lugares a los que podían acceder, frecuentemente en la frialdad de una cueva, para leer y reflexionar sobre las escenas bíblicas que habían tenido lugar en los alrededores.

Entre otras tradiciones de la zona se encuentran, además del bautismo de Jesús por parte de Juan y del paso del Jordán por parte de Josué, el momento en que Elías fue alimentado por los cuervos y su ascensión al cielo.

Iglesia ortodoxa

Aquí, donde las aguas lodosas del Jordán fluyen formando tranquilos remolinos, con unos 3.5 metros de profundidad.

Se está tan cerca de la otra orilla que incluso podría hacer aterrizar en el otro lado un avión de papel en el regazo de un peregrino sentado en el muelle de madera, curiosamente colgado de dos salvavidas de color naranja, en la orilla jordana.

El muelle conduce a un sendero y a una hermosa capilla con una pequeña cúpula dorada construida por los jordanos en el año 2000 debido a los antiguos relatos según los cuales aquí tuvo lugar el bautismo de Jesús, en la orilla oriental del río.

Este lugar es un punto fronterizo pacífico entre Israel y Jordania desde 1994.

Interior de la iglesia ortodoxa

La excitación de hallarse en un lugar tan auténtico a tan sólo un tiro de piedra de donde predicó Juan el Bautista impresionará a los visitantes modernos más aún que a Mark Twain, que describió su visita aquí en 1867 en su libro Los inocentes en el extranjero:

“Con el primer atisbo del amanecer todos los peregrinos se despojaban de su ropa y se adentraban en el oscuro torrente, cantando en las tormentosas orillas del Jordán estoy / y contemplo con melancolía / la tierra hermosa y feliz de Canaán / donde están mis posesiones”.

Pero no duraban mucho tiempo.

El agua estaba tan espantosamente fría que se veían obligados a dejar de cantar y a salir deprisa y corriendo (…) Así que vimos el Jordán de forma muy mediocre”.

La vívida descripción de este célebre y obstinado escritor refuerza la inevitable impresión de que pocas cosas han cambiado desde el siglo XIX. Y ahí reside su encanto.

Uriel Aharonov, ingeniero del Consejo Regional de Megilot – Mar Muerto que ha colaborado con el Consejo Regional del Valle del Jordán para crear las instalaciones turísticas de la zona, desea proteger esta autenticidad:

“Salvo reforzar los muros existentes y una sencilla rampa de madera, no habrá ninguna otra construcción en la orilla, sino a cierta distancia. Y cualquier construcción se fundirá con los colores naturales de la zona”, explica Aharonov.

Oratorio cristiano en Qasr Al Yahud

Mark Twain también expresó otra queja sobre el Jordán:

“Sin embargo, después de la experiencia de entrar en el río, nos dimos cuenta de que muchas calles de Estados Unidos son el doble de anchas que el Jordán”.

Cabe destacar que el momento del año en el que Twain lo visitó, al final de los ocho meses del periodo seco, es ahora el estado habitual del Jordán, debido a las extracciones de agua que desde la década de 1960 se realizan en el Mar de Galilea.

Unido al Mar de Galilea por un Jordán mermado, el peculiar Mar Muerto también se está secando, lo que constituye un gran motivo de preocupación para los amantes de este paraje.

Israel está estudiando diversas soluciones al problema, y según Aharonov lo ideal sería poner en práctica los planes actuales de montaje de plantas desalinizadoras en el Mediterráneo para que llegara más agua al Jordán:

“El Jordán es algo más que un recurso hídrico”, explica Aharonov.
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“Es un símbolo insustituible para quienes aman la Biblia en todo el mundo”.

Peregrinos en las dos orillas del Jordan en el complejo turístico de Qasr Al-Yehud

  

EL SITIO BAUTISMAL EN SÍ

Qasr Al-Yahud se halla dentro de una especie de oasis con frondosas palmeras donde se corta el Jordán y había conventos ortodoxos.

Este sitio bautismal tiene una tradición antigua por ser el lugar donde Jesús fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán (Mateo, 3, 13-17).

Restos de varias iglesias que datan del siglo quinto, se puede ver en el sitio, dando testimonio de la antigua tradición de que este sea el sitio real donde Jesús fue bautizado y comenzó su ministerio.

Peregrinos descansando en la explanada de complejo turístico sobre el Rio Jordan

Se trata de una verdadera perla turística, un oasis digno de ser visitado, que además tiene un valor muy significativo para el cristianismo.

Franciscanos y peregrinos católicos a orillas del Jordan en Qasr Al-Yahud

En un día claro se divisa el Monte Nebó, que señala el final de la trayectoria del pueblo de Israel por el desierto y la entrada a la Tierra Prometida.

Es sin duda un sitio muy importante localizado en la ruta que va de Jerusalén a Jericó, en el que muchas iglesias fueron construidas as través de los siglos.

Peregrinos en el estrado sobre el rio Jordan en el lugar de bautismo de Jesús

Su nombre en árabe, Qasr al-Yehud, podría ser un remanente de una tradición aún más antigua de la pre-cristiana (judía) de utilizar el lugar como un sitio bautismal.

El sitio también está considerado por ser el lugar donde los Israelitas cruzaron el Jordán cuando entraron a la tierra de Canaán, como ya dijimos.

“Qasr Al Yahud”, se encuentra en los territorios palestinos en la zona C, que actualmente se encuentra bajo la administración de las autoridades israelíes, sin embargo, los israelíes y los palestinos pueden libremente visitar este sitio.

Peregrinos mirando el rio Jordan en Qasr Al Yahud en una orilla del Jordan

El Ministerio de Turismo informa que ha invertido en trabajos en el lugar unos 3,5 millones de shékels, y el Ministerio de Defensa agregó el resto para completar los ocho millones que se necesitaron para estas refacciones.

Otros 2,5 millones de shékels se invertirán en el transcurso del año en curso para completar en el futuro más accesos y otras atracciones naturales de la Autoridad Israelí para Protección de la Naturaleza y Parques Nacionales.

Según el portal Travelujah, el lugar es gratuito para los visitantes, administrado por Israel y la Autoridad Nacional de Protección de Parques.

Mapa de ubicacion


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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¿Por qué el Bautismo en el Espíritu Santo Refuerza nuestra Fe?

No es un sacramento o un sustituto de los sacramentos.

Es una oración de fe, para reavivar lo que el Señor nos dio en el Sacramento del Bautismo

El Bautismo en el Espíritu Santo es el derramamiento del Espíritu, que significa una profunda experiencia de Dios.

A menudo se refiere a él como un “Pentecostés personal”.
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El Espíritu Santo no sólo prende fuego todo lo que ya hemos recibido, sino que viene de nuevo para equiparnos con sus dones, para el servicio y la misión.
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Y a menudo está relacionado con la capacidad de hablar en lenguas.
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Pero empecemos por el principio. ¿Quién es el Espíritu Santo? 

El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, consustancial y diferente a Hijo y al Padre, que son las otras personas.

Las tres personas tienen la misma esencia y naturaleza divina.

El Hijo procede del Padre y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.

Atribuimos al Padre la perfección y la omnipotencia, al Hijo la sabiduría y al Espíritu Santo las operaciones de gracia y santificación de las almas.

Y en este sentido el espíritu santo entrega dones.

Hay un tipo de dones dados para la santificación de las almas, como la sabiduría, el entendimiento, el consejo, la fortaleza, el conocimiento, la piedad y el temor del Señor.

Y hay otros dones extraordinarios pero que no santifican a las personas sino que se entregan para la operación del pueblo de Dios; y son conocidos como Carismas.

Estos son, según San Pablo, el don de hablar en lenguas, la interpretación de lenguas, la palabra de sabiduría, el discernimiento de espíritus, el don de sanación, de milagros, el don de profecía entre otros, y los veremos en detalle abajo.

¿Y cómo sabemos cuando el Espíritu Santo nos habla o está presente en nuestros actos?

Podemos conocerlo por los propios actos y los frutos. 

Si lo que hacemos trae sabiduría, conocimiento, inspira coraje, alienta a la fortaleza, invoca el temor del Señor, proporciona un buen consejo o ayuda al juicio correcto, es del Espíritu Santo.

Si los efectos de nuestras acciones traen la verdad, la curación, la esperanza, la paz, la misericordia, la justicia o la alegría, hemos sido dirigidos por el Paráclito.

Ahora pasaremos a explicar el Bautismo en el Espíritu en base a hacernos 10 preguntas y responderlas.

  

1 – ¿Qué es el Bautismo en el Espíritu Santo?

El bautismo en el Espíritu Santo es dar la bienvenida o el hermanamiento del Espíritu Santo, que ya vive en nosotros desde el bautismo. 

Al dar la bienvenida al Espíritu Santo en nuestras vidas, su poder será liberado y se desbordará para llenar nuestras almas y cuerpos.

Lo que nos permite vivir la vida cristiana más plena que estábamos llamados a vivir por Dios.

La experiencia de ser bautizados en el Espíritu Santo puede explicarse utilizando la analogía de un terrón de azúcar en una taza de café. 

Cuando recibimos el bautismo en el Espíritu Santo, es como agitar esta taza de café para que la dulzura del azúcar se pueda liberar en toda la taza de café.

  

2 – ¿Por qué tenemos que ser bautizados en el Espíritu Santo?

Es la promesa y el mandato de Jesús.

Antes de su ascensión, Jesús instruyó a sus discípulos a no ir a ninguna parte hasta que hayan recibido el poder del Espíritu Santo.

“Y mira, yo envío sobre vosotros lo prometido por mi Padre; así que permanezcan aquí en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.” (Lucas 24:29)

De nuevo en Hechos, Jesús dijo a sus discípulos que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran hasta que hayan recibido el bautismo en el Espíritu Santo:

“la promesa del Padre, de la que ustedes han escuchado hablar. Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 1: 4-5)

Ser un testigo de Cristo. Jesús espera que sus discípulos reciban el poder del Espíritu Santo para que puedan ser sus testigos hasta los confines de la tierra,

“recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1: 8)

  

3 – ¿Dónde se menciona en la biblia el “Bautismo en el Espíritu Santo”?

El bautismo en el Espíritu Santo es mencionado en la Biblia en el Nuevo Testamento. 

Aparece en los cuatro evangelios y en los Hechos de los Apóstoles.

“Yo os bautizo en agua para su arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo… él os bautizará con el  Espíritu Santo y el fuego” (Mateo 3:11, Marcos 1:8, Lucas 3:16, Juan 1: 32-34)

“Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 1: 5)

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un solo lugar. 

Y de repente vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento, el cual llenó toda la casa donde estaban. 

Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. 

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”. (Hechos 2: 1-4)

  

4 – ¿El Bautismo del Espíritu Santo es un evento de una sola vez, que sólo ocurrió en Pentecostés?

No, la escritura nos dice claramente que el bautismo del Espíritu Santo no es un evento de una sola vez.

Sucedió en muchas ocasiones en diferentes lugares después de Pentecostés.

“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.

Y ellos fueron allá, y oraron por los samaritanos para que recibieran el Espíritu Santo, porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos.

Sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo”. (Hechos 8: 14-17)

“Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús, y el momento en que Pablo puso sus manos sobre ellos, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar”. (Hechos 19: 5-6)

  

5 – ¿El Bautismo del Espíritu Santo es relevante sólo para la iglesia primitiva?

No. La Iglesia primitiva necesitaba el poder y los dones del Espíritu Santo para construir la iglesia.

Nuestra iglesia hoy es igualmente dependiente del poder y los dones del Espíritu Santo para crecer y revivir la iglesia.

La Gran Misión que Jesús entregó a sus discípulos en Marcos 16: 15-18 es también nuestra misión

Él les dijo:

“Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio.

Toda criatura que crea y sea bautizada, se salvará.

El que no crea será condenado.

Estas señales acompañarán a los que crean…

En mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes con las manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño.

Impondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán” (Marcos 16: 15-18)

Los creyentes no deben confiar en su propia fuerza y el talento para llevar a cabo la obra de Dios.

Necesitamos el poder y los dones del Espíritu Santo para testificar, servir y edificar nuestra iglesia.

  

6 – ¿Por qué la Iglesia Católica no promueve ni enseña centralmente acerca de “Bautismo del Espíritu Santo”?

Una de las principales razones por las que muchos creyentes nunca han tenido ninguna experiencia del bautismo del Espíritu Santo es que nunca se ha predicado con claridad.

A pesar que ha sido parte de la tradición de la iglesia primitiva como se describe en los Hechos de los Apóstoles.

Algunas de las razones por las que no se enseña ampliamente incluyen:

• una falta de comprensión de quién es el Espíritu Santo realmente
• una falta de apreciación del Espíritu Santo y su papel crucial en la vida del creyente
• el miedo a perder el control y dejar que el Santo Espíritu lleve la carga
• el miedo a entrar en lo desconocido

Sin embargo, en 1967 se inició un movimiento de renovación dentro de la Iglesia Católica llamado “RCC”, que implica el bautismo del Espíritu Santo.

Muchos se sienten atraídos por este movimiento por los testimonios y las vidas de los que han sido “llenos del Espíritu Santo”.

  

7 – ¿Cómo recibo el Bautismo del Espíritu Santo?

La mayoría de los creyentes recibieron el bautismo del Espíritu Santo cuando otros creyentes llenos del Espíritu Santo impusieron las manos sobre ellos y rezaron para que el poder del Espíritu Santo se posara sobre ellos.

Sin embargo, el elemento esencial en el proceso de recibir el bautismo del Espíritu Santo es:

• reconocer a Jesús como el único Dios en el cielo y en la tierra
• reconocer a Jesús como su Señor personal, Dios y Salvador
renunciar a satanás y todas sus obras
arrepentirse de los pecados
• el deseo y la creencia de que Jesús quiere darte sus dones

  

8 – ¿Cómo sé si he recibido realmente el Bautismo del Espíritu Santo?

Puedes manifestar uno o más de los muchos dones del Espíritu Santo.  Por ejemplo, don de lenguas, profecía, don de la curación.

Recibirás nueva conciencia de la presencia de Dios y de su amor.

También se desarrollará en ti un hambre más profunda de Dios.

Un deseo más fuerte para hacer su voluntad y servir en su reino.

Hay una nueva experiencia del Espíritu Santo.

Es una nueva apertura a la acción, movimientos, dirección, inspiración, del Espíritu Santo.

Toda la persona, su mente, sentimientos, pensamientos y voluntad son tocados por la acción de Dios.

Es el principio de vida nueva.

Que se manifestarán en los frutos para edificar nuestras almas y dones o carismas para edificar la iglesia.

  

9 – ¿Cómo cambia una persona después de recibir el Bautismo en el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo está aquí para ayudarnos a crecer espiritualmente. 

Algunos de los frutos comunes que se desarrollan son:

• un nuevo hambre y sed de la oración
• un hambre para estudiar la Escritura
• un nuevo sentido del amor de Jesús
• un sentido de Dios como nuestro Padre amoroso que nos ama y quiere lo mejor para nosotros
• un mayor poder sobre la tentación y el pecado; muchas de nuestras cadenas con el pecado se rompen cuando recibimos el bautismo en el Espíritu
• un fuerte deseo de desprenderse de las cosas del mundo y una mayor alegría de las cosas que son del Espíritu, por ejemplo, la oración, la comunión, la lectura cristiana, etc.
• una nueva apreciación de los sacramentos y devociones de la Iglesia
• una comprensión más profunda de la misa y un anhelo de la Eucaristía

  

10 – ¿Cuáles son los dones del Espíritu Santo?

Cuando recibimos el bautismo del Espíritu Santo vamos a experimentar una más profunda o una nueva efusión del Espíritu de Dios. 

Vamos a empezar a descubrir nuevos dones espirituales como se menciona en 1 Corintios 12: 4-11.

Los diferentes dones espirituales del Espíritu Santo son:

  • El don de la sabiduría – Guiada por el Espíritu Santo, una persona queda dotada de la capacidad de tomar decisiones o dar orientación a los demás de acuerdo a la voluntad perfecta de Dios.
  • La Palabra de Conocimiento – Don que le otorga una visión o información en una situación o problema que no está disponible de manera natural.
  • El don de la Fe – La fe sobrenatural del Espíritu Santo, que le permite a uno a creer y confiar en todas las circunstancias. El don de la fe viene cuando la propia fe alcanza su límite.
  • El don de la curación – Don de sanidad sobrenatural sin ninguna asistencia natural (o médica).
  • El don de los Milagros – Signos y maravillas realizados a través del poder del Espíritu Santo para cambiar o alterar los acontecimientos naturales o circunstancias.
  • El don de Profecía – Para proclamar el mensaje de Dios por inspiración divina. La profecía es para edificación, exhortación y consolación.
  • El Discernimiento de los espíritus – Es el conocimiento sobrenatural del mundo de los espíritus. Se puede percibir o ver si un espíritu específico es bueno o malo en una situación determinada.
  • El don de Hablar en Lenguas – La habilidad sobrenatural de hablar en idiomas que no conocemos. Podría ser una lengua humana o el lenguaje del Espíritu Santo.
  • El don de Interpretación de Lenguas – Es la capacidad de traducir las palabras dichas por otro que tiene el don de lenguas.

  

VINCULACIÓN DEL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU CON HABLAR EN LENGUAS

Marcos 16: 17-18 dice que una de las señales para los creyentes es que «hablarán nuevas lenguas» (arriba vimos el pasaje).

Jesús se está refiriendo al poder dado en el envío de Jesús a los apóstoles, que los carismáticos lo relacionan con el bautismo en el Espíritu Santo.

San Pablo relaciona su hablar en lenguas con hablar a Dios con el Espíritu.

Al leer 1 Corintios 14: 18, sabemos que San Pablo hablaba en lenguas, porque dijo: «Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas…»

La oración «en el Espíritu» o «con el Espíritu» está definida por San Pablo, como un misterio de oración, que no tiene nuestro entendimiento; o en otras palabras, es hablar en lenguas.

Cuando lees los términos «orando en (o con) el Espíritu Santo»,  se refiere a orar en lenguas (idiomas que nunca has aprendido).

«Pues el que habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le entiende: dice en espíritu cosas misteriosas.» (1 Corintios 14: 2)

«Entonces, ¿qué hacer? Oraré con el espíritu, pero oraré también con la mente. Cantaré salmos con el espíritu, pero también los cantaré con la mente.» (1 Corintios 14: 15)

Y se define «hablar en el Espíritu» en Efesios 5: 18-19:

“No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje; llenaos más bien del Espíritu.

Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor»

Y en Judas 20 se lee:

«Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo«.

¿Qué hacer para luego de recibido el Bautismo en el espíritu Santo para hablar en lenguas?

Debes abandonar el estilo de vida de pecado y depositar tu confianza en Jesucristo.

Debes nacer de nuevo (Juan 3: 3-7).

Debes desear estar lleno del Espíritu Santo, porque deseas obedecer a Dios, servir a Dios y adorar a Dios de una manera completa (Juan 4: 21-24, Mateo 28:20, Marcos 11:24, Lucas 24:49).

Leer también:

Cinco Buenas Razones para Orar en Lenguas

Las Maravillas que suceden con los diversos Dones de Lenguas

  

ERRORES SOBRE HABLAR EN LENGUAS CON EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO

Hay una serie de errores que le surgen a quienes evalúan animarse a hablar en lenguas.

  

PRIMER ERROR: No llamarán a ningún un demonio (ver Lucas 11: 9-13) ni maldecirán a Jesús mientras hablan en lenguas.

«Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo« (1 Corintios 12: 3).

  

SEGUNDO ERROR: «El Espíritu Santo te llevará, y será incontrolable».

Esto no tiene sentido. Dios no violará tu voluntad. Es por eso que Pablo dijo, como vinos arriba, que «Orará con el espíritu, y orara con su mente».

Es un acto de la voluntad humana; no algo incontrolable que te pondrá en trance o dominará todas tus funciones motrices.

  

TERCER ERROR: «Verás las palabras en tu mente que Dios quiere que hables».

No esto no es correcto. El bautismo con el Espíritu Santo es una experiencia espiritual, no una experiencia mental.

Uno de los grandes propósitos de hablar en lenguas es poner tu mente donde corresponde, en segundo lugar detrás de tu espíritu.

  

CUARTO ERROR: «El Espíritu Santo hablará a través de ti».

Esta es otra de esas ideas erróneas que impide que muchas personas la reciban.

Están esperando que una voz hable a través de ellos, pero no sucederá.

El Espíritu Santo no es el que habla. Él pronuncia, pero tú eres el que habla.

  

QUINTO ERROR: Dar a los que hablan en lenguas las palabras que deben pronunciar.

Hay ministros pentecostales que le dicen a los bautizados su propia pronunciación hablando en lenguas:

«Ahora, repite después de mí.»Shun-Dah-Mah-Kie-Ah. Shun-Dah-Mah-Kie-Ah».

Están inventando palabras .

Dios no bendecirá este tipo de carnalidad. Él quiere la «cosa real», no la falsificación.

  

ATAQUES DEL ENEMIGO

En este proceso de hablar en lenguas luego del bautismo en el espíritu recibirás ataques del enemigo.

  

ATAQUE EL ENEMIGO 1: Cuando empiezas a hablar en lenguas, el diablo probablemente dirá: «¡Estás diciendo sólo palabras!»

Bueno, él está parcialmente en lo correcto. Estás hablando, pero es el Espíritu Santo el que te da la pronunciación.

De modo que no eres «solo tú» el que está hablando.

Tú haces lo “natural”, y el Espíritu Santo hará lo «sobre», y juntos producen algo “sobrenatural”.

  

ATAQUE DEL ENEMIGO 2: El diablo probablemente te dirá que estás «inventando todo» cuando empiece a hablar en lenguas sobrenaturales.

Es su estratagema para que te detengas. No te detengas.

Sigue orando en esas lenguas que suenan extrañas, y encontrarás una nueva unción de poder sobre tu vida.

  

ATAQUE DEL ENEMIGO 3: El diablo probablemente te traerá a la mente algunas de las interpretaciones  erróneas con la esperanza de destruir su fe.

Él puede sugerir: «Realmente estás ensuciando. Esto fue solo para los apóstoles.

No tienes ninguna promesa de parte de Dios para esto. Detente ahora antes de que el juicio caiga sobre ti».

La respuesta está en Marcos 16 que vimos arriba sobre la promesa de hablar en lenguas.

  

RECOMENDACIONES PARA HABLAR EN LENGUAS CON EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO

Deja todas las alabanzas en tu idioma nativo (en este caso en español), y de inmediato comenzarás a alabar a Dios en lenguas.

Al principio sonará tonto, pero hazlo de todos modos.

Después de producir sonidos, comienza a mover los labios y la lengua, confiando en que el Espíritu Santo te dé pautas.

No esperes una sensación especial.

Eso puede venir o puede no venir, no importa de ninguna manera porque este es un evento de fe, no simplemente una ocasión emocional.

Hay que concentrarse en Jesús, porque Él es el que bautiza con el Espíritu Santo.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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Extraordinaria Revelación: Vidente vio Surgir una Isla donde fue Bautizado Jesús

El bautismo de Jesús en el Jordán por Juan el Bautista es una escena que certifica una vez más la divinidad de Jesús.

BAUTISMO DE CRISTO.-Joachim Patinir

Jesús es bautizado por Juan Bautista en el río Jordán.
.
Ungido por el Espíritu Santo y proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre desde el cielo.
.
Esta es una escena trinitaria: el Padre revela que Jesús es su Hijo y lo unge con el don del Espíritu.
.
A partir de aquí, Jesús ya puede empezar la misión encomendada por el Padre en medio de los hombres. 

Las siguientes son visiones de Ana Catalina Emmerich sobre el Bautismo en el Jordán. 

Ver también:

 

BROTA LA ISLA PARA EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN

El Bautista habló a sus discípulos acerca de la proximidad del bautismo y del Mesías. Afirmó nuevamente que no le había visto aún, pero añadió:

«Yo quiero enseñaros el lugar de su bautismo. Mirad: las aguas del Jordán se habrán de dividir y se formará una isla».

En ese momento las aguas del Jordán se dividieron en dos y se levantó sobre la superficie una pequeña isla redonda y blanquecina.

Era el mismo lugar por donde los hijos de Israel pasaron el Jordán con el Arca de la Alianza y donde Elías dividió con su manto las aguas.

fieles se bautizan en el jordan

 

Se produjo una gran conmoción entre los presentes: oraban y daban gracias a Dios.

Juan y sus discípulos trajeron grandes piedras, que pusieron en el agua, y luego, con ramas, árboles y plantas acomodaron un puente hasta la isla y cubrieron el pasaje con piedras pequeñas y blancas.

Cuando terminaron el trabajo, se veía correr el agua bajo el puente. Juan y sus discípulos plantaron doce árboles en torno de la islita y unieron sus copas para formar un techo con el follaje.

Entre estos arbolillos pusieron cercos de varias plantas que nacen muchas a orillas del Jordán.

Tenían brotes blancos y colorados, y frutos amarillos, con una pequeña corona, como nísperos.

La isla que había surgido en el lugar donde había estado depositada el Arca de la Alianza a su paso por el Jordán, parecía de roca, y el fondo del río, más levantado que en tiempos de Josué.

El agua, en cambio, me pareció más profunda; de modo que no sabría decir si el agua se retiró más o la isla se levantó sobre el agua, cuando Juan la hizo comparecer para formar el baptisterio de Jesús.

A la izquierda del puente, no en el medio, sino más bien al borde de la isla, hizo una excavación, a la cual afluía un agua clara.

Llevaban a esta fuente algunas gradas; en la superficie del agua había una piedra triangular, plana, de color rojo, donde debía estar Jesús durante su bautismo.

A la derecha se levantaba una esbelta palmera con frutos, la cual habría de abrazar Jesús.

El borde de esta fuente estaba delicadamente trabajado y todo el conjunto presentaba un hermoso aspecto.

Cuando Josué llevó a los israelitas a través del Jordán, he visto que el río estaba muy crecido.

El Arca de la Alianza fue llevada bastante distante del pueblo hacia el Jordán. Entre los doce que la conducían y acompañaban figuraban Josué, Caleb y otro personaje, cuyo nombre suena como Enoi.

Llegados al Jordán tomó uno solo la parte delantera del Arca que solían llevar dos; los otros sostenían por detrás y en el instante en que el pie del Arca tocó las aguas, éstas se aquietaron, pareciendo como gelatinas que subían unas sobre otras, formando una muralla o más bien una montaña que se podía ver desde la ciudad de Zarthan.

Las aguas que corrían al Mar Muerto se perdieron en el mar, y se pudo pasar a pie enjuto por el lecho del Jordán.

Así cruzaron los israelitas que estaban distantes del Arca por el lecho del río.

El Arca fue llevada por los levitas aguas adentro, donde había cuatro piedras cuadradas colocadas con regularidad.

Eran estas piedras de color de sangre y a cada lado había dos hileras de seis piedras triangulares, planas y trabajadas.

Los doce levitas dejaron el Arca de la Alianza sobre las cuatro piedras del medio y pasaron doce por cada lado sobre las otras piedras triangulares que tenían su cono hundido en las aguas.

Otras doce piedras triangulares fueron colocadas a distancia: eran muy gruesas, de colores diversos, grabadas con figuras y dibujos con flores.

Josué eligió a doce hombres de las doce tribus para que llevaran sobre sus espaldas desnudas estas piedras y a distancia una serie de dos hileras para recuerdo del pasaje.

Más tarde se levantó allí una población. Fueron grabadas en las piedras los nombres de las doce tribus y los de los que llevaron las piedras.

Las piedras sobre las cuales estuvieron los levitas eran más grandes, y cuando pasaron el río, las piedras fueron vueltas con las puntas hacia arriba.

Las piedras que habían estado fuera del agua, no eran ya visibles en tiempos de Juan Bautista: no sé si fueron destruidas por las guerras o estaban simplemente cubiertas por tierra y escombros.

Juan había levantado su tienda en el lugar de ellas.

Más tarde hubo una iglesia allí, creo que en tiempos de Santa Elena.

El lugar donde había estado el Arca de la Alianza es exactamente el mismo de la isla y de la fuente donde fue bautizado Jesús.

Cuando los israelitas pasaron con el Arca y hubieron erigido las doce piedras, el Jordán volvió a seguir su curso como antes.

El agua de la fuente del bautismo de Jesús era de tal hondura que desde la orilla sólo se podía ver desde el pecho cuando estaba un hombre dentro.

La profundidad algo escalonada y esta fuente octogonal, que medía como cinco pies de diámetro, estaba rodeada de un borde, cortado en cinco lugares, desde donde podían algunas personas presenciar el acto.

Las doce piedras triangulares sobre las cuales habían estado los levitas se alzaban a ambos lados de la fuente bautismal de Jesús con sus puntas hacia arriba fuera del agua.

En la fuente del bautismo yacían aquellas cuatro piedras cuadradas coloradas, sobre las cuales había descansado el Arca de la Alianza, debajo de la superficie del agua.

Estas piedras aparecían con sus puntas fuera del agua en épocas de bajantes.

Muy cerca del borde de la fuente había una piedra triangular, en forma de pirámide, con la punta hacia abajo, sobre la cual estuvo Jesús cuando el Espíritu Santo vino sobre Él.

A su derecha estaba la palmera, junto al borde, a la cual Jesús se sujetó con la mano, mientras a su izquierda estaba el Bautista.

La piedra triangular donde estuvo Jesús, no era de las doce: me parece que Juan la trajo desde la orilla.

Había allí un misterio porque he visto que estaba señalada con dibujos de flores y estrías.

Las otras doce piedras eran también de diversos colores, dibujadas con flores y ramificaciones.

Eran más grandes que las llevadas a tierra: me parece que eran al principio piedras preciosas que plantó Melquisedec desde pequeñas, cuando el Jordán no pasaba sobre ellas.

He visto que en muchos lugares hacía esto; ponía los fundamentos de obras que venían luego a ser lugares sagrados o donde sucedían hechos notables, aunque por mucho tiempo quedaran en pantanos o escondidas entre matorrales.

Creo también que las doce piedras que llevaba Juan en la fiesta en el escudo del pecho eran trozos de aquellas doce piedras preciosas plantadas por Melquisedec. 

 

JESÚS ES BAUTIZADO POR JUAN

Cuando Juan recibió aviso de que Jesús se acercaba, cobró nuevos bríos para bautizar.
.
Acudieron grupos de aquéllos a quienes Jesús había exhortado a ir al bautismo, entre ellos publicanos.
.
Y he visto a Parmenas con sus parientes de Nazaret.

Cima_da_conegliano,_battesimo_di_cristo

Juan habló a sus discípulos sobre el Mesías y se humilló ante Él de tal manera que aquéllos quedaron contristados.

Llegaron también a Juan aquellos discípulos a quienes Jesús había rechazado en Nazaret: he visto a éstos hablando con Juan de Jesús y sus obras.

Juan ardía de tal amor por Jesús que casi se manifestaba impaciente de que el Mesías no se declarase más abiertamente.

Cuando Juan los bautizó, recibió la seguridad de que se acercaba Jesús. Vio una nube luminosa que envolvía a Jesús y a los suyos, y los vio en visión que se acercaban.

Desde entonces se muestra extraordinariamente contento y ansioso y mira con frecuencia hacia el lado de donde vendrá.

La islita con la fuente bautismal está toda verde y nadie va a ella fuera de Juan, cuando tiene algo que arreglar: el camino que lleva a ella está ordinariamente cerrado.

Jesús caminaba más ligero que Lázaro y llegó dos horas antes que éste al lugar del bautismo.

Era la alborada cuando llegó Jesús al mismo tiempo que otros. Éstos no lo conocían y caminaban a la par de Él.

Pero lo miraban con extrañeza, porque veían en Él algo admirable que no podían explicarse. Había una turba extraordinaria de gente.

Juan predicaba con mayor entusiasmo de la proximidad del Mesías y de la necesidad de hacer penitencia.

Decía que pronto él desaparecería. Jesús estaba en medio de los oyentes.

Juan sintió su cercanía, lo veía y se mostraba muy contento y animado; pero no dejó por eso de hablar, y comenzó luego a bautizar.

Había ya bautizado a muchos y eran como las diez de la mañana, cuando le tocó el turno a Jesús, que bajó a la fuente.

Entonces se inclinó Juan ante Él y dijo:

«Yo debo ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?…»

Jesús le contestó:

«Deja ahora que se haga esto; es menester que cumplamos toda justicia: que tú me bautices y Yo sea por ti bautizado».

Jesús añadió:

«Tú debes recibir el bautismo del Espíritu Santo y de la sangre».

Entonces Juan le dijo que le siguiera a la islita.

Jesús dijo que así lo haría añadiendo que deseaba que las aguas con que eran bautizados los demás se dejasen afluir a aquel lugar, que todos los que debían ser luego bautizados fueran allí bautizados.

Y que el árbol que Él iba a abrazar fuera trasplantado adonde eran bautizados los demás y que todos lo tocasen al ser bautizados.

El Salvador pasó con Juan y sus discípulos Andrés y Saturnino sobre el puente de la islita.

Jesús se retiró a una pequeña tienda, junto a la fuente, al lado oriental, para vestirse y desvestirse.

Los discípulos lo siguieron a la isla.

Hasta el puente había gran multitud de gente y en la orilla del río más aún.

En el puente podían permanecer hasta tres hombres: entre ellos estaba Lázaro.

La fuente bautismal estaba hecha en una excavación escalonada, de forma octogonal y tenía debajo un borde de igual forma con cinco canales en el fondo que comunicaban con las aguas del Jordán.

El agua llenaba la fuente por medio de entradas cortadas en los bordes.

Tres de estas entradas eran visibles en la parte Norte, por donde las aguas entraban y dos salidas estaban cubiertas en la parte Sur de la fuente; por aquí se pasaba y por este lado no se veía el agua rodeando la fuente.

Del lado Sur subían unas gradas de hierbas verdes.

La isla misma no era del todo plana, sino un tanto más elevada en el medio, rellenada con piedras y partes blandas, todo cubierto de verdor.

Los nueve discípulos de Jesús, que en los últimos tiempos estaban con Él, acercáronse a la fuente y permanecieron en el borde.

Jesús dejó en la tienda su manto, su faja y su vestido de lana amarilla abierto por delante y cerrado con cintas, una banda de lana más angosta cruzada sobre el pecho, que alzaba sobre la cabeza por la noche o en la intemperie.

Y quedó con un vestido oscuro, con el cual salió de la tienda, para entrar en el agua, donde, por la cabeza, se quitó también esta prenda de vestir.

Tenía, dentro del agua, sólo una banda desde la mitad del cuerpo a los pies.

Todos sus vestidos los recibió Saturnino, el cual se los pasó a Lázaro, que estaba al borde de la fuente.

Jesús bajó a la fuente, donde quedó cubierto por las aguas hasta el pecho.

Con la mano izquierda se asió a la palmera y puso la derecha en el pecho, mientras la faja blanca flotaba sobre las aguas.

Juan estaba en la parte Sur de la fuente; tenía en la mano un recipiente de borde ancho del cual salía el agua por tres aberturas.

Se inclinó, tomó agua con el recipiente y la vertió en tres líneas sobre la cabeza del Salvador.

Una línea de agua cayó sobre la parte anterior de la cabeza y la cara; otra, en medio de la cabeza, y la tercera en la parte posterior.

No recuerdo bien las palabras que dijo Juan al bautizar, pero fueron más o menos éstas:

«Yaveh, por medio de los Serafines y Querubines, derrame su bendición sobre Ti, con ciencia, inteligencia y fortaleza».

No recuerdo bien si fueron estas tres últimas palabras; pero eran tres gracias o dones para el espíritu, el alma y el cuerpo, y allí estaba contenido todo lo que cada uno necesita para presentar al Señor un espíritu, un alma y un cuerpo renovados.

Mientras Jesús salía fuera del agua, los discípulos Saturnino y Andrés, que estaban a la derecha del Bautista, sobre la piedra triangular, sostenían una tela, que pusieron sobre Él para que se secara, y una túnica blanca y larga.

Al detenerse Jesús sobre la piedra triangular roja, a la derecha de la entrada de la fuente, pusieron sus manos sobre sus hombros, y Juan sobre su cabeza.

Hasta entonces se ponía a los bautizados sólo un paño pequeño; pero después del bautismo de Jesús se usó otro más extenso.

 

LA VOZ DEL PADRE DESPUÉS DEL BAUTISMO

Cuando estaban por subir las gradas para salir de la fuente se oyó la voz de Dios sobre Jesús, detenido solo en la piedra en oración.

Llegó como una ráfaga de viento desde el cielo y un trueno; de modo que todos los presentes se atemorizaron y miraron hacia arriba.

Descendió una nube blanca luminosa, y yo vi una figura alada sobre Jesús, que le llenó como un torrente.

He visto el cielo abierto, y vi la aparición del Padre celestial en forma y rostro común, y oí la voz que resonaba:

«Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias».

Era una voz como dentro del trueno.
.
Jesús estaba completamente rodeado de luz y apenas se le podía mirar: su rostro era transparente.
.
He visto ángeles en torno de Él.

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A cierta distancia, sobre las aguas del Jordán, vi a Satanás en figura oscura, como nube negra, donde se agitaba una confusión de sabandijas y de reptiles de todas clases.

Era la representación de cómo todo lo malo, todo lo pecaminoso, todo lo ponzoñoso de la región se concentraba allí, en su origen, huyendo de la presencia del Espíritu Santo que se había difundido en Jesús.

Era algo espantoso y horrible, que contrastaba mejor con la claridad y la luz que se difundía en torno de Jesús y del lugar del bautismo.

La misma fuente brillaba hasta el fondo; todo estaba como transfigurado.

Se veían las cuatro piedras, sobre las cuales había estado el Arca de la Alianza, resplandecer con brillo de regocijo en, el fondo de la fuente, y en las doce piedras donde habían estado los levitas aparecieron ángeles en oración, porque el Espíritu de Dios había dado testimonio delante de todos los hombres sobre

Aquél que debía ser la piedra viva, la piedra preciosa elegida, la piedra angular de la Iglesia.

De este modo nosotros debemos, como piedras vivas, formar un edificio espiritual y un espiritual sacerdocio, para poder ofrecer a Dios sacrificios aceptables, como sobre un altar, por medio de su Hijo divino en quien sólo encuentra sus complacencias.

Después de esto, Jesús se dirigió a la tienda. Saturnino le trajo sus vestidos, que Lázaro había tenido en custodia, y Jesús volvió a ponérselos.

Ya vestido, salió Jesús de la tienda, y, rodeado de sus discípulos, se colocó en el lugar libre de la isla al lado del arbolito central.

Entonces Juan habló con viveza y gran alegría al pueblo, dando testimonio de Jesús, diciendo que era el Hijo de Dios y el prometido y esperado Mesías.

Para confirmar su testimonio recordó las profecías de los patriarcas y profetas y señaló su cumplimiento, diciendo lo que él había visto y lo que todos habían oído ahora, agregando que no bien Jesús volviera, después de una ausencia, él, Juan, desaparecería del lugar.

Dijo también que en ese lugar había estado el Arca, cuando Israel recibió en herencia la tierra prometida y que ahora se producía el cumplimiento de la Alianza, de lo cual daba testimonio el mismo Dios Padre en su Hijo divino.

Recomendóles que siguiesen a Jesús, llamando feliz el día del cumplimiento de la promesa para Israel.

Mientras tanto habían llegado otras personas, entre ellas amigos de Jesús: Nicodemo, Obed, José de Arimatea, Juan Marcos y otros varios que había visto entre la turba. Juan dijo a Andrés que hablase en Galilea del bautismo de Jesús como Mesías.

Jesús, por su parte, dio testimonio de Juan, afirmando que había hablado verdad; añadió que se alejaría por algún tiempo; pero que luego viniesen a Él todos los enfermos y afligidos, pues quería consolarlos y ayudarlos; que se preparasen entretanto con penitencia y buenas obras.

Dijo que se alejaba por algún tiempo para luego entrar en el reino que su Padre le había encomendado.

Jesús expresó esto como en la parábola del Hijo del Rey, que antes de cumplir la voluntad de su Padre, quería recogerse, implorar su ayuda y prepararse.

Había entre los oyentes algunos fariseos, los cuales tomaron estas palabras en un sentido burlesco, diciendo:

«Quizás no sea el hijo del carpintero, como pensamos, sino el hijo bastardo de algún rey, y ahora quiere ir allá, juntar gente y luego venir a tomar Jerusalén».

Les parecía todo esto muy curioso e insensato.

En cuanto a Juan continuó ese día bautizando a los presentes sobre la isla de la fuente de Jesús: eran, en su mayoría, de los escasos hombres que fueron más tarde discípulos de Jesús.

Entraban en el agua que rodeaba la fuente y Juan los bautizaba desde el borde. Jesús, con sus nueve discípulos y otros que se le agregaron, partió de allí. Le siguieron Lázaro, Andrés y Saturnino.

Habían llenado, por orden de Jesús, un recipiente con el agua del bautismo de Jesús y lo llevaban consigo.

Los presentes se echaron a los pies de Jesús, rogándole se quedara con ellos. Jesús les prometió volver muy pronto, y se alejó.

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El bautismo Cristiano Católico

El término Bautismo procede del verbo griego baptizein, que significa sumergir, lavar. El simbolismo de los efectos del agua como signo de purificación es muy común en la historia de las religiones.  

El bautismo parece estar relacionado al ambiente judío tras la deportación de Babilonia. La inmersión se practicaba para la purificación legal. Los esenios practicaban este tipo de ablución purificadora que, para ellos, era también moral, como han podido demostrar sus piscinas rituales en Qumram.

Entre los fariseos del siglo I se extendió la costumbre de sumergir en agua a los prosélitos tras la circuncisión, rito que implicaba la capacidad del neófito para acceder a los sacrificios y participar en el culto del Templo.

Juan el Bautista asumió este rito dándole el sentido de medio para la conversión (cf. Mc 1 4) y purificación del pecado. Esto implicaba que el templo ya no era el único lugar para la obtención de la expiación.

La Iglesia católica considera el bautismo que administraba Juan el Bautista como prefiguración inmediata de lo que considera un sacramento. Según el evangelio, el Bautista tenía conciencia de que el rito que realizaba era un anuncio del que vendría (cf. Mc 1 8). Jesús no sólo se sometió al bautismo de Juan, sino que también llamó «bautismo» a su pasión y muerte (Mc 10 38 y paralelos).

El Concilio de Trento declaró que el bautismo de Cristo era diverso del de Juan. Y en el decreto Lamentabili, el Santo Oficio aclaró que el sacramento del bautismo no se puede considerar como un rito evolucionado de los usados por las religiones antiguas o por el judaísmo.

DIFERENCIAS ENTRE EL BAUTISMO DE JESÚS Y DE JUAN

Jesucristo enseñó a los apóstoles un bautismo diferente del conocido por los judíos. No era sólo un símbolo, sino una verdadera purificación y un llenarse del Espíritu Santo. Juan Bautista lo había anunciado: «Yo bautizo con agua, pero pronto va a venir el que es más poderoso que yo, al que yo no soy digno de soltarle los cordones de sus zapatos; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego». (Lc 3,16)

El hecho más importante para interpretar el Bautismo cristiano es el Bautismo de Jesús, en el que culminan las prefiguraciones del Antiguo Testamento sobre este sacramento.

Con ocasión de su Bautismo, Jesús experimentó su vocación, aceptando la misión y el destino que le llevarían a su muerte violenta. Así se explica que las dos únicas veces que Jesús utiliza el verbo bautizar (Mc 10,38; Lc 12,50) sea para referirse a su propia muerte.

El bautismo para Jesús tiene un sentido concreto: es el acto y el momento en que el hombre asume conscientemente una vocación y un destino en la vida, la vocación y el destino de la solidaridad incondicional con los hombres, especialmente los más pobres, hasta llegar a la misma muerte.

Juan bautizaba en vistas al juicio último de Dios; el Bautismo cristiano es la participación en la muerte y resurrección de Jesucristo; es decir, el bautizado ha muerto a una forma de existencia, para nacer a otra nueva que no acabará jamás.

La Iglesia bautiza porque así realiza el mandato de Jesús resucitado y porque está llena del Espíritu Santo para comunicar la salvación a través de este sacramento.

El Bautismo es el sacramento de la fe (Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de creyentes. Solo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los cristianos. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. En todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo. Cuando se trata del Bautismo de niños, para su crecimiento en la fe es necesaria la ayuda de los padres y padrinos (CIC 1253-1255)

 

EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO CATÓLICO

El Bautismo, por ser un sacramento de iniciación, tiene unos efectos de regeneración e incorporación muy especiales:
«Al bautizado le son perdonados los pecados y recibe una vida nueva, se une a la muerte y resurrección de Jesucristo, participa de su misión sacerdotal, profética y real y es incorporado a la Iglesia»

Perdona los pecados y da una vida nueva. El Bautismo cristiano comporta una experiencia de liberación: de la misma forma que el paso del mar Rojo fue para los israelitas la experiencia fundamental de su liberación, así el paso por el agua bautismal comporta para los cristianos la experiencia de su propia libertad.

Por el bautismo, el cristiano se separa del destino colectivo de una humanidad fatalmente sometida a la esclavitud del pecado, liberándose del pecado original que corrompe y desgarra al hombre y al mundo. La persona que ha vivido la experiencia del Bautismo, ha vivido la experiencia de la liberación del pecado. El pecado ya no tiene dominio sobre los cristianos ( 1 Jn 3, 5-6)

Para el bautizado no existe más ley que la del amor, a eso re refiere Pablo en Rm 13, 8-10 y en Gal 5, 14. Luego la experiencia fundamental del creyente en el Bautismo es la experiencia del amor, no sólo del amor a Dios, sino también del amor al prójimo.

Une al bautizado a la Muerte y Resurrección de Jesucristo. De la misma manera que Jesús pasó por la muerte, para llegar a una vida sin límites, igualmente el cristiano tiene que pasar por una muerte (el Bautismo), para empezar una nueva vida, la vida de la fe, la vida propia del cristiano. Esto es lo que dice san Pablo en su carta a los Romanos:
«¿Ignoráis acaso que todos a quienes el bautismo ha vinculado a Cristo hemos sido vinculados a su muerte? En efecto, por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo quedando vinculados a su muerte, para que así como Cristo ha resucitado de entre los muertos por el poder del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en Cristo a través de una muerte semejante a la suya, también compartiremos su resurrección» (Rm 6, 3-5)

«Morir con Cristo» significa morir al mundo, al orden establecido, como fundamento de la vida del hombre (Gal 6,14) o a los poderes del mundo que esclavizan (Col 2,20), a la esclavitud de la ley (Rom 7,6), a la vida en pecado (Rom 6,6) o a la vida para sí mismo ( 2 Cor 5, 14-15).

Hace participar al bautizado de la misión sacerdotal, profética y real de Jesucristo. Quien recibe el Bautismo queda revestido de Jesús el Mesías, lo que significa que la misma vida de Cristo está presente y actúa en el que ha recibido el Bautismo.

El bautizado, unido a Cristo en la Iglesia, es como Cristo Sacerdote, Profeta y Rey, y está llamado a dar testimonio del Señor en este mundo. El Concilio Vaticano II ha enseñado que «los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y la unción del Espíritu Santo» ( LG 10; cfr. 1 Pe 2, 9-10).

El Bautismo imprime en el cristiano, un sello espiritual indeleble de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación. Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado.

Incorpora al bautizado a la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los bautizados, pues el efecto fundamental del Bautismo es incorporar al hombre a la comunidad de la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los que libre y conscientemente han asumido como destino en la vida sufrir y morir por los demás, es decir, la Iglesia es la comunidad de los que viven para los demás; es así mismo, la comunidad de los que se han revestido de Cristo, reproduciendo en su vida lo que fue la vida de Jesús el Mesías.

La costumbre de bautizar a los niños desde pequeños data desde los primeros siglos de la Iglesia, pues no es posible privarlos de los efectos que el sacramento produce. El hombre nace con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, por lo que necesita el nuevo nacimiento en el Bautismo  para recibir la Gracia Divina.

 

DESARROLLO DEL RITO DE BAUTISMO CATÓLICO

En el Nuevo Testamento se habla de una inmersión en el agua, acompañada de unas palabras y que requiere la fe del bautizando (cf. Hch 8 36-37). Sin embargo, hubo teólogos en los primeros siglos que negaron la necesidad del agua. Contra ellos escribió Ireneo (en Adversus Haereses I 21 4) y Tertuliano (De Baptismo I). Pero la expresión más clara está en Agustín: «¿Qué es el bautismo? Es una ablución de agua con la palabra. Quita el agua y ya no hay bautismo» (Comentario al evangelio de Juan 15 4).

En la Didaké (capítulo VII) se habla de una celebración con inmersión en agua, pero también de un rito por el que se derramaba tres veces agua sobre la cabeza del neófito. Hipólito habla de una celebración que seguía al catecumenado y que tras oraciones, preguntas y exorcismos, sometía al candidato a una inmersión en el agua. Sin embargo, es difícil que incluso en la Iglesia primitiva sólo se hayan dado casos de bautismo por inmersión. Si según los Hechos de los apóstoles, tras la predicación de Pedro fueron tres mil las personas que se bautizaron resulta muy difícil pensar que todos se hayan arrojado al agua.

También consta –por el testimonio de Cipriano (Carta 69 12)– que algunos enfermos eran bautizados seguramente por aspersión o infusión.

Así con el paso del tiempo el bautismo por inmersión fue abandonado paulatinamente (debido a la costumbre de bautizar a los niños lo más pronto posible) y el de aspersión se usó muy poco dadas las dudas sobre la efectiva ablución. El Código de derecho canónico de 1983 indica que el bautismo se ha de administrar por inmersión o por infusión, de acuerdo con las normas establecidas por cada Conferencia episcopal (cf. núm. 854).

 

LA CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO CATÓLICO ACTUAL

¿Quién puede recibir el Bautismo y quién lo puede administrar?
Todo ser humano, aún no bautizado, y sólo él, es capaz de recibir el Bautismo.

El ministro ordinario del Bautismo es el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el diácono.

En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, si tiene la intención de hacer lo que hace la Iglesia al bautizar y emplea la fórmula bautismal trinitaria.

Celebración: El Bautismo cristiano se celebra bañando en agua al que lo recibe (bautismo por inmersión) o derramando agua por la cabeza (bautismo por infusión), mientras el ministro invoca a la Santísima Trinidad.
El rito completo consta de tres momentos:

Preparación: Consiste en la bendición del agua, en la renuncia de los padres y padrinos al pecado, en la profesión de fe y en una pregunta a los padres y padrinos sobre si desean que el niño sea bautizado.
Ablución o bautismo:
Mientras el ministro baña con agua a quien se bautiza, dice: «Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»

Ritos complementarios: Son la crismación, la vestidura blanca y la entrega de la luz.

La crismación por la que el ministro unge la cabeza a cada bautizado con el santo crisma, como señal de incorporación al pueblo creyente;

La vestidura blanca, signo de la nueva vida y dignidad del cristiano.

La entrega de la luz de Cristo expresada por una velita cuya llama ha sido tomada del cirio pascual.

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Bautismo de Jesús en el Jordán: visión de María de Agreda

En su libro Mística Ciudad de Dios, María de Agreda relata esta visión sobre el bautismo.

 

Llega el Salvador Jesús a la ribera del Jordán, donde le bautizó San Juan Bautista y pidió también ser bautizado del mismo Señor.

974. Dejando nuestro Redentor a su amantísima Madre en Nazaret y en su pobre morada, sin compañía de humana criatura pero ocupada en los ejercicios de encendida caridad que he referido (Cf. supra n. 971), prosiguió Su Majestad las jornadas hacia el Río Jordán, donde su pre­cursor San Juan Bautista estaba predicando y bautizando cerca de Betania, la que estaba de la otra parte del río y por otro nombre se llamaba Betabara. Y a los primeros pasos que dio nuestro divino Redentor desde su casa levantó los ojos al Eterno Padre y con su ardentísima caridad le ofreció todo lo que de nuevo comenzaba a obrar por los hombres: los trabajos, dolores, pasión y muerte de cruz que por ellos quería padecer, obedeciendo a la voluntad eterna del mismo Padre, y el natural dolor que sintió, como Hijo verdadero y obe­diente a su Madre, en dejarla y privarse de su dulce compañía que por veinte y nueve años había tenido. Iba el Señor de las criaturas solo, sin aparato, sin ostentación ni compañía, el supremo Rey de los reyes y Señor de los señores, desconocido y no estimado de sus mismos vasallos, y tan suyos que por sola su voluntad tenían el ser y conservación, y su real recámara era la extrema y suma pobreza y desabrigo.

975. Como  los  Sagrados  Evangelistas dejaron  en  silencio  estas obras del Salvador y sus circunstancias tan dignas de atención, no obstante que con efecto sucedieron, y nuestro grosero olvido está tan mal acostumbrado a no agradecer las que nos dejaron escritas, por esto no discurrimos ni consideramos la inmensidad de nuestros beneficios y de aquel amor sin tasa ni medida que tan copiosamente nos enriqueció y con tantos vínculos de oficiosa caridad nos quiso atraer a sí mismo.  ¡Oh amor eterno del Unigénito del Padre!   ¡Oh bien mío y vida de mi alma!, ¡qué mal conocida y peor agradecida es esta vuestra ardentísima caridad! ¿Por qué, Señor y dulce amor mío, tantas finezas,  desvelos y penalidades por quien no sólo no habéis menester, pero ni ha de corresponder ni atender a vuestros favores más que si fueran engaño y burla?  ¡Oh corazón humano, más rústico y feroz que de una fiera!  ¿Quién te endurece tanto? ¿Quién te detiene? ¿Quién te oprime y te hace tan grave y pesado para no caminar al agradecimiento de tu Bienhechor? ¡Oh encanto y fascinación lamentable de los entendimientos de los hombres! ¿Qué letargo tan mortal es éste que padecéis? ¿Quién ha borrado de vues­tra memoria verdades tan infalibles y beneficios  tan memorables y vuestra propia y verdadera felicidad? Si somos de carne, y tan sensible, ¿quién nos ha hecho más insensibles y duros que los mis­mos riscos y peñascos inanimados? ¿Cómo no despertamos y recupe­ramos algún sentido con las voces que dan los beneficios de vuestra Redención? A las palabras de un Profeta, Ezequiel (Ez 37, 1ss), revivieron los huesos secos y se movieron, y nosotros resistimos a las palabras y a las obras del que da vida y ser a todo. Tanto puede el amor terreno, tanto nuestro olvido.

976. Recibid, pues, ahora, oh Dueño mío y lumbre de mi alma, a este vil gusanillo que arrastrando por la tierra sale al encuen­tro de los hermosos pasos que dais para buscarle, con ellos levantáis en esperanza cierta de hallar en vos verdad, camino, fineza y vida eterna. No tengo, amado mío, qué ofreceros en retorno sino vues­tra bondad y amor y el ser que por él he recibido, menos que vos mismo no puede ser paga de lo infinito que por mi bien habéis hecho.  Sedienta  de vuestra  caridad  salgo  al  camino,  no  queráis, Señor y Dueño mío,  divertir ni  apartar la vista de vuestra real clemencia de la pobre a quien buscáis con diligencias solícitas y amorosas. Vida de mi alma y alma de mi vida, ya que no fui tan dichosa  que  mereciese gozar  de vuestra vista  corporal  en  aquel siglo felicísimo, soy a lo menos hija de Vuestra Santa Iglesia, soy parte de este cuerpo místico y congregación santa de fieles. En vida peligrosa, en carne frágil, en tiempos de calamidad y tribulaciones vivo, pero clamo del profundo, suspiro de lo íntimo del corazón por vuestros infinitos merecimientos, y, para tener parte en ellos, la fe santa me los certifica, la esperanza me los asegura y la caridad me da derecho a ellos. Mirad, pues, a esta humilde esclava para hacerme agradecida a tantos beneficios, blanda de corazón, constante en el amor y  toda a vuestro agrado y mayor beneplácito.

977. Prosiguió nuestro Salvador el camino para el Río Jordán, derra­mando en diversas partes sus antiguas misericordias, con admira­bles   beneficios   que   hizo   en   cuerpos   y   almas   de   muchos   nece­sitados, pero siempre con modo oculto, porque hasta el bautismo no se dio testimonio público de su poder divino y grande excelen­cia. Antes de llegar a la presencia del Bautista, envió el Señor al corazón del Santo nueva luz y júbilo que mudó y elevó su espíritu, y reconociendo San Juan Bautista estos nuevos efectos dentro de sí mismo, admirado dijo: ¿Qué misterio es éste y qué presagios de mi bien?, porque desde que conocí la presencia de mi Señor en el vientre de mi madre, no he sentido tales efectos como ahora. ¿Si viene por dicha o está cerca de mí el Salvador del mundo? A esta nueva ilus­tración se siguió en el Bautista una visión intelectual, donde conoció con mayor claridad el misterio de la unión hipostática en la perso­na del Verbo, y otros de la redención humana. Y en virtud de esta nueva luz dio los testimonios que refiere el Evangelista San Juan, mientras estaba Cristo nuestro Señor en el desierto y después que salió de él y volvió al Río Jordán: uno a la pregunta de los judíos y otro cuando dijo: Ecce Agnus Dei (Jn 1, 36), etc., como adelante diré (Cf. infra n. 1010, 1017). Y aunque el  San Juan Bautista  había  conocido  antes  grandes  sacramentos cuando  le mandó el Señor salir a predicar y bautizar, pero en esta ocasión y visión se renovaron y manifestaron con mayor claridad y abundan­cia y conoció que venía el Salvador del mundo al bautismo.

978. Llegó, pues, Su Majestad entre los demás y pidió a San Juan Bautista le bautizase como a uno de los otros, y el Bautista le conoció y pos­trado a sus pies deteniéndole le dijo: Yo he de ser bautizado, ¿y Vos, Señor, venís a pedirme el bautismo? como lo refiere el Evangelista San Mateo (Mt 3, 14). Respondió el Salvador: Déjame ahora hacer lo que de­seo, que así conviene cumplir toda justicia (Mt 3, 15). En esta resistencia que intentó el Bautista de bautizar a Cristo nuestro Señor y pedirle el bautismo, dio a entender que le conoció por verdadero Mesías. Y no contradice a esto lo que del mismo Bautista refiere San Juan Evangelista (Jn 1, 33), que dijo a los judíos: Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua, me dijo: Aquel sobre quien vieres que viene el Espíritu San­to y está sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo. Y yo lo vi y di testimonio de que éste es el Hijo de Dios. La razón de no ha­ber contradicción en estas palabras de San Juan Bautista con lo que dice San Mateo es, porque el testimonio del cielo y la voz del Padre que vino en el Río Jordán sobre Cristo nuestro Señor fue cuando San Juan Bautista tuvo la visión y conocimiento que queda dicho (Cf. supra n. 977), y hasta enton­ces no había visto a Cristo ocularmente, y así negó que hasta enton­ces no le había conocido como entonces le conoció; pero como no sólo le vio corporalmente, sino con la luz de la revelación al mismo tiempo, por eso se postró a sus pies pidiendo el bautismo.

979. Acabando de bautizar San Juan Bautista a Cristo nuestro Señor, se abrió el cielo y descendió el Espíritu Santo en forma visible de palo­ma sobre su cabeza y se oyó la voz del Eterno Padre que dijo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo yo mi agrado y complacencia (Mt 3, 15). Esta voz del cielo oyeron muchos de los circunstantes que no desmerecieron tan admirable favor y vieron asimismo el Espíritu Santo en la forma que vino sobre el Salvador; y fue este testimonio el mayor que pudo darse de la divinidad de nuestro Redentor, así por parte del Padre que le confesaba por Hijo, como por la de la misma testificación, pues por todo se manifestaba que Cristo era Dios verdadero, igual a su Eterno Padre en la sustancia y perfecciones infinitas. Y quiso el Padre ser el primero que desde el cielo testificase la divinidad de Cristo, para que en virtud de su testificación quedasen autorizadas todas cuantas después se habían de dar en el mundo. Tuvo también otro misterio esta voz del Padre, que fue como desempeño que hizo volviendo por el crédito de su Hijo y recompensándole la obra de humillarse al bautismo, que servía al remedio de los pecados, de que el Verbo humanado estaba libre, pues era impecable.

980. Este acto de humillarse Cristo nuestro Redentor a la forma de pecador, recibiendo el bautismo con los que lo eran, ofreció al Padre con su obediencia, y por ella para reconocerse inferior en la naturaleza humana común a los demás hijos de Adán y para ins­tituir con este modo el sacramento del bautismo, que en virtud de sus merecimientos había de lavar los pecados del mundo; y humillándose el mismo Señor el primero al bautismo de las culpas, pidió y alcanzó del Eterno Padre un general perdón para todos los que le recibiesen y que saliesen de la jurisdicción del demonio y del pecado y fuesen reengendrados en el nuevo ser espiritual y sobrenatural de hijos adoptivos del Altísimo y hermanos del mismo Reparador Cristo nuestro Señor. Y porque los pecados de los hombres, así los preté­ritos, presentes y futuros, que tenía presentes el Eterno Padre en la presencia de su sabiduría, impidieran este remedio tan suave y fácil, lo mereció Cristo nuestro Señor de justicia, para que la equidad del Padre le aceptase y aprobase dándose por satisfecho, aunque cono­cía cuántos de los mortales en el siglo presente y futuro habían de malograr el bautismo y otros innumerables que no le admitirían. Todos estos impedimentos y óbices removió Cristo nuestro Señor y como satisfizo, por lo que habían de desmerecer, con sus méritos y humillándose a mostrar forma de pecador siendo inocente y reci­biendo el bautismo. Y todos estos misterios comprendieron aquellas palabras  que respondió al Bautista: Deja ahora,  que así conviene cumplir toda justicia (Mt 3, 15). Y para acreditar al Verbo humanado y recompensar su humillación y aprobar el bautismo y sus efectos que había de tener, descendió la voz del Padre y la persona del Espíritu Santo y fue confesado y manifestado por Hijo de Dios verdadero, y conocieron a todas Tres Personas, en cuya forma se había de dar el bautismo.

981. El gran Bautista San Juan fue a quien de estas maravillas y de sus efectos alcanzó entonces la mejor parte, que  no sólo bautizó a su Redentor y Maestro y vio al Espíritu Santo y el globo de la luz celes­tial que descendió del cielo sobre el Señor con innumerable multitud de Ángeles que asistían al bautismo, oyó y entendió la voz del Padre y conoció otros misterios en la visión y revelación que queda dicha; pero sobre todo esto fue bautizado por el Redentor. Y aunque el Evangelio no dice más de que lo pidió (Mt 3, 14) pero tampoco lo niega, por­que sin duda Cristo nuestro Señor, después de haber sido bautizado dio a su Precursor el Bautismo (Sacramental) que le pidió y el que Su Majestad instituyó desde entonces, aunque su promulgación general y el uso común lo ordenó después y mandó a los Apóstoles después de resuci­tado (Mt 28, 19; Mc 16, 15).  Y como  adelante  diré (Cf. infra n. 1030ss),   también  bautizó   el   Señor  a  su Madre santísima antes de esta promulgación en que declaró la forma del bautismo que había ordenado. Así lo he entendido, y que San Juan Bautista fue el primogénito del bautismo (Sacramental)  de  Cristo nuestro  Señor y de la nueva Iglesia que fundaba debajo de este gran sacramento, y por él recibió el Bautista el carácter de cristiano y gran plenitud de gracias, aunque no tenía pecado original que se le perdonase, porque ya le había justificado el Redentor antes  que naciera el Bautista, como en su lugar queda declarado (Cf. supra n. 218). Y aquellas palabras que respondió el Señor: Deja ahora, que conviene cumplir toda jus­ticia, no fue negarle el bautismo, sino dilatarle hasta que Su Majestad fuese bautizado primero y cumpliese con la justicia en la forma que se ha dicho, y luego le bautizó y dio su bendición para irse la Majes­tad divina al desierto.

982. Volviendo ahora a mi intento y a las obras de nuestra gran Reina y Señora, luego que fue bautizado su Hijo santísimo, aunque tenía luz divina de las acciones de Su Majestad, le dieron noticia de todo lo sucedido en el Río Jordán los Santos Ángeles que asistían al mis­mo Señor; y fueron de aquellos que dije en la primera parte (Cf. supra p. I n. 373) lle­vaban las señales  o divisas  de la pasión del  Salvador. Por todos estos misterios del bautismo que había recibido y ordenado y la testificación  de  su  divinidad,  hizo la prudentísima Madre  nuevos himnos y cánticos de alabanza del Altísimo y del Verbo humanado y de incomparable agradecimiento; y por los actos de humildad y peticiones que hizo el divino Maestro, imitóle ella haciendo otros muchos, acompañándole y siguiéndole en todos. Pidió con fervorosísima caridad por los hombres, para que se aprovechasen del Sacramento del Bautismo y para su propagación por todo el mundo, y sobre estas peticiones y cánticos, que por sí misma hizo, convidó luego a los cortesanos celestiales para que la ayudasen a engrandecer a su Hijo santísimo por haberse humillado a recibir el bautismo.

 

Doctrina que me dio la Reina del cielo María santísima.

983. Hija mía, en las muchas y repetidas veces que te manifiesto las obras de mi Hijo santísimo que hizo por los hombres, lo que yo las agradecía y apreciaba, entenderás cuan agradable es al Muy Alto este fidelísimo cuidado y correspondencia de tu parte y los ocultos y grandes bienes que en él se encierran. Pobre eres en la casa del Señor, pecadora, párvula y desvalida como el polvo; mas con todo eso quiero de ti que tomes por tu cuenta el dar incesantes gracias al Verbo humanado por el amor que tuvo a los hijos de Adán y por la ley santa e inmaculada, eficaz y perfecta que les dio para su remedio, y en especial por la institución del Santo Bautis­mo, con cuya eficacia quedan libres del demonio y reengendrados en hijos del mismo Señor y con gracia que los hace justos y los ayuda para no pecar. Obligación común es ésta de todos, pero cuando las criaturas casi la olvidan, te la intimo yo a ti para que a imitación mía tú la procures agradecer por todos, o como si fueras tú sola deu­dora; pues a lo menos en otras obras del Señor lo eres, porque con ninguna otra nación se ha mostrado más liberal que lo es contigo, y en la fundación de su Ley Evangélica y Sacramentos estuviesen pre­sente en su memoria y en el amor con que te llamó y eligió para hija de su Iglesia y alimentarte en ella con el fruto de su sangre.

984. Y si el autor de la gracia, mi Hijo santísimo, para fundar como prudente y sabio artífice su Iglesia evangélica y asentar la primera base de este edificio con el Sacramento del Bautismo, se humilló, oró, pidió y cumplió toda justicia, reconociendo la infe­rioridad de su humanidad santísima, y siendo Dios por la divinidad no se dedignó de en cuanto hombre abatirse a la nada, de que fue criada su purísima alma y formado el ser humano, ¿cómo te debes humillar tú que has cometido culpas y eres menos que el polvo y la ceniza despreciada? Confiesa que de justicia sólo mereces el cas­tigo y el enojo e ira de todas las criaturas, y que ninguno de los mortales que ofendieron a su Criador y Redentor puede con verdad decir que se le hace agravio o injusticia aunque le sucedan todas las tribulaciones   y   aflicciones   del   mundo   desde   su   principio   hasta el fin; y pues todos en Adán pecaron, ¿cuánto se deben humillar y sufrir cuando los toque la mano del Señor? Y si tú padecieras todas las penas de los vivientes con humilde corazón y sobre eso ejecutaras con plenitud todo lo que te amonesto, enseño y mando, siempre debes juzgarte por sierva inútil y sin provecho. Pues ¿cuánto debes humillarte de todo corazón cuando faltas en cumplir lo que debes y quedas tan atrasada en dar este retorno? Y si yo quiero que le des por ti y por los demás, considera bien tu obligación y prepara tu ánimo humillándote hasta el polvo, para no resistir ni darte por satisfecha hasta que el Altísimo te reciba por hija suya y te declare por tal en su divina presencia y vista eterna en la celestial Jerusalén triunfante.