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Las Últimas 7 Palabras de Jesucristo en la Cruz, para rezar el Viernes Santo

Cuando Jesús colgaba de la Cruz pronunció sus últimas 7 palabras.

Y durante siglos se han incorporado como formas de devoción y de meditación.

Especialmente en la Baja Edad Media se dedicaron a reflexionar y hacer devociones sobre ellas.

Las últimas palabras de una persona que va a morir provienen directamente de lo que tiene en su corazón.

Así por ejemplo Napoleón dirá en su lecho de muerte que se estaba muriendo antes de tiempo.

Y Voltaire le ofrecerá a su médico la mitad de su fortuna si le extiende la vida por 6 meses.

Luego de su crucifixión, qué sucedió a las 12:00 del mediodía del Viernes Santo, Jesús tenía dificultades para exhalar aire, y por tanto para hablar, y por eso sus palabras son excepcionales.

Sin embargo han quedado para la posteridad las últimas 7 frases qué pronunció.

Cuando lo estaban crucificando Él dijo a sus flageladores “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, extendiendo Su misericordia a Sus asesinos.

Cuando levantaron la cruz fue puesto entre dos ladrones y uno de ellos se mostró arrepentido y le pidió a Jesús que lo recordara.

Y por eso Jesús le prometió que ese mismo día estaría con Él en el paraíso.

Luego vio a su Madre y se la confió a su único apóstol presente, San Juan, quién la llevó a su casa.

Lo que también la iglesia verá como la entrega de la humanidad a María, como sus hijos.

Media hora antes de morir Jesús gritó “Dios mío. Dios mío, porque me has abandonado”.

La interpretación de esto es que Jesús vio todos los pecados de la humanidad y esto causó repulsión a Dios y por eso se retiró de esa visión.

Y entonces Jesús tuvo la sensación que Su Padre lo había abandonado.

Luego afloró su naturaleza humana cuando dijo “tengo sed”.

Justo antes de su muerte Jesús se da cuenta que la vida lo está dejando y ahí exclama que “todo está consumado”.

Si trata de un grito de victoria y no de un grito de muerte.

Y finalmente la última frase de Jesús es “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Esta es una oración que viene del Salmo 31, en el que el rey David pone su futuro en manos de Dios.

Y era una oración popular que las madres judías enseñaban a sus hijos.

Sor Josefa Menéndez recibió visiones sobrenaturales sobre estas 7 palabras, y a raíz de ello se generó la devoción qué presentamos.

  

LA DEVOCIÓN DE SOR JOSEFA MENÉNDEZ

El 30 de marzo de 1923, Viernes Santo, Jesús le dice a Sor Josefa Menéndez:

“Josefa, ya conoces mis sufrimientos… Sígueme en ellos… Acompáñame y toma parte en mi dolor…

¡Ya ha llegado la hora de la Redención del mundo!

Me van a levantar y a ofrecer como espectáculo de burla…, pero también de admiración…

¡Esta Cruz que hasta aquí era el patíbulo donde expiraban los criminales, es ahora la luz del mundo, el objeto de mayor veneración.

En mis llagas encontrarán los pecadores el perdón y la vida… ¡Mi Sangre lavará y borrará todas sus manchas!…

¡En mis llagas las almas puras vendrán para saciar su sed y abrasarse en amor!…

¡En ellas podrán guarecerse y fijar su morada!…”

  

PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN

«No han conocido al que es su vida. ¡Han descargado sobre El todo el furor de sus iniquidades!…

Mas, Yo os lo ruego, ¡oh Padre mío!…, descargad sobre ellos la fuerza de vuestra misericordia.»

  

HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO

«Porque tu fe en la misericordia de tu Salvador ha borrado tus crímenes…; ella te conduce a la vida eterna.»

  

MUJER, HE AHÍ A TU HIJO

«¡Madre mía!, he ahí a mis hermanos… ¡Guárdalos!… ¡Ámalos!…»

No estáis solos, vosotros por quienes he dado mi vida. Tenéis ahora una Madre a la que podéis recurrir en todas vuestras necesidades.

Y ahora el amor me lleva a unir a todos los hombres con lazos de hermandad, dándoles a todos mi misma Madre.

   

DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

«Sí, el alma tiene ya derecho a decir a Dios: ¿Por qué me has desamparado?…

Porque, después de consumado el misterio de la Redención, el hombre ha vuelto a ser hijo de Dios, hermano de Jesucristo, heredero de la vida eterna…»

  

TENGO SED

«¡Oh! ¡Padre mío!… Tengo sed de vuestra gloria…, y he aquí que ha llegado la hora…

En adelante, realizándose mis palabras, el mundo conocerá que sois Vos el que me enviasteis y seréis glorificado.

Tengo sed de almas, y para refrigerar esta sed he derramado hasta la última gota de mi Sangre.

Por eso puedo decir:

   

TODO ESTÁ CONSUMADO

«Ahora se ha cumplido el gran misterio de Amor, por el cual Dios entregó a la muerte a su propio Hijo para devolver al hombre la vida…

Vine al mundo para hacer vuestra Voluntad.

Padre mío, ¡ya está cumplida!»

   

EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU

«A Vos entrego mi alma… Así las almas que cumplen mi Voluntad, podrán decir con verdad: Todo está consumado…

¡Señor mío y Dios mío! Recibid mi alma, la pongo en vuestras manos…»

«Josefa, lo que has oído, escríbelo; quiero que las almas lo lean, a fin de que las que tengan sed se refrigeren…, las que tengan hambre se sacien…»


   

DEVOCIÓN DE LAS 7 PALABRAS PARA REZAR EN VIERNES SANTO

   

PRIMERA PALABRA : Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc. 23,34)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz, a fin de pagar con vuestras penas la deuda de mis pecados.

Y abristeis vuestra divina boca para obtenerme el perdón de la justicia eterna.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre derramada por nuestra salvación, concedednos un dolor tan vivo de nuestras culpas que nos haga morir en el seno de vuestra infinita misericordia.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

SEGUNDA PALABRA: En verdad, en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc. 23,43)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que con tanta prontitud y liberalidad correspondisteis a la fe del buen ladrón que os reconoció por Hijo de Dios en medio de vuestras humillaciones, y le asegurasteis el Paraíso.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mi en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, haced que revive en nuestro espíritu una fe tan firme y constante que no se incline a sugestión alguna del demonio, para que también nosotros alcancemos el premio del santo Paraíso.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

TERCERA PALABRA: Mujer, he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre (Jn. 19, 26-27)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y olvidando vuestros sufrimientos nos dejasteis en prenda de vuestro amor vuestra misma Madre Santísima.

Para que por su medio podamos recurrir confiadamente a Vos en nuestras mayores necesidades.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mi en aquella hora postrera.

Y por el interior martirio de una tan amada Madre, reavivad en nuestro corazón la firme esperanza en los infinitos méritos de vuestra preciosísima Sangre, a fin de que podamos evitar la eterna condenación que tenemos merecida por nuestros pecados.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

CUARTA PALABRA: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? (Mc. 15, 34; Mt. 27, 46)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que, añadiendo sufrimiento a sufrimiento, además de tantos dolores en el cuerpo, sufristeis con infinita paciencia la mas penosa aflicción de espíritu a causa del abandono de vuestro eterno Padre.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mi en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, concedednos la gracia de sufrir con verdadera paciencia todos los dolores y congojas de nuestra agonía, a fin de que, unidas a las vuestras nuestras penas, podamos después participar de vuestra gloria en el Paraíso.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

QUINTA PALABRA: Tengo sed (Jn. 19,28)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que, no saciado aún con tantos vituperios y sufrimientos, quisierais sufrirlos todavía mayores para la salvación de todos los hombres, demostrando así que todo el torrente de Vuestra Pasión no es bastante para apagar la sed de vuestro amoroso Corazón.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, encended tan vivo fuego de caridad en nuestro corazón que lo haga desfallecer con el deseo de unirse a Vos por toda la eternidad.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

SEXTA PALABRA: Todo está cumplido (Jn. 19, 30)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y desde esta cátedra de verdad anunciasteis el cumplimiento de la obra de nuestra Redención, por la que, de hijos de ira y perdición, fuimos hechos hijos de Dios y herederos del cielo.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, desprendednos por completo así del mundo como de nosotros mismos.

Y en el momento de nuestra agonía, dadnos gracia para ofreceros de corazón el sacrificio de la vida en expiación de nuestros pecados.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

   

SÉPTIMA PALABRA: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc. 23, 46)

Jesús amado, que por amor mío agonizasteis en la cruz.

Y que en cumplimiento de tan grande sacrificio aceptasteis la voluntad del Eterno Padre al encomendar en sus manos vuestro espíritu para enseguida inclinar la cabeza y morir.

Tened piedad de todos los fieles agonizantes y de mí en aquella hora postrera.

Y por los méritos de vuestra preciosísima Sangre, otorgadnos en nuestra agonía una perfecta conformidad a vuestra divina voluntad, a fin de que estemos dispuestos a vivir o a morir según sea a Vos más agradable.

Y que no suspiremos para nada más que por el perfecto cumplimiento en nosotros de vuestra adorable voluntad.

Tres Glorias.

Tened piedad de nosotros, Señor, tened piedad de nosotros.

Dios mío, creo en Vos, espero en Vos, os amo y me arrepiento de haberos ofendido con mis pecados.

Fuentes:

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Devoción del Reloj de la Pasión de Jesús [del jueves al viernes santo]

El Reloj de la Pasión es una oportunidad para estar con Nuestro Señor en los momentos más importantes de su vida.

Repasa hora a hora la vida de Jesús durante el jueves y viernes santos.

Es una devoción popular que lleva hacia un hondo seguimiento en la pasión y muerte de Jesús.

Ayuda a comprender la semana Santa, alimenta la vida de oración, la meditación y a contemplar a Jesús que continúa sufriendo en las personas de tantos crucificados.

El Reloj de la Pasión de Jesucristo fue ideado por San Alfonso María de Ligorio (1696-1787) como una meditación de la pasión de las últimas 24 horas de Jesús en la tierra.

Pero luego a principios del siglo XX Jesús se las entregó a Luisa Piccarreta, quien las organizo en una manera para orar las revelaciones.

Estas revelaciones fueron publicadas por primera vez por San Aníbal de Francia, que fue el confesor y guía espiritual de Luisa Piccarreta.

Jesús quiere que todos que todos los que sientan vinculación con la Divina Voluntad revelada a Luisa Piccarreta oren las Horas de la Pasión.

El 1 de noviembre de 1906 Nuestro Señor le dijo a Luisa Piccarreta,

Hija mía, medita continuamente en mi Pasión y siente pena por ella y compasión por Mí, me complace mucho me siento reconfortado por todo lo que sufrí”.

El 10 de Abril de 1913 Luisa le preguntó a Jesús que recompensa dará aquellos que hagan las Horas de la Pasión,

Entonces Jesucristo le contestó,

“Hija mía, miraré estas Horas, no como tuyas, sino como Mías.

Daré mis mismos méritos, como si estuviera en el acto de sufrir mi Pasión; y los mismos efectos, según las disposiciones de las almas.

Esto, mientras están en la tierra, no puedo darles una recompensa mayor.

Luego, en el Cielo, pondré estas almas frente a Mí, lanzándome a través de ellas con dardos de amor y de satisfacción por todas las veces que hicieron las Horas de mi Pasión.

¡Qué dulce encanto será para todos los Bienaventurados!”

Y el 6 de septiembre de 1913 Nuestro Señor agregó lo siguiente,

“Hija mía, a través de las oraciones con indulgencias uno gana algo, pero las Horas de mi Pasión, son mis oraciones, mis reparaciones y todo mi amor.

Han salido de lo más profundo de mi Corazón.

¿Acaso han olvidado cuántas veces me he unido a ustedes para hacerlas juntos y he cambiado los castigos en gracia sobre toda la tierra?

Entonces, mi satisfacción es tal, que en lugar de indulgencias, le doy al alma un puñado de amor, que contiene incalculables valores.

   

JUEVES

7. 00 pm. Jesús lava los pies de los discípulos (Jn 13, 4-5)

“Cuando estaban cenando, se levantó de la mesa, se quito el manto y se ató una toalla a la cintura.

Entonces echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos, y a secarlos con la toalla que llevaba en la cintura”.

  

8.00 pm. Jesús instituye la Eucaristía (1Cor 11, 23-27)

“La misma noche en que Jesús fue traicionado, tomó en sus manos el pan y, después de dar gracia a Dios, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, partido para su bien. Hagan esto en memoria mía”.

Así también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: “ Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre. Cada vez que la beban, háganla en memoria mía.

De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclamarán su muerte cada vez que coman de esta copa”.

  

9.00 pm. Jesús ora en el huerto de los Olivos (Lc 22, 39-42)

“Entonces Jesús salió, y como era su costumbre se fue al monte de los Olivos; y los discípulos lo siguieron.

Al llegar al lugar, les dijo: “Oren, para que no caigan en tentación”.

Luego se alejó de ellos como a una distancia a que uno tira la piedra, y se puso de rodillas para orar.

Dijo: “Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.

  

10.00 pm. Jesús entra en agonía y suda sangre (Lc 22, 44)

“Y al estar sufriendo muchísimo, oraba con más fuerza, y su sudor era como grandes gotas de sangre que caían a tierra”.

   

11.00 pm. Jesús recibe el beso de Judas (Lc 22, 47-48)

“Jesús estaba todavía hablando, cuando llegó mucha gente.

El que se llamaba Judas, que era uno de los doce discípulos, venía a la cabeza de ellos, y se acercó a Jesús para besarlo.

Entonces Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso traicionas al hijo del Hombre?”

   

12.00 pm. Jesús es preso y conducido a Anás (Jn 18, 12-13)

“Entonces los soldados de la tropa, con su comandante y los guardias de los judíos, apresaron a Jesús y lo ataron.

Luego lo llevaron a la casa de Anás. Anás era suegro de Caifás, el que ese año era el jefe de los sacerdotes”.

 

   

VIERNES

   

1.00 am. Jesús es conducido al sumo sacerdote Caifás (Mt 26, 57-58)

“Los que apresaron a Jesús lo llevaron ante Caifás, el jefe principal de los sacerdotes, donde los maestros de la ley y los ancianos estaban reunidos.

Pero Pedro los siguió de lejos hasta el patio de la casa del jefe principal, donde entró y se quedó sentados con los guardias, para ver en que iba a terminar aquello”.

   

2.00 am. Jesús es calumniado (Mt 26, 59-62)

“Los jefes de los sacerdotes, los ancianos y toda la junta suprema buscaban alguna acusación contra Jesús, aunque fuera falsa, para condenarlo a muerte.

Pero no encontraron pruebas, aunque muchas personas se presentaron y dijeron mentiras contra él.

Pero por fin se presentaron dos testigos falsos, que dijeron: Este hombre dijo: “Yo puedo destruir el templo de Dios, y volver a levantarlo entre días.”

Entonces el jefe de los sacerdotes se levantó, y dijo a Jesús: “¿no contestas nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti?”

   

3.00 am. Jesús es abofeteado (Mt26, 67-68)

“Entonces le escupieron la cara y le golpearon.

Otros le dieron de bofetadas y le dijeron: Tú que eres el Cristo, ¡adivina quién te pegó!

   

4.00 am. Jesús es abofeteado por el siervo del sumo sacerdote (Jn 18, 19-23)

“El jefe de los sacerdotes comenzó a preguntarle a Jesús quiénes eran sus discípulos y qué era lo que él enseñaba. Jesús le dijo: Yo he hablado públicamente delante de todo el mundo; siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos; así que no he dicho nada en secreto.

¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me han escuchado, y que ellos digan de qué les he hablado.

Ellos saben lo que yo he dicho.

Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del templo, que estaba allí, le dio una bofetada y le dijo: ¿Así contestas al jefe de los sacerdotes?

Jesús le respondió: si dije algo malo, di en qué está lo malo; pero si lo que dije está bien, ¿por qué me pegas?

   

5.00 am. Jesús es negado por Pedro (Jn 18, 17.25-27)

“Entonces la portera le preguntó a Pedro: ¿no eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

Pedro contestó: No, no soy…Entre tanto, Pedro seguía de pie calentándose junto al fuego; y le dijeron: ¿no eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

Y Pedro lo negó, diciendo: No, no soy.

Entonces le preguntó uno de los siervos del jefe de los sacerdotes, que era pariente del hombre a quien Pedro le había cortado la oreja: ¿no te vi yo en el huerto con el?

Pedro lo negó otra vez, y en ese mismo momento cantó un gallo.”

   

6.00 am. Jesús es presentado al tribunal de Pilato (Jn 18, 28-31)

“Entonces llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador.

Ya comenzaba a amanecer, y los judíos no entraron en el palacio, para no hacerse impuros ceremonialmente, pues entonces no podrían comer la cena de la pascua.

Por eso Pilato salió para hablarles, y les dijo: ¿De qué acusan a este hombre?

Ellos le contestaron: Si no fuera un criminal no te lo habríamos entregado.

Entonces Pilato les dijo: llévenlo y júzguenlo conforme a su propia ley.

Los judíos le contestaron: pero nosotros los judíos no tenemos derecho a dar muerte a nadie”.

   

7.00 am. Jesús es despreciado por Herodes (Lc 23 8-12)

“Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento; porque por mucho tiempo había querido verlo, pues había oído hablar de él, y esperaba verle hacer algún milagro.

Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le contestó nada.

Allí estaban los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, que le acusaban con mucha insistencia.

Entonces Herodes y sus soldados lo trataron con desprecio, y para burlarse de él le vistieron con ropas lujosas como de rey.

Luego Herodes lo mandó nuevamente a Pilato.

Ese día Pilato y Herodes se hicieron amigos; pues eran enemigos”.

   

8.00 am. Jesús es flagelado (Mt 27, 25-26)

“Y toda la gente contestó: ¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de su muerte!

Entonces Pilato dejó libre a Barrabás; luego mandó azotar a Jesús, y lo entregó para ser crucificado”.

   

9.00 am. Jesús es coronado de espinas (Jn 19, 2-3)

“Los soldados pusieron en la cabeza de Jesús una corona tejida de espinas, y lo vistieron con una ropa de color rojo oscuro.

Luego se acercaron a él, diciendo: ¡Viva el rey de los judíos! Y le daban de bofetadas”.

   

10.00 am. Jesús, liberado a barrabás, es condenado a muerte (Jn 18, 39-40)

“…Yo no encuentro ningún delito en este hombre.

Pero ustedes tienen la costumbre de que yo suelte un preso durante la fiesta de la pascua; ¿quieren, pues, que deje libre al rey de los judíos?.

Entonces todos volvieron a gritar: ¡A ese no! ¡Suelta a Barrabás! Y este Barrabás era un ladrón”.

   

11.00 am. Jesús recibe la cruz y la carga por nosotros (Jn 19-17)

“Jesús salió, pues, llevando su cruz, para ir al lugar que llamaban la Calavera, que en hebreo se llama Gólgota”.

   

12.00 am. Jesús despojado de sus vestidos es crucificado (Jn 19, 23-24)

“Después que los soldados crucificaron a Jesús, recogieron su ropa y la dividieron en cuatro partes, un apara cada soldado.

Tomaron también la túnica, y como era sin costura, tejida de una sola pieza de arriba abajo, los soldados se dijeron unos a otros: No la rompamos; más vale que echemos a suertes sobre ella, para ver a quién le toca.

Así se cumplió la Escritura que dice: “Se repartieron mi ropa, echando suertes sobre ella.”

Esto fue lo que hicieron los soldados”.

   

1.00 pm. Jesús perdona al buen ladrón (Lc 23, 39-43)

“Uno de los criminales que estaban allí colgados, le insultaba diciendo: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo, y sálvanos también a nosotros”.

Pero el otro reprendió a su compañero y le dijo: “¿No tienes temor de Dios, tu que estás bajo el mismo castigo?

Nosotros, con toda razón estamos sufriendo, porque estamos pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo.

Entonces dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar”. Jesús le contestó: “En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.

   

2.00 pm. Jesús nos deja a María por madre (Jn 19, 25-27)

“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofás, y María Magdalena.

Cuando Jesús vio a su madre, y de pie junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre: “Mujer, ahí, tienes a tu hijo.”

Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”.

Y desde entonces ese discípulo la recibió en su casa.

   

3.00 pm. Jesús muere en la cruz (Lc 23, 44-46)

“Era ya como el mediodía.

Entonces toda la tierra quedó en oscuridad, la cual duró hasta las tres de la tarde.

El sol se volvió oscuro, y la cortina del templo se partió por la mitad.

Entonces Jesús gritó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Y al decir esto murió.

   

4.00 pm. Jesús es traspasado por la lanza (Jn 19, 31-37)

“Era el día antes de la pascua, y los judíos no querían que los cuerpos quedaran en las cruces en el día de descanso, pues ese día de descanso era un día muy solemne.

Por eso le pidieron a Pilato que mandara quebrar las piernas de los que estaban crucificados, y que quitaran sus cuerpos de allí.

Entonces los soldados fueron y quebraron las piernas del primero, y también del otro que estaba crucificado con Jesús.

Pero al acercase a Jesús, vieron que ya estaba muerto, y por eso ya no le quebraron las piernas.

Sin embargo, uno de los soldados le abrió el costado con un alanza, y al momento salió sangre y agua.

   

5.00 pm. Jesús, descendido de la cruz, es depositado en los brazos de María (Jn 19, 38-40)

“Después de esto, José, el del pueblo de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús.

José era un seguidor de Jesús, aunque en secreto por miedo a los Judíos.

Pilato le dio permiso, y José fue y se llevó el cuerpo.

También Nicodemo, el que antes había ido a hablar con Jesús de noche, llegó con unos treinta kilos de especias, una mezcla de mirra y áloes.

Así que José y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con lienzos perfumados con esa mezcla, según la costumbre que tienen los judíos para enterrar a los muertos”.

   

6.00 pm. Jesús es sepultado (Mt 27, 59-60)

“José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su propio sepulcro nuevo, que había hecho cavar en la roca.

Después de tapar el sepulcro con una piedra grande sobre la entrada, se fue.

Y allí estaban María Magdalena, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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DEVOCIONES Y ORACIONES Via Crucis

Via Crucis Bíblico

PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ

La Última Cena ha sido la despedida, rebosante de cariño hacia los suyos. Después Jesús va con ellos al Huerto de los Olivos y allí ora al Padre. Es el momento de aceptar con obediencia de hijo la voluntad divina.

Del Evangelio según San Lucas 22, 39-46
Salió [Jesús] y fue como de costumbre, al monte de los Olivos; le siguieron también los discípulos. Llegado al lugar, les dijo: Orad para no caer en tentación. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y puesto de rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y entrando en agonía oraba con más intensidad. Y le vino un sudor como de gotas de sangre que caían hasta el suelo. Cuando se levantó de la oración y llegó hasta los discípulos, los encontró adormilados por la tristeza. Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en tentación.
(cf Mt 26,36-46; Mc 14,34-42).

Comentario
En momentos importantes de su vida Jesús reza: vuelve los ojos al Padre y entabla con Él ese diálogo lleno de confianza, ese diálogo de amor. Y ahora, en el momento decisivo, recurre a la oración. Es en la intimidad de la oración donde descubre, donde también nosotros descubrimos, la voluntad del Padre.
Por eso Jesús ha invitado a los discípulos: «vigilad y orad para no caer en la tentación». Pero ellos no saben ofrecerle el consuelo de estar a su lado, al menos con la plegaria. El poco apoyo de sus amigos, la visión de los tormentos, de la muerte amarga, hace que el Señor sienta tristeza y angustia hasta sudar gotas de sangre. Vemos en toda su profundidad la humanidad del Señor, perfecto Dios y perfecto Hombre, que ha querido entregarse hasta el final

Oración
Señor, me emociona tu entrega sin condiciones. En la dificultad buscas la oración, la unión intima con el Padre. Yo, que tantas veces hago mi voluntad, y me olvido de Ti, quiero pedirte la fuerza para acudir también al Padre en los momentos de alegría o tristeza, de esperanza o desaliento. Para conocer su voluntad y aprender a amarla. Para entregarme con presteza a lo que me pida.

SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS TRAICIONADO POR JUDAS, ES ARRESTADO

Los cuatro evangelistas nos relatan este acontecimiento que tan vivamente debió quedar grabado en sus mentes: Le entrega uno de los Doce, uno de sus amigos íntimos, que ahora va a la cabeza de los enemigos del Señor.

Del Evangelio según San Lucas 22,47-48.52-54a
Todavía estaba hablando, cuando llegó un tropel de gente, y el llamado Judas, uno de los doce, los precedía y se acercó a Jesús para besarle. Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al hijo del Hombre? (…) Dijo después Jesús a los que habían venido contra él, sumos sacerdotes, oficiales del Templo y ancianos: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y garrotes? Mientras estaba con vosotros todos los días en el Templo, no alzasteis las manos contra mi. Pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.
Entonces le prendieron, se lo llevaron, y lo metieron en casa del Sumo Sacerdote.
(cf Mt 26, 47-56; Mc 14, 43-50; Jn 18, 3-12).

Comentario
Judas había sido elegido personalmente por Jesús. Era de los Doce, del grupo inicial que más cerca estuvo de Él: vio sus milagros, escuchó sus palabras de vida. El Señor habla tenido con él gestos de confianza y predilección.
¿Cuál es la respuesta? La traición. Judas vende a Jesús por dinero; cambia su amistad por unas monedas. Y la traición, como ocurre en tantas ocasiones, trata de ocultarse con el disfraz, se viste de apariencia: con un beso, gesto de amor y amistad Judas entrega a su Maestro, a su amigo. Y sabe cubrirse las espaldas: junto a él vienen soldados armados. Al Príncipe de la paz vienen a arrestarlo con armas. ¿Por qué lo hiciste, Judas? ¿Por qué no supiste reaccionar ante tu error? ¿Por qué desconfiaste del perdón de quien era todo misericordia?

Oración
Señor, cuánto debió dolerte la traición de Judas, uno de tus predilectos. Pero más te dolió su impenitencia, el desesperarse y no confiar en tu perdón. Perdóname, Señor, por tantos besos traidores. Que no responda a tu amor con traición o con indiferencia, y si tengo la desgracia de alejarme de Ti, dame la serenidad para reconocer mi error y volver a tu lado.

TERCERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE POR EL SANEDRÍN

Los judíos principales buscan cómo deshacerse de Jesús y ahora se les presenta la ocasión propicia. No quieren dejarla pasar, por eso le acusan injustamente y de noche le condenan.

Del Evangelio según San Mateo 26,59-67
Los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio contra Jesús para darle muerte; pero no lo encontraban a pesar de los muchos falsos testigos presentados. Por último, se presentaron dos que declararon: Este dijo: Yo puedo destruir el Templo de Dios y edificarlo de nuevo en tres días. Y, levantándose, el Sumo Sacerdote le dijo: ¿Nada respondes? ¿Qué es lo que éstos testifican contra ti? Pero Jesús permanecía en silencio. Entonces el Sumo Sacerdote le dijo: Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. Jesús le respondió: Tú lo has dicho. Además os digo que en adelante veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ya lo veis, acabáis de oír la blasfemia: ¿Qué os parece? Ellos contestaron: Es reo de muerte.
(cf Mc 14,53-65; Lc 22,54-55. 63-71; Jn 18,12-14. 19-24).

Comentario
En estas horas turbias y oscuras van a condenar a muerte al Señor. Quieren matarle, y han amañado el juicio. Lo de menos es si aquel hombre es o no inocente; ellos sólo reparan en que Jesús va contra sus intereses. Y aunque la Ley prohibía juzgar de noche, y sin o»r la defensa del reo, no se detienen ante nada: convocan el Sanedrín. No les importa la verdad. Por eso, Jesús calla. Y ahora, que lo vemos frente a sus acusadores, llenos de envidia y de odio, nos conmueve todavía más ese silencio del Señor ante la acusación injusta. Nosotros, que tantas veces buscamos quedar bien, porque la verdad resulta tantas veces incómoda, sentimos el reproche de ese silencio.

Oración
Señor, el Sanedrín, los «buenos», los representantes de Dios, te condenan. Ayúdame, Señor, a ser siempre comprensivo con los demás; que nunca les juzgue y menos ano les condene. No permitas que se introduzca en mi corazón, el cáncer de la envidia. Que vea a todos con tus mismos ojos, y sepa corresponder a tantas maravillas de amor.

CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES NEGADO POR PEDRO

Pedro habla confesado que Jesús era el Mesías, y el Señor le había respondido: «tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Pero Jesús ahora necesita ayuda, y Pedro flaquea: niega a su maestro, no una sino tres veces.

Del Evangelio según San Mateo 26,69-75
Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el atrio; se le acercó una sirvienta y le dijo: Tú también estabas con Jesús el Galileo. Pero él lo negó delante de todos, diciendo: No sé, de qué hablas. Al salir al portal le vio otra vez y dijo a los que había allí: Este estaba con Jesús el Nazareno. De nuevo lo negó con juramento: No conozco a ese hombre. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Desde luego tú también eres de ellos, pues tu habla lo manifiesta. Entonces comenzó a imprecar y a jurar: No conozco a ese hombre. Y al momento cantó el gallo. Y Pedro se acordó de las palabras que Jesús habla dicho: Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
(cf Mc 14, 66-72; Lc 22, 56-62; Jn 18, 15-18. 25- 27).

Comentario
Pedro había estado con Jesús desde el principio, desde ese encuentro junto al mar de Galilea, que habla cambiado su vida. Y lo quería de verdad. Era un hombre sencillo y apasionado; entonces, ¿por qué niega a su maestro?
Pedro, el impulsivo, el que sabe sacar la espada en un momento delicado, no sabe medir sus palabras, y alardea de que nunca le abandonará: «aunque todos te nieguen, yo no lo haré». Pedro confía más en si mismo que en el Señor, se apoya en sus propias fuerzas, y cuando fallan, se desmorona. Ha entrado en juego la soberbia, se ha fiado más de si mismo que de la palabra de Jesús. Por eso, cuando llega la hora de la verdad, se deja llevar por el miedo a quedar mal ante los demás, por los respetos humanos, y surge la cobardía, el miedo, y la traición.

Oración
Señor, yo también, como Pedro, te niego en tantas ocasiones… en lo importante y en lo más cotidiano. Cuando las cosas se hacen más cuesta arriba, me olvido de las promesas, de esos momentos en que te he dicho que no te abandonarla. Y porque conozco mi debilidad, te pido, Señor, ser humilde en mis palabras y en mis acciones: que me fie de Ti más que de mí.

QUINTA ESTACIÓN: JESÚS ES JUZGADO POR PILATO

Los judíos han condenado a muerte a Jesús, pero tienen que ratificar la condena ante los romanos. Por eso, a pesar de ver en ellos unos usurpadores, recurren a Pilato, el procurador romano, que ha de dar el consentimiento.

Del Evangelio según San Juan 18, 36-38. 19, 14-16.
Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos. Pilato le dijo: ¿Luego tú eres Rey? Jesús contestó: Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? (…) Era la Paresceve de la Pascua, hacia la hora sexta, y dijo a los judíos: He ahí a vuestro Rey. Pero ellos gritaron: Fuera, fuera, crucifícalo. Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey voy a crucificar? Los pontífices respondieron: No tenemos más rey que el César. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.
(cf Mt 2 7, 11-25; Mc 1 5, 1- 1 4; Lc 23, 1-6).

Comentario
Pilato ve que le han entregado a Jesús por envidia, por rencillas religiosas; se da cuenta de que no ha hecho niel a nadie…, pero no hace nada por salvarle, porque eso le comprometerla. Es la actitud de tantos, que por no darse un mal rato tratan de pactar con el error, con el pecado.
Y para tranquilizar la propia conciencia, pregunta al Señor: ¿qué es la verdad? se lo pregunta a Jesús, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Pero, aunque hace la pregunta, no le interesa la respuesta y antes de que le pueda decir nada, se marcha, no quiere escucharlo. Tiene miedo a agotar la verdad, a que la verdad le exija más de lo que él quiere dar. Tiene miedo a perder su posición, y da una sentencia contraria a lo que piensa, lavándose las manos ante su propia injusticia.

Oración
Señor, en ocasiones vemos claro lo que tenemos que hacer, pero nos preocupan tanto los juicios humanos, que nos volvemos atrás. Que sólo nos preocupe, Señor, acomodarnos a lo que Tú quieras. Enséñanos a amar apasionadamente la verdad, venga de donde venga, porque la verdad siempre nos remite a Ti.

SEXTA ESTACIÓN: JESÚS ES AZOTADO Y CORONADO DE ESPINAS

Pilato quiere congraciarse con los judíos y entrega a Jesús a los soldados para que lo azoten. Para estos romanos es un buen motivo de entretenimiento. Y, al que llaman «el rey de los judíos», le colocan una corona de espinas.

Del Evangelio según San Mateo 27,26-30
Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuera crucificado.
Entonces los soldados del procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la cohorte. Le desnudaron, le pusieron una túnica roja y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en su mano derecha una caña; se arrodillaban ante él y se burlaban diciendo: Salve, Rey de los Judíos.
Le escupían, le quitaron la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de reírse de él, le despojaron de la túnica, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar.
(Mc 15,16-19; Lc 23,25, Jn 19,1- 3).

Comentario
Pilato basca contentar a los judíos, y entrega a Jesús a sus soldados, que lo desnudan y lo atan a una columna. Comienzan los azotes sin asomo de piedad: uno tras otro descargan sus golpes hasta quedar exhaustos. Se producen desgarrones, sufridos en un silencio que no sirve para conmoverlos.
A la tortura terrible de los latigazos, se unen los ultrajes, llenos de frivolidad, de unos inconscientes. El Señor, Rey de cielos y tierra, se ve escarnecido con una corona de espinas, con un manto de púrpura. Y así es presentado por Pilato: «Aquí lo tenéis, éste es el hombre». Nos lo presenta como deshecho de los hombres, y vemos en Él a nuestro Dueño, a nuestro Señor. Porque es el Hijo de Dios que va a reinar en un Reino sin ocaso.

Oración
Señor, te vemos llagado y lleno de heridas. Nosotros, que tanto cuidamos nuestro cuerpo, quedamos conmovidos de tu entrega sin limites. Cada latigazo nos recuerda nuestra sensualidad, cada silencio ante las espinas, nuestros pensamientos innobles y egoístas. Enséñanos a vivir con humildad y pureza de corazón, con generosidad y desprendimiento; y a respetar nuestro cuerpo que es morada del Espíritu Santo.

SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Los romanos emplearon como pena de muerte la crucifixión. El reo de muerte debía llevar el madero, instrumento de suplicio, hasta el lugar previsto: fuera de la ciudad, para mostrar más claramente que era un indeseable.

Del Evangelio según San Juan 19,16-17
Entonces Pilato se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús; y él, con la cruz a cuestas, salió hacia el lagar llamado de la Calavera que en hebreo se dice Gólgota.
(cf Mt 27,31; Mc 15,22).

Comentario
Jesús toma la cruz. La abraza. Y le pesa. Le abre las heridas de sus hombros llagados. Es cruz redentora. ¡Qué duro se hacen los pasos por la Via Dolorosa! En torno a Él se forma un cortejo de curiosos y de gente sin escrúpulos que aprueba la injusticia. Pero, a pesar de su debilidad, avanza sudoroso y sediento, con una sed de amor.
Nosotros, ahora, no podemos permanecer impasibles ante el Señor que carga con todas nuestras debilidades. Porque la cruz, que era signo de oprobio, va a ser instrumento de nuestra salvación. Y al contemplar a Jesús sentimos en nuestro interior, una vez más, su invitación constante: «Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz de cada día y sígame».

Oración
Señor ¿y yo? ¿tomo mi cruz, la mia, la de cada día, la que tanto me cuesta y tanto me santifica? Que no le tenga miedo a la cruz, a esa cruz del dolor, de la enfermedad, de las incomprensiones, de las derrotas. Que sepa ver en ella la voluntad de Dios; porque la cruz, llevada con gallardía es santificante, es redentora. Enséñame, Señor, a amar la cruz, a abrazarme a ella.

OCTAVA ESTACIÓN: EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

A Jesús le fallan las fuerzas. Pero los soldados quieren que llegue hasta el lagar de la ejecución. Y obligan a un hombre, Simón de Cirene, que viene de su trabajo, a llevar durante un trecho la cruz del Señor.

Del Evangelio según San Lucas 23, 26
Cuando le llevaban echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venia del campo y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
(cf Mt 27, 32-33; Mc 15, 21).

Comentario
A veces nos encontramos con la cruz sin buscarla. Simón de Cirene tampoco contaba pensaba encontrarse con el Señor. Habla realizado, como todos los días, su trabajo en el campo, y volvía a casa para el merecido descanso. Sin embargo, los planes de Dios, son distintos y se le exige un esfuerzo añadido.
Jesús sale a buscamos cuando menos lo esperamos, y nos pide que le ayudemos a llevar tantas cargos… La redención no es una empresa que hizo el Hijo de Dios, y como tal ya está olvidada. El Señor nos pide que seamos corredentores, que seamos sus hombros en nuestro camino por la vida. Y eso, a pesar de que nuestros planes sean muy distintos. Hemos de saber «cambiar nuestros planes» ante cualquier insinuación del Señor, como Simón.

Oración
Señor, estás fatigado y nos pides ayuda: has querido necesitar de nuestro apoyo. Enséñanos a tener la humildad de pedir ayuda cuando lo necesitemos. Enséñanos también a ser los cireneos de los demás, sin humillarlos. Haz, Señor que sepamos descubrir tu rostro amabilísimo en los que sufren, en los más necesitados, en los marginados, y que sepamos ser su apoyo y su consuelo.

NOVENA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

Jesús carga con la cruz y crece en torno a Él la expectación y la curiosidad: hay gente de todo tipo y condición, entre ellos algunas mujeres, que se lamentan al ver la injusticia que se está cometiendo contra aquel inocente.

Del Evangelio según san Lucas 23, 27-31
Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que lloraban y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, porque he aquí que vienen días en que se dirá: dichosas las estériles y los vientres que no engendraron y los pechos que no amamantaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: caed sobre nosotras; y a los collados: sepultadnos; porque si en el leño verde hacen esto, ¿qué se hará en el seco?

Comentario
Muchas veces vemos pasar a nuestro lado el dolor: en algunas ocasiones lo padecemos en nuestra propia carne; en otras, quizá no menos dolorosas, lo sentimos a nuestro alrededor: claro y rotundo. El misterio del dolor. Pero no nos engañemos; no valen los lamentos estériles, ni siquiera la «resignación cristiana», sino volver la mirada hacia Jesús, que quiso cargar con el peso de todos nuestros pecados.
Es el momento de contemplar a Jesús doliente, que nos invita a purificar ese lamento. A derramar, más bien, las lágrimas por nuestros pecados y por los ajenos. Nos invita al verdadero consuelo: perdonar a los enemigos, desagraviar por tantas faltas de amor, dar esa ayuda eficaz para que el pecador se arrepienta y vuelva los ojos a Dios.

Oración
Señor, enséñanos a acoger el dolor como un don que nos acerque a Ti. Porque Tú lo has asumido y le has dado un valor redentor. Que no nos rebelemos cuando las cosas no salen según nuestros deseos. Que te encontremos en las dificultades y en los dolores, propios y ajenos. Enséñanos, Señor, a tener un corazón a la medida del tuyo, que nos lleve a compadecernos de los que sufren y a tratar de consolarlos y ayudarles en sus necesidades.

DÉCIMA ESTACIÓN: LA CRUCIFIXIÓN DEL SEÑOR

Jesús llega al Calvario y allí le despojan de sus vestiduras. Así, desnudo, para mayor vergüenza, lo clavan en la cruz.

Del Evangelio según San Marcos 15, 22-27
Y lo llevaron al lagar del Gólgota, que significa lugar de la Calavera. Y le daban a beber vino con mirra, pero él no aceptó.
Y le crucificaron y repartieron sus ropas, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando lo crucificaron. Y el titulo de la causa tenla esta inscripción: El Rey de los Judíos.. También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda.
(cf Mt 27,34 39; Lc 23,33-38; Jn 19,18- 22).

Comentario
Esta es la respuesta del hombre a la condescendencia de Dios, que se abaja hasta nosotros: desgarrones al quitarle sus vestidos, martillazos que clavan sus manos al madero, una lanzada que rompe su corazón entregado por nosotros. Al dolor se junta, la indiferencia, la ingratitud…
La cruz, signo de oprobio, de fracaso, de negación, va a convertirse en signo de redención, de triunfo. Las palabras de Jesús adquieren ahora su pleno cumplimiento: «Cuando fuera excitado sobre la tierra atraeré a todos hacia mi».
El Hijo de Dios nos está invitando a poner la cruz, su cruz, la cruz santificante, santificadora, en la entraña de nuestro ser y nuestro obrar. Porque desde que Cristo subió a la cruz, lo que era patíbulo de bandidos se ha transformado en camino de salvación, en signo de victoria, en trono real.

Oración
Señor, te han taladrado las manos y los pies. Te has entregado hasta el final, con el desprendimiento más radical. Te has quedado sin nada; sólo con la cruz. Que aprenda, Señor, de la desnudez de la cruz. Que sepa prescindir de tanto superfluo como hay en mi vida: dinero, comodidad, deseo de poder, que tantas veces me lleva a la insatisfacción, a la tristeza. Que te ame, Señor, sin guardarme nada para mi.

UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS PROMETE SU REINO AL LADRÓN ARREPENTIDO

A la derecha e izquierda de Jesús han crucificado a dos malhechores. Y mientras uno lo insulta, el otro reconoce sus errores y se da cuenta de la grandeza del que va a morir junto a él.

Del Evangelio según San Lucas 23,39-43
Uno de los ladrones crucificados le injuriaba diciendo: ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro le reprendía: ¿Ni siquiera tú que estás en el mismo suplicio, temes a Dios? Nosotros, en verdad, estamos merecidamente, pues recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste, no hizo mal alguno. Y dacia: Jesús, acuérdate de mi, cuando llegues a tu Reino. Y le respondió: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
(cf Mt 27,44; Mc 15,32b).

Comentario
Allí está Jesús, cosido al madero, contado entre los malhechores. Estas dos vidas, que también se están apagando junto a El, son el ejemplo de tantas existencias apartadas de Dios; apartadas incluso de los hombres, porque están ancladas en el egoísmo, en la desesperanza, en la falta de ideales nobles.
A pesar de las propias limitaciones y errores, no podemos tener una visión pesimista y oscura de la propia vida. La misericordia y la gracia de Dios son más grandes que nuestros fallos. La promesa de Cristo al buen ladrón es una invitación a luchar por amor hasta el último instante. No podemos tener miedo a acogernos al perdón de Dios. No nos ha de preocupar perder alguna escaramuza, lo importante es luchar por ganar la última batalla.

Oración
Señor, nos vemos pecadores, y nos avergüenza no haber estado, no estar, a la altura de las circunstancias. Que no permanezcamos indiferentes o desesperados ante nuestros errores. Enséñanos a reaccionar, a luchar para salir del pecado, y ayudar también a los demás a salir de él. Que sepamos, Señor, estar muy pegados a Ti; y que te «robemos» el cielo, como hizo el ladrón arrepentido.

DUODÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS COLGADO EN LA CRUZ, SU MADRE Y EL DISCÍPULO

La profecía del anciano Simeón se cumple ahora en María: la Madre de Jesús está en el Calvario, al pie de la cruz, contemplando la agonía de su Hijo. Junto a ella Juan, el discípulo amado. Y algunas santas mujeres.

Del Evangelio según San Juan 19, 25-27.
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, Mar»a de Cleofás, y Mar»a Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después, dice al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa.

Comentario
La Santísima Virgen ha querido asociarse a la obra de nuestra salvación. Unida especialmente a su Hijo, su corazón de madre se ve traspasado por un dolor hecho de entrega. Ella, que dijo al ángel: «hágase en mi según tu palabra», vuelve ahora a renovar esa entrega total, absoluta a los planes de Dios.
Contempla Jesús a su Madre y se cruza entre ellos una mirada de ternura, de amor sin tasa. No ha querido reservarse nada y nos la entrega. María es ya madre de todos los creyentes, porque ha creído contra toda esperanza que se cumplirían las promesas de Dios. Y el Señor nos invita también a nosotros, como a Juan, a acogerla en nuestro interior, a tener plena confianza en ella, a poner en sus manos nuestras preocupaciones y alegrías, para que las presente al Padre.

Oración
Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra, tú, que estuviste asociada más «ntimamente que nadie al misterio del sufrimiento redentor de Cristo, enséñanos a permanecer unidos a Él y a Ti como hizo Juan, el discípulo amado. Ayúdanos para que cuando la cruz aparezca en nuestra vida, también nosotros nos unamos al sacrificio redentor de su Hijo.

DECIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Son las tres de la tarde. El sufrimiento llega hasta el limite. Pero antes de morir, Jesús perdona a sus verdugos, y en actitud profunda de oración y de obediencia, entrega su vida al Padre. Se ha consumado la redención.

Del Evangelio según San Marcos IS, 33-37.
Y al llegar la hora sexta, toda la tierra se cubrió de tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona exclamó Jesús con fuerte voz: Eloí, Eloí, ¿lamá sabacthaní? que significa: Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has desamparado? Y algunos de los que estaban cerca, al oírlo decían: Mirad, llama a Elías. Uno corrió a empapar una esponja con vinagre y, sujetándola a una caña, le daba de beber, mientras dacia: Dejad, veamos si viene Ellas a bajarlo. Pero Jesús, dando una gran voz, expiró».
(cf Mt 27,50-56; Lc 23,44-49; Jn 19,28- 30).

Comentario
Colgado del madero, sólo y abandonado de todos, Jesús quiere abrazar a todo hombre. A cada uno de nosotros. Se ha inmolado hasta el sacrificio supremo. Quiere apurar el cáliz hasta la última gota y hace aprenda de su vida al Padre.
Todo queda consumado. Las tinieblas y la oscuridad llenan la tierra porque el hombre no ha querido reconocer la luz verdadera. Jesucristo ha traspasado la barrera de la muerte, se ha dejado arropar por ella. También en esto nos da ejemplo: no teme a la muerte, porque la muerte no es el final, porque la muerte es el paso que nos lleva a la vida verdadera, a la vida eterna que Dios ha preparado para sus hijos. ¡Jesucristo con su muerte y resurrección nos ha concedido la herencia eterna; somos ya hijos de Dios!

Oración
Señor, has bebido el cáliz de la pasión hasta el final. Tú dijiste que «no hay mayor amor que el de dar la vida por los amigos». Has dado tu vida por amor. Haz que yo aprenda a entregar mi vida a Ti y a los hermanos que me necesiten.

DECIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO

Nicodemo y José de Arimatea, discípulos ocultos de Jesús, piden su cuerpo a Pilato para darle sepultura. Lo desclavan piadosamente, lo envuelven en un sudario y lo colocan en un sepulcro nuevo que está en un huerto cercano.

Del Evangelio según San Marcos 15, 42-47.
Y llegada ya la tarde, puesto que era la Parasceve, que es el día anterior al sábado, vino José de Arimatea, miembro ilustre del Consejo, que también él esperaba el Reino de Dios y, con audacia, llegó hasta Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto y, llamando al centurión, le preguntó si efectivamente habla muerto. Cerciorado por el centurión, entregó el cuerpo a José. Entonces éste, habiendo comprado una sábana, lo bajó y lo envolvió en ella, lo depositó en un sepulcro que estaba excavado en una roca e hizo arrimar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la de José observaban donde era colocado.
(cf Mt 27,57-66; Lc 23,50-56; Jn 19,38- 42).

Comentario
José de Arimatea y Nicodemo son ahora, en los momentos más difíciles, cuando todos huyen, los que dan la cara. Se preocupan del cuerpo del maestro, ofreciéndole lo único que pueden: un lagar para su reposo. El que nació sin nada, yace ahora en un sepulcro que no es suyo. Se ha despojado de todo, de su propia vida, para que nosotros vivamos la Vida de los hijos de Dios.
Es tiempo de espera. Es la hora del silencio, de descubrir que nuestro lugar definitivo no es la tierra, sino que estamos hechos para el cielo. Y sentimos la esperanza de que Cristo resucitará, de que todo es posible si damos cauce a nuestro amor. Porque todo no acaba en la cruz. El Señor ha vencido a la muerte. Va a resucitar glorioso y triunfa para siempre en el cielo, a la derecha del Padre.

Oración
Señor, la piedra fría del sepulcro recibe tu cuerpo. Es como un eco de nuestras frialdades. ¡Tú, Señor, has muerto por nosotros, y no nos podemos quedar parados, sin hacer nada! Haznos descubrir, Señor, que hay mucho que cambiar en nuestra vida; que es hora de tomar decisiones, de empeñarnos en ser como Tú quieres, respondiendo a lo que nos pides. ¡Nunca es demasiado tarde!

ORACIÓN FINAL

Señor y Dios nuestro, rico en misericordia y fuente de todo consuelo, hemos acompañado a tu Hijo por el camino de la cruz; hemos revivido con Él los momentos de su Pasión. Concédenos la gracia de que este Via crucis nos ayude a identificarnos con Cristo y a ser corredentores con Él, a semejanza de María.
También te pedimos que siguiendo los pasos de Cristo, resucitemos en Él.

UNIDOS AL PAPA

Es una piadosa costumbre terminar el rezo del Via crucis con una oración por la persona e intenciones del Papa, «el Dulce Cristo en la tierra», como le llamaba Santa Catalina de Siena Lo hacemos como signo explícito de nuestro amor a la Iglesia, para que Dios lo ilumine, y le dé fuerzas en la tarea encomendada por el Señor
Al Padrenuestro, Avemaría y Gloria añadimos aquí una oración por el Romano Pontífice, que ponemos en las manos de María, Madre de la Iglesia

ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA POR EL PAPA

Virgen María,
que amas con amor solicito a todos tus hijos,
cuida con particular amor de Madre
al Vicario de Cristo en la tierra,
a nuestro Santo Padre, el Papa,
para que, en sus desvelos por la Iglesia y el hombre,
sienta siempre el apoyo y la oración
de los hijos de la Iglesia.
Regálale con la alegría cotidiana que brota del amor.
Protégelo contra las insidias de quienes no aman a Dios;
contra las incomprensiones de quienes no le aman lo suficiente.
Ofrécele tu ternura de Madre,
para que no se sienta solo
en la tarea de regir la Iglesia.
Muéstrate como Madre amorosísima suya.
Y ofrécele siempre tu consuelo. Así sea.

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