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EE.UU. busca encarcelar a los ‘coyotes’ que entran a los niños a su territorio

Si no se atacan las causas, supone más riesgo para los niños.
La semana pasada publicamos un artículo, Revelación que los niños no emigran solos a EE.UU., los llevan los ‘coyotes’, donde decíamos que los niños migrantes, que están provocando la crisis en la frontera de EE.UU. con México, no viajan solos, sino que son llevados por ‘coyotes’ a quienes los padres entregan los niños para que lleguen a EE.UU., en la mayoría de los casos, para reunirse con familiares.

 

ninos migrantes

 

El mes pasado, EE.UU. lanzó una operación dirigida contra estos traficantes de personas, y si bien ha podido detener a varias docenas de ‘coyotes’, la operación no aborda los factores subyacentes que impulsan la ola de niños migrantes centroamericanos a través de la frontera de Estados Unidos, y podría aumentar los riesgos que enfrentan los migrantes.

LA OPERACIÓN COYOTE NORTEAMERICANA

El secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos Jeh Johnson anunció que la «Operación Coyote» -una operación de 90 días que comenzó el 23 de junio- ha dado lugar a la detención de 192 personas y la incautación de US$625.000 de 228 cuentas bancarias en Estados Unidos, presuntamente en manos de traficantes de personas, también conocidos como «coyotes», informó Los Angeles Times.

Como parte de la operación, que está dirigida a la región del Valle del Río Grande en Texas, 60 investigadores fueron enviados a las ciudades de San Antonio y Houston.

Las autoridades también han dado instrucciones a los bancos de ir tras los depósitos en efectivo sospechosos, realizados desde diferentes lugares de Estados Unidos en una única cuenta bancaria. Las autoridades creen que los traficantes están utilizando estas llamadas «cuentas embudo» para recibir los pagos de los miembros de la familia de los migrantes.

A nivel estatal, el gobernador de Texas, Rick Perry, anunció que iba a desplegar hasta 1.000 soldados de la Guardia Nacional en la frontera, supuestamente para «combatir a los brutales carteles de la droga mexicanos».

CAMBIOS EN LAS LEYES MIGRATORIAS DE LOS PAÍSES DEL TRIÁNGULO NORTE

Desde octubre de 2013, cerca de 57.000 niños migrantes no acompañados -principalmente de los países centroamericanos del «Triángulo Norte» de Guatemala, Honduras y El Salvador- han sido detenidos en Estados Unidos.

En los últimos meses, los gobiernos del Triángulo del Norte han anunciado estrategias dirigidas a los traficantes de personas.

El presidente El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, dijo en junio que su país comenzaría a perseguir a los coyotes, mientras que el Congreso de Guatemala está considerando realizar cambios a la Ley de Migración del país que permitan establecer penas de hasta 12 años de prisión para los traficantes de personas.

NO SE ATACAN LAS CAUSAS DE FONDO

Sin embargo, es poco probable que esas medidas tengan un impacto significativo sobre la crisis. Aunque las detenciones pueden disuadir a algunos coyotes de llevar inmigrantes hacia el norte, los niños, sin duda, continuarán haciendo el viaje hasta que las causas fundamentales de la migración, como la violencia relacionada con las pandillas y la reunión de los niños con su familia que ya está en EE.UU., se hayan abordado. Teniendo en cuenta las ganancias que se harán, otros tomarán el lugar de los traficantes de migrantes que abandonen el negocio.

El aumento en la presión sobre los coyotes y el estacionamiento de más tropas en la frontera sólo hacen la situación más peligrosa para los niños migrantes.

Si bien hay muchos de casos de traficantes de personas que se aprovechan de los inmigrantes, es de interés de los traficantes asegurarse que los inmigrantes lleguen de forma segura, ya que su negocio depende del mantenimiento de una buena reputación. Las familias de muchos niños migrantes pagan a los coyotes con el pleno conocimiento de los riesgos del viaje y de los límites de la ayuda del coyote.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Revelación que los niños no emigran solos a EE.UU., los llevan los ‘coyotes’

Una campaña en los medios de una épica que no existe.
Al Papa le preocupan las «decenas de miles de niños que emigran solos» a EE.UU. «para escapar de la pobreza y de las violencias». «Esta emergencia humana reclama una intervención urgente, que estos menores sean acogidos y tutelados», afirma Francisco.

 

niños detenidos por la Border Patrol en la frontera de Texas

 

¿Pero como es esto de que los niños están emigrando solos? Porque la épica del tema parece mostrar que se trata de valientes niños centroamericanos que un día salen para la frontera con EE.UU. simplemente munidos con sus ganas de llegar.

Sin embargo la situación parece ser muy otra. En primer lugar, los niños no viajan solos, sino que sus padres contratan a los llamados ‘coyotes’ para que los lleven a EE.UU. sanos y salvos y los entreguen a las autoridades. Y allí después las autoridades se comunican con los padres.

¿Y por qué pasa esto ahora? Hay muchas especulaciones, pero parecería que existe la fantasía, o quizás está planificado que así sea, que EE.UU. Daría asilo a estos niños migrantes, y de hecho, la Iglesia Católica ya está trabajando en ello, incluso con fondos estatales.

SE NECESITAN LOS COYOTES

Rubén Zamora embajador salvadoreño en Estados Unidos dice que los niños migrantes centroamericanos, al menos la mayoría de esos 52,000 niños migrantes que han llegado este año a Estados Unidos, no decidieron un día tomar una mochila y largarse. Al menos no lo decidieron solos.

La foto que ha dado la vuelta al mundo de Alejandro, un niño hondureño de ocho años que está frente a un patrullero de la frontera en Texas, al otro lado del río Bravo, es una imagen poderosa para el que busca explicaciones absolutas y sencillas. La migración es compleja.

Las familias buscan reunificarse y la violencia apura la reunificación. Los titulares que acusan a las pandillas o a la violencia, los textos que hablan de niños solitos que un día, solitos, a sus ocho años decidieron irse a Estados Unidos solitos porque sus padres malvados nunca mandaron llevarlos, no tienen en cuenta que Centroamérica ofrece desde hace muchos años condiciones para que un niño deba largarse de aquí y, sobre todo, no tienen en cuenta que los padres siempre querrán estar con sus hijos y que en cuanto puedan se los llevarán. Y que para eso necesitan un coyote.

«Coyotes» o «polleros» es el término que se ha acuñado para designar a aquellas personas u organizaciones que se dedican al ilícito contrabando de indocumentados hacia la tierra prometida del «Tío Sam». Un negocio que además de poner en peligro la vida de miles de personas, resulta una actividad muy lucrativa para el crimen organizado porque cada año reporta alrededor de los 6.600 millones de dólares, según el informe «La globalización del delito: evaluación de la amenaza del crimen organizado trasnacional» elaborado por las Naciones Unidas.

ENTREVISTA A UN COYOTE DE EL SALVADOR

Una entrevista del El Faro a un coyote salvadoreño, realizada por el periodista Oscar Martínez, nos permitirá entender que es lo que está sucediendo en realidad con los niños que supuestamente viajan sin acompañante para entrar ilegalmente a los EE.UU.

—A mí me da risa cuando los medios dicen niños solos. Si ninguno va solo, a todos los llevan los polleros, todos han sido llevados. Si yo estuviera en Estados Unidos de indocumentado, ¿cómo le voy a decir a mi hijo: venite? Nooo, así no es. Eso sí, uno va a querer tener a sus hijos a la par. ¿Entonces? —dice el Señor Coyote desde su casa en el departamento norteño de Chalatenango, en El Salvador.

El Señor Coyote es coyote desde 1979. Se jacta de ser uno de los primeros coyotes de El Salvador. De hecho, cuando empezó a coyotear no era ilegal hacerlo. Él incluso llegó a publicar anuncios de “viaje seguro a Estados Unidos” en las páginas de los periódicos, y ahí dejaba el número de su oficina en el municipio de Cuscatancingo.

Es un coyote, un pollero, que ha visto los diferentes tiempos de la migración, desde el éxodo de los migrantes que huían de la guerra y que pasaban por Tijuana hacia Los Ángeles en unas pocas horas; hasta la década de los 90, cuando empezó la construcción del muro; o los últimos 14 años, en que Los Zetas entraron al negocio y la Patrulla Fronteriza estadounidense sobrepasó los 18,000 agentes. Ha visto a miles de salvadoreños irse a la brava, sin papeles, y los sigue viendo irse. Ahora, más que todo a niños.

—¿Pero qué ha pasado en los últimos meses? Las leyes no han cambiado ¿Por qué ahora? —le pregunto en su casa.

—Eso es fácil, en cualquier ciudad llega un niño y empiezan a contar: fulano llegó así y asá y sin fianza. Se riega esa bola, eso lo aprovecharon muchos polleros que seguían cobrando 7,000 dólares. Es un gran negocio, porque para subirlos a la frontera de México con Estados Unidos, a Reynosa, por ejemplo, están gastando, con todo y la cuota de Los Zetas, porque Los Zetas cobran su cuota sea chiquita o grande la persona, unos 2,000 dólares. Imagine que allá en la frontera pagan unos 500 dólares a quien se los cruce. Van 2,500 dólares. Pasan al niño al otro lado, no lo tiran a caminar, en lo urbano, en la ciudad, y lo preparan bien, que diga que iba solo, que anda buscando a su mamá, a su papá. Ellos se tienen que olvidar de que iban con coyote, andan la dirección. Siempre hay alguien viendo que el niño hable con un policía, ni ahí está solo, siempre hay alguien viendo que lo agarren. Ahí está ya en manos seguras. Inmediatamente el policía lo agarra, el coyote informa a su familia: “Ya está en manos de la ley, dele tiempo”. Inmediatamente las autoridades se comunican con la madre, el niño lleva nombres y teléfonos.

—¿O sea que no han bajado el precio?

—Sí, hay gente que les está cobrando menos, porque ahora que ya se generalizó, la familia ya sabe que es más fácil, la gente ya no paga los 7,000 dólares. Entiendo que algunos andan cobrando 4,000 o 5,000 dólares. México ya lo tienen y ganado; y, una vez en Estados Unidos, agarrando las autoridades a los niños, ya estuvo. Tengo algunos amigos que lo que dicen es que los menores de edad son plata segura. Y así es. La mejor bendición es que los detenga un policía de cualquier rama.

—¿Los coyotes andan ofreciendo el servicio o la gente es la que sigue buscándolos?

—Los dos factores. Los coyotes sacan provecho. Y allá, si alguien ve a los hijos de la vecina y pregunta: ¿cómo le hiciste? Así y asá. La otra lleva a sus hijos. Antes había fianzas, de 4,000, 5,000 dólares. Quitar la fianza ha sido la gran cosa. Es como que un día dijeran: vamos a dejar libre un día la frontera: olvídese… je, je. Quizá a pie se va la gente.

El coyotaje es un negocio inmortal en gran medida porque se lucra de una necesidad humana demoledora: la necesidad de los padres de estar con sus hijos.

—A todos esos niños que han entrado así en estos días les va a llegar el citatorio del juez, para ver su caso de asilo o deportación, pero casi nadie se presenta a esas citas. Lo que hacen muchos es moverse de lugar, irse a otro Estado. Pero a las mamás de esos niños lo que les importa es tenerlos allá. Ya después ven qué hacen. Primero lo primero —dice el Señor Coyote desde su casa en Chalatenango.

—¿Es cierto que los niños se van por miedo a las pandillas?

—Sí, es un porcentaje, no digo que no, pero es también caballito de batalla. Algunos, un porcentaje considerable, sí creo que habían empezado a tener problemas de sentir su vida en riesgo. Cipotes a los que querían meter a pandillas. Pero es que es desde allá cuando los papás deciden cuándo se los llevan.

—¿Han surgido nuevos coyotes?

—Sí, hay nuevos. He escuchado de algunas personas… Aquí, nada menos en el sector de Guarjila, que no se escuchaba de nadie que coyoteara, y ahora casi que en cada cantón hay alguien que se dedica a llevar gente. Es gente que ha subido una o dos veces y desde allá se comunicaron. Mientras unos tiran la toalla, otros nuevos llegan. Con un adulto puede que tenga que hacer tres intentos, así es el trato. Con un niño es solo entregarlo a Estados Unidos, porque México está hecho. Actualmente, lo más difícil es sacar el niño de El Salvador, porque la Policía está atenta. Si lo agarran con un niño saliendo y no es su hijo, ahí es tremendo. Guatemala lo persigue también. México lo que hace es subir la tarifa. En México, en todo caso, el cuello de botella es el sur. Del Distrito Federal para arriba todo es regalado. A veces el paso está libre, solo se trata de ir pasando billete, billete, billete. Allá arriba era el problema, a muchos niños los pasaban por la línea con papeles de puertorriqueños o dominicanos. A un niño no lo va a hacer caminar todo el desierto. Era por los pasos cortos. Lugares donde no puede correr grupos, sino solo dos personas. Usted ve allá la calle, del otro lado ya es Estados Unidos, hay un centro comercial, talleres, algo así. No más lo cruza, lo agarra alguien con un carro y lo lleva a otro lado a esconderlo. Está moviendo solo un par de niños, no un grupo. Si no, cualquier civil incluso puede ponerle el dedo. Se cobraba más, era más difícil. Ahora hay gente que cobra 4,000 o 5,000 dólares por un niño.

LOS NIÑOS SE CONVERTIRÁN EN SOLICITANTES DE ASILO

World Net Daily informó esta semana que Miles de niños centroamericanos que cruzan la frontera de manera ilegal podrían pronto convertirse en solicitantes de asilo armados con abogados de inmigración proporcionadas por grupos de la iglesia y pagados con los impuestos federales.

WND reportó el viernes que Caridades Católicas de EE.UU. y otros grupos religiosos estaban trabajando detrás de las escenas con el gobierno federal para albergar temporalmente y reasentar a los niños en decenas de comunidades en los Estados Unidos.

Caridades Católicas está ejecutando una campaña de recaudación de fondos para ayudar a financiar el reasentamiento de los inmigrantes ilegales, informó WND. Pero las organizaciones benéficas religiosas obtienen el grueso de su financiación no procedentes de donantes particulares o miembros de la iglesia que ponen los cheques en una cesta, lo obtienen del gobierno federal.

Caridades Católicas de EE.UU, con sede en Alexandria, Virginia, informó que recibió U$S 1.7 millones en subvenciones del gobierno en el 2012, de acuerdo con su Formulario 990 del IRS .

Pero uno de los mayores receptores de fondos del gobierno para reubicar a los niños inmigrantes es la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU.. La USCCB ayuda a reasentar no sólo a niños no acompañados que entran en el país de forma ilegal, sino también a refugiados que huyen de la persecución en el extranjero que ingresan a través de los canales legales.

Fuentes: El Faro, WND, Signos de estos Tiempos

 

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Crisis humanitaria y de seguridad pública por los miles de niños que emigran solos a EE.UU.

El crimen organizado está aprovechando la ola.
Algo extraordinario está sucediendo en la frontera de EE.UU. con México; 57.000 menores no acompañados han cruzado ilegalmente a los Estados Unidos desde que comenzó el año fiscal en octubre, que es el doble del número de detenidos en 2013 y tres veces el total de 2011. La mayoría proceden de América Central – 11.400 de El Salvador, 12.700 de Guatemala, 15.000 de Honduras – con otros 12.000 de México. Y eso, además de decenas de miles de otros niños acompañados por las madres y los padres a veces. La mayoría a lo largo del sur-este, en la zona del Valle del Río Grande (Texas).

 

niños centroamericanos migrando solos a ee.uu.

 

Además de la crisis humanitaria que sensibiliza a la Iglesia Católica, hay alarmantes informes de que detrás de los inmigrantes genuinos, están entrando camuflados, integrantes del crimen organizado, de las pandillas, de las que huyen los niños, y detrás de ellos, terroristas internacionales. Esto hace recordar la crisis de los “marielitos” cubanos en 1980, donde detrás de genuinos inmigrantes que deseaban dejar Cuba, el gobierno de Castro envió delincuentes y espías, en una emigración de diseño.

ESCAPANDO DEL CRIMEN ORGANIZADO

Según los propios inmigrantes, huyen a los Estados Unidos para evitar la violencia infligida por las pandillas callejeras que han prácticamente apoderado de El Salvador, Guatemala y Honduras. Los jóvenes de esos países se sienten intimidados sistemáticamente a unirse a las pandillas, y los que resisten el reclutamiento son asesinados con frecuencia o sus familias atacadas.

Hace 15 días hicimos un artículo detallado del tema que puede leerse aquí: La crisis de la migración masiva de niños a EE.UU.: el efecto del crimen organizado.

Los Estados Unidos no es el único país en ver un aumento de estos refugiados. Las naciones centroamericanas relativamente libres de pandillas como Panamá, Belice, Costa Rica y Nicaragua también han estado luchando con la afluencia. Junto con México, estos países han informado de un aumento de 432% en la migración de El Salvador, Guatemala y Honduras desde 2009.

DECLARACIONES DE LA IGLESIA

Por su parte, los obispos católicos han pedido al gobierno y de hecho a todos los estadounidenses a ejercer la compasión y la paciencia para los niños y las familias en detención. Ese tema se debatió en la Conferencia Nacional de Migración.

Y también Fides informa de una “Declaración conjunta de los obispos de Estados Unidos, México, el Salvador, Guatemala y Honduras sobre la crisis de los niños migrantes”, tras el encuentro de los representantes del episcopado de los países centro americanos más involucrados en este grave problema

La declaración, publicada el 10 de julio en Ciudad de México, sostiene y relanza la “Declaración Extraordinaria de Managua”, en la que los Países Miembros de la Conferencia Regional sobre Migración (Belice, Canadá, Costa Rica, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, República Dominicana),

han reconocido la corresponsabilidad regional y se han comprometido a implementar medidas integrales y articuladas para garantizar el interés superior del niño y adolescente, así como la unidad familiar; a difundir información precisa respecto a los ‘peligros del viaje’ y la inexistencia de ‘permisos’ para los que llegan a los Estados Unidos; luchar contra los grupos delictivos organizados de tráfico ilícito y de trata de personas; y mejorar las prácticas migratorias”.

Con esta declaración, los obispos de Estados Unidos, México, el Salvador, Guatemala y Honduras también se expresan en favor de la petición a la Camara de Representantes de los Estados Unidos de declarar el estado de “crisis humanitaria” por el problema de los niños migrantes.

HAY UN PROBLEMA QUE PERMANECE OCULTO PARA MUCHOS

Pero la inmigración de niños es sólo parte del problema, porque se informa que junto con la inmigrantes genuinos que escapan del crimen organizado, también están llegando mezclados miembros de las pandillas que asolan Centroamérica, narcotraficantes y terroristas.

Incluso el problama llega a miles de kilómetros de distancia ya que el gobierno federal transporta decenas de personas indocumentadas a las ciudades de todo el país.

Contrariamente a los informes de noticias de los grandes medios, no todos los que cruzan ilegalmente son niños indefensos inofensivos. Muchos de ellos son peligrosos pandilleros relacionados con los cárteles que sin duda comenzarán a aprovecharse de los ciudadanos estadounidenses, al igual que los miembros de pandillas criminales del sur de la frontera han hecho dentro de los EE.UU. en el año pasado. De estos dan cuenta varios sheriffs de la frontera.

Por ejemplo agentes de la Patrulla Fronteriza (BPAs) y Aduanas adscriptos al Centro de Matrícula Nogales (NPC), descubrieron que 16 niños extranjeros no acompañados (13 varones de El Salvador, dos varones guatemaltecos y uno de Honduras) que actualmente son miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13). Los miembros de la pandilla MS-13 admitieron su asociación con la pandilla tras el descubrimiento de un graffiti que pintaron.

La Patrulla Fronteriza se siente abrumada para determinar si alguno de estos inmigrantes ilegales tienen antecedentes penales o las afiliaciones de pandillas.

Según los estándares legales estadounidenses, varios miembros de la banda operante en los países centroamericanos, están clasificados como menores de edad, ya que aún no han alcanzado los 18 años (un tecnicismo legal que los carteles están explotando sin duda). Sin embargo, muchos jóvenes menores de 18 años participan en violencia y actividad criminal y aún así son tratados como «niños» cuando se procesan a través del Departamento de Servicios Humanos o el Departamento de Sistemas de Seguridad Nacional. Son pandilleros del MS-13 que han hecho de todo, desde tortura hasta el asesinato.

El Agente de la Patrulla Fronteriza y Laredo (Texas), portavoz de la Unión de la Patrulla Fronteriza, Hector Garza, dijo a Breitbart News Sunday que el caos actual en la frontera es más que una crisis humanitaria creciente; se trata de una «crisis de seguridad fronteriza a lo grande.»

«En este momento, tenemos una gran cantidad de drogas y delincuentes – incluso terroristas – que cruzan la frontera sin ser detectados», dijo Garza.

Stephen K. Bannon, el anfitrión del programa y presidente ejecutivo de Breitbart Noticias, preguntó al veterano de la Patrulla Fronteriza sobre si los trabajos adicionales que se piden a los agentes – como niñera de los inmigrantes más jóvenes – están perjudicando la seguridad nacional.

«¿Estás diciendo que debido a que los hombres y mujeres de la Patrulla Fronteriza están siendo abrumados y sacados de sus puestos para atender a los niños que vienen a través de la frontera, que los traficantes de drogas, los carteles, los delincuentes, son capaces de deslizarse para adentro?», preguntó Bannon.

«Eso es correcto, señor», respondió Garza.

Garza dijo a Breitbart News Sunday que los agentes de la Patrulla Fronteriza son algunos de los oficiales federales más altamente capacitados y son parte de una mayoría de las fuerzas profesionales del gobierno. Y es debido a que cada vez más están siendo reasignados a tareas de procesamiento y proporcionar atención física para las masas que cruzan la frontera, se dejan «esencialmente muy pocos agentes para que realmente hagan el patrullaje de la frontera.»

«Es por eso que los delincuentes y traficantes de drogas pueden tomar ventaja de la situación», dijo, estimando que casi las tres cuartas partes de la agencia de 21.000 personas no está en el trabajo de la patrulla fronteriza.

Como Breitbart Noticias informó:

Similarmente a una multa de tráfico, cuando se procesan los inmigrantes ilegales se les da una citación para comparecer ante el tribunal dentro de los veinte días. Sorprendentemente, de acuerdo con Garza, las estadísticas muestran que más del 95% de los extranjeros ilegales nunca apareció en la corte y desaparecen en nuestra comunidad y nuestra sociedad.»

Pero lo peor, es que hay información de que los carteles de la droga, que tienen negocios con los terroristas islámicos desde hace tiempo, les están abriendo las puertas de la frontera para que ingresen a EE.UU., lo cual implica un peligro mucho mayor en momentos que hay un esfuerzo de globalización de la jihad.

Fuentes: Breitbart, The New American, Fides, Signos de estos Tiempos

 

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La crisis de la migración masiva de niños a EE.UU.: el efecto del crimen organizado

La violencia de las pandillas y el narcotráfico.
Hace dos días publicábamos un artículo “El drama de las generaciones de niños que se están perdiendo en Latinoamérica”, donde uno de los tres problemas mencionados es la crisis actual de los niños que emigran solos a EE.UU. Ahora publicamos una investigación que ubica a la violencia del crimen organizado como la causa de esa migración, y da jugosas informaciones.

 

pandillas

 

A principios de este mes, el presidente de Estados Unidos Barack Obama rotuló como una «crisis humanitaria» al enorme aumento de niños sin acompañantes, que han emigrado en gran cuantía a Estados Unidos.

Políticos rivales, y algunos informes de prensa, culpan a lo que denominan una política indulgente del gobierno de Obama frente a los jóvenes inmigrantes, de haber atraído a miles de niños no acompañados desde Centroamérica hacia Estados Unidos. Después de cientos de entrevistas con menores de edad en El Salvador, la investigadora Elizabeth G. Kennedy dice que la razón por la que los jóvenes huyen es simple: la violencia provocada por las pandillas.

El resultado de esta crisis es que más y más niños de Centroamérica y México están llegando a Estados Unidos: entre 6.000 y 8.000 hasta 2011, aproximadamente 14.000 en 2012, casi 24.000 en 2013, y una probable alza a 60.000 este año.

Este desproporcionado aumento -acota Cecilia Muñoz, directora de política doméstica de la Casa Blanca-, refleja «un aumento en la violencia sostenida», así como un empeoramiento de la pobreza.

LA NUEVA OLA CAUSADA POR EL CRIMEN ORGANIZADO

Refugee Survey Quarterly publicó recientemente un artículo de David Kantor “The New Wave: Forced Displacement Caused By Organized Crime In Central America And Mexico”, que puede leerse aquí completo, y del que tomamos un resumen de Insight Crime.

La región se encuentra al borde de una catástrofe humanitaria, y los últimos años han sido testigos de lo que parece ser un nivel inusitado de desplazamiento. No obstante, los gobiernos de estos países han permanecido prácticamente en silencio. El problema de los desplazados es visto como un asunto de seguridad y a menudo es observado desde la perspectiva de los conflictos políticos que se propagaron aquí en los años ochenta. El tema también es políticamente sensible, lo que hace que sea difícil establecer conversaciones constructivas. Por último, la naturaleza y los patrones de esta ola actual de desplazamiento son muy complejos y poco comprendidos.

Una idea equivocada clave es que los autores del desplazamientos en la región forman una sola entidad: «el crimen organizado».

Lo cierto es que tres grupos criminales principales empujan a la gente a dejar sus casas: las pandillas callejeras, los carteles de la droga mexicanos y los transportadores de drogas.

Las pandillas callejeras y los carteles mexicanos son los responsables de la mayor parte de los desplazamientos. Las pandillas, compuestas en su gran mayoría por maras, operan en El Salvador y Honduras, y en menor medida en Guatemala.

Los carteles de la droga mexicanos realizan operaciones principalmente en las zonas rurales y semirurales de México, y cada vez más en ciudades cercanas y en las zonas rurales del Triángulo del Norte.

Los transportistas de drogas desplazan comparativamente pocas personas y principalmente están ubicados en las zonas rurales de Guatemala y Honduras.

LAS MARAS (Pandillas)

Las pandillas callejeras maras se originaron en las cárceles de California y rápidamente recurrieron a la violencia para controlar a las personas que vivían en las ciudades del Triángulo del Norte. Las dos principales pandillas rivales son Barrio 18 y la Mara Salvatrucha (MS-13). En el corazón de cada pandilla se encuentra la «clica», cuyos miembros dirigen las actividades criminales de la pandilla: la extorsión -el alma de la pandilla- y el tráfico de drogas. La clica busca ejercer el control exclusivo sobre un determinado territorio que defiende contra las pandillas rivales. El territorio abarca una zona importante en la que viven los miembros de la clica -típicamente un barrio pobre- y la zona extendida, que puede incluir áreas marginales así como ricas. Las clicas hacen incursiones esporádicas en la última zona, a menudo para extorsionar negocios.

Cualquier desafío percibido al control de la clica puede asegurarle al «infractor» una sentencia de muerte. El dueño de una tienda, quien se niega a pagar una demanda de extorsión a las maras, una mujer que rechaza las atenciones de un miembro de una pandilla, o una persona que sea vista hablando con la policía, todos corren el riesgo de ser asesinados. Incluso asistir a una escuela en un barrio controlado por una mara rival puede interpretarse como un acto de deslealtad. Tan intensa es la paranoia de algunas clicas que una simple «mala» mirada puede tener consecuencias fatales.

El miedo a la muerte provoca un flujo constante de personas que huyen de sus hogares en las ciudades de El Salvador, Honduras y Guatemala. Ese miedo no siempre tiene una causa obvia y puede no estar vinculado con un incidente específico. Una madre que está ansiosa porque sus hijos en crecimiento puedan atraer la atención de la clica local puede trasladar a su familia hacia otro barrio. Del mismo modo, los residentes pueden sentirse obligados a buscar entornos más seguros si la amenaza constante de la violencia se vuelve psicológicamente insoportable.

Las disputas sanguinarias entre las pandillas también fuerzan a los habitantes de la ciudad a abandonar sus hogares en el Triángulo del Norte. Los tiroteos por el territorio regularmente estallan entre las maras de Barrio 18 y la MS-13, entre maras y otras bandas, e incluso entre clicas de la misma pandilla. Los combates entre maras suelen ser tan frecuentes que los residentes utilizan tablas de madera en las ventanas en lugar de vidrio.

Frente a una pandilla invasora, algunas clicas les ordenarán abandonar sus hogares a las personas sin familiares en la clica residente, bajo amenaza de muerte. Si la clica dominante es derrotada, los familiares y simpatizantes de esa clica tienen que huir para evitar represalias de la pandilla victoriosa. El desplazamiento también es causado por un endurecimiento general de las actitudes de las maras hacia los habitantes, lo que refleja la creciente ansiedad de los pandilleros. Las cuotas de extorsión pueden aumentar y cualquier negación se encuentra con la muerte inmediata, sin dar previo aviso.

Los destinos de las personas expulsadas de sus barrios varían según sus ingresos. Los residentes más pobres no tienen otra opción que ir a otras zonas pobres, por lo general en la misma ciudad, aunque algunos se trasladan a otras ciudades en el mismo país. Las familias que se encuentran en mayores apuros financieros, y sin el apoyo de parientes cercanos, pueden terminar viviendo en la calle o en condiciones degradantes y vulnerables en lejanos asentamientos marginales. Los residentes más acomodados tienden a permanecer en la misma ciudad sabiendo que pueden salir del país -por lo general hacia Estados Unidos- si las circunstancias empeoran.

CARTELES DE LA DROGA

Los carteles de la droga impulsan el desplazamiento endémico en México. Al igual que las maras, los carteles intimidan a la población local y la someten a través de la violencia extrema diaria. Quienquiera que sea considerado «desleal» o contrario a sus demandas, corre el riesgo de ser asesinado. También, al igual que las maras, los carteles buscan ejercer un control exclusivo sobre el territorio donde llevan a cabo actividades criminales. Los carteles, sin embargo, con su superior potencia de fuego, recursos y posición en el negocio de la droga, superan de lejos a las maras en su capacidad de infligir violencia y de desplazar a los habitantes.

Los desplazamientos masivos que han afectado a México durante los últimos diez años reflejan en gran medida las disputas territoriales entre unos carteles cada vez más despiadados y armados. Tradicionalmente, los carteles mexicanos tienen sus raíces en las áreas de importancia estratégica del país, y fueron dirigidos por familias locales. A partir de los años noventa, sin embargo, los carteles se fragmentaron y se militarizaron cada vez más, y buscaron establecer un control total sobre los territorios en los cuales se trafican las drogas. Los carteles también comenzaron asumiendo un papel dominante en la región como propietarios y supervisores de las drogas. Además, muchos, especialmente los más nuevos, se diversificaron con la extorsión y cobrando impuestos sobre diversas actividades criminales locales.

Los tiroteos entre estos carteles más sofisticados aumentan drásticamente la inseguridad para las personas lo suficientemente desafortunadas como para vivir en medio de ellos, causando que pueblos enteros se vaciaran por el terror. Tales desplazamientos masivos también se utilizan intencionalmente para reducir la simpatía local –el apoyo logístico y de inteligencia- por un rival, por parte de un cartel invasor. En los últimos dos años, elementos vinculados a la Organización Beltrán Leyva (OBL) han expulsado a los pobladores a través de la zona rural montañosa del estado de Sinaloa, la cuna del famoso Cartel de Sinaloa. Del mismo modo, la organización criminal de los Zetas ha desplazado pueblos enteros que se asume que apoyan al Cartel del Golfo a lo largo del corredor por donde pasan las drogas, desde el estado de Nuevo León, en la frontera con Estados Unidos. Por su parte, el Cartel del Golfo se ha llevado a personas sospechosas de tener vínculos con los Zetas en las ciudades del vecino estado de Tamaulipas, provocando que un número considerable de familias abandonen sus hogares. Aunque muchos de los enfrentamientos violentos entre carteles tienen lugar en zonas rurales, a través de las cuales son transportadas las drogas, las poblaciones de las ciudades cercanas se ven cada vez más afectadas, así como las zonas rurales de El Salvador, Honduras y Guatemala.

Esas personas desplazadas en México tienden a trasladarse a Ciudad de México y a otras zonas urbanas de estados federales menos afectadas por la violencia de los carteles, incluyendo los estados al sur del país como Chiapas. La vibrante economía y de mayor tamaño de México, cuando se compara con los países del Triángulo del Norte, da a los residentes una mayor variedad de opciones para la reubicación. Los mexicanos también tienen más probabilidades de estar en mejores circunstancias económicas que sus contrapartes del sur, y un número considerable de ellos emigran a otros países, principalmente a Estados Unidos.

TRANSPORTISTAS

Los transportistas de drogas en zonas rurales de Honduras y Guatemala, desplazan a mucha menos gente que las maras o los carteles de la droga. Su negocio de tráfico no depende de un control exclusivo sobre territorios, sino la capacidad de moverse a través de ellos sin obstáculos. Por lo tanto, los conflictos armados entre transportistas son raros. Por otra parte, su relación con la población local no se basa tanto en el miedo y la violencia -por lo menos en un primer momento- y sí más en la compra de su tolerancia. Los transportistas recurren a la violencia, o a la amenaza de ella, para obligar a los pequeños y medianos propietarios de tierras a vender sus tierras ubicadas en zonas estratégicas para el tráfico transfronterizo, si se encontraban con una negativa. A veces la suma ofrecida es una pequeña fortuna mientras que en otros casos es insignificante. Las familias obligadas a abandonar sus tierras en Guatemala y Honduras tienden a trasladarse a las afueras de las ciudades de la región o en zonas rurales, como las reservas forestales, en busca de trabajo como jornaleros.

Un pequeño número de personas y familias también son expulsadas de sus hogares porque son vistas como enemigos por uno de los grupos de transportistas. Estas personas por lo general emigran a las ciudades capitales donde esperan asegurar la protección del Estado o perderse en la multitud. La mayoría de las personas están dispuestas a viajar a otro país, por lo general a Estados Unidos, para escapar del constante peligro de ser asesinado, pero sólo algunos tienen los recursos financieros para hacerlo.

Fuentes: Insight Crime, Refugee Survey Quarterly, Signos de estos Tiempos

 

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El drama de las generaciones de niños que se están perdiendo en Latinoamérica

Tres puntas del iceberg del problema de la niñez de américa latina.
El problema de la niñez en Latinoamérica está centrado en la pobreza y los hogares desintegrados que la prohíjan y generan una niñez desapegada, sin controles, con muchos de los cuales viviendo en la calle. Mientras que los gobiernos no tienen los recursos – ni muchas veces las intenciones – de desarrollar programas eficaces para encauzar a la niñez.

 

ninos en situacion de calle

 

Hoy se están procesando tres problemas concretos de esa pobreza que afecta a la niñez latinoamericana: la utilización de los niños como mano de obra para el crimen organizado, la emigración de niños sin acompañantes a EE.UU., y la prostitución infantil endémica, que por ejemplo en Brasil ha adquirido notoriedad por las crónicas del mundial de Fútbol de Brasil.

NIÑOS RECLUTADOS POR LOS NARCOTRAFICANTES

Hace tres meses publicamos un artículo sobre este tema, ver aquí.

Específicamente hablábamos de Honduras, donde hay un ‘ejército’ de niños en situación de calle. Pero algo parecido podría ser dicho de otros países, especialmente de Centroamérica.

En Honduras denuncian que bandas narcotraficantes están utilizando niños para las acciones delictivas, quienes son entrenados con armas de asalto y motivados con canciones sobre tráfico de drogas para glorificar la vida criminal.

El uso de niños por parte del crimen organizado tiene ventajas para los narcos, porque son una fuente de trabajo sacrificable y de bajo riesgo. Y esto sólo es posible por la existencia de una ‘ejército’ de niños en las calles que viven de lo que la gente les da y se inician tempranamente en las adicciones.

El reclutamiento de niños es una táctica que ha sido empleada por los grupos criminales en toda la región. Los niños son una inversión de bajo costo para estos grupos, y son altamente prescindibles. La situación jurídica de los menores de edad también hace que sea difícil detenerlos o juzgarlos, y son menos propensos a ser sospechosos de haber cometido un delito en primer lugar. También son testigos no fiables si se llaman a testificar.

Los niños son fácilmente seducidos por la glorificación de la vida criminal. Los muchachos, en particular, a menudo llenos de una sensación de vulnerabilidad, fácilmente son tentados con la idea de lucir un arma y llevar un uniforme.

Dentro de esto también debemos incluir a los niños soldados reclutados por la guerrilla, especialmente presente en Colombia.

NIÑOS MIGRANTES NO ACOMPAÑADOS A EE.UU.

También hace un mes publicamos un artículo que daba cuenta del crecimiento de los niños centroamericanos no acompañados que migran a EE.UU. Ver aquí.

Decíamos que Estados Unidos está experimentando una oleada de migrantes de Centroamérica -muchos de los cuales son niños no acompañados. Y actualmente esa tendencia ya ha pasado a ser una crisis humanitaria.

De los centroamericanos que deciden migrar decenas de miles son menores no acompañados, y quienes trabajan con ellos afirman que existe evidencia anecdótica de que en su caso la inseguridad es la principal motivación.

El padre Rubio, el Vicario de la Catedral de San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, Honduras, se ha detenido a comentar la situación nacional, culpando a las autoridades por haber desviado recursos y fondos, lo que ha provocado la migración hondureña:

“Los niños y los jóvenes huyen del país porque las autoridades no ofrecen posibilidades a este sector de la sociedad, los niños no son el centro de su atención. Nuestras autoridades no ven estas familias rotas”.

Fides informa que actualmente hay 13 mil niños y adolescentes hondureños detenidos en albergues de Estados Unidos, por lo que una comisión de alto nivel encabezada por la primera dama, Ana García de Hernández, viajarán a Estados Unidos, con el objetivo de localizarlos y verificar el estado en que se encuentran estos niños.

LA PROSTITUCIÓN DE NIÑOS EN BRASIL

En las 12 ciudades sede de los partidos del Mundial de Fútbol Brasil 2014, el gobierno ha invertido fuertemente en la construcción y renovación de estadios, mientras que a poca distancia de estos hermosos edificios se encuentran los barrios marginales, donde la pobreza, el hambre, el tráfico de drogas y la adicción a las drogas han provocado aún más el fenómeno de la prostitución infantil, que ya estaba generalizado en el país.

Las comunidades más marginadas de Brasil de hecho, están atrapadas en un círculo vicioso de la pobreza, la violencia y las drogas, una especie de “fábrica donde comienza la prostitución”, como dijo un miembro de Iris Global, un proyecto para ayudar en las favelas.

Muchos niños ven a los miembros de la familia participar en este giro, madres y abuelas que se prostituyen y lo consideran una forma de vida que se convierte en “normal”.

En Recife, próspera ciudad costera en el noreste del país, se estima que un niño de cada cuatro se prostituye. No existe una cifra oficial, pero se calcula que cientos de miles de niños y niñas, algunos de tan sólo 10 años, son explotados en el comercio sexual, obligados por las circunstancias, amenazados por sus “protectores” o atrapados en esa realidad para satisfacer la toxico-dependencia.

El gobierno ha puesto en marcha programas para librar las favelas de las bandas criminales y los traficantes de drogas, así como aparentemente han comenzado la formación para la protección de la infancia.

Sin embargo, los representantes de la Primera Comisión Parlamentaria sobre los niños explotados, después de haber visitado la sede del Mundial, han declarado que el fenómeno de la explotación y el turismo sexual se ha convertido en endémico y en continuo crecimiento en el país.

Critican también la policía por su indiferencia, cuando no complicidad, con el problema, dejando que los delincuentes queden impunes y con un control muy precario. Sin embargo la policía ha negado las acusaciones y aseguran que se está invirtiendo con una gran cantidad de recursos para combatir la prostitución infantil.

Este problema de la prostitución infantil no se da sólo en Brasil.

Fuentes: Fides, Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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No hay lugar para los que digan que el sexo gay es perjudicial para la salud pública

El poder gay en los organismos internacionales y académicos.
No hay lugar para las disidencias en el ámbito académico y de la cooperación internacional cuando se trata de la homosexualidad. No puede haber dos opiniones, sino una sola, que es la del lobby homosexual. La opinión disidente, por más que se base en datos reales y fuentes seguras, debe ser desterrada. Nadie que opine distinto puede trabajar en puestos importantes en los organismos internacionales ni académicos.

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Esto le sucedió al un experto en SIDA, quien se atrevió a decir que el sexo anal es peligroso para quienes lo practican, como para la salud pública en general, porque extiende la epidemia del SIDA, una conclusión lógica que se extrae de los datos que se registran en todos los países. Pero esas cosas no se pueden decir porque denota la permisividad del status quo internacional con el estilo de vida gay y no la quieren hacer visible.

Y esto que estamos diciendo no tiene que ver con la aceptación o no de la homosexualidad como estilo de vida, porque se puede aceptar, pero al mismo tiempo reconocer su inconveniencia para la salud pública.

El establishment podría haber dicho, ‘es cierto, la práctica de sexo anal produce aumento del SIDA entre los gay, que luego se extiende al resto de la población, pero si no se lo permitimos les coartamos la libertad’, lo cual sería una solución que contemplara la verdad y a la vez se viera que hay una opción política detrás. En cambio el establishment opta por penalizar a quienes dicen la verdad sobre la epidemia del SIDA, ocultando la interpretación de los datos.

El Profesor Brendan Bain es un cristiano practicante que trata a los pacientes con SIDA. Él es un pionero en el campo de las enfermedades infecciosas clínicas en el Caribe. Y ahora está en la mira por manifestar que el coito homosexual es peligroso para quienes lo practican y para la salud pública en general.

El Profesor Brendan Bain, fue el director de la Unidad de Coordinación Regional de la Red Caribeña de VIH / SIDA (CHART) de la Universidad de las Indias Occidentales en Jamaica, hasta que sus comentarios contra el sexo de los homosexuales lo ajusticiaron.

Bain fue despedido a raíz de secuelas relacionadas con su testimonio en nombre de un grupo de iglesias que trabajan para mantener la ley de sodomía de Belice en 2012. Tomó dos años, pero ahora está pagando el precio de sus creencias.

El testimonio de Bain se basó en su investigación, que muestra que el riesgo relativo de contraer el VIH es significativamente mayor entre los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) en Belice que en la población general. Su investigación concluye la misma verdad que en los demás países de los que se dispone de datos, incluidos los países que han revocado la ley que criminaliza el sexo anal y países donde la ley se sigue aplicando.

«El tema en cuestión surgió hace cerca de dos años en un caso de alto perfil en Belice en el que Caleb Orozco, un hombre gay en Belice, cuestionó la constitucionalidad de una ley de 1861 que criminaliza a los hombres que tienen sexo con hombres», dijo la universidad en un comunicado.

«El profesor Brendan Bain presentó una declaración en nombre de un grupo de iglesias que buscan mantener la ley de 1861», continúa el comunicado.

«Muchas autoridades familiarizadas con el escrito presentado creen que el testimonio del profesor Bain apoyó los argumentos para la mantención de la ley, lo que contribuye a la criminalización continua y la estigmatización de los HSH. Esta opinión es compartida por la comunidad de lesbianas, gays y otros grupos que son atendidos por CHART».

«La mayoría de los expertos en VIH y en salud pública creen que la criminalización de los hombres que tienen sexo con hombres y la discriminación contra ellos, viola sus derechos humanos, los pone en un riesgo aún mayor, reduce su acceso a los servicios, obliga a la clandestinidad de la epidemia del VIH y aumenta el riesgo de VIH. Estas son las posiciones defendidas por las Naciones Unidas, ONUSIDA, la OMS, la OPS, las comunidades internacionales de derechos humanos y PANCAP (La Asociación Pan Caribeña contra el SIDA), que es la organización líder en la respuesta regional a la epidemia del VIH».

«Mientras que la universidad reconoce el derecho de profesor Bain para rendir un dictamen de la manera que lo hizo, se ha vuelto cada vez más evidente que el profesor Bain ha perdido la confianza y el apoyo de un sector importante de la comunidad de la que se espera que el programa CHART alcance, incluyendo la pérdida de su condición de líder en la PANCAP, socavando así la capacidad de este programa, para cumplir efectivamente su mandato. Es por esta razón que la Universidad de las Indias Occidentales ha decidido rescindir el contrato del profesor Bain como Director de la Unidad de Coordinación Regional (UCR) del (CHART) Red Caribeña contra el VIH».

Fuentes: Charisma News, Signos de estos Tiempos

 

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El magro resultado de las treguas entre pandillas en Latinoamérica

La iglesia Católica las ha apoyado.

 

La iglesia Católica ha intervenido parcialmente en la tregua entre pandillas rivales, especialmente en El Salvador (ver aquí y aquí) y Honduras (ver aquí y aquí), acompañando a otros actores sociales, pero el resultado no ha sido todo los duradero y promisorio que aparentaba en la erradicación de la violencia y el delito.

 

fabio colindres y maras

 

Después de un largo paréntesis de dos décadas, las treguas de pandillas están de nuevo en boga en América. Comúnmente, las treguas suelen incluir negociaciones y pactos destinados a poner fin a la violencia. Por lo general son intermediadas por un ecléctico grupo de personajes – desde funcionarios públicos y trabajadores humanitarios hasta grupos religiosos, y miembros activos o antiguos de las pandillas. Y aunque las treguas están generando una considerable atención por parte de los medios de comunicación mundiales, la evidencia sobre lo que realmente logran es sorprendentemente escasa.

ESTUDIOS SOBRE LAS PANDILLAS

Durante los años ochenta y noventa, científicos sociales de Estados Unidos emitieron una opinión negativa sobre las treguas de pandillas. Muchos creían  que este tipo de acuerdos, en lugar de legitimar las pandillas, reforzaban la autoridad de los líderes, profundizaban la cohesión entre sus bases, y reproducían violencia, en lugar de reducirla.

En los años noventa, Kodluboy y Evenrud argumentaron que

aunque la mediación podría «ser a veces necesaria para prevenir la violencia inmediata o prevenir la pérdida de la vidas… [ésta] aumenta el riesgo de validar a la pandilla como una entidad social legítima, comprando de este modo la paz a corto plazo al precio de la permanencia de la pandilla en el largo plazo».

En los últimos años, expertos en pandillas de Norteamérica y Europa Occidental han comenzado a repensar formas de disminuir la violencia de las pandillas. Unos pocos profesionales ilustrados saben que la única manera para que funcionen las treguas de pandillas es trabajando sobre las condiciones subyacentes que dan lugar a la formación de las pandillas.

Después de todo, las pandillas no surgen en el vacío. Son grupos cohesivos que proporcionan identidadsentido y seguridad a sus miembros. Paradójicamente, los jóvenes que se unen a las pandillas tienden a sentirse más seguros, a pesar de estar en mayor riesgo de tener un final violento. Los investigadores argumentan que solamente con hacerle frente a la marginalización, creando empleo, y lidiando con las influencias de pares y otros factores de riesgo, las pandillas pueden ser derrotadas.

Vale la pena señalar que la violencia de pandillas no es inevitable. Hay maneras de alterar el comportamiento de los miembros, lo cual es precisamente lo que las treguas tienen la intención de hacer.

El especialista sobre pandillas John Hagedorn ha demostrado cómo

«las pandillas, las milicias, las facciones y los carteles tienen la capacidad no sólo de librar una guerra, sino también de frenarla».

Pero, ¿cuál es, en realidad, la experiencia de las treguas de pandillas en América? La mayor parte de la evidencia parece mostrar que, si bien las treguas pueden reducir temporalmente la violencia, la guerra de pandillas generalmente se reanuda ante la ausencia de medidas de acompañamiento para abordar los desafíos más fundamentales de bienestar político y social.

LA VERDAD SOBRE LAS TREGUAS DE PANDILLAS

La investigación más prolífica sobre treguas de pandillas proviene de Norteamérica. Esto tal vez no sea del todo sorprendente dado que se cree que en Estados Unidos hay más de 33.000 pandillas, con un máximo de 1,4 millones de miembros con presencia en casi todos los estados del país.

Los estudios sobre las pandillas más conocidas, especialmente los Bloods y los Crips en Los Ángeles registran una fuerte reducción en la violencia, aunque de corto plazo. A raíz de la tristemente célebre “Tregua Watts”, las bajas resultantes de tiroteos desde automóviles se redujeron significativamente a raíz de los acuerdos negociados, aunque también se reportaron  aumentos  varios meses después.

Por la misma época, las treguas negociadas en Chicago generaron disminuciones significativas, aunque temporales, en las lesiones por arma de fuego.

En otras palabras, las ganancias a corto plazo fueron anuladas por el aumento de la violencia a mediano plazo.

Más recientemente, una serie de controversiales treguas de pandillas han aparecido en todo el resto del continente americano, incluyendo  Belice,  Brasil, ColombiaEl Salvador,  Honduras,  México  y,  Trinidad y Tobago.

Nadie sabe cuántos miembros de pandillas hay en Latinoamérica, con  estimaciones que varían entre los 50.000 a 85.000 pandilleros de las pandillas MS-13 y Barrio 18 solamente en Centroamérica. Hay por lo menos  otros tantos en Sudamérica. Y debido a que la política de Estados Unidos de deportar convictos ha continuado, el problema parece estar empeorando. Frente a la espiral de violencia, se han llevado a cabo negociaciones de gran visibilidad en toda la región.

En particular, los países de Centroamérica son los que más están experimentando con las treguas de pandillas. Algunos acuerdos han sido respaldados por organizaciones regionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA), alcaldes, sacerdotes y expandilleros. Al menos una tregua en particular ha generado impresionantes ganancias en la mejora de la seguridad. Después de que la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13) y su rival Barrio 18 declararan una tregua en 2012, las tasas de homicidios nacionales de El Salvador se desplomaron, aunque se sospecha que están volviendo a subir.

Sobre la base del optimismo que rodea el proceso, se pusieron en marcha procesos similares entre las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18 en Honduras. Después de un comienzo prometedor, hay algunas preocupaciones de que la iniciativa hondureña este fallando.

DIFERENCIAS EN LAS EXPERIENCIAS

Si bien es tentador agrupar las experiencias centroamericanas, existen grandes diferencias entre ellas.

En el Salvador, el gobierno tiene comparativamente más legitimidad que la administración actual en Honduras, en donde su anterior presidente Manuel Zelaya, fue derrocado por un golpe militar en 2009, y en donde las elecciones más recientes están en disputa. Por otra parte, debido a que están mejor organizados y son más conscientes de su poder, los miembros de las pandillas salvadoreñas son políticamente astutos y mejores negociadores en contraste con sus homólogos hondureños. Por otro lado, con un poco de experiencia por haber servido como guerrilleros en décadas anteriores, los líderes de las pandillas de El Salvador ejercen un mayor control sobre la tropa.

Mientras tanto, una tregua en Belice terminó después de agotarse el dinero. Por otro lado, funcionarios guatemaltecos están considerando la posibilidad   de la mediación con las pandillas en la ciudad capital.

El resultado de las treguas de pandillas en el Caribe ha sido similarmente desigual. La negativa de algunos miembros de las pandillas a participar en las treguas de pandillas en Trinidad y Tobago ha socavado fatalmente su éxito. Según Edward Maguire, quienes eligieron desarmarse fueron atacados rápidamente por facciones rivales, ya que fueron considerados débiles y vulnerables. Como era de esperarse, las negociaciones tienden a fallar cuando las partes principales son desunidas y desorganizadas. Para que una tregua funcionase en Puerto España, las principales pandillas tendrían que haberse inscrito en el tratado. Para empeorar las cosas, los políticos que ayudaron a negociar el cese al fuego también han sido objeto de intensa crítica política, dificultando la capacidad para actuar con autoridad –un ingrediente fundamental del éxito de la mediación.

Las evaluaciones de las treguas en Centroamérica y el Caribe muestran que en ocasiones éstas aumentan el nivel de violencia. Las batallas campales comúnmente se desencadenan antes de los acuerdos, lo que mejora la posición de las pandillas ante la negociación. La violencia después de las treguas se da por el desborde a nuevos barrios y ciudades, que antes no eran afectados.

Fenómenos análogos se observan con regularidad durante y después de negociaciones de cese al fuego y acuerdos de paz en zonas de guerra convencionales en todo el mundo. Sin términos claros, incentivos apropiados y recursos adecuados, tales acuerdos rara vez se mantienen.

Las treguas de pandillas en países como Brasil han perdurado por más tiempo de lo esperado, aunque últimamente han mostrado signos de tensión. Por ejemplo, en 2012 inició una tregua de seis años entre la policía militar de São Pablo y el Primer Comando Capital o PCC, una pandilla con sede en la cárcel. La tregua se desplomó después de que el gobierno fuera acusado de violar un acuerdo informal que protegía a los líderes de las pandillas y limitaba las represiones policiales contra los bastiones de las pandillas. Como resultado, la ciudad fue testigo de una oleada masiva de asesinatos en represalia, por parte de la policía y los miembros de las pandillas. Treguas de pandillas comparables se negociaron en Recife y Río de Janeiro, con resultados igualmente mixtos.

Existe una preocupación real de que las treguas de pandillas pueden llegar a generar conflictos y consolidar alianzas entre los “empresarios de la violencia”.

Algunos observadores experimentados son pesimistas sobre la posibilidad de que las treguas de pandillas puedan reducir la violencia en el mediano y largo plazo. Citan el largo legado del uso instrumental de la violencia por parte de las pandillas, la importancia que conceden al mantenimiento del estatus, su débil estructura de mando y control, y los efectos no deseados de reforzar la cohesión de las pandillas, como factores clave que influyen en los resultados de la tregua.

LAS PANDILLAS LATINOAMERICANAS MEZCLADAS CON EL PODER POLÍTICO

El Centro Nacional de Investigación sobre Pandillas (NGCRC, por sus siglas en inglés) concluyó en 1995 que las treguas de pandillas «rara vez tienen éxito y de hecho son riesgosas». ¿Pero lo son?

Las treguas de pandillas que recientemente han aflorado en Centroamérica y Sudamérica son diferentes a las que tuvieron lugar en los años noventa en Estados Unidos. Estas están siendo negociadas entre pandillas de muchos tipos diferentes. La «guerra de pandillas» que se libra en países como El Salvador y Honduras está profundamente influenciada por las redes del crimen transnacional, así como por las élites políticas.

Las pandillas y las treguas de pandillas no son asuntos puramente internos formados por los intereses discretos de los vecinos y disputas localizadas sobre el territorio. Las pandillas están, ellas mismas, incorporadas en el Estado a través de redes que las conectan con actores civiles corruptos, burócratas y políticos. Servidores públicos –desde el nivel federal o desde la ciudad- participan en organizaciones criminales internacionales y, a menudo se han aprovechado de su posición para beneficiarse del tráfico internacional de drogas o de mafias más locales.

La ola de treguas en Centro y Sudamérica y el Caribe tienen más similitud con los acuerdos de paz negociados en zonas de guerra que con la mediación interna llevada a cabo con las pandillas latinas y afroamericanas de Norteamérica.

Y mientras que algunos analistas militares están explorando las formas en las que la lucha en contextos de guerra se pueda adaptar a la lucha contra las pandillas, sorprendentemente hay un silencio entre los círculos académicos acerca de cómo las lecciones de las negociaciones de paz podrían aplicarse a lugares sin conflictos.

Puede ser que algunas de las herramientas tradicionales de construcción y consolidación de la paz, el diálogo, la negociación y otras estrategias basadas en el contacto, podrían ganar fuerza en la contención de la violencia impuesta por los carteles de la droga, las mafias, las pandillas juveniles, y las milicias.

REFLEXIONES SOBRE LA REDUCCIÓN DE LA VIOLENCIA DE LAS PANDILLAS

Una limitación de las treguas de pandillas se puede relacionar con su incapacidad para hacerle frente a las motivaciones subyacentes y la dinámica social de la violencia de pandillas.

A pesar de su relación con el tráfico internacional de drogas o el tráfico ilícito de personas, la violencia perpetrada por las pandillas se genera por factores locales –percepción de falta de respeto, disputas territoriales, así como tensiones sobre el estatus y el prestigio.

Los asesinatos son a menudo simbólicos, relacionados con represalias y venganzas, y como resultado de luchas internas por el poder.

A menos que las pandillas tengan un alto grado de cohesión interna, las disposiciones desde arriba pueden tener poco eco abajo. Como resultado, las treguas de pandillas pueden proveer legitimidad a los líderes, en lugar de cambiar la dinámica entre los miembros de menor rango.

Expertos en el tema de pandillas afirman que las treguas pueden ser necesarias, pero son insuficientes como medio para prevenir la violencia a largo plazo. Existe un temor a que el enfoque limitado de las treguas sea incluso una parte del problema. Esto se debe a que las pandillas están en sí mismas vinculadas a mercados ilícitos transnacionales más amplios y a sistemas de clientelismo.

El enfoque en la mediación con los líderes también descuida las condiciones sociales y económicas específicas que permiten la existencia, y a su vez, sostienen las pandillas. Después de todo, la mayoría de los pandilleros provienen de comunidades marginadas y de bajos ingresos. A menos que se mejoren sus condiciones estructurales, como sostienen algunas agencias de ayuda, las guerras entre pandillas continuarán.

Según Irving Spergel puede ser imposible eliminar las pandillas, pero la reducción de la violencia relacionada con las pandillas es un objetivo posible.

Una forma de mejorar el resultado de las treguas de pandillas en Latinoamérica y el Caribe puede ser la de aprovechar el poder de las redes transnacionales –incluidas las relacionadas con las pandillas y los actores de la sociedad civil. Esto se debe a que los acuerdos de pandillas en lugares como Belice,Colombia, El Salvador, Honduras, México y Trinidad y Tobago presentan características transnacionales, aunque muchos de los impulsores de la violencia de las pandillas son locales.

Es cierto que los antiguos refugiados y deportados salvadoreños en Los Ángeles contribuyeron al aumento de las maras. Y es más, en 2012 sacerdotes y madres de pandilleros muertos en California, los cuales están radicados en Los Ángeles, se han unido a grupos asesores transnacionales junto con exmiembros de pandillas para fortalecer la tregua en El Salvador.

También hay alguna evidencia sobre el intercambio de experiencias y conocimientos entre las pandillas a través de las fronteras. Los ejemplos más obvios son los intercambios entre gobiernos, departamentos de policía, pandillas y grupos de la sociedad civil entre Estados Unidos y sus homólogos de Centroamérica y el Caribe. Sin embargo, también hay intercambios que están surgiendo entre y dentro de los países de toda la región, incluyendo México y los países vecinos de Centroamérica y Suramérica.

Por ejemplo, mediadores responsables de la negociación de la paz entre las pandillas en El Salvador recientemente comenzaron a trabajar también con los líderes de las maras de Honduras, con el apoyo de la OEA. También hay ejemplos de esfuerzos para iniciar el diálogo entre los líderes de las pandillas en El Salvador y en Guatemala.

¿LAS TREGUAS DE PANDILLAS TIENEN FUTURO?

Hay una gama sorprendentemente amplia de experiencias sobre treguas de pandillas a través de Norte, Centro y Sudamérica y el Caribe. Si bien todas son únicas en su forma y contenido, muchas de ellas comparten algunos rasgos. La mayoría tienen más de un parecido con acuerdos de paz tradicionales, ceses al fuego y amnistías acordadas por partes las beligerantes en los conflictos armados convencionales.

Por ejemplo, las treguas de pandillas con frecuencia incluyen cláusulas destinadas a promover la creación de confianza y verificación de los compromisos, desarmar y desmovilizar, definen hitos y puntos de referencia, y garantizan reuniones periódicas para examinar y supervisar los progresos. En algunos casos las treguas de pandillas se han negociado por terceros, incluyendo compañías profesionales de negociación de conflictos.

Una buena dosis de cautela está justificada cuando se hagan las evaluaciones sobre el “éxito” de una tregua de pandillas, sobre todo porque muchas de ellas han fracasado.

También vale la pena señalar que el resultado de las soluciones negociadas para las guerras es igualmente desigual: al menos el 20 por ciento de los conflictos reinciden dentro de unos pocos años después de su terminación.

Vale la pena recordar que el estudio de las treguas de pandillas en América se encuentra todavía en sus primeros pasos, y la evidencia es aún parcial. Una revisión superficial indica que comparativamente pocas treguas de pandillas han producido reducciones duraderas en la violencia. Por el contrario, muchas de éstas han consolidado la autoridad de pandillas, y en algunos casos, reforzado su autoridad. Esto plantea preguntas acerca de las limitaciones de las treguas de pandillas por sí mismas, y sobre la importancia de llevar a cabo la mediación en combinación con otras estrategias frente a las causas estructurales de la formación de pandillas y su permanencia.

En el mejor de los casos, las treguas de pandillas pueden ayudar a terminar con el conflicto violento y a crear el espacio necesario para abordar las causas estructurales subyacentes que conducen a la aparición de grupos armados. Pero sin un proceso continuo, el retorno hacia la reanudación de la violencia parece casi inevitable.

Lo mismo ocurre en las guerras civiles: los acuerdos de paz, que idealmente incluyen medidas concretas para resolver las cuestiones sobre las que se está librando en el conflicto, fallan con menor frecuencia que las meras treguas. Como saben la mayoría de los negociadores, esto es porque los acuerdos de paz son el comienzo y no el fin de un proceso.

Los retos son numerosos. La evidencia también sugiere que los acuerdos de paz negociados son menos propensos a evitar la recurrencia de conflictos que las victorias militares directas. Los mediadores a través de las Américas y el Caribe harían bien en tomar nota.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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Las pandillas y el narcotráfico tienen en vilo a las sociedades centroamericanas

Sociedades cada vez mas sumidas en la violencia.

 

A principios de agosto publicamos una artículo que hacía mención a los grupos delctivos en México, que estan condicionando el desarrollo de esa sociedad, ahora traemos sobre los grupos delictivos en Cetroamérica, que en algunos casos, especialmente en Honduras, parece que está evolucionando hacia lo que la comunidad internacional llama un “estado fallido”.  

 

pandilleros-de-el-salvador

 

El desarrollo de las organizaciones criminales en Centroamérica ha sido diferente que en México. Las organizaciones más grandes tienen sus raíces en los años ochenta, cuando gran parte de la región se vio envuelta en guerras civiles. En muchos sentidos, estos conflictos sentaron las bases para la actual ola de violencia y actividad criminal.

UNA LUCHA POLÍTICA INICIAL

El más famoso y sofisticado de estos grupos criminales está compuesto por guerrilleros que lucharon contra los gobiernos de Guatemala y El Salvador. En el caso de Honduras, un ejército contrarrevolucionario luchó en contra del vecino gobierno sandinista de Nicaragua.

Los grupos rebeldes (más tarde criminales) operaban en espacios donde no había presencia del gobierno, tales como las zonas fronterizas remotas y las vastas selvas de la región.

La provincia guatemalteca de Petén, por ejemplo, ocupa un tercio del territorio del país, y sin embargo, tiene sólo el tres por ciento de la población y una reducida presencia estatal a lo largo de los 400 kilómetros (aproximadamente 250 millas) de frontera que comparte con México.

La provincia hondureña de Gracias a Dios está prácticamente deshabitada, e incluso en la parte más desarrollada de la provincia, un trayecto de 40 kilómetros (aproximadamente 25 millas) puede tardar seis horas.

Para poder operar en estas regiones, los grupos guerrilleros utilizaban redes ilegales y corredores de movilidad para obtener víveres, armas, uniformes y otros materiales necesarios para llevar a cabo una guerra contra el Estado. Algunos de estos corredores habían sido utilizados antes de la guerra.

Por ejemplo, muchos habían sido utilizados para traer productos más baratos y libres de impuestos – incluyendo elementos que no eran una amenaza, como los productos lácteos – a los países del Triángulo del Norte desde los países vecinos.

Otros eran empleados para mover las drogas ilegales y otros productos ilícitos a través de la región en su camino hacia los Estados Unidos. En los años ochenta, estos corredores empezaron a ser usados también como rutas para el tráfico de armas.

MILITARIZACIÓN DE LOS GRUPOS FAMILIARES Y DESEMPLEO

Al igual que en México, el núcleo de la mayoría de las redes de contrabando comenzaron como grupos familiares y de amigos. Localmente son conocidos como «transportistas«, por su papel en el transporte de bienes.

Actualmente, en algunos casos, las redes se extienden desde Panamá hasta Guatemala. Todavía mueven todo tipo de productos, tanto legales e ilegales, al igual que inmigrantes. Algunos han comenzado negocios de transporte legales o empresas de otro tipo (por ejemplo, compañías pesqueras, hoteles) para camuflar sus actividades, y en general son libres para trabajar con diversos actores criminales que buscan mover mercancía ilegal.

Las guerras civiles centroamericanas contribuyeron a la eventual militarización de dichos grupos familiares. Durante las guerras civiles, los gobiernos del Triángulo del Norte reforzaron sus fuerzas armadas, policías y servicios de inteligencia. A medida que las fuerzas de seguridad crecieron en tamaño, con el tiempo comenzaron a ejercer control sobre las diferentes agencias gubernamentales. Su influencia sobre el gobierno fue, en algunos casos, absoluta; como en los años ochenta en Guatemala, cuando los líderes militares asumieron la presidencia.

No obstate, cuando la guerra terminó en Guatemala y El Salvador esos gobiernos redujeron en gran medida el tamaño de sus fuerzas armadas y reemplazaron sus servicios de inteligencia.

Oficiales y agentes que quedaron sin trabajo ofrecieron sus servicios a otros sectores del gobierno, o vendieron sus conocimientos al mundo del hampa o al sector privado.

En Guatemala, por ejemplo, una vasta red de exagentes de inteligencia militar ahora negocia con pasaportes falsos, seguridad privada, armas y adopciones ilegales.

El final de la guerra también dejó a un gran número de guerrilleros desempleados. Algunos de los guerrilleros más sofisticados incursionaron en la política, pero otros lo hicieron en actividades ilegales como el secuestro, el tráfico de armas y, más recientemente, el tráfico de drogas.

Su experiencia durante las guerras los había equipado con las herramientas y conocimientos necesarios para sobresalir en actividades ilegales. En El Salvador, por ejemplo, algunos miembros del Partido Comunista, que formaron la columna vertebral de una de las unidades guerrilleras más formidables del país, se involucró en secuestros, tráfico de armas y robo de vehículos.

DEPORTADOS DE ESTADOS UNIDOS

Por último, las guerras civiles desataron una corriente migratoria hacia el norte que ha crecido en los últimos años desde entonces, y ha transformado a los países del Triángulo del Norte.

Miles de inmigrantes y refugiados huyeron a Estados Unidos, estableciéndose en las grandes ciudades como Los Ángeles. Al sentirse vulnerables a otras pandillas en estas ciudades, algunos miembros de estos nuevos enclaves crean sus propias pandillas.

Al principio satisfacen las necesidades de protección y seguridad de la comunidad, pero las actividades de dichas pandillas rápidamente evolucionan a actvidades criminales, incluyendo el sicariato, la extorsión, la distribución local de las drogas (microtráfico) y la prostitución.

La emergencia de tales pandillas en los noventa coincidió con las iniciativas estatales y federales en los Estados Unidos que llevaron a extender los periodos de encarcelamiento para los miembros de pandillas y el aumento en las deportaciones de exconvictos.

El número de miembros de pandillas deportados aumentó rápidamente, al igual que el número de organizaciones transnacionales que operan en el Triángulo del Norte.

En muchos casos, los pandilleros deportados buscaron replicar sus actividades en Centroamérica, donde encontraron reclutas dispuestos a engrosar las filas de sus organizaciones. Tras el fin de las guerras civiles, muchos jóvenes carecían de oportunidades de educación y hacían parte de familias disfuncionales.

Adicionalmente, la rápida urbanización en la región dejó a muchas familias sin una sólida base económica o social. Las pandillas de jóvenes marginados ofrecían beneficios rápidos, un sentido de pertenencia y el fácil acceso a las armas y a combatientes experimentados para entrenar y armar a los jóvenes reclutas.

Las deportaciones aumentaron a comienzos de siglo. Entre 2001 y 2010, Estados Unidos deportó a Centroamérica a129.726 delincuentes condenados, más del 90 por ciento de los cuales fueron enviados a Honduras, un país con aproximadamente la misma población que Haití tuvo 44.042 delincuentes deportados durante ese período. Por el contrario, durante el mismo período, el Caribe recibió 44.522 delincuentes deportados en total.

LAS GRANDES PANDILLAS

Con las deportaciones, los dos pandillas más importantes de Los Ángeles – la Mara Salvatrucha 13 y la Barrio 18 – se convirtieron rápidamente en las dos principales pandillas transnacionales en el Triángulo del Norte. Según algunas estimaciones, las pandillas cuentan actualmente con entre 60.000 y 95.000 miembros en el Triángulo del Norte.

Las pandillas estadounidenses y centroamericanas están conectadas compartiendo nombres, normas y formas de vestirse. Sin embargo, la búsqueda de evidencia empírica que vincule directamente las deportaciones a la actividad criminal es difícil.

No ha habido ningún esfuerzo sistemático por parte de las autoridades estadounidenses, mexicanas o del Triángulo del Norte de rastrear los pandilleros deportados y su reincidencia en el delito.

Más aún, ha habido poca comunicación oficial e intercambio de información entre los países. El Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE) no clasifica a los deportados como «pandilleros» en los formularios de deportación, y el FBI únicamente proporciona información de antecedentes penales a las instituciones gubernamentales asociadas bajo petición.

Varios proyectos del gobierno de Estados Unidos buscan aumentar los flujos de información, incluyendo los registros de huellas dactilares y los datos históricos de pandilleros deportados. No obstante, los problemas persisten.

Por ejemplo, en uno de los más recientes programas experimentales en El Salvador, el FBI le dio a conocer a una unidada especial de la policía salvadoreña una lista de presuntos miembros de pandillas deportados, que luego la difundió entre las fuerzas de seguridad del país. Sin embargo, según las entrevistas realizadas por el autor de este reporte, la unidad policial encargada de la difusión de la información no se comunica apropiadamente, o en algunos casos se niega a publicar los nombres de presuntos pandilleros a otras agencias de la policía. Hay muchas razones que explican estas fallas en la comunicación, incluida la desconfianza acerca de cómo debe ser usada la información.

Estos desafíos no se limitan a Centroamérica. México recibe más criminales deportados que el resto de los países centriamericanos juntos: entre 2001 y 2010, Estados Unidos regresó 779.968 criminales a México.

La comunicación entre las autoridades estadounidenses y mexicanas es igualmente débil. Por ejemplo, según el exalcalde de Ciudad Juárez, José Reyes Ferriz (2007-10), a menudo Estados Unidos simplemente libera delincuentes deportados en el puente que une Juárez y El Paso sin previo aviso. El gobierno municipal de Juárez finalmente desarrolló un sistema para transportar deportados en autobús a otras zonas de México, pero muchos encuentran su camino de regreso a Ciudad Juárez, donde se pierden en el complejo penal de la ciudad[.

EL NARCOTRÁFICO

Aparte del aumento de la actividad de las pandillas, Centroamérica también ha experimentado un incremento en el narcotráfico. Durante gran parte de la última década, la zona sirvió como un trampolín para el movimiento de drogas hacia el norte, especialmente la cocaína y la heroína.

Los datos sobre las incautaciones de droga ciertamente muestran un retrato incompleto de toda la escala del comercio ilícito de drogas. Dicho esto, las incautaciones de cocaína reportadas en Centroamérica indican un aumento significativo, especialmente entre 2005 y 2007.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) calcula que hasta 300 toneladas de cocaína se mueven a través de la región cada año. Las drogas son trasportadas por vía marítima, aérea, y terrestre.

Las vías marítimas están cubiertas por lanchas rápidas, embarcaciones pesqueras, o una combinación de ambas. Los traficantes utilizan las islas y las costas de Nicaragua y Honduras como puntos de entrega y zonas de almacenamiento. Para mover los productos por vía aérea, las organizaciones criminales utilizan cientos de pistas de aterrizaje, tanto privadas como clandestinas, ubicadas en Honduras y Guatemala. De allí, las drogas se mueven en vehículos particulares o camiones comerciales a lo largo de las rutas terrestres.

La importancia del Triángulo del Norte en esta cadena de distribución va más allá de su reserva de rutas prefabricadas, funcionarios gubernamentales fácilmente corruptibles, y soldados dispuestos y bien entrenados.

A medida que el gobierno mexicano ha aumentado su presión sobre los grupos criminales en México, ellos han buscado refugio en los países del Triángulo del Norte. Las grandes organizaciones criminales mexicanas, como el Cartel de Sinaloa y los Zetas, han movido partes importantes de sus operaciones a Guatemala y Honduras.

Entran a través de canales informales e ilegales, obtienen falsas identificaciones locales de redes clandestinas y de oficiales locales corruptos, y operan en gran parte de incógnito. Como es de esperar, la lucha entre las organizaciones criminales locales, los transportistas y las organizaciones extranjeras, se ha intensificado.

El desplazamiento de las operaciones criminales de México a Centroamérica, se ha traducido en un cambio en otras partes de la economía clandestina. En toda la región, las grandes organizaciones criminales a menudo pagan ahora a sus trabajadores contratados con productos ilícitos.

Estos trabajadores contratados, que incluye pandillas callejeras tanto en Centroamérica como en México, luego venden los productos a nivel local. La economía mexicana de la droga se ha convertido en una empresa muy lucrativa, con los precios de la cocaína pura en Ciudad de México llegando a los USD$18.000 por kilogramo. Como resultado, la competencia por ganar el control del producto se ha desplazado de México al Triángulo del Norte, donde el precio por kilo está cerca de los USD$12.000 por kilogramo.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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La progresiva toma del poder de los grupos delictivos en México

El desafío que tiene por delante la Iglesia.

 

En México y Centroamérica los estados han ido perdiendo el control de sus territorios a manos de organizaciones criminales, que en principio tienen su fuente principal de ingresos en el narcotráfico, pero que han ampliado su portafolio hacia actividades como la extorsión (que incluso afecta a los propios sacerdotes católicos) y la trata de migrantes (como mencionó brevemente el Papa Francisco cuendo visitó Lampedusa). Y sobre todo, ha transformado esas sociedades en la mayor zona violencia del mundo, excluyendo las zonas de guerra.

 

Mexico Drug War

 

Esto es un reto para la nueva evangelización, porque por un lado estos grupos criminales han desarrollado nuevas devociones como la Santa Muerte en México, por otro lado, ha implicado que en algunos países como El Salvador y Honduras la Iglesia Católica esté mediando entre el estado y las pandillas (aunque en El Salvador mucho más indirectamente ahora), y en general somete a la población a grandes niveles de violencia que afectan grandemente la vida espiritual.  

En este artículo trataremos de comprender el surgimiento de estos grupos delictivos, especialmente en México, porque constituye un desafío que tiene la Iglesia en su tarea de evangelización en el país.

LA VIOLENCIA EN MÉXICO Y CENTROAMÉRICA

México y Centroamérica se han convertido en unas de las zonas más peligrosas del planeta, fuera de las zonas de guerra activas. Actualmente, la región está enfrentando desafíos sin precedentes en la seguridad, provenientes de las pandillas callejeras, la creciente presencia de organizaciones criminales sofisticadas, y la corrupción endémica en todos los niveles, de la policía y el gobierno. Estos retos no son nuevos, pero están creciendo en intensidad y visibilidad.

La tasa de homicidios de Centroamérica se ubica actualmente en poco más de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes — más del doble de la tasa de homicidios en México (18 homicidios por cada 100.000 habitantes), un país que recibe mucha más atención de los medios internacionales por los altos niveles de crimen y violencia. La mayoría de los homicidios en Centroamérica se concentran en los países del Triángulo del Norte — Guatemala, El Salvador, y Honduras — donde el promedio de la tasa de homicidios es de 58 por cada 100.000 habitantes.

Tanto en México como en Centroamérica, los grupos criminales parecen haber abrumado a las fuerzas de seguridad públicas que no cuentan con el personal suficiente. El control de las actividades ilegales en las áreas rurales y fronterizas, por donde los migrantes a menudo cruzan, es particularmente difícil.

En primer lugar, es importante distinguir entre las pandillas callejeras, grupos de crimen organizado, y organizaciones criminales trasnacionales

LAS PANDILLAS CALLEJERAS

Tienen sus raíces en la pobreza endémica y en la extendida urbanización, se cuentan por miles y se han aprovechado de las economías ilegales que florecen en los barrios más pobres de la región. En Centroamérica, varias pandillas callejeras predominantes surgieron en los Estados Unidos y fueron traídas a la región por los deportados. Se componen principalmente de hombres jóvenes de comunidades marginalizadas; la mayoría tiene antecedentes violentos y, a menudo, historias de abuso de sustancias. Las pandillas callejeras controlan los barrios y mercados locales de donde extraen sus rentas en forma de extorsión, aunque también se dedican al secuestro, asalto, y al asesinato por contrato. En algunos casos, como se describe abajo, las pandillas callejeras han subcontratado sus servicios como distribuidores de contrabando o sicarios para organizaciones criminales más grandes. Sin embargo, ellas carecen de la sofisticación y la estructura de los grupos de crimen organizado.

LOS GRUPOS DE CRIMEN ORGANIZADO Y LAS ORGANIZACIONES CRIMINALES TRANSNACIONALES

Los grupos de crimen organizado son más grandes y más sofisticados que las pandillas y, en México y Centroamérica, tienen su origen en desmovilizados de las fuerzas paramilitares, de inteligencia, y el ejército. Tienen un alcance geográfico de actividad más grande y participan en actividades más lucrativas que las pandillas callejeras — principalmente el tráfico y distribución de drogas y armas. El margen de mayor ganancia de estas actividades ha permitido a los grupos de crimen organizado construir estructuras jerárquicas sofisticadas.

Fortalecidos por un aumento en la cantidad de drogas ilegales que se mueven a través de México y Centroamérica, los grupos de crimen organizado tienen más recursos, controlan más infraestructura, tienen acceso a más “soldados” y armas, y tienen mayor control sobre las instituciones gubernamentales. Estas mismas organizaciones también han diversificado sus portafolios criminales, usando sus organizaciones y el control de las rutas ilegales de tráfico, como el tráfico de personas.

Las organizaciones criminales trasnacionales son grupos de crimen organizado que tienen una presencia operacional, no simplemente una presencia transaccional, en varios países.

MÉXICO: DE LOS NEGOCIOS FAMILIARES A PEQUEÑOS EJÉRCITOS

En México las grandes organizaciones criminales tienen sus raíces a finales de los años sesenta, cuando pequeños grupos familiares se dedicaban al tráfico de mercancía de contrabando, personas, drogas ilegales y otros productos hacia Estados Unidos. Este núcleo de contrabandistas adquirió mayor importancia cuando la cocaína de los Andes empezó a transitar por la región entre los años setentas y ochentas. Los proveedores colombianos usaban a las organizaciones criminales mexicanas para recibir y enviar su producto hacia el norte, donde lo esperaban cadenas de distribución locales.

Inicialmente, el tráfico fluía a través de México y era en pequeñas cantidades, pero el rol de los mexicanos empezó a ser más relevante una vez que Estados Unidos empezó a ejercer mayor presión a las actividades del Caribe, forzando a los traficantes de cocaína a optar por el camino a través del istmo.

Para los años noventa, gran parte de la cocaína que entraba a Estados Unidos pasaba a través de México y algunas organizaciones criminales mexicanas empezaron a participar de una mayor parte de las ganancias, estableciendo sus propias redes de distribución en Estados Unidos. Estas incluyen los comienzos de las organizaciones que serían más tarde conocidas como los carteles de Sinaloa, Tijuana, Juárez y el Golfo.

En un comienzo, los carteles mexicanos eran pequeñas organizaciones familiares que dependían de la corrupción de las fuerzas de seguridad estatales que les proveían protección de ser perseguidos judicialmente al igual que de sus rivales. No obstante, esto cambió una vez que los carteles mexicanos se expandieron y llegaron a la distribución, con lo que crecieron sus ganancias y sus operaciones.

Los altos ingresos llegaron a una mayor competitividad entre las organizaciones, lo que las llevó a establecer sus propias fuerzas de seguridad para proteger sus mercados y ganancias. Este proceso alteró por siempre la manera en que las organizaciones criminales operaban en México (y luego en Centroamérica), y ha contribuido a la proliferación del secuestro de inmigrantes que se mueven a lo largo del país.

EL DESARROLLO DEL ALA MILITAR

Es significativo por varias razones. La primera, representa un quiebre del modelo de organizaciones familiares pequeñas del pasado. La transformación fue profunda. Los nuevos ejércitos paramilitares, adoptaron la terminología y la lógica militar y de sus entrenadores militares, algunos de los cuales eran mercenarios extranjeros.  Las organizaciones empezaron a designar “tenientes” y a crear “células”, las cuales incluyeron varias partes responsables de recolección de inteligencia. Estos nuevos “soldados” llevaron a cabo entrenamiento y adoctrinamiento obligatorio, para luego unirse a la lucha para evitar que otros carteles incursionaran en su territorio. Junto con su nueva cara militar, la infraestructura de los carteles también creció. Para este entonces contaban con refugios, equipos de comunicación, carros y armas –el mismo tipo de infraestructura necesaria para cualquier actividad criminal sofisticada, desde un robo hasta un secuestro, incluso hasta el contrabando de mercancía.

Más allá de asegurar su propio territorio, los carteles  empezaron a competir por territorio estratégico, o plazas como se le conoce. En el mundo de la delincuencia mexicana, el control de una plaza significa cobrarle un impuesto, entiéndase en el mismo sentido de un peaje,  a cualquier actividad llevada a cabo por cualquier grupo criminal que opere en ese territorio. El llamado piso suministra un flujo de ingresos, ya que el grupo al mando se lleva más de la mitad de las ganancias por el contrabando que se mueve a través de su corredor; ya sean armas, personas o droga. Las fuerzas de seguridad corruptas, en algún momento participaron en esta parte del negocio, pero con el tiempo, los grupos criminales usurparon ese control.

A su vez, la lucha por las plazas depende del número de soldados que mantiene cada cartel. En el caso del Cartel de Tijuana, la familia Arellano Félix comenzó a trabajar con la Pandilla de la Calle Logan de San Diego, capacitándolos en el uso de armas, tácticas y en recolección de inteligencia. El Cartel del Golfo contrató a miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) de México, que adoptó el nombre de los Zetas en honor a los códigos que usaban por radio sus comandantes militares. El Cartel de Juárez contrató a policías y expolicías para formar el grupo que se conoce como La Línea; y más tarde una pandilla callejera conocida como los Aztecas en El Paso. El cártel de Sinaloa eventualmente designó a una facción de su grupo, la Organización de los Beltrán Leyva, para crear un pequeño ejército para hacer frente a sus rivales; apoyados por varias pandillas callejeras más pequeñas, en lugares donde el cártel opera a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México.

Los nuevos «soldados» tienen una característica común: no son parte de la estructura familiar original, que otrora se encontraba en el núcleo de las organizaciones criminales mexicanas. En el pasado, las organizaciones criminales mexicanas eran relativamente pequeñas, en su mayoría compuestas por familiares del estado de Sinaloa, donde habían trabajado en campos de cultivos de amapola y marihuana.

La membrecía a los grupos se daba a través de lazos de sangre, matrimonio, o afecto –hasta que las fuerzas del mercado requerían que estas uniones tradicionales se profesionalizaran y abrieran la admisión a extranjeros con el fin de seguir siendo competitivos.

En un principio, los líderes de estos grupos concedían a los “forasteros”, poca autoridad o poder discrecional. Algunos líderes, como Ramón Arellano Félix, del cártel de Tijuana, y Osiel Cárdenas Guillén, del Cártel del Golfo, controlaban directamente sus nuevos ejércitos, exigiendo su lealtad a toda costa. Con el tiempo, esto resultó ser un mal modelo a seguir, no obstante, ya que tan pronto como el líder fuerte era eliminado (como en el caso de Arellano Félix en 2002) o detenido (como en el caso de Cárdenas en 2003), las lealtades individuales se desintegraban y estos ejércitos comenzaban a romper con el comando central del cartel. La lealtad se convirtió en una mercancía sujeta a la dinámica de los precios del mercado, en lugar de ser una obligación «familiar» o tradicional.

LA AMPLIACIÓN DE LAS OPERACIONES

Los nuevos ejércitos privados eran costosos en todos los niveles y los líderes de los carteles empezaron a buscar formas de reducir los costos, incluso a medida que continuaban su expansión y profesionalización de sus operaciones. Pese a que la evidencia es escasa, los informes indican que desde finales de los noventa; de forma gradual, de mala gana, y violentamente los carteles desplazaron la responsabilidad financiera y el control operativo hacia sus lugartenientes –un proceso que únicamente fue evidente cinco o seis años más tarde–. Con esta autonomía recién adquirida, muchas células ampliaron sus operaciones más allá de los servicios de seguridad e incursionaron en la extorsión de negocios legales y, más tarde adelante, el secuestro.

Este cambio en la toma de decisiones financiera y operativa representa un segundo cambio profundo en la forma que los carteles mexicanos operan. De un momento a otro, en lugar de una organización criminal centralizada, había numerosas células exigiendo piso a las actividades criminales como el contrabando y el tráfico de personas; compitiendo, a menudo violentamente, por el territorio y los mercados.

Los ingresos por tráfico de personas son importantes. De acuerdo con Naciones Unidas (ONU), se estima que el tráfico de personas en el hemisferio occidental es un negocio de USD$ 6.000 millones al año. No obstante, para los carteles mexicanos los ingresos totales provenientes del tráfico de personas son relativamente pequeños en comparación con los ingresos del tráfico internacional de drogas, que se encuentran probablemente en el rango de alrededor USD$ 15.000 a USD$ 25.000 millones. Los márgenes de ganancias del tráfico de drogas –los cuales son aproximadamente el 80 por ciento de los ingresos– son también probablemente mayores que para el tráfico de personas.

Las nuevas organizaciones militarizadas tenían una mentalidad nueva, centrada en la ocupación de grandes cantidades de espacio físico. Su crecimiento rápido provocó un cambio en la estructura financiera. A medida que aumentaban las operaciones, también aumentaba la necesidad de proteger a los líderes de ser detectados. Las unidades de los ejércitos multifacéticos ganaron mayor autonomía para ahondar en múltiples actividades criminales. Esto posibilitó la entrada de personal cuyas lealtades no eran hacia la cúpula. El nuevo sistema descentralizado funcionaba, siempre y cuando una persona fuerte siguiera siendo el líder. Sin embargo, tan pronto como ese líder era eliminado, la organización inevitablemente se resquebrajaba y, en muchos casos, estallaba la violencia entre facciones rivales.

Este proceso se ha repetido una y otra vez en la última década. En un esfuerzo por aumentar las ganancias, las diferentes facciones dentro de las grandes organizaciones han diversificado sus portafolios criminales, ahondando en el tráfico de personas, el contrabando, la extorsión, la piratería, el secuestro y otras actividades criminales. Muchas de estas facciones han eventualmente roto los lazos con sus organizaciones originales, incluyendo grandes fracciones del Cartel de Tijuana, los Zetas, La Línea, y la Organización de los Beltrán Leyva. Las autoridades aún se refieren a los pequeños grupos con los nombres de los grupos más grandes a los que alguna vez pertenecieron. Esta práctica puede ayudar a dar sentido al caos que es la situación en México, pero la realidad es mucho más compleja en el campo. InSight Crime, por ejemplo, recientemente contó la existencia de 28 grupos criminales en México. Estos grupos suelen contratar unidades más pequeñas, pandillas locales, lo que complica aún más la situación y hace que nuestro trabajo de categorizar el caos más difícil.

Existe poca evidencia anecdótica que confirma que las organizaciones criminales mexicanas han establecido sus propias redes de distribución en los Estados Unidos. Ha habido algunos arrestos de líderes mexicanos del crimen organizado y los miembros de sus familias en los Estados Unidos, pero no es claro si las estructuras organizativas de estos grupos se han consolidado en ese país. Tampoco existe evidencia convincente de que los carteles mexicanos tienen una presencia permanente en funcionamiento en países productores de droga como Colombia, Perú y Bolivia. La presencia de los carteles mexicanos en los países andinos parece ser puramente transaccional, más que operativa o estratégica. En este sentido, es poco probable que las organizaciones criminales mexicanas se hayan vuelto completamente integradas verticalmente o «vuelto transnacionales», como suele suponerse.

Fuentes: Insight Crime, Signos de estos Tiempos

 

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El crimen organizado ocupa el lugar del estado en varias zonas latinoamericanas: el caso del Caribe

Sin embargo no tiene la legitimidad del estado.

 

Cuando hay un vacío de poder alguien lo ocupa, y las pandillas criminales obtienen sus ganancias ofreciendo a las regiones donde operan ciertos beneficios que un estado débil no ofrece, como empleos, seguridad callejera, servicios sociales básicos. La ventaja de las pandillas es su monopolio de la violencia, que les ha llevado a suplir a ONG’s y a las iglesias en esa tarea. Sin embargo no pueden representar al estado porque subvierten el orden establecido con maniobras ilícitas, por lo cual se enfrentan globalmente con él. Y así hemos visto que la Iglesia Católica está operando en países como Honduras y El Salvador a un nivel político para mediar entre el estado y las pandillas, y entre ellas.

 

pandillas

 

En los países del Caribe, como República Dominicana y Puerto Rico, los grupos criminales han establecido alianzas claras con los partidos políticos y otros sectores del Estado. Al hacer esto, posiblemente están beneficiando a ciertas comunidades marginadas que el Estado ha demostrado ser incapaz de servir adecuadamente.

Pero en la medida que el estado (la legalidad) quiera recuperar las periferias que ha perdido, necesariamente se tendrá que enfrentar violentamente con las pandillas, y de ahí los conflictos que invariablemente vemos.

En este artículo pretendemos entender como es que que se relacionan las pandillas en las sociedades y con los políticos y que funciones cumplen.

UN PODER PARALELO QUE SE SOLAPA CON EL DE LOS POLÍTICOS

¿Bueno o malo? Cuando los legisladores y el público general realmente prestan atención al debate sobre los efectos sociales del crimen, las realidades complejas tienden a reducirse a esta dicotomía.

Esta dicotomía es la razón por la cual las políticas gubernamentales a menudo conllevan medidas simplistas de represión en comunidades plagadas de drogas. Esa estrategia choca con la realidad vivida por las personas más afectadas por la violencia criminal: las poblaciones pobres y desprovistas de derechos, que viven en barrios marginales.

El problema con esta dicotomía es que oculta cualquier comprensión significativa de un fenómeno complicado.

El crimen organizado se ha integrado en algunas sociedades latinoamericanas y caribeñas hasta el punto de convertirse en un poder paralelo, con intereses que se solapan con los de los políticos, los burócratas y la fuerza pública. La confluencia de todos estos factores desafía cualquier respuesta simple y convencional.

ACTIVIDADES CRIMINALES CON ACENTO POLÍTICO Y SOCIAL

Esa es la realidad perversa que muchos puertorriqueños y dominicanos están experimentando hoy en día. Los grupos criminales organizados han ido transformando ambas sociedades, creando órdenes violentos, aunque fuertemente políticos y sociales, sobre la base de un equilibrio precario de actividades ilícitas como el narcotráfico.

¿El triunfo del mal? Sí y no. En ambos países, las tasas de homicidios se han duplicado en los últimos siete años. No obstante, pese al impacto negativo de este aumento en la inseguridad, estos mismos grupos criminales proveen oportunidades y recursos, empleo ocasional y protección a aquellas personas que viven en los barrios más afectados. Eso es algo que el Estado no ha sido capaz de hacer y que los funcionarios electos no pueden, o no quieren, lograr durante su mandato de cuatro años en el cargo.

SE CONVIERTEN EN UN ORDEN POLÍTICO Y SOCIAL ALTERNATIVO

El tipo de crimen que ha penetrado estas -y otras- sociedades del Caribe se comporta de manera muy diferente a la delincuencia común. Al igual que las plantas que son «heliotropos» y siempre buscan la luz del sol, vamos a llamar a este comportamiento criminal «estadotropo». Con esto nos referimos a las organizaciones criminales que se mueven hacia el estado. Los estadotropos con poder e influencia ofrecen beneficios a los funcionarios públicos con el fin de ganar su lealtad y protección.

Los criminales estadotropos prefieren un escenario en el cual se beneficien tanto los funcionarios de alto como de bajo nivel de las actividades criminales. A su vez, esto pone al Estado en la posición insostenible de hacer cumplir la ley, al tiempo que sirve como un instrumento de explotación por parte de las fuerzas criminales.

Estadotropismo es un término útil para describir las condiciones en las democracias latinoamericanas y caribeñas, pero se manifiesta de diferentes maneras. A veces, el propio Estado se convierte en patrocinador de órdenes políticos y sociales alternativos, mediante la transferencia explícita de poder a los actores no estatales. Este es el caso de Jamaica y Haití, donde los grupos criminales (pandillas, «yardies» -pandillero jamaiquino- y fuerzas paramilitares) han pasado a formar parte del sistema político. Estas organizaciones criminales han establecido alianzas claras con miembros de los partidos políticos y sectores estatales, que a su vez transfieren prestaciones sociales a las personas con poder e influencia local, ayudando al gobierno a establecer un control político en las zonas específicas.

EL CASO DE PUERTO RICO

El fenómeno se está produciendo ahora también en Puerto Rico, en los bloques de viviendas públicas llamadas «caseríos». Dos de los más grandes en el municipio de San Juan, Nemesio Canales (1.500 unidades) y Llorens Torrens (2.000 unidades), tienen la concentración más alta de pandillas. Estas bandas criminales juegan un papel crítico en permitir que el ex partido gobernante Nuevo Partido Progresista (PNP) ganara múltiples victorias en las tres últimas elecciones municipales.

Aquí hay dos tipos importantes de agentes de poder. Por un lado, están las castas políticas, basadas en lazos familiares, que heredan los puestos políticos disponibles en la mayoría de los municipios. Por otro lado, hay pandillas que ellas mismas se han abierto camino en estas comunidades cerradas. Esta repartición de poder entre los políticos y las pandillas politizadas en estos barrios compensa la debilidad del Estado, lo que garantiza una tenue estabilidad política que atraviesa varias clicas políticas.

NO NECESARIAMENTE SE TRATA DE PANDILLAS

En otros casos, el Estado es tan débil que se basa fundamentalmente en las relaciones clientelistas con las personas, en lugar de las pandillas. En cualquiera de los casos, estos individuos y grupos criminales terminan asumiendo las funciones del Estado en estas comunidades relegadas socialmente. Aprenden rápidamente cómo sacar provecho de las oportunidades como las elecciones locales, protestas sociales y tomas de tierras. Son una presencia diaria para las necesidades de las personas en los barrios pobres, y a veces abordan estas necesidades de una manera más coherente y eficiente que lo hacen los políticos.

No necesariamente tienen que ser actores violentos los que asumen las funciones básicas del Estado en los barrios pobres, cuando este se muestra incapaz de hacerlo. En República Dominicana, por ejemplo, la incapacidad del Estado para proveer servicios sociales básicos y empleo –pese a haberlo prometido en repetidas ocasiones durante las elecciones– llevó a que los actores no violentos, como las organizaciones no gubernamentales (ONG), iglesias, y organizaciones comunitarias asumieran esas funciones. Más recientemente, sin embargo, estas funciones han sido asumidas por grupos criminales.

¿HAY ALGO QUE APRENDER DE LA FORMA EN QUE LOS CRIMINALES HACEN NEGOCIOS?

Hay algunas conclusiones que podemos sacar. En primer lugar, está la capacidad bien desarrollada de los grupos criminales para adaptarse a los nuevos entornos y cambiar las reglas de acuerdo a estas áreas. Esto les permite crear nuevas formas de control social e identificar posibles alianzas en las comunidades que ya están socialmente aisladas.

En segundo lugar, es evidente que, en cierto modo, estos grupos criminales se convierten en los ojos y oídos de estas comunidades. Ellos saben lo que quiere y necesita la gente, y se aprovecharán de esto como una manera de fomentar la lealtad y la confianza.

En tercer lugar, mediante el ejercicio del poder duro y blando, se convierten en un tipo de poder regulatorio, previniendo que la delincuencia callejera desorganizada se expanda dentro de estas comunidades. Al mismo tiempo, los grupos criminales organizados se convierten en guardianes del control social: mediando conflictos, estableciendo colectivamente formas aceptables de comportamiento entre los residentes y en ocasiones protegiéndolos de los agresores externos (incluyendo las acciones abusivas de la policía). Por así decirlo, los grupos criminales organizados garantizan protección a cambio de ser protegidos por la comunidad.

En cuarto lugar, estos criminales estadotropos saben cómo organizarse en estructuras fluídas, en contraste con las estructuras verticales y jerárquicas adaptadas por, por ejemplo, las fuerzas estatales tales como los escuadrones de policía. Cuando las pandillas garantizan protección a los residentes a cambio de ser protegidos por la comunidad, están rompiendo el monopolio del poder, y la violencia que la policía y los encargados de hacer cumplir las leyes tratan de establecer en esas comunidades.

Por último, al funcionar como una organización más fluida y elástica, son capaces de expandirse a diferentes grupos sociales y fomentar nuevas asociaciones. También son capaces de otorgar incentivos a los reclutas para realizar bien su trabajo, y por lo tanto mantienen una adscripción leal a su organización.

Estas son todas las funciones que las organizaciones criminales realizan en las comunidades pobres, como se ve en varios países del Caribe. La misma complejidad y variedad de estas funciones es precisamente lo que hace que sea tan simplista reducir el debate público acerca del crimen organizado a un asunto de «los malos de las pandillas» contra «los buenos del gobierno». A pesar de que los grupos criminales hacen mucho para desestabilizar a las sociedades en las que operan, también es importante tener en cuenta que en algunas zonas pueden intervenir y realizar las funciones que el Estado ha descuidado durante mucho tiempo.

Fuentes: Lilián Bobea (*) para Insight Crime, Signos de estos Tiempos

*Lilian Bobea tiene un doctorado de la Universidad de Utrecht en los Países Bajos y una maestría de la SUNY Binghamton, Nueva York. Es una especialista en Seguridad del Caribe y profesora de la Universidad de Bentley, Massachusetts y FLACSO, República Dominicana.

 

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