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¿Cuál es la Armadura que Dios nos Da para Proteger a Nuestra Familia?

Nos enfrentamos a nuevos y difíciles problemas que no podemos resolver solos. 

Los avances de la biotecnología han separado la sexualidad de la procreación y ha convertido al sexo en una recreación.

Esto ha traído un sinnúmero de males como los problemas que acarrean las madres solteras y sus hijos.

Los problemas que trae a los hijos del divorcio.

Los cuantiosos problemas de salud y de inserción en la vida que conlleva el estilo de vida promiscuo y homosexual.

Y muchos más, la lista sería enorme si seguimos.

armadura de dios

Este aflojamiento de los amarres morales, sin medir las consecuencias de las nuevas cosas que hoy es consensualmente permisible hacer, ha penetrado en las familias cristianas.
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Que están teniendo que hacer frente a nuevos y complejos problemas morales que les superan, y no se han sabido poner una buena armadura.

Vivimos tiempos difíciles para la moral cristiana. Es por eso que debemos pedir apoyo sobrenatural consagrando nuestras familias a Jesús.

   

TIEMPOS EXTRAORDINARIAMENTE COMPLEJOS PARA LA MORAL

Estamos viviendo tiempos profundamente complejos al tal punto que el padre Dwight Longenecker nos dice que no pasa ni un mes sin que un feligrés suyo le pida ayuda con difíciles preguntas morales relacionadas con su familia.

Preguntas que frecuentemente involucran de alguna forma a lo sexual, pero que son muy difíciles de responder con un simple código moral del blanco-o-negro que funcionaba hace 50 años.

Y para ejemplificarlo señala unos ejemplos:

  • Una viuda de misa diaria de 80 años pregunta si debe asistir a la «boda» de su nieta con otra mujer. 

  • Una pareja que está planificando casarse ya están viviendo juntos con la aprobación de sus padres católicos. 

  • Una mujer de mediana edad me cuenta que ella no asistió a la «boda» de su hermano con su novio, pero se pregunta si ella debería asistir al bautizo del niño que fue concebido por éstos dos hombre a través de inseminación artificial y de una madre sustituta. 

  • Una pareja sin hijos me pide la mejor clínica de fertilización in vitro.

  • Otra pareja no cree que haya nada malo con su decisión de ser esterilizados de forma permanente para no poder tener hijos. 

  • Un amigo me contó cómo su hijo adolescente le comunicó que fue el donante de esperma para que la «esposa» de su hija y pueda tener un hijo genéticamente de ellas.

Como vemos, el paisaje moral ha cambiado por completo.
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Y como resultado, gente común y corriente se enfrenta a problemas morales extraordinariamente complejos, que nuestros padres y abuelos nunca podrían haberse imaginado.

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LA REVOLUCIÓN BIOTECNOLÓGICA, UN HECHO DEL QUE SE HABLA POCO

Estamos viviendo en medio de la revolución biotecnológica más asombrosa que el mundo haya visto jamás.

La Biotecnología y la tecnología de la reproducción han dado pasos extraordinariamente revolucionarios.

Ya hemos perdido la idea que la vida humana es un misterio sagrado.

Y las mujeres en este aspecto se han reducido a la condición de máquinas de hacer bebés a las que hemos aprendido a encender y apagar.

Con la anticoncepción artificial, la esterilización y el aborto apagamos la máquina para hacer bebes.

Y con la inseminación artificial, la fecundación in vitro, los tratamientos de fertilidad y las madres sustitutas encendemos la máquina para hacer bebés. 

Y con una cantidad adecuada de dinero y tiempo presumimos que podemos tener un bebé cuando lo deseamos y evitamos tener bebés cuando ya no lo deseamos

El resultado de esto es una revolución en nuestra comprensión de lo que es una relación, una identidad sexual, un matrimonio y una familia. 

Por primera vez en la historia, la raza humana ha asumido el poder de separar la actividad sexual de la procreación.

Y esto ha sido una bomba de tiempo plantada en el corazón de la familia tradicional.

Porque la familia tradicional estaba enraizada en la verdadera sexualidad humana.

Que era la de un hombre y una mujer, que se unen en una relación de por vida, llena de amor, abierta a la procreación y enfocada en la crianza de los hijos.

Este hogar era consolidado como un nido para sus crías, las que se nutrían de un ambiente seguro y amoroso.

Dentro de este contexto, el acto sexual tenía significado y propósito e incluso una dimensión eterna.

El acto sexual era una unión amorosa, que también era potencialmente creativo de una manera poderosa.

Cuando un marido y su mujer hacían el amor, también podrían lograr hacer un bebé.

Lamentablemente, esta relación se ha roto para la gran mayoría de los seres humanos en el mundo desarrollado.

Si un acto sexual no es acerca de la procreación, tampoco lo será el matrimonio.

Y si el matrimonio no está basado necesariamente en la procreación, entonces debe ser acerca de lo que es recreación.

familia

   

Y ESTO RECIÉN COMIENZA…

El acto sexual (y, por extensión, el matrimonio) entonces no es más que una forma para que las personas persigan el placer auto-indulgente. 

Por otra parte, si la actividad sexual no está necesariamente ligada a la procreación, y por lo tanto no está amarrada a las restricciones morales, se deduce que cualquier forma de actividad sexual es lícita.

Esta es la razón por la que la actual guerra del «matrimonio» entre personas del mismo sexo pronto se desvanecerá en importancia. 

Las personas atraídas hacia el mismo sexo realmente no quieren casarse, lo que ellos quieren es que su atracción sea reconocida y consolidada, y el «matrimonio» es su manera de ganar ese reconocimiento.

La razón por la que el debate del «matrimonio» del mismo sexo pronto se desvanecerá es porque el matrimonio en sí ya se ha destruido para la cultura occidental masiva. 

Si un hombre puede casarse con otro hombre y una mujer con otra mujer, entonces cualquiera puede casarse con quien quiera.

Si la «bisexualidad» es lícita, después dos hombres y una mujer podrán hacer «tríos», o dos hombres y dos mujeres que interactúan sexualmente podría «casarse» entre ellos.

No se necesita pensar mucho para concluir que si el matrimonio puede ser lo que alguien quiere que sea, entonces el matrimonio de hoy es nada en absoluto.

Los Católicos que tienen fundamentos teológicos, antropológicos, éticos e históricos muy fuertes para definir lo que es un matrimonio, y claramente pueden ver las crisis en los matrimonios.

Pero realmente no hemos visto nada todavía.

Mientras las tecnologías reproductivas sean cada vez más ampliamente disponibles en una escala global, la confusión acerca del matrimonio y de la sexualidad se extenderá a toda la raza humana. 

   

NECESIDAD DE CREAR CONCIENCIA DEL PROBLEMA EN NUESTRAS FAMILIAS

La experiencia en los países desarrollados ha demostrado que mientras que las técnicas de reproducción se pueden utilizar para prender o apagar la máquina de hacer bebés, será más frecuente apagarla, en bien de lo recreativo.

El invierno demográfico que se avecina no sólo será para el mundo en desarrollo, sino para toda nuestra raza, y sólo existe una solución para el problema.

La solución es que los católicos comprendan claramente los simples hechos de la natural sexualidad humana, enseñársela a nuestros hijos y vivirla de la mejor manera que podamos. 

La solución es ofrecer una alternativa atractiva y pro-vida mediante la construcción de familias fuertes, vibrantes y creativas, además de las comunidades humanas dinámicas.

El futuro de nuestra fe y de nuestra entera familia humana puede depender de ello.

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CUÁLES SON LAS PARTES DE LA ARMADURA ESPIRITUAL

Son las partes invisibles qué nos permiten una protección contra las tentaciones del maligno y nuestra tendencia a pecar.

La primera es la verdad

Ninguna familia puede sobrevivir a la embestida del demonio si nuestros compromisos con Dios y entre los integrantes de la familia son débiles.

La segunda pieza de la armadura que es la justicia en nuestros corazones y para con los demás.

La tercera pieza es con el evangelio.

Se trata de comprenderlo y compartirlo correctamente dentro y fuera de nuestro hogar.

La cuarta es la fe, que nos permite apagar las flechas de fuego del enemigo.

Esto significa tener confianza en la provisión perfecta de Dios para mi vida y la de mi familia.

La quinta pieza es la salvación.

O sea la seguridad en la promesa de Dios para el final.

La sexta pieza de la armadura espiritual es la palabra de Dios.

Cuando la proclamamos y la hacemos conocer a los demás de manera correcta, nos da una capa de protección extra, porque extendemos su poder en el mundo.

La séptima pieza es la oración.

La oración es lo que nos permite estar en comunicación permanente con Dios y saber cuál es el camino que nos tiene trazado.

Estamos hablando de las oraciones al Sagrado Corazón de Jesús incluyendo la consagración de la familia a Él.

Y también hablamos del Rosario, las oraciones a San Miguel Arcángel y diversas oraciones que los cristianos hacemos.

Y la Adoración al santísimo Sacramento, que puede considerarse también como una oración.

Luego también integran la coraza los Sacramentos de la iglesia entre ella la misa y la Eucaristía, y la confesión.

También los sacramentales como el crucifijo y medallas como la Medalla Milagrosa o la de San Benito o el Escapulario Carmelita.

También el agua bendita y la sal bendita, y las bendiciones que nos hacemos a nosotros mismos y a los demás con ellas.

Pero una parte muy importante del auxilio sobrenatural viene por nuestra devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Esa es una parte central de nuestra armadura.

juegos en familia

   

PIDAMOS AUXILIO SOBRENATURAL A JESÚS

Una de los Doce Promesas a los devotos del Corazón de Jesús es brindar «la paz en sus familias».

Aunque la devoción de las familias al Sagrado Corazón se menciona en las cartas de Santa Margarita María, ésta se convirtió en una práctica común entre las familias católicas dos siglos más tarde debido al P. Mateo Crawley-Boevey, quién se unió a la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María.

Fue ordenado sacerdote en 1898 y fue enviado a Valparaíso, Chile, donde fundó la Universidad Católica en 1905.

Y se interesó especialmente en la creación de una escuela de derecho donde los católicos podían formarse y avanzar en lo social y en la misión de la Iglesia.

Un año más tarde, fue destruida por un terremoto y como el Padre Mateo se enfrentó a este desastre natural trabajando incansablemente para ayudar a aquellos que habían perdido sus casas, negocios y sus seres queridos al derrumbarse su suelo, fue enviado a Europa a recuperarse.

El 5 de junio de 1907, el P. Mateo se reunió con el Papa Pío X y compartió con él un sueño que había comenzado a tomar forma en su corazón.
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Él había estado pensando en promover el reino social de Cristo en las familias.
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Ya que las sociedades se mueven conjuntamente con las familias.
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Y si el reinado del Sagrado Corazón de Jesús debe realizarse en el mundo, entonces éste debe comenzar en las familias.

¿El Santo Padre aprobó su plan? El Papa respondió:

«No, no, hijo mío. No te lo permito. Yo os mando, ¿lo entiendes? 

Te ordeno que des tu vida por esta obra de salvación. 

Es una obra maravillosa consagrar tu vida entera a ella».

Con esta directiva, el P. Mateo se fue en peregrinación a Paray-le-Monial, Francia, el 24 de agosto de 1907 a la edad de treinta y dos años.

A la capilla donde se produjeron las revelaciones del Sagrado Corazón a Santa Margarita María.

El P.Mateo oró y prometió que iba a dedicar el resto de su vida a aquello, según lo que le permitiera su enfermedad.
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Pero a medida que avanzaba en su oración se sentía curado y comenzó la misión que consumiría su atención y energía hasta su muerte, a la edad de ochenta y cinco años, en 1960.

Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Paray-le-Monial el 5 de octubre de 1996, afirmó la importancia de la Consagración de la Familia en la construcción de la «La civilización del amor» y dijo:

Gracias al sacramento del matrimonio, en el Pacto con la sabiduría divina, en el Pacto con el infinito amor del Corazón de Cristo, a ustedes las familias se les ha otorgado los medios para desarrollar en cada uno de sus miembros las riquezas de la persona humana y su llamado al amor de Dios y de los hombres.

Den la Bienvenida a la presencia del Corazón de Jesús, nosotros buscamos sacar de Él el verdadero amor que nuestras familias necesitan

La unidad de la familia tiene un papel fundamental en la construcción de la civilización del amor. (Discurso del 5 de octubre de 1986)

sagrado corazon de jesus

   

ORACIÓN CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 

Esto llama a Consagrar a la familia al Sagrado Corazón de Jesús; aquí está la oración de Consagración:

Sagrado Corazón de Jesús, le dejaste claro a Santa Margarita María tu deseo de ser el rey de las familias cristianas. 

Nosotros queremos proclamar hoy tu más completo y real dominio sobre nuestra propia familia. 

Queremos vivir en el futuro con tu vida.

Queremos hacer que florezca entre nosotros esos méritos que prometen paz en adelante. 

Queremos desterrar lejos de nosotros lo que tú has maldecido. 

Tú serás el Rey sobre nuestras mentes, en la simplicidad de la fe, y sobre nuestros corazones, por el amor incondicional, los cuales se quemarán por ti, en una llama que vamos a mantener con vida por la recepción frecuente de tu divina Eucaristía. 

Se bondadoso, oh Corazón divino, como para presidir nuestras relaciones, para bendecir nuestras empresas, tanto espiritual como temporalmente.

Para disipar nuestras preocupaciones, para santificar nuestras alegrías, y aliviar nuestros sufrimientos. 

Si alguna vez, alguno de nosotros, tuviera la desgracia de afligirte, recordadle, oh Corazón de Jesús, que eres bueno y misericordioso con el pecador penitente. 

Y nosotros, tanto los que se van como los que se quedan, estaremos sujetos a vuestros decretos eternos. 

Vamos a consolarnos con la idea de que algún día llegará que toda la familia se reúna en el cielo y pueda cantar para siempre tus glorias y tus misericordias. 

Que el Corazón Inmaculado de María y el glorioso Patriarca San José estén presentes en esta consagración familiar.

Y que se mantenga en nuestras mentes todos los días de nuestra vida. ¡Toda la gloria al Corazón de Jesús, nuestro Rey y nuestro Padre! (EWTN)

   

LA CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A JESÚS ES PARTE DE LA ARMADURA DE DIOS

En la encíclica Annum Sacrum del Papa León XIII, publicada el 25 de mayo 1899, el Santo Padre consagró a todas las familias de la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús.

Una declaración profética de la encíclica establece las bases de la consagración mundial del Papa al Sagrado Corazón:

De ahí esa abundancia de males que desde hace tiempo se ciernen sobre el mundo y que Nos obligan a pedir el socorro de Aquel que puede evitarlos.

¿Y quién es éste sino Jesucristo, Hijo Único de Dios, «pues ningún otro nombre le ha sido dado a los hombres, bajo el Cielo, por el que seamos salvados».

Hay que recurrir, pues, al que es «el Camino, la Verdad y la Vida». 

El hombre ha errado, que vuelva a la senda recta de la verdad; las tinieblas han invadido las almas, que esta oscuridad sea disipada por la luz de la verdad.

La muerte se ha enseñoreado de nosotros, conquistemos la vida.

Entonces nos será permitido sanar muchas heridas, veremos renacer con toda justicia la esperanza en la antigua autoridad, los esplendores de la fe reaparecerán.

Las espadas caerán, las armas se escaparán de nuestras manos cuando todos los hombres acepten el imperio de Cristo y se sometan con alegría, y cuando «toda lengua profese que el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre».

Las consagraciones son reales y potentes en el mundo espiritual. 

Hay dos reinos, uno claro y otro oscuro.

 La Consagración de la Familia al Sagrado Corazón es un acto concreto de la fe que agrada a Dios y desagrada el antiguo enemigo.

Vivir nuestra consagración al Sagrado Corazón sobre una base diaria es también parte de la armadura de Dios.

Las llamas del amor divino que vierte el Sagrado Corazón fortalecen nuestra fe, esperanza y amor.

El Sagrado Corazón no es sólo nuestro refugio; es nuestro lugar de la victoria sobre el mal.

Porque cuando su corazón fue atravesado en el Calvario, su Sangre y Agua se derramaron y se convirtieron en nuestro baño bautismal y de vida eucarística.

Las tinieblas necesitan ser disipadas con alabanza y acción de gracias en todas las cosas.

Podemos convertir cada prueba, pérdida, miseria, persecución, prueba de fe, y guerra espiritual en una acción de gracias y alabanza como María.

Cuando experimentamos vejación diabólica, nosotros podemos lenta y deliberadamente rezar la oración del Magnificat:
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«Proclama mi alma la grandeza del Señor. Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador…»
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Esto puede convertirse en un hábito eficaz para luchar contra las tentaciones.
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Los ángeles caídos de la oscuridad desprecian la alabanza y la gratitud a Dios.

Nosotros pertenecemos a Jesucristo, a la luz, no a la oscuridad. 

Hay muchas personas que tienen un pie en cada campo, o peor, algunos viven completamente en la oscuridad.

Tal vez esto es cierto para los miembros de la familia que se han alejado de Jesús y de la Iglesia, pero el amor del Sagrado Corazón no dejará de ser derramado sobre los pecadores.

El buen pastor nunca cesará de dejar a las noventa y nueve para buscar la oveja perdida.

La Consagración de la Familia al Sagrado Corazón de Jesús es muy eficaz como parte de la armadura de Dios.

Jesús habló poderosamente a Santa Margarita María:

«Mi divino Corazón se apasiona por la raza humana… no puede contener las llamas reprimidas por más tiempo de su caridad ardiente. 

Debes atravesar y revelar mi corazón al mundo, con el fin de enriquecer a la humanidad con mis tesoros preciosos. 

Yo voy a dejar que los veas ahora.

Ellos incluyen todas las gracias de la santificación necesarias para arrebatar a los hombres que están al borde del abismo del infierno».

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SIETE FRASES PARA MEJORAR LA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA

Pero además de orar y consagrarse es importante manejar adecuadamente la relación en la vida diaria.
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El proceso central en una familia debería estar puesto en mantener el buen relacionamiento.
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Y el cultivo de una buena comunicación es esencial.

Aquí van siete consejos para practicar el mejoramiento de la comunicación en familia.

   

¡TE AMO!

Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le diga «te amo».

Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el resultado.

   

¡TE ADMIRO!

En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece reconocimiento.

Todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que se nos reconozca algún logro o meta alcanzada.

¿Cuándo fue la última vez que le dijiste esto a alguien?

   

¡GRACIAS!

Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. 

No hay mejor forma de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle un «¡gracias!», no en forma mecánica sino con pleno calor humano.

   

PERDÓNAME, ME EQUIVOQUÉ…

Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: «perdóname, me equivoqué».

   

AYÚDAME, TE NECESITO

Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o necesidad de otros, estamos en un grave problema.

No te reprimas. ¡pide ayuda!, que también son muy importantes las palabras.

   

¡TE ESCUCHO… HÁBLAME DE TI!

¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: «a ver háblame, qué te pasa?».

Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan solo escuchásemos lo que nos tratan de decir.

   

¡¡¡ERES ESPECIAL!!!

Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para ti.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

Estatua del Sagrado Corazón del monumento
El día 14 de mayo de 1733, en la iglesia de San Ambrosio, de la ciudad de Valladolid, el Sagrado Corazón hizo al jesuita Padre Bernardo de Hoyos, la tan conocida Gran Promesa: “Reinaré en España -le dijo- y con más veneración que en otras partes”. Y el P. Hoyos manifestó a uno de los primeros apóstoles de la devoción al Sagrado Corazón en España lo siguiente: “Si se echa tarde la semilla de esta devoción, no importa. Aunque España comience la última en su carrera, podrá su alentado fervor alcanzar y, por ventura, pasar con el favor divino a los primeros”.  Y completaba su profecía, diciendo: “Espero que se ha de introducir, qué digo introducir, que se ha de entronizar en España el Corazón adorable de Jesús”.

Y cuando en el plan de la Divina Providencia llegó el día de levantar el trono desde el cual el Corazón de Jesús, en cumplimiento de su promesa, había de reinar sobre España y elegir el lugar para entronizar en la Nación su sagrada imagen, la elección recayó sobre el Cerro de los Ángeles, en Getafe y a 13 kilómetros de Madrid, capital.

La idea partió de don Francisco Belda y Pérez de Nueros, quien en una carta abierta con fecha 13 de junio de 1900 dirigida al director de la revista “La Semana Católica”, de Madrid, y que fue publicada en el número 17 del mismo mes y año, proponía la elección de dicho lugar para el emplazamiento del Monumento Nacional al Sagrado Corazón de Jesús y a la Inmaculada, delante de la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles. La iniciativa estaba lanzada, pero su plan, sin duda, por las circunstancias adversas de entonces, quedó como desterrado y casi condenado al olvido.

Dos lustros más tarde, el solemne Congreso Eucarístico de Madrid en el año 1911, con aquel inesperado final de la consagración de España, con texto del P. Postíus, en el salón del trono de palacio y ante los Reyes, dio nuevo impulso al deseo de levantar, pese a que ya se estaba  construyendo el Tibidabo en Barcelona, un Templo Nacional consagrado al Corazón de Jesús en Madrid. La idea prendió con fuerza y entusiasmo en la “Unión de Damas Españolas” junto con la infanta María Teresa y el Obispo de Madrid-Alcalá D. José María Salvador y Barrera, quienes apadrinaban la idea de dedicar la catedral de la Almudena, -en obras-, como  dicho Templo Nacional, ratificando la consagración efectuada pocos días antes en el Palacio Real. Por lo que en la cripta de la Almudena, con nueva fórmula del P. Oliver Copóns, volvió a repetirse la ofrenda de España, de sus instituciones, de sus leyes, de sus hogares y de sus habitantes al Corazón de Jesús, logrando así establecer un nexo entre consagración nacional y templo nacional, imitando el ejemplo parisino de Montmartre.                                                                                 

Pero, poco después, sería otro seglar, don Ramón García Rodrigo de Nocedal, fervoroso miembro de la Adoración Nocturna y terciario franciscano de la iglesia de San Fermín de los Navarros quien daría el empujón definitivo a la propuesta primera de D. Francisco Belda, para la erección del Monumento al Sagrado Corazón en Madrid. Él también, desconociendo la iniciativa de éste, eligió el Cerro de los Ángeles por estas razones: por estar situado en el centro geográfico de España, significando también el deseo de que el Sagrado Corazón ocupara el centro de la vida del país y por estar próximo a la Corte, centro oficial de la Nación. Y esta idea se la transmitió al peruano Mateo Crawley, religioso de los Sagrados Corazones, y al ya santo jesuita P. José María Rubio, entonces director de las “Marías de los Sagrarios” de Madrid.

Desde 1914, el Padre Crawley había establecido su obra de entronizaciones en Madrid con el placet del Primado, Cardenal Guisasola, creando el “Secretariado Central de Entronizaciones” como una sección de la “Unión de Damas Españolas”, cuya presidencia la ostentaba doña María de la Natividad Quindos de Tejada y Villarroel, Duquesa de la Conquista, y quien tenía por director espiritual al P. José de Calasanz Baradat. Y ante el ingente número de entronizaciones en los hogares se comenzó a hablar también de realizar una entronización solemne y nacional del Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles. Los padres Crawley, Baradat y Rubio junto con las “Damas Españolas” se dedicaron por su cuenta a promover la iniciativa de los señores Belda y Rodrigo de Nocedal.

El Monumento al Sagrado Corazón

En ese mismo año de 1914, tuvo lugar otro hecho de importancia corazonista: se inició el proceso de beatificación del P. Bernardo de Hoyos.

El 30 de junio de 1916, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, fue colocada la primera piedra del monumento por el obispo de Madrid-Alcalá Mons. Salvador y Barrera, acompañado de una amplia representación de sus promotores, autoridades civiles y militares, clérigos  y de numeroso público, según consta en acta. Y en agosto de ese mismo año, el papa Benedicto XV concedía indulgencias a todos aquellos que  ayudasen en la construcción.                    

El costo de la obra fue sufragada por suscripción popular. Miles de personas, desde el propio Papa, la Familia Real, los Cardenales, Arzobispos y Obispos, el Protectorado Español de Marruecos, América… hasta gente de todas las clases sociales, contribuyeron ilusionada y generosamente a la recaudación de fondos para la construcción del Monumento. Se recaudó más de medio millón de pesetas y el sobrante se le entregó al Obispo de Madrid-Alcalá para fines determinados. La estatua del Corazón de Jesús fue costeada, con una aportación de 50.000 pesetas, por el señor Conde de Guaquí, paisano del P. Mateo y embajador del Perú en el Vaticano, quien, en carta particular, expresaba su propósito con estas palabras: “Es mi intención, ciertamente, honrar al Sagrado Corazón. Pero también manifestar así muy solemnemente la gratitud del Perú a aquella España católica que nos civilizó con la fe de Cristo y la moral del Evangelio”.

El proyecto les fue encomendado al arquitecto Carlos Maura y Nadal y al escultor Aniceto Marinas. Las dimensiones del Monumento eran 28 metros de altura, por 31,50 de ancho y 16 de fondo.

La imagen de Jesús medía 9 metros, constaba de 45 piezas, y para labrarla se precisaron 37 metros cúbicos de piedra. El material empleado era piedra arenisca de Almorquí, y en la totalidad del Monumento se invirtieron 882 toneladas.

La inauguración, en principio, estaba prevista para el día 10 de noviembre de 1918, pero la epidemia que asolaba el país obligó a posponerla, fijándose el acto para el 30 de mayo de 1919, fiesta de san Fernando Rey y aniversario de boda de los Reyes.

Sólo una semana antes, el 24 de mayo, el nuevo Obispo de Madrid-Alcalá, don Prudencio Melo Alcalde, – en un número extraordinario del Boletín Oficial del Obispado – dirigió una circular al Clero y Fieles de su Diócesis acerca de la inauguración del Monumento al S. C. de Jesús en el Cerro de los Ángeles , en la que, entre otras cosas dijo: “… porque el Monumento, oración esculpida en piedra, profesión de fe y de amor de un pueblo cristiano, se levanta gallardo sobre el Cerro de los Ángeles, y, Dios mediante, el día 30 de los corrientes, festividad del Santo Rey Fernando III, hemos de celebrar su inauguración.

La fórmula de la Consagración, muy breve, rezaba así: “Corazón de Jesús Sacramentado, Rey de Reyes y Señor de los que dominan: ante vuestro augusto trono de gracia y de misericordia se postra España entera, hija muy amada de vuestro Corazón.  Somos vuestro pueblo que de nuevo se consagra hoy a Vos. Reinad sobre nosotros. Que vuestro imperio se dilate por los siglos de los siglos. Amén.

Y, por fin, llegó el 30 de mayo de 1919, el día soñado y señalado para la bendición del Monumento y la Consagración de España al  Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles.                                                                  

Principalmente utilizaremos como hilo conductor, para conocer con todo lujo de detalles lo allí vivido en tan fervorosa e histórica fecha, el artículo-crónica que el jesuita P. Remigio Vilariño, eminente testigo presencial, escribió en el mensajero del año 1919 (pág. 520-534), complementado con algunos párrafos de la prensa de aquellos días.

El cerro de los Angeles con el Monumento

“Llegado, pues, el día de San Fernando – escribe el P. Vilariño –, aniversario de la boda del Rey, a media mañana, una no interrumpida fila de autos y coches de varias clases, de cabalgaduras y hasta de carros se dirigía al Cerro de los Ángeles, distante de Madrid unos quince kilómetros. Por el tren, en distintos viajes, llegaron también bastantes a Getafe, desde donde tenían que andar hasta el Cerro algo más de dos kilómetros.

A poco de salir de Madrid se presentaba el Cerro como un altar gigante en medio de la llanura. Acercándose un poco más se veía la ermita de la Virgen de los Ángeles. Acercándose más todavía se distinguía bien el monumento y la estatua de Nuestro Señor. Extendida por el viento hacia ella una gran bandera española presentaba el emblema de la patria que miraba a Jesucristo y se extendía hacia Él como deseando besarle y envolverle y abrazarle.

El silencio aumentaba en el corazón envolviendo mil vagos pensamientos.

La subida se hizo con mucho orden gracias a las acertadas disposiciones que se tomaron. Llegó toda la gente, que se fue replegando en las sillas que en número de tres mil se había dispuesto ordenadamente. Llegó la nobleza, los caballeros con sus uniformes, los Grandes con sus insignias, los Prelados con sus capisayos, Comisionados y Representantes de muchas asociaciones, los Ministros todos menos el de Hacienda que estaba enfermo. Llegó para hacer guardia y presentar honores el Regimiento del Rey que se situó al lado del monumento

A las once y media en punto se izó en la tribuna regia, formada por tapices, el pendón morado de Castilla, y aparecieron los reyes en medio de aclamaciones y vivas al rey cristiano que venía entonces como nunca en nombre de la Nación. Estaba el rey vestido de capitán general de media gala, cruzado el pecho por la banda de Mérito militar roja, y por el Toisón de Oro, el gran collar de Carlos III y la venera de las Órdenes militares. La Reina Victoria Eugenia traje gris con abrigo de seda negro y sombrero del mismo color.

El Rey pasó revista a la compañía, situándose después en la tribuna con las demás  Reales Personas – las Reinas, los Infantes e Infantas – y séquito.      El Gobierno del Sr. Maura en pleno y el Cardenal Primado recibieron a los Soberanos a la puerta de la tribuna.

“Al punto, el  Nuncio de Su Santidad, Monseñor Francesco Ragonesi, revestido de Pontifical y asistido por canónigos de la S. I. Catedral de Madrid, bendijo el Monumento. Luego el señor Obispo de Madrid-Alcalá, D. Prudencio Melo Alcalde comenzó la Santa Misa. El Orfeón del Círculo de San José y el del Sindicato Obrero femenino de María Inmaculada entonaron durante el Santo Sacrificio el “Gloria in excelsis Deo”  y el “O salutaris Hostia”, de Gayoso. Imponente fue el acto de la elevación por vez primera en aquel altar colocado al pie del monumento, mientras la banda saludaba con la marcha real al “Rey de Reyes”, que no ya en imagen, sino realmente presidía desde entonces nuestra reunión y venía a recibir nuestra Consagración”

Antes de la bendición final, fue leído el siguiente telegrama de su Santidad: “El Santo Padre ha sabido con particular satisfacción la inauguración del Monumento Nacional dedicado al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, de esa Diócesis. Concede de muy buen grado a V. E. la facultad de dar la Bendición Papal, con indulgencia plenaria, en las condiciones ordinarias, a todos los que asistan a la ceremonia religiosa” –Cardenal Gasparri –.  Y terminada la misa, Mons. Melo impartió la Bendición Papal concedida por S. S. Benedicto XV.

Y llegó el momento más augusto de toda la ceremonia, el momento por el cual estábamos allí todos congregados en medio de España: Su Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando, en su día, se le preguntó al Rey Alfonso XIII si asistiría a la inauguración del Monumento, él contestó: “No hay dificultad”. Y cuando se le volvió a preguntar si leería el acto de Consagración, respondió. “Sí, por cierto”. De ahí que, cuando, posteriormente, el P. Mateo le felicitó por haber asumido esa responsabilidad, el propio Rey le contestó: “No merezco tantos parabienes, Padre, pues no he hecho sino cumplir con un deber de conciencia. Era preciso probar que, si soy oficialmente católico, no lo soy menos íntima y privadamente”.

Acabada la misa, en el centro del altar se expuso en rica custodia al Señor en hostia consagrada en la misma misa, y el Duque del Infantado y el señor Obispo de Sión se dirigieron a la tribuna real para acompañar a su Majestad hacia el altar. Siguió al Rey toda la real familia, que quedó de rodillas junto al altar. Alfonso XIII, lleno de serena majestad, subió las gradas del Monumento hasta el pie del altar donde  recibió el pergamino que le ofreció el Duque del Infantado con la fórmula de la Consagración.

Sobre la fórmula de la Consagración hemos de consignar que es innegable su relación con otras ya usadas en dos ocasiones extraordinarias anteriores: al terminar la procesión del Congreso Eucarístico Nacional de Valencia,  noviembre de 1893, y la del Congreso Eucarístico Internacional de Madrid en junio de 1911 Ambas fórmulas le fueron presentadas al Rey, quien escogió una adaptación de la de Valencia con algunos retoques personales compatibles con otras sugerencias aducidas por algunos.

El Monarca, puesto de rodillas al lado de la Epístola y apoyado en su sable, presenció reverente la Exposición del Santísimo Sacramento. Terminado el “Pange lingua”, permaneciendo todos de rodillas, alzóse únicamente el Rey y vuelto hacia el Santísimo y ligeramente también a su pueblo que le rodeaba y le escuchaba, con voz pausada y serena, pero marcada y firme, pronunció el Acto de Consagración con estas palabras:

 
 

El Rey Alfonso XIII en la Consagración

“Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios – Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:

España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península.

Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos, y a través de comunes azares y mutuas lealtades, esta gran Patria Española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su  devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el Reino de Dios en la paz de las almas redimidas por vuestra sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley. Reconocemos que tenéis por blasón de vuestra divinidad conceder participación de vuestro poder a los príncipes de la tierra, y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz. Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna; luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y el principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias.

Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que a tantos pueblos ha desangrado. Continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.

Desde estas alturas que para Vos hemos escogido como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios, para que en la pacífica armonía de todas las clases sociales encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo.

Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la nación y defensa del derecho.

Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable. Así sea”.

Al acabar, el público prorrumpió en vítores y aclamaciones. El jesuita P. Zacarias García Villada, posteriormente asesinado en julio de 1936, comentaba que se trató de un “acto de acatamiento, por el que nuestro Rey, humillando su cabeza, reconocía a Jesucristo por Rey de Reyes y Señor de los que dominan”. Desde ese momento, aseguraba, “se puede decir con verdad que se ha cumplido la promesa que el Corazón divino hizo al P. Hoyos, de que reinaría en España con más veneración que en otras partes”. Hoy, desde lo alto del Cerro de los Ángeles, puede decir el Sagrado Corazón de Jesús las palabras esculpidas en el fuste de aquel grandioso monumento: “REINO EN ESPAÑA”.

Y desde este día el Cerro de los Ángeles empezó a ser para los españoles algo íntimamente unido e inseparable de la Nación, porque, como en aquella fecha escribía el cronista de la revista “Ciencia Tomista”,  “España se había consagrado allí al Salvador del mundo, como en tiempos de Recaredo y de Pelayo, de Alfonso VIII, de Fernando III el Santo y de Felipe II”.

 “La primera parte del texto consagratorio – escribe Luis Cano en su excelente y documentada obra “Reinaré en España”, concatenando diversas citas de varios autores – resaltaba el papel de la monarquía y de la religión en la constitución de España como patria. Desde ese momento Alfonso XIII contaría con una adhesión entusiasta de un gran sector del catolicismo español, que creía en la unión del trono y del altar y veía en él la encarnación de la monarquía católica que haría posible un resurgimiento nacional. La fórmula reconocía también el origen divino del poder político, algo que reforzaba todavía más esa misión providencial del Monarca”.

 “Los grandes problemas nacionales se reflejaban también en la fórmula, aunque veladamente: el anhelo del orden y de la paz social; la búsqueda de una pacífica armonía de las clases sociales; la situación del ejército, que en esos momentos sufría la tentación de la indisciplina y la desmoralización por culpa de la desastrosa guerra de Marruecos.

 “También se mencionaba la Primera Guerra Mundial en la que España había conseguido mantener la neutralidad. El acto del Cerro de los Ángeles constituía un agradecimiento a Dios por la especial protección de la Providencia, que a través del Sagrado Corazón – el símbolo por excelencia de la paz –  había preservado al país de ese flagelo. Los comentaristas señalaron que éste había sido uno de los principales motivos del acto del Cerro”

La consagración se vivió con fervor en toda España, como se había pedido a través de la carta pastoral del Obispo de Madrid, Mons. Melo Alcalde: las misas de comunión general en todas las iglesias en acción de gracias por la paz; la recitación de la breve fórmula de consagración ante el Santísimo expuesto, a las doce de la mañana, como signo de unión a la consagración general que en esos momentos se realizaba en el Cerro de los Ángeles; el repique de campanas, los adornos, luces y colgaduras en balcones y fachadas contribuyeron a dar a ese día el regocijo de un gran acontecimiento festivo. El P. García Villada decía que la consagración fue “un acto de agradecimiento a Dios y de reparación, una profesión de fe pública, valiente y alentadora… y una de las páginas más trascendentales de la historia contemporánea de nuestra patria”.  Fue, sobre todo, una afirmación de la realeza de Cristo y de su soberanía sobre la nación española.

 
 

La familia Real en la Consagración

Pero, como advertía el P. Vilariño, no bastaba proclamar oficialmente que Cristo reina en España para que ese reinado fuera ya efectivo. El jesuita invitaba a los lectores del “Mensajero” a que no se duerman en la almohada de la confianza, que es la almohada de los desengaños. El reinado de Cristo en España estaba por hacer: el acto del Cerro de los Ángeles era la señal de partida para ponerse en marcha,  pero lo importante era trabajar para que “ reine el amor de Cristo en los corazones de los hombres, en las familias españolas, en las inteligencias de los sabios, en las cátedras, en las letras, en las leyes, y en todas las instituciones patrias. Eso, eso, hay que procurar a toda costa. En definitiva, una presencia de la religión cristiana que no se quedara en meras manifestaciones exteriores o triunfalistas. Un catolicismo que informara a la vez la vida colectiva y personal”.

El P. Antonio Madariaga consideró a la consagración como “todo un programa de regeneración social; justicia y amor”. Justicia no sólo en el sentido jurídico-moral, sino también como “adaptación del hombre a las normas de rectitud y de la honestidad” y como el ajustamiento “al ideal de perfección, que no es otro que la ley evangélica, que, supuesta la ley natural escrita por Dios en los corazones de los hombres, añade los preceptos y consejos dados por Jesucristo y que constituyen la ascética cristiana”.

En contraste con el entusiasmo del pueblo sinceramente católico que se siente unido al acto de su Rey, surgió el grito furioso de las sectas, que escupían su rabia contra aquel acto que era calificado de “delirio y loco desafío”. Consta con toda certeza que primero quisieron disuadir al Rey de llevarlo a efecto, y luego forzarle a su anulación (por compromisos masónicos) para garantizar su trono.

Ciertamente, el significado del paso que Alfonso XIII había dado y su trascendencia eran muy claros y levantó contra él una oleada de protestas , a la vez que se difundía el rumor de que iba a ser destronado en cuestión de pocos años.

Apenas inaugurado, el partido liberal disparó el primer tiro del combate que terminaría con la destrucción del Monumento en agosto de 1936. “El acto realizado por el Rey – se dijo –  encierra una trascendencia inmensa y es un reto para el liberalismo” y la fórmula de consagración empleada por el Monarca “es vergüenza de España y escándalo para Europa”.

En un mitin electoral celebrado aquellos días, Miguel Morayta calificó de bochornoso el espectáculo de Madrid engalanado para celebrar la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús; Roberto Castrovido dijo que el acto del Cerro de los Ángeles era “dogmáticamente una herejía y estéticamente una aberración”; Julián Besteiro afirmó que era “un acto bochornoso y peligroso”, y Pablo Iglesias terminó su diatriba contra el Cerro de los Ángeles diciendo: “La locura ha hecho presa en la cabeza de nuestros gobernantes”.

Tras haber expuesto el acto y la fórmula de la Consagración  y la disparidad de criterios y pareceres  sobre el hecho, vamos a concluir la narración de lo que se vivió en aquel histórico día en el Cerro de los Ángeles con el colofón final: la Procesión Eucarística.

“España estaba consagrada al Corazón de Jesús. Había hecho su besamanos –escribe el P. Vilariño – ante el Rey del Universo en el altar del trono erigido en medio de España, y ya el Señor iba a retirarse de entre nosotros. Le acompañaron en la procesión los más nobles de la concurrencia, y recogiendo nuestras amantes miradas, pasó en medio de todos por la larga calle del Cerro, desde el monumento hasta la ermita.

Sencillo, pero solemne paso. Portaba el ostensorio de oro de la Casa Real el Sr. Cardenal Primado. Llevaban las varas del palio el infante don Carlos, el Ministro de la Guerra, el Duque del Infantado, el Marqués de Aguilafuente, el Vizconde del Val  de Erro y el Duque de Vistahermosa. El palio era de tisú de oro, propiedad el Convento de las Reparadoras de Madrid.

Seguían, -con velas encendidas-, los Prelados, la Familia Real, el Gobierno, las Órdenes Militares, representantes de la Guarnición de Madrid, una Comisión de Artillería de Getafe y de la Junta de Acción Católica, presidida por el Marqués de Comillas.

La ondulada procesión cubría el Cerro. Por un lado resonaba el “Tantum ergo”, por otro el “Pange lingua”, por otro la Marcha Real”, por otro el “Himno Eucarístico”. Y en todos los corazones el himno de acción de gracias y el aleluya del gozo religioso y patriótico.

Desde la altura de la ermita se nos dio la bendición con el Santísimo a los ecos lejanos de la Marcha Real.                                                               

–  Su Majestad puede ya retirarse – cuentan que le dijeron al Rey.

–      No, -respondió Alfonso XIII-, le acompañaremos hasta que quede reservado en su Sagrario. Y le siguió hasta la iglesia como antes.

“Todo estaba hecho, y hecho con felicidad, sigue diciendo el padre Remigio Vilariño. El desfile se hizo primero de sus Majestades y Altezas con aclamaciones y vivas mucho más entusiastas y sinceros que antes de la fiesta. Luego de todo el público por su orden con íntima satisfacción y alegría”

Hemos pasado un día hermoso. Para todo aquel que ame a Nuestro Señor Jesucristo, y que conozca algo de los tesoros  de amor que nuestro Redentor se merece por el amor que Él nos tiene y por el amor que ha tenido a España en los tiempos pasados, ha sido un día hermoso, magnífico… inolvidable.

En la Crónica ofrecida por el diario madrileño El Universo”   leemos lo siguiente : “… en aquel marco inolvidable, la voz sonora y potente de un Monarca valiente y gallardo, que hace pública  y solemne manifestación de la fe que dio sobrenombre glorioso a sus antecesores, y a él mismo, en ceremonia que trae el recuerdo, conmovido, las gestas de los Recaredos, de los Fernandos, de los Jaimes, grandes como guerreros, inmortales como legisladores, amados como padres de sus pueblos, de lo que nosotros somos continuadores”.

El acto, único en su clase y como no se había visto quizás en España, fue calificado años más tarde por Su Santidad el Papa Pío XI de “gesto inmortal de verdadera y soberana caballerosidad, digno en todo de la historia y de la hidalguía del pueblo español, caballeroso por excelencia”. 

Podemos resumirlo todo, según las informaciones de la Prensa, con estas palabras: Celebración con inusitada solemnidad y extraordinaria brillantez  la inauguración del Monumento, en un marco inolvidable y con esplendores de un culto único en lo de acercar el arte a la divinidad.  Prodigio de orden  y excelente organización del acto de un modo insuperable en todos sus detalles, sin dar lugar a confusión alguna en la colocación de los invitados y asistentes a la ceremonia.                    

Participaron en tan solemne, masivo, piadoso y emotivo acto  los Reyes, la Reina Madre María Cristina, los Infantes, los Príncipes, El Gobierno de la Nación , el Sr. Nuncio, Cardenal Primado, veintidós Prelados,  Cabildo y Clero de Madrid, Órdenes Militares (Alcántara, Montesa y Calatrava) Duques, Marqueses, Condes, Gentilhombres, toda la Aristocracia de la Capital,  un sinfín de Autoridades civiles y militares y más de quince mil personas que llegaron en trenes especiales, coches, autos, carros y a pié, formando filas interminables a lo largo de las carreteras desde Getafe, pueblos circunvecinos  y desde el propio Madrid, quienes conservarán un recuerdo indeleble de tan hermosa y espléndida ceremonia.

“En suma, ha sido una fiesta grandiosa, imponente, de una incomparable grandeza imposible de ser reflejada  en estas líneas, de acertar con la referencia ni dar con el acertado comentario, pues reseñarla tal como fue es una empresa superior a las fuerzas humanas”.

Y terminamos con unas palabras de D. Emiliano Aníbarro Espeso, quien fue Director de la Obra Nacional del Cerro de los Ángeles y Rector del Santuario durante mucho años, tomadas del Librito “Ayer y Hoy del Cerro de los Ángeles”, que dice así: “El centro geográfico de España, el día 30 de mayo de 1919 se convirtió en centro de atracción espiritual de todos los españoles. Allí, al pie del Monumentos del Sagrado Corazón de Jesús, convergían los pensamientos, los sentimientos de amor, de fe y de entusiasmo de todos los pueblos de la nación española, y de allí irradiaban palpitaciones de alegría, afecto, gratitud y bendición, que se extendieron por todas las tierras de España anunciando la buena nueva del advenimiento del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en el pueblo de sus predilecciones”.

 

Fuente: Vicente Lorenzo Sandoval. Director de la Obra Nacional del Cerro de los Ángeles y Rector del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús. Getafe, “Cerro de los Ángeles”, 15 de Junio de 2009

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Fátima y Balasar, dos tierras hermanas

Este es un trabajo del P. Humberto M. Pasquale S.D.B., en el que compara las apariciones de Fátima y de Balasar, concluyendo su vinculación y unidad.  

El unir los nombres de estas localidades — Fátima y Balasar —  no es arbitrario ni sin fundamentada motivación, antes bien es fruto de un estudio documentado y de un conocimiento directo de los acontecimientos ocurridos.

La relación Fátima-Balasar me fue confirmada por la carta que la Beata Alexandrina María da Costa escribió al P. Mariano Pinho S.J., que me precedió en su dirección espiritual. Escribe el 3 de noviembre de 1953: “El Cardenal (D. Manuel Cerejeira) me envió palabras de aliento, diciéndome que al inaugurar la Basílica de Fátima, pensó en Balasar, y me colocó sobre la patena, ofreciéndome junto con Jesús, como víctima por los pecadores”.

El Cardenal Cerejeira, al segundo director de la Beata, P. Humberto Pasquale, al enviarle este libro, escribía el 12-10-1975: “Lo leí rápidamente y no me canso en la contemplación de este misterio, que asocia y mutuamente confirma la presencia divina en los dos centros, a usted le fue dada la mayor parte de su difusión, que el Cielo lo ayude”.

En el momento de su muerte, el periódico del Patriarcado publicaba: El último libro que el Cardenal leyó fue “Cristo Jesús en Alexandrina” del P. Humberto Pasquale, edición italiana, con la autobiografía de la Sierva de Dios de Balasar”.

Procuraré poner en evidencia los hilos de la trama celeste, que unen los dos nombres y los protagonistas de las extraordinarias revelaciones.

Las convergencias son muchas, expondré las esenciales, como me consiente un pequeño trabajo de divulgación.

No recelo en afirmar que los privilegiados mensajeros aun ignorándose, se completan en su misión.

Así Balasar aparece, de un modo evidente, como una explicación, una acentuación y un complemento de Fátima.

Hago votos para que el maravilloso mensaje de las dos localidades, constituya un llamado a una vida siempre más cristiana y una invitación a la reparación, hoy más necesaria que nunca.

Que este documento infunda en sus lectores la certidumbre de que el Cielo no abandonó la tierra, continúa siempre su obra de amor con todos nosotros.

 

BAJO EL MISMO CIELO, UN LLAMADO A LA CONVERSION

Fátima, en el centro de Portugal, era una pequeña parroquia perdida entre las montañas, se volvió famosa en todo el mundo gracias a la voz y a los hechos de tres pequeños niños, pobres y analfabetos, de los que se sirvió el Cielo para llamar a los hombres hacia Dios.

Balasar es una parroquia agrícola, sepultada entre la verdura de los viñedos y de los pinos, al norte de Portugal, en la diócesis de Braga y a cincuenta kilómetros de Oporto.

La aldea está ganando fama mundial, gracias al nombre de la Beata Alexandrina María da Costa, que vivió en la práctica de las virtudes heroicas y dotada de excelsos dones místicos.

Nació el 30 de marzo de 1904 y voló para el Cielo el 13 de octubre de 1955, aniversario de la última aparición de Nuestra Señora a los Pastorcitos de Fátima. Sin duda, mimos divinos, considerando el impulso extraordinario que Alexandrina dio, durante toda su vida, al vehemente llamado de la Virgen a favor de los pecadores.

A los catorce años, para defender su pureza de las perversas intenciones de un hombre que se introdujo en su casa, se lanzó de una ventana a la altura de cuatro metros del suelo.

Una mielitis en la columna vertebral, después de seis años de sufrimientos, el 14 de abril de 1925 la inmovilizó, consumiéndola, durante treinta años, con un doloroso martirio.

En esa forzada soledad, en 1928, Alexandrina se consagró a los Sagrarios Eucarísticos para reparar las profanaciones y el abandono en que es dejado Jesús.

Le decía en sus oraciones de la mañana: “Jesús mío, me uno en espíritu en este momento y desde este momento para siempre a todas las santas Misas que de día y de noche se celebran en la tierra. Jesús, inmólame contigo al Padre Eterno con las intenciones que Tú le ofreces”.

Y a Nuestra Señora le decía: “Madrecita, ábreme tus santísimos brazos, tómame y estréchame en tu santísimo Corazón, cúbreme con tu manto y acéptame como tu hija muy amada, muy querida y conságrame toda a Jesús. Enciérrame para siempre en su Divino Corazón y dile que le ayudas a crucificarme, para que no quede en mi cuerpo ni en mi alma nada por crucificar…

Madrecita, hazme humilde, obediente, pura, casta en el alma y en el cuerpo, hazme un ángel, transfórmame toda en amor, para que me consuma en las llamas del amor de Jesús”…

Movida por el Espíritu Santo, sin saber cómo, se ofreció al Señor como víctima “preocupada solamente en consolar a Jesús y salvar las almas de los pobres pecadores”.

En estas fechas (1928-1929), cuando le preguntaba a Jesús lo que debía hacer, le oyó repetir varias veces: “Sufrir, amar, reparar”.

En 1924 el Señor le pidió expresamente que se diera a Él, para que fuera crucificada a su semejanza. Al cabo de un año, recibió de Jesús la orden de pedirle al Papa la consagración del mundo al Corazón de María.

Desde octubre de 1938 hasta su muerte, esto es, durante 17 años, sufrió la Pasión física de Jesús (esto es, con señales externas) y después su Pasión íntima.

Desde marzo de 1942 hasta diciembre de 1953, todos los viernes Alexandrina tiene éxtasis hablados, en los que Jesús, a través de sus labios, lanzaba al mundo de los pecadores llamados ardientes de conversión.

Privada de su primer director (1934-1941), que era de la Compañía de Jesús, fue dirigida durante cuatro años (1944-1948) por un Salesiano, que la inscribe entre las Cooperadoras Salesianas (15-8-1944) y en 1946 la inscribe en las “Lámparas vivas” que tienen su Centro Directivo en Milán, Italia.

Alexandrina se dejó de alimentar el 27 de marzo de 1942 y vivió durante 13 años y siete meses, hasta la muerte, solamente de la Eucaristía, hecho que fue confirmado por la ciencia médica.

Los dos últimos años de su vida, la visitaron miles de personas, a las que les hablaba, sobre todo en los días de mayor afluencia, con un micrófono, con una fuerza y una unción impresionante, sólo Dios sabe las conversiones obtenidas, pero se conservan muchos testimonios en los archivos de Balasar.

Su misión de atraer almas hacia Dios continúa aun hoy, instrumento de ese llamado es la leyenda que escribió para su tumba:

“Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo les son útiles para salvarse, aproxímense, pasen sobre ellas, písenlas hasta que desaparezcan, pero no pequen más, no ofendan a nuestro Jesús.

Pecadores, ¡quisiera decirles tantas cosas! No me alcanzaría este grande cementerio para escribir todas. ¡Conviértanse! No ofenda a Jesús, no quieran perderlo eternamente, ¡Es tan bueno! ¡Basta de pecar! ¡Ámenlo! ¡Ámenlo!”

Su biografía ha sido muy traducida, son muchas las peregrinaciones de varias naciones a su cuartito, donde se inmoló y a su sepulcro aumentan cada año, debido a las numerosas gracias atribuidas a ella.

Su hermana Deolinda escribía en 1957 al P. Humberto: “Parece que no pasa un día sin que vea a muchas personas rezar junto a la tumba de Alexandrina, sobre todo el domingo y en los días trece de cada mes hay auténticas peregrinaciones… hay junto al cementerio una gran sala llena de exvotos”.

El 14 de enero de 1967 fue abierto el proceso sobre las virtudes y fama de santidad de Alexandrina y fue cerrado y enviado a Roma el 10 de abril de 1973, en el cierre del proceso, el Arzobispo de Braga agradeció a todas las personas “que contribuyeron a esta obra fatigante y difícil”. Agregando: “Pero los instrumentos de este trabajo, hechos en común por tantos, pertenecen sobre todo a los Salesianos.

Me alegro con ellos y se los agradezco, me alegro porque Alexandrina era Cooperadora Salesiana y yo les agradezco porque ella era de esta diócesis, gloria de esta diócesis “.

 

LLAMADO A LA EUCARISTIA EN FATIMA

El otoño de 1916 los tres pastorcitos, en la vertiente de la colina “Cabezo”, después de la merienda, rezaban el Rosario, cuando vieron en una nube luminosa un Ángel, que tenía un cáliz con una Hostia, de la que descendía gotas de sangre y dejando el Cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, el Ángel se postra al lado de ellos y les hace repetir tres veces:

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, les ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias, con las que es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, pido la conversión de los pobres pecadores”.

Lucía interroga cierto día al pequeño Francisco:

— ¿Qué estás haciendo?

— Estoy pensando en Dios que está tan triste, por causa de tantos pecados, si yo fuera capaz de darle alegría.

Cuando estaba ya muy enfermo, Lucía le pregunta:

— Francisco, ¿qué te gusta más? Consolar a Nuestro Señor o convertir a los pecadores, para que no se vayan más almas al infierno.

— Me gusta más consolar a Nuestro Señor, te fijaste que Nuestra Señora el último mes, se puso tan triste, cuando dijo que no ofendiéramos a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido, yo quiero consolar a Nuestro Señor y después convertir a los pecadores, para que ya no lo ofendan.

El pequeño pastorcito, para consolar a Jesús se pasaba hincado horas y horas en profunda oración y cuando Lucía comenzó a frecuentar la escuela, habiendo sabido que Nuestra Señora vendría pronto para llevarlo al Cielo, Jacinto prefería entrar a la iglesia a hacerle compañía al Señor “Escondido”, como acostumbraba llamar a Jesús Eucaristía.

 

EL LLAMADO A LA EUCARISTIA EN BALASAR

Jesús le dice a Alexandrina en los años 1934-1935: “Escribe que quiero que se predique la devoción a los Sagrarios, quiero que se encienda en las almas la devoción hacia estas prisiones de Amor…”

“¿Quieres consolarme? Ve a los sagrarios, estoy allí tan solo, tan despreciado, abandonado, ofendido… estoy encarcelado y encarcelado por amor…”

“No creen en mi existencia: no creen que allí habito, blasfeman contra Mí”.

“Otros creen, pero no me aman y no me visitan, viven como si Yo no estuviera presente… te escogí para que me hicieras compañía en esos pequeños refugios, tantos que son tan pobrecitos… pero dentro de ellos, ¡qué riqueza! Está allí la riqueza del Cielo y de la tierra…

“Haz que Yo sea amado por todos en mi Sacramento de Amor, el mayor de los Sacramentos, el mayor milagro de mi Sabiduría”. (de las cartas a su primer Director)

Alexandrina hacía varios años que vivía espiritualmente unida a Jesús Sacramentado y en 1928, mientras pensaba en Jesús en el Sagrario, le dice:

“¡Mi buen Jesús, Tú estás preso y yo también, estamos presos los dos; Tú estás preso para mi bien, y yo estoy presa en tus manos. Eres Rey y Señor de todo y yo soy un gusano de la tierra, te dejé en el abandono, pensando sólo en este mundo que es la perdición de las almas, ahora arrepentida de todo corazón, quiero lo que Tú quieras y sufrirlo con resignación, no me faltes con tu protección, buen Jesús”.

Cuenta en 1930 que hacía la Comunión Sacramental pocas veces (no se atrevía a pedírselo al Párroco, por el temor de incomodarlo) pero vivía unida a Jesús lo más posible, para honrarlo a Él y a la Madrecita, escribía en pedacitos de papel y en imágenes esta oración:

“Querido Jesús mío, quisiera ir a visitarte en tus Sagrarios, pero no puedo, porque mi dolencia me obliga a estar retenida en mi querido lecho del dolor. Hágase Tu voluntad, Señor, pero al menos, Jesús mío, permite que ni un momento pase sin que yo vaya en espíritu a decirle a las puertas de tus Sagrarios:  ¡Jesús mío, te quiero amar! Quiero abrasarme en todas las llamas de Tu amor y pedirte por los pecadores y por las almas del Purgatorio”.

En la tapa de un librito, en mayo de 1930 escribió: “Amada Madre del Cielo, ve a presentarle a nuestro Jesús en mis Sagrarios, mis oraciones y vuelve más eficaces mis pedidos. Refugio de los pecadores, ve y dile a Jesús que quiero ser santa”.

Toda la vida de Alexandrina transcurrió a la luz de los Sagrarios eucarísticos, los documentos sobre esto son innumerables. Jesús le decía el 5 de enero de 1952:

“Hija mía, luz y estrella eucarística, fui Redentor, morí para darle el Cielo a las almas, me hice alimento de ellas. Te crié para que te asemejes a Mí, te escogí para víctima, para que continuaras mi obra redentora. Puse en tu corazón el amor, la locura por la Eucaristía, es por ti, eres la luz de este fuego, que dejaste arder, y muchas almas guiadas por esta estrella escogida por Mí, llevadas por tu ejemplo se transformaron en almas ardientes, almas verdaderamente eucarísticas. Ay del mundo sin mis víctimas, sin hostias, continuamente inmoladas Conmigo”.

En otra ocasión, Jesús le pedía: Procúrame almas que te sustituyan junto a mis Sagrarios, después de tu muerte”.

Alexandrina dice en sus últimas disposiciones: “Quiero ser enterrada, si puede ser, con el rostro volteado hacia el Sagrario de nuestra iglesia, así como en la vida ansié estar junto a Jesús Sacramentado y voltear para el Sagrario las más veces posibles, quiero después de mi muerte continuar velando mi Sagrario y mantenerme volteada hacia Él”.

 

LOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA EN FÁTIMA

El verano de 1916, entre julio y agosto, los tres Pastorcitos, a la hora de la siesta, se encontraban en la huerta de Lucía para jugar, cuando repentinamente vieron a su lado al mismo Ángel, que les dijo:

“¿Qué hacen? Recen mucho, los Corazón de Jesús y de María tiene para ustedes designios de misericordia, ofrezcan constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo de todo lo que puedan, ofrezcan a Dios sacrificios en acto de reparación por los pecados con que es ofendido y supliquen por la conversión de los pecadores, así atraen la paz para su Patria. Yo soy el Ángel de su Guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, acepten y soporten con sumisión el sufrimiento que el Señor les envía.”

 

LOS CORAZONES DE JESÚS Y MARÍA EN BALASAR

Sobre los inocentes Pastorcitos de Fátima, como dice el Ángel, el Cielo tuvo designios de misericordia al convertirlos en participantes del mensaje de Salvación.

Pero a Alexandrina le decía más: “Eres un canal por donde han de pasar las gracias que Yo distribuyo a las almas y por el cual han de ir las almas hasta Mí”. (4-10-1934) Y explicaba:

“Estás en mis Sagrarios de todo el mundo, en ellos puedes servirme como víctima por los pecados del mundo en este tiempo en que el mundo se vuelve contra Mí y contra Mi Iglesia”. (8-11-1934)

Esto debía realizarse a través de una unión mística de Alexandrina a los sufrimientos redentores de Jesús y de su Madre bendita.

Balasar se convierte así en una revelación elocuente y extraordinaria del amor del Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado y Doloroso de María.

Este breve documento lo confirma:

“Hija mía, Yo te lleno, te conforto, te preparo para darme más, dame reparación, pide al mundo reparación para mi Divino Corazón y para el de mi Madre bendita, pide al mundo reparación para aplacar la Justicia divina”. (29-5-1950)

“Dame tu dolor, para sanar mi Divino Corazón y el de mi Madre bendita y permíteme quedarme por más tiempo en tu corazón con la espada y las espinas que hirieron su Corazón, son las blasfemias proferidas contra la Reina del Mundo”. (12-5-1950)

“Si no fuera por mi ignorancia, cuantas cosas podría decir, cuantas pruebas podría dar de ese grande amor que Jesús nos tiene, para nuestra vergüenza y si no fuera por mi ignorancia, cuanto podría decir del dolor tormentoso, lacerante que tiene el Corazón Divino de Jesús y con Él, el de la querida Madrecita!, el amor de Jesús es tan grande como Dios.

El mismo es todo Amor, pero el dolor es grande como la tierra y llega hasta Él, poder infinito, grandeza infinita, para transformarse en dolor infinito”. (7-7-1950)

“En esta unión de dolor, amor y agonía, Jesús expiró, me pareció que mi cuerpo había quedado sin alma, pasó un poco de tiempo en esta separación, después recibí de nuevo la vida y oí la voz de Jesús:

“Me compadecí de ti, compadécete de los Corazones dolorosos de Jesús y de María, ten dolor, es infinito tu dolor, repara por tantos crímenes e iniquidades… hija mía, tu vida es mía: es la vida de Cristo crucificado. Yo fui víctima, fui víctima de la humanidad con mi Madre bendita y tú continúas siéndolo con Ella y Conmigo, es la razón por la que sufres así.”

En el diario del 1 de octubre de 1954, Alexandrina dejó escrito: “…vino Jesús y, en un impulso, su amor me fortaleció más y me habló así: “Ven, hija mía: estoy contigo, está contigo el Cielo con toda su fortaleza”.

En este momento, por la llaga de su Divino Corazón salió una claridad tan grande y unos rayos tan luminosos que irradiaban todo, poco después, de todas sus llagas divinas salían rayos que le venían a traspasar sus pies y manos, de su sacrosanta cabeza pasaba a la mía un sol que me traspasaba todo el cerebro.

Hablando de la primera claridad y de los rayos que le salían de su Divino Corazón, le dice Jesús: “Hija mía, a semejanza de Santa Margarita María, quiero que incendies en el mundo este amor tan apagado en los corazones de los hombres, incéndialo, Yo quiero dar mi Amor a los hombres, quiero ser amado por ellos, no me aceptan y no me aman. Por ti quiero que este amor sea incendiado en toda la humanidad, así como por ti fue consagrado el mundo a mi Madre bendita, haz, esposa querida, que se conozca en el mundo todo el amor de nuestros Corazones”.

“¿Cómo, Jesús? ¿Cómo? Cómo trabajar de esa forma, si no te han aceptado a Ti, ¿cómo los hombres lo van a recibir de mí?”

“Con tu dolor, hija mía, así van a quedar cogidos a las fibras de tu alma y después se va a dejar incendiar los corazones con mi amor, deja que los rayos de mis divinas llagas penetren en tus llagas escondidas, en tus llagas místicas.”

 

DOS CORAZONES: UNA SOLA LLAMA DE AMOR

La reforma litúrgica que se sigue en la celebración de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se unió a la memoria del Corazón Inmaculado de María: Corazón que acoge la Palabra de Dios y la desarrolla en grado sumo. Existe una afinidad sorprendente entre el Corazón de Jesús y el de María, el Corazón de Jesús es sacratísimo, porque habita la plenitud de la Divinidad, el Corazón de María es Inmaculado y Dolorosa y es el templo “digno” del Espíritu Santo. (oración colecta)

Hay una afinidad sorprendente también en los símbolos con que los dos Corazones se manifestaron: el primero en Paray-le-Monial (1673-75), el segundo en Fátima y en Pontevedra (1917-25), el tercero en Balasar (Corazón traspasado por espadas).

En Jesús: llamas, corona de espinas, Corazón abierto, las llamas indican el amor, la corona de espinas, el sufrimiento; el corazón abierto, la fuente de gracias; del lado abierto de Cristo, como de una fuente, nace la Iglesia. Igualmente en María: llamas, ramo circular de espinas, espadas, amor y dolor.

El Corazón de Jesús fue abierto por la lanza, el de María, por la espada del dolor. Dos Corazones estrechamente unidos en un único sacrificio de amor redentor y santificador.

Nuestra Señora de Fátima dice: “Los pecados que ofenden al Señor también hieren mi Corazón de Madre”.

Y Alexandrina lo confirmo místicamente durante 17 años, en su cuerpo y en su alma.

 

EL SANTO ROSARIO EN FÁTIMA

En las seis apariciones, Nuestra Señora recomendó a los tres Pastorcitos que rezaran todos los días el Rosario con devoción, como poco antes lo habían hecho, pero que lo rezaran para obtener la paz del mundo. (primera aparición, mayo 1917)

En la segunda aparición, se explicó así: “Quiero que vengan el día 13 del mes que viene, que recen el Rosario todos los días y que aprendan a leer, después les diré lo que quiero” (junio de 1917)

El 19 de agosto, en el lugar dos Valinhos, la Virgen ordena: “Quiero que continúen yendo a Cova de Iria el día 13 (no habían ido ese mes, por estar presos) y que sigan rezando el Rosario todos los días, en octubre, haré un milagro para que todos crean en mis apariciones, vendrá San José con el Niño Jesús para darle la paz al mundo, vendrá también Nuestro Señor para bendecir a la gente”.

El 13 de septiembre, la Santísima Virgen le dice a los Videntes que perseveren en el rezo del Rosario, par alcanzar el fin de la guerra, y renovó la promesa de la venida de San José y del Niño Jesús.

El 13 de octubre, la Visión finalmente declara quien era: “Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honra, que soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario todos los días, la guerra va a acabar y los militares volverán pronto a sus casas”.

Tomando después un aspecto triste, con voz suplicante, agregó: “No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.

La Hermana Lucía comenta que “las palabras de Nuestra Señora, que más profundamente le quedaron impresas en su corazón, fueron en las que nuestra Madre del Cielo pedía que no se ofendiera más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido, que amorosa lamentación contienen y que tierna súplica, cómo desearía que todos los hombres, hijos de esta Madre Celeste, escucharan su voz”.

 

EL SANTO ROSARIO EN BALASAR

Alexandrina escribió en su diario el 1 de octubre de 1949: “ Vino la Madrecita, la cubría un manto blanco y dorado, me tomó en sus brazos, me acarició y enrolló en mis manos el Rosario que pendía de la suyas y me dio la cruz que lo remata, después de besarla: Hija mía, soy la Virgen del Rosario, estoy contenta contigo por que aconsejas rezar el Rosario en mi honra, continúa, es la devoción de la salvación, el mundo agoniza y muere en el pecado, quiero oración, quiero penitencia, hija mía, acoge en mi Rosario a los que amas y son tuyos, porque también los amo y Jesús los ama.

Acoge a los que se encomiendan a tus oraciones, enrolla al mundo en un molino como Yo te acogí, estréchalo en tu corazón, como Yo te abracé”.

La mañana del 13 de octubre, día de su muerte (¿será un sencillo acaso, este dato, para recordar la última aparición de Fátima a los tres Pastorcitos?) Alexandrina fue visitada por un grupo de personas amigas, entre las cuales se encontraba el hermano del Cardenal Cerejeira y les dijo estas palabras:

“Adiós, hasta el Cielo, ¡no pequen! El mundo no vale nada, esto lo dice todo. ¡Comulguen muchas veces! ¡Recen el Rosario todos los días!”.

 

LÍBRANOS DEL FUEGO DEL INFIERNO

En Fátima, en la tercera aparición, después de haberles mostrado el infierno, la Virgen enseñó a los tres niños: “Sacrifíquense por los pecadores y digan muchas veces, en especial al hacer algún sacrificio: Jesús, es por Tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.

La pequeña Jacinta escogió este compromiso: sacrificarse por los pecadores y fue vista muchas veces muy pensativa: “¿En qué piensas?” “¡En el infierno, el infierno! Que pena tengo por las almas que van para el infierno”.

Arrodillada, con las manos juntas, repetía docenas de veces la oración: “Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva a las almas al Cielo, principalmente a las más necesitadas”.

Muchas veces, entrando en sí misma, llamaba: “Lucía, Francisco, ¿vienen a rezar conmigo? Es necesario rezar mucho, para librar a las almas del infierno, ¡van tantas para allá, tantas!”

Cuando no quería comer por hacer sacrificios, Lucía le decía: “Jacinta, ven a comer”. “No, ofrezco este sacrificio por los pecadores, que comen demasiado”.

La visión del infierno la había aterrorizado de tal modo, que todas las penitencias y mortificaciones le parecían nada para obtener que ninguna alma fuera para allá. La Madre Maria da Purificacao Godinho, de Lisboa, Superiora del Orfanato donde fue recibida en 1920, poco antes de ser internada en el hospital donde murió, escribe en 1937 las palabras de la pequeña vidente: “Nuestra Señora ya no puede sostener el brazo de su amado Hijo sobre el mundo, es necesario hacer penitencia; si la gente se enmendara, todavía Nuestro Señor apoyaría al mundo, pero si no se enmienda, vendrá el castigo.

Pobrecita de Nuestra Señora, ¡yo tengo tanta pena por ella! Si supieran que es la eternidad, pobrecitos, no saben lo que les espera, ¡rece mucho por los Padres, rece muchos por los Religiosos! Madrina, ¡rece mucho por los Gobiernos! Los pecados que llevan a las almas al infierno son los pecados de la carne… han de venir unas modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor, estas modas amargan el Corazón de Jesús y de Nuestra Señora. La Iglesia no tiene modas, Nuestro Señor es siempre el mismo…”

 

LOS TORMENTOS DEL INFIERNO EN BALASAR

En Balasar, la reparación por la salvación eterna de los pobres pecadores tuvo por parte de Jesús exigencias únicas, como se lee en la vida de los mayores místicos.

El 20 de julio de 1945, Jesús le dice a Alexandrina: “Hija, mi amada hija,  vengo a pedirte una gran reparación, ¿aceptas?”  “Todo, todo, Jesús mío,. siempre herida y siempre amándote…”

”Desaparecen de los hogares el verdadero temor de Dios, si no hay buenos padres, no puede haber buenos hijos… qué horror esas playas, esos casinos, cines y casas de vicios. No ponen término a esto los que pueden hacerlos y no acuden los que deben de acudir, tú acude al mundo, dame la reparación que te pido, suaviza alegre el dolor de mi Corazón divino”.

Del diario del mes de agosto de 1945, recortamos:

“Que el Cielo sea conmigo, me siento como si estuviera condenada al infierno, mi alma siente los horrorosos suplicios; con los ojos del alma veo a esos demonios atormentadores y en todo el cuerpo me parece sentir el fuego negro y consumidor, en mis oídos se escuchan los aullidos de los demonios y toda la desesperación infernal, muchas veces quedo como si estuviera aterrorizada en medio de ese viaje, no sé que hacer ¡Dios mío, condenada al infierno! Espero su ayuda en su bondad infinita… cuando siento que estoy en esa desesperación eterna, siento sobre mí el peso de la justicia divina, ¡Querer ver a Dios y no poder! Es millones de veces más doloroso que todo el tormento del infierno”. (13-8-1945)

Pocos días después, le dicta a su hermana, para el diario:

“¡Qué sería de mí, si por un solo momento perdiera la fe y la confianza! Perder a Dios, nunca más ver a Dios, de vez en cuando sin pensar en eso, sin reflexionar, sale este grito de mi alma y continúo sintiéndome condenada al infierno; ayer, día de la Madrecita, fue muy doloroso este sufrimiento, me sentí en una cárcel infernal y apresada con cadenas de hierro, sin poder conformarme con la pérdida de Dios, sentía tal desesperación (pero no era yo la que estaba desesperada), que me obligaba a enojarme contra Dios, lo maldecía, a mi Ángel de la Guarda, padres y compañeros del pecado y a los caminos que me llevan a esto, me maldecía y maldecía al cielo y a la tierra, ¡Qué horror constante! Sabía que sólo era digna del infierno, pero no podía conformarme y menos conformarme con perder a Dios…”

Finalmente vino Jesús: “No temas, hija mía, no estás condenada, tus sufrimientos son para evitar que se condenen las almas… ¡ten valor!” (16-8-1945)

El 5-5-1950 Alexandrina escribe:

“Jesús me habló. Hija mía, vengo a pedirte, lo que en mi nombre pidió mi Madre bendita en Fátima: penitencia, oración, enmienda de vida… Mi Divino Corazón pide amor; los crímenes del mundo, las iniquidades piden, exigen reparación… dame tu dolor… lo exigen los pecados de lujuria… las iniquidades de los esposos y aún de las almas piadosas y consagradas a Mí; exigen en las vanidades, ¿Para qué tanto desperdicio? Este desperdicio grita al Cielo, lo que se gasta en vanidades, quitaba el hambre a todos, cubría a los desnudos. Respáldame, hija mía, dile de mis quejas al mundo”.

El 5 de septiembre de 1953, Jesús le explicó a Alexandrina:

“Soporta esta tremenda eternidad, sólo es temporal, para que muchas almas, millares, millones de almas no tengan que soportarlo eternamente.”

 

LA HISTORIA DE UNA INMOLACIÓN POR LA CONVERSI»ON DE LOS PECADORES

En ese año (1928), -escribe Alexandrina en su autobiografía- el Abad fue a Fátima y me preguntó lo que quería de allá, le pedí que me trajera una medalla, pero me regaló un Rosario, una medalla, el manual del peregrino y agua de Fátima. Me aconsejó hace una novena a Nuestra Señora y beber del agua, con el fin de aliviarme, pero no sólo hice una, hice muchas…

“Como no conseguí nada, murieron en mí los deseos de curar, sintiendo cada vez más ansias de amar al sufrimiento y sólo pensar en Jesús. Sin saber cómo, me ofrecí como víctima a Nuestro Señor, ya le venía pidiendo desde hacía mucho tiempo el amor al sufrimiento.

Nuestro Señor me concedió tanto esta gracia, que hoy no cambiaría el dolor por todo cuanto hay en el mundo… consolar a Jesús y la salvación de las almas era lo que más me preocupaba.”

En septiembre de 1934, me pidió Jesús: “Dame tus manos, que las quiero clavar conmigo, dame tus pies, que los quiero clavar conmigo, dame tu cabeza, que la quiero coronar de espinas, como me hicieron a Mí. Dame tu corazón que lo quiero traspasar con la lanza, como me traspasaron a Mí. Conságrame todo tu cuerpo, ofrécete toda a Mí….”

Alexandrina respondió rápidamente que sí a la invitación de Jesús, un año después escribía: “Jesús, soy toda tuya, soy tu víctima, la víctima de la Eucaristía, víctima por los sacerdotes, por los pecadores, víctima por el mundo entero, víctima por la paz, víctima por la Consagración del Mundo a la Madrecita”.

Jesús le decía el 5 de diciembre de 1947: “Aprendan de ti las doncellas para que guarden para Mí el lirio cándido de su pureza, que aprendan de ti los viejos y los jóvenes, los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes: qué aprendan de ti a amarme en el sufrimiento a llevar su cruz”.

En 1948 citó en su diario: “Llevé mi vida hacia el sufrimiento y lo llevaré a mi Cielo para amar y pedirle a Jesús por ustedes, pecadores, conviértanse y amen a Jesús, amen a la Madrecita”.

Durante 17 años sufrió la Pasión de Jesús, que le decía el 5 de diciembre de 1947: No es solamente mi Alexandrina la que es crucificada, es Cristo en ella y  con ella.

Junto al lecho de Alexandrina está una fotografía de Jacinta de Fátima, de quien era muy devota, y con ella se había inmolado por la conversión de los pecadores.

El 11 de agosto de 1953, Alexandrina escribe en su diario:

“Quiero grabar en las piedras de la calle, en los paseos, en las fuentes, en las plazas, en las playas, en los casinos, en el cine, en las casas de pecado, en todas partes, esto: ¡Pecadores, conviértanse! Vayan a Jesús, no fuimos creados para la tierra, pero sí para el Cielo, ¡No ofendan más a Nuestro Señor! Si supieran lo que es una ofensa hecha a su Divino Corazón. Viví para ustedes, sufrí por ustedes, morí por ustedes y por ustedes continúo mi Cielo, fueron por ustedes mis aspiraciones, no quiero dejar nunca de hablarles del amor que Jesús nos tiene y que es para Él, nuestra ingratitud cuando pecamos. Quisiera decirles muchas cosas para que caigan en el pecado, ¡amen al Señor! ¡teman al infierno!”

Jacinta de Fátima le decía a Lucía: ¿Porqué Nuestra Señora no les enseña el infierno a toda la gente, para que ninguna se pierda?

Alexandrina escribió en su diario, el 5 de junio de 1953: “Amantísimo Señor, soy tu víctima, quiero que todas las almas se salven, las de mi familia, Jesús, las de mi tierra, las que me son queridas, las que me piden oraciones y las del mundo entero, Jesús. Si me quieres aquí, hasta el fin del mundo, presa, estoy lista, ya lo sabes, ya te lo había dicho… Ay, mi Jesús, si Tú les muestras una sola vez, el camino del infierno, verías que todos cambian su camino, ¡Ya no sé que más hacer, mi Jesús!”.

Escribía esto después de recibir cerca de 5000 visitantes y de haber hablado, grupo a grupo, durante nueve horas.

 

LA CRUZ ESTABA DISPUESTA, FALTABA LA VÍCTIMA

Esta inmolación de Alexandrina había sido prevista y preparada por el Señor, con las palabras que Jesús le dirigió el 5 de diciembre de 1947, durante mi dirección espiritual:

“Es mi víctima, a quien confié la más alta misión (la conversión de los pecadores) y como prueba de esto atiende bien lo que te digo, para que lo digas: “Hace casi un siglo mandé a esta privilegiada feligresía una cruz para señal de tu crucifixión, no la mandé de rosas, porque no las tenía, las mandé de espinas; no la mandé de oro, porque ese oro, como las piedras preciosas, son tus virtudes, y los adornas con tu heroísmo. La cruz fue de tierra, porque la misma tierra la preparó, estaba preparada la cruz, faltaba la víctima pero en los planes divinos había sido escogida: fuiste tú. El mal aumentó, la ola de los crímenes llegó a su máximo, tenía que ser inmolada la víctima, llegaste y fui al mundo a crucificarte, fue la maldad humana la que preparo tu crucifixión, ¡Cómo son grandes los designios de Dios! Son grandes y admirables en mi sabiduría infinita, ¡qué encantos tienen! ¿Podría asemejarte más a Mí? De esta cruz, de esta inmolación tengo dos provechos: el amor a la cruz, el amor a mi imagen crucificada y la gran reparación”.

 

BALASAR, PARROQUIA PRIVILEGIADA

La referencia de Jesús a la cruz trazada sobre la tierra, le fue repetida a Alexandrina el 14 de enero de 1955, pocos meses antes de su muerte. El hecho me llevó a buscar elementos históricos relativos a una capilla en honra de la Cruz existente en la Parroquia y siempre cerrada. Finalmente, en los archivos de Braga pude encontrar una acta notarial del año de 1832, es una relación detallada y firmada por testigos, dirigida al Pro-vicario Episcopal de gobierno de la diócesis, entonces vacante.

Este es un extracto: “Comunico a usted un caso inexplicable, ocurrido en esta parroquia de Santa Eulalia de Balasar, el día de Corpus yendo la gente a Misa por el camino que pasa por el monte Calvario, divisaron una cruz en la tierra, esta cruz era de color más blanco, mientras parecía que había caído rocío en la demás tierra.

“Mandé barrer todo el sitio, pero comenzó a aparecer como antes la forma de cruz, después lanzaron agua en abundancia en todas partes, pero la parte en donde estaba en forma de cruz apareció de color más oscuro, que conserva hasta el presente, el tamaño es de 15 palmos de largo por 8 de ancho.

En los días turbios, se ve con claridad la forma de cruz a cualquier hora del día y en los días de sol se ve solamente hasta las 9 horas y de tarde, al declinar el sol. Divulgada la noticia de la aparición de esta cruz, comenzó a concurrir la gente a verla y venerarla, adornándola con flores y dándole limosnas”.

Con el dinero recogido, los habitantes, con el permiso de la Curia, erigieron una capilla para conservar y defender, de modo respetuoso aquella señal sagrada, un recuerdo que pronto quedó sepultado en el olvido, excepto el nombre “Calvario”, dado a la colina y al lugar donde transcurrió la vida de Alexandrina.

Llamado a una vida nueva, aquel lugar lanza un mensaje: “¡Del leño de la cruz, nuestra salvación!”.

Leíamos en su diario del 14-9-1949:

“En todo el viaje (del Calvario) nunca asentí la presencia de Jesús, sólo en el Calvario, ya clavada en la cruz y levantada en lo alto, sentí como si Jesús se revistiera de mi cuerpo y me comunicara sus llagas, espinas y lágrimas de sangre. Y la Madrecita, junto a la Cruz, unía sus lágrimas con las de Jesús, había en sus Santísimos Corazones el mismo dolor, las mismas ansias, las ansias de hacerme lugar, de resguardarme para siempre con ellos del mundo entero tan revuelto y cruel. ¡Cómo amaba Jesús, como amaba la Madrecita! ¡Qué amor infinito!”.

Leemos en el diario de Alexandrina, 10 de enero de 1952: ”Al final de la Pasión, Jesús habló a mi corazón: cuántos avisos, cuántos pedidos del mendigo divino y Jesús va inmolando a su víctima, Jesús la va crucificando continuamente, y el mundo, mundo cruel, continúa con sus desvaríos, continua en la opulencia, en la vanidad, en el libertinaje… Ay del mundo sin la Santa Misa, sin la Eucaristía, sin mis víctimas… hija mía, pide misericordia, pide la compasión de la Santísima Trinidad… El Señor está contigo, da dolor a tu corazón hasta reventarlo en añicos nuevos, como reventaron en el árbol de la cruz…”.

 

FÁTIMA Y BALASAR EN LAS PALABRAS DE JESÚS

La relación de las celestes revelaciones entre las dos localidades tiene su confirmación explícita en un éxtasis de Alexandrina. En los dos últimos años de su vida sufrió en su cuerpo y en su espíritu una tremenda inmolación por los que no tienen Dios, que intentan tener el dominio del mundo y por las luchas internas de la Iglesia. Fue en ese período, antes que cesaran los éxtasis públicos, que Jesús le dice a Alexandrina: “¡Portugal ingrato, mundo cruel, que sería de ustedes sin la víctima de este Calvario! ¡Portugal, cuantas gracias has recibido de tu Dios! ¡Fátima, Fátima! ¡Calvario, Calvario (esto es, Balasar)! Este Calvario, son medios para ti de gran reparación”. (9-10-1953)

Refiriéndose a los comunistas ateos, Jesús le dice el 15 de octubre de 1954: “Hija mía, tu reparación es para los que no tienen fe, para los que no creen en Dios, por los incrédulos, tú repara la Majestad divina por todo y por todos… fuiste escogida para la misión más noble pero la más difícil, tu vida es semejante a la de la Santa Iglesia, siempre combatida y nunca vencida hasta el final de los siglos”.

En cuanto a la previsión clara de las luchas en el interior de la Iglesia, Jesús le dice a la víctima de Balasar:

“Ten valor, Yo hablo por tus labios, cualquier cosa desagradable que surge, no es nada en comparación del bien que se hace, es el demonio rabioso que quiere quemar la simiente divina, en vano lo intentará, hágase oración, hágase penitencia, que principie la Iglesia, la tienen que corregir y perfeccionar, las casas religiosas, monjes y monjas no viven la vida de sus Fundadores, que haya vigilancia en la Iglesia”. (10-9-1954) (1)

Muchas veces dice Jesús: “¡Sin la víctima de este Calvario, pobre Portugal! Y sobre esto me escribe el P. Fernando Leite, S.J.: “Las cosas en Portugal van muy mal, pobres de nosotros, si el Señor no nos socorre, no hemos puesto en práctica el Mensaje de Fátima y el de Alexandrina, no nos hemos volteado para el Inmaculado Corazón de María” (25-5-1975)

 

FATIMA Y LA DEVOCION DEL CORAZON A MARIA

El 17 de diciembre de 1927, Jesús, con voz clara, le dice a la Hermana Lucía: “Hija mía, escribe lo que te piden (a su director), y todo lo que te reveló la Santísima Virgen (julio de 1917, en Fátima) en la aparición en que te habló de esta devoción, (al Inmaculado Corazón de María), escríbelo también, en cuanto al resto del secreto, continúa en silencio.”

La vidente de Fátima, diez años antes, le había dicho a la Blanca Señora: “Quiero pedirle que nos lleve al Cielo”. “Sí, a Jacinta y a Francisco los llevo pronto, pero tú quedas más tiempo, Jesús se quiere servir de ti para hacerme conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón, a quien la siga, le prometo la salvación y estas almas serán queridas de Dios, como flores puestas por Mí para adornar su trono.”

En las primeras publicaciones sobre los acontecimientos de Fátima, no se habló nunca de las manifestaciones del Corazón de María a los Pastorcitos, porque estaba unido al secreto recomendado por Nuestra Señora, Lucía por eso no habló de esto, por miedo a violarlo.

En 1926 y en el inicio de 1927, Lucía recibió la orden de manifestar la relevación sobre la devoción al Corazón de María (1925), y se encontró en serios problemas “porque temía revelar parte del secreto”.

En sus escritos sobre el Corazón de María sólo dice “que deberá un día promover su devoción”.

Uno de sus primeros directores escribe: “En 1927, la Hermana Lucía me habló de la devoción de los cinco primeros sábados en cinco meses consecutivos, le pregunté si había hablado de esto con alguien y me respondió que sí y que había puesto todo por escrito (por orden del confesor anterior) pero después habló con la Madre Superiora, sin decirle que contenía el escrito le pidió permiso para quemarlo y así lo hizo.

Entonces le mandé que escribiera todo de nuevo y me lo entregara, por humildad mostró repugnancia de escribir en primera persona, a esto le respondí que escribiera en tercera persona; es la historia auténtica y la razón por la cual ese documento está escrito en tercera persona” (P. Aparicio, Jesuita, 10-1-1938)

Por eso es cierto que hasta finales de este año, cuando se hablaba de Fátima, no se hablaba del Inmaculado Corazón de María, pero habló públicamente de esto el Obispo en septiembre de 1939.

Como confirmación, transcribimos parte de una carta de la Hermana Lucía, escrita en Tuy el 31-8-1941: Me escribió el señor Obispo, anunciándome el interrogatorio del Dr. Galamba y me mandó recordar todo lo que tenía en relación con Jacinta, para una nueva edición que querían imprimir; esta orden me cayó en el fondo de mi alma como un rayo de luz, pensando que era llegado el momento de revelar las dos primeras partes del secreto y aumentar la nueva edición con dos capítulos: uno sobre el infierno y otro sobre el Inmaculado Corazón de María, pero la repugnancia a manifestarlo me hizo dudar, los escritos están realizados, pero dudo de entregarlos, antes los tiro al fuego, no sé lo que haré ni que es lo mejor.

No dudo que la revelación del infierno y de las misericordias del Corazón Inmaculado de María le harán un gran bien a las almas, así como la virtud que llevó a practicarlo a Jacinta, pero, ¿podré esta vez, callar y poner cosas de menor importancia?

 

PARTE DEL SECRETO ES REVELADO

15 años después de las apariciones en Fátima, la autoridad eclesiástica consideró llegado el momento de volver público, al menos gran parte del secreto para el bien de las almas, y ordenó a Lucía que escribiera “cuanto antes lo que podía ser conocido”.

La Hermana Lucía, por obediencia escribió: “El secreto consta de tres cosas distintas” pero unidas íntimamente; dos voy a revelar, dejando la tercera en secreto.

“La primera fue la vista del infierno” (julio de 1917):

“ Nuestra Señora dijo que era necesario que rezáramos el Rosario para alcanzar las gracias necesarias durante el año, y continuó: “Sacrifíquense por los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María, al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las manos, como en los dos meses pasados, el reflejo pareció penetrar en la tierra y vimos un mar de fuego, abrasados en ese fuego los demonios y las almas, como si fueran brasas transparentes y negras, como bronceadas y con forma humana (debió ser, al encontrarme con esta vista, que di ese Ay que dicen haber oído)”.

Marto, el papá de Jacinta, afirmaba el autor de este opúsculo, que también su hija soltó un grito y se volvió blanca como un cadáver, de tal modo que él se quejó en voz alta: ¡Mi hija se muere, mi hija se muere!”.

“Esta vista fue sólo un momento, -escribe Lucía- y las gracias de nuestra buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos para el Cielo (en la primera aparición) si no fuera así, creo que habíamos muerto del susto”.

“La segunda cosa se refiere a la devoción al Inmaculado Corazón de María:

”La vidente continúa: ” levantamos la vista hacia Nuestra Señora, que nos dice, con bondad y tristeza: “Vieron al infierno, para donde van las almas de los pobres pecadores, para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón; si hacen lo que yo les digo, se salvarán muchas almas y vendrá la paz. La guerra (1914-1918) va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor, cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que Dios da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirlo, vine a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los primeros sábados, si atienden mis pedidos, Rusia se convertirá y habrá paz, si no, se desparramarán sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho y varias naciones serán aniquiladas… “.

 

CONSAGRACIÓN DE RUSIA

La Hermana Lucía escribe:

“Fue en esta época que Nuestra Señora me avisó que llegaba el momento en que quería que la Santa Iglesia Participara en su deseo de la consagración de Rusia y su promesa de conversión.”

La comunicación fue así: “13-16-1929, había pedido permiso a mis Superioras y al Confesor de hacer la Hora Santa de las 11 a la media noche, del jueves al viernes, estaba una anoche sola, la única luz era la de una lámpara, de repente, se iluminó toda la capilla con una luz sobrenatural, después Nuestra Señora me dice: Llegó el momento en que Dios le pide al Santo Padre, que en unión de todos los Obispos del mundo, haga la Consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio”

Di cuenta de esto a mi confesor que me mandó escribir lo que Nuestra Señora quería que se hiciera, pero por medio de una comunicación íntima, Nuestra Señora me dice, quejándose:

“No quieren atender a mi pedido, como el rey de Francia, se arrepintió y habló, pero fue tarde, Rusia va a extender sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia: el Santo Padre va a sufrir mucho”.

El Obispo de Leiria-Fátima, D. José Correia da Silva, solamente en 1937 escribió a Pío XI:

“Existe en esta diócesis el santuario de Nuestra Señora de Fátima, que es el mayor centro de piedad en Portugal y cuya devoción está en muchas naciones. Las recomendaciones hechas por la Santísima Virgen en 1917, son la devoción del Santo Rosario, la aversión a la lujuria y la invitación a hacer penitencia, también Nuestra Señora prepara para la lucha contra el comunismo, del que ha sido preservado Portugal, a pesar de su cercanía con España. Los Obispos Portugueses prometimos el año pasado, después del retiro que hicimos en este santuario, promover una gran peregrinación nacional, si a nuestro país no lo invade la terrible calamidad del comunismo, pero gracias a la Santísima Virgen hemos estado en paz.

“De los tres niños a los que Nuestra Señora se apareció, fallecieron dos y la sobreviviente es religiosa en el Instituto de Santa Dorotea en España. Esta religiosa me pide comunicarle a Vuestra Santidad, que según una revelación celeste el Buen Dios promete terminar la persecución en Rusia si Vuestra Santidad se digna hacer y mandar que lo hagan igualmente los Obispos del mundo católico, en solemne Acto público de Reparación y Consagración de Rusia a los Santísimos Corazones de Jesús y María, y aprobar y recomendar la práctica de la devoción reparadora, que consiste en 5 primeros sábados de mes, recibir la Sagrada Comunión, rezar el Santo Rosario, hacer 15 minutos de compañía a Nuestra Señora, meditando los misterios del Rosario”.

La hermana Lucía, a su vez, el 2 de diciembre de 1940 le escribió a Pío XII:

“Soy la única sobreviviente de los niños, a quienes Nuestra Señora se dignó aparecer en Fátima (Portugal), los días 13 de mayo hasta octubre de 1917…

“Santísimo Padre, vengo a renovar un pedido que ya ha sido llevado varias veces a Su Santidad. Santísimo Padre, el pedido es de Nuestro Señor y de nuestra buena Madre del Cielo, en 1917, en la parte de las apariciones que hemos designado el “secreto”, la Santísima Virgen nos reveló el final de la guerra, que entonces afligía a Europa y anunció otra futura guerra, diciendo que, para impedirla pediría la consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón y la comunión reparadora los primeros sábados.

Prometió, si atendían sus pedidos, la conversión de esa nación y la paz, de lo contrario, anunció la propagación de sus errores por el mundo, guerras y persecuciones a la Santa Iglesia, el martirio de muchos cristianos, persecuciones y sufrimientos reservados a Vuestra Santidad y el aniquilamiento de varias naciones.”

“Santísimo Padre, hasta 1926 quedó esto en silencio, según la orden expresada por Nuestra Señora, pero después de una revelación, me pidió se propagara en el mundo la comunión reparadora los primeros sábado de cinco meses seguidos, confesándose, teniendo un cuarto de hora de meditación de los misterios del Rosario, rezándolo para reparar los ultrajes, sacrilegios e indiferencias cometidos contra Su Inmaculado Corazón. Las personas que practicaran esta devoción, nuestra buena Madre del Cielo les promete asistirlos en la hora de la muerte, con todas las gracias necesarias para que se salven.”

“Expuse el pedido de Nuestra Señora a mi Confesor que empleó algunos medios para que se realizara, pero sólo el 13 de septiembre de 1939, el Obispo de Leiria se dignó, en Fátima, publicar este pedido de Nuestra Señora.

Santísimo Padre, aprovecho este momento para pedir a Vuestra Santidad se digne extender y bendecir esta devoción a todo el mundo.”

“En 1929, Nuestra Señora, por medio de otra aparición, pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, prometiendo por este medio, impedir la propagación de sus errores y su conversión.”

“En varias comunicaciones íntimas, Nuestro Señor insiste en este pedido, prometiendo, si Vuestra Santidad se digna hacer la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, con mención especial por Rusia y ordenar que en unión con Vuestra Santidad, lo hagan también todos los Obispos del mundo, lo que abreviará los días de tribulación, que ha determinado castigar las naciones por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Santa Iglesia y a Vuestra Santidad.”

“Permítame hacerle otro pedido, que es un deseo ardiente de mi pobre corazón: Que la fiesta en honor del Inmaculado Corazón de María se extienda a todo el mundo, como una de las fiestas principales en la Santa Iglesia”.

De este documento se deduce:

— Nuestra Señora, en Fátima en 1917, prometió que volvería a pedir, en previsión de una nueva guerra, la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón;

En 1929, Nuestra Señora, según su promesa, volvió a pedir la consagración que habría impedido que Rusia propagara sus errores en el mundo;

— En 1937, el Obispo de Leiria (Fátima) envió a Pío XI el pedido para esta consagración;

— El 13 de septiembre de 1939, el Obispo de Fátima hizo del dominio público este deseo de Nuestra Señora y anunció la práctica de los primeros sábados;

— Solamente hasta 1940, la Hermana Lucía renovó al Santo Padre el pedido del Obispo en 1937;

— En su pedido, la Hermana Lucía, agrega como un deseo personal que la fiesta en honor del Corazón de María se extienda a todo el mundo.

 

DE BALASAR LA CELESTE INVITACION A LA CONSAGRACION DEL MUNDO

Como se lee en su autobiografía desde 1928, narra Alexandrina: “Todas las mañanas me consagraba a Nuestra Señora, diciéndole:

“Madrecita, te consagro mis ojos, mis oídos, mi boca, mi corazón, mi alma, mi virginidad, mi pureza, mi castidad…

Madrecita, acepta, soy tuya, Tú eres el cofre sagrado, el cofre bendito de nuestra riqueza, Te consagro mi presente y mi futuro, mi vida y mi muerte…

Madrecita, abre tus santísimos brazos, tómame y estréchame en tu santísimo Corazón, cúbreme con tu manto y acéptame como tu hija muy amada, muy querida y conságrame toda a Jesús…

Madrecita, habla en mi corazón y en mis labios, has más fervorosas mis oraciones y más valiosos mis pedidos…”

En el inicio de 1952 escribe en su diario: “Jesús y la Madrecita, no quiero salir de sus corazones, nadie me arrancará de ellos, bien saben que prefiero el infierno que ofenderlos un solo instante, soy su víctima”. (22-2-1952)

Pocos meses después, el 13-6-1952, explica: “No tengo grandes cosas, pero aprovecho todas las migajitas de sacrificios para ofrecerle a Jesús, por medio de las manos, labios y el Corazón Inmaculado de la Madrecita, todo por muchas cosas y para su gloria y el bien de las almas.”

Alexandrina nos enseña que la Consagración a Nuestra Señora no es tanto la recitación y la repetición de una fórmula, es el vivir en María, con María y por María y este estilo de vida la llevó a la unión mística con Jesús y con la Santísima Trinidad.

Fue ciertamente al vivir esta experiencia que Jesús le confió el encargo de pedirle al Papa la consagración del mundo al Corazón de María y que el Espíritu Santo la guió desde 1935 para ofrecerse como víctima para obtener este gran beneficio para la humanidad.

En 1929 Nuestra Señora le pidió a Lucía de Fátima, la consagración de Rusia y en 1940 le dice en su carta al Santo Padre:

“Nuestro Buen Dios promete que si Vuestra Santidad se digna consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de María, con mención especial por Rusia, abreviar los días de tribulación que ha determinado castiga al mundo por sus crímenes…”

Por el contrario, en Balasar, este deseo del Señor fue expresado por Jesús a Alexandrina el 30 de julio de 1935, ella narra que después de la Sagrada Comunión, oyó que Jesús le decía:

“Manda decir a tu Padre espiritual que en prueba del amor que le dedica a mi Madre Santísima, quiero que sea hecho, todos los años, un acto de Consagración del mundo entero en uno de los días de sus fiestas, escogido por ti: la Asunción, la Purificación, la Anunciación, pidiendo a esta Virgen sin mancha de pecado, que avergüence y confunda a los impuros, para que cambien el camino y ya no me ofendan. Así como le pedí a Santa Margarita María para que el mundo fuera consagrado a mi Divino Corazón, así te pido a ti que sea consagrado a Ella con una fiesta solemne.” (1)

Durante un año, el director espiritual, P. Mariano Pinho, calló el asunto, causando dudas e indecibles sufrimientos a Alexandrina.

Un año después, el 10 de octubre de 1936, Alexandrina le escribe a su Director: “En estos días, me dice Jesús: “Te voy a decir mis deseos, mis divinos deseos, hijita, manda decirle a tu padre espiritual que desparrame en todos los confines del mundo, que este flagelo (la revolución comunista española) es un castigo, es la ira de Dios. Yo castigo para llamarlos: a todos quiero salvar, morí por todos, ya no quiero ser ofendido y lo soy horrorosamente, en España y en todo el mundo, ¡qué crueldad! Corre tanto peligro de extenderse estas barbaridades (guerra mundial y lo que le seguirá)… voy a decirte como será hecha la consagración del mundo a la Madre de los hombres y Madre Santísima mía y que amo tanto. Será en Roma por el Santo Padre y por los Padres en todas las iglesias del mundo, que no haya recelos, mi deseo será cumplido.” (2) (de un documento de 10-9-1936)

El 5 de mayo de 1938, mientras el P. Pinho se preparaba para predicar los ejercicios espirituales a todo el Episcopado portugués, Alexandrina le escribía:

“Me dice Jesús: te doy los tesoros de mi Corazón, acógelos, son tuyos, dáselos a quien quieras.”

Alexandrina le preguntó a Jesús: “¿Puedo dárselos a mi Padre espiritual? Para que los reparta como él quiera a las personas que me son tan queridas y a los Obispos, para que se los den a cada uno de sus Padres y los padres a las almas. –Sí, hija amada…”

“El horno de mi Corazón hoy esta encendido, pero es sólo fuego, todo lo demás parece muerto, déjalo, son los cariñitos de mi Jesús, y todo lo que le voy ofreciendo por el buen resultado del retiro de los Obispos, es toda mi idea, ayudarlos con mis sufrimientos del cuerpo y del alma, que son muchos”.

Al final del Retiro, los Obispos Portugueses, por propuesta del P. Mariano de Pinho, se dirigían al Santo Padre:

“Humildemente postrados a los pies de Vuestra Santidad, pedimos insistentemente, cuando juzgue oportuno, que el mundo sea consagrado al Corazón Purísimo de María, para que sea liberado de los peligros que de todas partes lo amenazan, por la mediación de la Madre de Dios”.

El texto de esta carta fue escrito por el P. Pinho en latín y solamente una frase fue atenuada por el Siervo de Dios D. Manuel Mendes da Conceicao Santos, Arzobispo de Évora y gran Cooperador Salesiano.

Fue después de esta insistencia, hecha con tantas particularidades, que el día 10 del mismo mes, el P. Pinho envió al Santo Padre el pedido para la Consagración.

Es interesante notar como en la fórmula que Pío XII usó para esta Consagración se encuentran los títulos predichos por Alexandrina, “Reina del Cielo y de la tierra, Reina de la Paz, Señora de la Victoria, esto es, vencedora de las grandes batallas de Dios”.

El mes de mayo de 1942, Alexandrina, en un éxtasis, predice, refiriendo las palabras de Jesús, la consagración del mundo que haría el Papa, en lengua portuguesa, el 31 de octubre siguiente:

“El corazón del Papa, el corazón de oro –me dice Jesús- está resuelto a consagrar el mundo al Corazón de María, qué dicha, qué alegría para el mundo ser consagrado, pertenecer más que nunca a la Madre de Jesús. Todo el mundo le pertenece al Corazón Divino de Jesús, todo le va a pertenecer al Corazón Inmaculado de María”. (12-5-1942)

A través de la unión íntima con Jesús, Alexandrina llegó a una identificación con Él que la convirtió en participante, como esposa, de su dominio real. María, a su vez, la hace participar de su misión de dispensadora de gracias, como lo confirma este pasaje de su diario:

“Vino la Madrecita, era el Inmaculado Corazón de María, me mostró nuevamente su Santísimo corazón coronado de espinas y le pedí que me lo diera, Ella pasó todas las espinas a mi corazón y me dijo: Hija mía, te pido lo mismo que te pidió Jesús: dolor y reparación, consuélanos siempre y pide a las almas piadosas que se enfervoricen y nos amen y a los pecadores que se conviertan y no nos ofendan. Como premio de tu sufrimiento y para darles a las almas las gracias celestes y moldear sus corazones, te hago a semejanza de Jesús, depositaria de mis gracias…”

Las manos de la Madrecita estaban llenas de gracias, que  pendían como rayos de sol, unió sus manos a las mías, palma con palma y me dijo: “Son tuyas mis gracias, repártelas a quien quieras, dalas a tus seres queridos, quiero que lo hagas porque mi Jesús y Yo los amamos, dalas a todo los que te las piden en la medida en que te las vayan pidiendo, distribúyelas por el mundo entero, te hago rica con mis riquezas y con las de Jesús”… Ya pasó mucho tiempo, pero aún siento en cada mano un peso inmenso”. (Diario, 5-5-1951)

En Fátima, en el mes de julio de 1917, Nuestra Señora le dirá a los Pastorcitos: “Para salvar (a los pecadores) Nuestro Señor quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”.

En Balasar, en el año de 1935, Nuestro Señor le pide a Alexandrina que se consagre el mundo a su Madre Bendita.

El hecho es confirmado por la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos, en el perfil biográfico de Alexandrina y proclama oficialmente:

“En el año de 1936, por orden de Jesús, Alexandrina le pidió al Santo Padre, por medio del P. Pinho, la Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. Este pedido fue renovado muchas veces hasta el año de 1941, por lo que la Santa Sede interrogó tres veces al Arzobispo de Braga acerca de Alexandrina y por fin la Consagración fue hecha por Pío XII en Roma, el día 31 de octubre de 1942”.

El acto de Consagración fue transmitido por la radio en lengua portuguesa, en Fátima, estando presentes miles de peregrinos, por amor a la verdad, debe rectificarse el error de muchas personas que atribuyen a la Hermana Lucía el pedido del Cielo para esta consagración.

Visité a la vidente de Fátima en su Carmelo de Coimbra, el día 4 de agosto de 1978 y le pregunté: Quisiera que me dijera, si alguna vez Nuestra Señora le pidió la Consagración del mundo a su Inmaculado Corazón.

Y contestó la Hermana Lucía: Nuestra Señora no me pidió esa Consagración, sólo me pidió la Consagración de Rusia.

 

SAN JOSE EN FATIMA

En la quinta aparición, Nuestra Señora había prometido a los Pastorcitos que volvería en octubre con San José y el Niño Jesús. Al despedirse, los pastorcitos la seguían con la mirada mientras subía en el esplendor de la luz solar y cuando Ella desaparecía en el espacio, se les muestra al lado del sol la Sagrada Familia, a la derecha la Santísima Virgen, vestida de blanco con el manto celeste y el rostro más brillante que el sol, a la izquierda, San José con el Niño, con la apariencia de un niño de dos años de edad y todos bendecían al mundo con las manos.

 

Y EN BALASAR

Jesús le pide varias veces a Alexandrina, reparación por los pecados cometidos por los esposos y por las familias, por medio de ella el Señor invita a imitar las virtudes de la Sagrada Familia: Jesús, María y José.

Escribe en su diario del 19 de marzo de 1948: “de repente, como caídos del Cielo, estaban frente a mí la Madrecita y San José, la Madrecita vestía de azul y blanco y San José de color oscuro, sostenía en la mano izquierda una azucena, de repente, en medio de ellos, apareció Jesús, hermosísimo, y me habló: Hija mía, pide todo lo qué quieras para el mundo a mi padre adoptivo, pídele a los hombres que me pidan en su nombre…”.

“La Madrecita se aproximó a mí y me besó y me acarició, San José se inclinó hacía mí y me dejó sobre el pecho la azucena que traía y desaparecieron, sólo quedó Jesús, pero ya como de costumbre, ya no era pequeñito..”

Alexandrina escribía el 19 de marzo de 1954: “Jesús vino como de costumbre a comunicarme su vida, venía acompañado de San José y me dice: “Lo que le hicieras a mi Madre bendita y a mi padre adoptivo, me lo haces a Mí”.

 

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN EN FATIMA

En la última aparición (1917), después de la visión de la Sagrada Familia, Lucía ve venir a Nuestro Señor para bendecir al pueblo y después a Nuestra Señora, pero bajo dos aspectos: “Parecía la Señora de los Dolores, pero sin la espada en el pecho y creo haber visto también otra figura, la Señora del Carmen”.

 

Y EN BALASAR

Alexandrina narra en su diario el 12 de noviembre de 1954: “Apareció al lado de Jesús la Madrecita querida, la Madre de los Dolores, Jesús le dio el lugar y desapareció:

“Querida hija mía, sufro infinitamente con Jesús, con los males del mundo, acepta mis saetas, sufre, déjame colocarlas en tu corazón y así consuelas el Corazón de la Madre y el Corazón del Hijo”.

“Madrecita, acepto todo para alegrarte y en un momento, la madre de los Dolores se transformó en Nuestra Señora del Carmen, con el Niño Jesús a su lado y continúo diciéndome: “Hija mía, habla a las almas y diles que todas las cosas que pidan a Jesús en mi nombre y en nombre de las almas del Purgatorio, todas las cosas que permitan la conversión de los pecadores, les serán concedidas”.

El Niño Jesús estaba inquieto en los brazos de su madre, quería venir conmigo, la Madrecita le cumple su deseo, lo pasa a mis brazos, y Él me besa, me acaricia y quedando sobre mi pecho me dice: “¿Me dejas quedarme aquí?”

¡Oh Jesús, en el exterior no, pero dentro de mi corazón siempre, siempre, no te separes de mí!”.

Quedé sola, desaparecieron y les dije: “¡Amo a Jesús, amo a la Madrecita, creo, creo eternamente!”.

El primer sábado, 5 de diciembre de 1953, Alexandrina dictó para su diario: “Recibí a Jesús y me habló así: Hija mía, mi joya, pupila de mis ojos, está en tu corazón el Esposo fiel, fidelísimo, estoy aquí para prender, atar más, mucho más, con fuertes cadenas de amor mi divino Corazón al tuyo.

Me voy y me quedo, me ausento y estoy presente, voy a dejarte y no te abandono un momento, me cuesta proceder en esta forma, es por las almas, es por los pecadores que necesitan de tu martirio. Me cuesta mucho esta separación fingida, te dijo y le dije a mis discípulos: “Me voy pero me quedo”, partí para el Cielo y me quedé en la Eucaristía, me voy y me quedo en el sagrario de tu corazón, ten siempre presentes mis palabras, mis pedidos, las exigencias de Jesús…”.

Vino después la Madrecita: “Hijita, ven predilecta de Jesús, soy la Madre del Rosario, soy la Madre del Carmelo. Después de colocarte en mi regazo y estrecharte en mi corazón, dejo en tus manos el Rosario que tengo en mis manos benditas: coloca sobre él el Escapulario”.

 

EL ESCAPULARIO DEL MONTE CARMELO

Pío XII llama al Escapulario “nuestra señal de consagración al Inmaculado Corazón de María”.

En su mensaje enviado al primer Congreso Mariano, que tuvo lugar después de la promulgación de la Lumen Gentium, Paulo VI, explicando el párrafo 67 que dice:

“Todos los fieles de la Iglesia tengan en gran estima las prácticas y los ejercicios de piedad para con Ella (Nuestra Señora), recomendadas por siempre por el magisterio de la Iglesia” El Santo Padre nos dice: Entre ellas, juzgamos oportuno acentuar de modo particular el Rosario Mariano y el uso devoto del Escapulario del Monte Carmelo, una forma de piedad que, por su sencillez se adapta verdaderamente al espíritu de cada uno y es apoyada por los fieles para obtener un aumento de frutos espirituales”.

San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia, empeñado en practicar las virtudes de María, simbolizadas en el Escapulario, dice: “El Señor me hizo comprender toda la ternura de su Corazón, nunca había sabido que en este Corazón Divino hubiera tanta ternura para con los hombres”.

Así sucede con los privilegiados niños de Fátima que recibieron, casi de improviso, un milagro de luz sobre el misterio eucarístico.

Lo mismo le sucede a Alexandrina, transformada en Serafín de Jesús Sacramentado, gracias a su total consagración a María. El Escapulario, cuando es pedido y se trae como expresión de filial intimidad con María, se vuelve señal de gracia celeste, al ser ofrecido por Ella para ese fin.

María está moralmente presente para quien trae el Escapulario, que es señal externa de consagración a Aquella que quiere obtener para todos sus hijos encontrar a Jesús y crecer bajo la acción de Espíritu Santo, en la identificación con el Hijo de Dios.

 

LA GUERRA PREDICHA POR JACINTA Y LA HERMANA LUCIA

Los meses de enero y febrero, cuando se encontraba Jacinta en Lisboa, para ser internada en el hospital, parecía tener bajo sus ojos la futura guerra. La Superiora del Orfanato, donde fue recogida, escribió el 30 de noviembre de 1937, que Jacinta le dijo que repitiera que si los hombres no se enmiendan, Nuestro Señor mandará al mundo un castigo, como no se vio igual y primero en España, y hablaba de grandes acontecimientos mundiales, que acontecerían alrededor de 1940, pero sin especificarlos, decía también que el Santo Padre iba a sufrir mucho.

A su vez, la Hermana Lucía escribió al P. José Bernardo Goncalves, S.J. lo siguiente que sacamos del libro “Jacinta de Fátima” escrito por el P. Fernando Leite, 4ª. Edición, Braga 1966, pags, 219-220:

“La guerra terminará cuando la sangre derramada por los mártires sea la suficiente para aplacar la Justicia Divina” 21-1-1940.

“Él (Nuestro Señor) puede hacer que la causa (la consagración de Rusia) fuera aprisa, pero para castigo del mundo, dejará que siga su curso, su Justicia, provocada por nuestros pecados, así lo exige. 21-1-1940.

“Supongo que es del agrado de Nuestro Señor que haya quien se vaya interesando junto a Su Vicario, para la realización de sus deseos (Consagración de Rusia y del mundo al Inmaculado Corazón de María).”

“Pero el Santo Padre no lo hará pronto, duda de la realidad y tiene razón. Nuestro Buen Dios podía, por medio de algún prodigio, mostrar que es Él quien lo pide, pero se aprovecha de este tiempo para usar su Justicia y castigar al mundo de tantos crímenes y prepararlo para un regreso a Él.

La prueba que nos concede es la protección especial del Inmaculado Corazón de María sobre Portugal, por la consagración que le hicieron, la gente de que me habla, tiene razón de estar asustada, más nos pasaría si nuestros Prelados no hubieran atendido los pedidos de nuestro Buen Dios e implorado tanto de corazón su misericordia y la protección del Inmaculado Corazón de nuestra buena Madre del Cielo.

Pero ahora en nuestra Patria existen muchos crímenes y pecados y al ser la hora de la Justicia de Dios sobre el mundo, es preciso continuar orando, pero eso yo hallaba bien que infundiesen en las personas, una gran confianza en la misericordia de nuestro buen Dios y en la protección del Inmaculado Corazón de María, además de la necesidad de oración acompañada del sacrificio, sobretodo el que es preciso hacer para evitar el pecado. Es un pedido de nuestra buena Madre del Cielo, desde 1917, salido de su Inmaculado Corazón con una tristeza y ternura inexplicable: “No ofendan más a Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”. (18-8-1940)

“En una comunicación íntima, Nuestro Señor me hace conocer que el momento de la gracia, de que me había hablado en mayo de 1938, estaba por acabarse, la guerra con todos sus horrores que la acompañan, empezaba pronto, prometió una protección especial del Inmaculado Corazón de María para Portugal, en atención al acto de consagración que hizo el Episcopado a este Corazón Inmaculado, pero, como también Portugal es culpable, deberá sufrir algunas consecuencias de la guerra, que terminará cuando el número y la sangre de los mártires haya aplacado la Justicia divina…” (6-2-1939)

El 20 de junio de 1939 le escribe al P. Aparicio: “Nuestra Señora prometió aplazar para más tarde el flagelo de la guerra, pero si fuera propagada y practicada esta devoción, la vemos aplazando este castigo, así que hay que ir haciendo esfuerzos para propagarla, pero tengo miedo de que no podamos hacer más de lo que hacemos y Dios, que no está contento, levante el brazo de su Misericordia y deje que el mundo quede asolado con este castigo que será horrible”.

El Director comenta: “Las palabras son señaladas por Lucía” me hace la impresión del modo como afirma y pronostica los acontecimientos, no duda, habla categórica, como quien está viendo el futuro, pienso que Nuestra Señora se lo ha mostrado”.

Pero nos preguntamos, ¿porqué tardó tanto en publicar esto? Lucía responde en un escrito del 6-7-1942: “Puede ser que a algunos les parezca que yo debía haber manifestado todas estas cosas hace mucho tiempo, porque habrían tenido más valor, así sería, si Dios hubiera querido presentarme como profeta, pero creo que no fue así, si así fuera, pienso que, cuando en 1917 me mandó callar, por medio de los que lo representaban, me hubiera mandado hablar. Juzgo entonces, que Dios quiso servirse de mí para recordar al mundo la necesidad que hay de evitar el pecado y reparar las ofensas hechas a Dios, por medio de la oración y de la penitencia”.

 

LA GUERRA PREDICHA EN BALASAR

En una carta a su Director, Alexandrina predice el 10 de septiembre de 1936: “Corre tanto peligro de extenderse estas barbaridades” y se refería a los acontecimientos en España. En enero de 1939 insiste: “El mundo está suspendido por un hilo finísimo”.

En la fiesta del Corazón de Jesús, el 16 de junio de 1939, el Señor la trata como responsable y representante de la humanidad y la amenaza, diciéndole: “En que montón de ruinas no quedará el mundo, conviértete, cambia el rumbo, te pido en el día de mi Divino Corazón, ¡Conviértete! Te pido cuentas de todo”.

La noche del 28 de junio de 1939, Alexandrina tiene una visión que así describe:

“Esta noche la pasé siempre alerta, pocos minutos tuve de descanso, no siento consuelo, me gusta no dormir, para estar alerta, siempre alerta con mi Jesús en los Sagrarios.”

“No sé bien, pero me parece que serían las dos de la mañana, Dios mío, ¡qué horror!, no sabía lo que era, pero parecía la destrucción del mundo, todo se arrasaba, casas, árboles, techados, todo quedaba en montones de ruinas, ¡caso asustador! atrapados en todo esto, veía en número sin cuenta, gente agitarse debajo de aquel tejado y por encima de ellos serpientes hediondas, eran grandes y tan feas, pero no vi salir a nadie de aquellas ruinas, un poco después, vi venir a lo lejos a la querida Madre del Cielo, venía suspendida en lo alto, vestida de blanco, la cabeza baja y la mirada triste. Venía caminando para el frente y al mismo tiempo todas las ruinas desaparecían, todo quedó plano, lo que eran ruinas hediondas, estaba ahora iluminado, pasado algún tiempo se volvió a repetir la destrucción, las ruinas, pero no a al vista de la querida Madrecita”.

La guerra estalló en toda Europa, el 4 de julio de 1940, Alexandrina fue arrebatada en un éxtasis, estaba presente su director espiritual, al que le dictó: “Después de una breve oración y de la oferta de mi misma con las otras víctimas, en unión con la Madre del Cielo, para obtener que Jesús libertara a Portugal del terrible flagelo de la guerra, fui súbitamente escuchada. Jesús tiene prisa en responderme: “Pide y recibirás, pide con confianza, Portugal estará a salvo, pero, ¡Ay de él si no corresponde a tan grande gracia! Confía, es Jesús quien te lo dice y no engaña”.

Y la profecía se verificó, en el éxtasis del 6 de noviembre de 1940, Alexandrina suplica a Jesús para darle la paz al mundo y proteger al Papa, el Señor le responde: “La paz viene, pero a costa de mucha sangre, el Santo Padre será protegido, el dragón soberbio y rabioso, que es el mundo, no tocará su cuerpo, pero su alma será su víctima.”

Cuando en 1943, Hitler había preparado todo para raptar a Pío XII, Alexandrina escribe una larga carta al Santo Padre, para asegurarle que nada le sucedería.

 

EL CUARTO DE ALEXANDRINA AUN HABLA

Es un lenguaje cada vez más elocuente, siento el deber de hablar de esto, para deshacer la afirmación de los que consideran sobrepasado el tiempo de la mística y para responder a los grupos de sociólogos improvisados, que contradicen mi reciente experiencia.

“Una tarde tuve la idea de participar en una mesa redonda, la discusión la controlaba un joven sacerdote, tres jóvenes barbudos y algunas muchachas pintadas de modo excéntrico. Los términos más usados eran: horizontalismo, alineación, espiritualidad de evasión, misticismo cómodo y la sustancia de la conversación fue que el contacto con Dios podía constituir un alivio para no ocuparnos de los hermanos, la mirada al cielo distrae la empresa de la construcción del mundo, menos misticismo y más disponibilidad a los sufrimientos ajenos.”

La tumba de Alexandrina es una prueba de su inconmensurable caridad espiritual para con los pecadores y una llamada a cuantos la visitan para la práctica de la caridad con los necesitados y los que sufren: una llamada a realizar lo que ella realizó durante toda su vida.

En la serie de impresos encasillados en cuadros a la entrada del cuarto, leemos algunos pensamientos que esta excepcional mística escribió en sus diarios:

“Pobres hombres y pobres almas, si nos preocupamos solamente del Cielo, cuantos morirían de hambre y de frío, cuantas almas caerían en la desesperación, ¡Fuiste Tú, mi Jesús, quien predicó y enseñó la caridad!”

“La limosna y la caridad bien practicada es la base de todo, nada hay que ayude a lo espiritual como auxiliar en lo material cuando es necesario. Cuanto bien se le puede hacer a las almas, quitándoles el hambre, cubriendo su cuerpo y protegiéndolos de tantas miserias, ¿no merece Jesús todo esto?”

“Quisiera consolar y confortar a todos, quiero dar alegría a todos los corazones”.

“Quiero practicar el bien, quiero que todos mis actos lleven bondad y dulzura, no soporto saber que los pobrecitos tiene hambre y no tiene que cubrirse, no soporto saber que mis semejantes estén en grandes aflicciones, sean las que fueren, mi corazón a pesar de ser tan malo, sufre, muere por no poder convertirse en pan, agasajos, consuelo y alegría, consolación y bálsamo para los que sufren. Jesús, amo a todos y a todos quiero consolar por Tu amor”.

Transcribimos algunos testimonios:

“Recuerdo a Alexandrina, no tanto como mística, sino por sus virtudes cristianas y humanas, que supo practicar de un modo admirable”.

“En horas de graves angustias, yo estaba segura de encontrar siempre en Alexandrina, un corazón semejante al de mi Dios: hacía prodigios de caridad”.

“El Gobierno piensa en las escuelas, pero creo que sería mejor construir casas para los pobres”.

“Quien amaba tanto al Padre Celeste, debía necesariamente amar al prójimo, era conmovedor observar la generosidad y bondad con que recibía, en su lecho de dolor, tanto a los ricos como a los pobres, a las personas cultas como a las ignorantes, a los amigos y a los extraños”.

Debía de ser así, porque Alexandrina acostumbraba decir: “Amémonos en Dios y con su amor”. Y su corazón, precisamente porque siempre estaba unido al Corazón de Cristo, hasta una mística identificación con Él, se dilató desmedidamente y abrazaba a todos, se conmovía de todo, sentía en sí todo cuanto era del prójimo y daba siempre y se daba completamente. Sus coterráneos, en su muerte, se vistieron de luto durante un mes y comentaban: “¡Murió la madre de Balasar!”.

 

CONSAGRA TU PARROQUIA

El 10 de septiembre de 1936, Jesús le hacía esta profecía y promesa a Alexandrina:
“Te voy a decir como va a ser hecha la Consagración del mundo a la Madre de los hombres y Mi Madre Santísima, que amo tanto.

Será en Roma por el Santo Padre consagrando a Ella el mundo entero y después por los Padres en todas las iglesias del mundo bajo el título de Reina del Cielo y de la tierra, Señora de la Victoria, si el mundo corrupto se convierte y cambia el rumbo, Ella reinará y la victoria será ganada por Ella”.

A los testimonios de Balasar queremos unir los que la historia narra sobre la extraordinaria consagración al Corazón de María en la parroquia parisina de “Nuestra Señora de la Victoria” y a la fundación de la Archicofradía del Corazón de María.

Para el lector atento, el “título” de la parroquia no es nuevo: lo recogieron los labios proféticos de Alexandrina y lo escuchó pronunciar por Pío XII en la oración de la Consagración del mundo. No podemos dejar de ver aquí la trama de una Providencia divina, tanto más que el contenido de esta narración viene a probar lo que fue pedido y prometido en Fátima y Balasar.

En 1832 el Arzobispo de París, D. De Quelen, confió la parroquia al joven sacerdote Carlos Des Genettes, que se dedicó con todo el corazón y celo al bien de las almas de aquella zona árida e indiferente. Desanimado ante la inutilidad de sus esfuerzos, le pidió repetidas veces a su Prelado que lo transfiriera, pero el Arzobispo le respondía siempre: “Rece y confíe”.

Al cabo de cuatro años, viene del Cielo la respuesta, lo describe el mismo:

“Corría el mes de diciembre de 1836, por la fiesta de la Inmaculada (3), ya tenía algún tiempo de párroco y la pobre parroquia se encontraba en un estado miserable, cerca de 18 mil habitantes y ni una sola persona en la iglesia, 35 mujeres en la misa del domingo, ningún hombre cumplía el precepto pascual, yo estaba desolado, me invadió el desánimo, temiendo que mis pecados fueran la causa de este triste estado de las cosas, me decidí a pedir mi dimisión.”

“Un viernes de diciembre, me hallaba más triste y abatido que nunca, comencé la Misa, sólo con mi pequeño ayudante, cuando llegué al “Sanctus”, me asaltó una perturbación extraordinaria.

Me vi obligado a parar, estaba por continuar la Misa, cuando de repente oigo una voz fuerte y distinta, que me dice: “Consagra tu iglesia y parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María”. Espantado, me volteó para atrás con vivacidad, pero no veo a nadie, mi pequeño ayudante seguía jugando tranquilamente con sus dedos.

Se acabó, digo dentro de mí, me voy a volver loco, no más dudas, es preciso que hoy mismo presente mi dimisión al Señor Obispo. Ya más tranquilo con esta resolución, terminé la Santa Misa, sin prestar más atención a la voz extraña que había oído, di de rodillas mi acción de gracias.

Estaba totalmente solo y me preparaba para levantarme, cuando la misma voz, más fuerte y distinta, me repite en un tono de mando que me causa escalofríos: “Consagra tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María”.

Esta vez me convencí, no era ilusión, había entendido bien, cosa extraña, nunca le había tenido gusto a esa devoción, me parecía pueril, casi ridícula.

“Caí de rodillas, lleno de reconocimiento y de emoción. Después de una larga oración, regresé a casa resuelto a escribir sin falta los Estatutos de una Cofradía en honor del Inmaculado Corazón de María para la conversión de los pecadores.

Puse manos a la obra y yo que siempre había hallado difícil redactar, quedé maravillado al ver que escribí de una sola vez, sin corrección alguna, los Estatutos proyectados, una potencia invisible guiaba insistentemente mi mano. Son los mismos Estatutos que existen hoy y fueron aprobados por la Santa Sede.

No sabía que decir, pedí a la Virgen que me diera una prueba de que todo venía de Dios y dije para mí: Si el Señor Arzobispo aprueba la Cofradía, será la señal de que la obra es de Dios.

Fui ese día con el Arzobispo, temiendo un poco que Mons. De Quelen se riera de mí y de mi idea, no me atreví a hablarle de la voz misteriosa que había oído dos veces, me contenté a presentarle el proyecto de los Estatutos, con grande asombro mío, me dice: Quiero Padre, no solamente apruebo esta Cofradía, ordeno que se establezca y quiero que comience el próximo domingo.

“Estábamos a viernes, partí sorprendido y alegre, dos días después, anuncié en el púlpito, en la Misa solemne, a las treinta o cuarenta mujeres que componían el auditorio, que aquella misma tarde comenzarían las reuniones de la Cofradía del Santísimo Corazón de María para la conversión de los pecadores.

En el fondo de mi corazón, con mi pesar, no tenía mucha confianza, al descender, encuentro a los pies del púlpito a un señor, que no había visto al subir, se aproxima a mí y me pregunta, -¡cosa inaudita!- dónde y cuándo podría confesarse.

“En la tarde, latía ansioso mi corazón. No encontraré a nadie en la iglesia, me decía al dirigirme para allá, haré una bella figura con la Cofradía, pero cual fue mi sorpresa al entrar, vi mi pobre iglesia llena y había un tercio de hombres y jóvenes, no podía creerlo, leí y expliqué los Estatutos, se cantaron las laudes de Nuestra Señora y llegando a la invocación: “Refugium peccatorum, ora pro nobis, Refugio de los pecadores, ruega por nosotros”, lloraba como un niño, la Cofradía estaba fundada.

El Padre Des Genettes pretendía más, quería que la Cofradía se extendiera por el mundo entero, así aconteció, la Santísima Virgen distribuyó por su medio multitud de gracias y conversiones.

El 9 de julio de 1838, Pío IX coronaba solemnemente la milagrosa estatua de Nuestra Señora de las Victorias, diciendo: “La Archicofradía del Sagrado Corazón de María es obra de Dios, un pensamiento del Cielo se suscitó en la tierra y será una fuente de gracias para la Iglesia”.

El prodigio ocurrido en París el siglo 19 y las gracias que se dieron, estimulen a las parroquias y a las instituciones y a los fieles a consagrarse al Corazón Inmaculado de María.

Como conclusión de este humilde trabajo, me parece que queda perfectamente la oración escrita y divulgada por San Juan Bosco, grande devoto del Corazón doloroso de María y que previó las batallas de los enemigos de la Iglesia y profetizó que por medio de María se iría a la victoria:

“Oh María, Virgen poderosa,
Tú, la grande e ilustre defensora de la Iglesia,
Tú, Auxiliadora admirable de los cristianos,
Tú, terrible como ejército en orden de batalla,
Tú, que sola destruyes los errores del mundo,
Tú, en nuestras angustias en nuestras luchas, en nuestras necesidades,
Defiéndenos del enemigo,
Y en la hora de nuestra muerte,
Acógenos en las alegrías eternas, Amén”

 

Notas

(1) Jesús, en 1954 confirma: “Por medio de ti fue consagrado el mundo a mi Madre Bendita”. ¿La frase “con una fiesta solemne” significa el modo con que debe de ser hecha la consagración y la institución de una fiesta litúrgica en honor del Corazón de María? El primer Director no nos dejó ninguna explicación sobre esto y a mí se me escapó esta particularidad y nada le pregunté a Alexandrina. La Hermana Lucía es más explicita y le pide a Pío XII una fiesta, extensiva a todo el mundo en honor del Corazón de María.

(2) Pío XII, en mayo de 1948, recomendaba vivamente que la “Consagración se renovara en cada diócesis y parroquia y en cada familia”.

(3) 1832: el P. Carlos Des Genettes toma posesión de la parroquia parisina, en Balasar, el mismo año, aparece la cruz misteriosa. En 1836, el sacerdote oye la invitación de consagrar la parroquia al Corazón de María, en Balasar, en 1936, Jesús dice que los sacerdotes consagrarán al Corazón de María sus parroquias y que el Papa invocará a María como “Señora de la Victoria”. ¿Coincidencias o realizaciones de un plano divino?

Autor: P. Humberto M. Pasquale S.D.B.
Edición: Cavaleiro da Inmaculada
Provincia Salesiana Portuguesa


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Al Inmaculado Corazón de María DEVOCIONES Y ORACIONES Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA

Consagración del Mundo y el Tercer Milenio al Inmaculado Corazón de María

Juan Pablo II en la Misa de Clausura del Jubileo de los Obispos, 8 de octubre de 2000.Consagrarse a María, significa acoger su ayuda, para consagrar el mundo, el hombre, todos los pueblos y la humanidad al que es infinitamente santo.

Juan Pablo II ofrece el testimonio de que la consagración a María significa hacerla entrar en la propia vida espiritual. Ello conduce a la comunión de las personas, nos introduce en la profunda relación interpersonal con la Madre del Señor.
…VER VIDEOS…

Como testimonio de este principio, Juan Pablo II, le ha consagrado la Iglesia, todos los países y todos los pueblos, en el umbral del tercer milenio del cristianismo. Incluyendo a todos los que han creído en Jesucristo reconociendo en él su signo conductor en el viaje de la historia y a toda la humanidad, incluso a los que aún buscan a Cristo.

 

EN JASNA GORA

El 17 de junio de 1999, en el umbral del tercer milenio en Jasna Góra dijo: “Madre de la Iglesia, Virgen Auxiliadora, en la humildad de la fe de Pedro te presento a toda la Iglesia, a todos los continentes, los países y los pueblos que han creído en Jesucristo y lo han reconocido como conductor en el camino de la historia. Te presento a ti, Madre, a toda la humanidad, también a los que aún buscan el camino hacia Cristo. Sé su guía y ayúdales a abrirse a Dios que viene. Te presento a los pueblos del Este y del Oeste, del Norte y del Sur, y a tu materna solicitud consagro a todas las familias de los pueblos. Madre de la fe, de la Iglesia, así como en el cenáculo de Jerusalén rezabas con los Apóstoles de Cristo, permanece con nosotros hoy en el cenáculo de la Iglesia, al final de este segundo milenio de la fe y suplica para nosotros la gracia de la apertura al don del Espíritu Santo”.

 

CONSAGRACIÓN A LOS PIES DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE FÁTIMA, 8 DE OCTUBRE DE 2000

La Consagración Papal del mundo al Corazón Inmaculado ha sido un importantísimo evento, definido por el Comité central del Gran Jubileo en la Santa Sede, como: «un sello mariano para este Año Santo». Se trata de la peregrinación de la imagen de la Virgen de Fátima desde Cova de Iría hasta la Basílica de San Pedro donde culmina con el Acto de Consagración que el Santo Padre hace del Mundo y el Tercer Milenio al Inmaculado Corazón durante la Celebración de la Santa Misa del Jubileo de los Obispos.

Llegó a Roma el 6 de octubre y se trasladó a la Capilla del Apartamento de la Casa Pontificia en el Vaticano. El sábado, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, fue llevada a la Basílica de San Pedro donde fue expuesta para la veneración de los fieles.

1. “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26).
Mientras se acerca el final de este Año Jubilar,
en el que tú, Madre, nos has ofrecido denuevo a Jesús,
el fruto bendito de tu purísimo vientre,
el Verbo hecho carne, el Redentor del mundo,
resuena con especial dulzura para nosotros esta palabra suya
que nos conduce hacia ti, al hacerte Madre nuestra:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”.
Al encomendarte al apóstol Juan,
y con él a los hijos de la Iglesia,
más aún a todos los hombres,
Cristo no atenuaba, sino que confirmaba,
su papel exclusivo como Salvador del mundo.
Tú eres esplendor que no ensombrece la luz de Cristo,
porque vives en Él y para Él.
Todo en ti es “fiat”: Tú eres la Inmaculada,
eres transparencia y plenitud de gracia.
Aquí estamos, pues, tus hijos, reunidos en torno a ti
en el alba del nuevo Milenio.
Hoy la Iglesia, con la voz del Sucesor de Pedro,
a la que se unen tantos Pastores
provenientes de todas las partes del mundo,
busca amparo bajo tu materna protección
e implora confiada tu intercesión
ante los desafíos ocultos del futuro.

2. Son muchos los que, en este año de gracia,
han vivido y están viviendo
la alegría desbordante de la misericordia
que el Padre nos ha dado en Cristo.
En las Iglesias particulares esparcidas por el mundo
y, aún más, en este centro del cristianismo,
muchas clases de personas
han acogido este don.
Aquí ha vibrado el entusiasmo de los jóvenes,
aquí se ha elevado la súplica de los enfermos.
Por aquí han pasado sacerdotes y religiosos,
artistas y periodistas,
hombres del trabajo y de la ciencia,
niños y adultos,
y todos ellos han reconocido en tu amado Hijo
al Verbo de Dios, encarnado en tu seno.
Haz, Madre, con tu intercesión,
que los frutos de este Año no se disipen,
y que las semillas de gracia se desarrollen
hasta alcanzar plenamente la santidad,
a la que todos estamos llamados.

3. Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera,
rogándote que nos acompañes en nuestro camino.
Somos hombres y mujeres de una época extraordinaria,
tan apasionante como rica de contradicciones.
La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita.
Puede hacer de este mundo un jardín
o reducirlo a un cúmulo de escombros.
Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir
en las fuentes mismas de la vida:
Puede usarlas para el bien, dentro del marco de la ley moral,
o ceder al orgullo miope
de una ciencia que no acepta límites,
llegando incluso a pisotear el respeto debido a cada ser humano.
Hoy, como nunca en el pasado,
la humanidad está en una encrucijada.
Y, una vez más, la salvación está sólo y enteramente,
Oh Virgen Santa, en tu hijo Jesús.

4. Por esto, Madre, como el apóstol Juan,
nosotros queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27),
para aprender de ti a ser como tu Hijo.
¡“Mujer, aquí tienes a tus hijos”!.
Estamos aquí, ante ti,
para confiar a tus cuidados maternos
a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo,
para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo,
el Espíritu de verdad que es fuente de vida.
Acógelo por nosotros y con nosotros,
como en la primera comunidad de Jerusalén,
reunida en torno a ti el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14).
Qué el Espíritu abra los corazones a la justicia y al amor,
guíe a las personas y las naciones hacia una comprensión recíproca
y hacia un firme deseo de paz.
Te encomendamos a todos los hombres,
comenzando por los más débiles:
a los niños que aún no han visto la luz
y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento;
a los jóvenes en busca de sentido,
a las personas que no tienen trabajo
y a las que padecen hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas,
a los ancianos que carecen de asistencia
y a cuantos están solos y sin esperanza.

5. Oh Madre, que conoces los sufrimientos
y las esperanzas de la Iglesia y del mundo,
ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas
que la vida reserva a cada uno
y haz que, por el esfuerzo de todos,
las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.
A ti, aurora de la salvación, confiamos
nuestro camino en el nuevo Milenio,
para que bajo tu guía
todos los hombres descubran a Cristo,
luz del mundo y único Salvador,
que reina con el Padre y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos. Amén.

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Juan Pablo II Acto de Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María

 
 

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Apariciones y Visiones Foros de la Virgen María FOROS DE LA VIRGEN MARÍA Reflexiones REFLEXIONES Y DOCTRINA

Consecuencias de la Consagración de Rusia: los pedidos de Jesús y María

El 13 de junio de 1929, mientras la Hermana Lucía estaba en el noviciado de las Hermanas Doroteas en Tuy, España, Nuestra Señora cumplió Su promesa del 13 de julio de 1917: “Vendré a pedir la consagración de Rusia…” escribe la Hermana Lucía que, estando ella una noche sola… en medio de la capilla… cuando la única luz era la de la lámpara:

TODO SOBRE FÁTIMA

Virgen de Fátima, Portugal ( 13 de mayo)
Los Videntes de Fátima
Aparición y mensajes del Ángel, en Fátima
Las seis apariciones de Nuestra Señora de Fátima en 1917
Ultima aparición de la Virgen de Fátima, la danza del sol, Portugal ( 13 de octubre)
El secreto de Fátima
Cronología de Fátima: 3º secreto y consagración de Rusia
El cuarto secreto de Fátima, o segunda parte del tercer secreto
El pedido de la Virgen respecto a Rusia
Aparición de Rianjo a la hermana Lucía de Fátima ( agosto 1931)
Consecuencias de la Consagración de Rusia: los pedidos de Jesús y María
Una visión del mundo con base en Fátima
Devociones a Fátima

De repente, se iluminó toda la capilla con una luz sobrenatural y sobre el altar apareció una cruz de luz que llegaba hasta el techo. En una luz más clara se veía, en la parte superior de la cruz, un rostro de un Hombre y Su Cuerpo hasta la cintura. Sobre su pecho había una paloma igualmente luminosa. Y clavado en la cruz, el cuerpo de otro hombre. Un poco por debajo de la cintura, suspendido en el aire, se veía un Cáliz y una Hostia grande sobre la cual caían unas gotas de Sangre que corrían a lo largo del Rostro del Crucificado y de una herida en Su pecho. Escurriendo por la Hostia, esas gotas caían dentro del Cáliz.

Bajo el brazo derecho de la Cruz estaba Nuestra Señora con Su Inmaculado Corazón en Su Mano … (Era Nuestra Señora de Fátima con Su Inmaculado Corazón … en Su mano izquerda … sin espada ni rosas, pero con una corona de espinas y llamas). Bajo el brazo izquierdo (de la Cruz), unas grandes letras, como si fueran de agua clara cristalina, que corrían hacia el altar, formaban estas palabras: ‘Gracia y Misericordia’. Comprendí que me era mostrado el misterio de la Santísima Trinidad y recibí luces sobre este misterio que no me es permitido revelar.

Luego Nuestra Señora dijo a la Hermana Lucía:

«Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón; prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir Reparación. Sacrifícate por esta intención y reza».

El pedido de la solemne y pública Consagración de Rusia por el Papa y todos los obispos católicos, expresado por intermedio de Nuestra Señora a la Hermana Lucía, es un pedido hecho por Dios mismo. En Tuy, Nuestra Señora dijo a Lucía: “Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga…”

Durante casi 1.000 años el rechazo de la Santísima Voluntad de Dios, y de Dios mismo, ha ido escalando. En 1054 el cisma ortodoxo comenzó cuando ellos dijeron “sí” a Dios, “sí a Cristo”, “sí” a Su Iglesia, pero “no” al Papa — Vicario de Jesucristo.

Ellos lo reconocen como “el primero entre iguales”, pero no reconocen su primacía de jurisdicción sobre todos los Patriarcas, Cardenales y obispos de la Iglesia.

En 1517, Martín Lutero dijo “sí” a Dios, “sí” a Cristo, “no” a la Iglesia Católica y “no” al Papa. Él proclamó tener fidelidad a Dios y a Nuestro Señor, pero rechazó a la Iglesia. Por lo que, es imposible permanecer fiel a Cristo cuando se rechaza a Su Esposa, la Iglesia.

En 1717 la Francmasonería dijo “sí” a Dios, “no” a Cristo, “no” a la Iglesia Católica y “no” al Papa. Ellos pretendieron reconocer a Dios (no al verdadero Dios, sino a su propia concepción de Dios), pero ya no quisieron a Cristo y a Su Iglesia. De nuevo, es imposible servir a Dios mientras se rechaza a Su Hijo: “Yo y el Padre somos uno,” dijo Nuestro Señor.

Finalmente, en 1917 Lenín dijo “no” a Dios, a Cristo, a la Iglesia Católica y al Papa. Con el Comunismo, vemos la culminación de lo que había comenzado con el cisma ortodoxo y con la herejía luterana: el rechazo descarado no solo de la Iglesia Católica, sino también el rechazo de Jesucristo e incluso de toda noción de un Dios Todopoderoso.

La Consagración de Rusia revertirá el alzamiento y la rebelión contra Dios, iniciada con el cisma ortodoxo de 1054, favorecida por la herejía de Lutero de la sola scriptura, incrementada por la apostasía de la Francmasonería e intensificada por el Comunismo.

Son estos “No” los que serán revertidos por la consagración de Rusia. Como dijo Nuestro Señor, la Iglesia es Su Esposa. Usted lo encontrará en la Carta a los Efesios. No podemos estar con Cristo y contra Su Iglesia, como enseñó Lutero. No podemos estar con Dios y contra Cristo, como dijo Nuestro Señor a los Fariseos: “Si Dios fuera vuestro Padre, vosotros me aceptaríais porque Yo soy la imagen de Mi Padre. Yo y el Padre somos Uno. No, vuestro padre es el diablo”. Dios Hijo es la imagen del Padre. “Felipe. ¿No sabes que Yo y el Padre somos Uno? Tú me has visto, tú has visto al Padre”.

Así, en cierto sentido, Marx lo estaba cumpliendo, al decir “No” a Dios, ese “No” es inseparable del “No” a Cristo, “No” a Su Iglesia y “No” a Su Vicario sobre la tierra. Pero todas estas cosas serán revertidas por la consagración y la conversión de Rusia. Incluso el “No” de los ortodoxos, negando la primacía del Papa en 1054, será revertido.

Así, cuando finalmente se logre la Consagración de Rusia y la paz mundial, deberíamos recordar que esta no vino por ninguno de los hombres, ni por todos ellos juntos. Ni siquiera por los méritos del Santo Padre, sino por los méritos de Nuestra Señora.

Al mismo tiempo, Dios quiere también que todo el mundo vea la importancia de la condición única del Santo Padre y de los obispos católicos y, en realidad, de la Iglesia Católica. Y es por eso que Él ha insistido que no solo sea el Santo Padre, sino los obispos católicos junto con el Santo Padre quienes realicen ese acto, para que el mundo vea la relación directa entre la Rusia convertida y el Papa y los obispos, que cumplieron ese acto de consagración al Inmaculado Corazón de María.

Dios ha dado a la Iglesia y al mundo este plan inmutable para obtener la paz mundial, solo por medio de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María a realizar por el Papa y los obispos católicos. El Dios Omnipotente ha decretado demostrar así, a la Iglesia y al mundo, no solo la necesidad y la importancia de la devoción a Nuestra Señora, sino también demostrar por esta consagración de Rusia y la paz mundial subsiguiente, que El ha fundado solo una Iglesia, la Iglesia Católica y que Él ha establecido dentro de ella esa jerarquía de la Iglesia Católica, y ha dado al Papa la primacía de autoridad en la Iglesia.

Como Dios ha sido insultado públicamente por el ateísmo comunista, error principal de Rusia del cual nos advirtió Nuestra Señora en 1917, Él pide que se haga reparación pública por esa grave blasfemia, por medio de una re-dedicación del país y de los pueblos de Rusia al servicio de Dios. Sin embargo, Él ha ordenado que se haga de una manera determinada.

Dios desea que la Consagración de Rusia venga de manos de Su Madre Santísima, quien no solo hará más agradable a Él esa consagración, sino que Ella atraerá al mundo a Su Inmaculado Corazón, por medio de la paz subsecuente que Ella le dará.

Poco antes de su muerte, la Beata Jacinta de Fátima le dijo a su prima Lucía, “Ya me falta poco para ir al Cielo. Tu quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando sea el momento de decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del Inmaculado Corazón de María; que se las pidan a Ella; que el Corazón de Jesús quiere que, a su lado se venere el Inmaculado Corazón de María; que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios se la entregó a Ella.”

 

LA CONSAGRACIÓN DE RUSIA: CONSECUENCIAS PARA EL MUNDO

Muchos no se dan cuenta que Dios ya nos ha dado una vislumbre de lo que sucederá cuando el Papa y todos los obispos católicos del mundo consagren Rusia al Inmaculado Corazón de María.

Eso ocurrió en Portugal, después de que los obispos portugueses consagraran solemnemente su país al Inmaculado Corazón de María el 13 de mayo de 1931.

Como resultado de esa consagración, Portugal experimentó un triple milagro:

1. Hubo un Renacimiento Católico magnificente, durante el cual ocurrió un notable resurgimiento de la vida católica;

2. Tuvo lugar una milagrosa reforma política y social, de acuerdo con los principios sociales católicos; y

3. Hubo un doble milagro de paz, durante el cual Portugal fue librada tanto de la Guerra Civil Española como de la Segunda Guerra Mundial.

El Cardenal Cerejeira, Patriarca de Portugal, afirmó que las gracias arriba mencionadas, que transformaron completamente la nación, se debieron a Nuestra Señora de Fátima. El afirmó: “Para expresar lo que ha estado ocurriendo aquí durante veinticinco años, el vocabulario portugués no tiene sino una palabra: milagro. Sí, estamos convencidos que debemos la maravillosa transformación de Portugal a la protección de la Santísima Virgen”.

El Cardenal afirmó también, que las múltiples bendiciones que Nuestra Señora obtuvo para Portugal son una muestra de lo que Ella obtendrá para el mundo entero, una vez que Rusia sea consagrada debidamente a Su Inmaculado Corazón. “Lo que ha estado ocurriendo en Portugal proclama el milagro”, afirmó. “Y prefigura lo que el Inmaculado Corazón de María ha preparado para el mundo.”

Con la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón, y el Triunfo del Inmaculado Corazón, el mundo entero experimentará las gracias que Portugal experimentó luego de su consagración. Pero, estas serán a escala mundial, y, necesariamente, ¡mucho más notables! Habrá paz a lo largo del mundo. Las naciones aceptarán el reinado de Cristo Rey, y basarán así sus leyes en Sus Leyes. Y la Iglesia Católica será renovada, y todas las gentes y todas las naciones se convertirán a la práctica ferviente de la Fe Católica.

Para una descripción más detallada de la transformación milagrosa de Portugal, que fue la vista previa de lo que el mundo entero experimentará cuando se haga la Consagración Colegial de Rusia.

 

POR EL NO CUMPLIMIENTO

La historia ha demostrado los resultados de la omisión de consagrar Rusia por parte del Papa y los obispos. Hemos visto guerras incontables y conflictos: la 2a. Guerra Mundial; las guerras de Corea y de Vietnam; incontables revoluciones sangrientas en África, América Latina y el Sudeste Asiático, la reciente Guerra de Iraq, etc. También tenemos la guerra que se está librando contra los no-nacidos, en la que son asesinados 50 millones de bebés cada año en el mundo.

Por todo lo que ocurre a nuestro alrededor, tenemos la evidencia que no estamos viviendo en el período de paz prometido por Nuestra Señora de Fátima. Sin embargo, todos estos horribles castigos podrían haber sido evitados, y los futuros problemas se evitarán, por la Consagración de Rusia. Ha sido la demora del Papa y los obispos en el cumplimiento de la orden de Dios de realizar la Consagración Colegial de Rusia al Inmaculado Corazón de María, lo que ha permitido que hubieran ocurrido las terribles devastaciones del siglo pasado — después de 1929, cuando fue dada la orden formal para la Consagración. La destrucción continuará intensificándose si no se obtiene la conversión de Rusia; veremos la predicha esclavización de todo el mundo, y la aniquilación real de varias naciones.

Así, las consecuencias de no cumplir con la realización de ese simple acto de consagración son inconmensurables. Debemos rezar para que se haga pronto, y nos veamos librados de la esclavización y la aniquilación. Tal como el primer Papa, San Pedro, fue liberado de la prisión por las oraciones de los primeros cristianos, nuestro Papa actual puede ser igualmente ayudado por nuestras oraciones, para que finalmente obedezca los pedidos del Cielo y consagre Rusia al Inmaculado Corazón de María.

Fuentes: www.fatima.org y  otros

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Frutos de la Consagración de Portugal al Inmaculado Corazón de María

En 1931 los Obispos portugueses consagraron el país al Inmaculado Corazón de María y lo renovaron en 1938. Entre medio la beata Alexandrina predicó la Consagración del mundo, lo que Pio XII hizo en 1942.

¿Qué sucedió e Portugal luego de la Consagración?. Cuando el Papa y todos los obispos católicos del mundo consagren Rusia al Inmaculado Corazón de María, ¿cual será el resultado? ¿Como será el prometido Triunfo del Inmaculado Corazón de María?

Muchos no se dan cuenta que Dios ya nos ha dado una vislumbre. Eso ocurrió en Portugal, después de que los obispos portugueses consagraran solemnemente su país al Inmaculado Corazón de María el 13 de mayo de 1931.

 

EL RESULTADO DE PORTUGAL

Como resultado de esa consagración, Portugal experimentó un triple milagro:

1. Hubo un Renacimiento Católico magnificente, durante el cual ocurrió un notable resurgimiento de la vida católica;El Cardenal Cerejeira, Patriarca de Portugal, afirmó que las gracias arriba mencionadas, que transformaron completamente la nación, se debieron a Nuestra Señora de Fátima. El afirmó: “Para expresar lo que ha estado ocurriendo aquí durante veinticinco años, el vocabulario portugués no tiene sino una palabra: milagro. Sí, estamos convencidos que debemos la maravillosa transformación de Portugal a la protección de la Santísima Virgen”.

2. Tuvo lugar una milagrosa reforma política y social, de acuerdo con los principios sociales católicos; y

3. Hubo un doble milagro de paz, durante el cual Portugal fue librada tanto de la Guerra Civil Española como de la Segunda Guerra Mundial.

El Cardenal afirmó también, que las múltiples bendiciones que Nuestra Señora obtuvo para Portugal son una muestra de lo que Ella obtendrá para el mundo entero, una vez que Rusia será consagrada debidamente a Su Inmaculado Corazón. “Lo que ha estado ocurriendo en Portugal proclama el milagro”, afirmó. “Y prefigura lo que el Inmaculado Corazón de María ha preparado para el mundo.”

Con la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón, y el Triunfo del Inmaculado Corazón, el mundo entero experimentará las gracias que Portugal experimentó luego de su consagración. Pero, estas serán a escala mundial, y, necesariamente, ¡mucho más notables! Habrá paz a lo largo del mundo. Las naciones aceptarán el reinado de Cristo Rey, y basarán así sus leyes en Sus Leyes. Y la Iglesia Católica será renovada, y todas las gentes y todas las naciones se convertirán a la práctica ferviente de la Fe Católica.

Para una descripción más detallada de la transformación milagrosa de Portugal, que fue la vista previa de lo que el mundo entero experimentará cuando se haga la Consagración Colegial de Rusia, ver “La consagración de Portugal (1931, 1938) y sus frutos”.

 

POR EL NO CUMPLIMIENTO

La historia ha demostrado los resultados de la omisión de consagrar Rusia por parte del Papa y los obispos. Hemos visto guerras incontables y conflictos: la IIa. Guerra Mundial; las guerras de Corea y de Vietnam; incontables revoluciones sangrientas en África, América Latina y el Sudeste Asiático, la reciente Guerra Irakí, etc. También tenemos la guerra que se está librando contra los no-nacidos, incluso en nuestro propio suelo, en la que son asesinados 50 millones de bebés cada año en el mundo.

Por todo lo que ocurre a nuestro alrededor, tenemos la evidencia que no estamos viviendo en el período de paz prometido por Nuestra Señora de Fátima. Sin embargo, todos estos horribles castigos podrían haber sido evitados, y los futuros problemas se evitarán, por la Consagración de Rusia. Ha sido la demora del Papa y los obispos en el cumplimiento de la orden de Dios de realizar la Consagración Colegial de Rusia al Inmaculado Corazón de María, lo que ha permitido que hubieran ocurrido las terribles devastaciones del siglo pasado — después de 1929, cuando fue dada la orden formal para la Consagración. La destrucción continuará intensificándose si no se obtiene la conversión de Rusia; veremos la predicha esclavización de todo el mundo, y la aniquilación real de varias naciones.

Así, las consecuencias de no cumplir con la realización de ese simple acto de consagración son inconmensurables. Debemos rezar para que se haga pronto, y nos veamos librados de la esclavización y la aniquilación. Tal como el primer Papa, San Pedro, fue liberado de la prisión por la oraciones de los primeros cristianos, nuestro Papa actual puede ser igualmente ayudado por nuestras oraciones, para que finalmente obedezca los pedidos del Cielo y consagre Rusia al Inmaculado Corazón de María.

 

LAS CONSAGRACIONES DE PORTUGAL (1931, 1938) Y SUS FRUTOS

Cuando el Papa, junto con todos los obispos del mundo, consagre Rusia al Inmaculado Corazón de María, ¿que veremos?, ¿como será el Triunfo del Inmaculado Corazón de María? Mucha gente no sabe que Nuestra Señora ya dio al mundo un indicio, un preludio, de como será el Triunfo de Su Inmaculado Corazón. Ella hizo eso en Portugal después de que los obispos portugueses consagraron su nación — por su nombre — al Inmaculado Corazón, el 13 de mayo de 1931.

Tal parece que Nuestra Señora usó a Portugal para demostrar en un nivel nacional lo que Ella hará con el mundo entero cuando el Papa, en unión con los obispos del mundo, consagre Rusia a Su Inmaculado Corazón. Quizás Nuestra Señora también nos dio esta prevista para que una insípida y pan-religiosa ‘civilización del amor’, nunca pueda disfrazarse exitosamente como el Triunfo de la Reina del Cielo.

 

LA CONSAGRACIÓN DE PORTUGAL (1931)

El 13 de mayo de 1931, en presencia de 300.000 fieles, quienes habían ido a Fátima para el evento, los obispos de Portugal consagraron solemnemente su nación al Inmaculado Corazón de María. Estos buenos obispos pusieron Portugal bajo la protección de Nuestra Señora, para preservarla del contagio comunista que se estaba difundiéndose a través de Europa, y especialmente en España. Como resultado de esa Consagración, Portugal experimentó un triple milagro. Nosotros trazaremos aquí las líneas generales de este milagro.

1) Hubo un magnífico renacimiento católico, un gran renacimiento de la vida católica, tan notable que aquellos quienes vivieron a través de él, lo atribuyeron, incuestionablemente, a la obra de Dios. Durante ese período, Portugal gozó de un drástico aumento en las vocaciones sacerdotales. El número de religiosos casi se cuadruplicó en 10 años. Las comunidades religiosas crecieron igualmente. Hubo una vasta renovación de la vida cristiana, que se mostró en muchas áreas, incluyendo el desarrollo de la prensa católica, la radio católica, las peregrinaciones, los retiros espirituales, y un robusto movimiento de Acción Católica se integró en el marco de la vida parroquial y diocesana.

Este renacimiento católico fue de tal magnitud, que los obispos de Portugal, declararon en una Carta Pastoral colectiva de 1942: “Cualquiera que hubiera cerrado los ojos hace veinticinco años y los
abriera ahora, ya no reconocería a Portugal; tan vasta es la transformación obrada por el modesto e invisible factor de la aparición de la Santísima Virgen en Fátima. Verdaderamente, Nuestra Señora quiere salvar a Portugal”.1

2) Hubo un milagro de reforma política y social, de acuerdo con los principios sociales católicos. Poco después de la Consagración de 1931, un lider católico ascendió al poder en Portugal, Antonio Salazar, quien inauguró un programa católico contra-revolucionario. Salazar procuró crear, tanto como le fue posible, un orden social católico en donde las leyes del gobierno y las instituciones sociales harmonizaran con la Ley de Cristo, Su Evangelio y Su Iglesia.2 Fiero adversario del socialismo y del liberalismo, se opuso “a todo lo que rebaja, divide o disuelve la familia”.3

El presidente Salazar no solamente lo dijo: él promugó una legislación para protejer a la familia, incluyendo leyes que reprobaban el divorcio. Una de tales leyes decía, “En armonía con las características esenciales del Matrimonio católico: es comprensible que por el mismo hecho de la celebración de un Matrimonio canónico, los esposos renuncian al derecho legal de pedir el divorcio”.4 El efecto de esta ley fue que los Matrimonios católicos no disminuyeron en número, sino que se incrementaron, ya que para 1960, cerca del 91 por ciento de los que se celebraron en el país fueron Matrimonios canónicos.

Esa es una civilización de amor y no la que tenemos a la vista, entrados en el Tercer Milenio.

3) Y hubo un doble milagro de paz como resultado de la Consagración. Portugal fue preservada del terror comunista, especialmente el de la Guerra Civil Española, que bramó a sus puertas. Portugal también fue preservada de las devastaciones de la Segunda Guerra Mundial.

 

LA CONSAGRACIÓN DE PORTUGAL (1938)

En lo referido a la Guerra Civil Española, los obispos portugueses habían prometido en 1936 que si Nuestra Señora protegía a Portugal del Comunismo, ellos expresarían su gratitud renovando la Consagración Nacional al Inmaculado Corazón de María. Fieles a su palabra, el 13 de mayo de 1938, ellos renovaron la Consagración de Portugal al Inmaculado Corazón en acción de gracias por la protección de Nuestra Señora. El Cardenal Cerejeira reconoció públicamente:

Desde que Nuestra Señora de Fátima se apareció en 1917 … Una especial bendición de Dios ha descendido sobre la tierra de Portugal … especialmente si nosotros consideramos los dos años que han pasado desde nuestro voto, uno no puede dejar de reconocer que la mano invisible de Dios ha protegido a Portugal, librándola del flagelo de la guerra y de la lepra del ateísmo comunista.

Incluso, el Papa Pío XII expresó asombrado que Portugal fue librada de los horrores de la Guerra Civil Española y de la amenaza comunista. En una alocución al pueblo portugués, el Papa habló “del Peligro Rojo, tan amenazante y tan cercano a vosotros, y sin embargo evitado de manera tan inesperada.”5

Los portugueses pasaron este primer peligro indemnes, pero inmediatamente había un segundo peligro que saltaba a la vista. Iba a estallar la 1ª Guerra Mundial.

El 6 de febrero de 1938, siete meses antes de la declaración de la guerra, la Hermana Lucía escribió a su obispo, Mons. da Silva. Ella le dijo que la guerra era inminente, pero luego habló de una promesa milagrosa. Ella dijo: “en esta guerra horrible, Portugal será librada por la consagración nacional al Inmaculado Corazón de María hecha por los obispos.”6

Y Portugal fue librada de los horrores de la guerra; los detalles de esto son muy numerosos para ser relatados aquí.7 Aún más notable, la Hermana Lucía escribió al Papa Pío XII el 2 de diciembre de 1940, para decirle que Portugal estaba recibiendo protección especial durante la guerra, que otras naciones hubieran recibido si los obispos hubieran consagrado sus naciones al Corazón Inmaculado de María. Así lo escribió:

Santísimo Padre: Nuestro Señor promete que, durante la guerra, nuestro País recibirá una protección especial, gracias a la Consagración de Portugal al Corazón Inmaculado de María, realizada por los Prelados portugueses; y sirve como prueba de las gracias que le serían concedidas a otras naciones, si también fuesen consagradas a Ella.8

De la misma manera, el Cardenal Cerejeira no dudó en atribuir a Nuestra Señora de Fátima las grandes gracias que habían sido obtenidas por Portugal durante ese tiempo. El 13 de mayo de 1942, él dijo,

Para expresar lo que ha estado ocurriendo aquí durante veinticinco años, el vocabulario portugués no tiene sino una palabra: milagro. Sí, estamos firmemente convencidos de que debemos a la protección de la Santísima Virgen la maravillosa transformación de Portugal.9

El Cardenal Cerejeira explicó más adelante que las milagrosas bendiciones que Nuestra Señora obtuvo para Portugal debido a la Consagración de 1931, fueron una visión anticipada de lo que Ella haría por el mundo entero después que Rusia fuera consagrada debidamente a Su Inmaculado Corazón. El Cardenal dijo: “Lo que ha ocurrido en Portugal proclama el milagro, y preanuncia lo que Inmaculado Corazón de María ha preparado para el mundo”.10

Por tanto, no es difícil de comprender porqué en ese tiempo Portugal fue llamado la “Vidriera de Nuestra Señora”. Y ese triple milagro de Portugal no es sino una presentación de como la Consagración colegial de Rusia afectará a Rusia y al mundo.

Notas:
1. Carta Pastoral Colectiva para el Jubileo de las Apariciones, en 1942, Merv. XX’s, p. 338. Citada de The Whole Truth About Fatima, Vol. II: The Secret and the Church, Frère Michel de la Sainte Trinité (edición inglesa, Immaculate Heart Publications, Buffalo, NY, 1989) p. 410.
2. La influencia de Salazar en el gobierno portugués fue creciendo desde 1928. En 1933 se convirtió en Presidente del Consejo. Más tarde, Salazar recibió el elogio y la bendición del Papa Pío XII. El Papa Pío dijo: “Lo bendigo con todo mi corazón, y abrigo el deseo más ardiente que pueda completar exitosamente su obra de restauración nacional, tanto espiritual como material”. Citado de The Whole Truth About Fatima, Vol. II, p. 412.
3. Ibid., p. 415. (palabras textuales de Salazar)
4. Ibid., p. 421.
5. Ibid., p. 422.
6. Ibid., p. 427-428.
7. Ver The Whole Truth About Fatima, Vol. II, pp. 369-439.
8. Ibid., p. 428.
9. Ibid., p. 405. El Cardenal Cerejeira dijo estas palabras en 1942, durante el Jubileo en celebración de las apariciones de Fátima.
10. Cardenal Cerejeira, Prefacio a Jacinta (1942), Obras Pastorais, Vol. II, p. 333. Cf. también su homilía del 13 de mayo de 1942, Merv. XX’s, p. 339. Citado de The Whole Truth About Fátima, Vol. II, p. 437.

Fuente: www.fatima.org

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Catolicismo Eventos NOTICIAS Noticias 2013 - enero - agosto Papa Signos extraordinarios de la Iglesia Vaticano

La significación oculta de la consagración del vaticano a San Miguel Arcángel

Invocación al poder sobrenatural para combatir la corrupción.

 

Hece 15 días informábamos que el 5 de abril el papa Francisco había consagrado el Vaticano a San miguel Arcángel, ver aquí el artículo. Pero además de dar la noticia, poco se ha comentado, incluso por nosotros sobre las trascendencia del hecho.

 

escultura de san miguel arcangel del vaticano

 

Rumiando el hecho y las palabras de Francisco, se ve clara la conexión entre la prédica del papa sobre la actividad del demonio y la cuestión de lo que es necesario para para lograr la reforma que se necesita en la curia romana y en la iglesia en general.

La escultura presenta dramáticamente lo que seguramente quiso expresar Francisco, muestra a San Miguel Arcángel luchando con el diablo, y está colocada en el Estado Ciudad del Vaticano, para que todos los que viven y trabajen allí tengan la protección del arcángel.

Y esto es lo que dijo Francisco:

En los jardines del Vaticano hay varias obras de arte. Pero esta que se ha añadido, cobra especial importancia, en su lugar, así como el significado que expresa. De hecho, no es sólo una celebración, sino una invitación a la reflexión y la oración, que encaja muy bien en el Año de la fe. Miguel, que significa ‘Quién como Dios’, es el campeón de la primacía de Dios, de su trascendencia y poder. Miguel se esfuerza por restablecer la justicia divina y defiende al pueblo de Dios de sus enemigos, sobre todo del enemigo por excelencia, el diablo.

En la Ciudad del Vaticano a San Miguel Arcángel, le pido que nos defienda del maligno y lo destierre.

El enfoque del Papa Francisco sobre el diablo ha suscitado comentarios en la prensa secular, no sin razón. La mente secular piensa que muestra que bien, o él es una especie de maníaco religioso, o por lo menos es curiosamente anticuado en su idioma.

Pero el muestra que realmente conoce que todos estamos, en nuestra vida, en una continua batalla contra el mal. Este es un enfoque constante del pensamiento y de la enseñanza del Santo Padre.

Como Sandro Magister escribió recientemente,

Francisco «se refiere a [el diablo] continuamente. Lo combate sin tregua. Él no cree que sea un mito, sino una persona real, el enemigo más insidioso de la Iglesia».

Y ahora ha invocado la protección del Santo Arcángel sobre Ciudad del Vaticano, y ha rogado que vaya a expulsar al maligno de ese lugar.

Ve por lo tanto, que se desarrolla en ese lugar una lucha entre el bien y el mal. Recuerden estas palabras de Francisco,

«… es difícil. En la Curia, también hay personas santas, en realidad, hay personas santas. Pero también existe una corriente de corrupción, es cierto … Hay un ‘lobby gay’, y es verdad, que está ahí … Tenemos que ver lo que podemos hacer …. «

El Santo Padre claramente ve la expulsión del maligno de su pequeño reino como una prioridad principal, y  nosotros debemos recordar, también, que la reforma de la curia romana no es sólo una cuestión de la limpieza de su desorganización funcional, es cuestión de sacar el mal real, la «corriente de corrupción», que a la que aludió el Papa Benedicto XVI.

El papa Francisco también rezó el viernes para que San Miguel interceda para ayudar,

a «hacernos victoriosos sobre las tentaciones del poder, la riqueza y sensualidad» y mantener a los empleados del Vaticano fuertes en «la buena batalla de la fe».

Porque si una cosa es cierta, es que el diablo siempre está más activo donde está más amenazado, y el debilitamiento demoníaco de los que dirigen la Iglesia, a todos los niveles, ha sido a través de los siglos una táctica satánica obvia, a menudo – y ciertamente hoy – terriblemente exitosa dentro de la propia Curia Romana.

Es bastante seguro de que este Papa ve la corrupción que ha superado a su administración como inspirada por el maligno, y ahora, en la consagración del Vaticano a la protección del Arcángel y pidiéndole que lo defienda del mal y lo destierre, pide un arcángel activo que tenga una especial protección sobrenatural sobre su obra de reforma.

Está claro que esta es una de las acciones más potentes que el Papa ya ha adoptado para dar marcha atrás a la «corriente de la corrupción» dentro de la Curia Romana: colocar al Vaticano y a todos los que trabajan allí bajo la protección y la influencia del San Arcángel Miguel.

Todos los católicos deben rezar para que prevalezca en esa batalla.

En el banner de arriba de nuestro sitio estamos invocando a volver a la oración a San Miguel Arcángel al finalizar la misa, para combtir la ola del mal que zota la tierra. La sugerencia es que una vez que el sacerdote diga “Vayamos en paz” y nosotros le contestemos “demos gracias a Dios”, rezar en forma individual la oración “San Migel Arcángel, defiéndenos en la batalla…”

Fuentes: Crisis Magazine, Signos de estos Tiempos

 

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Catolicismo Eventos Liturgia y Devociones NOTICIAS Noticias 2013 - enero - agosto Papa Signos extraordinarios de la Iglesia Virgen María

El 13 de mayo, en Cova da Iría, se consagró el pontificado de Francisco a la Virgen de Fátima [13-05-13]

Al igual que lo hicieron los últimos papas.
El pontificado del papa Francisco fue consagrado el lunes 13 de mayo a la protección a la Virgen María, en una misa que se realizó en el santuario de Fátima. La misma fue realizada por el cardenal patriarca de Lisboa, José Policarpo, unido a los obispos presentes, mayoritariamente portugueses y ante casi unas 300.000 personas presentes en la explanada del santuario.

 

cardenal policarpo

 

Cerca de 570.000 personas fueron al Santuario de Fátima para los 96 años de su aparición, 300.000 el domingo y 270.000 el lunes. Entre los peregrinos que participaron del acontecimiento, más de 37.000 llegaron a pie, desde varios puntos del país. En los dos días se derritieron en el portavelas del santuario, más de 26 toneladas de velas, informó la agencia Lusitana.

TEXTO DE CONSAGRACIÓN DEL PONTIFICADO DEL PAPA FRANCISCO A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

Fue leído por el cardenal patriarca de Lisboa, José Policarpo, al concluir la misa del 13 de mayo en el santuario de Fátima.

Estamos a vuestros pies los obispos de Portugal y esta multitud de peregrinos, en el 96 aniversario de vuestra aparición a los pastorcitos en la Cova de Iría, para dar cumplimiento al deseo del papa Francisco claramente expresado, de que os consagremos, Virgen de Fátima, su ministerio como obispo de Roma y pastor universal.

Así os consagramos Señora, a Vos que sois Madre de la Iglesia, el ministerio del nuevo papa: llenad su corazón de la ternura de Dios, que habéis experimentado como nadie, de manera que él pueda abrazar a todos los hombres y mujeres de este tiempo con el amor de vuestro hijo Jesucristo. La humanidad contemporánea necesita sentirse amada, por Dios y por la Iglesia. Solamente sintiéndose amada vencerá la tentación de la violencia, del materialismo, del olvido de Dios, de la pérdida del rumbo. Y será conducida por Vos a un mundo nuevo en el que el amor reinará.

Dadle el don del discernimiento, para saber identificar los caminos de la renovación de la Iglesia. Dadle el coraje para no dudar en seguir los caminos sugeridos por el Espíritu Santo, amparadle en las horas duras del sufrimiento, a vencer en la caridad las probaciones que la renovación de la Iglesia le traerá. Estad siempre a su lado, pronunciando con él aquellas palabras que bien conocéis: “Yo soy la Sierva del Señor, hágase en mi según Tu palabra”.

Los caminos de renovación de la Iglesia nos llevan a redescubir la actualidad del mensaje que le habéis dejado a los pastorcillos: la exigencia de la conversión a Dios que ha sido tan ofendido, porque tan olvidado. La conversión es siempre un regreso al amor de Dios. Dios perdona porque nos ama. Es por esto que su amor se llama misericordia. La Iglesia protegida por Vuestra maternal solicitud y guiada por este pastor, tiene que afirmarse cada vez más como lugar de conversión y perdón, porque en en ella la verdad se expresa siempre en la caridad.

Vos indicasteis la oración como el camino decisivo de la conversión. Enseñad a la Iglesia que sois miembro y modelo, para que seamos cada vez más un pueblo orante, en comunión con el santo padre, el primero de los orantes de este pueblo y también en comunión silenciosa con el anterior papa, Su Santidad Benedicto XVI, que escogió el camino del orante silencioso, profundizando la Iglesia en los caminos de la oración.

En Vuestro mensaje a los pastorcitos, aquí en Cova de Iría, habéis puesto de relieve el ministerio del papa, “el hombre vestido de blanco”. Tres de los últimos papas fueron peregrinos de vuestro santuario. Solamente Vos Señora, en vuestro amor maternal a toda la Iglesia, podéis poner en el corazón del papa Francisco el deseo de ser peregrino de este santuario. No es algo que le podamos pedir por otras razones. Solamente la complicidad silenciosa entre Vos y él lo llevará a sentirse atraído por esta peregrinación, en la certeza de que será acompañado por millones de creyentes, dispuesto a oír de nuevo Vuestro mensaje.

Aquí en este altar del mundo, el podrá bendecir a la humanidad, hacer sentir al mundo de hoy que Dios ama a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, que la Iglesia les ama y que Vos, Madre del Redentor, los conducís con ternura por los caminos de la salvación

+ JOSE, cardenal patriarca.

Presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa

MENSAJE DE FRANCISCO

Al concluir la eucaristía y después de la consagración del pontificado, el obispo de Leiria-Fátima, António Marto, leyó un mensaje que el papa Francisco envió para bendecir a los miles de peregrinos apiñados en la explanada, reportó el diario Jornal de Noticias.

«El santo padre –dijo el purpurado– manifestó su agrado por la iniciativa y su profundo reconocimiento porque se haya realizado su deseo, en unión de oración con todos los peregrinos de Fátima, a los cuales de corazón les concede la bendición apostólica».

El mensaje fue enviado por la Nunciatura apostólica en Portugal al cardenal José Policarpo, indica el diario portugués que además informa:

 “El cardenal patriarca de Lisboa le pidió a Nuestra Señora de Fátima, durante la consagración del pontificado, que le ayude a Francisco a renovar la Iglesia Católica”.

CONSAGRACIÓN DE LA JMJ DE BRASIL

El domingo por la noche, durante la procesión de las velas, el arzobispo de Río de Janeiro, Orani Tempesta, consagró a Nuestra Señora de Fátima, la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará del 23 al 28 de julio próximo en Río de Janeiro. Y reiteró la invitación “a los jóvenes de todas las edades” para que participen del encuentro en Brasil.

Tambien dijo el purpurado dijo que:

Nos alegra y conforta, añadió el purpurado, “la especial atención y solicitud que los Papas de los últimos 50 años han demostrado por este suelo bendecido, transformándose en peregrinos de la Cova de Iría, para venir a pedir aquí a la Señora del Rosario protección para la Iglesia y la paz para el mundo”.

“Ahora –concluyó el purpurado– el papa Francisco, en continuidad con sus antecesores consagra el ministerio petrino a la Señora del Rosario de Fátima”.

Fuentes: Zenit, Signos de estos Tiempos

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A la Medalla Milagrosa DEVOCIONES Y ORACIONES

Súplica y Oracion de Consagración a la Medalla Milagrosa

Se reza a las 5 de la tarde del 27 de Noviembre, Fiesta de la Medalla Milagrosa, y en las necesidades urgentes, cualquier día, a esa hora.\

 

Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre y en todas partes estás dispuesta a escuchar las oraciones de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas, pero sabemos también, que tienes días y horas en los que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias.

Y bien, oh María, henos aquí postrados delante de Ti, justamente en este día y hora bendita, por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla.

Venimos a Ti, llenos de inmensa gratitud y de ilimitada confianza en esta hora por Ti tan querida, para agradecerte el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen, a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección.

Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo.

Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro y lo hará palpitar al unísono con el tuyo.

Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz detrás de Él.

Ésta es tu hora, oh María, la hora de tu bondad inagotable, de tu misericordia triunfante, la hora en la cual hiciste brotar, por medio de tu Medalla, aquel torrente de gracias y de prodigios que inundó la tierra.

Has, oh Madre, que esta hora que te recuerda la dulce conmoción de Tu Corazón, que te movió a venirnos a visitar y a traernos el remedio de tantos males, haz que esta hora sea también nuestra hora, la hora de nuestra sincera conversión, y la hora en que sean escuchados plenamente nuestros votos.

Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada, que grandes serían las gracias para quienes las pidiesen con confianza: vuelve benigna tu mirada a nuestras súplicas.

Nosotros te confesamos no merecer tus gracias, pero, a quién recurriremos oh María, sino a Ti, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? Ten entonces piedad de nosotros.

Te lo pedimos por tu Inmaculada Concepción, y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla. Oh Consoladora de los afligidos, que ya te enterneciste por nuestras miserias, mira los males que nos oprimen.

Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros y sobre todos nuestros seres queridos tus benéficos rayos: cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, nos libre de todo peligro.

Lleve tu Medalla alivio al que sufre, consuelo al que llora, luz y fuerza a todos.

Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores, particularmente de aquéllos que nos son más queridos. Recuerda que por ellos has sufrido, has rogado y has llorado.

Sálvanos, oh Refugio de los pecadores, a fin de que después de haberte todos amado, invocado y servido en la tierra, podamos ir a agradecerte y alabarte eternamente en el Cielo.

Amén

 

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA MILAGROSA

Postrado ante vuestro acatamiento, ¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, y después de saludaros en el augusto misterio de vuestra concepción sin mancha, os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre, Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones y Protectora ante la majestad de Dios.

Yo os prometo, virgen purísima, no olvidaros jamás, ni vuestro culto ni los intereses de vuestra gloria, a la vez que os prometo también promover en los que me rodean vuestro amor.

Recibidme, Madre tierna, desde este momento y sed para mí el refugio en esta vida y el sostén a la hora de la muerte. Amén.



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A Nuestra Señora del Carmen DEVOCIONES Y ORACIONES

Consagraciones a Nuestra Señora del Carmen y otras Oraciones

Son 2 oraciones de Consagración a Nuestra Señora del Carmen, la Salve a ella, y una oración de Súplica para Tiempos Difíciles.

Ver:
Nuestra Señora del Carmen, Universal ( 16 de julio)
Videos sobre Nuestra Señora del Carmen
La Devoción del Escapulario Carmelita
Imposición del Escapulario Carmelita
Novena a Nuestra Señora del Carmen
Devoción de las 7 Excelencias a Nuestra Señora del Carmen
Consagraciones a Nuestra Señora del Carmen y otras Oraciones
Orar junto a la Virgen del Carmen
El Santuario de la Virgen del Carmen en el Monte Carmelo

ORACION DE CONSAGRACIÓN 1

Virgen del Carmen, oh Madre mía, me consagro a TI, y confío en tus manos mi existencia entera. Acepta mi pasado con todo lo que ha sido. Acepta mi presente con todo lo que es. Acepta mi futuro con todo lo que será. Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto soy, todo lo que he recibido de tu Hijo Sacratísimo y de tu Esposo Santísimo.

Te confío mi inteligencia, mi voluntad y mi corazón. Pongo en tus manos mi libertad, mis ansias y mis temores, mis esperanzas y mis deseos, mis tristezas y mis alegrías. Cuida de mi vida y todas mis acciones para que sea más fiel al Señor Trino y Uno, y con tu ayuda alcance la salvación.
Te confío, Oh gran Señora, mi cuerpo y mis sentidos, para que sean puros siempre y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.
Te confío mi alma, para Tú la preserves de las tentaciones del mundo, de la carne, y de Satanás. Hazme participar de una santidad similar a la tuya; vuélveme conforme a Jesucristo, ideal de mi vida.
Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi devoción para que me ayudes- a no envejecer en la Fe.
Te confío mi capacidad y ganas de amar como has amado Tú, y como Jesús quiere que se ame .
Te confío mis incertidumbres y mis angustias, para que en tu Corazón encuentre seguridad, sostén y luz en cada instante de mi vida.

Con esta consagración me empeño en seguir tu vida de humildad, mansedumbre, y pureza. Acepto las renuncias y los sacrificios que esta elección conlleva y te prometo con la gracia de Dios y con tu ayuda ser fiel al empeño tomado

Oh, Madre de todos los hombres, Soberana de mi vida y de mi conducta, dispón de mí y de todo lo que pertenece para que camine siempre en el Evangelio bajo tu guía, oh Estrella del Mar.
Oh Reina del Cielo y de la Tierra, Madre Santísima del Redentor, soy todo (a) tuyo (a), oh Virgen del Carmen, y a Ti quiero unirme ahora y siempre para adorar a Jesucristo, junto a los Ángeles y a los Santos, ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.

 

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN 2

Soberana Virgen del Carmen, Madre común de todos los fieles, pero muy en especial de los que visten vuestro Santo Escapulario: alcanzadme a mi, que soy uno de vuestros privilegiados hijos, que viva castamente todos los días de mi peregrinación por este mundo, que muera bajo vuestro manto maternal, y, si Dios me destinase a expiar mis pecados en el Purgatorio, sacadme de allí cuanto antes con vuestra poderosa intercesión, cómo lo habéis prometido a todos aquellos que se adornan con el escudo e insignia de los predilectos hijos del Carmelo.

¡Oh dulcísima María! Defensa en los peligros, prenda de vuestro amor singular, y pacto de eterna alianza con vuestros hijos, llamasteis a vuestro Santo Escapulario.

Que nunca, pues, se rompa este pacto por el pecado, ¡oh Madre mía querida!; y en prueba de mi fidelidad perpetua, yo me ofrezco todo a Vos, y consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y todo mi ser; y pues soy todo vuestro, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén.

 

SALVE A NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

Salve, Virgen pura,
Salve, Virgen Madre,
Salve, Virgen bella,
Reina Virgen, Salve.
Gózate, María,
Patrona del Carmen,
Con las alabanzas
Que dan tus cofrades.
Tu amparo buscamos
Benigno y suave,
Hoy los desterrados
En aqueste valle.
Eres del Carmelo
La Pastora amable,
Que tus ovejuelas
Das pasto suave.
A Ti, pues, clamamos
Buscando piedades:
¡Ea, pues, Señora,
No nos desampares!
Es tu Escapulario
La cadena grande
Con que se aprisiona
El dragón infame.
Vuelve ya a nosotros
¡Oh piadosa Madre!
Tus benignos ojos,
Llenos de piedades.
Pues con tu defensa
Viven tus cofrades
Libres de peligros
Y de todos males.
Muéstranos, María,
Benigno y afable,
De tu puro vientre
El fruto admirable.
Es contra el Infierno
Tu poder tan grande,
Que libras las almas
De eternos volcanes.
Si, por nuestras culpas,
Penas a millares
Merecemos todos,
Tu favor nos salve.
Y, si al Purgatorio
Bajan tus Cofrades,
Pedimos, Señora,
Que al punto los saques.
¡Oh clemente! ¡oh pía!
¡Oh cándida ave!
¡Oh dulce María!
Salve, Salve, Salve.

 

ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN DE SÚPLICA PARA TIEMPOS DIFÍCILES

Tengo mil dificultades:
ayúdame.
De los enemigos del alma:
sálvame.
En mis desaciertos:
ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones:
defiéndeme.
En horas difíciles:
consuélame.
Con tu corazón maternal:
ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén.

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A la Sangre de Cristo DEVOCIONES Y ORACIONES

Consagración a la Sangre Preciosa de Jesucristo

Es una de las oraciones de la Devoción a la Preciosa sangre que recibió el vidente Bernabé Nwoye, cuya historia puede leerse aquí Apariciones a Bernabé Nwoye y la devoción a la Preciosa Sangre.

Se reza diariamente.

Consciente de mi nada y de Tu Sublimidad, Misericordioso Salvador, me postro a Tus pies, y Te agradezco por la Gracia que has mostrado hacia mí, ingrata creatura.

Te agradezco especialmente por liberarme, mediante Tu Sangre Preciosa, del poder destructor de satanás.

En presencia de mi querida Madre María, mi Ángel Custodio, mi Santo patrono, y de toda la corte celestial, me consagro voluntariamente, con corazón sincero, oh queridísimo Jesús, a Tu Preciosa Sangre, por la cual has redimido al mundo del pecado, de la muerte y del infierno.

Te prometo, con la ayuda de Tu gracia y con mi mayor empeño, promover y propagar la devoción a Tu Sangre Preciosa, precio de nuestra redención, a fin de que Tu Sangre adorable sea honrada y glorificada por todos.

De esta manera, deseo reparar por mi deslealtad hacia Tu Preciosa Sangre de Amor, y compensarte por las muchas profanaciones que los hombres cometen en contra del Precioso Precio de su salvación.

¡Oh, si mis propios pecados, mi frialdad, y todos los actos irrespetuosos que he cometido contra Ti, oh Santa y Preciosa Sangre, pudieran ser borrados!

He aquí, querido Jesús, que te ofrezco el amor, el honor y la adoración que tu Santísima Madre, tus fieles discípulos y todos los Santos han ofrecido a Tu Preciosa Sangre. Te pido que olvides mi falta de fe y frialdad del pasado, y que perdones a todos los que te ofenden.

¡Oh Divino Salvador! rocíame a mí y a todos los hombres con Tu Preciosa Sangre, a fin de que te amemos, ¡oh Amor Crucificado, de ahora en adelante con todo nuestro corazón, y que dignamente honremos el Precio de nuestra salvación! Amén

Bajo Tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, ¡oh Virgen siempre gloriosa y bendita!

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Sucesos TESTIMONIOS Y MILAGROS

Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

Estatua del Sagrado Corazón del monumento

El día 14 de mayo de 1733, en la iglesia de San Ambrosio, de la ciudad de Valladolid, el Sagrado Corazón hizo al jesuita Padre Bernardo de Hoyos, la tan conocida Gran Promesa: “Reinaré en España -le dijo- y con más veneración que en otras partes”. Y el P. Hoyos manifestó a uno de los primeros apóstoles de la devoción al Sagrado Corazón en España lo siguiente: “Si se echa tarde la semilla de esta devoción, no importa. Aunque España comience la última en su carrera, podrá su alentado fervor alcanzar y, por ventura, pasar con el favor divino a los primeros”. Y completaba su profecía, diciendo: “Espero que se ha de introducir, qué digo introducir, que se ha de entronizar en España el Corazón adorable de Jesús”.

Y cuando en el plan de la Divina Providencia llegó el día de levantar el trono desde el cual el Corazón de Jesús, en cumplimiento de su promesa, había de reinar sobre España y elegir el lugar para entronizar en la Nación su sagrada imagen, la elección recayó sobre el Cerro de los Ángeles, en Getafe y a 13 kilómetros de Madrid, capital.

La idea partió de don Francisco Belda y Pérez de Nueros, quien en una carta abierta con fecha 13 de junio de 1900 dirigida al director de la revista “La Semana Católica”, de Madrid, y que fue publicada en el número 17 del mismo mes y año, proponía la elección de dicho lugar para el emplazamiento del Monumento Nacional al Sagrado Corazón de Jesús y a la Inmaculada, delante de la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles. La iniciativa estaba lanzada, pero su plan, sin duda, por las circunstancias adversas de entonces, quedó como desterrado y casi condenado al olvido.

El Monumento al Sagrado Corazón

Dos lustros más tarde, el solemne Congreso Eucarístico de Madrid en el año 1911, con aquel inesperado final de la consagración de España, con texto del P. Postíus, en el salón del trono de palacio y ante los Reyes, dio nuevo impulso al deseo de levantar, pese a que ya se estaba  construyendo el Tibidabo en Barcelona, un Templo Nacional consagrado al Corazón de Jesús en Madrid. La idea prendió con fuerza y entusiasmo en la “Unión de Damas Españolas” junto con la infanta María Teresa y el Obispo de Madrid-Alcalá D. José María Salvador y Barrera, quienes apadrinaban la idea de dedicar la catedral de la Almudena, -en obras-, como  dicho Templo Nacional, ratificando la consagración efectuada pocos días antes en el Palacio Real. Por lo que en la cripta de la Almudena, con nueva fórmula del P. Oliver Copóns, volvió a repetirse la ofrenda de España, de sus instituciones, de sus leyes, de sus hogares y de sus habitantes al Corazón de Jesús, logrando así establecer un nexo entre la consagración nacional y el templo nacional, imitando el ejemplo parisino de Monmartre.

Pero, poco después, sería otro seglar, don Ramón García Rodrigo de Nocedal, fervoroso miembro de la Adoración Nocturna y terciario franciscano de la iglesia de San Fermín de los Navarros quien daría el empujón definitivo a la propuesta primera de D. Francisco Belda, para la erección del Monumento al Sagrado Corazón en Madrid. Él también, desconociendo la iniciativa de éste, eligió el Cerro de los Ángeles por estas razones: por estar situado en el centro geográfico de España, significando también el deseo de que el Sagrado Corazón ocupara el centro de la vida del país y por estar próximo a la Corte, centro oficial de la Nación. Y esta idea se la transmitió al peruano Mateo Crawley, religioso de los Sagrados Corazones, y al ya santo jesuita P. José María Rubio, entonces director de las “Marías de los Sagrarios” de Madrid.

Desde 1914, el Padre Crawley había establecido su obra de entronizaciones en Madrid con el placet del Primado, Cardenal Guisasola, creando el “Secretariado Central de Entronizaciones” como una sección de la “Unión de Damas Españolas”, cuya presidencia la ostentaba doña María de la Natividad Quindos de Tejada y Villarroel, Duquesa de la Conquista, y quien tenía por director espiritual al P. José de Calasanz Baradat. Y ante el ingente número de entronizaciones en los hogares se comenzó a hablar también de realizar una entronización solemne y nacional del Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles. Los padres Crawley, Baradat y Rubio junto con las “Damas Españolas” se dedicaron por su cuenta a promover la iniciativa de los señores Belda y Rodrigo de Nocedal.

En ese mismo año de 1914, tuvo lugar otro hecho de importancia corazonista: se inició el proceso de beatificación del P. Bernardo de Hoyos.

El cerro de los Angeles con el Monumento

El 30 de junio de 1916, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, fue colocada la primera piedra del monumento por el obispo de Madrid-Alcalá Mons. Salvador y Barrera, acompañado de una amplia representación de sus promotores, autoridades civiles y militares, clérigos  y de numeroso público, según consta en acta. Y en agosto de ese mismo año, el papa Benedicto XV concedía indulgencias a todos aquellos que  ayudasen en la construcción.

El costo de la obra fue sufragada por suscripción popular. Miles de personas, desde el propio Papa, la Familia Real, los Cardenales, Arzobispos y Obispos, el Protectorado Español de Marruecos, América… hasta gente de todas las clases sociales, contribuyeron ilusionada y generosamente a la recaudación de fondos para la construcción del Monumento. Se recaudó más de medio millón de pesetas y el sobrante se le entregó al Obispo de Madrid-Alcalá para fines determinados. La estatua del Corazón de Jesús fue costeada, con una aportación de 50.000 pesetas, por el señor Conde de Guaquí, paisano del P. Mateo y embajador del Perú en el Vaticano, quien, en carta particular, expresaba su propósito con estas palabras: “Es mi intención, ciertamente, honrar al Sagrado Corazón. Pero también manifestar así muy solemnemente la gratitud del Perú a aquella España católica que nos civilizó con la fe de Cristo y la moral del Evangelio”.

El proyecto les fue encomendado al arquitecto Carlos Maura y Nadal y al escultor Aniceto Marinas. Las dimensiones del Monumento eran 28 metros de altura, por 31,50 de ancho y 16 de fondo.

La imagen de Jesús medía 9 metros, constaba de 45 piezas, y para labrarla se precisaron 37 metros cúbicos de piedra. El material empleado era piedra arenisca de Almorquí, y en la totalidad del Monumento se invirtieron 882 toneladas.

La inauguración, en principio, estaba prevista para el día 10 de noviembre de 1918, pero la epidemia que asolaba el país obligó a posponerla, fijándose el acto para el 30 de mayo de 1919, fiesta de san Fernando Rey y aniversario de boda de los Reyes.

Sólo una semana antes, el 24 de mayo, el nuevo Obispo de Madrid-Alcalá, don Prudencio Melo Alcalde, – en un número extraordinario del Boletín Oficial del Obispado – dirigió una circular al Clero y Fieles de su Diócesis acerca de la inauguración del Monumento al S. C. de Jesús en el Cerro de los Ángeles , en la que, entre otras cosas dijo: “… porque el Monumento, oración esculpida en piedra, profesión de fe y de amor de un pueblo cristiano, se levanta gallardo sobre el Cerro de los Ángeles, y, Dios mediante, el día 30 de los corrientes, festividad del Santo Rey Fernando III, hemos de celebrar su inauguración.

La fórmula de la Consagración, muy breve, rezaba así: “Corazón de Jesús Sacramentado, Rey de Reyes y Señor de los que dominan: ante vuestro augusto trono de gracia y de misericordia se postra España entera, hija muy amada de vuestro Corazón.  Somos vuestro pueblo que de nuevo se consagra hoy a Vos. Reinad sobre nosotros. Que vuestro imperio se dilate por los siglos de los siglos. Amén.

Y, por fin, llegó el 30 de mayo de 1919, el día soñado y señalado para la bendición del Monumento y la Consagración de España al  Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles.

Principalmente utilizaremos como hilo conductor, para conocer con todo lujo de detalles lo allí vivido en tan fervorosa e histórica fecha, el artículo-crónica que el jesuita P. Remigio Vilariño, eminente testigo presencial, escribió en el mensajero del año 1919 (pág. 520-534), complementado con algunos párrafos de la prensa de aquellos días.

“Llegado, pues, el día de San Fernando – escribe el P. Vilariño –, aniversario de la boda del Rey, a media mañana, una no interrumpida fila de autos y coches de varias clases, de cabalgaduras y hasta de carros se dirigía al Cerro de los Ángeles, distante de Madrid unos quince kilómetros. Por el tren, en distintos viajes, llegaron también bastantes a Getafe, desde donde tenían que andar hasta el Cerro algo más de dos kilómetros.

A poco de salir de Madrid se presentaba el Cerro como un altar gigante en medio de la llanura. Acercándose un poco más se veía la ermita de la Virgen de los Ángeles. Acercándose más todavía se distinguía bien el monumento y la estatua de Nuestro Señor. Extendida por el viento hacia ella una gran bandera española presentaba el emblema de la patria que miraba a Jesucristo y se extendía hacia Él como deseando besarle y envolverle y abrazarle.

El silencio aumentaba en el corazón envolviendo mil vagos pensamientos.

La subida se hizo con mucho orden gracias a las acertadas disposiciones que se tomaron. Llegó toda la gente, que se fue replegando en las sillas que en número de tres mil se había dispuesto ordenadamente. Llegó la nobleza, los caballeros con sus uniformes, los Grandes con sus insignias, los Prelados con sus capisayos, Comisionados y Representantes de muchas asociaciones, los Ministros todos menos el de Hacienda que estaba enfermo. Llegó para hacer guardia y presentar honores el Regimiento del Rey que se situó al lado del monumento

A las once y media en punto se izó en la tribuna regia, formada por tapices, el pendón morado de Castilla, y aparecieron los reyes en medio de aclamaciones y vivas al rey cristiano que venía entonces como nunca en nombre de la Nación. Estaba el rey vestido de capitán general de media gala, cruzado el pecho por la banda de Mérito militar roja, y por el Toisón de Oro, el gran collar de Carlos III y la venera de las Órdenes militares. La Reina Victoria Eugenia traje gris con abrigo de seda negro y sombrero del mismo color.

El Rey Alfonso XIII en la Consagración

El Rey pasó revista a la compañía, situándose después en la tribuna con las demás  Reales Personas – las Reinas, los Infantes e Infantas – y séquito.      El Gobierno del Sr. Maura en pleno y el Cardenal Primado recibieron a los Soberanos a la puerta de la tribuna.

“Al punto, el  Nuncio de Su Santidad, Monseñor Francesco Ragonesi, revestido de Pontifical y asistido por canónigos de la S. I. Catedral de Madrid, bendijo el Monumento. Luego el señor Obispo de Madrid-Alcalá, D. Prudencio Melo Alcalde comenzó la Santa Misa. El Orfeón del Círculo de San José y el del Sindicato Obrero femenino de María Inmaculada entonaron durante el Santo Sacrificio el “Gloria in excelsis Deo” y el “O salutaris Hostia”, de Gayoso. Imponente fue el acto de la elevación por vez primera en aquel altar colocado al pie del monumento, mientras la banda saludaba con la marcha real al “Rey de Reyes”, que no ya en imagen, sino realmente presidía desde entonces nuestra reunión y venía a recibir nuestra Consagración”

Antes de la bendición final, fue leído el siguiente telegrama de su Santidad: “El Santo Padre ha sabido con particular satisfacción la inauguración del Monumento Nacional dedicado al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, de esa Diócesis. Concede de muy buen grado a V. E. la facultad de dar la Bendición Papal, con indulgencia plenaria, en las condiciones ordinarias, a todos los que asistan a la ceremonia religiosa” –Cardenal Gasparri –. Y terminada la misa, Mons. Melo impartió la Bendición Papal concedida por S. S. Benedicto XV.

Y llegó el momento más augusto de toda la ceremonia, el momento por el cual estábamos allí todos congregados en medio de España: Su Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando, en su día, se le preguntó al Rey Alfonso XIII si asistiría a la inauguración del Monumento, él contestó: “No hay dificultad”. Y cuando se le volvió a preguntar si leería el acto de Consagración, respondió. “Sí, por cierto”. De ahí que, cuando, posteriormente, el P. Mateo le felicitó por haber asumido esa responsabilidad, el propio Rey le contestó: “No merezco tantos parabienes, Padre, pues no he hecho sino cumplir con un deber de conciencia. Era preciso probar que, si soy oficialmente católico, no lo soy menos íntima y privadamente”.

Acabada la misa, en el centro del altar se expuso en rica custodia al Señor en hostia consagrada en la misma misa, y el Duque del Infantado y el señor Obispo de Sión se dirigieron a la tribuna real para acompañar a su Majestad hacia el altar. Siguió al Rey toda la real familia, que quedó de rodillas junto al altar. Alfonso XIII, lleno de serena majestad, subió las gradas del Monumento hasta el pie del altar donde  recibió el pergamino que le ofreció el Duque del Infantado con la fórmula de la Consagración.

Sobre la fórmula de la Consagración hemos de consignar que es innegable su relación con otras ya usadas en dos ocasiones extraordinarias anteriores: al terminar la procesión del Congreso Eucarístico Nacional de Valencia,  noviembre de 1893, y la del Congreso Eucarístico Internacional de Madrid en junio de 1911 Ambas fórmulas le fueron presentadas al Rey, quien escogió una adaptación de la de Valencia con algunos retoques personales compatibles con otras sugerencias aducidas por algunos.

El Monarca, puesto de rodillas al lado de la Epístola y apoyado en su sable, presenció reverente la Exposición del Santísimo Sacramento. Terminado el “Pange lingua”, permaneciendo todos de rodillas, alzóse únicamente el Rey y vuelto hacia el Santísimo y ligeramente también a su pueblo que le rodeaba y le escuchaba, con voz pausada y serena, pero marcada y firme, pronunció el Acto de Consagración con estas palabras:

“Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios – Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:

España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península.

Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos, y a través de comunes azares y mutuas lealtades, esta gran Patria Española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su  devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el Reino de Dios en la paz de las almas redimidas por vuestra sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley. Reconocemos que tenéis por blasón de vuestra divinidad conceder participación de vuestro poder a los príncipes de la tierra, y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz. Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna; luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y el principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias.

Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que a tantos pueblos ha desangrado. Continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.

Desde estas alturas que para Vos hemos escogido como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios, para que en la pacífica armonía de todas las clases sociales encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo.

Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la nación y defensa del derecho.

Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable. Así sea”.

La familia Real en la Consagración

Al acabar, el público prorrumpió en vítores y aclamaciones. El jesuita P. Zacarias García Villada, posteriormente asesinado en julio de 1936, comentaba que se trató de un “acto de acatamiento, por el que nuestro Rey, humillando su cabeza, reconocía a Jesucristo por Rey de Reyes y Señor de los que dominan”. Desde ese momento, aseguraba, “se puede decir con verdad que se ha cumplido la promesa que el Corazón divino hizo al P. Hoyos, de que reinaría en España con más veneración que en otras partes”. Hoy, desde lo alto del Cerro de los Ángeles, puede decir el Sagrado Corazón de Jesús las palabras esculpidas en el fuste de aquel grandioso monumento: “REINO EN ESPAÑA”.

Y desde este día el Cerro de los Ángeles empezó a ser para los españoles algo íntimamente unido e inseparable de la Nación, porque, como en aquella fecha escribía el cronista de la revista “Ciencia Tomista”, “España se había consagrado allí al Salvador del mundo, como en tiempos de Recaredo y de Pelayo, de Alfonso VIII, de Fernando III el Santo y de Felipe II”.

“La primera parte del texto consagratorio – escribe Luis Cano en su excelente y documentada obra “Reinaré en España”, concatenando diversas citas de varios autores – resaltaba el papel de la monarquía y de la religión en la constitución de España como patria. Desde ese momento Alfonso XIII contaría con una adhesión entusiasta de un gran sector del catolicismo español, que creía en la unión del trono y del altar y veía en él la encarnación de la monarquía católica que haría posible un resurgimiento nacional. La fórmula reconocía también el origen divino del poder político, algo que reforzaba todavía más esa misión providencial del Monarca”.

“Los grandes problemas nacionales se reflejaban también en la fórmula, aunque veladamente: el anhelo del orden y de la paz social; la búsqueda de una pacífica armonía de las clases sociales; la situación del ejército, que en esos momentos sufría la tentación de la indisciplina y la desmoralización por culpa de la desastrosa guerra de Marruecos.

“También se mencionaba la Primera Guerra Mundial en la que España había conseguido mantener la neutralidad. El acto del Cerro de los Ángeles constituía un agradecimiento a Dios por la especial protección de la Providencia, que a través del Sagrado Corazón – el símbolo por excelencia de la paz –  había preservado al país de ese flagelo. Los comentaristas señalaron que éste había sido uno de los principales motivos del acto del Cerro”

La consagración se vivió con fervor en toda España, como se había pedido a través de la carta pastoral del Obispo de Madrid, Mons. Melo Alcalde: las misas de comunión general en todas las iglesias en acción de gracias por la paz; la recitación de la breve fórmula de consagración ante el Santísimo expuesto, a las doce de la mañana, como signo de unión a la consagración general que en esos momentos se realizaba en el Cerro de los Ángeles; el repique de campanas, los adornos, luces y colgaduras en balcones y fachadas contribuyeron a dar a ese día el regocijo de un gran acontecimiento festivo. El P. García Villada decía que la consagración fue “un acto de agradecimiento a Dios y de reparación, una profesión de fe pública, valiente y alentadora… y una de las páginas más trascendentales de la historia contemporánea de nuestra patria”.  Fue, sobre todo, una afirmación de la realeza de Cristo y de su soberanía sobre la nación española.

Pero, como advertía el P. Vilariño, no bastaba proclamar oficialmente que Cristo reina en España para que ese reinado fuera ya efectivo. El jesuita invitaba a los lectores del “Mensajero” a que no se duerman en la almohada de la confianza, que es la almohada de los desengaños. El reinado de Cristo en España estaba por hacer: el acto del Cerro de los Ángeles era la señal de partida para ponerse en marcha,  pero lo importante era trabajar para que “ reine el amor de Cristo en los corazones de los hombres, en las familias españolas, en las inteligencias de los sabios, en las cátedras, en las letras, en las leyes, y en todas las instituciones patrias. Eso, eso, hay que procurar a toda costa. En definitiva, una presencia de la religión cristiana que no se quedara en meras manifestaciones exteriores o triunfalistas. Un catolicismo que informara a la vez la vida colectiva y personal”.

El P. Antonio Madariaga consideró a la consagración como “todo un programa de regeneración social; justicia y amor”. Justicia no sólo en el sentido jurídico-moral, sino también como “adaptación del hombre a las normas de rectitud y de la honestidad” y como el ajustamiento “al ideal de perfección, que no es otro que la ley evangélica, que, supuesta la ley natural escrita por Dios en los corazones de los hombres, añade los preceptos y consejos dados por Jesucristo y que constituyen la ascética cristiana”.

En contraste con el entusiasmo del pueblo sinceramente católico que se siente unido al acto de su Rey, surgió el grito furioso de las sectas, que escupían su rabia contra aquel acto que era calificado de “delirio y loco desafío”. Consta con toda certeza que primero quisieron disuadir al Rey de llevarlo a efecto, y luego forzarle a su anulación (por compromisos masónicos) para garantizar su trono.

Ciertamente, el significado del paso que Alfonso XIII había dado y su trascendencia eran muy claros y levantó contra él una oleada de protestas , a la vez que se difundía el rumor de que iba a ser destronado en cuestión de pocos años.

Apenas inaugurado, el partido liberal disparó el primer tiro del combate que terminaría con la destrucción del Monumento en agosto de 1936. “El acto realizado por el Rey – se dijo –  encierra una trascendencia inmensa y es un reto para el liberalismo” y la fórmula de consagración empleada por el Monarca “es vergüenza de España y escándalo para Europa”.

En un mitin electoral celebrado aquellos días, Miguel Morayta calificó de bochornoso el espectáculo de Madrid engalanado para celebrar la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús; Roberto Castrovido dijo que el acto del Cerro de los Ángeles era “dogmáticamente una herejía y estéticamente una aberración”; Julián Besteiro afirmó que era “un acto bochornoso y peligroso”, y Pablo Iglesias terminó su diatriba contra el Cerro de los Ángeles diciendo: “La locura ha hecho presa en la cabeza de nuestros gobernantes”.

Tras haber expuesto el acto y la fórmula de la Consagración  y la disparidad de criterios y pareceres  sobre el hecho, vamos a concluir la narración de lo que se vivió en aquel histórico día en el Cerro de los Ángeles con el colofón final: la Procesión Eucarística.

“España estaba consagrada al Corazón de Jesús. Había hecho su besamanos –escribe el P. Vilariño – ante el Rey del Universo en el altar del trono erigido en medio de España, y ya el Señor iba a retirarse de entre nosotros. Le acompañaron en la procesión los más nobles de la concurrencia, y recogiendo nuestras amantes miradas, pasó en medio de todos por la larga calle del Cerro, desde el monumento hasta la ermita.

Sencillo, pero solemne paso. Portaba el ostensorio de oro de la Casa Real el Sr. Cardenal Primado. Llevaban las varas del palio el infante don Carlos, el Ministro de la Guerra, el Duque del Infantado, el Marqués de Aguilafuente, el Vizconde del Val  de Erro y el Duque de Vistahermosa. El palio era de tisú de oro, propiedad el Convento de las Reparadoras de Madrid.

Seguían, -con velas encendidas-, los Prelados, la Familia Real, el Gobierno, las Órdenes Militares, representantes de la Guarnición de Madrid, una Comisión de Artillería de Getafe y de la Junta de Acción Católica, presidida por el Marqués de Comillas.

La ondulada procesión cubría el Cerro. Por un lado resonaba el “Tantum ergo”, por otro el “Pange lingua”, por otro la Marcha Real”, por otro el “Himno Eucarístico”. Y en todos los corazones el himno de acción de gracias y el aleluya del gozo religioso y patriótico.

Desde la altura de la ermita se nos dio la bendición con el Santísimo a los ecos lejanos de la Marcha Real.

–  Su Majestad puede ya retirarse – cuentan que le dijeron al Rey.

–      No, -respondió Alfonso XIII-, le acompañaremos hasta que quede reservado en su Sagrario. Y le siguió hasta la iglesia como antes.

“Todo estaba hecho, y hecho con felicidad, sigue diciendo el padre Remigio Vilariño. El desfile se hizo primero de sus Majestades y Altezas con aclamaciones y vivas mucho más entusiastas y sinceros que antes de la fiesta. Luego de todo el público por su orden con íntima satisfacción y alegría”

Hemos pasado un día hermoso. Para todo aquel que ame a Nuestro Señor Jesucristo, y que conozca algo de los tesoros  de amor que nuestro Redentor se merece por el amor que Él nos tiene y por el amor que ha tenido a España en los tiempos pasados, ha sido un día hermoso, magnífico… inolvidable.

En la Crónica ofrecida por el diario madrileño El Universo”  leemos lo siguiente : “… en aquel marco inolvidable, la voz sonora y potente de un Monarca valiente y gallardo, que hace pública  y solemne manifestación de la fe que dio sobrenombre glorioso a sus antecesores, y a él mismo, en ceremonia que trae el recuerdo, conmovido, las gestas de los Recaredos, de los Fernandos, de los Jaimes, grandes como guerreros, inmortales como legisladores, amados como padres de sus pueblos, de lo que nosotros somos continuadores”.

El acto, único en su clase y como no se había visto quizás en España, fue calificado años más tarde por Su Santidad el Papa Pío XI de “gesto inmortal de verdadera y soberana caballerosidad, digno en todo de la historia y de la hidalguía del pueblo español, caballeroso por excelencia”.

Podemos resumirlo todo, según las informaciones de la Prensa, con estas palabras: Celebración con inusitada solemnidad y extraordinaria brillantez  la inauguración del Monumento, en un marco inolvidable y con esplendores de un culto único en lo de acercar el arte a la divinidad.  Prodigio de orden  y excelente organización del acto de un modo insuperable en todos sus detalles, sin dar lugar a confusión alguna en la colocación de los invitados y asistentes a la ceremonia.

Participaron en tan solemne, masivo, piadoso y emotivo acto  los Reyes, la Reina Madre María Cristina, los Infantes, los Príncipes, El Gobierno de la Nación , el Sr. Nuncio, Cardenal Primado, veintidós Prelados,  Cabildo y Clero de Madrid, Órdenes Militares (Alcántara, Montesa y Calatrava) Duques, Marqueses, Condes, Gentilhombres, toda la Aristocracia de la Capital,  un sinfín de Autoridades civiles y militares y más de quince mil personas que llegaron en trenes especiales, coches, autos, carros y a pié, formando filas interminables a lo largo de las carreteras desde Getafe, pueblos circunvecinos  y desde el propio Madrid, quienes conservarán un recuerdo indeleble de tan hermosa y espléndida ceremonia.

“En suma, ha sido una fiesta grandiosa, imponente, de una incomparable grandeza imposible de ser reflejada  en estas líneas, de acertar con la referencia ni dar con el acertado comentario, pues reseñarla tal como fue es una empresa superior a las fuerzas humanas”.

Y terminamos con unas palabras de D. Emiliano Aníbarro Espeso, quien fue Director de la Obra Nacional del Cerro de los Ángeles y Rector del Santuario durante mucho años, tomadas del Librito “Ayer y Hoy del Cerro de los Ángeles”, que dice así: “El centro geográfico de España, el día 30 de mayo de 1919 se convirtió en centro de atracción espiritual de todos los españoles. Allí, al pie del Monumentos del Sagrado Corazón de Jesús, convergían los pensamientos, los sentimientos de amor, de fe y de entusiasmo de todos los pueblos de la nación española, y de allí irradiaban palpitaciones de alegría, afecto, gratitud y bendición, que se extendieron por todas las tierras de España anunciando la buena nueva del advenimiento del reinado del Sagrado Corazón de Jesús en el pueblo de sus predilecciones”.

Fuente: Vicente Lorenzo Sandoval. Director de la Obra Nacional del Cerro de los Ángeles y Rector del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús.Getafe, “Cerro de los Ángeles”, 15 de Junio de 2009

 
 

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