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El Desafío para Cuaresma que Jesús Dictó a Sor Benigna Consolata

7 Prácticas concebidas por Jesús para la purificación de las almas.

Estamos entrando en Cuaresma, por eso es bueno renovar el desafío que Jesús dio a Sor Benigna Consolata.

Para que trasmitiera a las almas en este período que se abre.

santas llagas de jesus

“Si este desafío”, dice Jesús, “se practica con amor y con verdadero deseo de agradarme y de consolarme, haré a las almas conseguir un no pequeño progreso en la intimidad con mi Sagrado Corazón”.

“Deseo que, durante la Cuaresma, me hagan especialmente compañía en mi Pasión.
.
Meditando con más frecuencia sobre mis sufrimientos, el precio de la redención del hombre.
.
Y sobre todo, imitando a la Verónica, enjugando mi Rostro por amor”.

“El alma será el lienzo en el cual yo imprimiré, a medida de su aplicación a mis divinos rasgos”.

  

COMO ES EL DESAFÍO

El desafío consistirá más bien en prácticas interiores, porque ha de ser principalmente el corazón el que trabaje.

Pero se agregarán también prácticas exteriores, sobre todo las de caridad, dulzura y humildad, las cuales son aquellas que más unen los corazones.

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1 – MEDITAR SOBRE LA PASIÓN DE JESUS 

Es mi deseo que los corazones se dejen penetrar del pensamiento tan saludable de mi Pasión, como una tela empapada de aceite, que se vierte sobre ella sin hacer ruido; pero que, sin embargo, ésta se queda llena de él.

Pero esto, sin obligación, sino como un convite del Amor.

Me agradaría que aunque no fuera más que una vez al día, la meditación fuera sobre mi Pasión.

El pensamiento de mi Pasión ha de ser como un ramo de flores que siempre lleven sobre el corazón”.

  

2 – ACOMPAÑAR A JESÚS DURANTE EL DIA CON PENSAMIENTOS

“Yo desearía que cada alma me hiciese una especial compañía durante el día, acostumbrándose a acompañarme con el pensamiento.

Para esto, será preciso al final de cada meditación, escoger dos o tres pensamientos, sobre los cuales volverá a menudo para mantenerse más fácilmente unida a Mí”.

  

3 – IMITAR ALGO DE JESÚS 

“Y como el amor no queda satisfecho de contemplar, sino que también quiere imitar, por esto cada alma se propondrá para la Cuaresma, una práctica que observará con particular fidelidad, para tratar de volver a copiarme más fielmente en sí.

Por ejemplo, se pondrá en silencio”.

  

4 – REALIZAR EL VIA CRUCIS Y ORAR EL ROSARIO DE LAS SANTAS LLAGAS 

Los viernes de Cuaresma, hacer el Vía Crucis, o rezar el Rosario de mis Santas Llagas”.

(Ver el Rosario de las Santas Llagas aquí.) (Ver aquí el Vía Crucis)

  

5 – HACER TODAS LAS ACCIONES LO MEJOR QUE SE PUEDAN

“Para enjugar mi Rostro, como la Verónica, harán todas sus acciones lo mejor que puedan, no solamente con la disposición interior, sino también con la práctica exterior.

La pureza de corazón será la blancura del lienzo; y la fidelidad y el amor en la ejecución, serán la suavidad”.

  

6 – CARIDAD CON EL PRÓJIMO

“Me quitarán las espinas, cuidando de evitar al prójimo, con una exquisita caridad, todas las espinitas de las dificultades y de las incomodidades, tomándolas para sí, lo más que puedan. 

Quien quiera amarme más tiernamente, se hará un deber de curar las heridas que el prójimo haya recibido en cualquier encuentro, con alguna buena palabra llena del bálsamo de la caridad”.

  

7 – PRACTICAR LA HUMILDAD

“En cuanto a la práctica de la humildad, imitarán a la Verónica en su valor, pasando entre los soldados para llegar hasta Mí.

El alma más humilde será aquella sobre la cual Yo imprimiré antes y mejor mi divino Rostro”.

  

“Alma religiosa, ¿te gusta este desafío?.
.
Es un don de mi Amor no sólo a las comunidades religiosas, sino también a otras almas, que viven en medio del mundo, porque también éstas le pueden observar en cualquier lugar”.

  

SOR BENIGNA CONSOLATA FERRERO

La que habría de ser una confidente más del Divino Corazón, nació en Turín, el 5 de Agosto de 1885.

medalla de sor benigna consolata

Muy joven todavía empezó a tener comunicaciones divinas.

En 1906, a los 21 años, entró en el Monasterio de la Visitación de Pignerol, pero a los pocos días, asustadas las Superioras de aquellos caminos extraordinarios, la despidieron.

En 1907 fue recibida en la Visitación de Como (al norte de Milán).

El 28 de Noviembre de 1912 hizo su profesión solemne, y el 1º de Septiembre (Primer Viernes) de 1916, a los 31 años de edad, moría con fama de santidad.

En 1915, un año antes de morir, la comunidad de la Visitación se comprometió en oraciones y penitencias por el peligro de la guerra.

Y Sor Benigna ofreció su vida a los hermanos para encontrar “la única alegría que salva”.

Este ofrecimiento de vida fue realizado con esta oración,

«Mi Jesús, mi Dios, mi amado Salvador, te hago, con el consentimiento de mis superiores, el sacrificio de mi vida, de acuerdo con todos los fines de tu Corazón más amoroso.

Arregla para mí lo que quieras, para la gloria de tu Padre eterno, para el bien de las almas, para el establecimiento del reino de tu Sagrado Corazón en todos los corazones.(6 de julio de 1915).

El ofrecimiento fue aceptado porque ella murió el 1 de septiembre de 1916.

Por ello el último año de vida de la hermana Benigna fue de fuerte sufrimiento espiritual y físico.

A finales de junio le vino una neumonía y el 14 de agosto recibió la unción de los enfermos.

Ella recibía todos los padecimientos agradecida porque la daban ocasiones de hacer penitencia para reparar los pecados de la humanidad.

Su obra más importante fue un texto llamado Vademécum Propuesto a las Almas Religiosas.

El texto de este libro se considera una revelación divina a Sor Benigna.

Y dentro de ese libro está el desafío para la cuaresma.

Desde el anonimato de la clausura, escribía cuanto le dictaba el Sagrado Corazón de Jesús.
.
Como lo hiciera Santa Gertrudis, de modo semejante Santa Margarita María de Alacoque y como volverá a pasar con Sor Josefa Menéndez.

   

EXTRACTOS DE MENSAJES DEL SAGRADO CORAZÓN A SOR BENIGNA CONSOLATA FERRERO

Es necesario reavivar la devoción a este Corazón, para que el mundo  se conmueva de nuevo.

Mi Corazón ha de ser la salvación de todo el mundo, la salvación de cuantos lo busquen y lo conozcan”. 

Sor-Benigna-Consolata

Estoy preparando la obra de mi Misericordia; quiero un nuevo resurgimiento en la sociedad,  quiero que éste sea realizado por el amor”. 

 “Yo no puedo resistir al ver tantas almas engañadas, y con ellas usaré la Misericordia, instruyéndolas cada vez más y llamándolas más dulcemente a mi Divino Corazón. 

Yo les revelaré los secretos inefables de mi Divino Corazón y les enseñaré a vivir de mi amor, de aquel amor que vuelve suave el dolor más grande, y que hace gustar al alma una paz celestial, aun en medio de las más rudas pruebas”. 

Mi Corazón, ¡oh amada!, es tan poco conocido, que si los hombres tuviesen que elegir entre Mí y un pedazo de pan, preferirían el pan… 

Esto me causa pena, mucha pena. 

Ver a los hombres que gimen, sufren privaciones, languidecen; conocer que tengo todo lo que necesitan, ver que lo rehúsan, que lo desprecian, es una pena que me pasa el Corazón. 

Para no sentirla, sería menester no amar a los hombres como Yo los amo; sería menester no haber muerto por ellos como Yo he muerto… 

¡Oh María! ¡Cuánto me preocupa el amor de los hombres! ¡Cuánto ansío su amor!

Por esto, cuando Yo encuentro un corazón que me abre las puertas, me precipito dentro con todas mis gracias”. 

Fuentes:

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Oración para Ganar Indulgencia Plenaria en Cuaresma

Los viernes ante el Crucifijo.

Los viernes de cuaresma los fieles cristianos pueden ganar indulgencia plenaria.

Si rezan devotamente la oración a continuación, frente a un crucifijo, después de la Comunión.

jesus en la cruz

El Enchiridion Indulgentiarum dice:
.
§ 1. Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que en cualquier viernes del tiempo cuaresmal después de la comunión recite piadosamente, ante la imagen de Jesucristo Crucificado la oración ‘Oh mi amado y buen Jesús…’;
.
§ 2. Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que pronuncie cualquier fórmula piadosa legítimamente aprobada: en la acción de gracias después de la comunión (por ejemplo, Alma de Cristo, Oh mi amado y buen Jesús). 

   

Oración ‘Oh mi amado y buen Jesús’

Miradme, Oh mi amado y buen Jesús,
Postrado ante Vuestra santísima presencia.
Os ruego con el mayor fervor, que imprimáis en mi corazón
vivos sentimientos de Fe, Esperanza y Caridad;
Verdadero dolor de mis pecados, y propósito firmísimo de enmendarme;
Mientras que yo, con todo el amor, y toda la compasión de mi alma,
Voy considerando Vuestras Cinco Llagas;
Teniendo presente aquello que dijo de Vos el santa profeta, David:
“Han taladrado Mis manos y Mis pies, y se pueden contar todos Mis huesos”.
(Salmo 21: 17-18)

Versión en latín

En ego, o bone et dulcíssime Iesu,
ante conspéctum tuum génibus me provólvo,
ac máximo ánimi ardóre te oro atque obtéstor,
ut meum in cor vívidos fídei, spei et caritátis sensus,
atque veram peccatórum meórum paeniténtiam,
eáque emendándi firmíssimam voluntátem velis imprímere;
dum magno ánimi afféctu et dolóre tua
quinque vúlnera mecum ipse consídero ac mente contémplor,
illud prae óculis habens, quod iam in ore ponébat tuo David prophéta de te, o bone Iesu:
‘Fodérunt manus meas et pedes meos: dinumeravérunt ómnia ossa mea.’

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Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

Versión en latín

Anima Christi, sanctifica me.
Corpus Christi, salve me.
Sanguis Christi, inebria me.
Aqua lateris Christi, lava me.
Passio Christi, conforta me.
O bone Iesu, exaudi me.
Intra tua vulnera absconde me.
Ne permittas me separari a te.
Ab hoste maligno defende me.
In hora mortis meae voca me.
Et iube me venire ad te,
ut cum Sanctis tuis laudem te
in saecula saeculorum.Amen.

   

REQUISITOS PARA GANAR UNA INDULGENCIA PLENARIA

Para ganar una indulgencia plenaria, en año normal o en año santo, debes siempre cumplir los TRES REQUISITOS siguientes

1. La Confesión.

Hacer una confesión profunda. La confesión puede hacerse el mismo día que se quiere ganar la indulgencia o haberla hecho recientemente.

2. La Comunión.

Esta debe llevarse a cabo el mismo día en que quiera ganarse la indulgencia.

3. La oración por las intenciones del Papa.

Debes rezar un Padre Nuestro, una Ave María y un Gloria, y ofrecerlas por las intenciones del Papa.

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Además de lo anterior, en un año NORMAL, debes cumplir con una, de las siguientes acciones:

1. La visita de adoración al Santísimo de media hora por lo menos.

2. La visita a los cementerios con la oración, por los difuntos y aplicada solamente a las almas
del purgatorio, del día 1 al 8 de noviembre.

3. La adoración de la cruz, el Viernes Santo durante la solemne acción litúrgica.

4. En las primeras comuniones, a los que la reciben y a los que asisten devotamente.

5. A los participantes a ejercicios espirituales de tres días de duración por lo menos.

6. A los que recitan el rosario en una iglesia, oratorio público, en familia, o en asociación piadosa.

7. A los que leen la Sagrada Escritura por lo menos durante media hora.

8. El rezo del Vía Crucis, delante de las estaciones, legítimamente erigidas.

Además de los 3 requisitos, en un AÑO SANTO, debes cumplir con cualquiera de las siguientes 4 obras:

1. Ir en peregrinación a un lugar santo.

En el caso de México deberá ser a la Iglesia Catedral de cada ciudad, o a las iglesias locales que señale el Obispo de cada diócesis. Una vez en la Iglesia, debes participar en la Santa Misa, o en un ejercicio piadoso como el vía crucis o el rosario.

2. Cruzar la Puerta Santa.

Debes cruzar la puerta de las Iglesias designadas y permanecer ahí un cierto tiempo en meditación espiritual.

3. Hacer una obra de misericordia.

Visitando un tiempo largo a algún hermano necesitado o con dificultades, como por ejem plo : enfermos, encarcelados, personas con discapacidad, ancianos solos, niños abandonados, juventud en dificultades, etc. , pues Cristo está presente en ellos.

4. Hacer una obra de penitencia.

Haciendo un sacrificio, por ejemplo:

a) Practicando el ayuno.

b) Absteniéndote al menos durante un día de cosas superfluas como el tabaco, las bebidas alcohólicas, los dulces, la televisión, la música…

c) Dando una limosna (que de verdad te cueste) a la Iglesia, a obras religiosas o sociales, o a los pobres.

d) Dando de tu tiempo a algún apostolado o actividades en beneficio de tu comunidad.

e) Otras formas de sacrificio personal.

  

¿QUE ES UNA INDULGENCIA?

Una indulgencia es definida por la Iglesia Católica como la remisión ante Dios del castigo temporal debido por los pecados ya perdonados; puede verse en el numeral 1471 del Catecismo de la Iglesia Católica..

Esto significa que el perdón de un pecado está separado del castigo por el pecado.

El castigo eterno es el que condena al alma por la eternidad a vivir separada de Dios, y se remite por el perdón dado en la confesión.

El castigo temporal es el que queda por los pecados ya borrados en cuanto a la culpa, y se puede sufrir durante la vida en la Tierra o en el purgatorio.

Nosotros podemos obtener el perdón de nuestros pecados a través del sacramento de la confesión y reconciliarnos con Dios.

Pero el castigo temporal sigue presente.

La Iglesia establece que el receptor de la indulgencia debe realizar una acción para obtenerla.

La indulgencia no significa que estemos comprando nuestra salvación.

Hay indulgencias de dos tipos.

Las parciales remueven parte del castigo temporal, que en general es expresado en días de castigo.

Y las indulgencias plenarias, que eliminan todo el castigo temporal.

Obviamente si se peca luego de obtenida la indulgencia, está cesa.

Y obviamente también, los requisitos para una indulgencia parcial son menores que para una indulgencia plenaria.

Segun el Enchiridion de Indulgencias, que es el manual de indulgencias de la Iglesia Católica, hay 4 requisitos básicos para obtener una indulgencia plenaria.

Estos son confesión sacramental, la comunión eucarística por las intenciones del santo padre, y eliminar todo apego al pecado, incluso al pecado venial.

Porque los pecados se dividen en dos según la iglesia católica.

Por un lado está el pecado mortal que nos aleja de la comunión con Dios y de vivir con Él permanentemente en el cielo en el futuro.

Y el pecado venial, que es un desorden moral pero que no nos priva de la salvación porque no rompen la amistad con Dios,

Las tres primeras condiciones para obtener la indulgencia plenaria pueden cumplirse días antes o días después de la fecha indicada.

Y las oraciones por el santo padre, que son recomendadas, son el padrenuestro, el avemaría, el gloria y el credo, pero se pueden sustituir por otras.

La cuarta condición es la más difícil de cumplir, pero debemos considerar que un apego consuetudinario al pecado no es lo mismo que la debilidad humana normal, que tiende al pecado debido a nuestro pecado original.

Un apego es un trastorno objetivo del cual la persona es consciente.

Hay que considerar que sólo Dios sabe cuándo se obtienen las indulgencias

Y un caso relatado por San Felipe Neri, del siglo XVI, da cuenta de esto.

El santo estaba predicando una indulgencia jubilar y se le reveló que había sólo dos personas en la iglesia que realmente estaban recibiendo la indulgencia plenaria; uno era él y otro una anciana.

Sin embargo aunque Dios no otorgue la indulgencia plenaria, como se aspira, igual puede otorgar parte de ella como indulgencia parcial.

En el numeral 1479 del catecismo de la Iglesia Católica dice también que se pueden obtener indulgencias para aquellos que están en el purgatorio, en virtud de participar todos en la comunión de los santos.

De modo que podemos interceder pidiendo indulgencias por personas que están purificándose.

Otra cosa que los católicos deben saber es que la mayoría de las oraciones habituales qué hacemos, incluso la señal de la cruz, están dotadas de indulgencias parciales.

Las indulgencias se introdujeron en la Iglesia Católica para paliar las penitencias severas que existían en la iglesia primitiva.

Y se basan en el reservorio de méritos que ha acumulado la Iglesia por el sacrificio superabundante de Cristo en la cruz y las virtudes y penitencias de los santos.

Pero en la Edad Media los pontífices y obispos abusaron de las indulgencias, e incluso las comercializaron, convirtiéndose en un problema grave.

Al punto que Martín Lutero atacó especialmente a la Iglesia por esto.

Durante la Contrarreforma esto fue frenado y más últimamente en el siglo XX, se abolieron en gran medida las indulgencias cuantificadas en días o años.

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La Cuaresma en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia

La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las «armas de la penitencia cristiana»: la oración, el ayuno y la limosna (cfr. Mt 6,1-6.16-18).

En el ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la relación entre el «sacramento de los cuarenta días» y los sacramentos de la iniciación cristiana, o el misterio del «éxodo», presente a lo largo de todo el itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que tiende a centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo, en la Cuaresma los fieles concentran su atención en la Pasión y Muerte del Señor.

125. El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.

A pesar de la secularización de la sociedad contemporánea, el pueblo cristiano advierte claramente que durante la Cuaresma hay que dirigir el espíritu hacia las realidades que son verdaderamente importantes; que hace falta un esfuerzo evangélico y una coherencia de vida, traducida en buenas obras, en forma de renuncia a lo superfluo y suntuoso, en expresiones de solidaridad con los que sufren y con los necesitados.

También los fieles que frecuentan poco los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía saben, por una larga tradición eclesial, que el tiempo de Cuaresma-Pascua está en relación con el precepto de la Iglesia de confesar lo propios pecados graves, al menos una vez al año, preferentemente en el tiempo pascual.

126. La divergencia existente entre la concepción litúrgica y la visión popular de la Cuaresma, no impide que el tiempo de los «Cuarenta días» sea un espacio propicio para una interacción fecunda entre Liturgia y piedad popular.

Un ejemplo de esta interacción lo tenemos en el hecho de que la piedad popular favorece algunos días, algunos ejercicios de piedad y algunas actividades apostólicas y caritativas, que la misma Liturgia cuaresmal prevé y recomienda. La práctica del ayuno, tan característica desde la antigüedad en este tiempo litúrgico, es un «ejercicio» que libera voluntariamente de las necesidades de la vida terrena para redescubrir la necesidad de la vida que viene del cielo: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4; cfr. Dt 8,3; Lc 4,4; antífona de comunión del I Domingo de Cuaresma)

 

LA VENERACIÓN DE CRISTO CRUCIFICADO

127. El camino cuaresmal termina con el comienzo del Triduo pascual, es decir, con la celebración de la Misa In Cena Domini. En el Triduo pascual, el Viernes Santo, dedicado a celebrar la Pasión del Señor, es el día por excelencia para la «Adoración de la santa Cruz».

Sin embargo, la piedad popular desea anticipar la veneración cultual de la Cruz. De hecho, a lo largo de todo el tiempo cuaresmal, el viernes, que por una antiquísima tradición cristiana es el día conmemorativo de la Pasión de Cristo, los fieles dirigen con gusto su piedad hacia el misterio de la Cruz.

Contemplando al Salvador crucificado captan más fácilmente el significado del dolor inmenso e injusto que Jesús, el Santo, el Inocente, padeció por la salvación del hombre, y comprenden también el valor de su amor solidario y la eficacia de su sacrificio redentor.

128. Las expresiones de devoción a Cristo crucificado, numerosas y variadas, adquieren un particular relieve en las iglesias dedicadas al misterio de la Cruz o en las que se veneran reliquias, consideradas auténticas, del lignum Crucis.

La «invención de la Cruz», acaecida según la tradición durante la primera mitad del siglo IV, con la consiguiente difusión por todo el mundo de fragmentos de la misma, objeto de grandísima veneración, determinó un aumento notable del culto a la Cruz.
En las manifestaciones de devoción a Cristo crucificado, los elementos acostumbrados de la piedad popular como cantos y oraciones, gestos como la ostensión y el beso de la cruz, la procesión y la bendición con la cruz, se combinan de diversas maneras, dando lugar a ejercicios de piedad que a veces resultan preciosos por su contenido y por su forma.

No obstante, la piedad respecto a la Cruz, con frecuencia, tiene necesidad de ser iluminada. Se debe mostrar a los fieles la referencia esencial de la Cruz al acontecimiento de la Resurrección: la Cruz y el sepulcro vacío, la Muerte y la Resurrección de Cristo, son inseparables en la narración evangélica y en el designio salvífico de Dios. En la fe cristiana, la Cruz es expresión del triunfo sobre el poder de las tinieblas, y por esto se la presenta adornada con gemas y convertida en signo de bendición, tanto cuando se traza sobre uno mismo, como cuando se traza sobre otras personas y objetos.

129. El texto evangélico, particularmente detallado en la narración de los diversos episodios de la Pasión, y la tendencia a especificar y a diferenciar, propia de la piedad popular, ha hecho que los fieles dirijan su atención, también, a aspectos particulares de la Pasión de Cristo y hayan hecho de ellos objeto de diferentes devociones: el «Ecce homo», el Cristo vilipendiado, «con la corona de espinas y el manto de púrpura» (Jn 19,5), que Pilato muestra al pueblo; las llagas del Señor, sobre todo la herida del costado y la sangre vivificadora que brota de allí (cfr. Jn 19,34); los instrumentos de la Pasión, como la columna de la flagelación, la escalera del pretorio, la corona de espinas, los clavos, la lanza de la transfixión; la sábana santa o lienza de la deposición.

Estas expresiones de piedad, promovidas en ocasiones por personas de santidad eminente, son legítimas. Sin embargo, para evitar una división excesiva en la contemplación del misterio de la Cruz, será conveniente subrayar la consideración de conjunto de todo el acontecimiento de la Pasión, conforme a la tradición bíblica y patrística.

 

LA LECTURA DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

130. La Iglesia exhorta a los fieles a la lectura frecuente, de manera individual o comunitaria, de la Palabra de Dios. Ahora bien, no hay duda de que entre las páginas de la Biblia, la narración de la Pasión del Señor tiene un valor pastoral especial, por lo que, por ejemplo, el Ordo unctionis infirmorum eorumque pastoralis curae sugiere la lectura, en el momento de la agonía del cristiano, de la narración de la Pasión del Señor o de alguna paso de la misma.

Durante el tiempo de Cuaresma, el amor a Cristo crucificado deberá llevar a la comunidad cristiana a preferir el miércoles y el viernes, sobre todo, para la lectura de la Pasión del Señor.

Esta lectura, de gran sentido doctrinal, atrae la atención de los fieles tanto por el contenido como por la estructura narrativa, y suscita en ellos sentimientos de auténtica piedad: arrepentimiento de las culpas cometidas, porque los fieles perciben que la Muerte de Cristo ha sucedido para remisión de los pecados de todo el género humano y también de los propios; compasión y solidaridad con el Inocente injustamente perseguido; gratitud por el amor infinito que Jesús, el Hermano primogénito, ha demostrado en su Pasión para con todos los hombres, sus hermanos; decisión de seguir los ejemplos de mansedumbre, paciencia, misericordia, perdón de las ofensas y abandono confiado en las manos del Padre, que Jesús dio de modo abundante y eficaz durante su Pasión.

Fuera de la celebración litúrgica, la lectura de la Pasión se puede «dramatizar» si es oportuno, confiando a lectores distintos los textos correspondientes a los diversos personajes; asimismo, se pueden intercalar cantos o momentos de silencio meditativo.

 

EL «VÍA CRUCIS»

131. Entre los ejercicios de piedad con los que los fieles veneran la Pasión del Señor, hay pocos que sean tan estimados como el Vía Crucis. A través de este ejercicio de piedad los fieles recorren, participando con su afecto, el último tramo del camino recorrido por Jesús durante su vida terrena: del Monte de los Olivos, donde en el «huerto llamado Getsemani» (Mc 14,32) el Señor fue «presa de la angustia» (Lc 22,44), hasta el Monte Calvario, donde fue crucificado entre dos malhechores (cfr. Lc 23,33), al jardín donde fue sepultado en un sepulcro nuevo, excavado en la roca (cfr. Jn 19,40-42).

Un testimonio del amor del pueblo cristiano por este ejercicio de piedad son los innumerables Vía Crucis erigidos en las iglesias, en los santuarios, en los claustros e incluso al aire libre, en el campo, o en la subida a una colina, a la cual las diversas estaciones le confieren una fisonomía sugestiva.

132. El Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad Media: la peregrinación a Tierra Santa, durante la cual los fieles visitan devotamente los lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las «caídas de Cristo» bajo el peso de la Cruz; la devoción a los «caminos dolorosos de Cristo», que consiste en ir en procesión de una iglesia a otra en memoria de los recorridos de Cristo durante su Pasión; la devoción a las «estaciones de Cristo», esto es, a los momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario, o porque le obligan sus verdugos o porque está agotado por la fatiga, o porque, movido por el amor, trata de entablar un diálogo con los hombres y mujeres que asisten a su Pasión.
En su forma actual, que está ya atestiguada en la primera mitad del siglo XVII, el Vía Crucis, difundido sobre todo por San Leonardo de Porto Mauricio (+1751), ha sido aprobado por la Sede Apostólica, dotado de indulgencias y consta de catorce estaciones.

133. El Vía Crucis es un camino trazado por el Espíritu Santo, fuego divino que ardía en el pecho de Cristo (cfr. Lc 12,49-50) y lo impulsó hasta el Calvario; es un camino amado por la Iglesia, que ha conservado la memoria viva de las palabras y de los acontecimientos de los último días de su Esposo y Señor.

En el ejercicio de piedad del Vía Crucis confluyen también diversas expresiones características de la espiritualidad cristiana: la comprensión de la vida como camino o peregrinación; como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de la sequela Christi, según la cual el discípulo debe caminar detrás del Maestro, llevando cada día su propia cruz (cfr. Lc 9,23)
Por todo esto el Vía Crucis es un ejercicio de piedad especialmente adecuado al tiempo de Cuaresma.

134. Para realizar con fruto el Vía Crucis pueden ser útiles las siguientes indicaciones:
— la forma tradicional, con sus catorce estaciones, se debe considerar como la forma típica de este ejercicio de piedad; sin embargo, en algunas ocasiones, no se debe excluir la sustitución de una u otra «estación» por otras que reflejen episodios evangélicos del camino doloroso de Cristo, y que no se consideran en la forma tradicional;
— en todo caso, existen formas alternativas del Vía Crucis aprobadas por la Sede Apostólica o usadas públicamente por el Romano Pontífice: estas se deben considerar formas auténticas del mismo, que se pueden emplear según sea oportuno;
— el Vía Crucis es un ejercicio de piedad que se refiere a la Pasión de Cristo; sin embargo es oportuno que concluya de manera que los fieles se abran a la expectativa, llena de fe y de esperanza, de la Resurrección; tomando como modelo la estación de la Anastasis al final del Vía Crucis de Jerusalén, se puede concluir el ejercicio de piedad con la memoria de la Resurrección del Señor.

135. Los textos para el Vía Crucis son innumerables. Han sido compuestos por pastores movidos por una sincera estima a este ejercicio de piedad y convencidos de su eficacia espiritual; otras veces tienen por autores a fieles laicos, eminentes por la santidad de vida, doctrina o talento literario.

La selección del texto, teniendo presente las eventuales indicaciones del Obispo, se deberá hacer considerando sobre todo las características de los que participan en el ejercicio de piedad y el principio pastoral de combinar sabiamente la continuidad y la innovación. En todo caso, serán preferibles los textos en los que resuenen, correctamente aplicadas, las palabras de la Biblia, y que estén escritos con un estilo digno y sencillo.

Un desarrollo inteligente del Vía Crucis, en el que se alternan de manera equilibrada: palabra, silencio, canto, movimiento procesional y parada meditativa, contribuye a que se obtengan los frutos espirituales de este ejercicio de piedad.

 

EL «VÍA MATRIS»

136. Así como en el plan salvífico de Dios (cfr. Lc 2,34-35) están asociados Cristo crucificado y la Virgen dolorosa, también los están en la Liturgia y en la piedad popular.

Como Cristo es el «hombre de dolores» (Is 53,3), por medio del cual se ha complacido Dios en «reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,20), así María es la «mujer del dolor», que Dios ha querido asociar a su Hijo, como madre y partícipe de su Pasión (socia Passionis).

Desde los días de la infancia de Cristo, toda la vida de la Virgen, participando del rechazo de que era objeto su Hijo, transcurrió bajo el signo de la espada (cfr. Lc 2,35). Sin embargo, la piedad del pueblo cristiano ha señalado siete episodios principales en la vida dolorosa de la Madre y los ha considerado como los «siete dolores» de Santa María Virgen.

Así, según el modelo del Vía Crucis, ha nacido el ejercicio de piedad del Vía Matris dolorosae, o simplemente Vía Matris, aprobado también por la Sede Apostólica. Desde el siglo XVI hay ya formas incipientes del Vía Matris, pero en su forma actual no es anterior al siglo XIX. La intuición fundamental es considerar toda la vida de la Virgen, desde el anuncio profético de Simeón (cfr. Lc 2,34-35) hasta la muerte y sepultura del Hijo, como un camino de fe y de dolor: camino articulado en siete «estaciones», que corresponden a los «siete dolores» de la Madre del Señor.

137. El ejercicio de piedad del Vía Matris se armoniza bien con algunos temas propios del itinerario cuaresmal. Como el dolor de la Virgen tiene su causa en el rechazo que Cristo ha sufrido por parte de los hombres, el Vía Matris remite constante y necesariamente al misterio de Cristo, siervo sufriente del Señor (cfr. Is 52,13-53,12), rechazado por su propio pueblo (cfr. Jn 1,11; Lc 2,1-7; 2,34-35; 4,28-29; Mt 26,47-56; Hech 12,1-5). Y remite también al misterio de la Iglesia: las estaciones del Vía Matris son etapas del camino de fe y dolor en el que la Virgen ha precedido a la Iglesia y que esta deberá recorrer hasta el final de los tiempos.

El Vía Matris tiene como máxima expresión la «Piedad», tema inagotable del arte cristiano desde la Edad Media.

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