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DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre el Pecado

Oraciones contra los pecados

MISERERE (SALMO 50)

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado.

Pues yo reconozco mi delito,
mi pecado está siempre ante mí;
contra ti, contra ti solo pequé,
lo malo a tus ojos cometí.

Por que seas justo cuando hablas
e irreprochable cuando juzgas.

Mira que nací culpable,
pecador me concibió mi madre.

Y tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con hisopo hasta quedar limpio,
lávame hasta blanquear más que la nieve.

Devuélveme el son del gozo y la alegría,
se alegren los huesos que tú machacaste.

Aparta tu vista de mis yerros
y borra todas mis culpas.

Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
renueva en mi interior un espíritu firme;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme el gozo de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso;
enseñaré a los rebeldes tus caminos
y los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios salvador mío,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.

Pues no te complaces en sacrificios,
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas.

Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito,
un corazón contrito y humillado, oh Dios,
no lo desprecias

¡Sé benévolo y favorece a Sión,
reconstruye los muros de Jerusalén!

Entonces te agradarán los sacrificios legítimos
-holocausto y oblación entera-
entonces se ofrecerán novillos en tu altar.

  

ORACION POR MIS PECADOS

Te pido perdón, Señor, por mis pecados…

Por los pecados de toda una vida que en el amanecer de cada día dejo atrás. La mañana llega, y tú, amor Divino, me perdonas.
Cada día lo haces, cada día esperas ese poco de mí que puedo dar.

La pequeñez, que preñada de vida, de tu vida, sin duda va a florecer.

Mientras tanto, mientras ese momento llega, te vienes junto a mí y me esperas. Te vienes conmigo nada más levantarme.

No apartas de mí tus ojos cuando el pecado llega.

Sostienes a mi alma; le imprimes aliento; susurras a mi corazón que se pierda en el tuyo.

Pero… a menudo, no te oigo.

No, de mí sólo te llega un lamento: no puedo más…
De tu corazón un rayo brota hasta el fondo de mi pecho.

Y entre tus brasas y mi lamento, se forma un ruego, una palabra, una oración que transforma mi ser y lo acerca, de nuevo, a ti.

  

ORACIÓN DEL PECADOR

Amado Señor, vengo ante ti ahora
Se que soy un pecador. 
Nada de lo que hago me hace merecedor del cielo. 
Ahora entiendo que Jesucristo murió por mí. 
Él tomó mi lugar, mi castigo, y resucitó. 
Ahora mismo pongo mi confianza únicamente en Cristo para salvarme. 
Gracias por el regalo de la vida eterna que acabo de recibir. 
En el nombre de Jesús, amén.

  

ORACIÓN CONTRA LOS PECADOS DE LA CARNE

(28 Julio, 1998)

(«¿Sabes que estuve desnudo a la vista de todos los hombres, para que tú pudieras vencer y matar los deseos de la carne, los cuáles llevan al pecado de la fornicación y el adulterio?? Hijos, mi adversario usó este pecado para reclamar a todos los hombres como suyos.» «Cualquier pecador que constantemente rece esta oración ganará arrepentimiento verdadero. Entre más la recen, más serán los que volverán a mí y dejarán la fornicación y el adulterio. Muchos se perderán por los pecados de la carne. Trabajen duros para salvar almas…»)

Padre Santo y Misericordioso, Tu Hijo Unigénito está desnudo a la vista de todos los hombres, para que Tu pueblo conozca y tema Tu Santa Ley. Acepta mi humilde oración por todo Tu pueblo que vive en iniquidad, fornicación y adulterio, para que a través de la vergüenza y la desgracia que soportó Tu Hijo único, toques sus vidas, para que se conviertan y se salven. Que ellos, a través de la Sangre Preciosa de Tu Hijo Jesucristo, la cual te suplico caiga sobre sus cabezas, se conviertan y salven, y a través de la vergüenza de tu Hijo los lleve a la contrición. Amén.

Bernabe Nwoye

  

ORACIÓN DE LIBERACIÓN DE LOS PECADOS DE NUESTRA FAMILIA

Señor, asumo mi casa, la familia que me diste.

Como miembro de esta familia, te pido perdón por mis pecados personales, Señor. Los pecados que cometí de pensamientos, mis pecados de sentimientos, de emociones, de actos; todas las cosas erradas que hice.

Te pido perdón, Señor, por todas las palabras erradas que dije, palabras falsas, ofensivas, que hirieron a mis hermanos y que no fueron convenientes.

Te pido perdón por todos mis pecados de omisión. Las cosas que debía hacer y no hice. Por no haber orado como debía, por no interceder cómo debía, por no vigilar cómo debía, por no comandar cómo debía, por no usar de mi autoridad como debía, por no hablar cuando debía, por no callarme cuando debía,… finalmente, Señor, todas mis omisiones.

Te pido perdón por toda mi malicia, maldad, falsedad, hipocresía… de todo mi pecado, Señor. Tú sabes de la sinceridad de mi corazón.

Digo, sinceramente, delante de Ti: rompo con el pecado. No quiero pecar, Señor. Digo “no” al pecado.

Ahora asumo la autoridad espiritual que no es mía, pero que tú me diste, sobre mi familia.

Asumiendo esta autoridad espiritual, digo:

Perdón, Señor, por los pecados de la familia que me diste. Asumo sobre mí estos pecados, como tú asumiste sobre tí los pecados de tu pueblo, los pecados de la familia que el Padre te dio. Tú fuiste hasta la cruz y derramaste tu Sangre por esta familia.

Señor, te pido perdón por todos los pecados de pensamientos, de juicios, de palabras, de sentimientos, de emociones que – por mi culpa o sin mi culpa –mi familia cometió.

Te pido perdón por todos los pecados de omisión de mi familia. Por todo aquello que mis parientes queridos hicieron, disgustando y ofendiendo tu Corazón, disgustando y hiriendo a mis hermanos.

Yo y mi casa rompemos con el pecado, ya no queremos pecar. Yo y mi casa ya no queremos ser una “hija apóstata”. Ya no queremos quedarnos vagando por caminos errados, por los caminos de la tentación, resbalando en el pecado y dando apertura a él.

Yo y mi casa decimos como Domingo Sávio: “La muerte, pero no el pecado. Antes morir que pecar”.

Sabemos de nuestra fragilidad, Señor, pero firmes en la fe, firmes en tu poder, en el poder de tu cruz, hacemos esta proclamación: “Mi casa y yo rompemos con el pecado”. Mi Señor y mi Dios, lávanos ahora con tu Sangre preciosa. Lava toda mi casa, mi familia, a todos aquellos que bondadosamente me diste. Amén

Padre Jonas Abib, Fundador de la Comunidad Canción Nueva

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De Cuaresma DEVOCIONES Y ORACIONES Sobre el Pecado

Conciencia de que somos Pecadores

¡Señor! Aquí estoy, a tu lado, a tus pies.

En estos días de cuaresma sé muy bien que todos somos invitados por tu bondad a revisar nuestra conciencia, manantial fecundo de nuestro vivir responsable, pues a través de ella Tú nos hablas continuamente. Aquí estoy para hablarte y escucharte.

¡Ojalá escuchéis hoy mi voz en la conciencia..!

Concédeme, Señor, la gracia de acoger esta oportunidad que me ofreces, y de la que me das noticia por aquel clamor de voces bíblicas: ¡Ojalá escuchéis hoy mi voz..!
Mira, Señor; en un primer momento de intimidad contigo, quiero recordar y agradecerte las innumerables veces en que me has hablado y me hablas en la voz o grito de mi conciencia, para que yo te presto atención. Y como no te correspondo, sino que te soy infiel a la llamada, te ruego me perdones.

Gracias por cuantas veces me hablas por la conciencia. Innumerables veces. Por ejemplo,

cuando me dejo fascinar o atemorizar por la belleza o por los horrores y catástrofes de la naturaleza que nos fustiga;

cuando me acerco a la miseria de pobres hambrientos, y su pobreza me despiertan con el desasosiego que se genera en la culpabilidad;

cuando, sorprendido por el gozo de la vida, puedo celebrar jubiloso la fiesta de una familia unida en medio de una sociedad divida;

cuando, observando los atropellos humanos, me veo forzado a lamentar la manipulación y prostitución de la dignidad en muchas personas marginadas;

cuando, al cruzarme en la calle con un hombre o mujer de tez morena que ha llegado a nosotros buscando trabajo, palpo las injustas desigualdades que se acrecientan entre los hombres;

cuando, abierto al Espíritu, comparto la oración en un monasterio de contemplativas que invitan a la alabanza divina;

y cuando alargo la mano caritativa y samaritana al enfermo que me llama y a cualquiera que precisa de mi apoyo fraterno ….

Sí, Padre, lo reconozco agradecido. En cualquier momento de mi vida consciente, por los poros de mi sensibilidad Tú penetras hasta lo más profundo de la conciencia y me interpelas desde ella. … Y yo te soy infiel, pero Tú no me abandonas.

¡Gracias por tu voz! ¡Gracias por tu amor!…

Sólo hace falta querer escucharte, y yo acabaré escuchándote ….

¡Ojalá escuchéis la voz de Jesús!

Gracias también, Señor, porque previendo que ese giro o grito de la voz de la conciencia no me gustara o desvelara, Tú hiciste, además, que durante estos días la voz de Jesús resonara especialmente en mis oídos cuando leo en el evangelio su mensaje luminoso que no admite enga?o ni subterfugios. Jesús me dice, en efecto, si quiero desechar el pecado y haceros amigo suyo, no me enga?e con falsas aspiraciones a contemplar su rostro y comprobar su dolor personal.

A mí, nos dice Jesús, no me vais a encontrar personalmente en vuestros caminos. Mas eso no importa:

sabed que siempre que vistáis a un desnudo, visitéis a un prisionero, deis de comer a un hambriento o instruyáis a un ignorante, A MÍ ME ENCONTRÁIS Y ME LO HACÉIS;

y sabed también que siempre que proclaméis la justicia, o seáis creadores de paz, u oréis al Padre con humildad, CON VOSOTROS ESTOY YO ….

¡Gracias de nuevo, Padre! … Mi conciencia y la Palabra de Jesús serán mi guía, y ya no me mostraré insensible a la voz de la Verdad y del Amor.

¡Ojalá no os hagáis insensibles al pecado!

Pero quiero pedirte, Padre, que no sólo yo sino todos los hombres seamos sensibles a tu voz ….. Revélate con fuerza… Haz que todos escuchemos en la conciencia y en la voz de Jesús, cuando leamos el evangelio en estos días penitenciales, tu mensaje de amor, de perdón y de gracia.

Mira que sería una lástima vivir de espaldas a Ti mientras progresamos en la posesión de bienes materiales. No sería justo y noble que mientras hacemos gala, como la hacemos, de los beneficios de la ciencia y de la técnica (por los que vivimos mejor en este mundo cada día) se fuera embotando la sensibilidad de nuestra conciencia y nos olvidáramos de lo que somos: pobres criaturas ante ti, llamados a ser hijos por gracia.

¿Sabes, Señor, lo que se dice por aquí? Se dice que tu voz, la voz de Dios y de la conciencia, se va apagando a medida que elevan su voz nuestras apetencias y satisfacciones terrenas. Si eso fuera verdad, sería nuestra ruina moral, espiritual cristiana….

Y, al parecer, al enemigo de la buena conciencia lo tenemos cerca, pues en numerosas ocasiones ya no tenemos conciencia del pecado:

pecado de infidelidad a Ti, oh Dios, y a los hombres,

pecado de no atender a las exigencias de la justicia que atropellamos,

pecado de inmoralidad al usar a la mujer o al hombre como objeto de placer,

pecado por falta de la necesaria ascesis que se ha de unir al amor para que éste no fracase un matrimonio,

pecado por insolidaridad con los hermanos,

pecado por vivir como si Dios no existiera y como si no fuéramos responsables ante Ti por nuestros actos …. Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros en estos días.

ORACIÓN
Haz, Señor, que en estos días de cuaresma me haga más sensible a tu gracia, a tu perdón, a tu misericordia, y que con los dones que me has otorgado haga

Fuente: (www.clerus.org) mercaba

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