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Recordemos el Inolvidable Discurso de la Madre Teresa de Calcuta Contra el Aborto

La Madre Teresa de Calcuta es canonizada el 4 de septiembre de 2016. Y en este momento es bueno repasar su histórica intervención en el Desayuno de Oración Nacional en Washington.

Fue el 3 de febrero de 1994 ante una clase dirigente norteamericana tolerante con el aborto, y se constituyó en una pieza oratoria inolvidable.

madre teresa con bebe

La Madre Teresa dijo que el aborto mata la conciencia y es la mayor amenaza de la paz del mundo.
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Que al abortar, la madre no ha aprendido a amar; ha tratado de solucionar sus problemas matando a su propio hijo.

El aborto empobrece a la gente y esa pobreza es la más difícil de vencer.

El niño es un regalo de Dios para la familia. “Les pido por favor que no maten a los niños. Yo quiero a esos niños: ¡Dénmelos!”

Unos años después – en el Desayuno de Oración Nacional de 2010 – la entonces secretaria de Estado del Gobierno Obama, Hillary Clinton, recordó la participación en ese mismo acto de la Madre Teresa de Calcuta.

En ese entonces, la Madre Teresa le propuso abrir en Washington una casa para acoger a niños cuyas madres estuvieran pensando en abortar.

Hillary Clinton relató el momento en que la religiosa le pidió hablar a solas. La entonces secretaria de Estado imaginaba que le iba a reprobar por su postura ante el aborto, pero no fue así.

“Compartimos la convicción de que es preferible la adopción que el aborto, me dijo.

Entonces, me pidió crear juntas en Washington una casa de adopción para esos niños que están destinados a ser abortados.

“Sentí -explicó Hillary- que me habían dado una orden desde lo alto, y empecé a trabajar. Nos tomó un tiempo, necesitamos muchas aprobaciones”.

Fue, añadió,

la “lobbysta más infatigable que he visto”. “Me llamó desde Vietnam, desde India, y el momento llegó en junio 1995”.

En el día de la inauguración, la Madre Teresa disfrutó “como un niño feliz”, aseguró.

madre teresa orando

 

LA MAYOR AMENAZA A LA PAZ

La afirmación de la Madre Teresa de Calcuta, que el aborto es «la mayor amenaza a la paz en el mundo» se ha convertido en proverbial en el mundo pro-vida. 

En 1985, reiterado y ampliado en el momento de una entrevista con el periodista de Nueva York y activista pro-vida Thom O’Connor.

En la entrevista O’Connor, la Madre Teresa explicó que el niño no nacido,

es creado «a imagen de Dios para cosas más grandes, para amar y ser amado. 

Es por eso que es una cosa tan terrible pensar que la madre, a la que el niño ha sido dado como un regalo de Dios, podría destruirlo». 

«Por eso creo que el aborto se ha convertido en el mayor destructor de la paz hoy en día, ya que destruye la vida del niño, y destruye la conciencia de la madre también, y durante años y años, ella sabe que ha asesinado a su propio hijo», dijo.

«algo increíble» que la «madre puede asesinar a su propio hijo.»

madre teresa de calcuta con niño

 

RECUERDO DE UNA MADRE QUE ABORTÓ

Recordó el encuentro con una mujer que había abortado a su niño ocho años antes, y que le dijo a la Madre Teresa que

«cada vez se encuentra con un niño de ocho años de edad lo recuerda: ‘Mi hijo tendría ahora esa edad si no lo hubiera matado’«. 

«Me tomó mucho tiempo para ayudarla a pedirle a Dios que le perdone

madre teresa y enefermo

 

TRABAJO ENTRE LOS MAS POBRES

En la entrevista con la madre Teresa habló brevemente de su trabajo entre los «más pobres de los pobres» en la India y en otros lugares, y señaló que el aborto es menos común entre las personas con menos riqueza material.

«Algo muy extraño es que las personas pobres no están destruyendo a sus hijos, al niño no nacido», dijo.
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«Son las personas más pudientes que quieren algo más y tienen miedo del pequeño.
Así que destruyen al niño«.

«Pero las personas muy pobres no están haciendo eso. Lo hemos visto una y otra vez en todos los lugares donde nuestras hermanas están trabajando». 

En respuesta a una pregunta sobre el crecimiento inusual de la orden religiosa de las Misioneras de la Caridad, en un momento en que casi todas las órdenes religiosas en el mundo se estaban reduciendo drásticamente, ella dijo:

«Sí, nuestros jóvenes son muy, muy generosos«.

Ella dijo que cuando se les pregunta por qué quieren unirse a las Misioneras de la Caridad, las jóvenes dicen

«que quieren una vida de pobreza, oración y sacrificio que los llevará al servicio de los pobres».

Ella alabó la «gran ternura y generosidad» de los jóvenes, diciendo que

«a veces son engañados y no pueden elegir acertadamente. Pero una vez que se ponen en contacto con los pobres, y tocan a Cristo en el penoso disfraz de los pobres, inmediatamente piensan: ‘Sí, lo he encontrado. Yo le amo. Quiero servirle'».

madre teresa con juan pablo ii en papa movil

 

LA CALIDEZ DE LA MADRE TERESA

La Madre Teresa, es fundadora de las Misioneras de la Caridad y premio Nobel de la Paz.

O’Connor habló sobre su experiencia de entrevistar a la mujer que muchos creyeron en su momento fue un santo en vida.

«Su personalidad y su cálida presencia es tan poderosa, tan imponente, su humildad suave y silenciosa se irradia a lo largo de todo su ser», dijo.

 

DISCURSO DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA EN EL DESAYUNO ANUAL DE ORACIÓN EN WASHINGTON, D.C. EL 4 DE FEBRERO DE 1994

En el día del juicio, Jesús dirá a los que estén a su derecha:
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«Vengan, entren en el Reino. Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estuve enfermo y me visitaron…»
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Y luego el Señor dirá a los que estén a su izquierda:.
.
«Apártense de mí, porque estuve hambriento y no me dieron de comer; estuve sediento y no me dieron de beber; estuve enfermo y no me visitaron».
.
Y ellos le preguntarán:
.
«¿Cuándo te vimos hambriento, sediento o enfermo, y no te asistimos?
.
Jesús les responderá entonces:
.
«Todo lo que no hicieron por el más pequeño de sus hermanos, tampoco lo hicieron por mí».

Como nos reunimos aquí para rezar juntos, pienso que será hermoso si empezamos con una oración que expresa muy bien lo que Jesús quiere que hagamos nosotros por el más pequeño.

San Francisco de Asís entendió muy bien estas palabras de Jesús y su vida está expresada muy bien en una oración.

Y esa oración, que nosotros decimos todos los días después de la Santa Comunión, siempre me sorprende a mí, porque es muy apropiada para cada uno de nosotros.

Y yo siempre me pregunto si hace 800 años cuando San Francisco vivió, tuvieron las mismas dificultades que tenemos hoy,  Yo pienso que algunos de Ustedes ya tienen esta oración de paz, de manera que la oraremos juntos.

monjas de las hermanas de la caridad de la madre teresa de calcuta

 

LA ENTREGA DE JESÚS

Y Dios amó al mundo tanto que le dio a su hijo. Esa fue su entrega. Dios le dio su Hijo a la Virgen María, ¿y qué hizo ella con Él?

Tan pronto como Jesús entró en la vida de María, inmediatamente ella fue de prisa a llevar esa buena noticia.

Y al entrar ella a la casa de su prima Isabel, nos dicen las Escrituras que la criatura, el niño en el vientre de Isabel, saltó de alegría.

Mientras que estaba en el vientre de María —Jesús trajo paz a Juan el Bautista quien saltó de gozo en el vientre de Isabel.

Y por si aún fuese poco el hecho de que Dios el Hijo llegara a ser uno de nosotros se hiciese hombre y nos trajese su paz y su alegría desde el vientre de María, Jesús murió en la cruz para mostrarnos cuál es el amor mayor.

El murió por ustedes y por mí y por ese leproso y por ese hombre muriendo de hambre y esa persona desnuda yaciendo en la calle, no solo de Calcuta, sino de África, y de todas partes.

Nuestras Hermanas sirven estas pobres gentes en 105 países a través del mundo. El Señor Jesús nos recuerda que nos amemos con el mismo amor que él nos tiene.

Él dio su vida por amor a nosotros y de ese modo nos enseña, que debemos entregar lo que sea necesario para hacer el bien a los demás. Sí, así lo dice en su Evangelio:

«Ámense como yo los he amado.»

Jesús murió en la cruz porque con ello nos hacía un gran bien: la redención del egoísmo y del pecado.

El Señor entregó todo para cumplir la voluntad del Padre del Cielo y darnos ejemplo de cómo debemos amar la voluntad del Padre.

Y no anteponerle nada y amarnos así con el amor con que él nos amó. Si nos negamos a entregar lo que sea necesario para hacer el bien al prójimo, entonces ello quiere decir que aún vivimos en el pecado.

madre teresa de calcuta fondo

 

AMAR «HASTA QUE NOS DUELA»

Por eso hay que dar al hermano «hasta que nos duela.» No es suficiente que digamos: «Amo a Dios», sino que también tengo que amar a mi prójimo. 

San Juan dice que Usted es un mentiroso si dice que ama a Dios y no ama a su prójimo. 

¿Cómo puede amar a Dios a quien no ve, si no ama a su prójimo a quien Usted ve, a quien Usted toca, con quien Usted vive?

De ahí que sea tan importante tomar conciencia de que el amor, para ser verdadero, tiene que «dolernos» un poco.

Debe ser un amor dispuesto a hacer todo lo que esté a nuestro alcance, no sólo para no hacer daño al otro si no para hacerle el bien al otro.

Esto requiere que estemos dispuestos a sufrir un poco porque de otra manera, no habrá amor verdadero en nosotros y aunque brindemos justicia a los demás, no sembraremos la paz a nuestro alrededor

Esta última frase «.. y aunque brindemos …» no es fiel al original, la traducción es: y traigo injusticia, no paz a aquellos alrededor mío.

¿Estamos dispuestos a dar hasta que nos duela para ser así solidarios con nuestra familia, o anteponemos nuestros intereses personales?

Le dolió a Jesús el amarnos.  Hemos sido creados en Su imagen para grandes cosas, para amar y ser amados.

Solo «lo ponemos sobre Cristo» como nos dicen las Escrituras.  Y así, hemos sido creados para amar como Él nos ama. 

Jesús hace de Sí Mismo el hambriento, el desnudo, el desamparado, el no querido, y Él dice, «Me lo hiciste a Mí.»

poster de la madre teresa de calcuta fondo

En el último día dirá a aquellos a Su derecha, «lo que hiciste al más pequeño de estos, me lo hiciste a Mí», y dirá también a aquellos a la izquierda, «lo que dejaste de hacer por los más pequeños de estos, me lo dejaste de hacer a Mí.»

Cuando estaba muriendo en la Cruz, Jesús dijo, «Tengo sed».  Jesús está sediento de nuestro amor, y esta es la sed de todos, tanto de pobre como rico.

Nosotros todos tenemos sed por el amor de otros,  que se salgan de su camino para evitar dañarnos y para hacernos bien.  Este es el significado del amor más verdadero, dar hasta que duela.

No puedo nunca olvidar la experiencia que tuve al visitar una casa en donde mantenían a todos estos viejos padres de hijos e hijas quienes los habían puesto en una institución y los olvidaron quizás.

Vi que en esa casa estas gentes de edad tenían todo —buena comida, lugar confortable, televisión, todo, pero cada uno miraba hacia la puerta. 

Y no vi a ninguno con una sonrisa en la cara.  Me volteé a la Hermana y le pregunté: «¿Por qué estas gentes que tienen cada confort aquí, por qué están todos mirando a la puerta?  ¿Por qué no están sonriendo?»

Estoy acostumbrada a ver las sonrisas de las gentes, aún los que están muriendo sonríen.

Y la Hermana me dijo: «Esta es la forma en que es casi cada día. Están esperando, están esperanzados de que un hijo o hija vendrá a visitarlos. Están dolidos porque están olvidados 

Y vean, este descuido para amar trae pobreza espiritual.

Quizá en nuestra familia tenemos a alguien que se está sintiendo solo, quien se está sintiendo enfermo, quien se está sintiendo preocupado.

¿Estamos allá?  ¿Estamos dispuestos a dar hasta que duela para estar con nuestras familias, o ponemos nuestros intereses primero?

Estas son preguntas que debemos preguntarnos a nosotros mismos, especialmente cuando comenzamos este año de la familia.

Debemos recordar que el amor empieza en casa y debemos también recordar que el futuro de la humanidad pasa por la familia.

Estaba sorprendida en el Oeste al ver tantos jóvenes, muchachos y muchachas dándole a las drogas.  Y traté de averiguar por qué.

¿Por qué es así, cuando aquellos en el Oeste tiene muchas más cosas que aquellos en el Este?  Y la respuesta era: Porque no hay ninguno en la familia para recibirlos.  

Nuestros hijos dependen de nosotros para todo —su salud, su nutrición, su seguridad, su llegar a conocer y a amar a Dios.

Por todo esto, nos miran con confianza, esperanza y expectativa.

Pero a menudo el padre y la madre están tan ocupados que no tiene tiempo para sus hijos, o quizá no están aún casados o han renunciado al matrimonio.

Así los hijos se van a las calles y se involucran en drogas y otras cosas.  Estamos hablando del amor de un hijo, que es en donde el amor y la paz deben empezar.  Estas son cosas que rompen la paz.

papa juan pablo ii y madre teresa de calcuta

 

EL ABORTO, LA MAYOR AMENAZA PARA LA PAZ

Pero la amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre.

Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decirle a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a una mujer de que no se practique un aborto?

Como siempre, hay que hacerlo con amor y recordar que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio su vida por amor a nosotros.

Hay que ayudar a la madre que está pensando en abortar; ayudarla a amar, aún cuando ese respeto por la vida de su hijo signifique que tenga que sacrificar proyectos o su tiempo libre. A su vez el padre de esa criatura, sea quien fuere, debe también dar hasta que duela.

Al abortar, la madre no ha aprendido a amar; ha tratado de solucionar sus problemas matando a su propio hijo.

Y a través del aborto, se le envía un mensaje al padre de que no tiene que asumir la responsabilidad por el hijo engendrado.

Un padre así es capaz de poner a otras mujeres en esa misma situación. De ese modo un aborto puede llevar a otros abortos.

El país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere.  Es por esto que el mayor destructor del amor y la paz es el aborto.

misioneras de la caridad de teresa de calcuta

 

EL NIÑO ES UN REGALO DE DIOS

Hay mucha gente muy preocupada por los niños de la India o África, donde mueren tantos de hambre. Mucha gente está preocupada por la violencia en esta gran nación de los Estados Unidos.

Está muy bien que estemos preocupados por todo eso. Pero a menudo esa misma gente no se preocupa por los millones de seres humanos aniquilados por decisión deliberada de sus propias madres.

Y esto es lo que es el gran destructor de la paz hoy —el aborto lo que trae a la gente a tal ceguera.

En la India y en todo lugar que visito, insisto en que debemos volver a dedicarle al niño toda la atención que se merece. El niño es un regalo de Dios para la familia.

Cada niño ha sido creado a imagen y semejanza de Dios para cosas grandes, para amar y ser amado.

Debemos colocar al niño de nuevo en el centro de nuestro cuidado y preocupación el texto en Inglés dice:

Y por esto apelo en la India y apelo por todas partes, «Traigamos al niño» al centro de nuestro cuidado y preocupación.  

Este es el único camino para que el mundo siga adelante pueda sobrevivir.

Precisamente porque el niño es la única esperanza para el futuro. Cuando los más ancianos son llamados a la presencia de Dios, sólo sus hijos pueden ocupar su lugar.

Pero ¿qué nos dice Dios?:

«Aunque una madre pueda olvidarse de su hijo, yo no me olvidaré de ti. Te he esculpido en la palma de mi mano.»

Nosotros estamos esculpidos en la palma de Su mano. El niño que todavía no ha nacido ha sido esculpido en la mano de Dios desde su concepción, y ha sido llamado por Dios a amar y ser amado, no sólo ahora, en esta vida, sino para siempre, en la eternidad. Dios no se olvida nunca de nosotros

madre teresa premio nobel

 

COMBATAMOS EL ABORTO CON LA ADOPCIÓN

Les confiaré algo hermoso: Estamos combatiendo el aborto con la adopción: cuidamos a la madre y adoptamos a su hijo. De ese modo hemos salvado miles de vidas.

Hemos enviado comunidades a las clínicas, diciéndoles:

«Por favor, no maten al niño, nosotros nos haremos cargo de él». Siempre hay algunos de los nuestros que les dice a las madres en problemas: «Venga, la cuidaremos y hallaremos un hogar para su hijo».

Y así tenemos una gran demanda de niños por parte de matrimonios que no pueden tener hijos. Pero nunca entrego un niño a un matrimonio que haya hecho algo para no tener un hijo. Jesús dijo:

«El que reciba a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me recibe.»

Al adoptar un niño, esos matrimonios están recibiendo al mismo Señor Jesús  pero abortando un niño, una pareja rechaza el recibir a Jesús.

Les pido por favor que no maten a los niños. Yo quiero esos niños: ¡Dénmelos! Estoy dispuesta a aceptar todo niño que se pretenda abortar y darlo a un matrimonio que lo ame y a su vez sea amado por el niño.

Sólo en nuestro Hogar Infantil de Calcuta hemos reunido 3,000 niños que han sido salvados del aborto, niños que luego han brindado mucho amor y alegría a sus padres adoptivos y han crecido tan llenos de amor y gozo.

maria esperanza y madre teresa

 

LA ANTICONCEPCIÓN DESTRUYE EL AMOR

Comprendo que los matrimonios deseen planificar sus respectivas familias. Pero para ellos existe la planificación familiar en base a métodos naturales.

La manera de planear la familia es una planificación familiar natural, sin contraceptivos.

El camino para una planificación de la familia no es el aborto sino el recurso a métodos naturales. Los métodos anticonceptivos destruyen esa capacidad de generar vida y, al practicarlos, los esposos están haciendo algo contra ellos mismos.

La atención se dirige hacia ellos mismos y se destruye la donación de amor orientada hacia el cónyuge.

En virtud del amor los esposos orientan su atención el uno hacia el otro, como ocurre en la planificación natural de la familia, y no hacia sí mismos, como sucede en el caso de los métodos no naturales.

Una vez que se ha echado mano de estos últimos métodos, el paso hacia la realización de un aborto se da con facilidad.

Sé también que existen grandes problemas en el mundo, que muchos esposos no aceptan los métodos naturales de planificación de la familia.

Desde luego, no podemos solucionar todos los problemas que existen en el mundo, pero no dejemos de luchar contra el peor de todos ellos; es decir, la destrucción del amor. Esto es lo que sucede cuando le decimos a la gente que use anticonceptivos o aborte.

teresa de calcuta con ninio

 

CASTIDAD: DOMINIO DE UNO MISMO Y AMOR HACIA EL PRÓJIMO

Los pobres son gente magnífica: ellos pueden enseñarnos muchas cosas hermosas.

Una vez vino un hombre muy pobre a agradecernos por haberle enseñado a planificar su familia con métodos naturales porque no es nada más que auto-control nacido del amor del uno por el otro.

«Ustedes, la gente que practica la castidad, son los mejores en enseñar la planificación natural de la familia, ya que ésta no es nada más que dominio de uno mismo animado por el amor hacia el prójimo.»

Estas pobres gentes quizá no tiene nada que comer, quizá no tiene casa en donde vivir, pero pueden aún ser gran gente cuando son espiritualmente ricos.

Cuando levantamos a una persona que se está muriendo de hambre en la calle, podemos reconfortarla con un plato de arroz y un pedazo de pan.

Pero mucho más difícil de ayudar es aquella otra que padece pobreza espiritual, que se siente expulsada de la sociedad, no querida y aterrorizada.

Un aborto, que a menudo viene después del empleo de métodos anticonceptivos, empobrece a la gente y esa pobreza es la más difícil de vencer.

padre John A  Hardon con las hermanas de la madre teresa de calcuta

 

EL AMOR: LA RIQUEZA DE MUCHOS POBRES

Aquellos que son materialmente pobres pueden ser gente muy maravillosa.

Una tarde íbamos con una hermana por las calles y recogimos a cuatro personas abandonadas. Una de ellas, una mujer, se encontraba en una condición terrible. Les dije a las Hermanas:

«Ustedes cuiden de estas tres: yo me encargaré de esta otra que se ve en peor estado». Hice por ella todo lo que estuvo a mi alcance. La acosté en una cama y en su rostro se encendió una sonrisa radiante. Tomó mi mano y pronunció una sola palabra: «¡Gracias!», y falleció.

Hice entonces un examen de conciencia: «¿Qué hubiese dicho yo si hubiese estado en su lugar?»

Y mi respuesta fue muy simple: Hubiese tratado de atraer la atención sobre mí, diciendo: «Tengo hambre, me estoy muriendo, tengo frío, tengo dolores» u otras cosas por el estilo.

Sin embargo, ella me dio mucho más: me ofreció su amor agradecido. Y murió con una sonrisa en los labios.

** FILE ** Sisters of the Missionaries of Charity, the religious order founded by Mother Teresa, pray during a Mass celebrating Mother Teresa's Beatification at the Basilica of the National Shrine of the Immaculate Conception in Washington in this Oct. 19, 2003 file photo. (AP Photo/Gerald Herbert, File)

 

LA CARIDAD COMIENZA EN EL HOGAR FAMILIAR

O aquel caso del hombre recogido en un basural, medio comido por los gusanos. Cuando lo trajimos a casa, nos dijo:

«He vivido como un animal, en la calle, pero voy a morir como un ángel, amado y rodeado de cuidados».

Luego de que le extrajimos todos los gusanos de su cuerpo, nos dijo con una amplia sonrisa;

«Hermana, me voy con Dios.» Y murió.

Fue maravilloso apreciar la grandeza de este hombre que pudo hablar sin echarle culpas a nadie... Como un ángel… esa es la grandeza de la gente espiritualmente rica aún cuando sean materialmente pobres.

No somos trabajadores sociales. Quizás a los ojos de muchos estemos haciendo un trabajo social.

Sin embargo nosotros aspiramos a ser contemplativos en medio del mundo, precisamente porque queremos llevar la presencia de Dios a las familias.

Hay mucho odio y miseria y tenemos que comenzar en nuestros hogares con la oración y los sacrificios. La caridad comienza por casa y no se trata de cuánto hagamos sino de cuánto amor pongamos en las cosas que realicemos.

Si somos contemplativos en medio del mundo, no nos desanimaremos al enfrentar los problemas del mundo. Debemos siempre recordar que Dios nos dice en las Escrituras:

«Aún si una madre pudiera olvidar al hijo en su vientre —algo imposible, pero aún si ella pudiera olvidar— Yo nunca me olvidaré de ti.«

Y de manera que estoy aquí hablándoles. Quiero que encuentren al pobre aquí, justo en su propia casa primero. Y empiecen el amor allí.

Primero llevemos la buena noticia a los que nos rodean, y luego preocupémonos de nuestros vecinos, ¿sabemos quiénes son?

Una familia india me ofreció el ejemplo más extraordinario de amor al vecino.

Un señor vino a nuestra casa y nos dijo: «Madre Teresa, hay una familia que no come desde hace varios días. Haga algo, por favor…». Tomé entonces un poco de arroz y fui hacia allí enseguida.

Vi a los niños de aquella familia con ojos encendidos de hambre. No sé si alguna vez han visto gente que sufre hambre. Yo lo he visto a menudo.

La madre de la familia recibió el arroz que le di y salió de su casa.

Cuando retornó le pregunté: «¿Adónde fue usted?» Me respondió con sencillez: «Mis vecinos también tienen hambre». Le pregunté entonces quiénes eran ellos: «Una familia musulmana» me respondió.

Aquella tarde no regresé a ese lugar con más arroz porque quise que ambos, hindúes y musulmanes, experimentasen la alegría de compartir.

Y ahí estaban los niños, radiantes de alegría, compartiendo la alegría y la paz con su mamá porque ella había sido capaz de amar hasta el dolor. Y precisamente allí comienza el amor, en el hogar familiar.

madre teresa con juan pablo ii

 

QUE NINGÚN NIÑO SEA PRIVADO DEL AMOR

Como muestra el ejemplo de esa familia, Dios no se olvida nunca de nosotros.

Hay algo que tanto usted como yo podemos hacer siempre: Podemos conservar la alegría del amor de Jesús en nuestro corazón, y compartirla con todas las personas que encontramos en nuestra vida.

Tratemos de lograr que la madre ame a su hijo, lo cuide y lo proteja; que no lo asesine, ni lo sacrifique.

Y demos nuestro amor de manera ilimitada, siempre con una sonrisa. Tal como demuestra este ejemplo, Dios jamás nos olvida, siempre hay algo que podemos hacer para ayudar al otro.

Conservemos en nuestro corazón la alegría de amar al Señor y compartamos con todos aquellos que nos rodean y que hallamos en nuestro camino.

Esforcémonos para que ningún niño se vea privado de amor, de cuidados, o sea arrojado y aniquilado. Y demos, demos hasta que duela… siempre con una sonrisa en los labios.

Una vez hablé mucho sobre el hecho de dar con una sonrisa. Entonces un profesor americano me preguntó:

«¿Está usted casada?» Le respondí: «Sí, y a veces me resulta difícil sonreírle a mi esposo Jesucristo cuando me plantea tantas exigencias algunas veces«.

Es real. Pero ahí comienza el amor: cuando se nos exige y a pesar de las exigencias damos con alegría.

Una de las cosas más exigentes para mí es viajar por todas partes —y con publicidad.

Yo he dicho a Jesús que si no voy al cielo por ninguna otra cosa, iré al cielo por todos los viajes con la publicidad, porque sí que me han purificado y santificado y me han realmente alistado para ir al cielo.

Si recordamos que Dios nos ama y que debemos amar al prójimo como el Señor mismo nos ama, de ese modo América se convertirá en un signo de paz para el mundo.

Que desde aquí se dé un ejemplo de cuidado y atención a los seres más débiles, los niños aún no nacidos. 

Si ustedes se convierten en una antorcha de justicia y paz en el mundo, entonces habrán sido fieles a los principios de los fundadores de este país. ¡Que Dios los bendiga!

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Hay eventos que marcan una época: el discurso “I have a dream” de Martin Luther King

Hace medio siglo un pastor baptista cambió la vida de los negros en occidente.
Hace 51 años, el pastor negro baptista, líder de los derechos civiles para los negros norteamericanos, Martin Luther King, tuvo un sueño. Un sueño de justicia e igualdad, de amistad, de democracia, donde hombres y mujeres, movidos por su fe o sus ideales, contribuyeran en la construcción de un mundo nuevo.

 

Martin-Luther-King-I-have-a-dream

 

En una magnífica pieza de análisis, Rafael Navarro-Valls dice que, como suele ocurrir con las notables piezas oratorias, el discurso de King fue inicialmente celebrado, luego casi olvidado, y al final mitificado. El destino de las grandes palabras es muy incierto: pueden prender como fuego en las conciencias, o pueden llevar una vida lánguida hasta que despiertan. Esto ocurrió con el “I have a dream” del discurso de Martin Luther King.

Puede leerse el discurso completo abajo.

Inicialmente, los redactores del borrador -incluido el Dr. King- habían decidido no incluir la referencia, ya que el recurso retórico lo había ya utilizado el pastor batista en otras intervenciones. Al parecer, fue la cantante de gospel Mahalia Jackson quien, comenzado ya el discurso, gritó; «Tell them about the dream, Martin».

Entonces. MLK improvisó y comenzó a introducir – contra lo previsto – la expresión “tengo un sueño”. Wyatt Walker su asesor de discursos, masculló contrariado: «Maldición, está utilizando otra vez el sueño».

Como veremos, no todos reaccionaron así. Y como hace notar Drew Hansen – autor del libro “The Dream”- “el discurso de King en la marcha casi nunca se menciona en los debates sobre Ley de Derechos Civiles de 1964, que ocupan alrededor de 64.000 páginas de las Actas del Congreso». No obstante, ese día, en el Mall de Washington estaba medio Hollywood: Charlton Heston, Paul Newman, Sidney Poitier, Sammy Davis Jr, Burt Lancaster, James Garner y Harry Belafonte. Marlon Brando paseaba blandiendo una picana eléctrica, símbolo de la brutalidad policial.

UN DISCURSO MITIFICADO

Hace unos días, el propio «Washington Post» ha publicado un editorial en el que reconoce y lamenta que, cuando se pronunció el discurso, el prestigioso periódico no había captado su importancia. En su mea culpa el “Post” reconoce que el 29 de agosto de 1963, es decir, el día siguiente del discurso, publicó decenas de historias sobre la marcha. En ninguna de ellas se captó la importancia del discurso de King. Las palabras ‘I have a dream’ son mencionadas solamente una vez, en la página 15, quinto párrafo. Y añade: “Habíamos también publicado algunos resúmenes del discurso, que no incluían el ‘I have a dream’. “Un ejemplo de mala praxis periodística”, concluye.

Sin embargo, esta semana el discurso es portada de Time Magazine. Un estudio realizado por investigadores expertos en megafonía de la Universidad de Wisconsin-Madison y la Universidad A & M de Texas, lo nominó como el mejor discurso de la América del siglo XX.

Como se ha recordado, durante las protestas en la Plaza de Tiananmen, algunos manifestantes portaban carteles que decían: «Yo tengo un sueño» y la frase ha sido vista en lugares tan dispares como un tren en Budapest o un mural en los suburbios de Sydney. En una encuesta realizada en 2008, ante la pregunta de si pensaban que el discurso fue «relevante para la gente de su generación», el 68 por ciento de los estadounidenses dijo que sí, incluyendo el 76 por ciento de los negros y el 67 por ciento de los blancos. Sólo el 4 por ciento no estaban familiarizados con él.

EL ASESINATO DE MLK

¿Cuál es la razón de la importancia política que ese discurso tuvo, y que no fue captada por todos? Son varias, en mi opinión.

La primera, la concesión del Nobel de la Paz y el posterior asesinato de Martin Luther King. Para entender este trágico desenlace hay que retrotraerse al propio año 1963.

MLK, decide que ése será el año definitivo de ponerse en movimiento. Razones: era el centenario de la Proclamación de la Emancipación; se había cumplido una década desde la decisión del TS sobre integración en las escuelas, con resultado desilusionantes; y, en fin, el movimiento que él dirigía como presidente de la Junta Cristiana del Sur, había “encontrado, al fin, su profunda y potente filosofía de la no violencia”. El objetivo fue la ciudad de Birmingham (Alabama), “la urbe más estrictamente segregada de todos los Estados Unidos”. Hacia allí marcharon MLK y algunos compañeros.

La noche del 11 de mayo un hogar negro y un hotel para afroamericanos en esa ciudad fueron destruidos por medio de bombas. Tres mil soldados fueron enviados por el presidente Kennedy y el secretario de Justicia (Bob Kennedy), no obstante la protesta del gobernador de Alabama, George Wallace. A pesar de lograr MLK el compromiso de que los negros podían comer en unas cuantas tiendas del centro de la ciudad, la turbulencia se extendió hacia el norte.

Durante el verano fueron arrestados 13. 786 personas, casi todas de color. En este ambiente comenzaron a surgir líderes violentos como Malcolm X y Adam C. Powell, cuyo objetivo era que los negros del Norte se vengaran de los blancos como represalia por la violencia blanca del Sur.

Mientras tanto, el 19 de junio el presidente Kennedy enviaba al Congreso la ley más ambiciosa sobre derechos civiles que conoció la historia legislativa americana. Solamente sería aprobada después de la muerte del Presidente: a las 19.49 del 19 de junio de 1964, con una votación en el Senado de 73 a 27.

En medio de esta tempestad, MLK convoca para el 28 de agosto otra marcha pacífica sobre Washington. Inmediatamente el partido nazi americano amenazó con una contramarcha; los musulmanes negros se opusieron al proyecto pacífico, y al menos uno de los líderes intervinientes – fue convencido por los organizadores de moderar el tono – pensaba denunciar lo “insuficiente ” del proyecto de ley de Kennedy . Sin embargo, todo marchó bien. De hecho, al acabar la marcha, el presidente Kennedy recibió a los organizadores con una amplia sonrisa, diciendo “Yo también tuve un sueño”.

MLK recibía el Premio Nobel de la Paz el 10 de diciembre de 1964. Cuatro años más tarde, el 4 de abril de 1968, era asesinado por James Earl Ray en un motel de Memphis (Tennessee).

En su lápida se inscribió el final de su discurso de 1963: “Dad gracias a Dios Todopoderoso porque al fin soy libre”. A partir de ese momento, tanto King como su “I have a dream” entrarían en la historia.

RETÓRICA RELIGIOSA Y RETÓRICA POLÍTICA

El segundo factor del éxito del discurso fue puramente formal. En Estados Unidos la retórica política roza, con mucha frecuencia, la retórica religiosa. De hecho, es llamativo que Obama en su discurso de toma de posesión del cargo citara cuatro veces a Dios. Y tanto los discursos de Lincoln de aceptación de la presidencia (“La inteligencia, el patriotismo, la religión y una firme confianza en ese Dios tan poderoso que siempre dispensó sus favores a este país, es todo cuanto necesitarnos para resolver satisfactoriamente nuestras diferencias”) como el de Gettysburg, apelan directamente al fervor religioso.

El propio presidente Clinton, alaba la tendencia del Dr. King de invocar religión y democracia – incluido el discurso del “sueño” – sin subordinar una a otra. De hecho los discursos de King habían cosechado odio, aplausos y reacciones encontradas pero, milagrosamente, ninguna crítica por mezclar retórica religiosa y retórica política.

La verdad es que la mayoría silenciosa americana se adapta mucho mejor al pluralismo religioso que los media, que suelen ser “volubles, sensacionalistas y paternalistas en asuntos relacionados con la fe”.

Cuando en mitad de su discurso MLK dejó a un lado el texto escrito y comenzó a referirse a sus “sueños”, ya vimos cómo uno de sus colaboradores se enojó. Sin embargo la reacción afirmativa fue más generalizada. Gary Younge , en su libro sobre el discurso («The Speech»), recuerda la alegría de Clarence Jones, otro asesor de King. Para éste, «cuando MLK leía el texto parecía un profesor», pero en cuanto lo dejó a un lado «volvió a convertirse en un predicador baptista», que llegaba al corazón de sus oyentes. Por tres veces alude a la filiación divina como base de la igualdad entre los hombres; cita a Isaías («Sueño que algún día los valles serán cumbres…»); y concluye, «Libres al fin, gracias a Dios Omnipotente…»

Es evidente que desde 1963 la igualdad entre los hombres ha dado pasos de gigante.

Y el sueño de MLK de “convertir en realidad que todos los hombres han sido creados iguales”, sigue siendo la fe de muchos y el sueño de todos.

ÉSTE ES EL HISTÓRICO DISCURSO DE MARTIN LUTHER KING

Estoy contento de reunirme hoy con vosotros y con vosotras en la que pasará a la historia como la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace un siglo, un gran americano, bajo cuya simbólica sombra nos encontramos, firmó la Proclamación de Emancipación. Este trascendental decreto llegó como un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros y esclavas negras, que habían sido quemados en las llamas de una injusticia aniquiladora. Llegó como un amanecer dichoso para acabar con la larga noche de su cautividad.

Pero cien años después, las personas negras todavía no son libres. Cien años después, la vida de las personas negras sigue todavía tristemente atenazada por los grilletes de la segregación y por las cadenas de la discriminación. Cien años después, las personas negras viven en una isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después, las personas negras todavía siguen languideciendo en los rincones de la sociedad americana y se sienten como exiliadas en su propia tierra. Así que hemos venido hoy aquí a mostrar unas condiciones vergonzosas.

Hemos venido a la capital de nuestra nación en cierto sentido para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magnificientes palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, estaban firmando un pagaré del que todo americano iba a ser heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres -sí, a los hombres negros y también a los hombres blancos- se les garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

Hoy es obvio que América ha defraudado en este pagaré en lo que se refiere a sus ciudadanos y ciudadanas de color. En vez de cumplir con esta sagrada obligación, América ha dado al pueblo negro un cheque malo, un cheque que ha sido devuelto marcado «sin fondos».

Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación. Así que hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dé mediante reclamación las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia. También hemos venido a este santo lugar para recordar a América la intensa urgencia de este momento. No es tiempo de darse al lujo de refrescarse o de tomar el tranquilizante del gradualismo. Ahora es tiempo de hacer que las promesas de democracia sean reales. Ahora es tiempo de subir desde el oscuro y desolado valle de la segregación al soleado sendero de la justicia racial. Ahora es tiempo de alzar a nuestra nación desde las arenas movedizas de la injusticia racial a la sólida roca de la fraternidad. Ahora es tiempo de hacer que la justicia sea una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y subestimar la determinación de las personas negras. Este asfixiante verano del legítimo descontento de las personas negras no pasará hasta que haya un estimulante otoño de libertad e igualdad. Mil novecientos sesenta y tres no es un fin, sino un comienzo. Quienes esperaban que las personas negras necesitaran soltar vapor y que ahora estarán contentos, tendrán un brusco despertar si la nación vuelve a su actividad como si nada hubiera pasado. No habrá descanso ni tranquilidad en América hasta que las personas negras tengan garantizados sus derechos como ciudadanas y ciudadanos. Los torbellinos de revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que nazca el día brillante de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi pueblo, que está en el caluroso umbral que lleva al interior del palacio de justicia. En el proceso de conseguir nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos saciar nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra fecunda protesta degenere en violencia física. Una y otra vez debemos ascender a las majestuosas alturas donde se hace frente a la fuerza física con la fuerza espiritual. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra no debe llevarnos a desconfiar de todas las personas blancas, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como su presencia hoy aquí evidencia, han llegado a ser conscientes de que su destino está atado a nuestro destino. Han llegado a darse cuenta de que su libertad está inextricablemente unida a nuestra libertad. No podemos caminar solos.

Y mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre caminaremos hacia adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes están preguntando a los defensores de los derechos civiles: «¿Cuándo estaréis satisfechos?» No podemos estar satisfechos mientras las personas negras sean víctimas de los indecibles horrores de la brutalidad de la policía. No podemos estar satisfechos mientras nuestros cuerpos, cargados con la fatiga del viaje, no puedan conseguir alojamiento en los moteles de las autopistas ni en los hoteles de las ciudades. No podemos estar satisfechos mientras la movilidad básica de las personas negras sea de un ghetto más pequeño a otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras nuestros hijos sean despojados de su personalidad y privados de su dignidad por letreros que digan «sólo para blancos». No podemos estar satisfechos mientras una persona negra en Mississippi no pueda votar y una persona negra en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no, no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente.

No soy inconsciente de que algunos de vosotros y vosotras habéis venido aquí después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros y vosotras habéis salido recientemente de estrechas celdas de una prisión. Algunos de vosotros y vosotras habéis venido de zonas donde vuestra búsqueda de la libertad os dejó golpeados por las tormentas de la persecución y tambaleantes por los vientos de la brutalidad de la policía. Habéis sido los veteranos del sufrimiento fecundo. Continuad trabajando con la fe de que el sufrimiento inmerecido es redención.

Volved a Mississippi, volved a Alabama, volved a Carolina del Sur, volved a Georgia, volved a Luisiana, volved a los suburbios y a los ghettos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de un modo u otro esta situación puede y va a ser cambiada.

No nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos delante las dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño americano.

Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: «Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales».

Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad.

Tengo un sueño: que un día incluso el estado de Mississippi, un estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y justicia.

Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por su reputación.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día allá abajo en Alabama, con sus racistas despiadados, con su gobernador que tiene los labios goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Alabama niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y hermanos.

Tengo un sueño hoy.

Tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña será bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos se enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente la verá.

Ésta es nuestra esperanza. Ésta es la fe con la que yo vuelvo al Sur. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres.

Éste será el día, éste será el día en el que todos los hijos de Dios podrán cantar con un nuevo significado «Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera suene la libertad».

Y si América va a ser una gran nación, esto tiene que llegar a ser verdad. Y así, suene la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de New Hampshire. Suene la libertad desde las enormes montañas de Nueva York. Suene la libertad desde los elevados Alleghenies de Pennsylvania.

Suene la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve de Colorado. Suene la libertad desde las curvas vertientes de California.

Pero no sólo eso; suene la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia.

Suene la libertad desde el Monte Lookout de Tennessee.

Suene la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera.

Suene la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos que la libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: «¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!»

Fuentes: Zenit, Signos de estos Tiempos

 

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