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¿Cómo un Humilde puede Ganarle a un Orgulloso?

La humildad es la base del éxito.

Todos conocemos gente soberbia y desmedidamente orgullosa.

Sabemos las reacciones negativas que causan y como enrarecen el clima.

Pero en última instancia son perdedores.

Por algo Jesús dijo que el que se enaltece será humillado y el que se humille será enaltecido (Lc 18:14)

Veremos que el orgullo descontrolado es la madre de todos los pecados y le humildad su antídoto.

Los pecados nos apartan de Dios. Y al apartarnos de Dios perdemos la comunión con Él y el derecho de vivir con el Él eternamente luego de nuestro pasaje en la Tierra.

   

HAY QUE DISTINGUIR DOS TIPOS DE ORGULLO

Bajo el término orgullo subsisten dos significados diferentes y hasta opuestos entre sí.

Uno de esos significados es el orgullo como un sentimiento de confianza de haber hecho correctamente algo difícil y desafiante.

Es una sana seguridad en uno mismo, que puede reconocer la mano de Dios en los eventos.

Los filósofos paganos pensaban que el orgullo era algo bueno antes que se volviera pecaminoso, o sea que llega un punto en que lo bueno se vuelve malo.

Porque al principio nos inspira a esforzarnos y a buscar cosas elevadas. Nos inspira el esfuerzo.

Pero hay un umbral luego del cual se vuelve destructivo.

La otra acepción de orgullo es cuando nos sentimos con derecho a un reconocimiento y alabanza constante en el alma.

La buscamos por uno mismo y exigimos a los demás esta actitud hacia nosotros.

Es buscar ser amado s más de lo que es apropiado y denigrar las cualidades de los demás.

En este sentido, nos impulsa a rechazar la sumisión a autoridades legítimas, dentro de la que se incluye Dios.

San Gregorio pensaba que había cuatro tipos de orgullo:

Pensar que el bien es de uno mismo.

Pensar que el bien de uno es de Dios pero que es como consecuencia de nuestros propios méritos.

Jactarse de la excelencia que uno no posee.

Despreciar a los demás y desear aparecer como el único poseedor de lo que uno tiene (esto está relacionado con el pecado de la envidia).

Hablaremos en este artículo del orgullo en el sentido negativo y de su opuesto, la virtud de humildad.

   

DEFINICIÓN DE ORGULLO

El orgullo es una estimación fuera de toda medida de nuestras capacidades.

Está tan extendido en la cultura actual que no nos damos cuenta cuando actuamos orgullosamente en sentido negativo.

La cultura lo exalta, y cuanto más desordenada es la subcultura peor es, piensa en la Marcha del Orgullo Gay.

Está tan extendido que está presente en el resto de los pecados que cometemos.

Porque su base es pensar más en nosotros mismos de lo que deberíamos pensar.

Esta desmedida autoestima nos ensombrece reconocer que los dones los hemos recibido de Dios.

Y es en ese sentido que la humildad es lo opuesto al orgullo.

Porque ser humilde significa reconocer nuestros límites, de quiénes somos y hasta dónde podemos.

Nos hace reconocer que tenemos talentos y dones que son regalos que Dios nos ha dado para usar con los demás.

Y sentir agradecimiento por ellos y por quién nos lo dio.

En cambio el orgullo es autorreferencial porque deja de lado causas externas de nuestros talentos, cultivando una estima excesiva hacia nuestros propios logros.

Nos hace sentir que no debemos nada a nadie y que podemos decidirlo todo por nosotros mismos, con buen juicio y exitosamente.

Y es por eso que está presente en la mayoría de los otros pecados.

Nos hace descuidar de crecer en virtudes y reconocer nuestra necesidad de Dios, cómo ayuda por lo menos.

De modo que el orgullo no sólo implica la desestimación del poder de Dios sino también la desestimación de los que nos rodean.

Esto hace que seamos refractarios a someternos a cualquier autoridad legítima.

Y a admitir que otros tienen también talentos, que incluso pueden ser mejores que los nuestros o complementarios.

Esta visión miope no sólo nos empobrece en nuestro crecimiento sino que nos aísla de los demás.

Se dice que el orgullo es el pecado que compartimos más con el maligno.

El signo central del maligno es la desobediencia y el orgullo.

Y su tarea central es promover la tentación, que es en última instancia fomentar la rebelión de sentirse con derecho a determinar que lo que es bueno y que es lo que es malo, desdeñando las instrucciones de Dios.

   

EL ORGULLO PONE A DIOS EN LA PERIFERIA

El peligro del orgullo, tanto para ateos como para cristianos, es relegar a Dios a un lugar secundario desde el punto de vista moral, espiritual y temporal.

Es volverlo irrelevante y hasta innecesario, mientras nosotros mismos nos situamos en el centro.

Un orgulloso que cree en Dios tiene una imagen de Él como únicamente gratificador de sus placeres y que asiente a todo lo que le propone y tiene ganas de hacer y tener.

Dios es el agente que le proporcionará prestigio, poder, dinero, a través del uso de sus propios talentos que desarrolló por sus esfuerzos propios.

Poner a Dios en el costado de nuestra vida es el principal peligro del orgullo.

Por eso se dice que el orgulloso mira hacia abajo, mientras que el humilde mira hacia arriba, a Dios.

Esta ilusión de autosuficiencia se complementa con la noción de que nos vamos a salvar por nuestros propios méritos y no por la gracia de Dios.

Esto lleva indirectamente a conductas viciosas y despóticas con los demás.

Por lo tanto, la ausencia de Dios oscurece la conciencia y es así como se convierte en el peor de los pecados.

Incluso se considera que Dios es más tolerante con los pecados de la carne y la sexualidad, que con los pecados de orgullo, porque son más mortales.

Y esta es la razón por la que San Gregorio consideraba al orgullo como la madre de todos los pecados.

Porque conquista el corazón del hombre, lo enaltece, y es la materia prima para los demás pecados capitales.

El orgullo está detrás de concepciones de Dios que lo alejan de la justicia y lo consideran sólo como un padre amoroso que nos deja hacer lo que tenemos en gana realizar.

Esta es una forma de trivializar a Dios y de exaltar a los hombres, porque Dios existiría sólo para complacernos y afirmarnos.

Es un Dios consolador pero nunca desafiante.

No es el Dios que la Iglesia propone descubrir en la cuaresma. No es el Dios del ayuno y de la oración

Es un Dios hecho a semejanza nuestra, un Dios interior que nunca corrige las imperfecciones.

  

LA VIRTUD DE LA HUMILDAD

La virtud de la humildad es el contrapeso al pecado del orgullo.

Porque para seguir a Nuestro Señor se necesita “abajarse” uno mismo reconociendo el poder de Dios sobre nuestra vida.

Sólo con la humildad nosotros podemos disponernos a confiar, tener esperanza que nos lleve luego a la caridad y a la obediencia.

Estas son unas citas de Santos respecto a la humildad

“Si eres humilde, nada te tocará, ni alabanzas ni desgracias, porque sabes lo que eres”. Madre Teresa        

“Nuestro Señor no necesita de nosotros ni grandes obras ni pensamientos profundos. Ni inteligencia ni talentos. Él aprecia la simplicidad. Santa Teresita de Lisieux

“El mundo nos dice que busquemos el éxito, el poder y el dinero: Dios nos dice que busquemos la humildad, el servicio y el amor”. Papa Francisco

“La oración, la humildad y la caridad hacia todos son esenciales en la vida cristiana; ellos son el camino hacia la santidad”. Papa Francisco

“Nadie alcanza el reino de los Cielos, excepto por la humildad”. San Agustín

“La humildad no es pensar menos en ti mismo, sino pensar menos de ti mismo”. CS Lewis

“Si tuviera un solo sermón para predicar, sería un sermón contra el orgullo”. GK Chesterton

La humildad es la virtud que nos permite superar el orgullo desenfrenado.

El Catecismo de la Iglesia Católica en los numerales 2559 y 2546 dice que es la virtud por la cual un cristiano reconoce que Dios es el autor de todo bien.

La humildad evita la ambición desmedida y el orgullo, y proporciona la base para recurrir a Dios en oración.

La humildad voluntaria se puede escribir como pobreza de espíritu.

  

CÓMO DESPLEGAR LA HUMILDAD EN LA VIDA DIARIA

Hay tres gracias relacionadas para vivir la humildad:

dejar de lado tus intentos de hacerte sentir “especial” a través de la aceptación y admiración de los demás;

-superar la repugnancia de sentirte emocionalmente herido por los demás;

buscar el bien de los demás en todas las cosas, dejando de lado toda competencia, incluso a costa propia.

Debemos diferenciar nuestra necesidad de que nuestro trabajo sea reconocido y apreciado, de la ambición de que el fruto de nuestros talentos se constituya en una identidad personal.

Evitar que los beneficios de nuestro trabajo se conviertan en una alabanza hacia nosotros y no en una alabanza hacia Cristo.

Por eso San Pablo dice en Gálatas 6: 14 que “nunca me jacte excepto en la cruz de Nuestro señor Jesucristo”.

A veces el orgullo es una defensa cuando nos sentimos heridos y queremos protegernos del dolor.

Lo cual se agrava si ese sentimiento de menosprecio se vuelve más permanente.

No debemos confiar en nuestra propia defensa en esos casos sino en la protección de Cristo.

En los evangelios Jesús dice varias veces que no temamos. Y es famosa la expresión de Juan Pablo II “no tengáis miedo”.

La otra defensa que usamos es considerar que el mundo es una jungla en el que hay que competir con los demás.

Y que colocar a los demás primeros va en contra de nuestra auto preservación natural.

Es absolutamente posible y razonable que podamos actuar en un mundo competitivo sin maximizar nuestro orgullo personal y sí maximizando la compasión por los demás.

Esto no significa ceder posiciones ilegítimas a los demás, sino actuar en la verdad.

No es masoquismo ni autodestrucción sino que es caridad.

No es renunciar a la responsabilidad de desarrollar nuestros talentos al máximo, sino justamente hacerlo para servir a Dios, en base a nuestro amor por Él y por el prójimo.

Es así que el mejoramiento de nuestras capacidades y talentos es una necesidad espiritual, en vez que una forma de egoísmo para sobresalir sobre los demás.

Nuestro objetivo es utilizar los dones que Dios nos dio, al servicio de la salvación de los demás y de nuestra propia salvación.

Pero a veces nos encontramos en situaciones, en este mundo caído, en que alguien nos desprecia, olvida, ridiculiza, comete injusticias, insulta.

Y nuestra forma habitual de reaccionar es maximizando nuestro orgullo pecaminoso, como recurso psicológico de defensa.

En estos casos es bueno tener autocontrol y solucionarlo de estas formas:

-Se honesto contigo mismo sobre cuánto te hiere emocionalmente la ofensa;

Reconoce los impulsos de ira y venganza que aparecerán en tu mente;

-Por el amor y con la confianza de que el amor triunfará sobre el mal, rehúsa a ceder a esos impulsos: álzate sobre ellos y confía el asunto a la justicia perfecta de Dios ;

-Por el hecho de no llevar a otros a tu propia tentación a un orgullo o enojo más profundo que el que causó la ofensa en primer lugar, no discutas ni compitas con ellos.

Puedes decirles gentil y amablemente cómo te sientes, y si se disculpan, está bien.

Pero si te desprecian, reza silenciosamente por su eventual iluminación y conversión.

Si seguimos esta forma de reaccionar con humildad nuestro orgullo pecaminoso disminuirá y aumentará nuestra genuina autoestima.

Porque la diferencia entre una autoestima sana y una autoestima desordenada es nuestro pensamiento dirigido hacia Dios y hacia los demás.

Ser testigos del amor de Dios y no testigos del conflicto provocado por el maligno.

Porque el maligno está detrás de cada acto de falta de humildad y de orgullo descontrolado.

  

¿CÓMO AUMENTAR LA HUMILDAD PARA GANARLE AL ORGULLO?

La verdadera humildad se consigue bajando el orgullo.

Porque ambas conductas tienen una relación de suma cero, cuándo se incrementa una automáticamente baja la otra.

El orgullo tratará de tener su propio camino, controlar las situaciones y a la gente, dominar, manipular.

Es la fuente del autoengaño, la vanidad, la lujuria por el poder.

Que en última instancia cataliza la ira y la violencia en la Tierra, y es una afrenta a Dios.

Es una puerta abierta al maligno.

La palabra humildad proviene del término latín “humus” que significa tierra, polvo, o sea algo insignificante.

Pero no debiera confundirse con timidez y mediocridad, porque la humildad no niega los dones que Dios nos ha dado.

Por el contrario, los reconoce como que provienen de Él y que Él Espera que nosotros lo usemos para la Iglesia.

Sin embargo hay que estar prevenidos de la falsa humildad, que en algunos casos es una excusa para el quietismo.

Todos queremos sobresalir, obtener respeto y admiración de la gente que nos rodea.

Pero la única forma de obtener esa grandeza en el plan de Dios es ser Santos.

Porque la grandeza para Dios no es la que propone el mundo.

Por eso es la grandeza de María fue su pequeñez y su obediencia.

¿Y cómo crecemos en la virtud de la humildad?

Primero, hay que orar a Dios con perseverancia para pedirla.

Segundo, hay que aceptar humillaciones en nuestra vidas, que Dios deja pasar para nuestra santificación.

Tercero, obedecer a nuestros superiores legítimos, en oposición a lo que hizo Lucifer que proclamó no servir a Dios “non serviam”.

Cuarto, reconocer tu insignificancia y la grandeza de Dios.

Quinto, estar en una actitud de análisis y desconfianza de uno mismo especialmente de nuestros pecados.

Porque cada uno de ellos, por más pequeño que sea, se debe a nuestro orgullo.

Sexto, pensar mejor en los demás que en uno mismo.

Por lo tanto no hay que enorgullecernos de nuestras obras, porque no sabemos cuál será el juicio de Dios, ya que es diferente al de los hombres.

Séptimo, imitar la humildad del modelo perfecto que es Jesucristo.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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¿Cómo Saber lo que es Bueno para ti, entre las Cosas que Llegan a tu Vida?

¿Tú agarras todo lo que te viene?

¿Tomas cada cosa que parece ser una oportunidad?

¿Arrancas cada pieza de fruta “madura”?

Ten cuidado, recuerda la fruta en el árbol del Jardín del Edén.

Por sus frutos lo conoceréis”, nos dice el Señor.

En este artículo te quiero dar algunos consejos sencillos.

milagros diarios

¿Analizas todas las señales que te llegan?
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¿Incluso cuando te suceden cosas malas?
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¿Sabes cómo separar lo que es de Dios y lo que no lo es?

Los milagros de Dios en nuestras vidas, su guía, no se producen generalmente a través de signos de fuegos y centellas en la naturaleza.

Ni debemos necesariamente esperar locuciones internas o que se nos aparezca la Virgen María.

Sino que lo habitual son insinuaciones sutiles, que discernidas con una actitud humilde, nos permiten corregir el curso cuando nos hemos desviado o dar por contestadas las preguntas que hacemos.

sagrado corazon en un arbol fondo

 

ANALIZAR EL ÁRBOL DENTRO DEL BOSQUE

Cuando algo viene a tu camino que parece tentador, puedes hacer mejor si estudias el árbol primero. Porque por el árbol lo conoceréis.

Jesús dijo que cuando se trata de discernir los frutos, debemos saber que un árbol malo no puede dar frutos buenos.

Ni podemos conseguir una clase de fruta – por ejemplo, los higos – de un tipo diferente de árbol – un espino, o una zarza.

Lo semejante produce lo semejante.
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La lección: mira la fuente de lo que te es ofrecido. Mira la naturaleza del árbol.

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Haz un estudio más detenido de la propia fruta.

Si tratamos de alcanzar el árbol equivocado porque parece oportuno – una zarza que parece como una higuera – a veces agarramos espinas en su lugar.

Asegúrate de que sea una bendición, a diferencia de una desviación, incluso un engaño.

Incluso lo que parece una buena oportunidad, puede interponerse en el camino y desviarnos de otra y verdadera gran oportunidad.
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En otras palabras, es posible que te apresures a tomar algo que parece “bueno” que oculta lo que Dios realmente tiene en mente.
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El resultado: una excelente oportunidad que nos pasa por detrás.

Las oportunidades están a tu alrededor, pero si no sabes cómo ver, tamizar, sentir, o dimensionarlas, entonces no vas a saber qué hacer con tu vida.

Vas a perderte en el plan que Dios tiene para ti.

arbol de manzana

 

LA GESTIÓN DE LAS OPORTUNIDADES

El primer paso en la gestión de oportunidades es deshacerse de las cosas que pueden parecer importantes, pero no lo son, eliminando el barullo, lo que no es esencial.

El hecho de que tú puedas hacer algo exitosamente no significa que debas hacerlo; sólo porque puedas solventar algo, no significa que debes comprarlo.

Cuando algo se te ofrece es posible que necesites preguntar: ¿quién lo está ofreciendo?; ¿qué es lo que quiere?; ¿cuáles han sido los resultados de las otras cosas que ha ofrecido, y que ha sucedido a otros que han participado de sus dones?; ¿cuáles son las posibles consecuencias?

Algunos árboles poseen tanto la luz como oscuridad. Dan fruto, pero están parcialmente muertos.

Si un árbol produce tanto el bien como el mal, dará luz y brotarán las tinieblas, de una manera que no es predecible.

Tus talentos crecen cuando se utilizan para Dios.

Cuando tus regalos se agrandan, es que estás cumpliendo tu propósito.

Si tu trabajo te permite amar plenamente, es parte de Su Plan.

Busca consejos en los reveses y victorias de tu vida. Medita en ellos.

En la vida llegan muchas “oportunidades” y tenemos que elegir las más adecuadas.
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Cuando lo hacemos, nos destacamos
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Cuando nos damos cuenta de la bendición, encontramos que el cumplimiento se ajusta a nuestras habilidades, a nuestros gustos, incluso a nuestras pasiones.
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Cuando se trata de una “gran” oportunidad, va a nuestro propósito.

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De alguna manera nos lleva al cumplimiento de nuestros llamamientos en la vida.

Debemos aprender a caminar audazmente. No tener miedo.

Sólo debemos asegurarnos que hemos realizado una oración sólida de antemano para discernir.

Ven Espíritu Santo. Ven Espíritu Santo. Ven Espíritu Santo, en el Nombre de Jesús.

Muy raramente esto falla. Di esto hasta que haya “traspasado las nubes.”

Finalmente nuestras plegarias penetran. Llamad y hallaréis. Golpead y encontraréis. La puerta es abierta.

Es como una nube real, torrentes de luz resplandecen cuando se perfora, a pesar de los intentos del diablo para sofocarlo.

Tira a la basura lo que realmente no necesitas. No lo guardes. Puede dejarte ciego. Te puede enterrar.

No tengas miedo de perder “oportunidades”. Sólo recuerda que el diablo también ofrece fruta.

Pon a prueba todo y quédate sólo con lo que es bueno.

Si añades algo a tu vida, asegúrate de que hay espacio para Él, que se ajusta a tu vocación, a tu misión, a tu propósito, a tu paz, a tu energía, a tu proyecto de su vida, en vez de oscurecerlo.

rayo

 

LAS SEÑALES DOLOROSAS QUE DIOS NOS ENVÍA PARA EVITAR ACCIDENTES MAYORES

Para hacer todo el discernimiento de que hablamos hay que comprender las señales.

Los milagros de Dios en nuestras vidas, su guía, no se producen a través de signos de fuegos y centellas. Dios suele ser sutil en sus mensajes y milagros.

Al igual que el buen Dios puede hacer que una vela gotee de tal manera que se asemeje a un ángel, o el sol tenga un reflejo un poco inusual, o la corteza de un árbol forme lo que parece una silueta vaga de Jesús (o una piedra un corazón), lo mismo ocurre con su manipulación de los acontecimientos cotidianos.

De tal manera que el tiempo va justo para nosotros y produciendo acontecimientos que nos permiten saber que Él está ahí, sin que haya una especie de espectáculo de fuego desde el cielo.

Busca las señales en lo ordinario. Ve a Dios siempre y en todas partes.
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Busca las señales que fluyen con tu rutina diaria y acepta el curso de los acontecimientos, como dirigidos.
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Recuerda que cuando es el tiempo de Dios, nunca hay frenesí.

Entrégate a Él desde la parte superior de la cabeza hasta la planta de los pies. No luches por controlarte.

Siempre deja espacio para que Dios obre.

Vas a encontrar la paz cuando dejes de tratar de ir más allá de lo que Dios ha establecido como sus límites. Cristo elige a los humildes.

reyes magos y estrella de belen

 

UNA EXPERIENCIA

Es la simplicidad que conduce a la comunicación directa.
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Peticiones simples funcionan de maravillas, nos conectan de manera directamente con Dios, que responde a nuestras oraciones.

Hay un hermoso cuento de una pareja que manejaba una emisora de radio católica, Barbaranne Marion, en Pensilvania.

Una Navidad ella y su marido no podían comprar regalos para sus hijos – que estaban esperando ansiosamente a Santa Claus.

Postrándose, ella oró a la Virgen para que la oyera. “No quería nada para mí”, dijo. “Sólo para los niños.”

¿Cómo iban a quedar sin regalos? ¿Cómo podía hacer frente a tal decepción?

No lo hizo. Al día siguiente su marido John fue a recoger el correo y encontró un sobre que había sido metido allí a mano, sin gastos de envío.

Fue de una oyente rica que dijo que “sintió que la Virgen le dijo” que le diera a Marion U$S 1,500 (el cheque estaba incluido) para utilizar exclusivamente “para la alegría de la Navidad”.

Así es como Dios obra directamente, si nosotros creemos Él puede trabajar de esa manera.

arbol en burbuja una mujer

 

POR EL CONTRARIO…

Nuestros mejores esfuerzos pueden ser frustrados cuando estamos operando con egoísmo.
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Cuando las cosas no “van bien”, cuando estamos “desmoralizados”, cuando “simplemente no es nuestro día”, Dios nos puede estar lanzándonos una indirecta.

Imagina que estás en camino a una tienda y todo el camino te encuentras con problemas: el tráfico frustrante, una vez que estás allí, el empleado es grosero, él no tiene la marca correcta del producto que buscas, una vez compras algo y regresas, resulta que el producto se sale de la botella.

¿Podría Dios estar diciendo algo acerca del licor que compraste?

7 trompetas del apocalipsis

 

ACCIDENTES MENORES EN LUGAR DE MALES MAYORES

Imagínate que yendo por el producto tuvieras una distracción y tal vez incluso un pequeño accidente.
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Esto también estaría de acuerdo con la manera de actuar de Dios.
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Y esto también es una señal.
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Dios envía generalmente pequeños accidentes, en un esfuerzo para prevenir accidentes graves.

Trata de conseguir que nos desplacemos de curso, si nos estamos apartando de una manera que podría ser perjudicial.

Es así como un codazo también es un milagro.

¿Te sientes frustrado en tu búsqueda de un puesto de trabajo? ¿No será porque está buscando el tipo equivocado de trabajo?

¿Estás dándote tu cabeza contra una pared? ¿No será porque es egoísta, materialista, o demasiado ambicioso?

¿Estás tratando de imitar los dones de otros, en vez de utilizar lo que Dios y sus ángeles te han dado?

Si es así, te esperan los contra-milagros.

Pero cuidado, no toda mala señal es un disgusto de Dios.
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Eso no quiere decir que toda desgracia sea una señal que Dios está disgustado.
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Podemos estar en el camino de Dios – haciendo su voluntad – y enfrentarnos a retos similares.
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Tales son las “pruebas” de la vida.

Como ya sabes, hay resistencia del enemigo.
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Sin embargo, durante los períodos de mala suerte, debemos orar para discernir un patrón.

Si lo que estamos tratando de hacer es Su Voluntad, al final lo que estamos persiguiendo tendrá éxito y lo tendrá en proporción a la fe.

En esos casos, el Señor dirige nuestro camino. En la tormenta, estamos protegidos.

Por otro lado, cuando estamos fuera de sintonía con Dios, puede ser no sólo frustrante, sino peligroso.

El Señor tiene nuestra eternidad en la mente y permitirá a los acontecimientos que nos reorienten en la dirección de una gloria que es inimaginable.

arbol genelogico de dos colores

 

CUANDO FORZAMOS LAS COSAS…

Ve con la sana corriente. Deja que la vida se abra para ti. No fuerces las cosas.
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Siempre debemos esperar en el Señor, y debemos siempre seguir sus tiempos.

¿Frustrado? ¿Esperando algo que simplemente no está ocurriendo? ¿No puedes entender por qué las oraciones no son contestadas?

Sólo hay una solución: Deja ir lo que sea que estás anhelando y envíalo a las manos de Dios.

Confía más allá de rendirte. Pon tu mente en otros asuntos. La ansiedad inhibe la gracia y puede ser causada por el espíritu del temor.

Una vez recibidas, tales gracias son aumentadas cada vez que somos diligentes, superamos un mal hábito, confesamos un pecado (haciendo un verdadero esfuerzo para no repetirlo), o nos alejamos de lo que nos tienta.

Dios nos bendice para animarnos a mejores bendiciones y se retira para indicarnos que estamos en el error.

Las gracias son mejoradas cada vez que ponemos la otra mejilla. 

He visto varios casos en los que lo que parecía un desastre causado por el mal del otro, pero simplemente fue ignorado y seguido de gracias que superaron con creces lo que el mal se llevó.

Cada tentación es un regalo, porque es la oportunidad de ser más como Jesús.

Se sincero contigo mismo y no te unas a las cosas materiales, sino a Dios. Y no te olvides de que tu vida es tan transitoria como las de una flor.

No tengas miedo sino mira en la raíz de las emociones negativas. 

El miedo es a menudo la razón por la que no nos gustan otros, limita lo que hacemos, y nos aísla a nosotros mismos.

Mientras tanto, el orgullo bloquea la gracia y cubre más nuestro verdadero ser.

Cuanto más superemos las reacciones emocionales negativas, más empezamos a sentir paz, felicidad y libertad.

gota de agua cayendo fondo

 

LA CORRIENTE DE VIDA

Existe lo que se llama una corriente de vida que fluye de Dios y en la Biblia se le llama “agua viva” .

Es agua cristalina y parece similar al agua común, pero en realidad es la gracia brillante. Se la impide solamente cuando tiramos piedras en ella.

Estas rocas son nuestras tendencias al egoísmo, que causan que el “agua” se  desvíe a nuestro alrededor. Con mucho, la roca más grande es el orgullo.

Y cuando el agua es forzada en torno a una roca, ésta tiende a ser áspera. Si hay demasiadas rocas, ellas cortan la corriente, como una presa.

¿Estás bloqueado? ¿Existe un “callejón sin salida”? ¿Tus oraciones “rebotan”? ¿Has bloqueado su otra forma de manifestarse: la luz?

Nuestro objetivo en la vida, nuestro camino a lo milagroso, y al Cielo, está en remover cualquier piedra que pueda estar en la corriente de la vida que se ha designado para nosotros.

De esta manera podemos acelerar el flujo, dejando que la corriente venga en su totalidad.

Eso ocurre a través de la pureza de nuestras intenciones. Reza en el camino correcto. Se poseído por Cristo.

A partir de ahí, tenemos que dejarnos fluir.

Eso significa liberar muchas de nuestras tensiones, horarios, problemas, ansiedades, y rutinas a Dios, sabiendo que Él está ahí cuando lo necesitas.

Él vigila los acontecimientos en nuestras vidas mucho más de cerca que lo que nosotros mismos podemos monitorear.

Y mientras Él puede tomar su tiempo, si estás en la corriente de la vida – en Su Luz – Él nunca tarda.

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Donde Reside el Verdadero Poder de la Humildad

El mundo no valora ni entiende el poder de la humildad.

Piensa que quien hace una demostración arrogante de su poder es un ganador.

Mientras que quien se humilla a sí mismo es un perdedor.

Considera que hay que tener una gran autoestima y orgullo para ser triunfador en la vida.

Y piensa que la autoestima se genera por la confianza en las capacidades de uno mismo.

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Sin embargo esto es diametralmente opuesto a lo que podemos advertir en la realidad.

Y este juicio no es porque llegamos a valorar la humildad simplemente por un pensamiento religioso.

Es un dato de la realidad objetiva.

Los grandes talentos de la humanidad han sido personas humildes y que no se vanagloriaban de sí mismos.

En cambio, quienes hacen demostraciones arrogantes de su posición, generalmente obtienen triunfos en pequeñas batallas.

En realidad tienen poca confianza en sus dones y por eso quieren forzar a los demás a reconocerlos de manera compulsiva.

Pero quienes basan su acción en la humildad logran grandes triunfos en el mediano y largo plazo, y los triunfos son duraderos.

Los humildes tienen una relación más ordenada con su autoestima, que los lleva a relativizar sus dones.

A comprender su pequeñez respecto al creador.

Entienden que si bien han hecho esfuerzos para desarrollar sus talentos, los dones básicos han sido un regalo de Dios, y a Él le deben sus logros.

La palabra humildad viene del latín “humilitas”, que deriva de la palabra “humus” que significa tierra o suelo.

Y según San Isidoro se le llama humilde a un hombre porque es “humo acclinis”, que significa inclinado hacia el lugar más bajo.

La humildad es la virtud más importante para desarrollar la vida espiritual, pero también es vital para la vida en sociedad.

El humilde vive su vida buscando la paz, mientras que el orgulloso termina viviendo una vida de conflictos.

 

ES LA PRINCIPAL DE LAS VIRTUDES

San Agustín dijo sobre la importancia vital de la humildad para la vida espiritual,

«La humildad es la base de todas las virtudes; por lo tanto, en un alma donde no existe, no puede haber verdadera virtud, sino sólo la apariencia.

De la misma manera, es la disposición más apropiada para todos los dones celestiales.

Y, finalmente, es tan necesaria para la perfección, que de todas las formas de alcanzarla, la primera es la humildad».

Santo Tomás de Aquino también dijo que es «el fundamento del edificio espiritual».

Y Santa Teresa de Ávila consideró a la humildad como «caminar en la verdad»

De modo que la humildad elimina los obstáculos para la recepción de la gracia y es la base de todas las demás virtudes.

Sin humildad no puede haber virtud sólida.

Y con humildad somos capaces de crecer y perfeccionarnos en la vida espiritual.

Por tanto es indispensable para alcanzar la santidad, que nos llevará al cielo.

 

LA HUMILDAD EN LAS ESCRITURAS

En Santiago 4: 6 dice que Dios se opone a los soberbios pero da gracia a los humildes.

Y en Mateo 18: 3-4 se lee,

“En verdad, te digo que a menos que te conviertas en un niño, nunca entrarás en el reino de los cielos.

Quien se humilla a sí mismo como este niño, es el más grande en el reino de los cielos«.

En Proverbios 11: 2 se recomienda que hay que humillarse delante del Señor porque Él nos levantará.

En Efesios 4: 2 Pablo recomienda que no hagas nada por ambición egoísta o engreimiento vano, sino en humildad.

En Filipenses 2: 3 dice que cuando viene el orgullo luego viene la desgracia, pero con la humildad viene la sabiduría.

En Colosenses 3: 12 dice que los humildes en espíritu ganar honor.

Y en el mismo tono, en Mateo 11: 29-30 dice que la humildad precede al honor

Piensa acerca de la Madre Teresa. Esa pequeña monja tenía una alta autoestima.

Incluso se atrevió a hablar contra el aborto en el Desayuno Nacional de Oración en 1993 ante sus anfitriones invitados el presidente Bill Clinton, y el vicepresidente Al Gore, y sus cónyuges, todos pro aborto.

Eso es agallas. Eso es confianza en sí mismo. Y eso es humildad.

La Madre Teresa llamaba a la humildad la madre de todas las virtudes.

Ella dijo:

“Si eres humilde nada te toca, ni los elogios ni la vergüenza, porque sabes lo que eres.

Si te llaman un santo que no te pongan en un pedestal”.

La humildad es una de las virtudes que requiere más vigilancia, porque es fácil tropezar y desarrollar orgullo; incluso de tu humildad.

De modo que la humildad no está relacionada solamente con la vida espiritual sino que también se relaciona con los logros en la vida social.

Por eso se puede ver que los grandes talentos de la humanidad fueron humildes, como la Madre Teresa, Einstein, Pasteur, etc…

La humildad les ayudó a perfeccionar sus talentos, pero además les ayudó a que el mundo les reconociera el valor, justamente por ir contracorriente.

En este sentido podemos considerar la humildad como un freno que nos impide llegar más allá de nosotros mismos, moderando nuestro afán de grandeza.

 

LA HUMILDAD MODERA LA GRANDEZA

La humildad es un freno al poderoso deseo de auto importancia, que nos lleva a desarrollar un amor ordenado hacia nosotros mismos.

Nos ubica en la posición real que estamos respecto a Dios y al prójimo, porque nos permite comprender nuestra pequeñez y miseria ante Dios.

Y entonces evita que exageremos nuestras buenas cualidades y dones, que en definitiva hemos recibido de Él.

La práctica de la humildad nos hace sensibles a admitir que todo lo bueno de nosotros proviene de Dios.

Y que lo malo es el resultado de nuestras pasiones desordenadas, especialmente el orgullo.

Porque la humildad vacía el alma de amor propio y de orgullo y así abre la puerta a las gracias de Dios.

Esto se ve muy claramente en la oración, que exige una disposición humilde para hacerla correctamente.

En el numeral 2559 del Catecismo de la Iglesia Católica dice,

«…La humildad es la base de la oración… La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios».

La humildad y la oración además son centrales para la guerra espiritual diaria.

 

EL PODER DE LA HUMILDAD EN LA GUERRA ESPIRITUAL

La humildad parece ser una contradicción, y, sin embargo, Jesús fue manso y humilde de corazón (Mateo 11:29).

Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres” (Filipenses 2: 7)

Fue lo que Jesús usó para salvarnos,

El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).

En cambio,

Fue el orgullo lo que cambió a los ángeles en demonios; y es la humildad la que hace a los hombres como los ángeles”, dijo San Agustín.

De la misma forma el diablo ha preferido dejar el Cielo por la eternidad en el infierno, en lugar de humillarse ante su creador.

La humildad habría protegido a Adán y Eva del pensamiento que podían desobedecer a Dios.

Sin embargo, a través de nuestra humildad, y por lo tanto por la obediencia a Dios, el diablo es derrotado.

San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, que a menudo fue acosado por el diablo, relató una conversación con él.

El diablo le dijo:

“Puedo hacer todo lo que haces, yo también puedo hacer tus penitencias, puedo imitarte en todo.

Hay una cosa, sin embargo, que no puedo hacer, no puedo imitarte con humildad”.

Y respondió Vianney:

“Es por eso que te derroto”.

La resistencia al gran tentador comienza con la humildad con la comprensión de nuestra pequeñez y de la grandeza de Dios.

Con ello le estás quitando el punto de apoyo al demonio, que es el orgullo.

Porque el orgullo te hace hacer siempre las cosas a tu manera, en lugar de estar orientado por el Espíritu Santo.

Por lo tanto el primer principio en la guerra espiritual es la humildad.

La que debemos acentuar cada vez que sentimos que estamos bajo ataque.

En ese momento debemos humillarnos en lugar de gritarle al demonio oraciones agresivas.

Es por eso dice Santiago dice que Dios resiste a los soberbios pero da gracias a los humildes, y que si nos humillamos a los ojos del señor Él nos levantara y hará que el diablo huya (Santiago 4: 6-7, 10).

De modo que la sumisión y la humildad son imprescindibles para resistir al demonio.

Porque como recomienda San Ignacio de Loyola, debemos actuar en forma contraria a lo que hace el diablo.

Su principal arma es imponer el orgullo.

En el Jardín del Edén provocó el orgullo espiritual de Adán y Eva diciéndoles que serían como dioses.

Y también su orgullo intelectual, diciendo que conocerían el bien y el mal si comían del árbol del conocimiento.

No hay nada nuevo bajo el sol.

La tentación del orgullo intelectual y espiritual siguen siendo hoy las principales fuentes de la actividad demoníaca.

El mundo se niega a comprender esto a pesar que ha sido uno de los pilares del cristianismo.

papa francisco besando un pie que lavo en jueves santo

 

EL CRISTIANISMO TRAJO LA HUMILDAD AL MUNDO MODERNO

El cristianismo trajo tres nuevas virtudes al antiguo mundo greco romano: la castidad, la humildad y el amor al prójimo.

Sin ellas, la vida en nuestro mundo occidental habría sido muy diferente.

La humildad se encontraba en el mundo antes de la llegada del cristianismo.

Pero no era una virtud. Se trataba simplemente de una actitud apropiada para un esclavo.

Si tu fueras un esclavo (y la esclavitud estaba muy extendida en el mundo grecorromano), eras una persona humilde, porque estabas en la parte inferior de la escala social.

Tu estado era humilde, y debías adoptar una actitud apropiada para tu situación.

Si no tenías una actitud de humildad, eras una molestia para tus superiores sociales, o si eras motivo de risa.

El cristianismo se reconvirtió esta actitud análoga del esclavo, en una virtud.

Y no sólo una virtud de los esclavos, sino una virtud universal, una virtud apropiada para todas las personas, incluso los más exaltados socialmente.

La gente común, pero también los aristócratas ricos e incluso emperadores se esperaba – por el cristianismo – que fueran humildes.

Tú podías ser un gran hombre o una gran mujer en comparación con otros griegos y romanos, pero no eras nada en comparación con Dios.

La brecha en dignidad entre Dios y los seres humanos era tan grande (de hecho era infinita) que las diferencias finitas en dignidad entre las clases más altas y más bajas contaban poco.

El cristiano no era nada más y nada menos, que el esclavo de Dios. Y los esclavos deben practicar la humildad.

La virtud de la humildad no ha desaparecido de la sociedad moderna tan completamente como la castidad, pero está en decadencia.

La humildad como virtud no tiene mucho sentido, aparte de la creencia en Dios vivo.

Y desde que nuestra creencia colectiva en Dios es cada vez más débil, lo es nuestra creencia en el valor de la humildad.

Enseñamos a los niños a sentirse “orgullosos de sí mismos”, en la creencia de que los altos niveles de orgullo (o autoestima como normalmente prefieren llamarlo) conducirán a los logros.

Tenemos desfiles de orgullo gay en casi todos los países del mundo.

Y cada vez más pensamos en la humildad, no como una gran virtud, sino como un estado lamentable de la mente.

mujer orando fondo

 

3 MITOS SOBRE LA HUMILDAD

La humildad por tanto es mal entendida en el mundo. Algunos piensan que es sinónimo de autodesprecio.

El P. Jared Johnson, pastor asociado de la catedral del Espíritu Santo en Bismarck identificó tres mitos sobre la humildad.

 

Mito # 1: Las almas humildes carecen de confianza

Las personas más humildes son algunas de las más confiadas y en ocasiones algunas de las personas más orgullosas son las más inseguras.

Las almas humildes saben que su vida depende de Dios y saben el valor de las cosas duraderas, que no pasan.

Valoran al Señor por sobre todo lo demás

 

Mito # 2: La humildad no es atractiva

Por el contrario, la verdadera humildad es atractiva.

Es la persona humilde la que escucha y se preocupa por los demás.

Y es la actitud opuesta a centrarse en sí mismo.

 

Mito # 3: La gente humilde quiere ser reconocida como humilde

El P. Johnson explica que querer que lo elogien por ser humilde es falsa humildad.

En realidad, la persona humilde lo es porque simplemente quiere hacerlo porque es lo correcto y no está buscando la alabanza.

Nuestro mayor desencuentro con Dios es cuando confiamos más en nosotros que en Él.

Al cultivar la virtud de la humildad, crecemos más confianza y nos permitimos crecer más cerca de Dios.

Cuando miramos un crucifijo, vemos a un hombre que es humilde y que esa actitud no es acerca de sí mismo.

Vemos a un hombre que está para los demás.

De modo que debemos imitar la humildad para que podamos experimentar a Dios en su plenitud.

san-josemaria-escriva

 

SEÑALES DE FALTA DE HUMILDAD POR SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ

La humildad es una virtud que todos debemos desarrollar para ponernos en mayor conformidad con Cristo a medida que buscamos moderar y restringir la mente, para que no tienda a cosas altas sin moderación, dice San Josemaría.

A continuación publicamos un extracto de las señales en las que San Josemaría Escrivá ve falta de humildad, y que  nos puede ayudar a identificar la falta de humildad en nosotros mismos.

Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad, dice San Josemaría:

  • Pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás.
  • Querer salirte siempre con la tuya.
  • Disputar sin razón o -cuando la tienes- insistir con tozudez y de mala manera.
  • Dar tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la caridad.
  • Despreciar el punto de vista de los demás.
  • No mirar todos tus dones y cualidades como prestados.
  • No reconocer que eres indigno de toda honra y estima, incluso de la tierra que pisas y de las cosas que posees.
  • Citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones.
  • Hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan.
  • Excusarte cuando se te reprende.
  • Encubrir al Director Espiritual algunas faltas humillantes, para que no pierda el concepto que de ti tiene.
  • Oír con complacencia que te alaben, o alegrarte de que hayan hablado bien de ti;.
  • Dolerte de que otros sean más estimados que tú.
  • Negarte a desempeñar oficios inferiores.
  • Buscar o desear singularizarte.
  • Insinuar en la conversación palabras de alabanza propia o que dan a entender tu honradez, tu ingenio o destreza, tu prestigio profesional.
  • Avergonzarte porque careces de ciertos bienes…

Juan Pablo II besa a la madre Teresa de Calcuta

 

MANERAS DE CONVERTIRTE EN HUMILDE PARA LA MADRE TERESA

A su vez la Madre Santa Teresa de Calcuta mientras que era la cabeza de las Misioneras de la Caridad, mantenía una lista de maneras de cultivar la humildad entre las hermanas a su cuidado.

  • Hablar lo menos posible sobre sí misma.
  • Mantenerte ocupada con sus propios asuntos y no los de los demás.
  • Evitar la curiosidad (lo que se refiere a querer saber cosas que no te deberían preocupar)
  • No interferir en los asuntos de los demás.
  • Aceptar las pequeñas irritaciones con buen humor.
  • No insistir en los defectos de los demás.
  • Aceptar censuras incluso si son inmerecidas.
  • Ceder a la voluntad de otros.
  • Aceptar insultos y lesiones.
  • Aceptar el desprecio, el olvido y se desatendida.
  • Ser cortés y delicada, incluso cuando estás siendo provocada por alguien.
  • No hay que buscar ser admirada y amada.
  • No protegerte detrás de tu propia dignidad.
  • Ceder, en las discusiones, incluso cuando tienes razón.
  • Elegir siempre la tarea más difícil.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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12 Lecciones Imperdibles para Crecer en Humildad

La falta de humildad es la madre de todos los pecados.

Y debe combatirse sin tregua porque persistir en el orgullo y la soberbia nos pierde.

Mira aquí cómo nuestra vida de orgullo y soberbia se va construyendo paso a paso llevándonos a una vida esclavizante.

peasndo una pluma y una piedra

En este artículo vamos a tratar los 12 escalones para perfeccionar nuestra humildad.
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Que nos llevan por el camino de la santidad, según San Bernardo de Claraval.

Observando estas actitudes tu humildad se fortalecerá cada vez más.

San Juan de la Cruz, dice que un alma que espera superar las tentaciones del diablo será incapaz de hacerlo sin la oración.

Pero para entender sus engaños el alma necesita humildad porque el diablo es el enemigo jurado de la humildad.

Y señala que el cebo del diablo es el orgullo, sobre todo el orgullo que surge de la presunción espiritual.

 

1 – El temor de Dios

El temor del Señor es admirar siempre a Dios.

Esto significa estar siempre maravillados de Dios y de todo lo que Él ha creado, y de quien es Él.

No se trata de temor servil y rastrero.

Más bien del temor arraigado en el amor y profunda reverencia hacia Dios, que es lo que comienza a traernos de regreso de la montaña del orgullo.

Es una mirada a Dios que nos aleja de nosotros y nuestras tendencias egocéntricas, lo que comienza a quebrantar nuestro orgullo.

La Escritura dice: El temor al Señor es el principio de la Sabiduría (Proverbios 9:10).

Temer al Señor es volverse al Señor, en busca de respuestas, en busca de sentido, darse cuenta que en Dios están la Sabiduría y el Conocimiento.

Temer al Señor es tener hambre y sed de Su verdad y de Su Justicia.

Temer al Señor es mirar hacia afuera y hacia arriba de mí, hacia Dios.

Aquí comienza nuestro viaje hacia abajo en la montaña del orgullo, una simple y amorosa mirada a Dios, el Único que Puede librarnos de la esclavitud que el orgullo y el pecado crearon para nosotros.

 

2  – Abandono de nuestra propia voluntad

En el jardín, Jesús dijo a Su padre: ‘Padre, que no sea como Yo Quiero, sino como Quieres Tú’ (Lc 22:42).

Y esto es lo que significa el abandono a la voluntad de Dios. Es estar dispuesto a entregar mi voluntad a la Voluntad de Dios, de someter mis decisiones a las Suyas.

El orgullo exige que se haga lo que a éste le place. Pero en esta etapa de la humildad, estoy dispuesto a mirar hacia Dios.

Los santos dicen: «Si Dios Quiere, lo quiero. Si Dios no lo Quiere, no lo quiero».

La persona orgullosa dice en cambio: «¿Por qué no puedo tenerlo? ¡No es tan malo! ¡Todo el mundo lo está haciendo!»

Pero en nuestro esfuerzo por alejar de nosotros el orgullo, y habiendo llegado a un santo temor del Señor, ahora estamos más gozosamente dispuestos a escuchar a Dios, y a someternos a Su Santísima Voluntad para nosotros.

lavado de pies

 

3 – La obediencia

Después de haber obtenido una más humilde disposición de corazón, somos más capaces y ¡dispuestos a obedecer!

La obediencia viene de oír y la obediencia a la palabra de Dios, de la santa voluntad de Dios, y de estar dispuestos a renunciar a nuestra voluntad obstinada.

Ya estamos listos, por la gracia de Dios, para obedecer y poner en acción la Voluntad de Dios.

Y así, poco a poco, el descenso de la montaña del orgullo nos lleva hacia la libertad de los hijos de Dios.

 

4  – La paciencia

Al embarcarse en este viaje descendente de la montaña del orgullo y esforzarse por entender la Voluntad de Dios y obedecerlo, sin duda uno puede esperar obstáculos tanto interna como externamente.

Nuestra carne, es decir, nuestra naturaleza de pecado, no se limita simplemente a rendirse de todo corazón, sino que continúa luchando.

Nuestra carne se resiste a la oración, se resiste a ser sometida. Y así, internamente, sufrimos resistencia por parte de nuestra naturaleza pecaminosa.

Pero poco a poco vamos ganando una mayor auto-disciplina y autoridad sobre nuestras pasiones desordenadas.
.
Esto es realmente una lucha que requiere de paciencia, un espíritu pertinaz, y voluntad.

Externamente también, a menudo encontramos resistencia conforme tratamos de bajar de la montaña del orgullo.

Quizás viejos amigos traten de atraernos de nuevo a los viejos vicios.

Tal vez también las estructuras de nuestro orgullo permanezcan de pie; estructuras como la obstinación, la autosuficiencia, puestos de poder, etc.

Que siguen alejándonos de nuestras intenciones de abandonar la montaña del orgullo y abrazar más humildemente nuestra sumisión a Dios.

Tal vez el mundo siga exigiendo que pensemos y actuemos según viejas estructuras que no son de Dios, y aún sigan atándonos en cierta medida.

Perseverar en la paciencia es a menudo necesario para alejar todas estas cosas.

Sí, a menudo toma años de paciencia y perseverancia, incluso décadas, para que el mundo, dominado por estructuras de pecado y rebelión, pierda control sobre nosotros.

hombre y la inmensidad

 

5 – Revelación del corazón

Quizás el más humilde viaje, cuando bajamos de la montaña del orgullo, es el viaje a nuestros corazones heridos.

La Escritura dice: más tortuoso que todo lo demás es el corazón del hombre; sin remedio; ¿quién lo entiende? Sólo Yo, el Señor, exploro la mente y pruebo al corazón’. (Jer 17:10)

Para hacer este viaje, hay necesidad de mucha humildad según vemos en nuestros impulsos pecaminosos, y en las muchas prioridades equivocadas.

A menudo debemos descubrir recuerdos desagradables, e incluso traumas del pasado, que hemos vivido o hemos infligido a otros.

Y en ese lugar de nuestro corazón se nos pide arrepentimiento y misericordia, o aceptar que debemos ser perdonados y que se nos muestre misericordia.

Se nos puede hacer ver que no siempre hemos estado en lo correcto, y que algunas veces hemos actuado injusta y pecaminosamente hacia otros, que algunas veces hemos sido insensibles.

Éste es un viaje muy humillante, pero necesario conforme continuamos bajando de la montaña del orgullo.

 

6 – Satisfacción con lo que se es

La satisfacción es una forma de aceptación y es un gran regalo que nos permite buscar y recibir. Podemos distinguir entre la satisfacción externa y la interna.

La aceptación externa se basa en la capacidad de vivir serenamente en el mundo tal como es, y de darse cuenta que Dios permite muchas cosas que no nos gustan por una razón.

La aceptación no significa la aprobación de todo. De hecho, hay muchas cosas en el mundo que no debemos aprobar.

Pero la aceptación es la voluntad de vivir y trabajar con humildad en un mundo que no es ni perfecto ni totalmente acorde con nuestras preferencias.

Hay algunas cosas que estamos llamados a cambiar, y otras a soportar.

E incluso en esas cosas que estamos llamados a cambiar, es posible que tengamos que aceptar que no podemos cambiarlas rápidamente o en absoluto en este momento.

Jesús contó una parábola sobre el trigo y la cizaña y advirtió que no actuáramos precipitadamente para quitar la cizaña, no fuera que perjudicáramos el trigo.

Es un hecho misterioso que Dios deja muchas cosas sin resolver y parte de nuestro recorrido hacia la humildad es discernir lo que estamos facultados para cambiar y lo que tenemos que llegar a aceptar tal como es, como algo que está más allá de nuestra capacidad.

La satisfacción interna es gratitud por lo que tenemos y estar libres de resentimiento por lo que no tenemos.

En el orgullo exigimos que nuestra agenda sea totalmente obedecida.
.
En nuestro camino hacia la humildad llegamos a estar más conformes para aceptar con gratitud lo que Dios nos ofrece y decir:
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‘¡Señor, es suficiente, estoy muy agradecido!’

cena humilde

 

7 – La autoconciencia

En el orgullo, a menudo estamos llenos de engaños sobre nosotros mismos, y por lo general nos tenemos en un concepto más alto del que deberíamos.

A menudo no somos conscientes de lo difícil que puede ser vivir o trabajar con nosotros.

Pero a medida que bajamos la montaña del orgullo hacia el santo temor del Señor, sometiendo dócil y obedientemente nuestra voluntad a la Suya, siendo más honestos en los rincones más profundos de nuestro corazón, así, nuestros impulsos desordenados y agendas poco realistas nos predispone a abrazar la verdadera humildad.

La humildad es reverencia por la verdad sobre nosotros.
.
Es una lúcida conciencia de uno mismo que aprecia nuestros dones, y recuerda que son regalos.
.
Y es también conciencia de nuestras luchas y de nuestra continua necesidad de arrepentimiento y gracia de Dios.

Con autoconciencia lúcida, estoy siempre aprendiendo a conocerme más, como Dios me conoce (1 Cor 13:12).

Esto se debe a que, como venimos bajando la montaña del orgullo hacia la humildad más profunda, Dios Permite que nos veamos como realmente somos.

Nos volvemos cada vez más el hombre o la mujer que Dios

Quiere de nosotros, y nuestros engaños y demandas poco realistas del mundo comienzan a desaparecer.

La oscuridad de estas ilusiones es reemplazada por una lucidez de conciencia de uno mismo, donde podemos ver y entender nuestro ser de una manera menos egocéntrica.

Somos conscientes de lo que estamos haciendo, y pensando, y cómo nos relacionamos con Dios y los demás.

Pero lo hacemos de tal manera que deja ver la presencia y la gracia de Dios.

Llegamos a la autoconciencia en el contexto de vivir en contacto consciente con Dios durante todo el día.

 

8 – Sumisión a la regla común

La persona egocéntrica y soberbia se resiste a que se le diga qué hacer y es en gran medida insensible a las necesidades de los demás y el bien común.

El hombre orgulloso cree que es más sabio que los demás.

Pero a medida que nuestro viaje por la montaña del orgullo continúa, hacia una humildad más profunda, nos volvemos más conscientes del efecto que tenemos sobre los demás.

Y cómo tenemos que aprender a interactuar y cooperar con los demás para obtener metas más grandes que las que obtendríamos por nuestra cuenta.

La humildad nos enseña que el mundo simplemente no gira a nuestro alrededor y a lo que queremos.
.

Y que a veces las necesidades de los demás son más importantes que las propias.

La humildad nos ayuda a aceptar que las leyes a menudo existen para proteger el bien común .

Y que, mientras que los derechos individuales también son importantes para proteger, la humildad me hace más dispuesto a olvidar mis necesidades personales para dar prioridad a las necesidades y la sabiduría de la comunidad en general.

prendiendole fuego a la palabra ego

 

9 – Silencio

El silencio es una admisión respetuosa de que otras personas tienen sabiduría y cosas importantes qué compartir.
.
La persona orgullosa interrumpe con frecuencia y, pensando con rapidez, ya sabe que lo que la otra persona está diciendo, o que lo que él tiene que decir es más importante.

Pero a medida que crece la humildad, nos convertimos en mejores oyentes, apreciando que otros pueden ser capaces de ofrecernos conocimiento o sabiduría que en realidad nos faltan.

 

10 – Sobriedad emocional

Muchos de nuestros excesos emocionales tienen su origen en el orgullo y el egocentrismo.

Cuando somos orgullosos nos sentimos fácilmente ofendidos, y amenazados. El miedo engendra ira.

Y como vimos en el artículo anterior, las etapas iniciales del orgullo a menudo se basan en una curiosidad desmedida, ligereza mental y vértigo.

Todas estas cosas son causa para que nuestra vida emocional sea excesiva y desordenada.

Pero como estamos creciendo en humildad, somos menos egocéntricos, y, por lo tanto, menos temerosos y no nos sentimos ofendidos fácilmente.

Teniendo nuestra vida mental más enfocada en cosas menos frívolas, esto añade estabilidad a nuestra vida mental.

No nos dejamos llevar por chismes, intrigas, rumores ni nada de eso. Estamos menos expuestos a las maquinaciones.

Somos más reflexivos y menos inclinados a adelantar juicios que a menudo nos perturban.

La persona humilde confía más en Dios y, por lo tanto, no la perturban fácilmente todas estas maquinaciones mentales.

Así como nuestro pensar se vuelve más medido, y nuestras conclusiones más humildes y cuidadosas, nuestras emociones son menos volátiles y nos atenemos a la sobriedad y serenidad emocionales.

Esto es un regalo muy grande que tenemos que buscar y cultivar por la gracia de Dios.

humildad casa chquita y vieja fondo

 

11 – Parquedad en el hablar

Como somos emocionalmente más estables, menos ansiosos y agitados, nuestro discurso y conducta reflejan nuestra serenidad.

Somos menos proclives a interrumpir, a hablar con ira o ser cortantes y rudos sin necesidad.

No necesitamos «ganar» todos los debates, pues estamos contentos quizás en permanecer en la conversación o en sembrar semillas y dejar la cosecha para más tarde o para los demás.

Nuestra serenidad tiende a bajar nuestro volumen y velocidad al hablar y somos más capaces y felices de hablar sobre la verdad en amor, con claridad, y también con caridad.

 

12 – Congruencia entre nuestro interior con nuestro exterior

Vimos sobre en el artículo sobre el orgullo el problema de la hipocresía. La palabra griega «hypocritas» se refiere a actuación.

Los hipócritas son actores que interpretan un papel que no es realmente ellos.

El orgulloso y el miedoso siempre están posando y alineándose con lo que lleva a la popularidad y a la ganancia.

Pero a medida que la humildad alcanza su meta, la integridad, la honestidad y la sinceridad acaban por florecer.

Esto se debe a que, por el don de la humildad, nos abrimos para ser formados totalmente por Dios.

Habiendo vuelto nuestra mirada a Dios, y hecho el viaje hacia nuestro corazón, descubrimos al hombre o la mujer que Dios ha querido que seamos, y comenzamos a vivir, a partir de esa experiencia, de una manera auténtica y sin pretensiones.

Dado que, por la humildad estamos más centrados en Dios, somos menos nerviosos y más auto -conscientes.

Por el don de la auto-conciencia lúcida descrito anteriormente, estamos cómodos en nuestra piel.

No necesitamos posar, dominar, comparar o competir. Más bien, nuestra vida espiritual interior y enfoque en Dios ahora conforman a todo nuestro ser.

La humildad ahora ha alcanzado su meta, porque la humildad es reverencia por la verdad sobre nosotros mismos.
.
Somos pecadores amados por Dios.
.
Y a medida que hacemos el viaje para descubrir nuestro verdadero yo ante Dios, nos volvemos más agradecidos y serenos que nunca, y vivimos la vida interior con Dios, que nos posibilita caminar humildemente con nuestro Dios (Miqueas 6: 8).

¡Demos gracias a Dios por estas listas interesantes de San Bernardo de Claraval!
.
Quiera Dios que todos seamos capaces de hacer el viaje de la montaña del orgullo hacia una humildad más profunda.

Fuentes:

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Ciencia y Tecnología Neurología NOTICIAS Noticias 2014 - agosto - diciembre Psicologia y conducta SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos de estos Tiempos Signos Globales de estos Tiempos

Investigación neurológica muestra que tener poder apaga la empatía hacia los demás

La humildad enciende la compasión y empatía.
Un estudio de neurología muestra que detentar poder limita nuestra capacidad de empatía y compasión con los otros. Es una prueba de lo acertado de las enseñanzas bíblicas que llaman a la humildad, porque al hacerlo, nos abre a comprender mejor a los otros, a tener empatía con ellos y desarrollar nuestra compasión.

 

 

Según los científicos, una sensación de poder cierra una parte del cerebro que nos ayuda a conectarnos con los demás. Los investigadores encontraron que incluso el más mínimo poder – por ejemplo, un ascenso en el trabajo o más dinero – puede apagar nuestra capacidad de empatizar con los demás. 

Sukhvinder Obhi, neurocientífico de la Universidad Wilfrid Laurier en Ontario, Canadá, y sus colegas Jeremy Hogeveen y Michael Inzlicht, llevaron a cabo un experimento que muestra que las “personas a cargo” pueden perder su capacidad de ser compasivos, porque el poder afecta el sistema espejo del cerebro.

UNA MIRADA AL SISTEMA DE ESPEJO

El sistema espejo es activado por las neuronas en el cerebro cuando vemos a otras personas.

En el estudio los autores escriben:

«Por ejemplo, con respecto a la observación de la acción, los circuitos neuronales que están relacionados con la ejecución de la acción se activan cuando la persona observa a otra persona haciendo la misma acción, en otras palabras, el cerebro del observador resuena con el comportamiento motor del modelo».

La respuesta del cerebro, o la resonancia se puede medir observando la amplitud de las ondas cerebrales con electromiografía (EMG), cuando una persona mira a una persona actuando.

El objetivo del estudio era averiguar si el ‘detonador’ del cerebro de hecho conduce a una menor sensibilidad hacia los demás.

Los autores explican que,

«… el resto de la literatura sugiere que las personas en posiciones de poder tienden a actuar de manera egoísta y mostrar una sensibilidad reducida interpersonal con sus homólogos sin poder.» 

Ohbi explica que ver a alguien coger una taza de café, por ejemplo, nos diría que esa persona quiere beber café, activando de esta manera el sistema de espejo.

Para ir más lejos, el sistema de espejo también está vinculado a los pensamientos más profundos que nos ayudan a empatizar con lo que motiva las acciones de la otra persona.

EL ESTUDIO

Para su experimento, los investigadores pidieron a los participantes al azar que relataran las ocasiones cuando se sentían poderosos o sin poder.

Al grupo poderoso se le pidió escribir un ensayo sobre un momento en que se sintieron a cargo. Al grupo sin poder que escribieran una ocasión cuando alguien tenía poder sobre ellos.

Como control, un grupo neutral escribió un ensayo sobre lo que pasó el día anterior.

Los investigadores sospecharon que estando en condiciones de «bajo poder» aumentaría la resonancia en el cerebro y el «alto poder» la reduciría.

Todos los participantes del estudio vieron un video de alguien que apretaba una pelota de goma mientras se medía la amplitud de la resonancia cerebral.

El experimento resultó como se esperaba. Ohbi dijo que,

«cuando la gente se sentía poderosa, la señal no era muy alta en absoluto»

De acuerdo con un informe de NPR del estudio, Dacher Keltner, un psicólogo social de la Universidad de California en Berkeley, que no participó en el nuevo estudio, dijo

«Lo que estamos encontrando es que el poder disminuye todas las variedades de la empatía».

Pero para él la buena noticia es que el entrenamiento de la gente con poder puede hacerle volver la empatía y la compasión, lo cual es todo un campo de investigación.

Fuentes: Digital Journey, Signos de estos Tiempos

 

 

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