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Europa está exportando su demografía al África islámica y haciendo más laicas sus sociedades

Una silenciosa transformación de las sociedades musulmanas.

 

Argelia ya tiene la misma tasa de natalidad que Noruega y Túnez la misma que Francia; se están europeizando. Esta es la tesis del profesor americano Philip Jenkins, miembro de la comunión anglicana, profesor de ciencias humanísticas en la Pennsylvania State University, en un artículo publicado en el último número de «Vita e Pensiero», de la Universidad Católica de Milán.

 

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Esta europeización implica sociedades más laicas y una revolución respectio estilos de vida más regidos religiosamente, que Jenkins pone en la base de los movimientos de la “primavera árabe”.

Esta es la una tesis de signo contrario a la que ve, en un futuro, una Europa islamizada. Mientras Jenkins privilegia el factor demográfico, los otros privilegina el factor político.

UNA REVOLUCIÓN ESTÁ ALTERANDO EL NORTE DE ÁFRICA Y ORIENTE MEDIO

No, no es la revolución conocida por todos a través de los medios de comunicación, es decir, las protestas contra las dictaduras y las opresiones que han tenido lugar en Egipto, Túnez y, de manera más violenta, en Libia.

Esta revolución atañe, ciertamente, a todos estos países, pero sus efectos prometen superar todo cambio de régimen o, también, cualquier nueva Constitución. Mientras que Occidente le presta poca atención, muchas sociedades musulmanas están experimentando una transformación demográfica que las convertirá en sociedades mucho más europeas: más estables, más abiertas a los derechos de las mujeres y, sobre todo, más “laicas”. Este cambio resiste a todas las rebeliones políticas.

En esta historia el número mágico es 2,1: ésta es la cifra que representa el índice de fertilidad que necesita una sociedad para mantener constante la propia población. Si cada mujer tiene durante su vida, como media, un número de hijos mayor a 2,1, la población de la sociedad a la que pertenece podrá expandirse y habrá una comunidad llena de jóvenes. Si el índice desciende por debajo de 2,1, estas poblaciones sufrirán primero un estancamiento y, después, un declive, y la edad media aumentará.

Según un estereotipo muy difundido, los europeos han perdido la visión a largo plazo que les hubiera permitido tener familias numerosas y la religión no necesariamente les estimula: cuanto más cerca de Roma vive una mujer, menos hijos tiene.

Cuando los analistas miran a la Europa moderna, se preocupan de las perspectivas a largo plazo a causa del bajo índice de fertilidad en naciones como Italia (1,39), Alemania (1,41) y España (1,47). Los expertos están preocupados, sobre todo, cuando comparan estos índices europeos con los perfiles demográficos notoriamente altos del tercer mundo, que han contagiado también a Oriente Medio. No es difícil imaginar un escenario en el que los musulmanes de Oriente Medio superarían a los estáticos europeos, creando una “Eurabia” islamizada.

PERO HAY UN PROBLEMA

En los últimos treinta años estos países de Oriente Medio, que normalmente tenían muchos niños y adolescentes, han empezado a tener una impresionante transformación demográfica. Desde mediados de los años setenta, el índice de fertilidad de Argelia ha descendido del 7 al 1,75, el de Túnez del 6 al 2,03, el de Marruecos del 6,5 al 2,21, y el de Libia del 7,5 al 2,96. Hoy, el índice de Argelia equivale más o menos al de Dinamarca o de Noruega; el de Túnez es comparable al de Francia.

¿Qué ha sucedido? Todo depende de los cambios en los comportamientos y en las expectativas de las mujeres en estas sociedades, antes muy tradicionales. En toda la región, las mujeres están cada vez más implicadas en actividades educativas de alto nivel y en trabajos a tiempo completo. Este cambio hace que para las mujeres sea sencillamente impensable tener una tribu de siete u ocho hijos.

Además, a menudo la imagen que las mujeres tienen del propio papel en la vida ha variado debido al contacto con Europa. Los emigrantes en Francia o en Italia vuelven a casa con las costumbres cambiadas, mientras que las familias que han permanecido en sus casas es difícil que consigan evitar los retratos mediáticos de la vida occidental que ven en los canales televisivos vía cable o vía satélite.

Tal vez Europa y Medio Oriente están emergiendo como una sola “Eurabia”, pero estamos aún lejos de aclarar qué lado del Mediterráneo está realizando el trabajo mejor para imponer la propia opinión sobre el otro.

POR EL MOMENTO, PARECE QUE EL MAGREB SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN EUROPEO

Un cambio tan profundo no puede dejar de tener implicaciones políticas. En un país con un índice de fertilidad de tercer mundo es bastante improbable que las mujeres intenten tener o se les conceda algún tipo de educación: indudablemente, está claro que su carrera será el de ser madres. Mientras tanto, los adolescente y jóvenes proliferan y se convierten en una gran fuente para utilizar en los ejércitos y milicias visto que su vida tiene un coste especialmente bajo (véase Yemen y Somalia, donde la fertilidad es respectivamente del 5 y del 6,4).

Pero intentemos imaginar una sociedad que podríamos llamar más “europea”, en la cual los hombres y las mujeres estén muy preocupados por sus núcleos familiares y que hayan invertido su amor y su atención solamente en uno o dos hijos. Como ciudadanos siempre más instruidos, ellos estarán preparados para no aceptar la corrupción demagógica y sistemática que ha sido practicada por los gobiernos en esas zonas. Se verán a sí mismos como miembros responsables de una sociedad civil, con aspiraciones que pedirán ser reconocidas y sentirán el deseo de una plena participación democrática.

De aquí parten las rebeliones iniciadas, por ejemplo, en Túnez, país que tiene un índice de fertilidad bajo y unos profundos vínculos con Francia.

Parece ser que unos cambios demográficos tan rápidos están vinculados a la secularización, un aspecto potencialmente muy significativo en Oriente Medio. Una forma de familia más pequeña puede ser el resultado de un declive de las ideologías religiosas, pero también puede suceder lo contrario: que una fertilidad en declive lleva a un tal declive, como ha sucedido en la Europa cristiana.

Cuando había muchos niños, como en los años cincuenta, presiones de una cierta importancia mantenían a las familias cerca de las instituciones religiosas, desde el momento en que aquellas buscaban una educación religiosa común y ritos religiosos comunes. El prestigio de la Iglesia crecía notablemente cuando, cada año, los sacerdotes se ocupaban de centenares de niños para las confirmaciones.

Pero cuando a partir de los años setenta los niños empezaron a disminuir, las iglesias gradualmente se vaciaron. Al mismo tiempo las parejas, muy preocupadas por la propia realización personal y afectiva, empezaron a impacientarse respecto a todo intento por parte del clero de hacer respetar las leyes morales. Las mujeres, en particular, comenzaron a perder su afecto hacia las iglesias.

Si por parte europea un precedente puede funcionar como modelo, éste podría servir como hipótesis para la evolución de la religión en el Magreb en los próximos 10 o 20 años.

Una sociedad tan dependiente de las mujeres en la escuela y en el mundo del trabajo como la sociedad europea simplemente no puede soportar ese tipo de ortodoxias intransigentes que los islamistas ofrecen en el tema de la familia.

Los extremistas no pueden desaparecer de la noche a la mañana, pero deberán adaptar al presente de manera sustancial su mensaje en una sociedad civil que posee un poderoso sentido de los valores democráticos y de la igualdad entre hombre y mujer.

La demografía no explica, por supuesto, toda la cuestión; pero tiene un papel importante en cualquier intento de entender las actuales revoluciones políticas en Oriente Medio.

Fuentes: Philip Jenkins, Signos de estos Tiempos

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El hedonismo, el relativismo cultural y el totalitarismo islámico amenazan la civilización de Europa [2011-07-01] SdeT

Este “Mensaje a Europa” ha sido entregado personalmente al Sr. Othmar Karas, diputado europeo y Vicepresidente del PPE (Partido Popular Europeo), el 31 de mayo de 2011, por el P. Henri Boulad durante su última visita a Bruselas.

El mismo texto – en su versión definitiva- fue enviado por correo electrónico el mes siguiente al Sr. Herman van Rompuy, y también al Sr. José Manuel Barroso, Presidente del Parlamento Europeo. El Padre Boulad también expresó el deseo de hablar personalmente en el Parlamento Europeo en una próxima reunión.

Henri Boulad critica el absolutismo del relativismo cultural y el totalitarismo islámico, así como el hedonismo que impera en Europa. También describe certeramente el futuro no lejano al que se acerca Europa, si persiste en abandona la sabiduría basada en valores humanistas y universales.

El autor, que tiene como objetivo cambiar el mundo, lleva una lucha sin cuartel para evitar el colapso de Occidente. Él cree que es imprescindible hablar, moverse, mover cielo y tierra para evitar lo peor.

«Los valores europeos duramente ganados después de siglos de lucha, ¿Europa se arriesgará a liquidarlos simplemente por efecto de una inmigración que en última instancia conduce a un cambio fundamental en la composición de la sociedad? … En nombre de la tolerancia, Europa está abriendo sus puertas a la intolerancia. En nombre de la democracia, el riesgo es ver vivir a sus hijos y nietos en una sociedad totalmente diferente en la que los no creyentes o creyentes de otras religiones, los dhimmis, tendrán menos derechos que la mayoría de la población».

El Padre Henri Boulad dirige Centro Cultural Jesuita de Alejandría. En una entrevista en Radio Canada hace unos años, dijo: «O el Islam se reforme o nos dirigimos hacia una conflagración».

MENSAJE A EUROPA

La existencia de la Unión Europea es un milagro. ¿Quién podría haberse imaginado en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial que pueblos tan diversos que se han odiado durante siglos, podrían un día formar una sola entidad? Es por eso que, como cristiano de Oriente, me gustaría reconocer con la más profunda admiración a los creadores y fundadores de este increíble logro.

La Europa de hoy es «la flecha ascendiente de la evolución», para usar una expresión muy familiar a Teilhard de Chardin. Esta posición de liderazgo de Europa supone una enorme responsabilidad frente a la humanidad. Debido a que Europa no sólo es responsable de sí misma: es también lo es del resto del planeta.

Este planeta que [Europa] colonizó y explotó en el pasado, para bien o para lo peor, en el presente se trata de servirle promoverlo, ayudarlo a engrandecer [al planeta]. Europa tiene una deuda con el resto del mundo, que le dio mucho, y que a su vez debe dar mucho.

Europa es una visión y misión, un proyecto y una responsabilidad. Europa es un humanismo. Pero no cualquier tipo de humanismo: un humanismo espiritual, es decir, abierto a la trascendencia, a un más allá, al progreso. Pero, ¿qué progreso? No es un mero desarrollo técnico-científico, sino un desarrollo moral y espiritual, la promoción del hombre, una humanización del planeta. De lo contrario, el estancamiento, el círculo se cierra. La ausencia de un horizonte absoluto, infinito, sólo puede llevar al escepticismo, al pesimismo, al mal. De todas cosas Occidente está hoy enfermo.

Europa está hecha de una herencia triple: Greco-romana, judeo-cristiana, moderna y laica. Esta modernidad ha surgido a través de una sucesión de mutaciones: Renacimiento, la Reforma, la Revolución Francesa, la Ilustración, las revoluciones sociales del siglo XIX. Todo ello ha se cristalizado en la Carta Internacional de los Derechos Humanos, los principales elementos de la libertad, la igualdad, el laicismo, la separación de poderes, la justicia social …

Este valor fundamental, que constituye el alma de Europa, es desarrollar, fructificar.

Pero también defender, porque está doblemente amenazada.

Desde el interior, porque la noción de un progreso miope tiende a engendrar una sociedad materialista, hedonista, egoísta, que trata de ahogar en un entretenimiento constante para llenar el vacío que lo habita.

Desde el exterior, como consecuencia del obvio cambio demográfico, Europa se expone a la situación que prevalece en mayoría de los 57 países de mayoría musulmana: una reducción de la libertad religiosa, o inexistente, una libertad de expresión sujeta a las limitaciones de la Shari´a, como se indica en la Declaración Islámica de los Derechos Humanos en El Cairo (1990).

En nombre de la tolerancia, Europa está abriendo sus puertas a la intolerancia. En nombre de la democracia, el riesgo es ver vivir a vuestros hijos y nietos en una sociedad totalmente diferente en la que los no creyentes o creyentes de otras religiones, los dhimmis, tendrán menos derechos que la mayoría de la población.

Esto significaría un retorno a los peores momentos de la dominación religiosa de tipo medieval que conoció Europa en el pasado y de la que se ha liberado felizmente.

Los valores europeos duramente ganados después de siglos de lucha, ¿Europa se arriesgará a liquidarlos simplemente por efecto de una inmigración que en última instancia conduce a un cambio fundamental en la composición de la sociedad? ¿El reino de la «corrección política» debe impedirle denunciar el riesgo a largo plazo que tiene Europa? La diversidad es un factor teórico de enriquecimiento mutuo, pero la observación de los países de mayoría musulmana muestra que el multiculturalismo no tiene intención de prosperar.

¿Qué será, por lo tanto, de Europa y de las libertades en unas pocas décadas? No olvidemos estas reflexiones durante el debate sobre la adhesión de Turquía a Europa. Igual que para todos los organismos, hay un «umbral de tolerancia» más allá del cual todo el cuerpo se ve amenazado por el colapso, disolución, desintegración.
En este contexto, querer introducir Turquía en la UE es inconsciente. Este enfoque representa un verdadero suicidio para una Europa que lucha por salvar su identidad y no ya para construir. Turquía no es europea ni geográfica ni histórica ni cultural. Turquía siempre ha sido un peligro y una amenaza para Europa.

La defensa de los valores humanistas también se realiza en los países musulmanes, en los que Europa debe apoyar a los musulmanes moderados, a menudo víctimas del extremismo religioso basado en el rechazo de toda la contextualización de los textos sagrados, en nombre de la palabra inmutable de Dios.

Europa se ve amenazada en sus fundamentos, en su alma. Es el momento de tomar conciencia. Europa debe defender su identidad a toda costa. Esto no es un derecho sino un deber – el deber frente a las generaciones futuras de toda la humanidad.

La tendencia a decir que todo vale y todo tiene el mismo valor es peligrosa. ¡No todo es igual, incluso si probablemente se encuentran elementos de verdad en las diferentes escuelas de pensamiento! Hay una jerarquía de valores, culturas y civilizaciones. Una jerarquía que no excluye una complementariedad destinada a la armonía a partir de una base común. Esta es simplemente la «Declaración Universal de los Derechos Humanos» mencionada anteriormente.

Es verdadero y justo lo que hace a un hombre más humano. El Dalai Lama, a quien le pregunté qué era lo mejor de las religiones, respondió: «La mejor religión es la que hace al hombre mejor.» Se puede decir de cualquier cultura, civilización, de la sociedad. Esta es una evidencia de los hechos. Sólo importa lo que humaniza al hombre, haciendo que sea más responsable y respetuoso de los demás.

Europa es mucho más que una entidad económica, política y cultural, más que un club de ricos privilegiados. Ella no es para sí misma: es para el mundo, para la humanidad.

Frente a todo lo que amenaza su cohesión e identidad, es el momento para que Europa actúe. Lo que es imprescindible hoy en día es un comienzo, un despertar, una toma de conciencia, sin los cuales mañana podrá ser doloroso para las generaciones futuras.

Esto es para que Europa pueda recuperar y mantener una SABIDURÍA basada en valores humanistas y universales, único fundamento válido para la construcción de un nuevo orden mundial.

Henri Boulad, SJ
Cristiano egipcio de origen sirio,
Director del Centro Cultural Jesuita de Alejandría
Ex rector de la Universidad de los Jesuitas en El Cairo
Y ex vicepresidente de Caritas Internacioanl para el mundo árabe.
Alejandría, 27 de junio 2011

NOTAS

http://postedeveille.typepad.com/files/message-%C3%A0-leurope.pdf

http://www.postedeveille.ca/2011/06/message-e-leurope-de-henri-boulad-pretre-au-caire.html#comments

Fuente: Religión en Libertad


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