¿Estamos frente a un cambio de personalidad para cumplir una nueva misión?
El periodista católico más influyente en EE.UU., John L. Allen Jr. lanzó un nuevo libro, «El Milagro Francisco: La Transformación del Papa y de la Iglesia«, en que trata dos temas importantes. Uno es cómo cambió la personalidad de Bergoglio desde el Arzobispo de Buenos Aires al Papa Francisco, donde añade el suceso de un hecho que el propio Bergoglio interpreta como un milagro sobrenatural.
Y el otro tema es la misión que el Papa Francisco se ha trazado en su pontificado, que no es novedoso, pero Allen lo dota de sistematicidad expositiva.
Estos dos temas vienen dentro de un libro cuyo punto focal es si este Papa es un liberal o un conservador. Sobre esto se han escrito ríos de tinta y probablemente se siga haciendo, por no reconocer que las categorías liberal o conservador no explican adecuadamente la política dentro de la Iglesia, y menos aún la política que impulsa el papa Francisco, que como toda cosa que hacen los jesuitas, está dotada de una dosis de originalidad y transversalidad. Pero parece que tema ‘vende’ en EE.UU.
LA TRANSFORMACIÓN SOBRENATURAL QUE EXPERIMENTÓ BERGOGLIO CUANDO SE CONVIRTIÓ EN FRANCISCO
Allen dice que hay algo acerca de este Papa que no puede explicarse adecuadamente en términos de cálculos puramente humanos, algo que requiere un punto de referencia sobrenatural o místico para ser bien entendido.
El enigma es el siguiente: ¿Cómo se explica el fuerte contraste entre el cardenal Jorge Mario Bergoglio en Argentina y el Francisco hoy?
Por supuesto, ese contraste no es absoluto. Durante sus 15 años como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio estuvo orientado a los pobres, se esforzó por encender la labor misionera de la Iglesia, y vivió una vida de sencillez evangélica. Todos son rasgos que ha traído al papado.
Sin embargo, existe una clara diferencia en el estilo y personalidad, porque el Bergoglio de Argentina no era ni de cerca una estrella desbordante de comunicación y empatía como Francisco lo es hoy.
El cardenal rara vez aparecía en público y casi nunca daba entrevistas formales. Cuando él tenía que subir al escenario público, sus amigos lo catalogaban de «tímido» y los críticos de «aburrido». Nadie podía pensar que sería capaz de cautivar con su sonrisa. De hecho, es difícil encontrar una foto de una Bergoglio radiante tomada antes de su elección hace dos años.
Él se mostraba siempre como controlado, circunspecto, prefiriendo siempre a operar en silencio detrás de las escenas en lugar de a la vista del público.
Allen relata que cuando le preguntó en abril de 2013 a María Elena Bergoglio, único hermano sobreviviente del Papa, sobre el cambio que experimentó Jorge Mario Bergoglio cuando asumió como papa Francisco, y contestó medio en tono de broma: «¡No reconozco este tipo!»
La pregunta que se formula Allen es ¿Qué pasó?
Y aunque no es un periodista inclinado a buscar explicaciones sobrenaturales de las cosas, es en general escéptico a esas cosas, se da cuenta que para entender ese cambio se requiere de una explicación mística y sobrenatural.
Un pasaje de su libro relata lo siguiente:
«Durante la Navidad de 2013, un cardenal latinoamericano veterano que ha conocido Bergoglio durante décadas hizo una cita para ver a su viejo amigo en Santa Marta, el hotel del Vaticano, donde el Papa ha escogido para residir. (Él vive en la Sala 201, una habitación un poco más grande que en la que permaneció durante el cónclave que lo eligió, donde el Pontífice tiene espacio suficiente para recibir huéspedes cómodamente).
El cardenal, que no quiso ser identificado, dijo que miró a Francisco y, en referencia a la exuberancia y espontaneidad, lo que ahora son señas de identidad de su imagen pública, le dijo a quemarropa:
Tú no eres el mismo hombre que vivías en Buenos Aires. ¿Qué te ha pasado?
De acuerdo con el cardenal, esta fue la respuesta de Francisco:
‘En la noche de mi elección, tuve una experiencia de la cercanía de Dios que me dio una gran sensación de libertad interior y paz, y ese sentido nunca me ha dejado’«
En otras palabras, Francisco cree que experimentó un milagro que lo transformó, le permitió expresar una personalidad que seguramente estaba escondida y reprimida dentro de él, y se dio permiso para cambiar radicalmente su manera de ser; de introspectivo y tímido pasó a ser expansivo.
Esto no ha sido algo que le pasó sólo a Bergoglio, sino que también lo podemos rastrear en Juan Pablo II.
Juan Pablo II estaba profundamente convencido que el 13 de mayo de 1981, la Virgen María cambió la trayectoria de vuelo de una bala para preservar su vida y su papado. Ese fue el día del atentado en la Plaza de San Pedro, y también era el día de Nuestra Señora de Fátima. El Papa cree que María fue la razón por la que sobrevivió.
Esto lo dijo públicamente y se esforzó, a partir de ahí, por tratar de cumplir el pedido de Nuestra Señora de consagrar a Rusia al Inmaculado Corazón de María; lo intentó tres veces el 13 de mayo de 1982 en Fátima (exactamente un año después del atentado de Alí Agca), el 25 de marzo de 1984 en la Plaza San Pedro, y de una manera más sencilla el 8 de octubre del 2000, en la Misa de Clausura del Jubileo de los Obispos.
Pero en todas ellas surgieron las restricciones de política internacional – incluso de relacionamiento con los Ortodoxos Rusos – para mencionar expresamente el nombre de Rusia.
La comprensión que Juan Pablo II tuvo sobre su preservación en el atentado explica en parte por qué Juan Pablo no iba a renunciar, aun cuando su fragilidad física creció mucho cerca del fin y ya no le era posible atender los asuntos diarios de su pontificado. Él creyó que la Virgen quería que continuara.
De manera similar, parece poco probable que Francisco – que hoy descubrió otra personalidad dentro de sí mismo – frene su imagen pública de espontaneidad y expansiva de una manera significativa, dado que no es el producto de relaciones públicas, sino más bien de lo que él cree que experimentó como un acto de Dios.
Las personalidades y las convicciones son difíciles de cambiar, es necesario algo removedor para que suceda, y eso se puede rastrear que sucedió en Francisco y en Juan Pablo II.
Lo cierto es que Francisco ve su pontificado como una misión que tiene un milagro en su núcleo, por lo tanto lo impulsa el convencimiento de que Dios está operando sobre él.
UN HOMBRE CON UNA MISIÓN
Es entonces donde arribamos al segundo punto de interés del libro de Allen.
El argumento central de este libro es que Francisco es un hombre con una misión. Él quiere ser un agente de cambio, un reformador histórico que reoriente la Iglesia Católica con decisión en varios frentes.
Y según Allen hay tres grandes ejes para su celo reformador.
EN PRIMER LUGAR
Francisco pretende dirigir el catolicismo de nuevo al centro político y eclesiástico, después de un período en el que él interpreta que derivó de manera constante hacia la derecha durante el crepúsculo del papado de Juan Pablo II y los ocho años de Benedicto XVI.
Allen dice que a pesar de sus intentos de cambio, Francisco no es un radical doctrinal, y su explicación es que:
A – hasta la fecha, no ha cambiado ni una sola palabra del Catecismo de la Iglesia Católica y
B – que cada vez que le han preguntado por sus opiniones personales sobre temas polémicos como el aborto y la homosexualidad, ha respondido que ellos son los puntos de vista de la Iglesia, porque él es un «hijo de la Iglesia».
Sin embargo, Allen toma poco en cuenta que se pueden hacer transformaciones en la práctica de la Iglesia a través de cambios en énfasis pastorales, o sea en cómo se manejan los pastores en sus parroquias, cómo se aplica la doctrina en el mundo real.
Y es en este nivel en que se hace sentir la verdadero «efecto Francisco», al punto que algunos críticos se adelantan en sugerir que Francisco quiere cambiar la doctrina a través de cambios pastorales, mencionando específicamente las aperturas hacia la comunión de los divorciados vueltos a casar y los homosexuales.
EN SEGUNDO LUGAR
Allen identifica que Francisco quiere que los católicos a salgan de la sacristía a las calles y predica con su ejemplo.
Desde que se convirtió en Papa, Francisco tiene a la gente asombrada con las diversas formas en que rompe la burbuja de seguridad que rodea normalmente a un Papa.
Además se sienta a charlar con los ateos y creyentes, llama a gente común por teléfono invita a hombres sin hogar – y su perro – a unirse a él en su desayuno de cumpleaños, etc.
Francisco entiende esto como ver a la persona delante de uno y llegar a ella. Por lo tanto, cuando detiene el papamóvil en la Plaza de San Pedro para abrazar a un hombre horriblemente desfigurado por forúnculos o cuando invita a un adolescente italiano con síndrome de Down a subir al vehículo para un paseo, Francisco siente que es ser misionero.
Pero francisco también le da otra dimensión a esto que es social, y en este sentido Francisco es un apóstol de lo que los cristianos llaman el «evangelio social»: poner centralmente la defensa de los pobres, manifestarse contra la guerra, la preocupación por el medio ambiente y la protección de las personas en las periferias existenciales de la vida, como los inmigrantes, los ancianos y las minorías. Su expresión emblemática de este compromiso social la manifestó apenas tres días después de su elección cuando dijo que sueña con una «Iglesia pobre para los pobres.»
EN TERCER LUGAR
Francisco siente que es un Papa elegido con un programa de reforma. Él está decidido a romper el control de una vieja guardia en el Vaticano, que con los años se ha convertido en disfuncional y, a veces descaradamente corrupta.
Sin embargo los críticos de Francisco dentro de la propia Iglesia piensan que está haciendo una limpieza de conservadores para poner en su lugar personas más acordes con su punto de vista, y mencionan el caso emblemático del Cardenal Burke que aun siendo joven y a pesar de un brillante desempeño, fue despedido de la Asignatura Apostólica para ponerlo como representante de la Orden de Malta, un cargo que es más bien nominal.
Aparentemente la elección como Papa de un outsider del Vaticano fue alimentada por las frustraciones entre los cardenales de todo el mundo por una serie de colapsos durante los años de Benedicto XVI, incluyendo la crisis de los abusos sexuales y el «vatileaks», que tuvo el desenlace de la detención del mayordomo de Benedicto que era el topo.
Francisco está cumpliendo con ese mandato, a partir de la intención de una reforma radical de las operaciones financieras del Vaticano.
Y como parte de ese programa de reformas, Francisco ha propuesto una descentralización radical en el catolicismo mediante la transferencia de poder de Roma a las iglesias locales en todo el mundo.
También quiere fomentar un nuevo espíritu de humildad en el liderazgo de la Iglesia, para que cuando la gente vea los símbolos de la autoridad en el catolicismo – como el clerygman de un sacerdote o la cruz pectoral de obispo – su asociación automática sea con el servicio en lugar de con el poder y un privilegio.
Y en este sentido, cuando poco después de su elección, Francisco fue a visitar una prisión juvenil en Roma para lavar los pies de 12 presos en Jueves Santo – incluyendo dos musulmanes y dos mujeres, en una violación técnica de las normas de la Iglesia – no fue una expresión demagógica y para la foto, sino que estaba proporcionando una ilustración visual de lo que le parece que debe ser su reforma.
AÚN UN MISTERIO PARA ALGUNOS, PERO PARA OTROS NO TANTO
La orientación del papa Francisco es para muchos aún un misterio, y para la mayoría lo es también hasta donde está dispuesto a llegar en la transformación de la Iglesia.
Una clave de esto lo tendremos en el resultado del Sínodo de la Familia, en que si bien quienes quieren que los divorciados vueltos a casar vuelvan a comulgar y una apertura hacia los homosexuales alegan que están siguiendo lo que quiere Francisco, éste no se ha pronunciado públicamente.
Pero por otro lado, su lógica es la de abrir procesos, consciente de que con su edad no puede cristalizar reformas firmes, sino posibilitar los mecanismos para que se discutan innovaciones.
Queda por verse si lo que Francisco intenta hacer tendrá éxito en traducir su visión a las estructuras y al personal, o si va a quedar solamente en su personalidad seductora cuando venga un nuevo Papa, dejando tras de sí una institución esencialmente sin cambios.
Tampoco está claro si su enfoque moderado y flexible de la doctrina católica producirá la comunidad más dinámica y atractiva que tiene en mente, o si su efecto en el mundo real será para sembrar mayor división y acritud dentro de una Iglesia ya fracturada.
Lo cierto es que algunos puntos ya se ven, y como en todo proceso de cambio revolucionario hay “una de cal y otra de arena”.
Francisco se ha erigido como un referente en la política internacional, consultado por gobernantes occidentales, que viajan expresamente a buscar el apoyo de su poder blando, e incluso ha prohijado cambios radicales como los que quiere hacer el presidente Correa de Ecuador, de volver a poner a la Familia como centro de la sociedad, que va a contracorriente de los políticos occidentales y quizás no se lo permitan hacer.
Pero mientras su imagen ha seguido creciendo a nivel internacional, su efecto sobre el aumento de fieles que concurren a misa es de modesto a nulo, poniendo en duda como se traduce en resultados su pontificado para el avance de la fe.
Fuentes:
- http://www.cruxnow.com/church/2015/03/07/whats-really-miraculous-about-pope-francis/?s_campaign=crux:rss
- http://www.amazon.com/The-Francis-Miracle-Inside-Transformation/dp/1618931318?tag=crux0d-20
- http://www.cruxnow.com/life/2015/03/06/the-francis-miracle-mercy-is-the-bedrock-of-this-papacy/
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