En el año 64 d.C. Pedro y Pablo fueron encerrados en la cárcel Mamertina para su martirio.
Ellos cambiaron el clima en la pestilente cárcel con su ejemplo.
Y bautizaron a muchos conversos, especialmente a Proceso y Martiniano.
Los que la tradición identifica como los jefes de los carceleros.
Su eficacia para convertirlo fue el ejemplo y la palabra, la caridad y la esperanza .
Fue por la oración y la fe de los cristianos, que brilló una luz en la negrura de la cárcel Mamertina, entre quienes vivían en las tinieblas y en sombras de muerte.
LA SOCIEDAD ROMANA DE ESE MOMENTO
La sociedad de la Roma del año 64 d.C. ya estaba tocada de muerte por el mismo mal que la llevaría a la tumba: el vacío moral.
Sus calles eran fastuosos museos de una riqueza y un poderío que brillaban, pero como el sol del ocaso.
El aborto, el infanticidio, la renuncia a tener hijos y el abandono hasta la muerte de enfermos y ancianos eran un uso común. . La ruptura del vínculo familiar, la infidelidad, la promiscuidad, los lupanares, los banquetes orgiásticos y las relaciones homosexuales eran tan jaleados y practicados como la violencia en los circos. . Donde la vida era un espectáculo sin valor, y la muerte, frivolizada para no ser temida.
La religión pagana era un mero rito sin corazón, ni devoción, ni aplicación para la vida.
Todos los dioses falsos acaban siendo sólo el humo de sus incensarios.
Y los poderosos eran adulados, imitados, envidiados o eliminados según conviniese a la clase económica, que era la que de veras gobernaba la Caput Mundi.
En el año 64 después de Cristo, Roma era una algarabía desenfrenada.
Nerón, cabeza del mayor imperio que han visto los siglos, compaginaba el incesto con el teatro, la guerra con la gula y el circo con la adulación.
Cuando prendió fuego a la Urbe y acusó de ello a los cristianos, los mártires empezaron a contarse por millares.
A dos de sus líderes, Pedro y Pablo, los encarcelaron antes de ejecutarlos.
Pero a sus carceleros, Proceso y Martiniano, aquellos reos les iban a cambiar la vida.
Tanto como para que, dos mil años después, los sucesores de esos protomártires sigamos recordando su memoria hasta el día de hoy.
LA CONVERSIÓN Y MARTIROLOGIO DE PROCESO Y MARTINIANO
De la custodia de Pedro y Pablo en la cárcel Mamertina se ocupaban Martiniano y Proceso.
Dos soldados violentos e inmisericordes, curtidos en el trato con la peor escoria de Roma
Pero ahora contemplaban algo insólito. .
Cómo aquellos dos hebreos cuidaban del resto de presos. .
Compartían con ellos su comida, secaban sus frentes febriles, escuchaban sus delitos, decían perdonar sus pecados. . Y les hablaban del amor incondicional que les tenía un tal Cristo, que habiendo sido muerto en cruz, estaba resucitado y vivía para siempre.
No contaban una fábula de oídas, sino una historia de la que habían sido testigos.
Y por la cual estaban dispuestos a abrazar la muerte para ganar la Vida, la felicidad eterna, incapaces de negar la Verdad que habían conocido.
Debió ser muy ejemplar la presencia de los Apóstoles Pedro y Pablo en la prisión romana cuando se aproximaba su martirio.
Habían empleado bien el tiempo para la extensión del Evangelio.
Tanto el mundo judío como los gentiles habían tenido ya noticia de la Buena Nueva de la Salvación.
Quedaba organizada la Iglesia en sus elementos más firmes.
Y estaban presentes ya en el mundo los que continuarían hasta que el Señor de la Historia decida el fin de la presencia del hombre sobre la faz de la tierra.
Ellos intuyen que está próximo el fin de su carrera; el propio Pablo lo deja por escrito en sus cartas.
Sólo queda recorrer la recta final.
El Martirologio Romano, así como el de Beda, Usuardo y Adón consignan en sus listados de mártires a Proceso y Martiniano.
Resumen la entrega de su vida por Cristo.
Presentándolos como dos de los principales carceleros que tenían la misión de custodiar la cárcel Mamertina de Roma en tiempos de Nerón y del encarcelamiento de los Apóstoles previo a su martirio.
Sin ser muy explícitos sobre su existencia, la áurea de los siglos adornó con posibilidades lo desconocido de su vida, constituyéndolas en catequesis devota.
Se les presenta como soldados probablemente zafios, algo brutos y más que ensombrecidos por la escoria de la sociedad que tienen que soportar cada día en aquella cárcel pestilente.
Debió resultarles extraña la presencia de aquellos dos presos que no aúllan ni vociferan como los demás; no insultan ni blasfeman, no maldicen ni amenazan.
Más bien les pudieron parecer faltos de razón o trastornados por la sencillez y ensimismamiento que por tanto rato mantenían.
Ya lo que no encontraban ninguna explicación era a la atención que prestaban a sus compañeros de prisión a los que intentan consolar, atendiéndoles como pueden.
Hasta han visto que les daban de su comida y que han ayudado a moverse a los que ya ni eso pueden.
Su prédica y su ejemplo eran la antítesis de Roma: caridad frente a egolatría; amor a Dios frente a hedonismo; amor al hombre contra relativismo moral.
Y les hablan de bondad, de vivir siempre, de resurrección.
Un judío, Cristo, les dará la libertad y la salud.
Alguno parece que les escucha con especial atención.
Y lo incomprensible es que con la última remesa de presos que ha llegado por haber incendiado nada menos que la ciudad de Roma, ha cambiado el tono de la cárcel.
Donde empiezan a oírse cantos y hasta sonrisas en los labios resecos por la fiebre, el contagio y el temor.
Proceso y Martiniano confrontaron su vida y la de su sociedad con aquel ejemplo.
Se atrevieron a buscar la verdad y a cambiar el corazón, descendieron por el agujero del Tullianum.
Y pidieron ser como esos hombres, tener su mismo Espíritu, aunque sabían que eso les iba a valer la muerte poco después.
Los dos carceleros comienzan prestando atención a lo que dicen y terminan acercándose a recibir, en susurros y casi a escondidas, instrucción.
Una luz del cielo se les ha encendido dentro.
Piden ser discípulos, quieren recibir el bautismo y se ofrecen como sustitutos de sus puestos dejándoles abierta la prisión.
Pedro, encadenado a una columna, tocó el suelo y, de un manantial que había a varios pies bajo el suelo y estaba suturado desde hacía siglos, brotó el agua y bautizó a sus carceleros, junto a 47 presos más. . Esa es la fuente que desde entonces da agua milagrosa a quien quiere beberla para remedio de algún mal.
Sabedor el juez Paulino de lo sucedido les llama al orden, animándoles a dejar lo que incautamente han abrazado e instándoles a ofrecer culto y reconocimiento a los dioses de siempre.
Pero nada puede remover su decisión.
Y después de escupir la estatua de Júpiter, son azotados y atormentados con la pena del fuego.
Pero mientras tanto no se sabe cómo el juez se queda ciego, es poseído del demonio y muere en tres días.
A los dos que fueron carceleros les cortaron la cabeza en la Via Aurelia, fuera de los muros de la ciudad, el día 2 de Julio, dejando sus cuerpos a los perros.
Dicen que la piadosa Lucina – matrona que nunca falta en la recogida de cuerpos de mártires- los mandó levantar y dar sepultura en su propiedad, hasta que pudieron trasladarse a la iglesia que construyó en su honor.
SU VENERACIÓN EN LA IGLESIA
Martiniano y Proceso eran ya venerados públicamente en Roma a partir del III o IV siglo. . En el siglo IV, fue construida una iglesia sobre su tumba.
En esta iglesia, San Gregorio Magno predicó una homilía en su día de fiesta, en la que se refirió a la presencia de sus cuerpos.
También a la cura de los enfermos, el acoso a los perjuros, y para la curación de los endemoniados allí. Esta iglesia ya no existe.
San Beda les menciona y su fiesta fue por lo tanto es celebrada a principios medioevo en Inglaterra .
El Papa Pascual I (817-24) transporta los huesos de los dos mártires a una capilla en la antigua basílica de San Pedro.
Ellos todavía descansan bajo el altar dedicado a ellos en la derecha (sur) crucero de la presente Basílica de Pedro.
En 1605, sus reliquias fueron colocadas en una de urna bajo el altar, junto a San Pedro, con tres medallones con escenas de la vida de Pablo Apóstol .
La revisión de 1969 del calendario general añadió una fiesta de los primeros mártires de la Iglesia de Roma el 30 de junio, inmediatamente después de la de San Pedro y San Pablo.
También se eliminó la fiesta individual de estos y otros mártires tempranos del calendario general del rito romano.
No obstante, Martiniano y Proceso permanecen en el Martirologio Romano, la lista oficial de los santos reconocidos por la Iglesia Católica .
Por lo tanto, es posible que todavía celebrar su propia misa en su día de fiesta tradicional, 2 de julio, según la normativa el actual Misal Romano , a no ser que en alguna localidad se asigna a ese día una celebración obligatoria.
Los calendarios pre-1969 otorgan a estos santos sólo Conmemoración dentro de la misa de la Visitación de la Virgen.
San Pedro y San Pablo son los dos pilares de la Iglesia.
Su complementariedad fue fundamental para el desarrollo del cristianismo.
Ambos tenían antecedentes y formaciones diferentes.
San Pedro el hombre sencillo, San Pablo el intelectual.
San Pedro organizó y dirigió la Iglesia en la primera hora y San Pablo consolidó su marco conceptual y teológico.
Las conversiones de San Pablo y San Pedro fueron muy distintas. La de Pablo súbita. Y la de Pedro trabajosa y con altibajos.
La de Pablo fue una transformación casi instantánea y definitiva de vida a partir de los sucesos que tuvo camino a Damasco.
Sin embargo parece que la mayoría de los cristianos tiene que estar luchando diariamente en la ambivalencia, como lo hizo San Pedro hasta Pentecostés.
La conversión que tuvo San Pablo no parece ser común pero la iluminación súbita se da.
En cambio la más común entre los católicos parece ser la de Pedro.
Un camino sinuoso de pasos para adelante y para atrás, que podría, en algún momento, solidificar nuestra fe como una roca.
DOS PILARES COMPLEMENTARIOS DE LA IGLESIA
La Iglesia tuvo en sus inicios dos pilares Pedro y Pablo.
Pedro era una persona de la clase trabajadora manual un pescador. Un humilde creyente que hablaba desde el corazón y con una educación formal limitada.
En cambio Pablo era el intelectual, el pensador que hablaba desde su intelecto, un ciudadano romano bien educado y un hombre religioso profesional.
Sobre estas dos bases Dios creó el cristianismo.
Escogió a San Pedro el hombre sencillo, como la roca sobre la que construir la Iglesia, para que el director.
Y a San Pablo para ser el pilar del desarrollo conceptual, teológico, de la nueva religión.
De no haber existido Pablo de Tarso el cristianismo quizás hubiera sido otro.
Su importancia no está radicada en la evangelización que hizo en los en los distintos pueblos fuera de Israel, en sus viajes.
Porque todos los apóstoles hicieron lo mismo; el apóstol Santiago predicó en España, Tadeo y Bartolomé llevaron a la fe Armenia, Marcos a Egipto, Tomás a la India, y así podemos hablar de los demás apóstoles.
El hecho fundamental de Pablo es que vio con claridad que debía extenderse la fe cristiana como algo independiente de las costumbres culturales judías, como la circuncisión y las restricciones dietéticas.
El propuso modificar los requisitos para la entrada en la nueva iglesia en el primer Concilio de Jerusalén; los gentiles ya no debían vivir un tiempo como judíos antes de convertirse en cristianos.
En el primer Concilio de Jerusalén se decidió que lo gentiles, que querían ser cristianos, no debían circuncidarse ni debía exigírseles comer comida kosher.
A partir de ahí el cristianismo explotó.
Y no porque San Pablo fuera a predicarles específicamente a los gentiles en Grecia y Asia Menor.
Porque leemos en los Hechos de los Apóstoles qué San Pablo predicaba en las sinagogas o sea de hecho predicaba a los judíos de la diáspora.
Sino porque los gentiles temerosos de Dios se acercaron a la fe cristiana al bajar los requisitos de entrada, propuesta por Pablo.
Profundicemos en los modelos de conversión de san Pablo y San Pedro.
EL MODELO DE CONVERSIÓN DE SAN PABLO
He aquí cómo Hechos 22:6-11 describe la súbita conversión del gran apóstol:
“Iba de camino, y ya estaba cerca de Damasco, cuando a eso del mediodía se produjo un relámpago y me envolvió de repente una luz muy brillante que venía del cielo.
Caí al suelo y oí una voz que me decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Yo respondí: «¿Quién eres, Señor?»
Y él me dijo: «Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues».
Los que me acompañaban vieron la luz y se asustaron, pero no oyeron al que me hablaba.
Entonces yo pregunté: «Qué debo hacer, Señor?».
Y el Señor me respondió: «Levántate y vete a Damasco. Allí te hablarán de la misión que te ha sido asignada».
El resplandor de aquella luz me dejó ciego, y entré en Damasco llevado de la mano por mis compañeros”.
Pablo pronto recupera la vista y fue bautizado.
Esta forma de conversión es una experiencia de un repentino giro instantáneo en la vida, que sólo puede explicarse por un encuentro radical con el Cristo resucitado.
Saulo, el fariseo que había perseguido a la Iglesia cristiana y supervisado la lapidación de su primer mártir, San Esteban, se transformó en Pablo, uno de sus más celosos misioneros, escritor prolífico, cuya impronta dio forma al cristianismo.
La mayoría de nosotros conocemos a alguien que ha tenido una experiencia como la de Damasco.
Un giro repentino en su vida que le alejó de una vida de pecado, desesperación o falta de fe, y le llevó a una de santa y amorosa devoción a Dios.
Pensamos en el alcohólico que fue liberado de su adicción o tal vez un traficante de drogas o miembro de una banda que un día se alejó de sus operaciones oscuras.
Esa es la experiencia de la conversión muchos de nosotros queremos: una transformación repentina, instantánea, un giro irrevocable hacia Cristo.
Y para aquellos de entre nosotros que no lo han experimentado, cuyos viajes han sido más graduales, llenos de muchos giros, a veces hay una tentación de cuestionar la autenticidad de su fe.
La conversión más dramática no necesariamente es la más fiable, porque también puede tener altibajos. . Es cierto que los nuevos conversos radicales muestran una devoción inicial muy fuerte, pero eso no significa que luego no se vaya erosionando.
Sin embargo es el tipo de conversión modelo que maneja el protestantismo evangélico y muchas veces se traslada a la Iglesia Católica.
EL MODELO DE LA CONVERSIÓN DE SAN PEDRO
Pero hay otro gran modelo en el Nuevo Testamento, la conversión de San Pedro.
Si seguimos a Pedro a través de los evangelios su historia parece ser una serie de conversiones seguidas de caídas vergonzosas de fe.
Considera la historia de Pedro pescando toda la noche en vano.
Por la mañana, Jesús se mete en su barco le dice a que eche sus redes una vez más.
Hay tantos peces en las redes que la barca está en riesgo de hundirse.
Pedro cae delante de Jesús, diciendo: «Apártate de mí Señor, que soy un hombre pecador» (Lucas 5:3-8).
La palabra «Señor» que usó Pedro es fuerte.
En la cultura judía de ese tiempo, Señor podría ser un sinónimo del sagrado nombre tácito de Dios, Yahvé.
La admisión de Pedro de que él es un pecador indigno de estar en presencia del Santo parece reforzar esa interpretación.
Pero entonces, alrededor de un año o dos más tarde, Pedro falla en una profunda prueba de su fe cuando Cristo le llama a caminar sobre el agua.
Pedro lo hace bien sólo hasta el momento antes de perder de vista en Cristo, y mirando el viento se hunde en las olas. (Lee la historia en Mateo 14)
Por otra parte, uno de los momentos más brillantes de Pedro viene después del discurso del Pan de Vida en Juan 6, donde Jesús explica que su carne debe ser comida y su sangre consumida con el fin de ser salvados.
Sin duda, una enseñanza difícil de aceptar, entonces, y que lo sigue siendo hoy en día.
Caminar sobre el agua era una cosa, pero esta enseñanza era ir demasiado lejos para muchos discípulos, y algunos decidieron dejar la compañía de Jesús.
Pero Pedro no sólo insiste en que él permanecerá con su Señor, él confiesa su deidad: «Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Juan 6:69).
Después de esta confesión, Cristo le dice a Pedro que Él edificará su Iglesia sobre él (en Mateo 16).
¿Podríamos imaginar una más extraordinaria confirmación de la fe de Pedro?
Pero entonces Pedro casi de inmediato tiene una reacción contraria.
Cristo va a predecir su muerte y resurrección y Pedro declara que tal cosa nunca debe suceder, haciéndose acreedor tal vez uno de los reproches más duros en todos los evangelios.
En el espacio de cinco versículos, Pedro ha pasado de ser aclamado como una roca de la Iglesia a ser llamado, literalmente, el diablo (Mateo 16:23).
Algún tiempo después, Pedro es uno de los tres discípulos en presenciar la Transfiguración, una manifestación de Jesús en su estado glorificado que podría ser comparable a lo que Pablo vio en el camino a Damasco.
¿Este es el punto de inflexión definitivo para Pedro? Por desgracia, no lo es.
En cambio, Pedro parece totalmente perdido y confundido por todo el evento, y ofrece montar tiendas para Jesús, Moisés y Elías. (Lee el relato de Mateo 17)
Pedro luego entra en escena en los acontecimientos inmediatamente previos y durante la Pasión de Cristo.
Aquí lo vemos en el punto más bajo de su historia: su negación por tres veces de conocer a Cristo. (Lee el relato de Mateo 26).
Es sólo después de la resurrección que Pedro comienza a hacer el giro definitivo y final hacia Cristo. . Él es el primero en correr a la tumba vacía y Jesús se le aparece antes que a los demás.
Incluso entonces, sin embargo, la conversión de Pedro parece gradual. Cristo se le aparece a él y a los otros discípulos varias veces más.
En la segunda, Cristo provoca de Pedro una triple afirmación de su amor por Cristo para aparentemente deshacer la triple negación de Pedro.
Pero Pedro aún aquí no aparece en su papel destinado de primer pastor de la Iglesia de Cristo.
Tampoco se lo ve de esa forma y en este papel después de la Ascensión.
Debemos esperar hasta Pentecostés para ver comenzar su predicación y compartir su fe con otros.
UN ALIVIO EN NUESTRO CAMINO DE CONVERSIÓN
Por increíble que parezca, lo que sucedió a Pablo en una cuestión de días, tomó años a Pedro. . Y la vida luego de la conversión fue bastante diferente también en ambos, pero no viene al caso en este artículo.
En lugar de ser un cuento con moraleja, la historia de Pedro y Pablo debe animarnos.
Aquí está un hombre que negó a Cristo, no una, sino tres veces.
Y esto después de ver al Dios Encarnado caminando sobre el agua, sanando a los enfermos y resucitando a los muertos, y que se manifiesta en un estado glorificado.
Incluso su fe no parece ser la de una ‘roca’ después de ver la tumba vacía, al Señor resucitado, y su Ascensión.
¡Aun así estamos frente a un hombre que se mostró reacio a proclamar la buena noticia!
Es algo para que todos nosotros debemos tener en cuenta cada vez que parezca que nuestra entrada en la plenitud de la fe está tardando más de lo esperado o incluso ha tomado un giro inesperado o parece que va peor.
Recuerda entonces que Pedro y Pablo fueron grandes apóstoles, autores de la Escritura, y grandes santos, pero cada uno en su propio camino.
Uno dio forma teológica y organizacional al cristianismo tal cual lo conocemos; hoy todos somos cristianos paulinos.
Pero sólo uno se convirtió en la roca de la Iglesia.
No podemos decir que la súbita conversión de San Pablo es superior a la lenta y sinuosa conversión de San Pedro; ambas llegan a destino pero por diferentes vías.
Pero claro, ambas son modelos extremos, porque entre medio hay diferentes situaciones.
Como que por ejemplo, alguien adquiere una conversión súbita que le hace abandonar todo y cambiar de vida, como parece que sucede frecuentemente con quienes tienen una experiencia cercana a la muerte.
Pero esa fe necesita un proceso de maduración, y es en ese proceso pueden suceder sinuosidades como las que experimentó San Pedro.
QUÉ LECCIONES PODEMOS APRENDER
Nuestro Señor viene a menudo cuando estamos en nuestro peor momento.
Saulo fue una pesadilla para los primeros cristianos y su rabia contra ellos parecía no tener límite.
Recordemos que él estaba presente en la lapidación de Esteban.
A pesar de esto, Dios esperó hasta que Saulo parecía empeñado para destruir a los cristianos, de una vez por todas para tirarlo de su caballo.
La intervención de Nuestro Señor en nuestras vidas a menudo es totalmente inesperada.
Las normas de Dios y su tiempo tienen parecido al nuestro, así que Sus intervenciones en nuestras vidas no es reflejo de nuestras expectativas.
Saulo es la última persona que hubieran esperado los primeros cristianos para convertirse en su defensor más apasionado.
Si bien es importante que vayamos a misa la mayor parte de la aplicación de las enseñanzas de Cristo ocurrirá en el mundo real, fuera de la iglesia misma.
Saulo fue derribado de su caballo en el camino a Damasco.
La casa de nuestro Señor es nuestra estación de servicio, en el que repostar nuestra fe, pero nuestra misión al servicio de nuestro Señor estará muy probablemente en la carretera.
Pablo no era uno de los elegidos en un principio, sin embargo, su gran fe y humildad le permitió convertirse en tan grande, si no el mayor, que muchos de los que caminaron con el Señor.
¡Ánimo que el Señor y su Madre están para guiarnos en el camino!
Hoy la cruz es el símbolo más identificatorio de los cristianos.
Por tanto es un uno de los símbolos cristianos más usados.
Y también quizás, junto con el dibujo de un pez, uno de los más antiguos.
Formalmente es un recordatorio de la muerte de Jesucristo en la cruz, crucificado.
Pero lo más valioso son las connotaciones que eso tuvo en todo el universo y para el género humano.
LA TRANSFORMACIÓN DE LA CRUZ
Naturalmente que dos barras que se cruzan entre sí en ángulo recto es un símbolo que se encuentra en muchas culturas y religiones.
Incluso en el cristianismo hay diversas formas de cruz.
Como la cruz griega, la cruz papal, la cruz de San Pedro etc.
La cruz tiene un significado de la contradicción para los cristianos.
Un instrumento de muerte de odio y de violencia fue transformado por Jesucristo en un instrumento de vida, amor, paz y perdón.
Significa la derrota del pecado, nuestra salvación y la promesa de la vida eterna en el cielo junto a Dios.
La cruz es un signo de amor que demuestra que Cristo murió por amor por los pecadores.
Es un símbolo que muestra a un Dios personal que ha venido hasta nosotros, no como en la mayoría de las religiones en que son las personas quienes se esfuerzan por alcanzar a la deidad.
Es un símbolo de humildad realizada por la voluntad de Jesucristo.
Porque el hijo de Dios se humilló en obediencia y murió en una muerte cruel por su propia decisión.
La cruz es profética, porque la redención del género humano está profetizada largamente a través del Antiguo Testamento.
Isaías describe claramente los tormentos que agobiarían al Mesías.
Y la cruz es definitiva, porque caminamos con nuestra Cruz hacia la promesa definitiva de Dios.
Para los católicos la cruz tiene más significado con la forma del crucificado en ella.
Sin embargo es aceptable la forma en que la usan los protestantes.
Pero no completa la comprensión de lo que sucedió el Viernes Santo.
Una de las devociones más importantes en la Iglesia Católica es el Camino de la Cruz o Vía Crucis, que se suele recorrerse más asiduamente en los templos durante la Semana Santa.
Allí se recuerda y se honra la memoria de Jesús unido a su cruz.
Por ser tan importante el enemigo ha tratado de desvirtuar la cruz, dándole un sentido inverso.
Han tomado la cruz de San Pedro dándole otra interpretación.
Cruz de san Pedro en una Iglesia Cristiana
LA TRANSFORMACIÓN SINIESTRA DE LOS SATANISTAS
La cruz invertida es un símbolo con una larga historia, pero en los tiempos modernos sus significados divergentes.
Durante siglos, la cruz invertida se consideró un símbolo cristiano, basado en una antigua tradición de que el apóstol Pedro fue crucificado cabeza abajo.
Una versión de la historia dice que Pedro frente martirio por crucifixión, solicitó que su cruz se invirtiera porque se sentía indigno de morir de la misma manera como Cristo.
La cruz al revés, a veces llamada la Cruz de San Pedro o la cruz de Pedro, de este modo se convirtió en un símbolo de humildad.
Por ahí entonces la cruz invertida se asocia entonces con el Papa, que los católicos creen que su autoridad se puede rastrear hasta San Pedro.
Recientemente, sin embargo, es común que la cruz al revés sea utilizada como un símbolo del ateísmo, del humanismo, de lo oculto y lo satánico.
Varias bandas de black metal utilizan una cruz invertida para llamar la atención sobre su supuesta devoción a satanás.
Cruces al revés aparecen en las películas de terror como como una señal de actividad demoníaca.
El símbolo surge en tatuajes, colgantes, y como un logotipo en las camisetas.
A veces, se acompaña de declaraciones tales como «Cree en ti mismo», «No hay Dios», «Misa Negra».
En estos contextos, la intención evidente de la cruz invertida es declarar una oposición a Cristianismo.
Al girar la cruz se convierte en un medio de negar la verdad de Cristo y burlarse de su sacrificio.
Así que, ¿cuál es el significado de una cruz al revés? Depende del contexto.
Cuando el símbolo se utiliza en un entorno de la iglesia, es más probable que sea una referencia a Pedro y la forma de su muerte.
En otros contextos, la cruz invertida es a menudo un símbolo anticristiano.
En nuestro mundo caído la santidad es a menudo burlada y lo que es bueno y puro se tuerce por el «dios de este siglo».
Así la cruz, un símbolo de Cristo, se pone de cabeza para convertirse en un símbolo del diablo.
Veamos cómo surgió la crucifixión de San Pedro.
LA HISTORIA DE CÓMO SAN PEDRO ELIGIÓ SER CRUCIFICADO CABEZA ABAJO
La tradición nos dice que cuando San Pedro fue martirizado, insistió en que fuera crucificado cabeza abajo. .
Porque él no creía que fuera digno de ser crucificado en la forma de su Señor.
San Pedro fue designado por Jesús para desarrollar la Iglesia, fue el primer Papa y por lo tanto es lógico que sus sucesores lo recuerden con un símbolo.
Vemos una alusión a esto en el Evangelio de Juan, cuando el Señor habla de la clase de muerte que Pedro iba a sufrir:
“En verdad, en verdad os digo que cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías;
pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevarán adonde tú no quieras.»
(Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios.) Y después de esto, le dijo: ‘Sígueme’” (Jn 21:18-19).
“Extenderás tus manos”. En el mundo antiguo – sobre todo en la tradición cristiana – era una referencia común a la crucifixión.
Las palabras ‘Sígueme’ denotan imitación del ejemplo de obediencia «hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,8) de Cristo.
El pastor principal seguiría al Buen Pastor, incluso en la forma de su muerte.
En el momento de la redacción del Evangelio de Juan, el martirio de Pedro ya había ocurrido, de modo que fue sin duda bien atestiguado por sus lectores.
Podemos rastrear el testimonio del martirio de Pedro en los primeros escritores cristianos, entre ellos Orígenes, Eusebio de Cesarea, San Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, San Ireneo, y Tertuliano.
En De praescriptione 36 (c. 200 dC), Tertuliano escribe:
“Si, tú estas cerca de Italia, Roma, donde tú tienes la autoridad siempre a tu alcance.
Qué suerte es esta Iglesia que los Apóstoles han derramado toda su enseñanza con su sangre, donde Pedro ha emulado la Pasión del Señor, donde Pablo fue coronado con la muerte de Juan”.
En Scorpiace 15 (c. 204), de nuevo, escribe de la crucifixión de Pedro:
“Y si un hereje desea su confianza que repose en un registro público, los archivos del imperio van a hablar, al igual que las piedras de Jerusalén.
Leemos las vidas de los Césares: en Roma Nerón fue el primero manchado de la sangre la fe naciente.
Luego está Pedro ceñido por otro, cuando él es puesto rápido a la cruz.
Luego es Pablo que obtiene un parto adecuado a la ciudadanía romana, cuando en Roma, el brota a la vida otra vez ennoblecido por el martirio”.
Aparicion del Apóstol San Pedro a San Pedro Nolasco
En su Historia eclesiástica (c. 325 dC), Eusebio de Cesarea escribe:
“Pedro parece haber predicado en el Ponto, Galacia, Bitinia, Capadocia, y Asia a los Judíos de la diáspora.
Y por fin, después de haber llegado a Roma, fue crucificado de cabeza hacia abajo; porque él había pedido que él podría sufrir de esta manera…. E
stos hechos están relacionados por Orígenes en el tercer volumen de su Comentario sobre el Génesis (III.1)”.
“Por lo tanto, se registra que Pablo fue decapitado en la misma Roma, y que Pedro mismo fue crucificado en tiempos de Nerón.
Este relato de Pedro y Pablo se fundamenta además en el hecho de que sus nombres se conservan en los cementerios de ese lugar, incluso hasta nuestros días (II.25.5)”.
Como resultado de la forma en que fue crucificado, la Iglesia ha utilizado la cruz al revés (y sin un cuerpo, por lo que no es un crucifijo) para designar a Pedro, no a Cristo.
El Papa, que es el sucesor de Pedro, emplea el símbolo de la cruz al revés como un recordatorio simbólico de la humildad de San Pedro y su martirio heroico.
A diferencia de un crucifijo al revés, que busca invertir y subvertir su significado.
Altar de misa satánica
LA CRUZ AL REVÉS EN LAS MISAS NEGRAS O SATÁNICAS
La cruz al revés es un elemento central de las misas negras satánicas.
Como es una parodia de la misa implica un crucifijo al revés. .
La invocación del nombre de satanás y otros demonios y la profanación de una hostia consagrada.
El rito suele ser oficiado por un celebrante, diácono y subdiácono.
Los instrumentos utilizados incluyen velas, un pentáculo invertido, un cáliz lleno de vino o licor, una campanilla, una espada, un hisopo (utilizado para rociar agua), un crucifijo invertido y una hostia auténticamente consagrada.
El altar de la misa negra es una mujer desnuda y los participantes llevan vestidos negros con capucha
«El rito sigue más o menos el de la misa católica con las oraciones recitadas en latín, inglés y francés.
En lugar del nombre de Dios se invoca el nombre de satanás, junto con los nombres de varios demonios.
El Padre Nuestro se pronuncia en sentido contrario o negativo (padre nuestro que estás en el infierno).
Se lanzan invectivas contra Jesucristo y la Hostia es profanada de varias maneras: utilizándola en prácticas sexuales, pisoteándola repetidamente con odio«.
Iglesia Satánica con la cruz invertida
La consagración satánica se hace violentando a Jesús en el pan. . En ese momento de la consagración se le grita al pan, hablando que no tiene valor. . Que no hace su trabajo y lo único que hace es dormir, que no responde ninguna plegaria y permite que su propio pueblo sea herido. . En ese momento se tira al suelo, y el diácono y el subdiácono la patean y la pisan.
Por medio de tales ritos se pretende mandar una maldición o realizar algún hechizo a una persona concreta.
Se piensa que el mejor momento será por la noche, en un particular período de tiempo en el cual las personas están dormidas (por ejemplo, dos horas antes de despertar).
De ahí que los ritos satánicos comienzan, en general, en las horas nocturnas.
Los lugares precisos donde se realizan son escogidos dependiendo de la posibilidad de organizar todo con cierta reserva prefiriendo cementerios o iglesias en ruinas.
Durante los ritos satánicos, algunos grupos llegan a profanar cadáveres, o cometen actos de violencia física incluso sobre menores y hasta homicidios rituales.
El rito principal de todo grupo satanista, es decir, la misa negra, ha sido descrita por Anton La Vey en “The Satanic Bible” como en “The Satanic Rituals”.
Pero los diversos grupos satánicos introducen modificaciones respecto al rito aplicado por La Vey, quien lo ha establecido siguiendo el modelo de las más antiguas misas negras europeas.
Sin embargo aún hoy la cruz es un símbolo de lucha contra el pecado y signo de conversión, como la cruz del perdón.
Veamos dos casos relacionados con el aborto.
Marcha por la Vida en Budapest
MARCHA POR LA VIDA EN HUNGRÍA CON LA CRUZ DE LOS PECADOS
Cientos de personas de toda Europa se reunene en la Plaza de Capistrano y marcha por el centro de esta antigua ciudad tañendo campanas en conmemoración de los muertos por aborto. .
Mientras se detienen para mostrar imágenes de una cruz inusual hecha enteramente con instrumentos de aborto.
La Marcha por la Vida en Belgrado se celebra en julio, el día después de que el 560º aniversario del fin del cerco de Belgrado y la derrota de los invasores musulmanes turcos.
Los manifestantes procedentes de 20 países suenan constantemente una campana a medida que avanzaban por la ciudad. .
Tomando turnos para recitar los nombres de los niños no nacidos muertos por aborto en sus lenguas nativas, de acuerdo con el organizador del evento Imre Teglasy, un húngaro profesor de idiomas y sobreviviente de aborto.
Ver en este video su historia:
Quince veces se detienen, o sea en cada una de las estaciones de la cruz que marca los acontecimientos de la pasión de Cristo.
En cada parada, dicen juntos oraciones compuestas por la Dra. Kovacs Zita, una líder pro-vida rumana.
Que están inscriptas en tablas de piedra que forman parte de una exhibición pro-vida permanente allí.
Pero en el centro de la marcha hay una cruz monstruosa, «la Cruz de los Pecados», creada hace 7 años por un austríaco, el Dr. Josef Presslmayer. .
Totalmente construida de instrumentos de aborto abandonados por el personal de dos clínicas de aborto de ese país, que cerraron después vigilias pro-vida.
La cruz se ha mostrado en Fátima y fue utilizada en otras protestas y marchas en Austria, Hungría y también en contra de la introducción de la RU486 allí.
«La protesta fue un éxito», dijo Teglasy, «no hay guerra química por RU486 en Hungría ahora».
Pero la cruz es ahora considerada demasiada frágil, para viajar y permanece en la casa del Dr. Presslmayer, donde sirve como un santuario pro-vida que une el sufrimiento de Cristo con los niños por nacer.
Y agregó sobre la marcha que en realidad es el Espíritu Santo, el responsable de las
«15 estaciones que simbolizan la tortura y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, llamando la atención sobre la tortura y la muerte de nuestros hijos antes de nacer«.
Esto nos trae a la mente al fundador de la Asociación Italiana Ginecología y Obstetras Católicos (AIGOC), Antonio Oriente, que ni bien comenzó el pontificado de Francisco le entregó a éste los instrumentos con los que había realizado sus abortos.
«SANTO PADRE YA NO HAGO MÁS ABORTOS, ESTOY A FAVOR DE LA VIDA»
Antonio Oriente era un médico de condición humilde que el aborto le permitía una buena posición económica. .
Una esposa que deseaba tener hijos pero no podían. .
Y luego la culpa y “ángeles” humanos que le presentaron a Jesús en medio de su tribulación.
Y Dios le regaló el embarazo de su esposa y dos hijos.
El doctor Antonio Oriente vivía su cotidianeidad practicando abortos rutinariamente.
Pero tuvo un cambio radical que él explicó en un congreso realizado por la asociación.
«Me llamo Antonio Oriente, soy ginecólogo y, hasta hace pocos años, yo, con estas manos, mataba a los hijos de los demás».
Silencio absoluto.
La frase pronunciada es seca, con la crudeza lógica y la simplicidad de quien ha comprendido y ya ha pagado las consecuencias.
La de quien ha tenido el tiempo de pedir perdón.
Llaman la atención dos cosas de esta frase y son dos enormes verdades: la palabra «mataba», que desvela el engaño del término interrupción voluntaria, y la palabra «hijos».
No embriones, no agrupaciones de células, sino hijos. Simplemente.
El doctor Oriente consideraba que su práctica cotidiana de abortos era una forma de asistencia a las personas que tenían un «problema».
“Venían a mi estudioy me decían:
“Doctor, he tenido una aventura con una mujer, yo no quería dejar a mi familia, amo a mi esposa.
Pero ahora esta mujer está embarazada, ayúdeme…”.
Y yo le ayudaba.
O a lo mejor llegaba una chica y decía:
“Doctor, era la primera vez que me acostaba con alguien, no es el chico con el que me quiero casar, ha sido simplemente algo ocasional.
Mi padre me matará si se entera… ¡Ayúdeme!”.
Y yo la ayudaba. No pensaba que me estaba equivocando”.
Dr. Antonio Oriente
AÑOS DE CALVARIO
Pero la vida continuaba haciéndole pensar: él, como ginecólogo que era, también traía niños a la vida.
Su mujer, como pediatra, atendía a los niños de los demás.
Pero no conseguían tener hijos propios.
Una esterilidad insidiosa y sin motivo era la respuesta a su vida cotidiana.
“Mi mujer ha sido siempre una mujer de Dios.
Sólo gracias a ella y a su oración cambió algo.
Para ella no tener hijos era un sufrimiento inmenso, enorme.
Todas las noches que volvía a casa la encontraba triste y deprimida. No podía más.
Después de años de calvario, una noche cualquiera no tenía el valor de volver a casa.
Desesperado, apoyé la cabeza en mi escritorio y comencé a llorar como un niño”.
Y precisamente allí, en ese momento, la mano de Dios se hizo presente a través de una pareja que el doctor Oriente atendía desde hacía tiempo.
Vieron la luz encendida tarde en su estudio, temieron que hubiera pasado algo y subieron.
Encontraron al doctor en este estado que él define como“de tener compasión” .
Y por primera vez, abre su corazón a dos personas que eran solamente pacientes, prácticamente desconocidos.
Le dijeron:
“Doctor, nosotros no tenemos una solución a su problema. .
Sin embargo, le podemos presentar a una persona que sí puede darle un sentido: Jesucristo”. .
Y lo invitaron a un encuentro de oración que él esquivó hábilmente.
Pasó el tiempo y una noche, siempre inseguro sobre si volver a casa o no, decidió hacerlo a pie y, al pasar junto a un edificio, se sintió atraído por una música.
Entró y se encontró en una sala donde algunas personas (casualmente el grupo de oración de la pareja que lo había invitado) estaban cantando.
En un momento se encontró de rodillas llorando y recibió una revelación sobre su propia vida.
“¿Cómo puedo pedir un hijo al Señor cuando yo mismo mato a los hijos de los demás?”.
Instrumental quirúrgico abortivo
EL «NO HACER» SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA
Atrapado por un fervor improvisado, coge un papel y escribe su testamento espiritual:
“Nunca más muerte, hasta la muerte”.
Después llama a su “Amigo” y se lo entrega, advirtiéndole para que vigile sobre su constancia y su fe.
Pasan las semanas y el doctor Oriente comienza a vivir de otra manera.
Comienza también a coleccionar problemas, sobre todo entre los colegas en su ambiente de trabajo.
En ciertos casos el “no hacer” se convierte también en un problema: profesional,económico, de imagen.
Una noche vuelve a casa y se encuentra a su mujer vomitando.
Piensa en alguna indigestión, pero continúa vomitando en los días siguientes.
Entonces, propone a su mujer hacer un test de embarazo, pero ella se niega vehementemente.
Eran demasiados los meses en los que ella, silenciosamente, los hacía, y recibía una puñalada al ver que siempre eran negativos…
Pero después de un mes con este malestar, él le obliga a hacer un examen de sangre que muestra presencia del BetaHCG: ¡Estaban esperando un hijo!
Han pasado los años. Los dos hijos que la familia Oriente ha recibido como un don son hoy adolescentes.
La vida de este médico ha cambiado totalmente.
Es menos rica, menos famosa, una “mosca” en un ambiente donde el aborto se considera aún como una “forma de ayuda” a quien, debido a una vida poco ordenada o de un engaño, lo solicita.
Pero él se considera rico, profundamente rico.
De alegría familiar, de sus valores, del amor de Dios, de esa mano que le acaricia cada día haciéndole sentir digno de ser un “Hijo suyo”.
Dr. Antonio Oriente le entrega al Papa Francisco sus instrumentos de aborto
SU ENCUENTRO CON EL PAPA FRANCISCO
El 20 de septiembre de 2013 pudo estar cerca del Papa Francisco en la audiencia privada que el Papa concedió a los participantes de la Conferencia Internacional Mater Care que se celebró en Roma.
Oriente no formaba parte de la delegación de ginecólogos que saludaría al Santo Padre.
Sin audiencia reservada ni pase alguno, Oriente decidió viajar a Roma para unirse al Mater Care.
Horas antes de tomar su vuelo pasó por su consultorio y “como un robot”, según explica, se dirigió a la silla de los pacientes para mirar en su base.
Encontró ahí una estampa del año 1999 de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina, país natal del Papa Francisco.
En ese instante, Oriente comprendió que debía tomar la imagen consigo y volar con más decisión que nunca hasta Roma.
“Al llegar a la Sede de Pedro me encontré con un Obispo, le dije que recorrí 800 kilómetros hasta llegar hasta allí y que traía conmigo las herramientas del aborto para deponerlas ante el Papa. .
La Virgen estuvo conmigo”.
El médico atribuye la imagen de la Virgen de Luján a una paciente argentina que hace muchos años debió dejarla allí.
La mujer pedía un aborto, pero él la disuadió y hoy día “es profundamente feliz junto a su hijo”.
Escultura con instrumentos quirúrgicos del aborto
SANTO PADRE, YO YA NO HAGO MÁS ABORTOS
En su encuentro fugaz con el Papa le dijo:
“Santo Padre yo ya no hago más abortos, estoy a favor de la vida, quisiera una bendición para los médicos que quieren formar un equipo sanitario a favor de la vida”.
El ginecólogo le entregó en ese instante una bolsa con el material quirúrgico. .
A lo que el Papa le respondió, según relata Oriente: .
“Esta noche haré una oración. Esto lo tengo que llevar conmigo a mi habitación a Santa Marta”.
Luego le impuso sus manos y le dijo:
“Usted está bendecido y luche por la vida”.
Oriente explica que con este gesto, los instrumentos de la muerte fueron abandonados a los pies del sucesor de Pedro en la Tierra, tal y como la muerte se pone a los pies de Jesús a favor de la vida.
El Martirologio Romano señala el 22 de febrero la Fiesta de la cátedra de san Pedro, apóstol.
Al que el Señor dijo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
En el día en que los romanos acostumbraban a recordar a sus difuntos.
Se celebra la sede de aquel apóstol, cuyo sepulcro de conserva en el campo Vaticano.
Y ha sido llamado a presidir en la caridad a toda la Iglesia.
Cátedra de San Pedro
La palabra «cátedra» significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. .
Sinónimo de cátedra es también «sede» (asiento o sitial): la «sede» es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. .
Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.
Es una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.
San Pedro Apóstol — Pedro es mencionado frecuentemente en el Nuevo Testamento — en los Evangelios, en los Hechos de los Apóstoles, y en las Epístolas de San Pablo. Su nombre aparece 182 veces.
Lo único que sabemos de su vida antes de su conversión es que nació en Betsaida, junto al lago de Tiberíades y se trasladó a Cafarnaum, donde junto con Juan y Santiago, los hijos del Zebedeo, se dedicaba a la pesca.
Existe evidencia para suponer que Andrés (el hermano de Pedro) y posiblemente Pedro fueron seguidores de Juan el Bautista, y por lo tanto se habrían preparado para recibir al Mesías en sus corazones.
Imaginamos a Pedro como un hombre astuto y sencillo, de gran poder para el bien, pero a veces afligido un carácter abrupto y tempestivo que habría de ser transformado por Cristo a través del sufrimiento.
Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua.
Y los llamó diciendo:“Síganme, y yo los haré pescadores de hombres” (Mateo 4,19). Inmediatamente abandonaron sus redes y lo siguieron.
Un poco después, aprendemos que visitaron la casa en la que estaba la suegra de Pedro, sufriendo de una fiebre la cual fue curada por Jesús.
Esta fue la primera curación atestiguada por Pedro, quien presenciará muchos milagros más durante los tres años de ministerio de Jesús, siempre escuchando, observando, preguntando, aprendiendo.
San Pedro Apóstol con las Llaves
PROFESIÓN DE FE Y PRIMADO DE PEDRO
Cristo resucitado es el fundamento de la Iglesia: «porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo» -1 Cor 3,10. Sin embargo, el mismo Jesús quiso que su Iglesia tuviese un fundamento visible que serán Pedro y sus sucesores.
Jesús presenta la vocación singular de Pedro en la imagen de roca firme. Pedro= Petros= Quefá= Piedra= Roca.
Es el primero que Jesús llama y lo nombra roca sobre la cual construirá su Iglesia.
Pedro es el primer Papa ya que recibió la suprema potestad pontificia del mismo Jesucristo.
El ministerio Petrino asegura los cimientos que garantizan la indefectibilidad de la Iglesia en el tiempo y en las tormentas.
La barca del pescador de Galilea es ahora la Iglesia de Cristo.
Los peces son ahora los hombres.
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:
«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?».
Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista, otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»
Díceles el: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»
Replicando Jesús dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Y a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos. -Mateo 16: 13-20.
Dar las llaves significa entregar la autoridad sobre la Iglesia con el poder de gobernar, de permitir y prohibir. .
Pero no se trata de un gobierno como los del mundo sino en función de servicio por amor: «el mayor entre vosotros sea el último de todos y el servidor de todos» (Mt 23,11).
Plaza San Pedro
RECORDEMOS ALGUNOS DE LOS EPISODIOS BÍBLICOS EN LOS QUE APARECE PEDRO
Después del milagro de la multiplicación de los panes, Jesús se retiró a la soledad de un cerro a orar, mientras sus discípulos cruzaban en una barca el lago de Galilea.
De improviso vieron a Jesús caminando sobre el agua y según San Mateo Jesús les dijo: “¡Soy yo, no temáis!”.
Pedro respondió: “Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua”
Entonces Pedro empezó a caminar confiadamente pero al notar la fuerza del viento titubeó y comenzó a hundirse.
Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: “¡Que poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14, 22-31)
Pedro siempre figura entre los tres más allegados a Jesús.
Fue elegido con Santiago y Juan, para subir al monte Tabor donde ocurrió la Transfiguración.
Aquí contempló la Gloria del Señor y escuchó la proclamación de Dios: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadle” (Mateo 17, 1-5)
Después bajaron a Jerusalén donde Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para el fin de su ministerio en la tierra.
Pedro llevó a Jesús aparte y comenzó a reprenderlo porque no quería aceptar un fin tan terrible como la cruz.
Al estar todos reunidos en la Última Cena, Pedro declaró su lealtad y devoción con estas palabras: “Aunque todos pierdan su confianza, yo no”.
E insistió: “Me quedaré contigo aunque tenga que dar la vida”. Con inmensa tristeza Jesús le contestó: “Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces”.
Al desenvolverse esta trágica noche se realizó esta profecía. Cuando los soldados llevaron a Jesús a los judíos, Pedro se quedó en el patio y tres veces lo acusaron de ser discípulo de Jesús.
El lo negó las tres veces. En aquel mismo momento, cantó el gallo por segunda vez y Pedro empezó a llorar.
Pedro es un pecador arrepentido. Cristo lo perdona y confirma su elección.
Pregunta a Pedro: «¿Me amas más que éstos?» (Jn 21,15). Pedro afirma tres veces su amor. Jesús entonces le dice «Apacienta mis ovejas».
Signo de su misión como pastor universal de la Iglesia. Su ministerio se sostendrá gracias al poder de Cristo, quien ora por el.
«He rogado por ti para que tu fe no desfallezca. Cuando te conviertas, confirma a tus hermanos» (Lc 22,32).
Es Cristo el Buen Pastor quien confiere su poder de perdonar, consagrar, enseñar y dar testimonio.
Pedro ejerció su primacía entre los Apóstoles con entereza y valor. .
El fue “La Piedra” en la que la Iglesia fue fundada. .
Su capacidad de conversión quizás sea lo que hace su historia ejemplar para nosotros pecadores. .
Pedro cayó muy bajo en la noche que negó al Señor. .
Después se arrepintió y ascendió hasta llegar a obispo de Roma, mártir, y “guardián de las llaves del reino de los cielos”.
Lo vemos a la cabeza de los Apóstoles.
Fue Pedro quien tomó la iniciativa de elegir uno que tomara el lugar de Judas y quien realizó el primer milagro.
Un mendigo le pidió limosna. Pedro le dijo que no tenía dinero, pero en el nombre de Jesús Nazareno le mandó levantarse y andar.
El mendigo, curado de su mal hizo lo que le mandó Pedro.
La expansión del cristianismo atrajo persecuciones en las que fue martirizado San Esteban y muchos de los convertidos se esparcieron o escondieron.
Los Apóstoles permanecieron firmes en Jerusalén donde los líderes judíos eran sus peores perseguidores.
Pedro decidió predicar en las aldeas circundantes y cada vez mas lejos.
En Samaria donde predicó y realizó milagros, Simón, un mago, le ofreció dinero para que le enseñara el secreto de sus poderes.
Pedro lo reprendió fuertemente y le dijo: “Quédate con tu dinero, que te pudras con él, porque has pensado que los dones de Dios se pueden comprar”.
Por su sinceridad, Pedro inevitablemente tuvo muchos conflictos con las autoridades judías, hasta dos veces los jefes de los sacerdotes lo mandaron arrestar.
Nos dice la Escritura que fue milagrosamente desencadenado y librado de la prisión e impresionó a los demás Apóstoles al llegar repentinamente donde ellos moraban.
Pedro después predicó en los puertos marítimos de Joppa y Lydda, donde conoció hombres de diferentes razas y en Cesarea donde se convirtió el primer gentil, Cornelio.
Fue obispo de Antioquía y después pasó a ser obispo de Roma donde fue martirizado durante el reinado de Nerón alrededor del año 67, el mismo año que San Pablo. .
Así lo estiman tres Padres de la Iglesia: San Ireneo, San Clemente de Alejandría y Tertuliano. .
Fue sepultado en lo que hoy es el Vaticano donde aún se encuentran sus restos bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro. .
Esto ha sido comprobado en los encuentros arqueológicos y anunciado por Pío XII al concluir el año santo de 1950.
MARTIRIO DE SAN PEDRO
San Pedro murió crucificado.
El no se consideraba digno de morir en la forma de su Señor y por eso lo crucificaron con la cabeza hacia abajo.
El lugar exacto de su crucifixión fue guardado por la tradición.
Muy cerca del circo de Nerón, los cristianos enterraron a San Pedro.
Las palabras de Jesús se cumplen textualmente.
«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Mateo 16:18
Hay testimonios arqueológicos de la necrópolis con la tumba de San Pedro, directamente bajo el altar mayor. .
Esta ha sido venerada desde el siglo II. .
Un edículo de 160 d.C. en el cual puede leerse en griego «Pedro está aquí».
Se han encontrado muchos escritos en las catacumbas que unen los nombres de San Pedro y San Pablo, mostrando que la devoción popular a estos grandes Apóstoles comenzó en los primeros siglos.
Pinturas muy antiguas nos describen a San Pedro como un hombre de poca estatura, energético, pelo crespo y barba.
En el arte sus emblemas tradicionales son un barco, llaves y un gallo.
Hoy el Papa continúa el ministerio petrino como pastor universal de la Iglesia de Cristo.
Al conocer los orígenes, debemos renovar nuestra fidelidad al Papa como sucesor de Pedro.
Los únicos escritos que poseemos de San Pedro son sus dos Epístolas en el Nuevo Testamento.
Pensamos que ambas fueron dirigidas a los convertidos de Asia Menor.
La Primera Epístola está llena de admoniciones hacia la caridad, disponibilidad y humildad, y en general de los deberes en la vida de los cristianos.
Al concluir, Pedro manda saludos de parte “de la iglesia situada en Babilonia”.
Esto prueba que la Epístola fue escrita desde Roma, que en esos tiempos los judíos la llamaban «Babilonia».
La Segunda Epístola trata de las falsas doctrinas, habla de la segunda venida del Señor y concluye con una bella doxología, “pero creced en la gracia y sabiduría de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. A Él sea la gloria, ahora y por siempre”
Baldaquino de Basílica de San Pedro
COMO SE REPRESENTABA A PEDRO
De San Pedro, como la roca fundamento de la Iglesia, tenemos un hermoso relieve en un sarcófago lateranense.
Se ven en él una basílica, un baptisterio y un palacio en el plano superior, y más abajo, las figuras del Salvador y de su fiel apóstol, todo descansando sobre una roca.
No hay duda que la basílica quería representar la de Letrán, madre de todas las iglesias, como lo indica el baptisterio contiguo y el palacio que quería recordar el que Constantino regaló a la Iglesia romana.
De esa manera se expresaba al mismo tiempo que esta Iglesia era la sucesora del apóstol.
Aún más expresiva es otra representación, y ésta conservada en muchos ejemplares, de la llamada «Traditio legis» o consigna, entrega de la ley a Pedro.
Se quiso aplicar al apóstol, que había de ser el legislador supremo de la cristiandad, la escena tan conocida del Antiguo testamento en que Dios entrega las Tablas de la Ley a Moisés, el legislador del pueblo escogido.
Se encuentra principalmente en relieves marmóreos de sarcófagos cristianos. en ellos se ve la majestuosa figura de Jesús sobre el monte, del cual fluyen los cuatros ríos del paraíso, con la diestra en alto, alargando con la izquierda el rollo abierto de la Ley a Pedro, que lo recibe, en señal de respeto, con las manos cubiertas, y llevando al hombro una cruz ricamente decorada.
La noble figura de San Pablo está al otro lado en actitud de aplaudir la elección hecha por Jesús del primer apóstol como supremo legislador.
En algunos ejemplares aparecen también los demás apóstoles en la misma actitud. La ley que recibía Pedro era la doctrina y toda la doctrina cristiana, esto es, la suma de los artículos de la fe y de los preceptos.
Por esto en un ejemplar de Arlés se grabó en el rollo el crismon 0, símbolo de Jesús y de su doctrina.
Aunque todos los demás apóstoles tenían ciertamente el poder, recibido directamente del divino Maestro, de enseñar la ley evangélica, no se halla ninguna representación de la entrega de la ley a ellos, porque no había de residir en sus personas ni en sus sucesores el poder supremo de legislar, independiente del de Pedro.
Con esta representación se significaba principalmente que Pedro era el depositario, el guardián de la ley cristiana, pero Jesús le hizo además el maestro por excelencia que había de transmitirla a todos los confines de la tierra.
De ahí la representación simbólica de la Cátedra de Pedro.
La voz cátedra significaba materialmente el trono o silla episcopal, pero ya los Santos Padres la usan particularmente como símbolo de la autoridad de la enseñanza cristiana, atribuida generalmente a los obispos, pero especialmente a la sede de Pedro, la de Roma.
San Cipriano en el siglo III decía: «Se da a Pedro el primado para que se muestre que es una la Iglesia de Cristo y una la cátedra».
Y recalcando aún más la unidad, añadía: «Dios es uno, uno el Cristo y una la Iglesia y una la cátedra fundada sobre Pedro por voz del Señor» (CIPRIANO, Epist. 43,5).
Y que esta cátedra era y seguía siendo la de Roma, lo atestiguaba el mismo santo Doctor, quien para indicar que por la muerte del papa Fabio vacaba la sede de Roma, lo expresaba así: «Como el lugar de Fabiano, esto es, el lugar de Pedro… vacase» (ID., Epist. 55,8).
Por lo mismo el concilio de Calcedonia (a. 451) declaraba al recibir una carta del papa León Magno: «Pedro nos ha hablado por la voz de León» (Mansi, VI 971).
El apóstol, en los ejemplares más antiguos, aparece sentado sobre una roca, la de la confesión, para recordar la que según la palabra del Señor, debía ser fundamento de la Iglesia.
En las manos tiene desplegado el rollo de la doctrina evangélica, en actitud de enseñar mientras dos soldados vienen a arrastrarlo, significando así que la enseñanza de la doctrina cristiana fue la causa de las persecuciones.
Hay ejemplares de esta preciosa escena, no sólo en Roma y en Italia, sino también en varias provincias del Imperio.
En un ejemplar de Arlés en el rollo se ve inciso el crismon 0, como en el antes mencionado relieve de la Tradítio.
Pedro enseña la doctrina de Cristo en su integridad, simbolizada en el anagrama de su nombre.
Para expresar aún con más fuerza esta verdad, el artista Colocó junto a Pedro la figura del Señor en actitud de hablar al apóstol, absorto en su tarea catequética.
De esta manera se quiso plasmar la inspiración divina bajo cuya influencia hablaría el apóstol y sus sucesores.
Altar Mayor de San Pedro con su tumba abajo
LA SILLA DE SAN PEDRO
En otros muchos ejemplares Pedro está sentado sobre una silla o verdadera cátedra.
Tampoco conocemos una representaci6n semejante para ninguno de los demás apóstoles.
Por otra parte, el pueblo romano veneraba una verdadera cátedra de madera ya en el siglo IV y mucho antes en la que, según la tradición inmemorable, se habría sentado el Príncipe de los Apóstoles.
Esta venerada y preciosa pieza se conserva en el Vaticano, sustancialmente en la misma forma original.
Se le añadieron al correr de los siglos algunos adornos para enriquecerla, pero sin cambiar su estructura.
Es una gran silla o trono de madera de encina formada por una caja cuadrilátera de unos 89 centímetros de ancho por 78 de alto hasta el asiento, con unos pilares en los ángulos y un respaldo o dosel terminado por un tímpano triangular.
Tiene en los pilares unas anillas para poder ser fácilmente trasladado.
En el cuadrilátero frontal anterior, debajo del asiento, la enriquecen tres hileras de seis casetones cada una con sendos marfiles incrustados de oro, muy antiguos.
Los que asimismo adornan el dosel son aún de mayor antigüedad y seguramente tallados expresamente para esta cátedra.
Durante toda la Edad Media estuvo visible y fue muy venerada.
Los peregrinos, con devoción indiscreta, tomaban fragmentos de la madera para guardarlos como reliquias.
En un principio habría estado en Santa Prisca, en el Aventino, en el lugar donde, según la tradición, habría residido el apóstol.
Nuestro papa San Dámaso, en el siglo IV, la trasladó al baptisterio del Vaticano por él construido.
Al levantarse en el siglo XVI la actual imponente basílica Vaticana, se creyó conveniente guardar como una reliquia la veneranda cátedra. Bernini, el último gran arquitecto de las obras, emplazó en el fondo de
l ábside un grandioso altar barroco que tiene, a manera de imagen principal, una colosal cátedra de bronce, sostenida por ángeles y que es el relicario que custodia la antigua silla del apóstol.
En ocasiones extraordinarias puede ser mostrada a la veneración de los fieles, como se hizo en 1867, bajo el pontificado de Pío IX, al celebrarse el XVIII centenario de la muerte de San Pedro.
Si el arte y las tradiciones populares pudieron propagar así la admiración y devoción al magisterio supremo de Pedro, simbolizado en la cátedra, la liturgia debía consolidarlas y extenderlas a todo el orbe cristiano de todas las épocas.
Por esto se instituyó muy pronto en Roma y en las provincias del Imperio la fiesta de la Cátedra de San Pedro.
San Pedro liberado por el ángel
LA LITURGIA
El primer testimonio escrito que ha llegado hasta nosotros, es la Depositio rnartyrum: deposición de los mártires, incipiente calendario litúrgico romano del año 336, pocos lustros después de alcanzada la paz constantiniana.
Entre las poquísimas fiestas de santos, unas dos docenas, del año litúrgico, señala este calendario para el día 22 de febrero el Natale Petri de Cathedra, natalicio de San Pedro en la cátedra, o sea el día de la institución del pontificado de Pedro.
El haber escogido este día para celebrar un acontecimiento del que no se podía saber la fecha exacta, parece se debió a querer suplantar con una fiesta cristiana importante la pagana de honrar a los muertos de la familia con banquetes frecuentemente escandalosos.
San Agustín reprende duramente a los cristianos que en dicha fecha se entregaban a tales abusos.
Lo mismo hace un concilio de Tours del año 567, al deplorar que haya fieles que, después de haber recibido dicho día el cuerpo del Señor, no se avergonzaran de manchar su alma con manjares dedicados al demonio.
Quizá también, y en primer lugar, se puede creer que dicha fecha guarda relación con la fiesta de la basílica de Santa Prisca en donde, según lo dicho, se guardaba la cátedra, fiesta que coincide con el 22 de febrero.
Sea como sea, lo que sí es seguro, que en los primeros siglos, IV y V cuando menos, nuestra fiesta de la cátedra se celebraba en Roma, el 22 del mes siguiente.
Así lo atestiguan varios libros litúrgicos.
Con esta fiesta se quiso solemnizar el episcopado de Pedro, su potestad jerárquica y magisterio universal y particularmente el episcopado de Roma, cabeza del Imperio, centro de la unidad, desde el año 42, que perduró durante veinticinco años.
Era costumbre antigua, continuada hasta hoy, la de conmemorar la consagración o entronización de los obispos en su sede.
Pero, salvo raras excepciones la conmemoración sólo se extendía a la propia diócesis.
Sólo a la de San Pedro se le dio el nombre majestuoso de cátedra, y ésta fue la única que se extendió a todo el mundo cristiano.
San Agustín, dirigiéndose a sus diocesanos del Africa, decía: «Cuando celebramos el natalicio de la cátedra, veneramos el episcopado de Pedro apóstol».
En este texto se ve bien que la fiesta de la cátedra, sin otra distinción, era de la cátedra por excelencia, la de jurisdicción universal, la de Pedro, y, queriendo exponer el mismo santo Doctor el origen de esta denominación, advertía:
«La hodierna solemnidad recibió de nuestros antepasados el nombre de cátedra, porque, según se dice, el primero de los apóstoles recibiría hoy la cátedra del episcopado».
Por esto en los textos de la misa romana actual, como en los antiguos, se recuerdan principalmente los pasajes evangélicos referentes a los privilegios de magisterio y gobierno otorgados por el Señor a su fiel apóstol.
«Oh Dios que al entregar las llaves del reino de los cielos a tu santo apóstol Pedro, le concediste potestad de atar y desatar…» se dice en la colecta.
Después en el tracto, en el ofertorio y en la comunión se reproducen las palabras de Cristo: «Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…»
Se sabe que en el siglo IV y hasta el VI se celebraba con solemnidad especial esta fiesta en la capital de la cristiandad y era motivo de atracción de grandes grupos de peregrinos.
A ella acudió el año 450, según se desprende de un sermón del tiempo, el emperador Valentiniano III con sus hijas Placidia y Eudoxia.
Asistieron a la vigilia litúrgica de la fiesta y al día siguiente fueron recibidos por el Papa y numerosos obispos de Italia.
Por causas no bien explicadas esta solemnidad desaparece de los libros litúrgicos romanos de los siglos VII – X. Cuando reaparece, se ha trasladado al día 18 de enero.
La causa de este traslado parece fue el que la antigua fecha caía frecuentemente en la Cuaresma tiempo de ayuno, en que se evitaban esta clase de fiestas.
El papa Paulo IV, en 1558, fijó definitivamente la fecha del 18 de enero para la de la Cátedra de San Pedro en Roma, asignando a la data anterior del 22 de febrero otra fiesta de la Cátedra de Pedro en Antioquía.
En cambio en las provincias y particularmente en España, a donde había pasado ya en el siglo V, siguió celebrándose siempre, mientras se conservó la liturgia hispano – mozárabe, con toda solemnidad en la antigua datación del 22 de febrero.
Los libros de dicha nuestra liturgia nos ofrecen una riqueza de textos para esta fiesta no superada por ninguna otra de las liturgias occidentales.
En el llamado Oracional visigótico manuscrito el más antiguo de un oracional completo, del siglo VII, procedente de Tarragona y conservado hoy en Verona, adonde pasó con los fugitivos de la invasión árabe, se dan nada menos que una docena de oraciones sólo para el rezo del oficio divino, ya que el oracional era precisamente el libro del preste para este rezo.
Estas oraciones van acompañadas de antífonas, responsorios, aleluiyáticos, sólo iniciados, que después vemos completos y en mayor abundancia y con la correspondiente música en el famoso Antifonario de León, del siglo X, y en otros manuscritos de Toledo, San Millán, etc.
Una prueba de lo muy difundida y lo muy popular que debió ser en España ya en el siglo V esta celebración de la Cátedra de San Pedro nos la manifiesta una inscripción sepulcral, encontrada hace pocos lustros en Tarragona, en la que como datación del día del entierro se anota el de la Deposición de Pedro Apóstol, es decir, deposición en la cátedra, como también era llamada dicha fiesta en España y en las Galias.
Concluyamos con la primera oración del mencionado Oracional Visigótico, para las primeras vísperas:
«Cristo, Hijo de Dios, que para edificar tu Iglesia sobre la roca, diste al beatísimo Pedro, príncipe de todos los apóstoles, las llaves del reino de los cielos, a fin de que la Iglesia en primer lugar edificada surgiera en aquel que mereció antes que los demás no sólo amarte, sino también confesarte; concédenos que en este día, en el cual él recibió la suprema gracia del pontificado, recibamos nosotros la santidad en toda perfección, para que por aquel a quien concediste el poder de atar y desatar en la Iglesia, por él mismo ordenes nos sean perdonados los pecados y entrar en el reino de la vida perpetua».
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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Es el más importante edificio religioso del catolicismo, tanto en términos de volumen como de renombre.
Es la segunda mayor basílica del mundo.
Es la iglesia del Papa, en la cual celebra las ceremonias litúrgicas más importantes. .
En su interior se halla el «Trono de San Pedro» y está efectivamente enterrado San Pedro, así como la mayoría de los Papas. .
En la nave central se reunió el concilio Vaticano II de 1962 a 1965…
Durante la gran persecución del año 64 d.C. contra los cristianos emprendida por Nerón, en el escenario del circo de Calígula, San Pedro sufrió el martirio, fue crucificado y sepultado en la tierra.
Plaza de San Pedro vista desde la Basílica
El nicho del siglo II, hallado durante las excavaciones en la necrópolis vaticana que protegía la sepultura de San Pedro, recibió el nombre de “Trofeo de Gaio”.Constantino, en el año 324, inició la construcción de la basílica que debía encerrar el “Trofeo di Gaio” y hacer de la tumba de Pedro el núcleo de la estructura.
Consagrada en 329, la monumental basílica se presentaba como un edificio de planta longitudinal con cinco naves y crucero.
En la parte externa, una escalinata llevaba al cuadripórtico delante de la basílica.
En el siglo XV la basílica paleocristiana amenazaba con derrumbarse por lo que los Papas deciden demolerla.
Tumba de San Pedro
La desaparición de la basílica constantiniana fue gradual.
Desde la primera decisión de Nicolás V Parentucelli de ampliar y restaurar la antigua basílica en la segunda mitad del Quattrocento, encargando a Rossellino, hasta la conclusión del nuevo edificio con la inauguración de la fachada (1612), transcurrieron poco más de 150 años.
A lo largo de los más de 150 años necesarios para las obras de la Basílica, los artistas más famosos de la época se alternaron en la dirección de la “Fábrica de San Pedro”.
Desde Rafael Sanzio, que hacia 1514 optó por transformar en una cruz latina la estructura de cruz griega del edificio proyectado por Bramante, hasta Antonio da Sangallo el Joven y a Miguel Ángel que, bajo el pontificado de Paulo III, decidió retomar el proyecto original de cruz griega, diseñó la cúpula y siguió los trabajos personalmente hasta su muerte, en 1564.
Monumento a Alejandro VIII
En los treinta años sucesivos, primero fue nombrado el Vignola para dirigir la “Fábrica de San Pedro”, y luego los arquitectos Giacomo Della Porta y Domenico Fontana, a quien se debe el mérito de haber llevado a cabo, hacia 1588, el proyecto miguelangelesco de la cúpula.
La Basílica de San Pedro alcanzó su aspecto actual gracias a la intervención de Carlo Maderno, que retomó la estructura basilical de cruz latina, y definió el aspecto escenográfico de la fachada.
Los trabajos de la basílica terminaron en 1626 y consagrada solemnemente bajo el pontificado de Urbano VIII.
Entre 1656 y 1667, por voluntad de Alejandro VII, Bernini proyectó y realizó el monumental pórtico de columnas de la Plaza de San Pedro, colocando en su centro el obelisco del siglo I a.C., situado originariamente, en el centro del circo de Calígula, lugar del martirio de san Pedro.
En 1585, el obelisco fue trasladado por Domenico Fontana y colocado en el lugar actual, siguiendo órdenes del papa Sixto V.
Monumento a Pio VIII
La Basílica de San Pedro posee una capacidad de 20.000 fieles. Mide unos 190 metros de largo, el ancho de las tres naves es de 58 metros, la nave central tiene 45,50 metros de altura, hasta la cima de la bóveda, la cúpula alcanza unos 136 metros de altura hasta la cruz.
El interior, caracterizado por grandiosas decoraciones en mosaico, constituye el precioso joyero que custodia algunas de las más célebres obras de arte del mundo, como el Baldaquino de Bernini y la estatua de la Piedad de Miguel Ángel.
Confluencia de el transepto y la nave central
EL INTERIOR
El atrio (que corresponde al antiguo pórtico de las basílicas paleocristianas), realizado en los años 1608-1612, está considerado como una de las obras más valiosas de Carlo Maderno.
El portal central, obra del escultor florentino Antonio Averulino llamado Filarete, tiene fecha 1455, y fue traído aquí de la antigua iglesia constantiniana: en él, entre otros, están representados San Pedro y San Pablo y, en la parte inferior, sus martirios.
A la derecha, se encuentra la Puerta Santa, en bronce, obra del escultor Vico Consorti en 1950: cada Jubileo la puerta se abre ante la presencia del Papa.
En el lateral izquierdo del vestíbulo se encuentra el monumento ecuestre que representa a Carlomagno, obra de Agostino Cornacchini (1725), y en el lateral derecho, la estatua del emperador Constantino a caballo, hecha por Bernini en 1670.
Nave central
La estructura del interior, con planta de cruz latina, se debe a la intervención de Maderno que, a partir de 1600, llevó a cabo la construcción de la basílica y realizó las tres alas de la nave central y las dos naves laterales, logrando crear un conjunto unitario con el núcleo miguelangelesco del octágono central.
Es un espacio grandioso, inmenso, decorado con gran cantidad de estucos, mosaicos y estatuas de estilo netamente barroco, donde el visitante se siente casi turbado por las sensaciones: sería necesario detenerse un momento para acostumbrarse a estas enormes dimensiones, evaluables, por ejemplo, comparando la altura de una persona con la de las “pilas de agua bendita” y de los putti (angelotes) que las sostienen.
La iglesia tiene 187 metros de largo; el ancho entre las naves laterales mide 58 metros y 140 en el crucero; la altura máxima de la bóveda en la nave central es de 46 metros (¡como un edificio de 15 plantas!).
Sacristía
Para realizar una visita apropiada de la basílica se sugiere recorrer primero el espacio central hasta el punto donde el pavimento indica el largo de las iglesias más grandes del mundo, y desde allí pasar a la nave lateral más cercana a la puerta de entrada.
Recorren la nave central grandes pilastras acanaladas y “rudentate” (o sea con la parte inferior de las estrías llena), entre las que se abren hornacinas con 39 figuras de santos fundadores de órdenes y congregaciones religiosas.
El cielo (o techo) presenta estucos dorados realizados en 1780, bajo Pío VI. En la nave de la derecha, mirando hacia el altar, hay numerosas obras de gran valor religioso y artístico.
En la primera capilla, protegida por un cristal espeso, es posible ver la Piedad, obra maestra de Miguel Ángel, realizada en 1499 cuando apenas contaba 24 años de edad.
Presbiterio
La Virgen, de rostro joven y dulcísimo, como resignada ante el destino, sostiene en su regazo el cuerpo muerto abandonado de Cristo.
A pesar de ello, el articulado juego de los pliegues de las vestiduras y del velo de la Virgen revelan una fuerza extraordinaria, física y moral, en contraposición con los refinados rasgos del rostro, característicos del Quattrocento.
Esta obra es la única que firmara Miguel Ángel: el nombre del artista se lee en la banda de la Virgen.
La capilla siguiente es la del Santísimo Sacramento, con un ciborio sobre el altar inspirado en el templete de “San Pietro in Montorio” de Bramante, sobre la colina del Janículo.
Esta escultura de bronce dorado, fue realizada por Bernini en 1674, y sucesivamente completada con la inclusión de dos ángeles arrodillados.
Al final de la nave lateral derecha merece atención el monumento fúnebre a Gregorio XIII (1572-1585), obra que el escultor Camillo Rusconi terminó en 1723, con las figuras alegóricas de la Religión y de la Fortaleza, y un dragón, visible debajo del sarcófago, símbolo heráldico de la familia.
Tumba de Clemente X
Volviendo a la nave central, se encuentra la famosa estatua de San Pedro bendiciendo, obra en bronce que la mayor parte de los críticos atribuye al escultor Arnolfo di Cambio (1245-1302).
Algunos estudiosos, sin embargo, sostienen que se remonta al siglo V.
En la figura, nótese el pie, desgastado por los fieles, que lo besan queriendo demostrar con este gesto su devoción al Santo.
Los ángulos de la nave longitudinal con el crucero, están cubiertos por cuatro imponentes pilastras de planta cuadrada.
En sus caras internas, unas hornacinas alojan cuatro estatuas de dimensiones colosales, personificaciones de otros tantos momentos cruciales de la Pasión de Cristo.
San Longino, el soldado que traspasó con la lanza el costado de Cristo y que luego se convirtió al Cristianismo, obra de Bernini en 1638; Santa Elena, madre del emperador Constantino, que llevó a Roma la cruz y los clavos de la Pasión; Santa Verónica, que con un lienzo habría enjugado el rostro de Cristo en la vía Dolorosa y, finalmente, San Andrés, hermano de Pedro, crucificado en Grecia.
Estas tres últimas estatuas pertenecen a la escuela de Bernini.
Tumba de Benedicto XIV
En el centro de la iglesia se encuentra el altar papal, coronado por el famoso baldaquino en bronce, de Bernini, realizada entre los años 1624 y 1632. Con sus 29 metros de altura, fue encargado por el papa Urbano VIII Barberini (1623-1644) para que llenara el “vacío” debajo de la cúpula y creara un movimiento ascendente.
Para fundirlo se utilizaron los cuarterones de bronce que adornaban el cielo de la pronaos del Panteón, dando origen al famoso dicho “quod non fecerunt barbari fecerunt Barberini” (“lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini”).
El baldaquino está formado por cuatro colosales columnas salomónicas en espiral con estrías, ramas de olivo y laurel, rematadas por capiteles corintios; la cubierta, con volutas y estatuas angulares de extraordinaria elegancia, culmina en una esfera de bronce dorado.
Las borlas con abejas (escudo heráldico de los Barberini para señalar su intensa actividad), simularían el efecto del viento sobre el Baldaquino, provocado por el movimiento veloz de su transporte.
En su interior hay una paloma dorada, símbolo del Espíritu Santo.
Tumba de Leon XI
Debajo del baldaquino, en el nivel inferior, se encuentra la “tumba de San Pedro”, donde, según la tradición (las últimas investigaciones arqueológicas han confirmado su veracidad), reposan los restos del Apóstol, lo cual ha hecho que este lugar sea uno de los lugares más venerados por los cristianos y punto elegido para edificar el mayor templo de la Cristiandad.
Por encima del Baldaquino se yergue majestuosa la cúpula, decorada en su interior en los años 1603-1613, según los cartones de Giuseppe Cesari, llamado Cavalier d’Arpino.
La inscripción en latín -en la base de la cúpula- dice: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y a ti te daré las llaves del Reino de los cielos”.
En el crucero de la derecha destaca el monumento a Clemente XIII (1758-1769), obra del más célebre escultor neoclásico italiano, Antonio Canova. Comisionado en 1784, fue realizado según el modelo de los sepulcros de Bernini, con el retrato del papa en la parte superior, y el sarcófago flanqueado por figuras alegóricas: la Religión con la cruz en la mano, y el Genio funerario que apaga la antorcha de la vida. Dos leones vigilan el sepulcro.
La Piedad de Miguel Angel
El Altar de la Cátedra es una de las obras maestras escultóricas de Bernini.
En la parte interna de la ventana ovalada, cerrada por una lámina de alabastro con rayos que dividen la superficie en doce sectores como los doce Apóstoles, se encuentra la paloma del Espíritu Santo.
A su alrededor se extiende una extraordinaria nube de ángeles y “putti” que coronan la Cátedra en bronce de san Pedro.
En ella se conserva un trono de madera que, según la tradición, habría sido utilizada por el primer apóstol. En realidad, se trata de un regalo que el rey francés Carlos el Calvo hizo al Papa en el 875.
A ambos lados del trono, se representan las figuras de los dos padres de la iglesia latina, San Ambrosio y San Agustín, y los dos de la iglesia griega, San Atanasio y San Juan Crisóstomo.
Tumba de Juan Pablo II
La obra fue terminada en 1666, bajo el papa Alejandro VII.
En los laterales, se encuentran los monumentos fúnebres de Paulo III, obra de Guglielmo della Porta (a la izquierda), y el de Urbano VIII de Bernini (a la derecha).
Otra escultura de gran importancia artística es la del crucero de la izquierda, dedicada a Alejandro VII, último trabajo de Bernini, cuando el artista tenía ochenta años, a petición del mismo pontífice.
El esqueleto que se entrevé por debajo de los pliegues rojos, y el reloj de arena simbolizan el paso del tiempo y la ineluctabilidad de la muerte.
En la nave izquierda de la basílica, se halla el monumento de Antonio Canova a la familia Estuardo o Stuart (1819), dedicado a los últimos descendientes de la valiente familia inglesa: retratos de perfil por debajo de la ménsula.
El monumento al papa Juan XXIII (1958-63), por último, es del escultor Emilio Greco (1964-1967).
Vista frontal de la fachada con la cúpula
LA CÚPULA
Su proyecto se debe a Miguel Ángel, quien desde 1547 se ocupó sin interrupción de la Basílica.
Al final de su larga vida (falleció en 1564, a la edad de 89 años) la construcción había alcanzado el tambor, caracterizado por columnas pareadas, muy sobresalientes, alternándose con ventanas y tímpanos.
La dirección de la obra pasó entonces a Giacomo Della Porta, discípulo de Miguel Ángel, quien elevó unos 7 metros la bóveda de la cúpula y terminó la obra en 1590, en sólo 22 meses, durante el pontificado del papa Sixto V.
Con doble casquete, la cúpula presenta un diámetro interno de 42,56 metros y una altura hasta la extremidad superior de la cruz, de 136,57 metros; la claraboya (cupulino) mide 17 metros de altura.
En el mundo occidental, esta cúpula sirvió de modelo a otras obras construidas con técnicas diferentes, entre las cuales están: la cúpula de Saint Paul en Londres (1675), la de Les Invalides en París (1680-1691) y la neoclásica copertura del Capitolio de Washington (1794-1817).
El arquitecto Carlo Maderno la concluyó en 1614.
Grutas Vaticanas
GRUTAS VATICANAS
Las grutas, situadas en el sótano de la basílica, si bien en un nivel superior con respecto a la basílica constantiniana del siglo IV, además de las capillas dedicadas a varios santos, contienen tumbas de reyes, reinas y papas a partir del siglo X.
Tumba de Juan XXIII
El lugar sagrado por excelencia es el sepulcro de san Pedro, donde se encuentra el tabernáculo, del siglo IV, mandado construir por el emperador Constantino, sobre la venerada sepultura del Apóstol.
En una de las capillas alrededor del ábside se puede ver el fresco del pintor romano del Trecento, Pietro Cavallini.
Es la “Madonna del pelotazo”, así llamada por la tumefacción que se ve en su cara.
Cuenta una leyenda que un soldado borracho, despechado por haber perdido a las bolas, lanzó una pelota contra la imagen que, ante el impacto, sangró.
En este lugar se encuentran las tumbas de Paulo VI (1978) y del papa Juan Pablo II (2005).
Vista de la fachada en la noche
LA FACHADA
Obra del arquitecto Carlo Maderno que la terminó en 1614.
Con 114,69 metros de anchura y 48 de altura, presenta un orden de columnas y pilastras salientes corintias sobre las que se apoya un imponente frontón con tímpano central, coronado por una balaustrada con trece estatuas (de unos 6 metros de altura).
La central, representa al Redentor bendiciendo. Sobre el arquitrabe, una inscripción recuerda que la obra se realizó bajo el papa Paulo V (1605-1621) Borghese.
En el orden inferior se abren cinco entradas al atrio, sobre las cuales hay nueve ventanas, tres de ellas con balcón.
La ventana central recibe el nombre de “loggia de las bendiciones”, porque desde ella se asoma el Papa para dar su mensaje augural con la bendición apostólica “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo) inmediatamente después de su elección, en Navidad y Pascua.
Plaza de San Pedro desde el piso
LA PLAZA DE SAN PEDRO
Realizada por Bernini en los años 1656-1667, durante el reinado del papa Alejandro VII (1655-1667), está compuesta por dos partes: un primer espacio trapezoidal, delimitado por los dos brazos rectilíneos cerrados y convergentes que flanquean el sagrato, y un segundo espacio de forma elíptica, limitado por dos hemiciclos de la cuádruple columnata.
Las medidas de la plaza son extraordinarias: tiene 320 metros de profundidad y un diámetro central de 240 metros, rodeada por 4 hileras formadas por 284 columnas y 88 pilastres.
La balaustrada sobre las columnas está coronada por 140 estatuas de santos, de 3,20 metros de altura cada una, realizada hacia 1670 por discípulos de Bernini.
Tumba de Juan Pablo I en grutas
A los lados del obelisco, trasladado al centro de la plaza por Domenico Fontana, en 1585, se pueden ver dos grandes fuentes de Bernini (1675) y de Maderno (1614). En la parte baja, a los pies de la escalinata, las estatuas de San Pedro y San Pablo dan la bienvenida a los fieles.
De gran interés es la Escalera Regia que comunica la plaza con los Palacios Vaticanos, y que el mismo Bernini considerara “… la cosa menos fea que he hecho”.
Realizada entre los años 1662 y 1666, parece mucho más larga de sus 60 metros reales, gracias a la aplicación de algunos recursos de perspectiva, como por ejemplo, la disminución de la distancia entre las columnas del fondo.
La Basílica de San Pablo Extramuros, imponente y monumental.
Se destaca más aún por el amplio espacio que la separa de los edificios circundantes.
Surgió en la primera mitad del siglo IV por voluntad del emperador Constantino.
En el lugar que la tradición indica como la tumba del Apóstol Pablo.
Es una de las cinco iglesias consideradas como las más antiguas de Roma. .
La Iglesia Católica considera que son la Basílica de san Juan de Letrán, Basílica de San Lorenzo Extramuros, Basílica de Santa María la Mayor y la Basílica de San Pedro. .
Es la segunda Basílica más grande de Roma, después de San Pedro. .
Se sitúa fuera de las murallas de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro y cerca de «Las tres fontana», donde San Pablo fue martirizado.
Vista Frontal
Con el fin de las persecuciones contra el cristianismo y la promulgación de los edictos de tolerancia, a comienzos del siglo del IV, el emperador Constantino mandó realizar excavaciones en los lugares de la cella memoriae donde los cristianos veneraban la memoria del Apóstol San Pablo, decapitado entre el año 65 y el 67, bajo Nerón.
Sobre esta tumba, situada en la Vía Ostiense, a unos dos kilómetros de la muralla aureliana que rodeaba Roma, mandó levantar una Basílica, que el Papa Silvestre consagró en el 324.
La muerte de San Pablo
La Basílica fue reformada y ampliada entre el 384 y el 395, bajo los emperadores Teodosio, Valentino II y Arcadio
Según un vasto proyecto de cinco naves que se abre a un cuadripórtico, y a lo largo de los siglos los Papas seguirán embelleciéndola y añadiendo partes, como la imponente cinta de fortificación levantada contra las invasiones a finales del siglo IX, el campanario y la maravillosa puerta bizantina del siglo XI, y también los mosaicos de la fachada de Pietro Cavallini, el hermoso claustro de los Vassalletto, el famoso baldaquín gótico de Arnolfo di Cambio y el candelabro pascual de Nicola d’Angelo y Pietro Vassalletto, del siglo XIII.
Es el periodo de la edad de oro de la Basílica más grande de Roma, hasta la consagración de la nueva Basílica de San Pedro en 1626.
Estatua de San Pablo en el frente
En la noche del 15 de julio de 1823 un incendio destruyó este testimonio único de épocas paleocristianas y bizantinas, del Renacimiento y del Barroco.
La Basílica fue reconstruida de modo idéntico, usando los elementos que se habían salvado del incendio.
En 1849 el Papa Gregorio XVI consagraba el altar de la Confesión y el transepto.
Se sigue reformando y embelleciendo. En 1928 se añadió el pórtico de las 146 columnas.
Hoy es la tumba del Apóstol lo que ha salido a la luz, mientras que una serie de obras importantes se benefician, como en el pasado, de la generosidad de los cristianos de todas las partes del mundo.
Campanario y portico Gregorio XVI
Además de la Basílica papal, el conjunto comprende una abadía benedictina muy antigua, restaurada por Odón de Cluny en el 936, activa bajo la dirección de su abad.
Los monjes benedictinos de la antiquísima abadía, edificada junto a la tumba del Apóstol por el papa Gregorio II (715-731), favorecen el ministerio de la Reconciliación (o de la Penitencia) y la promoción de acontecimientos ecuménicos.
Aquí todos los años el 25 de enero, fiesta de la conversión de San Pablo, se clausura solemnemente la semana de oración por la unidad de los cristianos.
El Papa ha privilegiado dos puntos para su Basílica: el ministerio de la Reconciliación (o de la Penitencia) y la promoción de acontecimientos ecuménicos.
El 28 de junio de 2007 el Santo Padre Benedicto XVI fue a la Basílica para proclamar “el Año Paulino” en el bimilenario del nacimiento de san Pablo.
Confluencia de transepto y nave central
EL LUGAR Y LA CONSTRUCCIÓN
El lugar en el que se encuentra la basílica de san Pablo Extramuros, a dos millas de la Via Ostiensis, estaba ocupada por un vasto cementerio sub divos (sobre la tierra).
El que fue usado constantemente desde el siglo I a. C. hasta el siglo III d. C., y esporádicamente reutilizado con posterioridad, sobre todo en los mausoleos, hasta finales de la Antigüedad tardía.
Era una amplia necrópolis y comprendía diversa tipología de tumbas, desde los columbarios de familia a las pequeñas capillas funerarias a menudo decoradas con frescos y estuco.
Casi la totalidad de esta área sepulcral está ahora sepultada (en gran parte bajo el nivel del vecino río Tíber), y se estima que se extiende bajo toda el área de la basílica y de la zona que la rodea.
Una mínima, pero significativa parte de ella puede verse a lo largo de la Via Ostiense, justo afuera del transepto norte de la basílica.
Zona del baldaquino en una misa
Más tarde, sobre ese lugar, objeto de continua peregrinación desde el siglo I, el emperador romano Constantino (306 – 337) creó una pequeña basílica, a dos kilómetros de la muralla Aureliana que circundaba Roma, saliendo por la puerta de san Pablo, de lo que resulta su nombre: fuori le mura (fuera de los muros, extramuros).
Este edificio ha de incluirse en la serie de basílicas construidas por el emperador dentro pero sobre todo fuera de la ciudad, y fue la segunda fundación constantiniana en el tiempo, después de la catedral dedicada al Santo Salvador (la actual Basílica de san Juan de Letrán).
Fue consagrado en noviembre de 324 por el papa Silvestre I.
Coro
Bajo el reinado conjunto de los emperadores Teodosio I (379 – 395), Graciano (367 – 383) y Valentiniano II (375 – 392) fue erigida la basílica cuya estructura permanecerá en pie hasta el desastroso incendio de 1823.
Esta basílica tenía al Este la Via Ostiense (la carretera hacia Ostia) por lo que hubo que extenderla hacia el Oeste, hacia el río Tíber, cambiando diametralmente la orientación.
La entrada se colocó hacia el río Tíber, en lugar de hacia la via Ostiense, y esta es la orientación actual, utilizando la actual basílica parte de las estructuras murales que sobrevivieron al incendio.
Nave central con el altar
En 384, Valentiniano II decidió el inicio de los trabajos, como da prueba una carta dirigida por el emperador al prefecto de la ciudad de Roma, Salustio, que se encargaba del estudio de los trabajos.
Este edificio se llama “Teodosiano”, aunque fue terminado bajo Honorio.
La estructura de la Basílica actual es bizantina, tiene 131,66 m. de largo, 65 m. de ancho y una altura de 30 m.
Con sus cinco naves (una gran nave central de 29,70 m., y cuatro naves laterales), sus 80 columnas monolíticas de granito y su cuadripórtico (largo 70 m.), es la basílica romana más grande de la época, hasta la reedificación de San Pedro.
Mosaico de la fachada
EL EXTERIOR DE LA BASÍLICA
El grandioso atrio de cuatro pórticos, con sus 70 metros de lago y sus 150 columnas, fue proyectado por Poletti y terminado por Calderini. En el centro destaca una estatua colosal de san Pablo, obra de Giuseppe Obici (1807-1878).
La fachada está decorada con mosaicos realizados entre 1854 y 1874 (cartones de Agricola y Consoni) que representan: en el registro inferior, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; en el registro del medio, el Cordero místico rodeado por cuatro ríos que simbolizan los cuatro Evangelios, y por doce corderos que representan los doce Apóstoles.
En el registro superior, Cristo entre Pedro y Pablo.
Puerta principal
Las tres puertas. En el centro, la monumental Puerta de bronce verde de Antonio Maraini que fue colocada en 1931, y, a la derecha, la nueva Puerta Santa, de bronce dorado, obra del escultor Enrico Manfrini, fue colocada con ocasión del Jubileo del año 2000.
Y La puerta bizantina que adorna la parte interior de la Puerta Santa.
Vision amplia de nave central y galerias
EL INTERIOR DE LA BASÍLICA
La sensación de espacios inmensos y grandiosidad del interior de una de las más grandes basílicas existentes en el mundo, proviene de la disposición simétrica de las 80 columnas de mármol blanco y del reflejo del suelo.
La iglesia actual, como la antigua, tiene cinco naves y un suelo que, respecto al primitivo, fue realzado cerca de 90 centímetros.
El pavimento se colocó primero en el crucero, utilizando también los hermosos mármoles de lápidas de la antigua Basílica, y después en las naves, alternando baldosas de mármol verde y granito rojo.
Esto da a la iglesia una sensación de gran luminosidad.
Detalle de la cúpula interior y altar
La parte más antigua de la Basílica, si bien retocada y restaurada, es la del ábside y el arco triunfal. A los pies de éste, sobre basamentos de mármol, han sido colocadas las estatuas de San Pedro y San Pablo.
En la parte central del rico techo se pueden ver los escudos de los Papas.
Debajo, entre las ventanas, flanqueados por falsas columnas con capiteles corintios, se alternan 36 frescos que representan diversos episodios de la vida de San Pablo, encargados por Pío IX en el año 1857.
Altar y baldaquino
Bajo las ventanas de la nave central y en las naves laterales, realizados en mosaico, están los retratos de los Papas desde San Pedro hasta nuestros días.
Es tradición que cuando muere el Papa, se actualicen agregando la imagen del nuevo elegido.
La serie de retratos fue iniciada por el papa León Magno (440-461).
De aquellas antiguas pinturas al fresco se salvaron sólo 41, que en la actualidad se conservan en el museo de la Basílica.
El mosaico original de la Basílica fue realizado en el siglo XIII por expertos venecianos llamados a Roma por el papa Honorio III.
El mosaico actual es una copia fiel de la antigua imagen con algunos fragmentos salvados del incendio del año 1836.
Nave central con el altar
En el centro del ábside está Cristo sentado en un trono que se yergue en un prado lleno de flores y animales, entre los Santos Pedro y su hermano Andrés a la izquierda, mientras a la derecha se encuentran Pablo y su antiguo biógrafo, el evangelista Lucas, autor de los «Hechos de los apóstoles».
No obstante las restauraciones y la sustitución de cuatro columnas con las actuales, el Baldaquino es el original de Arnolfo di Cambio.
La obra realizada en el año 1285, por encargo del abad Bartolomé, es el testimonio eficaz de un nuevo lenguaje escultórico.
Los bajorrelieves representan a Adán y Eva, la ofrenda de Caín y Abel, y al abad Bartolomé que ofrece el tabernáculo a San Pablo: en los nichos laterales se distinguen las figuras de Pedro y Pablo, de Timoteo, discípulo de Pablo y San Benito, el fundador de la orden que lleva su nombre.
Los monjes benedictinos, hoy como antiguamente, presiden las celebraciones de la Basílica y habitan en el monasterio que está junto a la misma.
Tumba de San Pablo
LA TUMBA DE SAN PABLO
Pablo llegó a Roma en el 61, para ser juzgado.
Fue decapitado entre el 65 y el 67, y su cuerpo enterrado a dos millas del lugar del martirio, en el área sepulcral que la cristiana Lucina poseía en la Vía Ostiense que formaba parte de un antiguo cementerio.
Fue posible enterrar al apóstol Pablo en una necrópolis romana, aun siendo cristiano, en cuanto ciudadano romano.
Su tumba fue enseguida objeto de veneración, y sobre ella se edificó una cella memoriae o tropaeum, donde, durante estos siglos de persecución, iban a rezar los fieles y los peregrinos, sacando fuerzas para continuar la evangelización del gran misionero.
Claustro
A 1,37 metros debajo del actual Altar papal, una lápida de mármol (2,12 m. x 1,27 m.) lleva la inscripción PAULO APOSTOLO MART….
Esta formada por varias piezas. La que lleva el nombre PAULO posee tres agujeros, uno redondo y dos cuadrados.
Sobre un sarcófago macizo de 2,55 m. de largo por 1,25 m. de ancho y 0,97 m. de altura fueron edificados los sucesivos “altares de la Confesión”.
Durante las últimas obras se abrió un hueco debajo del Altar papal para que los fieles puedan ver la tumba del Apóstol.
Muchos dicen que San Pablo es el fundador del modelo de cristianismo que desarrolló el catolicismo.
Y tienen buenos argumentos.
Sus viajes son el verdadero taller en el que este artesano desarrolla su obra.
San Pablo pintado por Rembrandt
Por eso es tan importante conocer la epopeya de los viajes de San Pablo y apreciar el aprendizaje que fue adquiriendo.
Cómo el Espíritu Santo lo fue capacitando y dirigiendo en su misión.
Estos probablemente sean los episodios terrenos más trascendentes del cristianismo luego del primer pentecostés.
“No es la necesidad la que me hace hablar, porque he aprendido a hacer frente a cualquier situación.
Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener sobra como a no tener nada.” (Filipenses 4, 11-12)
Así se despide San Pablo de los Filipenses antes de terminar su viaje terrenal en Roma.
Pero, ¿por qué?
¿Qué experiencias vivió Pablo para exclamar estas palabras?
Es más, ¿cómo estas experiencias lo hicieron merecedor del miedo del propio emperador y de su posterior martirio?
¿Cómo sus experiencias fueron dando forma al cristianismo?
APÓSTOL DE LOS GENTILES ELEGIDO POR EL ESPÍRITU SANTO
San Pablo apóstol de los gentiles es un título hermoso, pero no llega a reflejar plenamente lo que en realidad esto significa.
San Pablo nació y fue criado como israelita, pero en lo que se conocía como la diáspora, es decir, en una comunidad judía fuera de tierra santa.
Alumno también del maestro judío Gamaliel, el más famoso de su época.
Saulo siempre sobresalió por su profunda entrega a la ley y pronto se convirtió en un perseguidor de cristianos.
El libro de Hechos de los Apóstoles lo presenta como uno de los que estuvo presente en el martirio de San Esteban, primer mártir de la Iglesia.
El camino a Damasco no lo llevó sólo a Damasco sino al encuentro con Cristo.
Y gracias a este encuentro, los gentiles (nosotros) hemos conocido el anuncio del Evangelio de Cristo.
Pablo y Bernabé aparece en los Evangelios que son elegidos por el mismo Espíritu para llevar a cabo el anuncio entre los gentiles.
La comunidad antioquena es testigo de esta comunicación divina.
Pero en realidad San Pablo fue quien llevó la carga grande de la operación.
SAN PABLO ABRE EL MENSAJE DE CRISTO AL MUNDO
Por escrito o por peregrinación de misionero, San Pablo entra en comunicación con todo el que era en su tiempo considerado el mundo.
Desde Atenas hasta Corinto, pasando por Antioquía y Éfeso, San Pablo pasó un tiempo en la mayoría de las ciudades que formaron el mundo conocido durante su tiempo.
Como está escrito en los Hechos 22:21, Pablo fue el misionero seleccionado por Dios para difundir el Evangelio a lo largo de lo que en ese momento se consideraba el «mundo entero».
Pablo de esta manera inaugura, o participa en la inauguración, del nuevo pueblo de Dios, o sea nosotros, los judíos y no judíos, sin distinción.
En su peregrinaje, San Pablo va abriendo camino, puertas y corazones para la causa del Evangelio.
Debemos tanto a san Pablo y sus viajes, que casi podríamos afirmar que de no ser por él no estaríamos compartiendo estas palabras casi dos mil años después.
Fue tan pródigo en sus pasos, que al día de hoy es muy difícil concretar en un mapa todos los recorridos que San Pablo tuvo en su vida apostólica.
Existen pistas históricas y bíblicas de su peregrinaje, pero parecería que la bitácora de su viaje quedó oculta sólo para que nos pudiéramos imaginar el alcance de su obra con mayor admiración.
Se entregó tanto y tan de lleno a la evangelización que sus contemporáneos empezaron a llamarle “El otro Cristo”.
Este era un título que el mismo Pablo no rehusaba, pero del cual tampoco sacaba provecho.
Llegó a escribir:
“Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mi” (Galatas 2: 20), para confirmar que había tratado de configurarse plenamente en Cristo Jesús, de tal manera que Cristo fuera quien actuara en él.
¿CUÁNTOS VIAJES?
Pasaría la mitad de su vida, unos 30 años, navegando la cuenca del Mar Mediterráneo o peregrinando a pie, para visitar las principales ciudades del vasto Imperio Romano.
Inclusive a la misma Roma, donde posteriormente sufriría martirio.
Desde Atenas a Corinto, pasando por Antioquía y Éfeso, Pablo recorrió evangelizando las ciudades que encontraba a su paso y con esto se ganaba adeptos para Cristo y la atención del imperio romano.
Los expertos no logran determinar una lista exacta de lugares que visitó San Pablo durante su vida.
Lo cierto es que durante los tres viajes descritos en Hechos 13-14, Hechos 15-17 y Hechos 18-20, visitó muchas ciudades históricas que se consideran la columna vertebral de la civilización occidental.
Sin embargo existe una especie de consenso sobre cuántos grandes viajes realizó en su labor evangelizadora.
Los expertos no dudan en estimar que al menos cuatro fueron los viajes que emprendió.
Dada su importancia, estudiaremos separadamente cada uno de los viajes misioneros:
El primer viaje misionero
El segundo viaje
El tercer viaje
El cuarto y último viaje apostólico: Roma.
EL PRIMER VIAJE MISIONERO
Lo que se considera el «primer viaje» de Pablo comenzó en el año 45 y terminó en el 49 dC.
El libro de Hechos de los Apóstoles, en sus capítulos 13 y 14, nos Presenta a San Pablo partiendo desde Antioquía hacia Seleucia.
Para partir luego hasta Chipre haciendo muchas visitas en ciudades de Asia Menor.
Regresa nuevamente hasta Antioquía sobre sus pasos, evangelizando nuevamente sobre las ciudades que él mismo había visitado.
Y abonando y reforzando la conversión de cada vez más numerosos adeptos cristianos.
Nos encontramos en este episodio con el modelo estándar de predicación paulina.
Primero se anuncia el Kerigma a los judíos, los primeros en el orden de prelación del anuncio.
Porque San Pablo, además de recto, era muy metódico.
Incluso en la forma de escribir sus cartas podemos descubrir a un hombre que pensaba muy bien cada elemento que presentaba en su prédica.
Y siempre estaba en busca de la mejor manera de llevarlo a los oídos de los hermanos.
En segundo lugar, debemos mencionar el boicot que hizo la comunidad judía durante este viaje de San Pablo.
Viendo florecer la obra del Señor en el santo, ellos intentan aplacarla, pero sin mayor éxito.
Prueba de ellos es que se ve forzado a salir de Chipre, debido a que la conspiración de los judíos había causado que algunos gentiles quisieran tomar la vida de Pablo (matarlo).
Aquí aparece la figura de Juan Marcos, otro discípulo que le acompañó en la peregrinación, que una vez llegados a Perge, se separa de Pablo y Bernabé con dirección a Jerusalén.
Hubo muchos milagros, tumultos y persecuciones.
Un tullido que escuchaba el anuncio de Pablo es curado, gracias en parte a su fe y en parte al Espíritu.
Esto causó gran impresión en los paganos, quienes llegaron a pensar que Pablo y Bernabé eran una especie de divinidades.
Y para para aclarar tal embrollo los apóstoles intentaron evangelizar a los paganos.
Pero fueron impedidos por judíos llegados desde Antioquía para provocar confusión, lo que finaliza con el escape de los evangelizadores.
Estos acontecimientos empezarían a moldear el carácter de San Pablo, pues entenderá de entrada que la tarea que le ha presentado el Señor no es para nada sencilla.
Algunas cosas vividas en estas primeras circunstancias misioneras las recordó San Pablo cuando escribió lo siguiente hacia el final de su vida:
“Proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar”. (2 Timoteo 4: 2).
Para concluir con este consejo: “vigila atentamente, soporta todas las pruebas” (2 Timoteo 4: 5).
EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO
El segundo viaje de Pablo comenzó en el año 49 y terminó en 52 dC.
Una vez más vemos a Pablo enfrentando dificultades, pero esta vez dentro de su mismo staff de colaboradores (si le podemos llamar así).
El equipo misionero enfrenta división respecto al tema de la compañía en este viaje de Juan Marcos, el mismo que les había acompañado en el viaje anterior.
Terminan por coincidir en que deben partir en pares para evangelizar por zonas distintas.
Vemos a Bernabé partiendo con Juan Marcos, quien a la postre según la tradición, escribiría el evangelio que lleva el nombre de Marcos.
Y también vemos como San Pablo parte con Silas, un gran apoyo en su labor misionera.
Vemos a los apóstoles fortaleciendo la fe de las comunidades que ya habían sido evangelizadas: Antioquía, Cilicia, Listra, Liconia, Frigia, Galacia (comunidad a la que san Pablo le dirige la epístola de los gálatas), Misia, Macedonia, Acaya, Samaria, Jerusalén para concluir nuevamente en Antioquía.
En Listra tiene lugar un hecho que marcaría mucho a Pablo.
El santo conoce a Timoteo, quien al parecer captura toda la atención del misionero por su piedad y su entrega.
Es tanta la atención de san Pablo que lo lleva consigo en su misión y lo vuelve uno de sus discípulos, sino el más preciado.
Antes de morir San Pablo le dirige dos epístolas, dándole un último adiós y entregándoles unas últimas instrucciones.
El libro de los hechos de los apóstoles, insiste en la unidad de la Iglesia cuando habla al respecto de este viaje.
Que a pesar de estar dispersa geográficamente actúa con un solo Espíritu, en el amor de Cristo.
Al respecto, San Pablo escribiría a la comunidad de Galacia:
“Les ruego, hermanos, que se hagan semejantes a mí, como yo me hice semejante a ustedes. En realidad, no me han ofendido en nada.
Ya saben que fue en ocasión de una enfermedad cuando les prediqué por primera vez la Buena Noticia.
A pesar de que mi aspecto físico era una prueba para ustedes, no me desdeñaron ni me despreciaron; todo lo contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”. (Gálatas 4: 12-14)
EL TERCER VIAJE MISIONERO
El tercer viaje de Pablo tuvo lugar entre los años 52 y 57 de la era cristiana.
El libro de Hechos de los Apóstoles muestra en el capítulo 18 un comentario sobre este viaje.
Pablo, Timoteo y otros emprenden una peregrinación que los llevaría desde Antioquía a evangelizar las comunidades que ya habían establecido en sus viajes anteriores.
Éste pudiera ser un predicador ambulante de los muchos existentes en los primeros tiempos de cristianismo.
Un matrimonio de curtidores amigos de Pablo toma bajo su protección al predicador itinerante, ayudándole a completar su corta formación doctrinal.
Una vez instruido Apolo se dirige a Acaya donde servirá de gran ayuda en la defensa y mantenimiento del anuncio salvífico.
Más tarde Pablo, entendiendo que podría haber más discípulos como Apolo, escribe a los filipenses:
“Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención.
Estos obran por amor, sabiendo que yo tengo la misión de defender el Evangelio.
Aquellos, en cambio, anuncian a Cristo por espíritu de discordia, por motivos que no son puros, creyendo que así aumentan el peso de mis cadenas.
Pero ¡qué importa! Después de todo, de una u otra manera, con sinceridad o sin ella, Cristo es anunciado, y de esto me alegro y me alegraré siempre.
Porque sé que esto servirá para mi salvación, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo.
Así lo espero ansiosamente, y no seré defraudado.
Al contrario, estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi cuerpo.” (Filipenses 1: 15-20)
EL CUARTO VIAJE MISIONERO
Este viaje Pablo lo realiza entre los años 63 y 67 de nuestra era.
Algunos conocen a esta etapa como la “Pasion Pauli”, producto de una larga y dura travesía hasta su encuentro con el Señor.
Que finaliza en su martirio a manos de Nerón, quien lo apresó y torturó antes de entregar al Santo a su viaje a la patria celestial.
Sugiere la tradición que San Lucas habría acompañado a San Pablo en estos últimos años.
Y este habría puesto por escrito muchos de los pasajes de Hechos de los Apóstoles sobre sus viajes.
También saldrían algunas epístolas finales desde esta compañía, como la segunda carta a Timoteo, el cual personalmente considero un testamento paulino.
Durante este viaje Pablo tiene la oportunidad de ver a algunos hermanos en Sidón, siendo atendido por ellos.
Desembarcan en Mira y luego en Creta de camino a Roma, avanzando a través de Fenicia, Siracusa y finalmente llegan a Roma.
En la capital romana es recibido con alegría por la comunidad cristiana que ahí vivía, aunque muy probablemente este recibimiento no se haya manifestado públicamente.
Esto debido a que ser cristiano era causa de muerte en la capital del imperio romano.
La situación del arresto del Apóstol entraña una cierta ambigüedad.
De un lado se afirma que éste se encontraba vigilado en una casa particular por un custodio.
Y por otro se afirma más adelante que Pablo gozaba de cierta autonomía para realizar sus tareas pastorales.
Sin embargo, es claro que San Pablo viviría una agonía intensa los dos últimos años de su vida.
Escribiendo a Timoteo en su ya citada carta testamento, dice:
“Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima:
He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe.
Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación.” (2 Timoteo 4: 6-8)
Pablo concluye la peregrinación de su vida en la colina vaticana.
Decapitado, ha dejado este mundo para seguir siendo otro Cristo en el Cielo.
BONUS
Es difícil no quedar inspirado por la vida que San Pablo entregó plenamente al ministerio.
Seguimos hablando de su predicación hasta nuestros días, siendo la nuestra muchas veces solo una extensión de la que tuvo el Santo.
Al respecto, a modo de bonus, te dejo esta pequeña prédica del cantautor católico Martín Valverde. ¡Que les sea de provecho!
La cátedra de San Pedro es la Santa Sede, lo que normalmente conocemos como el Vaticano.
Y dentro de él está la iglesia de San Pedro, cuyo altar (llamado de la confesión) se sitúa justo encima de la tumba del pescador.
Y encima del altar el famoso baldaquino de Bernini, con el magnífico vitral del Espíritu Santo detrás.
Galeria de entrada a la tumba de San Pedro
La zona del Vaticano separada por el Tíber del resto de la ciudad estaba compuesta de dos partes diferentes: .
Una parte de colinas cuyo conjunto era llamado Mons Vaticanum (Monte Vaticano) -al norte de las colinas del Janiculum junto a la orilla derecha del río. .
Y otra parte llana llamada Ager Vaticanum (Campo Vaticano).
Basilica de san Pedro en Roma
El área en un principio estaba poco poblada, ya que el lugar se inundaba frecuentemente de agua malsana.
Las colinas tenían cultivos de viñas de pésima calidad.
Pero al estar consagrado a la diosa Cibeles y a su amante Attis tenía cierta importancia para los romanos ya que allí se celebraba el rito de la primavera.
Baldaquino de san Pedro por Bernini
Agripina (14 a.C. – 33 d.C.) tal vez buscando el favor de los dioses de la primavera, comenzó el saneado de la llanura para erigir allí su propia “villa”.
Su hijo Gayo (o Cayo) Julio César Germánico, llamado Calígula (12 – 41 d.C.), construyó en la extremidad de la villa un gran circo privado que se extendía a lo largo de la Vía Cornelia partiendo de la Villa y encajándose en las Colinas Vaticanas.
Nerón Lucio Domizio (37 – 68 d.C.) amplió y enriqueció el circo haciendo una obra grandiosa, sólo superada por el Circo Máximo.
Entre otras cosas construyó una nave de más de 100 metros con el fin de transportar de Alejandría (en Egipto) a Roma el obelisco esculpido en honor de Augusto.
También construyó un grandioso puente sobre el Tíber para unir directamente los jardines de Agripina con la ciudad.
Cátedra de San Pedro
A lo largo de la Vía Cornelia se estaban construyendo sepulcros (en forma de templetes o pirámides), altares y monumentos funerarios, como sucedía en todas las avenidas fuera del radio urbano.
La necrópolis guardaba un gran tesoro.
En el año 64 d.C. fue martirizado San Pedro en el Circo de Nerón y a poca distancia –cruzando la vía Cornelia- se le dio sepultura.
Sobre la pobre tumba de tierra se superpusieron después, con el correr de los siglos, varios monumentos.
La Tumba de San Pedro esta bajo el altar central
El primero, llamado Trofeo de Gayo, fue levantado hacia la mitad del siglo II.
Recibe ese nombre del presbítero que lo mencionara por primera vez en el año 200 aproximadamente.
El Trofeo surgía en una pequeña explanada de siete por cuatro metros en la zona noroeste de la necrópolis y estaba rodeado por mausoleos y áreas sepulcrales.
Al oeste estaba delimitado por un muro cubierto de revoque rojo (denominado por los científicos muro g).
El monumento, con forma de tabernáculo, fue construido contemporáneamente al muro rojo y constaba de dos nichos sobrepuestos excavados en el muro mismo.
Un tercer nicho –no visible por encontrarse bajo el nivel del suelo- comunicaba con la tumba del Apóstol.
El nicho inferior se conserva en la actual hornacina de los palios en la Basílica de San Pedro.
En el siglo III, al norte y al sur fueron agregados dos pequeños muros.
El del norte conserva grafitos con invocaciones a Jesús, a María y a San Pedro.
Fueron descifrados por Margherita Guarducci, quien dice que encierran un riquísimo testimonio de espiritualidad.
Una de las inscripciones decía en griego: “Petrós ení” (“Pedro [está] aquí”).
Inscripcion en la puerta del recinto de la tumba de San Pedro
Constantino el Grande y el Papa San Silvestre, para custodiar la tumba del Príncipe de los Apóstoles, edificaron la Basílica llamada Constantiniana entre los años 320 a 329, y así favorecer el culto del pueblo.
Para hacer la plataforma los arquitectos se vieron obligados a enterrar la necrópolis y a remover parcialmente la colina, en dirección al norte.
Un gran atrio rectangular precedía la Basílica; en el centro del patio había una fuente con una piña de bronce –que hoy se encuentra en el Patio de la Piña en los Palacios vaticanos-.
En el interior, cinco naves, separadas por 22 columnas de varios colores trabadas con arcos las de la nave central y unidas por arcadas las de los laterales, conducían al transepto y al ábside en cuyo centro sobresalía el monumento fúnebre a San Pedro.
El conjunto era mayor que la Basílica de San Juan.
Puerta de acceso al recinto de la tumba San Pedro
Los trabajos de excavación que se ejecutaron entre 1940 y 1949 sacaron a la luz muchas de estas obras.
Actualmente se pueden recorrer parcialmente los distintos niveles de las excavaciones.
Se puede descender a la altura del pavimento de la Basílica y llegar a la necrópolis antigua.
Una de las sorpresas de las excavaciones fue la de encontrar vacío el lugar donde debían encontrarse las reliquias del Apóstol (bajo el altar papal).
El lóculo que se encontraba en la pared roja fue descubierto y vaciado por un operario de los “Uffici Scavi” y guardado en una caja depositada provisionalmente dos metros más arriba en las mismas Grutas Vaticanas.
Los científicos ignoraban esto y pensaron que tal vez el lugar de la tumba hubiera sido abierto en el medioevo, llevándose las reliquias.
Contenía, además de los huesos, tierra, fragmentos de revoque rojo, pequeños restos de paño precioso, dos fragmentos de mármoles y un billete escrito por el operario que lo transportó señalando la procedencia: del muro g (muro rojo).
Los elementos son testigos de la historia del lugar.
La tierra incrustada en los huesos señalaba la primer sepultura de San Pedro, además, correspondía a esta zona precisa de las excavaciones; los fragmentos de mármol procedían del revestimiento de Constantino; el paño de púrpura con hilos de oro entretejido indicaba la dignidad del difunto; el examen antropológico de los huesos dio como resultado la pertenencia de todos los restos a un solo individuo de sexo masculino, complexión robusta y edad entre 60 y 70 años.
Todo esto permitió proclamar al Papa Pablo VI: “hemos hallado los huesos de Pedro”, la reliquia más importante de la necrópolis.
Benedicto XVI rezando ante la tumba de San Pedro
Así se ve que la tradición ha sido constante al situar el lugar donde estaba enterrado el pescador, el príncipe de los apóstoles, y para preservar la memoria del lugar que mantuvieron los cristianos se edificó la basílica paleocristiana y 1.200 años después la actual que conocemos hoy.
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Príncipe de los Apóstoles y de la Iglesia Católica: por aquella obediencia con que a la primera voz dejaste cuanto tenías en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesaste por Hijo de Dios a tu Maestro; por aquella humildad con que, viéndole a tus pies, rehusaste que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el Vicario de Cristo. Alcánzame que imite del Señor esas virtudes tuyas con la victoria de todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimiento para que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañía en la gloria. Amen.
ORACIÓN II
Dios todopoderoso que elegiste a san Pedro como príncipe de los apóstoles y cabeza del pueblo de la alianza, te pedimos por su intercesión que nos concedas un amor profundo a tu Iglesia y a su cabeza visible y tu representante en la tierra el romano pontífice.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén.
ORACIÓN A LOS SANTOS APÓSTOLES
¡Oh santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo os elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto con Vos, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque sois la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como con Vos, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcanzadme, os suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante vuestra intercesión y vuestros méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN DE LIBERACIÓN
Librame Pedro Divino
por tu caridad y amor;
Hoy salgo yo al camino,
gran Apóstol del Señor.
Te pido, Apóstol Sagrado,
que tan solo al invocarte,
Cuando me vea atribulado
tu siempre estés de mi parte.
En cualquier peligro grave,
en cualquier triste aflicción
Y en donde quiera que yo ande,
Pedro, allí tu protección.
Pues una meced te pido,
por tu sombra refulgente,
son muchos los enemigos
que me siguen diariamente.
De un asalto en el camino
en una hora desastrada,
Cubrenos Pedro divino,
con tu sombra tan sagrada.
Cuando yo la camino salga
y me asalte el malhechor,
Allí tu sombra me valga
en el nombre del Señor.
Tu de Dios fuiste elegido
para ser su secretario,
Apóstol Señor San Pedro,
sírveme de relicario.
En la mansión de la tierra,
En cualquier trance o peligro
De persecución o guerra
Librame, Pedro divino.
Haz que Dios goce en el Cielo,
Por ti todo bien se alcanza,
ábrame las puertas Pedro
de la bienaventuranza.
Tú seas mi custodio y guía
Por donde quiera que salga
En la noche o en el día,
Siempre tu sombra me valga.
Te pido con eficacia,
Príncipe Apóstol Sagrado,
que no pierda la gracia,
Que no muera en pecado.
Por aquel grande dolor
cuando tu arrepentimiento,
Pedro Apóstol del Señor,
Librame cada momento.
Cuando mi alma perdonada
Sea la culpa inmortal,
No me niegues tu la entrada
A la patria celestial.
Ruega al Señor por nosotros
Que te hacemos petición,
Favorece a los devotos
Que cargan tu devoción. Amén.
ORACIÓN DE PROTECCIÓN
Santo Apóstol, Pedro Clemente,
De mi no apartes tu protección,
A ti me acojo yo reverente
Y elevo humilde esta petición.
Cubreme, sombra del mas sublime
De los pastores, tenme piedad,
Aparta siempre de mi destino
Toda miseria y enfermedad.
Quien no me quiera que huya de mí,
Las personas adversas apártalas,
Bendice, Pedro, tú mi camino
Y no me dejes nunca penar.
RESPONSORIO DE SAN PEDRO
Si quieres un patrono
O un vengador potente,
¿Qué te detiene? invoca
De los sacros Apóstoles al Jefe.
¡Oh guardador augusto
De las llaves celestes!
Prepáranos propicio
Del supremo palacio los dinteles.
Tú que el yerro borraste
Con llanto penitente,
Danos que nuestras culpas
Borrar logremos con llorar perenne.
O guardador augusto, etc.
Cual viste por el Ángel
Tus cadenas romperse,
Haz que libre del grillo
De tanta iniquidad nuestra alma quede.
O guardador augusto, etc.
¡Oh de la Iglesia santa
Base y columna fuerte!
Presta a la fe constancia
Para que triunfe del error aleve.
O guardador augusto, etc.
A Roma con tu sangre
Consagrada, concede
Protección y ventura,
Y salva a los que en ti confían fieles.
O guardador augusto, etc.
Tu predilecto pueblo
Con tu poder defiende,
No le alcance el contagio,
Ni de la guerra el hálito de muerte.
O guardador augusto, etc.
El engaño destruye
Que infiltró antigua hueste,
Comprime sus furores,
Y haz que en nuestra ruina no se cebe.
O guardador augusto, etc.
En la postrera lucha
De su ira nos defiende,
Para que vencedores,
Lauro inmortal circunde nuestras sienes.
O guardador augusto, etc.