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Demonio Guerra espiritual Movil NOTICIAS Noticias 2019 - enero - junio Religion e ideologías SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos de estos Tiempos Signos Globales de estos Tiempos

La Guerra contra el Silencio para que no podamos Captar la Voz de Dios

Hay estrategias clave de ataque del enemigo.

Una es insertar el ruido.

Para causar estragos en la capacidad del alma para crecer en intimidad con Dios.

mujer al atredecer mirando barcos

En nuestra cultura, el ruido está en todas partes.
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Día tras día, nuestra paz es invadida por las pantallas de televisión gritando anuncios etc..
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Pero también está el ruido interno, en nuestra mente, que no puede acallar los problemas y las angustias.

Por eso veremos la importancia del silencio en la liturgia.

Dios guardó silencio

EL RUIDO EXTERNO

Todos conocemos personas, incluso católicos, que parece que no pueden hacer tiempo (o ejercitar la voluntad) para incorporar el silencio en su vida con el fin de escuchar, oír y conocer la voz de Dios.

Y ellos después se quejan que no pueden escuchar a Dios, pero cualquier sugerencia de la necesidad de cultivar el silencio es contestada con una mirada irritada.

Su rutina diaria se ve algo como esto: se levantan y encienden el televisor, cuando no lo utilizan como despertador.

Desayunan viendo las noticias.

Entran en el coche y encienden la radio para escuchar música o programas de radio o para hacer llamadas telefónicas.

Una vez de vuelta a casa, encienden el televisor de nuevo hasta que es hora de ir a dormir (o se duermen con él encendido).

He aquí un perspicaz pensamiento de CS Lewis, a través del personaje del demonio en su obra maestra, The Screwtape Letters:

Los que entienden la realidad de cómo Dios trabaja y nos habla, saben que el silencio es fundamental para la salud de nuestras almas y para desarrollar algún grado de intimidad con Dios.

Debemos cultivar momentos de silencio cada día si vamos a aprender a escuchar su voz.

Si el Señor parece una mera realidad distante para usted, tal vez es porque el enemigo ha inspirado en Ud. su plan de distracción ruidosa.

Él está trabajando tiempo extra para asegurarse de que la voz de Dios nunca sobrepase más allá del ruido que ha permitido en su vida: el ruido del ajetreo, el ruido del entretenimiento, el ruido de las noticias, el ruido de la música (incluso la música cristiana), e incluso el ruido de una vida de oración limitado a la oración vocal.

Nunca se ha conocido a nadie que haya tomado el reto de bajar el ruido y lo haya lamentado.

Precisamente, cuando estamos rodeados por el silencio es cuando se oye más.

Pero tan importante como el silencio externo es el silencio interno.

silencio

EL RUIDO INTERIOR

A veces permanecemos en silencio, pero en nuestro interior discutimos fuertemente, confrontándonos con nuestros interlocutores imaginarios o luchando con nosotros mismos.

Mantener nuestra alma en paz supone una cierta sencillez: “No pretendo grandezas que superan mi capacidad”.

Hacer silencio es reconocer que mis preocupaciones no pueden mucho.
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Hacer silencio es dejar a Dios lo que está fuera de mi alcance y de mis capacidades.

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Un momento de silencio, incluso muy breve, es como un descanso sabático, una santa parada, una tregua respecto a las preocupaciones.

La agitación de nuestros pensamientos se puede comparar a la tempestad que sacudió la barca de los discípulos en el mar de Galilea cuando Jesús dormía.

También a nosotros nos ocurre estar perdidos, angustiados, incapaces de apaciguarnos a nosotros mismos.

Pero también Cristo es capaz de venir en nuestra ayuda.

Así como amenazó el viento y el mar y “sobrevino una gran calma”, él puede también calmar nuestro corazón cuando éste se encuentra agitado por el miedo y las preocupaciones (Marcos 4).

Al hacer silencio, ponemos nuestra esperanza en Dios.

silencio31

LA PALABRA DE DIOS: TRUENO Y SILENCIO

En el Sinaí, Dios habla a Moisés y a los israelitas.

Truenos, relámpagos y un sonido de trompeta cada vez más fuerte precedía y acompañaba la Palabra de Dios (Éxodo 19).

Siglos más tarde, el profeta Elías regresa a la misma montaña de Dios.

Allí vuelve a vivir la experiencia de sus ancestros: huracán, terremoto y fuego, y se encuentra listo para escuchar a Dios en el trueno.

Pero el Señor no se encuentra en los fenómenos tradicionales de su poder.
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Cuando cesa el ruido, Elías oye “un susurro silencioso”, y es entonces cuando Dios le habla. (1 Reyes 19).

¿Habla Dios con voz fuerte o en un soplo de silencio? ¿Tomaremos como modelo al pueblo reunido al pie del Sinaí?

Probablemente sea una falsa alternativa.

Los fenómenos terribles que acompañan la entrega de los diez mandamientos subrayan su importancia.

Guardar los mandamientos o rechazarlos es una cuestión de vida o muerte.

Quien ve a un niño correr hacia un coche que está pasando tiene razón de gritar lo más fuerte que pueda.

En situaciones análogas, han habido profetas que han anunciado la palabra de Dios de modo que resuene fuertemente a nuestros oídos.

Palabras que se dicen con voz fuerte se hacen oír, impresionan.
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Pero sabemos bien que éstas no tocan casi los corazones
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En lugar de una acogida, éstas encuentran resistencia.

La experiencia de Elías muestras que Dios no quiere impresionarnos, sino ser comprendido y acogido.

Dios ha escogido “una voz de fino silencio” para hablar.

Es una paradoja.

silencio y oracion

DIOS ES SILENCIOSO, Y SIN EMBARGO HABLA

Cuando la palabra de Dios se hace “voz de fino silencio”, es más eficaz que nunca para cambiar nuestros corazones.

El huracán del monte Sinaí resquebrajaba las rocas, pero la palabra silenciosa de Dios es capaz de romper los corazones de piedra.

Para el propio Elías, el súbito silencio era probablemente más temible que el huracán y el trueno.

Las manifestaciones poderosas de Dios le eran, en cierto sentido, familiares.

Es el silencio de Dios lo que le desconcierta, pues resulta tan diferente a todo loque Elías conocía hasta entonces.

El silencio nos prepara a un nuevo encuentro con Dios.
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En el silencio, la palabra de Dios puede alcanzar los rincones más ocultos de nuestro corazón.

En el silencio, la palabra de Dios es “más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu” (Hebreos 4,12).

Al hacer silencio, dejamos de escondernos ante Dios, y la luz de Cristo puede alcanzar y curar y transformar incluso aquello de lo que tenemos vergüenza.

soledad

SILENCIO Y AMOR

Cristo dice: “Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 15,12).

Tenemos necesidad de silencio para acoger estas palabras y ponerlas en práctica.

Cuando estamos agitados e inquietos, tenemos muchos argumentos y razones para no perdonar y no amar demasiado y con facilidad.
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Pero cuando mantenemos “nuestra alma en paz y en silencio”, estas razones se desvanecen.

Quizás evitamos a veces el silencio, prefiriendo en vez cualquier ruido, cualquier palabra o distracción, porque la paz interior es un asunto arriesgado.

Nos hace vacíos y pobres, disuelve la amargura y las rebeliones, y nos conduce al don de nosotros mismos.

Silenciosos y pobres, nuestros corazones son conquistados por el Espíritu Santo, llenos de un amor incondicional.
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De manera humilde pero cierto, el silencio conduce a amar.

EL SILENCIO ES UN ALIVIO Y DESCANSO PARA EL CEREBRO

Investigaciones recientes demuestran que el silencio es mucho más importante para nuestro cerebro de lo que nunca podríamos haber imaginado.

El efecto que la contaminación acústica puede tener en el rendimiento de la tarea cognitiva ha sido ampliamente estudiado y documentado.

El ruido puede tener un efecto físico pronunciado en las personas, lo que resulta en niveles elevados de hormonas del estrés.

Las funciones cognitivas más fuertemente afectadas por el ruido son la atención en la lectura, la concentración, la memoria y la resolución de problemas.

El silencio en cambio, libera tensión en el cerebro y el cuerpo debido a los cambios en la presión sanguínea y la circulación sanguínea en el cerebro.

Cuando se fomenta un ambiente silencioso con niveles más bajos de entrada sensorial, el cerebro puede recuperar algunas de sus capacidades cognitivas, bajando su protección sensorial y restaurando algo de lo que se ha perdido por exceso de ruido.

El silencio permite que el espacio de trabajo consciente del cerebro descanse y procese información y emociones.

El silencio ayuda al cerebro a pensar en cosas profundas de una manera imaginativa.

oreja y trata de escuchar

UNA RECIENTE INVESTIGACIÓN

La mayoría de las personas sufre y se siente incómoda si tiene que estar durante unos minutos en una habitación sin ningún estímulo externo.
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Según un estudio realizado por las universidades de Virginia y Harvard que publica la revista Science.

El experimento consistía en dejar a las personas, de diversas edades y contextos sociales, en una habitación con silencio y sin ninguna distracción posible.

Así, la mayoría de participantes declaró que durante el tiempo de aislamiento no se sintieron cómodos, fueron incapaces de concentrarse o sus mentes se distrajeron.

Incluso, cuando el experimento se trasladó a sus casas, los voluntarios siguieron sin sentirse a gusto y un tercio de ellos confesó haber caído en la tentación de escuchar música o usar el teléfono móvil.

Timothy D. Wilson, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Virginia, explica que el uso de los aparatos electrónicos como los smartphones no ha acentuado esta ‘fronemofobia’ –miedo a pensar– en soledad sino que, probablemente, “estos dispositivos son solo la respuesta de la gente a tener siempre algo que hacer”.

Los científicos del trabajo fueron un paso más allá y plantearon a los ‘conejillos de indias’ la posibilidad de dejar el ‘rincón de pensar’ antes de tiempo si se sometían a una pequeña descarga eléctrica.

Ante esta perspectiva, un 67% de los hombres y un 25% de las mujeres prefirieron el castigo a la ‘tortura’ de permanecer en una habitación en soledad y aislamiento.

En otra fase del estudio, el azar asignó a los participantes una de dos categorías.

En una de ellas, los individuos debían hacer lo mismo que habían estado haciendo, es decir, pensar en soledad.

El otro grupo, en cambio, debía pasar el mismo tiempo realizando una actividad como leer o escuchar música a solas.

Este segundo grupo declaró haberse divertido y concentrado más.

“A pesar de que tenemos la capacidad de desconectarnos mentalmente y centrarnos solo en nuestros pensamientos, por lo general, no solemos hacerlo con mucha frecuencia o durante períodos largos de tiempo”, comentó el investigador.

niña haciendo gesto de silencio fondo

LOS MEDIOS SOCIALES ESTÁN AHOGANDO A DIOS

Los jóvenes tienen que encontrar el silencio, lejos del ruido de los medios sociales con el fin de encontrar a Dios, ha dicho el arzobispo Salvatore Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Dijo que en un momento en que los jóvenes son bombardeados por el ruido y las distracciones, todavía hay un “profundo deseo” de silencio y del encuentro personal con Cristo.

“Hoy en día hay tanto ruido, con los medios de comunicación social, que no entendemos el valor del silencio”, dijo.

“Nos alejamos de él nosotros mismos. En el silencio, sin embargo, nos encontramos con nosotros mismos y con Dios.
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Hay un deseo de silencio, el deseo de espiritualidad, [entremedio de] los problemas de la sociedad.
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Si nos tomamos el tiempo en silencio encontramos la respuesta a este deseo”.

orando en penumbras y en silencio en capilla

LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE ES EL SILENCIO INTERIOR

Vemos en el Evangelio que cuando nuestro Señor estaba a punto de dar algún paso importante, siempre hacía una pausa por un momento para levantar los ojos al cielo, y sólo después de este momento de recogimiento Él asumía el trabajo que tenía que hacer.

«Él levantó los ojos al cielo» es una frase que se repite con frecuencia significativa.

Y, sin duda, cuando incluso no había ninguna señal externa de esta oración, la ofrenda se realizaba en su interior.

El ideal para nosotros es el mismo.

La sujeción constante de uno mismo a la guía del Espíritu Santo se hace más fácil por el hecho de su presencia en el alma, donde se Le pide explícitamente que presida todas nuestras obras.

No luchar por vivir el silencio interior es equivalente a renunciar al esfuerzo por llevar una vida verdaderamente cristiana.
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La vida cristiana es una vida de fe, vivida en lo invisible para lo que es invisible.

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Cualquier persona que no esté en contacto permanente con el mundo invisible corre el riesgo de permanecer siempre en el umbral de una verdadera vida cristiana.

El Padre Auguste Gratry decía:

Debemos renunciar a vivir en el recinto exterior y más superficial del alma; debemos ir dentro y penetrar en sus rincones más profundos.

Y cuando hemos llegado a este punto, todavía tenemos que ir más allá hasta llegar al centro, que ha dejado de ser uno mismo, sino Dios.

Allí está el Maestro… y ahí es donde puede pedirnos que nos quedemos con Él todo el día.

Y una vez que se nos ha permitido pasar un día con Él, desearemos seguirlo por todas partes como Sus apóstoles, Sus discípulos, y Sus siervos.

Sí, Señor, cuando tengo el privilegio de pasar todo el día contigo, desearé seguirte siempre”.

La soledad es la fortaleza de los fuertes.

La fuerza es una virtud activa, y nuestro poder de mantener silencio marca el nivel de nuestra capacidad de acción.

“Sin esta celda interior, seríamos incapaces de hacer grandes cosas, tanto para nosotros mismos como para los demás”.

A los débiles e inestables no les gusta quedarse solos.

La mayoría de la gente busca la diversión para salvarles de actuar como son. Se pierden en la nada para no perder su yo en el todo.

Pero sólo en medio del silencio de la noche Dios Todopoderoso vino a la tierra.

Creemos tanto en las apariencias que nos volvemos incapaces de apreciar todo lo que no apela a los sentidos.
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El silencio es la fuente de donde brotan manantiales de esfuerzo eficaz.
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La corriente de agua es empujada en silencio a abrirse paso a través de la piedra antes de ser capaz de brotar burbujeante como un canto.

La razón de los claustros y las celdas es que mantener el silencio exterior es un excelente método para conservar el silencio interior.

Pero incluso en el mundo, cada uno de nosotros puede preservar su propia soledad, un límite más allá del cual nada puede penetrar sin que sea percibido.

La dificultad no es el ruido en sí mismo, sino el ruido que no tiene sentido; no es toda conversación, sino las conversaciones inútiles; no son todos los tipos de ocupación, sino las ocupaciones sin rumbo

Todo el mundo habla; nadie escucha, y menos a aquel que más merece ser escuchado: el Maestro interior. Hay pocas almas perfectas, porque hay pocos amantes del silencio.

El silencio es el equivalente de la perfección, sino en todas, sí en la mayoría de las situaciones.

Por eso es tan importante el silencio en la liturgia.

LA IMPORTANCIA DEL SILENCIO EN LA LITURGIA

Muchos católicos se quejan con razón de la falta de silencio en la celebración de nuestra liturgia romana.

Es importante, por tanto, recordar el significado del silencio como un valor ascético Cristiano, y por lo tanto una condición necesaria para la oración contemplativa profunda.

Sin olvidar el hecho de que se prescriben oficialmente momentos de silencio durante la celebración de la Santa Eucaristía, con el fin de resaltar la importancia de lo que transcurre.

Los católicos “se quejan con razón” por la falta de silencio en la Misa puesto que el silencio es a la vez una forma de oración en sí misma y también es la apertura que uno necesita para hacer la oración.

EL SILENCIO COMO UN VALOR CRISTIANO ASCÉTICO

De acuerdo con su eminencia el cardenal Robert Sarah, [71 años] el Prefecto del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (una de las oficinas dentro de la Curia Romana) escribió esto en su ensayo, “Silencio en la Liturgia”, publicado en italiano en L’Osservatore Romano el 30 de enero de 2016:

“El ascetismo es un medio indispensable que nos ayuda a eliminar de nuestra vida cualquier cosa que lo agobie.
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En otras palabras, cualquier cosa que dificulta nuestra vida interior o espiritual y, por tanto, es un obstáculo para la oración.

Sí, es precisamente en la oración que Dios nos comunica su vida a nosotros.

En otras palabras, manifiesta su presencia en nuestra alma al irrigarla con las corrientes de su Amor Trinitario: El Padre a través del Hijo en el Espíritu Santo.

Y la oración es esencialmente silencio”.

Uno debe practicar para llegar a ese silencio necesario con el fin de ser receptivo a la semilla de la palabra de Dios; que debe encontrar ese lugar de “buena tierra” donde pueda “producir una buena cosecha”.

No importa si esa semilla es como una “semilla de mostaza” porque sabemos que llega a crecer hasta convertirse en uno de los arbustos más grandes.

El silencio personal de este tipo es de vital importancia para aquellos momentos de la liturgia donde el silencio, es una respuesta a la palabra de Dios.

Todos los grandes santos eran grandes en la práctica de la oración o se convirtieron en grandes con la práctica.

No todos comenzaron sus viajes como maestros de oración.

Muchos tuvieron problemas con él durante años. Santa Teresa de Ávila y otros escribieron libros al respecto

EL SILENCIO ES UNA CONDICIÓN NECESARIA PARA UNA PROFUNDA ORACIÓN CONTEMPLATIVA

El silencio es necesario como una forma de oración en sí misma.
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Se trata de una búsqueda y una respuesta al Dios vivo.

¿Si se está en oración, es bueno charlar sin fin, sin nunca callarse para escuchar la respuesta de Dios?

Si uno de los cónyuges de un matrimonio habla sin parar, ¿cómo puede él o ella oír la respuesta del otro?

Lo mismo se dice de la gran “conversación” entre Dios y la persona en la Liturgia.

La adoración del Padre en y a través del Hijo por obra del Espíritu Santo es un acto tan santo que requiere tiempo de silencio.
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De adoración en silencio, conformidad en silencio, de profunda reverencia en silencio.

El silencio es un acto de amor. Es receptividad total.

El individuo – el alma – están hechos para Dios como una maceta está hecha para que plantas crezcan el ella.

Las plantas crecen en silencio y sus orígenes se ocultan profundamente dentro del “vientre” de la tierra fértil.

El silencio nos cambia.

Necesitamos la “acción” sagrada del silencio.

En el artículo antes mencionado del cardenal Sarah, él dice esto acerca del silencio como una condición para la oración contemplativa:

Los Evangelios dicen que el mismo Salvador oró en silencio, especialmente de noche, o retirándose a lugares solitarios.

El silencio es típico de la meditación de la Palabra de Dios.

Lo volvemos a encontrar sobre todo en la actitud de María hacia el misterio de su Hijo.

La persona más silenciosa en los Evangelios es, por supuesto, San José; ni una sola palabra suya quedo registrada en el Nuevo Testamento para nosotros”.

Tal vez María no estaba en la sinagoga o en algún nivel de oración formal cuando se le apareció el arcángel San Gabriel, pero ella estaba en profunda oración silenciosa.

El que ha sido instruido en los caminos de Dios puede entrar fácilmente en la oración, incluso mientras barre el suelo o hila lana.

San Pablo nos exhorta a “Orar sin cesar”.

EL SILENCIO COMO UN COMPONENTE IMPORTANTE DE LA LITURGIA

Todas las parroquias deben permitir el silencio en la Iglesia, tan pronto como se entra en ella; es abrir la puerta misma del cielo.

Pero, por desgracia, muchas iglesias son cada vez más como lugares de chismes y cotilleo antes de la Misa.

Y sin embargo, la mayoría de los sacerdotes no tienen en cuenta la cuestión del silencio en sus iglesias.

Hablar – incluso cortésmente – con la gente de la parroquia es encontrarse con el desconcierto y una mirada de perplejidad, así como la típica respuesta de que “la Misa no ha comenzado todavía” o la “Misa ya terminó”.

No son capaces de reconocer que Jesús todavía está presente en la Eucaristía reservada.

Así la Misa se reduce a menudo a algo así como un espectáculo.

En la puerta del Monasterio de las Hermanas de la Preciosa Sangre en Manchester, hay una señal que dice:

“Por el amor de Jesús presente en el tabernáculo guarde amablemente silencio en este lugar”.

En el Antiguo Testamento el profeta Habacuc declaró al pueblo del antiguo Israel en su oráculo del mismo nombre: “El Señor está en su santo templo; calle delante de él, toda la tierra”.

Del mismo modo el profeta Sofonías llama al silencio: “¡Silencio en la presencia de Dios el Señor. Sí, el Señor ha preparado un sacrificio”.

Si estos dos profetas llamaron al silencio ante la presencia de Dios cuánto más nosotros, los hombres del Nuevo Testamento, debemos estar en silencio ante Jesús presente en el tabernáculo – Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

En su artículo, “El silencio en la Misa”, David Philppart describe el silencio como

Similar al silencio que se gesta entre las personas que se conocen y se aman el uno al otro tan bien que las palabras no siempre son necesarias.

El silencio lleno de respeto evocado por un encuentro con la belleza.

La quietud que ocurre en aquellos que miran, escuchan o tocan con sus corazones, así como con sus ojos, oídos y manos”.

Además, en el mismo artículo se dice,

“El silencio de la liturgia es comunitario.
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La asamblea mantiene una comunión de calma.
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Cada uno trata lo mejor posible de permanecer silencioso, es algo más que un grupo de individuos callados e inmóviles por casualidad.
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Es el Cuerpo de Cristo escuchando y atendiendo a la voz de Dios“.

De nuevo

“El silencio en la liturgia es silencio mantenido a propósito.
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Es deliberado y por lo tanto activo.

No es un interludio, ni un intermedio, ni una interrupción de la acción.

En su momento, es la acción: Nosotros mantenemos el silencio.

‘Estén quietos y sepan que yo soy Dios’, canta el salmista.

El silencio en la liturgia es la escucha activa a Dios que Samuel demostró cuando, fue despertado de su sueño por la voz de Dios, y respondió: ‘Aquí estoy, vengo para hacer tu voluntad’, y luego se quedó en silencio ante lo Divino”.

Fuentes:

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Movil NOTICIAS Noticias 2018 - julio - diciembre Oración Religion e ideologías SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos de estos Tiempos Signos Globales de estos Tiempos Sobre Dios

¿Cómo puedo Trasladarme a la Eternidad en la Oración?

Los materialistas dicen que el hombre es lo que come.

Pero quienes piensan  que el hombre es un ser trascendente a su vida en la tierra, dicen que un hombre es lo que hace con su silencio.

O sea si lo usa para comunicarse con Dios y la eternidad o no.

silencio

Y en ese sentido, la frase «conversación con Dios» describe la oración cristiana maravillosamente.
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Cristo nos ha revelado que Dios es una persona real, y que él está interesado, apasionadamente interesado, en nuestras vidas, nuestra amistad, nuestra cercanía.

  

EL SILENCIO ABSOLUTO NO ES PARA EL SER HUMANO

No importa cuánto tratemos, no podemos alcanzar el silencio completo.

Pero estamos obligados, por ejemplo, a tratar con el silencio natural que viene con el sueño, la enfermedad, la muerte y el dolor.

También nos encontramos a nosotros mismos frente a los momentos de silencio todos los días que vienen inmediatamente después de despertarnos, durante el viaje por la mañana, a la hora del almuerzo, después de la cena y antes de acostarnos.

Dado que todos tenemos que cuidar de las funciones básicas de la vida, todos tenemos que pasar tiempo trabajando en una forma u otra, y todos tenemos que pasar tiempo en relación con los demás.

Pero parece que la diferencia básica entre un persona que vive una vida de fe y otra que no, es lo que hacen con ese silencio.

silencio

  

EL MANEJO DEL SILENCIO

Así que pregúntate esto: ¿qué debo hacer cuando hay silencio? 

¿Tengo que llenarlo con actividades ajenas? ¿Oro?

La oración es una vocación humana universal, lo que no sólo significa que Dios llama a todos a la misma, sino que también todas las grandes religiones creen en ella.

Además, esto es lo que Dios nos manda que hagamos en el Salmo 46, versículo 11: «Paren y reconozcan que yo soy Dios».

Por lo tanto, nuestra alegría debe ser la preservación y la promoción de la oración comunitaria y personal.

Podemos hacerlo reavivando el deseo de orar, buscando entender mejor la oración, practicando la oración con el mayor cuidado, consistencia y profundidad, y al permitir que la oración – que es el encuentro con Dios – nos lleve lejos de la obsesión por las cosas ruidosas de la vida.

Nuestra tarea, entonces, es reorientar nuestra vida mediante la participación en una especie de kénosis humana (una palabra griega transliterado que significa «anonadamiento»).

Dado que la sociedad secular parece distraernos por el ruido, entonces el verdadero creyente debe encontrar la fuerza para buscar el silencio.

  

UN TIEMPO PARA CENTRARSE EN DIOS

En pocas palabras, el silencio le da al cuerpo, al alma y al espíritu de un tiempo y un lugar para orar específico.

El silencio nos da tiempo para estar en la presencia de Dios.

Como resultado, la oración nos ayuda a centrarnos en el tiempo por venir.

Cuando usamos el silencio adecuadamente (para orar), nos abrimos a la unión mística con Dios que puede venir después de la muerte.

La oración se desarrolla en el tiempo, pero en esencia trasciende al tiempo.
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El que santamente  perdamos el sentido del tiempo mientras rezamos, es más que el resultado psicológico de una intensa concentración.
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Lo que realmente ocurre es un traslado a la eternidad. 

La oración se hace «a través de Cristo».

Sin embargo, el tiempo de Jesús no es simplemente de duración terrena, sino que él guía el tiempo para su cumplimiento y todo lo gobierna.

La hora de la oración es en sí mismo sagrada por el mero hecho de pertenecer a «la era por venir».

Tiende hacia la plenitud que viene y se dirige hacia el Día del Señor.

Ya que no podemos evitar en última instancia, todo el silencio, debemos tomar la decisión de usar el silencio como Dios quiso que lo utilizáramos.
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Para orar, para encontrarlo y buscar nuestra unión con Él por toda la eternidad.

San Buenaventura, Obispo y Doctor de la Iglesia

  

DISPONERSE FUERA DEL INTELECTO

Nuestro intelecto es nuestra mayor fortaleza y una de nuestras más grandes bendiciones, sin embargo, casi siempre nos mete en tantos problemas.
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Nuestra fortaleza es también nuestra debilidad.
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Creemos que sabemos algunas cosas pero a veces con humildad descubrimos que conocemos muy pocas cosas.

La oración recorre el espacio que nos hace llegar a Dios siempre que no sea una oración mecánica de mera repetición.

San Buenaventura en El Itinerario de la mente a Dios dice:

Cristo es el camino y la puerta…. 

Un hombre… debe mirarlo colgado en la cruz, lleno de asombro y alegría, marcado por la gratitud, y abierto a la alabanza y júbilo.

Entonces un hombre así hará con Cristo una ‘Pascua’

A través de las maderas de la cruz que pasará sobre el Mar Rojo, Egipto y dejándose entrar en el desierto. 

Allí se va a probar el maná escondido…

Para que esta Pascua sea perfecta, hay que suspender todas las operaciones de la mente y debemos transformar nuestros afectos dirigiéndolos a Dios.

Se trata de una experiencia mística sagrada.

No puede ser comprendido por cualquier persona, a menos que se entregue a ella. …

Buscar la respuesta en la gracia de Dios, no en la doctrina.
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En el deseo de la voluntad, no en el entendimiento.
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En los suspiros de la oración, no en la investigación.
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En buscar al novio no al maestro; a Dios y no al hombre.
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En la oscuridad no en la luz del día.
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Y no en buscar no la luz, sino más bien el voraz incendio que lleva el alma a Dios con intenso fervor y amor que brilla intensamente.
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El fuego es Dios…

Veamos… entra en la oscuridad, silenciando tus angustias, tus pasiones y todas las fantasías de la imaginación… diciendo:

Mi carne y mi corazón me fallan, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi herencia para siempre.

Bendito sea el Señor para siempre… ¡Amén, Amén!

Nuestro intelecto es a la vez nuestro mayor don y nuestro bloqueo más grande.

Sólo la humildad y el silencio místico puede desbloquear tu más grande potencial: moverte hacia Dios para una comprensión más profunda.

Ejercitemonos ahora en hallar a Dios en la oración.

  

TRES FORMAS EN QUE DIOS NOS HABLA EN LA ORACIÓN

1 – EL DON DE LA CONSOLACIÓN

En primer lugar, Dios puede hablar con nosotros, dándonos lo que los escritores espirituales llaman consuelo.

Por medio de la consolación, él toca el alma y nos permite ser consolados y fortalecidos por la conciencia de su amor, su presencia, su bondad, su poder y su belleza.

Este consuelo puede fluir directamente desde el significado de las palabras de una oración vocal.

Por ejemplo, cuando rezo la famosa oración «Amable Luz» del Beato Cardenal Newman, Dios puede aumentar mi esperanza y confianza, simplemente porque el significado de las palabras nutre y revitaliza mi conciencia del poder y la bondad de Dios.

Guíame, Luz Amable, entre tanta tiniebla espesa,
¡llévame Tú!
Estoy lejos de casa, es noche maciza y densa,
¡llévame Tú!
Guarda mis pasos;
no pido ver confines ni horizontes,
sólo un paso más me basta.
Yo antes no era así, jamás pensé
en que Tú me llevaras.
Decidía, escogía, agitado; pero ahora,
¡llévame Tú!
Yo amaba el lustre fascinante de la vida y, aun temiendo,
sedujo mi alma el amor propio,
no guardes cuentas del pasado.
Si me has librado ahora con tu amor, es que tu Luz
me seguirá guiando
por la pradera y el pantano, por el despeñadero y el torrente,
hasta que la noche huya,
y con el alba, estalle la sonrisa de los ángeles,
la que perdí, la que anhelo desde siempre.

La consolación también puede fluir desde la reflexión y la meditación que participan en la oración mental.

Al leer y reflexionar lentamente, en oración sobre la parábola del hijo pródigo, por ejemplo, puedo sentir mi alma consolada con esa imagen del Padre que abraza al hermano menor arrepentido.

Esa imagen del amor de Dios viene a mi mente, y me da una conciencia renovada de la misericordia y la bondad de Dios.

¡Dios es tan misericordioso! pienso para mí, y siento el calor de su misericordia en mi corazón.

Esa imagen y esas ideas son mías, en la medida que vayan surgiendo en mi mente, pero son de Dios, en la medida que surgieron en respuesta a mi consideración de la revelación de Dios, en un ambiente de fe.

O, en otra ocasión, podría meditar en el mismo pasaje bíblico y ser movido por una experiencia profunda de dolor por mis propios pecados.

En la rebelión ingrata del Hijo Pródigo, veo una imagen de mis propios pecados y rebeliones, y yo estoy repelido por ellos.

Una vez más, la idea de la fealdad del pecado y de la sensación de dolor por mis pecados personales son mis propias ideas y sentimientos.

Pero ellos son una respuesta a la acción de Dios en mi mente, mientras guía el ojo de mi mente para percibir ciertos aspectos de su verdad, mientras que lo escucho hablando a través de su Palabra revelada en la Biblia.

En cualquiera de estos casos, mi alma es tocada y por lo tanto nutrida y consolada, por la verdad de quién es Dios para mí, y quien soy yo para él – una verdad por la cual Dios habla a mi alma.

Pero la distinción entre el hablar de Dios y mis propias ideas, no es tan clara como nos gustaría a veces.

En realidad Él habla a través de las ideas que me vienen cuando dirijo mi atención hacia él en la oración.
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Él habla dentro de mi corazón, en las palabras que se forman en mi corazón al contemplar la Palabra.

2 – NUTRICIÓN DE LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Dios puede respondernos en oración con el aumento de los dones del Espíritu Santo en nuestras almas:
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La sabiduría, el conocimiento, el entendimiento, la piedad, el temor de Dios, la fortaleza y el consejo.

Cada uno de estos regalos nutre nuestros músculos espirituales, por así decirlo; construyen nuestras facultades espirituales.

Hacen más fácil para nosotros descubrir la voluntad de Dios en nuestras vidas, para apreciar y querer su voluntad, y para llevar a cabo esa voluntad.

En definitiva, mejoran nuestra capacidad de creer, esperar y amar a Dios y al prójimo.

Durante el tiempo de oración, entonces, cuando me dirijo a Dios en la oración vocal, o trato de conocerlo más profundamente a través de la oración mental, o adorándolo por medio de la oración litúrgica, la gracia de Dios toca mi alma, alimentándola a través de aumentar el poder de estos regalos del Espíritu Santo.

Dado que estos regalos son espirituales y no materiales, y puesto que la gracia de Dios es espiritual, no siempre se siente que la nutrición tiene lugar.

Puedo dedicar quince minutos a la lectura y la reflexión sobre la parábola del Buen Pastor, y ninguna idea o sentimiento de consuelo suscitarse; mi oración se siente seca.

Pero eso no quiere decir que la gracia de Dios no este alimentando mi alma, que no se están fortaleciendo dentro de mí los dones del Espíritu Santo.

Cuando tomo vitaminas (o como brócoli), no siento mis músculos crecer, pero sé que las vitaminas están permitiendo de hecho el crecimiento.

Del mismo modo, cuando oramos, sabemos que estamos entrando en contacto con la gracia de Dios, con un Dios que nos ama y nos está haciendo santos.

Cuando no experimento consuelo, puedo estar seguro de que Dios todavía está trabajando en mi alma, fortaleciéndola con sus dones por medio de las vitaminas espirituales, que mi alma toma en cada vez que tengo contacto lleno de fe con Dios.

Pero yo sólo sé esto por fe, porque Dios no siempre envía consolación sensible con este alimento espiritual.
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Esto es por qué el crecimiento espiritual depende de manera muy significativa de nuestra perseverancia en la oración, independientemente de si sentimos consuelo.

dios se comunica

  

3 – INSPIRACIONES DIRECTAS

Dios puede hablar a nuestras almas a través de palabras, ideas o inspiraciones que reconocemos claramente como viniendo directamente de él.

Muchos sacerdotes tienen un vivo recuerdo de la primera vez que la idea del sacerdocio les vino a la mente. A veces ni siquiera eran católicos ni nadie les había dicho que debían ser sacerdotes.

Y, sin embargo, a raíz de una experiencia espiritual poderosa, la idea simplemente apareció en sus mentes, completamente formada o no, con claridad convincente o más o menos.

Y han interpretado sin ninguna duda que la idea había venido directamente de Dios, que les había hablado directamente, dando una inspiración.

La mayoría de nosotros hemos tenido algunas experiencias como éstas, cuando supimos que Dios nos estaba diciendo algo específico para nosotros, aunque hayamos escuchado las palabras sólo en nuestros corazones y no con nuestros oídos físicos.

Dios puede hablar de esta forma incluso cuando no estamos en oración.
.
Pero una vida de oración madura hará de nuestras almas más sensibles a estas inspiraciones directas.
.
Y creará más espacio a Dios para hablar directamente con más frecuencia, si así lo desea.

Jesús nos asegura que cualquier esfuerzo que hagamos en la oración traerá gracia en nuestras almas, lo sintamos o no: «Buscad, y hallaréis; pedid, y se os dará; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7-8).

Pero al mismo tiempo, tenemos que recordar siempre que debemos vivir nuestra vida entera, incluyendo nuestra vida de oración, a la luz de nuestra fe, no sólo de acuerdo con lo que percibimos y con lo que sentimos.

Como dijo San Pablo con tanta fuerza, «Por fe andamos, no por la visión…» (2 Corintios 5:7).

hombre orando arrodillado

  

MAS TIEMPO EN ORACIÓN = MAS RESULTADOS

Por favor pregúntate esto: ¿qué hago con el silencio? ¿Lo evito a toda costa?
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¿Trato de llenarlo con la televisión, Internet o la radio? ¿Oro?
.
¿Trato de convertir el silencio en tiempos naturales para estar con Dios?

“Gracias, Dios mío. Gracias, Creador. Gracias, Jesús.” 

Ese es el mantra cristiano, o debería serlo.

Es el código de área para alcanzar el cielo.

Pasa el mayor tiempo posible en oración, pasa mucho tiempo con el rosario.

Trabaja con Él. Relájate con él. Luego llama. Disca. Habla con Él en el silencio.

Cuanto más tiempo pasas en oración, más grande son los resultados.
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Nos vamos a ninguna parte cuando no estamos haciendo nada.

  

LOS PEQUEÑOS MILAGROS QUE LOGRA LA ORACIÓN

“Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles, si el Señor no guarda la ciudad, en vano velarán los centinelas” (Salmo 127).

La Palabra siempre viene en nuestro auxilio para ayudarnos a abrir caminos.

En todas las circunstancias de nuestra vida, podemos estar seguros que el Señor nos dejará oír Su Palabra para guiarnos.

Son los pequeños milagros que todos los creyentes hemos sentido a lo largo de toda nuestra vida.

Pero, como dice el Salmo, “si el Señor no edifica la casa, en vano trabajarán los albañiles”.

Debemos entregar nuestra vida a Dios y dejar que Él decida el rumbo que le daremos.

Es el capitán de nuestra nave, pero ¿cómo hacer para ponernos en comunicación con Él?

Los que hemos experimentado los pequeños milagros de cada día, sabemos que Dios siempre está ayudándonos

Y cuando se trata de la oración, Su ayuda se hace patente.

“Señor, abre mis labios y mi boca proclamará Tu alabanza” (Salmo 51).

Por medio de Su Palabra, el Señor nos indica el camino a tomar.

Y de pronto, se hace la Luz en nuestra alma y comprendemos que si no invocamos al Espíritu Santo, nuestra oración solamente será un conjunto de palabras vacías.

La oración que nos une al Cielo es la alabanza y la alabanza es el lenguaje de los ángeles.

Dios merece ser alabado, por Su grandeza, por Sus obras, por Su generosidad, por Su Amor, por Su Misericordia.

Y son los gemidos del Espíritu Santo los que nos hacen sintonizar con la frecuencia de Dios”, como bien decía el papa Benedicto XVI.

Pero tengamos presente que entregarle nuestra vida a Dios no significa dejar que Él lo haga todo.

Dios nos dio libre albedrío y es necesaria nuestra voluntad para entrar en oración.

Pero no alcanza con la voluntad humana. El único que tiene la llave para ingresar a la Eternidad por medio de la oración es el Altísimo.

Y solamente el Altísimo nos franqueará la entrada, si invocamos Su Santo Espíritu, suplicándole que “abra nuestros labios” con el soplo de Su boca.

Sabemos que Dios nunca niega Su Santo Espíritu a quien se lo pide con fervor.

Invoquemos, pues, sin demora, más temprano que tarde, al Espíritu Santo y la eternidad bajará hasta alcanzarnos.

Fuentes:



María de los Ángeles Pizzorno de Uruguay, Escritora, Catequista, Ex Secretaria retirada

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Qué Beneficios Obtenemos al cultivar el Silencio en Nuestra Vida

El ruido está en todas partes.

Música, radio, cuando viajamos, en el trabajo, en nuestros hogares, en la televisión.

Y no nos damos cuenta de ello porque nos engulle.

Dios guardó silencio

En cambio el silencio es una palabra a la vez atractiva y aterradora.
.
Puede connotar paz y calma, o aislamiento aterrador.

 

PERO TAMBIÉN HAY UN RUIDO QUE NO ES SOLAMENTE ACÚSTICO

Podemos identificar nuestra época moderna como la época del ruido.

Un ruido que no solamente es acústico, sino que también es un conjunto de distracciones, la mayoría irrelevantes, qué no nos aportan nada sustancial.

Y especialmente nos alejan de la paz y el sosiego necesarios para poder mirar y escuchar las cosas con perspectiva.

La radio, la televisión, los computadores, los dispositivos móviles, están encendidos permanentemente donde quiera que vayamos.

Y estamos inundados hasta el cuello con información que un minuto después de recibirla no sabemos qué hacer con ella.

La mayoría de esta información pide de nosotros una atención y hasta una acción inmediata.

Por lo que nuestro pensamiento tiene que estar rechazando esos pedidos y requiere entonces un esfuerzo mental y emocional adicional.

No estamos hechos para este tipo de ruido sino para la conversación con nuestro creador.

En el silencio es dónde lo podemos encontrar y podemos hablar con Él.

En especial en la adoración al Santísimo Sacramento y en la Oración.

Ese encuentro nos transforma de una manera positiva, y en sentido contrario al que nos transforma el ruido invasivo que nos golpea diariamente.

Es por eso que los cristianos deben de ser especialmente contraculturales con respecto al ruido en términos genéricos.

Porque el ruido es un producto del mundo, mientras que el silencio es un producto del cielo, del que nosotros somos ciudadanos.

Esto no implica que nos separemos totalmente de la vida pública, la cultura, la política, las relaciones sociales con gente que no es cristiana, etc.

Los cristianos deben de estar comprometidos con la realidad.

Pero ese compromiso es independiente de la invasión de informaciones que nos golpean permanentemente.

Entonces debemos practicar la resistencia como forma de guerra espiritual.

Debemos cultivar la selectividad de los medios a los que nos exponemos.

Y guardar con mucho cuidado un espacio para la oración y la meditación en silencio.

En ese momento nos vamos a dar cuenta que las urgencias con que nos golpean algunas informaciones no son tales.

Y vamos a poder mirar la realidad que nos circunda con una perspectiva, diríamos, más celestial.

Porque el ruido está hecho para evitar que la gente medite sobre lo que sucede alrededor de ella.

El ruido es quizás la droga más embriagadora que está actuando en la sociedad moderna.

Y los que lo sabemos, debemos decirlo.

Pero en todo esto hay mucho de teoría, porque no todos los silencios son iguales ni los aceptamos de la misma manera.

 

¿SIEMPRE NOS SENTIMOS BIEN CON EL SILENCIO?

Si bien algunos podrían encontrar la idea de silencio atractiva, la verdad es que la mayoría de nosotros no nos sentimos muy bien en total silencio.

¿Alguna vez te sentaste solo en una habitación, sólo para oír sonidos de los que nunca antes te habías dado cuenta?

El tic-tac de un reloj.

El soplido de aire que se mueve a través de los conductos.

Todo es un poco desconcertante.

Pero quizás lo que más tememos sobre el silencio es estar a solas con nuestros propios pensamientos.

Cuando somos confrontados con un silencio absoluto, comenzamos a escuchar la loca y caótica carrera de los pensamientos que llenan nuestra mente.

Las ansiedades, los anhelos profundos, las preguntas dolorosas todas parecen burbujear hasta la superficie de nuestra conciencia y nos hacen sentir incómodos.

Tenemos miedo de esta confrontación con nuestro fuero interno, la lucha con la complejidad de nuestro corazón.

Así que nuestra tendencia natural es la de ahogar el silencio con ruido constante.

En el coche, encendemos la radio.

En el hogar los televisores funcionan constantemente no para que podamos verlos, sino como un reconfortante «ruido de fondo».

El tiempo libre es llenado con comprobaciones compulsivas de nuestros smartphones.

De todo excepto silencio.

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pintura cara de santa clara

 

EL SILENCIO Y LOS SANTOS

Empecemos de nuevo viendo las virtudes cristianas del silencio que dijmos al principio.

Innumerables santos lo han aconsejado como una práctica necesaria e indispensable para crecer en verdadera santidad.

«En el silencio y la tranquilidad el alma devota avanza en la virtud y aprende las verdades ocultas de la Escritura», dice Tomás de Kempis.

«Guárdate contra el mucho hablar«, aconseja San Doroteo de Gaza, «porque pone a volar los pensamientos devotos y de recogimiento en Dios.»

San Maximiliano Kolbe declara que, «El silencio es necesario, e incluso absolutamente necesario. Si el silencio es deficiente, entonces la gracia es insuficiente«.

A través de los siglos, muchas órdenes religiosas han puesto en práctica este consejo, con no pocos prescribiendo el silencio en diversos grados en sus reglas.

Quizás la más famosa y estricta de estas órdenes es la de los Cistercienses.

orando en penumbras y en silencio en capilla

 

¿QUÉ TIENE DE ESPECIAL EL SILENCIO PARA LOS SERES HUMANOS?

Sin lugar a dudas, todos los grandes santos, místicos y maestros espirituales prescriben el silencio como un medio seguro a la santidad. ¿Pero por qué?

Es importante entender que el silencio, al igual que todas las herramientas de la vida espiritual, no es un fin en sí mismo.

Es un medio, un método para llegar a conocer a Jesucristo.

El silencio es necesario porque nuestros intelectos están heridos y fracturados por la Caída.

La comunión con Dios nuestro Creador se daba de forma natural y sencilla, de modo parecido a como vemos u oímos ahora.
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Estábamos constantemente conscientes de su presencia.

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Pero ahora, el pecado ha roto esta comunión y dañado nuestra capacidad de conocer a Dios en el nivel más profundo de nuestro ser.

Nuestro intelecto fracturado, una vez perfectamente en control, es ahora una tormenta caótica de pensamientos, sentimientos y emociones, como una nube de mosquitos inquietos en una cálida noche de verano.

Calmar la tormenta espiritual y emocional es increíblemente difícil, y la única manera de lograrlo es encarándola de frente.

Esto sólo se puede hacer cuando estamos lo suficientemente tranquilos para escuchar cuán caóticas son nuestras almas en realidad.

Esto puede ser aterrador, y preferiríamos no hacerlo, pero es absolutamente esencial para el progreso espiritual.

Por otra parte, el silencio es necesario para escuchar los susurros del Espíritu Santo y para recibir y conservar la gracia.

Dios no grita. Habla en voz baja, suave y calmadamente (1 Reyes 19: 11-12). Los impulsos del Espíritu Santo nunca se escuchan en el ajetreo y en ansiosa actividad, sino más bien en la quietud y en el silencio del corazón.

El silencio también nos ayuda a preservar las gracias que Dios nos envía.

Los buzos son cuidadosos y lentos con sus movimientos a fin de no malgastar innecesariamente sus preciosas reservas de oxígeno.

Del mismo modo, las almas santas hablan con cuidado y prudencia para preservar su reservorio de gracia.

ns del silencio

 

TESTIMONIO IMPRESIONANTE SOBRE UNA SEMANA DE RETIRO EN SILENCIO TOTAL

Cuando nos hablan de experiencias como la que vamos a contar, empezamos a darnos cuenta que nuestra cultura está obsesionada con silenciar al silencio.

Al punto que muchas personas dicen que tienen  el televisor encendido todo el día para estar acompañadas.

El blogger Alan Scott cuenta una experiencia maravillosa.

En el 2008 fue a un retiro de silencio durante una semana en una casa de retiro católica, un poco coaccionado, porque no tenía ganas de ir, pero lo comprometieron.

El primer recuerdo que le viene a la mente es lo nervioso que estaba en el viaje de ida, a pesar que se define como una persona introvertida.

Pero la idea de ningún sonido durante toda una semana la encontraba aterradora.

Al llegar debió entregar su teléfono celular, su ordenador portátil. No se permitía siquiera tener un libro excepto el que les dieron para leer: «La Imitación de Cristo».

Durante el retiro oraban en silencio, comían en silencio y sólo se podían comunicar a través de gestos con las manos y las notas escritas.

Él cuenta lo siguiente de esa experiencia:

El primer día quería mirar para todos lados.
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El segundo día me encontré con la desaceleración mental, y aun así luchando contra las distracciones en mi mente.
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El tercer día sentí como el desorden en mi mente estaba realmente empezando a disolverse.
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El cuarto día no quería hablar de nuevo.
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Al final de esa semana había desarrollado un profundo respeto y agradecimiento por el silencio, y la gracia que puede venir de él.

niña haciendo gesto de silencio fondo

 

¿CUALES SON LAS ENSEÑANZAS QUE LE DEJÓ EL SILENCIO?

1 – Aprendió durante esa semana que el silencio puede ser bello, poderoso y curativo.

2 – Que cuando sólo se puede ‘hablar’ escribiendo una nota, se dice lo que es importante y uno se da cuenta que antes del retiro hablaba a menudo pero dijo poco.

3 – El silencio nos obliga a salir de nuestras zonas de confort y podemos ir dentro de nosotros mismos.

Y ¿qué encontramos allí?

A menudo son cosas que no queremos encontrar.

Pero es ahí donde comienza.

Sólo cuando descubrimos cosas sobre nosotros mismos que necesitan mejorar o cambiar, podemos empezar a dejar que Dios haga su obra en nosotros.

Muy a menudo el ruido es un medio por el que huimos de nosotros mismos.

4 – El silencio nos permite avanzar dentro de nosotros mismos y encontrar un remedio para el estrés y la ansiedad.

Nos podemos relajar más fácilmente si las cosas están tranquilas.

Podemos apartarnos de la confusión y el caos del mundo y descubrir muchas cosas en nuestras vidas por las que podemos estar agradecidos.

5 – El silencio también nos ayuda a centrarnos en lo importante.

Sólo cuando podemos encontrar silencio es que podemos estar más en sintonía con la voz de Dios que habla dentro de nosotros y nos guía con la forma de responder a las situaciones que se presentan en nuestras vidas.

6 – El silencio también nos enseña que la sencillez y la alegría son compañeros cercanos.

Cuanto más silencio tiene una persona en su vida, más pueden darse cuenta y disfrutar de los placeres simples de la vida, sin todas las distracciones del mundo.

7 – El silencio nos ayuda a darnos cuenta de que unas simples palabras pronunciadas desde un alma que está en sintonía con Dios tienen mucho más poder que horas de charla.

8 – A medida que creas silencio sustrayendo el ruido, no llenas el espacio vacío con un tipo diferente de distracción o desorden.

orando en penumbras y en silencio en capilla

 

CÓMO PRACTICAR EL SILENCIO EN NUESTRA VIDA DIARIA

Te puedes preguntar ahora cómo sería posible para un lego con un empleo y tal vez una familia el practicar la virtud del silencio en la vida diaria.

¡Sé que mi esposa no apreciaría que comenzara hacerle señales monásticas con la mano en lugar de hablar con ella!

Pero aunque la práctica del silencio por un laico pueda parecer diferente de la monástica, aún es posible e incluso recomendable.

El blogger Alan Scott recomienda que en nuestra vida diaria hagamos la prueba de pasar en silencio sólo por un momento.
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Que a continuación lo intentemos de nuevo, pero más largo.
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Y otra vez y otra vez.

Pero en lugar de dejar que tu mente se llene con desorden, tratar de centrarse en Dios dentro del espacio tranquilo que resulta del silencio.

Esto nos permite hablar con Él, escucharlo, reunidos allí en el silencio.

Es probable que Dios no hable con palabras reales, pero sabrás cuando Él ha hablado a través de pensamientos, inspiraciones, impresiones, etc.

Te sorprenderá lo mucho que realmente hay allí en el silencio mismo si sólo das el primer paso.

Aquí están algunas otras sugerencias prácticas.

Primero: el modo de practicar el silencio es abstenerse de discursos frívolos, darse cuenta de que «cuando las palabras son muchas, no faltan las transgresiones» (Proverbios 10:19).

Es decir, no hablar por hablar. Los medios sociales alientan a decir lo que sea.

En Facebook se ve gente quejándose de uñas encarnadas, discutiendo sobre sus problemas digestivos, o publicando declaraciones crípticas que demandan su atención; cuando no, agrediendo directa y descaradamente ¿vale la pena?.

Si estás tentado a participar en este tipo de discurso, no lo hagas. Habla sólo cuando tengas algo importante que decir.

En segundo lugar, podemos practicar el silencio mediante la restricción de la lengua cuando deseamos quejarnos.

El quejarse es lo contrario de gratitud, y de hecho es un pecado.

Es muy fácil quejarse de una comida, una persona grosera, o el clima.

Pero ¿contribuye esto al bienestar de alguien?

Cerrar la boca a menos que se tenga algo loable que decir.

En tercer lugar, podemos practicar el silencio, absteniéndonos de compartir nuestra opinión sobre cualquier tema imaginable.

Cada vez que surge una crisis en el escenario nacional o mundial, parece que todo el mundo en todas partes declara inmediatamente su opinión infalible sobre el asunto.

Pero la verdad es que muchos de nosotros no entendemos muy bien estos eventos, y el mundo no está en necesidad de más comentarios.

Guarda tu opinión para ti mismo y serás considerado el más prudente.

Por último, podemos guardar silencio cuando deseemos criticar a los demás.
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¡Qué fácil es hacer notar los defectos de los demás!

Y es aún más fácil repetir estos errores, ciertos o falsos, a los demás, desgarrando a las personas y perjudicando su reputación aunque sólo sea para hacernos sentir mejor.

Es difícil mantener el silencio cuando sentimos el impulso de criticar, pero también es vivificante

«La lengua esta puesta entre nuestros miembros, como un mundo de maldad«, dice Santiago.

Las palabras tienen poder, aunque sea invisible, y lo que decimos hará eco en la eternidad.

Si bien no somos monjes de clausura, podemos aprender a practicar el silencio en el estado en que Dios nos ha llamado.

Restringiendo nuestras lenguas con sabiduría para que podamos escuchar la voz de Cristo y llegar a mejor conocerlo.

Esto que podemos hacer a nivel personal también debemos hacerlo en la misa.

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