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La Iglesia vista como un hospital de campaña curando heridos

El caso típico del aborto.

 

Uno de los conceptos mas “jugoso” que el papa Francisco ha manejado últimamente es ver a la realidad, al mundo, como un campo de batalla, donde la Iglesia funciona como un hospital de campaña sanando heridos.

 

salud mental y aborto

 

Esto supone por lo menos tres cosas:

– que el camino moral que ha tomado el mundo produce consustancialmente heridas en la gente, especialmente psicológicas y emocionales, que el mundo no puede curar porque él las provoca;

– que el centro de la actividad de la iglesia es pastoral, estando cerca de la gente, tratándola una a una, para sanarla llevándola al “médico jefe”

– y que en este proceso de curación también se hacen necesario otros profesionales como médicos, psiquiatras, psicólogos, sociólogos…

EL PECADO ABRE HERIDAS

Negar el pecado significa ignorar las heridas que ha abierto, al negar a una persona la cura necesaria.

La curación de las heridas debe ser una prioridad para la Iglesia y el Papa Francisco afirma que ve con claridad,

“que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla”.

Nuestra sociedad se encuentra en una situación de crisis grave, y la comparación con un campo de batalla con muchos heridos es acertada.

Este juicio contrasta con la visión corriente que celebra los cambios producidos por la modernidad y los supuestos «derechos civiles» como emancipación y progreso de la civilización.

Las heridas y el sufrimiento no se abordan con criterios ideológicos o sociológicos, sino con un enfoque personal. Esto también se aplica al aborto, cuando el Papa coloca el ejemplo de una mujer con antecedentes de aborto:

“El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida”.

El Papa ha recordado que además del sacramento de la reconciliación estas personas heridas pueden tener necesidad también de un acompañamiento pastoral.

EL CASO TÍPICO DEL ABORTO

Un aborto puede causar heridas profundas, con problemas de tipo moral y de conciencia, pero también con dificultades psicológicas y trastornos mentales reales.

La constatación del «peso del aborto» recoge un aspecto de la cuestión del aborto.

Durante las últimas décadas en el debate sobre el aborto se han destacado las posibles consecuencias negativas para el equilibrio psíquico y la salud mental. Los grupos pro vida utilizan para el conjunto de estas complicaciones el término Síndrome Post Aborto, SPA. Se trata de una fórmula muy significativa y eficaz, pero imprecisa desde el punto de vista de la terminología científica.

Como síndrome se entiende un cuadro clínico caracterizado por algunos síntomas precisos. Las complicaciones psíquicas del aborto son, en cambio, muy diferentes, tanto en lo referente al tiempo de inicio (inmediatamente después de un aborto, luego de semanas, meses o años), como para los síntomas (depresión, neurosis, psicosomáticos, sexuales).

Los partidarios del aborto voluntario restan importancia a la incidencia de estas complicaciones, cuestionando la idea de la existencia del SPA, especulando en el hecho de que en estudios estadísticos y epidemiológicos no se encuentra este «diagnóstico» —de hecho las diferentes complicaciones se clasifican en diversos diagnóstico sin referencias a su posible origen en el post aborto —, negándose a admitir una relación entre los trastornos psíquicos de mujeres que han abortado y el aborto mismo, y por lo tanto negando formas de terapia especializada, mientras que se apoyan las ventajas del aborto en el restablecimiento del equilibrio psíquico perturbado por un embarazo no deseado.

Sin embargo las heridas del aborto constituyen un desafío pastoral.

En su discurso a los médicos católicos el Santo Padre ha comprobado la situación paradójica de la medicina moderna y el peligro de que el médico

“olvide su propia identidad de servidor de la vida”,

y esto a causa de que,

“la desorientación cultural ha atacado también algo que parecía un ámbito inatacable, ¡el vuestro, la medicina!”.

Una desorientación que afecta a toda nuestra cultura y cuya corrección debería ser una prioridad para el mundo católico.

Fuentes: Ermanno Pavesi (*) para Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuân, Signos de estos Tiempos

(*) Secretario General de la Federación Internacional de las Asociaciones de Médicos Católicos

 

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La depresión en las mujeres que abortan aumenta un 380% al cumplirse 1 año de la Ley pro aborto en España [2011-07-05] SdeT

Hoy se cumple un año desde la entrada en vigor de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo y toca hacer balance. A pesar de los datos que se aportan desde la Asociación de clínicas acreditadas para la interrupción del embarazo (Acai) sobre la disminución de las intervenciones, lo cierto es que no lo han hecho, como reflejan los datos de diferentes comunidades autónomas como Canarias.

En concreto, en Las Palmas, los abortos se han elevado más de un 20 por ciento desde la entrada en vigor de la norma. Los datos globales todavía tendrán que esperar ya que no todas las provincias han aportado sus informes. La reducción de las interrupciones entre adolescentes que apoyan desde Acai no es tal si se acude a los centros donde las embarazadas reciben ayuda económica y psicológica. «Cada vez son más las jóvenes que nos piden ayuda. Los embarazos no deseados entre menores se multiplican y las chicas cada día son más jóvenes», explica Esperanza Puente, portavoz de la Fundación Red Madre.

Como explican desde esta asociación una de las consecuencias olvidadas de las interrupciones es el síndrome post-aborto.

«Para los médicos que los practican, este problema no existe. No hay especialistas que traten este trastorno y cada día acuden a nosotros más mujeres a las que se les presenta de repente, diez o veinte años después de haber interrumpido su embarazo», asegura Puente. Según el presidente de Acai, Santiago Barambio, «el trastorno que se crea es el resultado de un mal acompañamiento» y aunque afirma que los estudios no dan con esta patología, confirma que en la nueva norma no se incluye el apoyo psicológico: «Antes, con la ley anterior, todas las mujeres tenían contacto con un psiquiatra ya que éstos debían determinar si la gestación era un riesgo para su salud o no. Hoy no tenemos por qué preguntar los motivos de su decisión y por eso no se descubren algunos trastornos psicológicos», añade Barambio.

SÍNDROME MULTIPLICADO

Los casos de mujeres que sufren este síndrome se han multiplicado exponencialmente: un 380 por ciento, según los datos que hoy presenta Red Madre y a la que en 2010 acudieron casi 4.000 mujeres a pedir ayuda para poder sacar adelante su embarazo o por problemas psicológicos post-aborto. Bárbara es una joven peruana de 22 años que ha encontrado refugio entre las paredes de esta asociación. Abortó el 14 de junio y desde entonces ya no sonríe. Prefiere no mostrar su rostro. «No quiero que me reconozcan, nadie lo sabe, ni siquiera mis hermanas. Las decepcionaría. Sólo se lo he contado a mi madre», comenta triste, arropada por Esperanza que también sufrió este trastorno y que entiende, mejor que nadie, su situación:

«Es una valiente. No todas se atreven a buscar ayuda. Creen que no tienen ningún problema porque en los centros abortivos no les dan información. No les ofrecen otra salida que el aborto», reitera. «Tengo un trabajo y siempre he querido ser madre, por eso al principio quise seguir con el embarazo. Pero, mi pareja me hizo sentir que yo no podía y el qué dirán pudo con mi valor y decidí abortar», prosigue la joven entre sollozos. Estaba embarazada de ocho semanas y ya había pensado un nombre para él: «Quería que se llamara José María. Soy cristiana y creo que la valentía de los padres de Jesús son un ejemplo de vida».

Dar nombre al bebé que han perdido es uno de los primeros pasos que los escasos psicólogos que tratan este problema les sugieren a las que padecen este problema. Deben pasar su propio duelo, si no nunca superan el trauma. «Ellas saben que el niño ha existido pero nunca lo han visto, por eso es necesario personalizarlo. A nosotras nadie nos da el pésame y se enquista en nuestros corazones como no hablemos de ello», añade la portavoz de Red Madre.

Las dudas, la incertidumbre y la presión social obligaron a Bárbara a acudir a la céntrica calle Toledo, en Madrid, donde la remitieron desde el centro de salud al que acudieron. «‘‘Sólo serán diez minutos. No notarás nada’’ me dijo el médico que me atendió. Fue muy frío conmigo y no quiso decirme en qué consistía la intervención. Sé que utilizaron un método horrible, la aspiración. Pero eso me lo dijeron una semana después, cuando volví para comprobar que todo había salido bien», asegura Bárbara. Casos como el de esta joven se viven asiduamente en Red Madre. Así como el de Cynthia que, mientras LA RAZÓN entrevistaba a Bárbara, daba un paso atrás en su apuesta por la vida. «Está embarazada y ayer decidió que seguía adelante, pero su familia nos acaba de llamar porque ha dado marcha atrás. Su jefa le paga el aborto. Tenemos que encontrarla antes de que se arrepienta», explica Esperanza angustiada.

Fuente: La Razón


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