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Historia de las 7 Oraciones más Populares de la Iglesia

Las oraciones y símbolos de la Iglesia son los lazos invisibles que unen a los católicos.

A lo largo de los siglos, las oraciones se han orado con las mismas palabras.

Respondiendo a las mociones del Espíritu Santo para que oremos sin cesar.

Los católicos no podemos vivir sin ellas. Son casi un acto reflejo.

Acá traemos la historia de las 7 oraciones más populares de la Iglesia para que conozcas su origen.

Pero hay miles de oraciones vocales.

En la Biblia, en la liturgia de la Iglesia, en los escritos de los santos, y en nuestros libros de oraciones favoritas podemos elegir entre oraciones adaptadas a cada época del año, a cada etapa de nuestras vidas, y a las peticiones que queremos hacer.

Quizás una de las mayores dichas de recitar oraciones antiguas es la sensación de seguridad y confianza y la conexión que nos ofrecen.

Son puentes que nos unen a todos los que las recitamos a lo largo de los siglos orando con las mismas palabras.

  

EL PADRE NUESTRO

Durante el sermón de la montaña, los discípulos le pidieron a Jesús: “Señor, enséñanos a orar”.

En respuesta, Jesús les enseñó el Padre Nuestro.

Podemos encontrar esta oración en los evangelios de San Mateo y San Lucas, con pequeñas discrepancias entre las dos versiones.

La versión de San Mateo es la que se utiliza universalmente por todos los cristianos, aunque hay una diferencia importante.

Los protestantes concluyen la oración con las palabras: “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por los siglos de los siglos”

Los católicos se detienen en las palabras, “y líbranos del mal”.

¿Por qué hay diferentes versiones de la oración que nos llega de Cristo mismo?

La respuesta es sencilla.

Aunque algunos manuscritos de los evangelios incluyen el final “porque tuyo es el reino”, los más antiguos no lo hacen.

Los estudiosos de la Biblia nos dicen que ese final no era parte de la oración original.

Es una doxología, o una breve oración de alabanza, que se incluyó en el texto original en una fecha posterior.

Hace dos mil años era una costumbre judía concluir una oración extensa con una breve doxología.

De hecho, “porque tuyo es el reino” era una doxología común entre los Judios religiosos en tiempos de Jesús.

Los primeros cristianos, muchos de los cuales eran conversos del judaísmo, traían con ellos esta doxología favorita cuando entraban en la Iglesia y la recitaban al final del Padre Nuestro.

Mientras que los católicos omiten la doxología y mantienen las palabras de la oración que Jesús nos dio, la antigua costumbre de concluir una oración con una pequeña oración de alabanza también existe en nuestra Iglesia.

Después de recitar el Magnificat o uno de los salmos, es habitual añadir nuestra doxología más popular, Gloria al Padre.

  

EL SANTO ROSARIO

El rosario es la oración más popular dentro de la Iglesia junto con el Padrenuestro.

Aunque su nombre formal estrictamente no tiene más de 500 años.

Entre los primeros cristianos existía la devoción de la repetición de oraciones, en especial el Padrenuestro, mediante una cuerda de oración o también poniendo 150 piedritas en una bolsa.

Este sistema de repetición viene del judaísmo y está relacionado con la repetición de los 150 salmos.

Esto ya estaba instituido cuándo se apareció la Santísima Virgen a Santo Domingo y le entregó el rosario.

O sea el instrumento físico y las oraciones a recitar.

La Iglesia acepta formalmente la paternidad de Santo Domingo respecto al rosario, porque San Pío V escribió claramente que Santo Domingo inventó y luego propago en toda la Iglesia la oración del salterio de la Santísima Virgen.

Su nombre significa jardín o guirnalda de rosas.

Y esto está asociado a que en la Edad Media se utilizaba la metáfora de la agricultura para significar la recitación de oraciones.

Además las rosas se asociaban con la Santísima Virgen.

Una leyenda piadosa dice que la Santísima Virgen fue vista recogiendo rosas de los labios de un joven monje que estaba recitando el Avemarías, que tejía en una guirnalda que luego colocó en Su cabeza,

La historia más detallada del Santo Rosario puede leerse aquí.

  

EL AVE MARÍA

Es la oración más querida por la Virgen, y la oración que los católicos dicen con más frecuencia.

Nadie puede contar cuántos millones de avemarías se elevan al cielo cada día.

Sin embargo, a pesar de su popularidad, le llevó siglos a esta oración desarrollarse.

Esta oración está compuesta de dos partes.

La primera consta de una doble salutación extraída del Evangelio:

1 – La salutación del arcángel Gabriel, enviado por Dios a fin de anunciar la divina maternidad de María:

“Ave, llena de gracia, el Señor es contigo” (Lc. 1, 28);

2 – La salutación de Santa Isabel, prima de Nuestra Señora, que inspirada por el Espíritu Santo proclamó:

“Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre” (Lc. 1, 42).

A estas dos salutaciones fueron añadidas dos palabras para que ellas fuesen más distintamente enunciadas: María (Ave María…) y Jesús (de tu vientre, Jesús).

La segunda parte de la oración contiene una súplica.

Estas dos salutaciones dichas juntas eran todo el Ave María durante más de mil años.

El primer documento escrito en que aparece el uso de la salutación del ángel es la Homilía de un cierto Theodoto Ancyrani, fallecido antes del año 446.

En ella es explícitamente afirmado que, impelidos por los palabras del ángel, decimos: “Ave, llena de gracia, el Señor es contigo”.

En cuanto al saludo de Santa Isabel, aparece unido al del ángel alrededor del siglo V.

Las dos salutaciones conjugadas ya se encuentran en las liturgias orientales de Santiago (en uso en la Iglesia de Jerusalén), de San Marcos (en la Iglesia Copta) y de San Juan Crisóstomo (en la Iglesia de Constantinopla).

El nombre María fue añadido a las palabras del ángel, en Oriente, alrededor del siglo V, según parece, en la liturgia de San Basilio.

En Occidente, no obstante, parece que esto ocurrió aproximadamente en el siglo VI, al figurar en una de las obras de San Gregorio Magno, el Sacramentario Gregoriano.

El nombre Jesús fue añadido a las palabras de Santa Isabel probablemente un siglo después, en Oriente, figurando por primera vez en cierto Manual de los Coptos, tal vez en el siglo VII.

En Occidente, sin embargo, el primer documento que registra el nombre del Redentor es la Homilia III sobre María, madre virginal, de San Amadeo, obispo de Lausana (Suiza, aproximadamente en 1150), discípulo de San Bernardo.

La segunda parte de la oración (Santa María, etc.), la súplica, ya era empleada en la Letanía de los Santos.

En determinado códice del siglo XIII, de la Biblioteca Nacional Florentina, que perteneciera a los Siervos de María del Convento de la Beata María Virgen Saludada por el Angel, en Florencia, se lee esta oración:

“Ave dulcísima e inmaculada Virgen María, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, madre de la gracia y de la misericordia, ruega por nosotros ahora y en la hora de la muerte. Amén”.

Pero no fue hasta el siglo XV que los católicos añadieron formalmente la última parte de la oración,

“Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”

La fórmula precisa del Avemaría, como es rezada hoy, se encuentra por primera vez en el siglo XV, en el poema acróstico del venerable Gasparini Borro O.S.M.

El Papa San Pío V aprobó formalmente el Ave María completo en 1566, y los católicos la han estado recitando de este modo desde entonces.

El Ave María se convirtió en un saludo entre los cristianos.

Pero además de usar las palabras del Ave María como un saludo, muchos cristianos mostraban una señal de reverencia a su nombre.

Durante la Reforma, muchos opositores de la Iglesia Católica acusaron a los católicos que su recitación del Ave María no era una oración, porque no era una petición, sino simplemente un saludo.

Por lo que el Ave María fue recitada en privado.

El Ave María es especialmente poderosa durante nuestros últimos minutos aquí en la Tierra.

Los Santos son grandes fans de la oración del Ave María.

San Jerónimo escribió, “las verdades contenidas en el Ave María son tan sublimes, tan maravillosas que ningún hombre o ángel podían comprenderlas plenamente”.

Y Santo Tomás de Aquino predicó sólo sobre la oración Ave María por 40 días seguidos.

  

EL GLORIA

La oración del Gloria comenzó a usarse en el siglo IV como una protesta contra la herejía arriana, que ponía a Cristo por debajo del Padre.

Pero también hay que considerar que se justifica porque es apropiado alabar a Dios en la Santísima Trinidad.

Su fundamento bíblico se encuentra en Mateo 28:19 donde Jesús pide a los Apóstoles que vayan por las naciones bautizando a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Y el concepto de Gloria a Dios para siempre es muy manejado por San Pablo en sus cartas.

Se dice que en el año 529 se agregó la segunda parte de la oración que dice “como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos”.

Esta segunda parte es una confirmación de la eternidad de las tres personas de la Santísima Trinidad en un solo Dios.

El formato de esta oración está estable en la Iglesia desde los años 600.

Y se usa tradicionalmente como el fin de una oración larga o una prédica.

En la Iglesia hay dos versiones de gloria.

Una es la versión corta que se recita habitualmente

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu santo.
Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Y otra es la más larga que es ésta,

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,

te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso Señor,
Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

  

LA SALVE (SALVE REGINA)

Los monjes o monjas de monasterios cantan esta hermosa oración al final del día antes de dirigirse de la capilla a sus celdas.

Durante novecientos años la Salve ha sido una de las oraciones más queridas por la Santa Madre.

Es la conclusión tradicional de la liturgia de las horas.

Muchos católicos la recitan al final del rosario, y existe una amplia tradición de cantar el himno al finalizar el día.

Sabemos que en 1492, en su viaje al Nuevo Mundo, Cristóbal Colón reunía a sus hombres en la cubierta todas las noches para cantar la Salve Regina como señal de su confianza en la protección de la Virgen.

Una antigua tradición dice que San Bernardo de Claraval (1090-1153) compuso esta oración.

Ciertamente, cualquier persona que lea los sermones de San Bernardo en alabanza a María encontrará ecos de la Salve en los escritos del gran santo.

Pero, para el texto actual de la oración, tenemos que buscar en otra parte.

La evidencia histórica ha llevado a la mayoría de los estudiosos a creer que el autor original de la Salve fue un monje alemán, Herman el Cojo Bendito, también conocido por la forma latina de su nombre, Herman Contractus (1013-1054).

Herman nació con una discapacidad grave: no podía caminar, y tardó más que la mayoría de los niños en aprender a hablar.

Pero tenía otros dones. Era muy bueno en matemáticas. Tenía fluidez para el latín, griego, e incluso el arábigo.

Debido a sus dolencias, Herman era paciente y compasivo. Era un verdadero genio de la música.

Y desde su infancia Herman mantenía un amor especial por la Santa Madre, por lo que no es ninguna sorpresa que escribiera su más fino trabajo para ella.

La Salve expresa hermosamente nuestra fe en la Madre de Dios quien extiende su amor y misericordia por todos nosotros.

  

LA SEÑAL DE LA CRUZ

Es la más básica de todas las oraciones católicas, que implica hacer el gesto de hacerse la señal de la cruz en el cuerpo.

Las palabras, “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén”,  invocan a descender sobre nosotros la bendición de la Santísima Trinidad

Y el gesto de tocar nuestra frente, pecho y hombros, nos marca con el emblema de la Cruz de Cristo, el signo de nuestra salvación.

Es el gesto mismo el que hace que la señal de la Cruz sea única: podríamos estar de pie en un autobús lleno de gente, orando fervientemente en nuestro corazón, y nadie a nuestro alrededor lo sabría.

Pero tan pronto como nos hacemos la señal de la Cruz, hacemos una declaración pública de quiénes somos y en lo que creemos.

La señal de la cruz es tan antigua como la Iglesia.

Originalmente, los cristianos tomaban su pulgar y hacían una pequeña cruz en sus frentes.

El teólogo cristiano Tertuliano (c.160-220) nos dice que en su tiempo,

En todos nuestros viajes y movimientos, en cada entrar y salir; al ponernos nuestros zapatos; en el baño, en la mesa, al encender las velas, al acostarnos, al sentarnos; en cualquier cosa que nos ocupa, nosotros [los cristianos] marcamos nuestras frentes con la señal de la Cruz”.

Era un pequeño gesto sutil, adecuado para una época en que los cristianos tenían que mantener un perfil bajo.

La señal de la cruz como la conocemos, apareció más tarde, después de que terminó la época de la persecución.

  

LA ORACIÓN DE SAN FRANCISCO (HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ)

Muchas personas piensan que San Francisco de Asís escribió esta oración, pero están equivocados.

No se encuentra entre los escritos de San Francisco.

De hecho, no proviene de antes de 1912.

En ese año, la oración apareció en una revista llamada La Clochette (La Campanilla) publicada en París por una organización católica conocida como La Liga de la Santa Misa.

Un aristócrata francés, el marqués Stanislas de La Rochethulon, admiraba la oración y envío una copia al Papa Benedicto XV en 1915.

Al año siguiente, la oración fue publicada en L’Osservatore Romano, el diario del Vaticano.

Posteriormente, un sacerdote franciscano francés vio la oración, y la mandó imprimir al reverso de una estampa de San Francisco.

El franciscano le puso título a la oración, “Oración por la paz”.

Como había una imagen de San Francisco al frente de la tarjeta, se hizo conocida como la Oración de San Francisco, o la Oración por la Paz de San Francisco.

Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, esta oración se abrió camino en todo el mundo.

Con protestantes y católicos alentando a la gente a rezarla en aras de un pronto fin a las guerras.

Todavía es una de las favoritas de los cristianos que anhelan la paz.

Como católicos tenemos la suerte de contar con una muy rica variedad de oraciones.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Maravilloso Testimonio: María fue a Buscar a un Niño Evangélico para Convertirlo en Sacerdote

Los evangélicos y los protestantes “de a pie” tienen dos ideas fijas con los católicos.

Que se las recuerdan automáticamente cada vez.

Que son idólatras y que adoran a María.

Se trata de una reacción condicionada, generada por repetición desde el inicio de su fe, para estigmatizar al supuesto oponente.

Resulta infructuoso tratar de explicarles lo contrario; ni lo intentes porque vas a terminar exasperado.

Pero María, como siempre, viene en nuestro auxilio.

Si no, mira el testimonio que comienza cuando un niño evangélico tenía 9 años.

Este relato es una muestra más de que María nos viene a buscar para conducirnos a Jesús.
.
Juntos, lentamente nos van sanando, instruyendo, purificando, guiando.

Pero hay casos aún más fuertes humanamente.

Como el de un hoy sacerdote ecuatoriano que fue concebido por violación y años después confesó a su padre biológico.

 

LA HISTORIA DEL NIÑO PROTESTANTE

Un niño protestante de seis años a menudo había escuchado a sus compañeros católicos rezar el Avemaría.

Le gustó tanto que la copió, la memorizó y la rezaba todos los días.

“Mira, mamita, qué bonita oración,” le dijo a su madre un día.

“No la digas nunca más” respondió la madre.
.
“Es una oración supersticiosa de los católicos que adoran ídolos y piensan que María es diosa.
.
Después de todo, Ella es una mujer como cualquier otra.
.
Vamos, toma esta Biblia y léela.
.
Contiene todo lo que debemos de hacer.”

A partir de ese día, el pequeño dejó de rezar su Avemaría diaria y dedicó más tiempo a leer la Biblia.

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ENCONTRÓ A MARÍA EN EL EVANGELIO

Un día, leyendo el Evangelio, vio el pasaje sobre la Anunciación del Ángel a la Virgen.

Lleno de gozo, el chiquillo corrió a su madre y le dijo:

Mamita, encontré el Avemaría en la Biblia que dice:
.
‘Llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre las mujeres’
.
.
¿Por qué la llamas una oración supersticiosa?”

.
Ella no contestó.

En otra ocasión, encontró la escena de la salutación de Isabel a la Virgen María y el hermoso cántico del Magnificat, en el que María anunció: ‘desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones’.

Ya no le dijo nada a su madre y comenzó a rezar nuevamente el Avemaría cada día, como solía hacerlo.

Sentía placer al decirle esas hermosas palabras a la Madre de Jesús, Nuestro Salvador.

 

REIVINDICA PÚBLICAMENTE A MARÍA

Cuando cumplió catorce años, un día oyó que su familia discutía sobre Nuestra Señora.

Todos dijeron que María era una mujer común y corriente.

El niño, luego de oír sus razonamientos erróneos, no pudo soportarlo más y, lleno de indignación, los interrumpió diciendo:

María no es como cualquier otro hijo de Adán, manchado de pecado.
.
¡No! El Ángel la llamó LLENA DE GRACIA Y BENDITA ENTRE LAS MUJERES.

María es la Madre de Jesús y en consecuencia, la Madre de Dios.

No existe una dignidad más grande a la que pueda aspirar una criatura.

El Evangelio dice que todas las generaciones la llamarán bienaventurada, mientras que ustedes tratan de despreciarla y hacerla menos.

Su espíritu no es el espíritu del Evangelio ni de la Biblia que proclaman es el fundamento de la religión cristiana.

jesucristo sacerdote

 

LA CONFESIÓN MARIANA FUE DIVISIVA

Fue tan honda la impresión que causaron las palabras del chico en su madre, que muchas veces lloró desconsolada:

¡Oh, Dios, temo que este hijo mío se unirá un día a la religión católica, la religión de los Papas!

Y en efecto, poco tiempo después hijo se convenció que la religión católica era la única auténtica.

La abrazó y se convirtió en uno de sus más ardientes apóstoles.

Y unos años después de su conversión, el protagonista de nuestra historia se encontró con su hermana ya casada.

Quiso saludarla y abrazarla, pero ella lo rechazó y le dijo indignada:

Tú no tienes idea de cuánto amo yo a mis hijos.
.
Si alguno quisiera hacerse católico, primero le enterraría una daga en su corazón que permitirle abrazar la religión de los Papas.

Su ira y su temperamento eran tan furiosos como los de San Pablo antes de su conversión.

 

SU HERMANA DESCUBRE LA FE CATÓLICA EN MEDIO DE LA TRIBULACIÓN

Sin embargo, su hermana pronto cambiaría su manera de ser, tal como le ocurrió a San Pablo en su camino a Damasco.

Sucedió que uno de sus hijos cayó gravemente enfermo.

Los médicos no daban esperanzas para su recuperación.

Tan pronto se enteró su hermano, la buscó en el hospital y le habló con cariño, diciéndole:

Querida hermana, tú naturalmente deseas que tu hijo se cure.
.
Muy bien, pues entonces haz lo que te voy a pedir. Sígueme.
.
Recemos juntos un Avemaría y prométele a Dios, que si tu hijo recobra la salud, estudiarás seriamente la doctrina católica.

.
Y que en caso de que llegues a la conclusión que el Catolicismo es la única religión verdadera, tú la abrazarás sin importar los sacrificios que esto te implique.”

Su hermana en principio se mostró reacia, pero como deseaba la recuperación de su hijo, aceptó la propuesta de su hermano y rezó con él un Avemaría.

Al día siguiente, su hijo estaba completamente curado.
.
La madre cumplió su promesa y se puso a estudiar la doctrina católica.

Después de una intensa preparación, ella recibió el Bautismo en la Iglesia Católica junto con toda su familia.

Cuánto le agradeció a su hermano que hubiese sido un apóstol para ella.

padre Francis Tuckwell

 

EL NIÑO EVANGÉLICO SE CONVIRTIÓ EN SACERDOTE

Esta historia la relató el Padre Francis Tuckwell en una de sus homilías.

Hermanos, terminó diciendo, el niño protestante que se hizo católico y convirtió a su hermana al Catolicismo, dedicó su vida entera al servicio de Dios, él es el sacerdote que les habla.

¡Cuánto le debo a la Santísima Virgen, Nuestra Señora!

También ustedes, mis queridos hermanos, dedíquense por completo a servir a Nuestra Señora y no dejen pasar un solo día sin decir la hermosa oración del Avemaría así como su rosario.

Pídanle a Ella que ilumine la mente de los protestantes que están separados de la verdadera Iglesia de Cristo fundada sobre la Roca (Pedro) y contra la cual ‘las puertas del infierno nunca prevalecerán’.

 

OTRO MARAVILLOSO TESTIMONIO DE UNA SACERDOTE CONCEBIDO POR VIOLACIÓN QUE ABSOLVIÓ A SU PADRE

También vale la pena recordar el testimonio del sacerdote ecuatoriano cuya madre fue violada.

Y aunque la quisieron hacer abortar no pudieron y nació él.

Quien incluso luego confesó a su padre biológico y le dio la absolución.

Un sacerdote de Ecuador compartió la forma en que fue concebido, por violación, cuando su madre tenía 13 años.

Y más tarde no sólo perdonó a su padre, sino que oyó su confesión.

Yo podría estar en un bote de basura, pero me dieron la vida”  dijo el Padre Luis Alfredo Leon Armijos, a ACI Prensa, en una entrevista.

El sacerdote compartió cómo su madre, María Eugenia Armijos, tuvo que trabajar limpiando una casa en Loja, Ecuador, para ayudar a sus padres con sus siete hermanos.

Ella sólo tenía 13 años cuando el dueño de la casa, aprovechando la soledad, abusó de ella y la dejó embarazada.”

La familia de María Eugenia la rechazó.

Ellos no querían que el bebé naciera, por lo que la golpearon en el vientre y le dieron bebidas que la harían abortar.

La chica decidió huir a la ciudad de Cuenca, donde dio a luz a Luis Alfredo, que nació con problemas respiratorios debido a la corta edad de su madre.

Después de un tiempo y con la ayuda paterna, María volvió a Loja para empezar

“Una vida como madre soltera en que le tocó quedarse a cargo de su violador, mi padre.

Quien acepta reconocerme y hacerse cargo de mí.

Pero eso no quiere decir que las cosas estaban sanas entre ellos”, relató el P. León.

Tuvieron tres hijos más pero la relación del hoy presbítero con él era distante.

Sus padres se separaron más tarde y su madre finalmente le reveló la forma en que fue concebido.

Cuando el Padre León tenía 16 años, fue invitado a la Renovación Carismática. 

“Allí tuve mi primer encuentro con Cristo, dijo.

A los 18 años decidió entrar en el Seminario de Loja, y fue ordenado sacerdote a los 23 años.

Años más tarde recibió una llamada de su padre que tenía que pasar por una cirugía.

“Estaba asustado y me dijo ‘quiero que escuche mi confesión’, dijo León.

“Le dije: ‘Padre, merece el cielo, la vida eterna’”, explicó el sacerdote.

“En ese momento mi padre se llenó de lágrimas”.

Después de 30 años, padre de León recibió la Comunión.

Fr. León es actualmente párroco de la parroquia de San José en Loja, Ecuador.

Fuentes:

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El Avemaría en el Catecismo de la Iglesia Católica

Lo primero que hemos de advertir es que esta plegaria tiene origen divino y origen eclesiástico. El ángel e Isabel fueron los personajes inspirados por Dios. La Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, completó la primera oración a Nuestra Señora.

«Dios te salve, María [Alégrate, María]». La salutación del Ángel Gabriel abre la oración del Ave María. Es Dios mismo quien por mediación de su ángel, saluda a María. Nuestra oración se atreve a recoger el saludo a María con la mirada que Dios ha puesto sobre su humilde esclava (cf. Lc 1, 48) y a alegrarnos con el gozo que El encuentra en ella (cf. So 3, 17b)

«Llena de gracia, el Señor es contigo». Las dos palabras del saludo del ángel se aclaran mutuamente. María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquél que es la fuente de toda gracia. «Alégrate… Hija de Jerusalén… el Señor está en medio de ti» (So 3, 14, 17a). María, en quien va a habitar el Señor, es en persona la hija de Sión, el arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor: ella es «la morada de Dios entre los hombres» (Ap 21, 3). «Llena de gracia», se ha dado toda al que viene a habitar en ella y al que entregará al mundo.

«Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús». Después del saludo del ángel, hacemos nuestro el de Isabel. «Llena del Espíritu Santo» (Lc 1, 41), Isabel es la primera en la larga serie de las generaciones que llaman bienaventurada a María (cf. Lc 1, 48): «Bienaventurada la que ha creído… » (Lc 1, 45): María es «bendita entre todas las mujeres» porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor. Abraham, por su fe, se convirtió en bendición para todas las «naciones de la tierra» (Gn 12, 3). Por su fe, María vino a ser la madre de los creyentes, gracias a la cual todas las naciones de la tierra reciben a Aquél que es la bendición misma de Dios: Jesús, el fruto bendito de su vientre.

«Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros… «. Con Isabel, nos maravillamos y decimos: «¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lc 1, 43). Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora para nosotros como oró para sí misma: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38). Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: «Hágase tu voluntad».

«Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte». Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la «Madre de la Misericordia», a la Virgen Santísima. Nos ponemos en sus manos «ahora», en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, «la hora de nuestra muerte». Que esté presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra (cf. Jn 19, 27) para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso.

Fuente: Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 2676-2677

 

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Cambio del comienzo del Ave María

Recibimos una comunicación del Sr. Alejandro Jiménez Alonso que nos envía una exhortación a los Obispos Españoles, en la que presenta un estudio sobre el Saludo Angélico y les propone el cambio del comienzo del Ave María en Español. «Estamos convencidos de que ha llegado la hora de mejorar la traducción española del Saludo. El Cardenal Rouco Varela comunicó al filólogo franciscano P. Francisco Gómez Ortín, que se necesitarían muchas adhesiones para conseguirlo.”

 

I – ESTUDIO SOBRE LA SALUTACIÓN ANGÉLICA, ENVIADO A LOS OBISPOS ESPAÑOLES

¿¡DIOS TE SALVE!… MARÍA?

1 LOS SALUDOS

 

En este mundo tan lleno de egoísmo como falto de Caridad, no es raro escuchar maldiciones como “así te pudras”, o con ese tipo de “lindezas”. En el lado opuesto, y en aquellos tiempos en que se palpaba la Fe en la calle, la mejor bendición que podía dirigirse a un pecador era decirle “vaya usted con Dios”, o “Dios te salve”. Pero lo que resulta cada día más chocante, es que con esta última locución se invoque en España a la Inmaculada Madre de Dios, que se la salude con los mismos términos que podrían dirigirse a una mujer pecadora.

2 ORIGEN DE LA SALUTACIÓN ANGÉLICA

Estudiando el origen de la Salutación Angélica en la Sagrada Escritura, nos encontramos con diversas acepciones que demuestran cómo en ocasiones se opta por una traducción popular, a riesgo de perder altura teológica y semántica en la expresión. Si acudimos a los textos originales, en Hebreo el saludo es (suena) “Shalôm Lad Myriam” (Paz a María); y en Griego: “Jaire, María”; es decir: “Alégrate, María”.

Exégetas cualificados explican que el saludo de S. Gabriel encierra un significado extraordinario: de una parte, se trata del “Shalôm” hebrero “que indica la Paz, la vida total, la plenitud de los dones de Dios”; pero también abarca la alegría del saludo mesiánico por el Rey que viene. En este sentido es todavía más que el simple “Jaire” griego, pues en la Anunciación, se cumplen sobre la Inmaculada los textos bíblicos de Is 12,6; So 3,14; Za 2,14, 9,9; etc: “Alégrate sobremanera, Hija de Sión. Grita exultante, Hija de Jerusalén. He aquí que viene a Ti tu Rey, Justo y Victorioso…” (Za 9,9).

Este Saludo Mesiánico –acompañado del “llena de Gracia”- es el que produce la turbación de la Humilde Esclava de Dios. Y no resulta fácil encontrar una fórmula equivalente para un saludo tan denso. Quizás algo así como “Exulta de Paz, María, llena-de-Gracia”. Por eso en la Bula “Innefabilis Deus”, el Beato Pío IX reconoce que “con ese singular y solemne saludo, jamás oído, se manifestaba que la Madre de Dios era sede de todas las gracias divinas, y que estaba adornada de todos los carismas del Divino Espíritu; más aún, que era como tesoro casi infinito de los mismos, y abismo inagotable,…”(n.12)

Es evidente que del Saludo al que se refiere el Papa de la Inmaculada al “Dios te salve” español hay un abismo. Como la Virgen es la Reina de la Humildad, y ve el cariño de los corazones, no se habrá disgustado. Pero ha llegado la hora de que sus hijos adultos purifiquen esa Oración. Y lo harán impulsados por el Divino Esposo de María; en efecto: “El mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la Fe por medio de sus Dones” (C. Vaticano II, Dei Verbum, c.1,5) .

3 VERSIÓN LATINA

Retomando el estudio: En Latín, S. Jerónimo tradujo los textos originales por “Ave”, que es imperativo de “Aveo”(recibir el saludo); era la forma popular romana: “Ave, Cesar”. Algún biblista ha calificado de “vulgar” esta traducción; pero quizás el Santo estimó que el nivel cultural del momento no estaba para más alturas. Hay autores que traducen el saludo por “Salve”, imperativo de “salveo” (saludar). Pero lo que no tiene ninguna justificación es traducirlo por salvar (Dios te salve), pues este verbo en Latín se dice “salvificare”. Además el subjuntivo expresa un deseo. ¿Habrá que desear la salvación de la Madre de Dios? Sí, ya sabemos que no queremos decir esa barbaridad, pero literalmente la decimos. No existe pues ningún argumento etimológico ni semántico, ni teológico que justifique la traducción española.

4 VERSIONES A NIVEL MUNDIAL

El argumento geográfico siempre ha sido considerado despersonalizador: cambiar de forma de pensar o vivir, para imitar -sin más- a los vecinos. Pero en este caso podría ser enriquecedor. Echemos un vistazo a otros idiomas:

En Italiano se dice: “Ave María, piena di Grazia”; en Portugués: “Avé María cheia de graça”. En Francés se dice “Je te salue Marie…” (Yo te saludo, María). Los ingleses rezan: “Hail Mary, full of Grace” –> Hail = saludar, aclamar …Hail Mary= Ave María. Salvar es save: God save the Queen =Dios salve a la Reina. En Alemania dicen: “Gegrüsse sei Du Maria”; literalmente: “Saludada seas Tú, María”. En Ucrania: “Madre de Dios, Virgen, alégrate, Dios está contigo”. En Ruso: “Madre de Dios, Virgen, alégrate”. En las Antillas holandesas, se habla Pappiamento y nos cuenta el Obispo -Monseñor Luis A. Secco, SDB- que allí se dice: “Mi ta cumindá Bo, Maria, yen di gracia…”: que traducido sería: «Yo te saludo, María, llena de gracia…».

En países de mayoría musulmana, tanto en Asia como en África, el Saludo Angélico empieza con la popular forma –Salam- que es un deseo de Paz. Así en buena parte de Congo, Tanzania y Kenia se habla el Swahili y se dice: “Salam María, umejaa Neema; Lo mismo ocurre en Indonesia y Malasia, donde se habla el Bahasa. La oración del Ave María se llama “Salam Maria”, y comienza: “Salam María, penuh Rahmat”. Y en Japón, dicen (suena) “Medetashi” que es un simple Ave latino. Según esto, en España -que tanto se señaló en la Defensa del Dogma de la Inmaculada- se hizo la peor traducción del saludo Angélico de los cinco continentes, enseñándola así en las naciones hijas/hermanas de América.

5 RESTAURACIÓN

Lo que pedimos se trata de una RESTAURACIÓN, ya que hasta el siglo XVI –como demuestra el Padre Gómez Ortín- se mantenía el “Ave” latino. Lo vemos, por ejemplo, en Gonzalo de Berceo: “Cuando Gabriel sabrosamente/ dixo: Ave María”… (Milagros de Nuestra Señora).

Y en una obra de 1496, en la que Fray Hernando de Talavera, primer Arzobispo de Granada, se refiere a las dos oraciones de nuestro estudio “En la qual deven ser enseñados los moçuelos primero que en otra cosa: “Ave María, llena de gracia. El señor contigo. Bendicta tú en las mugeres. Y bendicta Tu, Madre. Y bendito el fruto de tu vientre Iesu”, y “Salve, Reyna de misericordia. Dulçor de vida. Esperanza nuestra, Salve…”.

Como “Nada hay oculto que no llegue a descubrirse”(Mt 10,26) y propio S. Jerónimo nos dice que “no querer ser perfecto es un delito” (Carta14,7),

6 PROPONEMOS

A nuestros queridos Obispos, que salga a la luz y se detenga ya esta mala traducción. El 150 aniversario del Dogma de la Inmaculada ha sido, a nuestro parecer, la ocasión ideal para mejorar la fórmula con que nos dirigimos a Aquella que proclaman Bienaventurada todas las generaciones (Lc 1,48), y para condensar en el “Ave” latino, toda la riqueza con que el Arcángel se dirige a Aquella que Dios se ha escogido por Madre: “Ave, María, llena eres de Gracia, …”.

En su día (1984) el Episcopado Español juzgó oportuno modificar la redacción del Padre Nuestro, para acomodarse a la usanza de América Latina. Va siendo hora de que la Comunidad Hispanoamericana ajuste el comienzo del Ave María, para saludar a la Madre de Dios como se hace en todo el Orbe Católico, teniendo en cuenta que lo que a nivel mundial se hace, se ajusta más a la Sagrada Escritura.

Téngase en cuenta que esta actitud perfeccionista no es nueva en la historia de esta Oración. Al principio se rezaba sólo la primera parte, hasta “bendito es el Fruto de tu Vientre”. Urbano IV (s. XIII) añadió el Nombre de “Jesús”. En el s. XIV se incorporó “Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores”. S. Pío V (s. XVI) la completó con “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Y no nos olvidamos de la inspirada ampliación de los Misterios del Rosario, por parte de Juan Pablo II.

7 TAMBIÉN LA SALVE

Con el mismo criterio, proponemos también que se modifique el saludo de otra popular oración: Entendemos que la “Salve Regina, Mater Misericordiae”, debiera traducirse por “Salve, Reina y Madre de Misericordia”. Y si en canciones o versos pudiera ocasionar algún problema de tipo rítmico, proponemos esta fórmula: “Salve, Virgen, Reina y Madre…”; el número de sílabas poéticas es el mismo que “Dios te salve, Reina y Madre…”.

ROGAMOS por tanto, a nuestros Obispos, que tomen en consideración este humilde estudio, esta ilusión que compartimos con otros hermanos, e inviten a Párrocos y fieles a hacer esta pequeña pero significativa modificación. Será un Obsequio Hispano a la Madre de Dios en el Aniversario que estamos celebrando: “Tota pulchra es María, et macula originalis non est in Te. Allelúia”.

Desde Santander (España), en la festividad del Nacimiento de María, a 8 de septiembre de 2005.
Coordinador responsable:
Fdo: Alejandro Jiménez Alonso

 

II – ALGUNAS CONTESTACIONES DE LOS OBISPOS

El Obispo de Bilbao y entonces Presidente de la Conferencia Episcopal Española: Bilbao, 23 de septiembre de 2005

Sr. D. Alejandro Jiménez Alonso Apartado 580 SANTANDER.-
Muy estimado D. Alejandro:
Recibida su carta, comunicando la inquietud de Grupos de Oración de diversas provincias, sobre el saludo con que se inicia el Ave María, tomo en cuenta lo que señalan.
Pido al Señor que les bendiga abundantemente y nos ilumine a todos para dar la respuesta que más convenga.
Con todo afecto,

+ Ricardo Blázquez – Obispo de Bilbao

El Arzobispo de Oviedo: Oviedo, 22 de septiembre de 2005

“Estimado Alejandro:
Acabo de recibir el estudio realizado sobre el Ave María y lo haré llegar a la Comisión Episcopal de la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, que tiene el encargo de los Obispos de asuntos como el que proponéis. Agradezco tu interés y el de los grupos que representas y la propuesta que hacéis a los Obispos de España con motivo del 150 aniversario del dogma de la Inmaculada.
Con gran afecto, te bendice” – + Carlos, Arzobispo de Oviedo

El Obispo de Palencia, a través de su Secretario Particular: Palencia, 26 de septiembre de 2005

Muy apreciado D. Alejandro:
El Sr. Obispo ha recibido su amable carta en la que Vd. expone las razones por las cuales convenía cambiar el comienzo de la oración del Ave María.
Me pide D. Rafael Palmero que les comunique que ha leído detenidamente la carta y el artículo que la acompaña. Él está de acuerdo con lo que Vds. dicen, y sugiere que escriban al Presidente de la Conferencia Episcopal Española para que, si lo estima oportuno, pueda dar cauce a su petición.
Con mi saludo cordialísimo y mi oración por Vds., quedo a su disposición,
Raúl Muelas Jiménez, Pbro. – Secretario Particular del Sr. Obispo

El Arzobispo de Barcelona: Barcelona, 20 de septiembre de 2005

Apreciado Sr. Jiménez:
Recibí su atenta carta, del pasado día 8 del mes en curso, juntamente con el escrito y la firmas de los que se han unido en la petición de cambiar, con una nueva versión, el saludo a la Virgen María que secularmente se le ha dado en castellano al inicio de «Avemaria» y de la antífona «Salve, Regina».
Tomo nota de sus observaciones, para tenerlas presente en el caso de que se presentara la ocasión de tener que tratar sobre el cambio de versión de estas plegarias marianas.
Con un cordial saludo,
+ Lluís Martínez Sistach – Arzobispo de Barcelona

El Obispo de Tarrasa, a través de su Secretario: Tarrasa, 28 de septiembre de 2005

Apreciado Sr.,
Me dirijo a usted por indicación del Sr. Obispo para notificarle que ha recibido su escrito acompañado con las firmas. El Sr. Obispo agradece la carta y los comentarios que le han hecho llegar y la propuesta que ustedes tienen la intención de vehicular.
El Sr. Obispo les encomienda en sus oraciones y les anima a continuar su trabajo por el bien de la Iglesia.
Cordialmente,
Mn. Fidel Catalán Catalán – Secretario Particular

El Obispo de Cádiz y Ceuta: Cádiz, 4 de octubre de 2005

Estimado D. Alejandro: Acuso recibo de su atento escrito que he leído con detenimiento.
Reciba un cordial saludo y mi bendición.
Antonio Ceballos – Obispo de Cádiz y Ceuta

El Obispo de Urgel: 12 de septiembre de 2005

Sr. Alejandro Jiménez Alonso SANTANDER.-
Estimado Señor:
Le agradezco mucho su atenta carta acompañando muchas firmas en la que se propone la revisión y cambio del inicio de la oración a la Virgen María por antonomasia. Poner «Ave» en vez del «Dios te salve». Creo que es bueno que se estudie esta cuestión, como proponen y les sugiero que se dirijan a Mons. Julián López, Presidente de la Comisión episcopal de Liturgia de nuestra Conferencia Episcopal. Reciban un cordial saludo. Affmo. en el Señor,
+Joan-Enric Vives – Obispo de Urgell

El Obispo de Córdoba a través de su Secretario: 14 de septiembre de 2005

Estimado amigo:
El Sr. Obispo de Córdoba ha recibido su carta y la documentación aneja en la que usted y otras personas proponen alguna modificación en el rezo del Ave María.
Al mismo tiempo que le agradece la confianza que en él deposita, le asegura por mi medio su oración por todos ustedes para que la Santísima Virgen les acompañe en la difusión de la devoción a la Virgen.
Un saludo fraterno y cordial de su afmo. en el Señor.
Francisco Roldán Alba – Secretario Particular

El Obispo de Huelva: Huelva, 20-10-05

Estimado D. Alejandro:
No he podido contestar antes a su carta porque he estado enfermo y hospitalizado y, cuando he llegado, me he encontrado montones de correspondencia.
La idea, que Vd. expone en su escrito, me parece buena. Pero, sobre todo, lo que me parece estupendo ese amor a la Santísima Virgen, que existe en el pueblo fiel, que le hace tomar ésta y otras iniciativas. Todo lo que se haga por Ella, nos ha de acercar más a su Hijo.
Le saluda con afecto y bendice.
+ Ignacio Noguer Carmona – Obispo de Huelva

El Obispo de Willemstad: 02-05-07

Apreciado hermano en Cristo, Alejandro Jiménez Alonso,
Con mucho gusto acojo la propuesta de su Grupo, para cambiar el saludo mariano «Dios te salve, María…» por «Ave, María, llena de gracia…». En estas islas del Caribe (Antillas Holandesas) se ha
bla «papiamento’, que es un Castellano antiguo mezclado con Portugués y se reza: «Mi ta cumindá Bo, Maria, yen di gracia…: que traducido sería: «Yo te saludo, María, llena de gracia…»
Aprovecho esta oportunidad para enviar mi cordial saludo y felicitación por esta propuesta, Atentamente, + Luis A. Secco, SDB – Obispo de Willemstad

El Cardenal de Madrid

En declaraciones al filólogo franciscano, Padre Francisco Gómez Ortín, el Cardenal Rouco Varela, le contestó “que era un error de traducción”, pero que para cambiar la oración eran necesarias más peticiones.

 

III – PARTICIPA CON TU FIRMA

Por eso os rogamos COLABORÉIS EN ESTA CAMPAÑA, firmando la adhesión a la misma para que los Obispos encuentren el apoyo necesario y realicen esta mejora que, después de leer el estudio, habréis entendido resulta evidente. Entra en la página

 

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