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Cómo Realizó la Virgen María la Conversión más Prodigiosa de la Historia

En 1521, la capital de la civilización Azteca cae en manos del ejército de Hernán Cortés.

Menos de 20 años más tarde, nueve millones de habitantes se convierten al cristianismo.

Durante siglos habían profesado una religión politeísta y practicado los sacrificios humanos más crueles.

Guadalupe5

Cada año los Aztecas ofrecían en sacrificio al menos 20.000 hombres, mujeres y niños a sus dioses sedientos de sangre.
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Y en algunos festivales especiales como la consagración de algún nuevo templo, los sacrificados al dios serpiente Quetzalcoatl llegaban a 80.000 en una sola ceremonia.

¿Qué ocurrió ese día para que se produjera luego una conversión sin precedente histórico alguno?

Se podrían contestar que 2 cosas centrales:

a) Las autoridades locales de la Iglesia aceptaron rápidamente la aparición
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Ya que le tardó solo 5 días a Fray Zumárraga aceptar lo sobrenatural, tendiendo un puente firme entre el mundo Europeo y cristianizado, y el indígena politeista.

b) Y la Virgen les habló a los indígenas en un lenguaje entendible para ellos.
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Con simbologías que les eran familiares, generándose un sincretismo que los atrajo a Cristo.

con su rica simbología se fue realizando a través del tiempo.

Como si el cielo hubiera ido acompañando la evangelización paso a paso.

Primero produciendo una imagen original en la tilma de Juan Diego, que tuvo otras intervenciones que fueron enriqueciendo el mensaje en segundos momentos.

Puedes leer esto para más información:

cuadro de virgen de guadalupe y aztecas fondo

 

LA INTERVENCIÓN DE NUESTRA SEÑORA CAMBIÓ LA HISTORIA

Las consecuencias de las apariciones de Guadalupe fueron verdaderamente sorprendentes.

Uno de los primeros Padres Franciscanos, Toribio de Benavente afirmaba ya en 1537, sólo seis años después de Guadalupe, que nueve millones de aztecas habían sido bautizados.

La magnitud de este logro se hace evidente cuando nos damos cuenta que la evangelización de otras posesiones españolas y portuguesas tomó siglos.

Es aún más sorprendente ya que había una amenaza real de un levantamiento de los aztecas contra sus conquistadores españoles justo antes de que Nuestra Señora que apareciera a Juan Diego.

Los exploradores españoles habían empezado a colonizar el área del Caribe después del descubrimiento de América en 1492.

Pero no fue hasta 1519 que el imperio azteca, en lo que ahora es México, fue conquistado por Cortés.

Su pequeña fuerza logró derrotar a las fuerzas aztecas mucho más grandes y poner fin al interminable flujo de sangre exigido por la religión que practicaba extremadamente el sacrificio humano.

Los conquistadores obtuvieron la victoria contra los aztecas en 1519, y se detuvo el sacrificio de víctimas de una religión diabólica.

Pero sólo fueron capaces de cambiar la cultura de la sociedad azteca en escasa medida.

Hubo conversiones a la Iglesia, como en el caso de Juan Diego, pero eran lentas, y como se ha indicado, existía el peligro de una rebelión de los aztecas poco antes que Nuestra Señora apareciera en 1531.

Fueron esas apariciones y sus consecuencias las que cambiaron firmemente la cultura en México.
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Cambio que no hubiera sido posible sin la intervención de la Virgen.

Dios no multiplica milagros innecesariamente y si México podría haberse convertido sin una intervención de este tipo, entonces habría dejado que los acontecimientos se desarrollaran de forma normal.

Guadalupe y las sucesivas apariciones marianas, como las de Rue du Bac, La Salette y Lourdes en Francia en el siglo XIX, y en particular Fátima en Portugal en el siglo XX, muestran que el papel de la Virgen, tanto en la Iglesia y como en la historia del mundo, es de suma importancia.

Y señalan su increíble poder intercesor ante el trono de Dios.

María habló a los aztecas en su lenguaje, con sus símbolos, de una manera muy persuasiva.

MosaicoGuadalupe

 

UN NOMBRE FAMILIAR A INDÍGENAS Y A ESPAÑOLES

Durante cuatro días la Virgen se había comunicado con Juan Diego hablándole en su propia lengua, el náhualtl.

Al identificarse, María usó la palabra «coatlallope»; un sustantivo compuesto formado por «coatl» o sea, serpiente, la preposición «a» y «llope», aplastar; es decir, se definió como «la que aplasta la serpiente».

Otros reconstruyen el nombre como «Tlecuauhtlapcupeuh» que significa: «La que precede de la región de la luz como el Águila de fuego».

De todas formas el vocablo náhualtl sonó a los oídos de los frailes españoles como el extremeño «Guadalupe».

Relacionando el prodigio del Tepeyac con la muy querida advocación que los conquistadores conocían y veneraban en la Basílica construida por Alfonso XI en 1340.

¡La Virgen se comunicó de manera que la entendiesen tanto los indios como los españoles!

Los criollos, los indígenas y las castas se unieron en la veneración de la Guadalupana, que representaba a la patria criolla. Esta veneración se convirtió en factor de unidad nacional.

La imagen sería invocada y expuesta como un remedio contra las sequías, las inundaciones y las epidemias y, más tarde, los insurgentes la adoptaron como estandarte político.

De este modo surgió un símbolo nacional, reconocido por la inmensa mayoría de habitantes de Nueva España.

Símbolo que liberó a los criollos de su origen español, los desligó de España y les permitió identificarse con la tierra donde vivían.

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COMO SE PRESENTA MARÍA

El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.

María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores.

Con la conquista de México se generó otra clase de opresión sobre los indígenas, de tal forma que la Madre de Dios no esperó más y se aparece en el año 1531.

Cuenta la historia que los hijos nacidos de la violencia serán una raza nueva, mestiza, que será rechazada tanto por los españoles como por los aztecas.

Ya que entre éstos últimos la violación de la mujer era sancionada gravemente de modo que tanto la mujer como su hijo eran expulsados de tu territorio.

Por eso la Virgen de Guadalupe toma el rostro mestizo para hacerle sentir al pobre que ella es portadora del verdadero Dios por quien se vive.

La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo.

Que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre.

Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos.

El nombre de “SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE” ella misma lo dio a Juan Bernardino, tío de Juan Diego, cuando se le apareció para sanarles de sus enfermedades.

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Fotografía en infrarrojo de la Imagen, en negativo y en positivo

 

LO QUE VIERON LOS INDÍGENAS

En la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, existe algo que nosotros hemos mirado muchas veces y no hemos visto, y que los indígenas sí vieron, admiraron y entendieron,

 

EL LUGAR Y LOS COLORES

La aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, se realizó en la colina sagrada del Tepeyac, uno de los cuatro puestos principales para el sacrificio en la América Central precolombina y sede del Santuario de Tonantzin.

Significa para los indígenas, que la Virgen india es madre de los dioses.

Los colores del vestido de María: el rosa pálido de la túnica, es el de la sangre del sacrificio, el de Huitzilopochtli, dios que da y que preserva la vida, el color del oriente y el sol victorioso.

El color dominante verdeazul del manto, es el color real de los dioses indios.

 

LAS ESTRELLAS, LA FAJA Y EL TEMPLO

Las estrellas del manto son símbolos del comienzo de una nueva era.

La faja negra que ciñe el talle de la Virgen es el signo de la maternidad; María lleva en su seno a su hijo divino y se lo ofrece a los nuevos pueblos.

La falta de máscara (los dioses indígenas llevaban máscara) significa que la Señora no es una diosa, a pesar de ser superior al sol y a la luna, las grandes divinidades del lugar.

La petición de un templo tiene el profundo significado del comienzo de un nuevo sistema de vida.

El pueblo azteca adoraba al Sol, a la Luna y a las estrellas.
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La Virgen de Guadalupe oculta al sol (sus rayos aparecen por detrás), pisa la Luna, y las estrellas adornan su manto.
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Todos al servicio de María.

Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.

El cinto que marca el embarazo de la Virgen y que se localiza arriba del vientre, cae en dos extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era.

En la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo.

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LAS ROSAS Y EL ROSTRO

El puñado de rosas, que florecieron milagrosamente en un sitio desierto y en invierno, se ofrece como signo de autenticidad al obispo e indica la felicidad divina, en plena comunión con el Dador de la vida.

El color del rostro –de tono grisáceo–, su actitud y forma de vestir no son europeos, sino profundamente en consonancia con los usos del lugar.

Su rostro indica el mestizaje, unión de dos razas, encuentro de dos mundos.

Su figura –a pesar de no ser la de una mujer europea– no es tampoco la de una «indígena».

Parece ser más bien la idealización de la «nueva» mujer que tiene que surgir en el Continente Americano.

Se trata de la «Amable y Santa Mestiza» que el pueblo siente tan cercana a sus raíces más profundas.

 

NAHUÍ OLLÍN: (FLOR DE CUATRO PÉTALOS)

Una flor de cuatro pétalos, Nahuí Ollín, se alcanza a visualizar en el vientre de la Imagen.

Ésta representa, para los aztecas, la Morada de Dios, Centro del Universo, Ombligo de la Historia, Plenitud del Tiempo y del Espacio, Origen de la Vida.

Esta misma flor se encuentra en el centro de la Piedra del Sol o Calendario Azteca.

El trébol de cuatro hojas como signo de plenitud simboliza a Dios. Al estar sobre el vientre de María quiere decir que Ella nos trae a Dios en su seno.

Ella misma se presentó como la Madre del Verdadero Dios. Del Dios Autor de cielo y tierra, y que está en todas partes.

La siempre Virgen María, Madre, no de los dioses falsos, en cuyo altar se derramaba sangre humana, sino del verdadero Dios.

 

SIGNO DE CERCANÍA

En el acontecimiento Guadalupano vemos un signo: que Dios, en María, hace sentir al pueblo su cercanía para hacerlo comunidad.

Se trata de un signo maternal, ya que, como Madre, no sólo está para mostrar el cariño de Dios, sino también para realizar una misión unificadora.

Desde los orígenes y en su advocación de Guadalupe, María constituyó el gran signo de rostro maternal y misericordioso de la cercanía del Padre y del Hijo, con quien Ella nos invita entrar en comunión.

Desde antes de las apariciones ya existía entre los aztecas una diosa llamada Tonantzin, que significa Venerable madre, a la que acudían los indígenas debido a que entre ellos la mujer era primero que el hombre.

Era tan importante el papel de la madre que dentro del concepto teogónico existe la siguiente filosofía In-tonan-in-tota, cuyo significado es madre y padre.

Esto implica que en el verdadero dios de los aztecas, llamado Ometeotl, existía una dualidad cuya traducción es “dos dios”, es decir madre y padre.

Entre los aztecas, la madre tenía prioridad sobre el padre.
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Fue por eso que la evangelización entre los indígenas se hizo más fácil a partir de la presencia de Santa Maria de Guadalupe en tierras mexicanas.

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MÁS PRINCIPIOS TEOGÓNICOS

Existen varios principios teogónicos (conocimiento de los dioses) entre los aztecas que los misioneros, por no comprenderlos, los desecharon y que la Virgen de Guadalupe los retoma.

a) Tloque nahuaque, que significa dueño del cerca y del junto.

Que es el lenguaje con el que se relacionan con el indio Juan Diego cuando le dice “Quiero que aquí en este lugar se me construya una casita”.

b) Ipalnemohuani, cuyo significado es aquel por quien se vive.

Nuevamente, Santa María de Guadalupe retoma este difrasismo cuando dice “¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿Qué más has de menester?”.

c) In Xóchitl in Cuícatl, que significa flor y canto.

La Virgen morena se va a hacer presente en el Tepeyácatl (cerro de la nariz donde se veneraba a la Tonantzin) y se manifiesta a través de las flores, porque éstas simbolizaban la verdad.

plaza del zocalo fondo basilica guadalupe

 

MÁS INTERPRETACIONES DE LA IMAGEN

La imagen les hablaba a los indígenas a través de los signos, era un pictograma, un códice, como un libro que les hablaba por la imagen.
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Los aztecas se expresaban por signos que representaban ideas y objetos.
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Esta imagen era una evangelización.

CABELLO

Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas es señal de virginidad. Es Virgen y Madre.

 

ROSTRO

Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.

 

MANOS

Sus manos están juntas en señal de recogimiento, en profunda oración.

La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.

 

EDAD

Representa a una joven que su edad aproximada es de 16 a 18 años.

 

ESTATURA

La estatura de la Virgen en el ayate es de 1.43 centímetros, compatible con los indígenas.

PROCESION GUADALUPE

 

LOS RAYOS

La Virgen está rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura.

El mensaje transmitido es: ella es la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero.

Ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” (México de nátuahl) para que allí nazca, alumbre y dé vida.

 

LA LUNA

La Virgen de Guadalupe esta de pie en medio de la luna, y no es casual que las palabras México en nátuahl son “Metz – xic – co” que significan “en el centro de la luna”.

También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los ciclos de la fertilidad femenina y terrestre.

 

EL ÁNGEL

Un ángel está a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar.

Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe.

Sus manos sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto.

El ángel, hombre alado, simboliza a Juan Diego, cuyo nombre era Cuautlatohuac, que significa «el que habla como el águila».

Llevaba la camisa que usaban los indios convertidos; pues antes, debajo de la tilma, sólo llevaban el taparrabos.

Juan Diego es el ángel mensajero que nos trae a la Virgen de Guadalupe: la sostiene con sus brazos.

 

EL BROCHE CON LA CRUZ

Indica que ella nos trae la joya de Cristo crucificado.

Era la misma cruz que ellos veían en los estandartes de los españoles.

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MILAGROS ALREDEDOR DE LA TILMA, DESDE SIEMPRE

El día 26 de Diciembre de 1531 (pocos días después del milagro) iba un grupo transportando la tilma al cerro del Tepeyac.

En la misma iban muchos indios festejando, como era la costumbre de los chichimecas, jugando con los arcos y las flechas y danzando.

A uno de ellos se le disparó accidentalmente una flecha, con tan mala suerte que atravesó la garganta de un indio que iba caminado acompañando el manto. El mismo murió en el acto en que la flecha le atravesó la yugular.

Luego de haberle extraído la flecha delante mismo del manto, el indio revivió y sólo le quedo la cicatriz hasta el día en que murió.

A raíz de este impresionante hecho 9.000.000 de indios se convirtieron al cristianismo.

Sin embargo se ha construido una leyenda negra alrededor de la conquista cristiana de América.

Que habla de la demolición de las culturas latinoamericanas, en especial Azteca e Inca, suplantadas por la europea.
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Y también pone énfasis en los crímenes y asesinatos durante la conquista.

No se puede negar que hubo excesos. Pero tampoco que el motor de esto es una crítica básicamente política.

En primer lugar los críticos no consideran que los imperios Azteca e Inca eran brutalmente agresivos con los otros pueblos conquistados.

Y como vimos los Aztecas tenían una costumbre ritual de sacrificios humanos, que no tenían los cristianos europeos, y que denota su escasa valoración de la vida humana.

Sin embargo la leyenda negra las retrata como civilizaciones pacíficas atacadas por los crueles cristianos europeos.

En segundo lugar hay que considerar que cuando chocan dos culturas se producen conflictos.

Y no se puede culpar a la Iglesia Católica por directivas que emanaban del poder político español y portugués de la época.

Y es más, los clérigos que acompañaban las expediciones a América se caracterizaron siempre por la defensa de los indígenas.

Esto contrasta con la conducta de los protestantes ingleses, qué consideraban a los Indígenas cómo predestinados a no salvarse, y por lo tanto menos valiosos que los predestinados para salvarse, como eran ellos.

Basta ver qué América Latina tiene hoy un fuerte componente indígena mientras en Estados Unidos y Canadá las naciones indígenas han desaparecido prácticamente a consecuencia de una política incesante de exterminio.


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Breaking News Comunismo / Socialismo Conversión Conversiones Movil NOTICIAS Noticias 2017 - julio - diciembre TESTIMONIOS Y MILAGROS

La CONVERSIÓN de Dos Iconos Comunistas: la Hija de Stalin y Kalashnikov

La vida tiene esas cosas maravillosas.

Dos personas que debieran haber sido grandes estandartes del comunismo decidieron dejar de ser ateos y pasarse al cristianismo.

Svetlana Stalin

Una es la hija del genocida Joseph Stalin, que al vivir fuera de Rusia desde los 30 años abrazó el catolicismo.

Y el otro es el famoso diseñador del arma más letal jamás inventada.
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Con remordimiento permanentes de conciencia se convirtió a la fe cristiana ortodoxa a los 91 años.

Hija de Stalin

 

LA CONVERSIÓN AL CATOLICISMO DE LA HIJA DE STALIN

Una de las conversiones más impresionantes es la de Svetlana Stalin.
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Hija del dictador y genocida comunista Joseph Stalin, Svetlana nació y creció en una sociedad atea.

Svetlana Stalin, hija del famoso dictador ruso, se hizo católica en 1982.

En 1993 narra su conversión tras una vida que la ha llevado a través del sufrimiento al bautismo ortodoxo y luego a la Iglesia Católica.

Su testimonio ha sido publicado en “Lettera del Foyer Orientale”, “Nostra Signora dei Tempi Nuovi”, “Popoli” (lugl-sett, 1995, pp. 54-55).

Svetlana Stalin de niña con su padre

 

LA FE TRASMITIDA POR SUS ABUELAS

Los primeros 36 años que he vivido en el estado ateo de Rusia no han sido del todo una vida sin Dios.

Sin embargo, habíamos sido educados por padres ateos, por una escuela secularizada, por toda nuestra sociedad profundamente materialista.

De Dios no se hablaba.
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Mi abuela paterna, Ekaterina Djugashvili, era una campesina casi iletrada, precozmente viuda, pero que nutría su confianza en Dios y en la Iglesia.

Muy piadosa y trabajadora, soñaba con hacer de su hijo sobreviviente -mi padre- un sacerdote.

El sueño de mi abuela no se realizó jamás. A los 21 años mi padre abandonó el seminario para siempre.

Mi abuela materna, Olga Allilouieva, nos hablaba gustosamente de Dios: de ella hemos escuchado por vez primera palabras como alma y Dios.

Para ella, Dios y el alma eran los fundamentos mismos de la vida.

Agradezco a Dios que haya permitido a mis queridas abuelas que nos transmitiesen las semillas de la fe.

Si bien eran exteriormente obsequiosas con el nuevo orden de cosas, conservaron profundamente en el corazón su fe en Dios y en Cristo.

Svetlana Stalin de adolescente con su padre

 

SE ENCONTRÓ CON DIOS

Cuando mi hermano murió, mi hijo de 18 años estaba muy enfermo. No quería ir al hospital, a pesar de la insistencia del doctor.

Por primera vez en mi vida, a los 36 años, pedí a Dios que lo curara.

No conocía ninguna oración, ni siquiera el Padre Nuestro. Pero Dios, que es bueno, no podía dejar de escucharme.

Me escuchó, lo sabía. Después de la curación, un sentimiento intenso de la presencia de Dios me invadió.

Con sorpresa de mi parte, pedí a algunos amigos bautizados que me acompañaran a la iglesia.

Dios no sólo me ayudó a encontrarlo, sino deseaba darme mayores gracias.

Me hizo conocer al sacerdote más maravilloso que podía encontrar, el P. Nicolás Goloubtzov (1890-1963).

Él bautizaba en secreto a los adultos que habían vivido sin fe.

Fue también el padre espiritual del P. Alexander Men, que se convirtió en célebre predicador, asesinado en 1990 luego de muchas amenazas de muerte, por las numerosas conversiones que suscitaba entre la juventud en torno suyo.

Yo tenía necesidad de ser instruida sobre los dogmas fundamentales del Cristianismo.

Bautizada el 20 de mayo de 1962, tuve el gozo de conocer a Cristo, aunque ignorase casi toda la doctrina cristiana.

Desgraciadamente el P. Goloubtzov murió en marzo de 1963.

Svetlana Stalin de joven

 

COQUETEOS CON EL CATOLICISMO

Encontré por vez primera en mi vida católicos romanos, en Suiza, cinco años después de mi bautismo en la Iglesia ortodoxa rusa.

Los quince años que transcurrí en América han sido para mí causa de tormentos y de desorientación.

Tras el nacimiento de mi hija, fruto de mi matrimonio en EE.UU., pareció que llegaba para mí la posibilidad de una vida normal.

Pero pronto sobrevino de nuevo la turbación y la amargura; todo terminó con la separación conyugal.

Durante estos años mi vida religiosa era confusa, como todo el resto. Me encontraba de frente a un cristianismo americano múltiple.

Cada denominación me invitaba. Todos me testimoniaban una gran simpatía.

Yo tenía necesidad de descubrir lo que era justo en la multiplicidad de confesiones y perdía la noción de lo que yo misma era personalmente y en qué creía.

Busqué también en la Ortodoxia la solución de mi búsqueda personal. Las respuestas a mis interrogantes me parecían demasiado abstractas.

A pesar de la amistad que había entablado con intelectuales de la Ortodoxia, como la familia Florovsky, mi sed espiritual permanecía insatisfecha.

Un día recibí una carta de un sacerdote católico italiano de Pennsilvania, el P. Garbolino que me invitó a hacer una peregrinación a la Virgen de Fátima, en Portugal, con ocasión del 70º aniversario de las apariciones.

En momento no fue posible, pero nuestra correspondencia de amistad duró más de 20 años y me enseñó muchas cosas.

Mediante este intercambio epistolar más de una vez se planteó la cuestión de mi adhesión a la fe católica.

Pero la publicidad y el hecho de ser devorada por los medios de comunicación social, me había dado una pésima impresión ya al llegar a los Estados Unidos.

Explicar a la luz del día mis sentimientos más personales, mi fe, mis relaciones con Dios, ni siquiera estaba dispuesta a pensarlo.

En 1969 el P. Garbolino que se encontraba en New Jersey vino a hacerme una visita a Princeton. Yo continué escribiéndole a Pittsburgh.

En aquel momento yo era divorciada e infeliz, pero él, como buen sacerdote, siempre encontraba las palabras apropiadas y prometía siempre rezar por mí.

En 1976 encontré en California una pareja de católicos, Rose y Michael Ginciracusa. Viví dos años con ellos.

Su piedad discreta y su solicitud hacia mí y mi hija me conmovieron profundamente.

Svetlana Stalin de anciana 

SE CONVIERTE EN CATÓLICA

En 1982 partimos para Inglaterra, para permitir que mi hija recibiera una buena educación europea.

Mis contactos con los católicos continuaban siempre naturales, calmos y alentadores.

La lectura de libros notables como el de Raissa Maritain, contribuyeron a acercarme cada vez más a la Iglesia católica.

Y así en un frío día de diciembre, en la fiesta de Santa Lucía, en pleno Adviento, un tiempo litúrgico que siempre he amado, la decisión, esperada por largo tiempo, de entrar en la Iglesia católica, me brotó naturalísima, mientras vivía en Cambridge, Inglaterra.

Un amigo católico polaco me condujo al P. Cogglan del Seminario de Allem Halla en Londres.

Habían pasado 15 años desde que tomé esta decisión y me confié con el P. Garbolino que había conocido y aparecido en los días en que los medios de comunicación social me turbaban.

Hay una cosa que aprendí por vez primera en los conventos católicos: la bendición de la existencia cotidiana, incluso la más escondida, de cada pequeña acción y del mismo silencio.

En general soy felicísima en mi soledad; en la tranquilidad de mi departamento siento en modo vivo la presencia de Cristo.

Han pasado años desde 1982, plenos de felicidad.

Pero del mismo modo que jamás fui instruida convenientemente en la Iglesia Ortodoxa rusa al ser admitida 30 años atrás, así tampoco he recibido ninguna enseñanza más en la Iglesia católica.

He debido aprender todo por cuenta mía leyendo libros que me han pasado amigos católicos o frecuentando asiduamente las librerías.

La diferencia entre la soledad en la Iglesia ortodoxa oriental y aquella en la Iglesia católica me ha parecido bajo esta forma.

En la ortodoxia oriental, la confesión raramente es escuchada, generalmente una vez al año por Pascua y sin la discreción que permite el confesionario.

Sólo ahora he entendido la gracia maravillosa que nos producen los sacramentos como el de la reconciliación y la comunión ofrecidos no importa qué día del año, e incluso cotidianamente.

Antes me sentía poco dispuesta a perdonar y a arrepentirme, y no fui jamás capaz de amar a mis enemigos.

Pero me siento muy distinta de antes, desde que asisto a Misa todos los días. La Eucaristía se ha hecho para mí viva y necesaria.

El sacramento de la reconciliación con Dios a quien ofendemos, abandonamos y traicionamos cada día, el sentido de culpa y de tristeza que entonces nos invade: todo esto hace que sea necesario recibirlo con frecuencia.

Por muchos años he creído que la decisión crucial que había tomado de permanecer en el extranjero en 1967 fue una importante etapa en mi vida.

Yo iniciaba una vida nueva, me liberaba y progresaba en mi carrera de escritora itinerante. El Padre celestial me ha corregido dulcemente.

Fui nuevamente sumergida en una maternidad tardía que debía hacer presente mi puesto en la vida: un humilde puesto de mujer y de madre.

Así, en verdad, fui llevada en los brazos de la Virgen María a quien no tenía la costumbre de invocar.
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Pensando que esta devoción era cosa de campesinos iletrados como mi abuela georgiana que no tenía otra persona a quien dirigirse.

Me desengañé cuando me encontré sola y sin sustento. ¿Quién otro podía ser mi abogado sino la Madre de Jesús?

Imprevistamente Ella se me hizo cercana, Ella a quien todas las generaciones llaman Bienaventurada entre las mujeres.

Mikhail Kalishnikov con el rifle

MIKHAIL KALISHNIKOV: DE ICONO DEL SISTEMA COMUNISTA SOVIÉTICO A CRISTIANO

La historia ha registrado casos de personas que han contribuído durante su juventud a esparcir el mal.
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Y luego se arrepintieron.

Como Mikahil Kalashnikov, cuyo fusil AK-47 ha matado a más personas que la bomba atómica.

Pero que al final de su vida les “cae la ficha” y se arrepienten, y a su manera se convierten, como es el caso de Mikhail Kalashnikov, el diseñador del fusil más exitoso de la historia.

Mikhail Kalashnikov, inventó el AK-47 para el ejército soviético y ha sido un icono para toda la URSS.
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Al final de la vida ha abrazado la fe cristiana ortodoxa con la ayuda de “Dios y los amigos”.

El camarada Mikhail era un soldado ejemplar.

Pero el peso de los honores que colgaban de su chaqueta de uniforme de gala era más ligero de lo que el ex teniente del Ejército Rojo estaba llevando en el alma.

Kalashnikov escribió en abril de 2013 al Patriarca Kirill de la Iglesia Ortodoxa Rusa, según informó esta semana el diario Izvestia, pocas semanas después de su muerte.

Mi dolor espiritual es insoportable

Yo me hago siempre la misma pregunta, a la que no puedo encontrar la respuesta.

Si mis ametralladoras cobraron la vida de tantas personas, significa que yo, Mikhail Kalashnikov, de 93 años, hijo de un campesino, cristiano ortodoxo, ¿soy culpable de su muerte, incluso si eran enemigos?”.

Es la angustia de un hombre que ve que la muerte se aproxima y llega a un acuerdo con la tragedia de sus acciones.

Mikhail Kalishnokov de joven

 

SE UNE AL EJÉRCITO ROJO A LOS 19 AÑOS

Era un ruso cuyo nombre se asocia con una de las armas más letales jamás creadas, el rifle de asalto AK-47, ideado a principios de la Guerra Fría para armar al ejército de la URSS.

Y desde entonces se estima que se fabricaron al menos 170 millones de copias, y ha matado a más gente que la bomba atómica.

El diseñador llegó a esa invención, cuando no tenía ni siquiera treinta años.

Una herida grave que tuvo en la defensa de la URSS por el avance de los nazis en el 41 lo obligó a servir en el ejército y al país ya no con su vida sino con su talento.

Para él había sido un gran sacrificio abandonar el campo de batalla.

Tanto por su amor por las armas como por la incapacidad para servir en primera línea del proyecto comunista de la URSS, un mundo en el que se encontró desde el nacimiento.

Nacido en Siberia en XIX en una familia de campesinos, aunque sus padres eran kulaks y en el 30 habían sufrido la deportación, con sólo diecinueve años se unió al Ejército Rojo.

Mikhail Kalishnikov brindando

 

DESEARÍA DISEÑAR UNA CORTADORA DE CÉSPED 

Su vida fue una continua sucesión de reconocimientos y dedicación a la causa, de invenciones y lealtad extrema a Moscú.

El régimen comunista lo propuso como héroe del aparato soviético y como símbolo del progreso de la URSS, junto con el astronauta Gagarin.

Cuando el Muro de Berlín cayó, Kalashnikov estaba en las filas del ejército y la Federación Rusia le hizo caballero de la Orden de San Andrés.

La invención del fusil, sin embargo, nunca lo dejó en paz.
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Él nunca ganó mucho dinero con esa idea, dijo varias veces, continuando en su humilde vida en una ciudad al pie de los Urales.

Había sido concebida como un arma de defensa, y hasta hace pocos años no se preocupaba por las numerosas muertes causadas:

«Siento que es utilizada por los terroristas, pero estoy orgulloso de mi rifle de asalto

Los responsables de la forma en que se utiliza son los políticos. Yo duermo muy bien por la noche». 

Pero estas consideraciones las alternaba con otras menos vanidosas:

«Prefiero inventar una cortadora de césped», dijo una vez, y decía cómo broma: «Reprocho a los nazis, que hicieron que me convirtiera en un diseñador de armas

En el mundo se utiliza esta arma por todas partes en guerras civiles y revueltas.
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Pero cuando su ciudad natal le ha querido dedicar un museo, él pidió que se construyera una iglesia en su lugar.

Mikhail Kalishnikov

 

LA CONVERSIÓN A LOS 91 AÑOS 

Kalashnikov llegó a a la fe ortodoxa muy tarde.

Crecido en la Rusia atea que rechazaba toda fe, se convirtió al cristianismo cuando tenía 91 años, abrazando los «sagrados misterios de Cristo» con la ayuda de «Dios y los amigos», como él mismo explica en la carta al Patriarca.

«Por supuesto que no puedes decir que fuera a misa o viviera de acuerdo a los mandamientos«, dijo a Izvestia su hija Yelena.

«Tenemos que entender a su generación».

«Es cierto», continúa la carta del ex teniente, «el número de iglesias y monasterios crece en nuestro país, pero el Diablo no se reduce. 

El bien y el mal viven como vecinos, se pelean y, lo peor de todo, viven en las mentes de la gente».

La firma que aparece en la parte inferior de la carta escrita por él es

«Siervo de Dios, diseñador Mikhail Kalashnikov»

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Medjugorje es un lugar de conversión

Como muestra de los cientos de conversiones producidas en Medjugorje en estos 29 años, presentamos información sobre algunas conversiones de pastores evangélicos y un video donde la escritora María Vallejo Nágera relata su conversión. 

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Pastores evangélicos regresan a la Iglesia Católica

Algunos datos que sorprenden y enriquecen esta noticia de última hora son los que veremos sobre el perfil de algunos de algunos de ellos. Asómbrese junto conmigo al ver quienes se están convirtiendo a la Iglesia Católica:

1) Scott Hann. Ex-pastor presbiteriano y ex-profesor de teología protestante.

Su anti-catolicismo, su excelente conocimiento como predicador y teólogo protestante y su impactante testimonio de conversión hacia la Iglesia católica hacen de este hombre de Dios un fascinante testimonio. Miles de evangélicos y cientos de pastores protestantes han regresado al catolicismo por el testimonio de este ex-pastor evangélico. 
Su testimonio es uno de los mas increíbles, pues es un experto en Biblia y era un radical anti-católico. Su testimonio es uno de los principales en estar atrayendo a otros pastores evangélicos hacia la Iglesia Católica. Actualmente es profesor en la Universidad Católica en Stuebenville, Ohio.

Franciscan University
Franciscan Way
Steuvenbille,OH 43952

2) Paul Thigpen. Ex- editor y escritor para varias revistas evangélicas.

Desde pequeño asistió a una Iglesia Presbiteriana del sur. Realizó estudios religiosos en la Universidad de Yale. Fue Pastor asociado. Luego fue misionero evangélico en Europa, después fue Bautista, Metodista, Episcopaliano y Pentecostal. Finalmente hizo estudios para obtener su doctorado en Historia de la Teología lo cual le facilitó el camino hacia la Iglesia Católica. Cuenta él que su encuentro con la Iglesia Católica lo lleno de gozo en abundancia, fue como un llenarse de nuevo del gozo del Espíritu Santo.

Religious Studies Depr.
S.W. Missouri State University
901 South National Ave.
Springfield, MO 65804

3) Marcus Grodi. Ex-ministro protestante con Licenciatura en Teología y Biblia.

Hizo sus estudios de teología en el seminario protestante Gordon-Conwell en Boston, Massachussetts. Obtuvo su Master Degree in Divinity. 
Marcus afirma: “Yo solamente quería ser un buen pastor. Cada domingo predicaba como pastor evangélico a mi rebaño. Le preguntaba a Jesucristo: ¿Estoy predicando la verdad o el error? Como puedo yo estar seguro de eso, si a mi alrededor hay otros pastores evangélicos leyendo el mismo pasaje y cada quien da una interpretación diferente. Un día cuando había dudas fuertes en las reunión con otros pastores, la verdad la ‘decidíamos” sometiéndolo a votación. Que increíble, pero como cada quien pensaba estar iluminado por Dios… entre mas leía historia de la Iglesia y conocia mas la Biblia menos podía continuar siendo protestante. Encontré la plenitud de la verdad en la Iglesia Católica, me encontré mas plenamente con Jesucristo.
Por eso como católico ahora digo, que debemos de conocer porque creemos lo que creemos”.

P.O. Box 4100
Steuvenbille,OH 43952

4) Steve Wood. Ex-director de un Instituto Bíblico en la Florida

Ex-pastor evangélico de una Iglesia interdenominacional. Estuvo sirviendo también en Costa Mesa en la Iglesia evangélica “El Calvario” mientras hacía sus estudios en un Instituto de la iglesia Asambleas de Dios. Trabajó en proyectos de evangelismo juvenil; fue lider de ministerios evangélicos en la prisión; organizó un Instituto de estudios bíblicos para adultos. Después hizo estudios de post-grado en el famoso seminario evangélico de teología Gordon-Conwell en Massachusetts.

En algunas de las cosas de su testimonio de conversión Steve dice: “Entre mas estudiaba los primeros siglos de cómo era la Iglesia primitiva mas me daba cuenta que se parecía a la Iglesia Católica. Estudie mas a los “primeros padres de la Iglesia” y escudriñe mas la Biblia. Mas confusión había en mi. Para empeorar la situación, me entere de que dos de mis compañeros más inteligentes y más anti-católicos del seminario evangélico también estaban pensando en hacerse católicos.

Un día cuando estaba predicando, continua Steve diciendo, yo sentí que el Señor me decía: “Ahora o nunca”. Si en medio de todos yo daba un paso de fe y reconocer la verdad yo perdería todo. Perdería mi trabajo como pastor, no podría sostener a mi familia, era mi carrera y era mi llamado. Yo había invertido 20 años preparándome para ser un ministro protestante y Dios me decía: ¡Hazlo, ahora!… y lo hice.
Pedí disculpas a mi congregación reunida. Los “ancianos”líderes me siguieron. Yo les dije que ya no podía seguir engañándome a mí mismo. Mi peregrinar hacia la Iglesia que Cristo fundó: La Católica, ya había iniciado. Luego: Ore mas, estudie mas, conocí la plenitud y llegué. La plenitud de una relación personal con Cristo está en tener una relación personal también con el cuerpo de Cristo: Su Iglesia (1 Cor 12) la Católica.

Family Life Center
P.O. Box 6060
Port Charlotte, Fl 33949

5) Bop Sungenis. Ex-profesor de Biblia en la estación evangélica «Family Radio».

Siendo protestante escribió un libro en contra de la Iglesia Católica llamado: “Rewards in Heaven? Donde criticaba a los católicos por creer en la importancia de las obras y creyó demostrar que eso era falso. Estudió como evangélico en el “Washington Bible Collegue” en Washington, D.C. Después se especializó en la “George Washington University. 

Bop dice: Como católico yo tengo la “paz” que viene como consolación de vivir en la verdad. Yo ahora he tomado mi lugar en el ejército de Cristo Rey en esta gran batalla por la salvación de las almas. Yo debo de ayudar a mis hermanos protestantes a que conozcan que la Iglesia Católica no es solamente la verdadera Iglesia, sino el hogar donde todos pertenecemos.

Catholic Apologetics Intl.
P.O. Box 2247
Columbia, MD 21045

6) Duglas Bogart. Ex-misionero evangélico en Guatemala.

Mi sueño era ser misionero y en mi Iglesia evangélica de Phoenix, AZ me dieron esa oportunidad de hacerlo con mi esposa. Sin embargo con el tiempo, sin darme cuenta, Dios me fue guiando hacia su Iglesia. Con mucha tranquilidad Douglas afirma: “Leí muchos libros de teología, de historia, y de testimonios. Estudié el Nuevo Catecismo con la Biblia. Leí los escritos de los Padres de la Iglesia (Primeros siglos del cristianismo) y descubrí que la iglesia primitiva era mucho más católica que evangélica o protestante. Terminé aceptando la verdad y ahora soy católico”.

drbogart@hotmail.com

7) David B. Currie. Ex-ministro evangélico con un “Master in Divinity”.

Nació y creció en una familia evangélica fundamentalista. Su papá fue un predicador. Su mama y su papa fueron profesores evangélicos en el “Instituto Bíblico Moody”. David obtuvo su licenciatura en teología en el “Trinity International University” en Deerfield, Illinois. Después obtuvo su “Maestría en Biblia y teología” en la “Trinity Evangelical Divinity School”. 
¿Qué le movió a decidirse a ser católico? Su respuesta es, dos cosas: El estudio de la Biblia porque entre mas la estudiaba mas iba descubriendo que la Palabra de Dios lo guiaba hacia el catolicismo y la segunda es que la misma Biblia le mostró que la Iglesia Católica es la única Iglesia fundada por Cristo.

8) Antiguo pastor anglicano, nombrado obispo por Juan Pablo II

Un sacerdote convertido del anglicanismo a la Iglesia católica fue nombrado el 4 de enero por Juan Pablo II obispo auxiliar de Westminster. Se trata del padre Alan Stephen Hopes, quien hasta ahora era vicario general de la misma diócesis. Trabajará ahora muy de cerca del cardenal Cormac Murphy-O´Connor, arzobispo de Westminster.

Monseñor Alan Stephen Hopes nació en Oxford, en 1944. Después de haber alcanzado el «Bachelor of Divinity» del «King’s College» en Londres, fue «ordenado sacerdote» en la Iglesia anglicana en 1968. Desempeñó su ministerio parroquial en varias diócesis de Londres y en 1987 se convirtió en «prebendary» (canónigo) de la catedral de San Pablo.
En 1992 fue «recibido» en la Iglesia católica y, después de tres años de estudios, fue ordenado sacerdote en la diócesis de Westminster, el 4 de diciembre de 1995.
Después de dos años como vicario de la parroquia de «Our Lady of Victories», de Kensington, fue nombrado párroco de «Our Most Holy Redeemer and St Thomas More», en Chelsea. En 2001, se convirtió en vicario general de la arquidiócesis.

Monseñor Hopes es uno de los pastores anglicanos que abandonaron la Iglesia de Inglaterra después de que se aprobara la ordenación sacerdotal de mujeres en esa iglesia.

Todos ellos ahora son católicos verdaderos y cristianos al 100% Ahora predicando el tesoro espiritual de lo que encontraron: La plenitud de la vida cristiana en la unica Iglesia fundada por Cristo.

Si eres católico dale gracias a Dios y decídete a serlo al 100% siendo un discípulo auténtico de Jesucristo teniendo una relación personal con El y testimoniando su Palabra unido a su Iglesia: La Catolica.. Si eres evangélico, ten calma, se honesto contigo mismo, investiga y conoce el verdadero catolicismo y ora mucho. Estudia los fundamentos de la fe católica: Biblia, Tradición y la historia de la Iglesia. Allí encontrarás por que los católicos creemos, lo que creemos. Jesucristo es nuestro Señor y Salvador.

El Espíritu nos une para formar un solo cuerpo: La Iglesia(1 Cor 12,13) y la voluntad de Jesús es que no haya divisiones sino unidad (Jn 17,21) Lucha por la plenitud de la verdad. Ser católico es un regalo de Dios.
 

VIDEO

Conversion de María Vallejo Nágera en Medjugorje

 
 

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Judíos notorios convertidos a la Fe Católica

La conversión es un encuentro personal con Cristo, en el que se compromete toda la persona y toda la vida futura. Eso supone dejar muchos valores, muchas cosas preciosas por otras que se descubre que son mejores. A veces, supone un proceso mental largo y doloroso en el que hay que reajustar todos los valores y esquemas mentales con los que uno ha vivido tranquilamente durante años. Con frecuencia, se dan muchos casos de personas que llegan a convencerse de la verdad de la fe católica, pero no son capaces de renunciar a sus comodidades y seguridades.

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Convertirse, en una palabra, puede significar dejarlo todo y comenzar una vida nueva, lo que da un poco de miedo, sobre todo, cuando uno ya ha llegado a la madurez, y es más difícil cambiar de vida. Por eso, para convertirse hace falta mucha dosis de fe y de confianza en Dios para dar el salto al vacío sin importar el qué dirán, sino queriendo obedecer la voluntad de Dios. Porque llevar una doble vida y disimular las propias ideas religiosas sería un martirio del corazón y una infidelidad a Dios.

Ciertamente, la fuerza de Dios y su gracia son poderosas para poder superar todas las dificultades. Por eso, hay muchos que, a pesar de todo, se arriesgan y se convierten, aunque este paso, en algunos casos, requiere años de reajuste y de convencimiento gradual.

Evidentemente, cada conversión es un caso particular. No hay dos conversiones iguales. En algunos casos, la irrupción de Dios es de un modo excepcional y milagroso. Las personas se convierten instantáneamente. En otros el proceso es lento y doloroso.

Presentamos algunos testimonios significativos de judíos convertidos al catolicismo. Ellos, mejor que nadie, pueden ayudarnos a comprender que el cristianismo es la plenitud del judaísmo y que el judío que se hace cristiano, no pierde nada, sino que encuentra todo lo que Dios quiso dar a su pueblo en el Mesías prometido por medio de Jesús.

Podemos decir que el judaísmo es el padre del cristianismo. Los cristianos hemos heredado del judaísmo el Antiguo Testamento y muchas cosas de su auténtica espiritualidad. Un judío, que se hace cristiano, no es un renegado de su patria o de su fe. Más bien, podríamos decir, que es un judío en plenitud, pues Jesucristo lleva al judaísmo a la plenitud, y es el Mesías prometido durante siglos al pueblo de Israel.

Un verdadero judío debe sentirse orgulloso de que Jesucristo fue judío y lo mismo la Virgen María y san José. Los apóstoles y los primeros cristianos, con tantos santos y mártires, fueron judíos en su mayoría.

Los de raza judía, superando el nacionalismo, deben abrirse a todos los pueblos. Ser judío de verdad debe significar ser universal. Ser judío, en sentido auténtico, significa ahora haber sido llamado desde Abrahám para formar un pueblo universal, en el que lo judío llega a su plenitud. Los judíos deben sentirse orgullosos de haber sido llamados, en sus antepasados, para dar luz al nuevo pueblo cristiano, que salió de sus entrañas.

Por eso, cuando un judío se convierte y se hace cristiano, debe sentirse como en su propia casa. No debe irse lejos, no debe renunciar a su vocación ancestral de ser pueblo de Dios; simplemente, debe aceptar en su casa a otros pueblos y a otras gentes sin cerrarse en sí mismo, como si la salvación de Dios fuera exclusivamente para ellos.

Ser judío de verdad es ser judío en plenitud, de acuerdo al plan de Dios, es decir, significa hacerse cristiano para vivir con Cristo, el Mesías, y con todos los pueblos la salvación, que Dios vino a traer al mundo por medio del pueblo de Israel. Esto lo comprendieron muy bien muchos judíos que, a lo largo de la historia, se han convertido al cristianismo. Ellos han podido decir en conciencia: El judaísmo era la promesa y el cristianismo es el cumplimiento de la promesa. No nos alejamos de casa, sino que descubrimos todo lo que teníamos en casa, asumiendo la fe judía hasta sus últimas consecuencias en Cristo y con Cristo, nuestro hermano común.

HERMANN COHEN (1820-1871) fue un famoso músico y pianista judío, nacido en Hamburgo (Alemania), aunque vivió casi toda su vida en Francia. Desde niño fue considerado como un niño prodigio de la música, pero sus triunfos musicales hicieron de él un joven caprichoso e inmoral. Escribe en su Diario: Las lecciones de música me proporcionaban dinero y el dinero me proporcionaba placeres. Mi vida fue entonces el abandono completo a todos los caprichos y a todas las fantasías ¿Era más feliz? No, Dios mío, la sed de felicidad que me abrasaba no se saciaba con esto.

Me permitía a mí mismo toda licencia… Esta era la vida de casi todos los jóvenes de la buena sociedad, de las tertulias elegantes y del mundo artístico. No exagero, todos los jóvenes que conocía vivían como yo, buscando el placer dondequiera que se ofreciere, deseando la riqueza con ardor, a fin de poder seguir todas sus inclinaciones y satisfacer cualquier capricho. En cuanto al pensamiento de Dios, no se presentaba jamás a la mente.

Pero Dios lo estaba esperando. Tenía veintiséis años. Un viernes de mayo de 1847 fue a la iglesia de santa Valeria de París, situada en la calle Borgoña, cercana a su domicilio. Tenía que dirigir el coro de la iglesia, porque su amigo, el príncipe de la Moscowa, le había pedido que lo reemplazara, ya que él no podía asistir. Y, en el momento de la bendición con el Santísimo Sacramento, sintió una gran emoción y una gran paz. Volvió los viernes siguientes y, en el momento de la bendición con el Santísimo, sentía la misma emoción con una paz inmensa.

Pasado el mes de mayo, volvió cada domingo a la misa a la iglesia de santa Valeria, como si un fuerte instinto lo guiara hasta allí. Buscó un sacerdote, el Padre Legrand, para que le hablara de la religión católica y dice: La benévola acogida del sacerdote me impresionó vivamente e hizo caer de un golpe uno de los prejuicios más sólidamente arraigados en mi mente: Tenía miedo a los sacerdotes. Sólo los conocía por las novelas, que los representaban como hombres intolerantes, que sin cesar tenían en los labios las amenazas de la excomunión y las llamas del infierno. Y me encontré con un hombre instruido, modesto, bueno, franco, que lo esperaba todo de Dios.

A principios de agosto de ese año 1847, tuvo que hacer un viaje a Alemania y el domingo 8 de agosto fue a misa a la parroquia de Ems. Allí la presencia invisible, pero sentida por mí, de un poder sobrehumano, empezaron a agitarme. La gracia divina se complacía en derramarse sobre mí con toda su fuerza. En el acto de la elevación (de la hostia y del cáliz) a través de mis párpados sentí, de pronto, brotar un diluvio de lágrimas, que no cesaban de correr… ¡Oh momento por siempre jamás memorable para la salud de mi alma! Te tengo presente en mi mente con todas las sensaciones celestiales que me trajiste de lo Alto… Experimenté, entonces, lo que sin duda san Agustín debió sentir en su jardín de Casicíaco al oír el famoso Toma y lee… De pronto y espontáneamente, como por intuición, empecé a manifestar a Dios una confesión general interior y rápida de todas las enormes faltas cometidas desde mi infancia… Y, al mismo tiempo, sentía también una calma desconocida, que pronto vino a extenderse sobre mi alma como bálsamo consolador… Al salir de la iglesia de Ems, era ya cristiano. Sí, tan cristiano como es posible serlo, cuando no se ha recibido aún el santo bautismo.

A partir de ese día, estaba hambriento de la comunión eucarística. Regresó a París y el día 15 de ese mes de agosto, asistió en la capilla de la calle Regard al bautismo de cuatro judíos convertidos. El bautismo lo administraba el Padre Teodoro de Ratisbona, también judío convertido. Para él la ceremonia fue de gran emoción y le hizo suspirar por su propio bautismo, que se realizó el 28 de agosto, fiesta de san Agustín. Y en el momento de la ceremonia, dice él mismo:

Mi cuerpo se estremeció y sentí una conmoción tan viva y tan fuerte que no sabría compararla mejor que al choque de una máquina eléctrica. Los ojos de mi cuerpo se cerraron, al mismo tiempo que los del alma se abrían a una luz sobrenatural y divina. Me encontré como sumido en un éxtasis de amor y me pareció participar de los gozos del paraíso y beber el torrente de delicias con las que el Señor inunda en la tierra a sus elegidos .

Su entrega a Jesús era total. Por eso, entró en el convento de los Padres carmelitas descalzos, tomando el nombre religioso de fray Agustín del Santísimo Sacramento. Y se ordenó de sacerdote el 20 de abril de 1851. A partir de ese día, toda su actividad sacerdotal la enfocó en fomentar el culto a Jesús Eucaristía. Por eso, se le llama el apóstol de la Eucaristía. Se había comprometido ante Dios con voto a predicar siempre sobre la Eucaristía. Toda su vida fue amar y hacer amar a Jesús Eucaristía, lo que no quiere decir que no amara también a María… Precisamente, decía después de convertido: Todos los pasos, todos los adelantos, los debo de manera bien evidente a nuestra Madre común, a la buena y santa Virgen María, refugio de pecadores, a quien cada día he implorado con fervor.

Una de sus grandes obras fue la fundación de la Adoración nocturna a Jesús Eucaristía. Murió el 20 de enero de 1871 en Spandau, cerca de Berlín, atendiendo a los prisioneros franceses allí confinados, durante la guerra franco-prusiana.

TEODORO DE RATISBONA nació en 1802. Era hijo de un banquero judío de Estrasburgo y consideraba al cristianismo como una especie de idolatría. Escribe:

¡Cuántos combates tuve que sostener contra mis prejuicios y mis repugnancias anticristianas! ¡Más que dificultades de orden intelectual eran las torturas de una conciencia judaica las que había de superar! ¡Yo creía en Jesucristo, pero no podía invocarlo ni pronunciar su Nombre! ¡Tan profunda e inveterada es la aversión que sienten los judíos hacia Él!

Estando enfermo, no me atrevía a invocar al Dios de la fe cristiana por temor de ofender al Dios de Abraham. La oscuridad era terrible, pero triunfó la gracia. El nombre de Jesús brotó de mi boca como un grito de angustia. Esto era en la  tarde, a la mañana siguiente, mi fiebre había desaparecido y estaba totalmente restablecido. Desde entonces, me fue dulce invocar el Nombre de Jesús. También me atreví a invocar a la Virgen santa y llamarla mi Madre.

Oh, ¡cómo suspiraba por ser cristiano! ¡Cómo temblaba de gozo al asistir a una solemnidad católica! ¡No puedo olvidar la impresión primera que recibí en la celebración de una misa, cuando oí los cánticos sagrados, cuyos acordes resonaban en mi alma, colmándola de paz y recogimiento!.

Teodoro de Ratisbona se convirtió y se ordenó sacerdote, trabajando incansablemente en la conversión de muchos otros judíos, por medio de la Congregación de Nuestra Señora de Sión, que él mismo fundó.

ALFONSO MARÍA DE RATISBONA (1814-1884) es hermano del anterior y es otro gran judío convertido. A los quince años había sufrido al ver convertirse a su hermano Teodoro, que al poco tiempo se hizo sacerdote. A los veintiocho años, siendo un banquero exitoso, anticristiano y sólo preocupado de las cosas y placeres del mundo, acepta el reto de su amigo católico, Teodoro de Bussières, de llevar la llamada medalla milagrosa y rezar cada día la oración Acordaos a la Virgen María (compuesta por san Bernardo). En esos días, estaba en Roma a punto de casarse. Entra con su amigo a la iglesia Sant’Andrea delle Fratte de Roma y ocurre el milagro. Mientras miraba la iglesia, desde un punto de vista artístico, se le aparece la Virgen María.

Dice así: Paseé maquinalmente la mirada en torno a mí, sin detenerme en ningún pensamiento; recuerdo tan sólo a un perro negro que saltaba y brincaba ante mis pasos… En seguida, el perro desapareció, la iglesia entera desapareció, ya no vi, o más bien, ¡Oh Dios mío, vi una sola cosa! ¿Cómo sería posible explicar lo que es inexplicable? Cualquier descripción, por sublime que fuera, no sería más que una profanación de la inefable verdad. Yo estaba allí, prosternado, en lágrimas, con el corazón fuera de mí mismo, cuando M. de Bussières me devolvió a la vida.

Al fin, tomé la medalla, que había colgado sobre mi pecho, besé efusivamente la imagen de la Virgen, radiante de gracia… ¡Oh, era, sin duda, Ella! No sabía dónde estaba; si yo era Alfonso u otro distinto; sentí un cambio tan total que me creía otro yo mismo… Buscaba cómo reencontrarme y no daba conmigo. La más ardiente alegría estalló en el fondo de mi alma… Sentí en mí algo solemne y sagrado que me hizo pedir un sacerdote. Se me condujo ante él y, sólo después de recibir su positiva orden, hablé como pude: de rodillas y con el corazón estremecido.

Todo lo que sé es que, al entrar en la iglesia, ignoraba todo; que saliendo de ella, veía claro. No puedo explicar ese cambio, sino comparándolo a un hombre a quien se despertara súbitamente de un profundo sueño; o por analogía, con un ciego de nacimiento que, de golpe, viera la luz del día; ve, pero no puede definir la luz que le ilumina y en cuyo ámbito contempla los objetos de su admiración. Si no se puede explicar la luz física ¿cómo podría explicarse la luz que, en el fondo, es la verdad misma? Creo permanecer en la verdad, diciendo que yo no tenía ciencia alguna de la letra, pero “entreveía el sentido y el espíritu de los dogmas”. Sentía, más que veía, esas cosas; y las sentía por los efectos inexpresables que produjeron en mí. Todo ocurría en mi interior; y esas impresiones, mil veces más rápidas que el pensamiento, no habían tan sólo conmocionado mi alma, sino que la habían como vuelto al revés, dirigiéndola en otro sentido, hacia otro fin y hacia una nueva vida. A partir de ese momento, mis prevenciones contra el cristianismo se borraron sin dejar rastro, lo mismo que los prejuicios de mi infancia. El amor de Dios ocupaba el lugar de cualquier otro amor.

A su amigo Teodoro, que escribió un libro sobre su conversión, le pudo decir al salir de la iglesia:

La he visto, la he visto. Todo el edificio desapareció de mi vista, vi un gran resplandor y en medio de aquel resplandor sobre el altar, se me apareció erguida, espléndida, llena de majestad y de dulzura la Virgen María y me sonrió, no me dijo nada, pero yo1 lo comprendí todo.

Tal como su hermano Teodoro, se hizo un sacerdote ejemplar y hoy es un santo conocido como san Alfonso de Ratisbona. En la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte hay una inscripción que recuerda el milagro y donde se leen estas palabras en la capilla de la Virgen: El 20 de enero de 1842, Alfonso de Ratisbona de Estrasburgo, vino aquí judío empedernido. La Virgen se le apareció como la ves. Cayó judío y se levantó cristiano. Extranjero, lleva contigo este preciso recuerdo de la misericordia de Dios y de la Santísima Virgen.

HENRI BERGSON (1859-1941) ha sido el mejor filósofo francés. Su camino hacia la Iglesia lo hizo desde el materialismo científico y ateo hasta encontrar a Cristo como plenitud de la fe judía en la Iglesia. Sus libros La evolución creadora y Las dos fuentes de la moral y de la religión, marcaron su descubrimiento de la existencia del alma y de lo espiritual. No llegó a ser bautizado públicamente por no querer traicionar a sus hermanos judíos en tiempos de persecución, pero era totalmente católico de corazón. En su testamento, escrito el 8 de febrero de 1937, dice así: ¡Mis reflexiones me han llevado cada vez más cerca del catolicismo, donde yo veo el cumplimiento total del judaísmo. Me habría convertido, si no hubiera visto que se prepara una formidable ola de antiseminismo. Yo he querido quedarme entre los que serán perseguidos. Pero yo espero que un sacerdote católico querrá, si el cardenal arzobispo de París lo autoriza, venir a orar ante mis restos. En caso de que no sea posible esta autorización, habría que dirigirse a un rabino sin ocultarle y sin ocultar a nadie mi adhesión moral al catolicismo así como el deseo manifestado por mí de tener en primer lugar las oraciones de un sacerdote católico.

EDITH STEIN (1891-1948) nació en Breslau, Alemania, en 1891. Era de familia judía. Destacó en el colegio y fue a Göttingen a estudiar filosofía. Allí conoció a Husserl y quedó deslumbrada por la nueva fenomenología. En 1914, en tiempo de la primera guerra mundial, se apuntó como enfermera voluntaria. La enviaron a un hospital austríaco. Atendió a soldados con tifus y heridas de toda clase, recibiendo la medalla al valor por su trabajo en el hospital. Con el tiempo, algunas conversiones de amigos suyos le impresionaron y empezó a leer obras sobre el cristianismo.

Cuando murió su profesor de filosofía Adolfo Reinach, fue a visitar a la viuda, de la que era amiga, y al ver su fortaleza espiritual, dice: Allí encontré por primera vez la cruz y el poder divino que comunica a los que la llevan. Fue mi primer vislumbre de la Iglesia, nacida de la pasión redentora de Cristo, de su victoria sobre la mordedura de la muerte. En ese momento, mi incredulidad se derrumbó; el judaísmo palideció ante la aurora de Cristo, Cristo en el misterio de la cruz.

Su fe en Cristo se acrecentó de forma decisiva al leer la Vida de santa Teresa de Jesús, escrita por la misma santa. Dice: Empecé a leer y fui cautivada inmediatamente, sin poder dejar de leer hasta el fin. Cuando cerré el libro, me dije: Ésta es la verdad.

A la mañana siguiente, se compró un catecismo católico y un misal y se puso a estudiarlos rápidamente. Después, se decidió a asistir en Bergzabern a la misa parroquial por primera vez. He aquí sus impresiones: Nada me parecía extraño. Gracias al estudio que había hecho previamente, seguía todas las ceremonias hasta el último detalle. Un sacerdote venerable se llegó al altar y celebró el santo sacrificio con profundo fervor. Terminada la misa, esperé que acabara su acción de gracias. Luego, le seguí hasta la casa parroquial. Allí le pedí el bautismo… El sacerdote me hizo un examen. Mis contestaciones eran perfectas. Pasó revista a toda la doctrina católica. El buen sacerdote, lleno de admiración, ya no se atrevía a rechazar mi bautismo.

El 1 de enero de 1922 renacía a una nueva vida con el bautismo y recibía la comunión. Su madrina Hedwig Conrad-Martius, recuerda aquel día con estas palabras: Lo más bello de todo era su alegría radiante, una alegría infantil.

A partir de ese día, con permiso, pudo comulgar todos los días. Pero fue tanto su entusiasmo por su nueva fe, que se decidió a entregar su vida totalmente a Dios y entró en las carmelitas descalzas de Colonia el 15 de octubre de 1933, a los 42 años de edad, con el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. Así terminaba su itinerario, desde la filosofía fenomenológica de Husserl hasta el Carmelo.

Pero la situación de los judíos de Alemania se hacía cada vez más difícil, así que salió de su convento de Colonia para ir al Carmelo de Echt, en Holanda. Cuando, en la primavera de 1940, Holanda fue ocupada por los nazis, la jerarquía católica holandesa escribió una carta al comisario del Reich, Seyss Inquart, protestando contra el trato vejatorio a los judíos. Se oyeron protestas en los púlpitos como la del obispo de Utrecht. Las SS. alemanas reaccionaron con represalias, deteniendo a todos los católicos de origen hebreo. El 2 de agosto de 1942, se presentaron al convento de Echt en busca de Edith Stein y su hermana Rosa, refugiada allí. Se las llevaron de Holanda con destino desconocido. Más tarde se supo que el destino final de Edith fue las cámaras de gas en el campo de Auschwitz. Allí entregó su alma a Dios el 9 de agosto de 1942.

MAX JACOB (1876-1944) fue un gran pintor y poeta de familia judía. Su juventud estuvo llena de desórdenes y placeres, pero en el interior de su alma estaba insatisfecho consigo mismo y buscaba, como por intuición, un mundo espiritual. Y Dios le sale al encuentro. Dice así:

Era el 7 de setiembre de 1909. Al volver de la Biblioteca nacional, he dejado mi cartera, he buscado mis zapatillas y, al volver la cabeza, había alguien delante de la pared. Sí, había alguien. Mi carne se ha desplomado en tierra. El cuerpo celeste estaba sobre la pared de la alcoba. ¿Por qué, Señor? ¡Oh, perdóname! Se hallaba en un paisaje que yo había dibujado hace tiempo… pero Él ¡qué belleza, qué elegancia y dulzura! ¡Sus hombros, su andar! Llevaba una túnica de seda amarilla con adornos azules. ¡Se ha vuelto y he visto su rostro apacible, resplandeciente!.

Él aseguró haber visto a Jesucristo. Y presentó siempre este acontecimiento como la causa de su conversión. Al día siguiente, va a la iglesia a pedir el bautismo, pero fue despachado con buenas palabras.

El pobre Max no había llegado al extremo de sus penas y desilusiones. La ruta de la conversión era más ardua de lo que él pensaba. No bastaba creer, hacía falta también reajustar su vida entera, lo que no le resultaba fácil, pero el 17 de diciembre de 1914, otra vez se le presenta la aparición en un cine. Él dice: ¿Por qué a mí y no a los otros? ¡Es imposible y con todo es verdad! En el cine, de repente, estoy seguro que era Él, con su túnica blanca, sus largos cabellos negros y ondulados, recogidos un poco en la nuca, ¡Oh Dios mío, yo os amo! .A partir de ese día, insiste tanto en el bautismo que el 18 de febrero de 1915 recibe este sacramento. Como todo convertido, tenía una gran devoción a María, en cuyo honor compuso una letanía.

El 24 de febrero de 1944 era detenido por los alemanes y llevado al campo de concentración de Drancy. Murió el 5 de marzo. En su bolsillo le encontraron un rosario.

RAPHAEL SIMON, siquíatra judío, nacido en 1907 en Nueva York. En el escrito sobre su conversión, titulado The road to Damascus (El camino a Damasco), dice:

Un día, abrí el Nuevo Testamento y leí: “No os inquietéis por vuestra vida, qué comeréis ni por vuestro cuerpo con qué os vestiréis. Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni tienen graneros y vuestro Padre celestial las alimenta… Buscad primero el reino de Dios y su justicia que todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6, 24-34). Aquí estaba la respuesta de Dios a mis atormentadas preguntas. Una gran paz me invadió. Y decidí dedicar todos los días cierto tiempo para la lectura del Nuevo Testamento… Se me habían abierto los ojos del alma, al descubrir cuán digno de amor es Jesús. Él era verdaderamente el hijo de Dios y había venido a la tierra en forma carnal, habiendo tomado la naturaleza humana en el seno de la Virgen María. Yo había llegado al convencimiento de la divinidad de Jesucristo. Mi origen judío no era ningún obstáculo. ¿No fue su fundador Jesucristo, un judío? ¿No fueron judíos su madre y sus apóstoles? ¿No se formó con judíos la primera comunidad de Jerusalén?… Después de recibir mi bautismo el 6 de noviembre de 1936, encontré en abundancia todo aquello que había esperado. En la Iglesia hallé lo que faltaba en el moderno judaísmo. Dios vivía en medio de su pueblo, los semitas espirituales.

Al final de su vida, se hizo sacerdote y religioso cisterciense.

KENNETH SIMON, médico y científico judío, nació en 1909. Escribió su historia y conversión en el libro The glory of the people (La gloria del pueblo). Se hizo sacerdote en la Trapa de Nuestra Señora del Valle en el estado norteamericano de Rhode Island.

RENÉ SCHWOB (1895-1946) escribió su conversión en el libro Yo judío. En su otro libro Lourdes, ciudad de oración habla de su gran amor a María.

JEAN JACQUES BERNARD (1888-1972), escritor y dramaturgo francés de familia judía. Cuando fue detenido en diciembre de 1941, no era todavía católico, pero en el campo de concentración encontró a Cristo a través de auténticos cristianos y, entonces, se dio cuenta de que Cristo es la culminación del judaísmo, que, en vez de alejarlo de su pueblo, lo había acercado más a él. Dice: Un judío es un hombre de la raza de Cristo, de la raza de la madre de Cristo. Y démonos cuenta también de que un cristiano es un hombre que lleva a Cristo en sí. Cristo se perpetúa sobre la tierra en cada cristiano. Así, un judío que llega a ser cristiano, completa en sí toda una evolución; compensa en cierta medida, la ceguera de aquellos que no han reconocido al Dios anunciado. Y esto exige que un judío hecho cristiano, hecho Cristo sobre la tierra, podrá ser crucificado por los hermanos aún extraviados, aunque él, en su corazón cristiano, no dejará de amarles y de rezar por ellos… Nunca repetirá bastante que el Dios de Israel es nuestro Dios, los profetas de Israel son nuestros profetas y los salmos de Israel impregnan toda nuestra liturgia. El cristianismo se asienta en el judaísmo; igual que una encina echa raíces en el suelo donde fue plantada su simiente…

Antes de mi conversión, iba hacia la Iglesia sin sospechar que iba, al mismo tiempo, hacia Israel. La Iglesia e Israel son una misma y única religión. La religión madre y el complemento. El Antiguo y el Nuevo Testamento. ¡Un mismo Dios! ¡Una misma fe! Después de esto, el sentimiento de mi deuda respecto a los judíos no ha cesado de aumentar… Sé bien lo que venimos a buscar los hijos de Israel en la Iglesia. Por encima de todos los errores, las cegueras, las incomprensiones y las deformaciones, por encima también de los olvidos y de las rutinas, de la pereza y de las somnolencias, venimos a buscar la palabra verdadera de nuestro común hermano, de Jesús, que siempre está vivo.

EUGENIO ZOLLI (1881-1956) nació en 1881 en Polonia. En 1904 va a Viena a seguir la carrera de rabino, fiel a la tradición familiar, ya que por vía materna se habían sucedido rabinos por más de dos siglos. En 1913 se casa con Adela Litwak, una judía polaca muy religiosa, que muere en 1917, dejando una hija: Dora. En 1920 es nombrado jefe rabino de Trieste (Italia) y, ese mismo año, se casa con Emma Majonica, de la que tuvo otra hija: Myriam. En 1933 adquiere la ciudadanía italiana y se cambia el apellido Zoller por Zolli. Fue nombrado profesor de lengua y literatura hebraica en la Universidad de Padua.

En 1935 escribió una carta al rabino jefe de Roma sobre los actos inhumanos cometidos contra los hebreos en Alemania, para que informara a Mussolini. En 1938, ante las leyes racistas, introducidas en Italia, Zolli protestó públicamente. Pero el gobierno italiano le quitó la nacionalidad italiana. En 1940 recibió el cargo de rabino jefe de Roma. Los judíos de Roma estaban divididos entre filofascistas y sionistas. En Roma, durante los primeros meses de su cargo, procuró defender a los hebreos de las leyes antisemitas. Pero la situación empeoró con la llegada de los alemanes a Roma en setiembre de 1943.

El 26 de setiembre, el comandante Herbert Kappler impone a los judíos de Roma el pago de cincuenta kilos de oro para no deportar a 300 de ellos, que estaban fichados. La comunidad judía reúne 35 kilos. Zolli acude al Vaticano para pedir el resto y la respuesta es positiva. Al final, los quince kilos del Vaticano no harán falta, porque se habían conseguido por otros medios. Pero el oro no sirvió de nada, pues las deportaciones comenzaron. Sólo se frenaron por intervención del Papa Pío XII. Por eso, dice él que el hebraísmo mundial tiene una gran deuda de gratitud con el Papa Pío XII.

En 1944, presentó su renuncia al cargo de rabino de Roma por motivos personales. ¿Qué había pasado? Había decidido convertirse al catolicismo. Su conversión no fue cosa de un día, sino un largo proceso, que fue madurando a lo largo de los años. Él cuenta en su Autobiografía algunos de estos momentos importantes, en su camino hacia su conversión o hacia la plenitud de su amor a Jesús.

Hacia fines de 1917 o principios de 1918, una tarde, estaba en casa solo, escribiendo uno de los acostumbrados artículos para la Lehrerstime. De pronto, dejé la pluma sobre la mesa y, como arrobado, comencé a invocar el nombre de Jesús, encontrando mucha paz. Entonces, apareció Jesús en un gran cuadro sin marco, en el ángulo oscuro de la habitación. Lo contemplé durante largo tiempo sin ningún nerviosismo, con perfecta serenidad de espíritu. Ni entonces ni ahora, después de más de treinta años, sabría decir qué pasó en mi alma para producir un fenómeno semejante. ¿De qué se trataba? Ni entonces ni ahora me hago problemas. Para mí, me bastaba saber que era la presencia cercana de Jesús. Entonces, no se me presentó el deseo de hablar de ello con nadie y tampoco me planteé el problema de mi conversión… Jesús había entrado en mi vida interior como un dulce huésped, invocado y bien acogido. El amor de Jesús no significaba renegar de mi fe judía ni abrazar al cristianismo… Yo me sentía judío, naturalmente judío, y amaba naturalmente a Jesucristo. Y, en este amor mío por Jesús, no debían entrar ni el judaísmo ni el cristianismo. Yo con Jesús y Jesús en mí.

Una vez invoqué a Jesús y a María para pedirles la curación de mi esposa, gravemente enferma. Delante de una imagen de la Piedad, dije: “Tú eres madre, madre toda santa, toda santa en el dolor y en el amor. La mujer enferma es madre. Y callé. Vuelto hacia Jesús, le dije: Señor, tú sabes todo. ¿Me ayudarás? Sí, me dijo”. Me sentía con deseos de correr a casa para ver a la enferma. Pero tenía que trabajar y hasta me olvidé de haber rezado. Olvidé hasta el sí del Señor.

Al llegar a casa, la fiebre y el delirio estaban llegando a su grado máximo y yo hacía de enfermero, porque estábamos solos. Pero, a medianoche, de un momento al otro, todo cambió de improviso. No podía creerme a mí mismo. Toqué la mano de la enferma y era una ex-enferma. Comenzamos a hablar… y razonaba perfectamente. Me sentí inquieto, como si me faltara algo, descubriendo que era el Sí de Jesús.

Yo amaba a Jesús y lo amaba cada vez más. Por muchos años, me parecía que se podía unir el judaísmo y el cristianismo. ¿Era esto una ilusión?, ¿una idea absurda? Yo amaba a ambos. ¿Qué podía hacer? El “Día de la Expiación” (Yom Kippur), de otoño de 1944, estaba presidiendo las liturgias religiosas en el Templo (sinagoga de Roma). Estaba en medio de una multitud de personas y comencé a sentir como una niebla espesa en mi alma, y perdiendo contacto con las personas y cosas que me rodeaban… Era la última función litúrgica y yo estaba con dos asistentes, uno a mi derecha y el otro a mi izquierda; pero les dejé recitar a ellos solos las oraciones y el canto. No sentía ni alegría ni dolor. Y, de pronto, vi con los ojos de la mente un prado con hierba luminosa, pero sin flores. En ese prado, vi a Jesucristo, vestido con un manto blanco y sobre su cabeza el cielo azul. Entonces, experimenté una inmensa paz interior. Si tuviera que dar una imagen del estado de mi alma, diría que era un límpido lago cristalino entre altas montañas. Dentro de mi corazón, escuché las palabras: “Tú estás aquí por última vez”. Las tom?
? en consideración con la más grande serenidad de espíritu. Y yo respondí. Amén. Así es, así será, así debe ser.

Al llegar a casa, mi esposa me dijo: “Hoy mientras estabas delante del Arca de la Ley, me pareció, como si la blanca figura de Jesús, te impusiera las manos sobre tu cabeza, como si te estuviera bendiciendo”. Yo me quedé sorprendido, pero muy tranquilo. E hice como si no hubiera entendido. Y ella volvió a repetírmelo palabra por palabra. En ese momento, nuestra hija Myriam, que estaba en su habitación, nos llamó y nos dijo: “Esta noche estaba soñando y veía a Jesús muy alto, blanco, pero no recuerdo nada más”. Unos días después, renuncié a mi cargo de rabino de la Comunidad judía y busqué un sacerdote (Padre Dezza) para que me preparara para el bautismo. Mi conversión fue motivada por el amor a Jesucristo, un amor que vino, poco a poco, por mis meditaciones de la Escritura.

En su libro Mi encuentro con Cristo, dice claramente: Yo había llegado hasta los confines extremos del reino de la Sagrada Escritura del Antiguo Pacto. Yo me dije: ¿no era Jesucristo un hijo de mi pueblo? ¿No era espíritu de mi mismo espíritu? Volví a emprender el difícil camino, camino sembrado de zarzas, que herían la planta del pie e iba dejando a lo largo de todas las sendas huellas de mi sangre bermeja, sangre que brotaba de heridas antiguas no cicatrizadas y de otras que se iban abriendo. Y yo no sabía que ésta era la sangre del Pacto Nuevo, que gracias a esta sangre yo encontraría el camino y la vida en un lejano mañana.

Toda mi vida pasada, ahora lo comprendo, no era más que un fatigoso, largo y doloroso camino hacia la gran luz de Jesucristo y yo doy gracias a Dios por su caridad infinita.

Jesucristo es el camino y el guía sublime. ¡Qué dulzura! ¡Qué suave es nuestro Señor! ¡Soy tan feliz en este mi amor hacia Jesús! Lo quiero y lo debo decir: “Yo amo mucho a Jesús. Yo quisiera que todos lo amaran. ¡Qué hermosa sería la vida! ¡Oh, si el amor de Jesús encendiese e iluminase todos los corazones! En un mundo así, todos serían felices. Los hombres se amarían todos. Todos seríamos hermanos y más que hermanos. ¡Dulce Jesús, difunde el amor! Tú, que eres la Bondad, haznos dignos de amarte y concédenos el don celestial de tu amor. Jesús mío, yo te amo. Te amo siempre más, siempre mejor. Acoge, acoge, acoge este pobre corazón. Es tuyo, es todo tuyo. El mismo amor con que te amo, es tuyo. Soy todo tuyo. Soy feliz de ser tuyo. Quiero serlo siempre, ahora y siempre, ahora y en la hora de la muerte”.

El Padre Dezza, jesuita, rector de la Universidad gregoriana de Roma, fue quien tomó a su cargo prepararlo para el bautismo. Fue bautizado con su esposa Emma por Mons. Traglia el 13 de febrero de 1945 con el nombre de Eugenio en honor del Papa Pío XII. El padre Dezza le dio la primera comunión.

Su hija Myriam se convirtió y se bautizó un año después. Pero, a raíz de su conversión, llovieron sobre él toda clase de amenazas y calumnias. Los judíos lo excomulgaron y declararon apóstata; guardaron ayuno varios días y llevaron luto, como si hubiese muerto. Algunos judíos americanos hasta le ofrecieron dinero para que regresara a su antigua fe. Pero él decía: Después del santo bautismo, no soy capaz de odiar a nadie. Perdono a todos. Perdono, como Cristo me ha enseñado.

Algunos protestantes también se le acercaron para ofrecerle dinero, si con su estudio de la Escritura, encontraba una justificación de las tesis protestantes contra el primado del Papa. Oscar Cullmann, teólogo protestante, en una entrevista al periódico 30 días, declaró que le hubiera gustado poder ofrecerle una cátedra en la Universidad de Basilea. Zolli no sólo rechazó la idea sino que se puso a escribir un libro para probar el primado del Papa, titulado La confesión y el drama de Pedro, que quedó inconcluso a su muerte.

Cuando le preguntaron algunos por qué no se había hecho protestante, respondió: Protestar no es testimoniar. ¿Para qué han esperado 1500 años para protestar? La Iglesia católica fue reconocida por el mundo cristiano como la verdadera Iglesia durante quince siglos seguidos. Después de estos quince siglos nadie puede decir que la Iglesia católica no es la Iglesia de Cristo sin plantearse serios problemas. Yo admito la autenticidad de una sola Iglesia, aquella que fue anunciada a todos por mis propios antepasados, los doce apóstoles, que, como yo, han salido de la Sinagoga.

El Padre Dezza le ofreció alojamiento a él y a su familia dentro de la Universidad gregoriana y allí se desempeñó, varios años, como profesor del Instituto bíblico. El mismo Padre Dezza dice que, siendo profesor, cada mañana asistía a la misa en la capilla, comulgaba y se quedaba largo tiempo en oración. Cuando, una vez, le dije que era hora de desayunar, me dijo: “Se está tan bien en la capilla con el Señor que no quisiera salir jamás”. Y les decía a los católicos: Vosotros, que habéis nacido en la religión católica, no sois conscientes de la riqueza que habéis recibido desde la infancia por la fe y la gracia de Cristo, pero yo, que he llegado a la fe después de un largo trabajo de años y años, aprecio la grandeza del don de la fe y siento toda la alegría de ser cristiano.

Murió el 2 de marzo de 1956 a los 75 años y sus restos descansan en el cementerio de Verano de Roma. El gran mensaje que nos deja a todos es: El judaísmo es la promesa y el catolicismo el cumplimiento de la promesa; el Mesías, prometido al pueblo judío, ya vino en la persona adorable de Jesús, nuestro Dios y Señor; a quien él tanto amó, incluso antes de convertirse.

KARL STERN (1905-1975), de familia judía, nació en Alemania, pero pudo huir, cuando comenzaron las persecuciones contra los judíos por los nazis. Su proceso de conversión comenzó poco a poco, cuando estaba trabajando en el Instituto de Siquiatría de Munich. Por las noches, se reunía a estudiar la Biblia con una mujer católica, Frau Flamm, y una pareja de esposos japoneses, los Yamagiwa, que eran protestantes. Un día de diciembre de 1933 fue por primera vez a una iglesia católica a oír el tema Judaísmo y cristianismo, que iba a ser dictado por el cardenal de la ciudad. Esto tuvo un efecto muy positivo.

Dice: El sermón me vino como especialmente pensado y dicho para mí y dejó una huella imborrable en mi alma. Recuerdo que las ligeras alusiones al pensamiento paulino con respecto al judaísmo postcristiano, descubrieron ante mi vista un mundo nuevo.

Debo confesar aquí, anticipadamente, que me costó mucho tiempo (aproximadamente diez años) el aceptar la divinidad de Jesucristo. Cuanto más creía en Él como Mesías, más me veía arrastrado hacia una especie de arrianismo, considerándolo simplemente como el personaje histórico o el profeta, que cumplía y rebasaba todas las profecías.

Fue una sensación dolorosísima para mí el ver que, precisamente, cuando acababa de redescubrir al judaísmo, cuando comenzaba a sentir en mi corazón el inmenso orgullo de mi rica herencia espiritual, en medio de un mundo de vulgar estupidez, cuando apenas había logrado la posesión de una verdad absoluta, tenía que abandonar lo que había hallado. Hoy día veo que, realmente, no tenía que abandonar nada. En el plano espiritual, el cristianismo es judaísmo, judaísmo llevado a su consumación. No hay una sola verdad esencial del Antiguo Testamento que rechace el cristianismo.

Vi, entonces, que la suerte de mi pueblo estaba estrechamente asociada a la suerte de Cristo en el mundo, que había gentes en torno mío que llevaban en su corazón al Dios de Israel, aunque no eran judíos; y, en la intensidad y profundidad de sus vidas, vi cumplida la profecía mesiánica de Isaías. Esto fue para mí el principio de una nueva perspectiva de la vida.

Se había roto en pedazos algo de lo antiguo, aunque yo me empeñaba en que no era así, y había brotado algo nuevo. No veía aún claro adónde era conducido, pero sentía que nuevas luces significaban nuevos deberes y barruntaba que llegaría la hora en que tendría que dar el tremendo salto hacia lo desconocido.

Empecé a pensar: Si fuera cierto que Dios se hizo hombre por nosotros y que su vida y muerte tienen sentido personal para cada uno de los millones de seres humanos que se gastan en la hediondez de los tugurios, en un mundo sin horizontes, en sofocante angustia de odio, enfermedades y muerte; si fuera eso cierto, aún habría algo que da a la vida un valor infinito. ¡Pensar que llama a las puertas de esos millones de oscuras moradas, quien puede ofrecer promesas seguras a cada uno de sus habitantes! Cristo salva el caos de la historia y, al mismo tiempo, salva la mezquindad de cada existencia personal.

Un día de 1938, estando ya en Londres, entré a una iglesia católica a orar. Era la iglesia de los padres dominicos de Hampstead, cerca de nuestra casa. Iba todas las mañanas antes del trabajo. Oraba en el altar derecho. No tenía idea exacta de ello, pero creía, de algún modo, en el poder de la oración. No recuerdo de qué forma había llegado a esa convicción, pero aceptaba la eficacia de la oración como una verdad incuestionable. Y ponía en ella mucha fuerza, por no saber qué otro socorro práctico podía ofrecer a mi padre y a mi hermano (lejanos).

La providencia me había hecho judío. Me sentía tal con todas las fibras de mi corazón. Sentía en el judaísmo el calor protector de la sangre. ¿Cómo podría dudar nunca de que mi deber estaba entre ellos? Sin embargo, lejos, a mi espalda, oía voces apagadas que me recordaban otra lealtad.

Aquellos cristianos de Munich, que habían sufrido por nosotros en la noche de la aniquilación y con los cuales había visto, por primera vez, un Israel supranacional, parecían hacerme señas de que no los traicionara. También aquello me imponía una obligación. Sabía que había sacerdotes y ministros en los campos de concentración; sabía que, entre tanta ruindad y brutalidad, había infinidad de inestimables sacrificios anónimos, que se llevaban a cabo en nombre de Jesús de Nazaret, el ungido de Israel; sacrificios realizados por quienes no pertenecían a nosotros por la carne… Durante bastante tiempo pensé que me sería posible permanecer judío, conservando el secreto de Jesús… Imposible que Cristo exigiera de nosotros la deserción en el momento preciso en que nuestro pueblo se debatía entre espasmos de agonía. La mayor parte de los judíos, que se mantienen con el pie en el umbral de la Iglesia, creen que ni Jesús hubiera abandonado la comunidad judía del dolor en un momento tan crítico de la historia. Sin embargo, había algo oscuro en este pensamiento y es que, por primera vez en la historia desde Cristo, en esta persecución nazi, no se acosaba a los judíos a causa de su religión, sino únicamente a causa de su raza.

En rigor, había visto que los cristianos judíos de Alemania lo pasaban, frecuentemente, peor que los judíos de religión, repudiados por los cristianos por judíos, y por los judíos por renegados. Participaban en esto de la suerte de Cristo, de quien dice Pascal que era, igualmente, indeseado por paganos y por judíos. Por este tiempo, pasé muchas tardes en conversación con una monja del Sagrado Corazón.

La Iglesia católica está formada por la masa de la humanidad y de aquí que, el extraño que se acerca a ella, tropiece con una espesa corteza de mediocridad… Nos costó también a nosotros tiempo y trabajo el ver el inmenso tesoro escondido de santidad anónima, que hay en la Iglesia; el poder espiritual que fluye y refluye a diario en millones de almas desconocidas, los ríos de sacrificios que hacen por motivos sobrenaturales multitudes de humildes obreros, religiosos de comunidad, sacerdotes y laicos juntamente. Bajo un aspecto superficial, hay otra vez aquí una extraña semejanza entre el judaísmo y la Iglesia: la mala conducta de un miembro se hace más pública que la santidad de cien.

En Londres escuché a predicadores no católicos de diversas denominaciones. Varias cosas me causaron sorpresa en ellos. No les oí jamás nada positivo, incompatible con la doctrina católica. Todos, me parecía, que recalcaban ideas que había ya encontrado en la Iglesia. Los únicos puntos en que no se expresaban como católicos eran negaciones. Lo que en sus orígenes fueron anhelos de libertad los ha conducido a un extraordinario subjetivismo… la Iglesia refleja facetas diversas de la historia. El Evangelio es siempre el mismo, pero la vida del Evangelio, en la barahúnda del siglo IV se echa de ver en san Agustín. La vida del Evangelio en las alturas de los siglos medievales, se contempla en santo Tomás de Aquino. En el siglo XIX, la Iglesia comenzó a exaltar el caminito (de infancia espiritual de santa Teresita), la vida mística de las almas humildes. Ésta era la única respuesta apropiada a la amenaza de la época de los negocios. Cristo tiene siempre la respuesta más propia a flor de labios y nos la da por medio de sus santos… La Iglesia no hace más que reafirmar un aspecto de su doctrina eterna. Cada siglo, la Iglesia toma un lápiz rojo en la mano y subraya ciertas palabras del Evangelio, que resultan ser las más a propósito para las circunstancias del momento.

No olvidaré jamás la mañana de mi bautismo y primera comunión (21 de diciembre de 1943). Exteriormente todo parecía igual que todas las mañanas de diciembre. Al entrar en la iglesia de los padres franciscanos de Montreal, afuera era todavía oscuro. Dentro estaba la aglomeración de pueblo que uno encuentra siempre en todas las iglesias católicas en los distritos más poblados de las grandes ciudades. Eran hombres y mujeres de las pequeñas viviendas contiguas a los andenes del tren y de las vecindades del núcleo comercial de la ciudad. Algunos parecían empleados de un hospital vecino. Iban a misa temprano, después de trabajar toda la noche. Nuestras vidas, la de mi esposa y de mis amigos, habían llevado una marcha convergente con la de aquellos desconocidos, que nos rodeaban. También sentí como si estuvieran con nosotros: mis padres, Kaspar Russ, Jacques Maritain, Dorothy Day y las piadosas sirvientas de casa de nuestra infancia. Sobre una cosa no tenía la menor duda: nosotros habíamos corrido acercándonos o alejándonos de Cristo, pero Él había estado siempre en el punto céntrico de los acontecimientos.

Karl Stern, gran siquíatra canadiense de origen alemán, que encontró en Cristo al Mesías prometido al pueblo judío durante siglos.

BERNARD NATHANSON, considerado el rey del aborto, porque había dirigido la clínica abortista más grande del mundo en Nueva York, era de familia judía, aunque había perdido la fe y era prácticamente ateo.

En su libro autobiográfico La mano de Dios, nos cuenta su conversión.

He trabajado como nadie para hacer el aborto legal y disponible a petición (en USA). En 1968 fui uno de los tres fundadores de la liga de acción nacional por el derecho al aborto. Dirigí la mayor clínica abortista de Estados Unidos y, como director, supervisé decenas de miles de abortos (más de 70.000).

Nuestra línea de conducta favorita era achacar a la Iglesia cada muerte producida por abortos caseros. Se daban cada año unas trescientas muertes por abortos delictivos en los años sesenta en USA, pero Naral y sus notas de prensa afirmaban tener datos que apoyaban la cifra de cinco mil… Cuando la nueva normativa (del aborto legal) entró en vigor el 1 de julio de 1970, organicé y puse en escena un amplio simposio sobre técnicas abortistas en el centro médico de la Universidad de Nueva York… El negocio se disparó. En seis meses, la clínica, cuyo nombre oficial era “Centro para la salud reproductora y sexual”, pero se conocía vulgarmente como Servicios a mujeres, aumentó su cuenta diaria de abortos pasando de 10 a 120.

Yo mismo realicé el aborto de mi propio hijo… A mitad de los años sesenta, dejé en cinta a una mujer que me quería mucho. Me rogó seguir adelante con el embarazo y tener a nuestro hijo… Yo ya había tenido dos matrimonios fracasados, ambos destruidos, sobre todo por mi narcisismo egoísta y mi incapacidad de amar… No veía salida a la situación y le dije que no me casaría con ella y que, de momento, tampoco me llegaba para mantener un hijo y no sólo exigí que acabara con el embarazo como condición para continuar nuestras relaciones, sino que también le informé fríamente que yo mismo realizaría el aborto. Y lo hice.

Había realizado muchos miles de abortos a niños inocentes y había fallado a mis seres queridos. De mi segundo y tercer matrimonio no puedo escribir en detalle, todavía es demasiado doloroso para mí. Cuando escribo esto, yo he pasado por toda la panoplia de remedios seculares: alcohol, tranquilizantes, libros de autoasistencia, consejeros. Incluso me he permitido cuatro años de psicoanálisis a principios de los setenta… Yo me despreciaba a mí mismo. Quizás había llegado por fin al principio de la búsqueda de la dignidad humana. Había empezado a hacer un autoexamen serio… Yo sabía que la enfermedad principal consistía en cortar los lazos entre el pecado y la culpa… Necesitaba ser llamado al orden y educado.

Cuando a principios de los años setenta, los ultrasonidos me mostraron a un embrión en el vientre materno, sencillamente perdí la fe en el aborto a petición… Quedé estremecido hasta el fondo del alma por lo que vi. Las cintas eran asombrosas. Algunas no eran de mucha calidad, pero seleccioné una de mejor calidad que el resto y empecé a ponerla en encuentros pro-vida por todo el país… Don Smith quiso convertir mi video en una película y así es como acabó haciéndose “El grito silencioso”, que tanto furor había de causar… El grito silencioso mostraba cómo se despedazaba en el útero un feto de doce semanas con una combinación de succión e instrumental de aplastamiento por parte del abortista… El grito silencioso era un arma poderosa. No consiguió cambiar la mente de los legisladores, pero creo, y lo digo humildemente, que ha salvado la vida de algunos bebés. Al menos, espero que así haya sido.

Y, por primera vez, en toda mi vida adulta, empecé a considerar seriamente la noción de Dios, un Dios que me había conducido inexplicablemente por todos los intricados círculos del infierno, sólo para enseñarme el camino de la redención y la misericordia a través de su gracia… No experimenté una instantánea epifanía cegadora ni empecé a rezar Avemarías… En mi caso, fui llevado a una búsqueda, revisando las literaturas de las conversiones, incluyendo “El pilar de fuego” de Karl Stern. También leí a Malcolm Muggeridge, Walter Percy, Graham Greene, C.S. Lewis, al cardenal Newman y a otros más.

Por fin se bautizó en la catedral de San Patricio de Nueva York, el 9 de diciembre de 1996. Fue un momento muy difícil. Estaba completamente emocionado. Y, después, cayó esa fría agua purificadora sobre mí y voces suaves y un inexpresable sentimiento de paz… Soy optimista ante el futuro, independientemente, de lo que puede traer consigo, porque he vuelto mi vida hacia Cristo. Ya no tengo control de mi vida ni quiero tenerlo. Nadie puede hacerlo peor de lo que yo lo hice. Ahora estoy, simplemente, en las manos de Dios.

Bernard Nathanson se dedicó hasta su muerte a practicar la ginecología en las zonas más pobres de Nueva York para ayudar a los más necesitados. Un hombre que nació de nuevo por el bautismo y a quien Dios dio una nueva oportunidad de ser feliz, como te la da también a ti.

JERI WESTERSON, periodista, escritora y novelista. Dice sobre su conversión: Yo era judía, pero sólo de nombre. Me consideraba atea y actuaba como tal, pero crecí en la tradición del judaísmo americano…

Yo quería ser novelista y estaba escribiendo mi última novela sobre los monjes de la Edad Media. Por eso, fui a entrevistar a monjes reales a un monasterio benedictino. Yo no sabía si sería bien recibida como mujer y como judía… Tenía muchos prejuicios y equivocadas ideas sobre la Iglesia como muchos no-católicos. En el monasterio me dieron una habitación para alojarme. Sobre mi cama, había en la pared un crucifijo. Algunos años antes, la presencia de tal símbolo me habría vuelto nerviosa, pero ahora no estaba nerviosa. ¿Era familiaridad? ¿Era otra cosa?

Pero en medio de mis reflexiones sobre la vida de los monjes, aquella primera noche sucedió algo. Es difícil describirlo con palabras, aunque lo he intentado varias veces. Yo sentí, de repente, una presencia inmensa, que venía de fuera y que me rodeó y llegó a lo más profundo de mi ser. Y una voz, que no era voz, dijo dos simples palabras: “Wake up” (Despierta). Yo me sentía como un vaso vacío que es llenado al instante. En aquel momento, la atea judía se dio cuenta de que aquella voz no era imaginación, sino que era la verdadera voz del Espíritu de Dios… ¿Era aquello una experiencia cristiana? ¿Estaba aceptando a Dios y a Jesucristo?

Decidí intentar dormir, pero, después de una noche sin dormir, me levanté a las 4,45 a.m., la hora en que los monjes van a rezar… En la misa, fui de nuevo tocada por una emoción que no podía comprender. Me senté y lloré sin comprender la gran magnitud de lo que el Espíritu Santo estaba haciendo en mí.

En mi camino a casa, mientras manejaba mi coche, me preguntaba qué pensaría mi esposo de estos sentimientos que estaba teniendo. Yo pensaba que estos sentimientos podrían desaparecer en un mes y los olvidaría como un sueño agradable. Pero, para mi sorpresa, después de un mes, los sentimientos eran aún más intensos, hasta que le dije a mi esposo que estaba pensando en convertirme a la Iglesia católica… Tuve que rehacer toda la novela y comencé a leer los Evangelios y a ir a misa… Busqué hablar con un sacerdote, Fr. Gerard McGuinness, quien me llevó a su oficina y escuchó toda mi historia.

Empecé a leer libros sobre la Iglesia, pues no podía aceptar todo fácilmente. Escuchaba misa todos los días… Después de varios meses de oír misa todos los días, comenzó mi preparación llamada “Iniciación cristiana de adultos”. Algunas doctrinas, como la Trinidad o la Eucaristía, no fueron difíciles de aceptar, pero la devoción a María y rezar rosarios fue algo más duro… Fui bautizada en Pentecostés, y ese día recibí la Eucaristía. Yo me emocioné muchísimo… Mi hijo fue bautizado seis meses después de mí y, dos años más tarde, mi esposo. En mi primer año de católica, fui lectora y ministro de la Eucaristía, me uní al coro y llegué a ser profesora de educación religiosa. En mi segundo año, me nombraron directora del coro y ahora soy coordinadora y enseño en el programa de Iniciación cristiana de adultos. Me siento muy agradecida de haber vuelto a casa en la Iglesia católica.

JEAN MARIE LUSTIGER, nacido en París en 1926 de familia judía, originaria de Polonia, relata en su libro La elección de Dios los recuerdos de su infancia y juventud hasta su conversión al catolicismo. También responde a una serie de preguntas que le hacen los periodistas, Missika y Wolton, escéptico uno y agnóstico el otro respectivamente.

Cuenta Lustiger la desesperación de sus padres, cuando quiso hacerse católico y los esfuerzos que hicieron para desanimarlo de esta decisión, que tomó junto con su hermana. Había comenzado hacía tiempo a leer a escondidas el Evangelio y algunos libros cristianos. También influyeron en su decisión algunos amigos católicos. Él cuenta así el momento clave: Entré un día en la catedral (de Orleans). Era un día que hoy sé que era Jueves Santo. Me detuve en el crucero sur, donde brillaban un amontonamiento ordenado de flores y luces. Permanecí un buen rato absorto. Yo ignoraba el significado de lo que veía. No sabía qué fiesta se celebraba ni qué hacía aquella gente allí en silencio. Volví a mi habitación. No dije nada a nadie. Al día siguiente, volví a la catedral. Quería volver a ver aquel lugar. La iglesia estaba vacía. Espiritualmente vacía también. Sufrí la prueba de aquel vacío: no sabía que era viernes santo. No hago más que describir la materialidad de las cosas y, en aquel momento, fue cuando pensé: quiero que me bauticen… La persona de la casa, donde nos hospedábamos, me dirigió al obispo de Orleans, Monseñor Courcoux. Era un oratoriano muy culto; me instruyó en la doctrina cristiana mediante clases particulares. Desde el comienzo de nuestros encuentros, me aconsejó que pidiera permiso a mis padres. El día que hablé con mis padres fue una escena muy dolorosa, totalmente insoportable. Al final, aceptaron… Yo no tenía en absoluto la sensación de traicionar (la condición judía) ni de esconderme ni de abandonar algo, sino, por el contrario, de haber descubierto el alcance, el significado de lo que había recibido al nacer. Pero a ellos les parecía incomprensible, absurdo, era lo peor de todo, la peor desgracia que podía haberles sucedido…

Para ser exacto, creí en Jesucristo, el Mesías de Israel. Cristalizó en mí algo que llevaba dentro desde hacía años y que no había explicado a nadie. Supe que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios.

A su madre la deportaron y murió en el campo de concentración de Auschwitz. Él empezó a ir a misa todos los días. Y en 1946, a los veinte años, ingresa al Seminario, porque quiere ser sacerdote. Es ordenado sacerdote en 1954 y, durante quince años, se dedica a trabajar como capellán de universitarios. En 1969, es nombrado párroco. En 1979 es nombrado obispo de Orleans y dice:

El hecho de encontrarme en la catedral de Orleans, exactamente en el mismo lugar en el que por primera vez tuve la intuición del Mesías sufriente, la ofrenda del cuerpo y la sangre derramada, y su presencia en la Eucaristía, aquello daba a mi existencia en Orleans una intensidad extraordinaria… El despacho donde el obispo Monseñor Courcoux me había instruido en la doctrina cristiana, se convertía en mi despacho; celebraba la misa en la misma capilla donde me habían bautizado. Me encontraba con sacerdotes y laicos que habían sido mis compañeros de clase y ahora era yo su pastor. Dios me pedía que les diera lo que yo había recibido de ellos.

Al año y tres meses de ser obispo de Orleans, lo nombraron arzobispo de París y después cardenal.

Jean Marie Lustiger, un hombre de gran cultura y mucha apertura a todas las culturas, que vivió en propia carne la discriminación por ser judío y que aprendió que el Mesías prometido al pueblo de Israel era un Mesías sufriente, que se nos presentó en la persona de Jesús.

MARTIN K. BARRACK escribe sobre su conversión: Yo nací en una familia judía. Cristo y los católicos eran las cosas más lejanas de mi mente. Conocí a Irene, una católica fervorosa, y me casé con ella. Durante los siguientes veinte años, ella vivió como católica y yo como judío. Yo la llevaba a misa los domingos, cuando hacía mal tiempo, y ella me preparaba cariñosamente comidas judías en las fiestas. Un día, cuando yo tenía 43 años, caminaba hacia un centro comercial, cuando sentí una paz muy grande según me acercaba a la iglesia católica cercana, y una voz interior me decía: “Yo te amo, siempre te he amado. Ven a casa…” Cuando pasé la iglesia, el sentido de paz disminuyó.

Yo lo atribuí todo eso a mi imaginación y no le di importancia, pues desapareció al llegar al centro comercial. Pero lo mismo sucedió al regresar. Según me acercaba a la iglesia, tenía el mismo sentimiento de paz. Unas semanas más tarde, hice el mismo recorrido. Ya había olvidado lo ocurrido y me sucedió lo mismo, y vino a mí la misma voz interior. Entonces, empecé a pensar que Dios me llamaba para algo.

Una noche, Irene y yo vimos un documental sobre la Sábana Santa de Turín. Estudié el asunto y me convencí de que allí, en la Sábana Santa, había estado el cuerpo de Jesús y que su imagen se había grabado en el momento de la resurrección, según decían también algunos científicos.

Entonces, empecé a pensar: Si Jesús resucitó, Jesús es Dios. Así empecé a pensar seriamente en hacerme cristiano. Leí el catecismo de la Iglesia con todas las enseñanzas de la fe católica y comencé a asistir a clases para la formación cristiana de adultos. Así comprendí que el catolicismo completa al judaísmo, y que hacerse católico era llegar a casa.

La Vigilia de Pascua de 1989 fue el día más grande de mi vida. Recibí los tres sacramentos: bautismo, confirmación y comunión. A mi familia judía les decía que aceptaba a Jesús como el Mesías prometido y, aceptaba toda la herencia judía. Que así como en la sinagoga hay un tabernáculo con la Palabra de Dios escrita, así en la Iglesia católica hay un tabernáculo con la Palabra de Dios hecha carne, Jesús Eucaristía.

PADRE JOSÉ CUPERSTEIN es un amigo personal. Él me manifestaba así su testimonio:

Yo soy de familia judía y practicaba la religión judía. Estaba casado y tengo dos hijos. Después de algunas desavenencias con mi esposa, decidimos divorciarnos y yo le di el libelo de repudio según nuestra religión. El 24 de setiembre de 1982, fui a cenar a un restaurante en compañía de mis padres. Este restaurante Agua viva estaba dirigido por unas laicas consagradas. A la entrada, me impactó una linda imagen de María y, por un impulso interior, le pedí que ayudara a mi padre enfermo. Al final de la cena, las hermanas cantaron el Ave María y esto me emocionó. Aquí comenzó el proceso de mi conversión, pues la Virgen Santísima me concedió lo que le pedí y, a partir de entonces, todos los meses le llevaba flores para su imagen.

En febrero de 1983 tuve un sueño decisivo. Soñé que me perseguían y me refugié en una casa antigua colonial. Llegué a un salón grande, donde había un crucifijo. Me postré ante el Cristo crucificado y vi cómo desaparecieron mis enemigos. Sentí tanta paz al despertar que, desde entonces, comencé a amar a Jesús. Ese mismo año pedí que me prepararan en la iglesia de San Pedro, del centro de Lima, y me bauticé. Después de mi bautismo, acostumbraba a ir a esa misma iglesia a rezar el rosario, oír misa y comulgar todos los días, después del trabajo. Era mi encuentro diario y personal con Jesús. Así, sin darme cuenta, empezó mi deseo de ser sacerdote. Por supuesto que no fue fácil, tuve que dejarlo todo. Mis hijos ni me hablan. Pero mi amor a Cristo fue más fuerte y me preparé en el Seminario hasta que el 7 de octubre de 1993 me ordené de sacerdote.

El Padre Cuperstein, como muchos otros convertidos, llegó a Cristo por medio de María. Y ha hecho de la Eucaristía el centro de su vida. Actualmente, es párroco en una parroquia de la periferia de Lima.

SOR MARY OF CARMEL me contaba su conversión en una carta personal. Me escribía así: Yo nací en Londres, en una familia judía. A los 11 años, mis padres me enviaron a estudiar a una escuela, regentada por unas religiosas católicas. Un día, una amiga católica me invitó a visitar la capilla del colegio y, al entrar, instantáneamente, sin pensarlo, sentí, con una fuerte claridad, que allí en el sagrario, que yo llamaba Box (caja), allí estaba Dios. No sabría explicarlo, pero esto mismo me pasó en las dos siguientes iglesias católicas que visité. Entonces, me di cuenta de que la Iglesia católica tenía la presencia de Dios y que yo debía hacerme católica y ser religiosa como las hermanas de mi colegio.

Me bauticé a los 14 años. Al día siguiente, hice mi primera comunión. Mis padres se bautizaron y se casaron por la Iglesia cuatro años más tarde. Yo, por mi parte, decidí ser religiosa carmelita descalza, después de leer la Autobiografía de santa Teresita.

Sor Mary of Carmel me sigue escribiendo desde Up Holland, Inglaterra, donde vive en su convento. Ya tiene 80 años, pero es feliz en su vida religiosa, amando a Jesús, que siempre la sigue esperando en la Eucaristía.

REFLEXIONES

Los convertidos del judaísmo han visto en Cristo al Mesías de Israel, al Dios hecho hombre que vino a cumplir las esperanzas de Israel. Esto lo explica muy bien san Pablo de sí mismo: Circuncidado al octavo día, de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos, y según la Ley un fariseo; por el celo de ella, perseguidor de la Iglesia y, según la justicia de la Ley, intachable. Pero lo que tenía como ganancia, ahora lo tengo por Cristo como pérdida y todo lo tengo por pérdida a causa del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor todo lo sacrifiqué y todo lo tengo por basura, con tal de ganar a Cristo (Fil 3,5-8).

Para Pablo, una vez convertido, Cristo es el centro de su vida. Todo lo demás no vale nada, es como basura. Si sois de Cristo, sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa (Gál 3,29). Por eso, la Iglesia es la continuación del Israel de Dios, el cristiano es un judío en plenitud, y Cristo es el Mesías prometido a través del cual Dios da la salvación al mundo entero. De ahí que, cuando un judío se convierte, no tiene que dejar de ser judío sino asumir su herencia y vivirla plenamente en Cristo y por Cristo. Todos los católicos somos espiritualmente judíos y participamos de la herencia espiritual del pueblo judío.

Ojalá aprendamos nosotros de los judíos convertidos ese amor a Jesucristo como Mesías, como Dios y Señor, a quien debemos entregar nuestra vida entera con todo lo que somos y tenemos. Jesús quiere transformarnos en sus testigos y predicadores de su Palabra a través del mundo. ¿Estás dispuesto? Él te necesita.

Fuente: “Ateos y Judíos convertidos a la Fe Católica” del Padre Ángel Peña O.A.R. Lima Perú 2005

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La salvacion viene de los Judios-«Soy judio y católico» 1/5

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Conversiones TESTIMONIOS Y MILAGROS Vidas y Trayectorias

Autobiografía del judío Mario Hübner: su conversión en Uruguay

Para San Pablo una de las señales de la 2ª venida de Jesucristo es la conversión de los Judíos. A través de la historia muchos judíos han aceptado a Jesús como el Mesías y han adoptado la fe cristiana, algunos de ellos tomando los hábitos como Edith Stein o los hermanos Ratisbone.

Pero muchos otros menos notorios lo han hecho, como Mario Hübner, un emigrante judío austríaco de familia perteneciente a la casta sacerdotal judaica, que se convirtió en Uruguay, y un resumen de cuya autobiografía traemos.

 Mario Hübner culminó sus días siendo un fervoroso católico que le puso el nombre Pablo a su único hijo porque san Pablo es el símbolo del judío converso, y también fervoroso devoto de la Virgen de Nizankowice ver NUESTRA SEÑORA DE LA DIVINA PROVIDENCIA DE NIZANKOWICE, UCRANIA ( 1º DE MAYO) de su tierra natal y principal difusor en Uruguay de Santa.Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
 

MI VIDA Y MI FAMILIA EN GALITZIA

MI NACIMIENTO

Nací el 22/10/1925 en la región de Galitzia y en la entonces novel República de Polonia, en casa de mis abuelos maternos en Nizankowice, localidad cabeza de ayuntamiento perteneciente al distrito de Przemysl, con ciudad capital homónima, histórica, importantes fortificaciones, monasterios, monumentos históricos, una importantísima pinacoteca y con la emblemática fortaleza construida en 1873 por los austríacos y que resistió el embate de los rusos durante su ofensiva en la 1ª. Guerra Mundial.

Fui el primogénito de mis padres, quienes tenían 26 y 25 años respectivamente. Luego nació muerto un hermano también en Europa, unos pocos años menor, y en Montevideo, mi hermano varón (1933) y mi hermana mujer(1936), hoy residentes en Sao Paulo (Brasil).

SOY DE LA CASTA SACERDOTAL ZADIK KOHEN

Era una promesa y una bendición para ellos y para mis abuelos, porque somos por los Hübner “Zadik Kohen”, es decir pertenecientes a la casta sacerdotal (en hebreo Zadik significa muy piadoso y Kohen, sacerdote). Esta calidad se transmitió de generación en generación y era y es reconocida entre la colectividad judía. Inclusive, nosotros podemos agregar, al firmar, las iniciales Z.K., que precisamente significan Zadik Kohen.

El ser de la casta sacerdotal implica que se tienen derechos y obligaciones religiosos especiales.

Y entre los derechos, hay uno que es el de que durante el culto en determinadas fiestas, se sube al altar de la sinagoga, se saca la persona los zapatos, se tapa con el talid y bendice a los presentes.

La condición de Zadik Kohen implica según averigüé luego, que por lo menos, en algunas corrientes rabínicas, el Kohen no se puede divorciar, existiendo casos muy curiosos en Israel, que gente de esta condición que se separa, no se puede divorciar y si quiere casarse nuevamente, lo hace inválidamente para la religión judía, aspecto que es o era recogido por la legislación civil israelí, por lo cual se casa o casaba sin efecto en el Estado judío, en Chipre.

De hecho, en mi familia no había divorcios y el tema de la indisolubilidad matrimonial se practicaba y aceptaba en los hechos, existiendo algún divorcio en épocas posteriores pero como excepción a la regla. También la fidelidad matrimonial era un valor.

Los Lehrer (la familia paterna), eran muy practicantes y piadosos, vinculados a las jeshivas (universidades rabínicas) a la representación de la comunidad judía ante el gobierno civil, etc., quizá también fueren Zadik Kohen, pero esto no lo sé con seguridad.

Como ejemplo de este mundo de religión sincera de mi familia, diré que yo conservo un libro de una colección completa del Antiguo Testamento o Biblia judía, que me llevé de mi casa paterna en Montevideo (año 1950) cuando me convertí al catolicismo.

El tomo de la colección que yo escogí es el de los profetas Isaías y Jeremías. Lo hice a propósito ya que sobre todo Isaías es quien anuncia con suma claridad a Jesucristo y si se lo lee sin preconceptos, al menos, un judío religioso, debería preguntarse si realmente el catolicismo no es la continuación del judaísmo y por lo tanto, que efectivamente Cristo es el Mesías y no un falsario.

LO PRIMEROS 5 AÑOS EN POLONIA

A los pocos meses, tuve una pulmonía que casi acabó conmigo. Me salvé porque Dios es grande ya que estaba cianótico. Mi madre, hija del Sr. Lehrer, tenía muchas amigas y le decían sobre su primogénito: “ese hijo tuyo es feúcho”, y ella replicaba diciendo, pero es muy inteligente”. Tiempo más tarde tuve una segunda pulmonía y me tuvo que ver el médico con residencia permanente en Nizankowice y sobre la plaza pública donde estaba también el Ayuntamiento. Este hombre dijo: “El día que Uds. se vayan a América será un niño gordito y se curará”, cosa que efectivamente sucedió.
Mi vida a los dos años, dos años y medio, muchas veces consistía en quedarme en casa de mis abuelos. Me sentaba esperando que las campesinas trajeran crema doble, frutillas y azúcar. Todo esto me gustaba.

A los dos años y medio-tres, me dejaban en el Jeider, la escuela de religión que estaba arriba de la sinagoga. Me sentaban sobre unas tarimas y me dormía, aunque no del todo ya que escuchaba lo que decía el maestro a sus alumnos. Venía mi madre y me daba leche y me preguntaba de tanto en tanto si estaba cansado.

LAS CIUDADES DONDE YO VIVIA

Nizankowice tenía unos 3000 habitantes. Luego de 1945, el distrito de Przemysl fue partido en dos, la ciudad de Przemysl y Bircza en donde vivían mis abuelos paternos, quedaron dentro de Polonia, mientras que mi localidad quedó anexada a la URSS, siendo hoy parte de Ucrania, al igual que Dobromil de donde son oriundos los Hübner.

Queda hoy Nizankowice dentro del país citado a 3 kms. de la frontera con Polonia. También sufrió la anexión la capital de la provincia y de la región de Galitzia, ciudad muy importante, que los austríacos llamaban Lemberg, los polacos Lwow y los ucranianos, denominan Lviv.

Mi vida pues, transcurrió en mis primeros cinco años en el eje geográfico Lemberg-Przemysl, históricamente emblemática para los polacos- y Cracovia. Si uno mira un mapa es una línea casi horizontal.

YO SOY AUTRÍACO

Yo soy austríaco de corazón, legalmente no lo puedo ser aunque quise nacionalizarme, ya que mis padres, no hicieron uso de una opción que establecía el Tratado de Paz con los aliados y perdieron la nacionalidad. Adquirieron la polaca en forma automática al igual que mis familiares, pero era algo extraño, ya que si bien era la de la tierra en que vivían y amaban era un asunto superpuesto al mismo tiempo, por haber desaparecido el Imperio austriaco.

Yo nací bajo la administración polaca y mantengo esa nacionalidad, que también estimo, pero es como una segunda nacionalidad. La verdadera es la austríaca. También me siento ligado al Uruguay, país de adopción y del que soy ciudadano legal.

Mis padres eran por fuerza políglotas. Aparte del alemán y del iddish, lengua básicamente formada por un alemán arcaico de los ghettos alemanes, palabras eslavas y hebreas, que hablaban los judíos de la Europa Oriental, llamados asquenazíes , sabían polaco, algo de ruso y de otras lenguas para entenderse con un ambiente multirracial y multicultural.

Pero en nuestro caso, es de remarcar que éramos judíos austríacos y no polacos, lo que implicaba una diferencia en modalidad, cultura, etc.

EL ORIGEN DEL APELLIDO HÜBNER

El origen alemán de mi apellido Hübner, provocó que mi abuelo paterno, quien vivía en Bircza, se negara a enviar a mi padre a la escuela pública por razones religiosas para que no le enseñaran cristianismo, estuvo detenido dos días e igual se negó a mandarlo. No le pasó nada porque era austriaco y no polaco.

Lo envió a la buhardilla, al cuarto de arriba, a aprender a leer y escribir, adquiriendo un efectivo conocimiento y buena letra y ortografía, donde estaban todas las cartas escritas en buen alemán, así como también en polaco, iddish y hebreo, provenientes de la correspondencia de los parientes, p.ej. de Dobromil, de donde provenían los Hübner.

Hübner no es un apellido judío y sí perteneciente a la nobleza. Pudo haber habido alguna conversión al judaísmo o casamiento interreligioso.

LENGUAS Y LA NACIONALIDADES DE LA ZONA

Muchos de los judíos religiosos no sabían hablar polaco. Y los polacos no estaban en el pueblo de Nizankowice, estaban en las afueras. Eran campesinos, campesinas. Iban a la Iglesia, etc., pero en el pueblo mismo vivían judíos, que eran comerciantes, negociantes, compraban madera. Los ucranianos se la tenían “guardada” a los polacos. Vivían también en las afueras de Nizankowice, así como también rutenos.

La ciudad era una ciudad de judíos quienes tenían su rabino permanente. Era, pues, el centro, en los hechos, lo que los judíos llamaban un “shtetl”, pero tenía jurisdicción administrativa sobre todos. Los comerciantes eran sólo judíos .Los judíos dominaban la ciudad.

En cuanto a la religión de los polacos, ucranianos, rutenos, no era motivo de conversación entre lo que yo escuchaba. Pero eran cristianos, recordando algo sobre sacerdotes y la división entre católicos de rito latino y oriental, tema que después me enteré que estaba ligado a la liturgia, derecho, espiritualidad y costumbres propias, pero dentro del catolicismo todos. Había había también cristianos ortodoxos rusos y yo me acuerdo que me llamaba la atención las cúpulas de la iglesia de ellos, tipo Kremlin que al igual que las católicas estaban en Nizankowice. Son iglesias antiguas y grandes.

Nizankowice era una mezcla de razas, con sus propias costumbres e idioma. La lengua de los judíos era el iddish.

JUDIOS, CRISTIANOS Y CONVERSIONES

Había conversiones de judíos al catolicismo. A pesar de que yo era un niño chico y no entendía determinadas cosas, sin embargo, lo que yo oía lo entendía. En Nizankowice, mi abuela tenía una íntima amiga muy piadosa en el Antiguo Testamento y un buen día desaparece de la localidad y se fuga para ser católica.

Esto lo dijeron mi madre y mi abuela y yo lo escuché. Decían, “pobre, se enloqueció; yo la trataba siempre y no parecía loca”. Esto pasó en Nizankowice.

Otro episodio me lo contó años más tarde en Montevideo un tío mío Hübner oriundo de Bircza. Había una persona que se llamaba Sender y que “un buen día desapareció, se fue con los católicos”. Y otro día apareció con un camión en un día de fiesta contando lo que había hecho, su experiencia de conversión y gritando que había adoptado el nombre cristiano de Alexander. Mi tío, decía que había enloquecido y se extrañaba del cambio de nombre, ya que el tal Sender era muy conocido.

Otro caso de conversión es el de Eisig Hübner Berger el tío paterno menor, oriundo de Bircza, unos años mayor, que vino a Uruguay luego de la segunda guerra mundial traído por una organización humanitaria judía, con problemas psiquiátricos causados por la Guerra. No sabemos si vive pero se lo ha visto varias veces en la iglesia del Cordón comulgando.

Todos mis abuelos eran muy practicantes. Los judíos practicantes se iban a purificar en una especie de piscina cerrada con agua caliente, fría. Como dato anecdótico, allí se veía que la mayoría de los hombres tenían hernias, ya que se bañaban desnudos y se quitaban las fajas.

Todos los viernes a partir de las cinco de la tarde concurrían a la sinagoga con rucucs de piel etc. Eran creyentes sinceros .

Yo quería muchísimo a mi abuelo materno y él a mí. Me llamaba cariñosamente con el diminutivo de “Maierci”.

Era un hombre piadoso, caritativo, lo que se puede llamar un justo del Antiguo Testamento o un cristiano de intención sin saberlo. El dejó en mí una fuerte impronta espiritual que influyó en mi evolución posterior por su testimonio y coherencia de vida. Murió en Palestina pero no era sionista porque consideraba que no era acertado un Estado de Israel. Está enterrado en la ladera del Monte de los Olivos en un cementerio judío para personas destacadas ya que él había sido orientador y profesor en las jeshivas y especialmente en la de Jajma Lublin.

Quizá esto signifique que Dios efectivamente preparó mi conversión al catolicismo y enterró a mi muy querido abuelo en el mismo lugar en que Cristo se preparó para la Pasión.

Como hijo de judíos practicantes fui circuncidado de acuerdo al ritual hebreo por un tal Herz Apoteker. Estos datos constan en mi partida de nacimiento, ya que existía un Registro Civil Israelita, dado que los judíos eran respetados en sus leyes y costumbres, pero dentro de la legislación general.

Yo usaba las patillas, las paies, de los judíos religiosos y me acuerdo que cuando tenía cuatro años y me llevaron una vez al peluquero con mi madre, chiquito como era, me tapaba para que no me las cortaran y gritaba: “no me corte las paies”. El peluquero no era judío o era un judío no piadoso ya que algunos que tenían estas profesiones no practicaban.

También usaba el solideo o “kappele”(en hebreo) por lo que yo me vestía a la usanza de los niños judíos religiosos ortodoxos.

 

MONTEVIDEO: ENTRE LA PROFESIÓN Y LA CONVERSIÓN

LA LLEGADA A MONTEVIDEO

Nuestro destino fue el Uruguay por sugerencias de conocidos ya que no sabíamos antes ni donde estaba.

Yo desembarco en el puerto Montevideo el 11 de noviembre de 1930. Vine con mi madre, mi padre hacía 6 meses que había venido. Me metieron en una ambulancia junto con mi padre y mi madre, rumbo al Hospital Pedro Visca por todas las pestes que yo había tenido durante el viaje. Había contraído una doble pulmonía en el trasbordo del buque que venía del puerto polaco de Gdynia.

Fue un milagro mi curación ya que me querían echar al mar apenas muriera. Me había desahuciado el médico del buque quien tampoco era muy brillante técnicamente. Mi madre, en la desesperación, le preguntaba a este médico cómo estaba y como él no la entendía, le contestaba en inglés que yo estaba “all right”. Y esto lo hacía con todos los enfermos, por lo que era apodado como “all right”.

En Pernambuco, no me desembarcaron, como pensaban en un principio. Un médico gordo brasileño me vio y me indicó que me dieran uvas y caldo de paloma. Con eso empecé a recuperarme por obra divina.

Empezamos a vivir como emigrantes.

El primer día que mi madre quería hacer café, fuimos juntos para no dejarme solo al almacén. Ella no sabía hablar español ni conocía las costumbres. Pidió achicoria, que es un sustitutivo del café que en la zona de Europa de la que yo provenía, se tomaba, ya que no se conocía el café. Esto como dato jocoso, ya que no se vendía en Montevideo.

LA EDUCACIÓN EN URUGUAY

En Montevideo aprendí el español yendo a la escuela pública de varones de Villa Muñoz, con el maestro Formento y escuchando a otros niños. Fue aprendizaje a la fuerza con cero pedagogía en la enseñanza para extranjeros, ya que los planes y programas de Enseñanza Primaria no contemplaban el caso de los inmigrantes que no hablábamos castellano. Pero, sin embargo aquel maestro de primer año, logró hacerse entender, que empezáramos a aprender el español, aunque durante algunos años hablaría con la “erre,” de los alemanes, y por sobre todo, que aprobáramos el año los niños inmigrantes, quienes competíamos con nuestros compañeros uruguayos en inferioridad de condiciones.

Simultáneamente, como no había colegios judíos, concurría a la escuela de religión (Jeider) de mañana y de tarde a las diferentes escuelas públicas, siendo la última la Cuba en Ciudad Vieja. Por lo tanto, yo iba a almorzar a casa y luego a continuar mis estudios. Hacía doble turno y estudiaba en tres idiomas (hebreo, iddish , español e inclusive arameo cuando hice los cursos de Mishna; este último idioma lo oía hablar a personas cultas y religiosas y no sólo en los cursos).

La enseñanza en el Jeider y luego en los cursos de Mishna (superiores y posteriores al Jeider, nivel en el que se estudia el Pentateuco, mientras que en la Mishna, se ven otros textos y se estudian comentaristas más en profundidad).

Luego, en 1934, nos mudamos del barrio de inmigrantes judíos a la Ciudad Vieja (que era una zona muy elegante por aquel entonces) y posteriormente, con los años, al Cordón y finalmente a Pocitos.

EL TRABAJO Y LA APERTURA A LA VIDA NACIONAL

Yo era un niño y desde que mi padre puso su tienda “La Bolsa de las medias” en la calle Juncal casi la Plaza Independencia y a su vez, vivíamos cerca de ahí, empecé a participar de eventos que ocurrían en la citada plaza, que era un importante centro de acontecimientos próximos a la Casa de Gobierno y a la también cercana Plaza Matriz.

Así recuerdo, por ejemplo la llegada diaria del Presidente de la República Dr. Gabriel Terra al Palacio Estévez flanqueado por numerosa guardia y motoristas en side-car.

En la Plaza Independencia, se reunían grupos de inmigrantes españoles a conversar entre ellos durante la Guerra Civil Española, siendo la mayoría republicanos, por lo que el tema de ellos era si los franquistas hacían esto o aquello. Yo los escuchaba y volvía a mi casa gritando “Viva Cataluña” sin entender nada mis padres a que me refería.

Este tema que nos era ajeno, curiosamente me interesó posteriormente, tanto por la amistad que trabé con los Padres Dominicos españoles a partir de 1950, muchos de ellos próximos al martirio por su fe católica en la zona republicana o parientes de los hoy beatificados sacerdotes dominicos españoles por el Papa Juan Pablo II en el año 2001,

Además, lo español me empezó a atraer tanto por su cultura, historia, religión y modalidad, asunto que no es sorprendente ya que ha existido siempre afinidad entre personas de raíz germánica con los habitantes de la península ibérica.

Cuando culminé mis estudios primarios, ingresé a la División Primera del Liceo Nocturno “José Enrique Rodó”, cuyo Director era el Prof. Raúl. A. Castro Paullier y posteriormente al Instituto Alfredo Vázquez Acevedo durante el día cuando ingresé a cursar Preparatorios para Medicina.

CONVERSIÓN AL CATOLICISMO

Como dije anteriormente, nací en un hogar piadoso de honda espiritualidad judía, aprendiendo desde muy pequeño textos bíblicos y concurriendo a la sinagoga con mis ascendientes, sinceros creyentes de su religión. Concurrí al Jeider, la escuela para niños de religión y lengua hebreas, habiendo efectuado otros estudios superiores.

Sin embargo, perdí mi fe judaica antes de realizar la Bar-Mitzva, incorporación adulta a la religión judía, por encontrarla incompleta y mal practicada por algunos, que la reducían a un mero formalismo. Por respeto a mi familia continué concurriendo a la sinagoga y participando luego de la citada Bar-Mitzva, de los cultos, por algunos años…

Al entrar en el liceo, mi pérdida de fe judaica era total, encontrando en cambio, como buen biólogo que todo estaba explicado desde el nacimiento hasta la muerte, por el materialismo biológico. No había alma ni había espíritu. Así llegué hasta el cuarto año de liceo, donde estudiamos en literatura, el nuevo Testamento cristiano. Concretamente, se trataba del Evangelio de San Juan que narra la vida de Jesucristo. Claro está que para nada se consideró el tema desde el punto de vista religioso, lo cual yo tampoco hubiera aceptado.

Para mi sorpresa, el profesor elogió mi escrito sobre el tema, y me invitó a leerlo delante de la clase. Así fue que se rompió en mí mi primer “tabú”, puesto que yo le tenía miedo a Cristo.

Pero volví a mis ideas materialistas que yo leía mucho, al extremo que con mi fogosidad hubo compañeros de estudios católicos que perdieron la fe por mi prédica. En el último año del bachillerato, mi esquema materialista comenzó a quebrarse con el encuentro de la filosofía espiritualista, sobre todo con Henri Bergson, filósofo judío francés profesor de La Sorbona. Con uno de sus libros “La evolución creadora” aprendí filosóficamente la existencia del espíritu y su papel.

Años después, al ingresar al ambiente médico, seguí predicando que yo era un judío liberado de lo que consideraba entonces las estupideces de la religión judía.

Un par de años después, un médico católico, Germán Surraco con el cual trabajaba en guardias nocturnas, se puso a hablar conmigo para decirme que yo estaba equivocado y que la Iglesia Católica, en su esencia, no era otra cosa que una continuación del judaísmo. Me pidió que por favor, fuera un buen judío religioso, ante lo cual yo me reí.
Modestamente, mi amigo, al darse cuenta que, a pesar de mis ideas, yo tenía grandes conocimientos bíblicos, me solicitó que tuviéramos encuentros para que yo le enseñara cosas del Antiguo Testamento, o sea, la Biblia judía. A mí esto me llenó de orgullo.

En el intercambio de conocimientos e ideas, yo dejé de reírme de la religión judía, y empecé a entender seriamente a ambas religiones. Y, en consecuencia, enfrenté el estudio del catolicismo en forma crítica y profunda por vez primera en mi vida. Obtuve prestado un libro de Santo Tomás de Aquino, el más grande de los filósofos del catolicismo, de base aristotélica.

Al cabo de unos días, llegué a la conclusión de que los temas que yo necesitaba, ahora sí muy en serio, era encontrar claramente y documentado los porqués del seguimiento de Cristo por sus primeros discípulos, que eran judíos. Esto no estaba explicado en Santo Tomás y sí en cambio, en una biografía de San Pablo. Este último era un judío religioso de la Escuela de Rabí Gamaliel,

En sus escritos ni siquiera oculta que se dedicó por orden del Sanedrín a perseguir con las armas a los cristianos, hasta su conversión al cristianismo. En este libro encontré la contestación a todas mis dudas y hallé en mi alma turbulenta una paz tan grande como la que experimentan los atletas cuando llegan a la meta. Sentí por fin que había reencontrado en el cristianismo a mis raíces judías.

Pero pasaron todavía unos meses para que yo perdiera mi miedo atávico para entrar en una Iglesia y resistir la vista de un crucifijo. En esos meses anteriores a mi conversión al catolicismo, quedaron a mis espaldas mis esquemas conflictivos y racionalistas. Con una claridad meridiana sentí la fe, algo que está fuera de todo conocimiento racional. No fue pues, un capricho mío o una reacción contra determinadas personas o concepciones.

Sentí una presencia de Dios que hizo arrodillarme frente a un crucifijo en la casa de Ejercicios espirituales de los Padres jesuitas a donde había sido invitado por el Dr. Surraco para asistir a un retiro espiritual para personal médico, y luego salir en busca de un sacerdote para que me bautizara, el 24 de junio de 1950 , por el P.E.Mossman Gross SDB., un salesiano muy vinculado a los medios universitarios y profesionales católicos, quien eligió la fecha por ser la festividad de San Juan Bautista, primo hermano de Jesucristo, sobrino de la Virgen María, precursor de la predicación de Cristo y, por lo tanto, todo lo que ello significaba para la Iglesia Católica y para un judío converso. Debo señalar que fue mi padrino de bautismo el Dr.Germán Surraco , recibiendo poco después el Sacramento de la Confirmación.

LOS ESTUDIOS Y PROFESIÓN DE MARIO HUBNER

En el año 1945 ingresé a la Facultad de Medicina pleno de ilusiones y allí hice buenas amistades con todo tipo de personas,

Posteriormente, y siendo concomitantemente estudiante universitario ingresé en el Servicio de Transfusiones del Hospital “Pereira Rossell” como laboratorista, elaborando con los años la Inmunohematología, desconocida en el Uruguay hasta entonces por los técnicos.

También la docencia fue algo que me atrajo desde muy joven, por lo que acepté en 1946 y 47 el ofrecimiento de mi ex profesor de Historia Natural, Dr. Carlos Pérez del Castillo, para ser su Profesor Agregado en el turno diurno del Liceo No.1 José Enrique Rodó, uno de los más importantes liceos de mis ya lejanos 21 años de edad. El Dr. Pérez del Castillo me vio condiciones para enseñar, a punto tal que me dejaba gran parte de las clases para que las dictara yo solo. Y también me animó a escribir un curso de Historia Natural que efectivamente se publicó y vendió a los estudiantes como texto de clase.

 

MI VIDA POLÍTICA Y MI RETIRO

EL LAICISMO Y LA POLÍTICA EN URUGUAY

Del Uruguay y del Montevideo de mi adolescencia es de remarcar que, independientemente del laicismo imperante en materia de religión dirigida al catolicismo y que para nosotros pasaba inadvertido, el país era un verdadero remanso de tolerancia y convivencia a pesar del último tema citado, ya que en comparación con los países europeos, las distintas razas, religiones y opiniones coexistían sin problemas. Era una sociedad abierta y por eso el batllismo, que aparecía como el creador de este modelo gozaba de gran predicamento entre los inmigrantes.

Esto era una falacia, ya que en realidad otros sectores políticos como el Partido Nacional y la Unión Cívica, eran los pilares de esto y como no detentaban el poder pasaban inadvertidos para sectores como el judío que en gran medida estaban encandilados con el citado coloradismo batllista aunque Batlle y Ordóñez falleció como católico.

MI MILITANCIA POLÍTICA

Otro tema que paradójicamente me ocurrió, fue el de ser con los años militante del Herrerismo, cuando la prédica del diario “El Debate”, llegaba por altoparlantes desde la Plaza Matriz hasta la calle Juncal, con discursos abogando por la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial y apoyando el anticomunismo alemán, asunto que nos ponía nerviosos y mi padre decía, entre otros, del Dr. Alejandro Gallinal, que era un antisemita.

El asunto era que el Herrerismo iba más allá del tema nazi, y buscaba la independencia segura de Uruguay, tema que nosotros no dominábamos en profundidad e ignorábamos que el propio Dr.Herrera era descendiente de judíos sefaradíes.

La paradoja en este tema es que por los años sesenta escribí en diversas oportunidades artículos religiosos, políticos y de temas generales en el citado diario “El Debate”, así como también sobre diversas temáticas en el también blanco periódico “El País”, llegando a ser redactor responsable de la página económico-comercial del rotativo “El Clarín” en 1966 que respondía también al herrerismo.

Y en temas de religión, recuerdo un tema muy importante: el Cardenal Pacelli, futuro Pío XII, poco comprendido por los judíos, siendo Secretario de Estado de la Santa Sede, visitó el Uruguay con motivo del Congreso Eucarístico de 1936 , y yo movido por la curiosidad concurrí a la Plaza Matriz, donde fui bendecido por él, desde un auto abierto, antes de ingresar a la Catedral. En fin, cosas de Dios…yo que le tenía miedo a ver un crucifijo.

HUBNER RETIRADO

Luego de terminada mi actuación laboral como docente y como comerciante de antigüedades, me retiré y me di cuenta una vez más, por sucesivos problemas de salud, en parte generados por los avatares de la vida, que lo único que importa realmente es la confianza en la Divina Providencia, o sea en la acción de Dios en nuestras vidas, en nuestras buenas obras con las limitaciones humanas que todos sin excepción alguna tenemos, para con los familiares, amigos y gente desconocida, interesando poco y nada los honores mundanos, ni siendo mejores unos que otros, por más errores y pecados que se tengan.

Siempre hay una oportunidad para las personas, porque si no, poco sentido tendría la prédica del catolicismo basada en las Sagradas Escrituras, tendiente a convertir a los pecadores.

En todas estas conclusiones influyeron en mí las enseñanzas de diferentes organizaciones y personas católicas desde 1950 hasta la fecha incluida mi señora, pero en los años 1970-1980 fue importante la relación de amistad personal con personas de la hoy Prelatura personal del Opus Dei y la prédica de un sacerdote redentorista canadiense, antiguo misionero en Vietnam e integrante del movimiento carismático, el P. Denis y también las visitas como amigo personal y como de Fr.Ramón Arizmendi OP

Me resta agregar finalmente que he colaborado y colaboro con la ayuda de terceros en temas religiosos y humanos como lo hice por ejemplo con las Hermanas Carmelitas Descalzas en la divulgación y conocimiento de la persona de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) en el año de su canonización (1998), una filósofa judía conversa al catolicismo y martirizada por los nazis en Auschwitz en 1942, perteneciente a la Orden Carmelitana, y con las presentes líneas de mi relato de vida personal que deseo puedan ser de utilidad a quien Dios quiera.

El 8 de octubre de 2008 Mario Hübner entrega totalmente sereno su alma a Dios, Uno y Trino, teniendo entre sus manos una imagen llorando de Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia de Nizankowice, su localidad natal , a la que siempre añoró y nunca pudo volver físicamente, pero sí espiritualmente.

El sacerdote encargado del Santuario donde está la imagen en Polonia, a pedido de su hijo y salvando dificultades idiomáticas, dio una Misa allí por su alma.

Tres días antes, lúcido, había recibido la Unción de los enfermos y se había confesado con un sacerdote amigo suyo, quien luego había congregado para rezar con el enfermo a su esposa de 89 años, su hijo nuera y una fiel y católica enfermera.

Al finalizar la oración, señaló con alegría al sacerdote la imagen de Nuestra Señora de Nizankowice con la que falleció.

Fallece en el año Paulino y en la noche de Kol Nidrei, víspera del día del Perdón, la fiesta más importante del judaísmo, y falleció también el mismo día que su abuelo materno, muy justo y religioso del cual era el nieto mayor y el preferido.

Había dado un testimonio de fe católica a los suyos, de religión judía o no, al igual que Santa.Teresa Benedicta de la Cruz ( Edith Stein) de quien era muy devoto y fue el primer difusor de su devoción en Uruguay, imprimiendo miles de estampas en el año 1954.

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