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A San José DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones y Súplicas a San Jose

San Bernardo dijo que “en el transcurso de los años pasados en Nazaret, Jesús colmó el corazón de San José con ternura de amor tal como jamás ningún padre creado la sintió ni sentirá, ‘no sólo – como dice el Padre Huguet- para que José lo pudiese amar como Hijo, sino para que pudiese amar a todos los hombres como a sus hijos, pues, del mismo modo que todos somos hijos de María, así lo somos también de San José. (…) Y después de la devoción a la Santísima Virgen, nada hay más agradable a Dios ni más provechoso para nuestra almas que la devoción al santo Patriarca San José”.

 

Súplicas al Glorioso Patriarca San José

Oh glorioso Patriarca San José, en quien Dios ha concentrado los esplendores de todos los Santos (1), concédenos que en este mundo de soberbia nos refugiemos en la virtud de la humildad.

Oh glorioso San José, en quien Dios ha reunido las prerrogativas de los Nueve Coros Angélicos (2), concédenos que en este mundo de lujuria nos mantengamos puros en cuerpo y alma.

Oh glorioso San José, firme consuelo de la Madre de Dios (3), concédenos que en este mundo esclavizado al pecado seamos fieles a la santa esclavitud mariana.

Oh glorioso San José, custodio de la humanidad del Verbo de Dios, Jesucristo Nuestro Salvador (4), concédenos que en medio de la cultura de la muerte vivamos en la verdadera caridad.

Oh glorioso San José, fidelísimo cooperador en la tierra del gran designio de la Encarnación redentora (5), concédenos que en estos tiempos de idolatría, seamos perseverantes adoradores de Jesús Sacramentado.

Oh glorioso San José, sostén providente (6) de tu Sagrada Familia, provee a nuestras necesidades de alma, mente y cuerpo.

Oh glorioso San José, que jamás dejaste de hacer lo que te han suplicado (7), y de quien se espantaba Santa Teresa por las grandes gracias que Dios le había hecho por medio tuyo(8), concédenos también a nosotros las gracias que hoy te suplicamos.

1 San Gregorio Nascianceno.
2 Isidoro de los Isleños
3,4,5,6 San Bernardo.
7,8 Santa Teresa de Jesús de Ávila

 

SÚPLICA A SAN JOSÉ

José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón,
a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte;
y consagro a tu culto este día,
en recompensa y satisfacción
de los muchos que vanamente he dado al mundo,
y a sus vanísimas vanidades.
Yo te suplico con todo mi corazón
que por tus siete dolores y goces
me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús
y de tu verdadera esposa, María Santísima,
la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya,
y en bien y provecho de mi alma.
Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas,
lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas,
propósitos firmes para no cometerlas más,
fortaleza para resistir a las tentaciones,
perseverancia para seguir el camino de la virtud;
particularmente lo que te pido en esta oración

(hágase aquí la petición)

y una cristiana disposición para morir bien.

Esto es, Santo mío, lo que te suplico;
y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión,
espero alcanzar de mi Dios y Señor,
a quien deseo amar y servir,
como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre,
y por una eternidad.
Amén.

 

PARA PEDIR UN FAVOR

Amadísimo Padre mío San José:
confiando en el valioso poder
que tenéis ante el trono de la Santísima Trinidad
y de María vuestra Esposa y nuestra Madre,
os suplico intercedáis por mí y me alcancéis la gracia…

(hágase aquí la petición)

José, con Jesús y María, viva siempre en el alma mía.
José, con Jesús y María, asistidme en mi última agonía.
José, con Jesús y María, llevad al cielo el alma mía.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ ANTE LAS TRIBULACIONES

¡Oíd, querido San José, una palabra mía !…
Yo me veo abrumadO de aflicciones y cruces,
y a menudo lloro…
DespedazadO bajo el peso de estas cruces,
me siento desfallecer,
ni tengo fuerzas para levantarme
y deseo que mi Bien me llame pronto.
En la tranquilidad, empero,
entiendo que no es cosa difícil el morir…
pero si el bien vivir.
¿A quién, pues, acudiré sino a Vos,
que sois tan bueno y querido,
para recibir luz… consuelo… y ayuda?
A Vos, pues, consagro toda mi vida,
y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces,
los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores…
para que, después de una vida tan trabajosa,
podamos ir a gozar para siempre con Vos
de la bienaventuranza del Paraíso.
Amén.

Jaculatoria. San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.

 

ACORDAOS

Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María
y amable protector mío San José,
que jamás se ha oído decir
que ninguno haya invocado vuestra protección
e implorado vuestro auxilio
sin haber sido consolado.
Lleno, pues, de confianza en vuestro poder,
ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre,
vengo a vuestra presencia
y me encomiendo a Vos con todo fervor.
No desechéis mis súplicas,
antes bien acogedlas propicio
y dignaos acceder a ellas piadosamente.
Amén.

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A la Medalla Milagrosa DEVOCIONES Y ORACIONES

Súplica y Oracion de Consagración a la Medalla Milagrosa

Se reza a las 5 de la tarde del 27 de Noviembre, Fiesta de la Medalla Milagrosa, y en las necesidades urgentes, cualquier día, a esa hora.\

 

Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre y en todas partes estás dispuesta a escuchar las oraciones de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas, pero sabemos también, que tienes días y horas en los que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias.

Y bien, oh María, henos aquí postrados delante de Ti, justamente en este día y hora bendita, por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla.

Venimos a Ti, llenos de inmensa gratitud y de ilimitada confianza en esta hora por Ti tan querida, para agradecerte el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen, a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección.

Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo.

Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro y lo hará palpitar al unísono con el tuyo.

Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz detrás de Él.

Ésta es tu hora, oh María, la hora de tu bondad inagotable, de tu misericordia triunfante, la hora en la cual hiciste brotar, por medio de tu Medalla, aquel torrente de gracias y de prodigios que inundó la tierra.

Has, oh Madre, que esta hora que te recuerda la dulce conmoción de Tu Corazón, que te movió a venirnos a visitar y a traernos el remedio de tantos males, haz que esta hora sea también nuestra hora, la hora de nuestra sincera conversión, y la hora en que sean escuchados plenamente nuestros votos.

Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada, que grandes serían las gracias para quienes las pidiesen con confianza: vuelve benigna tu mirada a nuestras súplicas.

Nosotros te confesamos no merecer tus gracias, pero, a quién recurriremos oh María, sino a Ti, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? Ten entonces piedad de nosotros.

Te lo pedimos por tu Inmaculada Concepción, y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla. Oh Consoladora de los afligidos, que ya te enterneciste por nuestras miserias, mira los males que nos oprimen.

Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros y sobre todos nuestros seres queridos tus benéficos rayos: cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, nos libre de todo peligro.

Lleve tu Medalla alivio al que sufre, consuelo al que llora, luz y fuerza a todos.

Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores, particularmente de aquéllos que nos son más queridos. Recuerda que por ellos has sufrido, has rogado y has llorado.

Sálvanos, oh Refugio de los pecadores, a fin de que después de haberte todos amado, invocado y servido en la tierra, podamos ir a agradecerte y alabarte eternamente en el Cielo.

Amén

 

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA MILAGROSA

Postrado ante vuestro acatamiento, ¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, y después de saludaros en el augusto misterio de vuestra concepción sin mancha, os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre, Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones y Protectora ante la majestad de Dios.

Yo os prometo, virgen purísima, no olvidaros jamás, ni vuestro culto ni los intereses de vuestra gloria, a la vez que os prometo también promover en los que me rodean vuestro amor.

Recibidme, Madre tierna, desde este momento y sed para mí el refugio en esta vida y el sostén a la hora de la muerte. Amén.



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