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La consagración al Inmaculado Corazón de María pedida por Jesucristo en medio de la Segunda Guerra Mundial.

La de Pío XII fue la primera consagración al Inmaculado Corazón de María que hizo un Papa, fue el 31 de octubre de 1942.

Consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María y 6 meses después, la Segunda Guerra Mundial, que había comenzado en 1939, dio un giro que selló la derrota de las potencias del Eje.

Aquí hablaremos sobre la influencia que tuvieron en esta consagración las apariciones de Jesucristo a la beata Alexandrina Da Costa, también en Portugal como las apariciones de Fátima.

Veremos como Alexandrina se ofreció como alma víctima para la concreción de la consagración. Y los frutos que luego tuvo en el mundo.

Ha sido tal la importancia de Fátima, que a veces pensamos que solo en esas apariciones, Nuestra Señora y Jesucristo pidieron al Papa la Consagración al Inmaculado Corazón de María.

En Fátima el pedido fue que la consagración se hiciera específicamente de Rusia.

Podemos situar el pedido formal de Nuestra Señora en 1929, cuando visitó a Sor Lucía en Tuy y le dijo que había llegado el momento de pedirlo al Papa.

Pero desde 1935 a 1942 surgió el pedido de Jesucristo de consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María al Papa, a través de las apariciones sucedidas a la beata Alexandrina da Costa en Balazar, también en Portugal.

Que fue lo que a la postre hizo Pio XII en 1942, hablando en portugues. 

Y que tuvo el fruto de que a partir de ahí los alemanes comenzaran su caída en la guerra, que había comenzado en 1939.

Alexandrina Da Costa había nacido en Balazar, Oporto, en 1904.

Era una joven de familia muy católica y de fuerte complexión, que le permitía trabajar en las tareas agrícolas a la par de los hombres.

Pero el sábado santo de 1918 tres hombres intentaron entrar a su habitación y ella se lanzó 4 metros para abajo para salvar su pureza.

Los efectos de esa caída le produjeron entumecimiento en todo el cuerpo, al punto que en 1925 ya no se pudo levantar más de la cama y vivió postrada hasta 1955 cuando falleció.

Desde 1925 hasta 1928 Alexandrina no dejó de pedir al Señor la gracia de la curación por la intercesión de la Santísima Virgen.

Pero luego comprendió que el Señor la tenía así para una misión, y comenzaron los fenómenos místicos.

Comenzó una vida de unión con Jesús y su primera misión fue ser como la lámpara del sagrario. 

Pasaba las noches peregrinando en visiones, de sagrario en sagrario, ofreciéndose como víctima por los pecadores.

Sacrificio por los pecadores había sido el mismo pedido que la Virgen hizo a los pastorcitos de Fátima.

Desde 1938 a 1942 Alexandrina vivió todos los viernes los sufrimientos de la Pasión como parte de la misión de alma víctima ofrecida a Jesús. 

Y desde 1942 a 1955 se alimentó solamente con la eucaristía.

Y cuando fue beatificada en el 2004, fue propuesta por la Iglesia como modelo de pureza y perseverancia en la fe para la juventud de hoy.

El 30 de julio de 1935 recibió de Jesús el primer pedido de consagración para que se lo trasladara al Papa.

Jesús le dijo que su padre espiritual, en ese entonces el jesuita Mariano Pinho, le pidiera en su nombre que todos los años se hiciera un acto de consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María en un día de sus fiestas, Asunción, Purificación, Anunciación, para que los impuros cambien su camino y no le ofendan más.

Y luego, cuando estalló la guerra civil en España en 1936, los pedidos tomaron una mayor precisión, incluso profética.

A finales de agosto le dijo,

«Quiero que el mundo sea dedicado a Mi madre María, es el remedio para muchos males que lo amenazan.

No quiero ser ofendido y lo soy horriblemente en España y en todo el mundo».

Y el 10 de septiembre de 1936 le indicó cómo hacer la consagración, le dijo,

«Será en Roma por el Santo Padre consagrando a Ella el mundo.

Y luego por los sacerdotes en todas las iglesias del mundo, bajo el título de Reina del Cielo y la Tierra y Señora de la Victoria».

Y le agregó,

«No tengas temor, mis deseos se cumplirán».

Al día siguiente el padre Pinho le escribe el pedido al Cardenal Pacelli, entonces Secretario de Estado de Pio XI, que luego de su muerte sería elegido como Pío XII.

El 25 de abril de 1938 Jesús le pide de nuevo que escriba al Santo Padre, que Él quiere la consagración del mundo a Su Madre Inmaculada. 

Y le dijo,

«quiero que el mundo sepa la razón por qué se dedica a ella, Yo quiero que se haga penitencia y oración.

Por Ella el mundo puede ser salvado, y el mundo hará penitencia y se convertirá.

Ella es mi Reina, la Reina del Cielo y la Tierra».

Y le dijo también que Alexandrina tendría que soportar sufrimientos hasta que el Papa hiciera la consagración.

La señal sería la pasión que ella sufriría todos los viernes santos hasta 1942.

Entonces estalla la Segunda Guerra Mundial en 1939 y Jesucristo le pide más dramáticamente la consagración.

Le dice que la guerra es un castigo por los pecados graves, como lo diría también en Fátima, y predice que el mundo va a quedar en un montón de ruinas.

En febrero muere Pío XI y asume Pío XII y Jesús entonces le dice a Alexandrina,

«este es el Papa que consagrará el mundo al Corazón de Mi Madre».

Mientras tanto sigue insistiendo que se haga la consagración en mensajes frecuentes, y que el Papa lo haga rápidamente si quiere que la guerra acabe y que en el mundo haya paz.

Y le da otro mensaje a Pio XII, Jesús dice,

«el Santo Padre será físicamente librado de los horrores de la guerra, pero sufrirá mucho moralmente».

Y así sería después a través de la operación de la URSS, que lo acusó de ser «el Papa del Führer», y que aún hoy algunos siguen invocando.  

Con el advenimiento de Pío XII el pontificado se mostró más abierto a los mensajes que recibía Alexandrina.

Y en 1941 el Vaticano interrogó en tres ocasiones al Arzobispo de Braga, la diócesis de Balazar, sobre Alejandrina. 

Y finalmente el 31 de octubre de 1942 Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María, con un mensaje a los peregrinos de Fátima en lengua portuguesa y al mundo entero, mientras los obispos de Portugal lo oyeron reunidos en la catedral de Lisboa. 

Este acto lo renovó en Roma en la Basílica de San Pedro el 8 de diciembre del mismo año, cumpliendo así el pedido de que la consagración se hiciera en Roma. 

En su discurso Pio XII dijo,

«En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos»

Y agregó,

«Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo».

¿Y cuál fue el resultado de esta consagración?

Hasta ese momento, las tropas alemanas bajo el mando del general Rommel habían conquistado partes estratégicas del norte de África, mientras avanzaban hacia el Canal de Suez.

En el pacífico los japoneses obtenían victoria tras victoria y en Rusia la invasión alemana marchaba con éxito.

Pero de pronto la guerra tuvo un giro pocos días después de la consagración.

El 23 de octubre de 1942 se produjo la segunda batalla de Alamein, que fue el punto de inflexión de la guerra en el norte de África.

En el Pacífico, los japoneses fueron golpeados decisivamente durante la Campaña de Guadalcanal, en las batallas terrestres y marítimas en la más grande de las Islas Salomón.

Y el 19 de noviembre comenzó una gran contraofensiva soviética en Stalingrado que arrolló a los alemanes, quienes se rindieron en el día de la fiesta mariana del 2 de febrero de 1943.

Seis meses después de la Consagración del Mundo al Inmaculado Corazón de María que hizo Pío XII, se empezó a consolidar la derrota de las potencias del Eje y con ello ya se avizoró el fin de la guerra.

En 1950 Alexandrina festejó el 25 aniversario de su inmovilidad y el 7 de enero de 1955 le fue anunciado que aquel sería el año de su muerte.

El 12 de octubre quiso recibir la Unción de los enfermos y el 13 de octubre, aniversario de la última aparición de la Virgen en Fátima, se la oyó exclamar: «Soy feliz, porque me voy al cielo».

A las 19:30 expiró.

Sobre su tumba se leen estas palabras escritas por ella:

«Pecadores, si las cenizas de mi cuerpo pueden ser útiles para salvaros, acercaos, pasad por encima de ellas, pisoteadlas hasta que desaparezcan. ¡Pero no pequéis más, no ofendáis más a nuestro Jesús!».

Al día siguiente en Oporto los floristas se quedaron sin rosas blancas en agradecimiento a Alexandrina, que había sido la rosa blanca de Jesús.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, de cómo Jesucristo fue guiando a Alexandrina para lograr la Consagración al Inmaculado Corazón de María y los frutos que dio.

Y me gustaría preguntarte si efectivamente crees que una consagración pedida por el cielo da abundantes frutos o crees que es confiar demasiado en un acto que parece mágico.

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