Puertas Abiertas al Mal: El Verdadero Peligro de Halloween para los Niños [lo que no te han contado]

Cómo Halloween abre Puertas al Mal sin que te des cuenta y son difíciles de cerrar.

Hay mucha presión mediática y en los colegios para que los niños participen en Halloween, se disfracen con símbolos relacionados con la muerte y salgan a pedir caramelos diciendo truco o trato.

Es más, muchos colegios católicos y hasta sacerdotes no le ven nada de malo.

Y muchos padres cristianos dicen equivocadamente ¿qué tiene de malo eso? es sólo un juego, los niños se divierten.

Pero el exorcista padre Javier Luzón dice que lo que se considera un simple juego tiene un efecto letal a largo plazo.

Porque abre puertas a los demonios.

Y si no se cierran adecuadamente, pueden causar graves consecuencias a los niños, y a los adultos.

Aquí hablaremos sobre el gran peligro oculto de participar en las celebraciones actuales de Halloween.

Y cómo manejar la situación en los casos en que una persona ya haya participado en ellas, para que cierre las puertas que abrió.

Halloween es una fiesta basada en una mentalidad pagana y animista, de miedo a los muertos.

Viene de los celtas, que creían que en ese momento del año, la barrera entre el mundo de los vivos y los muertos era más delgada.

Y que los espíritus regresaban para vengarse o ajustar cuentas con los vivos. 

Y para defenderse de estos ataques, los vivos se disfrazaban de seres terroríficos para confundirse con los muertos y no ser atacados. 

Es por eso que hoy en día la gente se disfraza en Halloween, aunque la mayoría no sepa el origen de esta tradición.

El 31 de octubre en el antiguo paganismo celta, es un día sagrado muy importante para ellos.

Y es celebrado por wiccanos, brujas y satanistas para conectarse con los muertos, y pedir su intercesión a través del espiritismo y otros medios ocultos.

Es el más importante de los ocho sabbats que celebran las brujas.

La festividad actual de Halloween fue realmente marginal, hasta que la Iglesia la cristianizó.

Y sustituyó el miedo a los muertos, a lo terrorífico, por el respeto y el amor.

Y le puso el nombre de Halloween, que es una apócope de las palabras en inglés, vigilia de todos los santos, en alusión que al día siguiente se celebra la festividad de Todos los Santos. 

De modo que en algún momento Halloween fue una fiesta católica, con símbolos católicos, y los niños se disfrazaban de ángeles y santos. 

Y a partir de ahí se hizo importante.

Al punto que en Estados Unidos es la fiesta que tiene más ingresos después de la Navidad.

También es promovida por la New Age. 

Que como se sabe surgió a finales del XIX, a partir de una sociedad teosófica que quiso promover una alternativa que sustituyera los valores cristianos.

Pero también Halloween es una fiesta satanista, en esa noche se celebran los rituales satánicos más graves y los mayores sacrificios; hay muchos testimonios de esto. 

Anton LaVey, quien escribió la biblia satánica y fundó la iglesia de satán, la consideró la mayor fiesta de su calendario.

La Iglesia de satán lo promociona de esta forma: “Halloween es tradicionalmente un momento en que el portal oscuro de los reinos de la oscuridad, la muerte y lo sobrenatural se abre de golpe.

Los demonios y espíritus tienen vía libre por una noche, retozando, incitándonos a sus juergas y revelando atisbos hacia el futuro.

Da incluso a las personas más mundanas la oportunidad de degustar la maldad por una noche”.

¿Terrible no?

Algunos dirán que si uno no se mete en cosas oscuras y toma Halloween como una diversión no tiene peligros.

Y ahí está el gran error.

Aunque la mayoría de las personas no sean conscientes, el simple hecho de participar en Halloween puede abrir una puerta al mal.

Y los demonios aprovecharán esta oportunidad para intervenir en la vida de esas personas, incluso si no son conscientes de lo que hicieron.

Las personas que participan en Halloween quedan marcadas espiritualmente.

Aunque no se haga conscientemente, están abriendo una puerta al mal. 

Puede que no pase nada inmediatamente, pero esa puerta que se abrió puede tener consecuencias años después, dice el exorcista padre Javier Luzón.

Vestirse de demonios, muertos o monstruos es, en cierto modo, ponerse de su lado. 

Las calabazas, por ejemplo, provienen de una antigua leyenda de Jack, un alma errante que engañó a los demonios, pero que no pudo ir ni al cielo ni al infierno, y vaga con una calabaza iluminada. 

El uso de estas calabazas en Halloween es un acto espiritista, una forma de invocar a los muertos.

Y el truco o trato también tiene un origen oscuro. 

Los celtas iban de casa en casa pidiendo alimentos.

Si la gente aceptaba, la dejaban en paz, pero si no lo hacían, los maldecían, y decían que una persona de la familia moriría ese año. 

Participar en el truco o trato, sin entender su origen, es participar en una antigua tradición de maldición pagana.

Cuando una persona ha abierto una puerta al mal, ya sea de manera consciente o inconsciente, debe cerrarla con oración.

Porque, por ejemplo, si más adelante alguien le hace un maleficio, será más efectivo porque ya tiene esa puerta abierta.

El padre Luzón cuenta que ha habido casos de personas que, muchos años después de participar en estas prácticas, fueron víctimas de maleficios realizados por terceros. 

Y el daño que sufrieron fue posible porque ya tenían una puerta abierta.

El esoterismo funciona de manera objetiva, no importa si las personas creen o no en su poder.

Por ejemplo, cuando una persona hace una sesión de ouija, aunque no sepa que está invocando espíritus, ya ha abierto una puerta.

De la misma manera, llevar a los niños a participar en Halloween, aunque sea sin conocimiento de su significado, puede abrir esa misma puerta en sus vidas.

Si se cometió un pecado al participar conscientemente, es fundamental confesarse para pedir perdón a Dios. 

Y aunque no se supiera que estaban haciendo algo malo, igualmente han abierto una puerta al mal.

Y debe cerrarse con la oración, renunciando a esos actos esotéricos, aunque hayan sido implícitos.

Más en concreto.

Los adultos y los niños que han sido llevados a participar en Halloween quedan marcados de alguna manera, sin saberlo. 

Y aunque no tengan culpa, los demonios aprovechan la oportunidad.

La única forma de protegerse es cumplir los mandamientos de Dios.

El padre Luzón relata el caso de una persona que acudió a un brujo para encargar un hechizo de muerte. 

El brujo, antes de proceder, hizo sus averiguaciones y volvió diciendo: “Mire señora, este trabajo no se lo voy a hacer. No es cuestión de dinero, sino que esa persona está protegida. Si hago el trabajo, podríamos morir usted y yo”.

Esto muestra que una persona que vive en gracia de Dios, y que cierra las puertas al mal, está protegida. 

Porque los demonios no pueden actuar sobre alguien que no tiene puertas abiertas.

Es importante estar en gracia de Dios y frecuentar los sacramentos.

Orar por uno mismo y por los demás.

Pedir la protección de los santos, especialmente de San Miguel Arcángel, que es el protector por excelencia contra las fuerzas del mal. 

Orar el Santo Rosario, porque la Virgen María tiene un papel especial en esta batalla.

Y renunciar explícitamente a cualquier acto de esoterismo, incluso si se realizó por ignorancia.

¿Y entonces, en definitiva, qué hacer en el caso de Halloween?

No participar ni dejar que sus hijos participen en estas celebraciones, y explicar por qué, para catequizar.

Y ofrecer una alternativa positiva, celebrando la festividad de Todos los Santos. 

Y honrar a nuestros difuntos, especialmente el Día de los Muertos.

Bueeeno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre el gran peligro oculto de Halloween, que muchos no ven.

Y me gustaría preguntarte qué crees que es lo que piensan de Halloween los católicos que conoces.

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