El Rumor de la Guerra Nuclear es signo bíblico de Dios interviniendo en la Tierra.
¡Bienvenidos queridos hermanos!
A los que siguen diariamente el trabajo de este equipo y a los que se incorporan ahora.
Hoy queremos hablar de por qué hemos llegado a este momento de cercanía a una Guerra Mundial Nuclear.
Pero se produzca o no una Guerra Mundial Nuclear o alguna variante, lo cierto es que el avance del maligno ha permeado tanto al mundo y a la Iglesia, y nos ha insensibilizado tanto al mal, que el desastre sólo se puede detener con una intervención especial del Cielo.
Y eso está claramente explicitado en la Biblia.
No se trata de profecías de calamidades sino de la palabra del mismo Jesucristo.
Y la limpieza que se necesita no se logrará mediante políticos mesiánicos, que sólo pueden dar respiros momentáneos.
Dios quiere que nos salvemos de la perdición eterna y por eso va a hacer una intervención decisiva.
Aquí hablaremos sobre por qué es ineludible la intervención decisiva del Cielo, dónde Jesucristo la anuncia en la Biblia con claridad, y qué resultará de ella.
Y trataremos sobre cómo la Santísima Virgen se ha aparecido con una frecuencia inédita en la Tierra para guiarnos en este proceso. Medita con cuidado lo que te vamos a contar y por favor pásaselo a tus amigos para que comprendan el proceso en el que estamos.
A mediados del siglo pasado, el arzobispo Fulton Sheen advirtió que estábamos al final de la cristiandad.
O sea, del período en que la vida económica, política y social estaba inspirada en principios cristianos.
Eso está terminando. Hemos visto cómo murió, dijo.
Y mostró los síntomas: la desintegración de la familia, el divorcio, los sacrificios a Molok, o sea la terminación de la vida antes de nacer, la inmoralidad, la deshonestidad general.
Y hoy llegamos a una situación tal de deterioro, que estamos muy cerca de una 3era Guerra Mundial, que necesariamente será nuclear.
Y ¿por qué tan pocas personas se dan cuenta de la gravedad de nuestra crisis actual?
En parte, porque los hombres no quieren creer que sus propios tiempos son perversos.
En parte, porque eso implicaría demasiada autoacusación.
Y principalmente, porque no tienen estándares fuera de ellos mismos, para medir lo que está bien y lo que está mal.
Solo aquellos que viven realmente por la fe saben lo que está sucediendo en el mundo.
No incluimos entre ellos a los que se llaman católicos de cafetería o católicos light, porque solo tienen un barniz de la fe.
Las grandes masas sin fe son inconscientes de los procesos destructivos en marcha.
Es como en el diluvio. La gente vio a Noé prepararse para el diluvio 120 años antes, pero no le creyeron.
La catástrofe que estamos presenciando revela que el mal es autodestructivo.
Y que no podemos alejarnos de Dios sin lastimarnos a nosotros mismos.
Por eso la crisis va venir para evitar una identificación falsa entre la iglesia y el mundo.
Y porque sólo una purificación enviada por el Cielo puede sanar a esta humanidad tan absolutamente corrupta.
Esto está previsto en la Biblia.
En la Biblia se habla del Día de la Ira de Yahvé, que es un término para designar la intervención de Yahvé para liberarnos de las consecuencias del pecado.
Hay muchas profecías bíblicas al respecto.
El profeta Joel, por ejemplo, explica en el capítulo 3 que antes de ese Día de la Ira de Yahvé habrá un Pentecostés, es decir, una iluminación de las conciencias.
Pero dice que no será para un grupito como el Día de Pentecostés inicial, sino para todos los hombres de todos los países y pueblos.
En el libro del Apocalipsis, se describe cómo desde la llegada de Cristo a la Tierra se llega al combate del Final de los Tiempos.
Primero están las cartas a las siete iglesias, que son como una historia de lo que le pasará a la Iglesia.
Luego, los siete sellos, las siete trompetas.
Y finalmente una gran batalla contra el mal.
Dice que la Tierra no llegará a destruirse porque habrá una intervención divina.
Y se producirá un castigo a las naciones que han apostatado.
Esta intervención divina salvará a la Tierra, aunque será un tiempo de tribulación.
Jesucristo, en el Sermón del Monte de los Olivos, Mateo 24 y 25, Marcos 13 y Lucas 21, menciona que esta tribulación será como nunca antes en la historia de la humanidad.
Esa purificación será dolorosa, pero necesaria para pasar a un tiempo de religiosidad.
Que coincide con la promesa de la Virgen en Fátima: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará.”
Será un tiempo en el que Cristo reinará en los corazones de las personas.
Algo que no ha sucedido desde su primera venida debido a las constantes persecuciones y obstáculos.
La intervención divina es lo que en la Biblia aparece como Juicio a las Naciones.
Después de esta gran purificación y tribulación, habrá un tiempo de religiosidad y plenitud, que algunos llaman el Milenio.
Pero no debe interpretarse literalmente como mil años, sino como un periodo en el que el Reino de Cristo alcanzará su plenitud en el mundo.
El Juicio a las Naciones, como se explica en la Biblia, será un momento de gran purificación.
Dos terceras partes de la humanidad podrían perecer debido a sus pecados; lo dice la Biblia y no para meter miedo.
Mientras que la tercera parte restante será purificada y renovada en la fe.
Este juicio no es para destruir, sino para salvar y preparar a la humanidad para el reinado de Cristo.
En la actualidad, vemos cómo estas profecías se están cumpliendo.
Las guerras, desastres naturales, divisiones sociales y persecuciones religiosas son señales de los tiempos.
Y su aumento es signo de que ya comenzó.
Por eso Dios ha enviado a Su madre para guiarnos en este período que pacientemente Él está trabajando.
Desde 1830, con la primera aparición moderna de la Virgen, Ella se ha manifestado con mayor frecuencia y urgencia, destacando temas como la apostasía, el rechazo a Dios y la necesidad de conversión.
En 1830 la Virgen introdujo un poderoso instrumento para la fe con la Medalla Milagrosa.
En 1846, en La Salette, advirtió sobre la degradación moral y la corrupción en el clero.
En Lourdes, en 1858, la Virgen reafirmó su papel en la salvación de las almas y el llamado a la penitencia.
En Fátima, en 1917, las advertencias se hicieron más claras, profetizando los eventos del siglo XX, incluida la Segunda Guerra Mundial y el auge del comunismo.
Y ofreció esperanza, prometiendo el triunfo de su Inmaculado Corazón y la era de paz que seguiría a la conversión.
Y en Garabandal, entre 1961 a 1965, dio detalles aún más específicos sobre un futuro Aviso, un Milagro y un posible Castigo, si la humanidad no se arrepiente.
En decenas de apariciones desde entonces ha repetido estos mensajes.
Por ejemplo, en las apariciones de Medjugorje y de Akita, que son una variante de las de Garabandal.
¿Y qué debemos hacer en estos tiempos?
La Virgen María, en sus apariciones, nos pide que recemos, que estemos en estado de gracia, que sigamos el magisterio tradicional, el catecismo de la Iglesia Católica, que seamos humildes y que no sigamos las novedades que el maligno trata de vendernos y que también han entrado en la Iglesia.
Confiar en Dios, cerrar puertas al mal, perdonar y sanar heridas, rezar el rosario diariamente, usar sacramentales.
Bueeeno hasta aquí lo que queríamos contar sobre la intervención decisiva que Dios ya comenzó a realizar en la Tierra para purificarla.
Y me gustaría preguntarte por qué piensas que muchos católicos no ven esto que ya está sucediendo, y hasta no creen que vaya a suceder alguna vez.
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