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El origen de la devoción a Nuestra Señora de la Encina tiene semejanza con otras muchas advocaciones: una imagen que se guardó para evitar una profanación y después de bastante tiempo fue hallada.
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La devoción de los pueblos del Bierzo a su Virgen de la Encina y la protección de Ella sobre estas gentes tuvieron su reconocimiento oficial por parte de la Iglesia en una Bula Pontificia de 1908 por la que se reconoce el Patronato de la Virgen sobre toda la comarca…

Encontramos un documento de 1707 en el que D. Jerónimo Ares de Bahamonde, sobrino de María Maldonado, persona ésta última curada milagrosamente por intercesión de la Virgen, nos dice:

«La imagen de Nuestra Señora de la Encina la trajo Santo Toribio, Obispo de Astorga, de Jerusalén, aproximadamente por el año 450, la dejó en Astorga donde estuvo más de 400 años, hasta que en tiempo de San Genadio, también Obispo de Astorga, en una entrada que hicieron los moros, la sacó de allí con una arqueta de reliquias, y la trajo a Ponferrada.

El territorio, que hoy ocupa la ciudad, era de encinas altas. Y ocultándola en una encina, perseveró en esta custodia casi trescientos años, hasta 1180.

En este tiempo los Templarios, señores de esta villa, fabricaron la fortaleza. El Rey de León les pone a lo largo del Camino de Santiago, para que protejan a los peregrinos.

En el encinar cercano el Puente de los Hierros, lugar peligroso para todas las caravanas, les permite construir su casa fuerte. Es el año 1178 y viene al frente de ellos el Maestre Fray Guido de la Guarda, en este año se establecieron en Ponferrada.

Entre el encinar y el río, al lado del camino, comenzaron la tarea: grandes muros con piedras de tamaños increíbles, diversas estancias, extrañas ventanas, la torre erguida y soberbia del homenaje.

Los bosques de las encinas les proporcionaban cuanta madera podrían invertir en su edificación.

Un 8 de Septiembre de un año cercano al 1200, los caballeros están derribando una gran encina, fue grande su sorpresa, cuando ven que sólo ha caído la mitad del árbol, la otra ha quedado en pie y en ella hay una imagen bizantina de la Virgen María con el Niño Jesús en los brazos. Tiene bajo sus plantas una arqueta y le sirven de marco y dosel las orillas del tronco resquebrajado. Se llamó desde un principio: Virgen de la Encina«.

 

EL TEMPLO

Poco después del hallazgo se levantó un templo en aquel lugar, con el paso del tiempo resultó insuficiente por la gran influencia de personas que llegaban al santuario y quedaban asombradas por no poder hallar cobijo en él.

Se vio la necesidad de derribarlo, no se sabe cómo era, alrededor de 1344 se consagró el segundo templo, que duró unos doscientos años, hasta que en 1572 fue destruido para dar paso al tercero, que es el actualmente existe.

No se sabe exactamente el lugar de la anterior iglesia, se han dado diferentes opiniones. Lo cierto es que la actual no se encuentra en el mismo sitio que la precedente, al menos el presbiterio y el crucero, pues, en algún tiempo coexistieron las dos, como se deduce de la autorización del 12 de marzo de 1571, que concedió el Obispo de Astorga, D. Diego Sarmiento de Sotomayor, al Abad de Carracedo para que, si lo creía oportuno procediese a la bendición de la iglesia nueva de Nuestra Señora de la Plaza (la Virgen de la Encina).

Procedió a la bendición el 24 de marzo del mismo año. También le da permiso para «derrocar» la iglesia vieja, para que con sus materiales «con más comodidad y presteza se acabe la dicha iglesia nueva».

La actual se comenzó con bellas formas y ambiciosas proporciones, más tarde, por razones ignoradas, las proporciones del templo tuvieron que ser reducidas y sus formas simplificadas.

No sucedió así con la torre comenzada su edificación en 1614, iniciada con unos planes sencillos fue ganando altura, resultando elevada y bellísima hasta el punto que ha merecido el nombre de «Giralda del Bierzo».

La planta de la iglesia es de cruz latina, el presbiterio y el crucero se cubren con bóvedas e crucería. En 1707 se construye el camarín de la Virgen detrás del presbiterio.

S.S. Pío Xll en 1958 declaró Basílica a la iglesia de Nuestra Señora de la Encina.

 

LA IMAGEN

En el interior del templo destaca el retablo mayor, construido hacia 1630. En 1640 lo doró y pintó el berciano Francisco Velázquez Vaca, en él se venera la imagen de la Virgen de la Encina, Patrona del Bierzo.

La imagen actual no es la que la tradición nos dice que trajo Santo Toribio de Jerusalén, pues, data del primer tercio del s. XVl. Es de talla, mide 88 centímetros, representa a la Virgen poco después del parto, con facciones casi de niña, su mirada es suave, tierna y pura; el Niño está en su regazo, como en los primeros meses rollizo, con la mirada suave, sin que mire a la Madre ni ésta al Niño.

La devoción de los pueblos del Bierzo a su Virgen de la Encina y la protección de Ella sobre estas gentes tuvieron su reconocimiento oficial por parte de la Iglesia en una Bula Pontificia expedida en Roma en el año 1908 por la que se reconoce el Patronato de la Virgen sobre toda la comarca y se autoriza para que se pueda coronar canónicamente. Acto que tuvo lugar el 8 de Septiembre de aquel mismo año en una Misa al aire libre en el «Campo de la Cruz», ya que el templo parroquial era pequeño para albergar a tanta gente, que asistió a la ceremonia.

La fiesta de la Virgen de la Encina dura todo Septiembre, con énfasis en el día 8.

VIDEO

La Virgen de la Encina en el Poblado


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