Fue nuestro Señor mismo quien enseñó estas invocaciones a una humilde hermana del Monasterio de la Visitación de Santa María de Chambery (Francia), sor María Marta Chambón.
Su vida (1841-1907) echa ya raíces en pleno siglo XX, es un preludio de Fátima, y por tanto, es la última tabla de salvación que el Redentor nos ofrece, junto con la devoción a la Divina Misericordia. Este rosario fue aprobado por el Papa San Pío X…
“El camino de mis Llagas es tan sencillo y fácil para ir al cielo”.
“…Deseo tus súplicas…”
“Todas las palabras que se dicen con motivo de mis Santas Llagas me causan placer, un placer indecible…”
“¡Las cuento todas!…”
“Con mis Llagas ganas mucho y sin fatiga”.
“De mis Llagas salen frutos de santidad”.
“Concederé todo cuanto me pidas con la invocación de mis Santas Llagas”.
“Todo lo obtendrás por mis Llagas, porque es el mérito de mi Sangre, que es de un valor infinito”.
“Con mis Llagas y mi Corazón puedes conseguirlo todo”.
“El que esté necesitado que venga con fe y confianza, que saque constantemente del tesoro de mi Pasión y de los agujeros de mis Llagas”.
FRUTOS DEL ROSARIO DE LAS SANTAS LLAGAS
Sobre los espléndidos frutos de esta devoción, sólo tomaremos un ejemplo, al azar, recogido en el libro “Las Llagas del Señor”: “En la sala de visitas de un convento y durante la espera, di con un librito que se titulaba “María Marta Chambon – Las Llagas del Señor”. Al hojearlo me entró curiosidad y algunos meses más tarde me hice con él. Gracias a su lectura, a la devoción y al rezo diario del “Rosario de las Santas Llagas”, a pesar de muchos obstáculos y dificultades, hoy soy religioso y sacerdote” (17 de enero de 1984).
Apenas si en la espiritualidad contemporánea alguien ha reparado en la formidable promesa que esconde esta devoción, que se adentra en pleno siglo XX: nada menos que el triunfo de la Iglesia queda vinculado a su práctica. Pero el mismo Señor la previene para que no interprete este triunfo de la Iglesia a la manera en que los Apóstoles interpretaban la restauración de Israel, con esplendor visible.
Se trata de una promesa repetida en muchas ocasiones, como queriendo resaltar la importancia de este triunfo por la perseverancia en la invocación a sus Llagas. “Hija mía, cumple bien tu misión de ofrecer al Eterno Padre mis Santas Llagas, ya que por ellas y por la intercesión de mi Madre Inmaculada saldrá triunfante la Iglesia”.
Pero a la vez le aclara: “En esto no se piensa cuando se pide por el triunfo de la Iglesia … Mi Iglesia no celebrará nunca un triunfo visible”.
Por todo ello, en cierta ocasión la humilde religiosa se quejó al Señor: “¡Ah, Señor, cuánto tiempo hace que me lo vienes prometiendo, pero todavía no se vislumbra el triunfo de la Iglesia!”.
“Hija mía –le contestó el Señor- tenéis que sentiros bien contentos de que no os castigue más … tú detienes mi brazo. Te prometo el triunfo, pero poco a poco …”.
Y de hecho, en otra ocasión, a finales de 1867 le mostró para alentarla la grandísima eficacia de su intercesión para librar al entonces Pontífice Pío IX de la furiosa persecución que sufría entonces la Iglesia en Italia. “El Santo Padre tendrá todavía mucho que sufrir. No habrá paz para él. Pero gracias a la oración podrá mantenerse en la Santa Sede a pesar de todas las insidias” (recordemos los ataques masónicos de Garibaldi contra el Papa por arrancarle los Estados Vaticanos y destruir el Papado).
PROMESAS A LAS ALMAS QUE RECEN ESTAS INVOCACIONES
Escuchemos al Divino Maestro:
1. “Debes repetir con frecuencia cerca de los enfermos esta invocación: Jesús mío, perdón y misericordia, por los méritos de tus Santas Llagas. Esta oración aliviará a su alma y a su cuerpo. Muchas personas experimentarán la eficacia de esta aspiración”.
2. “El pecador que dijese la oración siguiente: Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas, obtendrá su conversión”.
3. “Ofréceme a menudo estas aspiraciones que te he enseñado, para ganarme pecadores, porque tengo hambre de almas”.
4. “Mis Santas Llagas son un bálsamo reconfortante en el sufrimiento”.
5. “Mis Llagas curarán las tuyas”.
6. “No habrá muerte para el alma que descanse en mis Llagas; ellas dan la verdadera vida”.
7. “Las Santas Llagas tienen un poder maravilloso para la conversión de los pecadores”.
8. “Por mis Llagas puedes desarmar mi justicia”.
9. “Mis Llagas cubrirán todas tus faltas”.
10. “Deseo que los sacerdotes den estas aspiraciones de mis Llagas, con frecuencia a sus penitentes en el Santo Tribunal”.
11. “Mis Llagas te salvarán infaliblemente. Ellas salvarán el mundo”.
12. “La oración a las Santas Llagas lo comprende todo”.
13. “El alma que durante su vida ha honrado y aplicado las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, y las ha ofrecido al Padre Eterno por las almas del Purgatorio, será acompañada en el momento de la muerte por la Santísima Virgen y los ángeles. Nuestro Señor en la Cruz, resplandeciente de gloria, la recibirá y la coronará”.
14. “Hija mía, cada vez que ofreces a mi Padre los méritos de mis divinas Llagas, adquieres una fortuna inmensa”.
15. “Por mis Santas Llagas puedes merecer y obtener lo que sea conveniente para todas tus necesidades, sin detallarlas”.
16. “Las Santas Llagas dan valor a todo”.
17. “Los que honren mis Llagas tendrán un verdadero conocimiento de Jesucristo”.
18. “Las almas que oran con humildad y meditan mi Pasión, tendrán una participación en la Gloria de mis divinas Llagas, recibirán una hermosura y una gloria deslumbradora”.
19. “Así como hay un ejército levantado para el mal, hay también un ejército levantado por Mí”.
20. “Con estas invocaciones eres más poderosa que un ejército para detener a mis enemigos”.
21. “El rosario de la Misericordia hace contrapeso a mi justicia… detiene mi castigo”.
22. “Es necesario propagar esta devoción”.
COMO SE REZA ROSARIO DE LAS LLAGAS DE JESÚS
Se reza con un rosario común con la meditación de las cinco llagas en lugar de los 5 misterios.
Al comenzar decimos:
– Oh! Jesús, Redentor Divino, sé misericordioso con nosotros y con el mundo entero.
– Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.
– Perdón y misericordia, Jesús mío cúbrenos de los peligros con tu preciosa Sangre.
– Eterno Padre, ten misericordia de nosotros por la Sangre de Jesucristo, tu único Hijo.
En las cuentas del Padrenuestro se dice:
Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas.
En las cuentas del Avemaría se dice:
Jesús mío, perdón y misericordia: por los méritos de tus Santas Llagas.
Al terminar el rosario se dice tres veces:
Eterno Padre, yo te ofrezco
las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas.
MEDITACIONES DE LAS LLAGAS
LLAGA DEL COSTADO
Esta primera Llaga, el Señor se la mostró con especial resplandor y belleza. Es el sufrimiento del Corazón de Jesús por la ingratitud de muchos corazones y por esto mismo debemos unir nuestros sufrimientos a los de su Corazón. Por tanto debemos estar dispuestos para que Jesús pueda derramar todas sus gracias en nosotros, así como el sufrimiento que El quiera.
Esta es la Llaga del Amor, de donde salen llamas VIVAS, por esto debemos acercarnos para beber el Amor de allí, y luego extenderlo por todo el mundo. De esta fuente de Amor podremos sacar todo lo que necesitemos; es dulce y exquisista, aprovechemos y acerquemos nuestra mano, para que obtengamos los tesoros que hay escondidos en el Corazón de Jesús. Y si nos falta fe y confianza para ello, pidamos al Señor que tome nuestra mano y la introduzca dentro de sus Llagas, como lo hizo con Tomás
LA CORONA DE ESPINAS
La corona de espinas significa sufrimiento. Nos cuenta Ana Catalina Emmerick, como aconteció la coronación de espinas: le quitaron a Jesús los vestidos del Cuerpo, cubierto en Llagas, y le pusieron una capa vieja colorada de un soldado, que no le llegaba a las rodillas. Lo arrastraron al asiento que le habían preparado y lo sentaron brutalmente. Entonces le pusieron la corona de espinas alrededor de la cabeza, y la ataron fuertemente por detrás…
Habiéndosela atado, le pusieron una caña en la mano; todo lo hicieron con una gravedad irrisoria…Le quitaron la caña de las manos, y le pegaron con tanta violencia en la corona de espinas, que los Ojos del Salvador estaban innundados de Sangre. Se arrodillaron delante de EL, le hicieron burla, le escupieron a la Cara y le abofetearon, gritándole:»Salve Rey de los judíos!»
LLAGA DE LA MANO DERECHA
«Enseguida lo extendieron sobre la cruz, y habiendo estirado su Brazo derecho sobre el aspa derecha de la cruz, lo ataron fuertemente, uno de ellos puso la rodilla sobre su Pecho Sagrado, otro le abrió la Mano; y el tercero apoyó sobre su Carne un clavo grueso y largo, y lo clavó con un martillo de hierro. Un gemido dulce y claro salió del Pecho de Jesús; su Sangre saltó sobre los brazos de sus verdugos…»
LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA
» Después de haber clavado la Mano derecha del Salvador, los verdugos vieron que la Manos izquierda no llegaba al agujero que habían abierto, entonces ataron una cuerda a su brazo izquierdo y tiraron de él con toda su fuerza, hasta que la Mano llegó al agujero.
Esta dislocación violenta de sus Brazos, lo atormentó horriblemente, su Pecho se levantaba y sus Rodillas se separaban. Se arrodillaron de nuevo sobre su Cuerpo, le ataron el Brazo y hundieron el segundo clavo en la Mano izquierda. Se oían los quejidos del Señor en medio de los martillazos.»
LLAGA DE LOS PIES
Le dice Nuestro Señor a la hermana María Martha:
» Las Llagas de mis santos Pies son como un mar, lleva allí a todos los hombres. Sus agujeros son lo suficientemente grandes para recibir a todos»
Le reveló a Ana Catalina Emmerick, lo que fueron las dolorosas llagas de los Pies: «Los verdugos extendieron sus Piernas y las ataron con cuerdas, pero los Pies no llegaban al pedazo de madera puesto para sostenerlos…Entonces ataron cuerdas a su Pierna derecha, y lo tendieron violentamente, hasta que el Pie llegó al pedazo de madera.
Fue una dislocación tan horrible, que oyó crujir el Pecho de Jesús, que exclamó diciendo: » Oh Dios mío! Oh Dios mío!» Habían atado su Pecho y sus Brazos para no arrancar las Manos de los clavos.
Ataron después el Pie izquierdo sobre el derecho y lo perforaron, primero con una especie de taladro, porque no estaban bien puestos para poderse clavar juntos. Tomaron un clavo más largo que los de las Manos, y lo clavaron, atravesando los Pies y el pedazo de madera hasta el árbol de la cruz.
Esta operación, fue mas dolorosa que todo lo demás, a causa de la dislocación del Cuerpo. Conté hasta treinta martillazos.»