En tiempos de ocupación musulmana muchas de las imágenes marianas fueron enterradas o incrustadas entre paredes para evitar su profanación.
Siglos después, ya con la reconquista, una de ellas La Almudena, es descubierta al desplomarse parte de la muralla que protegía la ciudad de Madrid.
A partir de entonces y recordando esa fecha (9 de noviembre de 1085) la Capital de España la acoge como patrona.
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Y elige ese día como cita obligada para presentarse ante su imagen en la única catedral de España que ha sido consagrada por un Papa.
De iglesia en iglesia. En la Colegiata de San Isidro en los últimos años.
Y desde su inauguración en 1993 por Juan Pablo II, en la Catedral que lleva su nombre frente al Palacio Real.
Así la Virgen de la Almudena ha condensado y lo sigue haciendo muchos de los sentimientos de los cristianos de ciudad de Madrid.
La imagen de Santa María la Real de la Almudena, antes denominada Santa María la Mayor, se reencontró en el año 1085.
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En la conquista de la ciudad por el Rey Alfonso VI, en uno de los cubos de la muralla, cercana a la llamada puerta de la Vega.
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Y colocada en la antigua Mezquita para su culto y devoción por la Corte y el pueblo de Madrid.
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Según la Historia de Madrid ha intervenido su devoción tanto en los acontecimientos locales como palatinos.
No hay datos exactos sobre antigüedad de la Imagen como del culto.
Pero consta que al menos trescientos años antes de re encontrarla fue ocultada hacia el año 700 por un Decreto del Arzobispo de Toledo, D. Raimundo.
Dice una antiquísima leyenda o tradición que “cuando el Apóstol Santiago vino de Jerusalén a predicar a España, trajo a esta coronada Villa de Madrid, la milagrosísima imagen que hoy llaman de la Almudena.
Y la colocó en esta Iglesia en compañía de uno de los doce discípulos llamado S. Calocero, que fue el primero que predico en ella el año del Señor de 38….”. (Según consta en una inscripción de 1640).
La imagen de la Virgen, que con el tiempo se había de llamar Santa María la Real de la Almudena, dicen que la pintó San Lucas y la talló Nicodemus… Dios sabe.
Lo que sí es cierto es que en el pequeño villorrio visigótico, que luego habría de ser Capital de España, se veneró desde entonces como Patrona aquella única imagen de la Madre de Dios que poseían y a la que dieron como primer nombre el de: “La Virgen de la Villa”.
Después, y al estar enclavada la primer iglesia en la que se le dio culto, en la Vega, se la habría de llamar «Santa María de la Vega» y también «La Concepción Admirable».
Entre la época en que se cree fue tallada la actual imagen, final del XV y principios del XVI, (la original se destruyó en un incendio) y su restauración actual, ha padecido muchos y muy variados arreglos.
Repintes, retoques, incluso a mediados del siglo XVII, se llegó a aserrar su espalda y mano, desgajando así mismo al Niño de Ella, para poder vestir a ambos y que la Virgen cupiera en su camarín.
Porque esta imagen de Santa Maria la Real de la Almudena, también estuvo vestida desde 1638, e incluso enmarcado su rostro con rastrillos de oro y plata, (por lo que fue preciso restaurarlo en más de una ocasión).
Durante este tiempo recibió gran cantidad de vestidos y mantos soberbios, regalo de distintas Reinas de España, que así quisieron demostrar su amor, gratitud y veneración a la Patrona de Madrid.
Pero el 18 de junio de 1890, por disposición del entonces Obispo de Madrid Don Ciriaco Sancha, la Virgen sale ya en la Procesión del Corpus desposeída de sus vestiduras de tela.
Al procederse ahora a la citada restauración, se ha podido comprobar que, en contra de lo que se creía, la cara y manos de la Virgen, así como todo el cuerpo del Niño, son de la misma madera que el resto: pino de Soria de un precioso color de avellana oscurecido por el tiempo.
Y que nos ha hecho otorgarle el cariñoso sobrenombre de «La Morenita», que ya había recibido en tiempos pasados.
EL RE ENCUENTRO CON LA IMAGEN
A principios del siglo VIII, ante la inminencia de la invasión sarracena ocurrida entre los años 712 a 714, los cristianos de la villa para evitar la profanación de la imagen, escondieron a la Señora en un cubo de la muralla romana.
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Sobre la cual los árabes más tarde construyeron su recinto defensivo o ALMUDAYNA.
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En su ingenuidad y en un alarde de amor, ocultaron con Ella dos velas encendidas tras la tapia de cal y canto.
Hacia el año 916 el templo de Santa María (ubicado en lo que ahora es mayor esquina con C/ Bailén) fue convertido en mezquita por los árabes.
Pasaron más de 370 años. Y en 1083, siendo Pontífice Gregorio VII, al conquistar Magerit el rey Alfonso VI, oyó de labios de sus nuevos súbditos la historia de la Virgen.
Y supo que los habitantes de la villa estaban buscando en vano la imagen escondida.
Hizo entonces un voto: si conseguía conquistar Toledo, volvería a Magerit a buscarla a la Virgen perdida hasta encontrarla.
Mientras, es tradición que mandó pintar sobre el muro principal, en el interior de la antigua Mezquita que previamente había sido purificada, una imagen de la Madre de Dios, a fin de que se la pudiera dar culto en tanto aparecía «Santa Maria de la Vega».
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Esta imagen (con el muro correspondiente) aún se conserva aunque ha ido cambiando de lugar; actualmente está dentro de la catedral de la Almudena.
Conquistado Toledo el 6 de mayo de 1085, Alfonso VI, que ha llevado en su pecho una medalla con la imagen de Santa María, regresa a Magerit dispuesto a cumplir su promesa.
Agota todos los medios de búsqueda a su alcance y entonces decide recurrir a la plegaria.
Por ello se convoca una magna procesión encabezada por él mismo, Rey de Castilla y de León, acompañado por el Arzobispo de Toledo Fray Bernardo de Agen, antiguo Abad de Sahagún, y a la que asisten todos: nobleza, clero, ejército y pueblo.
La procesión transcurre en torno a la «Almudayna» o fortaleza amurallada de Madrid.
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Al llegar junto al cubo de la muralla cercana a la Alcazaba, unas piedras se derrumban y en el hueco se puede observar la imagen de la Virgen con los dos cirios encendidos hacía más de tres siglos, por lo que la imagen tiene la cara “morena”.
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Era el 9 de noviembre del año 1085.
La Virgen aparecida será entronizada por el Arzobispo de Toledo con todos los honores en el Altar Mayor de la recién cristianizada Mezquita.
Pero ya no es «Santa María de la Vega».
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El pueblo le ha adjudicado el nombre del lugar donde estuviera escondida y surge «Santa María de la Almudena».
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Alfonso VI la añade la realeza.
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Desde entonces, la imagen encontrada se conocerá con el nombre de Santa María la Real de la Almudena.
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Que a partir del momento en que fuera entronizada en su nuevo altar se convierte en la Patrona de Madrid, por voluntad de su pueblo y de su Rey.
PROCLAMACIÓN
El Papa Pío X declaró a Nuestra Señora de la Almudena, por soberano decreto de agosto 1908, Patrona de Madrid, señalando su fiesta el día 9 de noviembre:
“ACLAMADA POR LA IGLESIA ES NUESTRA SEÑORA DE LA ALMUDENA, PATRONA DE MADRID CON OFICIO PROPIO” 0 y el Papa Pablo VI el 1 de junio de 1977 por un Breve Pontificio: “DECLARAMOS A PERPETUIDAD LA BIENEVENTURADA VIRGEN INMACULADA, BAJO ÉL TITULO DE LA ALMUDENA, PRINCIPAL PATRONA ANTE DIOS DE LA ARCHIDIOCESIS DE MADRID-ALCALA”.
Pero seria engañoso quedarnos en fechas tan próximas, ya que desde fechas inmemoriales, tanto las autoridades civiles como eclesiásticas, veneraron como Patrona a la Virgen de la Almudena en su Templo de Santa María la Mayor, “olim Majoris nuncupatae, nunc de Almudena”.
El consejo de la Villa hizo voto hacia 1438 de guardar su fiesta, ayunar la víspera y hacer procesión en la octava.
A fines del siglo XVI empezaron a usar esta imagen las armas de la Villa.
En 1646, el 8 de septiembre, el municipio votó asistir perpetuamente, «para siempre jamás», a su festividad.
MILAGROS
La Virgen de la Almudena fue invocada en las luchas que en los primeros años de la Reconquista hubieron de mantener los conquistadores castellanos contra almorávides y almohades.
Y en una y otra ocasión se pudo experimentar su patrocinio, así como en otros muchos sucesos particulares, siendo considerable el número de los milagros que se le atribuyen.
La tradición, recogida por Lope de Vega, cuenta que un hombre de esta villa, al cual se le había perdido un esclavo al que estimaba mucho, pidió a un sacerdote de la iglesia de Santa María que intercediese a la Virgen para recuperar el esclavo.
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Y el sacerdote se inclinó ante la imagen y dijo:
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«Morena, seis ducados prometen porque parezca el esclavo fugitivo; limosna es que importa a vuestra capilla, y piedad a vuestra devoción: pobre estais, y como vivís en los fines de la villa, visitada de pocos; haced con vuestro Hijo que parezca este esclavo».
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Y dirigiéndose al Niño le dijo: «No hay que estarse riendo, sino hacer luego lo que la Morena pide».
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Al día siguiente, muy de mañana, apareció el esclavo.
Otros dos milagros recogidos por Lope se refieren a San Isidro Labrador.
En uno de ellos, la madre del santo, cuando estaba cercano el nacimiento de éste, pidió a la Virgen el buen fin de su parto:
«Hoy es el postrer día / que a la luna y al sol la Almudena / pedí del parto mío / el fin dichoso que de entrambos fío».
En el otro, Nuestra Señora se le apareció al santo, mientras éste faenaba en el campo, para decirle que su hijo había caído a un pozo.
Marchó Isidro a su casa, y al llegar vió a la Virgen junto al pozo, con el niño cogido de la mano, sano y salvo.
Hay otras tradiciones que otorgan al rostro de la imagen un carácter enigmático.
Durante el siglo XVII era muy frecuente la reproducción en estampas de la divina imagen, y se afirma que por la sola aplicación de estas estampas se producían numerosos milagros. E
n consecuencia, fueron muchos los pintores -Alonso cano, Sebastián de Herrera, Juan Carreño, etc.- que reprodujeron en lienzo la efigie, pero ninguno pudo captar perfectamente su expresión, pues, según palabras de Vera Tassis, «al parecer de todos, varía las facciones de un instante a otro».
Abundando en lo mismo, una tradición cuenta que la infanta Isabel Clara Eugenia, al casarse en 1599 con el archiduque Alberto y tener que marchar a Flandes, ordenó pintar un retrato de la Almudena para llevarlo consigo.
Pero no uno llevó, sino muchos, pues en ninguno de ellos se pudo dar con la expresión exacta de la imagen. Y
a en Flandes, todos los españoles que contemplaban los lienzos notaron su falta de parecido con el original, y la infanta envió a España a un famoso pintor holandés, para tratar de conseguir el preciado retrato.
Pero, tras varias tentativas, tuvo que rehusar y volver a Faldes con las manos vacías.
El rostro de la imagen se negaba a ser reproducido.
LA CATEDRAL
La Catedral madrileña de La Almudena fue consagrada el 15 de junio de 1993 por el Papa Juan Pablo II, 110 años después del comienzo de las obras, y está situada en el centro de Madrid, frente al Palacio Real.
La catedral de La Almudena es un templo de exterior neoclásico e interior neogótico de 99 metros de longitud y 75 de altura.
Está construida por piedra de Novelda (Alicante) y granito de las canteras de Colmenar.
Tiene un crucero de 66 metros de longitud, trece capillas, tres altares y una gran cúpula de veinte metros de diámetro.
Ya en 1518, Carlos V expresó su deseo de construir una catedral que sustituyera a la antigua parroquia de Santa María.
En 1644, Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, legaba 60.000 ducados para la construcción del templo.
Ese mismo año, el Concejo de la Villa donaba 150.000 ducados para el mismo fin. Pero, una vez más, todo quedó en suspenso.
En 1868 se crea una comisión para recaudar fondos para las obras.
En 1879, por mediación de la Reina Mercedes, se compra un solar, junto a la Plaza de la Armería, cerca del lienzo de la muralla.
Finalmente, el 4 de abril de 1883, el rey Alfonso XII puso la primera piedra de la futura catedral de La Almudena.
En las palabras que con este motivo dirigió a Madrid, el soberano agradecía a su
«muy amada madre, que ha permitido la venta de las ricas alhajas que tenía regaladas a la Virgen de Atocha, para que se emplee su producto en la construcción de la iglesia».
Cuando el Papa León XIII, el 7 de marzo de 1885, decretó la creación de la Diócesis de Madrid-Alcalá -hasta entonces la capital de España pertenecía eclesiásticamente a la Diócesis de Toledo- la nueva iglesia en construcción pasó a ser la anhelada Catedral de Madrid, pero mientras se acababa, el nuevo obispado decretó que la Colegiata de San Isidro se convirtiera en catedral provisional. Y lo fue durante más de 100 años.
Las obras de la catedral de La Almudena han sufrido diversas interrupciones, debido a las discrepancias de los sucesivos arquitectos con el proyecto original, a la Guerra Civil y, sobre todo, a problemas económicos.
El 31 de mayo de 1911 se abre al público la cripta, se instala en ella la imagen de la Patrona y se abre al público como templo parroquial.
En 1920 el arquitecto Juan Moya se hace cargo de las obras y rehace el proyecto original para adecuarlo al del Palacio Real.
Posteriormente, la Guerra Civil impuso la total paralización de todos los trabajos.
Al término de la contienda, el entonces alcalde de Madrid, José Moreno Torres, encarga al arquitecto Luis Mosteiro la reanudación de las obras, y una vez más, se suscitan las discrepancias sobre el estilo arquitectónico.
Al no lograrse un acuerdo, el Marqués de Lozoya propone en 1944, convocar un concurso público, que ganan los arquitectos Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro.
En 1984 se constituye la Fundación de La Almudena, en la que están integradas seis entidades: Arzobispado, Ayuntamiento, Comunidad Autónoma, Caja de Ahorros, Cámara de Comercio y Asociación de la Prensa, con la finalidad de recabar los fondos necesarios para la terminación de las obras.
En marzo de 1985 se habían recaudado sesenta millones de pesetas (360.607 euros de hoy).
En 1987 el presidente del Gobierno, Felipe González, impulsa decididamente su financiación al interesar a entidades y empresarios.
El 19 de diciembre de 1999 sonaban por primera vez las cuatro campanas de la Catedral de Madrid, que elaboradas artesanalmente en Caldas de Reyes (Pontevedra), fueron donadas a Madrid por la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia y la Fundación Pedro Barrie de la Maza.
Coronan la fachada, flanqueando una imagen de la Virgen de la Almudena, cuatro estatuas de San Isidro, Santa María de la Cabeza, Santa Teresa de Jesús y San Fernando, realizadas en piedra de Colmenar blanca por el escultor pacense Ramón Chaparro y colocadas ya en 2001.
La cúpula de la Catedral de la Almudena cuenta a su vez con doce estatuas, obra del escultor Luis Sanguino, que representan a los doce apóstoles: San Felipe, San Bartolomé, San Mateo, San Simón, San Judas Celotes, Santiago Alfeo, San Matías, San Bernabé, San Pedro, Santiago, San Juan y San Andrés.
El 28 de abril de 2004, el Cardenal Arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela, bendijo las pinturas y vidrieras que decoran el ábside de la Catedral.
El conjunto lo forman siete murales neobizantinos realizados por Kiko Argüello, que componen una corona mistérica, y ocho vidrieras realizadas con cristal soplado en la Isla de Murano (Venecia).
Los murales representan los grandes misterios de la fe (de izquierda a derecha): Bautismo, Transfiguración, Crucifixión, Pantocrátor, Resurrección, Ascensión al Cielo y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
En el centro de la composición, presidiendo toda la catedral, la imagen de Jesús Pantocrátor, en su Segunda Venida, cuando vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
En el libro abierto que sostiene el Pantocrátor, situado en el centro del ábside de la catedral, está escrito: “Amad a vuestros enemigos. ¡Vengo pronto!”.
Fuentes:
- http://www.catedraldelaalmudena.es/
- https://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_la_Almudena_(Madrid)
- http://www.catedraldelaalmudena.es/historia-de-la-catedral-y-de-la-virgen-dossier/
- http://parroquiaalmudena.archimadrid.es/
- http://www.corazones.org/maria/almudena.htm
- http://www.arteguias.com/catedral/almudena.htm