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El proceso de las escaramuzas.

Estamos en medio de la batalla final entre Dios y el maligno, que culminará con su derrota por el Inmaculado Corazón de María y una era de paz.

A este punto hemos arribado transitando por períodos en que las fuerzas del bien hicieron grandes cosas y otras de predominancia de las insidias del mal.

Pero las escaramuzas puntuales no nos deben hacer perder la visión del panorama global.

Por eso aquí hablaremos de los hitos centrales de esta batalla dentro del último siglo, para que podamos comprender más claramente hacia dónde vamos y qué podemos esperar. 

Hace ocho décadas, estalló la segunda guerra mundial en Europa. 

Si el Führer no parecía al anticristo en ese entonces, no estoy seguro de quién lo haría. 

Y otro tanto podemos decir de Stalin, Mao, Pol Pot, etc.

El final de la guerra reveló 50 millones de muertos, con un sufrimiento extraordinario y generalizado para los sobrevivientes. 

Pero en lugar de que Cristo viniera sobre las nubes, como algunos estaban diciendo que sucedería, la reconstrucción y la prosperidad que siguieron a la guerra prepararon el escenario para un aparente bienestar y una evangelización mundial en una escala nunca antes vista.

Muchos pensaron que el maligno estaba knock out.

Pero él estaba trabajando en las sombras para cambiar la moral del mundo y el rumbo de la creación.

Es que no podemos comprender completamente los propósitos de Dios, si nos enfocamos solo en lo que vemos a corto plazo, sin considerar lo que Dios está haciendo a largo plazo, y sobre todo los signos más o menos ocultos que hay.

Primero habría que pensar en el marco global de la historia.

Los profetas predijeron la aparición del mesías 800 años antes de su nacimiento. 

Muchas de estas profecías mesiánicas fueron mal entendidas. 

Había una creencia rabínica generalizada de que vendría como salvador para la nación de Israel y lo entendían como un líder militar o político que sacaría a Israel de la esclavitud.

Incluso sus discípulos en el camino de Emaús después de la crucifixión, le decían al resucitado que no lo reconocían «Esperábamos que él fuera el que redimiera a Israel» decían (Lc 24, 21). 

Incluso en el monte de los Olivos, inmediatamente antes de su ascensión, sus discípulos le preguntaron confusamente: «Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este momento?» (Hechos 1: 6). 

No comprendieron que toda la historia redentora que precedió a la pasión de Cristo, tuvo como objetivo su aparición en la Tierra y el cumplimiento de la profecía del protoevangelio que está en el Génesis 3:15. 

Yahvé le dijo a la serpiente, o sea al demonio, «Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; ella te pisará la cabeza, y tú le herirás en el talón».

Estaba hablando de la aparición en escena de Jesucristo y del triunfo del Inmaculado Corazón de María.

Auguraba la preponderancia de María en los Tiempos Finales.

El nacimiento, el sufrimiento, la resurrección y la ascensión de Cristo son el punto de inflexión de la historia humana a largo plazo. 

Cristo vino con un propósito eterno: inaugurar el Reino de Dios aquí en la Tierra y llamar a los que son suyos. 

Prometió construir Su iglesia, diciendo que ni las puertas del infierno podrán prevalecer contra ella. 

Pero a corto plazo, en un momento, la acción de María adquiriría un peso fundamental. 

Después de esto vino una trabajosa tarea de evangelización, cuyo primer hito fue el decreto del Emperador Constantino en el año 313 para legalizar el cristianismo.

A lo que siguió que se transformara en la religión oficial de un Imperio romano que había perdido su fuerza.

Así el cristianismo fue quien modeló la civilización occidental, aún ante la arremetida de los bárbaros, que veían su oportunidad ante un Imperio romano debilitado.

El cristianismo fue promotor de las principales instituciones tal como las conocemos hoy, las universidades, los hospitales, los bancos, etc..

Pero la batalla espiritual siguió y el maligno también contestó con su furor destructivo.

En el siglo XVIII vino la ilustración que trajo la revolución francesa y si bien fue derrotada, los enemigos del cristianismo habían adquirido una nueva fuerza.

Y así llegamos a un evento que marca el punto en que la arremetida del maligno se ha acelerado en los últimos 140 años.

El 13 de octubre de 1884, después que el Papa León XIII había terminado de celebrar la Santa Misa en la Capilla del Vaticano, acompañado de unos pocos cardenales y miembros del personal del Vaticano, de repente se detuvo al pie del altar.

Se quedó allí durante unos 10 minutos, como si estuviera en trance, con el rostro ceniciento y blanco. 

Y cuando se le preguntó lo que había sucedido, explicó que vio una nube de demonios atacando al Vaticano. 

Y escuchó dos voces, una suave y la otra gutural y áspera.

La voz gutural, la de satanás con orgullo, jactándose a Nuestro Señor le dijo:

“Yo puedo destruir tu Iglesia”

La suave voz de Nuestro Señor contestó:

“¿Tú puedes? Entonces adelante y hazlo”.

“Para ello, necesito más tiempo y más poder”.

“¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto poder?”

“75 años a 100, y un mayor poder sobre aquellos que se entregan a mi servicio”.

“Tú tienes el tiempo, tú tendrás el poder. Haz con ellos lo que quieras”.

Una media hora más tarde, el pontífice llamó al Secretario de la Congregación de Ritos.

Y le dio una oración que pidió se enviara a todos los Ordinarios del mundo con la petición apasionada al Príncipe de la Milicia Celestial, (San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla…), rogando a Dios que envíe de vuelta al infierno a satanás, que se rezaba al terminar las misas hasta luego del Concilio Vaticano II.

Tres décadas después Nuestra Señora bajó a Fátima en 1917 para alertar de cómo sería el ataque final del maligno. 

Y a partir de aquí veríamos su importancia.

Alertó sobre el pronto nacimiento del comunismo en Rusia, que luego iría mutando hasta el día de hoy.

Le dijo a la Iglesia que se podía combatir con éxito si se consagraba Rusia a Su Inmaculado Corazón.

Evento que recién fue realizado ¾ de siglo después de manera mas o menos imperfecta, en 1984, por Juan Pablo II.

También reveló la apostasía, o sea la pérdida de fe, que se posaría sobre el mundo y la Iglesia. 

Y anunció que al final triunfaría su Inmaculado Corazón y vendría una era de paz.

Y por el mismo tiempo Nuestro Señor le dijo a Luisa Picarreta,

«Mi bondad golpeará al hombre, no indirectamente a través de las criaturas, sino directamente desde el Cielo. 

Será como un benéfico rocío que desciende del Cielo, que matará el ego del hombre y se reconocerá a sí mismo, despertará del sueño del pecado y reconocerá a su Creador»

Probablemente se estuviera refiriendo a la tribulación que vendría y al aviso o iluminación de conciencia.

Las décadas de 1960 y 70 vieron una aceleración notable del ataque del maligno, que se propuso implantar una nueva moral que destronara la que trabajosamente había logrado la evangelización del mundo.

El comunismo iba mutando imperceptiblemente.

Y llegamos a nuestra época en que la rebelión es tal que ha llegado a cuestionar la creación de Dios, el cuerpo con que fuimos creados y nuestra sexualidad.

Según los videntes de todo el mundo, ahora hemos entrado en los tiempos de la tribulación, nuestro Getsemaní, la hora de la Pasión del mundo y de la Iglesia. 

Para los fieles, esto no debería ser motivo de temor, sino de la anticipación de que el triunfo del Inmaculado Corazón de María está cerca y triunfará a través de eventos cada vez mayores en el ámbito natural y espiritual. 

La principal de estas apariciones es la de Medjugorje, activa por cuatro décadas con toda clase gracias naturales y con pruebas científicas irrefutables que muestran su veracidad.

Sin embargo aún tiene detractores dentro de los católicos, lo que hace recordar a Bernardita Soubirous que dijo «para los que no creen, no hay explicación posible, pero para aquellos que creen, no es necesaria ninguna explicación».

Allí la Reina de la Paz ha dicho,

«Tengo un gran plan para la salvación de la humanidad y vengo a decirles que Dios existe. Que está apareciendo como nunca antes en la historia, y aparecerá en todos los hogares si es necesario».

Y una de las videntes, Mirjana, agregó que Nuestra Señora le dijo que la Virgen María profetizó que un mundo nuevo y mejor nacerá de los secretos. 

Esta nueva forma de vida en la tierra coronará sus apariciones en lo que ella predijo será una era de paz. 

Este es un mensaje sumamente esperanzador de que nos esperan nuevos y gloriosos tiempos mientras estamos en este doloroso momento de transición.

El cielo tiene su propio calendario y plan para un reinicio global para contrarrestar el plan de satanás. 

Es la batalla de la oscuridad contra la luz.

Una y otra vez vemos en los mensajes el llamado a centrarse en la oración y en Su Hijo, a través de una transformación personal: esto es la clave de lo que Ella está transmitiendo al mundo.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos contar sobre los puntos centrales a tener en cuenta para comprender el sentido de la historia que estamos viviendo y hacia dónde vamos.

Y me gustaría preguntarte que otro punto central en la batalla entre el bien y el mal en el último siglo querrías agregar.

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