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Una rutina que deja espacio a lo espontáneo.

 

Francisco toma mate con un sacerdote argentino que aprovecha a contarle las noticias de Argentina. Se levanta a las 5 de la mañana, da misa a las 7 y después desayuna.

 

el papa desayunando en santa marta

 

Al mediodía almuerza en el comedor de Santa Marta con sus dos secretarios y come la comida del día, no hacen una comida especial para él. Cena a las 20 y a las 20:30 ya completó la jornada.

LA RUTINA PRIVADA DEL MATE

El cura que toma mate con el Papa, es el presbítero argentino Guillermo Karcher, que forma parte de los 12 sacerdotes que integran el equipo de ceremonial.

«Cuando yo llego, está tomando mate; no lo hace todos los días, pero toma mate», contó el sacerdote que, entre otras actividades, lo pone al tanto de los hechos que suceden en la Argentina.

La rutina del Papa, según precisó, arranca a las 5 de la madrugada cuando se levanta. A las 7 ofrece la misa, luego saluda a todas las personas que se le acercan y terminado ese intercambio recién ahí se va a desayunar. Francisco cena entre las 8 y las 8.30, completó.

«Francisco se parece mucho a Juan Pablo II», afirmó con ahínco y abundó en su explicación:

«Por su modo, muy humano, de tratar a las personas, de querer conocer la realidad del que tiene adelante, de acercarse a la gente». «Le gusta la espontaneidad, que no es indisciplina ni desorden, sino querer que las cosas se hagan como él las siente», añadió.

EL COMEDOR DEL PAPA

La residencia de Santa Marta, que se encuentra en el interior del Vaticano, carece de interés arquitectónico, huele a limpio, brillan los suelos, y las mesas doradas apoyadas en las paredes le dan un cierto aire clásico, pero pasaría inadvertida si no fuera porque allí vive el papa Francisco.

La recepción de la residencia la llevan unas mujeres y enseguida se entra a un gran espacio en forma de elipsis y desde allí se ven las plantas superiores. En la primera de ellas habita el papa Francisco.

El comedor tiene una capacidad para 140 personas coronado con una bóveda acristalada que le confiere un aspecto moderno, miembros de la Secretaría de Estado y obispos de todos los rincones del mundo almuerzan en silencio.

Hay mesas redondas y cuadradas, con manteles blancos, sillas cómodas tapizadas de verde.

El Papa se sienta en una mesa redonda con sus dos secretarios, el maltés Alfred Xuereb y el argentino Fabián Pedacchio, admirador de las películas de Almodóvar y lector de Gabriel García Márquez, además dos de guardia de seguridad.

Cerca de la mesa reservada para el Papa, un enorme crucifijo colgado de la pared de madera recuerda que nos encontramos en un lugar religioso.

Por ejemplo un menú típico de un día sería Sopa de pescado, berenjenas rebozadas con pimientos rojos y ensalada que uno puede servirse de una larga mesa acompañado por un vino Cabernet Sauvignon situado junto a un frutero de tosco vidrio lleno de frutas.

Cuando se pregunta qué es lo que más le gusta al Papa, una de las monjas que atienden el comedor responde que come de todo lo que le sirven, lo mismo que todos.

Un miembro de la Curia, que prefiere mantenerse en el anonimato, explicó a Efe que así como Juan XXIII se trajo a Roma a su gente del Véneto, Juan Pablo II a sus monjas y comunidad polaca, Benedicto XVI se contentó con las visitas de su hermano Georg y la compañía de su secretario personal Georg Wanstein. Nunca fue amigo ni de salir, ni de fiestas.Pero sí se trajo de su casa de Città Leonina todos su libros, «se ve que le dio pena abandonar aquella casa», refiere el monseñor.

Jorge Mario Bergoglio, según asegura el miembro de la Curia, no se ha traído a nadie, pero habla mucho por teléfono y recibe mucha gente aquí. «Le encanta charlar, dialogar», asegura.

El papa Francisco dispone de un comedor privado anexo al general para sus almuerzos privados.

Fuentes: Valores Religiosos, Periodista Digital, Signos de estos Tiempos

 

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