Los obispos abrirían las puertas para que ingresen funcionarios homosexuales y divorciados.
Mientras hay signos de que los políticos alemanes están tratando de acceder a las demandas de la Iglesia Católica de libertad para aplicar su doctrina en el manejo de sus asuntos laborales, ahora son los propios obispos quieren dejar entrar a homosexuales y divorciados vueltos a casar como funcionarios dentro de la Iglesia.
Esto demuestra que hay un motor de cambio adentro de la jerarquía eclesial alemana que la lleva a asumir las tendencias seculares.
¿Esta deriva es sólo de la Iglesia Alemana o sucede en muchos otros países?
Para su discernimiento.
EL 24 DE NOVIEMBRE PODRÍAN CAMBIAR LAS COSAS
Ha surgido la noticia que la Conferencia Episcopal Alemana está a punto de revisar sus leyes laborales internas para permitir formalmente que personas que viven en pecado puedan trabajar para la Iglesia, especialmente homosexuales y divorciados vueltos a casar.
No se trata sólo de que puedan empezar a trabajar en la Iglesia católica alemana, que es el segundo empleador del país, sino de blanquear una situación que ya se da y que de hecho se mantiene oculta, algo así como lo que ocurría hasta hace poco con la norma informal dentro del ejército de EE.UU. “no pregunto, no lo digas”.
Una comisión de los obispos alemanes lo está estudiando y tiene previsto cambiar formalmente las leyes que impiden que homosexuales y divorciados vueltos a casar trabajen para las diversas instituciones de la Iglesia
Observadores ven en esto la persistencia de seguir el camino de ‘modernizar la Iglesia’, es decir, adaptarla mejor a las normas y valores seculares, y que no se aleje tanto del talante que predomina en la sociedad global alemana de hoy.
Lo que sucedía ahora en el gigantesco empleador que es la Iglesia, es que quienes trabajaban en la Iglesia estaban obligados, en teoría, a aceptar, compartir y practicar una vida en línea con los valores y doctrina católica.
Sin embargo el 24 de noviembre los obispos alemanes tienen previsto votar si realizan el cambio, es decir si permiten formalmente que empleados comunes o incluso jefes de departamento tienen que necesariamente llevar una vida con los valores católicos o se admiten otros tipos de vida, que se consideran en pecado, como la homosexualidad o los divorciados vueltos a casar.
Se trata de un cambio dramático y profundo, que da un mensaje fuerte a los católicos y a toda la población, y por esa razón los obispos lo han mantenido en reserva, no se ha difundido.
Y es probable que los reformistas consigan los dos tercios de los votos para efectuar el cambio.
ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA
Para los que están a favor, la medida significa blanquear lo que está sucediendo para no perder funcionarios valiosos, porque la Iglesia es una vasta organización que debe seguir prestando servicios valiosos y eficientes, y no se puede dar el lujo de prescindir de personal eficiente y altamente entrenado en la tarea que están haciendo.
En última instancia, el argumento es que la Iglesia no tiene la necesidad de inmiscuirse en la vida privada de los empleados.
Según lo que se pudo saber, los cambios estarían encabezados por el jesuita, Secretario de la Conferencia Episcopal Alemana, que ha trabajado en secreto durante los últimos 18 meses para lograrlos.
En cambio quienes se oponen a este cambio dicen que esto se trata de una perversión producida por el famoso impuesto alemán a las religiones, que tiende a la complacencia con el mundo, porque lleva a pensar que los católicos son los que pagan y no los que se alinean con la doctrina.
En Alemania los ciudadanos pagan un impuesto que va a su Iglesia (católica o evangélica luterana), que recauda el Estado y se lo entrega, por eso la Iglesia Alemana es tan rica. Pero esto tiene sus consecuencias, una es que quienes quieren dejar de pagar el impuesto deben hacer un trámite manifestando que no pertenecen a la Iglesia, y otra es que quienes no pagan son excluidos de la comunidad y de los sacramentos de la Iglesia, lo cual tiene resistencias permanentes en muchos obispos.
Algunos ven en este cambio que se pretende introducir el 24 de noviembre una conspiración de un grupo interno para ir cambiando la rigidez de los principios católicos para hacer a la Iglesia “más potable” para la sociedad actual. Es de alguna manera una puerta trasera para eludir la enseñanza católica.
Y le contestan a los que argumentan la necesidad de retener personal valioso que no se puede pensar que no se pueda encontrar personal idóneo entre los 23 millones de católicos, que pueda suplir a quienes trabajan hoy para la iglesia y no viven de acuerdo con la doctrina.
UN CAMBIO DE ENORME REPERCUSIÓN
El mensaje que se trasmitiría a la población es que la Iglesia está comenzando a convalidar estilos de vida contrarios a sus principios. De ahora en adelante su organización estará integrada también por personas que se apartan del estado de vida proclamado por la Iglesia, y si la iglesia permite eso en su seno, su mensaje evangélico comienza a carecer de unicidad y fuerza.
Una consecuencia tiene que ver con la confesión de los pecados ¿Cómo puede reaccionar un fiel común al que se pide que confiese sus pecados, cuando ven que la Iglesia permite, en puestos de relevancia y trabajando para ella, a pecadores manifiestos? ¿Entonces la homosexualidad sigue siendo pecado o no? ¿Y el divorcio? ¿Cómo puede pedir el confesor la enmienda de los pecados a los fieles?
Visto así la iglesia sería una empresa más que da servicios sociales, un pan-empleador, que no se fija en el estilo de vida de sus empleados para tomarlos, y esto legitima la política occidental de no discriminación por orientación sexual, lo que ha sido históricamente muy criticada por la Iglesia.
Pero además, este blanqueo de las situaciones y la apertura a que entren nuevos funcionarios homosexuales por ejemplo, generaría un clima de tensión en la interna con quienes se mantienen atados estrictamente a la doctrina.
Estarían por un lado los “demasiado católicos” y los “liberales”, y estos últimos tendrían todo el apoyo de agentes externos de la Iglesia que la quieren corroer desde adentro.
Los funcionarios fieles a la doctrina no podrían denunciar los excesos del estilo de vida de otros funcionarios que trabajan para la Iglesia, so pena de ser tratados como revoltosos e intolerantes, de agentes de conflicto y perseguidores de los que no opinan como ellos.
A CONTRAMANO DE LA EVOLUCIÓN ESTATAL
Pero parecería que los obispos estarían con los “figurines atrasados”, reaccionando de acuerdo a demandas estatales y sociales que actualmente no son del mismo tenor.
Mientras los obispos quieren una apertura de los empleos hacia los homosexuales y divorciados, el Tribunal Constitucional Federal de Alemania dictaminó esta semana que un hospital católico en Düsseldorf tenía el derecho de despedir a un médico de alto nivel que se divorció y se volvió a casar.
O sea que la propia justicia laica admite que en las instituciones que maneja la Iglesia puede haber discrecionalidad para no aceptar estilos de vida ajenos a lo que proclama y pide.
La medida fue aplaudida por los Obispos alemanes, quienes dijeron públicamente de su satisfacción del fallo del tribunal constitucional. Pero parece claro que los jueces se comportaron más católicamente de lo que pretenden comportarse los obispos en el futuro.
HAY OTRA EXPLICACIÓN PARA LA POSICIÓN DEL TRIBUNAL
Muchos se preguntarán por qué los obispos quieren ahora alinearse con el discurso políticamente correcto de los políticos occidentales y por qué éstos lo abandonan a favor de los argumentos ancestrales de los obispos.
Analistas consideran que la actitud del Tribunal de defender la libertad religiosa está relacionada con las amenazas y disturbios producidos por los islamistas partidarios de la jihad en Alemania.
Parecería que los políticos alemanes se están dando cuenta del peligro que implica el crecimiento del islamismo dentro de Europa y pretenden balancearlo fortaleciendo la libertad religiosa de la Iglesia Católica, a quien han castigado incesantemente en los últimos tiempos.
Y esto no pasa sólo en Alemania. Ha habido una decisión similar este año en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos defendiendo la autonomía de la Iglesia.
La pregunta que sobrevuela es por qué los obispos alemanes ahora tratan de adaptarse al discurso no discriminador de occidente cuando hay muestras de cambio de parte de los políticos admitiendo más libertad religiosa.
La respuesta hay que buscarla adentro de la Iglesia.
EL MOVIMIENTO SECULARISTA DE LA IGLESIA ALEMANA
Hay una poderosa tendencia dentro del episcopado alemán para hacer entrar en la Iglesia las tendencias seculares.
El cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, y uno de los asesores más estrechos del Papa Francisco, declaró recientemente que la gran mayoría de los obispos alemanes apoyan la propuesta del cardenal Walter Kasper para permitir que los católicos divorciados vueltos a casar a reciban la comunión.
Hace un año informamos que la diócesis de Friburgo, en el sur de Alemania, la más grande de las 27 que componen el país, abre la posibilidad de que los casados en segundas nupcias puedan acceder de nuevo a los sacramentos católicos. Ver aquí.
También informamos que la Conferencia Episcopal Alemana había aprobado la píldora abortiva del día después para los casos de violaciones. Ver aquí
Estos son sólo algunos datos que indican las tendencias a “flexibilizar” la doctrina católica dentro de los obispos alemanes.
YA LO ADVIRTIÓ BENEDICTO XVI
Cuando Benedicto XVI visitó su tierra natal en 2011, durante su famoso discurso «Entweltlichung» dijo a los líderes eclesiásticos y civiles en Friburgo, que la Iglesia,
«debe constantemente renovar el esfuerzo para separarse de su tendencia a la mundanidad y una vez más a ser abierta hacia Dios«.
La caridad de la Iglesia
«necesita ser constantemente expuesta a la exigencia de un desprendimiento de lo mundano, si no van a desaparecer sus raíces en vista de la creciente erosión de su carácter eclesial», añadió.
«La historia ha demostrado que, cuando la Iglesia se convierte en menos mundana, su testimonio misionero brilla con más intensidad».
Estas palabras no son casuales. Antes de la visita de Benedicto XVI, Robert Zollitsch, presidente en ese entonces de la Conferencia Episcopal Alemana y arzobispo de Friburgo, había dicho en una entrevista que esperaba que la iglesia cambiara su actitud para con los fieles divorciados que se han vuelto a casar.
Algo liberal está pasando dentro de la iglesia alemana.
En España tachamos una casilla de la declaración de la renta donde podemos elegir que un porcentaje de lo que pagamos vaya a la Iglesia católica u otras confesiones. Ignoraba que en Alemania ser católico estaba penado con un impuesto como en los paises árabes. Curiosa similitud pero entendible dados los tiempos en que estamos, es un modo de persecución.
Necesitamos más cardenales de Asia y África, que son los más ortodoxos, haber si así se regula un poco la secularización en la Iglesia. Por lo de los obispos alemanes, es lamentable como se acogen más al mundo que a Dios.