Son mencionados en la Biblia como ejemplo de caridad.
Los cristianos han oído hablar de los samaritanos por los relatos de la Biblia, como por ejemplo las parábolas del buen samaritano y de la mujer samaritana. Pero probablemente no tenga mucha referencia actual de ellos, y tal vez crea que han desaparecido como muchos de los pueblos que son mencionados en las escrituras. Pero no, aún queda un pequeño grupo en Tierra Santa.
Los últimos samaritanos, el pueblo de origen bíblico, sobrevive practicando la videncia y astrología y viven en Cisjordania. De los 745 miembros, un tercio son sacerdotes que adivinan el futuro. Creen que son los verdaderos hijos de Israel y que el templo real está en monte Gerizim.
Los samaritanos son un grupo étnico y religioso que se considera descendiente de las doce tribus de Israel. Hablan árabe o hebreo moderno. Para sus ceremonias religiosas utilizan el hebreo samaritano o el arameo samaritano.
DESCENDIENTES DE LAS TRIBUS DE ISRAEL
Según la tradición, son descendientes de Manasés y Efraím, hijos de José. En el año 926 a.C., las tribus del norte se rebelaron contra el Rey Roboam, hijo de Salomón. De esta rebelión surgieron dos reinos: el de Israel, en el norte, con su capital en Siquem (hoy Nablús) y el de Judá, en el sur, con su capital en Jerusalén. En el año 875 a. C. el rey de Israel, Omrí, trasladó la capital a Samaria.
Los 745 son samaritanos viven hoy divididos en dos aldeas: una situada en el monte Gerizim, en Nablús (Cisjordania), y la otra en Holon, junto a Tel Aviv. Sus miembros son judíos. O por lo menos, familiares cercanos de los rabinos, con quienes rompieron hace más de 2.000 años. Pero se consideran parte del pueblo palestino, lo que les ha convertido en uno de los ejemplos de coexistencia entre árabes y descendientes de las tribus de Israel.
Se separaron de la religión judía hace cientos de años, pero realizan buena parte de sus ritos como el Yom Kippur (día del perdón) o el Zukot (fiesta de las cabañas, que recuerda el éxodo por Egipto). Además, mantienen elementos como el hebreo antiguo (aunque su día a día transcurre en árabe) y se consideran herederos de cuatro de las doce tribus de Israel.
Nunca han aceptado las invitaciones que llegan desde Tel Aviv para que se sumen al estado judío.
«Israelíes y palestinos deberían de aprender de nosotros y promover la paz», asegura Hosni Wasef, director del museo de la comunidad samaritana de Gerizim, en Nablús.
Wasef es un hombre espigado y canoso, y que comparte la principal característica física de los miembros de la secta: unas enormes orejas que los asemejan a los hobbits de «El señor de los anillos».
EL POR QUÉ DE LA SEPARACIÓN DE LOS JUDÍOS
Una de las razones por la que los samaritanos se separaron de los judíos fue porque consideran que el templo de Salomón no estuvo en Jerusalén, como aseguran los rabinos, sino en Gerizim. Por ese motivo, organizaron el asalto a su monte sagrado, donde se han establecido.
«Los samaritanos siempre hemos sido buenos en astrología», asegura el director del museo, que está convencido que desde Adán hasta el pastor actual del samaritanismo han pasado exactamente 136 generaciones. Y puede mostrar un cuadro dividido en dos bloques con forma de árbol genealógico en el que, asegura, «se encuentra reflejada toda historia de la humanidad». De Adán a Moisés, el verdadero profeta para los samaritanos. De Moisés a Eliazar. Y a Jesucristo. «No hay ninguna religión que pueda mostrar su historia en sólo dos fotografías», apunta.
SU GENÉTICA
Durante siglos, los samaritanos sólo han mezclado su sangre con la de sus primos-hermanos. Y eso ha provocado que la genética comience a ser un problema para su supervivencia. No tenían muchas alternativas, ya que conservar sus tradiciones y su religión es su principal objetivo, por lo que no permiten el matrimonio fuera de su secta.
Además, es difícil que una mujer acepte por su propia voluntad formar parte de un grupo que incomunica a las que están con la menstruación y les pasa la comida por debajo de la puerta mientras que dura el período.
Así que, de una comunidad que llegó a tener tres millones de miembros hace diez siglos, sólo quedan cinco familias. Aunque sólo una oficial, los Cohen, descendientes de los sacerdotes.
Por eso, han tenido que «importar» 30 mujeres: 25 judías procedentes de Israel, cinco cristianas de Europa y tres musulmanas de Turquía. Eso sí, convertidas a la religión samaritana.
FAMOSOS ASTRÓLOGOS O ADIVINADORES
Estos últimos miembros de la antigua comunidad de los samaritanos, arrinconados entre palestinos e israelíes, viven de la práctica milenaria de la videncia y la astrología.
La avenida de la Universidad, en Nablús, hasta donde llegan numerosos palestinos en busca de una respuesta a sus problemas más insuperables, está adornada con banderolas blancas en las que están escritos los nombres de los sacerdotes samaritanos.
“Heredamos libros de astrología milenarios y los más recientes que utilizamos tienen casi 450 años”, indicó el sacerdote Hosni al Samiri, de 67 años, que “aprendió la adivinación y la astrología a los 12 años”.
“La videncia está reservada a la clase de los sacerdotes, es decir a un tercio de la confesión samaritana que cuenta unos 745 miembros, la mitad en Nablús y la otra en Holon en Israel”, precisó.
“No creemos en la brujería, en la lectura de las líneas de la mano o de restos de café o en el exorcismo. Todo aquello no es más que charlatanería. Practicamos la astrología pidiendo en nombre de la madre, el esposo o la esposa y predecimos la enfermedad, el fracaso en el matrimonio o la pérdida del trabajo”, explicó el sacerdote.
“Cada letra del nombre tiene un sentido para nosotros y el antiguo idioma hebraico cuenta 22 letras, cada una de las cuales corresponde a una parte del cuerpo“, agregó.
“Los samaritanos poseen libros de astrología que no existen en ninguna otra parte y son capaces de prever el comienzo de cada mes lunar y los eclipses lunares y solares”, aseguró.
Pero la mayoría de los libros antiguos fueron vendidos debido a la pobreza y se encuentran ahora en bibliotecas rusas o estadounidenses.
“Los palestinos, en su mayoría aldeanos, los consultan y están convencidos de que la adivinación de los samaritanos es insuperable”, afirmó Akil Jalil Johary, que tiene una tienda junto a los puestos de los samaritanos.
“Hay palestinos que viven en Estados Unidos y que vienen a verlos cuando están de paso por el país”, agregó.
“La primera consulta para identificar el tipo de problema cuesta 150 shekeles (42,8 dólares) pero la adivinación propiamente dicha puede ir de 500 a 5.000 shekeles (de unos 143 a 1.430 dólares)“, prosiguió.
A VECES FUNCIONA Y A VECES NO
Oum Firas, de 28 años, una palestina de Jerusalén, conoció una experiencia amarga hace dos años cuando consultó a los samaritanos.
“Fui al monte Gerizim cuando los desacuerdos con mi marido se agravaron y le di mi nombre, el suyo, los de mis hijos y todas las informaciones que me pedían”, relató.
“Estaba desesperada y ansiosa por encontrar una solución, pero aquello no sirvió de nada porque me divorcié y mi marido se casó con una rusa que trabajaba con él. Yo perdí mi oro donde los samaritanos”, se lamentó la mujer, que entregó una onza de oro, por un valor de unos 2.800 dólares.
“Era una ignorante y creía que la videncia me devolvería a mi marido”, indicó.
“Le decimos a la gente que nos den lo que quieran”, precisó el sacerdote Hosni al Samiri.
“Cuando el sacerdote se concentra y vela para resolver el problema, que calcula y analiza y además lee los libros de astrología, lo que puede llevar días, tiene derecho a ser remunerado como por cualquier otro trabajo”.
Fuente: AFP, Webislam, Signos de estos Tiempos